Bienvenidos al ágora virtual “Semblava que érem molts”

Anuncio
“Semblava que érem molts”
Agustí Pons
Temps indòcils
ANGLE EDITORIAL
343 PÁGINAS
19,50 EUROS
JULIÀ GUILLAMON
Agustí Pons nació en 1947 y empezó su
carrera como periodista en el Noticiero
Universal a mediados de 1963. La descripción del ambiente de la redacción,
en la calle Consell de Cent, provoca cierto desasosiego. Los periodistas de mi generación nos hemos acostumbrado a
leer y a citar los periódicos catalanes de
antes de la guerra y a considerarlos como algo propio. Del periodismo de los
años sesenta conocemos apenas el mitificado Destino (desde mi punto de vista
muy inferior a Mirador). Conocemos a
algunos elementos que contribuyeron a
la disolución del viejo estilo y nos inquieta encontrar los nombres de Ramon
Barnils, Josep Maria Sòria o Eugeni Madueño en el clima de oficina siniestra rodeados de tipos como Valentín Moragas
(jefe de la sección de España del Ciero y
autor de una obra teatral que estrenó
Joan Capri), del marqués del Valle de Ribas (cronista de Ecos de Sociedad y pianista en un local de striptease) o Guillermo Sánchez, periodista del Real Madrid
que escribía las crónicas de los partidos
del Barça. A los que intentamos crear
nuestra propia genealogía, Temps indòcils nos recuerda de donde venimos.
A través de sus biografías de Joan
Triadú, Pere Calders, Maria Aurèlia
Capmany y Néstor Luján (al que hay
que añadir un volumen de retratos, Deu
daus, con el que abrió el fuego en 1991),
Pons pasa revista a una época, entre el
antifranquismo y el catalanismo, entre
el recuerdo de la Catalunya republicana
y la transición, que no aparece aquí con
la habitual connotación negativa. Practi-
ca una escritura cívica, esboza grandes
panoramas a base de noticias históricas
y consideraciones sociológicas, sitúa a
los personajes y los juzga sin demasiada
severidad. En Temps indòcils aplica una
fórmula que le ha dado muy buenos resultados. Reduce las referencias familiares y personales a lo mínimo. A pesar de
que en un capítulo habla de Sisa y de
Pau Riba, el lector puede acabar el libro
sin saber que Pons es hermano de Oriol
Tramvia. Retrata los cambios progresivos que experimenta Catalunya a partir
de experiencias que unen lo personal y
lo general. Desde la Caputxinada, en la
que participó por accidente, hasta el primer gobierno de Jordi Pujol, cuando entró a formar parte del equipo de Max
Cahner en la Conselleria de Cultura.
Quien ha tratado un poco a Agustí Pons
Ensayo
Bienvenidos al ágora virtual
Ramon
Alcoberro
L'home
que mira.
Un bloc
de filosofia
i pensament
COSSETÀNIA
128 PÁGINAS
10,80 EUROS
MIQUEL PORTA PERALES
Dicen que internet está cambiando la
manera de entender el mundo. Incluso,
la manera de transmitir el pensamiento. Lo primero, resulta evidente; lo segundo, está aún por ver. En cualquier caso, hay una cosa cierta: lo inventado –internet en nuestro caso– no puede desinventarse. Así las cosas, ¿por qué no incorporar la filosofía a la red? Si en la red
hay millones de páginas y blogs, ¿por
qué no administrar una página y un
blog –un diario– de contenido filosófico?
Lo ha hecho –no es el primero ni el único– Ramon Alcoberro (Pals, 1957) en su
página www.alcoberro.info. Ahí encontrarán ustedes un conjunto muy recomendable de artículos que se mueven
entre el ensayo corto y el apunte para estudiantes que deseen profundizar en temas filosóficos varios. Hay más, porque
en su web el autor (profesor de Ética en
la Universitat de Girona y consultor en
la Universitat Oberta de Catalunya) ha
incorporado un blog de filosofía y pensamiento que, bajo el nombre de L'home
que mira, se nos presenta ahora en formato libro.
