UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO FACULTAD DE PSICOLOGÍA CÁTEDRA: LINGÜÍSTICA AÑO 2014 Estructuralismo y Psicoanálisis * FICHA DE TRABAJO * Selección y organización de textos: Stechina, Diego Material de cátedra de circulación interna UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO- FACULTAD DE PSICOLOGÍA CÁTEDRA: LINGÜÍSTICA - AÑO 2014 FICHA DE TRABAJO: Estructuralismo y Psicoanálisis Partiendo del marco referencial general del programa de nuestra materia, el objetivo de la presente ficha de trabajo es poner en contacto al estudiante de primer año de la carrera de PSICOLOGIA con enunciados que sustancien algunas de las relaciones establecidas entre el “estructuralismo en tanto que perspectiva teórica fundacional de la lingüística moderna” y los postulados de Jacques Lacan en psicoanálisis. Es así que la presente selección de textos se establece en continuidad lógica con la ficha de trabajo “El estructuralismo en lingüística” de Vanesa Condito1. Las citas textuales que componen esta ficha de trabajo se encuentran organizadas a partir de 3 ejes: a) la concepción de estructura en lingüística y psicoanálisis; b) el concepto de significante propuesto en CLG de F. de Saussure y la operación de lectura llevada a cabo por J. Lacan en su enseñanza; c) las concepciones de metáfora y metonimia en el punto de vista estructural en lingüística y en los textos freudianos sobre “formaciones del inconsciente” (sueños, chistes y olvidos) *** 1 Condito, Vanesa; Ficha de trabajo El estructuralismo en lingüística; Cátedra: Lingüística, Facultad de Psicología, UNR, 2014. A) Acerca de la concepción de estructura: lingüística y psicoanálisis (1) Lacan, por su parte, proclama un interés mayúsculo por la lingüística en su forma pos-saussureana y en particular estructuralista. Sin embargo, los métodos propios de esta (conmutación, rasgos distintivos, pares mínimos, etc.) no son utilizados. Debe concluirse, pues, que Lacan se interesa solamente en el hecho de que el lenguaje tiene las propiedades que establece la lingüística estructuralista; prácticamente no se interesa por los métodos de esta. Tal es el significado del logion “el inconciente está estructurado como un lenguaje”, cuya interpretación inmediata es: admitido que un lenguaje tiene propiedades de estructura –y esto la lingüística lo demuestra –, el inconsciente tiene las mismas propiedades. Poco importan los procedimientos mediante los cuales estas últimas se establecen. (Milner, 2003: 144-145) (2) E incluso ¿cómo un psicoanalista de hoy no se sentiría llegado a eso, a tocar la palabra, cuando su experiencia recibe de ella su instrumento, su marco, su material y hasta el ruido de fondo de sus incertidumbres? (…) Nuestro título [La instancia de la letra en el inconciente o la razón desde Freud] da a entender que más allá de esa palabra, es toda la estructura del lenguaje lo que la experiencia psicoanalítica descubre en el inconsciente. (Lacan, 2003 [1966]: 474-475) (3) Designamos como letra ese soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje. Esta simple definición supone que el lenguaje no se confunde con las diversas funciones somáticas y psíquicas que le estorban en el sujeto hablante. Por la razón primera de que el lenguaje con su estructura preexiste a la entrada que hace en él cada sujeto en un momento de su desarrollo mental. (Lacan, 2003 [1966]: 475) (4) Si el nombre del sistema cualquiera es “estructura”, el nombre del sistema cualquiera reducido a sus propiedades mínimas es “cadena”. Así pues, la lingüística, en tanto estudia la lengua y la trata como un sistema cualquiera del que sólo retiene propiedades mínimas, constituye la prueba de que es posible una teoría a la vez metodológicamente pura y empíricamente no vacía de la cadena. Considerar un elemento cualquiera sólo desde el ángulo de las propiedades mínimas que lo convierten en elementos de un sistema: esta es la orden terminante que el nombre significante estenografía en Lacan. El nombre está tomado, evidente y conscientemente, de la lingüística, pero no se lo utiliza como se lo hace en esta. (Milner, 2003: 145-146) (5) Uno de los teoremas capitales