Nº 221 - Julio / Agosto 2007 - SCHERZO REVISTA DE MÚSICA Año XXII - Nº 221 - Julio / Agosto 2007 - 6,50 € DOSIER Beethoven ENCUENTROS Klaus Heymann ESTUDIO Buxtehude: 300 años ACTUALIDAD Aldo Ciccolini Régine Crespin DISCOS Referencias: La Trágica de Mahler AÑO XXII - Nº 221 - Julio-Agosto 2007 - 6,50 € OPINIÓN CON NOMBRE PROPIO 2 Abriendo las puertas de un nuevo mundo Manuel M. Martín Galán 114 Enrique Igoa 118 Guzmán Urrero Peña 124 Arturo Reverter Andrés Ruiz Tarazona 128 12 AGENDA Enrique Pérez Adrián 132 18 ACTUALIDAD NACIONAL 8 Aldo Ciccolini 10 Régine Crespin Pervivencia y modernidad Retratos sobreimpresos Emili Blasco 41 60 La conexión española En casa con Beethoven ENCUENTROS Klaus Heymann José Luis Pérez de Arteaga ACTUALIDAD INTERNACIONAL ESTUDIO Buxtehude: para una primera aproximación ENTREVISTA Harry Halbreich Angela Gheorghiu EDUCACIÓN Fernando Fraga y Blas Matamoro 64 Pedro Sarmiento Discos del mes JAZZ SCHERZO DISCOS Sumario 65 136 DOSIER 144 Pablo Sanz 146 LA GUÍA 148 CONTRAPUNTO 113 Ludwig van Beethoven 140 Norman Lebrecht 152 Colaboran en este número: Javier Alfaya, Daniel Álvarez Vázquez, Julio Andrade Malde, Íñigo Arbiza, Rafael Banús Irusta, Emili Blasco, Alfredo Brotons Muñoz, José Antonio Cantón, Patrick Dillon, Pierre Élie Mamou, José Luis Fernández, Fernando Fraga, Manuel García Franco, José Antonio García y García, Carmen Dolores García González, Juan García-Rico, Antonio Gascó, Mario Gerteis, Boris Michael Gruhl, José Guerrero Martín, Harry Halbreich, Fernando Herrero, Bernd Hoppe, Enrique Igoa, Paul Korenhof, Antonio Lasierra, Norman Lebrecht, Fiona Maddocks, Santiago Martín Bermúdez, Manuel M. Martín Galán, Leticia Martín Ruiz, Joaquín Martín de Sagarmínaga, Enrique Martínez Miura, Blas Matamoro, Erna Metdepenninghen, Marco Antonio Molín Ruiz, Juan Carlos Moreno, Antonio Muñoz Molina, Rafael Ortega Basagoiti, Josep Pascual, Enrique Pérez Adrián, José Luis Pérez de Arteaga, Javier Pérez Senz, Paolo Petazzi, Francisco Ramos, Arturo Reverter, Barbara Röder, Jaime Rodríguez Pombo, Leopoldo Rojas-O’Donnell, Justo Romero, Andrés Ruiz Tarazona, Stefano Russomanno, Carlos Sáinz Medina, Ignacio Sánchez Quirós, Pablo Sanz, Pedro Sarmiento, Bruno Serrou, Carlos Singer, Franco Soda, Christian Springer, José Luis Téllez, Guzmán Urrero Peña, Asier Vallejo Ugarte, Claire Vaquero Williams, Pablo J. Vayón, Juan Manuel Viana, Albert Vilardell, Federico Villalba. Traducciones: Rafael Banús Irusta, Blas Matamoro y Ruth Zauner (alemán) - Enrique Martínez Miura (italiano) - Barbara McShane (inglés) Juan Manuel Viana (francés) Impreso en papel 100% libre de cloro PRECIO DE LA SUSCRIPCIÓN: por un año (11 Números) España (incluido Canarias) 65 €. Europa: 100 €. EE.UU y Canadá 115 €. Méjico, América Central y del Sur 120 €. Esta revista es miembro de ARCE, Asociación de Revistas Culturales de España, y de CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos. SCHERZO es una publicación de carácter plural y no pertenece ni está adscrita a ningún organismo público ni privado. La dirección respeta la libertad de expresión de sus colaboradores. Los textos firmados son de exclusiva responsabilidad de los firmantes, no siendo por tanto opinión oficial de la revista. Esta revista ha recibido una ayuda de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas para su difusión en bibliotecas, centros culturales y universidades de España. 1 OPINIÓN OPINIÓN EDITORIAL 2 ¿POR QUÉ BEETHOVEN? Q uizá al lector de este número de SCHERZO le extrañe encontrarse con un Dosier Beethoven. ¿Por qué ahora, que no hay efemérides alguna que celebrar, ni pretexto a la vista de esos que ponen de moda a una figura que está por encima de ellos? ¿Qué puede aportarnos reflexionar un poco sobre Beethoven así, como sin venir a cuento? Son preguntas que nos hemos hecho en la revista al pensar en este Dosier y que se responden, por un lado, con la permanente presencia del compositor, con la evidencia de su genio indudable aunque no toque celebrarlo de manera especial. Y de otro, con lo que puede tener de ejemplo en un momento en el que no dejan de flaquear ciertos aspectos a la hora de afrontar seriamente la creación no sólo musical. Se tiende a otorgar a casi todo el mismo valor, a despreciar el componente intelectual de la creación artística, a considerar la facilidad de consumo una virtud frente a la oportunidad de pensar. Vale igual la cocina que la ópera y todos somos artistas. Tiene su gracia pero no es verdad. La lección beethoveniana nace de y se desarrolla por los caminos de la libertad y de la más alta exigencia con uno mismo dentro de los parámetros del arte escogido. Una libertad y una exigencia sobre la que se construyen su propio presente y buena parte de un futuro que anticipan. Su vida y su obra revelan la lucha del creador con la sociedad, con el poder establecido —político a veces, cultural casi siempre—, con el peligro de acomodo en sus logros que acecha siempre al genio. Es la muestra de una alta cultura que no es necesario recalcar a los lectores de SCHERZO pero que, tomando el rábano por las hojas, tiende a desvirtuarse porque pertenece a un universo social, como es el de la música llamada clásica — qué lástima no haber sido capaces de sustituir ese adjetivo limitador—, al que parece que le cuesta renovarse, cambiar su aspecto. Hay, seguro, quienes serían más indulgentes con ella y hasta se acercarían para comprobar que no sólo no aburre sino divierte con un mero cambio de estética promocional. Aquí, por desgracia, el hábito ya ha hecho al monje. La concesión del Premio Príncipe de Asturias a Bob Dylan ha servido seguramente para que muchos enterados comparen lo que estiman la vitalidad de lo que representa el autor de Blowin in the wind con la aburrida formalidad inherente a cualquier músico clásico, encargándose de mantener abierta una brecha que, llegados a eso que llamamos excelencia, quizá no debiera ser tal. Es una vieja polémica alimentada por ambos bandos la de si realmente el fulgor de la inspiración de una canción memorable puede compararse a la construcción formal de una sonata o de una sinfonía. Para unos lo popular se impone a un concepto de intelectualidad entendido torticeramente mientras, para los otros, un cierto desprecio transforma en elitismo lo que no es sino puro apriori. En fin, que aquí llega Beethoven a recordarnos la impronta del genio universal, la permanencia de los valores de un arte que vence al tiempo y que traspasa cualquier límite, que se ofrece al ser humano con la misma frescura del día en que nació y que por eso es lo que llamamos un clásico. Un arte, además, que sirve también para que seamos un poco más felices, ese sentimiento casi obsceno en un mundo como el de hoy pero sin el cual nuestra vida no tendría sentido. OPINIÓN Nº 221 - Julio / Agosto 2007 - SCHERZO REVISTA DE MÚSICA $xR;;,,1-XOLR$JRVWRĄ La música extremada DOSIER Beethoven OTRA VOZ ENCUENTROS Klaus Heymann Diseño de portada Argonauta Foto portada: Rafa Martín ESTUDIO Buxtehude: 300 años ACTUALIDAD Aldo Ciccolini Régine Crespin DISCOS Referencias: La Trágica de Mahler Edita: SCHERZO EDITORIAL S.L. C/Cartagena, 10. 1º C 28028 MADRID Teléfono: 913 567 622 FAX: 917 261 864 Internet: www.scherzo.es E mail: Redacción: [email protected] Administración: [email protected] Presidente: Santiago Martín Bermúdez REVISTA DE MÚSICA Director: Luis Suñén Redactor Jefe: Enrique Martínez Miura Edición: Arantza Quintanilla Maquetación: Iván Pascual Fotografía: Rafa Martín Secciones Discos: Juan Manuel Viana Educación: Pedro Sarmiento Jazz: Pablo Sanz Libros: Enrique Martínez Miura Página Web: Iván Pascual Consejo de Dirección: Javier Alfaya, Manuel García Franco,Santiago Martín Bermúdez, Enrique Pérez Adrián, Pablo Queipo de Llano Ocaña, Arturo Reverter Departamento Económico: José Antonio Andújar Departamento de publicidad Cristina García-Ramos (coordinación) [email protected] Magdalena Manzanares [email protected] DOBLE ESPACIO S.A. 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Se prohíbe la reproducción total o parcial por ningún medio, electrónico o mecánico, incluyendo fotocopias, grabados, o cualquier otro sistema, de los artículos aparecidos en esta publicación sin la autorización expresa por escrito del titular del Copyright. P uestos a enumerar las grandes voces del jazz no mucha gente incluirá entre ellas la de Fred Astaire. Incluso es probable que alguien se extrañe si se menciona su nombre en relación con esa música. A Fred Astaire se le ve como una figura lejana de musical en blanco y negro, de una elegancia anacrónica, incluso relamida, con su frac y su sombrero de copa, con la raya en el pelo tan perfecta como la del pantalón, bailando con Ginger Rogers en los escenarios lacados de una película de los años treinta. Nadie parece más ajeno a la idea un tanto cerebral y monástica del jazz que es tan común entre los aficionados europeos. Y sin embargo, igual que acercó la danza a la naturalidad apresurada de las caminatas urbanas, Fred Astaire supo cantar como si no estuviera cantando, con una voz que no necesitaba despliegues de dotes físicas para revelar la musicalidad y la hondura emocional de las canciones que elegía. Bailó vestido de frac, desde luego, pero también en ropa de calle, con una ligereza que desafiaba las leyes de la gravedad y hasta de la verosimilitud, pero que siempre tenía algo de celebración jovial de los gestos de la vida diaria, y esa fue también la manera en que se aproximó al canto, tan sutil que es muy fácil no advertir su maestría. Aquellas canciones de los musicales se escuchaban además edulcoradas por arreglos banales para orquestas de cuerda, que resaltaban su condición entre mercenaria y sentimental de números de baile. Muchas de las más célebres fueron escritas por Irving Berlin y George Gershwin para que Fred Astaire las cantara en aquellas lujosas producciones de Hollywood que a todos nos resultan al mismo tiempo familiares y lejanas. Mucho menos conocido es el hecho de que en diciembre de 1952 un Fred Astaire para el que sus tiempos de gloria se iban quedando muy atrás se encerró en un estudio de Los Angeles con un grupo de músicos de jazz para grabar de nuevo lo que había cantado tantas veces, ahora con un acompañamiento austero de trompeta, saxo, guitarra, piano, contrabajo y batería. No estaba mal acompañado: el piano lo tocaba Oscar Peterson, el contrabajo Ray Brown, la guitarra Barney Kessel. En otra época había cantado para multitudes entusiastas en los teatros de Broadway, para las que llenaban los enormes cines de los años treinta y cuarenta atraídas por el resplandor de su nombre en los letreros de las mar- quesinas. Ahora estaba a solas con los músicos y con los técnicos de grabación, consciente de que los tiempos de éxito masivo habían pasado para él, a la velocidad cruel con la que cambian las modas en el negocio del espectáculo. Y cantó como hablando en voz baja, como si lo hiciera tan sólo para los músicos y para sí mismo, con la misma vitalidad e ironía de siempre, desde luego, pero ahora también con melancolía. Cantó las canciones festivas de Irving Berlin —Cheek to cheek, Top hat, Steppin’ out with my baby, Puttin’ on the Ritz— como si estuviera invocando las fiestas del pasado, y en las de Gershwin y Cole Porter acentuó lo que hay en ellas de apasionamiento destinado al fracaso, de burla teñida de amargura y de un cierto cinismo. Cantó más que nunca diciendo las canciones, articulando las palabras con la misma precisión con que los músicos enunciaban las notas, resaltando su proximidad al habla y la sofisticación de los ritmos verbales y las rimas. Sin el azúcar de las cuerdas, sin la melosidad rutinaria del canto, las canciones tantas veces escuchadas parece que reviven en la voz limpia de Fred Astaire, muestran su urdimbre seca, su médula más pura y resistente. La música no se superpone a las palabras, surge de ellas, igual que el baile surge de pronto del caminar azaroso. Lejos de los escenarios, de los focos cegadores del éxito, rodeado de unos pocos músicos, en el declive de su carrera, Fred Astaire fue durante unos días y para siempre uno de los grandes cantantes del jazz. Antonio Muñoz Molina 3 OPINIÓN UNA EDICIÓN IRRESPONSABLE Señor Director: M e permito dirigirme a usted para rogarle la publicación de la siguiente aclaración respecto al comentario del ilustre crítico Arturo Reverter en torno a la confusión creada por la edición del ICCMU de dos posibles oberturas para la ópera Los esclavos felices de Arriaga. La situación es la siguiente: Primero. De una posible OBERTURA para la ópera juvenil Los esclavos felices (1819), no sabemos si existió, no nos ha llegado ni una sola referencia, ni una línea, ni un compás. NADA. Segundo. Nos han llegado las partichelas manuscritas de una interpretación en París de una OBERTURA cuyo primer movimiento tituló el autor PastoraleAndante y que corresponde con la referencia de Fétis de que fue compuesta después de los Tres Cuartetos, hacia 1824. La llamaremos Obertura pastoral y tiene 564 compases. Tercero. La edición del ICCMU aparecida el pasado año 2006 —el equipo fue E. Casares, C. Rousset, J. Ortega— incluye nada menos que dos oberturas para la ópera, todo un hallazgo: OBERTURA DE LOS ESCLAVOS FELICES. (1ª versión, Bilbao). En 1820, según Ortega. Tiene 563 compases. (Basada en ediciones anteriores, sin soporte musicológico para su reconstrucción en las partes necesarias. Es decir, con el título erróneo, la fecha equivocada y el contenido de dudosa entidad, es una edición de las partichelas de París de la Obertura pastoral, de hacia 1824. J. P. de A.). OBERTURA DE LOS ESCLAVOS FELICES. (2ª Versión, Bilbao, en la p. 287 y luego, 2ª Versión, París, en la p. 289). Casares, Rousset, Ortega no fechan la obra. Tiene 393 compases. Sin soporte documental alguno. (No es una obra de Juan Crisóstomo de Arriaga. Esta versión es el arreglo que hizo Emiliano de Arriaga y Ribero (1844-1919) hacia 1887 y que ha sido la que se ha copiado, publicado y tocado durante más de un siglo y que sólo tiene alrededor de 200 compases originales de las partichelas de París 1824 de Juan Crisóstomo, pero Ortega no dice nada al respecto en su nota introductoria. Es decir, esta obra no es de Juan Crisóstomo, el título es erróneo, se publica sin fechar y su contenido no aporta nada a la edición de obras de Arriaga. J. P. de A.). 4 La irresponsable edición de Casares, Rousset, Ortega está creando un cierto desconcierto en los intérpretes por esa aparición de dos oberturas, sin justificación, y para las que no se proporcionan criterios de ningún tipo que permitan C A R TA S A L D I R E C TO R una elección adecuada. Esta edición, que se presenta bajo el marchamo de “Edición crítica” y que se ha subvencionado con dinero público, no crea más que confusión y desconcierto en torno a la obra de Arriaga más conocida. Para aquellos profesionales que quieran conocer los únicos materiales originales disponibles de la Obertura pastoral (c. 1824) más próximos al autor, de dominio público, pueden consultar, o bien, la edición facsimilar de los manuscritos de las partichelas de 1824, citadas más arriba, publicada el pasado año por la Biblioteca Municipal de Bilbao, o bien, su página en Internet. Joaquín Pérez de Arriaga Madrid LAS BUENAS COSTUMBRES Señor Director: N o creo en absoluto que todo tiempo pasado fuera mejor. No pienso que estemos al borde del abismo. Vamos en caída lenta, pero eso es otra cosa. Lo que sí parece evidente es que los públicos de los conciertos se han estropeado. En una palabra, que el respetable ya no es tan respetable, o, al menos, tan respetuoso. Debe de ser la consagración del egoísmo, que goza de alta cotización. Claro que en la ópera y en los conciertos ha habido siempre un sector del público al que le importaba poco lo que estaban tocando y que usaba la sala de conciertos o el teatro como lugar de reunión social. Hoy sigue siendo así, pero antes, aunque fueran a verse unos a otros, no estaban tan atacados de tos y tuberculosis como ahora. Será el manido agujero de la capa de ozono o el exceso de vehículos privados, pero desde 1970 a hoy, el público melómano tose mucho más y goza de peor salud física y moral que antaño. ¡Claro que a cualquiera le puede venir un ataque de tos o una tos pasajera! Lo que sucede es que, llegado el caso, deberá coger un pañuelo o una prenda de ropa y amortiguar el sonido en la medida de lo posible. Esta cautela evidente venía ya hace años, como un ruego, en alguna entrada de la Filarmonía Gasteig de Múnich. Además, siendo melómano, el tosedor debería de saber que la tos se debe reservar para el tutti y en fortissimo y no arruinar todos y cada uno de los silencios, calderones y pianísimos del concierto. Algunos espectadores no deben ser muy melómanos o muy musicales, cuando machacan pianissimi, tosen a pleno pulmón (recuerdo, hace años, el estreno de la Catorce de Shostakovich en el Palau de Valencia, un señor nos dio la sinfonía, echando los pulmones por la boca, no menos de treinta veces). Tos. Parece el título de una opera de Shostakovich. Invito a cualquier compositor que tenga ganas para usar la tos como instrumento de percusión y elemento contrapuntístico, pero acompasado con el resto de la orquesta. Las personas que tienen una tos pasajera deberían seguir las indicaciones que dicta el sentido común, las buenas costumbres, y amortiguar su tos con un pañuelo. pero ¿y las personas que tosen cien veces en un concierto? Sencillamente que no vayan, deberían quedarse en casa. No se puede ir enfermo a un concierto, como no se debe ir a la oficina a pegar la gripe o el resfriado a todos los demás. Junto al extasiado espectador que violó el silencio con un bravo que tembló el auditorio, tras el último compás de la Pasión, o del Réquiem alemán que dirigió Ros Marbá hace semanas en Madrid, y al(a) frotador(a) de papel de caramelos, el tosedor sistemático y premeditado es un egómano, más que melómano, es una ruina para la música en vivo y han conseguido que, aunque no todo tiempo pasado fue mejor, en las salas de conciertos, pasemos de la armonía de las esferas a la cacofonía de los esputos. José Miguel Rodríguez Tapia Madrid C/ Blasco de Garay 47 - 28015 Madrid Tel.: 91 543 94 41. Fax: 91 543 94 74 [email protected] www.elargonauta.com OPINIÓN Prismas UN LIBRO SOBRE VIVALDI E n Venecia se acaba de celebrar, entre los días 13 y 16 de junio, un congreso internacional bajo el título de Antonio Vivaldi. Passato e Futuro, organizado por el Istituto Italiano Antonio Vivaldi de la Fundación Giorgio Cini. Ha sido un acontecimiento internacional, que ha atraído a decenas de especialistas del mundo entero. Entre ellos se encontraba uno de los nuestros, Pablo Queipo de Llano, miembro del patronato de nuestra Fundación y del consejo editorial de la revista. Ha sido el único estudioso español presente y su ponencia la leyó el día 16, en la culminación del congreso. Su libro El furor del Prete Rosso. La música instrumental de Antonio Vivaldi ha sido publicado dentro de la Colección Musicalia que edita Antonio Machado Libros en colaboración con nuestra Fundación. Lo cual quiere decir, entre otras cosas, que es uno de los escasos trabajos escritos en nuestro país acerca de una gran personalidad de la historia de la música que ha recibido el espaldarazo de la musicología europea. El libro de Pablo, además de su valor intrínseco, tiene una virtud muy grande: mira hacia fuera, hacia un mundo cada vez más plural, cumpliendo así aquella antigua advertencia de don Américo Castro —nuestro, ¿cómo no?, hoy semi olvidado y eminentísimo don Américo Castro— cuando recordaba que sólo cuando nuestra cultura se ocupe de culturas ajenas alcanzará una dimensión verdaderamente universal. No siento ningún rubor cuando escribo que el libro de Pablo Queipo de Llano —su padre, Gerardo, fue uno de los fundadores de nuestra revista— es espléndido y digno de una atención que apenas tuvo aquí, en España. Y no se trata en este caso del evangélico no ser profeta en su tierra sino de otras cosas, entre ellas de la actual reaparición de esa tendencia, tan nacional, a preferir disimular la falta de rigor y de entrega intelectual con grandes frases de esa retórica patriotera que a uno, que ya ha tenido que montar su campamento en eso que llaman la “Tercera Edad”, le recuerda la sórdida vocinglería franquista cuya culminación soportábamos los cinéfilos en aquel inefable No-Do cuyo lema era “El mundo entero al alcance de los españoles”. Más modesta y sencillamente Pablo ha escrito un libro importante y su mérito ha sido reconocido internacionalmente. No está nada mal, me parece. Javier Alfaya BOLETÍN DE SUSCRIPCIÓN c/ Cartagena 10, 1ºc - 28028 MADRID Tel. 91.356 76 22 - Fax 91.726 18 64 E-mail: [email protected] - www.scherzo.es Deseo suscribirme, hasta nuevo aviso, a la revista SCHERZO por períodos renovables de un año natural (11 números) comenzando a partir del mes de ………………… nº…… El importe lo abonaré de la siguiente forma: Transferencia bancaria a la c/c 2038 1146 95 6000504183 de Caja de Madrid, a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Cheque a nombre de SCHERZO EDITORIAL, S.L. Giro postal. Rellene y envíe este cupón por correo, fax o correo electrónico. O llámenos por teléfono de 10 a 15 h. También está disponible en nuestra página en internet. Nombre…………………………………………… ………………………………………..…………… Domicilio…………..…………………………….. .......................................................................... CP………Población……………………………… Provincia……………………………..…………… Teléfono…………………………………………… Fax…………...……………………….…………… E-mail……………………………………………… VISA. 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Mito tardío, pero especialmente fructífero, Orfeo ha dado pie a casi sesenta óperas, desde las fundacionales de Peri, Caccini y Monteverdi hasta las más recientes de Samuel Adler y Harrison Birtwistle (Jesús Rueda está en proceso de composición de la sexagésima), pasando por las de autores tan ilustres como Sartorio, Charpentier, Lully, Rameau, Keiser, Telemann, Dittersdorf, Benda, Cannabich, Haydn, Gluck, Malipiero, Milhaud, Krenek o Casella: no hay un movimiento renovador en la música dramática que no haya buscado legitimarse en su epopeya, y por ello resulta tan significativo que la parte de la leyenda que ha llegado a la escena en cualquiera de ellas se remita en exclusiva al episodio históricamente más moderno, el del fallido rescate de Eurídice, presente tan sólo en las fuentes latinas, parcas por lo demás en el aspecto más enigmático del episodio. Es evidente que semejante parte de la historia es la única que contiene un genuino conflicto dramático, es decir, la única factible para vertebrar un desarrollo operístico, pero tal vez fuera conveniente preguntarse si existe en ella una dimensión adicional susceptible de ser interpretada en otro registro y de atraer de este modo la atención de músicos y libretistas, bien que sea de un modo subliminar. Se sabe que se prohíbe al héroe volver la vista atrás mientras asciende del Tártaro, pero no se ofrecen razones para tal interdicto: ne flectat retro sua lumine, donec Avernas exiente valles, es cuanto afirma Ovidio en el décimo libro de las Metamorfosis. Se pretende evitar que Orfeo vea, y cabe preguntase qué cosa debe hurtarse a su contemplación. Es sabido que la palabra idea proviene del griego êidon, que significa literalmente yo vi: etimológicamente ver y saber son una misma cosa. ¿Cuál es, por tanto, el conocimiento que los dioses quieren vetar a Orfeo? Lo que Hades ofrece no es la resurrección de Eurídice: ni siquiera los dioses pueden modificar el pasado. La única posibilidad que Orfeo tiene de recobrar a su esposa es su traslación a un universo paralelo: el mismo campo de Tracia en el mismo instante en el que Eurídice huye de Aristeo, pero en el que el pie de la dríade se desvía de su trayectoria fatídica lo suficiente como para no pisar el áspid letal. De ahí la prohibición de volver el rostro: la idea común de que Orfeo desconfía de la palabra del dios o la, aún más mendaz, de su impaciencia, son interpola- E 6 ciones aflictivamente triviales en el profundo misterio de la fábula. Lo que realmente se solicita del Cantor es que no guarde memoria de su paso por el trasmundo: regresar a un mismo lugar del espacio-tiempo pero en una posibilidad diferente de ese mismo tiempo. De haber sido ello así, es decir, si Orfeo regresara a ese lugar en el que Eurídice logra esquivar la muerte, no precisaría descender al Averno para rescatarla y, por lo tanto, no podría más tarde recordar un pasado que no ha tenido necesidad de vivir. Pero Orfeo se niega a perder esa memoria que le asegura el conocimiento del Más Allá: permanece en un plano temporal que solamente la muerte de su esposa ha hecho posible y por eso pierde definitivamente a Eurídice a cambio del Saber. Si el pie de Eurídice no pisa la serpiente, la historia de Orfeo sería distinta (y de paso borraría las cincuenta y nueve óperas más arriba aludidas): no ha descendido al Hades, no ha experimentado el poder de su arte ante el último y definitivo reducto de la memoria. Alcibíades, hablando de Marsias en el parlamento final del Symposion, viene a decir que la música despierta en nosotros la nostalgia de los dioses (que son los eternos, los inmortales): la música revela la eternidad de las cosas al mostrarlas exclusivamente como formas del Tiempo, ya que es el único arte cuya materia no es otra cosa sino ese mismo tiempo. La música es la actualización constante de un pasado, y por eso cualquier modificación en su curso afecta a ese mismo pasado en tanto que futuro posible: de ahí que se trata de un arte esencialmente trágico, toda vez que su libertad intrínseca reside en aceptar un destino previo que la conforma y define: el de la partitura escrita o el de la sacralidad memorizada de la música de tradición oral. La metáfora órfica es obvia: cambiar una sola nota en una melodía o alterar su contorno rítmico puede ser una mera variante o una impureza local, pero puede acarrear también consecuencias catastróficas. Un ejecutante puede equivocar un sonido o falsear un pasaje, pero si, por ejemplo, cambiásemos por un do natural el la sostenido del tema de la chacona de la Cuarta Sinfonía de Brahms, no sólo se diluiría la tensión armónica de dicho tema, sino que resultarían impracticables las treinta y dos variaciones posteriores que vertebran el último movimiento y otorgan sentido retrospectivo a la totalidad de la obra. Orfeo está obligado a recordar para que la tragicidad de la música siga siendo posible: existe un universo en el que Eurídice no pisa el áspid y Orfeo no desciende al Orco, pero en ese cosmos otro la música no existiría. O por mejor decir: perdería también su trascendental aptitud para detener el tiempo. José Luis Téllez 50 óperas en DVD con el 50% de descuento. Mereció la pena esperar. Han hecho falta 400 años para reunir a los más prestigiosos directores y un reparto excepcional en una selección de magníficas obras en DVD. Celebre con nosotros el cuarto centenario del estreno de la primera ópera y consígalas ahora a mitad de precio. Pasión por el equilibrio ALDO CICCOLINI Fotos: Sacile Fazioli PROPIO CON NOMBRE CON NOMBRE PROPIO H 8 ablar del napolitano Aldo Ciccolini (1925) significa hacerlo de una leyenda del piano, de una carrera extensa y rica que ha reportado al mundo de la interpretación, y cómo no al de la discografía, un cúmulo de hitos difícilmente comparables. Este pianista, a lo largo de su vasta trayectoria, ha ido coronando retos propios, ofreciendo tanto obras del gran repertorio como otras prácticamente desconocidas, que gracias a CON NOMBRE PROPIO ALDO CICCOLINI él han cobrado respeto y dignidad (Saint-Saëns, Janácek, Satie, Déodat de Séverac, Massenet, Chabrier, Castelnuovo Tedesco, entre otros). Hablar de Ciccolini sin nombrar sus integrales sería injusto; el artista posee la valiosa virtud de poder ofrecer ciclos completos a un nivel muy regular, manteniendo una altura interpretativa sorprendente y sellando de esta manera versiones en su mayoría equilibradamente modélicas. Ciccolini es el intérprete serio, sobrio, parco en cuanto a movimientos, que imprime en sus versiones un sello personal, vivo, lleno de detalles y sensibilidad que sin duda lo ensalzan y sitúan en el lugar correspondiente. Su humildad frente al teclado no es aparente, su actitud respetuosa y casi de veneración promueve admiración y vivencia interior. Allá por donde pasa deja huella: su tocar es fresco y espontáneo, el rigor es absoluto mas no enclaustrado (a menudo juega con la flexibilidad de los tempi), su concen- tración interior es impresionante con una elevada sensibilidad que le permite múltiples y sugerentes matices. Ciccolini, que recibió a través de sus profesores la herencia de Liszt y el pianismo de Busoni, destacó ya de joven al ganar en 1949 el Premio Marguerite Long-Jacques Thibaud de París, no sin antes haber estudiado también dirección de orquesta. Su interés por la música francesa y especialmente las integrales de Satie, Ravel y Debussy (que por cierto fueron las primeras en aparecer) impactaron en su momento y le alentaron a profundizar en la música de dicho país, destacándose muy pronto como intérprete de ella. La relación con Francia se definió en 1971 cuando el pianista obtuvo la nacionalidad francesa. Directores de la talla de Furtwängler, Ansermet, Cluytens, Mitropoulos, Munch, Maazel, Kleiber, Ceccato, y Gavazzeni, han trabajado con él firmando siempre unas versiones ejemplares. Intérpretes como Thibaud, Szeryng, Tortelier y Schwarzkopf han compartido con él escenarios en conciertos de música de cámara. Este solicitado artista, con más de cien grabaciones discográficas ha ayudado a promocionar música raramente interpretada, además de incidir en la práctica totalidad del repertorio más importante para piano: Schubert, Scarlatti, Liszt, Albéniz, Granados, Mozart, Beethoven, aparte de los citados anteriormente. Merecedor de múltiples reconocimientos por parte de Italia y de Francia (miembro de la Academia de Santa Cecilia, Caballero de la Legión de Honor, Oficial de la Orden Nacional del Mérito, Comendador de las Artes y las Letras, además de ser nombrado Oficial de la Legión de Honor por el Presidente Francés en 1996, al tiempo que recibía la Medalla de Oro “all’Arte e alla Cultura” de manos del Presidente de la República Italiana), Ciccolini alterna su vocación concertística con la labor pedagógica en el Conservatorio de París, formando a músicos de la talla de Jean-Yves Thibaudet o Nicholas Angelich. DISCOGRAFÍA SELECCIONADA Emili Blasco DEBUSSY: Integral para piano. EMI 0724357381321. FRANCK: Preludio, coral y fuga. Preludio, aria y final. Preludio, fuga y variación. Variaciones sinfónicas. ORQUESTA DE LIEJA. PAUL STRAUSS. EMI 0077776456126. GRIEG: Piezas líricas. Cascavelle 3083. LISZT: Obras para piano. EMI 0094636790626. SATIE: Integral para piano. EMI 0724356726024. SCHUBERT: Impromptus. EMI 0724357588324. Granada. Festival. 4-VII-2007. Aldo Ciccolini, piano. Debussy, Ravel, Falla. 9 CON NOMBRE PROPIO La gran dama RÉGINE CRESPIN 10 H.Clarke Q ueremos rendir hoy homenaje a esta insigne soprano francesa, que ha cumplido 80 años el pasado 27 de marzo. Ese timbre dorado, de soprano lírico-dramática, spinto si se quiere, que caracterizaba a la voz de la cantante marsellesa, era una de sus mejores virtudes, unida a una extensión cumplida de dos octavas, a un centro de rara redondez, a unos graves bien apoyados, no ahuecados, y a unos agudos resplandecientes, carnosos y, en sus grandes épocas, ricos en armónicos y en proyección. A medida que pasaba el tiempo, que el instrumento acrecía en caudal, el arte corría en paralelo y las emociones a flor de piel aprendían a controlarse y a sedimentarse, en el camino hacia un revestimiento humano de las criaturas escénicas que la llevaron a la fama y que se iniciaban con aquella dulce Elsa de Lohengrin de 1950 en Mulhouse. Era el primer papel en una carrera que empezaba tímidamente. La joven, de 23 años, pianista pasable, estudiante de farmacia, alumna en París de Cabanel, Cesbron-Viseur y Jouatte, creía disponer de una voz ligera por su claridad y su aparente cortedad de volumen: una típica Lakmé. Pero cantando un año más tarde Sigurd de Reyer se sorprendió de cómo corría el sonido. Un año más tarde Cluytens la llevó al Palais Garnier para repetir Elsa. Régine comprendió pronto que debía viajar a provincias para hacerse un nombre y amplió su repertorio en la periferia: Fausto, Herodías, Otello, Trovador, Fidelio, Oberon, La walkyria (Sieglinde)… Comenzaba su camino como Jugendramatischer. El regreso a París vino marcado, entre otras cosas, por una sorprendente y refinada Mariscala de Caballero de la rosa. Pero más inesperado fue que Wieland Wagner le entregara en 1958, en Bayreuth, la parte de Kundry de Parsifal. Fue el gran espaldarazo. Su talento como actriz contribuyó a reforzar aún más su altura interpretativa, que deja encarnaciones soberanas de la Penélope de Fauré, Dido de Berlioz, Carmen de Bizet, Tosca, Amelia o, en otro campo, la Duquesa de Gerolstein de Offenbach. Y, en 1967, la insólita Brünnhilde salzburguesa y lírica atendiendo la llamada de Karajan. A Crespin hay que situarla en la estela de la gran Germaine Lubin, con quien había trabajado la Mariscala y a quien habría querido seguir a la hora de incorporar a Isolde, la gran ilusión, nunca cumplida. Quizá fuera mejor así, pues la dimensión vocal del personaje —que ella escuchaba en los discos de la insondable Flagstad— excedía de los medios de la soprano de Marsella. El arte inteligente, sensible, musical, la técnica depurada, la elegancia, la amplitud de la mirada artística, el colorido expresivo, los acentos humanísi- mos (apreciables en una de sus últimas interpretaciones en el papel de la Priora de Diálogos de carmelitas de Poulenc), el don de lenguas y la habilidad para afrontar cualquier esquina del repertorio, sin encasillamientos, son atributos incuestionables, que forjaron la categoría de la gran dama de la ópera francesa; octogenaria ya y rodeada de los mejores recuerdos. Arturo Reverter DISCOGRAFÍA SELECCIONADA ÓPERAS STRAUSS: Der Rosenkavalier (Mariscala). MINTON, DONATH, JUNGWIRTH. FILARMÓNICA DE VIENA. SOLTI. 1968-69. Decca. POULENC: Les dialogues des carmélites (Madame Lidoine). DUVAL, GORR, BRETÓN, DESPRAZ. ÓPERA DE PARÍS. DERVAUX. 1958. EMI. OFFENBACH: La Périchole. VANZO, BASTIN, TRIGEAU. FILARMÓNICA DE ESTRASBURGO. LOMBARD. 1977. Erato. WAGNER: Die Walküre (Brünnhilde). VICKERS, JANOWITZ, STEWART, VEASEY. FILARMÓNICA DE BERLÍN. KARAJAN. 1966. Deutsche Grammophon. RECITAL Obras de Berlioz, Schumann, Schubert, Fauré, Roussel, Duparc, Poulenc, Ravel, Brahms. EMI DVD. Los discos que se recogen son en catálogo. No aparece en este momento, y es lástima, un hermoso recital editado por EMI con fragmentos operísticos de Verdi y Wagner y el acompañamiento de Georges Prêtre. Semyon Bychkov “Los cuentos de Hoffmann” Christoph Eschenbach Boston Ballet Martha Argerich 68 quincena musical de san sebastián 6 agosto - 4 septiembre 2007 AUDITORIO KURSAAL 1/4 septiembre 11/13 agosto Semyon Bychkov, director J. Botha, N. Focile, C. Guelfi, P. Ch. Clark, M. Pizzolato, A. Walker… Orquesta Sinfónica y Coro de Radio Colonia-WDR Orfeón Donostiarra (J. A. Sáinz, director de coro) (ópera en versión concierto) Patrocinan (día 1): Antiguo Berri y Riberas del Urumea “Otello”, G. Verdi “Los cuentos de Hoffmann”, J. Offenbach David Parry, director musical Lindsay Kemp, director de escena A. Machado, M. J. Moreno, G. Piunti, A. dell’Oste, F. Bou… Orquesta Sinfónica de Euskadi (Coproducción de Quincena Musical de San Sebastián, Palacio de Festivales de Cantabria y Festival Castell de Peralada) • Precio: 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros Patrocina: Kutxa 3 septiembre • Precio: 75 / 60 / 48 / 38,40 / 10 euros Orquesta Sinfónica de Radio Colonia-WDR 16 agosto Semyon Bychkov, director “Till Eulenspiegels”, R. Strauss; “Concierto para piano nº 1”, P. I. Chaikovsky; “Sinfonía Alpina”, R. Strauss Orquesta Sinfónica del Teatro Mariinsky de San Petersburgo • Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros Valery Gergiev, director “Preludio del I Acto de Lohengrin”, R. Wagner; “Concierto para piano y trompeta”, D. Shostakovich; “Sinfonía nº 5”, G. Mahler Patrocina: Naturgas Energia TEATRO VICTORIA EUGENIA 6 agosto • Precio : 60 / 48 / 38,40 / 30,70 / 10 euros “L’Ottavia restituita al trono”, D. Scarlatti 21/22 agosto Boston Ballet: “La Sylphide” August Bournonville, coreografía (adaptado por Sorella Englund) Hermann Lovenskjold, música Peter Cazalet, escenografía y vestuario Mikko Nissinen, director artístico Antonio Florio, director de música Francisco López, director de escena V. Genaux, R. Rosique, M. G. Schiavo, M. Ercolano, C. Lavilla, G. de Vittorio, P. López Cappella della Pietà de’Turchini • Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros (Producción de la Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales) • Precio: 40 / 32 / 25,60 euros 23 agosto 22 agosto Orquesta de Cámara de Ginebra María Bayo, soprano Capella Glynka de San Petersburgo Vladislav Chernoushenko, director “Las Bodas”, I. Stravinsky; “La Liturgia Demestvennaya”, A. Gretchninov Rubén Gimeno, director “La Reina del Sur: de Bizet y Berlioz a la zarzuela” Patrocina: Caja Laboral • Precio: 30 / 24 / 19,20 euros • Precio: 45 / 36 / 28,80 / 23 / 10 euros 25 agosto 24/26/27 agosto Orchestre de Chambre de Lausanne Christian Zacharias, director y piano Orquesta Nacional de Rusia 24: Charles Dutoit, director Martha Argerich, piano “Russlan y Ludmilla: Obertura”, M. Glinka; “Concierto para piano nº 1”, L. v. Beethoven; “Sinfonía nº 4”, P. I. Chaikovsky Patrocina: Banco Guipuzcoano Obras de Ch. Avison, J. S. Bach, J. Haydn y D. Scarlatti Patrocina: Audi • Precio: 40 / 32 / 25,60 euros 28 agosto Joaquín Achúcarro, piano 26: Mikhail Pletnev, director Coro de Ópera de Bilbao (Boris Dujin, director de coro) “Concierto para piano nº 1”, “Aleko” (ópera en versión concierto), S. Rachmaninov Obras de E. Grieg, F. Chopin, I. Albéniz, C. Debussy y M. de Falla 27: Mikhail Pletnev, director “Los Preludios”, “Orfeo”, “Prometeo”, F. Liszt; “Sinfonía nº 11”, D. Shostakovich Orquesta Sinfónica de Euskadi 29/30 agosto Orquesta de París 29: Christoph Eschenbach, director Orfeón Donostiarra (J.A. Sáinz, director de coro) “Nänie”, “Schicksalslied”, “Sinfonía nº 1”, J. Brahms 30: Christoph Eschenbach, director “Iberia”, “La Mer”, C. Debussy; “La consagración de la primavera”, I. Stravinsky Patrocina: Cie Automotive • Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros e 31 agosto Homenaje a Nicanor Zabaleta (1907-1993) Andrei Boreyko, director Frédérique Cambreling, arpa “Concierto para arpa y orquesta”, X. Montsalvatge; “El pájaro de fuego (3ª suite, 1945)”, I. Stravinsky… Patrocina: Kutxa • Precio: 40 / 32 / 25,60 euros OTROS CICLOS Cámara: Ainhoa Garmendia, Carlos Mena, Ensemble Dialogos… Antigua: Kenneth Weiss, Capilla Peñaflorida, María Espada… Contemporánea: Ensemble Recherche, Alberto Rosado… Jóvenes Intérpretes, Órgano… www.quincenamusical.com Tel.: 943 00 31 70 [email protected] Ayuntamiento de San Sebastián Diputación Foral de Gipuzkoa Gobierno Vasco Ministerio de Cultura VENTA DE ENTRADAS / A partir del 9 de julio estudio lanzagorta • Precio: 50 / 40 / 32 / 25,60 / 10 euros • Precio: 35 / 28 / 22,40 euros AGENDA AGENDA Desfile de orquestas y solistas GRANDES ACONTECIMIENTOS E sta muy impresionante temporada, la última del actual director de los Proms, Nicholas Kenyon, que se marcha para encargarse del Barbican Centre, ha llenado de aniversarios cruciales los 72 programas concertísticos del Royal Albert Hall. Elgar, Sibelius, Buxtehude, Grieg, Domenico Scarlatti y Korngold, todos estáran presentes. Otros temas giran alrededor de Shakespeare y la Música, con obras de Berlioz, Mendelssohn, Verdi y Britten y también West Side Story de Bernstein inspirada en Romeo y Julieta y La tempestad de Sibelius. Los Proms sobresales en los grandes acontecimientos, ya sea un concierto monumental como el Götterdämmerung de este año que dará por terminado el ciclo empezado hace cuatro 12 del Anillo wagneriano, con una interpretación dirigida por Donald Runnicles, ya sean otras celebraciones, como por ejemplo el Brass Day (Día de los instrumentos de metal) en el que actuarán instrumentistas de metal de todas las edades y capacidades. También habrá otros rarezas y maravillas, como Maxim Vengerov, bailes e interpretaciones de tangos, una cantata dramática para niños de Rachel Portman sobre el cambio climático y varios acontecimientos con música no occidental, por ejemplo la intervención de Nitin Sawhney y el Buskaid Soweto String Ensemble. Pero como todos los años el núcleo de un festival que dura dos meses será la música clásica mayoritaria, algunos estrenos mundiales y una asombrosa can- tidad de solistas y directores, que incluyen a Claudio Abbado, Pierre-Laurent Aimard, Daniel Barenboim, Riccardo Chailly, Renée Fleming, Valeri Gergiev y Deborah Voigt, más algunas de las primeras orquestas del mundo. Este año la lista es impresionante: Orquesta Sinfónica de Boston, Orquesta del Festival de Lucerna, Filarmónica de Viena, Sinfónica de San Francisco, Sinfónica de la Radio de Baviera y muchas otras, incluyendo varios grupos de Londres y las excelentes orquestas de la propia BBC. Se tocará la Novena de Beethoven dos veces esta temporada y figurarán en la Última noche Anna Netrebko y Joshua Bell. Este año promete ser memorable. Fiona Maddocks Londres. Promenade Concerts. Del 13 de julio al 8 de septiembre de 2007. www.bbc.co.uk/proms AGENDA Festival Pablo Casals MÚSICA Y PAISAJE U n año más el Festival Pablo Casals de Prades une la música, el paisaje y el nombre de su fundador en una propuesta de la que es protagonista suprema la música de cámara, a la que se añade la presencia de la Orquesta Sinfónica de Baleares que, bajo la dirección de Philippe Bender, será protagonista del concierto inaugural el 26 de julio. Hasta el 13 de agosto, y a lo largo de los 46 conciertos o de la academia que se desarrolla paralelamente como proyecto pedagógico, nos encontraremos con cuartetos históricos como el Fine Arts o el Chilingirian, pianistas como Peter Frankl o St. Pierre de Prades Jeremy Menuhin, violinistas como Pierre Amoyal o David Grimal, violas como Paul Coletti o Bruno Pasquier y violonchelistas como Ivan Monighetti —quien, con Pavel Gililov, recordará el concierto que diera Casals en Moscú el 5 de diciembre de 1910— o Arto Noras. Habrá también conferencias, entre ellas una de Harry Halbreich, encuentros con compositores como Krzysztof Penderecki y hasta sesiones muy particulares, así la dedicada al vino en la música. Todo, pues, significa una atractiva tentación musical en un entorno muy especial. Festival Pablo Casals. Prades (Francia). 