Psicoanálisis e institución1 Entre el porvenir de una ilusión y el

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Universidad de Buenos Aires – Facultad de Ciencias Sociales
Equipo de Cátedras del Prof. Ferrarós
Psicoanálisis e institución1
Entre el porvenir de una ilusión y el malestar en la cultura2
José Luis Cao
Encuentro de preocupaciones, que desde lo fáctico, se impone, entremezclando variables, para que por lo menos desde
algunas décadas, produzcan múltiples efectos en esta parte del “Globo”.
Miles de pacientes, terapeutas, estudiantes y docentes del psicoanálisis justifican que nos interesemos en comprender
qué es lo que ocurre con todos ellos, cuando transcurren por esos lugares llamados Instituciones.
Psicoanálisis e Institución configura una pareja de conflictivas relaciones, dan que hablar constantemente a los “otros”,
entendiéndose por éstos a todos los que ocupando cualquier lugar de los anteriormente descriptos producen y
manifiestan las consecuencias que tal relación entraña. De aquí en más se abren dos recorridos: que el discurso corra
de boca en boca como chisme habilitador de actuaciones incomprensibles, o bien que además de este camino
obligatorio, pueda haber quiénes escuchen generando un sentido en ese espacio llamado Institución donde también
pueda producirse el Psicoanálisis.
Mis dieciocho años de provocación psicoanalítica en Instituciones públicas y privadas desde distintos lugares y en los
últimos años como Supervisor o analista institucional me enrolan entre los que, a pesar de las complicaciones prosigue
haciendo y pensando que esta relación rinde frutos imprescindiblemente ricos tanto para la investigación y la
conceptualización teórica como para la práctica clínica.
La pregunta acerca de si es posible el psicoanálisis en la Institución, circula constantemente en los últimos tiempos,
provocando distintas respuestas algunas de las cuales agruparé a continuación: a) la de los que niegan la posibilidad de
tal relación recluyéndose para la práctica del psicoanálisis a su consultorio privado; b) la de los que responden como el
grupo anterior pero aceptan que la formación teórica sea de índole institucional; c) la de los que crean una…3 d) …que
transitan sin conocer las implicancias ocultas de tal relación por las más variadas Instituciones; e) la de los que tratan de
generar a partir de ese encuentro, a mi parecer inevitable, nuevas concepciones teóricas y técnicas.
En principio creo que cualquiera de las diferentes respuestas no son sino distintas actitudes adoptadas frente a una
problemática común que necesita esclarecimiento. Para lo que recurriremos a algunas reflexiones que el propio
psicoanálisis y en especial su fundador nos aportan acerca de la noción de Institución.
La Institución y su significación psicoanalítica
Freud nos plantea que existen “tres fuentes del humano sufrimiento: la supremacía de la Naturaleza, la caducidad de
nuestro propio cuerpo, y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el
Estado y la Sociedad”4. Naturaleza y cultura: dos órdenes en cuya encrucijada se asienta el hombre, siempre
menesteroso de sentido y a la vez entusiasta por borrar las sujeciones a éstos; tratando de trascender mediante sus
organizaciones el límite que le impone su caducidad y la presencia de los otros.
Revista “Actualidad Psicológica”, Marzo de 1986, Páginas 1-5.
Como el texto no se ha reimpreso, fue trascripto para su mejor lectura por la Lic. Lorena Yaber
3 En la revista pasa aquí de la página 1 a la página 2, pero queda inconclusa la respuesta c y falta el principio de la d.
4 Sigmund Freud: El Malestar en la cultura, 1930, Obras Completas.
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Sufrimiento que procura, bajo la forma de angustia, despertar en el aparato psíquico distintos mecanismos tendientes a
mitigarlo. El equilibrio trata de imponerse sobre la magnitud de la tensión a través de la producción de un aparato cada
vez más completo.
La evitación de dicho sufrimiento entraña empero la posibilidad de que el andamiaje que se constituye para su freno,
esté cada vez más expuesto a su fracaso. En la dialéctica interior-exterior del individuo con su entorno se reproducen
distintas instancias que replican tal situación ya irreversiblemente transformada en conflicto.
