37-98. Cerna vrs. Jueza Tercero de Tránsito de San Salvador y Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro 37-98 SALA DE LO CONSTITUCIONAL DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA, Antiguo Cuscatlán a las quince horas del día veinte de abril de mil novecientos noventa y nueve. El presente proceso de amparo constitucional ha sido promovido por la señora JULIA JOSEFINA CERNA GARCÍA, de treinta y siete años de edad al inicio de este proceso, licenciada en economía, de este domicilio y del de Chinameca, contra providencias de la Jueza Tercero de Tránsito de San Salvador y la Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro, que estima violatorias -según ella- de su derecho de audiencia previsto y tutelado en el artículo 11 de la Constitución. Han intervenido en este proceso, además de la parte actora, los funcionarios demandados, y el doctor René Mauricio Castillo Panameño como Fiscal de la Corte. Analizados los autos, y, considerando: I- Que en su demanda la señora JULIA JOSEFINA CERNA GARCÍA en lo pertinente y substancial expone: que viene a promover amparo constitucional contra la sentencia pronunciada por la Jueza Tercero de Tránsito de San Salvador y la Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro, que confirmó en apelación la sentencia dictada por la primera en Juicio Civil de Tránsito, promovido por la licenciada Gloria Jannette Linares de Morales, en su contra, reclamándole la indemnización de daños materiales causados en un vehículo propiedad del señor Miguel Antonio Alvarado Deras y en virtud de la cual se le condenó a pagar la suma de VEINTICUATRO MIL OCHOCIENTOS CUARENTA Y CINCO COLONES. Dicha sentencia fue pronunciada en primera instancia -continúa- "(...) a las catorce horas y cinco minutos del día trece de agosto de mil novecientos noventa y siete; y contra la sentencia pronunciada en segunda instancia por la Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro, a las quince horas y treinta minutos del día veinticuatro de septiembre de mil novecientos noventa y siete, en el incidente de apelación de la sentencia definitiva recaída en el juicio civil de tránsito ya mencionado la cual fue confirmada en todas sus partes. (...)". Que en dicho proceso se le ha violado su derecho de audiencia y al debido proceso tutelados por la Constitución, porque no fue oída en el juicio referido ni en primera ni en segunda instancia y como consecuencia de ello fue vencida como lo ha mencionado. Funda su petición en el hecho mismo de que el día tres de febrero de mil novecientos noventa y siete el señor Miguel Antonio Alvarado Deras presentó demanda "(...) en el Juzgado Tercero de Tránsito en contra mía reclamándome el pago de los daños causados en el automóvil de su cliente; la cual fue admitida, habiéndose ordenado mi emplazamiento que se hizo el diecinueve de febrero del año pasado según consta en el acta de fs. 10 del proceso, dejándoseme una esquela que se fijó en la puerta de la casa por no encontrarse nadie en ella. (...)". Dicho emplazamiento para contestar la demanda -sigue diciendo- es nulo, pues la Jueza aplicó la norma no aplicable al caso. Ello porque se le fijó en la puerta de la casa una esquela, de conformidad al artículo 210 del Código de Procedimientos Civiles, aplicándose el inciso primero y no el tercero como procedía del artículo 208 del mismo Código, es decir, -agrega- "(...) la fijación de la esquela en la puerta de la casa del demandado sólo es procedente en dos situaciones: cuando la persona que ha de ser emplazada para contestar la demanda fuere encontrada, pero esquivase el emplazamiento Art. 208 Pr. C. Inc. 2. Cuando esto sucediere el funcionario pondrá constancia de ello en el expediente y hará el emplazamiento en la forma prevenida en el artículo 210 Pr. C; y cuando se trate de los (sic) demás citaciones y emplazamientos que se ofrezcan en el curso de la demanda; es decir los que no se efectúen para la contestación de la demanda, Art. 209 Inc. 2 Pr. C., los cuales serán hechos conforme al artículo siguiente, que es obviamente el artículo 210 Pr. C. Nótese que en ambos casos los incisos 2 del artículo 208 Pr. C. y 2 del Art. 209 Pr. C. se remiten a todo el Art. 210 Pr. C. y no sólo a su inciso primero, como en el caso del Inc. 3 del Art. 208 Pr. C. El inciso último del art. 208 Pr. C. sanciona con nulidad la infracción de lo prescrito en el mismo y dicha nulidad era fehaciente. Debió ser declarada y no lo fue ni en primera ni en segunda instancia." La señora Jueza Tercero de Tránsito "(...) aunque aceptó tácitamente la existencia del vicio de nulidad por falta de emplazamiento, resolvió que no había lugar a la declaratoria de nulidad solicitada por mi apoderado doctor Gilberto Antonio Vassiliu, "ya que él al intervenir en el juicio debió alegarla al mostrarse parte e intervenir por primera vez, a fs. 23, porque al no hacerlo, está subsanado tácitamente dicha nulidad, tal como lo sanciona el art. 1131 Pr. C. etc." Este artículo, en su parte final preceptúa que la falta de citación o emplazamiento puede también subsanarse por la ratificación