26-VII/13-VIII. www.prades-festival-casals.com Lugo en el Camino Facsímiles impresos y en la red ARTES QUE SE CRUZAN TODO ARRIAGA E ntre el 23 de julio y el 24 de agosto tendrá lugar en Lugo el III Encontro Musical con outras Artes arredor do Camiño de Santiago. De O Cebreiro a la Terra Chá, de Foz a Samos, la música se entrecruzará con una geografía que ha visto pasar siglos de historia en el Camino de Santiago. La peculiaridad del certamen consiste, precisamente, en la interrelación de las distintas actividades artísticas con el pretexto que le da título. Así, pues, a lo largo de un mes, se fundirán propuestas que tienen que ver con la música —de la creación de una orquesta joven al estudio del canto gregoriano—, el teatro, la danza, la construcción de instrumentos y la pedagogía, ésta a través de diversos talleres para jóvenes artistas y hasta para niños, seleccionados unos y otros previamente en distintos centros educativos de Galicia. Lugo. III Encontro Musical con outras Artes arredor do Camiño de Santiago. 23-VII/24-VIII-2007. www.artesnocamino.com C on la aparición de cinco nuevos volúmenes, que recogen los tres cuartetos de cuerda, la música de cámara, la Obertura pastoral, O salutaris Hostia y la música incidental, se completa la edición facsímil de la obra completa de Juan Crisóstomo de Arriaga que, preparada por Joaquín Pérez de Arriaga, ha sido publicada bajo el patrocinio de distintas entidades públicas y privadas: Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, Ayuntamiento de Bilbao y Gobierno Vasco, entre ellas. Con éstas, conservadas en la bilbaína Biblioteca de Bidebarrieta, en el Museo Nacional del Teatro de Almagro y en la Biblioteca del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, son, así, veintiuna partituras las que quedan a disposición de los estudiosos tanto en su edición impresa como a través de la página web www.bilbao.net/bibliotecas. 13 AGENDA Por su labor en la educación musical en Venezuela JOSÉ ANTONIO ABREU, PREMIO DON JUAN DE BORBÓN E l pasado día 21 de junio le fue entregado a José Antonio Abreu por S. A. R. el Príncipe de Asturias el Premio Don Juan de Borbón de la Música 2007, otorgado por su labor como creador, hace treinta y dos años, y mantenedor hasta hoy, del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela, un modelo pionero que comienza a ser imitado en otros lugares y que sirve para que miles de niños y jóvenes encuentren una alternativa educativa a la marginación y la pobreza. Por el Sistema han pasado más de 250000 niños provenientes de los estratos sociales más bajos y que forman o han formado parte de las 180 orquestas distribuidas por toda Venezuela. Igualmente, el sistema ha dado interesantísimos frutos para el mundo más profesional y mediático de la música clásica en la figura del joven director de orquesta Gustavo Dudamel —titular en Gotemburgo y Los Angeles—, una de las batutas con mejor preparación de cara al futuro y protegido por figuras como Simon Rattle o Claudio Abbado. José Antonio Abreu, Ex-ministro de Cultura, Embajador de Buena Voluntad de la UNESCO, cuenta con el Premio Nobel Alternativo Por una Vida Ejemplar, destinado a recompensar a quienes presentan respuestas prácticas y ejemplares a los desafíos más urgentes a los que la humanidad debe hacer frente hoy. “Abreu es un músico de gran fe, fuertes convicciones y calor humano que ha sabido emprender una tarea que supera el horizonte musical y se inserta en el rescate y formación de la juventud”, ha señalado el jurado, compuesto por el Director de la Fundación Don Juan de Borbón, Emilio Hernández; el director de orquesta Pablo Mielgo; el concertino de la Orquesta Sinfónica de Londres, Gordan Nikolic; la pianista portuguesa, y anteriormente galardonada con este premio, Maria João Pires; el Director de la División de Asuntos Culturales de la Secretaría General Iberoamericana, Ramiro Osorio; el consejero del área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid, Andrés Ruiz Tarazona; y el compositor José María Sánchez-Verdú. Strauss y Hofmannsthal en los tribunales A FAVOR DEL LIBRETISTA C 14 omo recordarán los lectores de SCHERZO (véase nº 215, de enero de este año), los herederos de Richard Strauss y los de Hugo von Hofmannsthal andaban pleiteando por los derechos de autor —bien sustanciosos por cierto— que generan las óperas escritas por ambos, aquél en lo musical y éste en lo literario, y que sólo cobraban los del autor de Don Juan. La lista de las obras en litigio es apabullante y vale la pena recordarla: El caballero de la rosa, Ariadna en Naxos, La mujer sin sombra, Helena egipciaca, Arabella, El amor de Dánae, Electra, El burgués gentilhombre y el ballet La leyenda de José. Pues bien, finalmente, un tribunal de Múnich ha decidido que ambas partes deben compartir derechos teniendo en cuenta que así lo dejaba bien claro la correspondencia cruzada entre compositor y libretista, de manera que los herederos de Strauss deberán abonar a los del colaborador de su ancestro la parte correspondiente de las regalías por ellos recibidas. Sin embargo, no ha considerado la petición de los representantes de Hofmannsthal de cobrar igualmente por la venta de discos y por aquellas obras procedentes de las óperas pero en las que no se utilizara texto alguno —las suites orquestales, por ejemplo. Mientras Strauss permanece en el dominio de pago —pues murió en 1949—, los pagos a von Hoffmannsthal llegarán sólo hasta 1999, dado que murió en 1929 y setenta años después su obra pasó al dominio público. Hugo von Hofmannsthal y Richard Strauss en Rodaun, 1915 AGENDA Del Liceu al Palau CADA VEZ MENOS CLÁSICOS B arcelona en verano es una ciudad casi muerta para la música clásica. No es un tipo de música por el que sientan demasiado interés los responsables del tradicional Festival de Barcelona Grec, ahora bajo la dirección artística de Ricardo Szwarcer. Lo organiza el Instituto de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona y en el programa oficial hay un texto firmado por Carles Martí, regidor de cultura en funciones, donde en un arrebato de optimismo, se proclama que quieren “mostrar al público barcelonés lo mejor de la producción artística internacional. Pero no sólo lo mejor de los escenarios occidentales, sino lo mejor que se hace en todo el planeta”. Bien, veamos que ofrecen en el Auditori: ciclo con los cuartetos Endellion, Atrium, Skampa, Herold y Sacconi, conciertos de la Orquestra Simfònica de Barcelona (OBC) —programa Chaikovski dirigido por Carlo Rizzi, con Nikolai Luganski como solista— y de la Jove Orquestra Nacional de Catalunya, dirigida por Manel Valdivieso. Añadamos el concierto-espectáculo de Roland Olbeter con música de Michael Gross titulado Orlando furioso!, basado en la obra de Ariosto, que explora la relación entre arte y tecnología dando el protagonismo a un grupo de cinco máquinas sonoras y una cantante lírica. Para que no se diga, podemos añadir citas en otros escenarios: concierto de la Cobla Sant-Jordi-Ciutat de Barcelona, una propuesta de Pascal Comelade y sus instrumentos de juguete junto al poeta Enric Casasses y la presencia de Michael Nyman interpretando la banda sonora que ha compuesto para un clásico del cine de vanguardia soviético, El hombre de la cámara (1929), filme mudo dirigido por Dziga Vertov. ¿Lo mejor del planeta? Como el Palau de la Música cierra en verano (se preparan a toda máquina para celebrar el año próximo su centenario, y el Liceo ofrece el final de su temporada —funciones en julio de Manon, Thaïs y Norma, hay bien poca cosa más. Este año irrumpe en escena un nuevo festival auspiciado por una promotora privada, Critérium Música, el primer Festival Internacional de Piano de Barcelona, que abrió el 30 de junio con Ivo Pogorelich una primera edición que Fotograma de la película El hombre de la cámara ofrecerá siete recitales en el Auditori hasta el 15 de julio. El cartel incluye a Nelson Freire, Andrei Gavrilov, Evgeni Koroliov, Dominique Merlet. Daniel Blanch y Katia Michel. Nos quedan, claro, los festivales de verano, aunque la búsqueda de nuevos públicos se traduce en una apuesta por el eclecticismo que se ha llevado por delante buena parte de las señas de identidad de algunas de las citas con más solera. Donde antes reinaba la música clásica —la mayoría de los festivales que pueblan la geografía catalana nacieron como festivales especializados en el gran repertorio clásico— ahora comparten protagonismo las llamadas músicas del mundo, el jazz, el pop y otros géneros. La tendencia no es necesariamente mala, siempre que la búsqueda de audiencias masivas no acabe imponiendo hábitos como programar únicamente pensando en la afluencia de turistas. Bienvenidas sean las estrellas con suficiente tirón popular para agotar las localidades, pero conviene no olvidarse de la cantera, de los nuevos valores, es decir, hay que apostar más por la producción propia y menos por el ocasional bolo de lujo. Javier Pérez Senz A partir de 2010 16 Roger Mastroianni E l francés Dominique Meyer, de 51 años y actual director general del Teatro de los Campos Elíseos de París, ha sido nombrado por el Ministerio de Cultura austriaco nuevo director de la Ópera de Viena. A partir del 1 de septiembre de 2010 reemplazará al actual director, Ioan Holender. Junto a él trabajará, como director musical el austriaco Franz Welser-Möst, de 46 años, director titular de la Ópera de Zúrich desde 1996 y de la Orquesta de Cleveland desde 2001. Sucederá en el cargo al japonés Seiji Ozawa y probablemente su implicación en el desarrollo de la programación del teatro será mayor que la demasiado dependiente de Holender por parte de su antecesor. WELSER-MÖST MEYER Y WELSER-MÖST A LA ÓPERA DE VIENA XII CURSOS DE VERANO DEL 1 AL 12 DE AGOSTO DE 2007 AUDITORIO PRÍNCIPE FELIPE CENTRO DE ENSEÑANZA DOMINICAS OVIEDO. PRINCIPADO DE ASTURIAS. ESPAÑA DIRECTORES HONORÍFICOS DEL ÁREA MUSICAL Jesús López Cobos Krzysztof Penderecki DIRECTOR ARTÍSTICO Yuri Nasushkin [PROFESORES] LYNNE DAWSON Canto ALAN BRANCH Repertorio de canto para pianistas y cantantes ANATOL UGORSKI Piano LIDIA STRATULAT Piano/música de cámara LUCA CHIANTORE Piano/pedagogía musical SILVIA MÁRQUEZ CHULILLA Clave GEORGUI FEDORENKO Música de cámara MARC GRAUWELS Flauta travesera/conjunto de viento-madera ALEXEY UTKIN Oboe/conjunto de viento-madera ANTONIO SAIOTE Clarinete/orquesta ENRIQUE PÉREZ PIQUER Clarinete/conjunto de viento-madera GUSTAVO NÚÑEZ Fagot/conjunto de viento-madera MANUEL PÉREZ ORTEGA Trompa/conjunto de viento-metal CARLOS BENETÓ GRAU Trompeta/conjunto de viento-metal JUANJO SERNA SALVADOR Trompeta/conjunto de viento-metal INDALECIO BONET Trombón/conjunto de viento-metal [web] [e-mail] [Teléfonos] [Fax] www.escuelainternacionaldemusica.org [email protected] (+34) 985 962 710 / 985 241 636 (+34) 985 245 869 SERGIO FINCA QUIRÓS Tuba/conjunto de viento-metal LINA SERRACARABASA Arpa YURI NASUSHKIN Violín/orquesta júnior SERGUEI TESLIA Violín VALERIA NASUSHKINA Violín/cuarteto de cuerda JOAQUÍN TORRE Violín JUAN LUIS GALLEGO Violín ALAN KOVACS Viola IGOR SULYGA Viola VIGUEN SARKÍSSOV Violonchelo MIKAEL SAMSONOV Violonchelo/cuarteto de cuerda STEFAN POPOV Violonchelo ANDREY FEYGIN Contrabajo ÁNGEL LUIS CASTAÑO Acordeón XUACU AMIEVA Gaita asturiana/conjunto de música folk ÓSCAR CAMACHO Pianista repertorista PAULA RAPOSO RODRÍGUEZ Pianista repertorista ACTUALIDAD Música Antigua Aranjuez CANTADAS VUELTAS A LA VIDA ARANJUEZ Capilla del Palacio Real. 2-VI-2007. Carlos Mena, contratenor. Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Obras de anónimo, Torres y Nebra. El festival Música Antigua Aranjuez prosigue su marcha ascendente. Este año, además de los tradicionales paseos musicales, la programación ha tenido probablemente sus focos de interés más luminosos en el Orfeo monteverdiano de Pickett y en la zarzuela barroca La fontana del placer de José Castel. El concierto escuchado, no obstante, reunió varias características no siempre fáciles de conjuntar: el interés de la recuperación, el valor intrínseco de la música y la calidad de las reproducciones. López Banzo propuso un programa a base de cantadas españolas —salidas de dos plumas únicamente, las de Joseph de Torres y Joseph de Nebra— de las que ahora sólo en América se conservan las fuentes manuscritas conocidas. La sesión fue una delicia de principio a fin por el excelso arte vocal de Mena, la entrega y energía de músicos y versiones, el elocuente idiomatismo y el placer del descubrimiento de obras magníficas. En concreto, Dulzura espiritual de Nebra es una página de altura haendeliana, como por lo demás tanta música de este autor insigne. López Banzo dirigió con el contagioso dinamismo que le caracteriza y el sabor inequívocamente español de algunos números —como las coplas finales de Vuela abejuela de Torres— estuvo plenamente garantizado. Una de las dos piezas anónimas de tecla intercaladas para que Mena descansara la voz, la Obra de segundo tono, tal vez de Diego Xaraba y Bruna, se reveló como una música de extraordinaria construcción y elevado nivel contrapuntístico. Banzo la tocó con la convicción que merece una obra CARLOS MENA Luis Montesdeoca NAC I O NA L ACTUALIDAD ARANJUEZ maestra semejante. Gran concierto. Enrique Martínez Miura OBC NOMBRES Y RENDIMIENTOS Barcelona. L’Auditori. 18-V-2007. Oleg Maisenberg, piano. Director: Vladimir Fedoseiev. Obras de Glinka, Rachmaninov y Shostakovich. 25-V-2007. Jesús Reina, violín. Director: Eiji Oue. Obras de Chaikovski y Shostakovich. 31-V-2007. Misha Maiski, violonchelo; Marina Rodríguez Cusí, mezzosoprano. Director: Ernest Martínez Izquierdo. Obras de Dvorák, Revueltas, Montsalvatge y Ginastera. A 18 falta todavía de un sonido propio característico y de una mayor regularidad en las prestaciones, la OBC viene demostrando una gran ductilidad —virtud más que defecto— en sus conciertos, de manera que su rendimiento varía en función de las motivaciones y, sobre todo, de la batuta de cada ocasión. Con el ruso Vladimir Fedoseiev ha obtenido una de las más altas y brillantes prestaciones de la temporada. Glinka (Capricho brillante sobre la jota aragonesa), Rachmaninov (Concierto para piano y orquesta nº 2) y Shostakovich (Sinfonía nº 6) ofrecieron una compacta, homogénea y sedosa cuerda, un metal trabajado, una percusión en su punto y unas maderas en plan estelar. Espléndido Oleg Maisenberg al piano: ¡qué elocuencia y expresión en el Adagio! Trabajo al servicio del arte. Desigual el titular Eiji Oue en un programa integrado por Chaikovski (Concierto para violín y orquesta en re mayor) y Shostakovich (Sinfonía nº 10). Mucho mejor en éste aunque en aquél acompañó con gran ACTUALIDAD BARCELONA De Massenet a Poulenc LAS CARAS DE LA SOLEDAD BARCELONA Bofill Gran Teatro del Liceo. 25-V-2007. Massenet, Le portrait de Manon. Isabel Rey, Janja Vuletic, Paulo Szot, Gordon Gietz. Poulenc, La voix humaine. Ángeles Blancas. Cor Madrigal. Director musical: Josep Vicent. Directores de escena: David Lefkowich y Christoph Meyer. Producciones: G. T. del Liceu. Se ofreció un programa doble de música francesa, con dos obras que representan dos caras de la soledad de los personajes, a partir de músicas de épocas y planteamientos distintos, con una escenografía de Ramón Ivars que tenía elementos comunes, la gran sala, pero que de una forma sencilla enmarcaba el sufrimiento de los protagonistas. Le portrait de Manon es una obra menor de Massenet, que presenta a Des Grieux en su vejez, con sus remordimientos y tiene una partitura desigual, con momentos interesantes, la mayoría de la obra de la que procede el tema, pero falta la inspiración y el sentido melódico propios del compositor. La interpretación estuvo a cargo de Paulo Szot que, sin una voz especialmente bella, cumplió en el rol titular, aunque quizá le faltó una mayor profundidad y un fraseo más variado, acompañado por la musical Isabel Rey y los correctos Janja Vuletic y VLADIMIR FEDOSEIEV acierto al malagueño Jesús Reina, un violinista de 21 años que tiene todas las cualidades para ser una Ángeles Blancas en La voix humaine Isabel Rey y Paulo Szot en La portrait de Manon Gordon Gietz. La voix humaine es un canto desesperado por una relación amorosa que se ha terminado, y en la que la protagonista, a través de hilo telefónico, intenta convencer a su amante para reconciliarse. La producción, que ya se vio en 1996 en el Mercat de las Flors, mantiene el ambiente necesario, con una iluminación muy interesante de Albert Faura. Es obra de único actuante y precisa una cantante de resistencia, está hablando sola en escena durante cincuenta minutos y sobre todo una actriz consumada, para expresar toda la intensidad del magnífico texto de Jean Cocteau. Ángeles figura del pianismo. Triunfo por todo lo alto del joven solista que, en cuanto repose y madure su arte, dará mucho y muy bien que hablar. Consagrado y divo, Mischa Maiski volvió a colaborar con la OBC con la misma obra con que lo había hecho en febrero de 2003, el Concierto para violonchelo y orquesta en si menor, op. 104 de Dvorák, lo que no parece lo más apropiado para un público de temporada que, suponemos, agradece más bien la variedad. Maiski pertenece al grupo de intérpretes que, antes o más allá del servicio debido al compositor de turno, son siempre ellos. No se le puede negar al letón las esen- cias de su sonido, la intensidad y nitidez del fraseo, las cualidades de su comunicabilidad… Así encandila a la mayor parte de los oyentes. En esta ocasión correspondió al entusiasmo del público con dos bises: un Cant dels ocells (in memoriam de Shostakovich) y un Bach ambos muy sui generis. Musicales y delicadas las Cinco canciones negras de Montsalvatge de la mezzo Rodríguez Cusí. Y brillantes y expansivas las versiones que Martínez Izquierdo ofreció de Revueltas (Sensemayá) y Ginastera (Estancia. Danzas del ballet). Blancas volvió a demostrar su capacidad dramática, expresando los distintos estados de ánimo de la mujer, manteniendo la tensión y la fuerza de la acción, mientras que vocalmente fue evidente su poder expresivo, con momentos de gran brillantez y otros de alguna ligera tirantez vocal, que debería superar, ya que perjudican un poco una interpretación de gran densidad. La parte musical estuvo a cargo de Josep Vicent, joven director que está realizando una prometedora carrera, con resultados distintos. En la obra de Massenet la orquesta, colocada detrás del escenario, estuvo cohesionada, pero le faltó una mayor capacidad de matices y un desarrollo más transparente de la partitura, mientras que en la ópera de Poulenc consiguió generar la vitalidad del drama, con contrastes y destilando el dolor del personaje, que a veces intenta disimular su desesperación. Interesante como siempre la prestación del Cor Madrigal. José Guerrero Martín Albert Vilardell 19 ACTUALIDAD CASTELLÓN Kuijken profundiza en Bach A LA BÚSQUEDA DE LA SONORIDAD PERDIDA CASTELLÓN SIGISWALD KUIJKEN Rafa Martín Auditori. 6-VI-2007. La Petite Bande. Director: Sigiswald Kuijken. Bach, Conciertos de Brandemburgo. 20 Sigiswald Kuijken, que hace treinta años registró los Brandemburgos junto a sus hermanos (Barthold y Wieland), amén de Brüggen y Leonhardt y los ha interpretado, con reiteración, en los más importantes auditorios del mundo, tiene las obras muy bien conceptualizadas y las conoce en profundidad, al extremo que se ha permitido acentuar las investigaciones sobre las propiedades de los instrumentos introduciendo una viola de espalda (nada habitual en formaciones de época actuales) y suprimiendo la presencia del contrabajo. Lograba así una sonoridad clara de escasa teatralidad, que curiosamente resultaba un poco roma, habida cuenta que, además, el temperamento del clave se había bajado a 380 Hz. Fue una lectura novedosa y poco acostumbrada, de los seis Conciertos Brandemburgueses que, pese a ser rigurosamente histórica, sonó distinta por su pureza. De los seis, los más populares son el Segundo y el Tercero, porque cuentan con los temas más conocidos y jugosos, aunque bien es verdad que Bach en estas obras concertantes para la colaboración de muchos instrumentos (en la continuidad del propósito vivaldiano) se basó mucho en temas danzables, de extracción popular, que hoy las orquestas recuperan en su intención jovial, huyendo de los postulados en exceso severos de las lecturas con instrumentos no históricos. En esa línea cabe explicar el planteamiento de Kuijken, aunque la falta de un sonido poderoso los convirtió en excesivamente uniformes, pese a la diversidad de acentos. De la calidad y nivel de los instrumentistas (aplausos especiales para los solistas de trompa y trompeta naturales, pese a algunas máculas) dará idea que La Petite Bande no se resintió cuando la única violonchelista se indispuso mediado el último concierto de la primera parte y no volvió a comparecer a lo largo de la segunda. El refinamiento de esa búsqueda de la sonoridad perdida, la dicción esmerada, la filigrana interpretativa y la aristocracia de la dicción fueron los valores más significativos de la escucha, pese a la escasa variación de dinámica y contraste sonoros. Antonio Gascó ACTUALIDAD JEREZ Una Flauta mágica espectacular PAMINA (Y POCO MÁS) JEREZ Teatro Villamarta. 23-V-2007. Mozart, Die Zauberflöte. Ángel Rodríguez, Ruth Rosique, Gabriel Bermúdez, Lee Jin Seok, Tatjana Hempel, Ana Nebot, José Canales, Leticia Rodríguez, Blanca Valido, Marisa Roca, José Manuel Díaz. Coro del Teatro Villamarta Orquesta Manuel de Falla. Director musical: Juan Luis Pérez. Escenografía y figurines: Jesús Ruiz. Director de escena e Iluminación: Francisco López. De primero, confesión: lo que es a mí, ese rótulo de “obra maestra” habitualmente adherido a ese habitualmente considerado testamento líricodramático mozartiano que es Die Zauberflöte cada vez se me hace menos diáfano, más cuestionable e incierto. Y cuanto más lo frecuento, tanto más adoro sus abundantes logros cuanto abomino sus palmarias flaquezas, que —estimo— distan de ser insignificantes o baladíes, al menos desde el prisma de un espectador actual. En cuanto teatro musical, se me antoja una página fallida en no escasa medida en lo sustantivo y de irregular inspiración en lo adjetivo: tras un primer acto atractivo y trepidante, de pulso dramático mantenido e irreprochable factura, se nos echa encima un segundo atiborrado de un didactismo gratuito y machacón, un soberano tostón, vamos, en el que el estro inagotable del salzburgués comparece a fusilazos y la tensión dramática se estanca hasta niveles propicios a la somnolencia y el ronquido. Poco que objetar, sin embargo, a la producción escénica pergeñada por el Villamarta, en general espectacular, vistosa y dramáticamente eficaz, con unos figurines rebosados de ingenio, gracia y colorido y una muy cuidada dirección de actores; si acaso, tal vez, se hubiera demandado una labor de iluminación más variada y atenta a cada momento dramático, así como un cierto comedimiento en el empleo, a mi entender abusivo, de la maquinaría escénica, ya que a la postre ésta no viene sino a refrenar aún más si cabe el ritmo narrativo, restándole dinamismo a ese segundo acto Ángel Rodríguez como Tamino en La flauta mágica de Mozart sobre el que más valdría pasar como sobre ascuas. En lo musical la representación mantuvo una altura media discreta, con sólo un par de excepciones. La primera de ellas llegó de la garganta de la sanluqueña Ruth Rosique, fulgurante estrella del actual panorama canoro que a lo largo de la representación pudo exhibir en plenitud su caudaloso arte interpretativo. No ya WVdeZgR] ARS]` 4RdR]d ^àdZTRUVTÇ^RcR AcRUVd#'[f]Z`"$R\`de`#!!( &' V VUZTZÙ_ Æ g`ecV S`_ a]RZdZc #' [f]Z` / "$ R\`de` 2SSR jV De>ZTYV] UV 4fiR AcVTZ`d+UV"&R$& _Z×`d+UV(R"& E G 6 9 : H $$ cfV UV ]|9`daZTV ''&!! AcRUVd 7C2?46 $$ !% ') *' $$ !( hhhacRUVdWVdeZgR]TRdR]dT`^ sólo porque posea una pasta vocal deliciosa, hechicera, enamorante; ni debido a ese imán escénico que parece aureolarla, absorbiendo de inmediato la atención nada más pisar la escena; es también, y sobre todo, en razón del arte amplio y generoso efectivamente demostrado sobre las tablas: por la homogeneidad de timbre y color en los distintos registros, por la frescura y la naturalidad de su línea de canto, por su musicalidad mantenida, por un fraseo que es una pura maravilla, por su desenvoltura escénica… En fin, cual me sintetizaba cierto amigo en feliz pareado, “Doña Ruth, a años luz”. Irreprochable también la labor de Juan Luis Pérez, que supo establecer un puente firme entre foso y escenario y acertó en la graduación dinámica, extrayendo de la agrupación gaditana un sonido terso y ágil, flexible y aterciopelado, estilísticamente inatacable. Para lo restante seremos telegráficos, que el espacio aprieta: un Tamino inapropiado, por demasiado escorado hacia lo spinto; un Papageno y una Papagena eficazmente cómicos; un Sarastro y un Monostatos “sin chicha ni limoná”, irrelevantes; una Reina de la Noche casi inmaculada en la coloratura, pero sin los debidos arrestos, desvaída y anémica; Tres Damas irregulares (mejor la primera) y a menudo desencontradas; y desiguales, por último, las partes corales (el entusiasmo, quizás la mayor virtud del coro villamartino, bien puede llegar a convertirse en arma de doble filo si no viene atemperado por la razón). Ignacio Sánchez Quirós 21 ACTUALIDAD LA CORUÑA Festival Mozart LA TRANSICIÓN LA CORUÑA Miguel Ángel Fernández Teatro Colón. 16-V-2007. Moreno, Casariego, Peña, Selig. Coro de Cámara Eric Ericson. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Víctor Pablo Pérez. Obras de Haydn y Mozart. Teatro Rosalía de Castro. 17 y 20-V-2007. Mozart, Mozart, Il Re pastore. Tarver, Marianelli, Bertagnolli, Martins, Adami. Real Filharmonía de Galicia. Director musical: Jonathan Webb. Director de escena: Eduardo Vasco. Teatro Colón. 24-V-2007. Lawson, Clayton, Stone, Budd, Butler. Gabrieli Consort Players. Director: Paul McCreesh. Haendel, Acis y Galatea, HWV 49 (versión de concierto). Teatro Rosalía de Castro. 25V-2007. Rudolf Buchbinder, piano. Obras de Beethoven y Schumann. Palacio de la Ópera. 30-V-2007. Lemalu. Coro de Cámara del Palau. Orquesta Sinfónica de Galicia. Director: Graeme Jenkins. Obras de Mozart. Teatro Rosalía de Castro. 31-V-2007. Elisabete Matos, soprano; Juan Antonio Álvarez Parejo, piano. Obras de Chaikovski, Dvorák y Rachmaninov. 1-VI-2007. Dezsö Ránki, piano. Obras de Haydn y Schumann. Teatro Colón. 2 y 3-VI-2007. Andueza, Bordas, Boix, Guillon, Villamajó, Blasco. Coro Barroco de Andalucía. Orquesta Barroca de Sevilla. Directora: Monica Huggett. Purcell, Dido y Eneas (versión de concierto). Iglesia Colegiata. 3-V-2007. Trío Quiroga. Bach, Variaciones Goldberg, BWV 988. Teatro Rosalía de Castro. 7-V-2007. Patrizia Ciofi, soprano; Carmen Santoro, piano. Canciones y arias de ópera. 9-V2007. Ainhoa Arteta, soprano; Roger Vignoles, piano. Melodías francesas y canciones españolas. 22 Nos encontramos en plena conmemoración del treinta aniversario de la modélica transición política que produjo la normalización democrática en España. En La Coruña, estamos viviendo otra. Más modesta, sin duda, más limitada y de carácter artístico. El X Festival Mozart combina —como sucedió en la otra etapa transicional— elementos del pasado y del futuro. Hay quien reclama mayor presencia de Mozart en un festival que lleva su nombre; otros lamentan la escasez de óperas representadas. En todo caso, hay que asumir la programación de este año como la imprescindible solución de continuidad para enlazar con la que va a inaugurar la etapa confiada al italiano Pinamonti, que viene a sustituir a Cristina Vázquez y a Alberto Zedda, hasta ahora, máximos responsables del Festival. Veintidós actos musicales diferentes (algunos se repiten y así se alcanza la respetable cifra de veintiséis funciones) integraron éste, que ofreció una programación variada y, en general, de alto nivel artístico. Entre los primeros once actos musicales, hubo una ópera representada, dos óperas en versión de concierto, dos conciertos sinfónico-corales, un trío de arcos, tres recitales de canto y piano y dos pianistas. Brillantísimo comienzo con un Réquiem, de Mozart que, según todas las opiniones consultadas, resultó Filippo Adami, Alessandra Marianelli y Kenneth Tarver en Il Re pastore extraordinario por las actuaciones del Coro Eric Ericson —una de las mejores agrupaciones corales que ha pasado por esta ciudad— y la Orquesta Sinfónica de Galicia en uno de sus días grandes; muy bien igualmente los solistas. Víctor Pablo Pérez, en un repertorio que ama especialmente: el sinfónico-coral. El concierto se completó con la Sinfonía “La passione”, Hob I:49, de Haydn. También coinciden los criterios sobre Il Re Pastore: la juvenil ópera de Mozart alcanzó una versión poco sobresaliente, con una Filharmonía discreta y unos solistas simplemente correctos. Excepcional interpretación de McCreesh al frente del Gabrieli Consort en una maravillosa Acis y Galatea, de Haendel, ofrecida en versión de concierto. Orquesta y solistas, dirigidos por un McCreesh transfigurado en este repertorio, rozaron la perfección para delicia del público que no cesaba en sus aclamaciones. Dos pianistas muy distintos, Buchbinder y Ránki, demostraron cumplidamente la grandeza del arte en su diversidad creativa e interpretativa al conquistar al público con planteamientos y técnicas de ejecución muy diferentes al servicio de Haydn, Beethoven y Schumann. También hemos escuchado a tres sopranos cuya definición vocal diverge notablemente, a pesar de que sus cuerdas son bastante afines. Elisabete Matos posee la voz más definida de las tres: se trata de una dramática estricta con una extensión formidable y una igualdad y una perfección notables en todos los registros; los agudos, son espectaculares: es una verdadera fuerza de la naturaleza. Tal vez porque eligió un programa poco habitual (música eslava de tres gran- des compositores) no caló plenamente en el público hasta que ofreció como bis la Cantiga (de las Doce canciones jacobeas), de García Abril y el Fado, de Ernesto Halffter, que le valieron sendas aclamaciones. Patrizia Ciofi puede situarse en lo que se conoció antiguamente como soprano lírica con mecanismo y hoy como lírico-ligera; de las tres, es la voz más aguda y la que presenta más desigualdades entre los registros. Las notas altas son brillantes y se emiten bien; los pianos suelen ser opacos por oclusión de la cavidad oral, lo que es también responsable de la distorsión vocálica. Planteó un programa amable y asequible que, en general, agradó al público. Por sus características vocales y apoyos corporales, parece evidente que dará lo mejor de sí misma en la ópera. Ainhoa Arteta parece haber superado los graves problemas que hubo de afrontar en el pasado próximo. En la actualidad, su voz parece centrarse cada vez más en el repertorio de lírica y desde luego en el ámbito operístico, donde tiene dos ventajas evidentes: sus apoyos corporales son mucho más asumibles que en el recital y además en la representación le está vedada su irrefrenable tendencia a expresarse oralmente para buscar la complicidad de la sala. El programa estuvo muy bien estructurado — mélodies y canciones— y el público, como viene siendo habitual, se dejó conquistar ACTUALIDAD LA CORUÑA / LAS PALMAS por su bella voz y también por el atractivo de su dimensión mediática y de su propia persona, que es bien evidente. De los pianistas acompañantes, Vignoles y Álvarez Parejo estuvieron soberbios; no puedo decir lo mismo, por desgracia, de Carmen Santoro. La Sinfónica de Galicia con el Coro del Palau y bajo la dirección de Jenkins, abordó un monográfico Mozart del mayor interés, ya que se trataba de un programa con obras poco frecuentes: la Chacona de la Música para ballet de la ópera Idomeneo, K. 367, la Sinfonía nº 25, K. 183, y Thamos, Rey de Egipto, K. 345, una interesante música incidental, Monica Huggett, Raquel Andueza, Damien Guillon y Mª Eugenia Boix antecedente de La flauta mágica. Excelentes interpretaciones de la orquesta muy bien dirigida por Jenkins. Dido y Eneas, la bellísima ópera de Purcell fue ofrecida también en versión de concierto, precedida, además, por una escena (la del poeta ebrio) de The Fairy Queen, del propio compositor inglés. La interpretación, sin grandes alardes, alcanzó un nivel medio alto en los cantantes; la orquesta y los coros andaluces, más bien discretos, y una excelente dirección musical de Monica Huggett. En fin, el Trío Quiroga interpretó una interesantísima versión para trío de arcos de las Variaciones Goldberg, BWV 988, de Bach, debida al talento de Dimitri Sitkovetski. La alta calidad de los integrantes del Trío que lleva el nombre del malogrado violinista gallego, Giovanni Fabris, David Quiggle y David Ethève, aseguró el éxito. Julio Andrade Malde XL Festival de Ópera Alfredo Kraus FRÍAMENTE EXTRAVIADA LAS PALMAS Teatro Pérez Galdós. 19-VI-2007. Verdi, La traviata. Eva Mei, James Valenti, Valeri Alexeev, Beatriz Lanza, Julio Morales, Víctor García Sierra, Dori Cabrera, Guillermo Ruiz Aviña, Luis Cansino, Walter Barbaria. Director musical: Guido Ajmone-Marsan. Director de escena y decorados: Pier Luigi Pizzi. La cuadragésima temporada de ópera organizada por los Amigos Canarios de la Ópera en Las Palmas de Gran Canaria, que tan altas cotas de calidad ha alcanzado en los primeros cuatro títulos, no se cerró con la brillantez merecida. Con las localidades prácticamente agotadas desde los primeros días de venta al público, la expectación generada entre los cada vez más numerosos aficionados a la ópera por un título predilecto como es La traviata, no se vio correspondida en los resultados generales. Quizá por esa misma expectación y por la popularidad de que goza una obra de la que tantas versiones de los más grandes intérpretes figuran en la discografía de todos, hubo esta sensación de decepción general y la fría acogida del público, porque tampoco sería justo hablar de fiasco. Más bien se palpaba la sensación de que planeaba un extraño sortilegio sobre una producción que, sobre el papel presentaba elementos sobrados para resultar exitosa…¿acaso tendrá que ver la continua presencia del temido color violeta en decorados y vestuario? No poca culpa tuvo la dirección musical del maestro Ajmone-Marsan, director que en otras ocasiones había obtenido grandes triunfos en este mismo festival. Sus tempi, mortecinos en determinados momentos o banalmente atropellados en otros, restaron intensidad dramática y lirismo a una ópera que no escatima precisamente ni lo uno ni lo otro y, como lógica consecuencia, el resultado general resultó fríamente desabrido. Con todo, tanto la orquesta desde el foso como la banda interna sonaron con solvente profesionalidad, con muy buenos solos de oboe y de la concertino Abacioaie. Probablemente a causa de esta frialdad emanada de la batuta, la celebrada soprano Eva Mei no conquistó el corazón del público. Vocalmente, resuelve de forma impecable las agilidades y ornamentos, los agudos sue- nan limpios y brillantes y la voz de pecho es usada con inteligencia. Su timbre gustará más o menos, pero es innegable que en la media voz y en los pianissimi obtiene sonidos de evidente belleza. Si en lo interpretativo no conmueve en los dos primeros actos, su Addio del passato y todo el final fueron plenamente convincentes. Menos afortunados resultaron los dos protagonistas masculinos. El joven tenor James Valenti, queda desdibujado en la interpretación, y aunque en lo vocal no carece de buenas condiciones, manifiesta aún problemas técnicos, probablemente motivados por su falta de apoyo. Alexeev, que ya cantara este rol en Las Palmas, no parece encontrarse en su mejor momento vocal; su sonoro instrumento se nos antojó rudo en el fraseo, más próximo a Alfio que a la elegante línea de canto demandada por Verdi a los barítonos en esta obra, ni aligera lo suficiente para los momentos de mayor agilidad de la infrecuente cabaletta con que se cierra el primer cuadro del segundo acto. Entre los aciertos resaltemos de entre la larga lista de comprimarios la excelente Annina de Dori Cabrera, así como la desenvuelta Flora de Beatriz Lanza. De entre los caballeros, impecable el Barón de Guillermo Ruiz Aviña así como el Marqués de Luis Cansino. Magnífico el Coro dirigido por Olga Santana, compacto y dúctil en la dinámica. Francamente interesante la concepción escenográfica, muy cuidada en lo cromático, con adecuada ambientación en todos los sentidos, en esta clásica producción firmada por Pizzi. En cuatro décadas de dedicación, ACO ha conseguido un nivel excelente de calidad y ha fomentado el gusto por la ópera en la sociedad canaria. Prueba de ello es que, en un caso como ha sido esta Traviata, de nivel aceptable, se pide más. Y es que el listón ya había quedado muy alto en esta misma edición. Leopoldo Rojas-O’Donnell 23 ACTUALIDAD LUGO Una ópera y un tenor OTRO GRAN HAENDEL LUGO Festival Ciudad de Lugo. 21-V-2007. Maria Riccarda Wesseling, María Bayo, Deborah York, Kobie van Rensburg, Max Emmanuel Cencic, Anne Catherine Gillet. Al Ayre Español. Director: Eduardo López Banzo. Haendel, Rodrigo (versión de concierto). 5-VI-2007. Daniil Shtoda, tenor; Julius Drake, piano. Canciones y arias rusas. 24 Vivo en el recuerdo el Amadigi di Gaula ofrecido el pasado año por el conjunto que dirige López Banzo, el Rodrigo ofrecía un reparto pleno de cantantes de primera línea en la interpretación de ópera barroca, explicable por ser el que participe definitivamente en la grabación prevista. Todo ello contribuyó a que la sala se llenara hasta la bandera. Da gusto no sólo escuchar sino también ver tocar a conjuntos como Al Ayre Español, con todos sus componentes llenos de capacidad y entusiasmo, partícipes de un proyecto común. Todos destacables, pero es obligado hacer mención particular de la concertino y del primer chelo. Utilizando unos medios orquestales reducidos al mínimo pero al servicio de sus portentosas dotes de imaginación y sentido dramático, que ya comienzan a despuntar en esta su primera ópera italiana, el joven sajón causó un asombro que siempre perdurará. En la interpretación ofrecida resulta difícil destacar intervenciones particulares de los cantantes, pues la obra es bastante homogénea en la calidad de las arias y tan sólo se puede elogiar el extraordinario nivel alcanzado por los seis y particularmente por los tres principales. Una María Bayo en plenitud estuvo deslumbrante de principio a fin, entregada al personaje de Esilena, que es realmente la protagonista de la trama. La mezzo Maria Riccarda Wesseling no le fue a la zaga en su Rodrigo y ambas cantaron de maravilla tanto por separado como juntas en los dos únicos duetos que tiene la ópera. Kobie van Rensburg también deslumbró con una poderosa voz que utiliza sutilmente y con gran expresividad. Max Emanuel Cen- cic, todo un lujo en sus dos intervenciones y Anne Catherine Gillet, una joven intérprete ya consolidada, causó también una excelente impresión. Incluso Deborah York, que inició con voz débil y actitud fría el primer acto, se fue contagiando del entusiasmo general y subió su nivel en los dos siguientes. Y López Banzo, atentísimo a orquesta y cantantes, cosechó otro nuevo triunfo con su admirado Haendel. Deseamos que la grabación también lo sea, pues méritos no le han de faltar. El joven tenor de San Petersburgo Daniil Shtoda, acompañado por un estupendo Julius Drake, ofreció un recital compuesto íntegramente por canciones de compositores rusos, lo que no es muy frecuente. En la primera parte, cantó un pequeño muestrario del nacionalismo representado por Glinka, Bulajov, Dargomijski y Balakirev, mientras la segunda estuvo dedicada a Chaikovski y Rachmaninov con cinco canciones de cada uno de ellos, más una aria de Evgeni Onegin y otra de Aleko. Un sugestivo paseo por obras compuestas para su cuerda, caracterizado en su primera mitad por la brillantez un tanto superficial con la que sus autores abordaron el género, que cambió de carácter en la segunda con la nostalgia que caracteriza a las de Chaikovski y de la que es paradigma su De nuevo solo, como antes (Op. 73, nº 6) y el buen hacer de Rachmaninov en esta especialidad, un tanto oculta por su producción pianística. La voz de Shtoda no es especialmente bella y la comparación con Wunderlich que en algún sitio aparece es hablar por hablar, pero posee frescura, técnica, sensibilidad y una extraordinaria potencia de emisión. Las dos arias que cerraron el recital, de un carácter muy diferente entre ellas, corroboraron lo apreciado en las canciones. El público respondió con entusiasmo, correspondido con tres bonus. Y ahora, a esperar la edición del Festival para el próximo año, confiando en que pueda mantenerse el nivel alcanzado. José Luis Fernández ACTUALIDAD MADRID Un Trovador de mujeres IMÁGENES DESENFOCADAS MADRID Javier del Real Teatro Real. 11-VI-2007. Verdi, Il trovatore. Fiorenza Cedolins, Dolora Zajick, Francisco Casanova, Anthony MichaelsMoore. Director musical: Nicola Luisotti. Director de escena: Elijah Moshinsky. Sigue sin gustarnos esta coproducción del Real y el Covent Garden. El trasladar la acción primaria, llena de claroscuros de la obra verdiana a la Italia del Risorgimento, plasmada en imágenes muy viscontinianas, no funciona. La briosa música, mezcla de belcantismo y directa expresión, están en otra onda. Luisotti es un director que sabe frasear, acompañar y dotar de la dinamita necesaria a ciertos instantes y hace que la orquesta suene aceptablemente, aunque pierde un poco los papeles en la administración de los tempi: en Verdi se pide el mantenimiento de un tempo-ritmo férreo, implacable, lo que no ha de impedir el rubato. Del equipo vocal nos quedamos con el gusto, la finura, la musicalidad y el centro lleno, de tintes oscuros, de Cedolins, apurada en el sobreagudo y limitada en la coloratura. Es una lírica de buena anchura, no una Fiorenza Cedolins y Francisco Casanova en Il trovatore de Verdi en el Teatro Real lírico-spinto, por lo que le falta robustez en algunos momentos clave (Miserere). Zajick fue la arrasadora Azucena que esperábamos: contrastada, intensa, un tanto estentórea; pero sabe apianar y decir, no siempre con un timbre bello. Cambia fre- cuentemente de color. El orondo Casanova es un tenor de agudos —del sol al si bemol—, bien puestos, sonoros y anchos, pero no liga, aplica a ratos, sin venir a cuento, un falsete átono, y no sigue una línea de canto. La pira, baja de tono, fran- camente mal; y muy cortada. Michaels-Moore ha perdido una cierta frescura emisora y la voz suena atrás, destimbrada, sin que su pobre arte de canto actúe en compensación. Arturo Reverter XIV Gala Lírica GRACIAS POR LAS GALAS Madrid. Teatro Monumental. 