Triunfar por sobre la Naturaleza conlleva el mismo deseo de éxito sobre el control de la “propia Naturaleza”. “La cultura
humana, repetimos, muestra como es sabido, al observador dos distintos aspectos. Por un lado, comprende todo el
saber y el poder conquistado por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer los bienes
naturales con que satisfacer las necesidades humanas, y por otro, todas las organizaciones necesarias para regular las
relaciones de los hombres entre sí, y muy especialmente la distribución de los bienes naturales alcanzables. Estas dos
direcciones de la cultura no son independientes una de otra. En primer lugar, porque la medida en que los bienes
existentes consienten la satisfacción de los instintos ejerce profunda influencia sobre las relaciones de los hombres
entre sí. En segundo, porque también el hombre mismo individualmente considerado puede representar un bien natural
para otro en cuanto éste utiliza su capacidad de trabajo o hace de él su objeto sexual. Pero además, porque cada
individuo es virtualmente un enemigo de la civilización, a pesar de tener que reconocer su general interés humano. Se
da, en efecto el hecho singular de que los hombres, no obstante serles imposible existir en el aislamiento, sienten como
un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común. Así pues la cultura
ha de ser defendida contra el individuo y a esta defensa responden todos sus mandamientos, organizaciones e
Instituciones, los cuales no tienen tan sólo por objeto efectuar una determinada distribución de los bienes naturales,
sino también mantenerla e incluso defenderla contra los impulsos hostiles de los hombres. Los medios para el dominio
de la naturaleza y la producción de bienes, las creaciones de los hombres, son fáciles de destruir y la ciencia y la
técnica por ellos edificada, pueden también ser utilizadas para su destrucción”5.
En este escrito de 1927 Freud como en otras partes de su obra deja entrever su escepticismo pero también su
esperanza en las Instituciones.
Sin embargo, hay que precisar que en realidad, toda Institución no deja de ser en última instancia más que un intento
humano por generar un espacio donde se pueda ordenar el caótico mundo pulsional. Ilusión que, si bien permite el
desarrollo de lo que llamamos civilización, encubre en su seno el magma pulsional expresado de modo encubierto por
el repertorio deseante.
Las instituciones son creadas para “resolver” el sufrimiento a partir de una promesa: de borrar las diferencias de
trascender, triunfando sobre la muerte y su correlato psíquico: la angustia de castración. Fabricadas para burlar el
Destino impuesto (ulterior representación del padre6) procuran crear otro más acorde con nuestros deseos. Sin
embargo esos otros a los cuales necesariamente hay que recurrir para producirla transforman en paradoja tal finalidad,
al imponer a través de sus propios aparatos deseantes un límite a nuestras aspiraciones narcisistas.
La estructura institucional
Estructura que requiere de un tercero, incluido en el proyecto y a la vez excluido del par especular, replicará con el
agregado de nuevos integrantes el conflicto básico: Por un lado la aspiración a la satisfacción pulsional basada en la
organización narcisista del sujeto; y por el otro “el anhelo de fundirse con los demás en una comunidad que llamaremos
‘altruista’”7. A partir del placer de que trascienda sus intereses. Contradicción que se enmarca irremediablemente en la
encrucijada Edípica, productora de los múltiples efectos que denominamos civilización y que en su forma básica actual
S. Freud: El porvenir de una ilusión, 1927, O. Completas.
S. Freud: Dostoievsky y el parricidio, 1928, O. Completas.
7 S. Freud: Tótem y Tabú, 1913, Obras Completas.
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remite a la Familia (básica pero no por ello más simple), pues su estructura está compuesta de innumerables
personajes, mandatos e interdicciones formadores de mitos que trascienden la mera pareja parental y sus hijos.
Según Freud, Eros y Ananké (La Necesidad) son los progenitores de la cultura humana. Figuras mitológicas que ilustran
como la creación institucional se instala entre la Necesidad y el Deseo.
Necesarias para evitar el sufrimiento las instituciones hacen sufrir, lugar donde se depositan las ansiedades más
primordiales8, generan nuevas formas de inquietud, por las que hay que fundar nuevas organizaciones más complejas,
y así se van construyendo y destruyendo de modo tal que de sus fragmentos se producen nuevos modelos ideológicos.