de esta doctrina [psicoanálisis lacaniano] es que, entre las propiedades no cualesquiera de una estructura cualquiera, por lo menos mientras se la considere únicamente como estructura, está la emergencia del sujeto. Por esa razón, la definición del significante debe incluir esta emergencia: de ahí la fórmula “el significante representa al sujeto para otro significante”. Se analiza fácilmente: por definición, un significante no puede sino “representar para”, y considerar un existente sólo en tanto representa para es considerarlo como un significante; dicho de otra manera, la matriz general “el significante representa para otro significante” es solamente el desarrollo analítico de la noción misma de significante o, si se prefiere, el nombre de significante no es sino el estenograma de esta matriz general. El único elemento nuevo, el único que transporta una afirmación específica, el único que hace de la proposición un juicio sintético, es, por lo tanto, el nombre de sujeto. (Milner, 2003: 148) B) Acerca del concepto de significante propuesto en CLG de F. de Saussure y la operación de lectura llevada a cabo por J. Lacan (6) Por este camino las cosas no pueden ir más allá de la demostración de que no hay ninguna significación que se sostenga si no es por la referencia a otra significación. (…) Estas consideraciones, por muy existentes que sean para el filósofo, nos desvían del lugar desde donde el lenguaje nos interroga sobre su naturaleza. Y nadie dejará de fracasar si sostiene su cuestión, mientras no nos hayamos desprendido de la ilusión de que el significante responde a la función de representar al significado, o digamos mejor: que el significante deba responder de su existencia a título de una significación cualquiera. (Lacan, 2003 [1966]: 477-478) (7) Contraparte obligada de esta primera constatación: el significante lacaniano no se confunde con su homónimo (y epónimo) saussuriano. De ahí la necesidad de la investigación cuyos tardíos resultados estoy dando hoy: ¿qué hay de común entre el significante saussuriano y el significante lacaniano? (Arrivé, 2007 [1987]:146) (8) Mediante su doble relación de préstamo y desplazamiento del nombre de significante, se enuncia, a la vez, la manera en que la lingüística es interpretada (pese al hecho probado y conocido por Lacan de que no todos los lingüistas estructuralistas eran partidarios del estructuralismo fuerte; hay aquí un forzamiento meditado) y la seguridad de que sólo esta interpretación confiere a la lingüística su más alto grado de seriedad. (Milner, 2003: 146) (9) En Saussure hay, fundamentalmente, una teoría del signo donde la teoría del significante está integrada: si no hay ningún signo, no hay ningún significante (ni significado). En Lacan, las cosas son totalmente diferentes. Hay también en Lacan, aunque de manera muy marginal, una teoría del signo. Pero no se articula con la teoría del significante: significante (y significado) por un lado y signo por el otro, separado. Al punto que es posible decir, en la terminología lacaniana, que el significante es un signo (Seminario III, 1981: 187-188 [1984: 238]), lo cual está excluido del dialecto saussuriano. (Arrivé, 2007 [1987]:149) (10) No obstante, después de haber señalado esta primera y radical divergencia entre los dos conceptos, uno se ve inmediatamente obligado a poner el acento sobre un punto no menos fundamental de convergencia: la dualidad del significante y del significado. En el caso de Saussure, es inútil insistir: me limito a citar la fórmula “el signo lingüístico es, pues, una entidad psíquica de dos caras” (CLG: 99 [129]). En el caso de Lacan, el término utilizado no es dualidad, sino duplicidad. Lo encontramos frecuentemente. Cito dos ejemplos, ambos en Les Psychses (1981 [1984]): Sin la duplicidad fundamental del significante y del significado, no hay determinismo psicoanalítico concebible [ibid.: 136 (173)]. Todo fenómeno analítico, todo fenómeno que participa del campo analítico, del descubrimiento analítico, de aquello con que tenemos que vérnosla en el síntoma y en la neurosis, está estructurado como un lenguaje. Quiere decir que es un fenómeno que siempre presenta