18-V-2007. Maribel Ortega, soprano; Aleksandra Chacinska, soprano; Andeka Gorrotxategi, tenor; Anna Kasyan, soprano; Marina Rebeka, soprano; Manel Esteve, barítono; Estefanía Perdomo, soprano. Orquesta Sinfónica de RTVE. Director: Adrian Leaper. S 26 e agradecen mucho las Galas Líricas, aunque el género como tal esté casi difunto y sean, por lo tanto, galas del difunto. El hecho coincide, y no es casual, con la primera vez en casi cuatro siglos en que la voz ya no es considerada protagonista más o menos absoluta del entramado operístico, y ha dejado de ser el principal reclamo para quienes, en número creciente, acuden a los teatros donde hay ópera vestida ahora con otras galas. En este tradicional recital de ganadores de concursos hubo, por así decirlo, una vencedora con un plus: Marina Rebeka. En Payasos primero, y luego en Traviata, hizo valer belleza y consistencia en el timbre — de fácil expansión a lo ancho de la sala—, frases investidas de autoridad y también la tendencia complaciente a cantar un poco fuerte. La suya es una voz que deja cierta estela en el aire, algo infrecuente entre aspirantes no cuajados del todo. Voz a su vez grata la de la polaca Aleksandra Chacinska, sin rocosidades e impurezas que a veces afean lo que la cantera de aquellas latitudes nos trae, aunque sí con una no menos característica guturalidad. Hizo valer ciertos acentos de dulzura en Dama de picas y Chénier, con expresión ajustada, si bien por momentos algo altisonante. Un mejor apoyo coadyuvaría a la mayor firmeza del agudo. Maribel Ortega lidió con dos arias de gran responsabilidad y empeño (Forza del destino; Nabucco), saliendo airosa de las mismas con voz de elasticidad suficiente, unida a una línea esmerada, sin sobresaltos ni precipitación. Tal vez por ello mismo su canto pecara de excesiva placidez, y fuera sólo relativa su riqueza de inflexiones. Había —suele haberla—, hambre de tenores, por lo que se le aplaudió a rabiar a Andeka Gorrotxategi (Tosca; Tabernera), de sonoro material, atractivo por sus matices oscuros. Canta con una posición a veces retrasada, lo que en cristiano significa que su emisión es algo velada y poco enmascarada la voz. J. Martín de Sagarmínaga ACTUALIDAD MADRID Javier del Real Grandes voces INTRODUCING GHEORGHIU Madrid. Teatro Real. 20-V-2007. Angela Gheorghiu, soprano. Orquesta del Teatro Real. Director: Jesús López Cobos. Obras de Berlioz, Gounod, Massenet, Bizet y Puccini. L a cantante rumana es sobradamente conocida por sus compactos y DVD. Faltaba al público de Madrid su presencia directa, importante, en su caso, no sólo por la realidad de su voz, lírica y sólida, resuelta con inteligencia y solidez técnica, esmaltada y de persuasivos cambios de volumen dentro de un homogéneo colorido de registros. En vivo gana por el glamour, entre natural y aprendido, de mujer bella, esbelta, de movimientos esculpidos con astucia, elegante al escoger vestuarios (lució tres y tres peinados distintos). Aquí hay que duplicar la observación: Gheorghiu es una excelente actriz de sus personajes, entre los cuales figura ella misma, valor añadido a un acto que debe superar la rigidez y la aridez de la ceremonia para entrar de lleno en el espectáculo. Sin duda, cabe esperar que retorne al escenario para ofrecernos una función plenamente teatral. El programa era comprometido y fue resuelto con convincente competencia, pues no forzó su tesitura y encarnó a diversos personajes con matices de color. Transitó de los lirismos netos de Margarita, Manon, Magda (en la pucciniana Rondine) y Lauretta a la envergadura dramática de Jimena (en El Cid de Massenet), Manon Lescaut y Madame Butterfly. Descendió con habilidad a las exigencias de Carmen e hizo las gracias de propina, una canzonetta, Granada y un momento de Ondas del Danubio. El público aceptó el examen con varios sobresalientes. López Cobos estuvo como siempre, pleno de autoridad y aseo. Destaco, Angela Gheorghiu en el Teatro Real de Madrid de Beatriz y Benedicto de Berlioz. Debió moderar el volumen, por momentos, junto a la soprano. en especial, la minucia con que expuso los Juegos de niños de Bizet y la transparencia con que oímos los planos y los endiablados contratiempos en la obertura Blas Matamoro Ciclo de Lied CONCIERTO Y MEDIO R 28 ica, extensa, pareja, ancha, cálida, flexible, manejada con total dominio, es la voz de Koch, una mezzo auténtica y no, como a menudo pasa, una soprano partida al medio. Su aparato expresivo se mueve con mayor soltura en la ópera, de la que dio un par de muestras brillantes como propinas (la raveliana Hora española y Carmen). Por eso, lo mejor de su programa fueron los Strauss, en especial Mal tiempo y Fiesta de primavera, vertidos con una fuerza expresiva, una claridad verbal y un poderío de registros, realmente admirables. La pianista siguió con equilibrio a la voz y se lució SOPHIE KOCH en el compromiso, igualmente straussiano, de un teclado con amplio despliegue y sonoridades rotundas. Medios muy modestos son los de Holzmair, un barítono que suena a tenor corto, con un instrumento Javier del Real Madrid. Teatro de la Zarzuela. 28-V-2007. Wolfgang Holzmair, barítono. Trío Wanderer. Obras de Beethoven. 11-VI2007. Sophie Koch, mezzo; Sophie Raynaud, piano. Obras de Fauré, Duparc, Schubert y Strauss. resuelto de manera aseada, pero escaso de color y no exactamente personal. Como intérprete es desenvuelto y posmoderno, o sea que evita conmociones y patetismos, y también honduras, para no meter la pata. Así, el ciclo A la amada lejana quedó según su título, lejano de cualquier riesgo. El programa fue beethoveniano, aunque, en rigor, las dos series de canciones populares irlandesas y escocesas, resueltas a pedido, puede escapar sin pérdida del catálogo de Beethoven. En cambio, las Variaciones para trío sobre un tema de Müller, si bien no son la cumbre del género, lo muestran al gran Luis en uno de sus terrenos favoritos. La límpida, fresca y brillosa de timbres lectura ofrecida por los Wanderer resultó lo mejor de la velada, un concierto a medias. Blas Matamoro ACTUALIDAD MADRID Operadhoy LES CENCI, LA BELLEZA DE LA CRUELDAD Pascal Victor Madrid. Teatro Albéniz. 2-VI-2007. Artaud-Battistelli, Les Cenci. André Wilms, Dany Kogan, Astrid Bas, Gilles Arbona. Orquesta de La Toscana. Director musical: Luca Pfaff. Director de escena: George Lavaudant. E l ciclo Operadhoy vuelve a Madrid, para cerrar la temporada dirigida por Xavier Güell, este año con sede en el Teatro Albéniz con una acogida cada vez más positiva por un público deseoso de ver nuevas propuestas que demuestren que el género escénico sigue siendo un pilar de la música contemporánea. Con Les Cenci se superaron todas las expectativas ya que nos encontramos con un espectáculo redondo en todos los sentidos, musical, dramático e interpretativo. Los ingredientes del montaje eran más que interesantes: Artaud, Battistelli, Lavaudant, Luca Pfaff y unos intérpretes de primera fila. El teatro de la crueldad de Artaud, autor maldito del siglo XX, encuentra un parangón inmejorable a través de la música de Giorgio Battistelli, compositor italiano director de la Bienal Musical de Venecia desde el año 2004 y revitalizador de un género que busca su lugar en el siglo XXI: el teatro musical. Este género, que a veces se ha tratado como si fuera menor, cuenta con las ventajas expresivas Escena de Les Cenci de Giorgio Battistelli de la música sin la artificiosidad del canto, ya que la expresividad de la palabra y el diálogo no se ven sometidas. En Les Cenci la dureza del texto, que refleja la des- trucción moral y física de una familia, la tensión es llevada por cuatro personajes, antagónicos y complementarios, dirigidos de forma magistral por Georges Lavaudant, que ya se encargó del estreno de la obra en 1997 en Londres. Los verdaderos protagonistas del montaje fueron sus dos actores-cantantes protagonistas: Béatrice (Astrid Bas) y Cenci (André Wilms), que brillaron en una escena de líneas puras dominada por una iluminación dramática que permitía una interpretación llena de matices en los que la expresión de los sentimientos y los recovecos del alma fue lo más importante. Para apoyar al texto la orquesta, dirigida por Luca Pfaff, habitual ya en estos montajes de Operadhoy, generó una atmósfera igualmente descriptiva y fluida, potenciada de forma sutil y precisa por la intervención electrónica, igual que en las voces. Sesenta minutos de música y escena que nos trasportaron hasta lugares siniestros pero profundamente bellos. Leticia Martín Ruiz Siglos de Oro SCARLATTI CONTRAPUNTISTA Madrid. Iglesia del Real Monasterio de la Encarnación. 26-V-2007. The Sixteen. Director: Harry Christophers. Obras de Domenico Scarlatti. U 30 na nueva sesión de Los Siglos de Oro dedicada al Scarlatti menos difundido, el autor de obras sacras. Lamentablemente, no podemos hacernos eco aquí de las dos sesiones de tecla precedentes, con los trascendentales Essercizi a cargo de Kenneth Weiss. Del programa ofrecido en la Encarnación, sólo el Stabat Mater ha merecido cierta atención por parte de los intérpretes modernos. Ligada a la etapa de Scarlatti como maestro de capilla de San Pedro de Roma, la obra evidencia un poderoso sentido dramático, al tiempo que un profundo conocimiento de la tradición polifónica de la iglesia católica. Desde esta perspectiva del bagaje de la antica prattica, todavía viva a comienzos del siglo XVIII, deben encua- drarse las afinadas y transparentes interpretaciones de The Sixteen y Harry Christophers. El grupo fue adaptándose a las condiciones acústicas del Monasterio de La Encarnación, para ir puliendo las lecturas y eliminar algunos efectos algo confusos. Expresividad y atención al contrapunto fueron los ejes que sustentaron también el edificio del Te Deum, una página de gran aliento cuya postergación resulta incomprensible. La menos importante Missa brevis “La Stella” mereció un acercamiento fresco y fluido, en tanto que la sencillez melódica del Iste confessor fue bien comunicada por Christophers, redondeándose en conjunto un concierto de gran interés. Enrique Martínez Miura ACTUALIDAD MADRID ORCAM MAGISTERIO SIN ARREBATO Madrid. Auditorio Nacional. 12-VI-2007. Eldar Nebolsin, piano; Simona Saturová, soprano; Paz Martínez, mezzosoprano; Fernando Cobo, tenor; Fernando Rubio, bajo. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Helmut Rilling. Obras de Haydn y Mozart. ELDAR NEBOLSIN R illing desplegó su magisterio, sólido siempre, si bien no llegue al punto de arrebato en sus interpretaciones. El éxito fue grande y el reconocimiento a su director circunstancial por parte de la Orquesta de la Comunidad también. Dirigido por éste todo el programa, incluido el acompañamiento al pianista, de memoria y con el marchamo de lo bien sabido desde mucho tiempo ha. En Haydn, Sinfonía nº 44 “Fúnebre”, ya se hicieron patentes la ponderación y el magisterio sonoro, al que falta ese último impulso en el manejo de los acentos, por lo que el segundo tiempo pesó un poco, lo que se compensó en el acariciante Adagio y un tiempo final falto de mayor contraste. Equilibrio y coherencia por encima de todo. La hubo total con Nebolsin, que tocó un Concierto nº 27 K. 595 de Mozart acaramelado y bonito a ultranza, desdeñando una mayor y mejor penetración en el pentagrama. Muy agradable, pero la música del salzburgués no sólo es bonita. Tiene carne y alma, apar- te de la tantas veces pasmosa forma. Reinaron orquesta y coro en la Misa de la Coronación K. 317 que, por la labor desplegada, se nos hizo corta dada la plenitud en su ejecución. En el cuarteto solista destacó por timbre, homogeneidad y no sólo por su agradecido Incarnatus, la eslovaca Saturová que sustituía a la anunciada y tantas veces colaboradora feliz de estos conjuntos María Espada. El maestro fue primer destinatario del aplauso general que compartió ampliamente con todos. Y ahora a esperar un largo tiempo, ya que por obras en el Auditorio se celebrará un Concierto Extraordinario en diciembre, aunque la temporada se iniciará en enero del 2008. José A. García y García Ibermúsica TORNASOLES Madrid. Auditorio Nacional. 1-VI-2007. Javier Perianes, piano. Orquesta Sinfónica de Londres. Director: Daniel Harding. Obras de Dvorák, Ravel y Berlioz. S iempre es un placer volver a escuchar a la Sinfónica de Londres. Lo ha sido también en esta ocasión, en la que con ella se presentaba en estos conciertos el pianista onubense Javier Perianes, que ha exhibido su natural juego, de dinámicas variadas y amplias, su sonido de primera calidad, muelle y de rico espectro. Habríamos preferido un Ravel más incisivo, más preciso, más staccato, más bailable e irónico. Perianes, que las dio prácticamente todas —lo que en esta obra no es fácil— y que mantuvo un tempo ligerito y marchoso, como está mandado, se extasió sin duda en el Adagio assai, de tan refinados matices poéticos y se vio perjudicado por una falta de empaste con el corno inglés, que tocó como con timidez (quizá la batuta podría haberlo solucionado), lo que no empece para reconocer la calidad de la instrumentista, Christine Pendrill. El pianista español es amigo de dar una pátina soñadora, de aire impresionista, a esta música, que nos parece — después de todo es de Ravel— más cristalina que otra cosa. Pero la aplicación del sfumato en el Preludio de Debussy (La muchacha de los cabellos de lino) dado como regalo fue eminente. La Sinfonía Fantástica nos mostró la autoridad elástica, nada estridente, a partir de un mando seguro —sin batuta— de Harding, joven y conocedor de las texturas, acentos y ritmos. La versión, con una orquesta en forma, fue buena, muy buena por momentos, con casi todo en su sitio, pero nos pareció en ocasiones poco controlada en los planos y episódicamente desajustada; sin detalles especiales ni una imaginación colorista fuera de lo habitual. Nimrod de las Variaciones Enigma de Elgar puso fin a la animada fiesta. Arturo Reverter 31 ACTUALIDAD MADRID Temporada de la OCNE CIERRE POR VACACIONES Madrid. Auditorio Nacional. 18-V-2007. Frank Peter Zimmermann, violín. Director: Kazushi Ono. Obras de Szymanowski y Schumann. 1-VI-2007. Solistas vocales. Director: Josep Pons. Mahler, Sinfonía nº 8. 8-VI-2007. Director: Josep Pons. Festival América España. Obras de Albéniz, Toldrá y Cuyás. Rafa Martín S e ha cerrado la temporada con un concierto extraordinario perteneciente al joven ciclo América España. Puede ser buen camino para dar a conocer pentagramas olvidados o recientes. Aunque ya se sabe que estas cosas suelen saldarse con escasa asistencia de público; como sucedió en este concierto, en el que, no obstante, se programaban cosas de interés. Lo tiene indudable esa única ópera del mallorquín Viçens Cuyás (1816-1839), La fattucchiera, reestrenada hace un par de temporadas en el Liceo y de la que aquí se ha programado una selección del primer acto, deslucido por la falta del coro y por la débil e insuficiente prestación vocal. Destacaríamos en todo caso la solidez del bajo Simón Orfila. Pons no pareció encontrarse muy a gusto en esta música de impronta rossiniana o belliniana y no calibró sonorida- Kazushi Ono y Frank Peter Zimmermann en un ensayo con la ONE des, acentos y planos. Más en su mundo vimos al director catalán en la Sinfonía nº 8 de Mahler, bien que, pese a los evidentes esfuerzos por encauzar las dinámicas y atender a las innumerables solicitudes rítmicas, aquello no acabara de funcionar. Faltó ajuste, sobre todo en el inclemente Veni, creator spiritus y un sentido lírico más desbordado en la Escena final de Fausto. De entre los muchos y forzados solistas, que siempre da la sensación de que chillan desaforadamente, nos gustaron, hasta cierto punto, la mezzo Iris Vermillion, aunque sin la consistencia precisa, y José Antonio López, de resonante instrumento baritonal. Buen nivel se alcanzó en la sesión dirigida por el nipón Ono, un músico de rara facilidad, de batuta firme y criterio saludable. Lle- vó por excelentes caminos los dos Conciertos para violín de Szymanowski, obras tan atractivas tímbrica y temáticamente, en los que lució poderosamente la penetración del contundente e intenso arco de Zimmermann, y ofreció una interpretación juvenil y vital, algo desabrida de timbres, de la Sinfonía nº 1 de Schumann. Arturo Reverter Ciclo Sinfónico de la Fundación Caja Madrid INTELIGENCIA ARTIFICIAL Madrid. Auditorio Nacional. 6-VI-2007. Violet Serena Noorduyn, Xenia Meijer, James Oxley, Hubert Claessens. Il Fondamento. Coro de Cámara de Namur. Director: Paul Dombrecht. Mozart, Réquiem. A 32 un reconociendo que la música sea ese “ejercicio inconsciente de aritmética” de Leibniz, el exceso de inteligencia destruye fácilmente su espíritu. Las teorías de Dart sobre la música con instrumentos originales, han dinamizado la vida musical y han abierto nuevos caminos expresivos en repertorios excesivamente manidos y agotados. Sin embargo, los extremos son incómodos y prueban que, aunque todas las ideas tienden a lo absoluto, ninguna puede abarcarlo. La versión de Paul Dom- brecht fue un buen ejemplo de todo esto. Con una orquesta pequeña con apenas quince cuerdas y un coro de unas veinte voces, el resultado fue una pérdida manifiesta de volumen y color orquestal. Bien es cierto que, en los números más recogidos, se ganó en intimidad con una expresión cercana a la música de cámara, pero, cuando la orquesta necesitaba volumen para crecer, evolucionaba a base de golpes. Tal vez una plantilla de estas características funcione con otro repertorio, sin embargo, el Réquiem de Mozart, con su pathos trá- gico y de contrastes profundos, exige una cierta densidad orquestal. Dicho lo dicho, la orquesta estuvo soberbia. Las trompetas naturales y los trombones afinaron a la perfección y la cuerda empastó con bastante solvencia. El trabajo de Paul Dombrecht fue magnífico, sin fisuras y muy original, creando y recreando matices constantemente. Tal vez su único punto negativo sea el equilibrio entre el coro y la orquesta donde, a veces, unos se tapaban a los otros. En cuanto al coro, cabría destacar su capacidad técnica colocando perfectamente la coloratura en los dos pasajes donde casi todos los coros naufragan. Los solistas no estuvieron a la altura del resto del elenco: correctos, acertados, pero grises en todas sus intervenciones. Desde Hubert Claessens que cantó un Tuba mirum descafeinado, hasta Xenia Meijer, plana y sin matices. Cabría destacar la belleza tímbrica de James Oxley… en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Federico Villalba ACTUALIDAD MÁLAGA / SAN SEBASTIÁN Ciudad del Paraíso LLAMADO A CRECER Sala María Cristina. 27-IV/7-VI-2007. Academy of St. Martin in the Fields. Director y violín: Joshua Bell. Richard Goode, piano. Il Suonar Parlante. La Petite Bande. Director: Sigiswald Kuijken. MÁLAGA El atractivo del concierto inaugural de la sexta edición de este festival a cargo de la orquesta de la Academy of St. Martin in the Fields llenó de público el salón de actos del antiguo Conservatorio María Cristina, ante un programa monográfico Beethoven y el buen cartel del norteamericano Joshua Bell, siempre espectacular en sus interpretaciones. El buen sonido de la orquesta quedó patente desde el primer compás de la Obertura “Coriolano” que fue brillantemente expuesta en sus significados contrastes dinámicos. Bell se dejó llevar por el sólido fluir de los “académicos” asumiendo su papel de destacable concertino. En el Concierto op. 61, dominó su cometido sin llegar a las excelencias de los habituales logros de su carrera, quedando subsumido absolutamente en el enérgico discurso orquestal de la Séptima Sinfonía, en la que los británicos dejaron claro por qué han sido un referente artístico indiscutible durante varias décadas. Otro estadounidense fue protagonista de la segunda jornada de este festival llamado a crecer en las próximas ediciones: el pianista neoyorquino Richard Goode. Inició el recital con la Sonata nº 39 de Haydn, manifestando ya en ella la combinación de calculada simplicidad y frágil lirismo que habría de caracterizar toda su actuación. Así quedó patente en las Siete Fantasías op. 116 de Brahms, sólo contrastado con el intenso mensaje de los tres Capriccio de esta obra, que abre el inigualable periodo final del pianismo brahmsiano. La belleza de una de las más admiradas obras para piano de Fauré, su Nocturno nº 6, anunciaba de alguna manera lo que habría de ser la segunda parte de la velada, que fue ocupada por el Libro II de Preludios de Debussy. Goode hizo todo un alarde de introspección sonora en su versión de estas doce piezas, creando, con segura maestría, las sensaciones y atmósferas que propone el autor en el particular simbolismo de cada una de ellas. Con su interpretación, Goode produjo uno de los momentos de mayor trascendencia artística de este ciclo de conciertos. Dos instrumentos barrocos de particulares características han protagonizado las dos citas con la música barroca. El primer lugar la viola da gamba, que destaca entre el conjunto que compone el grupo Il Suonar Parlante, dirigido por Vittorio Ghielmi, que no actuó por una indisposición física de ultimo momento. Este hecho resintió la actuación, quedando ésta bastante plana en el variado repertorio de compositores de los siglos XVI y XVII como De Macque, Eccles, Ferrabosco, Rossi o Trabaci, con una pincelada de Purcell, sin elevar interés en la segunda parte dedicada a músicos de nues- tro tiempo, como el pianista de jazz Thelonius Monk, Wheeler o Walser y arreglos del propio Ghielmi. En segundo lugar fue el violoncello da spalla (de hombro) el que atrajo la atención de un público, que llenaba la sala, y que era presentado por La Petite Bande como algo más que una mera curiosidad, como se podía desprender de las palabras del violinista Luis Octavio Santos y su particular timbre. Los Conciertos de Brandemburgo nºs 1, 2, 5 y 6 de J. S. Bach fueron piezas de toque para admirar el hecho de que este reconocido grupo desde hace más de treinta años lleva a que la musicología “suene” con coherencia y autenticidad, aun a costa de arriesgar su aceptación por el público que pudo haber sido advertido del extraño temperamento francés empleado perteneciente al siglo XVIII en una afinación a 392 herzios. José Antonio Cantón Clausura de temporada PASTEL CON GUINDA SAN SEBASTIÁN Auditorio Kursaal. 1-VI-2007. Radu Lupu, piano. Orquesta Sinfónica de Euskadi. Director: Cristian Mandeal. Obras de Beethoven y Bruckner. Rematar bien una faena, hablando en términos taurinos, no siempre resulta tarea fácil, pero como goloso y poco dado a los toros que soy prefiero definir el último concierto de la finalizada temporada 2006-2007 de la OSE como un rico y copioso pastel, rematado con una excelente guinda. Pocas veces logro salir de un concierto con la sensación de haberlo disfrutado al cien por cien, al fin y al cabo se trata de algo tan subjetivo como que guste o no. Sin embargo, la última propuesta de la OSE no sólo supo bien, es que, además, supuso un auténtico goce para el sentido del oído. Vamos, que de haber sido de comer, de esos platos de repetir. Y eso que el respetable al final del concierto se comportó fatal, con una espantada injustificada a todas luces. El pastel tuvo forma de Cuarta de Bruckner, con magníficos metales y atinadas maderas, muy bien sobre todo en el Scherzo, que sonó ajustado y muy rítmico, sin dejar de lado la gran y redonda sonoridad en el Andante y el Finale. Si la cosa resultó en la Romántica, la guinda de la temporada vino en forma de Radu Lupu frente al piano con una encomiable interpretación del Concierto nº 5 “Emperador”, del sordo de Bonn. La cosa funcionó. Primero porque la batuta de Mandeal estuvo en perfecta comunión con los profesores, segundo porque Lupu es un monstruo del teclado, tercero porque mostró cualidades interpretativas más que destacables. Impresionante su mayestática postura en la silla, o ver cómo, en ocasiones, dirigía a la orquesta mientras Mandeal le dejaba hacer, en situaciones así a la batuta no le queda otra que confiar en el solista y dejar que la cosa fluya. Destacable el Adagio un poco mosso. Lupu, huraño para unos, trascendental para otros. Dejémoslo sencillamente en genial. Buen broche final para la revuelta temporada que acaba de finalizar con acuerdo laboral incluido. Íñigo Arbiza 33 ACTUALIDAD SANTIAGO / TENERIFE Temporada de la Real Filharmonía de Galicia ABURRIDAS CLASES DEL MAESTRO BRÜGGEN SANTIAGO Santiago de Compostela. Auditorio de Galicia. 18-V-2007. Kenneth Tarver, Alessandra Marianelli, Gemma Bertagnoli, Marisa Martins, Filippo Adami. Real Filharmonía de Galicia. Director: Jonathan Webb. Mozart, Il Rè pastore (versión de concierto). 31-V-2007. Laurent Blaiteau, flauta. Celine Landelle, arpa. Director: Frans Brüggen. Obras de J. S. Bach, C. P. E. Bach, J. C. Bach y H. W. Henze. 7-VI-2007. Director: Frans Brüggen. Obras de Schubert y Beethoven. 14-VI-2007. Frank Peter Zimmermann, violín. Director: Antoni Ros-Marbà. Obras de Musorgski, Offenbach/Rosenthal y Busoni. Se dio Il Rè pastore en Santiago en versión de concierto, aprovechando que la orquesta participó en su representación escenificada dentro del Festival Mozart en La Coruña. Obra de circunstancias en la que un Mozart poco motivado se limitó a cumplir el encargo, poniendo en ello lo que en otros sería mucho y en él fue poco, pero bueno es conocer todo lo suyo. Los intérpretes también cumplieron, claro que no tan sabiamente, pero sí suficientemente. Nadie desentonó en un homogéneo reparto vocal, no deslumbrante pero si capaz, y también Webb y la orquesta sacaron adelante la papeleta. Frans Brüggen es un asiduo visitante de la RFG, lo que puede resultar interesante para completar la formación de la orquesta. Un primer concierto en torno a la familia Bach, tuvo su mayor interés en la obra de Henze titulada Sentimenti di C. P. E. Bach, que permitió apreciar las excelentes cualidades del primer flauta, Laurent Blaiteau, esta vez como solista juntamente con la arpista de la Sinfónica de Galicia Celine Landelle. Paradójicamente, el menor interés estuvo en la Suite nº 3 de J. S. Bach, tocada de una forma que ya no es de recibo. En el segundo concierto hicieron muy bien la poco interpretada Sinfonía nº 6 de Schubert, particularmente las maderas, pero al servicio de una versión carente de gracia, pesada. En la Séptima de Beethoven es difícil decir algo nuevo y aunque Brüggen supo alejarla de excesos románticos fue a costa de un aburrido academicismo, del que se salvaron algunos detalles de transparencia orquestal. A pesar de que Frank Peter Zimmermann escogiera el inhabitual Concierto de Busoni en lugar de los tres o cuatro de siempre, hubo un casi lleno. Es uno de los pocos grandes violinistas actuales que lo tiene en su repertorio y aunque es una obra extraña, ni antigua ni moderna, se pudo disfrutar de su virtuosismo, que completó con un par de bonus, el segundo de auténtico circo. Estuvo muy bien acompañado por Ros Marbà, que hace esta tarea como pocos y se cerraron concierto y temporada con la suite de la Gâité parisienne de Rosenthal sobre temas de Offenbach. Y hasta la próxima temporada, en la que podremos disfrutar con la presencia de excelentes solistas, entre otras bondades. José Luis Fernández Jia se afianza de cara a la próxima temporada EXPECTATIVAS CUMPLIDAS TENERIFE Santa Cruz de Tenerife. Auditorio. 11-V-2007. Orquesta Sinfónica de Tenerife. Director: James Judd. Mahler, Séptima. 18-V-2007. Julian Bliss, clarinete. Director: Lü Jia. Obras de Strauss, Weber y Brahms-Schoenberg. 34 Reconocida y bien recibida fue la esperada intervención de Lü Jia, director artístico de esta temporada y futuro titular de la Orquesta Sinfónica de Tenerife a partir del 2007-08, en el Auditorio. Eligió, para su presentación con la OST, un programa de compositores vinculados con la música vocal, como son Richard Strauss o Carl Maria von Weber, acorde con la experiencia operística del director. Su interpretación enérgica, contenida y electrizante del poema sinfónico en el que Strauss recoge el popular tema del amor no correspondido y el tedio vital desprendido de los mecanismos de seducción de Don Juan fue acogida con la calidez de un largo aplauso, ampliado tras la interpretación del Concierto nº 1 para clarinete y orquesta de Carl Maria von Weber con la orquesta reducida, donde llegó la ocasión de ratificar por un lado, la evidencia de una capacidad interpretativa versátil en la batuta de Jia, y por otro, el virtuosismo del jovencísimo Julian Bliss, el cual mostró con su clarinete las proezas técnicas que Weber asigna a dicho instrumento dentro de una obra de expresión contenida, aunque a la vez abierta y comunicativa. El concierto terminó con un prolongado aplauso por parte de músicos y público, tras la interpretación de la orquestación de Arnold Schoenberg del Cuarteto con piano nº 1 en sol menor, op 25 de Johannes Brahms, testigo de la entusiasta aco- gida y el reconocimiento al nuevo titular de la OST. La batuta de Lü Jia emprende, pues, el reto de la dirección de la Orquesta Sinfónica de Tenerife, a tenor del elocuente recibimiento, con la conquista de las expectativas cumplidas. También James Judd, gran especialista de la obra de Gustav Mahler, en su segunda semana con la OST, cumplió con las expectativas del público al convertir la amplia instrumentación de la Séptima Sinfonía de Mahler en seductores flujos de estados de ánimo contrarios y defender el logos del paso de lo irregular a lo reglamentario dentro del puzzle sonoro que la propia estructura de la sinfonía —asentada entre dos nocturnos centrales— manifiesta como una parado- ja (motivo de crítica otrora y de loa en la actualidad). Envuelto en una gran energía sin tregua, Judd exhibió la personalidad controvertida y el mundo convulso, de profundos cambios, que le tocó vivir al compositor —objeto de su admiración— acatando con claridad, a lo largo de la obra, la exigente dinámica, el insistente y diáfano contrapunto, las explosiones y el empaste del sonido y la ausencia de centro tonal, junto con el hecho de poner al descubierto la ampliación sonora con la aparición de instrumentos nada habituales como la mandolina o la guitarra; elementos que tomados en su conjunto anunciaron el nacimiento de una nueva música. Carmen D. García González ACTUALIDAD ÚBEDA XIX Festival Internacional de Música y Danza Ciudad de Úbeda AMPLIO Y DIVERSO CONTENIDO 36 Con más de una treintena de actos en los que se han tocado casi todos los géneros, desde la música clásica, hasta la étnica, pasando por otros de carácter popular como el flamenco y sones de otras regiones de España, el XIX Festival Internacional de Úbeda ha superado el contenido de anteriores ediciones, lo que ha redundado en una mayor presencia de público que aprecia cada vez más cómo esta noble ciudad es cita musical obligada en cada primavera andaluza. Si hubiera que destacar algún aspecto, no se podría dejar pasar el apartado de los directores que han intervenido, y por distintas razones. Es el caso del maestro Michail Jurowski con la orquesta alemana de la WDR de Colonia, de la que es titular, haciendo un programa en nada teutón — Rimski-Korsakov (Sinfonietta), Prokofiev (Segundo Concierto para violín) y Delibes (Coppelia)— que conoce a la perfección. En su diálogo con la violinista manifestó sus mejores esencias de arte y profesionalidad. Más impacto causó la versión de la Sinfonía nº 12 de Shostakovich con la dirección de Hernández Silva a su Orquesta de Córdoba, llevándola a un nivel importante en cuanto a sonido y conjunción. Sin duda el momento orquestal más relevante de todo el festival. El crecimiento artístico de esta orquesta es un hecho evidente que está empezando a dar sus frutos, como se volvió a apreciar en el Preludio Sinfónico de Puccini, bajo la batuta de Inma Shara, en una interpretación que dejó patente la progresión de su sección de cuerda. Los tempi que empleó la directora alavesa en la Sinfo- nía nº 4 de Brahms diluyeron las expectativas que había suscitado la primera parte de este concierto. También hay que mencionar el gran trabajo del joven maestro italiano Ottavio Marino ensamblando un programa muy variado y complejo con poco tiempo de ensayo con la Orquesta Filarmónica de Andalucía y uno de los estandartes musicales de Cantabria como es la Coral Salvé de Laredo. Dadas estas dificultades fue la actuación de resultado más interesante al que contribuyó en una gran medida la excelente actuación del bajo Roberto Scandiuzzi en unas soberbias interpretaciones del repertorio operístico ruso, con una destacada HERNÁNDEZ SILVA ÚBEDA Auditorio del Hospital de Santiago. 5-V/14-VI-2007. Ainhoa Arteta, soprano. WDR Runfunkorchester Köln. Director: Michail Jurowski. Orquesta de Córdoba. Directores: Manuel Hernández Silva e Inma Shara. Arcadi Volodos, piano. Orquesta Filarmónica de Andalucía. Director: Ottavio Marino. Joan Enric Lluna, clarinete. Orquesta Nacional de España. Director: Miguel Harth-Bedoya. contribución del coro. Finalmente, en lo que al apartado orquestal se refiere, se presentaba en Úbeda una reciente composición de José María Sánchez-Verdú encargo de la Orquesta Nacional de España, Elogio del horizonte para clarinete y orquesta, que está en línea con las actuales inquietudes sonoras y acústicas de este autor, sobresaliendo la intervención del solista, dedicatario de la obra. El maestro peruano Miguel Harth-Bedoya ganó en comodidad y soltura con la dirección de La noche de los mayas del mejicano Silvestre Revueltas, dejando así una buena impresión en el concierto de clausura del festival. La inauguración tuvo como protagonista a la soprano guipuzcoana Ainhoa Arteta muy bien acompañada al piano por Rubén Fernández Aguirre. Una primera parte dedicada a autores franceses como Gounod, Poulenc, Bizet o Chausson, con la incursión de cuatro bellísimas canciones del franco-venezolano Reynaldo Hahn, dieron una gran altura artística a este recital. Otro momento trascendente de esta edición fue la extraordinaria actuación del pianista ruso Arcadi Volodos con un programa de verdadero ensayo, sólo para muy entendidos, siendo antológica su versión de La lúgubre góndola nº 2 y Funerales de Liszt, autor sobre el que está incrementando sus incursiones. Sus recursos técnicos y musicales —especialmente su capacidad de improvisar—, propios de un superdotado para el piano como los legendarios maestros del siglo XIX, hicieron que el público ubetense descubriera y disfrutara de un arte ya perdido, que es sólo privilegio de músicos de enorme singularidad. José Antonio Cantón ACTUALIDAD VALENCIA Jacobs llega a Rossini TANCREDI FELIZ VALENCIA Palau de la Música. 1-VI-2007. Bernarda Fink, Rosemary Joshua, Lawrence Brownlee, Anna Chiericchetti, Federico Sacchi, Elena Belfiore. English Voices. Orquesta de los Campos Elíseos. Director: René Jacobs. Rossini, Tancredi (versión de concierto). Esta versión concertante de Tancredi resultó muy feliz no sólo por serlo el final escogido de los dos escritos por Rossini. Cualquiera que sea la elección, no se puede dejar de admirar la sabiduría demostrada por el Cisne de Pésaro, ¡a los veintiún años de edad!, para llenar de contenido prerromántico un esquema de opera seria clásica. Al bolígrafo que no batuta, René Jacobs insufló en conjunto más dinamismo que poesía, pero la Orquesta de los Campos Elíseos, con instrumentos originales, sonó magnífica ya desde la obertura, y todos los interludios se negociaron con eficaz sensibilidad. Destacaron los solistas de clarinete, trompeta, flautín y violonchelo. Las Voces Inglesas, coro masculino formado por dieciocho jóvenes recién graduados en el Music College Ensayo de Tancredi de Rossini en el Palau de la Música de Valencia de Cambridge, participó con homogeneidad y convicción. Su división en dos mitades situadas en los laterales tras la orquesta propició efectos de estereofonía tanto más hermosos por cuanto no se abusó del recurso. En cuanto a los solistas vocales, Bernarda Fink gustó por su timbre cálido, buenas técnica respiratoria y agilidad, afinación impecable, redondez en graves y agudos, además de importantes dosis de musicalidad. La galesa Rosemary Joshua se movió con soltura en los pasajes de coloratura sin dejar de ser expresiva. Los dúos de héroe y heroína sonaron muy bien. Del resto gustó sobre todo el bajo italiano Federico Sacchi, dueño de un color vocal precioso y manejado con flexibilidad. El tenor estadounidense Lawrence Brownlee empezó algo frío y descolocado, pero mejoró notablemente con el paso del tiempo. La soprano Anne Chierichetti y la contralto Elena Belfiore hicieron bastante más que simplemente cumplir con corrección. Alfredo Brotons Muñoz Orquesta de Valencia BRILLANTE FINAL DE CURSO Valencia. Palau de la Música. 19-V-2007. Gwineth Geyer, Rebecca de Pont Savies, Christopher Ventris, David WilsonJohnson, José Antonio López. Cor de la Generalitat Valenciana. Orquestra de València. Director: Josep Pons. Britten, Peter Grimes (versión de concierto). 25-V-2007. Radu Lupu, piano. Director: Yaron Traub. Obras de Rossini, Schumann y Bartók. 2-VI-2007. Julia Fischer, violín. Director: Yakov Kreizberg. Obras de Mozart y Shostakovich. 15-VI-2007. Anja Harteros, soprano; Iris Vermillion, mezzosoprano; Endrik Wottrich tenor; Ralf Lukas, bajo. Nikolaj Znaider, violín. Cor de la Generalitat Valenciana. Director: Yaron Traub. Obras de Mendelssohn y Beethoven. L a Orquestra de València, para la que la creación de la Orquestra de la Comunitat Valenciana suponía tener que afrontar por primera vez en su historia una competencia directa en la misma ciudad, el curso 2006-07 ha sido fecundo en éxitos. La línea no se ha torcido en su tramo final. Josep Pons guió con mano maestra una versión de concierto de Peter Grimes en la que cada voz y hasta cada matiz contó con el espacio propio en el que la correspondiente contribución resultara distintiva y eficaz. Los doce personajes solistas resultaron dramática y musicalmente convincentes sin excepción, la orquesta estuvo colectiva e individualmente magnífica, y el Cor de la Generalitat Valenciana muy maleable. Un problema de salud impidió a Radu Lupu rendir a la altura de él esperada, pero Yaron Traub compensó de la frustración extrayendo de su orquesta una obertura de La gazza ladra de ritmos vita- les, fraseos gráciles y arquitectura sólida, y un Concierto para orquesta de Bartók centrado en la desgarradora Elegía pero no sólo trágico sino caleidoscópico y con un nivel de ajuste sobresaliente. Ni Julia Fischer en el Quinto de Mozart ni Nikolaj Znaider en Mendelssohn estuvieron perfectos, pero sin llegar a desentonar en la larga lista de excelentes violinistas que en los últimos tirmpos han pasado por Valencia. Kreizberg, además, consiguió que, siquiera en funciones de acompañamiento, esta orquesta se reconciliara con el salzburgués, su tradicional bestia negra. En la Novena de Beethoven, especialmente en el Adagio con sus numerosos cambios de tempo, muchas suturas estructurales se hicieron demasiado palpables, pero el espíritu de la magna partitura sí encontró cauce franco de manifestación en una versión que se volvió a saldar con un triunfo clamoroso. Alfredo Brotons Muñoz 37 ACTUALIDAD VALLADOLID / ZARAGOZA Desfile de pianistas SIGUE LA FIESTA MUSICAL VALLADOLID Rafa Martín Auditorio. 