RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN DEL DERECHO* Sandro Schipani** SUMARIO 1. la formación del sistema del derecho romano. 2. la formación del subsistema jurídico latinoamericano. 3. el universalismo del sistema jurídico romanista; así como, la traducción de los Códigos civiles de Bello y de Vélez Sarsfield en chino. 4. el reconocimiento del sistema y la interpretación sistemática en sentido propio y pleno, con especial atención a los problemas de la armonización y unificación del derecho * Texto de la Conferencia presentada en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Rosario. ** Profesor Ordinario de Derecho Romano, Università degli Studi di Roma “La Sapienza”. Miembro correspondiente extranjero (Italia) de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales. BOLETÍN DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS POLÍTICAS Y SOCIALES N° 149 – JULIO-DICIEMBRE 2010 Páginas: 413-430 ISSN: 0798-1457 Con el presente trabajo, deseo entablar un diálogo sobre el sistema jurídico latinoamericano y los principios generales del derecho. En esta oportunidad, se enfrentarán cuatro argumentos: 1) la formación del sistema del derecho romano; 2) la formación del subsistema jurídico latinoamericano; 3) el universalismo del sistema jurídico romanista; así como, la traducción de los Códigos civiles de Bello y de Vélez Sarsfield en chino; y, 4) el reconocimiento del sistema y la interpretación sistemática en sentido propio y pleno, con especial atención a los problemas de la armonización y unificación del derecho. 1. La formación del Sistema de derecho romano A. El complejo de la experiencia jurídica que se desarrolla a partir de la fundación de Roma hasta la codificación realizada por Justiniano y por sus juristas concibe, desde los tiempos más remotos, a Júpiter (Iuppiter) sea en el vértice y en el origen del ordenamiento de la ciudad (civitas), sea como una ‘existencia interétnica’, que custodia los multa iura communia –según la expresión que sería sucesivamente empleada por Cicerón, en la cual iura en plural denota simultáneamente un aspecto objetivo y otro subjetivo, siendo una noción que hoy en día carece de equivalente en las lenguas neolatinas– es decir, los derechos comunes existentes entre los Romanos y, virtualmente, entre todos los demás pueblos. Esto incluye la paz con la divinidad y, por lo tanto, la dimensión religiosa del Sistema e implica que el Sistema jurídico de derecho romano se encontraba, desde siempre, abierto a todos los hombres. Dentro de dicho complejo, adquiere forma el denominado ius Quiritium –que, sucesivamente, constituirá el ius civile– tendiente a regular, en sus orígenes, las relaciones entre quienes fueron compañeros (Quirites) en la 413 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... delimitación y fundación de la urbs1, esto es, en la constitución de la civitas (término que, por un lado, se refiere a la ciudadanía como conjunto de ciudadanos y como cualidad subjetiva y, por el otro lado, a la comunidad política). La ampliación de las relaciones con hombres de otros pueblos se fundamenta en la fides que preside tanto el cumplimiento de actos, perfeccionados en un primer momento con base a una publica fides, como la solución de las controversias que podrían suscitarse: fides / fe en el magistrado (praetor peregrinus) a quien se sometían las partes para que dictara la regla aplicable al caso; tutelando, especialmente, la buena fe. Sucesivamente, al derecho que quedo plasmado se le reconoció la calificación de ius gentium. Por otra parte, la búsqueda de las bases del derecho, y eventualmente las críticas a aquel que fuera producido en respuesta a las ‘necesidades humanas’, consagró conceptos como principia iuris (principios del derecho) y ius naturale (derecho natural). De esta manera, nos enfrentamos a una pluralidad de complejos de normas (es decir, frente a muchos derechos comunes: derecho civil, derecho de gentes, derecho natural y principios del derecho) pero también a una pluralidad de fuentes de producción (el elenco de las mismas es notorio: naturaleza, razón natural y, posteriormente, ley, plebiscito, senadoconsulto, constitución del príncipe, edicto del pretor, opiniones de los juristas y costumbre)2. Esta pluralidad también podía engendrar una relación dialéctica que se manifiesta, de forma expresa, en las relaciones entre la naturaleza y la razón natural, a propósito de la libertad y de la esclavitud, en las relaciones entre lex y ius, en la intervención del magistrado (visto que el ius honorarium podía servir para coadyuvar, suplir o corregir al derecho civil) y en la elaboración del derecho por parte de la ciencia jurídica (ius controversum). Además, dicha pluralidad se evidencia en la designación al plural iura populi Romani. B. Desde la edad monárquica, vemos florecer en esta pluralidad de iura (derechos) del pueblo romano una tendencia a su reconducción hacia un orden unitario. Frente a la pluralidad de leyes regias, el jurista las recoge in unum, donde la unidad no es sólo un único archivo cronológicamente 1 2 D. 50,16,239,6: Urbs ab urbo appellata est; urbare est, aratro definire. [Se denomina Urbs (ciudad), de urbum (esteva = parte de la cual se aferra el arado); urbanizar es deslindar con el arado]. Gai. 1,1-7; J. 1,2; D. 1,1,7; D. 1,2,2,12. 