Frustran con su movimiento y con su estructura las aspiraciones de sus integrantes que tras el afán de zafarse de sus
redes (Destino como imposición paterna9) organizarán otras formas de sujeción. Como los hombres, presentan épocas
de crecimiento, auge y decadencia, que no siempre coinciden con el tiempo de vida de sus dirigentes, se tornan
autónomas de éstos, y luchan por su supervivencia provocando la ambivalencia de sus creadores conscientemente
deseosos que prosiga y temerosos de que no les pertenezca.
Freud expone en Tótem y Tabú un modelo con el que se puede aproximar a la comprensión del comienzo y las
derivaciones posteriores de toda la organización humana: El clan fraterno, expresión de reunión de todos los que
llegarán después que “otro” ya generara una forma de organización con “otra” en una relación que excluía los nuevos,
se reúne organizándose bajo el propósito de terminar con la injusticia de esa Ley que pesa sobre sí cortándoles el
deseo. Con el tema de la libertad, igualdad y solidaridad entre sus integrantes pares, provocan la exclusión abrupta de
ese otro que llegó primero (padre primordial) mediante el parricidio “los hijos al triunfar sobre el padre habían
descubierto que una Asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado y para consolidar este sistema
impusieron el tabú”10.
Sumatoria de actos complejos que luego como culpa, castigo y redención se expresará ritualmente, aunque fueran
“olvidadas” sus motivaciones primarias. Este modelo va más allá del nacimiento de la sociedad totémica, lugar al que se
lo pretende reducir, escapa al dominio de la producción material de los hechos (realidad material) para tener validez
universal en la concepción de la historia psíquica (realidad psíquica) estructura del Orden Cultural11. Modelo que nos
explica que la génesis de todo proyecto institucional se organiza a partir de la exclusión de un tercero (parricidio –
fratricidio – filicidio) no importa el orden sucesorio son un trasfondo encubierto del Pecado de Origen que constituye la
piedra fundamental de toda fundación que imprimirá improntas indelebles e inconscientes al desarrollo futuro de cada
Institución.
No en vano los nuevos directivos (generacionales) denunciarán el contrato fundacional anterior como corrupto, fruto de
alianzas indebidas (léase incestuosas). Las instituciones tienen como Jano, dos caras: la que mira al incesto y parricidio
sostén de la endogamia y la que mira hacia el desarrollo exogámico.
Carga latente de preocupación frente a la cual se adoptarán innumerables mecanismos defensivos contra alguna o
varias tendencias en pugna (hacia el parricidio, el filicidio, la culpa, el castigo, la redención, etc.) y que darán lugar a los
distintos tipos de instituciones humanas que conocemos y de las que Freud estudiara extensamente la Iglesia y el
Ejército. “Es de suponer que al parricidio le sucedió una prolongada época en la cual los hermanos se disputaron la
sucesión paterna: que cada uno pretendía retener para sí, llegaron por fin a conciliarse, a establecer una especie de
contrato social, comprendiendo los riesgos y la futilidad de esta lucha, recordando la hazaña libertadora que habían
cumplido en común, dejándose llevar por los lazos afectivos anudados donde la época de su proscripción. Surgió así la
primera forma de organización social, basada en la renuncia a los instintos, en el reconocimiento de “Obligaciones
Mutuas en la implantación de las determinadas Instituciones proclamadas como inviolables (sagradas) en suma, los
orígenes de la Moral y el Derecho”12. Pero como se sabe cada hermano se arrogó a poco andar la atractiva función
M. Mannoni: El psiquiatra, su loco y el psicoanálisis. 1982. Ed. S. XXI.
J. L. Cao: Destino y juego, 1984. Cuadernos Clínicos del Psicoanálisis. Ed. Actualidad Psicológica.
10 S. Freud: op.cit. 4
11 S. Freud: Moisés y la religión monoteísta. 1937. O. Completas.
12 S. Freud: op.cit.1
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paterna y la distribución de las mujeres, con lo cual a pesar del tabú se precipita por distintas vías el retorno de lo
reprimido.
