Como es sabido, el pentámetro es un verso de ritmo dactílico, que, precedido del hexámetro, da lugar al dístico elegíaco y cuyo esquema métrico es L YY L YY L 11 L v w L w w L Se trata, pues, de un verso con seis tiempos marcados que, en rigor, no puede ser analizado en pies en toda su extensión, sino más bien en dos cola formados por tripodias dactílicas catalécticas que cumplen al menos las siguientes reglas: a) Mientras en el primer miembro los tiempos no marcados pueden contraerse, en el segundo son obligatoriamente puros. b) Entre ambos hemistiquios ha de haber forzosamente frontera de palabra. Por otra parte, el hecho de que cada uno de los cola sea idéntico al hemistiquio que precede a la pentemímera fuerte del hexámetro l -con lo que se daba la ecuación de 2% 2% = 5-, así como la anomalía rítmica de que dos sílabas largas contiguas tuviesen tiempo marcado, motivó no sólo un nombre inadecuado («pentámetro») sino un análisis del mismo en una tripodia dactílica (con contracción obligatoria en el ú1timo tiempo no marcado) más una dipodia anapéstica pura, análisis del que ya Quintiliano se hace eco, como más adelante veremos. En cuanto al tema que nos ocupa, el de la cesura, hay que recordar que su presencia ya es obligatoria en los modelos griegos 2. La presencia indefectible de final de palabra tras el tercer tiempo marcado de este verso puede deberse bien a una primitiva independencia de ambos 1 A pesar de que KORZENIEWSKI (Griechische Metrik, Darmstadt, 1968, p. 36) parece atribuir a Mario Victorino (GLK, VI, 73-10) la identificación del término con el colon '"" -' "" - ' , lo cierto es que para este gramático, tanto en 73-10 como en 119-4, hemiepes equivale a trimetrus dactilicus acatalectus, y lo ejemplifica con ciii non &ct& Hylüs pÜZr y pünditiír TntPrZa ddrnüs. En cuanto al término «pentámetro», aparece ya en Hermesianacte Cfr. 2, 36 D). Excepciones como A& 1) x 0 6 ~ i & e o '~hhfiq11 n 6 v ~ ó v(cf. KORZENIEWSKI, o.c., p. 37) no son más que aparentes, pues en tales casos podría operar la conciencia lingüistica (aunque su base sea histórica) de la separación de palabras. 100 JOSÉ JAVIER ISO ECHEGOYEN hemistiquios, como señala Korzeniewski 3 para explicar la ausencia en ese lugar del hiato y de brevis in longo, o, como sugiere Wilkinson 4, a que en la primitiva lírica griega el dístico se cantaba con acompañamiento de flauta y con una melodía fija. Una y otra explicación (o las dos a la vez) son plausibles, aunque sirvan más para explicar su presencia por respecto a una tradición que para justificar su función en la Roma del siglo 1 a. C . , donde sin duda se había perdido la conciencia de ambos fipisnq, y los dísticos se leían o recitaban, pero no se cantaban. Pero sobre este punto volveremos brevemente al final de estas páginas. Hemos hablado hasta aquí del término «cesura» para referirnos a la separación de palabras en la parte central del pentámetro. Sin entrar de momento en tan debatida cuestión 5, y a falta de un término más preciso y de uso común, utilizaremos la palabra «cesura» en el estricto sentido de «frontera de palabra tras el tercer tiempo marcado)), ya que en este verso no puede entenderse como final de palabra en el interior de un pie; en efecto, ese pie (el pentametri rnedius spondius, en términos de Quintiliano), no existe. La otra cuestión que plantea la cesura en el pentámetro es su naturaleza. O, dicho de otro modo: ¿supone la cesura en este verso una pausa física obligatoria? Tratadistas modernos como Raven 6 , Korzeniewski Gentile 8 o Drexler 9 no tratan la cuestión. Ni siquiera en una obra como la de Platnauer 10 y en la sección dedicada a la cesura se aborda el tema. Sí en cambio lo hace Nougaret 11, quien explícitamente señala que el tercer tiempo marcado (es decir, la sílaba que precede a la cesura) ha de tener 4 unidades o «tiempos» y no dos; se trataría, pues, de una «larga prolongada)), que los antiguos señalaban mediante U. Y que es probable que el csilence de la coupe)) bastase para dar al tercer tiempo el valor de un pie completo; es más, añade Nougaret, este silencio es al que Quintiliano (I.O., IX, 4, 98) aludía mediante el latens tempus que, según él, existía en la cesura del pentámetro. O.C., p. 36. Golden Latin Artistry, Carnbridge, 1963, p. 133. 