414 SANDRO SCHIPANI ordenado3. Posteriormente, llegamos a la unificación de normas en las leyes de las XII Tablas. En la edad siguiente (siglo I a.C.), los enormes desarrollos que experimenta el derecho fueron reconducidos, en primer lugar, por Quinto Mucio y, sucesivamente, por otros juristas a una unidad caracterizada por el rigor metodológico y por el esfuerzo de elaborar géneros y especies (generatim)4, lo cual se puso al servicio del papel que los juristas están llamados a cumplir: reunir el derecho, mejorándolo cotidianamente5. Mientras Cicerón indica el objetivo de ius in artem redigere, es decir, reconducir el derecho a una exposición según criterios de género y especie6; a partir de Aufidio Namusa y Alfeno Varo (poco más de una generación más jóvenes que Quinto Mucio), se elabora el género literario de los Digesta (obras ordenadas)7, del cual se ‘apropiarán’ los juristas de Justiniano. En los textos justinianeos encontramos, junto a éste digerere, el término griego ‘sistema’8. Observamos, entonces, completarse el proceso de autocomprensión del derecho romano como ‘Sistema’, que tendrá gran desarrollo en la edad moderna. Por otra parte, la propensión hacia un orden unitario se sirve del soporte “código” –definitivamente incorporado al discurso jurídico– que, con respecto a la anterior forma de soporte “rollo” (o “volumen”), presenta mayor facilidad para su consulta (en las diversas partes que lo integran) y para establecer enlaces o conexiones entre los diversos puntos de la misma unidad textual material. Al aprovecharse del soporte, se crea una fuente de derecho en la que concurren las otras dos fuentes preexistentes: la ley y la ciencia jurídica. Esto sin excluir la costumbre9 y, de manera abierta, abarcando los desarrollos posteriores: las Novelas constituciones, etc. Por último, la referida tendencia también se vale de la locución ius Romanum et commune, perfeccionándola y transformándola en ius Romanum commune, que unifica conceptualmente aquella pluralidad de iura aún vigente y de la que se prevé una interpretación armónica, coherente, sin contradicciones y, en definitiva, sistemática. 5 6 7 8 9 3 4 D. 1,2,2,2. D. 1,2,2,41. D. 1,2,2,13. Cicerón, De oratore 1,42,187 ss. D. 1,2,2,44; D. 28,1,25; etc. Const. Tanta-Dédoken 7. J. 1,2,9; D. 1,3,32 ss.; C. 8,52. (Se prescinde del ius honorarium. Si bien el examen de esta omisión es importante, se hace imposible analizarla en esta sede). 415 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... C. Este Derecho, elaborado por los hombres, en función de todos los hombres y de su paz con la divinidad –y en constante unificación– tiende a extender la garantía de la igualdad de trato a todos los hombres (aequitas), mediante la eliminación de algunas divisiones como la de ciudadanos y extranjeros y, potencialmente, aquella entre libres y esclavos. El derecho, que fuera definido por Celso como “arte de lo bueno y equitativo” (ars boni et aequi) –noción de la que se adueñó Justiniano y sus juristas para sus códigos10–, puede ser entendido correctamente como “sistema de lo bueno y de lo equitativo”, tal como lo ha propuesto el jurista italiano Riccobono. D. Sucesivamente, este “Sistema de derecho romano” distingue su existencia y su vigencia de su gobierno por parte de instituciones encargadas de hacerlo efectivo. Este aspecto es de primordial relevancia11 aunque no se refleja necesariamente en la existencia y vigencia del mismo. De hecho, esta distinción es indispensable para entender correctamente la problemática planteada tanto en el período de formación del Sistema de derecho romano, con relación a la pluralidad de pueblos y de iura civilia12; así como, con respecto al surgimiento y expansión del Romanum imperium (al que me he referido brevemente), como en las etapas sucesivas e incluso hoy en día en presencia de ordenamientos estatales fundados sobre el referido Sistema. F. Por último, es conveniente aclarar que no todos los complejos de experiencia jurídica se configuran como “Sistemas”; aunque nosotros, partiendo del enfoque de un derecho elaborado como sistema y en el marco de una cultura “científica” que propende incluso a la elaboración ‘sistemática’ de la realidad social y de los ordenamientos, propendamos a “prestar” a otras experiencias jurídicas éste punto de vista que es propio de nuestro Derecho. 2. La formación del subsistema jurídico latinoamericano A. Es imposible reseñar, en esta sede, las vicisitudes del Romanum imperium y de su derecho con posterioridad a Justiniano. A título ejem D. 1,1,1 pr. D. 1,2,2,13. 12 J. 1,2,2; D. 1,3,32 pr. 10 11 416 SANDRO SCHIPANI plificativo, es posible mencionar: en Oriente, la continuidad, después de “Constantinopla Nueva Roma”, con “Moscú Tercera Roma” en edad moderna; y, en Occidente, la relación con el Sumo Pontífice en la Vetus Roma (Roma antigua), la coronación de Carlo Magno, el ‘redescubrimiento’ de la obra de Justiniano y la Universidad de Bolonia con el sucesivo desarrollo de las Universidades, la traslatio imperii de Graecis in Germanos (la transferencia del imperio de los griegos a los alemanes), la contraposición entre las instituciones feudales y el sistema del derecho romano. Podemos considerar que los grandes descubrimientos geográficos y la configuración de una sociedad en la que “nunca se oculta el sol” (en referencia a la expresión de Carlos V, quien afirmó que en su imperio nunca se oculta el sol) abren una etapa de grandes revoluciones en la historia del sistema del derecho romano; en cuyo curso, con la superación de la formación social feudal y de la conexa contraposición entre feudalismo y derecho romano imperial, se llega a la Revolución francesa, a la Revolución por la independencia en América Latina, a la Revolución rusa de 1917 y a la instauración