Correspondencia Enfermedad por depósito lisosomal con peculiaridades diferenciales: gangliosidosis GM1 tipo II Alfonso Amado-Puentes c, Óscar Blanco-Barca d, M. José Coll a, M. José Sobrido b a Institut de Bioquímica Clínica. Hospital Clínic. Barcelona. b Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica. Santiago de Compostela, A Coruña. c Servicio de Pediatría. Sección de Neuropediatría. d Servicio de Neurología. Complejo Hospitalario Universitario de Vigo. Vigo, Pontevedra, España. Correspondencia: Dr. Alfonso Amado Puentes. Servicio de Pediatría. Hospital Xeral-Cíes. Pizarro, 22. E-36204 Vigo (Pontevedra). E-mail: [email protected] Aceptado tras revisión externa: 10.02.14. Cómo citar este artículo: Amado-Puentes A, Blanco-Barca O, Coll MJ, Sobrido MJ. Enfermedad por depósito lisosomal con peculiaridades diferenciales: gangliosidosis GM1 tipo II. Rev Neurol 2014; 58: 382-3. © 2014 Revista de Neurología Las esfingolipidosis son un grupo de enfermedades hereditarias, a menudo fatales, causadas por la deficiencia de una enzima lisosomal específica o de su activador proteico. Esto conlleva la acumulación intracelular e intersticial de los esfingolípidos. Se describen dos tipos en función del tipo de déficit enzimático: las GM1 [1] y las GM2 [2]. En las gangliosidosis GM1 se produce una acumulación de G(M1) gangliósido y oligosacáridos en los lisosomas, secundariamente a la ausencia o deficiencia grave de la enzima β-galactosidasa (tipo A1). Los tres fenotipos de este trastorno son el infantil generalizado o tipo I, el juvenil (tardío infantil) o tipo II, y el adulto o tipo III [3-6]. El gen responsable está situado en el cromosoma 3 y tiene una herencia autosómica recesiva [7]. Frente a las formas clásicas, como la gangliosidosis tipo I, se describe en la presente observación un caso de la variante tipo II. Paciente valorada por primera vez en nuestra consulta a los 6,5 años de edad, remitida para estudio por retraso psicomotor. No se relataban antecedentes personales ni familiares de interés. Se refería un desarrollo psicomotor aparentemente normal al menos hasta los 2 años, con sedestación adquirida entre los 7-8 meses y deambulación liberada a los 15 meses. Se constató desde el período lactante torpeza motora, con presencia de tropiezos y caídas frecuentes. 382 El inicio del lenguaje fue precoz, y a los 2 años podía mantener una conversación con un discurso adecuado a su edad. Es a partir de los 3 años cuando los padres comenzaron a evidenciar regresión en las adquisiciones previamente afianzadas, con presencia de mayor número de tropiezos, menor autonomía, empeoramiento de las praxias, baja coordinación grosera y fina, y deterioro progresivo del lenguaje. Conjuntamente, empezaron a aparecer signos pseudobulbares, con dificultad para tragar saliva y escasa masticación de los alimentos ingeridos. No se referían estereotipias ni crisis epilépticas. En cuanto a la exploración física, la paciente presentaba una facies tosca, sin datos dismórficos específicos, salvo una displasia dentaria. La caja torácica era de disposición singular, ancha, con disminución de las curvaturas naturales de la columna (lordosis lumbar y cifosis dorsal). El grado de afectación cognitiva era moderado, y se mostraba atenta, con una mirada frontal presente y sonrisa social, pero con un lenguaje muy dislálico y escasamente inteligible, junto con frecuente babeo. El perímetro craneal se situaba en el percentil 70 para la edad, y a lo largo del seguimiento evolutivo se constató un progreso adecuado de éste, sin desarrollar macrocefalia. No presentaba tampoco alteraciones pigmentarias ni organomegalias. Inicialmente no se apreciaron alteraciones en los reflejos de estiramiento, pero progresivamente desarrolló una disfunción piramidal con afectación éstos. La deambulación era autónoma, aunque inestable, con ataxia y aumento de la base de sustentación. Dentro