En toda Institución se manifiestan tres aspectos: el relacionado con el complejo paterno, el relacionado con el complejo
fraterno y el relacionado con el complejo filial.
El primero basado en la rebelión contra el padre como subrogado del Destino se refiere al tema de la injusticia; el
segundo se relaciona con el litigio, dando lugar a lo que Freud denomina la lucha por el “narcisismo de las pequeñas
diferencias” o sea la discusión por nada (es decir por todo: por la posesión del imaginario falo); el tercero manifiesta la
desconfianza hacia los nuevos (futuros derrocadores del padre).
La marca fundacional
Las Instituciones se fundan en nombre de un padre que las legitima, el fundador se propone como Mediador de aquel
que no está pero que sin embargo ejerce el tutelaje, método que pretende alejar de sí la hostilidad de los nuevos (así
como el Papa es un intermediador del Dios en la tierra en la estructura de la Iglesia). Freud o Lacan, sostendrían el
lugar de la dirección, o de la Jefatura (o si se quiere en una forma más sutil de encubrir el sustento del poder “la
coordinación”).
A su vez el líder y su función identificatoria largamente estudiada en Psicología de las Masas, en vez de proveer los
placeres prometidos en el encuentro inicial (como en las campañas preelectorales) sólo ofrecerá (“sangre, sudor y
lágrimas”) es decir El Sacrificio, y la Obligación del Trabajo, colocando restricciones al libre ejercicio pulsional.
El mandato paterno conlleva el imperativo categórico “ganarás el pan con el sudor de tu rostro”. Sus seguidores
mientras aceptan el sacrificio que remite a saldar la pretérita deuda de sometimiento al Protopadre a través de distintos
ritos iniciáticos que toda Institución les impone van pergeñando inconscientemente el lugar donde se practique la
desmentida de tal mandato13, situación que encubre el deseo de generar la propia palabra colocándose en su lugar.
Los nuevos no están tan dispuestos como parecen a pagar un precio que los obligue al renunciar al goce, para
encontrar en ese lugar la recreación de las relaciones familiares, provocando la desesperación de los líderes por no
encontrar secuaces que los prolonguen narcisísticamente tras su desaparición. Los nuevos integrantes evidenciarán su
deseo de no hacer “eso que se les pide” sino sólo pretenderán pertenecer (en el vínculo familiar puente original de
amparo frente a lo otro amenazante (la contingencia exterior) mera proyección de la exterioridad del Yo de las
tempestades pulsionales interiores). De ese conflicto surgen numerosas transacciones que peculiarizan el transcurrir
institucional.
Los psicoanalistas tampoco podemos escapar de esta trama de significaciones anteriormente expuestas, ni siquiera
aquellos que trabajan “fuera” de las Instituciones a fin de evitar los conflictos que éstas presentan, pues lo institucional a
través de sus múltiples derivados (constitución del Yo y del Súper Yo) forma parte indivisible de la interioridad del sujeto
construido a partir de lo otro dentro de sí que constituye su universo simbólico. Querer refugiarse en el micro-mundo
Edénico de su consultorio privado es en algunos casos ni más ni menos que pretender la identificación funcionante
consigo mismo (donde “él” es la Institución), ilusión que se rompería en el mejor de los casos a partir de su análisis
personal o supervisión.
Maud Mannoni expresa esa necesidad del otro con quien compartir la difícil tarea del psicoanálisis mostrando la
relevancia de la relación de Freud con Fliess, con quien esbozó otro movimiento por el cual Freud envió un mensaje
más allá de él, para que más allá del otro imaginario, desde el campo en el que se ha hecho posible una articulación
simbólica (el campo que Lacan llama el “Lugar del Otro”) le fuera acordado un sentido.
13
Maldavsky D.: El complejo de Edipo positivo, 1982. Amorrortu Ed.
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Ejercer el psicoanálisis en una Institución Pública o Privada, no es más ni menos azaroso que la de su práctica en la
soledad más conspicua pues, si bien el nivel de complejidad provoca incomodidad e incertidumbre, también aumenta la
riqueza conceptual.