5 Aparte de las reseñas críticas sobre métrica latina como las de R. J. GETTY,«Latin «A Meter and Prosody (1935-62)», Lustrurn 8, 1964, pp. 103-160, o la de F. CUPAIUOLO, proposito di alcuni recenti studi di metrica classican en Riv. Fil. Cl. 95, 1967, pp. 226-240, vid. S. MARINER, «Hacia una métrica estructural», RSEL 1, 2, 1971, pp. 314 SS. 6 Latin metre, Londres, 1965. 7 0.c. 8 La metrica dei Greci, Mesina-Fiorencia, 1973 (reimpr.). 9 Romische Metrik, Darmstadt, 1969, pp. 19 y SS.y 109 SS. 10 Latin elegiac verse, Cambridge, 1951, pp. 4-17. 11 Traité de Métrique latine classique, París, 1956 (2. a ed.), p. 56. 3 4 LA CESURA EN EL PENTÁMETRO LATINO CLÁSICO 101 Más adelante vamos a tratar en detalle el texto de Quintiliano. Tampoco vamos a insistir en el hecho de que el silencio, en general, no alarga nada, ni siquiera la sílaba que precede a la cesura del pentámetro. Ni tampoco preguntarnos por qué en el hexámetro el «silencio» de la cesura es inoperante (ZI(C)112.) o sirve para alargar la sílaba anterior tan sólo en un tiempo (2.PCIIVZI > +VCIIV2.), en el centro del pentámetro operaría una «supercesura» con un «supersilencio» (V(C)(I((-UJJ2.). Tan sólo señalar a qué dificultades y aun contradicciones pueden llegar metricólogos ilustres como Nougaret al querer salvar la noción de «silencio» que supuestamente comporta la cesura y querer aplicar las teorías de los «músicos» y «ritmólogos» griegos l2 a unos versos que en Roma servían para la recitación y no para el canto. Claro que, después de nuestra crítica a la tesis de Nougaret, lo único que puede haberse demostrado es que la cesura del pentámetro no produce ninguna «larga prolongada», pues el silencio no alarga nada. Pero queda al menos una cuestión: ¿suponía la cesura del pentámetro una pausa física, un silencio, aunque no supusiese el alargamiento de una sílaba ya larga? Para contestar a esta pregunta vamos a examinar el tan traído y llevado testimonio de Quintiliano, para pasar después a analizar los hechos prosódicos que en torno a la cesura se dan en el pentámetro latino clásico. El texto de Quintiliano ha sido aducido tanto por autores como Nougaret para probar la existencia de una pausa física en la cesura del pentámetro, como por Mariner 13 para demostrar justamente lo contrario. Ya el hecho de que a partir de un mismo texto se llegue a conclusiones opuestas sugiere que dicho texto no se presta a una interpretación fácil. Pero ocurre además que a la ambigüedad del famoso tempus lat e n ~se le añade la circunstancia de que el mencionado paso es citado fuera de su contexto y, en todo caso, no se nos dice de qué venía hablando Quintiliano anteriormente. Nuestro autor viene tratando en IX, 4 de la estructuración del discurso en periodi y de los elementos que lo componen, membra e incisa, para pasar a ocuparse del numerus oratorius y más en concreto de las cláusulas métricas. A partir de IX, 4, 87 habla de las secuencias rítmicas o pies más adecuados para cerrar el período, y en el párrafo 97 dice: ( 1 ) Spondius quoque, quo plurimum est Demosthenes usus, non eodem modo semper se habet: optime praecedet eum creticus, ut in hoc 12 Véase sobre el tema R. A. ZIRIN,The phohlogical basis of the Latin prosody, La Haya, 1970, pp. 43 SS. 13 Cf.art. cit. en nota 5 . JOSÉ JAVIER ISO ECHEGOYEN de qua ego nihil dicam nisi depellendi cr-mlnis causa. Non nihil est, quod supra dixi rnultum referre, unone uerbo sint duo pedes comprehensi