tácita y a continuación define que la ratificación tácita "consiste en contestar o intervenir en el juicio sin alegar la nulidad" o sea que se puede contestar o intervenir en el juicio de dos maneras; bien sin alegar la nulidad o bien alegándola; no basta para que exista tal subsanación el sólo hecho de intervenir en el juicio sino que a este hecho debe acompañarse otro de carácter negativo: No alegar el vicio de nulidad existente. El doctor Vassiliu en su escrito de fs. 23 se mostró parte en el juicio como apoderado mío y en su petición para que se le tuviera como tal pidió también que se declarara nula la resolución por la cual se tuvo por parte a la licenciada Guadalupe Ruth Vidaurre Maldonado por no estar legitimada su personería. Esto lo hizo así para que después de tenérsele por parte y declararse nula la intervención de dicha licenciada alegar la nulidad por falta de emplazamiento. (...)". Vale aclarar que la actora se refiere en este apartado al cometimiento de un acto penado con nulidad, por parte de la Jueza de la causa, por la permisión que hubo de que actuase la licenciada Vidaurre Maldonado sin estar legitimada su personería. Petición que en efecto fue resuelta favorablemente y que no es ahora objeto de discusión. En tal virtud -alude- "(...) A este primer escrito de mi apoderado es al que la Juez Tercero de Tránsito calificó como intervención en el juicio por primera vez, lo cual es erróneo porque el sentido lógico jurídico de intervenir en el juicio, es el de la participación o actuación del litigante en la sustanciación del proceso; en su curso normal y en sus incidentes; en sus partes esenciales y en sus instancias; pero jamás puede considerarse como intervención en juicio a la petición para que a alguien se le tenga por parte.(...)". En ese contexto la Jueza pronunció la sentencia definitiva condenatoria de la cual la pretensora, en este proceso de amparo, interpuso el recurso de apelación para ante la Cámara respectiva. En segunda instancia se apersonaron -dice- sus apoderados pero no fueron tenidos por parte en razón que el artículo 62 inciso tercero de la Ley de Procedimientos Especiales sobre Accidentes de Tránsito, no permite que en la Cámara intervengan las partes pues se resuelve el recurso con solo la vista del proceso y sin otro trámite. Al respecto -continúa- "(...) si bien es cierto que la Ley de Procedimientos Especiales sobre Accidentes de Tránsito en su Art. 62 Inc. 3 prescribe que en los recursos de apelación la Cámara con sólo la vista del proceso y sin otro trámite resolverá lo que estime justo y arreglado, no es obstáculo para que el apelante pueda mostrarse parte y alegar una nulidad que había sido alegada y desestimada en primera instancia, como en el presente caso. (...)". Funda el criterio precedente en los artículos 1127 y 1128 del Código de Procedimientos Civiles. Dicho y hecho así, continua "(...)La Cámara de Tránsito debió tener por alegada la nulidad referida y analizarla en los considerandos de su sentencia pues al no hacerlo, porque declaró sin lugar los escritos de mis apoderados, ese Tribunal violó nuevamente mi derecho Constitucional de Audiencia. En segundo lugar, no fui notificada de la Sentencia Definitiva pronunciada por dicha Cámara, lo cual fue también violatorio de mi Derecho de Audiencia; porque aunque conforme a la L.P.E.A.T. no es admisible el recurso de casación, toda sentencia definitiva debe notificarse aun a la parte rebelde; y en mi caso aunque hubiera sido tan sólo para usar de mi derecho a la explicación de dicha sentencia Arts. 436 y 1086 Pr. C.(...)" Así, concluye "(...) la relación de las acciones y omisiones en que consiste la violación de mis derechos constitucionales de audiencia y al debido proceso diciéndoos que éstos fueron violados porque no obstante que mi emplazamiento para contestar la demanda se hizo en contravención a lo dispuesto en el artículo 208 Inc. 3 Pr. C. y que estando yo ausente del país, como fue probado instrumentalmente en el proceso , no se hizo el emplazamiento de conformidad con el art. 141 Pr. C. , originándose con esa acción y esa omisión una nulidad por falta de emplazamiento, ella no fue declarada pese a que fue alegada en primera y segunda instancia. (...)". Por lo expuesto solicitó que se le admitiera la demanda presentada, se le tuviera por parte y se ordenara la suspensión provisional e inmediata del acto reclamado. Finalmente que en sentencia definitiva se ordenara que volvieran las cosas al estado en que se encontraban antes del acto reclamado. II- Por resolución de las ocho horas con veinte minutos del día tres de febrero del año próximo pasado, se previno a la actora que de conformidad al artículo 18 de la Ley de Procedimientos Constitucionales señalara con toda claridad, a) el acto o los actos concretos contra los cuales reclama, y b) la relación específica y concreta de las acciones u omisiones en que hace descansar la inconstitucionalidad del acto reclamado. Ergo, por escrito presentado a las quince horas y cuarenta y dos minutos del día doce de febrero del año recién pasado, la pretensora