la duplicidad esencial del significante y del significado [ibid.:187 (237) y 195 (229-239)]. (Arrivé, 2007 [1987]:150) (11) Se sabe que, en Saussure, el significante y el significado funcionan en pareja. Es crucial que su relación sea simétrica (…) Al aislar el término “significante”, Lacan realiza un gesto de gran consecuencia. Arrancándolo a la simetría, tematiza explícitamente su forma activa; devuelve a esta su alcance propio; lejos de que la pareja activo/pasivo sirva de simple soporte a la simetría, ella erige en concepto de significante como “acción pura”. Bajo esta luz, se puede y debe retomar la orden terminante del programa: “Considerar un elemento cualquiera sólo desde el ángulo de las propiedades mínimas que lo convierten en elemento de un sistema”; esto, de aquí en más, se interpreta “Considerar un elemento cualquiera sólo desde el ángulo de la acción pura que suscita propiedades mínimas no cualesquiera”. (Milner, 2003: 162-163) (12) Hay en Saussure un “deslizamiento recíproco de las unidades” (CLG: 156 [192]) del significante y el significado. Es la célebre comparación de la hoja de papel: “El pensamiento es el anverso y el sonido el reverso: no se puede cortar uno sin cortar el otro” (ibid.: 157 [193]). Nada de eso hay en Lacan. Al contrario, hay “autonomía” del significante en relación al significado.” (Arrivé, 2007 [1987]:151) (13) La relación del significante con el significado, tan sensible en este diálogo dramático, me llevó a referirme al esquema célebre de Ferminand de Saussure en el que se ve representado el doble flujo paralelo del significante y del significado, distintos y condenados a un perpetuo deslizamiento el uno encima del otro. Con esta intención forjé para ustedes la imagen, tomada de la técnica del colchonero, del punto de capitonado. En efecto, es preciso que en algún punto el tejido de uno se amarre al tejido del otro para que sepamos a qué atenernos, al menos en cuanto a los límites posibles de esos deslizamientos. Hay, pues, puntos de capitonado, pero dejan alguna elasticidad en las ligaduras entre los dos términos. (Lacan, 2009 [1957-1958]: 15) (14) Lo hemos visto en los análisis que acabo de citar: el significante lacaniano es siempre pensado, topológicamente, como suspendido sobre el significado. De allí proviene esa inversión de la recíproca posición de los términos en el esquema saussuriano, el cual es consignado por Lacan con cierta desenvoltura: “El signo escrito así (S/s) merece ser atribuido a Ferdinand de Saussure, aunque no se reduzca estrictamente a esa forma en ninguno de los numerosos esquemas bajo los cuales aparece” (1966: 497 [1989: 477]). (…) En efecto, observamos que un elemento queda inalterable: la barra horizontal que separa los dos elementos en cada uno de los dos gráficos. Pero vemos de entrada que al denominarla –y con el significante barra – nos colocamos ya del lado de Lacan. Pues en Saussure, salvo error, nunca se nombra ese trazo. Desde la primera aparición del esquema en el CLG: 99 [129], encontramos el siguiente comentario: “Estos dos elementos están íntimamente unidos y se reclaman recíprocamente”. Entonces, el trazo es –de una manera que se puede juzgar paradójica– marca de unión, y no de separación. (Arrivé, 2007 [1987]:159-160) (15) La temática de esta ciencia [lingüística], en efecto, está suspendida desde el momento de la posición primordial del significante y del significado como órdenes distintos y separados inicialmente por una barra resistente a la significación. Esto es lo que hará posible un estudio exacto de los lazos propios del significante y de la amplitud de su función en la génesis del significado. Pues esta distinción primordial va mucho más allá del debate sobre lo arbitrario del signo, tal como se ha elaborado desde la reflexión antigua, e incluso del callejón sin salida experimentado desde la misma época que se opone a la correspondencia biunívoca de la palabra con la cosa, aun cuando fuese en el acto de nombrar”. (Lacan, 2003 [1966]: 477) (16) Como hay entre la cadena significante y la corriente del significado un deslizamiento recíproco, que constituye lo esencial de su relación, pero a pesar de