un uterque liber; sic enim fit forte criminis causa, molle archlpeiratae, mollius si tribrachys praecedat, f&cilitates, tEmErTtates. (2) Est enim quoddam ipsa diuisione uerborum latens tempus, (3) ut in pentametri medio spondio, qui nisi alterius uerbi fine, alterius initio constat, uersum non efficit 14. En el primer punto, después de señalar las excelencias que como cláusula tiene la secuencia crético +espondeo, se nos dice que no es cuestión de poca monta el que una misma secuencia rítmica (aquí en concrecoincida con una sola palabra (archipeiratae) o se reparto -"---) ta en dos (criminis causa), pues mientras en el segundo caso se consigue un efecto de solidez y dureza (sic enim fit forte), en el primero el efecto logrado es el de ligereza y suavidad (molle); dicho efecto puede potenciarse sustituyendo el crético por un tríbraco, pues, como se ha señalado antes (IX, 4, 91), plurimurn igitur auctoritatis, ut dixi, et ponderis habent longae, celeritatis breues: quae si miscentur quibusdam longis, currunt, si continuantur, exultant 15. En el párrafo segundo nuestro autor, respondiendo a una pregunta implícita del tipo: ¿cómo es posible que una misma secuencia -"--- produzca sensación de forte o molle según coincida con una sola palabra o se reparta en dos?, trata de explicar al lector lo específico del lenguaje rítmico por un hecho general de lengua: la separación de palabras (diuisio uerborum) implica en cierto modo (quoddam) un latens tempus. Parece, pues, claro que para Quintiliano es ese tempus latens el que explica el carácter forte de criminis causa. Ahora bien, ¿qué significa ese tempus latens que, de un modo general, supone la diuisio uerborum? ¿Quizá una pausa física y, además, obligatoria? Con toda seguridad, no, pues aunque todas las lenguas constan de palabras, no parece existir ninguna en la que la pausa espiratoria entre ambas unidades sea obligada; por otra parte, el participio latens sugiere algo que está oculto, sí, pero que de vez en cuando emerge, pues de lo contrario no se sabría de su existencia. En consecuencia, habría que entender el latens tempus como una pausa o tiempo de silencio «escondido» o, mejor dicho, «POtencial», lo que cuadra a las mil maravillas con la separación entre palabras, unidad lingüística que, si es posible definir, ha de serlo como todo segmento fónico del enunciado enmarcado por pausas virtudes o po14 La edición utilizada es la de RADERMACHERen la Bibliotheca Teubneriana. , Como puede verse, el aducir el ejemplo de f¿icrlTt¿ites o tFm?rit¿ites para ilustrar lo mollius no es muy congruente con la oposición criminis causa / archipeiratae. Aquí parece que Quintiliano se ha dejado llevar por la escala forte-molle-mollius. 15 LA CESURA EN EL PENTÁMETRO LATINO CLÁSICO 103 tencides. Con esta genial intuición lingüística Quintiliano viene a decir'nos: la separación de palabras supone una pausa potencial (es decir, que en unos casos se realiza, debido a una pausa de sentido o al énfasis por parte del hablante, y en otras no); es pues esta pausa potencial (o, dicho de otro modo, la conciencia lingüística del oyente de que ahí termina una palabra) la que por sí sola produce la sensación de forte en criminis causa frente a archipeiratae. El punto tercero (ut in pentametri medio spondio, qui nisi alterius uerbi fine, alterius initio constat, uersum non efficit) produce extrañeza, pues se pasa del enunciado general de (2) -que ha servido para explicar los hechos de (1)- a un hecho particular aparentemente inconexo con el tema central y que no enriquece en nada la afirmación de (2). En efecto, parece que en (3) se nos dice tan sólo: a) Que el ~espondeocentral» del pentámetro conlleva obligadamente una separación de palabras. b) Que, por tanto, tal separación de palabras supone un tempus latens. Si admitimos el carácter superfluo y casi tautológico de (3) -es decir, si interpretamos este punto como un simple ejemplo de la latentia temporis que de un modo general comporta la diuisio uerborum-, no sólo padece la capacidad de raciocinio de Quintiliano, sino que tarnpoco sabemos nada más acerca de la cesura del pentámetro. Ahora bien, antes de achacar a Quintiliano debilidad en su razonamiento, podríamos suponer que en este caso ha pecado de elipsis o falta de claridad, en cuanto que (3) no desarrollaría a (2) en lo relativo al latens tempus, sino en cuanto lo que tal latens tempus supone: el carácter forte. Dicho de otro modo: nuestro autor, en su argumentación, ha explicado los hechos de (1) -el carácter forte de criminis causapor (2) -presencia de un latens tempus en la diuisio uerborum-; en ese momento ha recordado que este carácter de forte se da (¿quizá de un modo particular?) por la presencia del tempus latens. Es decir, que la línea de argumentación de Quintiliano en (3) sería, en realidad, ésta: «...del mismo modo, una pausa potencial explica el carácter forte que se da en la cesura del pentámetro, cesura que, por cierto, es obligatoria». Si esta interpretación es correcta -y me parece más verosímil suponer un salto psicológicamente explicable y una elipsis en*el razonamiento de Quintiliano que constatar su incoherencia y vaciedad doctrinal-, nuestro autor no ha pretendido decirnos nada sobre el tempus latens de la cesura del pentámetro 16, pues sería pleonasmo señalarlo después de la afirmación de (2), sino indicar el carácter forte (¿quizá fortius?) de dicha cesura en virtud del tempus latens que la diuisio uerborum supone. Dejemos de momento el carácter forte que, a nuestro juicio, Quintilimo ha percibido en la cesura del pentámetro y pasemos a examinar los hechos prosódicos que en el pentámetro latino clásico se dan en torno a su cesura central para elucidar si los poetas han construido sus versos en función de una pausa en la cesura. A tal efecto hemos examinado 2.412 pentámetros que van desde Catulo a Ovidio. Nuestro análisis se ha concentrado en la cantidad de la sílaba que precede a la cesura, distinguiendo las sílabas «naturalmente» largas ( ~ V ( C ) ,YCC) -y que aquí se representan globalmente mediante E- de aquellas que no lo son (S% y de las que tradicionalmente han sido consideradas breves ( s v C ) ; de igual modo, se indica mediante C s o V- el hecho de que la palabra que sigue a la cesura empiece por consonante o por vocal: Autor y obra N.O VV. Total C VC C - Catulo (obra comp.) Propercio (libro 1) Propercio (Libro 111) Ovidio (Amores 1) Ovidio (Rem. Am.) Ovidio (Pont. IV) ] ] ) ] ] ] 321 237 (73,s '70) 23 (7,l '70) 260 (80,9 %) 61 (19 353 270 (76,4 070) 45 (12,7 '70) 315 (89,2 %) 38 (10,7 %) 495 361 (72,9 Yo) 59 (11,9 %) 420 (84,s '70) 75 (15,5 '70) 372 268 (72 VO) 47 (12,6 %) 315 (84,6 %) 57 (15,4 %) b7 272 (66,s 070) 72 (17,7 %) 344 (84,5 Yo) 63 (15,4 070) %) 464 Una primera ojeada a este cuadro nos hace ver: l." Una frecuencia muy alta (83,4 % como término medio) de sílabas largas natura (E) ante la cesura central del pentámetro. Talofrecuencia aumenta nueve puntos de Catulo al primer Propercio (89,2 %) para ir disminuyendo progresivamente hasta alcanzar un 77,l % en el último Ovidio. 16 Claro que, en todo caso, el latens tempus de la cesura del pentámetro sería tan sólo un caso particular de la latentia temporis que la diuisio uerborum supone. En consecuencia, la pausa física sería virtual y se realizaría tan sólo en ciertos versos mediante el énfasis o una pausa de sentido. LA CESURA EN EL PENTÁMETRO LATINO CLÁSICO 105 2." Por el contrario, la secuencia VC (1 C s disminuye bruscamente de Catulo a Propercio, para ir aumentando de un 10,7 a un 22,8 % del último libro de las Pónticas. 