El técnico en refrigeración Rodrigo Torres fue una de

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LATERCERA Sábado 10 de mayo de 2014
VIENE DE PÁGINA [17] 3
Carabineros, actor fundamental y contraparte cada vez que los movimientos sociales se vuelcan a la calle. En 2012, el ascenso
de Gustavo González Jure como general director marcó un cambio en los protocolos
de Carabineros a la hora de controlar manifestaciones. Las revueltas estudiantiles de
2011 generaron un número de denuncias al
Instituto Nacional de Derechos Humanos
(INDH) sin precedentes. Ese año hubo 76
servicios para Fuerzas Especiales, en los
cuales se detuvieron a 8.787 personas y
1.110 efectivos resultaron heridos.
Una serie de recomendaciones del INDH
generaron un cambio profundo para Fuerzas Especiales. Sus integrantes pasaron a
un segundo perímetro de seguridad, para
evitar un contacto permanente con los
manifestantes que, en teoría, significaba
una provocación innecesaria. También se
creó una división de DD.HH. y se capacitó
a sus oficiales con cursos en el extranjero
y con la Cruz Roja. Según las estadísticas
de Carabineros, todo mejoró en 2013:
3.374 detenidos y 281 efectivos lesionados
en 52 marchas.
Para Rodrigo Bustos, jefe de la Unidad Jurídica del INDH, la institución aún tiene algunas cuentas pendientes en lo que se refiere a supervisión de marchas: “Hay avances en gradualidad y proporcionalidad,
pero no todos los protocolos se cumplen en
la práctica. Todavía Carabineros tiene dificultades para focalizar su actuación sobre
quienes cometen delitos, para no afectar el
legítimo ejercicio de manifestación. En eso
no hemos visto avances sustantivos”.
En lo que va de este año, los números indican que van 346 detenidos, 90 policías
heridos en 21 manifestaciones.
Parque Almagro
-No nos la prestaron. La tomamos. La Alameda siempre ha sido de los que luchan -vocifera Lorenza Soto, líder de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces).
Entonces, el público reunido en Parque
RR Voluntarios de seguridad de la Confech rodean la cabeza de la columna estudiantil que cruzó la Alameda. FOTO: JUAN FARIAS
Almagro suelta el aplauso más grande de
la jornada. Casi 50 mil personas (120 mil
según los organizadores) han recorrido 3,6
kilómetros desde Plaza Baquedano para
cerrar la marcha por la educación, la máxima batalla de los movimientos sociales
desde hace varios años.
Todos han llegado a la cita. Está el PC,
sus JJ.CC., el FEL y otras agrupaciones de
Izquierda, como los autónomos y el UNE.
También hay anarquistas encapuchados y
curiosos. Están mezclados dentro de sus
federaciones estudiantiles y sólo se les reconoce a través de sus banderas, mayoritariamente rojas y negras. Los alumnos del
Liceo de Aplicación lucen el amarillo y
rojo de su insignia, pero tienen uno menos: Jorge Brantes no está. La abogada Milena Tavra interpondrá una querella la
próxima semana.
Al igual que en la marcha de la CUT, la
Confech ha dispuesto algunos voluntarios
para mantener la seguridad de la marcha,
que se desplazan delante de las masas para
orientar su avance. Desde afuera, 1.500
efectivos de Fuerzas Especiales de Carabineros monitorean el avance de la retaguardia de la columna, a través de las informaciones que reciben por radio.
En el suelo del parque están las señales
de lo que viene a continuación. “¡Nuestra
memoria es negra; nuestro corazón también! Y es hora de que sepan que no hay
ley que respetemos”, reza un volante
anarquista. Sus seguidores se agrupan en
torno a los muros de la Facultad de Derecho de la U. Central. Los rayan con leyendas como “Muerte al PC y a la Jota. El pue-
blo unido avanza sin partidos”. Luego esperan el momento y se desplazan al oriente, donde empiezan a actuar.
A las 13.30, Nano Stern sigue tocando en
el escenario central, cuando el “guanaco”
se asoma por Lord Cochrane y empieza a
disparar. El carro lanzagases lo sigue pocos minutos después. Los esfuerzos de los
encapuchados por derrotar a los vehículos
blindados son estériles, como siempre.
Después de media hora, Parque Almagro
muestra vidrios rotos, semáforos caídos,
un auto quemado y cientos de jóvenes mojados y llorando a causa de los gases. Para
las 15 horas, todos los focos de desórdenes
se han apagado y las avenidas vuelven a
ser ocupadas por los autos. La paz ha
vuelto a la calle, hasta que sus dueños la
reclamen una vez más.R
RR El oficial Felipe Vidal fue evacuado
por un grupo de personas, tras ser
golpeado durante la marcha de la CUT.
RR Torres recibe un banderín de
FF.EE. de Carabineros como
agradecimiento por su intervención.
carabinero era responsable de la muerte de su
papá. Con eso quedé helado. Pero después se
acercó otra persona y me dijo que eso lo decían para que todos se sumaran a pegar”.