este deslizamiento hay un vínculo, una coherencia entre las dos corrientes, que necesitamos captar dónde se produce, se les puede ocurrir a ustedes que este deslizamiento, si hay deslizamiento, es por fuerza un deslizamiento relativo. El deslizamiento de cada una produce un desplazamiento de la otra. (Lacan, 2009 [1957-1958]: 17) (17) Pero es un hecho que Saussure, al menos en apariencia, no establece explícitamente esta relación entre linealidad y diacronía: la linealidad –que, hay que recordarlo, no afecta más que al significante- es para él de naturaleza sincrónica. No para Lacan. Y el “diacronismo”, por el perpetuo deslizamiento que implica, impide toda posibilidad de segmentación –isomorfa o no, la cuestión no tiene cabida- de un plano por el otro. (Arrivé, 2007 [1987]:153) C) Acerca de las concepciones de metáfora y metonimia: punto de vista estructural en lingüística y textos freudianos sobre formaciones del inconsciente (sueños, chistes y olvidos) (18) La primera cláusula articulada desde el capítulo liminar [Freud: La interpretación de los sueños], porque su exposición no puede sufrir retraso, es que el sueño es un rébus. Y Freud estipula acto seguido que hay que entenderlo, como dije antes, al pie de la letra. Lo cual se refiere a la instancia en el sueño de esa misma estructura literante (dicho de otra manera, fonemática) donde se articula y se analiza el significante en el discurso. (…) Freud ejemplifica de todas las maneras posibles que ese valor de significante de la imagen no tiene nada que ver con su significación, poniendo en juego los jeroglíficos de Egipto en los que sería ridículo deducir de la frecuencia del buitre que es un Aleph, o del pollito que es un vau (…) La Verdichtung, condensación, es la estructura de sobreimposición de los significantes donde toma su campo la metáfora, y cuyo nombre, por condensar en sí mismo la Dichtung, indica la connaturalidad del mecanismo a la poesía, hasta el punto de que envuelve la función propiamente tradicional de ésta. La Verchiebung o desplazamiento es, más cerca del término alemán, ese viraje de la significación que la metonimia demuestra y que, desde su apareción en Freud, se presenta como el medio del inconsciente más apropiado para burlar la censura. (…) Los procedimientos sutiles que el sueño muestra emplear para representar no obstante esas articulaciones lógicas de manera mucho menos artificial que la que el juego utiliza ordinariamente, son objeto en Freud de un estudio especial en el que se confirma una vez más que el trabajo del sueño sigue las leyes del significante. (Lacan, 2003 [1966]: 489 - 492) (19) De ahí la noción de cadena significante, cuyas dos partes se copertenecen: no hay más cadena que la cadena de significantes; no hay más organización de significantes que la organización en cadena. De ahí, por último, la metáfora y la metonimia: sobre una cadena significante pueden ser definidas estas dos relaciones y sólo ellas; recíprocamente, una cadena significante es un conjunto sobre el cual se pueden definir las relaciones de metáfora y metonimia, y sólo ellas. Esto requiere, a todas luces, que esas relaciones descubiertas en las lenguas no sean propias de las lenguas sino extensibles a toda especie de cadena. De ese modo, si el Inconsciente conoce la metáfora y la metonimia no es por ser una lengua sino por estar estructurado. Una teoría general de la cadena es una teoría de la metáfora y de la metonimia; recíprocamente, una teoría de la metáfora y de la metonimia es una teoría de la cadena. Por este hecho, la ciencia lingüística se descubre constantemente excediéndose a sí misma. (Milner, 2003: 146-147) (20) El programa que se traza para nosotros es entonces saber cómo un lenguaje formal determina al sujeto. (Lacan, 2003 [1966]: 36) (21) Nuestra investigación nos ha llevado al punto de reconocer que el automatismo de repetición (wiederholungszwangen) toma su principio en lo que hemos llamado la instancia de la cadena significante. Esta noción, a su vez, la hemos puesto de manifiesto como correlativa de la ex-sistencia (o sea: el lugar excéntrico) donde debemos situar al sujeto del inconsciente, si hemos de tomar