Max Weber y su intento superador de la antinomia positivismo versus hermenéutica. El método de los tipos ideales. Max Weber se educó en un ambiente donde recibió una doble influencia: por un lado, el optimismo positivista de una época en la que la ciencia natural parecía llevarse el mundo por delante, y por el otro, fue discípulo de Heinrich Rickert, uno de los filósofos hermenéuticos opositores al positivismo. Así pues, él consideraba que era muy rescatable el método explicativo propuesto por Stuart Mill de búsqueda de las leyes causales, porque le otorgaba rigurosidad lógica a la investigación en ciencias sociales. Pero que era insuficiente. Según Weber, un fenómeno podía ser perfectamente explicado bajo leyes causales y, sin embargo, ese fenómeno podía permanecer sin comprensión, es decir, explicamos pero no entendemos lo que estamos explicando. Por eso es que él revaloriza a la hermenéutica, sin llegar a convertirse en un hermenéutico, de ninguna manera. El intenta una síntesis entre positivismo y hermenéutica. El sostien que aparte de explicarse un fenómeno debe ser interpretado por su racionalidad o falta de racionalidad en relación a las intenciones propuestas de acuerdo a los fines que persigue el actor social (método de los tipos ideales). Ejemplo: Una ley monetaria dice que cuando una moneda vale más en metálico que su propio valor nominal, esta moneda desaparece de circulación. Es decir, cuando el valor del metal con el que está construida la moneda vale más que lo que señala el numerito grabado en ella, la moneda deja de circular como moneda de cambio y nadie más la ve aunque oficialmente el gobierno no la haya sacado de circulación. Ejemplo: en nuestro país existieron unas monedas de 5, 10 y 20 centavos acuñadas en el año 1950 como recordatorio de los cien años de la muerte del general San Martín. Eran unas monedas de níquel y otras de bronce (no eran de aleaciones de metal trucho como las actuales). Esas monedas valían exactamente lo que pesaba el metal usado en su confección. Si uno vendía esos pedacitos de metal, le daban 5, 10 o 20 centavos. Qué pasó luego. Esas monedas estuvieron en circulación hasta aproximadamente 1962. Desaparecieron misteriosamente sin que el Banco Central las sacara de circulación. El proceso inflacionario que apareció tímidamente a principios de los años 50, luego tomó cuerpo a fines de esa misma década, se desencadenó imparable a principios de los 60, a tal punto que en 1970 hubo que cambiar de dinero (se le quitaron dos 00 a la moneda vigente). Lo cierto es que ya para 1965 aproximadamente nadie sabía donde podia encontrar una de esas monedas de níquel o de bronce de 1950. Weber diría que se podría explicar perfectamente este fenómeno bajo leyes causales como busca Sturat Mill. Hempel construiría esa explicación así: Ley del explanans: Toda moneda que el valor de su metal supere a su valor nominal desaparece de circulación. Condición inicial del explanans: las monedas de 5, 10 y 20 centavos de la República Argentina acuñadas en 1950 perdieron en los años 60 su valor nominal por la inflación. ______________________________________________________________________ Explanandum: Las monedas de 5, 10 y 20 centavos de la República Argentina acuñadas en 1950, desaparecieron de circulación en los años 60. Según Weber, el hecho queda perfectamente explicado, pero no lo comprendemos. Las monedas no desaparecieron solas, sino que alguien las hizo desaparecer: el que se las guardó para venderlas como metal para ser fundido (como sucede en la actualidad en que ya no quedan placas recordatorias en las plazas de Buenos Aires porque se las roban para vender el bronce a los reducidores) Y el que se las guardó perseguía un propósito, un fin: el máximo lucro posible. Para comprender el hecho citado además de explicarlo, diría Weber, debemos hacer una hermenéutica (interpretación) de la conducta de acuerdo a sus fines del que se quedó con las monedas. Para ello Weber nos legó el llamado método de los tipos ideales. El método de los tipos ideales: Weber se imagina un sujeto social racionalmente puro, una especie de robot, que se comporta racionalmente de acuerdo a los fines propuestos. Por supuesto, un sujeto social de tales características no existe en sociedad en sí. Habrá conductas más racionalmente adecuadas a los fines que otras pero puras no existen. Ejemplo: Una empresa petrolera transnacional, por ejemplo Repsol, que, como toda empresa se fija como fin el máximo lucro posible, cuando contamina las napas subterráneas, los ríos y los mares, sin importarle la salud de nuestra población, según Weber, estaría actuando recionalmente porque ello favorece el máximo lucro. Aceptar las imposiciones que les fije un gobierno soberano en materia de cuidado ambiental sería, para Weber, una conducta irracional porque le fija una restricción para obtener más ganancias. Cuando las petroleras multinacionales envían el petróleo al extranjero porque les conviene el precio internacional y desabastecen el mercado interno y nos dejan sin gas, según Weber, están actuando racionalmente, porque el fin es la ganancia a toda costa. Pero si aceptan las pautas reguladoras que les fija un gobierno con decisión política soberana, según Weber, estarían actuando irracionalmente, porque retarda la ganancia fácil Lic. Mario Di Bella Jefe de TP – Cátedra IPC