autor : Guillermina Torres Reca El teatro como centro de literatura Nuestros Huesos, de Marcelino Freire, Buenos Aires, Adriana Hidalgo editora, 2014. Traducción de Cristian de Nápoli. Nuestros Huesoses una novela melodramática cuyo protagonista, Heleno, es un hombre de teatro que se impone la misión de devolver a la familia del muerto el cadáver de un taxi boy con el que alguna vez tuvo alguna relación amorosa, en el norte de Brasil. Para hacerlo, invierte el dinero de todos sus años y premios como dramaturgo, entra en el circuito de prostitución paulista y atraviesa el país en un coche fúnebre. Es, digamos, la novela imaginada del dramaturgo. Además, es la primera novela de un cuentista, de Marcelino Freire, si es que Freire se puede considerar solo un escritor: creador desde 2006 del importante evento paulistano, Balada Literária, donde reúne artistas y escritores en su mayoría brasileños, contemporáneos y consagrados, para hacer fotografía, música, teatro y sobre todo literatura.* En su anterior libro publicado en Argentina por Santiago Arcos (2013),Cuentos Negreros, la prosa toma la forma de un monólogo ríspido, en unos relatos escénicos, escritos en voz alta: Zé, esa es buena. ¿Qué carajo vamos a hacer en Lisboa? ¿Bariloche o Shangri-lá? Traslados de acá. Par allá. (...) No deberíamos movernos de lugar (...) Prestá atención: ni siquiera conocemos bien Brasil. (...) Nuestro destino es uno solo (...) Cortala con la imaginación (...) Al perro lo podemos enterrar en cualquier lado. Enterralo ahí en el jardín, Zé. Y asunto cerrado. (“Suplemento de turismo”,Cuentos Negreros) EnNuestros Huesos, el volumen de voz baja sus decibeles y se acompasa la escritura con el ritmo de lo asumido. Pero el teatro es otra vez centro de la literatura de Freire esta vez como estrategia vital incorporada por el protagonista, un dramaturgo nacido en el sertón, que hizo su primer vestuario con un cóccix clavado en la tierra seca, dura. Soy un hombre antiguo y las historias así, que no sean de amor manso, me parten como un palo y me aterran, sin embargo el ejercicio que hice, de concentración, el pensamiento calmo, aprendido en toda una vida consagrada al teatro, me salva del horror, la realidad, al menos públicamente, no me hiere, ni me quiebra. Asimismo, es una novela de migraciones. De las largas distancias brasileñas por paisajes desérticos, playas paradisíacas, barrios de potrero y el río Capibaribe. Del campo a la ciudad, de la vida seca a la city del espectáculo y una fama posible. El itinerario: Sertânia, Recife, San Pablo (el mismo que hizo Freire como escritor). Sí, el cadáver en la morgue es el del garoto taxi-boy y el drama será devolver sus restos embalsamados a la familia a Poço do bói. Pero esa es la segunda parte de la novela, un tanto patética, pero más cómica, a lo Guantanamera, la película Cubana, atravesando pueblitos en 40 horas de coche fúnebre en silencio con el conductor. Pero para llegar a esa parte, hay que atravesar primero otro viaje a la biografía de Heleno. A los restos encandilados de una memoria, en la que cada capítulo es una breve crónica por el cuerpo: la infancia cuando se da a luz a la vocación; la juventud cuando se decide arrancar la raíz del suelo y volverse un extranjero. Los huesos de boy muerto y los huesos de buey (bói en portugués) de la infancia, del primer amor, del primer viaje, “Parte uno” y “Parte otro” –así se titulan ambas partes– se mezclan en el delirio tranquilo del recuerdo de un protagonista cansado aunque con las reminiscencias siempre enérgicas del espíritu meloso que se enamoró de un muchacho “bragueta punto caramelo”. Ambos viajes son, así, dos retornos, al descanso, una vuelta al suelo. Esquelético, mi cuerpo, escenográfico, hete aquí que reaparece, menudo, mi vieja capa de cuero de vaca, la espada de fémur, la minifalda de cóccix, un guerrero noble, un cangaceiro, todavía soy, y así me siento, un vencedor, mi padre tenía razón, sí, en el futuro, cuando otros hombres vengan a esa región, mi historia estará escrita en mis huesos, ellos sabrán de mí. Sus dedicatorias ya adelantan un tono: la primera, más convencional: al padre, al hermano; más abajo, una segunda, melosa y casi anacrónica: Y a mi alma gemela. Dicho así, parece el confesionario de un gay burgués, y de hecho lo es, pero también es una trama policial, una corrida detectivesca con travestis, prostitutos, obsesivos, cadáveres por reconocer; la noche de la gran ciudad brasileña, con tiroteos y personajes anónimos, dobles, cuerpos esquivos y desnudos a la calle, al calor nocturno. El retorno acaba siendo la conciliación del móvil fantasioso que rige desde el primer juego infantil e impulsa al dramaturgo a salir de la tierra de la dureza sertaneja con el valor heroico del “nordestino migrante”. Heleno puede ser un sexagenario gay severino. Como en el poema de João Cabral de Melo Neto: “Deixando vou as terras/ de mina primera infancia./ Deixando para tras/os nomes que vão mudando./ Terras que eu abandono/porque é de rio estar passando./Vou com passo de rio,/que é de barco navegando./ (…) / Vou andando lado a lado/ de gente que vai retirando;/ vou levando comigo/ os ríos que vou encontrando.” (Morte e vida severina) Heleno lo dice, movido por la culpa, y logra revitalizar, en los últimos días de su vida, su poder de navegación, para llegar a reencontrarse con el río Capibaribe y que el agua le lave el cuero de los pies como una bendición antes de que caiga el telón. "Este libro [dice Marcelino Freire] muestra más a San Pablo que del sertão (su desierto natal), para escribirlo recordé mi propia trayectoria pero no es autobiográfico digo yo, es autopornográfico, así percibo la ciudad, si bien soy la fuente de esta escritura, esta escritura es un río que arrastra muchas otras miradas y cosas a su paso". *Marcelino Freire (1967) es oriundo de Sertânia, estado de Pernambuco, un pueblo de treinta mil habitantes. Luego de una estadía breve en Bahía, se radica en la capital de Pernambuco, Recife donde comienza su vida en el teatro. En los ochenta comienza la carreta literaria y para los noventa ya estaba instalado en San Pablo. Balada Literária, el evento que desde 2006 organiza en el barrio de Vila Madalena, en la ciudad paulista es uno de los más importantes en todo Brasil. Se trata de lo que los brasileños denominan “sarau” y nosotros conocemos como “varieté”. Allí estuvieron Arnaldo Antunes, Lins, Laerte, Caetano, Washington Cucurto, António Cândido. En la varieté la literatura habita la periferia.En palabras de Freire, la Balada busca “celebrar la literatura sin formalidades. Mostrar que los libros pueden convivir muy bien con el provolone, la papa frita, el jugo de uva… Basta de solemnidad, de discurso. La literatura necesita de vida. Lo que hace la Balada es eso: saca la literatura de las estanterías, de los ambientes cerrados, y la pone en la calle, en los cafés, al lado del lector… Y lo que es mejor: todo gratis. Es todo gratuito. Es solo llegar y participar”. (Actualización septiembre – octubre 2014/ BazarAmericano)