LUCES Y SOMBRAS DE LA HISTORIA: LA IRONÍA

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LUCES Y SOMBRAS DE LA HISTORIA: LA IRONÍA
Clara Irene Armendáriz Armendáriz*
* Doctora en Filología por la Universidad Complutense de Madrid
UPIICSA, XX, VIII, 58
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Luces y sombras de la historia: la ironía
RESUMEN
Luces y sombras
de la historia:
la ironía
El objetivo primordial de este estudio es señalar las ocasiones en que la ironía se emplea
en Los pasos de López (LPL) de Jorge Ibargüengoitia y El seductor de la patria (ESP) de Enrique Serna, para conseguir la desmitificación
de los caudillos Miguel Hidalgo y Antonio López de Santa Anna. Tanto la historia del héroe
como la del antihéroe, encierran dentro de sus
narraciones ironía verbal e ironía situacional, y
de estos dos tipos de ironías se desprende toda
una gama de matices del fenómeno irónico
En LPL el uso de la ironía casi siempre va encaminada a la desacralización, deslucimiento o minimización de Periñón-Hidalgo y de
los acontecimientos en los que el caudillo se
ve involucrado. La novela de Serna también
es enormemente irónica, pero contrariamente a lo que sucede en LPL, la mayor parte de
la ironía de ESP se encamina a retratar a Santa Anna como a un antihéroe de cuerpo entero.
No obstante, en esta novela existen momentos
irónicos en los que Serna explica, dramatiza o
contextualiza las circunstancias en las que actúa Santa Anna, por lo que su figura aparece
menos satanizada y hasta un tanto reivindicada.
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Introducción
La ironía es quizás la manifestación literaria de mayor importancia de los últimos
tiempos. Es un rasgo común de la novela
moderna y posmoderna, y aunque su inclusión no asegura la calidad de la obra, nunca
falta en las narraciones de mayor prestigio.
El término ironía es muy amplio y de muy
difícil precisión, por lo que cabe puntualizar el sentido del concepto que se utiliza en
el estudio de las dos novelas que se analizan en este texto.
El objetivo de este trabajo es señalar las
ocasiones en que la figuración irónica es
empleada por los autores de Los pasos de
López (LPL) y de El seductor de la patria
(ESP), Jorge Ibargüengoitia y Enrique Serna,
respectivamente, para conseguir la desmitificación de los caudillos. La historia del héroe así como la del antihéroe, contienen en
sus narraciones ironía verbal e ironía situacional por separado y, muy frecuentemente,
la combinación de ambas.
Desarrollo
De acuerdo con la teoría de Muecke la
ironía verbal es también llamada intencional o instrumental y en ella se detecta la
presencia de un ironista. La ironía situacional u observable, es involuntaria y se suscita por algún hecho visible. De estos dos
tipos de ironías se desprende, como asegura Ballart, toda una gama de matices como
la subversión de un hecho histórico conocido por todos; la presentación de una verdad contundente que luego se desmiente o
se contradice; la incongruencia; el contraste entre apariencia y realidad; la dualidad
que se refleja tanto en el discurso como en
los hechos; la ruptura del sistema que lleva
al lector a una percepción primero y luego
a una reacción y el contraste de valores argumentativos. Aunque ésta es una muestra
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bastante limitada de variantes, la presentación de diferentes aspectos de una misma
manifestación da una buena idea del amplio espectro que abarca el fenómeno irónico.
El tono de la novela de Ibargüengoitia es
desmitificador por excelencia, por lo que
la ironía y el humor campean por sus páginas. En la novela de LPL la utilización
de la figuración irónica casi siempre va encaminada a la desacralización, reducción,
deslucimiento o minimización de alguien
o de algún acontecimiento memorable. Sin
embargo, el señalamiento irónico de este
trabajo con relación a LPL, se refiere únicamente a Periñón-Hidalgo y a los acontecimientos en los que este caudillo se ve involucrado. Por otro lado, aunque la novela de
Serna también es enormemente irónica, la
mayor parte de la ironía que aparece en ESP
se encamina a mostrar a Santa Anna como
a un antihéroe.
En LPL el autor desmitifica al héroe, aunque a veces se nota el afecto del autor por
el personaje histórico. En la novela de ESP
Serna reafirma, en gran parte, la imagen de
villano del caudillo. No obstante, en esta
novela existen momentos irónicos en los
que Serna explica, dramatiza o contextualiza las circunstancias en las que actúa Santa
Anna, por lo que su figura aparece menos
satanizada y hasta un tanto reivindicada. A
estas escenas se refiere principalmente este
texto, a las ocasiones en las que el autor implícito se introduce en el revés del mito establecido del villano.