14-V-2007. Cuarteto Takács. Stephen Hough, piano. Obras de Shostakovich, Dvorák y Brahms. 19-V-2007. Grigori Sokolov, piano. Obras de Schubert y Scriabin. 23-V-2007. Arcadi Volodos, piano. Obras de Clementi, Brahms, Schumann y Liszt. 25-V-2007. Daniel Müller-Schott, violonchelo. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Josep Pons. Obras de Shostakovich y Brahms. 1-VI-2007. Konstantin Lifschitz, piano. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Dimitri Sitkovetski. Obras de Mendelssohn, Schumann y Brahms. El excepcional Grigori Sokolov dio una lección. Una versión honda, profunda, con un sonido y expresión perfectos de la Sonata D. 958 de Schubert y una visión genial de Scriabin, una hora de música de su opus pianística en los diversos estadios de evolución. Desde la Opus 9 a la Op. 72, sonatas y poemas parecían nacer de sus manos. Seis propinas, Chopin, Rachmaninov, Scriabin, rubricaron el gran éxito. Otro gran pianista, más joven, Arcadi Volados, mostró su técnica excepcional desde la que hasta los fortísimos suenan nítidos y un sonido inmaculado. Hizo un Brahms sólido, sobre todo en las Variaciones sobre un tema original y dio los matices necesarios a las Escenas del bosque schumannianas con mención a la maravilla de El pájaro profeta. Su Liszt es excepcional, en la concepción de los poemas funerarios (Lúgubre góndola) y en la matización de los pla- Grigori Sokolov Arcadi Volodos nos. Otras cuatro propinas de transcripciones propias, (Vivaldi, Boskovsky, Rachmaninov) ratificaron su gran clase. En el ciclo de cámara, la actuación del cuarteto Takács y Hough en el magistral Quinteto de Brahms, fue modélica, sólida e idiomática, culmen de una velada completada por el Cuarteto “Americano” de Dvorák y el Undécimo de Shostakovich interpretados con sencillez y esencialidad. Sesión de cámara de las que hacen afición. Josep Pons acompañó muy bien a un joven violonchelista que interpretó el Segundo Concierto de Shostakovich, tan original y ácido, con un final asombroso. Toda una toma de posición del compositor. La versión fue magnífica en expresión y sonido. La Tercera brahmsiana fue expuesta por Pons con suma claridad, obteniendo la densidad adecuada en la cuerda. Brahms de nuevo en la batuta de Sitkovetski que entendió perfectamente la estructura modernísima de la Cuarta Sinfonía a la que dio el carácter adecuado en una muy buena prestación de la orquesta, correcta La gruta de Fingal y original, apasionado y al tiempo irregular el Concierto schumanniano, muy contrastado en el sonido y con altibajos desde lo excepcional a lo correcto. La fiesta de la música sigue a toda vela hasta el mes de julio. Fernando Herrero XIII Temporada de Grandes Conciertos de Primavera PRINCIPIO Y FINAL ZARAGOZA Auditorio. 29-V-2007. Alexei Volodin, piano. Orfeón Donostiarra. Staatskapelle Weimar. Director: Leopold Hager. Beethoven, Fantasía para piano, coro y orquesta; Sinfonía nº 9. 38 Concluidos los conciertos de abono con la exigente —para intérpretes y público— Rodrigo de Haendel por Al Ayre Español, el ciclo primaveral ofreció dos atractivas sesiones fuera de abono. Si la segunda, los Brandemburgueses de Kuijken-La Petite Bande, destacó por interés musicológico, la primera propuso el inusual maridaje entre la colosal Novena, fin del trayecto sin- fónico de Beethoven y orto del género sinfónico-coral, y su esbozo o germen: la Fantasía op. 80. No todo fue perfecto en ésta: Volodin daba la impresión de no emplearse a fondo, y la coordinación entre piano, coro y orquesta adoleció de alguna imprecisión. La Novena en cambio fue otra cosa. Hager logró de una orquesta no puntera un trabajo entregado, vital, optimista, y ornado por interesantes propuestas de color y planificación. Los solistas (S. Kermes, D. Sindram, S. MacAllister y G. Gentjens), voces sanas que se mezclaron francamente bien, lograron —cosa no tan frecuente— sobrenadar el oceánico dispositivo pensado por Beethoven. Y el Orfeón que dirige Sáinz Alfaro tuvo su mejor actuación zaragozana en años: rotundo en su plenitud sonora, justamente ambicioso por saberse dueño de la obra, bien timbrado y empas- tado, compacto pero con las voces perfectamente diferenciadas en los pasajes más intrincados, tonante sin asfixiar a orquesta y cantantes, logró con razón los bravos más entusiastas de la noche. Junto con el maestro Hager, otro ejemplo más de veterano capaz todavía de decir cosas interesantes incluso en obras sobre las que parece estar todo dicho. Antonio Lasierra ACTUALIDAD Gamberros en el metro CASI UNA PESADILLA A.T.Schaefer Deutsche Oper. 27-V-2007. Zemlinsky, Der Traumgörge. Fionnuala MacCarthy, Markus Brück, Steve Davislim. Director musical: Jacques Lacombe. Director de escena: Joachim Schloemer. INTERNACIONAL ACTUALIDAD ALEMANIA Escena de Traumgörge de Zemlinsky en la Deutsche Oper de Berlín BERLÍN Joachim Schloemer ha puesto en escena en la Ópera Alemana de Berlín una nueva función de Der Traumgörge de Alexander von Zemlinsky con escenografías de Jens Kilian. El primer acto fue ambientado en una estación de metro, con escaleras rodantes, donde no hay circulación de trenes y las salidas/entradas se hallan cerradas por rejas. La multitud se irrita en este escenario desierto que apunta a lo surreal sin llegar a la atmósfera de un cuento fantástico. Görge, el protagonista, intenta huir pegando papelitos en las paredes y números en las escaleras. No percibe a quienes lo rodean, gamberros de litrona o serios brokers de bolsa. Sueña con una princesa oriental, no con su novia Grete (cantada por Fionnuala MacCarthy, una soprano de 40 chato registro medio y sonoros agudos), la cual sueña, a su vez, con el macizo y joven amiguito Hans, suerte de Lohengrin kitsch que vuelve de la guerra y es triunfalmente recibido. Markus Brück lo encarnó en plan macho, con voz viril y potente. En la escena del sueño de Görge se consiguió una bella atmósfera onírica, envuelta en luz verde. Actuó Lou Ulla Brunk, a caballo y bajo una lluvia de confetti, con la voz de Manuela Uhl como Gertraud, expresiva y ruda. El segundo acto pasa en una posada rural, pero los responsables la llevaron a un lugar caótico, poblado por todos los marginales del mundo: mendigos, sin casa, anarquistas, junto a osos y perros. Se activó la señal de incendio y Görge huyó hacia la dicha con el carro de la compra, en tanto Gertraud salvaba a la princesa de las iras plebeyas, retornando a la patria. El epílogo nos muestra que los hombres son miembros clonados de una secta, con idénticos peinados y vestidos de uniforme, en apacible picnic, fanáticos, ideólogos, dogmáticos. Görge y Gertraud se trenzan en amplio dúo, una dicha sin idilio. La masa se entrega al suicidio colectivo. Steve Davislim cantó un protagonista de voz timbrada que pierde color al aumentar volumen y en el agudo es un tenor estrecho. Jacques Lacombre dirigió con sonoridad refinada que sólo a veces consiguió domeñar a Davislim. Brillante, el coro preparado por Ulrich Paetzholdt. Bernd Hoppe ACTUALIDAD ALEMANIA Jordan da coherencia musical a Tito ENTRE EL CUENTO INFANTIL Y EL MUSEO DEL PUENTE Berlín. Staatsoper. 3-VI-2007. Mozart, La clemenza di Tito. Melanie Diener, Elina Garanca, Sylvia Schwartz, Katharina Kammerloher. Director musical: Philippe Jordan. Director de escena: Nigel Lowery. Monika Rittershaus U na absurda mezcla de estilos —cuento infantil, surrealismo, arquitectura de hormigón— aplicó el director escénico y escenógrafo Nigel Lowery a la mozartiana La clemenza di Tito en la Ópera del Estado. Los cantantes actuaron incómodos, como equivocados de pieza, haciendo de Copito de Nieve, Caperucita Roja o Hansel y Gretel. Telones y fondos en blanco y negro, con tristes imágenes de sótanos hormigonados, luces de neón, puentes expresionistas, ventanas enrejadas de catedral o fortaleza, desfilaban sin sentido. Tito, de negro, con paraguas y sombrero hongo, parecía un retrato de Magritte, en tanto su pueblo vestía de pobre posguerra 1945. Al final, cuando se alza el patíbulo para Sesto, el emperador se queda solo pues la gente lo ha abandonado. Elina Garanca y Katharina Kammerloher en La clemenza di Tito Los cantantes compensaron lo anterior. Melanie Diener, hechicera de grandes gestos, cantó con imponen- cia flamígera las arias y recitativos de su personaje, entre reina mala y Ortrud wagneriana. Elina Garanca fue la estrella de la noche, con su presencia deslumbrante y su riqueza de registros que disimula algún error de afinación. Roberto Saccà, protagonista en plan de rey barroco, con armiño, sedas y encajes, cantó con voz imponente y ruda, convenciendo por presencia y dejando los piani para tiempos mejores. La pareja de enamorados estuvo a cargo de Sylvia Schwartz, una Servilia de amable voz con un agudo algo abrupto, y Katharina Kammerloher, Annio de vibrante y conmovida tesitura de mezzo. El alto rango musical de la noche lo dio el director de orquesta Philippe Jordan, con la conducción coral de Eberhard Friedrich. Otorgó dramatismo a la obertura y el primer final, y elevación sublime a los acompañamientos de las arias. Bernd Hoppe Un Falstaff para amantes del tebeo PIENSA EN ROSA En el escenario de shows de Baden-Baden, durante la anual celebración del festival en memoria de Herbert von Karajan, Philippe Artaud puso en escena Falstaff de Giuseppe Verdi. Lejos de la comedia ingeniosa, de múltiple humor y reflexión vital que el maestro propone, Artaud nos ofreció un espectáculo de colorines chillones, superficial, bochinchero y cercano a cierta estética de cómic. Al final, de blanco y negro, el galán senil, entre Buster Keaton y Charlot, contrasta con los demás, de rosa, verde, púrpura, vestidos por Andrea Uhmann en plan Kitsch. El cortejo de las hadas se cubre de nieve Hollywood y la fiesta nupcial exige esmoquin y vestido de cola. La hondura y gravedad verdianas se tornan vergüenza. Hengelbrock condujo la Orquesta Balthasar Neumann rozando apenas la complejidad musical y lo tragicómico de la obra. En su lugar gesticuló, se agitó y silbó como si fuera un actor más. Invocar a Karajan en estos términos es desazonante. En general, el reparto tendió al canto de opereta, con algún momento que caló en la duplicidad de los personajes. Michael Volle fue un Andrea Kremper BADEN-BADEN Festpielhaus. 25-V-2007. Verdi, Falstaff. Michael Volle, Véronique Gens, Jane Henschel, Ambrogio Maestri, Raúl Hernández. Orquesta Balthasar Neumann. Director musical: Thomas Hengelbrock. Director de escena: Philippe Arlaud. Ambrogio Maestri en Falstaff Ford de agudeza y brillo, de importante presencia escénica y bravura vocal. Lo mismo puede decirse de la Alice cantada por Véronique Gens, picante y sutil de vocalidad. Jane Henschel, aunque no siempre convenció de modo fulminante, cumplió con grandeza su Quickly. La gigantesca parte del protagonista, a cargo de Ambrogio Maestri, sufrió también los efectos de la puesta. Sonoro pero torpe y rutinario resultó su canto. Maria Bengsston encarnó a una Nanetta movediza y dulce. Vocalmente débil fue el Fenton de Raúl Hernández. En fin: un Fasltaff para amantes del tebeo. Verdi y Shakespeare, ausentes. Barbara Röder 41 ACTUALIDAD ALEMANIA Aplastante aburrimiento 4, 33 ES DEMASIADO La obra de John Cage, 4, 33 minutos de silencio, es de culto. En el siglo pasado, una suerte de piscina probática de innovaciones escénicas permitió a muchos regisseurs lamerse los dedos con novedades, a favor de testas coronadas o sin corona. Entre ellos, John Cage. Suscitó pateos, bufidos y protestas. Bien pero ¿qué tiene que ver esto con la verdiana Simon Boccanegra? Veamos: un escenario pelado y todos los cantantes en las candilejas. Si no leemos los subtítulos, no entendemos nada. La ópera se convierte en un relato, sin ninguna acción. No hay hondura porque no hay conflictos. Nada queda del pobre Simon. Sí insiste una gran pregunta: ¿Quién habla de qué con quién? Con un supuesto programa filosófico, el director de orquesta Paolo Carignani estira y corta con silencios la Monika Rittershaus FRANCFORT Oper Frankfurt. 20-V-2007. Verdi, Simone Boccanegra. Zeljko Lucic, Bálint Szabó, Johannes Martin Kränzle, Annalisa Raspagliosi. Director musical: Paolo Carignani. Director de escena: Christof Loy. Annalisa Raspagliosi y Zeljko Lucic en Simon Boccanegra partitura, colaborando al aplastante aburrimiento general. A veces nos inquirimos si esto es Simon Boccanegra o El Holandés errante. Quizás el puestista Christof Loy y el escenógrafo Johannes Leiacker también se lo demanden. La respuesta es pobre: no basta vestir de negro a Simon, como hace la diseñadora Bettina Walter, para evocar su sombrío mundo, el de un pirata que, tras 25 años de política, llega a la cima del poder y es envenenado por su enemigo de siempre. Por suerte, algunos cantantes actuaron muy animosos, con honda emotividad y belleza de sonido. Desde luego, ello no bastó a Zeljko Lucic para perfilar al vengativo, alterado y pasional protagonista. En el dúo con su hija resultó inverosímil. Otra cosa fue el Paolo Albiani de Johannes Martin Kränzle, un carácter bien definido. Bálint Szabó hizo un Fiesco de gran presencia vocal, sufriente y lleno de odio. Annalisa Raspagliosi cantó su Amelia con voz destimbrada e insana, sin demasiado alcance. Sin brillo tenoril encaró Paul Charles Clarke su Gabriele Adorno. Alessandro Zuppardo dirigió al coro: tenso, animado, de alta calidad sonora. En resumen: una vivencia operística interesante gracias al sentido concurso de ciertos cantantes. Barbara Röder Festival Haendel REYES Y CABALLEROS HALLE Festival Haendel. 1-VI-2007. Haendel, Ariodante. Axel Köhler, Gillian Keith, Caitlin Hulcup. Director musical: Federico Maria Sardelli. Director de escena: Stephen Lawless. 2-VI-2007. Lawrence Zazzo, Tim Mead, Curtis Streetman, Michael George. Orquesta de Cámara de Basilea. Director: Paul Goodwin. Haendel, Riccardo Primo re d’Inghilterra (versión de concierto). 42 Con escena de Benoît Dugardyn y vestuario de Sue Willmington, el director de la puesta, Stephen Lawless, resolvió Ariodante como una comedia con bailes y posturas en trajes de golf y aspecto de juego infantil. El intrigante Polinesso fue encarnado por Axel Köhler, que suplió sus carencias vocales con un juego hábil de colores y oscurecimientos, y un despliegue de actitudes intrigantes subrayadas por sonrisas de triunfo. Caitlin Hulcup fue la/el protagonista, una mezzo de exquisito timbre y cultivada vocalidad, fuerte, sensible y capaz de bravura. Scherza infida resultó un momento de magia. Gillian Keith fue una Ginebra dulce y suave, algo falta de peso dramático pero rica de expresión. La coreografía de Nicola Bowie evocó y hasta copió a Giselle. El final, en negro, con el rey en silla de ruedas y Polinesso como enfermero, se convirtió en luminosa apoteosis a puertas abiertas con Ariodante en su jubiloso Dopo notte. Un largo reparto funcionó con parejo esplendor. La dirección instrumental de Federico Maria Sardelli resolvió su orquesta con riqueza de timbres, decisión rítmica y frescura. En la versión de concierto de Riccardo Primo re d’Inghilterra brillaron las dos sopranos, Geraldine MacGreevy y Núria Rial, ricas de timbre, seguras de agilidades, expresivas hasta el verismo en arias y recitativos. Alternaron con celestiales medias voces y un encanto angelical en sus momentos íntimos y amorosos. En la misma cuerda, el contralto Lawrence Zazzo y el bajo Tim Mead supieron ablandar la emisión o tornarla vibrante según las demandas de la partitura. Con modestos medios, Curtis Streetman y Michael George mantuvieron la severidad estilística del conjunto. Paul Goodwin dirigió la Orquesta de Basilea con menos embrujo que su colega anterior pero con una variedad de acentos, recogidos o pomposos, de rica matización. Con ello obtuvo el premio anual de la ciudad de Halle. Bernd Hoppe ACTUALIDAD ALEMANIA / ARGENTINA Música Britannica MARAVILLA ARTÚRICA Bajo el lema de Musica Britannica, el Festival de Sanssouci ha dedicado este año su programación a los compositores de Inglaterra, desde Dowland hasta Bryars. La semiópera de Purcell King Arthur se ofreció en el Teatro del Castillo del Nuevo Palacio como coproducción del Festival Haendel de Halle, las Semanas Festivas de Herrenhausen, el Festival Barroco de Bayreuth y el Theater Royal Bury. La dirección escénica corrió a cargo del inglés Colin Blumenau y el escenario fue compuesto por Diana Schöpplein y Peter Kempe sobre una idea de Kit Surrey. Se trata de un espacio despejado y luminoso con altas escaleras, claraboyas y vanos de puertas y ventanas. Con fantasía y sencillez de medios se varía su contenido gracias a efectos lumínicos y proyecciones: árboles, alfombras, un arroyo, una colina nevada. Encantadores son los vestidos en patchwork, hechos de retales: rojo, blanco y azul para los soldados, gris y negro para el brujo, tricotas con impresos para los protagonistas. El genio del aire Philidel sale con tutú a rayas y pesadas botas, en plan andrógino. Nicki Kennedy le presta su colorida voz de soprano. Jesse Inman, como el genio telúrico Grimbald, aprovecha una voz hueca para producir un cortante efecto. No menor lo causa el barítono Sebastian Kaps POTSDAM Potsdam Sanssouci. Teatro del Castillo. 9-VI-2007. Purcell, King Arthur. Nicki Kennedy, Clayton Nemrow, Laura Cameron, Shaun Lawton. Capella Angelica. Lautten Compagney. Director musical: Wolfgang Katschner. Director de escena: Colin Blumenau. Tobias Müller-Kopp en la escena de la helada. Les sigue un reparto parejo y adecuado: Stefanie Wüts canta a Cupido con luminoso registro sopranil; bellamente resuelven sus partes Clayton Nemrow (Arturo), Laura Cameron (Emmeline, su esposa), Shaun Lawton (el mago Merlín); Tye Maurice Thomas compone un maligno Rey Oswald con demoníaca y oscura voz de bajo-barítono; Britannia es, en esta producción, la diosa Venus, cantada con claridad por Stefanie Wüst; en otros roles alegran al personal las lindas y suaves sonoridades de Gesine Nowakowski y Matthias Vieweg. Igualmente deleitables se oyen las del conjunto coral Capella Angelica y la orquesta de la Lautten Compagney dirigida por Wolfgang Katschner: pregnante de ritmo y generosa de color, con decididos acordes cuando cabe. En síntesis: una maravillosa velada. Bernd Hoppe Idéntico título en ambos teatros oficiales DOS TRAVIATAS ENFRENTADAS BUENOS AIRES Buenos Aires. Teatro Coliseo. 18-V, 27-V-2007. Verdi, La traviata. Natalia Ushakova/Victoria Loukianetz, José Luis Duval/Enrique Folger, Víctor Torres/Omar Carrión. Director musical: Guillermo Brizzio. Director de escena: Eric Vigié. La Plata. Teatro Argentino. 24-V-2007. Verdi, La traviata. Paula Almerares, Carlos Vittori, Luis Gaeta. Director musical: Dante Anzolini. Director de escena: Oscar Barney Finn. En las mismas fechas, las dos principales salas líricas de nuestro país ofrecieron sendas versiones de la célebre ópera verdiana. La presentada por el Colón —anunciada cuando ya hacía varios meses que se sabía lo programado por el Argentino para esos días— además de sufrir por los reiterados cambios y deserciones en sus elencos se vio afeada por una puesta en escena sumamente desacertada de Eric Vigié, plagada de incongruencias (Germont padre asistiendo a la fiesta inicial o la presencia de un pintor con dos modelos en la casa de campo de Violeta) o escenas lamentables, como esa parodia de ballet a cargo de cuatro damas casi desnudas y un enano disfrazado de torero. En lo que hace a los aspectos musicales, las cosas no anduvieron mucho mejor. Guillermo Brizzio, de buen desempeño, escogió tiempos adecuados y concertó con habilidad. La Orquesta mostró algunas fallas en las cuerdas en el estreno, luego superadas en la otra velada a la que asistí. A causa de las alteraciones en los repartos hubo tres Violetas, de las que escuché a dos. No me convenció Ushakova (que sólo cantó el primer día) despareja y con agudos agresivos y descolocados. Bastante mejor estuvo la ucraniana Loukianetz, que tras un comienzo algo dubitativo se afianzó y terminó componiendo una Violeta expresiva e intensa. Los Alfredos fueron opuestos. El mexicano Duval, un cantante correcto —no más— aunque muy torpe en lo escénico frente a Folger, dúctil y espontáneo como actor pero con su voz mermada por una técnica imperfecta, gallo incluido. Torres tiene gran línea vocal, pero su refinamiento parecía más propio de un lied que del Germont, mientras la labor de Carrión en ese mismo rol resultó opaca. Eficientes los comprimarios de ambos repartos y destacada la participación del coro, bien guiado por Salvatore Caputo. En el Argentino de La Plata las cosas se movieron en un nivel notoriamente superior. La puesta del cineasta Oscar Barney Finn fue atinada e inteligente, con buen uso de los espacios e imaginería (como ese personaje mudo omnipresente que encarna la muerte). En el rol protagonista lució el excelente canto de Paula Almerares, convincente además como actriz. Vittori no destacó en lo vocal pero sí por su desenvoltura, mientras Gaeta componía un más que interesante Germont. Anzolini dirigió con tino y precisión, buenos tiempos y cuidado equilibrio escena/foso. Meritorio el trabajo de los demás cantantes, así como el desempeño de orquesta, coro y cuerpo de baile. Carlos Singer 43 ACTUALIDAD AUSTRIA Riccardo Muti redescubre una ópera inédita de Cimarosa EL REGRESO DE DON CALANDRINO Silvia Lelli Haus für Mozart. 27-V-2007. Cimarosa, Il ritorno di Don Calandrino. Juan Francisco Gatell, Laura Giordano, Monica Tarone, Marco Vinco, Leonardo Caimi. Orchestra Giovanile Luigi Cherubini. Director musical: Riccardo Muti. Director de escena: Ruggero Capuccio. Decorados: Edoardo Sanchi. Vestuario: Carlo Poggioli. Juan Francisco Gatell y Marco Vinco en Il ritorno di Don Calandrino de Cimarosa en el Festival de Pentecostés de Salzburgo SALZBURGO A partir de 2007, Riccardo Muti es el nuevo director del Festival de Pentecostés de Salzburgo. Su línea de actuación pretende recordar la gran importancia que tuvo Nápoles como metrópolis musical, para lo cual ha escogido una obra desconocida, la ópera bufa en dos actos de Domenico Cimarosa Il ritorno di Don Calandrino, desenterrada en la biblioteca del Conservatorio di Musica de San Pietro a Majella de la ciudad partenopea. El texto está atribuido a Giuseppe Petrosellini, y tiene claramente más gracia e incisividad de la que habitualmente encontramos en otras piezas del género debidas a libretistas más ilustres. Dos damas y dos caballeros, todos ellos grandes de la localidad, disputan durante tres horas y media sobre 44 quién conseguirá a quién. La hermana del alcalde, Irene, y la coqueta belleza del lugar, Livietta, aspiran a conseguir el interés del rico Don Calandrino, que ha vuelto a su pueblo después de estudiar en la ciudad del Vesubio. El aparentemente cosmopolita personaje, sin embargo, tiene que enfrentarse a un rival como Monsieur Le Blonde, que, al igual que el alcalde, también se siente atraído por Livietta. Al final, después de las habituales confusiones, habrá un lieto fine. El protagonista obtendrá a Livietta, y Le Blonde a Irene. El alcalde, Valerio, se quedará sin el esperado dinero de Calandrino y sin Livietta. La música de Cimarosa es agradable y pegadiza. En la época en la que aún se iba a la ópera a comer y a beber, seguramente fue recibida con placer —e incluso en momentos como el concertante Fuggir vorrei, el público habría dejado el vaso para abandonarse a la belleza de esta página, que tiene muchas semejanzas con Soave sia il vento de Così fan tutte. El maestro italiano ha preparado de manera magistral a la Orchestra Giovanile Luigi Cherubini, que tocó con refinamiento y vitalidad. Juan Francisco Gatell fue un expresivo Calandrino, Laura Giordano una desenvuelta Livietta, y Monica Tarone dio mucho carácter a Irene, la sencilla muchacha del pueblo, al igual que Marco Vinco al presuntuoso Le Blonde y Leonardo Caimi al esforzado alcalde. Todos ellos demostraron conocer perfectamente el estilo y saber desenvolverse a la perfección en los adecuados trajes dieciochescos por un austero escenario blanco con muy pocos elementos. En esta coproducción con el Festival de Rávena, el director de escena no se ha preocupado tanto por indagar en la psicología de los personajes como por dar variedad a las siempre cambiantes situaciones. Su visión se basó en la ligereza y la precisión, sin alejarse nunca del burbujeante virtuosismo de una música que se mezcla a menudo con los tonos melancólicos. Al día siguiente, Muti dirigió en la Kollegienkirche a su excelente orquesta en la interpretación del Oratorio a quattro voci (1717) de Alessandro Scarlatti, una obra de gran empaque para la que contó con cuatro magníficos solistas (Anna Bonitatibus, Franco Fagioli, Ekaterina Gubanova y Matthew Polenzani). Christian Springer ACTUALIDAD AUSTRIA / BÉLGICA Danielle Gatti dirige una versión híbrida de la obra maestra de Musorgski ABURRIDO E ILEGÍTIMO El genial drama popular de Modest Musorgski puede, sorprendentemente, resultar bastante aburrido. La razón de ello ha sido el inadecuado montaje, un reparto en parte bastante débil y una curiosa edición híbrida de la partitura, elaborada por Daniele Gatti. Existen dos versiones auténticas de la obra maestra del compositor ruso: la versión primitiva y la exhaustiva reelaboración que el propio Musorgski realizó después del rechazo de la partitura original por el Teatro Mariinski de San Petersburgo. Quien no quiera acudir a las adaptaciones de RimskiKorsakov o Shostakovich, tendrá que escoger entre las dos versiones auténticas y legítimas. La Staatsoper se ha decidido a presentar su propia versión de Boris, que podemos calificar de ilegítima. Especialmente en la escena central del Kremlin se salta siete veces, de manera y brusca y repentina, de una versión original a otra. Aparte de esto, en el último acto se representa la escena ante la catedral de San Basilio, que Musorgski sustituyó en la segunda versión por el cuadro revolucionario (que también se interpreta). A esto hay que sumar la inconsistente dirección de actores por parte de Yannis Kokkos. Incluso al príncipe Schuiski de Jorma Silvasti se le privó de todo su carácter intrigante, con lo que la figura resultó absolutamente plana. Mejor lo tuvieron otros cantantes con mayor personalidad como Robert Holl en un bien cantado Pimen o Adrian Eröd en un refinado Chelka- Azel Zeininger VIENA Staatsoper. 9-VI-2007. Musorgski, Boris Godunov. Ferruccio Furlanetto, Robert Holl, Marian Talaba, Nadia Krasteva, Falk Struckmann, Jorma Silvasti, Ain Anger, Adrian Eröd, Janina Baechle, Heinz Zednik. Director musical: Daniele Gatti. Director de escena, decorados y vestuario: Yannis Kokkos. Silvasti y Furlanetto en Boris... lov, quienes a menudo tuvieron que luchar contra el casi permanente fortísimo de la orquesta, que en ocasiones hizo inaudible incluso al coro. De vez en cuando, especialmente en el acto polaco pero también en los monólogos del protagonista, los miembros de la Filarmó- nica mostraron un sonido diferenciado. El sedoso timbre de Nadia Krasteva y el monolítico color de Marian Talaba lograron simular el más cínico de los dúos de amor. Ferruccio Furlanetto brindó una interpretación poco idiomática del zar, con una entonación poco ortodoxa. Mayor relieve tuvieron personajes secundarios como el jesuita Rangoni de Falk Struckmann, el Varlaam de Ain Anger o el Inocente de Heinz Zednik, gracias a las propias capacidades de sus intérpretes. A Janina Baechle se le privó de la canción de la tabernera, sin saber muy bien por qué. Es la misma incógnita que conocer el futuro que le espera a esta nueva versión vienesa del Boris. Christian Springer Despedida de Rita Gorr LA VIEJA DAMA AMBERES Vlaamse Opera. 15-VI-2007. Chaikovski, Dama de picas. Rita Gorr, Anja Kampe, Misha Didyk, Brett Polegato. Director musical: Günter Neuhold. Director de escena: Guy Joosten. 46 A los 81 años y después de una carrera de 58, que le llevaron a los mejores teatros de la ópera del mundo y al Festival de Bayreuth, Rita Gorr, la gran mezzo belga, se despidió como la Vieja Condesa en La dama de picas en la Ópera de Flandes. En el papel de la Vieja Condesa Gorr seguía teniendo toda la autoridad necesaria y fue muy impresionante como la gran dama que se muere del susto que le da el amante de su nieta. Vocalmente todavía tiene suficientes reservas y de vez en cuando se oía su famoso sonido opulento antes de contraerlo para cantar la sencilla aria de Grétry de Richard Cœur de Lion con gran ternura y sentimiento. Dictó su tempo a Günter Neuhold que, aparte de esto, dirigió con mano fuerte pero no muy inspirada. La acústica del Teatro Stadsschouwburg (donde la Vlaamse Opera tiene sus funciones mientras se renueva el teatro de la ópera) está muy lejos de ser ideal, pero Neuhold consiguió un buen equilibrio en su bastante blanda lectura que necesitó más empuje, color y dramatismo. El reparto que rodeó a Rita Gorr tuvo un buen nivel, con Anja Kampe como una joven Lisa —una floreciente soprano pero con algunos problemas de entonación. ¿Tan pronto le han afectado negativamente los papeles de Senta, la Leonora de Fidelio y Sieglinde? Misha Didyk estuvo excelente como un expresivo y torturado Hermann, con una voz diáfana y fuerte de tenor. Brett Polegato cantó un elegante Príncipe Ieletski, Tómas Tómasson cantó con fuerza y temperamento el papel de Tomski y Karine Ohanyan sonó muy dulce en el papel de Paulina. Los papeles secundarios estaban bien interpretados y el coro cantó con valor pero a veces sonó algo débil. Ni el director escénico Guy Joosten, ni Johannes Leiacker (decorados), ni Jorge Jara (vestuario) evocaron para nada el mundo de San Petersburgo, ni hubo un ambiente ruso ni militar. Nos mostraron una sociedad burguesa de principios del siglo XX en la que no encaja Hermann y es ridiculizado, una sociedad que ni siquiera presta atención a su suicidio y sigue adelante como si nada. Joosten hizo varios cortes para adaptar todo esto a su idea, y se centró en la obsesión y locura de Hermann, reduciendo así la acción de la ópera a un mínimo y presentó el coro como un bloque compacto. Dramáticamente, los personajes podían haber sido más convincentes y los decorados menos austeros y sobrios. Erna Metdepenninghen 'HVFXEUDOD7HPSRUDGD Mb ojdb hvb qbsb bufoefs b dpodjfsuptqfsbt z cbmmfu fo 46 qbjtft 23¼ Fejdjo N Mb qsphsbnbdjo eftef Tfqujfncsf 3118 ibtub ßobmft ef Kvmjp 3119 ef nt ef 451 Ufbuspt ef ïqfsb- Bvejupsjpt z Psrvftubt N Upeb mb jogpsnbdjo qsdujdb qbsb sftfswbs tvt mpdbmjebeftmpt bgpspt z mbt gpupt ef tbmbt z ef ftqfdudvmpt N OVFWP; Mbt qsjodjqbmft Dpnqbjbt ef Ebo{b ftuo ubncjfo qsftfoubebt HSBUVJUP ; Ept Sfwjtubt Vob qvftub bm ejb tfnftusbm dpo ovfwpt qsphsbnbt z mpt Gftujwbmft efm wfsbop 3119 35(&,2 (63(&,$/ +$67$ (/ HXURV HQ YH] GH HXURV )+ hbtupt ef fowp b bbejs* Tdifs{p 18.19 -ANDE SU PEDIDO A !.$!.4)./ #ONDE 3ALVATIERRA 6ALENCIA %SPA×A 4EL &AX %MAIL CONTACT MUSICOPERACOM WWWMUSICOPERACOM Q !GRADECERÏ QUE ME ENVÓEN EJEMPLAR ES DE -USIC /PERA AROUND THE WORLD AL PRECIO DE EUROS GASTOS DE ENVÓO EUROS PARA %UROPA O EUROS PARA FUERA DE %UROPA !PELLIDOS.OMBRE %MPRESA$IRECCIØN #ØDIGO 0OSTAL#IUDAD0AÓS 4EL&AX 4OTAL EJEMPLAR ES X EUROS EUROS DE GASTOS DE ENVÓO %UROS Q 0AGO POR TRANSFERENCIA BANCARIA ,A #AIXA Q #ON CARGO A MI TARJETA DE CRÏDITO BNFY Q WJTB Q NBTUFSDBSE Q O¢ DWD Dpef; &IRMA #ADUCIDAD XOWLPRV GtJLWRV GHWUDV GH OD WDUMHWD SDUD 9LVD \ GtJLWRV LPSUHVRV VREUH HO Q~PHUR SDUD $0(; ACTUALIDAD CANADÁ / ESTONIA Luminato LEONARD COHEN INSPIRA A PHILIP GLASS TORONTO Festival de las Artes y de la Creatividad. 1/10-VI-2007. Orquesta Sinfónica de Toronto. Director: Peter Oundjian. Obras de Glass, Idle y Hatzis. Philip Glass se ha inspirado en su último espectáculo musical —Book of Longing— en canciones y textos de Leonard Cohen. El resultado — “fruto de la admiración recíproca que nos profesamos”, dijeron Glass y Cohen al unísono en un ameno encuentro con el público—, se estrenó el pasado 1 de junio en Toronto, en la jornada inaugural del Festival Luminato de Toronto. Se trata de más de lo mismo. El compositor de Baltimore insiste en su reiterativa línea minimalista para crear algo inconfundiblemente glassiano. En lo bueno y en lo malo. Que suena casi siempre a lo mismo, pero de una impecable factura musical, que delata el oficio que habita dentro de unos compases acaso no tan obvios. “Acaso no tan obvios”. O, al menos, así lo debió de pensar el público de Toronto que abarrotó el 1 de junio el Teatro Elgin, y que aplaudió con ganas y hasta entusiasmo al final del espectáculo, interpretado por un selecto conjunto instrumental cuidadosamente dirigido por Michael Riesman y en el que la parte de los teclados fue codefendida por el propio compositor. El sólo correcto cuarteto vocal estuvo integrado por Dominique Plaisant (soprano), Tara Hugo (mezzosoprano),Will Erat (tenor), Daniel Keeling (barítono). Sin duda, en tan sonado éxito mucho tuvo que ver el afecto y el reconocimiento que los aficionados de Toronto dispensan a su universal cantautor Leonard Cohen, cuya voz en off constituyó una especie de narrador de los poemas y canciones remusicados por Glass. El estreno de este espectáculo, promovido por el fes- tival canadiense, supuso una de las cimas de un certamen rico, variado y bien surtido de estrenos y novedades para todos los gustos. Divertido, ameno y curioso resultó el estreno de Not The Messiah, un oratorio compuesto por Eric Idle y John Du Prez que recrea en clave de parodia la famosa obra de Haendel. “Más breve que Haendel y mucho más divertido” anunciaba el festival. Desde luego no se equivocaba. Pero también bastante menos interesante y aún menos conmovedor, como era de esperar. Las voces solistas fueron discretitas, como también lo fue la intervención del Coro Mendelssohn y de la Sinfónica de Toronto, dirigida con más entusiasmo que convicción por su director titular, Peter Oundjian, el en su día admirado violinista del Cuarteto de Tokio. Pero la música, con el irrenunciable recuerdo y homenaje a Glenn Gould — el músico más célebre de Toronto junto con Leonard Cohen— y una sustancial presencia del jazz, no ha sido el único referente de este nuevo festival promovido por la espectacular capital de Ontario, “una ciudad hoy más creativa que nunca”, como dijo la infatigable directora del certamen, Janice Price. Desde el 1 de junio hasta el 10 de junio pasado, Luminato ha sido punto de referencia y encuentro de muy diversas manifestaciones artísticas. La música ha llegado acompañada por la danza, el teatro, la literatura, el cine y las artes visuales, desde una perspectiva globalizadora y complementaria, fusionada en una oferta cultural que mira con penetrante lucidez al nuevo milenio. Justo Romero Estreno de Joseph is a Fruitful Bough DIEZ AÑOS DE FESTIVAL, UN ORGULLOSO BALANCE Festival de Ópera. 5/11-VI-2007. Wagner, Walkyria. Gestus, Joseph is a Fruitful Bough. Director musical: Andris Nelson. RIGA La Casa Blanca, como llaman los riguenses a su Ópera, fue instalada en 1963 en el parque, rodeado luego por los lujosos edificios modernistas e imperiales. En 1996, bajo la conducción de Andrej Zagar, se renovó su instalación. Desaparecieron las bambalinas de cartón que caracterizaron las antiguas puestas. Zagar intentó ponerse al día, sin ir por delante de su tiempo ni perder la amabilidad propia de la institución. El festival del jubileo mostró la solidez de sus estructuras, el éxito de un trabajo que sitúa a Riga entre las capitales operísticas de Europa. El alto nivel musical se debe a la joven y carismática 48 figura del director Andris Nelson, que paseó su Walkyria ante admirados públicos en Oslo, Berlín, Viena, Ámsterdam, Pittsburgh, Los Ángeles y Washington. En 2010 será sustituido por Cornelius Meister en una tetralogía integral. Esta Walkyria renuncia a las sonoridades estruendosas y es capaz de rescatar intimidades de cámara, en especial durante el anuncio de la muerte. Los cantantes fueron sólidos, de buen nivel, temperamentales y auténticos. No olvidemos que Wagner trabajó aquí en el Deutsche Theater entre 1837 y 1839 y que tomó ideas de su sala para su futuro teatro de Bayreuth. La temporada se abrió Escena de Joseph is a Fruitful... con Joseph is a Fruitful Bough, obra oratorial inspirada en un asunto bíblico y debida al joven teólogo y compositor Erik Gestus, de apenas treinta años. Un guiño al nacionalismo letón hay en esta partitura donde la orgullosa elección, la traición, la venta y la final victo- ria del héroe José significan la reconciliación nacional de un pueblo. El resto del programa es variado: La dama de picas de Chaikovski, Lady Macbeth del distrito de Mtsensk de Shostakovich y la verdiana Traviata. Invitados han sido nombres de fama internacional como Inga Kalna, Inese Galante, Sonora Vaice y Egils Silins, nacidas en Letonia y que protagonizaron una gala dirigida por Nelson. A sus 76 años, el amado y honrado tenor Karlis Zarin cantó Vesti la giubba con rotunda y firme voz y excelente musicalidad, que pudieron llevar la palidez al rostro de más de un colega. Boris Michael Gruhl ACTUALIDAD FRANCIA Un estreno tumultuoso PERTURBACIONES DE LA MINIATURA PARÍS Opéra Garnier. 23-V-2007. Sciarrino, Da gelo a gelo. Anna Radziejewska, Cornelia Oncioiu, Felix Uehlein, Michael Hofmeister, Otto Katzameier. Klangforum Wien. Director musical: Tito Ceccherini. Directora de escena: Trisha Brown. Decorados: Daniel Jeanneteau. Vestuario: Elizabeth Cannon. Los compositores que responden a un encargo de esta docta institución hacen todo lo posible por adaptar su inspiración y su pluma a las exigencias de tradición que la escena de la Ópera de París suscita. Si hoy día apenas se encuentra ocasión para manifestaciones escandalosas además de las relativas a la escenografía, la encrespada acogida de Da gelo a gelo de Sciarrino se convierte en un acontecimiento en sí mismo. Y sin embargo la propia obra, de pasiones interiorizadas e impulsos susurrados, apenas se presta a tales manifestaciones ruidosas, que parecen de hecho si no fuera de lugar al menos excesivas. Profundamente personal, es cierto, pero menos innovadora que Luci mie traditrici (cf. Scherzo n° 220), Da gelo a gelo de Salvatore Sciarrino, que celebra este año su sesenta cumpleaños, es una obra en medias tintas que exalta los sentimientos humanos. Estrenada el año pasado en el Festival de Schwetzingen, este acto de ciento diez minutos se basa en el diario escrito en 10021003 por la cortesana y poetisa Izumi Shikibu. El compositor siciliano ha extraído sesenta y cinco lacónicos poemas que ha distribuido en cien escenas breves de manera que formen una estructura dramática original que transcurre de un invierno a otro, alrededor del intercambio epistolar mantenido por la cortesana y su principesco amante. La escritura refinada, las texturas tenues, la vocalidad madrigalesca de Sciarrino se desarrolla suntuosamente en la iluminación, el preciosismo y la gracia de estas Da gelo a gelo de Sciarrino miniaturas japonesas. La música, que se despliega en un flujo continuo que aspira a la depuración, provoca una tensión incesante que suscita en el oyente el deseo de dejarse llevar por sus sonoridades. Si no es así, el cansancio acude a la cita. Fue lo que pasó en el Garnier, donde parte del público del estreno se retiró ruidosamente y otra manifestó con aspereza su desasosiego desde que cayera el telón. No obstante, presentada en la producción original de Schwetzingen, la obra está impecablemente interpretada por cinco cantantes, a su frente la intensa cortesana de Anna Radziejewska y el muy comedido príncipe de Michael Hofmeister. La coreógrafa Trisha Brown, fiel intérprete de Sciarrino para el que ha firmado una destacable producción de Luci mie traditrici en la Ópera de Bruselas, magnifica esta obra rara y exigente, lo mismo que el conjunto Klangforum de Viena, de un virtuosismo pleno. Bruno Serrou 49 ACTUALIDAD FRANCIA Bichkov, batuta verdiana UN BAILE FATAL PARA LOS CANTANTES H acía mucho tiempo que París, donde aún vive, no había visto a Semion Bichkov. Nueve años, exactamente, desde su despedida como director de la Orquesta de París, donde otros nueve años antes sucedió a Daniel Barenboim. Este regreso debía haber tenido lugar en las mejores condiciones, pues se trataba para él de dirigir una producción inédita y un reparto de primer orden en la Ópera de París. Además era una popular ópera de Verdi que él “adora”: Un ballo in maschera. Lo que debería haber sido un festín regio se convirtió la noche del estreno en un calvario. Anunciado inicialmente en el papel de Riccardo, el destacado tenor argentino Marcelo Álvarez hubo de cancelar por enfermedad. Su sustituto, el joven y valeroso Ewan Bowers, cayó a su vez enfermo pero rechazó cancelar salvando así la velada, si bien reteniendo su voz hasta el borde del desfallecimiento. El plantel femenino apenas estuvo mejor, con Angela Brown como una Amelia demasiado opulenta y de afinación no siempre controlada y una Ulrica defendida por Elena Manistina, de voz grande pero con amplio vibrato. Hay que agradecer la bella interpretación de Camilla Tilling, Oscar vivo y radiante, y de Ludovic Tézier como Renato conmovedor, vigoroso y juvenil. La dirección escénica de Gilbert Deflo resulta triste y convencional, ambientada en Estados Unidos como Verdi hubo de hacer forzosamente en el estreno por culpa de la censura, cuando ya es habitual regresar al cuadro histórico del drama que lo inspiró, el asesinato Eric Mahoudeau París. Opéra Bastille. 