de las exploraciones complementarias destacaba la normalidad de las distintas pruebas practicadas: el hemograma, la bioquímica plasmática, la función hepática y renal, y el perfil tiroideo no presentaban alteraciones. Varias determinaciones de gasometría venosa, ácido láctico y pirúvico en plasma y líquido cefalorraquídeo fueron normales. Asimismo, el análisis bioquímico del líquido cefalorraquídeo demostró una celularidad, proteinorraquia y glucorraquia normales. Dentro de los estudios de cribado de enfermedades metabólicas, se constató la normalidad en el análisis cuantitativo de aminoácidos en el plasma, la orina y el líquido cefalorraquídeo, ácidos orgánicos en la orina y el líquido cefalorraquídeo, perfil de acilcarnitinas de masas en tándem, ácidos grasos de cadena muy larga en el suero y dos muestras de orina remitidas para el análisis de mucopolisa- cáridos y oligosacáridos en la orina. Se realizó un cribado de linfocitos vacuolados en la sangre periférica, con resultado negativo. El examen del fondo de ojo, la ecografía de abdomen, los potenciales evocados visuales y auditivos del tronco cerebral, el estudio neurofisiológico periférico y la exploración cardiológica fueron normales. El estudio electroencefalográfico mostraba un trazado desestructurado sin grafoelementos paroxísticos. En la resonancia magnética cerebral destacaban signos de atrofia corticosubcortical de características inespecíficas. El cariotipo realizado fue normal y el cribado de mutaciones en el gen MECP2 negativo. El estudio de sialotransferrinas no evidenció hallazgos destacables. Se le realizó una serie ósea que evidenció datos de platiespondilia, coxa valga y displasia acetabular. Ante la sospecha de una enfermedad por depósito del tipo de las gangliosidosis, se realizó un estudio enzimático en cultivo de fibroblastos de la actividad de β-ga­ lactosidasa, que confirmó el déficit (el 1,3% de actividad de β-galactosidasa con respecto al control). Se realizó un estudio genético del gen GLB1, confirmándose la sospecha clínica. En nuestra paciente se identificaron dos cambios, ambos en heterocigosis. Se realizó un estudio de secuenciación masiva (ultrasecuenciación) mediante la plataforma SOLID 5500x1 de un panel de genes causantes de enfermedades lisosomales, entre los que se encuentra el gen GLB1. Asimismo, se realizó secuenciación por el método Sanger bidireccional y electroforesis capilar para confirmar los cambios identificados por la ultrasecuenciación. Se identificó un cambio de guanina por adenina en el exón 7 de GLB1 que produce un cambio en la cadena aminoacídica de arginina por histidina (NM_000404.2:C.602 G>A;NP_000395.2:p.R201H), cambio heredado de su madre. El segundo cambio, heredado de su padre, es una inserción de guanina en el exón 16 de GLB1 (NM_000404.2:c.1577dup; NP_000395.2:pw527Lfs*5). La presente observación constituye un ejemplo representativo de las características clínicas, bioquímicas y genéticas del tipo II de la gangliosidosis GM1. Existen escasos ejemplos en la bibliografía de este subtipo [8,9]. La enfermedad se inicia generalmente en el segundo año de vida, entre los 12 y los 18 meses. Uno de los primeros síntomas es la dificultad en la deambulación (caídas frecuentes, trastorno del equilibrio). Se pierde progresivamente el uso propo- www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (8) Correspondencia sitivo de las manos y la mecánica del discurso se deteriora rápidamente. Conforme avanza la enfermedad, al alcanzar el tercer año de vida, las dificultades para mantenerse de pie y sentarse sin ayuda son más palpables, y el deterioro cognitivo se hace más acusado. Se desarrolla evolutivamente una paraparesia espástica, asociada con llamativos signos pseudobulbares, que son responsables de babeo y disfagia. En algunos casos, las convulsiones son frecuentes, y pueden llegar a suponer un grave problema, no así en