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CARTA DE ANIMADORES
CLARETIANOS.
JUNIO 2012
Padres y hermanos
En nuestra comunidad tenemos un GPS.
Resulta cómodo y seguro viajar con tal aparato.
Se anota en la pantalla el punto de salida y el
de llegada y mientras conducimos el automóvil,
vamos recibiendo las oportunas instrucciones.
Si sufrimos algún error una voz nos advierte
que va a recalcular el itinerario. Funciona,
según me dicen, gracias a 24 satélites que
cubren al detalle la superficie del planeta y
envían continuamente señales a cada receptor.
Dicen que este extraordinario artilugio fue
inventado con finalidad militar por las grandes
potencias y como tantas otras cosas ha pasado
a ser de uso común.
¿No deberíamos los animadores
vocacionales ofrecer a cada uno de nuestros
jóvenes un artefacto parecido para ayudarles a
circular vocacionalmente por la vida? Hay
tantos
reclamos,
carteles
y
letreros
contradictorios que, a menudo, les desorientan
y les pierden. Pero pensándolo mejor, la verdad
es que todos, también ellos, tenemos
incorporado un receptor de ondas en nuestro
interior y que, desde más allá de los satélites,
Dios nos envía las oportunas señales de
orientación.
Estamos dotados de inteligencia,
instrumento capaz de percibir y registrar
llamadas estemos donde estemos. Hemos sido
dotados de libertad, que proporciona la
energía necesaria para tomar decisiones.
Tenemos también conciencia, que detecta los
caminos seguros y advierte de peligrosas
desviaciones.
Si para viajar con el GPS hay que señalar
el punto de salida y el punto de llegada, para
vivir en clave vocacional también hay que
conocer con exactitud el punto de partida y el
destino, no solo para los pequeños trayectos
que permiten alcanzar esta o aquella cosa, sino
para la totalidad del viaje por eso que llamamos
“nuestra vida” sin caer a veces en la cuenta de
que más que “nuestra”, es prestada.
Y, ¿qué ayuda podemos ofrecer a
nuestros jóvenes? La primera, advertirles que
su razón y la conciencia son dos maravillosos
aparatos conocer la propia vocación pero que,
si se utilizan poco, terminan estropeados.
Razonar para encontrar la verdad más
profunda, para distinguir la buena de la mala
elección, lo que es a la larga más útil aunque a
la corta sea más penoso, lo saludable de lo
nocivo, es un arduo trabajo al que no se debe
renunciar aunque resulte más cómodo aceptar
lo que ofrece el mercado de la superficialidad,
del ruido, de la publicidad o del consumo.
Aunque parezca lo contrario al principio, es
muy peligroso deambular por caminos que
prometen mayor cantidad de placer y evitan
responsabilidades y preocupaciones.
Incluso la conciencia puede protestar
durante un tiempo por el mal uso que se hace
O
de la razón y de la voluntad; pero termina por
enmudecer si se la soborna o degrada con una
vida mediocre y egoísta. Lo que forma -o
deforma- la conciencia es el estilo de vida. Si no
se vive como se piensa, se acaba pensando
como se vive.
Ser animador vocacional consiste en
enseñar a otros el funcionamiento del GPS del
evangelio: Cómo introducir el punto de partida
y cómo seguir la voz que indica infaliblemente
el trayecto acertado entre el ahora y el mejor
de los futuros, que siempre pasa por el Amor
con mayúscula. Ese GPS evangélico da además
algo que no lo da el del automóvil de la
comunidad: una invencible energía para
mantenerse siempre en camino.
Juan Carlos cmf
Juan Carlos cmf
GPS
vocacional
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