3.' Ausencia total dentro de los versos examinados de silaba 2.V ante cesura, así como de la secuencia OC 11 V s . Las excepciones a este respecto son rarísimas, tanto en latín como en griego 17. Tanto la ausencia de ante cesura como el elevado porcentaje de sílabas largas natura en dicho lugar sugiere que tal sílaba ha de ser fonéticamente larga, entre otras razones porque quizá en los ritmos en los que el tiempo marcado no puede resolverse (como es el caso de los dactílicos), dicho tiempo no puede coincidir con una sílaba breve. Por lo tanto, en los 400 casos en los que, dentro de los versos examinados, se da la secuencia ~ C ( I habría C ~ que considerar que la sílaba que precede a la cesura es larga positione 18. Ahora bien, si nos atenemos a la doctrina de Marouzeau '9 sobre el alargamiento dentro de una misma palabra, el intervalo (o suspension) entre S V C que precede a la cesura y la consonante que abre la sílaba siguiente no podría ser menor que el que media entre la primera y la segunda sílaba de cantus, de lo que se deduciría que la cesura central del pentámetro no supone pausa física; abonaría esta conclusión el hecho de que en Catulo, de las 18 veces en las que la cesura está enmarcada por vocales, en 17 casos la primera se elide (sólo hay un caso de hiato, en 68, 158). Sin embargo, a esto hay que objetar: l." Que la práctica de Catulo (sea considerada una licentia o un uitium) no fue seguida por los elegiacos posteriores 20. 2.' Que el paso de ~.YcIJc?. a VCIICs no ha de producirse necesariamente de modo idéntico a la primera silaba de cantus, sino que tal alargamiento puede ser debido a una pausa física (en este caso, la que supondría la cesura). Claro que no se trata en este caso de acudir a la tan manida teoría de ((alargamiento ante cesura», entendiendo la pausa o silencio que ésta supone como un plus, como algo «físico» que 17 NOUGARET (o.c., p. 57) tan sólo cita, de entre los clásicos, dos ejemplos en Proper(o.c., p. 36) cita cinco casos cio -y nada seguros- de YCIIV%. En griego, KORZENIEWSKI de breuis in Iongo ante la cesura (ninguno de ellos de Calímaco) aunque sin especificar si se trata de %Y, %YC o de una mezcla de ambos tipos. 18 Pese a lo inexacto de tal término, lo seguimos empleando de momento, tal como KORZENIEWSKI (o.c., p. 36): «Die letzte %lbe der ersten Hemiepes ist meist natura lang, seltenpositione lang)). Y ya al margen de las palabras, hemos de recordar que en latín, por el contrario, la «rareza» de tal alargamiento por posición se eleva a un 22 % en el último Ovidio. l9 aQu'est ce qué l'allongement 'par position'?)), REL 32, pp. 100 y SS. 20 En las obras que he examinado sólo he encontrado un ejemplo de elisión: Propercio 111 22, 10. 106 JOSÉ JAVIER ISO ECHEGOYEN alarga la breve precedente, sino de utilizar la teoría de Stetson sobre la sílabazl, que recientemente ha sido corregida y enriquecida por W. S. Allen 22. Según este autor, en lenguas como el latín las sílabas largas son sílabas con «detención» (arrested syllables), ya sea ésta torácica -si contiene una vocal larga- u oral -en el caso de que una vocal vaya seguida de una consonante que funciona como stop silábico-; por el contrario, son sílabas breves aquellas que no tienen detención torácica ni oral. Para que una secuencia fónica del tipo &V°C(donde O indica ausencia de detención torácida) sea considerada como larga - e s decir, con detención oral-, ha de ser seguida o por una pausa o por una segunda consonante (que pertenezca a la misma palabra o a palabras distintas, es indiferente), pues en el caso de que le siguiese una vocal ( s V ° C V s ) , la consonante, de no mediar una pausa y debido a una tendencia general de las lenguas, funcionaría como release del segundo núcleo silábico y no como stop del primero. Esta teoría tiene, entre otras, la ventaja de unificar hechos aparentemente tan dispares como el alargamiento de -Yc ante cesura cuando sigue una palabra que empieza por vocal (omnia uincit amor; 11 et