de la República Popular China en 1949, así como al desarrollo de un período caracterizado por la codificación moderna (manifestada tanto en códigos como en Constituciones). Este período se caracteriza por una gran continuidad y, al mismo tiempo, por una gran innovación, siendo la obra de los juristas su columna vertebral (juristas y nómoi [compilaciones de leyes y comentarios jurisprudenciales] de la tradición oriental, glosadores, comentadores, canonistas, humanistas, representantes de la Segunda escolástica española, del usus modernus pandectorum y de la Escuela del derecho natural). Empero si fuera necesario, simplificando al máximo el análisis, indicar un elemento constante en este amplio desarrollo; indudablemente, el mismo sería el permanente retorno al Corpus Iuris Civilis. De hecho, cada nuevo movimiento interpretativo regresa a los códigos de Justiniano y de sus juristas, tomando en cuenta los nuevos aportes pero partiendo siempre de aquel Corpus abierto –como previamente señalado– a los desarrollos posteriores y capaz de conferirles unidad a los mismos. B. “La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte de quien lo creó, es el descubrimiento de las Indias”. Si concentramos nuestra atención en estos términos con los que López de Gómara, dirigiéndose a Carlos V, calificó el descubrimiento de América, o en el valor de la expresión Mundus Novus, podríamos darnos cuenta de 417 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... la percepción que, en ese momento histórico, se tenía (de la dimensión) de la innovación que tal descubrimiento suponía para el Sistema de Derecho romano. La Segunda Escolástica española afronta esta innovación desarrollando aquella parte del derecho romano común que es la más directa expresión de la naturaleza y de la ratio, es decir, el derecho de gentes y el derecho natural, acentuando el empleo de los resultados arrojados por la reflexión filosófica de matriz aristotélico–tomista. Dicho desarrollo, sustentado por el derecho canónico (Bula papal Sublimis Deus de 1537), se traduce en la prohibición de reducir a esclavitud a los hombres que, en el Nuevo Mundo, son dueños de sus cosas (R.P, Madrid, el 2 de agosto de 1530 y cap. 20-25 de las Leyes nuevas de Indias de 1542). Esta prohibición, sin embargo, no logra impedir graves y numerosos abusos ni el ingreso de esclavos traídos desde el Viejo Mundo; no obstante, coloca las bases de una sociedad que posteriormente renueva la conciencia del nexo entre res publica, independencia y eliminación de la esclavitud (carácter unitario de la libertas como opuesta a regnum, a dominatio, a servitus). Este desarrollo estuvo acompañado por las disposiciones (1530 y 1555), dictadas por Carlos V, sobre el respeto de las “costumbres y las formas de vivir de los indios” (Recopilación de Indias 2,1,4; 5,2,22), fuerte expresión de la visión de Imperio atento a la pluralidad de pueblos y al valor de la costumbre. Asimismo, fue acompañada por la elaboración de la doctrina de las “dos repúblicas”, de los indígenas y de los españoles (Instrucción a Cañete de 1556). Ulteriormente, la idea del “Quinto Imperio” del jesuita portugués Padre Antonio Vieira (1608-1697), entre derecho y profecía, abre el camino a la idea de la “Roma Americana”, anticipada por José de Silva Lisboa durante la época de la independencia. Con posterioridad, la presencia del Sistema del derecho romano codificado se alimenta de las inmigraciones (principalmente de españoles y portugueses) ; a través de las cuales se cumple, entre los siglos XVI y XVIII, una “transfusión” del mismo y de la tradición ibérica (castellana y lusitana): se transfieren las Siete Partidas, se fundan las Universidades (San Marcos de Lima y México en 1551), los barcos españoles transportaron a las Indias bibliotecas enteras de derecho romano común y de derecho regio e, incluso, algunas obras fundamentales fueron impresas en América. Del barroco americano, heredero de una temprana superación de las instituciones feudales, se desarrolló la ciencia jurídica indiana, flanqueada 418 SANDRO SCHIPANI por una fuerte intervención de un legislador lejano, cuyas disposiciones no podían ser siempre ‘acatadas’ y que el jurista tiene que saber valorar (recurso de suplicación: la ley se obedece, pero no se cumple), y de un ejercicio de la jurisdicción con vértices centralizados y unificados. Esta ciencia (hago referencia a juristas como Hevia Bolaños, 1570-1623, J. de Solórzano Pereira, 1575-1655 y F. J. de Gamboa, 1717-1794; a los cuales, podrían añadirse tratadistas y decisionistas portugueses, cuyos escritos se proyectaron en el territorio brasileño, comenzando por A. Valasco, 15261593, F. de Caldas Pereira de Castro, 1543-1597 y A. da Gama Pereira, 1520-1595) se sirvió del método y de las soluciones de los juristas romanos para orientar la convivencia de esa nueva realidad de pueblos en aquellos grandes e inimaginables espacios que, por primera vez, son concebidos en modo articulado pero unificados por el Sistema de derecho romano. Esta unificación, y la capacidad de instaurar un diálogo integrador con la realidad de otros pueblos y de una específica región, inciden en el Sistema y produce la estructuración de un ‘Subsistema’, cuyas características se manifiestan progresivamente en conexión con el reconocimiento de la identidad de América Latina. C. La relectura de los códigos de Justiniano, y de sus posteriores desarrollos, está en la base de esa manera de apropiarse del derecho romano que se renueva en América Latina con la Revolución por su