4-VI-2007. Verdi, Un ballo in maschera. Ewan Bowers, Ludovic Tézier, Angela Brown, Elena Manistina, Camilla Tilling, Jean-Luc Ballestra, Michail Schelomianski. Director musical: Semion Bichkov. Director de escena: Gilbert Deflo. Decorados y vestuario: William Orlandi. del rey Gustavo III de Suecia durante un baile de máscaras en 1791. Deflo no puede impedir otorgar a Riccardo la apariencia de otra víctima de un magnicidio, Abraham Lincoln, asesinado en un teatro, después de que Ulrica le prediga el porvenir durante una ceremonia vudú. Y todo en un decorado monumental apenas visible por culpa de la sombría iluminación de Joël Hourbeigt, lo que resulta favorable al director de escena pues el movimiento de actores queda reducido a la mínima expresión si es que las luces permiten percibirlo. Queda la dirección de Semion Bichkov, que se impone aquí como un auténtico director verdiano. Su sentido teatral y lirismo a flor de piel, la fuerza de su lectura, la unidad que consigue insuflar a esta partitura desigual y su maestría en el color galvanizan a una orquesta de la Ópera de París que hace del foso la piedra angular de una producción demasiado irregular. Bruno Serrou Suntuosa dirección de Haitink UN PELLÉAS QUE NO TOCA EL SUELO París. Théâtre des Champs-Elysées. 18-VI-2007. Debussy, Pelléas et Mélisande. Magdalena Kozená, Jean-François Lapointe, Marie-Nicole Lemieux, Laurent Naouri, Gregory Reinhart, Amel Brahim-Djelloul, Yuri Kissin. Coro de Radio France. Orquesta Nacional de Francia. Director musical: Bernard Haitink. Director de escena: Jean-Louis Martinoty. S 50 iete años después de un concierto memorable en el mismo teatro, Bernard Haitink se reencuentra con Pelléas y la Nacional de Francia, esta vez en el foso. La visión del director holandés es aún más suntuosa que en marzo de 2000. Las palabras parecen flotar en el aire, la música nunca toca el suelo gracias a la ingrávida dirección de Haitink. Esa poesía, líquida como el mar que sumerge la partitura, no impide arrebatos de sensualidad y de violencia que otorgan cuerpo al drama y a los personajes de Maeterlinck. Animada por una verdadera dirección de actores, la puesta en escena de Martinoty deja un sabor de boca inacabado. Si el conjunto se muestra respetuoso con la obra y atento a los cantantes, corroborando la visión de Haitink, algunos puntos merman su impacto. Así, la simbología masónica en ese cruzamiento de cortinas que, cuando Mélisande desliza su cabellera, deviene símbolo sexual, las iluminaciones a menudo lúgubres, el decorado masivo, los cabellos de Mélisande violentamente cortados por Golaud, el canto del pastor confiado a este último, Mélisande ceñida sobre unas parihuelas y que desaparece en el momento en que se constata su muerte… Pero también están los decorados sabiamente iluminados, en especial el frondoso árbol de múltiples hojas proyectadas en el proscenio, que separan a los personajes para subrayar su incomunicación, el acantilado que se hunde en el mar o el azul intenso predominante. Frente al intenso Golaud de Laurent Naouri, el Pelléas de Jean-François Lapointe resulta apacible y reservado. La voz es bella pero demasiado carnosa y a la interpre- tación le falta aliento. Magdalena Kozená es una Mélisande en exceso rotunda. De hecho, su timbre es demasiado carnal, su silueta demasiado femenina y su dicción a veces ininteligible pero su musicalidad es impecable. La voz fatigada de Gregory Reinhart transmite a Arkel toda su dimensión de patriarca, aquí un viejo general retirado. El lujoso reparto se completa brillantemente con Marie-Nicole Lemieux (Geneviève), Amel Brahim-Djelloul (Yniold) y Yuri Kissin (Médico). Bruno Serrou ACTUALIDAD FRANCIA Festival Agora 2007 SUERTES Y DESGRACIAS DE LA UTOPÍA París. IRCAM. Centre Pompidou. Musée du Quai Branly. Maison de Radio France. 6/9-VI-2007. Ensemble InterContemporain. Ensemble Modern. Ensemble MusikFabrik. Orquesta Filarmónica de Radio France. Directores: François-Xavier Roth, Mauricio Kagel, Etienne Siebens, Reinbert de Leeuw. Obras de Harvey, Kagel, Lanza, Mochizuki, Sannicandro, Varèse y Vivier. C omo cada año en junio el Festival Agora, quincena “manifiesto” pluridisciplinar del IRCAM, giraba en torno a un tema, esta vez un concepto querido del instituto fundado por Boulez en 1976, la búsqueda de la “utopía”, palabra clave de esta décima edición. El festival se desarrolló en dos espacios en los que el público se repartió simultáneamente para escuchar dos obras de uno de los maestros de la utopía por excelencia, Edgar Varèse (18831965), que a más de cuarenta años de su muerte sigue siendo uno de los artistas más imaginativos de la historia. Algo que confirmó el Ensemble InterContempo- rain que, bajo la dirección de François-Xavier Roth, dio una lectura poderosa y frenética de Integrales. Aún más esperado, el Poema electrónico, “reconstruido” via informática tal como los dos millones de visitantes del Pabellón Philips de la Exposición Universal de Bruselas, concebido por Le Corbusier y realizado por Xenakis, pudieron escucharlo en 1958. A su lado, la partitura del italiano Valerio Sannicandro (1971) Ius Lucis, ofrecida como estreno, parecía apagada y redundante. Tras una reposición de Exotica de Kagel a cargo de los mismos intérpretes vistos en la Primavera de las Artes de Mónaco (cfr. SCHERZO mayo de 2007), en el marco idóneo del nuevo Museo del Quai Branly, Radio France recibía a Agora por primera vez para dos conciertos dedicados a Claude Vivier (1948-1983) y Jonathan Harvey (1939). El primero proponía un programa lúdico y lleno de sorpresas, ejecutado por el magnífico Ensemble MusikFabrik. Al lado del profundo Paramirabo para cuatro instrumentos del canadiense, y de Sprechgesang para oboe y conjunto del británico, de gran variedad rítmica y copiosa densidad sonora, el italiano Mauro Lanza (1975) estrenaba un seductor Vesperbild para conjunto con instrumentos- juguetes y electrónica. Menos concentrado que el conjunto alemán, la Filarmónica de Radio France dirigida por Reinbert de Leeuw se distinguió por la antipatía manifiesta de algunos de sus miembros hacia las obras programadas. Sin embargo, Calling across time de Harvey, con sus sonoridades de singular riqueza, no carece de atractivo mientras que L’heure bleue de la japonesa Misato Mochizuki (1969) se impone por su escritura fina y delicada. El programa concluía con un doloroso Lonely Child de Vivier cantado con intensidad por la soprano Gillian Webster. Bruno Serrou Cadáveres y reminiscencias UN NUEVO FAUSTO EN EL CAPITOLE TOULOUSE Théâtre du Capitole. 25-V-2007. Fénelon, Faust. Arnold Bezuyen, Robert Bork, Gilles Ragon, Patrick Simper, Philippe Fourcade, Alexandra Coku, Karolina Andersson. Director musical: Bernhard Kontarsky. Director de escena, decorados, vestuario e iluminación: Pet Halmen. Hacía mucho tiempo que el Teatro del Capitolio de Toulouse no era testigo de un estreno mundial. Y sin embargo, a juzgar por el calor de la acogida, el público tolosano no parece reacio a la novedad. Hay que decir que la calidad de la producción era absolutamente digna del acontecimiento, la première de Faust, cuarta ópera de Philippe Fénelon (n. 1952). La forma clásica, la escritura ortodoxa y la subdivisión en cuadros sitúan a la obra en la tradición, pasada por el prisma de Henze. Un año después del acto único de Faustus the last Night de Dusapin, extraído del británico Marlowe y estrenada en la Ópera de Berlín, Fénelon sostiene los dos actos de su propio Faust sobre el hermoso poema dramático del alemán Nikolaus Lenau escrito en 1833, adaptado por el compositor en su idioma original. “Quiero ir al encuentro de los viejos magos, para que me alivien el alma —escribía Lenau en su prefacio de Faust. Escucho a los espíritus de la naturaleza. Caigo en lo demoníaco. Los vapores del bosque que ascendían desde el valle hoy me han hecho tanto bien y me han aturdido como el caldero de una bruja en donde borbotean las hierbas que hacen invisible”. Aunque más depurado que el correspondiente de Goethe, el Fausto perpetuamente ansioso de Lenau ha inspirado a Fénelon una obra copiosa, dotada de una Escena de Fausto de Fénelon veintena de cantantes, un gran coro y una abundante orquesta, en la descendencia de su Salammbô, estrenada en La Bastilla en 1998. La partitura está salpicada de reminiscencias pertenecientes, entre otros, a Beethoven, Berg y Richard Strauss, que había tomado prestado su Don Juan del propio Lenau. Ajustándose a la ola “gótica”, con recargados trajes de cuero, cráneos claveteados, esqueletos y cadáveres en formol, Pet Halmen sitúa su puesta en escena (eficiente aunque menos convincente que su Lulu bergiana vista en 2003 en este mismo teatro) bajo el signo de lo feérico. En armonía con la dirección concentrada de Bernhard Kontarsky, el reparto es homogéneo, guiado por el burbujeante Faust de Arnold Bezuyen y el imponente Mefistófeles de Robert Bork. Bruno Serrou 51 ACTUALIDAD GRAN BRETAÑA Glyndebourne presenta un atrevido Macbeth DETERGENTE EN LA MAZMORRA 52 Tres caravanas en un tétrico páramo, tres generaciones de brujas siseando juramentos desde unas ventanas traseras. El nuevo Macbeth de Glyndebourne define su temeraria posición en pocos minutos. Y no es nada atractiva. Es un mundo de tacaños barones escoceses y deprimentes atuendos de cuadros escoceses. Lady Macbeth lleva guantes de goma en la lavandería que hay en la mazmorra y el fantasma de Banquo, demasiado carnoso, sale rezumando de una caja de cartón. Desde hace meses los rumores de que la producción de Richard Jones, con decorados de Ultz, era muy sangrienta también habían salido rezumando por la cerradura de la sala de ensayo, lo cual añade mucha más emoción al chismorreo que suele rodear la nueva temporada de Glyndebourne. ¿Cómo toleraban los patrocinadores esta situación? La realidad es que, como pasa a menudo con este director de escena, lo que ha hecho es más inteligente que escandaloso. Puede que no sea una producción clásica de Jones, pero es llamativa e imaginativa y bajo la incisiva batuta de Vladimir Jurowski, musicalmente estimulante. La Filarmónica de Londres tocó con mordacidad e intensidad. El coro, grande y bien coreografiado, fue excelente. Jones y Jurowski emplearon la revisión de 1865 que, con un ballet y un coro añadidos, está dramáticamente más desmembrada que la temprana versión más familiar. Su enfoque, que recalcaba el poder público en lugar de un psicodrama particular, se sirve de muchas imágenes contemporáneas. Lady Macbeth, una doble de Mike Hoban GLYNDEBOURNE Festival de Ópera. 19-V-2007. Verdi, Macbeth. Andrzej Dobber, Sylvie Valayre, Peter Auty, Stanislav Shvets, Svetlana Sozdateleva. Director musical: Vladimir Jurowski. Director de escena: Richard Jones. Decorados y vestuario: Ultz. Sylvie Valayre y Andrzej Dobber en Macbeth de Verdi en el Festival de Glyndebourne Hillary Clinton, es astuta, calculadora y cuerda en su escena de sonámbula. Los hijos asesinados de Macduff, sus cadáveres con sus mortajas blancas, sacados en una morgue, nos recordaban las atrocidades del terrorismo. Peter Auty, como el colérico y afligido padre, estuvo soberbio. En el papel principal, el barítono polaco, Andrzej Dobber, cuyo timbre se transformó en dorado una vez que se tranquilizó, interpretó a Macbeth como un personaje inquieto y angustiado, perdido en una niebla de catástrofe. A pesar de su brillante coloratura, Sylvie Valayre, en el papel de Lady Macbeth, tuvo problemas de entonación pero a lo mejor sólo se debió a los nervios de la primera noche. Algunos de los tics visuales de Ultz fueron superfluos. Pero con todo este Macbeth es muy imponente y aunque una parte del público claramente lo anatematizó, los aplausos fueron vigorosos. Ir a Glyndebourne con la idea de que todo va a resultar familiar es una equivocación. Fue aquí donde Macbeth recibió su estreno profesional en el Reino Unido hace siete décadas y el festival de Sussex sigue viviendo peligrosamente. Fiona Maddocks ACTUALIDAD GRAN BRETAÑA Florestan y su lamparita BELLO Y DECADENTE HEROICA MATTILA English National Opera. 24-V-2007. Britten, Death in Venice. Ian Bostridge, Benjamin Paul Griffiths, Peter Coleman-Wright. Director musical: Edward Gardner. Directora de escena: Deborah Warner. Londres. Royal Opera House Covent Garden. 27-V-2006. Beethoven, Fidelio. Endrik Wottrich. Karita Mattila, Eric Halfvarson, Terje Stensvold. Director musical: Antonio Pappano. Director de escena: Jürgen Flimm. Neil Libbert La despedida de Britten LONDRES Ian Bostridge y Benjamin Paul Griffiths en Muerte en Venecia La belleza y la decadencia son los moradores principales de la última ópera de Britten, Muerte en Venecia, estrenada en 1973 cuando el compositor ya estaba enfermo. Esta primera producción de la English National Opera es una reflexión seria, típica de Deborah Warner, con exquisitos decorados de Tom Pye y con Ian Bostridge en el papel principal de Aschenbach. Basada en la novela corta de Thomas Mann sobre un escritor envejecido trastornado por la belleza de un joven, la obra de Britten es un paso osado dentro de un nuevo territorio artístico y a la vez un repliegue hacia una despedida de sí mismo. Se puede ver tanto como su obra maestra, sobre todo cuando se escucha en versión de concierto, como un fracaso dramáticamente torpe. Esta naturaleza camaleónica la hace difícil de poner en escena. Warner y Pye han hecho muy bien su trabajo, recreando una silueta en constante cambio de Venecia, habitada por hedonistas eduardianos. Todos los detalles de la producción tienen hechizo visual. Bostridge, que interpretaba el papel por primera vez, cantó con un control soberbio. Anteriormente había expresado sus dudas sobre cantar un papel de hombre envejecido, escri- to para la pareja de Britten, Peter Peers, que entonces tenía 62 años, pero salió airoso. Su figura más joven, con sus cabellos echados hacia atrás, con bigote y un chapeau d’artiste, transmiten su propio patetismo que irá madurando con el tiempo. El conjunto del reparto y los bailarines, con Benjamin Paul Griffiths como un Tadzio danzarín, estaban bastante bien dirigidos. Peter Coleman-Wright mostró su versatilidad en los múltiples papeles de barítono (director de hotel, petimetre, barbero) y el coro sonó potente. Sin embargo, había algo que faltó en una velada que estuvo a dos dedos de salir perfecta. En general, los problemas se encuentran en la obra misma. La inspirada escritura de Britten para gamelan, arpas e instrumentos de viento terroríficamente bajos no puede compensar del todo sus recaídas musicales, ora un eco de Grimes, ora de Billy Budd o Gloriana. La orquesta tocó hábilmente pero hubo una cierta lasitud en la dirección musical del nuevo director, Edward Gardner. Si hubiera habido más flujo y reflujo, más vitalidad y dinamismo en los momentos cumbres, esta Muerte en Venecia podría haber cumplido su promesa. Fiona Maddocks Karita Mattila, Terje Stensvold y Endrik Wottrich en Fidelio P or alguna razón nada clara, la Royal Opera eligió un domingo en medio de un puente para presentar su nuevo Fidelio, que ya ha sido visto en el Metropolitan de Nueva York. Y como resultado, el letargo dominó la primera parte de esta puesta en escena de Jurgen Flimm, con Karita Mattila. Durante la obertura, que no es fácil y requiere una interpretación vigorosa y compacta, la orquesta sonó amodorrada. También los propios cantantes tardaron tanto en establecer su presencia que la asombrosa quietud de “Mir ist so wunderbar” quedó corta aunque el coro de los presos, cantado con una mortífera serenidad, fue efectivo. Fuera el que fuese el remedio de urgencia que aplicó el director Antonio Pappano durante la pausa, consiguió dar nuevo ímpetu a la interpretación. De repente la milagrosa ópera de Beethoven se apoderó de los sentimientos y de la mente. Se interpretó soberbiamente el tema ascendente del oboe que anuncia el cambio de la oscuridad a la luz, de la opresión a la libertad, aunque el aflautado Florestan de Endrik Wottrich tuvo muchos problemas. Eric Halfvarson en el papel de Rocco, Ailish Tynan como una afligida Marzelline, y Robert Murray como su compasivo Jacquino dieron unas interpretaciones con mucha fuerza. El Pizarro de Terje Stensvold fue un matón amenazador. Elevando su asombrosa voz, con una mezcla de acero y miel, por encima de todas las demás, estuvo la magnética Mattila, una Leonora exuberante e imponente. Se expresó su firme búsqueda de justicia con tenacidad y ternura. La producción de Flimm, con unos apagados decorados de una posguerra indeterminada, ni explica la acción ni reta al texto. La escena de la mazmorra fue dirigida con ineptitud y no ayudaron los confusos artilugios para la iluminación incluyendo —la primera vez que se ve en Fidelio— una lámpara junto a la cama de Florestan, que se encendía y se apagaba durante su gran aria. A Mattila le tocó la tarea, heroica incluso en el mundo exaltado de Beethoven, no sólo de rescatar a su marido sino a toda la producción. Fiona Maddocks 53 ACTUALIDAD HOLANDA Festival de Holanda ADAMS TRIUNFA 54 Marco Borggreve Desde el momento en que Pierre Audi se hizo cargo de la dirección, el antes famoso Festival de Holanda volvió a recuperar mucha de su gloria de antaño, pero con una gran diferencia que se ve claramente en su repertorio operístico. Rossini, Mozart y Verdi, los compositores cuyas obras se vieron más veces durante los primeras décadas del Festival, han sido sustituidos por autores de tiempos más recientes, así que las tres principales obras del Muziektheater fueron este año de Schreker, Janácek y Adams. La primera contribución de la Ópera del los Países Bajos fue Die Gezeichneten de Franz Schreker, estrenada en 1918 con un libreto del compositor. Es una obra con fuerte influencia de finales del siglo XIX con sus movimientos simbolistas, estéticos y decadentes. Sin embargo, la producción de Martin Kusej rechazó por completo estos origines y presentó la ópera de Schreker sobre un hombre obsesionado por la belleza con mucho realismo. En lugar del antagonismo entre la belleza y la fealdad, Kusej retrató sólo los momentos oscuros y más viles de la vida, y en lugar de las ilusiones hechas pedazos sólo había rincones perversos del alma. Todo culminó en el tercer acto en el Elíseo artificial, la isla de los sueños que el infeliz Alviano Salvago había construido en su deseo de encontrar la pura belleza, pero que se había convertido en un gigantesco prostíbulo donde la gente de su ciudad se dedicaba a las formas más abyectas y bestiales del sexo, exentas de cualquier sensualidad. La A.T. Schaefer ÁMSTERDAM Het Muziektheater. 18-V-2007. Schreker, Die Gezeichneten. Kristine Ciesinski, Gabriel Sadé, Scott Hendricks, Wolfgang Schöne, John Wegner. Orquesta del Concertgebouw. Director musical: Ingo Metzmacher. Director de escena: Martin Kusej. 25-V-2007. Janácek, Desde la casa de los muertos. Olaf Bär, Erik Stoklossa, Stefan Margita, Peter Straka, John Mark Ainsley. Coro Arnold Schoenberg. Orquesta de Cámara Mahler. Director musical: Pierre Boulez. Director de escena: Patrice Chéreau. 10-VI-2007. Adams, Doctor Atomic. Jessica Rivera, Ellen Rabiner, Gerald Finley, Eric Owens, James Maddalena. Filarmónica de Holanda. Director musical: Lawrence Renes. Director de escena: Peter Sellars. Scott Hendricks y Gabriel Sadé en Los estigmatizados historia de la ópera pareció no tener importancia, pero como casi toda la obra de Schreker está basada en unos impulsos psicológicos que se han extraído del texto, la producción abstracta y “actualizada” de Kusej dejó al publico del estreno desconcertado y sin haberse enterado de lo que realmente trataba la ópera. Felizmente, Ingo Metzmacher tuvo a su disposición a la Real Orquesta del Concertgebouw, así que la parte musical fue impresionante, incluso si de vez en cuando la partitura pesadamente orquestada pareció un poco demasiado potente para la acústica del Muziektheater. Tanto la mezzo Kristine Ciesinski como el tenor Gabriel Sadé parecían algo mayores para los papeles de dos jóvenes que sufren las desilusiones y desengaños del amor, pero vocalmente sus interpretaciones fueron muy sólidas al igual que las de John Wegner (Adorno), Scott Hendricks (Tamare) y Wolfgang Schöne (Nardi). El Festival de Holanda se inauguró oficialmente con Desde la casa de los muertos en una producción internacional, dirigida por Pierre Boulez, quien declaró que sería su última producción Gerald Finley en Doctor Atomic de Adams operística. Bajo la batuta del maestro francés de 82 años, la partitura de Janácek estuvo analizada hasta el detalle más pequeño y la asombrosamente virtuosa Orquesta de Cámara Mahler siguió las intenciones de Boulez con asombrosa lucidez. En la producción, Patrice Chéreau no destacó la línea dramática, pero como la ópera de Janácek es menos una “historia” que una fragmentaria serie de cuentos aislados, su concentración en el texto secundario y los detalles psicológicos dieron a la ópera un toque muy conmovedor. Un espléndido reparto convirtió sus visiones escénicas en una sorprendente colección de seres humanos, con también unas extraordinarias interpretaciones secundarias, por ejemplo la de Heinz Zednik en el papel del “preso muy viejo”. La segunda producción de la Ópera de los Países Bajos en el Muziektheater demostró que la “gran ópera” aún no ha muerto. Doctor Atomic de John Adams, estrenada en San Francisco en 2005, tiene todo lo necesario para hacer de la obra una “gran ópera” espectacular dentro de esa tradición dramática. Arias, dúos, conjuntos, momentos emocio- nantes y cómicos, coros y ballets siguen uno tras otro sin parar durante dos largos actos con abundancia de efectos visuales que se ven realzados por una animada partitura que es fuertemente dramática. El libreto de Peter Sellars, que también hizo varios cambios en la producción mucho después de su estreno, se centra en el científico norteamericano Robert Oppenheimer, en la época que estaba desarrollando la primera bomba atómica. Por otro lado, no sería mala idea hacer unos cuantos cortes y algunos de los ballets sobran, pero con esta obra Adams y Sellars han mostrado que se puede transformar la historia moderna en forma de convincente ópera. Probablemente el momento más persuasivo musicalmente sea el aria de Oppenheimer al final del primer acto (una emocionante interpretación de Gerald Finley) pero lo más inolvidable de la ópera es el impacto dramático de las escenas finales con la “cuenta atrás” antes de la explosión de la bomba. Hacía falta estar presente en el teatro para darse cuenta de qué manera Adams y Sellars consiguieron manejar la tensión dramática. Paul Korenhof ACTUALIDAD IRLANDA El Festival de Wexford cambia de estación y de programación CAMBIO DE RUMBO Todos los festivales de música tienen sus tradiciones que los definen. Al enfrentarse con algunas suyas, el Festival de Ópera de Wexford dio este año un desinhibido giro en otra dirección. Ya que la construcción del nuevo teatro de Ópera de Wexford durará bastante tiempo más, las tres producciones principales fueron presentadas en un nuevo escenario fuera de Wexford, en los suntuosos jardines del Castillo de Johnstown. Pero dentro del auditorio especialmente construido para la temporada, las representaciones de cada noche introdujeron diferencias algo contrarias a las tradiciones de Wexford. Se inauguró el Festival no con una ópera sino con el musical Der Silbersee de Georg Kaiser/Kurt Weill. Esta última obra que Weill escribió en Alemania antes de tener que huir de los avances del régimen nacionalsocialista, merece ser vista y oída pero es discutible que se deba inaugurar un festival de ópera con ella, sobre todo cuando, como en esta producción abiertamente paródica de Keith Warner, sus aspectos musicales no reciben mucha importancia, y dos de los cuatro papeles principales están en manos de unos veteranos del culebrón eterno de la BBC, EastEnders. Y aunque Wexford suele interpretar las obras en idioma original, Silbersee, que tiene mucho diálogo, recibió una traducción al inglés de otra personalidad de la televisión, el impresionista Rory Bremner. También fue necesario amplificar el sonido pero con una compasiva discreción. La segunda noche ofreció dos interpretaciones de la commedia dell’arte de principios del siglo XX, Pulcinella, el “ballet con canto” de Stravinski y Arlecchino, un “capricho teatral” de Derek Speirs WEXFORD Festival de Ópera. 31-V/17-VI-2007. Weill, Der Silbersee. Stravinski, Pulcinella. Busoni, Arlecchino. Dvorák, Rusalka. Escena de Pulcinella de Stravinski en el Festival de Wexford Busoni, en forma de unos entretenimientos hechos por el erudito italiano Lucio Dalla. Al contrario de cualquier producción que haya visto en Wexford, ésta ha viajado mucho, y se ha visto con el mismo reparto en Lugo y Bolonia, y aunque tenía sentido traducir el texto alemán de Busoni para un publico italiano, sobre todo porque el papel principal iba a ser hablado y no cantado, ¿por qué interpretarla en Wexford en italiano para un publico de habla inglesa? Además, las palabras italianas no podían disfrazar la sobria sensibilidad del alemán que tantas veces parecía dominar a Busoni. Dalla dio a Pulcinella su propio escueto prólogo, mientras el aplicado Alessandro Riga, en el papel principal, actuó con gran emoción y se desnudó y mostró su admirable jetés en tournant en silueta desde detrás de una sabana. La primera noche, la sabana no se levantó debidamente, lo cual provocó dos retrasos y un nuevo da capo antes de que la representación se reanudara. A lo mejor como respuesta, la dirección musical de David Agler ofreció más determinación que encanto. Aunque es obvio que es un danseur noble, no simplemente un bailarín de carácter, el ele- gante Riga dio a Pulcinella, en la creación a lo Wall Street de Dallo, lo mejor y lo más agradable de toda la tarde. Los tres cantantes de Pulcinella volvieron con mejores interpretaciones en Arlecchino, pero es revelador que incluso en esa obra quien hizo más impresión no fue un cantante sino un actor. Al final, el doppio cómico de Dallo no produjo ninguna sonrisa, y mucho menos risas, en un público bastante perplejo. En un festival conocido por ofrecer cosas extravagantes y originales, Rusalka de Dvorák —una pieza de repertorio en Nueva York y gran parte de Europa— también pareció tan discutible como las no óperas y semióperas de las tardes anteriores. Sin embargo, Rusalka resultó ser una de las producciones mejores de Wexford. El Festival tiene una mano mágica con las óperas checas (Jakobin de Dvorák, Eva de Foerster y Svanda Dudák de Weinberger son algunas) y el Coro de Cámara de Praga y su director, Lubomir Mátl, han vuelto después de un año de ausencia, junto con un trío de damas principales checas. La ópera de Dvorák ofreció autenticidad tanto lingüística como estilística, que favoreció los esfuerzos de un reparto políglota y equilibró un canto nada tradicional. El director de escena fue Lee Blakeley, ayudante desde hace tiempo de David McVicar, y estaba claro que había aprendido mucho de su genial mentor sobre el arte de crear un espectáculo elegante y reflexivo. Junto con su elegante escenógrafo Joe Vanek, evitaron el bosque de hadas del libreto y situaron la obra en una carpa de circo dentro del auditorio que “no es una carpa” diseñado por Vanek. Rusalka y sus compañeros sobrenaturales eran monstruitos de feria, la bruja Jezibaba una maestra de ceremonias sádica que blandía un látigo y cuya transformación de Rusalka en una mujer de carne y hueso fue una amputación chocantemente brutal. La iluminación de Paul Keogan fue excelente durante las primeras dos noches pero en Rusalka, junto con los decorados de Vanek y la escenificación vívida de Blakeley, tuvo especial resplandor y belleza. Dimitri Jurowski (el hijo de Michail y hermano joven de Vladimir) sacó sonidos de la orquesta que correspondieron vívidamente y de modo conmovedor al color y drama de la puesta en escena. La ópera tuvo un sólido reparto, y especialmente notables eran el tenor Bryan Hymel en el difícil papel del Príncipe, Andrew Greenam como el hombrecillo del agua a lo Alberich, y Katerina Jalovcová como la eficazmente sádica Jezibaba. La robusta Helena Kaupová proyectó las emociones del papel principal mejor que su hermosa voz, y en su Canción a la luna luchó valientemente para atraer la atención en perjuicio de la propia luna al descender en el aire sobre una tela de seda en la hermosa forma del acróbata David Greeves. Patrick Dillon 55 ACTUALIDAD ITALIA Una mirada a los orígenes de la ópera APOLO EN CAMISA DE FUERZA CREMONA Teatro Ponchielli. 8-VI-2007. Gagliano, Dafne. Furio Zanasi, Roberta Invernizzi, Luca Dordolo. Coro Costanzo Porta. Ensemble Antonio Il Verso. Director musical: Gabriel Garrido. Director de escena: Davide Livermore. La coproducción del Mayo Musical Florentino, el Teatro Goldoni de Florencia y el Festival Monteverdi de Cremona ha presentado un nuevo montaje de la Dafne del florentino Marco da Gagliano (que la compuso en 1607 para la corte de Mantua, donde fue representada durante el carnaval de 1608). Heredero del “recitar cantando”, Marco da Gagliano retomó el libreto de Ottavio Rinuccini que Jacopo Peri había puesto en música en su perdida Dafne de 1594. Como en Euridice, la ambientación es “pastoril”, pero aquí el mismo Ovidio introduce el tema, interviniendo Venus y Amor (irritado contra Apolo) y, después del breve encuentro entre Apolo y Dafne, un pastor, Tirsi, relata la transformación de la huidiza muchacha en laurel. Entre los momentos culminantes, la siguiente, tristísima despedida de Apolo. La música recoge la tradición florentina del “recitar cantando”, con frescura y gran flexibilidad en la variedad de la declamación y de las aperturas cantables. La idea de una nueva producción se incluía muy bien en Florencia dentro del ciclo Mito y contemporaneidad, y en Cremona en el Festival Monteverdi, y desde el punto de vista musical no han desilusionado la dirección de un especialista como Gabriel Garrido, el rendimiento de su grupo y de gran parte del reparto, donde no todos sin embargo eran del mismo nivel de Furio Zanasi (sensacional Apolo), de Roberta Invernizzi (Dafne), Luca Dordolo (Ovidio), Giorgia Milanesi (Venus) y Paolo Cauteruccio (primer Pastor), y se podía tener alguna duda sobre la Invernizzi y Zanasi en Dafne pronunciación del “recitar cantando” de François Nicolas Geslot (Tirsi). El aspecto verdaderamente discutible era no obstante la producción, en el aceptable esfuerzo de reinterpretar el mito y evitar la trivialidad, Davide Livermore ha destruido la fundamental atmósfera pastoril en que está inmersa la trama y, con ella, el poderoso erotismo. Ha ambientado Dafne en una clínica psiquiátrica donde Apolo es un médico (que al final delira de amor embutido en la camisa de fuerza), Dafne es una monja, Tirsi (¡ay de mí!), un cura, y los pastores son los pacientes internados. Sólo en algunos momentos puede funcionar semejante planteamiento (gracias también a la cambiante articulación del espacio escénico y las bellísimas luces de Andrea Anfossi); me pareció demasiado concreto y perseguido con excesiva rigidez. En Florencia ha suscitado muchas disensiones entre el público, que sin embargo ha apludido sin reservas en Cremona. Paolo Petazzi Una Manon fracasada NEORREALISMO POLVORIENTO ROMA Teatro dell’Opera. 15-VI-2007. Puccini, Manon Lescaut. Adina Nitescu, Dario Volonté, Franco Giovine, Enzo Capuano. Director musical: Donato Renzetti. Director de escena: Giuseppe Giuliano. Decorados: Camillo Parravicini. 56 Mientras otros teatros confían las producciones de las óperas a directores famosos, que las interpretan con ojo contemporáneo, con lecturas innovadoras o transgresoras, incluso triviales, por ajustadas o equivocadas que sean, el Teatro de la Ópera de Roma sigue impertérrito por su camino, afecto a las polvorientas escenografías pintadas de antaño. Ahora ha sido el turno de Manon Lescaut de Puccini en la dirección ligera, por no decir casi inexistente de Giuseppe Giuliano, pero con la escenografía histórica de Camillo Parravicini. Y ha sido una sorpresa descubrir hasta qué punto estos decorados no son después de todo tan polvorientos como se esperaba. Son el único punto de fuerza del espectáculo, por lo demás modesto. Por cierto que son declaradamente años cincuenta con ese rococó kitsch de una película neorrealista, que hoy hace sonreír. Sin embargo, son de impacto: sorprendente el abarrotado, bello cuadro de conjunto inicial; deja con la boca abierta la reconstrucción del puerto de El Havre; desanima el desolado desierto donde se espera de un momento a otro que salten los vaqueros en persecución de los pieles rojas. Pero lleguemos a las notas dolientes: la dirección de Donato Renzetti es muy cambiante, ya refinada, ya se preguntaba uno quién le había desordenado la partitura y por qué no se daba cuenta. ¿Dónde estaba Puccini? La orquesta sonó opaca, sucia. Sabemos que los metales pueden hacerlo mejor. Aun el equilibrio entre foso y escenario se inclinó completamente a favor de las voces. Para empeorar las cosas, la ausencia de sobretítulos, pero ya se sabe, ¿quién no conoce Manon? Luego, las voces, que no hicieron nada para resolver la suerte del espectáculo. Adina Nitescu fue una Manon demasiado ligera, sin expresividad, sólo dio una interpretación plana. Des Grieux, un Dario Volonté inadecuado para el papel y además tiene poca voz. Franco Giovine (Lescaut) no canta, grita. Rutinarios los otros. Inesperado impulso final de Nitescu, que reencontró la expresividad que le faltaba hasta entonces, incluso Renzetti hizo lo propio con la partitura. Volonté perdió su última oportunidad. Finalmente se dio el pathos dramático de Puccini. En suma, uno se pregunta qué sentido tenía proponer un espectáculo semejante. Franco Soda ACTUALIDAD ITALIA Nueva ópera de Adriano Guarnieri Shostakovich vuelve a la Scala PIEDRA APOCALÍPTICA SOFOCANTE Roma. Teatro Nazionale. 10-VI-2007. Guarnieri, Piedra de jade. Sonia Visentin, Alda Caiello, Ilaria Del Prete, Matelda Viola, Antonella Ruggiero, Marco Lazzara, Gianluca Belfiori Doro. Director musical: Pietro Borgonovo. Directora de escena: Cristina Mazzavillani Muti. Escenografía: Ezio Antonelli. Teatro alla Scala. 4-VI-2007. Shostakovich, Lady Macbeth del distrito de Mtsensk. Evelyn Herlitzius, Christopher Ventris, Anatoli Kotscherga. Director musical: Kazushi Ono. Director de escena: Richard Jones. Decorados: John Macfarlane. roso. Bajo el signo de la tensión utópica y de una incandescente urgencia expresiva se sitúa la música, donde no faltan momentos de delicadeza lírica, pero en la que prevalecen polifonías densas, punzantes superposiciones de espesores sonoros, vórtices que se proyectan hacia el registro sobreagudo, con las voces tensadas hasta el extremo. El libre discurrir formal responde a la lógica de la sucesión de las situaciones sonoras, cargadas en sí de fuerza teatral (se podría hablar, como en Nono, del “teatro de la escucha”) con resultados de gran fuerza expresiva. No es fácil poner en escena Piedra de jade, que no ofrece al director ninguna indicación escénica. Ezio Antonelli ha construido una sugestiva escena fija que se prestaba a proyecciones y efectos interesantes; Cristina Mazzavillani Muti (directora también del Festival de Rávena) no ha aprovechado las sugestiones, condescendiendo tal vez demasido en el uso de los mimos. Magnífica la ejecución musical, bastante bien guiada por Pietro Borgonovo, y con los estupendos Sonia Visentin, Alda Caiello y Antonella Ruggero (escogida por razones tímbricas como voz no impostada), que habían sido los intérpretes de Medea; bien flanqueados por Del Prete, Matelda Viola y los dos contratenores (Lazzara e Belfiori Doro). Muy sobresalientes los solistas instrumentales Paola Perrucci (arpa), Roberto Fabbriciani (flauta contrabajo) y Andrea Noferini (violonchelo) y sensacional el grupo de siete voces que constituía el coro. Paolo Petazzi Evelyn Herlitzius como Lady Macbeth MILÁN E ste año, el Festival de Rávena se ha inaugurado (el 22 de junio) con una novedad absoluta encargada a Adriano Guarnieri (1947), uno de los compositores italianos mayores, todavía demasiado poco conocido en el extranjero. Para la producción de la nueva ópera, el Festival ha colaborado con la Ópera de Roma, donde han tenido lugar las dos primeras representaciones, con gran éxito, si bien el espacio del Teatro Nacional es un poco limitado para la densidad de la escritura de Guarnieri y su uso de la electrónica en directo (a cargo de Alvise Vidolin, Nicola Bernardini y Nicola Buso). Piedra de jade es una de las óperas italianas más significativas de los últimos años, y en la indagación de Guarnieri aparece como la continuación natural de Medea (Venecia, 2002). Tampoco aquí hay una narración teatral de tipo tradicional, la dramaturgia tiene características oníricas, poéticas, incluso más abstractas en relación a Medea, porque el texto (del compositor) une en libre asociación fragmentos entresacados del Apocalipsis, cuatro poemas de Celan y uno de Maritain en ardiente acoplamiento de imágenes. Del texto antiguo de Juan (entendido en el sentido de “revelación”, el significado original de la palabra “apocalipsis”), se retoma únicamente la contraposición entre el símbolo del poder (Babilonia) y la visión utópica de la Jerusalén celestial, de la ciudad de la luz, cuyo esplendor es el de la ciudad ideal. De Celan se toman algunos versos de amor y de apertura utópica, incluso la poesía de Maritain es de carácter místico-amo- A quince años de distancia de la anterior representación, ha vuelto a la Scala la segunda obra maestra teatral de Shostakovich, Lady Macbeth del distrito de Mtsensk, y para la ocasión se ha presentado en el teatro milanés el director musical de La Moneda, Kazushi Ono, protagonista de una interpretación admirable por la intensidad, la claridad, la definición neta de los planos sonoros, la consciente adhesión a todos los aspectos (grotesco, trágico, lírico) de la incandescente energía expresiva de esta ópera. Del excelente reparto, bien distribuido aun en los papeles menores, Evelyn Herlitzius fue una protagonista de extraordinaria intensidad, Christopher Ventris un impecable Sergei y Anatoli Kotscherga un Boris poderoso, autorizadísimo. De los otros, todos estupendos, citaremos al menos a Nikita Storojev (Un oficial). La dirección de Richard Jones y la escenografía de John Macfarlane provenían del Covent Garden; era el primer espectáculo de Jones presentado en Italia. La escena crea un efecto sofocante, claustrofóbico, evitando las ambientaciones exteriores y proponiendo toda la acción en dos habitaciones contiguas: aun en el último acto (realizado de modo particularmente sugestivo) el coro está comprendido en un espacio angosto delante de dos enormes vagones o camiones en los que al final todos acaban encerrados para proseguir su viaje como deportados. Sofocante es la deliberada vulgaridad de muchos detalles (como la tapicería y la lámpara que Katerina hace entrar después de haber matado a su suegro), que parecía recordar el pésimo gusto de los años cincuenta. Se podría preferir una mayor estilización, pero incluso así, en su brutalidad, el espectáculo poseía un fortísimo impacto. Paolo Petazzi 57 ACTUALIDAD ITALIA / PORTUGAL Nueva jornada del Anillo de Carsen ENTRE EXCAVADORAS VENECIA Teatro La Fenice. 14-VI-2007. Wagner, Siegfried. Stefan Vinke, Greer Grimsley, Susan Bullock. Director musical: Jeffrey Tate. Director de escena: Robert Carsen. Decorados y vestuario: Patrick Kinmoth. Iluminación: Manfred Voss. Continúa felizmente en Venecia el Anillo wagneriano, dirigido musicalmente por Jeffrey Tate y escénicamente por Robert Carsen. El montaje es el de Colonia, donde fue realizado entre 2000 y 2003 en solo dos días con Markus Stenz en el podio, con una concentración que potenciaba la coherencia de su concepción. Volviendo a ver Siegfried en Venecia se ha admirado de nuevo de Carsen el cuidado minucioso de la actuación y las luces, la capacidad de contar la acción con gestos teatrales de sobria e intensa evidencia, con momentos de elevada poesía, con una directa inmediatez, obtenida al precio de una cierta simplificación de la complejidad del mundo de Wagner, porque el director canadiense tiende a eliminar la dimensión del mito. En una visión de sombrío pesimismo, la brutalidad y el horror del mundo se reflejan, con insistente sensibilidad ecológica, en la destrucción de toda belleza natural. Los paisajes de este Anillo son vertederos. En el primer acto de Siegfried, Mime habita en una caravana. En el segundo acto, el bosque está hecho de árboles mochos y el encantamiento aparece evocado tan sólo riqueza de colores, así como la luminosa belleza de los timbres de la orquesta contrapunteaba de modo singular (y sugestivo) la oscuridad de la escena. Excelente casi todo el reparto, si se exceptúa la Erda un poco ahogada de Anne Pellekoorne: Stefan Vinke ha aguantado la inclemente parte del protagonista; Greer Grimsley era un Wanderer-Wotan de incisiva autoridad, Susan Bullock una intensa Brunilda, Wolfgang Ablinger-Sperrhacke un Mime preciso y muy caracterizado Werner van Mechelen como un siniestro Alberich. por las luces. Las fauces del dragón son representadas como una excavadora, mientras Sigfrido, pasa por debajo. En la primera escena del tercer acto, se reconocen los muebles y cuadros del salón en el que tuvo lugar la disputa entre Wotan y Fricka en La walkyria, pero todo está amontonado en un ruinoso desorden. Reencontramos luego la superficie en la que Brunilda se adormeció entre los cadáveres, pero estos han desaparecido. La dirección de Jeffrey Tate revelaba con profunda adhesión y cuidado analítico cada aspecto de la partitura, exaltada en su extraordinaria Paolo Petazzi El ojo que todo lo ve BELCANTO EN UN AGUJERO NEGRO LISBOA Alfredo Rocha Teatro Nacional de São Carlos. 