La novela LPL está repleta de episodios
en los que las ironías verbales, situacionales
y combinaciones de ambas se encadenan
unas con otras, todas ellas con el cometido
de desdorar el pasaje, quitarle solemnidad
y brillo a un momento histórico o rebajar al
plano mundano la figura del héroe. Una de
las cinco pistas que propone Booth para la
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detección de la ironía, es aquélla que proclama como verdad un error evidente o, en
su caso, subvierte un hecho histórico conocido por todos. Esto sucede en el pasaje
histórico que se conoce como “el grito”. El
narrador Chandón dice que este episodio
tan conocido no es como lo cuentan, puesto que la leyenda (el mito) lo ha distorsionado, e insinúa que su relato es la versión
verdadera: “A mi llegada a Ajetreo no hubo
abrazo, porque Periñón no estaba. Había
ido a visitar amigos que vivían fuera del
pueblo.”1
El narrador le resta emotividad al momento en que él llega a Ajetreo a darle la
noticia a Periñón de que la conspiración ha
sido descubierta, en tanto que llega y no
encuentra al cura. Éste anda en una visita
social. No es que se haya alejado del lugar
para cumplir con su deber eclesiástico de
atender a algún moribundo en sus últimos
momentos, sino que se dice que el cura
simplemente anda visitando a unos amigos.
La escena en general desinfla la expectativa
del lector, por lo que éste experimenta una
desilusión.
el pueblo para apresarlos en nombre de la
independencia:
No hallábamos dónde encerrarlos. Por fin se nos ocurrió llevarlos a la cárcel. Hubo que soltar
a los presos. . . (éstos) lo siguieron (a Periñón) lealmente en
su aventura. Todos murieron.3
En Ajetreo sólo hay cinco españoles y el
resto de la población son indígenas, mestizos y criollos que se alzan en contra de los
primeros. La ironía situacional consiste en
que el número de ibéricos es muy reducido en comparación con la gran cantidad de
mestizos que hay en el pueblo. La situación es a todas luces desproporcionada, y
por tanto, hace ridículo, por incongruente,
el hecho de que todos los rebeldes vayan
juntos a apresar a los primeros. La siguiente ironía también es situacional, puesto que
nadie sabe dónde encerrar a los españoles,
como si no fuese una obviedad que la cárcel es el lugar apropiado para apresar a alguien.
La ironía situacional u observable aparece cuando se da el contraste entre lo que
espera el lector y lo que realmente sucede
(ilusión/desilusión). El ironista no se muestra, pero aunque no se note su presencia, se
sabe que está allí agazapado. Aun cuando
Chandón no lo expresa abiertamente, éste
pasa por el mismo sentimiento de desencanto del lector cuando aquél llega a Ajetreo y no encuentra a Periñón.
La ironía final de la cita es del destino
o situacional, en tanto que al liberar Periñón a los presos, lejos de proporcionarles
un beneficio, los perjudica, porque en la
cárcel no tenían libertad, pero por lo menos tenían vida. En esta cadena de ironías
que se engarzan unas con otras convergen
la incongruencia, la evidencia inadvertida
y la paradoja. Con todas ellas se crea una
atmósfera jocosa dado lo absurdo y ridículo
de las situaciones.
La siguiente ironía que se enlaza con la
anterior es cuando Periñón llega a su casa y
al enterarse de lo sucedido en Cañada arma
a su gente y va a buscar al delegado Patiño
y a los otros cuatro españoles que vivían en
Este mismo pasaje memorable, trascendental en la historia de México, continúa
acumulando ironías que llevan el propósito
de restarle colorido, brillo y solemnidad al
acto:
Ibargüengoitia, Jorge. Los pasos de López, ed. cit.
p. 118. . .
3
1
UPIICSA, XX, VIII, 58
Ibid. p. 118
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Cuando la campana tocó a rebato
ya el peligro había pasado: los españoles estaban presos, los alguaciles
desarmados, la ciudad en nuestras
manos.
Periñón descolgó la imagen de la
Virgen Prieta que estaba en el cuadrante, arrancó tres palos del bastidor y amarró el cuadro a una lanza,
convirtiéndola en estandarte.