independencia: los ‘códigos de la transfusión del derecho romano y de la independencia’, que se inician con el de Haití/República Dominicana (1825) y, especialmente, con el de Bolivia (1831) –respecto a los que el Code Napoléon actúa como intermediario de las obras de Justiniano– ya evidencian en el Código de Perú de 1852 su fundamentación en su propia relectura de los Códigos de Justiniano y de la entera tradición del derecho romano común de América Latina, a la par de las conocidas relecturas contemporáneas europeas. Esta tendencia se incrementa en las obras de A. Bello (Cc. de Chile de 1856), A. Teixeira de Freitas (Consolidação das Leis Civis de 1858 y Esbôço de 1860-1865), D. Vélez Sarsfield (Cc. de Argentina de 1871) y se concluye con la obra de C. Bevilaqua (Cc. de Brasil de 1917). En estos códigos, que por haber realizado su propia relectura del Derecho romano he calificado como ‘códigos de la transfusión del derecho romano y de la independencia’, se logra preservar mejor –que en los europeos– la unificación de la consideración jurídica de base de la persona, conservándose la tutela romana de esta última a partir de la concepción y desplegándose, en la forma más 419 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... amplia, la adquisición y goce de los derechos previstos en dichos códigos a todos los hombres, sin diferenciar entre ciudadanos y extranjeros y sin exigir condiciones de reciprocidad, es decir, en una óptica abiertamente universal. La relectura de los textos antiguos se encuentra emblemáticamente representada en las Notas de Vélez a su código; las cuales fueron incluidas, por encargo oficial del Gobierno, junto con el articulado del texto en las ediciones oficiales. Por otra parte, dicha relectura se vincula de forma significativa con las Universidades –a partir de la reforma de la Universidad de Chile realizada por A. Bello– que colocan al centro de interés la formación del abogado, experto en la ‘lengua común’ por la renovada convivencia dentro del Continente, considerado como “República de Repúblicas” (S. Bolívar) que, sin embargo, fatiga en encontrar su propia forma. De esta forma, madura la afirmación de la romanidad de “nuestro derecho” (A. Teixeira de Freitas), de un mos Latinoamericanus iura legendi et docendi caracterizado por un destacado universalismo y una definitiva manera de adueñarse –cual ‘Roma Americana’, como he anticipado– del Sistema de derecho romano en su unidad, especificidad, capacidad de resistencia y por su propia contribución al desarrollo del Sistema. D. En las décadas inmediatamente siguientes, a dicha madurez políticoinstitucional-cultural alcanzada por la Región se suma, gracias a la obra del brasileño Clóvis Beviláqua, el reconocimiento de la especificidad del Subsistema jurídico latinoamericano respecto al Sistema jurídico romanista (en el que está comprendido); especificidad vinculada a su más intenso romanismo13. Sucesivamente, este enfoque científico fue adoptado por la ciencia jurídica más calificada del siglo XX, tanto latinoamericana (entre los que puede citarse a los argentinos E. Martinez Paz y Manuel Laquis, al peruano Carlos Fernández Sessarego, al colombiano Fernando Hinestrosa, al chileno A. Guzmán Brito, etc.) como europea (F.W. von Rauchthaupt, P. Catalano, H. Eichler y quien les habla, entre otros). Esta perspectiva permite superar el ‘eurocentrismo’ cultural y reconoce la pluralidad de los pueblos y de sus elaboraciones científicas, de las que se enriquece el Sistema jurídico romanista. Considero necesario destacar que esta perspectiva se encuentra vinculada con la referida distinción entre Sistema y ordenamientos; a través C. Bevilaqua, Resumo das Licções de Legislação comparada sobre o direito privado, Bahía, 2ª ed., 1897. 13 420 SANDRO SCHIPANI de los cuales, el primero adquiere efectividad. Esta distinción no se refiere directamente a los diversos ordenamientos estatales, que se intentan agrupar en ‘familias’, o con base a las similitudes de sus normas, o en atención a su ‘estilo’, o por el reconocimiento de ‘modelos’ comunes; sino que, se concentra en sus elementos estructurales, tomando en cuenta la realidad histórica y cultural del mismo. En el esfuerzo de especificar ese ‘romanismo más intenso’ del derecho latinoamericano, que fuera puesto de manifiesto por C. Beviláqua, y con base a la bibliografía existente, se puede enumerar los siguientes aspectos: a) el Subsistema jurídico latinoamericano es más fiel a la concreta y abierta concepción romana de hombre y, en esta perspectiva, desarrolla –como fue previamente señalado– tanto la prohibición de esclavitud de los indígenas como la afirmación del goce (general) de los derechos tutelados por los Códigos civiles por todos los hombres sean estos ciudadanos o extranjeros o personas por nacer; b) el Subsistema jurídico latinoamericano desarrolla la relación entre Códigos y Sistema mediante el reenvío a los principios generales del derecho, que no aíslan los códigos de la interpretación e integración orientadas por el Sistema (éste aspecto será tratado posteriormente); c) en el Subsistema jurídico latinoamericano, existe el fermento de un constitucionalismo latino que contribuye al desarrollo de un derecho público latino rico de tensiones entre diferentes elementos, tales como: la concepción de pueblo, ciudadanía latinoamericana, municipios, comunidades y universidades, las cuales se encuentran en una posición dialéctica respecto a la hegemonía de la concepción del Estado absoluto-territorial-nacional y, además, está abierta a fermentos