31-V-2007. Verdi, Macbeth. Johan Reuter, Dimitra Theodossiou, Fabio Sartori, Giovanni Furlanetto, Carlos Guilherme. Director musical: Antonio Pirolli. Directora de escena: Elena Barbalich. Escenografía y vestuario: Tommaso Lagattolla. Iluminación: Michele Vittoriano. 58 La oferta del Teatro San Carlos para finalizar esta temporada de ópera ha sido una producción de Macbeth de Verdi, estrenada en Salerno en 2006, en la versión revisada de 186465. En la puesta en escena de Elena Barbalich dominó totalmente una negritud sin respiro hasta el final de la obra, cuando asomó en el cielo escocés un colorido amanecer. En medio de toda esta oscuridad, el único otro color visible fue el rojo de las manchas de sangre que empapaban las manos de la pareja real de asesinos. El panal al fondo del escenario ejecutó la función de barómetro de los cambios de ambiente (Stimmungen) tanto circunstanciales como psicológicos. De vez en cuando, aparecía un enorme ojo que simbolizaba desde la consciencia (de Macbeth), hasta la omnisciencia (el ojo Dimitra Theodossiou y Johan Reuter en Macbeth de Verdi de Dios), pasando por el dominio (de Lady Macbeth) y la bola de cristal (de las brujas). El coro de las brujas también utilizó una estructura semejante a un ojo grande y redondo que fue el caldero de los hechizos y a la vez el ojo que adivinaba el futuro. Barbalich falló en su dirección de los cantantes y del coro, que resultó ser muy convencional, sobre todo en las escenas de ballet y danza del tercer acto y las de batalla en el cuarto. En cuanto al trabajo de Lagattolla, sus decorados fueron muy buenos, y la iluminación de Vittoriano, soberbia. Vocalmente, Reuter equilibró el tono y el alma atormentada hábilmente, Sartori fue dramáticamente convincente y su aria impresionó. Furlanetto mostró una pode- rosa voz, aunque careció de color y Guilherme estuvo convincente y correcto. Y Theodossiou, después de su cuarta interpretación en un papel protagonista en el San Carlos, tuvo su primer fracaso. Su voz se estrechó en los agudos y mostró un vibrato excesivo. Dramáticamente no encontró el registro adecuado, lo cual dio como resultado un desorientado estilo de belcanto y unos gestos y un tono descentrados en su interpretación de Lady Macbeth. El coro estuvo dirigido en un estilo masivo y amazacotado y vocalmente no pasó de aceptable. La dirección musical de Pirolli “siguió” más bien la desviación de Theodossiou, dejando el sonido de la orquesta a años luz de lo que Verdi hubiera querido. Bernardo Mariano ACTUALIDAD SUIZA Estreno en Suiza de una ópera fragmentaria de Vivaldi PLUMAS FRENTE A CASCOS LUCERNA Theater. 10-VI-2007. Vivaldi, Motezuma. Howard Quilla Croft, Tanja Ariane Baumgartner, Simone Stock, Caroline Vitale, Bernhard Landauer, Teodora Gheorghiu. Director musical: Michael Form. Director de escena: Martín Acosta. Es casi el argumento de una novela policiaca: de la ópera de Antonio Vivaldi Motezuma sólo se conocía el libreto — las luchas guerreras y amorosas entre el conquistador de México, Hernán Cortés (llamado aquí Fernando) y su rival azteca, Moctezuma. La música parecía haberse perdido definitivamente, hasta que en 2002 hubo un espectacular hallazgo: la mitad de la partitura fue encontrada en Berlín. La cuestión era cómo completar las partes restantes. El Teatro de Lucerna, en coproducción con el de Heidelberg, ha optado por la edición allí utilizada. Thomas Leininger, sentado él mismo al clave, ha completado las piezas que faltaban según el esquema barroco, siguiendo su máxima de ofrecer un buen Vivaldi. Desde hace poco tiempo, Lucerna cuenta con un conjunto barroco de instrumentos originales, La Gioconda. Su director invitado, Michael Form, la dirigió con buen sentido estilístico, a pesar de ciertos desajustes en los vientos. El mundo sonoro del barroco pudo así expandir su retórica, incluso en los expresivos recitativos accompagnato, escritos, éstos sí, por Vivaldi. Cinco de los seis papeles han sido encomendados a las propias fuerzas de la casa. Justamente la decepción vino de los foráneos, el contratenor Bernhard Landauer como Ramiro (hermano de Fernando y amante de la hija de Moctezuma, Teurile). Para los papeles del conquistador Fernando y el general azteca Asprano, pensados originalmente para castrati sopranos, se optó con mucha inteligencia por ágiles voces femeninas, entre las que brilló extraordinariamente Teodora Gheorghiu (no es ninguna sorpresa que se vaya próximamente a la Staatsoper de Viena). El barítono Howard Quilla Croft hizo un autoritario Moctezuma. ¿Y la realización escénica, debida a un equipo mexicano? En resumen, puede decirse que los trajes constituyen el montaje: los aztecas, con muchas plumas y su colorista parafernalia — por supuesto, semidesnudos—, los españoles con corazas, cascos de metal y botas. La acción quedó bastante clara, y los cantantes se mantuvieron durante sus largas arias en rígidas posturas sobre el escenario. La historia transcurre en un museo, y el director de escena se ha permitido introducir algunos elementos irónicos. Pues, como él mismo ha reconocido en una entrevista, le resulta imposible tomarse en serio esta fábula. Por ejemplo, el final feliz, con la unión matrimonial que reúne felizmente a los pueblos, cuando el verdadero Moctezuma fue asesinado en 1520. Mario Gerteis La Ópera de Zúrich continúa en su línea de recuperación del verismo UNA ORGÍA DE SENSUALIDAD ZÚRICH Opernhaus. 3-VI-2007. Zandonai, Francesca da Rimini. Emily Magee, Marcello Giordani, Juan Pons, Boiko Zvetanov, Martina Welschenbach, Martin Zysset. Director musical: Nello Santi. Director de escena: Giancarlo del Monaco. Decorados: Carlo Centolavigna. Vestuario: Maria Filippi. El inquieto intendente de la Ópera de Zúrich, Alexander Pereira, es un enamorado del verismo italiano. Ha ofrecido ya casi todo el repertorio, y ahora ha presentando la obra de mayor éxito en su día de Riccardo Zandonai. La base de la historia, inspirada en la Divina comedia de Dante, es el drama homónimo de Gabriele d’Annunzio, una pieza prototípica del fin de siècle con su predilección por las pasiones desatadas, la sangre y la lujuria. El escritor italiano es el principal representante del decadentismo mediterráneo —una opción estética de una fuerza brutal y una sensualidad sin límites. Hay que plantearse hasta dónde ha influido el manierismo de d’Annunzio en la música de Zandonai. Por supuesto, el maestro Nello Santi, quien desde hace medio siglo es el favorito de los fans operísticos de Zúrich, se opondría a ello enérgicamente. Él puede demostrar de modo categórico que Zandonai ha dotado a su partitura de una sorprendente gama de colores, desde el vigor wagneriano que predominante en la obra hasta ocasionales tonos delicados que nos recuerdan a Debussy. Y puede probar también que Francesca da Rimini es una auténtica ópera de cantantes (aunque no cuente con arias de las que permanecen en la memoria). La mejor prestación fue la de Emily Magee en el papel titular. La soprano norteamericana dispone de un variado colorido vocal —y consiguió Emily Magee y Marcello Giordani mantener la belleza tímbrica incluso en el frenesí erótico. Como su amante Paolo, el tenor Marcello Giordani encontró más problemas, sobre todo en la zona aguda. Ofrecieron incisivos retratos de carácter tanto Juan Pons como el esposo traicionado como Boiko Zvetanov en el enfermizo pretendiente de Francesca. Para la producción se acudió al director de escena Giancarlo del Monaco, cuyo padre, el legendario tenor Mario del Monaco, fue uno de los más grandes intérpretes del papel de Paolo. Curiosamente, su hijo se inclinó más hacia el mundo de d’Annunzio que hacia el de Zandonai, situando la acción en el monumental Vittoriale, que el propio d’Annunzio erigió a su mayor gloria junto al lago de Garda. Una verdadera orgía modernista, que a veces desembocó en el simple decorativismo. Mario Gerteis 59 ENTREVISTA ANGELA GHEORGHIU EL CANTO, UNA ANSIEDAD AMOROSA E ntre las sopranos de la actualidad es Angela Gheorghiu, probablemente, la figura más llamativa. Ello se debe no sólo a su calidad vocal, la amplitud de su repertorio dotado de tesituras variadas y su facilidad para las lenguas, sino también a la belleza de su presencia, tan importante en la actual cultura de la imagen. Gheorghiu es una hermosa y eficaz actriz, que selecciona sus personajes con rigor y los elabora minuciosamente. La voz de nuestra artista tiene un carácter nítido de soprano lírica. A ello se une una riqueza de registros cubiertos por un color esmaltado y un funcionamiento flexible, debido a una emisión muy destilada, lo cual le permite abordar a personajes de distinta exigencia sonora. De tal forma, por ejemplo, se advierte que su carrera se inició con roles de soprano fronteriza con la tipología de la soubrette: Zerlina, Lauretta, Nannetta y Nina. Paralelamente se deslizó hacia partes de típica soprano lírica italiana o francesa como Mimì, Liù, Micaela, Magda, Marguerite, Suzel y Adina. Una excelente técnica de coloratura le ha facilitado resolver las heroínas igualmente líricas pero con pasajes de comprometida agilidad, alternados con instantes de hondo dramatismo: Juliette, Violetta Valéry. Su galería de figuras se enriquece con las que ha registrado en estudio, un medio que ella cuida con especial esmero, Carmen, Leonora de Il trovatore y Manon. 60 La sapiencia de su emisión vocal y la suficiencia homogénea de sus registros la habilitan igualmente para encarnar a caracteres que exigen una utilización del sector grave de la voz como Charlotte y la citada Carmen. Sin forzar la tesitura y evitando desigualdades de color, Gheorghiu ha sabido llevar a buen término estos desafíos desde su peculiar personalidad musical. Asimismo, ha servido a personajes del mundo verista como Nedda y Tosca, ricos en extremos de evidente dramatismo. Mas allá de los escenarios y de los estudios de grabación, la cantante ha demostrado también categoría de actriz cinematográfica. En 2000 rodó el filme de Benoît Jacquot Tosca, con la dirección orquestal de Antonio Pappano, un músico muy asociado a su carrera. Con ella, actuaron Roberto Alagna (Cavaradossi) y Ruggero Raimondi (Scarpia). De 2002 es la película de Barbara Wills Sweete sobre el Roméo et Juliette de Gounod, en parte con bellísimos escenarios naturales. De nuevo en el equipo, Roberto Alagna. Enriquece su personalidad el hecho de estar casada con y ser compañera habitual de Roberto Alagna, uno de los tenores más notorios de nuestros días. Una pareja que puede evocar otra mítica del siglo XIX, la compuesta por Giulia Grisi y Mario de Candia que no por casualidad fueron excelentes intérpretes de los donizettianos Adina y Nemorino. En Gheorghiu y Alagna podemos revivir el encanto de aquella pareja romántica. Por fin ha llegado a Madrid tras visitar otras localidades españolas como Peralada, Santander, Barcelona o Valencia con ocasión de la apertura del Palau de les Arts. El pasado 20 de mayo ofreció un recital operístico en el Teatro Real, sala a la que le gustaría volver con cualquier título de su repertorio, si las circunstancias de agenda y de reparto le resultaran satisfactorias. Su carrera abarca, de momento, una veintena de títulos operísticos, un variopinto menú de canciones, sin excluir alguna de España, y piezas litúrgicas como la Messa da Requiem verdiana. Interrogada sobre distintos temas la cantante desgranó recuerdos y opiniones, siempre con la misma claridad así como una evidente convicción. Si la sensibilidad y la inteligencia pueden conciliarse en el espacio del talento, Angela Gheorghiu es un ejemplo elocuente. Tuve entonces una suerte de doble vida: desde un comienzo estudié y canté a la vez. ¿Cómo ha sido su formación? ¿Cómo era el ambiente en el que se formó? Mis estudios musicales los cursé en el Lyceum de Bucarest. Allí recibí las enseñanzas de canto, acompañamiento instrumental y la formación general de todo músico. musicología, historia de la música, etc. Pero los papeles de obras integrales los trabajo por mí misma, acompañándome al piano. Así lo vengo haciendo desde mi primera audición en el Covent Garden en 1991. Trato de documentarme en cuanto me sea posible acerca de la época y de las circunstancias históricas del personaje, las fuentes literarias que pudieron inspirar la ópera (novela, drama, crónicas) y el aspecto visual de la composición porque cada rol tiene su presencia corporal, su arreglo, sus vestimentas, etc. Otro principio que sigo al pie de la letra es que, antes de llevar a la escena o al concierto una obra, la registro tanto sea en sonido como en audiovisual. No olvido, en todo caso, la solidez y hasta diría la dureza de mi educación escolar como alumna de aquel Lyceum. Si bien el ambiente musical de Bucarest, en aquellos años finales de la dictadura de Ceausescu, seguía siendo rico y culto, políticamente la situación era muy mala. Mis estudios terminaron un año después de la caída del dictador. Recuerdo que, siendo todavía estudiante, hice mi primer viaje fuera del país, a Viena y a Finlandia, con el coro de la iglesia metropolitana, que hacía música religiosa ortodoxa. Estaba asombrada de ver tantos negocios llenos de cosas y tomaba fotos de las fruterías, las verdulerías, las carnicerías, los almacenes de legumbres, porque en mi país lo único que había era escasez. También me llamaba la atención el hecho de que los vieneses y los finlandeses tomaran la abundancia con normalidad y no se maravillaran de tanta luz y tanto esplendor. Lo que sí abundaba en Rumania, como siempre, eran talentos y figuras importantes del arte. En lo musical, más concretamente en el canto operístico, hay una tradición de ¿Y los inicios de la carrera? La primera presentación en público con orquesta la cumplí en el Atheneum como Solveig en el Peer Gynt de Grieg. Además, en poco tiempo recorrí distintos géneros e idiomas: ópera, música rumana, cantos patrióticos, canciones populares. Desde el primer momento me di cuenta de que cantar era para mí un destino y una vocación. Nunca lo entendí como una casualidad, un regalo de la suerte, una fantasía o un sueño, sino como mi vida real. No quería llegar a ser una cantante. Fui una cantante desde el primer momento. ENTREVISTA ANGELA GHEORGHIU grandes nombres: Hericlea Darclée, Alma Gluck, Virginia Zeani y, entre los barítonos, una voz brillantísima y excepcional: Nicolae Herlea. Esta notable cantera, en mi opinión, se debe en parte a la lengua, ya que el rumano proviene del latín y tiene la misma facilidad vocálica que el italiano, por ejemplo. A esta influencia se unen otras, porque Rumania es un país donde se han mezclado muchas culturas. Esta mezcla arroja como resultado personalidades fuertes, un estilo peculiar y un ímpetu que se pusieron de manifiesto cuando cayó el sistema comunista y hubo libertad de expresión. Nos dimos cuenta de que teníamos muchas cosas que decir y las dijimos. Yo misma me dije que era el momento para sostener la palabra con la actitud, más que a la rumana, a lo Angela Gheorghiu. ¿Cree en los concursos de canto como un medio idóneo para iniciar una carrera? Hay diversas vías para comenzar una carrera. Esa doble que yo escogí me parece la más adecuada. Soy enemiga de los concursos, salvo cuando llevan agregada la posibilidad cierta de actuar, de trabajar. Es mejor, en vez de dar dinero en premios, darlo en pago de actuaciones. Cantar un aria en un concierto y luego desaparecer no sirve para nada. Lo que un joven necesita, en esta carrera, más que dinero es hacerse conocer y reconocer. Yo he tenido numerosos compañeros de estudio que fueron premiados en concursos y no han hecho ninguna carrera, quizás porque no tuvieron la oportunidad de ser escuchados por agentes artísticos o directores de teatros. Mi lanzamiento internacional lo debo a La traviata musicalmente dirigida por Sir Georg Solti. Es una obra que sigo representando continuamente. Hace apenas dos meses la canté en Roma con la puesta en escena de mi amigo Franco Zeffirelli, se trata de un regista “normal” porque una obra como ésta raramente, en los grandes teatros, se somete a puestas en escena experimentales. Sí se proponen, las direcciones de dichos teatros las rechazan. Yo soy partidaria de poner en escena las óperas respetando su temática. No estoy de acuerdo, según ocurrió en Madrid, con traer la acción de La traviata a la década de 1940. Ya en esa época, como en la actualidad, una mujer tal que Violetta Valéry, cuando el padre de Alfredo viene a pedirle que abandone a su hijo, lo más lógico, es que le diga: “Ésta es mi casa, señor. Váyase por la misma puerta por donde entró y no vuelva a poner los pies en ella”. En efecto, una mujer moderna no está dispuesta a sacrificarse, sobre todo si sabe Fotos: Rafa Martín ¿Cuál fue el primer momento importante en su carrera? 61 ENTREVISTA ANGELA GHEORGHIU consejo a los directores de escena sería el siguiente: no trabajen contra las posibilidades dramáticas de los cantantes. No conseguirán con ello nada más que estropear la representación. ¿Cómo prepara sus personajes y cómo caracteriza a cada uno de ellos? 62 que tiene una enfermedad mortal como podría ser hoy el cáncer o el SIDA. Personalmente, no entiendo a los registas que pretenden hacer bajar hasta el escenario sus fantasías más estratosféricas, sin tener en cuenta ni al compositor, ni al libretista, ni al autor de la posible novela en la cual se basa la ópera en cuestión. No consigo comprender cómo en esta época de purismo musical, en la que los directores de orquesta tienen un respeto absoluto por las partituras, muchos directores de escena no tienen ninguno por el drama o la comedia que se ponen a dirigir. Así como el director de orquesta debe cumplir su tarea respetando las voces de los cantantes para que no se dañen, lo mismo debe hacer el regista, es decir: un trabajo que no dañe la obra en cuestión. A veces me ha ocurrido encontrarme con profesionales que no conocían la lengua en la cual se cantaba la ópera. Es como si un director de teatro pretendiera montar a Shakespeare en Londres sin saber inglés. No estoy exagerando. Canté una Traviata en París cuyo director de escena lo único que sabía de la ópera era los textos que venían en el librillo de mi grabación junto a Solti. Desde luego tuve experiencias menos antipáticas pero debo decir que en una puesta en escena contraria al asunto de la ópera, yo desaparezco. Si pudiera darle un Poseo una imagen y una identidad para cada uno de mis personajes, que debo tanto a mi trabajo y a mi imaginación como a las circunstancias favorables en que se produjeron las representaciones. Zerlina en Don Giovanni me sirvió de debut en el Covent Garden. Yo debía cantar La bohème pero le pedí a Peter Katona, el director del teatro, que antes me diera un personaje menor para irme adentrando en el ambiente de una gran sala. Masetto era Bryn Terfel, que estaba en la misma circunstancia, de modo que nos apoyamos mutuamente. Luego juramos que no haríamos nunca más estos personajes. Con Nannetta de Falstaff tuve una experiencia estupenda, mi primer encuentro con Seiji Ozawa, que dirigió de memoria una obra compleja y difícil, lo cual es admirable, pero peligroso porque existe el riesgo de perderse. Con todo, el personaje y la música que le ofrece Verdi a Nannetta son como una ensoñación, un encantamiento, un cuento de hadas. Estos dos papeles que acabo de mencionar, al igual que otros como Micaela en Carmen y Liù en Turandot son excelentes para empezar una carrera, aunque no reciban los mayores aplausos de la noche. Se trata de partes relativamente fáciles, menos lucidas que otras de las obras citadas pero que proporcionan seguridad a una cantante novel. Luego vendrán personajes más comprometidos tanto en lo vocal como en lo teatral: Violetta Valéry, Adina de L’elisir d’amore, la Juliette de Gounod, Tosca. Me gustó mucho encarnar a Nina en Chérubin de Massenet junto a María Bayo y Susan Graham. Trabajamos con gran placer, nos hicimos amigas y seguimos siéndolo. Esto destruye la leyenda según la cual las cantantes se llevan mal entre sí. Yo suelo ir a todas las funciones que puedo donde actúan mis colegas y a menudo ellas hacen lo mismo conmigo. Ciertamente hoy existen menos grandes personalidades en la ópera que en tiempos atrás, pero cada una es muy respetuosa del mundo de las demás y ésta es la razón por la cual todas nos llevamos tan bien. Con Mimì de La bohème tengo una relación muy especial. La he cantado en muchas partes del mundo, la he grabado, actuando en ella nos conocimos Roberto y yo, nos enamoramos y nos casamos. Considero que las versiones más corrientes están equivocadas. Se ENTREVISTA ANGELA GHEORGHIU basan en las diferencias existentes entre Mimì y Musetta, que son dos personalidades similares. En efecto, Mimì es el seudónimo de Lucia. Es una chica que utiliza un “nombre de batalla” porque el suyo verdadero es muy vulgar y no resulta eficaz en las relaciones que intenta establecer. Terminará mantenida por un gran señor y lo más posible es que conociera a Rodolfo por haberlo visto en la escalera de la casa donde ambos viven, de modo que no se presenta en su cuarto por casualidad sino porque ya le ha echado el ojo. Es una mujer libre que busca una situación acomodada y al final, cerca de la muerte, quiere despedirse del hombre que ama pero no porque esté en la miseria como sus amigos los bohemios. Me gustaría hacer una Bohème desde esta perspectiva. También es distinta de lo habitual mi percepción de Juliette. Amo especialmente la partitura de Gounod, la he hecho en teatro y en cine. Me atrae su costado erótico y sexy. Los dos enamorados están siempre el uno en brazos del otro, aludiendo a partes del cuerpo, directamente en la alcoba y es así hasta en la escena final que ocurre en un sepulcro. Juliette es el opuesto a la Marguerite de Faust, una niña que se convierte en mujer al quedarse embarazada, lo cual la conduce a la deshonra, la locura y el crimen. Es un personaje que se debe asumir en su época y en su medio social porque en nuestros días, en general, nadie se escandaliza porque una chica soltera se quede encinta, ya que puede libremente tener su hijo o interrumpir el embarazo. Entre Juliette y Marguerite se podría situar a la Suzel de L’amico Fritz. No es ingenua ni astuta sino el resultado de la educación hebraica, muy estricta y rígida en materia sexual. Tampoco es ingenua ni astuta la Adina de L’elisir d’amore sino una mujer acostumbrada a mandar y a ser obedecida por su superioridad social y cultural. Desde luego, el amor que todo lo iguala la hará emparejarse con un campesino inculto y enamoradizo. Otro personaje que me gusta muy especialmente, porque parece que está hecho expresamente para mi voz, es la Magda de La rondine, considerada una obra menor de Puccini pero que yo afirmo enfáticamente que no lo es. Hay que lamentar la escasez de sus representaciones. Yo la hago cuanto puedo, desde que la canté por primera vez en el Covent Garden, lo cual supuso también su estreno en ese teatro. Próximamente la interpretaré en San Francisco y el año que viene, con Roberto, en el Metropolitan. Usted ha cantado partes de distinta tesitura sopranil. ¿Cómo armoniza estas diferencias con su voz? Todos los anteriores personajes pertenecen a tesituras similares, pero debo decir que no me planteo nunca el problema de las tesituras porque yo canto siempre con mi voz, sin forzarla, matizando el color según los personajes. No hay que luchar contra la propia voz ni castigar las cuerdas vocales, sino crear los personajes a partir de la propia personalidad y la propia voz. Por ejemplo: no pretendo que se me oiga como una mezzosoprano en la Charlotte de Werther, de modo que no me pese el registro grave. En la Nedda de Pagliacci, papel que me encanta, lo que más me atrae es su lirismo y su erotismo, especialmente en el dúo de amor con Silvio, con esas frases tan cautivantes como Tutto scordiam… En Tosca, me seduce el hecho de que es una cantante y la entiendo mejor que a ninguna otra persona. Los cantantes, efectivamente, son los mismos a través de los siglos, los países, los sexos, las edades, la diversidad de la educación. Todos tienen, mujeres y varones, la misma mentalidad. Lo sé porque estoy casada con un tenor y conozco a muchos cantantes entre los cuales tengo numerosos amigos. Todos buscamos las mismas cosas, amamos las mismas cosas, sufrimos las mismas cosas. Tenemos los mismos deseos y los mismos sueños. Nuestra vida es difícil. Los hijos y la familia quedan de lado. Los hijos de los artistas padecen, son hijos de padres que quieren ser alguien y para los cuales los pequeños amores y los pequeños odios carecen de importancia, tal vez porque tenemos una ansiedad amorosa que nada ni nadie puede satisfacer. Así es Tosca. Nunca hice, en cambio, en la escena Manon de Massenet, porque espero tener la madurez vocal para encarar la otra, la Manon Lescaut de Puccini, dado que Massenet, sin ignorar sus bellísimas melodías —como la despedida de la mesita y el dúo de Saint-Sulpice—, todo lo resuelve amablemente en clave de vodevil o de opereta, dejando de lado el verdadero drama que está en el texto. En cuanto a la Carmen de Bizet la he grabado en disco y tengo proyectado debutarla en el escenario del Metropolitan el año próximo. Es un personaje apasionante con la locura de la libertad propia de los gitanos, un pueblo que yo conozco muy bien por ser abundante en Rumania, y un ansia desaforada de gustar a todo el mundo, hombres y mujeres. Esto es lo único que le importa y así es que trata de ser amada por todos, en cualquier lugar y en cualquier momento. ¿No se ha planteado cantar alguna heroína de otros repertorios que no sean el italiano o francés? En cuanto al repertorio germano, entre las cosas que no he cantado y que me gustaría cantar alguna vez figura la Agathe de Der Freischütz de Weber, pero no Wagner, un músico genial, aunque no tenía en cuenta a las voces, muy exigidas por el volumen y la duración temporal de sus partes, porque escribía pensando en una orquesta sinfónica. En cuanto a la ópera contemporánea estoy estudiando Marius et Fanny de Vladimir Cosma basada en la obra de Marcel Pagnol, que vamos a estrenar con Roberto. Es una partitura bellísima, muy cantable y muy melódica. Ocurre en Marsella, pero el libreto no está escrito en dialecto sino en un francés canónico que conviene pronunciar con un ligero acento del sur. ¿Admira a algún cantante en especial? En materia de cantantes del pasado no sabría señalar ninguna preferencia. Recuerdo, sí, en cambio, la primera grabación que me impresionó mucho que se debía a Virginia Zeani. Me enseñó a escuchar la voz grabada y me sirvió para, luego, saber escuchar mi propia voz grabada. Con Roberto hemos estudiado con atención muchas grabaciones porque a él le apasiona documentarse sobre todo lo que hace al canto. Yo no tengo, según dije, personalidades favoritas, sino que me gustan ciertos intérpretes en determinadas obras. Me gusta la Carmen de Teresa Berganza y en el cine, la de Julia Migenes Johnson como personaje. La de Callas es muy interesante, pero, para mi gusto, es como demasiado trágica. Yo imagino una gitana más juguetona y sensual. En Traviata admiro mucho el filme de Anna Moffo con Franco Bonisolli, los dos muy hermosos. En el bel canto siempre me gusta Callas y en el verismo Renata Tebaldi. En este repertorio también Magda Olivero, cuya voz no siempre suena bien, pero que en pasajes muy dramáticos, así como en los pianissimos, está realmente genial. Asimismo, admiro la versatilidad de Montserrat Caballé. Y también me gusta, especialmente, Roberto Alagna. Debo decir que la experiencia del matrimonio entre cantantes es muy fructífera. No porque en la vida real nos amemos como en el escenario se aman nuestros personajes sino al revés: porque hay una química especial, una armonía que hace igualmente armónica la conjunción de las voces, como si el amor exaltara los armónicos del sonido. Y en este resultado artístico sí que hay muchísimo de personal. Blas Matamoro Fernando Fraga 63 D I S C O S EXCEPCIONALES LOS DISCOS XCEPCIONALES DEL MES DE JULIO La distinción de DISCOS EXCEPCIONALES se concede a las novedades discográficas que a juicio del crítico y de la dirección de la revista presenten un gran interés artístico o sean de absoluta referencia. BIBER: Sonatas del Rosario para violín ALFRED BRENDEL. Pianista. y continuo nºs 1-9. SONNERIE. Grabaciones inéditas. Obras de Beethoven, GAUDEAMUS CD GAU 350 El placer se multiplica con la expectativa nunca defraudada de sorpresas constantes pero siempre oportunas. De primera necesidad. A.B.M. Pg. 79 Chopin, Busoni y Mendelssohn. 2 CD PHILIPS 475 8322 Un enorme nivel de autoridad intelectual, con un grado de espontaneidad y frescura formidables. R.O.B. Pg. 99 BINCHOIS: Joye. Les plaintes. SERGIU CELIBIDACHE. Director. GRAINDELAVOIX. Director: BJÖRN SCHMELZER. Ensayos e interpretación. Obras de Strauss y Rimski-Korsakov. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. GLOSSA GCD P32102 Absolutamente imprescindible para cualquier interesado en la música antigua. J.L.F. Pg. 79 HAENDEL: El triunfo del Tiempo y del Desengaño. DESSAY, HALLENBERG, PRINA, BRESLIK. LE CONCERT D’ASTRÉE. EMMANUELLE HAÏM, clave, órgano y dirección. EUROARTS 2060368 Sin duda que se avecinan buenos tiempos para disfrutar del legado de este director inolvidable. E.P.A. Pg. 108 EMIL GILELS. Pianista. Obras de Mozart, Beethoven, Schumann y Mendelssohn. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440073 4265 2 CD VIRGIN 3 63428 2 Esta grabación se convierte en una de las grandes novedades haendelianas del año. E.M.M. Pg. 84 MOZART: Sonatas. Preludios. Danzas. Variaciones. ANDREAS STAIER Y CHRISTINE SCHORNSHEIM, STEIN-VIS-A-VIS. HARMONIA MUNDI HMC 901941. Un disco insólito que hay que escuchar con los oídos bien abiertos por su rareza y su jugoso contenido. A.R. Pg. 88 SCHUBERT: Sonata D. 959. 6 Danzas D. 820. 4 Ländler D. 814, e.a. CHRISTIAN ZACHARIAS, piano. MDG 340 1440-2 Este es el Schubert no sólo de un grandísimo pianista, sino sobre todo de un experto conocedor y dominador de estos pentagramas. R.O.B. Pg. 92 TELEMANN: Cantatas para bajo y Tríos. KLAUS MERTENS. IL GARDELLINO. ACCENT ACC 24167 La voz de Mertens resulta absolutamente idónea para estas cantatas. Un disco sumamente recomendable. A.B.M. Pg. 96 VIVALDI: Música para mandolina y laúd. ROLF LISLEVAND, laúd, guitarra barroca y mandolina. DIVERSOS ACOMPAÑANTES. NAÏVE OP 30429 Versiones de sensualidad y morbidez muy sugerentes que dan personalidad al Vivaldi planteado por este excepcional laudista noruego. P.J.V. Pg. 98 64 Un soberbio recital, y uno de los pocos filmados, de uno de los pianistas más sensacionales del siglo XX. R.O.B. Pg. 109 ARTE DE LA GUITARRA. Obras de Albéniz, Arcas, Villa-Lobos, Myers, Grieg, Debussy, Carlevaro, Mertz, Sor, Sojo, Brocá y Sáinz de la Maza. DAVID RUSSELL, guitarra. TELARC CD-80672 Una nueva lección de guitarrismo del mejor y de musicalidad. J.P. Pg. 101 DANZAS PARA GUITARRA BARROCA. Obras de Sanz y De Murcia. RAFAEL BONAVITA, guitarra. ENCHIRIADIS EN 2015 Un disco bellísimo cuya audición nos hará un poco más felices. J.P. Pg. 101 KEEPING SCORE. Copland and the American Sound. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN FRANCISCO. Director: MICHAEL TILSON THOMAS. SAN FRANCISCO SYMPHONY AVIE AV821193600159 Tilson Thomas demuestra talento y derrocha la mejor pedagogía. S.M.B. Pg. 110 DISCOS Sasha Gusov LERA AUERBACH DAVID FRAY Año XXII – nº 221 – Julio-Agosto 2007 F. Reinhold SUMARIO ACTUALIDAD: Ronda de pianistas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65 REFERENCIAS: Mahler: Sinfonía nº 6 “Trágica”. J.L.P.A.. . . . . 66 ESTUDIOS: Joachim Hess en DVD. S.M.B. . . . . . . . . . . . . 68 Naxos Archivo Milken. P.E.M. . . . . . . . . . . . . 69 BREVES: Ballets en DVD. B.M.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70 REEDICIONES: DG Original Masters. E.P.A.. . . . . . . . . . . . . . 71 Membran Documents. B.M. . . . . . . . . . . . . . . 72 Myto. A.V. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 Warner Apex. D.A.V. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 PentaTone. A.V.U. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74 DG Opera House. F.F. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 75 DISCOS de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . 76 DVD de la A a la Z . . . . . . . . . . . . . . . . . 106 NEGRO MARFIL. P.E.M.. . . . . . . . . . . . . . . 111 ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS . . . . . 112 Novedades al teclado RONDA DE PIANISTAS C omo informábamos en nuestro pasado número de junio el 70 cumpleaños de Vladimir Ashkenazi se ha traducido discográficamente en dos nuevas referencias: un álbum de 8 CDs con una selección personal de sus registros favoriEVGENI KISSIN tos —de Bach, Mozart y Beethoven a Ravel, Rachmaninov y Prokofiev— y una muy reciente grabación de las Variaciones Diabelli —partitura inédita hasta ahora en su extensa discografía— que se complementa con las 12 Variaciones sobre la danza rusa del ballet “Das Waldmädchen” de Paul Wranitzky, igualmente beethoveniana. Warner también ha optado por reunir en una caja de 4 CDs los “viejos” registros aparecidos primitivamente en Teldec del joven pianista turco (Ankara, 1970) Fazil Say, ahora artista de Naïve. En este sello francés debe destacarse la última grabación de la jovencísima Lise de la Salle (Cherburgo, 1988) con los primeros conciertos de Shostakovich, Liszt y Prokofiev en compañía de la Orquesta Gulbenkian y el ubicuo Lawrence Foster. El francés David Fray inaugura su contrato en exclusiva para Virgin con un original álbum que agrupa los nombres de Bach (Partita nº 4, Suite francesa en re menor) y Boulez (12 Notaciones). Chopin (Baladas, Barcarola, Berceuse) protagoniza el nuevo registro de François Chaplin en Arion (Harmonia Mundi). Precisamente para Harmonia Mundi, el norteamericano Jon Nakamatsu, junto con Jeff Tyzik y la Filarmónica de Rochester, nos ofrece su versión de dos clásicos de Gershwin: el Concierto en fa y la Rhapsody in blue. También en Harmonia Mundi Paul Lewis sigue su periplo beethoveniano con otra entrega que coincide en el mercado con el sexto volumen de la integral de Sonatas del músico de Bonn a cargo de Gerhard Oppitz (Hänssler). Lovro Pogorelich, el hermano poco conocido de Ivo, ha grabado en París los Cuadros de una exposición y cinco Preludios de Rachmaninov (edita Intrada). El autor de Vocalise acapara los contenidos (9 Estudios-Cuadros op. 39, Variaciones sobre un tema de Corelli, 6 Poemas op. 38 con la soprano Elena Brilova) del último disco de Alexander Melnikov para Harmonia Mundi que también publica el Concierto nº 1 de Brahms por Cédric Thiberghien con Jiri Belohlávek y la Sinfónica de la BBC. En Sony-BMG reaparece Bruno Leonardo Gelber con un recital Scarlatti, al tiempo que Jean-Marc Luisada dedica su última sesión discográfica a Chopin. Evgeni Kissin —hasta ahora artista BMG— comienza su contrato en EMI con la ayuda de Colin Davis y la Sinfónica de Londres; en el programa el Concierto de Schumann y el nº 24 de Mozart. Por otra parte, Lera Auerbach defiende en BIS, bajo el título Preludios y Sueños, su obra pianística y Cyprien Katsaris ve disponible en el mercado español su propio sello Piano 21 de la mano de Diverdi: una veintena de novedades y reediciones entre las que se incluye un DVD rodado por Claude Chabrol en el Festival Internacional de Echternach (Luxemburgo). Y concluimos con dos interesantes novedades de Naxos en torno al repertorio español, ambas a cargo del veterano Gillermo González: el segundo volumen de la obra pianística de Albéniz (Recuerdos de viaje, Espagne, Azulejos, La Vega, Navarra) y el legado que para este instrumento compusiera Ernesto Halffter. 