La responsabilidad social del periodista

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Archivo Tea y DeporTEA
Material para uso interno
Ubicación original: M-764.
El Trabajador de Prensa
Charla de Juan José Panno.
ATE, 22 de abril de 1991.
En la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) hay 6800 afiliados,
de los cuales entre un 28 o 30 por ciento son desocupados o subocupados. Existen unos mil
colaboradores en negro – una nueva figura creada por el periodismo, también llamada
factureros- que no están incorporados a la planta de la empresa.
En los últimos tiempos se cerraron los diarios Sur; La Razón -primero la edición
matutina y después la vespertina- y La Prensa está al borde de la desaparición. Dejaron de
editarse las revistas El Equipo, El Periodista, Los Periodistas, El Heraldo, Hoy y Mañana,
El Expreso, El Observador. Argumento Político, La Semana, Off Side, La Deportiva, La
Parda y Medios y Comunicación. Si nos vamos un poco más atrás en el tiempo, cerraron El
Ciudadano, Primera Plana, La Hoja, La Hojita, Feriado Nacional… La lista sería
larguísima. Desapareció la agencia DAN y está en muy malas condiciones la agencia DyN
(Diarios y Noticias).
Abrieron algunos medios, no tantos como los que cerraron. Como desprendimiento del
diario Sur salió El Clásico, Las Palabras y las Cosas y El Tajo. Surgieron las revistas Pan y
Circo, Noticias. Página/30, Puertitas, y el diario Extra. Volvió a editarse Humi. Hay una
revista sobre bailantas que hace la editorial Perfil, que ahora va a sacar una revista
deportiva. El problema, más que la cantidad de medios que cierran en relaci6n a los que se
abren -en los últimos tiempos son más los que dejan de sa1ir- es la reducción en general de
las ventas en cada uno de los medios. Este es un dato objetivo de la realidad.
Un redactor gana entre tres y ocho millones de australes, en un medio masivo. Un jefe
de sección entre seis y diez millones de australes. En algunos medios, como Radio
Municipal, tienen el sistema de pago “tarde, mal y nunca”: cobran cada tres meses y muy
poco, cifras inferiores a las anteriores. Una colaboraci6n se abona entre ciento cincuenta y
quinientos mil australes, a lo mejor un poco más tratándose de una firma reconocida.
Muchas veces ese dinero no alcanza para pagar las pilas del grabador, las fichas de teléfono
y los viáticos que se gastaron para hacer la nota. La colaboración no la pagan
inmediatamente, sino después que está publicada: no es contrantrega.
Según la organización Reporteros sin Fronteras, el año pasado fueron asesinados
cuarenta y un periodistas. Otro dato, es que el gremio de prensa fue uno de los más
golpeados por la dictadura militar. Son noventa y tres los periodistas desaparecidos, que
desarrollaron sus tareas en la Argentina.
Las condiciones de trabajo son bastante complicadas en el gremio de prensa. Vengo de
Página/12, donde pusieron un cartel en la puerta que dice “El aire está viciado de nulidad”.
Siguiendo la línea ingeniosa de los títulos del diario, colocaron por ahí un par de carteles
que reflejan exactamente la realidad. En Página/12 las condiciones de trabajo no son las
ideales. Es un lugar muy cerrado, no hay ventilación ni luz natural, nos peleamos por las
máquinas de escribir, los teléfonos no andan y las sillas parecen compradas en EMAUS.
Estas son más o menos las condiciones de trabajo generales en Página/12.
Más graves son aún en otros medios como el caso de Clarín, que tiene un sistema muy
particular. Está modernizado. La redacción es mucho más linda que la de Página/12 -que
parece un galpón- pero han establecido desde hace unos años un sistema de tabiques, al
estilo del Ministerio del Interior de la película Brasil. Cada redactor tiene su pantalla para
escribir por computadora, pero casi no tiene contacto con los compañeros. Esto es así por
una decisión empresaria copiada de algunos medios norteamericanos. En Cr6nica, desde
que está en Garay y Azopardo, uno trabaja de espaldas al compañero, lo que ves son nucas,
y el que está adelante de todo ve una mampara. En la editorial Perfil, hubo una época que
no se podía fumar -ahora lo están por reimplantarlo en Noticias-, porque lo que se pretendía
era no perder tiempo. Con el mismo criterio tenían los ceniceros pegados a las mesas, para
que no tuvieran que ir a vaciarlos a otro lado. Todo el mobiliario y el sistema de trabajo de
La Prensa, es de 1945 o anterior, no se ha modernizado nada: la redacción es un espanto.
En El Clásico se trabaja en un cuartucho de dos por dos, pero las circunstancias son
distintas a la de otros medios, porque está hecho realmente a pulmón y no hay posibilidad
de realizarlo de otra manera hasta que crezca. Cuando El Clásico progrese la gente que lo
hace tendrá que establecer una nueva forma ambiental y de relación.
Un estudio realizado por los médicos de la obra social de la Uni6n de Trabajadores de
Prensa de Buenos Aires (UTPBA), dice que la permanente necesidad de los periodistas de
estar informados produce una enfermedad llamada “stress de la información”. Esto es, a
grandes rasgos, el panorama que nos presenta el medio: no es muy alentador. Creo que si
alguno de ustedes se hace la película que saltará desde el estudio de TEA hacia un medio
donde tenga máquinas de escribir a su disposición, secretaria, comodidad y pueda
establecer marcos de solidaridad con los compañeros, que mire otro canal. Todo eso no va a
ser tan fácil, porque la realidad del medio es complicada.
El medio tampoco está ajeno a la realidad del país. Si uno recuerda que la participación
en las ganancias del Producto Bruto Interno (PBI) de los trabajadores es de 20 o 25 por
ciento, y que era del 47 por ciento en la época del '73 y '74, o que llegó a ser del 49 o 50 por
ciento en 1945, estas cifras están marcando nuestra realidad. Hoy en España tienen un
cincuenta por ciento en el reparto de la torta, y los sindicatos trabajan para levantar esa cifra
al sesenta por ciento.
Aquí hay 4,5 millones de desocupados sobre una población activa de 12 millones
aproximadamente. Existen 2,5 millones que cobran en negro y a otros les pagan una mitad
en negro y la otra en blanco. Esto es una práctica muy frecuente en la actualidad del gremio
de prensa. En una época en el diario La Voz, Luque andaba con un fajo de billetes de
dólares en el bolsillo que usaba para pagar la parte del sueldo en negro.
Yo sé que ustedes me pueden decir que existe una especie de doble mensaje, porque
hace quince días estuvieron en la presentación del libro de Olmedo donde la participación
de los alumnos era maravillosa, todo era lindo y les pintaba un mundo optimista, y ahora yo
les pincho el globo. Pero me parece que tengo la obligación de marcarles todas estas cosas
permanentemente, y de reiterarlas y repetirlas durante todo el año. También podría
entenderse como un mensaje seductor, decirles “todo está muy mal pero yo sé que ustedes
son maravillosos, geniales, y que con el talento que cada uno tiene va a sortear y superar
todas las dificultades, y no va a tener ningún inconveniente en desarrollarse
profesionalmente”. No es así, porque es cierto que van a enfrentar dificultades cada vez
mayores, y nosotros nos vamos a encargar de recordárselas para que entiendan lo difícil que
es hacerse un lugarcito en este medio.