de elevado significado democrático respecto al dominio de la tecnoestructura; d) en el Subsistema jurídico latinoamericano, está presente una viva problemática de apertura respecto a las instituciones indígenas de origen precolombino; e) en el Subsistema latinoamericano, (la disciplina de) algunos sectores del derecho poseen una concreta posibilidad de armonización y/o unificación, con respecto a los diversos ordenamientos, que se ha traducido en la original forma de los ‘Códigos modelo’ (sobre lo que, sucesivamente, me referiré con mayores detalles); f) por último, en materia del derecho de las obligaciones y, de forma más específica, con relación a los principios conforme a los cuales debe 421 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... ser regulada la deuda internacional y, especialmente, la prohibición de usura; el Subsistema jurídico latinoamericano, con la doctrina Drago y ahora con la propuesta de reconocimiento de dichos principios por parte de la Corte Internacional de Justicia, manifiesta la permanente vitalidad del universalismo del derecho romano del que deriva. 3. El universalismo del Sistema jurídico romanista y la traducción al chino de los Códigos civiles de Bello y de Vélez Sársfield A. El sistema jurídico romanista (integrado por la pluralidad de iura populi Romani y ius Romanum comune): articulado y unitario, ley y ciencia jurídica con sus controversias, codificado y abierto a la costumbre, constituido por los hombres y para los hombres, resulta ‘transferido’, ‘transfundido’ con los mismos hombres, con sus libros y códigos; y, termina siendo ‘acogido’, ‘apropiado o hecho propio’; ‘integra’, a niveles de unidad superior, aportes diversos entre sí y los asume en una óptica universal; ‘resiste’ a las instituciones que contradicen sus propios principios; selecciona, elabora y ‘unifica’ conceptos, principios, instituciones y normas que constituyen ‘patrimonio común de la humanidad’. Ciertamente, sería interesante referirnos a estas diversas dinámicas de la historia del sistema romanista, incluso con relación a otras experiencias, pero ello escapa del alcance del presente trabajo. B. A pesar de ello, mencionaré brevemente el intercambio que se ha iniciado entre el Subsistema jurídico latinoamericano y el ordenamiento jurídico chino. De hecho, la reciente traducción y publicación en China del Código civil argentino; así como, la anterior traducción y publicación del Código de Andrés Bello –ambas traducciones realizadas por el Profesor Xu Diyu– representan, en mi opinión, hechos sumamente relevantes. Si bien, el contacto entre Xu Diyu y el Derecho latinoamericano surgió de un proyecto que fuera concebido en Pekín en 1994 con ocasión del I Congreso de “Derecho romano. Derecho chino. Codificación del derecho civil en China”, organizado por quien escribe con algunos colegas de la Universidad de Ciencias Políticas y Derecho de la China; la elaboración de las traducciones, en cambio, son deudoras de la colaboración del colega colombiano F. Hinestrosa (Rector de la Universidad Externado de Colombia), 422 SANDRO SCHIPANI en lo que refiere al Código de Andrés Bello (que, como es notoriamente conocido, rige en Chile, Colombia, Ecuador y El Salvador), y del colega argentino N. Rinaldi (de la UBA), en lo que concierne al Código civil de Vélez Sárfield. Cabe destacar que estas traducciones no solo representan una instancia de intercambio cultural sino que, además, son relevantes desde el punto de vista jurídico de la construcción de un ‘sistema común de referencia’. C. Como es notorio, en 1902, China decidió abrirse a los derechos occidentales y, a tal efecto, los juristas chinos Shen Jiaben y Wu Tingfang fueron enviados a Inglaterra, América del Norte, España y Perú para que adquirieran conocimiento de los derechos de dichos países. A su regreso, Wu Tingfang fue nombrado Ministro para la revisión de las leyes. Desde entonces, los contactos científicos se multiplicaron y China se orientó hacia la recepción del Sistema de derecho romano, prefiriéndolo al sistema de common law. Con anterioridad a China, Japón había tomado una decisión análoga: en 1898, entró en vigencia su Código civil que incorpora el ordenamiento japonés a aquellos países que conforman el Sistema jurídico romanista o de derecho codificado. Durante el proceso de recepción, Japón fue fuertemente influenciado por la ciencia jurídica francesa y por el Pandectismo alemán; los cuales, a su vez, estaban arraigadas en los Códigos justinianeos y fueron respectivamente autores del Código Napoleón (1804) y del Código civil alemán (1900). Ciertamente, estos tres puntos de referencia (francés, alemán y japonés) influyeron en la elección realizada por China. Sin embargo, considero que también deben ser reconocidos otros motivos ‘endógenos’, sean esos internos a China, sean propios de Sistema del derecho romano en su conjunto con prescindencia de sus específicas concretizaciones en las precitadas experiencias jurídicas. Un primer proyecto de Código civil fue elaborado en 1908. Sin embargo, dicho proyecto no fue aprobado en virtud de la crisis del Imperio que, en 1911, conllevó a la instauración de la República nacionalista, la cual sancionó el primer Código civil chino en 1931. Empero este Código no penetró en la sociedad debido a la guerra promovida por Japón y a la gran Revolución que, en 1949, desemboca en la instauración de la República Popular China (Cabe destacar que el Código de 1931 se encuentra actualmente en vigencia en Taiwán). La Universidad, que fuera creada en 1904, preveía en su seno la Facultad de Derecho, y se vuelve nuevamente el motor del desarrollo de la ciencia jurídica. 