La Institución de pretendida completud resolutoria de la angustia “nos habla” por las fallas que en sí misma se producen
y siempre a través de las personas que en ella participan; por las fracturas en el orden del discurso, los equívocos en el
logro de sus objetivos, por la burla de las leyes, las pasiones de amor y odio desencadenadas entre sus integrantes, las
formas que adoptan en la distribución y ocupación del espacio físico y psíquico, por la “Historia Oficial” y sus diferencias
con los chismes de pasillo, las intrigas por el poder, los malentendidos del y con el personal administrativo, las
deserciones de pacientes, etc., a través del entrecruzamiento de las redes institucionales se va tejiendo la estructura del
mito que dotará “de sentido” racional la práctica cotidiana.
Y así la explicación racional que cada uno dará de los acontecimientos develará la historicidad ritualizada y ocultará las
motivaciones significativas del misterio del origen, de los pactos fundacionales, de los objetivos acordados más allá del
deseo de los integrantes, de los lugares prefijados en los que se acomodará o no, en los que recién se incorporan, del
modo en que la sexualidad circula anudando alianzas y ejerciendo traiciones, formando sus grupos que se atenderán a
rituales, sacralizados por ceremonias y contratos sin siquiera saberlo.
Todas esas actitudes conflictivas y contradictorias son una usina productora de síntomas, que circulan y se manifiestan
de alguna manera en todos los que forman parte de ella, ya sean terapeutas, pacientes, directivos, etc. Sintomatología
que en su repetición se va coagulando hacia la consolidación de una estructura que perturba el buen “funcionamiento”
institucional más allá de las actitudes de buena voluntad o prescindencia de muchos terapeutas que se encierran en los
consultorios institucionales negando que las vicisitudes por las que atravesará su tarea no dependerán sólo de él,
facilitando de ese modo la producción de actuaciones importantes dentro de los equipos terapéuticos (expresión de
patología somática o psíquica) o bien la disolución de equipos enteros que luego de tensiones internas insoportables
por periodos largos de tiempo desertan sin comprender las motivaciones latentes de una decisión a la que fueron
empujados.
Cada Institución (Hospital Psiquiátrico, Servicio de Psicopatología, Sociedad Científica, Centro de Salud, Consultorio
Privado), presentará peculiaridades propias y a su vez cada grupo humano conformará aspectos sólo pasibles de ser
analizados a través de su singular discurso acotado en el tiempo y el espacio.
Entre la demanda y el goce
La Institución obedeciendo al sentido para el que fue creada, y ayudada por la publicidad de sus miembros, genera una
propuesta utópica (ningún lugar), la de que allí se realizará el deseo individual, la atención de sus favores opera como
promesa estimulante para los que estando fuera aspiran a ingresar.
Mediante la idealización identificatoria (parangón del ideal del Yo) se opera el pasaje que conllevará a una serie de ritos
iniciáticos que impondrán distinto tipo de sacrificio al novicio.
Una vez en su interior y pasado el momento inicial de absorción de lo expuesto y acatamiento de lo que se le pide,
comenzará a exigir lo prometido en relación directamente proporcional a ese ideal.
El reclamo se hará hacia la Institución o bien a alguno de sus encumbrados miembros a quienes se les exigirá el
cumplimiento del pacto fáustico inconsciente. Estos preocupados por sostener su lugar no sólo no cumplirán tal
promesa sino que impondrán nuevas obligaciones, la Institución igual a sí misma se sustrae desplazándose del deseo
de sus integrantes, sus objetivos los trasciende, lo que formula un sentimiento unánime de frustración, tras el que
comienza a desarrollarse la demanda; ésta generalmente se retroalimenta siendo a su vez fuente de nuevas
ansiedades y exigencias imposibles de cumplimentar.
Apareciendo con características desbordantes en las Instituciones Públicas y entre éstas en las que asisten a pacientes
psicóticos ya que allí el entrecruzamiento de demanda (entre los familiares, los pacientes y los constantes cambios de
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rumbo desde la macro institución a través de sus directivos junto a la participación de profesionales jóvenes
“demandantes”) produce una serie de rebotes, que como reacción en cadena incrementan dicha ansiedad e impiden a
la vez la formación de un encuadre estable tras el que se contenga la angustia y se pueda organizar el proceso de la
cura.