—Esta será nuestra bandera—dijo—
y con ella venceremos.4
De nuevo se advierte en esta cita la ironía verbal/situacional en el hecho de que la
campana toca a rebato a destiempo. Ésta
no tiene la intención de llamar a los habitantes del pueblo porque éstos ya están allí;
no hay ningún peligro inminente puesto
que los españoles ya están bajo custodia y
los alguaciles no tienen armas; tampoco se
advierte ningún ataque repentino, en vista
de que no hay nadie que pueda atacar al
pueblo. El desfase que ocurre en el tiempo
entre el desarrollo de los acontecimientos y
el repique posterior de la campana, cuando debería haber sido al revés, hace que la
escena se vea irrisoria y absurda en lugar
de gloriosa. A esta situación se suma el hecho de que Periñón toma una imagen de la
Virgen Prieta y la adapta como bandera de
guerra. Una representación religiosa y sagrada de la Virgen la utiliza Periñón para
fines profanos y hostiles, lo cual es también
una incongruencia. Además, Chandón llama a la Virgen Morena de Guadalupe, la
Virgen Prieta, adjetivo este último que frecuentemente se utiliza de manera despectiva para describir a alguien de tez morena
muy oscura, con lo que el autor implícito,
desdoblado en narrador, lleva a cabo una
flagrante irreverencia religiosa.
4
Ibid.
UPIICSA, XX, VIII, 58
La escena de “El Grito de Independencia” continúa engarzando un rosario de ironías que desmitifican uno de los momentos
cumbres en la historia de México. Después
de tomar Periñón el estandarte de la Virgen
en la iglesia repleta de gente, sale al presbiterio y grita:
— ¡Viva México! ¡Viva la independencia! ¡Viva la Virgen Prieta!
El pueblo le contestó:
— ¡Viva el señor cura Periñón!
Ni él gritó “¡vamos a matar españoles!” ni matamos a ninguno aquella
noche. Periñón abrió una barrica
del vino que él mismo hacía y nos
dio a probar. Estaba agrio. Después
dispuso guardias y nos fuimos a
dormir. 5
Periñón lanza vítores a México, a la independencia y a la Virgen y se supone que el
pueblo debe responder repitiendo los mismos vivas. Sin embargo, la gente contesta
con un “viva” para el cura, como si él estuviera por encima de todo lo demás, por lo
que queda claro que ésta es una ironía verbal, donde se nota la presencia del ironista. Luego Chandón desmiente la creencia
común de que el cura, en esa ocasión, arenga a la turba para que ésta mate españoles.
En vez de esto, Periñón quiere celebrar en
grande el momento repartiendo a la concurrencia vino del que él mismo fabrica, pero
el festejo resulta un fracaso porque el vino
está agrio (verbal/situacional). El desenlace
de este glorioso acontecimiento de “el grito”
es un verdadero fiasco, una gran desilusión
y una burla a la historia oficial porque en
lugar de que la acción empiece inmediatamente, todos se van a dormir tranquilamente. La gran ironía que abarca en su ámbito a
todas las demás ironías eslabonadas en este
episodio, es la que Booth propone como
5
Ibid. p. 119
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una de las cinco pistas para la percepción
de la ironía, que es la de la subversión de
un hecho histórico conocido por todos. El
propósito de la transposición de un hecho
histórico brillante, solemne y glorioso en
un evento opaco, antisolemne y común, es
el de mostrar otra posibilidad más pedestre
de ver la historia, sin necesidad de glorificarla ni magnificarla. La coloración afectiva de esta ironía, según Ballart, es necesariamente de decepción, y su significación
estética encierra en sí la esencia de lo que el
autor intenta hacer contra la historia oficial,
por lo que encaja perfectamente en el cuerpo de la novela.
En el análisis de las ironías desmitificadoras del villano Santa Anna en ESP, contrario
al procedimiento utilizado en LPL de escoger un momento histórico glorioso, se selecciona uno de los episodios más trágicos y
amargos de la historia nacional mexicana:
la pérdida de Texas frente a Estados Unidos. La historia oficial, quizá injustamente,
le achaca este doloroso despojo sufrido por
México a un solo hombre: a Antonio López
de Santa Anna. No obstante, en ESP Serna contextualiza las circunstancias en que
tuvieron lugar los acontecimientos y, por
este solo hecho, la figura del “traidor más
grande de México” recibe una cierta reivindicación.