Todas estas situaciones nos llevan a preguntar si vale la pena estudiar periodismo. No se
lo van a plantear sólo ustedes. Los alumnos de todos los años de TEA permanentemente
nos preguntan: ¿Vale la pena jugarse con esto ante esta realidad? ¿Cuál es nuestro papel,
hasta donde podemos llegar en el periodismo?. Tampoco hay una colegiatura ni una
legislación que ampare a los estudiantes. Porque más allá del esfuerzo que hacemos desde
TEA con un sistema de residencias, estas no existen oficialmente.
Creo que sí vale la pena estudiar periodismo, a pesar de todas estas dificultades. No
porque todos ustedes sean maravillosos, talentosos y van a superar todos los problemas,
sino porque aparece la necesidad de abrir nuevos frentes. Sin dejar de trabajar sobre los
estudios convencionales, tenemos que buscar otras posibilidades en las radios comunitarias,
en los periódicos barriales, en prensa en los sindicatos, y el marco que se va abriendo cada
vez nos da mayores posibilidades.
Frente a esta realidad nosotros decimos siempre desde TEA que es necesario sembrar en
el chiquero. Hace poco en una nota de Luque se recordaba una frase de Don Vicente Saadi
que decía “para cultivar orquídeas se necesita un montón de bosta”. Nosotros venimos
diciendo, por ahí con figuras similares, todo lo contrario: hay que sembrar en el medio de la
bosta. Esto dependerá de cada uno de ustedes y de la fuerza que pongan para llevarlo
adelante, porque aunque estén muy cerradas las posibilidades laborales aparentes, hay
algunas ventanitas por las que deberíamos intentar meternos.
En una revista que salía publicada en la primera promoción de TEA, Esteban Talpone,
un estudiante, escribió: “No se puede pedir un seguro contra todo riesgo por la apuesta a un
sentimiento”. Este chico trabajó en distintos medios, hizo colaboraciones, estuvo en La
Parda y ahora está tratando de conseguir un lugar en el interior del país: está peleando por
su lugar en el periodismo, pero contra esto no hay seguro.
Preguntarse si vale la pena estudiar periodismo, es como preguntar si vale la pena
estudiar medicina, o ser abogado, o quedarse en el país. Esto dependerá de cada uno de
ustedes. Creo que vale la pena, además nosotros necesitamos mucho de ustedes, de gente
que venga con la cabeza abierta, más fresca, más pura y con nuevas ideas para ayudarnos
en la lucha que venimos dando, hace bastante tiempo, con suerte variada.
Encontrar un lugar es difícil pero no imposible. Nosotros tenemos dos teorías. La teoría
golpista es la de golpear puertas, pero no ir a las redacciones y contar que uno es
maravilloso y tiene un montón de ejercicios interesantes para mostrar lo bien que podría
trabajar. Uno puede golpear puertas con trabajo, material e investigación. Puede ser
inteligente y llegar a un medio con aquello que, se supone, puede encajar en ese medio.
Esto requerirá un trabajo muy grande, con la perspectiva casi segura de que le digan muy
lindo pero ahora no. Así, golpeando puertas e intentando, se puede llegar a los medios.
Carlos Ares empezó a hacer periodismo en la revista El Gráfico a partir de una carta que
envió pidiendo trabajo. Estaba tan bien escrita que lo llamaron para hacer una prueba, y ahí
quedó. Esto ocurría hace unos cuantos años, ahora es más difícil que estas cosas se den,
pero es una forma de entrar también. El secretario de la Función Pública, Gustavo Béliz,
entró al periodismo de una manera parecida.
La otra teoría es la de los veintinueve días y me meto en el estatuto del periodista:
cuando una persona está a prueba, la empresa decide si queda efectiva o no si supera los
veintinueve días. Automáticamente tiene que quedar efectiva en el plantel de ese medio.
Durante esos días la empresa le hace pruebas de todo tipo, se fijará si participa en las
asambleas, si habla mucho, cómo se maneja, qué cosas dice, y simultáneamente probará si
sabe escribir un copete, un título, relacionar información, ir a buscar la noticia y si maneja
el ABC del periodismo.
Nosotros pensamos que al cabo de los tres años de TEA ustedes están preparados come
para superar, sobre todo en la parte periodística, esos veintinueve días. Se han dado algunos
casos que entraron con la teoría de los veintinueve días y quedaron efectivos, como el de
Alberto López que hoy trabaja en Página/12 y el de Daniel Fernández Quinti que entró a
Clarín. Hay que trabajar duro tres años para poder estar en condiciones de superar los
veintinueve días sin dificultades. Esto hablando siempre de los medios convencionales,
porque las otras posibilidades son muy abiertas.
Alumnos que trabajan en radios comunitarias y cuentan su experiencia:
Alumno – Yo llegue a la radio comunitaria por medio del fútbol. Vivo en Remedios de
Escalada y con un grupo de gente hincha de Talleres de Remedios de Escalada decidimos
trasmitir los partidos. Fue un poco por bronca, porque las demás emisoras se encargaban
del equipo de la zona y no había ningún programa deportivo que se acercara a Talleres.
Sólo uno de los muchachos había tenido experiencia en Radio del Pueblo (ahora Radio
Buenos Aires), pero nos decidimos y largamos. De ahí pasé a integrar el plantel de FM Sur,
y el año pasado hice un periodístico que se llamaba “Con Vocación”, que se agotó. Creo
que esto pasó, es una opinión muy personal, porque ninguna radio comunitaria, salvo
honrosas excepciones, encontró su verdadero mensaje. Pienso que todos queríamos copiar
lo que se hacía en los grandes medios, y tal vez por no tener la cantidad de recursos
necesarios, hacíamos las cosas a medias. Además, chocábamos contra otro gran problema:
los dueños de las radios comunitarias en su mayoría no son gente de prensa, sino
colectiveros que ponen una radio porque piensan que van a hacer plata. Después se dan
cuenta que pierden dinero y la radio termina siendo una propaladora de música.
Alumno – Yo empecé en una radio oficial, Radio Universitaria de La Plata, haciendo
colaboraciones, en principio por una cuestión de amiguismo, con gente que laburaba en el
medio. Después nos echaron porque éramos bastante zurditos. Trabajábamos mucho con el
tema de los presos, sobre todo con la cárcel de Olmos y de Sierra Chica que teníamos cerca.