nos cedamus amori) y el llamado alargamiento por posición (cantus cantus); como ya he señalado en otro trabajo 23 la función -aunque no la naturaleza, claro está- de la pausa tras amor y la -tde cantus son idénticas: la de impedir que la consonante precedente (-r y -n respectivamente) funcione como release del núcleo silábico siguiente. ¿Estamos, pues, lo mismo que al principio? No, pues existe un hecho definitivo a favor de la ausencia de pausa física en la cesura del pentámetro: el hecho de que no exista una secuencia del tipo ?.vCIIVs. Dicho de otro modo: la circunstancia de que cuando el segundo hemistiquio del pentámetro empieza por vocal (13,l Yo del total) la sílaba que precede a la cesura sea siempre larga natura, demuestra palmariamente que la cesura de este verso no supone de por sí la existencia de una pausa física, pues si existiese se darían secuencias del tipo SOCIIVS del mismo modo que en el hexámetro (omnia uincit amor; et nos cedamus amori). Parece, pues, que al final de este análisis es Mariner y no Nougaret quien tiene razón. Claro que el haber demostrado que la cesura del pentámetro no supone una pausa física no quiere decir que tales pausas no se den a veces en dicho lugar del verso. Teniendo en cuenta la puntuación de los,editores Z4, tal feMotor Phonetics, Arnsterdam, 1951, pp. 16 SS. Accent and Rhythm: Prosodic features of Latin and Greek, Cambridge, 1973, p. 62 SS. 23 <<Finde línea y unidad de verso en la métrica latina», CFC 17, 1981-82, p. 75. 24 Puntuación que a veces es harto discutible. Así, E. A. BARBER,en su edición de Propercio en la Bibl. Oxoniensis, señala pausa de sentido en la cesura central de II1,22, 10: Ahora bien, resulta difícil admitir que se dé el fenómeno de la elisión (o de la sinalefa) «saltando» por encima de tal supuesta pausa. Herculis Antaeiq(ue), Hésperidumque choros 21 22 LA CESURA EN EL PENTÁMETRO LATINO CLÁSICO 107 nómeno se da en 38 casos en el libro 111 de Propercio (7,6 Yo) y en 31 versos en el libro IV de las Pónticas (6,6 %); por el contrario, una pausa de sentido se da tras la cesura pentemímera del hexámetro (dentro de las mismas obras) 63 veces en Propercio (12,7 %) y 117 en Ovidio (25,2 %). No es fácil explicar la desproporción entre la presencia de pausa sintáctica tras la cesura del hexámetro y la del pentámetro en el último Ovidio; sin embargo, tanto la baja frecuencia en los pentámetros de ambos autores como su ligera disminución en Ovidio (¿a expensas del aumento de pausa en el hexámetro?) nos sugiere la posibilidad de que la pausa física en la cesura del pentámetro no sólo no era buscada, sino más bien evitada. Todo esto nos lleva a tratar brevemente el último punto de estas páginas: ¿cuál era la función de la cesura en el pentámetro, sobre todo si se tiene en cuenta la ausencia de pausa física en tal lugar? El que el pentámetro sea el resultado de la yuxtaposición de dos hemistiquio~,como señala Korzeniewski 25,no parece ofrecer duda. Pero el suponer que el mantenimiento de una separación de palabras entre los dos miembros a lo largo de siglos sea debido tan sólo al recuerdo de una primitiva independencia de los dos hemistiquios, es no tener en cuenta que el mero respeto a la tradición -de no mediar una razón que impidiese la renovación al respecto- suponía aquí un riesgo para la unidad del verso. Dicho de otro modo: la supresión de la separación de palabra entre los dos hemistiquio~hubiera eliminado el riesgo de ver en el pentámetro un verso ((asinarteto» y convertir el dístico elegíaco en una estrofa ABB o ABC, en vez de AB. Se imponen, pues, de momento, dos cuestiones: a) ¿Por qué no se suprimió la cesura en el pentámetro? b) ¿Cómo se consiguió la unidad del verso? A la primera pregunta se podría responder que, muy posiblemente, la prosodia del griego y del latín no permitía que en un verso destinado a la recitación