en serio el descubrimiento de Freud. (Lacan, 2003 [1966]: 5) (22) Ese juego mediante el cual el niño se ejercita en hacer desaparecer de su vida, para volver a traerlo a ella, luego obliterarlo de nuevo, un objeto, por lo más indiferente en cuanto a su naturaleza, a la vez que modula esa alternancia con sílabas distintivas –ese juego, diremos, manifiesta en sus rasgos radicales la determinación que el animal humano recibe del orden simbólico. El hombre literalmente consagra su tiempo a desplegar la alternativa estructural en que la presencia y la ausencia toman una de la otra su llamado. Es en el momento de su conjunción esencial, y por decirlo así en el punto cero del deseo, donde el objeto humano cae bajo el efecto de la captura, que, anulando su propiedad natural, lo somete desde ese momento a las condiciones del símbolo. A decir verdad, hay tan sólo aquí una vislumbre iluminante de entrada del individuo en un orden cuya masa lo sostiene y lo acoge bajo la forma del lenguaje, y sobreimprime en la diacronía como en la sincronía la determinación del significante a la del significado. Puede captarse así en su emergencia misma esta sobredeterminación que es la única de que se trata en la apercepción freudiana de la función simbólica. (Lacan, 2003 [1966]: 40) (23) Asimismo, en el cuarto año de este seminario, quise mostrarles que no hay objeto, salvo el metonímico, siendo el objeto del deseo el objeto del deseo del Otro, y el deseo siempre deseo de Otra cosa, muy precisamente de lo que falta, a, objeto perdido primordialmente, en tanto que Freud nos lo muestra como pendiente siempre de ser vuelto a encontrar. Del mismo modo, no hay sentido, salvo metafórico, al no surgir el sentido sino en la sustitución de un significante por otro significante en la cadena simbólica. (Lacan, 2009 [19571958]: 15) (24) Y así, de una cosa a otra, Hirsch-Hyacinth acaba hablando de otro Rothschild que conoció, Salomon Rothschild. Un día que se anunció en la casa de este último como Hirsch-Hyacinth, obtuvo esta respuesta en lenguaje campechano –yo también colecciono lotería, la lotería Rothschild, no quiero que mi colega ponga un pie en la cocina. Y, exclama Hirsh-Hyacinth, me trató de una forma del todo famillonaria. He aquí en qué se detiene Freud. ¿Qué es eso de famillonaria? ¿Es un neologismo, un lapsus, una ocurrencia? Es una ocurrencia, sin duda, pero el solo hecho de que haya podido plantearme las dos otras preguntas nos introduce ya en una ambigüedad del significado en el inconsciente. ¿Qué nos dice Freud? Qué reconocemos aquí el mecanismo de la condensación, materializada en el material del significante, se trata de una especie de encastrado, con ayuda de no sé qué máquina, de dos líneas de la cadena significante. Freud completa esta palabra con un precioso esquema significante donde se inscribe, primero, familiar, luego, debajo, millonaria. Fonéticamente, ar/ar está en los dos casos, igual que mil/mill, eso se condensa y, en el intervalo entre los dos, aparece famillonaria. Famili ar mill onaria -------------------------faMILlon Aria (Lacan, 2009 [1957-1958]: 25) (25) En el olvido del nombre, en vez de ver surgir una palabra, famillonaria, tenemos lo contrario –nos falta algo. ¿Qué nos muestra el análisis que hace Freud del olvido de un nombre propio, y además extranjero? (…) Hay otro hecho que Freud destaca también enseguida, mientras que nosotros estamos acostumbrados a no fijarnos en él. En efecto, lo que le pareció notable en el olvido de los nombres propios, tal y como empieza recordándolo para abordar la Psicología de la vida cotidiana, es que este olvido no es un olvido absoluto, un agujero, una hiancia, presenta, por el contrario, otros nombres en su lugar. (…) Todo se centra en lo que podemos llamar una aproximación metonímica. ¿Por qué? Porque lo que resurge en primer lugar son nombres sustitutivos –Boticelli y Boltraffio. No hay duda de que Freud sitúa el fenómeno en el plano metonímico. Lo captamos en el hecho –y por eso doy este rodeo por el análisis de un olvido– de que el surgimiento de estos nombres en lugar de Signorelli olvidado se sitúa en el nivle de una formación, no ya de sustitución