Heteronimia amical: La visita a Howard Fast, de Felipe Galván*

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NOTAS Y RESEÑAS
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Heteronimia amical:
La visita a Howard Fast,
de Felipe Galván*
Aída Nadi Gambetta Chuk
La visita a Howard Fast, de Felipe Galván, con un estilo ágil y una trama
atrapante, es una neo-novela histórica y aun una novela paródica, amén de que
puede también ser considerada una neo-novela fantástica. Es histórica porque,
a partir de una historia o ficcionalización de la búsqueda de un autor, Fast, por
otro autor - lector, Taibo II, ficcionalizado como narrador protagonista por el
autor, Galván, el relato entronca con la Historiografía, con los relatos mayores,
que se refieren a los imperialismos, empezando por el romano que evoca la novela Espartaco, y terminando con el imperialismo estadounidense que rodeó y
marcó perversamente la vida de Fast, y cuyos últimos acontecimientos en torno a la muerte del terrorista Bin Laden, en pleno siglo xxi, inspirarían una reveladora novela histórico-paródica a Fast. Y también porque todas las historias
se insertan indefectiblemente en la Historia y porque no hay historias ni Historia sin narradores. Y porque ofrece un caleidoscopio de imaginarios diversos y
un coro indiscriminado de voces diferentes que predican no una, sino muchas
verdades posibles –las oficiales y las subalternas–. En la dimensión histórica de
la literatura, la novela de Galván recuerda la azarosa vida del autor, Fast, perseguido por su adhesión al comunismo, premio Stalin de la Paz 1953, pero que
tuviera la clarividencia de separarse del PC, al que pertenecía desde 1944, después de la represión soviética a Hungría en 1956; y su vida de incesante lucha
antifascista ilustrada en la ocasión en que MacCarthy, promoviendo una cacería de “rojos” le habría dicho, iracundo, que se fuera a escribir un libro de Historia, lo que precisamente hizo Fast, escribiendo Spartacus, saga épica sobre la
sublevación de los esclavos encabezada por Espartaco, novela que no fue aceptada por ningún editor entonces y, al final, tuvo que ser publicada, en 1951, por
el propio Fast en la editorial por él creada, Blue Heron Press, que vendió más de
40000 ejemplares y fue traducida a 56 idiomas. Detrás de esta anécdota, los lectores no podemos dejar de advertir, con las distancias del caso, que la de Galván es una publicación de autor, también. Así que la dimensión histórica tiene
que ver tanto con la biografía de Howard Fast, que escribió tantas novelas con
su apellido literario, Fast, apócope del ucraniano Fastov, así como bajo otros
seudónimos, entre los que se destaca el seudónimo de E.V. Cunningham, con
el que suscribió la serie detectivesca The Masao Masuto Mysteries, como con la
dificultosa historia editorial, dada su posición política antifascista y comunista,
siendo siempre la historia editorial nunca ajena a los autores. Es neonovela paródica en la dirección de una parodia no suasoria, sino lúdica, que exalta y celebra la amistad y la admiración sinceras: la de Galván por Taibo II, la de Taibo
II por Howard Fast, homenajeando a los novelistas, aunque este binarismo bio*
Texto leído en la presentación del libro La visita a Howard Fast, el 7 de mayo de 2011.