423 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... La República Popular China conservó su propensión hacia el Sistema de derecho romano, que, además, fue influenciada por la concreción –en curso– de este Sistema en los países socialistas; siendo Moscú, en este sentido, un modelo a seguir. Con posterioridad al período de la ‘revolución cultural’ y del denominado ‘nihilismo jurídico’ (1958-1977), China se propone construir un nuevo ordenamiento jurídico que intente conciliar, en modo original, las garantías sociales con la economía de mercado, ratificando definitivamente su orientación hacia el Sistema de derecho romano. Para alcanzar ese objetivo, China se propusó elaborar un Código civil, a tal fin se redactaron –en un primer momento– leyes relativas a determinados sectores específicos que deberán confluir en el Código, que se estima puede concluirse para el 2010. Este proceso se inició en 1986 con la ley sobre los Principios generales del Derecho civil, tuvo una etapa muy importante en 1999 con la entrada en vigencia de una extensa ley sobre los contratos; y, en el 2007, vivió otro momento de gran trascendencia con la aprobación de la ley sobre los derechos reales. Demostrando una gran conciencia de los delicados mecanismos de nuestro Sistema jurídico, y aportando nuevos instrumentos a la tradicional (fuerte) presencia de una clase intelectual en la vida pública, China ha paralelamente puesto en marcha un gran esfuerzo dirigido a la formación de sus juristas, incluso fundando universidades destinadas específicamente a ese fin. De esta forma, se ha iniciado la progresiva difusión –tanto en la organización judicial y administrativa como en el ámbito profesional– de profesionales o prácticos formados en derecho en las Universidades y, especialmente, en la ciencia jurídica del Sistema de derecho romano, en su intensa lógica interna y en el carácter verificable de sus conclusiones. Respecto a éstas, la ciencia jurídica china está llamada a reinterpretar creativamente, con la coherencia de que estos operadores del derecho son responsables. Con el pasar del tiempo, los nuevos profesionales del derecho reemplazarán a los anteriores que se habían formado: en la estructura militar y de partido, en el administración (y en la lucha por) del poder y en la solución de controversias conforme a lógicas que no se diferenciaban de aquellas políticas u organizativas o, eventualmente, de las tradicionales. Por otra parte, la cultura china ha tenido en cuenta que debe apropiarse del Sistema jurídico romanista desde sus raíces, desde las fuentes antiguas 424 SANDRO SCHIPANI que contienen los principios de los que se desarrolla el Sistema y, por ello, no se limita a conocer los esquemas jurídicos previstos en nuestros Códigos sino que busca adquirir el conjunto de conceptos, principios e instituciones de los que tales esquemas representan su formulación actual. De hecho, la cultura china ha entendido que sólo apropiándose completamente del sistema, es posible adaptarlo libremente a sus propias exigencias. D. En este contexto, el valor que le reconozco al trabajo de traducción de Xu Diyu está vinculado a la ‘comunicación’ interna del sistema de derecho romano, como Sistema universal, y al papel de Sistema de referencia que (el Sistema del derecho romano) posee o tiende a poseer en el desarrollo del ordenamiento de la República Popular China. En efecto, los códigos traducidos (chileno y argentino) y el nuevo código de Brasil (que fue traducido, en el 2009, por Qi Jun) constituyen elementos esenciales del Sistema –del cual son expresión en cuanto productos de los códigos justinianeos– o, de forma más específica, de aquellos desarrollos de los códigos justinianeos; sobre los que, globalmente considerados, se formula la interpretación que constantemente selecciona los principios generales y, también, orienta a cada uno de los ordenamientos que conforman el sistema. E. Además de esta experiencia, quisiera referirme brevemente a la relación entre el Sistema de derecho romano y el complejo de experiencia jurídica del derecho musulmán. La introducción de los Códigos en el área del derecho musulmán se encuentra limitada a determinados sectores y a algunos de los países que se rigen por este derecho. En este sentido, es relevante la experiencia de Egipto que se inicia con el Cc. nacional de egipcio (1875 y 1883), en el que se incorporaron contenidos del Sistema romanista que fueron, posteriormente, desarrollados con gran prudencia, especialmente, a partir del surgimiento de una nueva ciencia jurídica, cuyo exponente más significativo es al-Sanhuri, y se concretan en el Cc. egipcio de 1948 (actualmente en vigencia). Además, considero que la reciente reimpresión en El Cairo (2005) de la traducción en lengua árabe de las Instituciones de Justiniano –en un momento en el cual la referencia al ordenamiento francés para la interpretación de dicho código se ha atenuado– es un indicador muy significativo y digno de ser estudiado con mayor profundidad. Estas observaciones me conducen al último punto del presente trabajo. 425 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... 