En ESP aparecen varios pasajes en los que
Santa Anna, enfermo, recorre gran parte del
territorio mexicano con un ejército desapercibido, cansado y hambriento para llegar
hasta Texas. Cuando por fin llega, el clima
inmisericorde merma considerablemente
al ejército mexicano, pero los sufrimientos
y las bajas no son suficientes para hacerlo
retroceder. Por tanto, el Santa Anna de la
historia oficial, a veces, no se parece a la
descripción de antihéroe que aquélla hace
de él:
La nevada se prolonga por varios
días y el campamento se convierte
en un cementerio donde la muerte
está de manteles blancos. Entre los
prófugos y los congelados sufro una
merma de 400 hombres. Cualquiera
en mi lugar ordenaría la retirada,
para reanudar la expedición en otra
época del año. Pero yo conozco a
mi gente y sé que se crece en la adversidad, como los viejos caballeros
águila. ¡Arriba, mis valientes! Ahora menos que nunca podemos retroceder. 6
La primera ironía que salta a la vista es el
tipo de discurso que en esta sección emplea
el narrador. Aquí usa el discurso indirecto
libre, como si estuviera hablando consigo
mismo y a la vez registrara las conversaciones que tiene con sus subalternos. En esta
cita sólo se percibe al Santa Anna bueno. En
las primeras líneas del pasaje pueden observarse ironías de tipo verbal/situacional
puesto que el caudillo al hablar compara su
campamento con un cementerio y contrasta
esta idea fúnebre con la de festín de la muerte. Aparece luego una ironía de contraste
entre apariencia y realidad con relación a
lo que se espera de él, siendo un villano (su
retroceso), y lo que decide hacer (continuar
la marcha), a pesar de la adversidad. Además, Santa Anna se muestra como un jefe
militar preocupado por sus soldados y por
mantenerles el ánimo en alto, circunstancia
que tampoco concuerda, en este pasaje, con
la imagen de cobarde y traidor que tiene en
la historia.
Una parte considerable del episodio de
las batallas de Santa Anna contra los colonos texanos continúa apuntando a un caudillo cuya personalidad aparece diferente
del conocido antihéroe. La marcha de su
6
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Serna, Enrique.,op. cit. p. 226
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ejército llega a San Antonio Béjar, donde se
encuentra el fuerte del Álamo, plaza que
uno de sus subalternos pierde contra un
puñado de texanos, y que Santa Anna pretende reconquistar:
Afuera se han quedado los esclavos
negros, que saludan con regocijo
nuestra llegada. Los libro de sus cadenas a martillazos y a cada uno le
regalo un peso y un sarape. Me conmueven sus muestras de gratitud,
en especial los besos de los pequeñines. Corran y díganle a sus hermanos de raza que en México todos
son iguales ante la ley sin distinción
de color ni de nacimiento. 7
En esta cita se aprecia una ironía observable en cuanto a que se contempla a Santa
Anna siendo magnánimo con los esclavos
negros, cuando sus propios soldados carecen no sólo de cobertores para el frío, sino
de todo lo demás. Asimismo, el caudillo se
presenta como un hombre de carne y hueso, sensible y capaz de emocionarse ante el
agradecimiento de los esclavos niños. Por
otra parte, siente el orgullo patrio de pertenecer a un país donde no existe la esclavitud y todos los hombres gozan de equidad
ante la ley. El Santa Anna de esta escena es
magnánimo, sensible y patriota; estos valores contrastan diametralmente con los atributos que la historia le ha impuesto.
Cámara de Diputados, el ministro
de Guerra y Marina José María Tornel rindió un informe a la nación sobre los últimos sucesos en la campaña de Texas. Según partes oficiales
recibidos ayer, los sublevados que
defendían el Fuerte del Álamo en el
poblado de San Antonio Béjar fueron derrotados a sangre y fuego por
el ejército pacificador que comanda
el invicto General Presidente don
Antonio López de Santa Anna. . . 8
El cambio en el tipo de narración que va
del discurso indirecto libre al de imitación
del lenguaje utilizado en un artículo periodístico, es una ironía de contraste. Esta cita
pretende captar los rasgos estilísticos de la
prensa para informar a la opinión pública
sobre la gran hazaña del “héroe” Santa
Anna. Curiosamente, no es el propio caudillo quien relata su proeza, sino que es un
tercero a través de un medio impreso, con
lo cual el autor implícito lleva a cabo un distanciamiento irónico del personaje, a pesar
de que el artículo periodístico es favorecedor a la figura de Santa Anna.