Cuando nos echaron nos juntamos tres delirantes y empezamos a laburar en una radio de
Lanús, FM Espacio. Eso me permitió la posibilidad de laburar cuatro años en radio sin
parar y haciendo lo que aparecía. Ahora estoy trabajando en Radio Provincia, porque la
emisora comunitaria me dio la posibilidad de un ejercicio constante de la radiodifusión, y
de poder ingresar por alguna puertita a un medio oficial. Yo tengo otra versión sobre los
dueños de las radios: para mí la mayoría son verduleros y no colectiveros. El tema de los
espacios es bastante jodido porque se maneja por la guita. Generalmente te cobran una
cantidad de dinero por darte un espacio. Si vos querés tener un programa de buena calidad,
primero necesitas conseguir publicidad y buscar durante toda una semana un anunciante,
etcétera. Cuando llega el momento de armar el programa te das cuenta que te comiste toda
la semana buscando la guita para poder bancarlo, y lo que te sale, por ahí, no es realmente
bueno.
Juan José Panno – Es importante decir que un espacio en una radio comunitaria, más o
menos aceptable, sale setenta mil australes la hora. Aunque parezca mentira, si uno quiere
tener un programa diario de una hora son trescientos cincuentamil australes por semana.
Alumno – Yo vivía en un lugar donde llegaba sólo Radio Nacional, era en la cordillera.
Hace tres años, gracias al paro de maestros, me metí en la única radio FM que estaba
naciendo. Mi primer trabajo fue hacer una encuesta sobre la huelga. Desde ese día me fui
quedando y la radio empezó a crecer un poco. Es trucha, pero allá es distinto porque
escuchas otra cosa de lo que viene de Buenos Aires. También se trabaja por guita porque
hay que pagar la luz, el teléfono y todo, pero hay un poco más de trabajo a pulmón. A veces
no hay un mango pero igual se hace lo que se puede.
Alumno – El año pasado trabajé en la primera radio que tuvo Hurlingam, con un
programa los sábados. También teníamos el problema de la guita, de conseguir la
publicidad, del espacio y de trabajar durante toda la semana. Luego pasamos a otra radio
del barrio, FM Corazón, donde tenemos un programa deportivo y los mismos
inconvenientes que en la emisora anterior. En este caso los dueños no son ni colectiveros ni
verduleros, es gente que está dedicada a la radio en cuanto al tema electrónico. También
estoy trabajando en un medio gráfico deportivo dedicado al club Deportivo Morón, que se
llama “A Todo Gallo” y ya vamos por el segundo número.
Juan José Panno – Hay que hacer una diferencia entre radios libres y radios
comunitarias. Las libres son las comerciales; las comunitarias, en algunos casos, están
financiadas por alguna sociedad de fomento o por algún grupo político o por grupos de
políticos barriales o por un sindicato o por una parroquia.
Alumno – Trabajo en una radio de Lanús y creo que a mí se me dio todo muy fácil.
Cuando llegue a la radio empezaba un programa donde no había gente para participar, y me
dijeron ‘hacé micrófono’. En ese momento no sabía ni lo que era un micrófono, pero hice lo
que me habían pedido. Hoy tengo un programa propio, un poco de la nada, y estoy
descubriendo lo que es eso”.
Alumno – Hay que hacer una distinción, porque está el verdulero o el colectivero, que
pusieron una radio porque pensaban que daba guita pero también están las radios que son
comunitarias o intentan serlo. Estas últimas chocan con la dificultad de la plata porque no
tienen un criterio comercial, y se encuentran con un problema fundamental: la realidad.
Para producir un programa serio hace falta dinero, porque una radio comunitaria no tiene
máquinas de teletipo ni un plantel permanente de gente que trabaje. Los que laburan en las
radios comunitarias, alquilan o compran el espacio, o se suman a trabajar en los que son de
la radio, pero lo hacen de onda. Saben que eso no les va a redituar económicamente, porque
si tienen que salir a buscar publicidad y se olvidan de la producción del programa
periodística o artísticamente, se va todo en banda. Yo trabajo en FM La Tribu y cada un
mes o cuarenta y cinco días hacemos asambleas para que la radio no sea un mercado persa
ocupado por gente que realiza programas distintos. Participan los operadores, la gente que
hace los programas y la que está en los proyectos de la radio. Hay un espacio a la mañana
de dos horas, que es de la radio, y puede participar todo aquel que tenga ganas. Estas
reuniones se realizan para buscar una línea y evitar que la radio sea un kiosco o un
mercado. La proliferación de las FM se dio un poco porque es un medio muy barato. Se
juntan diez personas con trescientos dólares cada una y pueden comprar los equipos
tranquilamente.
Juan José Panno – Los números que tengo acá son los siguientes: aproximadamente
cuesta tres mil dólares colocar la antena, un mezclador, el micrófono y la casetera, que en
muchos casos se hace con colaboraciones de vecinos. Inclusive hay programaciones
realizadas de esta manera, con participación de los propios oyentes, que son lo que llevan
los discos a las radios. El fenómeno particular de las emisoras comunitarias, es que
responden a la necesidades de determinados grupos sociales. Hay algunas que tienen una
potencia muy baja y apenas se escuchan en tres o cuatro cuadras, pero responden a los
intereses de ese grupo porque las radios convencionales, a lo mejor, cuentan una realidad
que no tiene nada que ver con esa gente. Digamos que -esto para la televisión o la radio
comunitaria- un choque en Pueyrredón y Arenales poco le puede interesar a la gente del
Bolsón. Este fenómeno se ve también en las transmisiones de ATC (Argentina Televisara
Color) y de todas las radios de alcance nacional. El fenómeno de las radios comunitarias es
también interesante por lo que puede llegar a producirse, en tanto y en cuanto se coordine y
gente con afán comercial pueda dejar su lugar a personas que tengan criterio periodístico
para la elaboración de una radio y una programación adecuada. Esto va a ir creciendo y va a
resultar cada vez más interesante, con un trabajo coordinado.
Mucha gente de las radios comunitarias habla del cinco por uno: cada vez que cierran
una radio a través de una denuncia porque no hay posibilidad de inspección permanente en
todas, se abren otras cinco. Además, esa misma radio se pone en otro lado, porque aunque
ya haya sido detectado siempre aparece algún vecino que da otro lugar, se cambia la antena
y el medio se sostiene.
Nestor Strailmel – Recién decía Panno que con tres mil dólares se puede poner una FM.
No sé si están al tanto de lo que valen los espacios en las AM, digamos las radios oficiales,
que venden espacios, porque no todas lo hacen. Vendían espacios El Mundo, Splendid,
Belgrano, Exelcior y Buenos Aires (AM). El Mundo, desde que la compró Amalita
Fortabat, no vende más, y Exelcior y Belgrano cuando se privatizaron también dejaron de
hacerlo. En Radio Splendid, actualmente, para tener un programa de una hora de lunes a
viernes a la tarde, cobran siete mil dólares por mes, y para tener un programa de dos horas
los sábados, tres mil quinientos dólares por mes.