evacuó la prevención manifestando en síntesis que: el acto o actos concretos contra los que reclama es la sentencia definitiva pronunciada por la Jueza Tercero de Tránsito en el juicio civil que fue promovido en su contra y por la cual fue condenada al pago de determinada suma de dinero tal como lo manifestó en la demanda liminarmente, sin haber sido oída y vencida en juicio con arreglo a las leyes; asimismo contra la definitiva pronunciada por la Cámara de Tránsito por la que confirmaba la sentencia pronunciada en primera instancia. Por lo demás, en lo concerniente a la relación específica y concreta de las acciones u omisiones en que hacía descansar la inconstitucionalidad del acto reclamado dijo "(...) Se violó mi derecho constitucional de audiencia , por las razones que expongo: 1) El emplazamiento para contestar la demanda se hizo en contravención a lo dispuesto en el artículo 208 inc. 3 Pr. C. como ampliamente lo expresé en mi demanda, (...) 2) estando yo ausente del país se omitió hacer mi emplazamiento previo al procedimiento establecido en el artículo 141 Pr. C. por lo que por esta causa también fue nulo mi emplazamiento y tal nulidad tampoco fue declarada en ambas instancias no obstante haber sido alegada, y (...) c) en segunda instancia ni siquiera se tuvo por parte a mis apoderados , por lo que también se violó mi derecho a ser oída. (...)". III- Que evacuada la prevención se admitió la demanda de amparo presentada y consecuentemente se suspendió inmediata y provisionalmente la ejecución del acto reclamado, y, conforme al artículo 21 de la Ley de Procedimientos Constitucionales se pidió informe a las autoridades demandadas. A folios 52 a 54 y 55 constan los informes de las autoridades demandadas. La Jueza Tercero de Tránsito por su parte en lo pertinente expresa que en efecto en el tribunal a su cargo se siguió Juicio Civil de Tránsito promovido por la licenciada Gloria Jannette Linares de Morales, en calidad de apoderada general judicial del señor Miguel Antonio Alvarado Deras, en contra de la señora Julia Josefina Cerna García, reclamándole indemnización por daños y perjuicios ocasionados en accidente de tránsito, ocurrido el día diecisiete de septiembre de mil novecientos noventa y seis; y al tenor literal expresa "(...) emplazando a la demandada , señora Julia Josefina Cerna García, por notificación hecha a las once horas del día diecinueve de febrero del mismo año, emplazamiento practicado por el Secretario Notificador de este Tribunal, por medio de esquela, que con inserción del auto donde se ordena la audiencia de presentación de pruebas, la demanda y los demás documentos que anexaron a la misma, que fijó en la puerta de la casa de la demandada, señora Julia Josefina Cerna García, en virtud de no haber encontrado persona alguna, ni vecinos inmediatos que la pudieran recibir, de conformidad al Art. 210 Pr. C. (...) Posteriormente a las ocho horas y treinta minutos del día antes referido, se levantó acta, para llevar a cabo la audiencia de presentación de pruebas , la que se llevó a cabo únicamente con la asistencia de la parte actora, no así la demandada (...) no obstante su legal emplazamiento, tal como se dejó asentado anteriormente, teniéndose por presumidos ciertos los hechos vertidos en la demanda y declarando rebelde a dicha demandada (...). Con fecha diecisiete de abril de mil novecientos noventa y siete , el doctor Gilberto Antonio Vassiliu , al contestar la prevención ordenada anteriormente, presenta un nueve (sic) escrito agregando al mismo una certificación extendida por la Dirección General de Migración , y pide que se le tenga por parte en el carácter en que comparece y se declare nulo todo lo actuado desde el auto de admisión de la demanda, por haberse emplazado a su poderdante en momentos en que no se encontraba en el país, peticiones resueltas por auto de las diez horas y cuarenta minutos del día veinticinco de abril del mismo año, mandándose a librar a oficio a la Dirección General de Migración (...)". Al respecto "(...) se resolvió declarar nulo todo lo actuado por la licenciada Guadalupe Ruth Vidaurre Maldonado , en virtud de habérsele tenido por parte en el presente juicio , sin estar sustituido el poder conforme a derecho; pero en cuanto a la nulidad por falta de emplazamiento, se le declaró sin lugar, en virtud de haberla subsanado tácitamente el mismo profesional, al intervenir en el proceso, por primera vez, esto es en el primer escrito presentado. (...)"; la Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro dijo "(...) que no son ciertos los hechos expresados en la demanda, lo cual estableceremos dentro del procedimiento.". A folios 56 se mandó a oír al Fiscal de la Corte para la siguiente audiencia, de conformidad al artículo 23 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, quien no hizo uso de él. IV- No habiéndose modificado las circunstancias en virtud de las que se decretó la suspensión del acto reclamado, se confirmó por auto de las once horas con quince minutos del día diecisiete de marzo próximo pasado. Asimismo se pidió nuevo informe a