dos tiempos fuertes recayesen sobre dos sílabas contiguas que pertenecían a una misma palabra. Por el contrario, la conciencia de una frontera lingüística entre ambas (tempus psychologicum siue latens) bastaría para eliminar tal inconveniente prosódico. En cuanto a la segunda cuestión, es decir, cómo se consigue evitar que los dos hemiepe del pentámetro den la impresión de que persiste su antigua independencia, la supresión (quoad licuit esse) de una pausa física entre los dos hemistiquios ha debido de ser uno de los procedimientos, potenciado por la presencia de una pausa obligatoria al final del verso, que es al mismo tiempo el del dístico. Por otra parte, la práctica -ya griega- de conectar sintácticamente los dos miembros del ver- 108 JOSÉ JAVIER ISO ECHEGOYEN so mediante hechos de rección o concordancia -que en los elegíacos latinos y, sobre todo, en Ovidio, es casi obligada-, han de considerarse como un «seguro» de la unidad del verso y no como encabalgamientos, lo que resultaría absurdo. Y respecto a hechos de Sistema (como la imposibilidad de que los tiempos no marcados del segundo hemistiquio puedan contraerse) o de Norma, cual la coincidencia -caso de obligado cumplimiento a partir de Tibulo- entre tiempo fuerte y acento de palabra en la segunda mitad del pentámetro latino 26, no hay que ver en ellos un proceso de diferenciación entre ambos hemistiquios que apuntaría a la desintegración del verso, sino más bien a un deseo de caracterizar el final del dístico y de evitar que el primer miembro del pentámetro recuerde su final. Con todo, es posible que, preocupados por la unidad del verso, hayamos exagerado el papel potencialmente negativo de la cesura del pentámetro, obviando así la posibilidad de que sea la existencia de ese «corte» o cesura la que no sólo asegura su unidad sino que además le confiere al verso su carácter específico. Es decir, que se impone volver al paso de Quintiliano ya comentado para recordar que nuestro autor conectaba el carácter forte de criminis causa con el tempus latens que supone en general la divisio uerborum y que -aunque de una forma oscura y elíptica- había atribuido dicho carácter forte a la cesura del pentámetro. Pues bien, si unimos ese carácter forte, de «ruptura», que la divisio uerborum (o conciencia psicológica de la misma) supone, a la premura y vivace rítmico que representa la sucesión de dos tiempos fuertes contiguos sin que medie por lo general una causa física, sino una separación de palabras, se logra en la parte central del verso un efecto de ((quebramiento», de inflexión violenta, que, añadido a la sensación de pérdida de aliento, de prisa angustiosa, refleja a las mil maravillas los sentimientos y las vivencias que desde los orígenes el dístico expresaba ". José Javier Iso ECHEGOYEN Universidad de Zaragoza 26 Cf. PLATNAUER, O.C.en nota 10, pp. 17 SS. y VEREMANS, «Évolution historique du deuxieme hémistique du pentametre latim, en Hommages a M. Renard 1 ( = Coll. Latomus 101), pp. 758 SS. 27 El contraste del pentámetro con el hexámetro y el carácter de aquél, que parece imitar, según el gramático Dídimo, Bno9vr(exÓv~wvx a ~ á x a u e i v ya , fue percibido por los antiguos (ap. KORZENIEWSKI, p. 38). Véase ibid. la definición que da Schiller del dístico elegíaco. Igualmente, P. GRIMAL en Le lyrisme a Rome, París, 1978, p. 117, dice «...et il est certain que le distique, formé en réalité de deux tripodies dactyliques yuxtaposées, venant apres l'ampleur d'un hexam6tre dactylique régulier, donne l'impression d'un développement heurté, comme brisé par un sanglotn. Quizá, pues, no se haya hecho énfasis suficiente en que ese efecto de sollozo quebrado, de ese respirar entrecortado que cuadra tan bien al moribundo como al dominado por una gran pasión, se debe en buena medida a las peculiaridades de la cesura central más arriba señaladas.