R18 b LATERCERA Sábado 10 de mayo de 2014 VIENE DE PÁGINA [17] 3 Carabineros, actor fundamental y contraparte cada vez que los movimientos sociales se vuelcan a la calle. En 2012, el ascenso de Gustavo González Jure como general director marcó un cambio en los protocolos de Carabineros a la hora de controlar manifestaciones. Las revueltas estudiantiles de 2011 generaron un número de denuncias al Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) sin precedentes. Ese año hubo 76 servicios para Fuerzas Especiales, en los cuales se detuvieron a 8.787 personas y 1.110 efectivos resultaron heridos. Una serie de recomendaciones del INDH generaron un cambio profundo para Fuerzas Especiales. Sus integrantes pasaron a un segundo perímetro de seguridad, para evitar un contacto permanente con los manifestantes que, en teoría, significaba una provocación innecesaria. También se creó una división de DD.HH. y se capacitó a sus oficiales con cursos en el extranjero y con la Cruz Roja. Según las estadísticas de Carabineros, todo mejoró en 2013: 3.374 detenidos y 281 efectivos lesionados en 52 marchas. Para Rodrigo Bustos, jefe de la Unidad Jurídica del INDH, la institución aún tiene algunas cuentas pendientes en lo que se refiere a supervisión de marchas: “Hay avances en gradualidad y proporcionalidad, pero no todos los protocolos se cumplen en la práctica. Todavía Carabineros tiene dificultades para focalizar su actuación sobre quienes cometen delitos, para no afectar el legítimo ejercicio de manifestación. En eso no hemos visto avances sustantivos”. En lo que va de este año, los números indican que van 346 detenidos, 90 policías heridos en 21 manifestaciones. Parque Almagro -No nos la prestaron. La tomamos. La Alameda siempre ha sido de los que luchan -vocifera Lorenza Soto, líder de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces). Entonces, el público reunido en Parque RR Voluntarios de seguridad de la Confech rodean la cabeza de la columna estudiantil que cruzó la Alameda. FOTO: JUAN FARIAS Almagro suelta el aplauso más grande de la jornada. Casi 50 mil personas (120 mil según los organizadores) han recorrido 3,6 kilómetros desde Plaza Baquedano para cerrar la marcha por la educación, la máxima batalla de los movimientos sociales desde hace varios años. Todos han llegado a la cita. Está el PC, sus JJ.CC., el FEL y otras agrupaciones de Izquierda, como los autónomos y el UNE. También hay anarquistas encapuchados y curiosos. Están mezclados dentro de sus federaciones estudiantiles y sólo se les reconoce a través de sus banderas, mayoritariamente rojas y negras. Los alumnos del Liceo de Aplicación lucen el amarillo y rojo de su insignia, pero tienen uno menos: Jorge Brantes no está. La abogada Milena Tavra interpondrá una querella la próxima semana. Al igual que en la marcha de la CUT, la Confech ha dispuesto algunos voluntarios para mantener la seguridad de la marcha, que se desplazan delante de las masas para orientar su avance. Desde afuera, 1.500 efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros monitorean el avance de la retaguardia de la columna, a través de las informaciones que reciben por radio. En el suelo del parque están las señales de lo que viene a continuación. “¡Nuestra memoria es negra; nuestro corazón también! Y es hora de que sepan que no hay ley que respetemos”, reza un volante anarquista. Sus seguidores se agrupan en torno a los muros de la Facultad de Derecho de la U. Central. Los rayan con leyendas como “Muerte al PC y a la Jota. El pue- blo unido avanza sin partidos”. Luego esperan el momento y se desplazan al oriente, donde empiezan a actuar. A las 13.30, Nano Stern sigue tocando en el escenario central, cuando el “guanaco” se asoma por Lord Cochrane y empieza a disparar. El carro lanzagases lo sigue pocos minutos después. Los esfuerzos de los encapuchados por derrotar a los vehículos blindados son estériles, como siempre. Después de media hora, Parque Almagro muestra vidrios rotos, semáforos caídos, un auto quemado y cientos de jóvenes mojados y llorando a causa de los gases. Para las 15 horas, todos los focos de desórdenes se han apagado y las avenidas vuelven a ser ocupadas por los autos. La paz ha vuelto a la calle, hasta que sus dueños la reclamen una vez más.R RR El oficial Felipe Vidal fue evacuado por un grupo de personas, tras ser golpeado durante la marcha de la CUT. RR Torres recibe un banderín de FF.EE. de Carabineros como agradecimiento por su intervención. carabinero era responsable de la muerte de su papá. Con eso quedé helado. Pero después se acercó otra persona y me dijo que eso lo decían para que todos se sumaran a pegar”. Según recuerda Torres, su siguiente acción fue gritarles a los agresores para que dejaran las patadas y los golpes de puño. No hubo caso. Incluso, varios de ellos lo enfrentaron para que no interfiriera en la golpiza. “Ese fue el momento más crítico. Porque apareció un joven, quien a viva voz dijo: ‘¡Metámosle fierro (disparos) a este paco asesino!’