Un caso más de distanciamiento irónico
y de imitación de un rasgo estilístico en el
discurso es el que aparece hacia el final de
la misma nota periodística:
Para cerrar con broche de oro la memorable asamblea, el insigne poeta
Lauro Rossi leyó un epinicio dedicado al vencedor del Álamo:
Ilustre Santa Anna, preclaro caudillo, todo a tu presencia se vuelve
vencible, eres en el triunfo clemente
y sencillo, pero en el combate, con
razón terrible . . . 9
El ejército de Santa Anna recobra la plaza
de San Antonio Béjar y con ella el fuerte del
Álamo, donde todos sus ocupantes mueren.
LA LIMA DE VULCANO (20 de
marzo de 1837)
Las armas nacionales se cubren de
gloria
Esta mañana, desde la tribuna de la
7
Ibid. pp. 227-228
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8
9
Ibid. p. 229
Ibid. pp. 229-230. .
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El canto de victoria que el poeta dirige a
Santa Anna es bastante irónico, puesto que
a pesar de que lleva una intención de loa,
desde el punto de vista de Rossi, éste consigue exactamente el efecto contrario, ya que
el ironista se burla del “héroe” poniendo
ridiculeces en boca del poeta. No obstante,
el fragmento señala que el caudillo lleva a
su ejército a obtener una victoria más para
México, lo cual habla bien de él.
Tras la toma del Álamo el ejército de Santa Anna parece recobrar bríos y éste decide continuar la marcha para ir en busca de
Samuel Houston, jefe de los texanos, que ya
no está lejos:
[N]o podemos detenernos a descansar (...) Al día siguiente libro mi
primera escaramuza con el enemigo, que sólo nos lanza (...) disparos
de artillería (...) llegan refuerzos (...)
Filisola me envía (...) indios harapientos y enfermos que no tienen
fuerzas ni para cargar el fusil (...) El
general Cos (...) al frente de la columna, me pide un descanso antes
de entrar en batalla (...) su gente no
ha comido ni dormido en 24 horas.
Animado por la favorable reacción
que percibo (...) con la llegada de los
refuerzos (...) concedo el descanso a
todo el ejército (...) Houston ocupa
una posición muy desventajosa (...)
ordeno montar una guardia (...) y
me acuesto a la sombra de un encino. La verdad, a mí también me
hace falta una siesta. No he pegado
el ojo desde que cruzamos el paso
de Thompson. 10
El fragmento encierra varias entidades en
conflicto que se reflejan tanto en el discurso
como en los hechos. Esta dualidad gene10
Ibid. pp. 234-235
UPIICSA, XX, VIII, 58
ra los dos tipos de ironías conocidos como
verbal y situacional, ya antes mencionados.
La primera ironía surge en el discurso de
Santa Anna cuando dice “no podemos detenernos a descansar”; pero en los hechos,
sí hacen una parada para reponer fuerzas.
La segunda también proviene del lenguaje empleado por el caudillo, toda vez que
dice haber tenido la primera “escaramuza”
con el ejército enemigo. En los hechos, los
texanos dan muestras de fortaleza en su
armamento, en vista de que cuentan con
artillería, lo que significa que cuentan con
cañones, morteros y obuses que los mexicanos no tienen. Sin embargo, Santa Anna
habla del asunto como si el ejército texano
mostrara una clara debilidad en su ataque.
La tercera ironía también se refleja en el discurso y en los hechos, ya que los “refuerzos” que recibe el ejército mexicano, “no
tienen fuerza ni para cargar un fusil”, por
lo que no sólo no lo fortalecen, sino que, paradójicamente, lo debilitan porque es gente
enferma que supone una carga. La cuarta
tiene que ver con dos hechos en conflicto:
por un lado los soldados mexicanos van a
librar una batalla decisiva para conservar la
provincia de Texas y, por otro, no tienen las
condiciones para hacerlo. El ejército mexicano no ha comido ni dormido en 24 horas,
además de haber tenido una travesía extremadamente difícil y extenuante. La quinta
ironía, verbal/situacional, es un choque entre apariencia y realidad. Está relacionada
con la creencia de Santa Anna de que Houston ocupa una posición desfavorable, lo
cual es desmentido por los hechos más adelante. En la sexta y última ironía también
hay un contraste entre apariencia y realidad. Santa Anna aparenta tener fortaleza
para comandar una batalla tan importante
como la de San Jacinto, pero la realidad es
que él también necesita “una siesta” porque lleva mucho tiempo sin dormir.