El crecimiento de la demanda insatisfecha provoca generalmente la búsqueda de equilibrio placentero compensatorio
en lo que se siente como contrapartida de la frustración que ella genera, momento en que se instala el goce, intento de
procurar la satisfacción, independientemente de la Institución con la que se establecerá un vínculo de demandas
entrecruzadas, pues ésta se tornará más exigente, reclamando el cumplimiento de los contratos oficiales (horarios,
vacaciones, uso de los consultorios, confección de la historia clínica, respeto por la ideología institucional, etc.).
Esta instalación en el goce logra que el terapeuta viva a la Institución como un obstáculo a la realización de sus deseos
planteándose su alejamiento de la misma a partir del cual organizará el prejuicio de que la práctica del psicoanálisis en
las Instituciones es imposible dirigiéndose hacia su práctica privada camino parar el cual latentemente por sí y por el
sistema ha sido adiestrada, o bien procurará instalar dicho goce en la Institución negándose al lugar en que se halla
ubicado y armando su propio código en la relación con ésta (por ejemplo instituyendo sus horarios en función de sus
comodidades extra institucionales).
Mientras en las Instituciones Públicas a esta problemática se agrega el entrechocar constante de las diferencias entre
las concepciones teóricas y técnicas del psicoanálisis y las que el Estado sustenta. En la Institución Psicoanalítica14 los
conflictos se remiten a la oculta lucha por el poder y el control de la misma, por la figuración dentro de su status con su
correlato de réditos económicos y/o fama.
Obstáculos y propuestas
Vicisitudes de celos, envidia, odio y amor, van configurando construcciones ideológicas que se expresan a través de
mitos y ritos encubiertos tras el pretendido discurso científico, la queja de poca productividad del mismo (cuando no es
simple demanda) se produce por el agotamiento libidinal de las luchas intestinas.
Sus integrantes a quienes los directivos piden creatividad en sus propuestas se niegan a producir el esfuerzo que ello
significa, ocultando su verdadero deseo de sólo pertenecer a un lugar, de constituir lazos de amistad y si es posible de
parentesco réplica del modelo familiar. Constituyendo un espacio paralelo al del accionar institucional, demanda a sus
directivos técnicas y teorías que les allanen el camino de la práctica clínica y que eliminen los obstáculos siempre
numerosos que aportan las variables en juego en una Institución11.
Pero la génesis de dichos obstáculos se encuentra la más de las veces en su propia estructura.
La Institución fascina porque es propuesta especular de sus integrantes, formada así como el doble omnipotente de
cada uno, protege de las ansiedades internas que entonces son derivadas al exterior, cuida de esas ansiedades
mediante el pago de un peaje que consiste en la debida obediencia a las leyes que impone.
Para mantener fuera de sí las pulsiones (“desagradables”) se proyectan en otras instituciones similares a quienes se
sienten adversarias o enemigas. Para poder dejar sentadas las diferencias se recurre a la sectarización y politización
encubierta del discurso científico, los “otros” pasarán a amenazar la existencia institucional al mismo tiempo que
justifican la razón del ser.
Sin embargo el papel de alter-ego-adversario es imprescindible para la producción científica, baste recordar que Freud y
Lacan elaboran sus discursos en relación con otro “del que es menester diferenciarse”.
Ese Otro que “aparece” afuera, también suele “aparecer” en otros, momentos del juego intrainstitucional dentro del
propio equipo haciéndose cargo de portar lo reprimido o repudiado, a partir de allí la Institución: proyección en el
14
J. L. Cao, R. Burgo, E. Miras, S. Vaitelis: La institución psicoanalítica: sus características, 1984. (Grupo de reflexión).
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espacio psíquico y material de lo “Heimlich” (familiar y hogareño) puede mediante transformaciones inconscientes
devenir en “Unheimlich” (lo siniestro) amenazante del Yo.