. Sin pensarlo, me abalancé sobre su espalda, donde estaba su arma de servicio. El carabinero se veía muy mal, había recibido muchos golpes en su cabeza con el casco”. El ambiente se tornó muy tenso. Por ello, según comenta Torres, tomó al teniente Vidal y lo ayudó a ponerse de pie, porque a esa altura no reaccionaba. Su mirada, después captada por algunos videos que alcanzaron a registrar parte de la escena, reflejaba un profundo estado de shock. “Por suerte, otras personas se acercaron para su traslado. Entiendo que eran de las JJ.CC., les decían los pacos rojos. En un momento, pensamos en meterlo a un depar- tamento, pero nos dio susto de que llegara un nuevo piquete y nos lo arrebatara”. Mientras tomaban una decisión, los jóvenes armaron un escudo humano alrededor del teniente, quien con suerte mantenía la conciencia. Finalmente, el equipo de rescate civil determinó caminar hacia el sur. “Recorrimos el lugar varias cuadras en busca de carabineros. Las patadas y puños se mantuvieron durante toda la caminata. El teniente sólo suplicaba para que no le pegaran más. Nosotros le decíamos que se quedara tranquilo y se relajara”, dice Rodrigo Torres. A los 20 minutos de búsqueda lograron su objetivo. En Ricardo Cumming se encontraron con unos motoristas de Carabineros, quienes solicitaron la asistencia para el oficial herido. A los pocos segundos llegó un “zorrillo” (vehículo antidisturbios), en el cual se ejecutó la evacuación. “Quedé tan impactado con la agresión, que al otro día decidimos con mi familia ir a ver al teniente al hospital. Al ingresar a la pieza me miró extraño. Cuando le dijeron que yo era uno de sus rescatistas, me abrazó muy apretado y me repitió muchas veces: ‘¡Gracias por salvarme!’”.R El rescate del teniente El técnico en refrigeración Rodrigo Torres fue una de las personas que participaban en las actividades de la CUT el 1 de mayo y que asistieron al teniente de FF.EE. Felipe Vidal, quien fue brutalmente agredido. El martes, en una ceremonia privada, fue condecorado por la institución. R ODRIGO Torres fue el invitado de honor en el cuartel de Fuerzas Especiales de Carabineros, el martes pasado. El técnico en refrigeración llegó con su esposa, Katherine Sanhueza, y su hija Daniela, para participar de un desayuno privado junto a algunas autoridades policiales. Ese día, Carabineros esperaba a la familia con alfombra roja para agradecerle por su “heroica acción” en la marcha del 1 de mayo pasado, cuando Torres se abalanzó sobre un piquete de jóvenes que agredían con patadas, puños y otros elementos al teniente de Fuerzas Especiales Felipe Vidal. Como gratitud, las tropas le rindieron honores en un patio del cuartel y la jefatura le entregó un banderín con los escudos de Fuerzas Especiales. “Después de lo que pasó ese día no pude quedarme dormido. Cerré los ojos como a las cuatro de la mañana, no me podía sacar de la cabeza los sonidos de los golpes que recibía en la cabeza el teniente”, dice Torres, antes de iniciar su relato de lo ocurrido. De acuerdo con su testimonio, él y su familia llegaron a la plaza Brasil cerca de las 13 horas, para participar de un almuerzo que estaba asociado a las actividades culturales del Día del Trabajador. Mientras esperaban que se iniciara la actividad, Rodrigo y su esposa observaron que un carabinero atravesó corriendo el parque, en busca de un encapuchado que se había descolgado de los incidentes que se estaban desarrollando en la Alameda. “De un momento a otro, vemos que el policía cae al suelo y una muchedumbre se abalanza sobre él. Al acercarnos, sólo escuchábamos gritos descontrolados. Había mucho desorden. La gente gritaba que lo iban a matar. Incluso, alcancé a escuchar a uno de los agresores decir: ‘¡Maten al paco asesino de mapuches!’”, cuenta a Reportajes. En pocos segundos, la batahola comenzó a crecer en Huérfanos con Brasil. Más “anarquistas” comenzaron a llegar al lugar para golpear al teniente Felipe Vidal, quien nunca contó con refuerzos policiales. Estaba solo frente a los ataques del grupo de agresores. “Me empecé a desesperar. Pensé que lo iban a matar. Intenté un diálogo. No se veían flaites ni mal aspectados. En eso, uno me dice que el