las autoridades demandadas. La Jueza Tercero de Tránsito no amplía substancialmente lo manifestado en el informe anterior, pues realiza un informe sucinto y conciso de lo ocurrido en las distintas etapas del proceso; sin embargo remite certificación de los pasajes pertinentes del proceso civil en cuestión, que corren de folios 64 a folios 124; La Cámara de Tránsito por su parte, después de una relación pormenorizada de lo acaecido procedimentalmente, en primera como en segunda instancia, expresó que "(...) Ahora bien, es de aclarar que, no obstante ser improcedentes, a tenor del artículo 62 de la Ley especial de la materia antes anotado, los escritos presentados ante esta Cámara, por los abogados, doctor Herrera Rubio licenciado Duarte Alfaro, este tribunal sí estudió y valoró las pretendidas nulidades, que fueron alegadas y resueltas en primera instancia; haciéndolo con el único fin de sanear el proceso, si ello era necesario y de que se despejara cualquier clase de duda acerca de las mismas; concluyéndose en que: a) la nulidad concerniente a la falta de firma en el acta de sustitución de poder, es cuestionable únicamente a la licenciada Santa Eugenia Cerna García, por cuanto es una omisión negligente e inconcebible para un abogado, puesto que es un acto de evidente descuido e incumplimiento de las obligaciones de un profesional del derecho, dada la importancia que la Procuración tiene y las consecuencias procesales que acarrean su incumplimiento; y aún teniendo conocimiento de ello, dicha profesional, no intervino conforme a la ley, mostrándose parte en el juicio, dejando por consiguiente, de su parte, desprotegida a su representada; b) Con relación a la nulidad alegada en cuanto a la falta de citación, ésta consta que se practicó conforme lo ordena el Art. 210 Pr. C., siendo por consiguiente, verificada tal notificación en la forma en que ordena la ley. (...)". V- Que de conformidad al artículo 27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales se corrió traslado al Fiscal de la Corte, quien al evacuarlo en lo principal expuso que "(...) la señora Juez Tercero de Tránsito aceptó tácitamente la existencia del vicio de nulidad por falta de emplazamiento, declarando sin lugar la nulidad solicitada, precisamente conforme a lo prescrito en el Art. 1131 Pr. C., pues al intervenir en el juicio debía alegarla en ese momento procesal; no haciéndolo así, subsanó tácitamente aquella, aún (sic) estando ausente. (...) Ahora bien, habiéndose mostrado parte o apersonado en el tribunal superior o Cámara demandada, y no obstante que el Art. 62 L.P.E.A.T. establece que en los recursos de Apelación la Cámara con solo (sic) la vista del proceso y sin otro trámite resolverá lo que estime justo y arreglado, efectivamente ello no es obstáculo para que el apelante pueda mostrarse parte en aquella instancia. Lo que no está prohibido por la ley esta (sic) permitido. Al haberle negado aquel derecho la Cámara demandada, violó su derecho constitucional de audiencia y de defensa en aquella instancia fundamentando su resolución a secas en una interpretación literal del mencionado Art. 62 violó, "elementales" normas procesales universalmente reconocidas por tratadistas y expositores del derecho procesal como es el derecho del demandado a intervenir en el proceso mostrándose parte en el mismo y como consecuencia, su constitucional derecho de audiencia y de defensa, pues aún (sic) encontrándose declarada rebelde, era ese el procedimiento para defenderse e interrumpir una supuesta rebeldía.- En tal virtud considero que debe ampararse a la quejosa por violación a este último derecho constitucional por parte de la Cámara de Tránsito (...)". Asimismo y conforme al artículo 27 de la Ley de Procedimientos Constitucionales se corrió traslado por el plazo de tres días a la parte actora quien al evacuarlo ratificó en su mayoría los conceptos expuestos en la demanda de amparo; y, por resolución de las nueve horas con quince minutos del día once de septiembre del año recién pasado, se ordenó que, por existir prueba suficiente a partir de los documentos, informes y traslados que corren en autos acerca de la existencia, o, en su caso, inexistencia del acto reclamado, de conformidad a la aplicación supletoria de los artículos 230 y 514 del Código de Procedimientos Civiles, se omitiese el plazo probatorio. En este contexto el presente proceso ha quedado en estado de pronunciar sentencia. VI- Que por razones de congruencia es preciso delimitar el análisis y consecuente pronunciamiento que deberá realizarse en este proceso de amparo, a los hechos invocados por la actora. Consta que la demanda de folios uno no fue admitida inicialmente por adolecer de informalidades en la definición y exactitud del objeto de la pretensión constitucional, esto es, en la relación de los hechos que se consideraba vulneraban los derechos constitucionales de la actora y especificaciones de las autoridades demandadas. En tal virtud fue evacuada la prevención, en tiempo y forma, circunscribiéndose el pedido exclusivamente a la posible violación del derecho de