Para empezar, un asunto que, en este
caso, no resulta baladí: la forma. ¿Incurre el autor en una contradicción al convertir la pantalla en libro? Si bien se mira, si bien se lee, el blog de nuestro filósofo es un libro que, tras infiltrarse en la
pantalla –un intruso se ha colado en internet–, recupera la forma que le es propia. Y es que Ramon Alcoberro, que se
mueve muy bien en la distancia corta,
como demuestra su inicial El desordre cívic (1983), y sus prólogos a clásicos del
aforismo como La Rochefoucauld y Mazzarino (1991), ha colgado en la red una
serie de reflexiones breves que, por su
concisión y actualidad, se ajustan a lo
que hoy exige la red. Cosa que sirve para constatar que el ágora virtual es posible. Al respecto, es una lástima que el libro no incluya los comentarios generados por los internautas. Finalmente, hablando de la forma, el trabajo de Ramon
Alcoberro plantea la cuestión de cuál ha
de ser la sintaxis del lenguaje filosófico
en internet. ¿L'home que mira es el último libro o el primer blog? ¿El lenguaje
filosófico puede y debe adaptarse a la
sintaxis telegramática de internet? ¿Quizá el lenguaje filosófico sólo puede y debe aprovecharse de internet –como hace
Si en la red hay
millones de páginas
y blogs, ¿por qué no
administrar un diario
de contenido filosófico?
Alcoberro– para difundirse mejor?
De la forma al contenido. Ramon Alcoberro entiende la filosofía al modo de
los clásicos. El filósofo mira y pregunta.
Y, a veces, responde. Pero siempre –casi
siempre– desde el distanciamiento, el escepticismo, la ironía. El cinismo, incluso. Y, también, desde un cierto y disimulado narcisismo. Y desde un conservadurismo ilustrado que percibe la existencia del límite. El hombre que mira no necesita la verdad, acepta las perplejidades que le rodean, concibe el pensamiento como el arte de interpretar, huye del
discurso de los valores porque la buena
conciencia viene junto a la mala fe, constata que vivimos en un mundo en que
los ídolos nuevos sustituyen a los viejos.
El hombre que mira prefiere la elite a la
masa y reivindica el ideal del ocio, la intimidad y el individualismo anarquizante. El hombre que mira no se obsesiona
por la política, cree que una buena clase
de matemáticas o filosofía vale más que
mil teorías sobre el catalanismo, y reivindica que la Barcelona que ha bautizado una plaza con el nombre de Karl
Marx dedique una calle a Voltaire. Sostiene Ramon Alcoberro que el blog es lo
más parecido al bulevar de las ideas. Paseen por L'home que mira. |
ESCRITURAS
Miércoles, 6 junio 2007
Memorias El periodista y escritor Agustí Pons examina en ‘Temps indòcils’
la Catalunya de los sesenta y la transición sin renuncias ni mitificaciones
Culturas La Vanguardia
MARC ARIAS
sabe que es un tipo que toca de pies en el
suelo, autoirónico, amigo de sus amigos
y con algunas fijaciones recurrentes. En
estas memorias expresa su desazón por
el poco reconocimiento de la labor de Tarradellas y por el sectarismo del Avui.
Bromea de sus pretensiones de poeta y
de su inexperiencia política. La fobia izquierdista queda al descubierto, cuando
arremete contra Tàpies y Brossa, y les
acusa respectivamente de mandarín y
de hacerse el pobre. Con el mismo encono diagnostica a Santiago Tarín y Sempronio, dos periodistas que negociaron
con el poder. De cuando en cuando en
los libros de Pons salta una observación
justísima o un paralelismo que lo aclara
todo. En este caso, la comparación de
dos artículos de Sagarra y Sempronio sobre los concursos de baile hasta la extenuación. Lo que en Sagarra es humanidad –subraya Pons– en Sempronio es distancia cínica.
El libro es francamente entretenido,
sobre todo cuando ofrece una visión personal de los acontecimientos y se olvida
de hacer de historiador. Cuando habla
del bar Can Babes, donde se reunían los
redactores del Ciero, cuando recuerda a
Sisa actuando de solista de Los Descendientes de Walder o cuando explica el retorno a Barcelona de Federica Montseny y los equilibrios de los editores del
PSUC para no pelearse con los militantes de la CNT. De la lectura de Temps indòcils surge la imagen de un periodista
de la vieja escuela, de ideas renovadoras, que se pasó a la política pragmática
y se enroló en el pujolismo. Que con el
tiempo ha quedado como una excepción
frente a una nueva generación radicalizada que ha desarticulado el catalanismo integrador. En cierta forma sus
ideas coinciden con las que Baltasar Porcel expresaba el otro día en estas mismas páginas. Lo más interesante de las
biografías de Agustí Pons es que parten
de la necesidad de entender y relatar, de
construir el discurso de la Catalunya
contemporánea sin renuncias ni mitificaciones. “Semblava que érem molts”,
escribe a propósito de una manifestación que, tras la muerte de Puig Antich,
campó a sus anchas por la Diagonal y
por la calle Balmes. Desde la soledad,
Pons ha escrito su mejor libro. |
13
El periodista y
escritor Agustí
Pons, fotografiado
en Barcelona
Descargar