LA VANIDAD DE LA LUNA Había una vez un cielo repleto de estrellas: algunas tenían un brillo sobrenatural, otras contaban con el brillo adecuado y las menos afortunadas apenas tenían luz. Una noche, la luna quiso fotografiarse junto a ellas y les pregunto: - ¿Quiénes queréis haceros una foto conmigo? -¡Yo! -dijeron todas. - ¡Todas no cabéis en un retrato!-contestó la luna, -haremos una cosa, formareis conjuntos de estrellas con un brillo similar al vuestro, pensareis el motivo por el que creéis que la foto saldrá bien y yo elegiré el grupo que me convenza ¿de acuerdo?-. -De acuerdo - dijeron todas. A la noche siguiente, estaban agrupadas delante de la luna, esperando pacientemente a que ella les otorgase la palabra. Comenzó el grupo de estrellas que más brillaba en el firmamento. -Nosotras te daremos el brillo que jamás has tenido en tu vida- dijeron convencidas. Esta bien, dijo la luna, lo pensaré, que pasen las siguientes y pasó el grupo de estrellas con el brillo adecuado. -Nosotras te ofrecemos una iluminación perfecta.-Dijeron risueñas. Esta bien, dijo de nuevo la luna, lo pensaré, que pasen las siguientes, entonces pasó un puñado de estrellas con muy poco brillo. -Nosotras te regalamos una luz tenue y romántica.-Dijeron muy tímidas. Es una elección difícil- murmuró la luna después de escucharlas a todas, ¡ya esta!- Dijo de pronto- me quedaré con las estrellas que brillan menos. -¿Por su luz tenue y romántica? Eso es una cursilería- dijeron muchas. - No, porque con ellas brillaré aún más -dijo la luna sonriendo. -¡Vanidosa!- Gritó entonces una estrella fugaz. Y la luna sonrojada... dejó de brillar. Inmaculada Cordovilla 1