audiencia, por cuatro razones a saber: a) la realización del emplazamiento para contestar la demanda en contravención a lo dispuesto en el artículo 208 inc. 3 Pr. b) la obligación de efectuar en el caso de autos la notificación del emplazamiento conforme al procedimiento establecido en el artículo 141 Pr. c) el vicio de nulidad que genera la no aplicación de tal artículo y la obligación consecuente de los jueces que conocieron -entiéndase primera y segunda instancia- de declararla al alegarse, y d) que en segunda instancia no se tuvo por parte a los apoderados de la actora violándose así su derecho a ser oída. Apareciendo que el objeto de la pretensión constitucional en estudio gira alrededor del derecho de audiencia y el emplazamiento, así como de las nulidades y principios que la rigen, se estima necesario realizar breves consideraciones al respecto, y, a partir de ello analizar de forma amalgamada cada uno de los supuestos de hecho alegados por la actora mencionados en el párrafo precedente. Respecto del derecho de audiencia contemplado en el artículo 11 de la Constitución, considera esta Sala, que la misma ha sido establecida como la máxima protección efectiva de los derechos de los gobernados; y en virtud del mismo, toda ley que faculta privar de un derecho, debe establecer las causas para hacerlo y el procedimiento a seguir, en el cual se posibilite la intervención efectiva del gobernado a fin de que conozca los hechos que lo motivaron y de tal manera tenga la posibilidad de desvirtuarlos. En ese sentido, los procesos jurisdiccionales se encuentran diseñados de tal manera que posibiliten la intervención del sujeto pasivo de la pretensión, siendo el emplazamiento el acto procesal, que posibilita el conocimiento de la incoación de una pretensión y el contenido de la misma, así como fija un plazo inicial para que el emplazado cumpla una actividad o declare su voluntad respecto a ésta, por lo cual el emplazamiento se define como un acto procesal de comunicación, que pone al emplazado en la situación jurídica de comparecer o dejar de comparecer, que cumpla una actividad o declare su voluntad ante el órgano jurisdiccional, en un plazo determinado. El emplazamiento tiene por objeto situar en un plano de igualdad jurídica a las partes para que éstas puedan ser oídas en sus respectivas pretensiones, defensa y excepciones. Por lo que puede afirmarse, que el emplazamiento debidamente efectuado constituye uno de los actos indispensables en todo tipo de proceso, pues el mismo posibilita el ejercicio del derecho de audiencia y defensa. Es preciso agregar, que el acto procesal del emplazamiento debe ser efectuado por medio del secretario notificador o por el secretario del tribunal, quienes están investidos de autoridad para verificarlo, gozando lo por ellos aseverado, de la presunción de veracidad para las partes y para terceros. La seguridad de las actuaciones de esta clase tiene que ser evaluada, de esta manera, en atención, no sólo a la facultad del funcionario judicial de hacer uso de esa calidad que el legislador le ha dado para poner en conocimiento los proveídos, sino también, a la seguridad que debe existir en todo procedimiento judicial, que tal acto se ha verificado en una determinada fecha. Es un grado de confiabilidad que se le ha dado al notificador para que pueda actuar, y sin el cual no existiría y ni, aún, se justifica la existencia de este cargo; y es que, de no entenderse de esa forma, no sería posible la certeza sobre la realización de los actos procesales. En Derecho Procesal, la nulidad es entendida como sanción que priva al acto procesal de sus efectos normales; esto quiere decir, que cuando el acto procesal no llena los requisitos de forma, aparece un defecto o un vicio formal, que en el proceso puede coexistir con defectos de fondo, tales como los errores en la actividad razonadora. Los errores de forma pueden referirse a los actos de las partes o del juez, pueden afectar la expresión del objeto litigioso, la forma del acto o el tiempo. Más aún, por la mayor o menor trascendencia del vicio, puede viciar un solo acto o producir efectos en una serie de ellos o en todo el proceso. Para obtener un enfoque ulterior debidamente clarificado, es necesario hacer unas breves consideraciones sobre las nulidades procesales y los principios que las rigen, su incidencia en la protección de los derechos constitucionales procesales y el tipo o clase de nulidad que constituye el emplazamiento irregular. Según Beatriz Quintero Eugenio Prieto, si un acto procesal es perfecto en su forma pero equivocado en su contenido, es un acto injusto, contrario a derecho, pero no un acto nulo. La nulidad procesal nace del apartamiento de las formas, jamás tiene referencia con el contenido del acto; constituye un error en las formas, no en los fines de la justicia queridos por la ley o la Constitución, sino en los medios para obtener esos fines. Si el acto procesal es equivocado en su contenido será materia propicia para los recursos; si en cambio, se aparta de la forma procesal, se está en el terreno que corresponde a