4. Reconocimiento del Sistema e interpretación sistemática en sentido propio y pleno, CON especial atención a los problemas de la armonización y unificación del derecho A. El reconocimiento del Sistema jurídico romanista y del Subsistema latinoamericano, así como de otros Subsistemas, tiene gran importancia con relación a la interpretación de los ordenamientos que en él se fundamentan, y, por lo tanto, sería inadecuada una interpretación que se denomine sistemática si toma en cuenta únicamente un ordenamiento aislado. El Sistema no es, o no es solamente, un ‘estilo’ del obrar de los juristas, una ‘parentela’ o semejanza entre ordenamientos, o de los denominados modelos comunes que esos siguen; sino que, implica mucho más. De hecho, el mismo constituye un ‘Sistema de referencia’ para la interpretación de la legislación de los ordenamientos que en él se fundamentan. El Sistema de derecho romano y el Subsistema latinoamericano, en toda su rica, compleja y precitada composición, ofrecen sus principios – y los desarrollos de estos últimos – para orientar a las legislaciones de los ordenamientos que en ellos se fundamentan, evitando las incoherencias que pudieran detener su eficacia. Tanto el Sistema como el Subsistema no puede dejar de ser tomados en cuenta, de manera fundamental, en la hermenéutica de cada disposición legal (empleo aquí este término en su sentido más amplio) como punto de referencia para la interpretación e integración de los diversos ordenamientos. Así, se produce una armonización de los diversos ordenamientos del Sistema y de cada Subsistema. Este enfoque impone un trabajo de constante reconstrucción de los conceptos, principios e instituciones; por un lado, en un marco de coherencia con el Sistema general del derecho romano, y, por otro lado, atendiendo a las especificidades del mismo, las cuales pueden, a su vez, significar una contribución para el Sistema general. Los principios no son resultados estadísticos ni tampoco la mayoría de opiniones o de reglas sino que, según el mismo criterio sustancial que Justiniano propuso a los juristas que realizaron sus códigos, su enucleación implica una valoración comparativa de todos los datos existentes y la elección o elaboración de la mejor solución y la más justa14. Efectuar este Cfr., Const. Deo auct. 6. Me permito destacar el valor del comparativo (melius et aequius) y la tensión que implica para la superación. Sobre el problema del ius controversum y de la continua superación de 14 426 SANDRO SCHIPANI análisis lo impone la existencia del sistema: para interpretar correctamente un concepto, un principio, una institución o una norma contenida dentro del mismo es necesario realizar una reconstrucción unitaria conforme a la plenitud de su propia dimensión. Por lo tanto, la existencia del Sistema, su valor productivo y su eficacia prescriptiva de una interpretación ‘sistemática en sentido propio’, confirmada por el papel del reenvío a los ‘principios generales’, caracterizan el derecho común de América Latina e imponen su reconstrucción unitaria y armónica a nivel de Sistema, la cual debe ser realizada por la doctrina15. B. La experiencia de integración en América Latina ha sido muy rica y variada, aunque a menudo sus resultados no hayan sido duraderos (ALALC, ALADI, SELA, Grupo Sub-Regional Andino, Mercado Común Centro-Americano, CARICOM) y, ahora, después de un difícil período, cabe auspiciar una reanudación de tal experiencia, en primer lugar, con relación a la particular cooperación constituida por el Mercosur que, además, manifiesta una notable capacidad de atracción de otros países que, inicialmente, no habían sido incluidos. Si bien es cierto que ésta no es la sede para analizar ni las formas de estas cooperaciones ni las normas que las rigen, también es cierto que en ellas se intensifican la circulación de personas y bienes en áreas más extensas del territorio de los Estados; exigiendo, al menos para algunos sectores y para las relaciones que se producen con mayor frecuencia, la superación de la pluralidad de normativas. Las soluciones propuestas por el derecho internacional privado, que conducen a la aplicación de normas de los derechos internos (provistos de insuficiente certeza), aparecen discordantes con la real naturaleza de la relación en todos sus posibles elementos y en su unidad sustancial. Es posible afirmar que, esta nueva realidad no fue prevista por el legislador que elaboró las normas de derecho internacional la pluralidad de perspectivas, véase, SCHIPANI, S., Los códigos de Justiniano y el sistema del derecho romano, en AA.VV., Estudios de Derecho Civil. Libro en homenaje a Fernando Hinestrosa, 3, Bogotá, 2003, págs. 261 y sgtes. 15 SCHIPANI, S., Codificación de los principios generales del derecho latinoamericano en AA.VV., Código Civil Peruano. Diez años. Balance y perspectivas, 1, Lima, 1995, págs 13 y sgtes; [Los jueces/ los intérpretes] deben aplicar los principios generales del derecho, particularmente los del derecho latinoamericano. [Utilidad de modificar el artículo VIII del Tít. Prel. Del Cc. Peruano de 1984] en El Derecho, 33, 1995, Buenos Aires, págs. 2 y sgtes; y, en italiano, en Schipani, S., La codificazione del diritto romano comune, 2 ed. accresciuta, Torino, 1999, págs. 175 y sgtes. (trad. esp., Bogota, 2010, págs. 210 y sgtes.) 