la observación que describimos. Los estudios del nervio periférico son normales, y los hallazgos del electroencefalograma son in­ específicos [9]. No suelen apreciarse dismorfias faciales, o éstas pueden ser muy sutiles. En este contexto de inespecificidad de los datos de la exploración física y la mayoría de los exámenes complementarios, el hecho de que algunas características típicas de las enfermedades por depósito lisosomales se hallen ausentes (organomegalias, alteraciones en el fondo de ojo, como la mancha rojo cereza, macrocefalia) puede dificultar la orientación diagnóstica. En un gran número de enfermedades metabólicas de inicio tardío, particularmente en las enfermedades mitocondriales y lisosomales, la aparición de un cuadro degenerativo y progresivo en una niña previamente normal, y las dificultades en la deambulación pueden ser el signo guía inicial. Estos signos son seguidos en mayor o menor medida de otros datos neurológicos, como ataxia, convulsiones o deterioro mental. Existen determinados aspectos diferenciales dentro de este subtipo II de las gangliosidosis GM1 que pueden ayudar a orientar el diagnóstico. Los signos ‘extraneurológicos’ [6] son especialmente útiles para el diagnóstico diferencial. Se pueden poner de manifiesto mediante exploraciones radiográficas una serie de alteraciones esqueléticas, como la hipoplasia de cuerpos vertebrales, en la unión toracolumbar o en el acetábulo, o deformidades en los metacarpos. En nuestro caso, la realización de una serie www.neurologia.com Rev Neurol 2014; 58 (8) ósea ayudó a orientar el diagnóstico. Tras la sospecha diagnóstica, la confirmación viene dada por el estudio enzimático de la actividad de la β-galactosidasa en cultivo de fibroblastos del paciente [10]. El rango de actividad de la enzima en los pacientes con la forma infantil tardía se sitúa en el 0,3-4,8% de los controles [11,12], y existe una correlación inversa entre la actividad residual de la enzima y la gravedad de la enfermedad [13]. En el momento actual, el tratamiento de la enfermedad es meramente sintomático y de soporte, aunque se han explorado diferentes estrategias en los últimos años, como el trasplante de médula ósea, aproximaciones a la terapia génica y tratamientos para la reducción de los sustratos metabólicos [8]. Es necesario incidir en la importancia de un correcto diagnóstico de este subtipo de gangliosidosis, ya que se trata de una enfermedad con un patrón de herencia autosómico recesivo (locus en cromosoma 3, 102 mutaciones descritas en el gen GLB1). En nuestra paciente se han identificado dos cambios, ambos en heterocigosis. El primer cambio identificado es un cambio de guanina por adenina en el exón 7 de GLB1, que está descrito como rs189115557 y se ha observado ampliamente en pacientes con gangliosidosis GM1 y enfermedad de Morquio tipo B [14]. El segundo cambio es una inserción de guanina en el exón 16 de GLB1 que produce un cambio en el marco de lectura, produciendo un codón de parada prematuro. Este cambio se ha descrito previamente en otros pacientes con gangliosidosis GM1 [15]. La identificación de mutaciones en el gen GLB1 no sólo permite precisar el diagnóstico, sino que conlleva la posibilidad de identificar la alteración prenatalmente en vellosidades coriales o líquido amniótico. Bibliografía 15. 1. Álvarez-Valiente H, Cuervo-Hing N, Dorado-Gallego JA, Menéndez-Sainz C. Síndrome de gangliosidosis 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. infantil generalizada GMI. Presentación de dos casos. Rev Neurol 1999; 28: 926-8. Eirís-Puñal J, Chabás A, Coll MJ, Castro-Gago M. Fenotipo infantil tardío y juvenil de la variante B1 de gangliosidosis GM2. Rev Neurol 1999; 29: 435-8. Derry DM, Fawcett JS, Andermann F, Wolfe LS. Late infantile systemic lipidosis (major monosialo­ gangliosidosis; delineation of two types). 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