la declaración de la nulidad procesal. En otros términos, es preciso distinguir la actividad dinámica del juzgador y la actividad razonadora del mismo; en ese sentido, el error o los vicios en la primera denominados también, in procedendo, dan lugar a la declaratoria de nulidad; y en la segunda, también conocidos como in iudicando, dan lugar a la interposición de un recurso, es decir, a la impugnación de la resolución por considerarla que no se encuentra apegada a derecho. Para comprender a cabalidad la incidencia o impacto de las nulidades procesales, debe atenderse a los principios que las regulan, que esencialmente son: (a) Principio de especificidad o legalidad, el cual señala que no hay nulidad sin texto legal expreso; (b) principio de trascendencia, que establece que en virtud del carácter no ritualista del derecho procesal moderno, para que exista nulidad no basta la sola infracción a la forma, sino que debe producirse perjuicio a la parte; y (c) principio de convalidación, en virtud del cual se entiende que, por razones de seguridad y certeza del derecho, una vez transcurrida una etapa procesal no se puede retroceder a la anterior, o que cuando todas las etapas se han concluido, por regla general ha precluido la oportunidad de reclamar contra las nulidades, lo que supone la convalidación del acto viciado. VII- Habiendo hecho las consideraciones anteriores, debe examinarse el supuesto acto lesivo de la Constitución, confrontándolo con el parámetro de análisis jurídico que se aduce en la demanda; por lo que dicho estudio se ajusta al orden que se citó previamente pero enmarcado en tres grandes rubros, a saber: en primer lugar, debe determinarse la validez del emplazamiento realizado como consta en autos; en segundo lugar, de estimarse lo defectuoso del emplazamiento si existe infracción procesal aun cuando se hubiese apersonado al proceso la parte afectada y no la alegó; y en tercer lugar, en el supuesto de entender que efectivamente existió tal infracción, y no ratificación o subsanación, si ésta es de tal gravedad que trasciende al ámbito constitucional, es decir, debe observarse si realmente se vulnera el derecho de audiencia alegado por el impetrante por el vicio de nulidad del cual adolecía el emplazamiento. De estimarse que hubo subsanación de la nulidad será innecesario evaluar si hubo violación a los derechos constitucionales de la actora y su posible trascendencia. Finalmente deberá evaluarse el reclamo realizado por la actora, en el cual manifiesta que se le impidió acceder a la discusión y posibilidad de controvertir hechos en segunda instancia, lo cual se traduce -según ella- en violación de su derecho a ser oída. VIII- Ha quedado establecido en autos que se notificó el emplazamiento al demandado, en un proceso civil de tránsito, en utilización supletoria del artículo 208 y 210 del Código de Procedimientos Civiles. Este último en virtud de que se aplicó en términos generales la remisión que hace el primero en su inciso uno al segundo, en lo concerniente a la modalidad posible que puede usarse en tales casos ahí contemplados. Tal modalidad consiste en el hecho mismo de que puede fijarse en la puerta de la casa del demandado una esquela y se tendrá por válido el emplazamiento. Claro que esto es posible únicamente cuando la persona que ha de ser emplazada para contestar la demanda fuere encontrada, pero esquivase el emplazamiento, es decir, en los demás supuestos la regla aplicable es la del inciso tercero del artículo 208. La variabilidad en ambos casos es clara pues el artículo 208 inciso tercero, cuya aplicación se efectuó, hace remisión exclusivamente al inciso primero del artículo 210 del mismo código y no a todo como lo interpretó y aplicó la Jueza demandada. Sucede que la notificación del emplazamiento que se realizó, en efecto ha sido defectuosa. Tal error el legislador lo sanciona con nulidad. Nulidad que en todo caso podría ser ratificada o subsanada. No obstante sí debe aclararse que el hecho de tildarse de defectuosa, por las causas mencionadas, no quiere decir tampoco, como lo alegó la pretensora, que debió realizarse necesariamente conforme al procedimiento establecido en el artículo 141 del Código de Procedimientos Civiles, sino que pudieran haberse utilizado otros mecanismo de los que se pueda echar mano y que ya el legislador ordinario prevé Habiendo quedado establecido que el emplazamiento fue defectuoso, dable es analizar ahora si tal error desemboca en una infracción procedimental, aun cuando se hubiese apersonado al juicio la parte afectada y no la alegó. Al respecto y para evitar erradas afirmaciones, y obtener un enfoque omnicomprensivo, es indispensable referirse ahora con énfasis a dos principios que se citaron previamente, por encontrarse totalmente vinculados con el caso subjudice, estos son, el principio de trascendencia y el principio de convalidación. El principio de trascendencia implica que la nulidad no persigue esencialmente la eliminación de defectos o imprecisiones formales, sino que tiene por objeto evitar la afectación de la situación procesal de las partes. Al respecto, afirma Véscovi, que la nulidad tiene por fin no sólo el interés legal en el cumplimiento de las formas y ritualidades que la ley fija para los juicios, sino la salvaguardia, de los derechos de las partes. En consecuencia, no basta para declarar nulo un acto, que existan vicios de forma, sino que es menester que el mismo no haya alcanzado los fines propuestos. Respecto del principio de convalidación, debe tenerse en cuenta que su enunciación sólo resulta válida para las nulidades subsanables cuya reclamación se confía a la parte como carga. Esto significa que en el transcurso del proceso, la preclusión para alegar nulidades sólo opera respecto de las oportunidades confiadas a las partes como cargas, porque la vigilancia de las formalidades procesales imperativas se confía al juez. Esto significa que a las partes corresponde la carga de alegar las nulidades que le afecten; pero al ente que decide corresponde la obligación ex-oficio de apreciar las nulidades que la normativa procesal estima inciden de modo más gravoso, sea en el ejercicio de la potestad jurisdiccional, sea en la situación procesal de las partes. Por otro lado y siempre en relación al principio de convalidación, ya que éste sólo se predica respecto de las denominadas nulidades subsanables, es de advertir que para que opere la figura de la convalidación, es indispensable la exteriorización de la voluntad de la parte afectada por la nulidad, sea mediante una manifestación, convalidación tácita o declaración de voluntad, convalidación expresa. En este sentido, para que se produzca la convalidación tácita o expresa de la nulidad, es menester una exteriorización de voluntad, como lo es expresar su asentimiento o la realización de un acto posterior que produzca la imposibilidad de retroceder a etapas anteriores. Para determinar el tipo de nulidad que constituye la falta de emplazamiento o emplazamiento irregular, nos interesa la clasificación de las nulidades en subsanables e insubsanables, la cual responde al criterio de la posibilidad de convalidación de la actuación, atendiendo a la simple manifestación de las partes. En derecho procesal, en virtud del principio de economía, es aconsejable extender el saneamiento de la nulidad a la mayor cantidad de casos; y por lo tanto, salvo disposición legal en contrario, debe considerarse como la regla general; es decir, las nulidades procesales deben ser subsanables mientras la ley no disponga lo contrario. Al respecto, en cuanto al emplazamiento irregular, nuestro Código de Procedimientos Civiles, aplicable supletoriamente en el proceso constitucional de amparo, claramente establece en el artículo 1117 que la nulidad que produce la infracción de las formalidades prevenidas para los emplazamientos, citaciones y notificaciones, queda subsanada, si la parte emplazada o citada hace uso de su derecho sin reclamarla o se muestra sabedora por escrito de la diligencia notificada informalmente; así mismo, el artículo 1131 dice en su parte final, que la falta de citación o emplazamiento puede también subsanarse por la ratificación tácita, que consiste en contestar o intervenir en el juicio sin alegar la nulidad. Esto quiere decir, que para que se produzca la nulidad de lo actuado por la falta de emplazamiento de una parte, se necesita que esa misma parte la reclame en oportunidad, o de lo contrario se produce su saneamiento si habiendo concurrido y tenido oportunidad para alegarla, no lo hizo. De lo anterior, se concluye que la nulidad que produce el emplazamiento irregular es subsanable. IX- En la perspectiva de lo anterior, debe examinarse si en el caso sub judice existió infracción procesal en la actuación judicial -notificación del emplazamiento-. Al respecto, entre los hechos comprobados mediante la prueba que consta en el presente proceso, aparece que el doctor Gilberto Antonio Vassiliu con fecha diecisiete de abril de mil novecientos noventa y siete, intervino en el proceso contestando una prevención que se le había efectuado con anterioridad en el proceso y alegando que se declarara nulo todo lo actuado desde el auto de admisión de la demanda, por haberse emplazado a su poderdante de manera defectuosa. Funda su petición en el hecho mismo de que para el caso no operó la subsanación de la nulidad pues él considera que no ha habido una verdadera intervención en el proceso tal como lo prevé la parte final del artículo 1131 del Código de Procedimientos Civiles, pues en el sentido lógico jurídico de intervenir en el juicio, ésta se traduce en la participación o actuación del litigante en la sustanciación del proceso. Creyéndolo así efectuó el pedido y se le negó atinadamente por la Jueza de la causa pues su abocamiento al tribunal debió, como en efecto lo fue, ser considerado intervención. A este respeto debe aclararse que intervenir significa "tomar parte en un asunto" (Diccionario de la Lengua Española. Real Academia Española. vigésima primera edición. Madrid 1992). Por lo tanto no debe entenderse como otrora lo expresó el pretensor. Debe interpretarse en su sentido llano y literal en la forma, con las causas y efectos, mencionada. De los supuestos de hecho que corren en antecedentes ha quedado establecido -y ni siquiera lo negó la Jueza- que hubo un vicio penado con nulidad. Sin embargo también ha quedado establecido que por la intervención posterior de la parte afectada ésta quedó ratificada o de plano consentida. En base a todo lo antes expresado en relación al régimen normativo de las nulidades procesales y el tipo de nulidad que constituye la falta de emplazamiento, o la notificación defectuosa, -nulidad subsanable- su reclamación le correspondía a la parte afectada, y para que se produjera la misma era necesario que la reclamara en su oportunidad. En el presente caso la oportunidad procesal para alegarla correspondía al momento en que la parte demandada intervino en el proceso evacuando la prevención que se le había hecho -de otra manera los efectos a discurrir serían nugatorios y distintos de los esperados por haber precluído el momento procesal para su alegación-; sin embargo, no la alegó, y por tanto, la nulidad provocada por la falta de emplazamiento quedó subsanada por la ratificación tácita, que consiste precisamente en contestar o intervenir en el proceso sin alegar la nulidad, tal como lo establece el artículo 1131 del Código de Procedimientos Civiles. X- Habiéndose determinado que no ha existido violación a los derechos constitucionales de la demandante en la notificación del emplazamiento; es innecesario entrar al examen de la supuesta vulneración del derecho de audiencia, pues tal como se ha dejado establecido en otras resoluciones, para que el mismo se entienda transgredido, no basta la mera infracción a reglas procesales o procedimentales, sino que dicha vulneración de normas procedimentales debe llevar consigo la privación del derecho de defensa, con el perjuicio real y efectivo para los intereses de la persona. Respecto a la negativa de la Cámara de Tránsito para que la pretensora interviniera en el proceso, no puede considerarse que vulnere su derecho a ser oída -como ella lo expresapues, por previsiones específicas del legislador pueden realizarse limitaciones determinadas que no necesariamente transgredan la Constitución. Ello sobre la base del mismo control institucional y genérico que realiza el legislador a través de sus manifestaciones abstractas de voluntad. Siendo así, cuando el artículo 62 Inciso 3 de la Ley de Procedimientos Especiales sobre Accidentes de Tránsito prescribe que en los recursos de apelación la Cámara con sólo la vista del proceso y sin otro trámite resolverá lo que estime justo y arreglado, debe considerarse realmente que es una imposición impeditiva que obstaculiza al apelante para que pueda mostrarse parte en segunda instancia. Su cumplimiento obviamente no puede considerarse violación, otra vez, del derecho de audiencia. Más aún, se reputa y concede de hecho y de derecho una plena y directa confiabilidad al juzgador como para que, aun sin la intervención de las partes, revoque, modifique, confirme o anule la resolución del a quo. Sucede que en el caso sub judice no obstante haberse realizado de forma defectuosa la notificación del emplazamiento y contener ello una sanción de nulidad de conformidad al artículo 1131 del Código de Procedimientos Civiles, por especificación legislativa puede subsanarse tal defecto con la intervención del afectado. Habiendo concurrido ello, como se manifestó anteriormente, queda plenamente consentido el vicio para el solo efecto de continuar el desplazamiento jurisdiccional de forma válida y eficaz. Por lo tanto no puede creerse desde el punto de vista constitucional que exista violación del derecho de audiencia y menos la invocación de la actora al alegar también violación de éste, aduciendo un supuesto fáctico distinto tal como es la negativa de intervenir en segunda instancia para controvertir los hechos. Por las razones expuestas, esta Sala considera que no se ha producido violación del derecho invocado por la recurrente, aun cuando hubo una causa originaria que potencialmente desembocaría en ello, en tanto que hubo subsanación del vicio, por lo que no procede conceder el amparo solicitado. POR TANTO: A nombre de la República, con base en las razones expuestas, y en aplicación de los artículos 32, 33, 34 y 35 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) Declárase que no ha lugar el amparo solicitado por la señora JULIA JOSEFINA CERNA GARCÍA, contra providencias de la Jueza Tercero de Tránsito de San Salvador y la Cámara de Tránsito de la Primera Sección del Centro de la ciudad de San Salvador; (b) cesen los efectos de la suspensión del acto reclamado decretado a las ocho horas y cinco minutos del día trece de febrero de mil novecientos noventa y ocho y confirmado a las once horas y quince minutos del día diecisiete de marzo del mismo año; (c) condénase en costas, daños y perjuicios al demandante; (d) notifíquese.--HERNANDEZ VALIENTE---MARIO SOLANO---O. BAÑOS---E. ARGUMEDO--PRONUNCIADO POR LOS SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---J ALBERT ORTIZ---RUBRICADAS. AS003798.99