65 D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS Gustav Mahler SINFONÍA Nº 6 EN LA MENOR “TRÁGICA” E 66 s casi el “número de la bestia”, 6/6, pero es que hablamos —así se pide— de seis versiones de la Sinfonía nº 6 de Mahler. Respetemos, más o menos, las reglas del juego: las versiones anotadas son seis (son realmente diez, pero hay truco). Podrían ser muchas más: hay una cantidad formidable —alrededor de treinta— de grandes interpretaciones de una obra que sólo ha empezado a estar presente en los circuitos discográficos desde los años 60, y de la que actualmente se pueden contabilizar más de 110 versiones en CD (parece increíble, pero es así); sin embargo, a la par, la paradoja: no creo que haya una traducción definitiva, excepcional, de la obra, está por llegar —como el “tiempo” de Mahler— o quizá nunca se produzca. Es casi imposible — hasta hoy lo ha sido— sacar a la luz, revelar, hacer audible todo lo que Mahler ha escrito en sus pentagramas. Para entendernos: aunque siempre, con cualquier gran autor, la música compuesta será superior a cualquier realización de la misma, en el caso de la Sinfonía en la menor la partitura rebasa a todas sus realizaciones sonoras en el terreno fonográfico. Mahler compuso su Sexta Sinfonía durante los veranos de 1903 y 1904, y dio a conocer la obra el 27 de mayo de 1906, en el curso de un “Festival de música contemporánea” celebrado en Essen, dirigiendo el autor a la Filarmónica de Viena. La composición llegó a inquietar seriamente al artista, que se replanteó el orden interno de los movimientos centrales de una página, que exigía, además, un insólito elemento, el “martillo”, un instrumento de percusión que debería sonar “como el golpe que el hacha propina al tronco del árbol para derribarlo”, en palabras del músico. Tras una primera edición de la partitura, Mahler decidió invertir el orden de los movimientos centrales, anteponiendo el Andante al Scherzo1. Posteriormente, decidió suprimir, sin duda supersticiosamente, el tercer golpe de martillo del movimiento final2. Charles Adler. Orquesta Sinfónica de Viena (1952). SPA/LP. Conifer/CD. Dimitri Mitropoulos. Orquesta Filarmónica de Nueva York (10 de abril de 1955). Replica/LP. NYPO Editions/CD. El británico Frederick Charles Adler (Londres, 1889 Viena, 1959) conoció jovencísimo, con apenas quince años, a Gustav Mahler, y con sólo 21 el músico le responsabilizó de la preparación de los coros para el estreno muniqués de la Octava Sinfonía. A comienzo de los años cincuenta, y con la bendición de Alma Mahler, Adler comenzó una serie de grabaciones de las Sinfonías mahlerianas para su propia compañía discográfica, SPA, que incluyeron las pioneras versiones de la Sinfonía nº 3 (1951), el Andante-Adagio y el Purgatorio de la Décima en la edición de Krenek (1952), y la Sinfonía “Trágica” (igualmente 1952). Sus lecturas, siempre con la Sinfónica de Viena, descubren a un hondo conocedor de la obra de Mahler, que realiza verdadero apostolado en una época en la que las obras en cuestión estaban entre lo menos interpretado del catálogo del compositor. Su traducción de la Sexta (duración 80:17) es rigurosa, cuidadosamente matizada en ciertos pasajes (por ejemplo, los pizzicati puente entre el primer tema y el “tema de Alma” en el primer movimiento), naturalmente se adscribe al orden Andante-Scherzo, y tiene la singularidad de propinar el tercer “Hammerschlag”. Tres años después, Mitropoulos retomaba en Nueva York la obra que él mismo había estrenado en 1947. La Edición Mahler de la Filarmónica neoyorquina ha recuperado la interpretación de aquel concierto, no perfecta pero electrizante, con tempi claramente ligeros: la pieza le dura 72:58 —al teóricamente rapidísimo Kubelik (1968, DG) la obra le ocupa durante 74:16—, pero hay que contabilizar que Mitropoulos no hace la repetición de la exposición en el Allegro de apertura. Como es lógico, el orden de los tiempos centrales es Andante-Scherzo. Leonard Bernstein. Orquesta Filarmónica de Nueva York (mayo de 1967) CBS/LP. Sony/CD. George Szell. Orquesta de Cleveland (octubre de 1967). CBS/LP, Sony/CD. Del mismo año —que ya no sólo de la misma década— son las dos interpretaciones que se cotejan: el centenario mahleriano, 1960, había comenzado a desatar ligaduras y la música del bohemo empezaba a llegar, como un alud imparable, a las salas de conciertos y a los discos. Fue Leonard Bernstein el pionero fonográfico que por vez primera plasmó en LPS (13), maravilloso álbum numerado de la Columbia/CBS, un integral de las Sinfonías, cuya grabación, iniciada en el mismo 1960, se cerraba en mayo del 67 con esta traducción de la Sinfonía en la menor (77:57). Bernstein volvería a llevar al disco la obra veintiún años después, septiembre de 1988, con la Filarmónica de Viena (DG, 84:02), pero esa segunda alternativa, excelente en muchas cosas, no posee el drive formidable, avasallador de la versión de Nueva York. El orden interno —la edición Ratz del 63 es la Biblia en ese momento— es ScherzoAndante. Del mismo año del final del ciclo Bernstein data la interpretación tomada en concierto de George Szell con la Orquesta de Cleveland. El maestro húngaro-americano no fue un mahleriano enciclopédico —tampoco lo fueron Walter o Klemperer—, pero fue un grandísimo traductor de páginas como la Sinfonías Cuarta, Sexta, Novena, Décima (los dos movimientos editados por Krenek), La canción de la tierra o el ciclo de canciones orquestales Des Knaben Wunderhorn. Su lectura de la Sinfonía “Trágica” es una síntesis de su arte interpretativo, basado en una perfección en la ejecución que bordea lo sobrehumano —es asombroso que se trate de una versión de concierto—, control rítmico exhaustivo y detallismo de microscopio. Los tiempos son rápidos, no hay repetición en el primer movimiento y la duración (73:21) es cercana a la de Mitropoulos. Jascha Horenstein. Orquesta Sinfónica de Bournemouth (19 de febrero de 1969). BCC Music/CD. Jascha Horenstein llegó relativamente tarde a la Sexta Sinfonía de Mahler. La famosa grabación de Estocolmo, tomada de los conciertos de 15 y 17 de abril de 1966, representaba, paradójicamente, su primera interpretación de la pieza. Fue publicada por el heroico John Goldsmith, el fundador del sello Unicorn, tras la muerte del músico, al haberse perdido la oportunidad de una grabación en estudio —proyectada precisamente por Jerry Bruck, inveterado admirador del artista—, como las realizadas por la misma firma en 1970 y 1971 con las Sinfonías Tercera y Primera. Horenstein volvió a dirigir la obra en otras tres oportunidades: en Viena en el mismo 1966, en Helsinki en 1968 y en Bournemouth el 10 de enero de 1969. Esta última traducción, publicada recientemente por BBC Legends (84:31), presenta tempi levemente más ligeros que los de Estocolmo y no menor concentración interna ni cohesión estructural de la obra, en lo que es una lectura imponente de los pentagramas, acaso más “cortante”, más acida, que la propuesta sueca. Naturalmente, no habiendo dirigido la partitura antes de 1963 —el año de la edición vienesa de Edwin Ratz—, Horenstein se decanta por el orden Scherzo-Andante en los movimientos centrales. La capacidad de Horenstein para comprender y apuntalar las estructuras mahlerianas se hace patente en pasajes como el reinicio del tiempo de marcha en un estremecedor “Pesante” tras el primer golpe de martillo (Finale, desde 3 compases antes del nº 134, a partir de 15:18 del corte 1 del segundo CD). Pero, atentos mahlerianos de pro, la más honda de las lecturas de Horenstein, Filarmónica de Helsinki/1968, aún espera su publicación y reposa, por ahora, en los archivos de la emisora YLE finlandesa, aunque ha circulado en copias privadas. Harold Farberman. Orquesta Sinfónica de Londres (noviembre de 1979). MMG. VOX/CD. Es un Outsider. Harold Farberman (Nueva York, 1929), una de las más interesantes y arrinconadas figuras del Ordo musical —fue el primer artista que grabó completas las Sinfonías de Ives—, registró entre 1978 y 1983 — así parece— el ciclo mahleria- D D I SI CS O C O S S REFERENCIAS no para MMG/VOX, aunque sólo llegaron a publicarse las Sinfonías Primera, Segunda, Cuarta, Quinta y Sexta. La duración (88:08) ya nos indica que estamos ante una de las opciones de tempi más amplios, pero ello no comporta un discurso cansino, al contrario: Farberman “propulsa” a la acaso más mahleriana de todas las orquestas con la energía de una locomotora, jugando, además, la baza de la claridad a ultranza, ayudada por la magnífica grabación de Max Wilcox. Farberman fue, de otra parte, uno de los escasos “resistentes” u opositores a la corriente homologada por Ratz sobre el orden de los movimientos internos, pero, como en el caso de alguna otra producción previa 3, la compañía de discos cambió el orden de movimientos querido por el director, sin consulta al mismo, en la edición en CD (no así en la primera edición en LP de 1980) para seguir la secuencia de la partitura editada por Ratz, esto es, ScherzoAndante moderato. Todavía un último dato de “iconoclastia”, la inclusión del tercer “golpe de martillo” en el movimiento final. Pierre Boulez. Orquesta Filarmónica de Viena (mayo de 1994). DG/CD. Edo de Waart. Orquesta Filarmónica de la Radio de Holanda (19 de marzo de 1994). RCA/CD. Seis años después de la segunda lectura de Bernstein, la orquesta que estrenara la obra, la Filarmónica de Viena, volvía a grabar la composición en la que sería la quinta de las seis interpretaciones que de la orquesta se han llevado a soporte fonográfico, el registro de estudio comandado por Pierre Boulez (79:22), en lo que nació como producto aislado y ha terminado por ser inicio del tercer ciclo Mahler que la empresa germana ha patrocinado. Un Boulez casi septuagenario descubría entonces —hoy ya nos es habitual en ese “otoño del patriarca” en el que venturosamente estamos— una vena lírica, efusiva, sin dejar de lado la meticulosidad y exactitud que han sido marchamo de toda su carrera como director, que convertía su propuesta en una de las más afortunadas de los últimos años. Entre 1992 y 1995, y en colaboración con los organismos NOS, VARA y TROS de la radio y televisión públicas de Holanda, Edo de Waart dirigía un extraordinario ciclo de las Sinfonías con la que ha sido su orquesta, la Filarmónica de la Radio de Holanda, entre 1989 y 2004. La Sexta Sinfonía se interpretaba (y grababa) unas semanas antes de la precitada lectura de Boulez; como en Horenstein o Farberman, es esta una propuesta amplia (85:14), de tempi espaciosos, pero imperiosa en su impulso y —como Boulez o Farberman— diamantina en su claridad, cargada de detalles reveladores, como los 32 fa sostenidos en corcheas de contrafagot y contrabajos al inicio de la Coda del Allegro inicial, 8 compases antes del nº 37 (Corte 1, 20:18 a 20:41), verdadera maquinaria de lo siniestro, o el hermosísimo Andante, dicho con unción, hondura, elegancia y grandeza. Andreas Delfs. Orquesta Sinfónica de Milwaukee (7 de noviembre de 1999). MP3/ Internet. La enésima rareza/sorpresa nos llega desde la orilla oeste del Lago Michigan, al sur del Estado Wisconsin: y no viene de Madison, la capital, sino de la urbe industrial mayoritaria, Milwaukee, cuya orquesta nació en 1959 y en el 2009 celebrará (sólo) su cincuentenario. En ese 2009 está previsto que concluya la titularidad del hombre que, desde 1997, ha dirigido al conjunto, el germano Andreas Delfs, nacido en Flensburg el mismo año en que surgía su orquesta (1959). Con Delfs, la institución ha creado su propio sello discográfico (MSO), y su propia línea de descargas por Internet, que permiten adquirir “on line” sus producciones grabadas, entre las se encuentra un ciclo, en curso de realización, de las Sinfonías mahlerianas, y del que ya están en la red la Sexta y la Séptima. Estamos aquí ante un sorprendente Mahler de una orquesta de provincias, con tomas derivadas de concierto que hacen gala de un elevado nivel técnico por parte del conjunto y de una rectoría musical contundente, diáfana y poderosa en ideación. Delfs no corre (81:20), recrea la música con frescura y no vacila a la hora de propinar el tercer “Hammerschlag”. Mariss Jansons. Real Orquesta del Concertgebouw. Ámsterdam (febrero de 2005). RCO Live/SACD. El admirable músico letón es un mahleriano en estado permanente de tentativa. Su primera incursión en la materia se remonta a 1989 (Sinfo- nía nº 2 con la Filarmónica de Oslo para Chandos); vino luego una propuesta de grabar todo el ciclo con dicha agrupación para el sello noruego Simax, de la que sólo se grabaron y publicaron las Sinfonías Primera (1999) y Novena (2000). En noviembre del 2002 Jansons interpretó la Sexta Sinfonía con la London Symphony, que fue editada en el propio sello de la agrupación, y en febrero de 2005 volvió a la obra con su nueva orquesta del Concertgebouw, también grabación de concierto e igualmente editada por el sello de la formación. En la línea de las propuestas amplias (83:47), su interpretación se separa poco de la ya excelente opción londinense, aunque en esta instancia el virtuosismo orquestal y la fabulosa toma de sonido superan el elevado nivel previo. Tanto aquí como allí, Jansons vuelve al preterido orden Andante-Scherzo. Jansons, por cierto, no incluye el tercer golpe de “martillo” por una cuestión “logística”, ya que estima que la ubicación lógica de ese tercer ataque percutido sería el primer compás del nº 164, y no 10 compases más tarde, como se apunta en la nota a pie de página en la edición de Edwin Ratz, idea sustitutiva con la que el firmante coincide plenamente. Jansons es, por tanto, el último eslabón de una cadena que, es obvio, está lejos de haberse cerrado. José Luis Pérez de Arteaga 1 De hecho, tras el ensayo general, Mahler manifestó su decisión de intercambiar la posición de los movimientos centrales de la Sinfonía, según narraría Klaus Pringsheim, ayudante en su día del artista. 2 Los tres “Hammerschlag” figuraban en los compases iniciales de los nºs 129 y 140, y siete compases antes del nº 165 de la partitura. 3 La de Sir John Barbirolli con la New Philharmonia de Londres, grabada por EMI en Julio de 1967; aunque la grabación se hizo siguiendo el orden de movimientos Andante-Scherzo, la firma discográfica, sin consultar al director, prefirió reordenarlos según el esquema Scherzo-Andante moderato de la edición de Edwin Ratz de 1963, orden que se mantuvo asimismo en la primera edición en CD de 1994, pero que se devolvió a la secuencia original en la reedición de 1996, con nota explicativa y de disculpas de la firma. 67 D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS Bruno Maderna y Marek Janowski JOACHIM HESS: DOS ÓPERAS-FILM PARA LA HISTORIA D BERG: Wozzeck. TONI BLANKENHEIM (WOZZECK), SENA JURINAC (MARIE), GERHARD UNGER (CAPITÁN), HANS SOTIN (DOCTOR), PETER HAAGE (ANDRES), RICHARD CASSILLY (TAMBOR MAYOR), ELISABETH STEINER (MARGRET). CORO DE LA STAATSOPER DE HAMBURGO. ORQUESTA FILARMÓNICA DEL ESTADO DE HAMBURGO. Director musical: BRUNO MADERNA. Director de escena: ROLF LIEBERMANN. Director de vídeo: JOACHIM HESS. ARTHAUS 101 277 (Ferysa). 1970. 106’. Mono. H/R PN PENDERECKI: Los demonios de Loudun. TATIANA TROYANOS (MADRE JEANNE), ANDRZEJ HIOLSKI (GRANDIER), HORST WILHEM (PADRE MIGNON), KURT MARSCHNER (ADAM, EL FARMACÉUTICO), HEINZ BLANKENBURG (MANNOURY, EL CIRUJANO), INGEBORG KRÜGER (PHILIPPE). CORO DE LA STAATSOPER DE HAMBURGO. ORQUESTA FILARMÓNICA DEL ESTADO DE HAMBURGO. Director musical: MAREK JANOWSKI. Director de escena: KONRAD SWINARSKI. Director de vídeo: JOACHIM HESS. 68 ARTHAUS 101 279 (Ferysa). 1969. 106’. Mono. H/R PN os excelentes reposiciones, dos registros audiovisuales ya clásicos de la televisión alemana y de la Ópera de Hamburgo, de los tiempos de Rolf Liebermann (1910-1999). Ambos son filmaciones del veterano director Joachim Hess (1925), que también fue responsable de unas Bodas de Fígaro, unos Maestros cantores, una Elektra, un Fidelio, una Flauta mágica y varias películas más pensadas para el cine televisado. Hess tenía sentido de lo que tenía que ser ese tipo de cine: divulgación de calidad, respeto por las puestas en escena ajenas, conversión de lo teatral en puro cine, aunque según las circunstancias pueda notarse más el origen escénico en algunas ocasiones; así, Los demonios de Loudun recuerdan más que se trata de un montaje teatral que el Wozzeck. Pero en ambos casos se trata de buen cine. Y con muy buenos subtítulos en español y otros idiomas. Este Wozzeck es un esperadísima reedición en DVD de este clásico de la ópera en televisión y cine. Se trata de una auténtica película, rodada en escenarios naturales. Es una visión “realista” del Wozzeck de Alban Berg, y además rica por la calidad de los intérpretes, tanto en el canto como en la actuación; y por la de la propia filmación de Hess a partir de la propuesta escénica de Hamburgo de Liebermann. Recuerdo el impacto que me produjo ver por primera vez esta película, ya tarde, a comienzos de los 80 tal vez, en el cine Bellas Artes de Madrid. La toma monoaural tiene el suficiente buen sonido como para apreciar la excelencia de la ópera y de sus intérpretes. Desde luego, las referencias habituales en CD rinden más justicia a lo puramente lírico-dramático. Pero se aprecia perfectamente la propuesta de Maderna y Hamburgo, base esencial de un film que, lógicamente, privilegia rostros, gestos y voces. Las voces son espléndidas; la creación de Blankenheim es ya legendaria, sin necesidad de ser el mejor Wozzeck de la historia; Sena Jurinac consigue una Marie llena de veracidad, una construcción del personaje insuperable en lo vocal y lo histriónico, por el logrado equilibrio entre lirismo y dramatismo que le da a su personaje. Excelente Unger, en ese muñeco articulado que es el Capitán; y también Sotin, en el Doctor, sobrio en su indiferencia, en su desdén que se acerca a lo inhumano. Sorprende, al cabo de los años, esa bella y sugestiva Margret de Elisabeth Steiner, en una propuesta alejada del tipo de “vecina siniestra” que a veces hace inverosímil los avances del protagonista en la segunda escena del baile. En cuanto a imágenes, esta película es una de las propuestas de mayor interés para este maravilloso título del teatro lírico. Vendrán mucho más tarde las versiones “realistas”, como la de Dressen con Abbado (con Grundheber de protagonista, que aquí hace uno de los aprendices de la escena del baile) y las más abstractas de Chéreau y Mussbach (Barenboim y Cambreling, respectivamente), pero la de Liebermann y Hess queda como la única filmación no teatral, sino plenamente cinematográfica. No por ser la única es recomendable, sino por sus valores fílmicos, además de dramáticos y musicales: si empezamos por el final, veamos cómo resuelve Hess la muerte de Wozzeck, el paseo “de espaldas” del Doctor y el Capitán, la amplia secuencia que conduce al final con los niños, y el contrapicado de éstos, que nos da un final terrible, doloroso; como ha de ser ese final, pero con menos patetismo y sin embargo mayor desazón. Casi cuatro décadas después, este film sigue siendo una obra de arte en todos sus aspectos artísticos. La puesta en escena de Los demonios de Loudun de Konrad Swinarski recibió críticas por su complejidad, y no fue muy bien recibida precisamente porque había demasiadas cosas para un teatro tan grande. El detalle, al parecer, se perdía. Esa fue la gran baza de Hess a la hora de filmar la producción. Incluso en los momentos puramente teatrales en que hay varias escenas simultáneas, Hess supo resolverlo de manera cinematográ- fica. Es la primera ópera de Penderecki, está en alemán, y trata un tema que durante décadas fue favorito de varios artistas, al menos a partir de Aldous Huxley, autor de la novela del mismo título (1952). Urbain Grandier, párroco de San Pedro, en Loudun, es el cabeza de turco de una intriga política, una envidia vecinal y una histeria de las ursulinas locales, con la madre Juana a la cabeza. La ópera es casi contemporánea de la efectista película de Ken Russell, y tiene también su lado de “efecto”, pero se trata de una música y una dramática consecuentes con la Pasión y las obras sobre Auschwitz compuestas por Penderecki en la década de los sesenta. La pasión de Grandier ocupa todo el tercer acto: la tortura, la pasión y muerte es tan semejante al drama del Calvario que, como dice una dama que yo conozco, “parece que no pasan los siglos”. Grandier es un cura promiscuo, eso es todo. Pero le cae mal a ciertos notables burgueses de la ciudad. Y comete la imprudencia, o simplemente tiene la gallardía de solidarizarse con las fuerzas vivas de la ciudad en contra del despotismo que llega de París (Richelieu). Siempre hay música, pero no siempre hay canto. La línea de sor Juana es discontinua, elevada para la tesitura de mezzo, excitada, retrato de una perturbada. La de Grandier evoluciona hacia el pavor, la resignación, incluso la santidad. Por otra parte, la obra es abundante en personajes con relieve concreto, imprescindible, pero se trata de demasiada polifonía de solistas (si se me permite la expresión) para reseñar siquiera unos cuantos: burgueses, aristócratas, clérigos, militares, incluso un personaje de sangre real (Condé), las dos amantes de Grandier, las monjitas que enloquecen progresivamente de manera muy semejante a las amigas de Abigail en The crucible (Las brujas de Salem)… Acaso no sea una obra maestra, pero es una ópera de enorme altura trágica y de gran sentido lírico, un lirismo que (no hace falta insistir en esto) tiene poco que ver con la ópera tradicional. D D I SI CS O C O S S ESTUDIOS No es vanguardia, pero se nutre de elementos vanguardistas, y rinde tributo a su época, sin que eso signifique que se le note la fecha. Hace doce años reseñábamos la reedición en CD de esta ópera extraordinaria, y probablemente es la misma toma sono- ra. No es cuestión de repetirse, pero tampoco de remitir al lector a un comentario oculto en un número tan lejano de esta revista. Recordemos que mostrábamos nuestra admiración por los dos protagonistas, Tatiana Troyanos y Andrzej Hiolski, y por la dirección del entonces joven Marek Janowski, que sólo tenía treinta años, así como por toda la compañía de la Ópera de Hamburgo. Aquí hay que encomiar especialmente la dirección escénica de Swinarski y la toma de Hess; ambos consiguen una película inquietante, un drama y una tragedia conmovedores. En resumen: dos filmaciones de Joachim Hess a partir de dos obras maestras del siglo XX, un teatro de ópera ejemplar y unos cantantes y conjuntos de altísimo nivel. estructura que pertenece a la escritura propiamente dicha de Bashevis Singer y crea la suya, la musical, fragmentada, brusca, elíptica, angustiada, inquieta, inquietante, que borra la continuidad inventada por el escritor, como un prodigioso vestido que no existe sino para hacernos creer que es indispensable. Si las canciones de Rumshinsky y otros compositores (Smulewitz y Meyerowitz) del Teatro Yiddish de la Segunda Avenida (años 1920), cuentan el mismo mundo, ninguna se atreve a explicar el cómo y el cuándo: cada una se ocupa de una parcela de este mundo; en aquella, uno da noticias de su salud a su mamá que quedó en Europa, allá el otro comenta la vida ajetreada de América, en una tercera ella cuenta su amor, incluso hay sitio par el fervor religioso, pero esas noticias intermitentes, aun cuando suenan una tras otra, no consiguen configurar la realidad completa (los pogromos, la miseria, véase, por ejemplo, Bashevis Singer); y esa evitación no hace sino aumentar la inquietud sobre la “cosa” general. Las cantantes, como es habitual en esa serie American Jewish Music, son maravillosas: unos estudios musicales múltiples les permite ir de la ópera a Broadway pasando por el Teatro yiddish, sin que su formación en uno de los repertorios sea una deformación o malformación para el otro repertorio; Elisabeth Shammash, magnífica Idamante (en Idomeneo de Mozart) y a la vez “cantora”, es también la protagonista de Un pequeño milagro, cantata de David Storck (1939), mezclando el inglés, el hebreo y yiddish en una suerte de pesadilla que va al corazón del horror. Esa y las tres obras del CD que completan un retrato de una vida judía contemplativa, obedecen a una voluntad diferente, esencialmente continua, unificada, en la que incluso tiene cabida un cierto placer arcaico, gestual (Tekiah, sobre una suerte de alfabeto Morse). Al llegar a la tierra prometida, es decir Estados Unidos (estamos en 194…), Milhaud el sefaradi y Wolpe el ashkenaz reciben el encargo de componer un ballet sobre Moisés: Opus Americanum nº 2 (suite de concierto de Moisés) y The Man from Midian. Ambos compositores tenían una gran experiencia con el teatro, aunque muy diferente, pues Milhaud tuvo gran éxito con los Ballets Russes y con la competencia, los Ballets Suédois, mientras Wolpe sudó la gota gorda con Habima en Israel. Los compositores trabajan en direcciones opuestas: mientras Milhaud utiliza un lenguaje más internacional (Naxos nos debe sus obras “de azar dirigido”) Wolpe integra músicas jalutz (de los pioneros) y árabes en una suerte de variación continua (la versión para dos pianos, más dura y larga, también en Naxos). Las obras de Chajes, Fromm, Helfman para “celebrar a Israel” obedecen, por las fechas de composición, al deseo de conservar, salvar unas melodías en peligro de extinción (al igual que el Estado todavía no nacido): y es el problema acaso no irresoluble pero no resuelto, del transplante o del transporte de unas músicas, desde un mundo (armónico, melódico, tímbrico…) a otro. Ese problema se plantea diferentemente para las obras religiosas; pues dentro del marco (rito y también, música), los compositores no tienen que “preservar” sino perpetuar y servir; están luego libres de introducir una cancioncilla sefaradi (Ben-Haim) en el himno final de Kabbalat Shabbat, basar el servicio sobre la versión iraní de Mizmor shir (Marc Lavry) o hacer bailar (Yehezkel Braun) hasta el cielo las bendiciones para la luna nueva. Santiago Martín Bermúdez Naxos Archivo Milken PEQUEÑOS MILAGROS SCENES FROM JEWISH OPERAS. Obras de Schiff, Siegmeister y Weisgall. SOLISTAS. SINFÓNICA DE SEATTLE. CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE MICHIGAN. Directores: GERARD SCHWARZ, KENNNETH KIESLER. NAXOS 8.559450 (Ferysa). 2000. 53’. DDD. N PE RUMSHINSKY: Grandes canciones del Teatro yiddish, vol. 3. NELL SNAIDAS, AMY GOLDSTEIN, JOANNE BORTS, ELIZABETH SHAMMAH, SIMON SPIRO. ORQUESTA DE CÁMARA DE VIENA. SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA. Directores: ELLI JAFFE, JORGE MESTER. NAXOS 8.559455 (Ferysa). 2001. 66’. DDD. N PE JEWISH MUSIC OF THE DANCE. Obras de Wolpe, Milhaud, Stein y Shaminsky. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA. Directores: STEPHEN GUNZENHAUSER, GERARD SCHWARZ, JORGE MESTER. NAXOS 8.559439 (Ferysa). 1999. 74’. DDD. N PE STOCK: A little Miracle. Yizkor. Tekiah. Y’rusha. ELISABETH SHAMMASH, MEZZO; STEPHEN BURNS TROMPETA; RICHARD STOLZMAN, CLARINETE. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. SINFÓNICA DE SEATTLE. PITTSBURGH NEW MUSIC ENSEMBLE. Directores: DAVID STOCK, GERARD SCHWARZ. NAXOS 8.559422 (Ferysa). 1992-2001. 76’. DDD. N PE IN CELEBRATION OF ISRAEL. Obras de Weill, Chajes y Fromm. ANA MARÍA MARTÍNEZ, soprano; MARGARET KOHLER, mezzo. EASTMAN PLAYERS. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA. SINFÓNICA DE LA RADIO ESLOVACA. Directores: KARL RICKENBAKER, GERARD SCHWARZ, JORGE MESTER, SAMUEL ADLER. NAXOS 8.559461 (Ferysa). 2001. 66’. DDD. N PE SACRED SERVICES FROM ISRAEL. Obras de Ben-Haim, Lavry y Braun. MEIR FINKELSTEIN, RAFAEL FREIDER, MATTHEW KIRCHNER, CANTORES. SPECTRUM. BBC SINGERS. CORO ERNST SENFF. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE BERLÍN. SINFÓNICA DE BARCELONA Y NACIONAL DE CATALUÑA. Directores: YOEL LEVI, AVNER ITAI, GERARD SCHWARZ. NAXOS 8.559452 (Ferysa). 2000. 74’. DDD. N PE B ashevis Singer concentra en Gimpel el Inocente todos los temas de su literatura, de su mundo, es decir, un compendio de frustración, decepción, represión sexual, superstición, espíritus, fantasmas, misterios, ausencia de fronteras entre la realidad y la fantasía, entre lo imaginado y lo verdadero, el deseo y la necesidad de creer a pesar del pensamiento razonable. Y como tela de fondo, la destrucción de su mundo, el de las aldeas judías de Europa. La prosa aparentemente neutra, en la tradición de los cuentos, del escritor que quería escapar “a todo estilo” ha sido el pretexto idóneo para recreaciones convenidas, por ejemplo en el cine. Al contrario, David Schiff (1945) no confunde estilo escrito y composición; borra la Pierre Élie Mamou 69 D D I SI CS O C O S S BREVES Ballets en DVD MEDIO SIGLO EN DANZA L 70 os aficionados al ballet pueden hallar en la actual oferta de DVD una suerte de historia abreviada de este arte que comprenda el último medio siglo. Yendo a lo más histórico, es muy útil el par de Pas de deux (VAI 4381 y 4387), que reúne al estrellato de una época, mostrado en parejas. Entre los astros vayan los nombres de Galina Ulanova, Maria Tallchief, Rudolf Nureyev, Maya Plissetskaia, Vladimir Vassiliev, Aleksei Fadeyechev, Eric Bruhn, Jacques d’Amboise, Margot Fonteyn, Nicolas Le Riche, Melissa Hayden y Nina Ananiashvili. Aunque dominan los números clásicos, no faltan los Prokofiev y el peregrino pastiche de Schehedrin sobre la Carmen de Bizet. Aunque la toma es modesta y en blanco y negro, basta para deslumbrar la Gaîté parisienne de Offenbach-Rosenthal, sobre la ingeniosísima y endiablada coreografía de Leonid Massine, que filmó Victor Jessen en 1954 con el ballet de Monte Carlo dirigido por Frederic Franklin (VAI 4384). Se completa con una entrevista a Franklin y un documental sobre Jessen. Una estrella de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo, el norteamericano Jacques d’Amboise, merece un DVD propio (VAI 4377). De figura espigada y elegante, supo atravesar el clasicismo como príncipe encantador, a la vez que asomarse a formas modernas como el fauno debussyano de Jerome Robbins, y una Estación de servicio con música de Virgil Thomson y coreografía de Lew Christensen, que atisba un posible realismo neoclásico. En cuanto a Apolo y las musas de Stravinski, señorial en manos de d’Amboise, cabe apuntar que lo bailable de Balanchine ha envejecido mal. En campo netamente clásico, dos obras primitivas del género reaparecen en versiones modernas. La fille mal gardée de Hérold y Hertel con coreografía de Heinz Spoerli (DG 00440 073 4158) es servi- da con total eficacia y respetuoso estilo por el Ballet de Basilea, dirigido por Peter Appel, en tanto la Sinfónica de Viena suena dirigida por un especialista, John Lanchbery. Se trata de un espectáculo basado en la pantomima con cuñas de baile en forma de suite o paso complejo, lo mismo que la olvidada Napoli de Bournonville que se vale de un popurrí donde se oye a Rossini junto a Gade, Helsted, Lumbye y Paulli, músicos daneses cercanos al coreógrafo. La evocación de un cuadro ochocentista es fina y lograda, destacando la pareja titular, dos jóvenes decididos y dotados, Arne Willumsen y Linda Hindbergh (Warner 256463477-2). El fondo de mimos, solistas y masa es impecable y pertenece al Ballet Real Danés. En este ramo, infaltable resulta el chaikovskiano Lago de los cisnes. La oferta es doble. Suntuosa, la del Ballet de la Ópera de París con la actualizada coreografía de Vladimir Burmeister (Warner, 4509-98946-2). El vestuario, variadísimo y rico, se debe a Tomio Mohri. En 1992 encabezaron la tropa una Marie-Claude Pietragalla brillante de medios y capaz de hacer los cisnes blanco y negro, junto a un príncipe de imperial presencia y decisiones de alto vuelo: Patrick Dupond. De menor impacto pero muy digna es la versión del Ballet Clásico de Moscú (Decca 074 3148), dirigido por Vassiliev y la Kasatkina en 2005, con jóvenes bailarines de la cantera, de los cuales destaca un dechado de danseur blanc, Nikolai Chevichelov, y una competente OdileOdette, Marina Rzhannikova. Tampoco podría faltar una Giselle de Adam, esta vez captada en Adelaida con el Ballet Australiano en 1990 (Faveo OA F 4023 D). Con buen trabajo y respeto a las tradiciones, fluye la historia, destacan- do una notable protagonista, Christine Walsh, que va de la ingenua y enamorada campesina a la loca y agónica que se transforma, por fin, en willi enternecida y nocturna. Una feliz convergencia de lo clásico y lo actual es la que imaginó Renato Zanella para una enésima Cenicienta, esta vez con músicas de Johann Strauss (hijo). Fue filmada en la Ópera de Viena en diciembre de 1999, con el cuerpo de baile del teatro (Euroarts 2055928). La acción es traída a una casa de modas de nuestros días, donde una costurera y modelo es la chica resignada y seductora del cuento, que se casa con el heredero de la firma. Un vestuario divertido y colorido, y una iluminación dada a las atmósferas contrastadas, visten a un elenco elevadísimo. La pareja protagonista, dos hermosos congéneres, dotados, preparados y finos (Eva Petters y Gregor Hatala) tiene un pendant de igual calibre en Brigitte Stadler y Tamás Solymosi, en tanto la malvada es un irresistible travesti, Wolfgang Grascher, y el genio vienés, que sustituye al hada de la leyenda, un autorizado y elegante Christian Rovny. Por falta de espacio, no se hace justicia al eficacísimo y brillante resto de los artistas. En la danza moderna, vaya por delante la caja con cuatro DVDs que Arthaus Musik dedica a uno de los grandes de hoy, Jirí Kylián (102 201) con su Nederlans Dans Theater. Queden apuntadas como sus dos principales virtudes la pluralidad de lenguajes empleados y el arte de hacer bailarlos a conjuntos muy variados en su constitución. Kylián se vale del vocabulario clásico, aunque sea con cariñosa ironía, como en la haydniana combinación Sinfonía en re, en danzas de una isla en la Oceanía (No more play), en el baile japonés (La princesa de la luna), en el perdido mundo precolombino de México (Suelo tembloroso sobre la Tocata para percusión de Chávez), sin perder jamás la noción de lo teatral, es decir del bailarín que debe encarnar a un personaje y vivir una historia, abstracta o concreta que sea. En este último renglón corresponde revisar una deslumbrante lectura de Historia del soldado de StravinskiRamuz, astuta a la vez que alusiva a la ingenuidad del arte popular, con un Nacho Duato en su mejor forma y expresividad, asumiendo un papel que parece inventado por/para él. Un curioso producto resulta El secreto de Pulcinella, subtitulado Movers Ballet (Faveo OA F 4022 D), un producto televisivo con guión y diseños de Carlo Ippolito y coreografía de Bruno Steiner. El fondo musical es la obra de Stravinski que manipula páginas de Pergolesi (alguna apócrifa), un homenaje sabio y distinguido al arte napolitano del siglo XVIII. Aquí la danza importa poco, porque los bailarines hacen más mimo que baile y son utilizados como elementos gráficos de una suerte de dibujo animado con fondos de evocación pictórica (Chagall, Cézanne, Matisse). La historia es funambulesca, errática y jugada en términos de Comedia del Arte levemente danzante. La danza moderna hecha academia pasa por Signes (Bel Air BACO 18) con música de René Aubry y coreografía de Carolyn Carlson, bailado por elementos del Ballet de la Ópera Nacional de París. El lenguaje incluye movimientos escolásticos clásicos y modernos, con un uso de las masas que va entre la comedia musical y el consabido geometrismo de siglo XIX. Si no especialmente interesante, es un producto de digna factura. Menos orientado parece, en cambio, DV8 teatro físico (Arthaus 102093), con trabajos de David Hinton y Clara van Gool. Filmados en blanco y negro, recuerdan el estilo fotográfico del cine negro americano. Aquí desfila una mezcla buscada y no hallada de baile existencial, expresionismo contemporáneo y porno gay. Algo parecido le ocurre a la miscelánea de Christopher Bruce Triple bill (Arthaus 100426), que se D D I SI CS O C O S S BREVES / REEDICIONES vale de variadas músicas (cantautores chilenos, los Rolling Stones, Philip Chambon), que no se decide por el teatro gestual, el baile popular y el utillaje contemporáneo al servicio de un expresionismo de cámara. Si de síntesis y futuro se trata vaya, para cerrar, la velada praguense Divinos bailarines (Euroarts 2054708). captada en vivo el 11 de enero de 2006 en la capital checa. Hubo un poco de todo, desde lo clásico puro y duro (La hija del faraón, La bella durmiente, Raymonda), el neoclasicismo de Balanchine y Mac Millan, la perdurable Pavana del moro de José Limón con músicas isabelinas inglesas y hasta canciones de Sinatra, Brel y Weill. Hacer la lista de los participan- tes sería imposible. Lo variopinto del programa y la sostenida y suprema calidad de los artistas quedan subrayados con un ademán de esperanza sobre el futuro del arte danzarín. nuestra opinión es la segunda grabación de Leonhardt al clave (Deutsche Harmonia Mundi, 1969), la estilística y musicalmente más acertada. Esta notable recreación de Walcha se completa con otras obras para órgano del Cantor, Preludios, Fugas y Sonatas en trío que forman parte del legado de este organista y que sin duda serán interpretaciones muy estimadas para la percepción de estas obras maestras del órgano de Bach. Excelente sonido y no menos buen artículo de Martin Elste. De indiscutible interés. Rostropovich (2 CD DG 477 6505). Este álbum, que en principio celebraba el octogésimo aniversario de este gran músico, ha servido también como homenaje y recuerdo, ya que mientras redactamos estas líneas nos llega la triste noticia del fallecimiento de Rostropovich en una clínica de Moscú víctima de un cáncer. Las primeras grabaciones aquí recogidas nos traen dos Conciertos de chelo de repertorio, los de Saint-Saëns y Schumann, ambos en la menor, grabados en 1953 y 1954 con orquestas rusas dirigidas respectivamente por Stolyarod y Samosud, dos versiones fulgurantes de maravillosa técnica y pasmosa seguridad que impactarán a cualquiera que tenga la fortuna de escucharlos. El primer CD se completa con el Canto del trovador, de Glazunov, otra obra predilecta del chelista de Bakú que aquí toca acompañado por Kondrashin y una orquesta de jóvenes de Moscú en una grabación de 1954. El segundo CD está compuesto exclusivamente por pequeñas piezas que Rostropovich acostumbraba a tocar como propinas o bises en sus recitales y conciertos, tanto obras escritas directa- mente para el violonchelo (de Chopin, Schumann o Popper) como arreglos de composiciones orquestales u obras concebidas para otros instrumentos (por ejemplo, una yuxtaposición de dos temas de la ópera El príncipe Igor, el intermedio de Goyescas, el aria de Haendel Vouchsafe, O Lord o el Moto perpetuo de Paganini, esta última de dificultad diabólica para el chelo). En fin, una impactante antología de las primeras grabaciones de Rostropovich, de buen sonido monofónico en todos los casos que harán las delicias de cualquiera que se acerque a ellas. Buen artículo informativo de Tully Potter. Foldes (2 CD DG 477 6511). El pianista húngaro Andor Foldes fue de los más versátiles y polivalentes de cuantos vivieron en el siglo XX. Pianista, concertista, compositor, director de orquesta, pedagogo y arreglista de renombre, grabó para las principales casas discográficas, aunque en España no fue nunca muy conocido (un excelente Tercero de Beethoven con Knappertsbusch todavía está disponible en Tahra), estando su nombre íntimamente ligado al de Bartók, a quien conoció personalmente cuando el gran compo- Blas Matamoro DG Original Masters VARIADO PROGRAMA N o sabemos si los extensos álbumes de la serie DG Original Masters van a seguir a partir de ahora como álbumes dobles, o bien éstos que se reseñan van a acompañar en un nuevo formato a los primeros para dar mayor variedad y atractivo a la colección. Como quiera que sea, el lanzamiento en esta oportunidad se compone de cinco estupendos estuches de dos CDs comercializados a precio medio, bien presentados y grabados, que enriquecen sustancialmente el archivo de grabaciones históricas del sello alemán y que comentamos ahora mismo en las líneas que siguen. Mitropoulos/Stokowski (2 CD DG 477 6502). Para empezar, dos grandes directores con grabaciones hechas para la Decca americana en 1950 (Mitropoulos), 1960 y 1963 (Stokowski) y obras no demasiado frecuentes si exceptuamos la Primera Serenata de Brahms por este último, una aceptable versión en estéreo con la Sinfónica del Aire que quizá haya pasado mal el tiempo por ella: las cuerdas bajas son excesivamente masivas y la precisión del conjunto deja que desear. La Negro Folk Symphony del compositor afro-americano William Levi Dawson, bien escrita, con influencias de lo más variado (Dvorák, Bruckner), algo retórica y de escaso interés para el oyente actual (aunque la tocó en Madrid hace algunos años Neeme Järvi con la Sinfónica de Detroit), encuentra en Stokowski al director idóneo que la traduce convincentemente al frente de una orquesta pasable, la American Symphony Orchestra. Por el contrario, de mucho más interés los documentos en sonido monofónico protagonizados por Mitropou- los y un conjunto de becarios de la Filarmónica de Nueva York: primeramente, dos Prokofiev: el Quinteto para oboe, clarinete, violín, viola y contrabajo y la Obertura sobre temas judíos, asimismo para pequeño conjunto de cámara (clarinete, piano y cuarteto de cuerda), traducidas ambas con la frescura, disonancias implacables, ritmos mordaces e incisividad propias de las obras más características de ese período del compositor. El álbum termina con una Night Music para orquesta de cámara, de Howard Hanson, donde Mitropoulos y su conjunto convencen a pesar de ser una obrita ligera y sin pretensiones. Buen sonido en todos los casos e interesante artículo en los idiomas habituales. Walcha (2 CD DG 477 6508). Todas las obras para órgano de Bach incluidas en estos dos CDs no tienen nada que ver con el género del coral ni con ningún carácter sacro, sino que pertenecen a lo que comúnmente se llama música pura. La más importante es El arte de la fuga, el primer registro estereofónico hecho por la Deutsche Grammophon (entre el 9 y el 14 de septiembre de 1956). Para Helmut Walcha, grabar esta obra al órgano “le permitía traducir de manera particular el mensaje íntimo de esta música”, aunque para algunos el suntuoso legato y el sutil equilibrio de las voces hayan quedado algo pasados con relación a las modernas versiones de esta obra y a los criterios musicológicos actuales, a pesar de que ya desde el principio esta interpretación fue una referencia desde el punto de vista técnico. El arte de la fuga es ejecutada actualmente con los efectivos más insólitos y todas las combinaciones imaginables, aunque en 71 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES sitor húngaro tocó con él la Fantasía de Schubert para piano a cuatro manos. El propio Foldes relataba así su impresión: “Un hombre capaz de tocar el piano con tanto sentimiento, capaz de interpretar con tanta humildad la obra de un compositor tan diferente, tal hombre no podía ser en ningún caso un revolucionario fanático o un peligroso radical”. De sus cuatro LPs dedicados a Bartók y grabados por Deutsche Grammophon a mediados de los cincuenta, ganadores todos de varios premios, se reeditan aquí la Suite op. 14, la Sonata Sz 80 y el Allegro barbaro Sz 49, tocadas con especiales afecto y convicción. También encontramos páginas del repertorio pianístico relativamente infrecuentes, obras de Kodály, Stravinski, Copland, Barber y Virgil Thompson, cuyo Ragtime bass es un prodigio de idioma e ironía. Pero, además, el repertorio de siempre, Bach, Beethoven, Brahms, Chopin, Liszt y Debussy, tocados con respeto absoluto a todo lo escrito, con admirable sentido del estilo en todos los casos y excepcional claridad de articulación. Dos páginas españolas, la Danza del fuego de Falla y el Tango de Albéniz completan este interesante álbum. Buen sonido y acertados comentarios. Seefried (2 CD DG 477 6514). Bajo el título de Irmgard Seefried canta Lieder de tres siglos, nos llega este doble álbum con grabaciones hechas entre 1953 y 1962 acompañadas en todos los casos por el piano de Erik Werba, 51 canciones en total por una de las voces más eminentes en la historia del Lied. La paleta expresiva de esta soprano lírica alternaba gracia y gravedad, realismo y alegría, introspección y refinada ingenuidad en interpretaciones que siempre estuvieron consideradas como modelos a los que acompañaban su timbre vigoroso, vitalidad e impecable articulación. Mozart, Schubert, Schumann, Brahms, Strauss y Hugo Wolf son los que más destacan y los IRMGARD SEEFRIED. Soprano. Lieder. ERIK WERBA, piano. 2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON Original Masters 477 6514 (Universal). 