Juan José Panno – Hay gente que trabaja muy bien con las radios comunitarias. Además
hay buenos intentos que no se han logrado, como el proyecto de ley de Radiodifusión
presentado por la UTPBA, donde pedía una licencia especial para las radios financiadas por
sindicatos, por organizaciones intermedias, o por todas las organizaciones barriales. Esto
todavía está en discusión y es difícil que salga, porque la Asociación de Radiodifusoras
Privadas Argentinas (ARPA) no va a ceder espacio fácilmente. Pero ya fueron blanqueadas
en agosto de 1989 muchas de las radios comunitarias que existían hasta ese momento. Esto
significa un avance. No todas son radios libres con propósitos comerciales, hay también
radios comerciales. Además no está mal que existan las emisoras libres con propósitos
comerciales. El tema es cuál es la inserción de cada uno en esto, cómo participa en estos
medios y cómo se las rebusca para conseguir financiarse con todas las dificultades que
implica salir a buscar publicidad, y conseguir el espacio pero para hacer otra cosa diferente,
que sea la de ganar dinero con la radio. Por otra parte no está mal ganar dinero con el
trabajo que uno hace, me parece válido y legítimo.
Nestor Straimel – En el interior del país hay varias provincias que hicieron su propia Ley
de Radiodifusión. Neuquén, por ejemplo, tiene una que hizo Felipe Sapag en 1986. En esos
lugares hay radios donde se milita. Una es la del Obispado de Neuquén que salió en 1987 y
la dirige Jaime de Nevares. Los periodistas que trabajan en los diarios y radios oficiales de
la zona, van a militar a la radio del Obispado. Está la radio de la Universidad de Neuquén,
donde se tratan temas que fundamentalmente interesan a la gran comunidad universitaria de
la zona del valle. Para financiarla se hizo una sociedad con los trabajadores y los usuarios
de la cooperativa eléctrica. Otro dato para tener en cuenta es que la Universidad de Buenos
Aires (UBA) es una de las pocas del país que no tiene su propia radio, obviamente siendo la
más numerosa.
Juan José Panno – Para completar lo que decía Nestor Straimel de las radios sectoriales,
hay también periódicos partidarios que muchas veces no están hechos por militantes, sino
por periodistas. Porque ellos necesitan de una buena formación profesional de los
periodistas que trabajan en esos medios, para que el mensaje llegue más claro y penetre
mucho más. Normalmente los hace gente que está vinculada, que milita, y que se la rebusca
más o menos para escribir. Se trata de lograr una capacitación cada vez mayor para que,
tanto en las radios comunitarias como en los periódicos de cualquier tinte, el mensaje que
se pretende dar llegue más claro, sobre todo si este apunta a los intereses de una comunidad
determinada. En la Capital Federal hay aproximadamente ciento diez periódicos barriales,
algunos han intentado una forma de organización, pero hasta ahora no la consiguieron.
Ocurre que la Asociación de Radios Comunitarias (ARCO) y la Asociación de Radios
Libres (ARLIA), derivaron en la Federación Argentina de Radio y Televisión Comunitaria
(FARTCO). Justamente, como hay intereses que en muchos casos son contrapuestos y no
coinciden, se hace más difícil la organización. De todos modos hay posibilidad de acuerdos
mínimos como, por ejemplo, para que esas radios reaccionen en cadena en caso de una
catástrofe o un golpe de Estado. Este es un planteo que siempre se hacen ellos y es otra de
las influencias vitales que tienen estos tipos de radios: la reacción inmediata de la población
ante casos de esa naturaleza.
Trabajando en un periódico barrial uno entiende mucho más cómo es esto de ser
trabajador de prensa, porque empieza a cumplir todas las funciones que se desarrollan
habitualmente en un medio masivo. Pasa lo misma con todas los emprendimientos de este
tipo. El Clásico, por ejemplo, es una cooperativa y todos tienen que hacer de todo. Ahí, es
donde se empiezan a entender todas las dificultades con las que cuenta el resto de los
compañeros, que están inmersos en un mismo trabajo.
Nosotros nos preguntamos si somos profesionales o comunicadores sociales o
trabajadores. Si lo que hacemos es un oficio creo que una definición posible, no digo que
sea la única, es que somos trabajadores de prensa. A mí, a lo mejor porque soy un poco
antiguo, la de comunicador social me suena al aparatito que uno prende. Además,
comunicación social se puede establecer también hablando por teléfono o con un graffiti.
Hay diferentes actividades que uno puede desarrollar en un medio, y me meto en las
tareas específicas de un diario: diagramación, publicidad, fotografía, redacción. Hay
personas que son promotores publicitarios, otras trabajan en el sector de expedición y
arman los paquetes para que los diarios puedan estar en los kioscos. Todas están en una
misma relación de dependencia, y forman parte de todo un sistema de producción, que tiene
que ser aceitado y muy prolijo. Los trabajadores de prensa convivimos bajo un mismo
techo y desarrollamos toda una tarea similar. Hay diferencias en el estatuto, los periodistas
tenemos un régimen especial, que no tienen los administrativos, por el cual cobramos una
indemnización superior en el caso de despido. Este régimen es de seis sueldos, sumados a
un año de actividad, más las vacaciones y el aguinaldo. Todo esto da un total de diez
sueldos y pretende evitar los despidos. Aunque hay algunos periodistas, poco habituales
hoy, que son cazadores de recompensas. Entran en un medio, se hacen hechar armando un
kilombo y juntan la plata de la indemnización, lo que es éticamente lamentable, y después
buscan otro lugar donde desarrollar una tarea similar. Se conocen muchos casos de gente
que se maneja de esta forma, que son aparentemente compañeros y combativos en el
desarrollo de la lucha gremial, pero a la hora de la participación activa, resulta ser que
cuando los despiden dicen: “por mi no luchen, yo me llevo la guita y chau”. Todos los que
trabajamos en un medio formamos parte de la misma cadena y nos sentimos trabajadores de
prensa, igual que un compañero de expedición, un fotógrafo, o un diagramador.
Vamos a ver cómo funciona un diario para que entiendan mejor como vamos a trabajar
en los talleres y que sentido tienen algunas cosas que nos planteamos, que no son caprichos
hablar de los horarios de cierre, ni de pedirles prolijidad, ni de insistir en la precisión en los
datos, porque si no trabajáramos de esa manera los diarios no podrían salir.
Clarín, por ejemplo, tiene por la mañana un grupo de trabajo, que en una época hasta que
cayeron los muros se llamaba Siberia. Es un sector donde trabaja la gente aparentemente
castigada, pero que cumple un papel importante en la organización previa del diario. Este
grupo de periodistas se reúne con un secretario de redacción, y elaboran un comparativo de
las informaciones que salieron en los diarios del día anterior. A partir de ahí empiezan a
trabajar en lo que se llama la “Séptima”, porque es lo que le sigue a la Sexta edición de un
diario, que es la última. El material que se prepara por la mañana puede ser para la edición
del mismo día o de los días siguientes: Clarín Revista, por ejemplo, se hace con quince días
de anticipación, es decir que periodísticamente está terminada quince días antes del
momento en que va a aparecer junto con el diario. Esto hace que haya notas devoradas por
el tiempo. Para evitarlo se escriben notas que no puedan perder actualidad y que no puedan
transformarse con el tiempo. Algo difícil en nuestros medios donde la transformación es
permanente y nos despertemos cada día con realidades diferentes.
El grupo de la mañana sale a cubrir las notas, y cuando llegan al diario por la tarde se las
presentan a los secretarios de redacción. Estos lo primero que hacen es trabajar sobre las
pautas de los avisos, que se llama mono y es un cuadernillo donde figura toda la publicidad
que tiene el diario para el día. La propaganda es el primer condicionamiento que le impone
la realidad a los medios. Clarín de hoy tiene un treinta y cuatro por ciento de publicidad en
el cuerpo central del diario. Se hace una distribución de las páginas a partir del primer
condicionamiento. Muchas veces se dice en los medios, irónica o sarcásticamente, que lo
nuestro consiste en llenar con letritas negras lo que queda del porcentaje de publicidad.
Pretendemos que no sea así, que no sean sólo letritas negras para acompañar la publicidad.
El grupo de secretarios de redacción elabora y discute las pautas de trabajo, esto en los
diarios que funcionan bien, hay otros que directamente saben más o menos lo que hacen y
después termina mezclándose todo. Por esa falta de coordinación y de no saber exactamente
lo que va a llevar cada sección, hay notas que aparecen tanto en información general como
en policiales o política. Hay algunas pautas anticipadas como la cantidad de espacio que
requiere cada sección. No son todos los casos iguales, a veces se modifican en función de la
realidad y otras no. Hay diarios en donde saben que deporte tiene cuatros páginas, que
información general tiene seis y de esto no cambian, aunque la realidad sea tan dinámica
que obligue a cambiar una sección en relación con otra. Hay diarios que arrancan con
internacionales pase lo que pase, aunque haya un golpe de Estado las dos primeras páginas
van a ser para esa sección. En cambio, otros pueden llegar a empezar por economía o
información general, como el caso de Clarín o Página/12.
Lo cierto es que este grupo de secretarios, cada uno responsable de su sección, comienza
a trabajar a partir de toda la información que tiene. Esta llega por las agencias nacionales o
internacionales, por propia información, por los corresponsales o enviados especiales, por
los correos de lectores o lo que chusmean estos y por los acreditados en los distintos
medios. Con todo este material se reúnen temprano, para saber como van a desarrollar la
actividad. A partir de ahí se juntan en la sección y entregan el trabajo a cada redactor que
pertenece a ella.
Supongamos que llega por cable la noticia de que murió Margaret Thatcher. Los
cableros distribuyen los cables en los distintos canastos que van a ir al jefe de redacción,
pero informaciones de este tipo inmediatamente pasan a la sección correspondiente. La
sección internacionales maneja la noticia de la muerte de Margaret Thatcher, el jefe de la
sección determina que hace con la información, pero depende de la hora que haya muerto
es más o menos importante. Si muere a las 24, cuando el diario está por cerrar y hay pocas
posibilidades, la noticia va a salir en la edición del día siguiente. Aquellos diarios que
trabajan muy bien cambian esta información por otra, porque tienen preparadas
necrológicas. Esto puede sonar terrible pero tienen que ver con la realidad de los medios.
También hay biografías para no hacerlo tan duro, pero están esperando que la persona se
muera. En La Razón había una doble página de Hugo del Carril, a la que le faltaba decir “a
las 14 de ayer falleció el actor…”. Todos los días estaba ya armada en el taller y Hugo del
Carril murió un año y pico después. Lo cierto es que la necrológica estaba ahí, y los medios
están obligados a trabajar de esa manera, no queda otra posibilidad.
Hay muchos medios que no lo hacen y se encuentran con muchas dificultades cuando se
muere alguien a última hora. Llega la información que murió Margaret Thatcher, el
periodista, si tiene tiempo, puede mejorar la necrológica que ya está escrita, alguno hará
una nota sobre la nueva situación que se plantea en Gran Bretaña, y otros un trabajo con la
mujer en la política. Se pone en funcionamiento un trabajo de equipo, todos empiezan a
trabajar en función de ese tema, que es la información central para la sección. Antes de
empezar a elaborar la noticia, el jefe de la sección se encuentra con el diagramador. Los
habituales diálogos son más o menos así:
- Hola, que tal?.
- No entra nada, no cabe.
Uno siempre pretende que los diagramadores estiren como chicle porque tiene más
información de lo que da el espacio. Pero más allá de las peleas, que tienen que ver con el
folklore, es indispensable entender la importancia de un trabajo de equipo.
Los diagramadores son los que van a hacer que el mensaje llegue mucho mejor y que se
mantenga el estilo, aunque nos compliquen con el espacio que tengamos previsto o nos
obliguen a contar, alargar o rehacer una nota. Uno de los sistemas de trabajo con los
diagramadores es cuando existe un diagrama previo, al cual uno tiene que ajustarse. Por
ejemplo, si van a jugar River y Boca a las 22, no se puede esperar que el partido termine
para escribir la nota, porque finaliza a las 23.45 y ya hay un diagrama hecho. Todos los
suplementos deportivos de los diarios están diagramados previamente. Lo mismo pasa si
hay alguna manifestación que se supone que termina tarde o alguna noticia en política o
una ley que está prevista salir. La página donde va a ir esa información está preparada de
antemano y ya se sabe que tiene un espacio determinado. A partir de esta pauta se escriben
los antecedentes, todo lo que pasó sobre el tema, y quedará una cabeza para la información.
En este tipo de sistema hubo un caso muy curioso que sucedió en Uruguay, cuando se
jugaban los partidos de fútbol por la tarde, y la sexta edición cerraba casi con el final del
juego. Supongamos que jugaban Peñarol y Nacional y termina el primer tiempo cero a cero.
Se hacía la crónica de ese tiempo y había una fórmula habitual que era “sin otras
alternativas de interés, el partido terminó…” y ahí ponían el resultado. Se suponía que
venía todo para el cero a cero, pero quedó “sin otras alternativas de interés, el partido
terminó Peñarol 6, Nacional 4”.
El diagramador determina cuantas notas entran por página y la cantidad de líneas que
tiene que llevar cada una. Una vez escrita la información se la titula, se le hace copete o
bajada y pasa a la corrección. Todo trabajo desordenado, desprolijo y que no atienda a los
posibles errores, complica mucho al corrector y a todo el proceso. De ahí, el material pasa
al tipeador, vuelve al corrector, va al armado, después a la película, a la rotativa y por
último se imprime.
Después de todo este proceso resulta ser que podemos leer en el diario que Margaret
Thatcher tuvo trillizos. Normalmente no va a pasar esto, pero a pesar de todos los controles
que existen hay muchos errores graves. El caso más curioso de los últimos tiempos se dio
en Clarín con un periodista que confundió mortalidad infantil con natalidad, y salió
titulado: “Aumenta la natalidad infantil”. Desde ese día el periodista este quedo conocido
como “Natalidad Infantil”. Hay otra como "El Gobierno se reúne con la CCT de Ubaldini",
que salió en la tapa de Clarín. “El delincuente huyó en ambas direcciones”, “La mujer
accidentada era de sexo femenino” y “Los muertos viajaban en el colectivo que chocó al
camión”. En Clarín salió una noticia de una huelga de médicos que se había producido
veinte días antes y ya había terminado: estaba almacenada en le computadora, apretaron
mal el botón y el material se editó.