Todo proyecto institucional se inicia como “Porvenir de una ilusión” y a poco andar deviene en “Malestar en la Cultura”
situación dialéctica que forma parte de su misma esencia, de ahí que sus integrantes se puedan instalar desde dos
lugares de participación posibles desde la perversión o desde la neurosis15. Ya sea estructurando una Weltanchaung
que obture toda comprensión y productividad a fin de sostener el goce y evitar la imposición de límites y el
reconocimiento de las diferencias o bien la aceptación de éstos, a partir de reflexionar y revisar lo actuado.
Sin embargo, más allá de ser idealizadas o sufridas también pueden ser útiles en el aprendizaje de la práctica y
conceptualización del Psicoanálisis, posibilidad a partir de la apertura de los espacios pertinentes.
Al descubrir las modalidades perversas dentro de cada Institución aparecen sus objetivos encubiertos a modo de
ejemplo: el de algunas Instituciones Públicas al servicio de elaborar estadísticas formales para cumplimentar
burocráticos intereses de valoración política; en algunas instituciones privadas el de generar un negocio, basado en la
explotación económica e intelectual de los terapeutas; en algunas sociedades científicas el de sostener el narcisismo y
la fama de sus directivos, etc.
Las Instituciones resuelven necesidades y realizan deseos, pero más allá de esta necesidad (de enseñar, de aprender,
de retribución económica, de compartir afectos, de curarse, etc.) convendría que fueran válidas, posibilidad que no
deviene naturalmente con el ejercicio de roles sino que se tiene que producir como todo acto psicoanalítico a partir de
comprender lo que transcurre por ella pues las instituciones contienen tanto la posibilidad de curar o enfermar ya se
trate de pacientes o terapeutas.
Frente a los obstáculos que la Institución presenta, sus integrantes apelan a pedir más recursos (en las Instituciones
Públicas) a solicitar la supresión de los mismos a través de quejas largamente demandantes pues (desean aunque no
se confiesa abiertamente) proveerse de técnicas que hagan más tranquilo su “trabajo” psicoanalítico y que los aproxime
al territorio más conocido, de la práctica con pacientes neuróticos en consultorios privados, tratan de evitar esos
obstáculos como “situaciones” difíciles e incomprensibles, o bien recurren a otros conocimientos o técnicas no
psicoanalíticas que supuestamente les allanen el camino a fin de resolver “los casos problemáticos”, “fronterizos”, “los
pacientes psicóticos”, las familias, “los trastornos orgánicos”, etc.
Pareciera olvidarse que Freud y Lacan elaboran “contra” los obstáculos, esperando encontrarse con ellos a fin de
investigar su estructura subyacente, descubriendo el discurso fundante de la realidad psíquica y agregando a la
comprensión significante en muchas oportunidades la utilización de estrategias y técnicas ad hoc válidas para el análisis
de esos obstáculos únicos e irrepetibles que fundamenta la razón de ser del acto-psicoanalítico, sabiendo que sus
propias técnicas derivarían en nuevas complicaciones y que la tarea emprendida circularía de resistencia en resistencia.
La práctica psicoanalítica en las Instituciones debiera estar constantemente sujeta a revisión y a exponer sus
equívocos, a través de reuniones de Equipo y Ateneos Clínicos de presentación y posterior discusión de casos.
Desde mi experiencia como supervisor he observado que la participación de un psicoanalista ajeno a la pertenencia
institucional para la tarea de supervisión clínico-institucional posibilita además la aparición de un tercero no
comprometido con la ideología de esa Institución y permite el análisis en el ámbito del quehacer, de la forma peculiar
que adopta el discurso de las Redes y de los enredos institucionales.
Dejando traslucir las formas que adoptan los mecanismos transferenciales y las claves edípicas en las relaciones
interpersonales y develando los mitos y ritos institucionales que se portan sin saberlo, es posible rescatar a la Institución
(en realidad a sus integrantes) de los engaños que ésta produce.
15
P. Montagut: La importancia del contexto en el tratamiento de las psicosis, 1984. (Conferencia).
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Dar cuenta de lo que se hace y darse cuenta de lo que se hizo son premisas básicas sobre las que hay acuerdo más
allá de las diferencias y partidismos en los que estamos enrolados los Psicoanalistas, pues, de lo que se trata es de
aspirar a la sencillez tan difícil de hacer consciente lo inconsciente.
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