1953-1962. ADD. H PM que más convienen a la dicción alemana de esta soprano, aunque Seefried canta también en ese idioma el resto de canciones de Musorgski y Béla Bartók que completan esta publicación. Quizá habría que hacer especial hincapié en el ciclo Amor y vida de mujer, donde se muestra íntima, delicada y sentimental, caracterizando así esta biografía lírica del romanticismo. Para ella, según nos cuenta Karl Schumann en el libreto, el canto fue siempre más una expresión vital que una proeza artística. “En sus comienzos se benefició de su talento natural, pero refinó esta aptitud innata y sin anularla se sirvió de ella con gran inteligencia”. Una verdadera joya, en suma, más cerca de la natural espontaneidad de una Grümmer que de la sofisticada elegancia de una Schwarzkopf, por citar a dos colegas contemporáneas de Seefried que también brillaron especialmente en el mundo del Lied. Magníficos acompañamientos de Werba y buenas tomas sonoras. En resumen, cinco publicaciones bien presentadas, de buen sonido y precio medio destinadas a los gustos de los aficionados más diversos. Para el que firma, quizá los protagonizados por Irmgard Seefried y Andor Foldes sean los de más interés de los cinco. Enrique Pérez Adrián Membran Documents VIAJANDO CON DOCUMENTS L 72 a serie Documents de Membran (distribuidor: Cat Music) sigue espulgando los tesoros canónicos de la discografía. Ahora nos propone algunos viajes. El primero, en compañía de Elisabeth Schwarzkopf. Karajan con la Philharmonia la dirigió en 1954 en una referencial versión de la straussiana Ariadna en Naxos (3 CD 223241-370), donde ella sienta cátedra de straussismo, acaso su mejor espacio. El resto del reparto es de campanillas: Rita Streich en una vertiginosa Zerbinetta, Irmgard Seefried en el Compositor, Rudolf Schock en Baco, más un vasto elenco de comprimarios avezados en el arte vienés, que sería largo enumerar e injusto obviar. Como bonus sigue Strauss en programa: una selección de Arabella y Capriccio, bajo la batuta sabia de Lovro von Matacic (1953) y la enésima versión de las Cuatro últimas canciones conducidas por Otto Ackermann en 1954. También Karajan con la Philharmonia firma Hansel y Gretel de Humperdinck en 1953 (2 CD 220720303), donde a doña Isabel la acompaña, por decirlo así, Elisabeth Grümmer, y hay que oír la celestial tímbrica que proponen juntas, sobre la atmósfera de suave leyenda que el director construye al fondo. En otro mundo, el de la opereta, insiste Ackermann en 1953, siempre con la Philharmonia (2 CD 223309-311) para ofrecernos El país de las sonrisas y La viuda alegre. El elenco es de lujo, aunque no sea operetístico, pues a la diva la rodean Nicolai Gedda, Erich Kunz y Emmy Loose, más comprimarios a cual mejores. Otro viaje lo hacemos con Kurt Weill. En el doble CD 221310-303 tenemos una antología histórica de su obra, a contar con las varias versiones de La ópera de tres centavos (1930) con Lotte Lenya, una suite de la misma con orquesta de vientos (1930/1931) y un sabroso popurrí de sus cancio- nes en orquestación de jazz Marek Weber, 1929). Otra orquestina jazzística, la Halle Revue Jazz, ejecuta un té danzante en 1929. Por fin, el equipo del autor, siempre con Lotte Lenya, vierte Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny dirigida en 1930 por Theo Mackeben. En su etapa norteamericana figuran Las vacaciones de Knickerbocker, Ulises afri-cano, Un toque de Venus, Dama en la oscuridad y las piezas patrióticas Mis ojos han visto la gloria (que la actriz Helen Hayes canta en plena guerra mundial). Los elencos reúnen a nombres estelares como Walter Huston, Frank Sinatra, Mary Martin, Danny Kaye y Gertrude Lawrence. Quienes quieran una traducción más moderna y completa de Mahagonny pueden recurrir a la grabada en 1956 en Alemania bajo la dirección de Wilhelm Brückner-Rüggeberg (223250-311), siempre con la Lenya, más un narrador, especialistas y una voz de ópera metida en harina, Gisela Litz. Dimitri Mitropoulos dirigió en 1950 la straussiana Elektra en el M a g g i o Musicale Fiorentino (2 CD 223246-311). Todo hay que decirlo: prefería La fanciulla del West. No obstante, aquí sabe lo que hace, contando con dos señoras de fuste: Anny Konetzni en la protagonista y Martha Mödl en su mamá, junto a las cuales no deslucen Daniza Illitsch en Crisotemis y Hans Braun en Orestes. Dejo para el final una personal preferencia: El caballero de la rosa de Erich Kleiber, impreso en 1954 con las masas vienesas (3 CD 221927370). Es de esas versiones que parecen escritas por el director. La Mariscala es una de sus favoritas de entonces, Maria Reining, y Sofia, la favorita del propio Strauss: Hilde Gueden. El imponente Ludwig Weber se aviene a ser el grotesco Ochs y Sena Jurinac, luego distinguida Mariscala, Octavian. El joven Walter Berry hace de comprimario: un inspector de policía. El tenor italiano es, nada menos, Anton Dermota. Blas Matamoro D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Myto RETAZOS DE HISTORIA A través de las grabaciones procedentes de teatro, se puede seguir la historia de la ópera, que en este caso abarca registros de los años sesenta y setenta del pasado siglo. Como ocurre con estos discos de Myto (distribuidor: Diverdi). La carrera de Leyla Gencer fue muy importante, pero sus registros discográficos f u e r o n pocos, laguna que se está supliendo con grabaciones en vivo, como el de Beatrice di Tenda, de Bellini, (2 MCD 065.334) procedente de una función en La Fenice de Venecia el 10 de enero de 1964, donde la gran soprano muestra su capacidad para el belcanto, a partir de una voz densa y de un fraseo de fuerza, que realza las bellezas y dificultades de la partitura, con un canto que sabe aunar la sutileza y la intensidad. Completan el reparto el tenor Juan Oncina que muestra una calidad expresiva, aunque el rol requiere una voz más ligera, Mario Zanasi que con su profesionalidad habitual da carácter a Filippo, estando más discreta Antigone Sgourda, con una dirección de Vittorio Gui, al estilo de la época, con mayor densidad, pero con un buen poder de convicción. El Teatro alla Scala se desplazaba a otros países como Rusia y Japón, y fruto de uno de estos viajes es la Lucia di Lammermoor, de Donizetti (2 MCD 065.337) que se representó en Tokio el 3 de septiembre de 1967, con un reparto en el que destacaba la presencia de Renata Scotto y Carlo Bergonzi. La soprano italiana nos muestra su dominio de la partitura, su canto seguro, su facilidad para las agilidades y un registro agudo solvente, expresando los sentimientos de la infortunada muchacha. Carlo Bergonzi que ha demostrado siempre su gran maestría y versatilidad, cantando periódicamente un repertorio más lírico, da una lección de adaptación a cada estilo, con una belleza impactante, reflejando las vicisitudes de Edgardo, con un impactante uso de la palabra. Nuevamente el buen hacer de Mario Zanasi, dando vida al manipulador Enrico, con un canto denso y a la vez cuidado y Plinio Clabassi que cumple como Raimondo, con la Orquesta y Coro de la NHK, bajo la batuta de Bruno Bartoletti, que consigue cohesión, pero con un melodismo limitado. Como bonus se incluyen unos fragmentos de Bergonzi en Werther, de 1969 en Nápoles, donde el tenor muestra su versatilidad desde el canto poético a la naturaleza, al dolor del amor imposible. La inauguración de la Scala de Milán de 1963, en el habitual 7 de diciembre tuvo lugar con una obra poco frecuente hoy, como es L’amico Fritz, de Pietro Mascagni (2 MCD 065.336), ópera que bien interpretada merecería visitar con más frecuencia nuestros escenarios. Del reparto destacó Mirella Freni, que seis años más tarde la grabaría para EMI, por la delicadeza musical que imprime al personaje, destacando su inocencia juvenil, el despertar al amor, sus sufrimientos y su alegría final, con todo tipo de detalles. A su lado, Gianni Raimondi es el tenor valiente, que consigue mejores efectos en el canto extrovertido, pero que a veces sabe contener con delicadeza y Rolando Panerai remarca el carácter algo envolvente de David, cerrando el reparto una efectiva Bianca Maria Casona, como Beppe, bajo la dirección de Gianandrea Gavazzeni, que consigue subrayar las bellezas de la partitura, recreando lirismo y tensión. Como bonus podemos deleitarnos con otra interpretación de referencia de Mirella Freni, como es Faust, con una Margarita de un fraseo excelso. La RAI hizo una importante labor en la difusión de la música rusa, cantada en italiano, incluso con autores tan desconocidos hoy en día como Anton Rubinstein, que vivió entre 1829 y 1894, que era además un excelente pianista, con una obra que alcanzó en su época una cierta notoriedad, pero que hoy es una desconocida. Se trata de Il demone, presentada en Milán en 11 de diciembre de 1971, partitura que sin olvidar el estilo ruso, tiene siempre presente la música occidental, que tanto amaba. El rol protagonista, que en su día canto Fiodor Chaliapin, está a cargo de Nicola Rossi-Lemeni, que sin tener una voz interesante, impacta por la calidad de su intención y por la fuerza teatral que imprimía a sus personajes, acompañada por su esposa en la vida real, Virginia Zeani, soprano que los veteranos liceístas recuerdan por sus grandes prestaciones en el coliseo de las Ramblas, de la que podemos destacar su sentido interpretativo y la identificación con el personaje de Tamara. Completan el reparto la profesionalidad de Agostino Lazzari, con una dirección suficiente, auque algo plana de Maurizio Arena. Giuseppe Verdi está presente con dos óperas. La primera, Il trovatore (2 MCD 071. 342) fue registrada en el Met el 27 de febrero de 1960 y cuenta con unos intérpretes emblemáticos, empezando por la Leonora de Antonieta Stella, soprano de gran dedicación, con un canto seguro, matizado y con identificación del personaje y siguiendo por Gulietta Simionato que impone su gran calidad vocal e interpretativa con un canto incisivo y dramático. El protagonista masculino está a cargo del maestro de tenores, Carlo Bergonzi, que da una nueva lección de canto verdiano, por el enfoque, por el fraseo y la vitalidad de su Manrico, junto a otro grande, el barítono Ettore Bastianini, con unos medios espectaculares que comunican la pasión desenfrenada y el odio del Conde Luna, cerrando el reparto un limitado William Wildermann, todos bajo la batuta de Fausto Cleva, que conoce la partitura, pero no profundiza en los matices. La segunda es Luisa Miller (2 MCD 071.340) programada en Regio Emilia el 11 de enero de 1976, con la presencia de Mara Zampieri, cantante que se identifica con las desgracias de la muchacha, con un canto coherente y matizado y con una voz que oscila entre momentos de brillantez y otros en que la voz pierde calidad. El resto del reparto está integrado Gianfranco Cecchele tenor de buenos medios, pero canto algo brusco, Giorgio Zancanaro, con su buena línea y las limitaciones del resto del reparto, con Ken-Ichiro Kobayashi al podio, efectiva, pero falta de intención en su desarrollo. La carrera de Franco Bonisolli podía haber sido más brillante, pero su carácter y su divismo menguaron sus posibilidades y este recital que nos propone Myto es un reflejo de virtudes y defectos (1 MCD 066.339). Empezó su carrera como tenor lírico-ligero, como pudimos comprobar en el Liceu el año 1967, con Manon, protagonizada por Victoria de los Ángeles, e Il barbiere di Siviglia, luego afrontó un repertorio más spinto, que pudimos calibrar en 1983 con un polémico Il trovatore y un recital de arias de ópera, de las que algunas coinciden en este recital, donde demostró sus posibilidades y su estilo. Inicia con el Nessun dorma, de Turandot, al que dota de brillantez y estudiada interpretación, luego Fedora, al que imprime el carácter melancólico y da emoción al Improviso de Andrea Chénier. Canta Serse con musicalidad, da dramatismo contenido a la escena final de Pagliacci y demuestra sus posibilidades expresivas en L’arlesiana, llena de sutileza. Continúa su buen nivel con La Gioconda, Luisa Miller y Don Pasquale, pero su carácter aflora en La donna è mobile, cantada de forma muy personal, volviendo a los buenos resultados con Werther. Luego surge, en lo que pueden ser los bises, el estilo y su particular manera de cantar, buscando el éxito fácil con algunos de gran intensidad, como ocurre en Das Land des Lächelns, fuera de estilo, en la partitura de Rudolf Sieczynsky, para acabar con la temida Di quella pira, impresionante de medios, más discutible en la forma de cantar. Albert Vilaldell 73 D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Warner Apex ENTRE GESUALDO Y XENAKIS L a serie económica Apex, del sello Warner, reedita diez discos dobles con la habitual variedad de épocas y estilos, aunque en esta ocasión encontramos una clara apuesta por el siglo XX, con versiones que, como veremos, se mueven en parámetros de notable calidad. Ya en el más antiguo cronológicamente, con música religiosa de Carlo Gesualdo (2564 62782), registrada en 1982 y 1984, el grupo A Sei Voci ofrece unas lecturas de gran expresividad, especialmente inspiradas en los Tenebræ responsoria. Muy interesante también el doble CD con Sonatas y Partitas para violín solo BWV 10011006 de J. S. Bach (2564 64375-2) que en 1982 grabó el violinista Thomas Zehetmair; sin excluir el virtuosismo, pero con un enfoque comunicativo y variado en las distintas obras; se trata de un repertorio bien servido discográficamente aunque por precio y equilibrio, la presente ocupa un lugar más que digno entre todas. No ocurre lo mismo con el Op. 8 de Vivaldi Il Cimento dell’Armonia e dell’Inventione que incluye las populares Cuatro estaciones (2564 64373), grabadas en un ya lejano 1971 por I Solisti Veneti con la dirección de Claudio Scimone y los solistas Piero Toso (violín) y Pierre Pierlot (oboe); lentas, carentes de vida interior, técnicamente correctas, en la línea de ese barroco “tradicional” de buena parte de la segunda mitad del siglo XX de conjuntos como éste, o como I Musici. Tampoco pasa de una aburrida litera- lidad el CD con los Conciertos para violín de Mozart (2564 64329); repite Thomas Zehetmair como solista, con menor fortuna que en los discos de Bach, aquí dirigiendo al mismo tiempo a la Orquesta Philharmonia, en registros de 1990 y 1991; es un Mozart demasiado plano, desganado, falto de contrastes. En esas dos últimas fechas grabó Elisabeth Leonskaja los Nocturnos de Chopin (2564 64374); obra capital del pianismo romántico, de la misma existen versiones de todo tipo; ésta revela un Chopin objetivo, de una perfección extrema, con un punto de distancia, que en algún caso resulta interesante, y que en general se sitúa en las antípodas de Rubinstein o Pires; cuestión de gustos. Otra extraordinaria pianista, Viktoria Postnikova, protagoniza el peculiar y larguísimo Concierto para piano y orquesta op. 39 y la Fantasía contrapuntística de Ferruccio Busoni (2564 64390); le acompaña el Coro y Orquesta Nacionales de Francia, con la dirección de Rozhdestvenski; registros de 1989 de las máximas garantías artísticas que reflejan la verdadera dimensión de un romántico tardío que mira sin complejos hacia Bach. Distinto es el caso del compositor francés Albert Roussel; prácticamente contemporáneo de Busoni, su estilo bebe de las fuentes impresionistas de Debussy, y de su maestro Vincent d’Indy, pero su impronta personal es notoria en sus Cuatro Sinfonías, traducidas aquí por la Orquesta Nacional de Francia con Charles Dutoit al frente (2564 64349); grabaciones llevadas a cabo en 1985 con una sorprendente variedad tímbrica y una convicción e intensidad, que las colocan en lugar prominente en la no muy abundante discografía del autor. Claro que si las grabaciones de Roussel son relativamente escasas, las del compositor suizo Frank Martin (18901974) lo son todavía más; por ello es de agradecer el doble CD con el oratorio Golgotha y la Misa para doble coro (2564 64398), lecturas de 1968 y 1990 (Misa), en las que intervienen Wally Staempfi (soprano), Marie-Lise de Montmollin (contralto), Eric Tappy (tenor), Pierre Mollet (barítono), Philippe Huttenlocher (bajo), Coro de la Universidad de Lausanne, Paulette Zanlonghi (piano), Adré Luy (órgano) y Orquesta Sinfónica, dirigidos todos por Robert Faller; en la Misa, que es para coro solo, el intérprete es el Coro de Cámara Midi que dirige Denis Martin. Más allá de ciertos altibajos en las versiones, el interés está en una música muy ecléctica y de excelente factura, que puede disfrutarse en contadas ocasiones. Uno de los grandes de la pasada centuria, Stravinski, está más que bien representado en sus ballets Petruchka (versión original de 1911), La consagración de la primavera (versión de 1947), El pájaro de fuego, más el Scherzo fantástico op. 3 y los Fuegos de artificio op. 4 (2564 64377), en traducciones de 1989 de la Orquesta Philharmonia con ese excelente director que es Eliahu Inbal. No alcanzan las referencias habituales de los Boulez, Monteux, o Bernstein, pero se muestran plenas de fuerza rítmica, dinamismo y más que convincente desarrollo. Por último, música del ayer más inmediato con Iannis Xenakis: Phelgra, Jalons, Keren, Nomos Alpha, Thalleïn, Naama, Khoaï, Komboï y A l’île de Gorée (2564 64202), piezas grabadas entre 1984 y 1991 por diversos artistas: Benny Sluchin (trombón), Pierre Strauch (violonchelo), Elisabeth Chojnacka (clave), Sylvio Gualda (percusión) el Ensemble InterContemporain dirigido alternativamente por Michel Tabachnik y por Pierre Boulez, y el Ensemble Xenakis, con Huub Kerstens al frente. Las versiones están a cargo pues de auténticos especialistas en música contemporánea que realizan su trabajo de forma impecable. En síntesis, y aunque excepto los alicaídos Vivaldi y Mozart todo tiene interés, es en los Busoni, Roussel, Martin, Stravinski y Xenakis donde la oferta de Apex en esta nueva provisión de fondos se hace más golosa. mo aire, y eso por no hablar de la fluida técnica, de la intensidad de los silencios, de la prodigiosa claridad de ideas o de la hipnótica concentración, realmente asombrosas, impensables si no las hubiésemos conocido en la poesía del chileno. Una miniatura como el séptimo preludio es un sirimiri de cristal en el que cada nota es un eco de la anterior, mas por qué rescatar sólo unos compases, si todo el disco es una maravilla de princi- pio a fin, el no va más de la interpretación chopiniana (schumanniana, en el caso de las acopladas Papillons), una cima insuperada. Otra referencia es el joven Mozart de Sir Neville Marriner con su Academia de St Martin in the Fields. Las seis sinfonías que acoge la siguiente entrega Daniel Álvarez Vázquez PentaTone DESDE EL SILENCIO L 74 a casa PentaTone (distribuidor: Diverdi) vuelve aquí la mirada a grabaciones que hiciera Philips en los años setenta para traerlas en ese nuevo y tal vez definitivo formato denominado Super Audio CD, que alcanza a saber con qué misteriosos medios (en los libretillos se escriben algunas líneas al respecto) un sonido más natural, espacioso, cálido y cercano que el que estamos acostumbrados a escuchar. Y así, cuando nos llegan los Preludios de Chopin a cargo de Claudio Arrau (5186 165), es como si el gran artista, entonces septuagenario, se sentase al piano en el salón de nuestra casa y su sonido lleno, redondo, profundo, de variados colores, suave o poderoso, se perdiese en nuestro mis- D D I SI CS O C O S S REEDICIONES Deutsche Grammophon Opera House MIRANDO HACIA ATRÁS CON DISCOS E n tan prolífica época de reediciones, he aquí una nueva y quíntuple remesa de Deutsche Grammophon abarcando un periodo de casi tres décadas de actividad registradora. Por orden cronológico, de septiembre de 1962 es La traviata dirigida con decoro y proba profesionalidad, adquirida como asistente de Panizza y Toscanini, por Antonino Votto (00289 477 5665). En medio de un magnífico equipo de comprimarios, como a menudo han sido los de la Scala milanesa donde la ópera se grabó con su orquesta y coro, sobresale el protagonismo de Renata Scotto. Actriz-cantante de sobrado y reconocido valor encuentra en la Valery un personaje a medida que irá puliendo con el paso del tiempo, según consta en diversas interpretaciones live y en otra posterior de estudio, con Muti en 1981. En 1962 la heroína está asimilada, según el modelo Callas por supuesto, y los medios frescos y saneados, un poco apretadillos en el agudo, le permiten a la intérprete elevarse como el mejor reclamo de la grabación. Gianni Raimondi, de dorada y firme vocalidad, se limita a cantar sin apenas entrar en la psicología de Alfredo, por muy rudimentaria o superficial que ésta sea en relación con la de su compañera. Asimismo Bastianini, que al igual que el tenor (pese a la indicación del librillo acompañante) no canta su cabaletta, pone en juego su impresionante sonido baritonal que es tan persuasivo que casi le disculpa de su uniformidad expresiva. En diciembre de ese 1962, Eugen Jochum con la Filarmónica berlinesa pone en pie una aún muy atractiva aunque desigual lectura de Così fan tutte (00289 477 5669), en visión límpida y ágil, de una opulencia sonora aplastante y con unos recitativos rápidos y expresivos. Vocalmente, al lado del algo blando y algo redicho Don Alfonso de Dietrich Fischer-Dieskau, impecable musicalmente hablado, se muestra el vitalísimo y simpático Guglielmo de Hermann Prey. Por el lado femenino aparecen las desigualdades. Nan Merriman tienen medios de sobra para Dorabella pero la retrata de manera anodina, mientras que la descarnada Fiordiligi de Irmgard Seefried, de exquisita musicalidad desde luego, da muestras en bastantes momentos de cierta insuficiencia o deterioro vocales. Erika Köth es la típica Despina tradicional y Ernest Haefliger un apreciable y elegante Ferrando que, aunque no cante la exigente Ah, lo veggio quell’anima bella (también desaparece el duettino Al fatto dàn legge) ofrece en el Aura amorosa una de los mejores momentos del registro. En 1971, Karl Böhm da cuenta de una equilibrada visión de la wagneriana Der fliegende Holländer (00289 477 5673), con la garantía y la solera de haberse grabado en el Festival de Bayreuth. Gwyneth Jones, portentosa de posibilidades instrumentales aunque con sonidos no siempre del todo ortodoxos, da una convincente visión de Senta, frente al Holandés de sobresaliente estatura vocal y dramática de Thomas Stewart. Daland extraordinario el de Karl Ridderbusch, por canto y estupendos medios, y una Mary suficiente, la de Sieglinde Wagner. El Erik Hermin Esser roza la insignificancia. En 1982 volvía al escenario lírico, tras años de ausencia, Carlo Maria Giulini con un Falstaff verdiano ofrecido en varios escenarios importantes. La paralela grabación (00289 477 6498), asimismo tomada en vídeo en el Covent Garden de Londres en producción de Ronald Eyre, ofrece una minuciosa y certera lectura directorial, de la que emerge una tierna pero agobiante melancolía. Bruson no acierta del todo en un Falstaff mejor cantado que matizado; Katia Ricciarelli realiza una hermosa composición de Alice, más en lo físico (según vídeo) que en el apartado vocal; Leo Nucci es uno de los mejores Ford discográficos; Dalmacio González, un Fenton muy bien cantado; Barbara Hendricks, una Nannetta musical y canoramente lograda aunque con medios un tanto diminutos; y Lucia Valentini-Terrani, una excelente Quickly pese a no contar exactamente con los medios del personaje. El resto, cumple, en especial Francis Egerton que es un Bardolfo que logra sobresalir del conjunto. En 1991, DG inesperadamente se planteó un rossiniano Signor Bruschino con alguna de las estrellas de la casa (00289 477 566). Samuel Ramey canta Gaudenzio con una voz que alimenta y con una seguridad, comodidad y recursos estilísticos como para cortar el aliento. No obstante, el personaje carece de algo de vis cómica, cualidad que sí tiene “naturalmente” el Bruschino padre de Claudio Desderi, con medios vocales bastante más adocenados. Kahtleen Battle da cuenta de su bonita voz cercana a la soubrette y canta con gracia y decoro, pero no diferencia esta Sofia rossiniana por ejemplo de las mozartianas Despina o Zerlina. Jennifer Larmore es un lujo para Marianna, lo mismo que el Filiberto de Michele Pertusi, en los primeros años de carrera. Al Florville de Frank Lopardo le falta encanto y le sobra monotonía. Ion Marin dirige con sentido del ritmo y de la gracia rossiniana. (5186 139) son las de una mente inquieta que mira a los autores más importantes de su época con la ilusión de abrir puertas hacia nuevos caminos, por más que el género no gozase entonces aun del prestigio que pronto alcanzaría. Hay momentos preciosos, como el Andante de la K. 43, basado en el dueto Natus dacit de su interludio latino Apollo et Hyacinthus (escrito apenas unos meses antes, recién cumplidos los once), o el Allegro que cierra la K. 121, de ingenuos y suaves contrastes. Como es de esperar, las lecturas recogen bien el humor simpático y sin preten- siones del autor, con texturas claras y estilo amable. Otro Sir, ahora Colin Davis, viene con las huestes sinfónicas de Boston con un disco dedicado a Chaikovski y Sibelius (5186 164), tan distintos entre sí y tan igualmente eminentes. El director británico llega a la solvencia en la obra del ruso, con una épica Obertura solemne 1812 (traída con coro) a la que le falta eso, solemnidad, y con una bella Obertura-fantasía Romeo y Julieta a la que le falta eso otro, un poco fantasía, y entra en la excelencia en la del finlandés, ya que su Hija de Pohjola, crecida compás a compás, tensa e intensa, su Suite Karelia, ligera y teatral, y su Vals triste, denso y conmovedor acopio de las emociones del autor, están servidos por una orquesta sensacional plegada a una batuta recta pero imaginativa, conocedora como ninguna de las claves escondidas en estos pentagramas. Y al final del día está Ravel, con el precioso nocturno que preludia su Daphnis et Chloé. Al podio sube el holandés Bernard Haitink (5186 167), antes sabio que sensible, cómodo ante las grandes masas de la Royal Concertgebouw, capaz de recoger todas las fascinantes sonoridades orquestales del vascofrancés en una cautivadora orgía de color, tanto en la suite sobre el ballet del cabrero y la pastora como en la de Mi madre la oca, verdaderamente apoteósica en su final. Para acabar suena en la versión de Edo de Waart el Bolero, siempre ahí, nacido del silencio, recordándonos una melodía mil veces escuchada y puede que mil veces silbada. Fernando Fraga Asier Vallejo Ugarte 75 D D I SI CS O C O S S CRÍTICAS de la A a la Z DISCOS ARNOLD-C. P. E. BACH Maggini ¿EL CANTO DE UN LOCO? ARNOLD: Cuartetos nºs 1 y 2. Fantasía “Vita abundans”. CUARTETO MAGGINI. NAXOS 8.557762 (Ferysa). 2004. 57’. DDD. N PE La muerte de Malcolm Arnold el pasado año nos hizo recordar a un gran compositor olvidado para muchos y a un hombre atormentado, pobre y enfermo. Su Cuarteto nº 2 (1975), próximo al espíritu de la Séptima Sinfonía, nos introduce en la mente de alguien que sufre, de eso, quizá, que llamamos un loco, con su espíritu cambiante, su terrible melancolía, sus explosiones de alegría tan inesperada como una danza celta o esa especie BACH: Sonatas para viola da gamba y clave BWV 1027-1029. Sonata en trío nº 4 BWV 528. GUIDO BALESTRACCI, viola da gamba; BLANDINE RANNOU, clave. ZIG ZAG ZZT070101 (Harmonia Mundi). 2006. 56’. DDD. N PN A ún muy fresca (véase SCHERZO, nº 218, pág. 78) la excelente impresión producida por Jonathan Manson y Trevor Pinnock en las Sonatas BWV 1027-1029, llega bajo un signo diametralmente opuesto esta otra integral del italiano Guido Balestracci (Turín, 1971) y la francesa Blandine Rannou (Clermont-Ferrand, 1966). Curiosamente, en las catorce pistas del disco las primeras frases resultan sumamente prometedoras, pero con muy pocas excepciones (casi todas en la BWV 1028) la elocuencia no tarda en tornarse de canto del gallo que aparece en el último tiempo —el mismo en el que escucharemos uno de los temas más memorables de toda la producción de su autor. Nada es seguro aquí, nada se afirma sino la indefensión manifiesta, la depresión ligada a una extraña euforia, un dolor desasosegante pero a la postre sólo transferible hasta donde la emoción alcanza. No sé si calificar la obra de genial o de genialoide pero en todo caso su escucha es una experiencia de una intensidad insólita. Su complemento es el excelente Cuarteto nº 1 (1949), de los años de la esperanza, del inicio de la consideración y del triunfo, y la temprana Vita retórica y el diálogo entre los instrumentos una acalorada discusión en la que el uno al otro se quitan constantemente la palabra sin encontrar en ningún momento un mínimo espacio común en el que entablar una conversación coherente. Para ello haría falta que se escucharan entre sí, pero ambos, y muy especialmente la viola da gamba, están tomados muy de cerca, de modo que la sensación predominante es la de un griterío en el que el clave trata no tanto de hacerse oír como entender. Ni siquiera en el Adagio de la BWV 1029, de escritura tan noblemente estática, dejan de percibirse las voces como dos caminos independientes y fragmentariamente recorridos. Lo más lamentable es que, precisamente por separado, ambos intérpretes parecen muy competentes. Pero juntos, aquí al menos, lo que sobre todo producen es jaqueca. Alfredo Brotons Muñoz abundans, un ejercicio lleno de detalles que todavía no dejan ver al futuro Arnold pero del que muestran alguna pista a seguir. Sensacionales versiones del Cuarteto Maggini para un disco en verdad revelador. Claire Vaquero Williams BACH: Conciertos de Brandemburgo BWV 1046-1051. Concierto para flauta, violín y clave BWV 1044. I BAROCCHISTI. Director: DIEGO FASOLIS. 2 SACD ARTS 4715-8/4716-8 (Diverdi). 2004-2005. 106’. DSD. N PM Como ya sucediera con las Suites para orquesta (véase SCHERZO, nº 215, pág. 76), también estos Brandemburgo de Diego Fasolis y sus Barocchisti requieren una preparación previa de los ánimos para afrontar, en sus tres primeros números, unas versiones impecables en lo técnico y perfectamente grabadas, pero en todos los movimientos decantadas por la opción del tempo más rápido posible. La consecuencia es un impacto inmediato de satisfacción unido a muy pocas ganas de repetir la experiencia, al menos en un plazo corto. Y es TIPO DE GRABACIÓN DISCOGRÁFICA N H R Novedad absoluta que nunca antes fue editada en disco o cualquier otro soporte de audio o vídeo Es una novedad pero se trata de una grabación histórica, que generalmente ha sido tomada de un concierto en vivo o procede de archivos de radio Se trata de grabaciones que ya han estado disponibles en el mercado internacional en algún tipo desoporte de audio o de vídeo: 78 r. p. m., vinilo, disco compacto, vídeo o láser disco PRECIO DE VENTA AL PÚBLICO DEL DISCO PN Precio normal: cuando el disco cuesta más de 15 € PM Precio medio: el disco cuesta entre 7,35 y 15 € PE Precio económico: el precio es menor de 7,35 € 76 D D I SI CS O C O S S ARNOLD-C. P. E. BACH Dimitri Mitropoulos UNA NOVEDAD QUE YA ES HISTORIA BARBER: Vanessa. ELEANOR STEBER (Vanessa), ROSALIND ELIAS (Erika), IRA MALANIUK (La baronesa), NICOLAI GEDDA (Anatol), GIORGIO TOSÍ (El médico). CORO DE LA STAATSOPER DE VIENA. ORQUESTA FILARMÓNICA DE VIENA. Director: DIMITRI MITROPOULOS. 2 CD ORFEO C 653 062I (Diverdi). 1958. 126’. AAD. H PM R ecibimos este registro del Festival de Salzburgo de 1958, y comparamos los repartos con el álbum de 2 LP que tenemos desde nuestra tierna juventud, un álbum de RCA que es casi idéntico: Mitropoulos, claro está; Steber, Elias, Gedda… Incluso los secundarios. Sólo una diferencia: la vieja baronesa es en Salzburgo Ira Malaniuk, mientras que en el álbum es Regina Resnik. La diferencia es importante porque se trata de dos cantantes espléndidas, no porque en un caso sea la cosa notoriamente mejor. Desde luego, coro y orquesta cambian: en el registro de RCA estamos en el Metropolitan. Atención, aficionados, a esta ópera de Barber con libreto de Menotti. Barber tiene casi 50 años cuando la estrena en Nueva York. Se ha tomado su tiempo para componer una ópera. Y lleva a las espaldas que quizá uno siempre estará dispuesto a recibir el aluvión de energía que nada más comenzar el BWV 1046 se le viene encima, con esos intercambios de máximo vigor entre las trompas, pero lo que a continuación espera del Adagio es algo más o menos parecido a un remanso que ponga a los nervios en la disposición más adecuada para volver a la batalla. En algunos casos, por ejemplo en los dos Allegros que forman el Tercero casi sin solución de continuidad, los resultados son, tomado cada fragmento en sí mismo, fascinantes, con esos fondos a la vez rumorosos y diáfanos sobre los que se hacen rebotar los marcados acentos en el primero y los crescendos en el segundo, pero una vez más el disfrute de semejante vértigo sólo parece aconsejarse en dosis distanciadas en el tiempo. Mas, de pronto, hete aquí que todo el enfoque anterior se torna en lo opuesto (¿o es que así hace parecerlo el contras- mucha música vocal. Esas canciones que son base para la composición de una ópera, por mucho que una ópera sea otra cosa y no tenga nada que ver; por ejemplo, Knoxville, que cantó precisamente Eleanor Steber diez años antes de esta Vanessa. Menotti y Barber plantean una especie de melodrama a la antigua. Sólo que es moderno. El romanticismo podía ser enfermizo a menudo, tanto en su fascinación por las ruinas, la muerte o la hipertrofia del yo, como en su invención del nacionalismo tribal. Pero en Vanessa, lo enfermizo está contemplado como lo que es, como patología, como síndrome. Vanessa espera durante años y años, y al final llega él, pero no es él, sino su hijo. Erika podía ser el amor de ese Anatol hijo que llega, porque es joven, como él. Pero no, triunfa la que espera, y se deja hacer ese hombre de nuevo cuño, tal vez el que los sociólogos como David Riesman llamaron el other directed man, el hombre dirigido por los demás (no por la tradición, ni por su interioridad más o menos protestante). Será Erika, que renuncia al hijo que habría sido de Anatol (el aborto, algo impensable en la ópera romántica) la que en adelante espere te?), y a partir del Cuarto las cosas se toman a un paso mucho más calmado. ¿Para bien? No por cierto, pues lo que entonces se echa de menos es una vitalidad expresiva de la que por lo visto estos músicos sólo son capaces mediante el recurso a la velocidad extrema y que sólo se recupera en el final del Sexto, cuando los episodios del tutti a partir de 2’13’’ despiertan del repentino pero prolongado sopor en que se halla sumido quien oye estos dos discos íntegramente y por su orden. Y, para colmo de males (que en este caso son sobre todo desconcierto), el complemento de un Triple Concierto muy correcto en todos los sentidos en sus dos primeros tramos, pero con un final arruinado por la machacona escansión de sus ritmos. Siendo benévolos, todo demasiado irregular o, al menos, globalmente falto de coherencia. Alfredo Brotons Muñoz y espere. Se cierra el círculo. Barber lo lleva todo mediante una continuidad de canto a partir de una prosa breve, concisa, implacable de alguien como Menotti, que sabe tanto de teatro lírico. Sorprende esa línea de canto permanente. Sorprende esta obra de 1958 en plena década vanguardista. Atención a cómo culmina ese canto, que no es belcantista, y que en rigor tampoco es verista: en el quinteto del acto cuarto, que cumple una función lírica y acaso también dramática semejante al trío de El caballero de la rosa. El reparto es excelente. Steber en plena madurez, tras sus grandes cometidos mozartianos (Fiordiligi, Constanze, Condesa, Pamina, Doña Elvira) y de otros repertorios alejados, como Wagner, Berg o R. Strauss; Rosalind Elias en ciernes, joven y tierna, con una voz bella y penetrante; Gedda, en la flor de C. P. E. BACH: Concierto para clave en mi mayor Wq 14. W. F. BACH: Concierto para clave en re mayor Fk 41. J. C. BACH: Concierto para clave en fa menor. KIRNBERGER: Concierto para clave en do menor. MÜTHEL: Concierto para fortepiano III en sol mayor. NICHELMANN: Concierto para clave en mi mayor. ROSETTI: Concierto para fortepiano en sol mayor. WOLF: Concierto para fortepiano en sol mayor. NAUMANN: Concierto para fortepiano en si bemol mayor. CHRISTINE SCHORNSHEIM, clave y fortepiano. BERLINER BAROCKCOMPAGNEY. 3 CD CAPRICCIO 49 541 (Gaudisc). 1995, 1997, 2000. 153’. DDD. R PE Capriccio reedita en una misma caja tres cedés que trazan una especie de recorrido por el primer medio siglo de la historia del concierto para instrumento de teclado. Arranca para ello de esa voz clara y lírica, aquí en un cometido no muy simpático, pero que él resuelve con maestría; Malaniuk, voz densa y con graves para esa Baronesa que contempla la vida que se va con más comprensión que observación. Es esa viejita inexistente que nos gusta imaginar, humanísima por la vida; espléndida Malaniuk en este papel secundario. Los demás cumplen espléndidamente. Pero ¿y Mitropoulos? ¡Qué sentido del drama, qué densidad de planteamiento sonoro! Que conste que Vanessa no es Tristan e Isolda, pero Mitropoulos lo plantea con una altura que envidarán siempre los operistas por venir. Esa altura es fruto del respeto. Un respeto de Mitropoulos hacia Barber que éste se gana porque compone una auténtica obra, aunque su lenguaje no renueve ni mire hacia el futuro (sólo mira hacia lo permanente, que es otra cosa). El resultado es un fonograma rescatado del pasado como quien (una vez más) rescata un tesoro. Se añade un breve entrevista con Barber, que responde en inglés y en alemán; un interesantísimo testimonio del momento del estreno en Salzburgo. Santiago Martín Bermúdez la obra de los tres más célebres hijos de Bach, sigue con tres de sus alumnos (Kirnberger, Müthel y Nichelmann) y concluye con compositores nacidos hacia mediados del siglo XVIII. Muchas de estas obras daban margen para la elección del instrumento solista, por lo que Schornsheim interpreta en un clave las obras de los hijos de Bach y las de Kirnberger y Nichelmann, mientras que el resto las ofrece en un fortepiano (en realidad, en dos instrumentos diferentes: una copia de Mattheus Heilmann de 1785 para Müthel; un Stein de 1788 para Rosetti, Wolf y Naumann). Las interpretaciones marcan bien la evolución del género, entre las obras más típicamente ancladas en el barroco como las de W. F. Bach o Kirnberger, con su dependencia del bajo cifrado y los característicos ritornelli en 77 D D I SI CS O C O S S C. P. E. BACH-BINCHOIS los movimientos extremos, y las piezas de carácter ya clásico de Rosetti o Naumann, que emplean orquestas más amplias (incluyendo maderas) y conceden una más generosa participación al solista, con cadencias que ha desarrollado la propia intérprete. Son versiones que se mueven entre el estricto control rítmico y la claridad de las articulaciones de las obras más antiguas y una mayor flexibilidad agógica, mayor recurso al legato y un más generoso contraste dinámico de las piezas más modernas, en las que el dominio de la melodía se enfatiza sin complejos. Schornsheim supera todos los retos virtuosísticos que plantean estas obras y sabe profundizar expresivamente en algunos tiempos lentos de extraordinaria belleza, como el dulcemente melancólico Poco Adagio de C. P. E. Bach. En todos los casos acompaña un estupendo conjunto berlinés, de delicada sonoridad mate, extrema claridad y gran equilibrio tímbrico. Interesante oferta, pues el álbum triple se vende a precio de sencillo. Pablo J. Vayón BEETHOVEN: Obertura Egmont op. 84. BRAHMS: Sinfonía nº 1 op. 68. FILARMÓNICA DE MÚNICH. Director: CHRISTIAN THIELEMANN. DEUTSCHE GRAMMOPHON 477 6404 (Universal). 2005. 61’. DDD. N PN 78 A sí habla Thielemann sobre el programa de este compacto: “Pasar de Beethoven a Brahms es un trabajo apasionante. En lo que a armonía se refiere, Brahms dirige su mirada al pasado, pero es un guardián de la tradición de una sinceridad absoluta. Al mismo tiempo, hay mayor aliento y es más romántico que Beethoven”. Dos obras señeras del gran repertorio que él, en calidad de fiel continuador de la tradición romántica germánica, se encarga de interpretar dentro de lo previsible. Empezamos con un Egmont poderoso, intenso, dramátivo y profundo, a la Furtwängler, como esperaría cualquiera por venir de quen viene. Pero convence, y mucho. No esperemos nada de historicismo ni de terceras vías; Thielemann está claramente comprometido con la gran tradición pero desde la modernidad; es decir: todo muy trabajado, muy en su lugar, nada de divismos ni de improvisación, pero con un espacio para la subjetividad, una subjetividad muy romántica, aunque también ordenadamente romántica. En este sentido, Thielemann representaría en la dirección lo que Brahms es a la música del siglo XIX: un clásico romántico, o bien un romántico clásico. Y este clasicismo romántico de Thielemann nos brinda en un directo perfecto —suponemos que con algún que otro “retoque”— y contando con una orquesta que es cada vez mejor y que sabe mucho del clasicismo romántico desde al menos los tiempos de Celibidache, nos perfila rotundamente un Egmont antológico, románticamente beethoveniano. Y después, la más beethoveniana de las sinfonías de Brahms, fiel continuadora de la Novena del genio de Bonn y que en manos de Thielemann es grandiosa y dramática, profunda y nada efectista, con unas dinámicas tan estudiadas como en algún momento discutibles —ritardando del final del primer movimiento que, por otra parte, enlaza con el carácter que el director imprime al inicio de ese mismo fragmento. Versión muy hermosa, nada rutinaria y ejemplo de cómo ser fiel a la tradición sin ser necesariamente un mero repetidor de lo ya conocido. ligente y además un buen músico. Inteligente, porque ha reflexionado sobre las músicas llamadas repetitivas y sus modelos: tanto las polifonías africanas como las orquestas gamelan no repetitivas aun cuando recurren a esa técnica por que sus instrumentos tienen una llamémosla naturaleza que les impide, al contrario de los instrumentos europeos clásicos acústicos o electrónicos, repetir exactamente las mismas notas. Esa imprecisión controlada no sólo concierne a la producción del sonido, sino también otros parámetros como la afinación; y para volver a encontrarse con esa poética, Benary compone para esas orquestas gamelan (o las recrea) modernos, estadounidenses (como el Schubert Club Gamelan de Minnesota) mezcladas con instrumentos clásicos: una relación entre control y no-control (¡manes de Cage!) empieza a vibrar, y tanto que sigue impregnando las obras para conjuntos de instrumentos occidentales como el Downtown Steel. El resto, la música de Benary, pertenece al arte. Pierre Élie Mamou BERNSTEIN: Josep Pascual BENARY: Aural Shoeshorning. Sun on Snow. Barang I. Barang II. Downtown Steel. MIEMBROS DE DOWNTOWN ENSEMBLE. GAMELAN SON OF LION. NEW WORLD 80646 (Diverdi). 2006. 61’. DDD. N PN Por los mentores de Barbara Benary, uno podía esperarse lo peor, si ese uno es alérgico a la música repetitiva y a las fórmulas de Cage o La Monte Young tipo: “repite tantas veces tu sonido hasta que la mariposa [o las mariposas, precisa el filósofo de la música] que ha entrado en la era de la performance se haya ido [uno, el uno citado arriba, puede evidentemente protestar: ¿no se puede parar antes? o si uno es algo perverso ¿No se puede después?]” O más profundo todavía: “toca tu sonido hasta que ya no [!] quieras [¡sutileza de la doble negación!] no cambiarlo, luego [¡chachán!] cámbialo!”. Felizmente para ese uno (siempre el mismo), Barbara Benary es una compositora inte- Trouble in Tahiti. COPLAND: Quiet City. LETITIA SINGLETON (Dinah), SÉBASTIEN LEMOINE (Sam), CÉLINE VICTORES-BENAVENTE, PHILIPPE DO, VINCENT ORDONNEAU (Trío). ORQUESTA DE PICARDÍA. Director: PASCAL VERROT. CALLIOPE CAL 9391 (Harmonia Mundi). 2003. 56’. DDD. N PN S erá tal vez exagerado decir que Trouble in Tahiti, ópera breve de Lenny Bernstein (1952), crece con el tiempo. