Nadie más que tú ha sabido tejer lazos tan raros y profundos Con cada uno de nosotros Última carta a Chris, por Catherine Belkhodja Luchar contra el tiempo para aprender de él. Esa podría ser una hermosa definición del trabajo como cineasta de Chris Marker. Registrar, de manera inagotable, cada fragmento de memoria esparcido entre diferentes historias, lugares y personas. Como señala Mauricio Álvarez-Mesa en su artículo, toda la obra de Marker está dedicada al propósito de develar los mecanismos de la memoria, las formas de la dominación a través del control de esta y algunas claves para construir un proyecto personal y colectivo de memoria vital y sincera. Las imágenes nos invitan a rastrear las pequeñas revelaciones íntimas y autobiografías ficcionadas que surcan cada filme, cada recuerdo, cada paso de una escena a la siguiente. En el cine de Marker, la memoria es el único mecanismo posible que puede salvar de la destrucción final. Su cine es ni más ni menos que un puente, construido con sensaciones, hacia aquello que bulle en el interior de su cabeza creadora, que las imágenes enuncian directamente, ya sea una conversación callejera o el souvenir de un viaje a Okinawa. Y Marker usa el cine como un medio para un proyecto más ambicioso de relación entre él, las imágenes del mundo y nosotros, los espectadores de todo esto. Un medio que progresivamente integrará las nuevas tecnologías virtuales como un apoyo vital para continuar con su búsqueda. El pasado verano desaparecía Chris Marker con el mismo sigilo con el que envolvió durante tantos años su trabajo como cineasta. Sin embargo, más que como creador, sentimos que Marker ha sido uno de los más grandes fabricantes de relaciones del siglo pasado y de lo poco que llevamos de este; alguien capaz de unir dos puntos completamente desconectados e invitarnos a continuarlos en el gran mapa global de su obra. Un aventurero de la memoria y, tal vez, quien mejor ha sabido dibujar la importancia del cine como un dispositivo para contenerla. Por eso, desde su muerte, no hemos dejado de pensar cuál sería la forma más adecuada de rendirle homenaje. El resultado, que podéis visitar a continuación, es un excelente artículo de Mauricio Álvarez-Mesa que desmenuza ese cine de las imágenes que tiemblan. Porque nadie como Marker ha sabido tejer lazos tan raros y profundos con cada uno de nosotros. Número cinco Bande à part Ilustraciones: Francisca Pageo