Según recuerda Torres, su siguiente acción
fue gritarles a los agresores para que dejaran
las patadas y los golpes de puño. No hubo
caso. Incluso, varios de ellos lo enfrentaron
para que no interfiriera en la golpiza. “Ese fue
el momento más crítico. Porque apareció un
joven, quien a viva voz dijo: ‘¡Metámosle fierro (disparos) a este paco asesino!’. Sin pensarlo, me abalancé sobre su espalda, donde estaba su arma de servicio. El carabinero se veía
muy mal, había recibido muchos golpes en su
cabeza con el casco”.
El ambiente se tornó muy tenso. Por ello, según comenta Torres, tomó al teniente Vidal y
lo ayudó a ponerse de pie, porque a esa altura
no reaccionaba. Su mirada, después captada
por algunos videos que alcanzaron a registrar
parte de la escena, reflejaba un profundo estado de shock. “Por suerte, otras personas se
acercaron para su traslado. Entiendo que eran
de las JJ.CC., les decían los pacos rojos. En un
momento, pensamos en meterlo a un depar-
tamento, pero nos dio susto de que llegara un
nuevo piquete y nos lo arrebatara”.
Mientras tomaban una decisión, los jóvenes
armaron un escudo humano alrededor del teniente, quien con suerte mantenía la conciencia. Finalmente, el equipo de rescate civil determinó caminar hacia el sur.
“Recorrimos el lugar varias cuadras en busca de carabineros. Las patadas y puños se
mantuvieron durante toda la caminata. El teniente sólo suplicaba para que no le pegaran
más. Nosotros le decíamos que se quedara
tranquilo y se relajara”, dice Rodrigo Torres.
A los 20 minutos de búsqueda lograron su
objetivo. En Ricardo Cumming se encontraron con unos motoristas de Carabineros, quienes solicitaron la asistencia para el oficial herido. A los pocos segundos llegó un “zorrillo”
(vehículo antidisturbios), en el cual se ejecutó
la evacuación. “Quedé tan impactado con la
agresión, que al otro día decidimos con mi familia ir a ver al teniente al hospital. Al ingresar
a la pieza me miró extraño. Cuando le dijeron
que yo era uno de sus rescatistas, me abrazó
muy apretado y me repitió muchas veces:
‘¡Gracias por salvarme!’”.R
El rescate
del teniente
El técnico en refrigeración Rodrigo Torres fue una de las personas que
participaban en las actividades de la CUT el 1 de mayo y que asistieron al
teniente de FF.EE. Felipe Vidal, quien fue brutalmente agredido. El
martes, en una ceremonia privada, fue condecorado por la institución.
R
ODRIGO Torres fue el invitado de honor en el cuartel
de Fuerzas Especiales de
Carabineros, el martes pasado. El técnico en refrigeración llegó con su esposa,
Katherine Sanhueza, y su
hija Daniela, para participar de un desayuno
privado junto a algunas autoridades policiales.
Ese día, Carabineros esperaba a la familia
con alfombra roja para agradecerle por su “heroica acción” en la marcha del 1 de mayo pasado, cuando Torres se abalanzó sobre un piquete de jóvenes que agredían con patadas,
puños y otros elementos al teniente de Fuerzas Especiales Felipe Vidal. Como gratitud, las
tropas le rindieron honores en un patio del
cuartel y la jefatura le entregó un banderín
con los escudos de Fuerzas Especiales.
“Después de lo que pasó ese día no pude
quedarme dormido. Cerré los ojos como a las
cuatro de la mañana, no me podía sacar de la
cabeza los sonidos de los golpes que recibía en
la cabeza el teniente”, dice Torres, antes de
iniciar su relato de lo ocurrido.
De acuerdo con su testimonio, él y su familia
llegaron a la plaza Brasil cerca de las 13 horas,
para participar de un almuerzo que estaba
asociado a las actividades culturales del Día
del Trabajador. Mientras esperaban que se iniciara la actividad, Rodrigo y su esposa observaron que un carabinero atravesó corriendo el
parque, en busca de un encapuchado que se
había descolgado de los incidentes que se estaban desarrollando en la Alameda.
“De un momento a otro, vemos que el policía cae al suelo y una muchedumbre se abalanza sobre él. Al acercarnos, sólo escuchábamos gritos descontrolados. Había mucho desorden. La gente gritaba que lo iban a matar.
Incluso, alcancé a escuchar a uno de los agresores decir: ‘¡Maten al paco asesino de mapuches!’”, cuenta a Reportajes.
En pocos segundos, la batahola comenzó a
crecer en Huérfanos con Brasil. Más “anarquistas” comenzaron a llegar al lugar para
golpear al teniente Felipe Vidal, quien nunca
contó con refuerzos policiales. Estaba solo
frente a los ataques del grupo de agresores.
“Me empecé a desesperar. Pensé que lo iban
a matar. Intenté un diálogo. No se veían flaites
ni mal aspectados. En eso, uno me dice que el
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