A simple vista parecería que estas ironías
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nada tienen que ver con la desmitificación
de la imagen de villano de Santa Anna. Sin
embargo, todas ellas van encaminadas a señalar la posición y las difíciles circunstancias que rodean al caudillo en un momento
crucial para México. Las ironías ayudan a
crear una cierta empatía del lector con relación a Santa Anna, para que de este modo
comprenda un poco mejor que el caudillo
poco o nada podía hacer para conservar
Texas. El propio Serna dice en una entrevista:
(...) Texas, por ejemplo: no se perdió
cuando Santa Anna fue a la campaña y se durmió en la batalla de San
Jacinto; esos territorios empezaron
a perderse treinta años antes, desde
que los norteamericanos empezaron a poblarlo y México no envió
contingentes que contrarrestaran
la presencia invasora. Ésa era una
pérdida inevitable, con o sin Santa
Anna.” 11
Mientras duerme, Santa Anna sueña el
“futuro venturoso” de la tierra reconquistada. Se ve ante el Congreso de la nación
triunfante, donde no pide nada para él, pero
sí desea recompensar con extensas tierras
a quienes participaron en la campaña. Se
siente el emperador del imperio mexicano,
el Napoleón de América a quien le pagan
tributo los pueblos por él conquistados:
Interrumpe mi sueño el ruido de las
armas. Al despertar veo con sorpresa que el enemigo ha entrado a saco
en el campamento. No tengo tiempo de ponerme las botas (...) ¿Qué
pasó con las guardias de Castrillón?
Tenía órdenes de reportarme el menor movimiento del enemigo. Al
Gil Eve,”La seducción literaria”, Revista X, No. 19,
México, noviembre de 1999, p. 15
11
UPIICSA, XX, VIII, 58
pasar frente a su tienda lo veo agonizar con un abanico de naipes entre los dedos (...) demasiado tarde
para regañarlo (...) En un descuido
todo se fue a la mierda. Pero ¿quién
se podía imaginar ese revés del destino? 12
La ironía que primero se percibe es la del
contraste que hay, dentro del mismo sueño,
entre lo que Santa Anna “solicita al Congreso”, donde el caudillo todavía se muestra
generoso, y lo que planea para el futuro,
cuando todo el mundo le rinde pleitesía al
“Napoleón de América”. En este momento el propio Santa Anna reafirma su propio mito de antihéroe y de un ser ególatra
sediento de gloria. La siguiente ironía tiene lugar en el momento del choque entre
“lo ideal” (el sueño) y “lo real” (la vigilia),
cuando el fragor de la batalla lo hace despertar sobresaltado a la cruda realidad de
tener sobre su ejército al enemigo texano.
A estas ironías se suceden las de ver a su
“guardián” agonizando con un juego de cartas entre las manos, lo cual implica que éste,
junto con sus ayudantes se dedicaron a jugar baraja en lugar de estar pendientes de
los movimientos del ejército enemigo. Por
último, aparece la ironía del destino que
presenta a Santa Anna a punto de convertirse en un vencedor al derrotar a Houston y
a su ejército, y enseguida lo muestra siendo
derrotado. Esta última ironía ilustra bien el
principio de “ruptura del sistema” del que
habla Bousoño en su teoría, toda vez que se
tienen dos fases donde la primera es de ilusión, y la segunda de desilusión. Es evidente que en este último pasaje las ironías ya
no se utilizan solamente para desmitificar
al villano, sino que sirven de igual modo
para mitificarlo.
12
Serna, Enrique, op. cit. pp. 235-236
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Conclusiones
Queda demostrado entonces, que el carácter ambiguo de la ironía la convierte en
una operación narrativa. Funciona lo mismo para rebajar al héroe y desdorar los
eventos que él protagoniza, como sucede
en las escenas de “el grito” en LPL, así como
para elevar a la categoría de ser humano al
antihéroe tachado de traidor en la historia
oficial. En LPL la ironía hace ver a Periñón
como a un cura mundano y libertino, aunque simpático. Mientras tanto, en algunos
pasajes de ESP, se aprecia a un Santa Anna
menos villano, más humano y hasta un tanto reivindicado.
Bibliografía
Ballart, Pere, Eironeia: La figuración irónica en el discurso literario moderno, Barcelona, Quaderns Crema, 1994
Booth, Wayne, Retórica de la ironía, Madrid, Taurus Humanidades, 1989
Serna, Enrique, El seductor de la patria,
México, Joaquín Mortiz, 1999
Gil, Eve, “La seducción literaria”, Revista
X, No. 19, México, 1999
Ibargüengoitia, Jorge, Los pasos de López,
México, Joaquín Mortiz, 12ª. reimp.1998
Muecke, D.C., The Compass of Irony,
London, Methuen, 1969
UPIICSA, XX, VIII, 58
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