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gráfico y de retratos evita todo reduccionismo. Y es neo-novela fantástica porque el enigma instaurado no llega a descifrarse; ex profeso, queda en suspenso
para que los lectores, todorovianamente, puedan hacer una lectura literal o fantástica antes que una lectura interpretativa que niegue el espesor fantástico con
propuestas lógicas disuasorias del efecto fantástico; y porque el protagonista de
la novela Espartaco, escrita por Fast, se presenta en la novela de Galván como
un personaje vivo que comparte tiempo y espacio con el narrador protagonista Paco Ignacio Taibo II; recordando la actuación de Kirk Douglas en el film
Espartaco de Stanley Kubrick, y es quien lo recibe en la casa del escritor Fast,
recientemente fallecido, en vísperas del arribo del narrador protagonista. Pero
también porque los personajes de Walt Disney alternan como seres vivos, o sea,
se mezclan sin conflicto ficcional: los autores “reales” (Fast, Taibo II, Galván),
los personajes novelísticos y los del comic y del cinematógrafo, exhibiendo, en
el nivel ficcional, la problemática teórica de la diégesis, en cuanto todo relato
ofrece siempre ficcionalidad, diversos niveles de ficcionalidad porque ningún
discurso narrativo es neutro ni transparente; y porque, si bien posee un tipo de
relación con lo que llamamos “realidad”, nunca es la “realidad”, sino un constructo; y porque no podemos acceder al pensamiento, al arte y al mundo sino
es a través de los discursos, o sea, a través del lenguaje.
La visita a Howard Fast (Tablado Iberoamericano, 2010) es su segunda novela,
después de Autor Anónimo (2000) y que sigue a varios trabajos dramatúrgicos.
Novela capitular de 250 páginas, al cuidado de Martha Elba del Río Mendieta,
desde la portada, a cargo de Luis Vargas Santa Cruz, en amarillo y negro fulgurantes que resaltan el título, anuncia, textualmente, develar/ no develar un
enigma literario sobre la supuesta visita de Paco Ignacio Taibo II a Howard Fast,
después de un largo y fatigoso periplo en avión y en tren; de Montevideo, donde una colega le dijera que Fast, octogenario, estaba aún vivo; y de allí a Gijón,
en ocasión de la reunión anual sobre la novela negra, y luego a Estados Unidos
de América, pasando antes por su casa de México; y, en un plano teórico, reflexiona sobre el concepto de autoría. Narrada en primera persona por un narrador homodiégetico y testimonial (aunque pudiera ser apócrifo) que se sustenta
como Paco Ignacio Taibo II, éste relata las múltiples vicisitudes que significaron para él visitar a su muy bienquerido y muy admirado escritor neoyorkino
de origen judío Howard Fast, que siempre sostuvo su ideología marxista, aunque de manera inteligentemente crítica, lo cual le trajo muchos sinsabores políticos y dificultades para publicar, autor de numerosas novelas, entre las cuales
resalta Espartaco, que fue llevada al cine exitosamente. En una entrevista periodística a Paco Ignacio Taibo II ( La Jornada, 14 de marzo de 2003), él confiaba
al público su simpatía y admiración por Howard Fast, de quien decía haberlo
leído y poseer casi todas sus novelas, a la vez que, enterado de que aún vivía
el longevo escritor, lo contactó por teléfono y decidió visitarlo, pero la muerte
se le adelantó y no pudo hacerlo. Felipe, amigo y admirador, a su vez, de Paco
Ignacio Taibo II, probablemente tuvo esta información de manera directa y éste
fue el origen de la ficcionalización, de un modo sui generis, de la visita de Taibo II a Fast, en su casa de Stanford, donde Paco Ignacio encuentra a Espartaco,
el emblemático personaje de Fast, con el que se comunica con grandes dificultades lingüísticas. O sea, la novela de Galván, construida como una matrioshka,
en constante puesta en abismo, tiene tres autores: Felipe Galván, Paco Ignacio
Taibo II y Howard Fast, más el editor Georges Hecht, más el escritor Dalton
Trumbo, que fue el adaptador de Espartaco para la versión fílmica. He aquí la
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clave architextual de la novela: la biografía de Howard Fast, implícita, que se
encadena con la de Paco Ignacio Taibo II, explícita y sesgadamente, la aún más
implícita del propio Felipe Galván, sobre todo, en los tres casos, en su vis intelectual y de creación literaria, y conformando un ineludible juego de espejos que
ilustra a los tres escritores y, por extensión, a todos los escritores del mundo. El
género novela, género summa de suyo, en La visita a Howard Fast reúne, junto a
las respectivas biografías y al relato mimético emblemático, formas dramáticas
evidentes, las cuales se exhiben en los numerosos diálogos ( por ejemplo, el de
Paco Ignacio II con Espartaco o el reportaje de Mickey Mouse) y monólogos internos o autorreflexiones del narrador protagonista amén de la argumentación,
de la que echa mano Paco Ignacio Taibo II para sustentar su relato, mostrando
su consabida habilidad para narrar relatos detectivescos.