sino de combinación. En el análisis que Freud hace de este caso, no hay ninguna relación perceptible entre Signorelli, Boltraffio y Botticelli, salvo relaciones indirectas, vinculadas únicamente con fenómenos de significante. (…) Nos dice por qué está Botticelli ahí. La última parte de la palabra, elli, es el resto de Signorelli, descompletado debido a que se ha olvidado Signor. Bo es el resto, lo que queda de Bosnia-Herzegovina, en la medida en que el Herr está reprimido. La misma represión de Herr es lo que explica que Boltraffio asocie el Bo de Bosnia-Herzegovina con Trafoi, nombre de la localidad donde Freud se había enterado del suicidio de uno de sus pacientes por impotencia sexual. Este último tema había sido recordado durante la conversación en coche entre Ragusa y Herzebovina inmediatamente anterior al olvido del nombre. Su interlocutor le hablaba de los turcos de Bosnia-Herzegovina, esos musulmanes tan simpáticos que, cuando el médico no ha conseguido curarlos, le dicen – Herr; Señor; ya sabemos que usted ha hecho todo lo que ha podido. El Herr tiene su peso propio, su acento significativo, está en el límite de lo decible, es el Herr absoluto, que es la muerte, esa muerte, como dice La Rochefoucauld, a la que no se puede mirar fijamente, como no se puede mirar el sol, y en efecto, Freud no puede, como otros. La muerte se le presentifica aquí doblemente a Freud. Por el incidente que concierne a su función de médico y también por cierto enlace, manifiestamente presente y que tiene un acento muy personal, entre la muerte y la potencia sexual. Es muy probable que este enlace, indudable en el texto, no se encuentre sólo en el objeto, es decir, en lo que le presentifica el suicidio de su paciente. ¿Qué tenemos ahí? Nada más y nada menos, una pura y simple combinación de significantes. Son las ruinas metonímicas del objeto en cuestión. El objeto está detrás de los distintos elementos particulares que han intervenido en un pasado inmediato. ¿Quién está detrás de todo esto? El Herr absoluto, la muerte. La palabra se larga a otra parte, se borra, recula, es repelida, es unterdrückt, hablando con propiedad. (Lacan, 2009 [1957-1958]: 39-41) (26) En primera instancia, encontramos el universo de la palabra; que es el de la subjetividad. A lo largo de los análisis freudianos enteros se percibe que el sujeto se sirve de la palabra y del discurso para “representarse” él mismo, tal como quiere verse, tal como llama al “otro” a verificarlo. (…) De modo que aquí el lenguaje es utilizado como palabra, convertido en esta expresión de la subjetividad apremiante y alusiva que forma la condición del diálogo. La lengua suministra el instrumento de un discurso en donde la personalidad del sujeto se libera y se crea, alcanza al otro y se hace reconocer por él. Ahora, la lengua es estructura socializada, que la palabra somete a fines individuales e intersubjetivos, añadiéndole así un perfil nuevo y estrictamente personal. La lengua es sistema común a todos; el discurso es a la vez portador de un mensaje e instrumento de acción. (Benveniste, 2007 [1971]: 77-78). (27) Freud ha alumbrado decisivamente la actividad verbal tal como se revela en sus desfallecimientos, en sus aspectos de juego, en su libre divagación cuando queda suspendido el poder de censura. Toda la fuerza anárquica que refrena o sublima el lenguaje normalizado tiene su origen en el inconsciente. (Benveniste, 2007 [1971]: 78). (28) Si caracterizamos el desenvolvimiento del sueño mediante su total libertad en las asociaciones y la imposibilidad de admitir una imposibilidad, es ante todo porque seguimos su itinerario y lo analizamos en los marcos del lenguaje, y que lo propio del lenguaje es no expresar sino lo que es posible expresar. No se trata de una tautología. Un lenguaje es ante todo una categorización, una creación de objetos y de relaciones entre estos objetos. Imaginar una etapa del lenguaje, tan “original” como se quiera, pero no obstante real e “histórico”, en que determinado objeto fuera denominado como siendo él mismo y al mismo tiempo no importa cuál otro, y en que la relación expresada fuera la relación de contradicción permanente, la