A veces se producen errores por no picar bien un cable. A La Razón había llegado un
cable de la agencia Télam y salió titulado en tapa “Hace unos minutos se declaró un
incendio en tal lugar”. Esto quiere decir que si yo leo el diario a las 9.45 el incendio
empezó a las 9.10, y si lo leo a las 22.30 creo que fue a las 22.00. Otro de los errores
comunes son los epígrafes: hay que ordenar bien la foto con su correspondiente epígrafe.
En 1967 en una exposición de la Sociedad Rural, La Razón publicó dos fotos, una de un
campeón y la otra de la señora de Onganía. Resultó ser que la mujer era el gran campeón. A
veces también salen los mensajes adicionales, como ponen ustedes: “Discúlpeme pero no
me andaba bien la máquina” o “Me sobran dos líneas”. Los tienen que poner en hoja aparte
para que no pase como salió una vez publicado: “Les dejo el material muchachos, traten de
cortar poco, saluti a tutti”.
Todas estas cosas vistas a la distancia son muy divertidas, pero cuando le pasan a uno
duelen muchísimo. En tanto uno tenga un poquito de orgullo y amor propio por lo que
hace, cada error de estos cuesta mucho. A veces se deslizan por apuro, por desidia, o por no
corregir. La máquina de escribir suele traicionarnos, pero tenemos que corregir esos errores
para que no pasen cosas irremediables. Un corrector que leyó rápido porque estaba
apurado, no puede darse cuenta si uno pone enterados o enterrados. Por eso lo principal es
entender la función y el trabajo de cada uno, para darse cuenta que el periodismo es un
servicio. También tienen que respetar al compañero, por eso les pido que sean respetuosos
con los originales e inclusive con ustedes mismos, porque nosotros vamos a jugar en los
talleres, pero juguemos a ser trabajadores de prensa y sintámonos como tales.
Uno de los problemas que se les va a presentar es el de la mano de obra barata a la que
pueden ser sometidos. Un medio les va a dar la posibilidad de colaborar sin cobrar por ese
trabajo que van a desarrollar, porque son estudiantes y necesitan experiencia. Nosotros
somos profesionales del periodismo en tanto no seamos amateurs y cobremos por el trabajo
que realizamos. Además el problema se puede plantear en perspectiva: el día de mañana
ustedes pueden trabajar en un medio porque ya están experimentados, y resulta que ese
lugar que podrían ocupar se lo dan a otro estudiante que tenga la necesidad de
experimentar. Porque el empleador tiene la posibilidad de pagarle mucho menos a ese
estudiante por el trabajo que lo que cobrarían ustedes, ya transformados en profesionales.
Por supuesto que esto no tiene nada que ver con la participación en un periódico que se está
haciendo a pulmón, donde todo el mundo pone su empeño e inclusive hasta plata de su
bolsillo para desarrollarlo. Por supuesto que los límites éticos se los va a poner cada uno de
ustedes, y sabrá en que momento y por qué va a trabajar gratis. Esto va a depender mucho
de la manera en que encaremos la lucha, que ya viene dando la UTPBA para conseguir que
exista una legislación que permita las residencias a los estudiantes.
PRINCIPIOS INTERNACIONALES DE ETICA PROFESIONAL EN EL PERIODISMO
Material elaborado por la UTPBA sobre dos reuniones que se realizaron en 1983, con
distintas organizaciones que representaron a cuatrocientos mil periodistas.
El derecho del pueblo a una información verídica
El pueblo y los individuos tienen el derecho a recibir una imagen objetiva de la realidad,
mediante una infamación objetiva precisa y global, así como a expresarse libremente a
través de diversos medios de cultura y de comunicación.
La responsabilidad social del periodista
En el periodismo la información es entendida como un bien social, y no como una
mercancía, lo que implica que el periodista comparte la responsabilidad por la información
transmitida, y por consiguiente, responde no sólo ante los que controlan los medios
informativos, sino, a fin de cuentas, ante el público en general y sus diversos intereses
sociales. La responsabilidad social del periodista exige que éste actúe, bajo cualquier
circunstancia, en conformidad con su conciencia personal.
La integridad profesional del periodista
La integridad de la profesión no permite que el periodista acepte soborno alguno, o la
promoción de ningún interés privado contrario al bienestar general. Forma parte de la ética
profesional, asimismo, el respetar la propiedad intelectual y, en particular, evitar el plagio.
El acceso y la participación del público
La naturaleza de su profesión exige que el periodista promueva el acceso del público a la
información, y su participación en los medios de comunicación, incluyendo el derecho de
corrección o rectificación y el derecho de réplica.
El respeto de la vida privada y de la dignidad humana
Parte integrante de las normas profesionales del periodista es el respeto del derecho del
individuo a la vida privada y a la dignidad humana, en conformidad con las estipulaciones
del derecho y la reputación de los demás, prohibiendo la calumnia, la maledicencia y la
difamación.
Ahora se esté viviendo en prensa un proceso interesante de apertura hacia la discusión
de todos estos temas, como la censura o las agresiones. Se han planteado diferentes
congresos de periodistas con la participación de los estudiantes, para poder debatirlos entre
todos, porque no han sido lo suficientemente analizados. Para cerrar quiero decirles que
está claro que el camino es muy largo, que por ahí baja y se pierde con ustedes, pero habrá
que recorrerlo, andar, y en medio de esta realidad seguir sembrando y apostando a los
sueños de cada uno. Me gustaría que les quede claro la necesidad del respeto a la gente con
la que van a trabajar, y que entiendan esta profesión básicamente comprometiéndose con la
gente.
Alumno - ¿Cuál es el medio radiofónico o gráfico o televisivo que tienda al ideal?
Juan José Panno – Para mi gusto es el diario El País, de Madrid. Uno de acá sería como
armar un rompecabezas porque me gustan cosas de distintos medios, pero ninguno de los
que existe es el que yo haría. Tampoco creo que si el grupo de TEA editara un diario, lo
hiciera a imagen y semejanza de los medios en circulación. La frescura, la desfachatez y el
carácter transgresor de Página/12 es bueno: rompió con el acartonamiento del periodismo.
La Nación es un diario serio, bien trabajado y con mucha información, tiene notas,
informes y servicios especiales, que encajarían muy bien en otro medio ideológicamente
distinto como Página/12. El Clarín de los últimos tiempos es interesante en muchas cosas y
me parece que es para seguirlo más allá de que uno no pueda concordar con algunos
detalles, además, la forma en que se está trabajando es mucho más profesional y
periodística que antes. También me gusta el olfato y el carácter popular que tiene Crónica.
Cuando trabajé ahí me sentí muy a gusto, no porque parta del criterio de que todo lo que
chorrea sangre está bien, sino porque se puede entender que Crónica convive con la
realidad de mucha gente. No hay que ponerle sólo la etiqueta de sensacionalista a un diario
como Crónica.
Alumno -¿Cómo se está tratando la Ley de Radiodifusión?
Juan José Panno – No tengo información muy precisa, sé que se está tratando ahora y
que hay seis o siete proyectos presentados. El planteo de algunos proyectos es el de la
licitación en favor de medios sin demasiados recursos económicos. Es muy probable que no
se dé respuesta a esta necesidad social.
Alumno - (pregunta de la que no se tomó nota)
Juan José Panno – Los medios son los que tienen normalmente menos prensa en la
prensa, los sindicatos que tienen poca prensa son habitualmente los de prensa. Tanto la
Unión de Trabajadores de Prensa como el sindicato gráfico, no tienen muchas posibilidades
de difundir. Pero esto depende de cómo transmitimos el mensaje, y cómo generamos las
noticias. Existe la necesidad de producir información de modo tal que los medios no
puedan evadirla. Cuando fue el conflicto del diario La Razón, la movilización iniciada por
los propios trabajadores les permitió, primero hacer un medio propio y sacarlo a la calle, y
después inventar fórmulas diferentes para acceder a los medios. Fórmulas como “patéele un
penal a Fillol y ayude a que no se cierre La Razón”, festivales y actividades que obligaron a
que los medios tuvieran que dar esa información. Desconozco porque no tuvo difusión el
caso de Radio Nacional. Sé que la gente en algún momento estuvo en la puerta de la radio,
y conozco como funcionaba la participación popular que generaba ese medio. Pero me
imagino que algo de esto tendrá que ver con la desmovilización social general, que hizo que
no se haya podido ejercer más fuerza desde la misma gente que trabajaba en la radio para
evitar el cierre. Lo de los medios es combinado: por un lado la falta de interés por dar
información de este tipo, y por el otro la falta de precisión para hacer llegar esa información.
Alumno - ¿Existe en el interior un sindicato de prensa?
Juan José Panno – Está la FATPren, Federación Argentina de Trabajadores de Prensa, y
en todas las provincias existen sindicatos. Ya entrando en la interna de prensa, hay
corrientes que se forman con distintos sindicatos independientes de la FATPren, y hay
intentos de agruparse de algunos sindicatos determinados. Esto tiene que ver con toda una
lucha política por insertarse en estos sindicatos, y llegar a la FATPren.
Alumno – Me comentaron que algunos medios toman una persona y justo el día
veintinueve lo echan, después toman a otro y así sucesivamente.
Juan José Panno – Existe y es una trampa legal. Algunas empresas lo hacen, pero
también depende el grado de organización interna para evitar que esto pase. Cuando un
medio tiene una comisión interna sólida, pasará una o dos veces, más no, y en la medida de
sus posibilidades organizativas harán un paro para defender a esa persona que al día
veintinueve fue expulsada, o pedirán a la empresa que dé razones contundentes para
explicar el porqué. En algunos casos se utiliza esta trampa legal, pero no es tan frecuente
como un acuerdo de partes, que es gente que permanece un tiempo más allá de los
veintinueve días con un acuerdo tácito hasta llegar a su incorporación. Hay otros que entran
contratados por una determinada cantidad de tiempo. Estas dos situaciones no son legales,
porque si la empresa decide no incorporarlos como efectivos a los tres meses, y lo despide,
puede hacerlo.
Alumno -¿Hasta los veintinueve días no firmas nada?
Juan José Panno – Sí, firmas tu incorporación, y este es el argumento que utilizan el día
veintinueve para decirte que no quedaste efectivo. En otros casos directamente no firman
nada, ni se da por sentado que van a pasar veintinueve días. Es una especie de colaboración
que puede extenderse mucho tiempo, lo que se llama una colaboración permanente.
Nosotros nos hemos pegado cada porrazo con el derecho de piso… Justamente esto fue
lo que alguna vez nos hizo juntar a los que hacemos TEA para decir “hagamos que la gente
no pague tanto derecho de piso”. Este mismo aprendizaje que más o menos ordenadamente
pueden tener ustedes, nosotros lo tuvimos a los golpes, equivocándonos, sufriendo mucho y
soportando humillaciones. Fue bastante difícil, pagamos mucho derecho de piso.
También ustedes van a tener que pagarlo en los medios, lo que pretendemos ese que ese
arancel sea cada vez más bajo. Más que por los medios pasa por algunos periodistas con
mentalidad paquidérmica y anquilosados, que creen que los jóvenes van a romperle todas
las estructuras, y les temen más a los que vienen con mucha fuerza, empuje y una mayor
apertura. Que hay que pagar derecho de piso no hay ninguna duda, porque uno no llega a
los medios y mágicamente se encuentra con que tiene todo servido y les dan las mismas
posibilidades que tiene una persona con veinte o treinta años de oficio.
Alumno -¿Qué es lo que la gente experimentada y con una trayectoria le teme tanto a los
jóvenes?
Juan José Panno – En principio les temen porque son jóvenes, porque suponen que son
capaces, que de hecho lo son, y que estos puede hacerles peligrar su propia fuente de
trabajo. Además, les temen porque en esta sociedad uno ya es viejo a los cincuenta años.
Alumno -¿Por eso lo de no avivar giles?
Juan José Panno – Por eso lo de no avivar giles, que después se vuelven en contra.
Nosotros tratamos de avivarlos lo más que podemos, justamente porque les tenemos miedo,
entonces van a decir: no, pero estos nos avivaron.
Alumno – (pregunta de la que no se tomó nota).
Juan José Panno – Hay mucha gente que supone que poniendo una radio va a encontrar
una salida a su situación económica. Son tipos que buscan por cualquier lugar, y por ahí
encuentran una veta en la radio, pero sospecho que ese verdulero algún interés de
comunicación debe tener. Habrá quien no, pero la mayoría debe tenerlo. No está mal que
quiera hacer un negocio, lo que pasa es que también se plantea hacer un negocio Clarín, los
canales, y más negocio todavía cuando se produce la concentración de medios. Negocio
también quería hacer (José) Pirilo, que era director de La Razón. No era lo mismo que
(Jacobo) Timerman, que también era director pero quería vender, y tenía razón en querer
vender. Nosotros queremos que el libro de Olmedo se venda, y tenemos derecho a exigir
que se ponga toda la carne en el asador para que sea así, lo que pasa es que depende de qué
cosa hace cada uno para vender. Después, si yo fabrico chorizos porque me permiten decir
determinadas verdades, ahí empiezan los límites, que son muy imprecisos y hay que ver
hasta qué punto lo que interesa es únicamente vender chorizos, o si efectivamente se hace
un esfuerzo para poder realizar otra cosa distinta. Esto lo va a ir descubriendo cada uno,
pero si lo planteáreamos tan apocalípticamente, si dijéramos que todo es comercio -también
las radios libres- y que a nadie le importa nada de la comunicación, agarremos las cosas y
vayámonos. Yo creo que no es tan así, además este frente de lucha –entre tantos que cada
uno de ustedes debe tener- sirve para pelear, para ir a dar batalla ahí adentro y para hacer la
programación dentro de ese marco que crean mejor. Lo ideal es una coordinación de todos
esos medios para que respondan a los interese de ese grupo, de un grupo más amplio y en
definitiva, a los de toda la comunidad, pero esto no es tan fácil.
Alumno – (pregunta de la que no se tomó nota).