Quizá el tema central de la novela lo constituya esta heteronimia amical o
galería lúdica de espejos donde se miran mutuamente Felipe Galván, Paco Ignacio Taibo II y Howard Fast. Galván, autor, elige a un autor amigo suyo, Taibo II, que deviene narrador protagonista. A su vez, en la búsqueda de su autor
preferido, Fast, que ha fallecido en vísperas del esperado encuentro, mágicamente aparece metamorfoseado en uno de sus protagonistas más importantes,
Espartaco, que se transforma en el personaje dialogante, vicario de Fast, no azarosamente, ya que constituye uno de los mitos libertarios más ilustres de la historia imperial de Roma, al que Fast inmortalizara en la novela homónima. Pero,
además, humorísticamente, y no desprovistos de acidez crítica, hay héroes que
provienen de los comics y del cine de Walt Disney, como Mickey Mouse, portadores de la ideología triunfalista estadounidense simplificadora del mundo,
del self made man y propagandística del imperialismo americano, estrenada en
la postguerra y que, a partir de los años 50, emigraran a todo Occidente, para
colonizar las mentes de los lectores desde la infancia, con el encanto de la simpatía colorida y la falsa ingenuidad de los graciosos y simpáticos dibujos animados y que son la contraparte oscura de héroes luminosos como Espartaco,
que simboliza el mito de la búsqueda denodada de la libertad y de la solidaridad en un mundo difícil de alcanzar pero esperanzadoramente posible.
En la praxis de la lectura de esta novela, el círculo bipolar Autor – Lector
se cierra, para cada uno de los lectores que lee la novela de Galván, convertido,
indefectiblemente, en otro narrador para sí mismo y que, a su vez, ha aderezado su amena lectura como un personaje más que ha intentado dialogar con los
personajes ficcionales y monologar consigo mismo.
Merced a esta heteronimia amical, Felipe Galván replantea, ficcionalmente, en su novela, la problemática sobre la autoría que Michel Foucault inaugurara el 22 de febrero de 1969, con la célebre conferencia ¿Qué es un autor? frente
a los miembros de la Sociedad Francesa de Filosofía, donde dijera que, en la escritura, el sujeto nunca termina de desaparecer y que su impronta permanece
singularmente en su ausencia. Giorgio Agamben afirma que la aporía de Foucault empieza a ser menos enigmática porque el sujeto, como el autor, no puede
ser alcanzado como una realidad sustancial que está presente en alguna parte,
sino que más bien “es aquello que resulta del encuentro y del cuerpo a cuerpo
con los dispositivos en los cuales ha sido puesto - si lo fue- en juego.” (Agamben, 2005:93), ya que toda escritura, incluida la historia de todos los hombres
es, ante todo, la incesante lucha con los dispositivos creados por ellos mismos:
entre ellos, el más importante, el lenguaje. Así, la subjetividad y la autoría resisten y perviven de manera irreductible.
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A
F
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A
(sólo la citada en el texto)
Agamben, Giorgio. Profanaciones, Adriana Hidalgo Editora, Buenos Aires, 2005.
Barthes, Roland. La preparación de la novela, Siglo xxi, Buenos Aires, 2005.
Galván, Felipe. La visita a Howard Fast. Tablado IberoAmericano, México, 2010.
Taibo II, Paco Ignacio. “ Howard Fast”. La Jornada, 14 de marzo de 2003.
Ortega y Rodríguez, Sergio. El retorno, Siena Editores, Puebla, 2010.
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