relación no relacionante, donde todo sería ello mismo y otro, es imaginar una pura quimera. (Benveniste, 2007 [1971]: 8283). (29) Pues es en el estilo, antes que en la lengua, donde veríamos un término de comparación con las propiedades que Freud descubrió como señaladotas del “lenguaje” onírico. Llaman la atención las analogías que se esbozan aquí. El inconsciente emplea una verdadera “retórica” que, brindaría un inventario apropiado para los dos registros de la expresión. Por una y otra parte aparecen todos los procedimientos de sustitución engendrados por el tabú: el eufemismo, la alusión, la antífrasis, la preterición, la lítote. La naturaleza del contenido hará aparecer todas las variedades de la metáfora, pues es de una conversión metafórica de la que los símbolos del inconsciente extraen su sentido y su dificultad a la vez. Emplean también lo que la vieja retórica llama metonimia (continente por contenido) y sinécdoque (parte por el todo), y si la “sintaxis” de los encadenamientos simbólicos recuerda algún procedimiento de estilo entre todos, será la elipsis. (Benveniste, 2007 [1971]: 86). *** ÍNDICE DE AUTORES Arrivé, Michel (Francia, 1936): profesor de lingüística en la Universidad de París X, Nanterre; autor de numerosas obras de carácter científico y de creación literaria: Lingüística y Psicoanálisis: Freud, Saussure, Hjelmslev, Lacan y los otros (1987), A la recherche de Ferdinand de Saussure (2007), Une très vieille petite fille (2006), La Walkyrie et le professeur (2007). La mayor parte de obra aun no se encuentra traducida al español. Benveniste, Émile (Alepo, 1902 - París, 1976): Lingüista que desempeñó su actividad docente en la École Pratique des Hautes Études de París desde 1927, y sucedió a A. Meillet como profesor de Gramática Comparada en el Collège de France, donde ejerció la docencia entre 1937 y 1975. En 1961 fundó, junto con P. Gourou y Claude Lévi-Strauss, la revista L'Homme. Su obra, centrada en la indoeuropeística y en la sintaxis general, es una de las más fértiles de la escuela lingüística francesa, cuyos resultados fructificaron en una teoría de la enunciación en el marco del estructuralismo. Sus estudios más notables son Orígenes de la formación de los nombres en indoeuropeo (1935), El vocabulario de las instituciones indoeuropeas (1969) y los dos volúmenes de Problemas de lingüística general (1966 y 1974), título capital de la lingüística moderna, que recoge artículos de 1965-1972. Milner, Jean-Claude (Francia, 1941): Lingüista, filósofo y ensayista. Sus campos de especialización de la actividad son la lingüística (que estudió con Roland Barthes) y el psicoanálisis (a través de la enseñanza de Jacques Lacan). Milner es profesor en la Universidad París. Sus principales escritos son: La obra clara. Lacan, la ciencia, la filosofía (1996); Los nombres indistintos (1999); Introducción a una ciencia del lenguaje (2000); El periplo estructural (2003), Las inclinaciones criminales de la Europa democrática (Manantial, 2007). Lacan, Jacques (Francia, 1901- 1981): Psiquiatra y psicoanalista. Basó su obra en la revisión de la teoría de Freud. Expulsado de la IPA (Asociación Psicoanalítica Internacional), por sus innovaciones en cuando al método psicoanalítico y su enseñanza, funda en 1964 la Escuela Francesa de Psicoanálisis (años más tarde se llamó Escuela Freudiana de París). Sus ideas han tenido gran influencia y adhesión en la historia del psicoanálisis en la argentina a partir de la década del 70. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Arrivé, M. (2007). Lingüística y Psicoanálisis [1987]. Buenos Aires: Siglo XXI. Benveniste, E. (2007). Problemas de lingüística general I (24° ed.) [1966]. México: Siglo XXI. Lacan, J. (1966). “El seminario sobre La carta robada”. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo xxi. Lacan, J. (1966). “La instancia de la letra en el inconciente o la razón desde Freud”. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI. Lacan, J. (2009). El seminario de Jacques Lacan: Libro 5: Las formaciones del inconciente [1998]. Buenos Aires: Paidós. Milner, J-C. (2003). El periplo estructural. Buenos Aires: Amorrortu.