427 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... privado de los países interesados en dichos procesos de integración; a diferencia del fenómeno actual, esas normas fueron concebidas para regular las relaciones entre personas pertenecientes a sociedades separadas. Para esta nueva realidad, las normas de derecho internacional privado resultarían inaplicables; por lo que, las lagunas presentes en la legislación deberían ser integradas a través de la remisión a los principios generales del derecho. Dichos principios, cuya individualización es válida para orientar una interpretación armónica de los ordenamientos, también sirven para regular directamente las nuevas realidades de manera uniforme. Ello impone la necesidad de traducir estos principios en articuladas formulaciones normativas comunes –especialmente, en aquellos sectores donde el recurso a los mismos puede ser más frecuente como en materia de obligaciones– y a reconstruir un renovado ius gentium16. C. Esclareciendo, como premisa, que no considero que la única materia en la que resulte útil una elaboración del derecho atenta a la dimensión continental latinoamericana sea el derecho de las obligaciones (de hecho, pienso que dicha utilidad también está presente, por ejemplo, en materia de derecho ambiental, tutela del consumidor, defensor del pueblo, etc.). Sin embargo, entiendo que la realización de un ‘código tipo/modelo’ del derecho de las obligaciones por parte del Sistema jurídico latinoamericano sería de gran utilidad para el Sistema romanista en su conjunto. Un código de esta índole, arraigado en los principios generales del derecho y alimentado por la reflexión jurídica acerca de las razones de la experiencia que los pueblos de América Latina están sufriendo en el actual proceso de globalización –conducido por los hegemónicos intereses financieros– podría constituir un significativo punto de referencia por la madurez técnica, la adhesión a las exigencias actuales y los principios que lo inspirarían. En efecto, un código tipo podría ser capaz de interpretar tanto las exigencias (interiores) de la región como, a nivel más general, de todas las regiones y, La “unidad social del continente” estaba presente, de forma importante, en los codificadores del siglo XIX. En su nombre Manuel Ancísar, quien se encontraba en Santiago de Chile en la Legación de la Nueva Granada en 1856, le solicitó a Bello varias copias de su código para que fuera adoptado en Colombia; y, para que a través de los códigos se facilitase la formación de dicha unidad (pues, la misma era “apetecida”). Esta unidad también indujo a Ecuador a elegir dicho código. Posteriormente, la Conferencia de Lima de 1877-78 se inició con la visión de adoptar un derecho material uniforme; sin embargo, como en otras oportunidades, la posición que se inspiraba en Europa terminó por prevalecer y la unificación se limitó a las normas de derecho internacional privado. 16 428 SANDRO SCHIPANI en particular, de los países en vías de desarrollo que participan en el cada vez más intenso comercio internacional, en un mundo caracterizado por graves divisiones y que todavía carece de instituciones capaces de gobernar la economía reequilibrando las posiciones de las partes contratantes. De esta forma, se realizaría una propuesta y una contribución para el crecimiento del derecho común de la humanidad y, al mismo tiempo, se incrementa de forma concreta aquellas perspectivas de unificación del derecho a nivel global que, de otro modo, serían meras utopías abstractas o que se arriesgan a reflejar sólo las exigencias de las partes más fuertes. D. Sintetizando lo antes expuesto, considero que: – en el cuadro de los trabajos tendientes a la unificación del derecho, en materia del derecho de los contratos, con los Principios de los contratos comerciales internacionales de Unidroit y con los proyectos en curso de elaboración en Europa, con referencia a ámbitos diferentes (en el primer caso, global y del comercio internacional; y, en el otro, regional europeo occidental), se han realizado recientemente, o están en curso, importantes contribuciones; – es también indispensable que se incrementen, en América Latina, elaboraciones idóneas que tomen en cuenta tres órdenes de factores convergentes: a) la unidad y especificidad del Sistema jurídico latinoamericano, cuya individualidad puede resistir y crecer a partir de la idéntica base que sus ordenamientos reconocen en el derecho romano, intensificando la búsqueda de los principios que inspiren su desarrollo armónico pese a las diferencias existentes entre los mismos; b) la necesidad de la elaboración de un ius gentium; exigencia urgente con relación a los procesos de integración en curso a nivel regional o sub-regional y que, en la hipótesis de laguna legal, pueda y deba encontrar una respuesta en el desarrollo de los precitados principios; c) la utilidad de la elaboración de los precitados principios como un ‘código modelo’ del derecho de las obligaciones y de los contratos para América latina, que se introduzca en el debate global sobre tal materia, aportando con intensidad la voz de este continente, su elevada cultura jurídica y también los resultados de la reflexión producida sobre las dramáticas consecuencias del irrespeto de dichos principios y reglas en la apertura que propone el denominado mercado global. 429 RECONOCIMIENTO DEL SUBSISTEMA LATINOAMERICANO, INTERPRETACIÓN SISTEMÁTICA Y UNIFICACIÓN... Por ello, considero oportuno afirmar que los códigos de Justiniano, nuestros códigos, deben circular en las manos de los juristas. Cuando un código sea insuficiente, valen los otros y, en primer lugar, los principios que deben ser extraídos de los textos de Justiniano a la luz de los Códigos modernos y, también, con la capacidad de controlar, seleccionar lo mejor, verificar los conceptos y las normas y, en definitiva, de enriquecerlos. RESUMEN Se analiza el sistema jurídico latinoamericano y los principos generales del derecho. PALABRAS CLAVE Sistema jurídico latinoamericano Principios generales del derecho Derecho comparado 430