Juan José Panno – Será cada uno el que determinará hasta qué punto pretende llegar a un
medio para figurar, para ganarse la vida, para vivir lo más dignamente posible, o para la
transformación social. Yo no creo que desde el periodismo uno pueda plantearse
transformar esta sociedad, o por lo menos desde la actividad individual del periodismo. Me
parece que esto tiene que ver con una búsqueda de cada uno de nosotros, en tanto
entendamos que esto tenga que transformarse, porque habrá quien no. Aquel que entienda
que tiene que transformarse luchará en todos los frentes que pueda, desde el sindicato, o del
partido político, o procurando una organización en prensa, u organizaciones que puedan
coordinar su tarea con otra similares. Desde ahí cada uno da la pelea como puede, que el
camino nos lleva a la estancia es cierto, tratemos de evitarlo.
Néstor Straimel – Hoy Panno tiene cerradas muchas puertas porque fue delegado en
varios medios, y militó en el gremio de periodistas. Yo estoy seguro que si Panno volviera
a tener veinte años y a iniciar su carrera, haría lo mismo que hizo aun sabiendo que iba a
tener las puertas cerradas. Eso uno lo sabe la primera vez que se propone para ser delegado
de un medio, porque lo que está enfrente no es poca cosa. Están los Vigil, la señora de
Noble, los Peralta Ramos, los Bartolomé Mitre, lo más aristocrático de los que manejaron
el poder de este país durante muchísimos años. Entonces lo que puede hacer uno es,
primero tratar de ser un buen periodista: cumplir con los principios de la ética, escribir bien,
hacerlo a medida, y después si tiene ganas tratar de defender su lugar de trabajo. Hacer que
se cumplan las leyes mínimas que uno tiene por la lucha de varios compañeros durante
muchos años, que lograron una serie de leyes, algunas ventajosas, para los trabajadores de
prensa. Eso es lo que uno puede hacer desde uno. Después viene la CGT, el país,
Latinoamérica y todo.
Juan José Panno – Existe el peligro y el temor de que una ley de radios comunitarias
pueda ponerle trabas al funcionamiento del sistema, que es a lo que más se puede aspirar.
Entonces tratan de evitar que esto ocurra. Hay tres mil ochocientas ondas que deberían ser
adjudicadas y no lo están. Uno de los puntos centrales es la licitación favorable para las
organizaciones intermedias. Los demás son puntos que se pueden llegar a compatibilizar y
discutir, pero este no.
Alumno – El problema que tienen las radios comunitarias y las organizaciones
intermedias con la actual Ley de Radiodifusión -que es un decreto ley del gobierno de
Videla- es que si se leen los concursos de adjudicación de las ondas, únicamente van a estar
contempladas las personas jurídicas, las sociedades anónimas y las de cooperativas
limitadas. Entonces, lo que estamos peleando es que salga la ley nueva para que los
concursos se rigan por ella. Otra de las cosas es que están los proyectos peronistas y
radicales, que se encuentran en el Congreso, conque hay otros intereses, a lo mejor tienen
muchos puntos coincidentes, pero por cuestión de equilibrio de fuerzas no salen. Hay uno
que elevó el Comité Federal de Radiodifusión (COMFER), que no contempla a nada que no
sean sociedades comerciales. El problema que se puede plantear es que empiecen a
adjudicar las ondas, y en la mitad de esto salga la ley, entonces la mitad del país va a tener
radios comunitarias y la otra no. Hoy por hoy es muy posible que pase porque no se ponen
de acuerdo en el Congreso.
Juan José Panno – El problema no es sólo político partidario, también tiene que ver con
las internas políticas, los debates que se plantean en el peronismo con la antigua renovación
y el menemismo.
Alumno -¿Cuáles son los parámetros ideológicos que se manejan en esto?
Néstor Straimel – Actualmente, en lo único que se puso de acuerdo la Comisión de
Comunicación es en rechazar el proyecto oficial que presentó León Guinsburg. Además,
como estamos en el período de sesiones extraordinarias, el único proyecto que se podría
tratar sería el oficial. Entonces están esperando que comience el período ordinario para
compatibilizar los proyectos radical y peronista.
La Ley de Radiodifusión en el interior, vuelvo a citar el caso de Neuquén porque una
vez le hice un reportaje a Felipe Sapag cuando era gobierno en 1987. Le pregunte cómo
promulgó una Ley de Radiodifusión estando en contra de la Constitución Nacional, porque
tiene que haber una ley nacional: no puede ser sólo provincial. Me contestó que todas las
radios de la provincia que estaban en la cordillera eran ilegales, pero que las respaldaba, y
que venga algún miembro de la Corte Suprema o del COMFER a sacarle la radio a la gente
de cualquier lugar de la cordillera. Era el único medio nacional que tenían porque todos los
que llegaban eran chilenos. Lo que hizo Sapag fue autorizarlas y apoyarlas de hecho. En
muchas provincias puede pasar lo mismo.
Juan José Panno – Hay un proyecto presentado por el gremio que lo hizo Lidia Fagale,
secretaria de asuntos profesionales del gremio. Ya lo presentó y ha tenido un trabajo muy
intenso, elaborado por gente que ha sido alumna o docente de la Universidad de Lomas de
Zamora.
(Pregunta de alumno de la que no se tomó nota)
Juan José Panno - Una persona de nombre tiene una cotización distinta, gana más que la
colaboración de un redactor, pero no sumas increíbles, porque normalmente no se pagan en
periodismo. Además, muchas veces entregan la nota y ni siquiera preguntan cuanto le van a
pagar. Tienen determinado un régimen de colaboraciones especiales y comunes, pero los
sueldos los fijan las empresas.
Néstor Straimel – Cuando trabajábamos en El Gráfico, los que ganaban más por mes
eran Guillermo Vilas, Cesar Luis Menotti y todos los que firmaban las columnas que
hacíamos nosotros.
Juan José Panno – Esto no quiere decir que uno pueda negarse a la posibilidad de que
incursione en el periodismo gente que tiene cosas para decir, porque sino caeríamos en el
extremo de que únicamente pueden escribir los periodistas, y no es así. Hay gente que sobre
determinados temas pueden decir cosas muy interesantes, y está bien que lo haga y que los
medios le den espacio a esas personas. Pero está mal que un boxeador, porque ganó una
pelea, aparezca como columnista de un medio.
Hay intereses en colegiar la actividad y en legislar de modo tal, que pueda tener el
gremio la misma fuerza que tienen los locutores, que bien organizados han conseguido que
un periodista no pueda dar el tiempo, ni el nombre de un intérprete. Tampoco se pueden
leer cables, pero se leen igual. Habrá que ver cómo se hace esto, porque es muy riesgoso
ver como se da, hay muchas trampas con la colegiación. Por otra parte, el locutor sí puede
hacer preguntas, y esto es lo que deberíamos tratar porque es una situación de falta de
correspondencia.
Néstor Straimel – Cuando analizamos el tema de Susana Giménez, que tiene escrita las
preguntas, sacamos la conclusión de que está bien. Ella no es periodista pero un periodista
se las escribe, y ella lo único que hace, es leerlas.
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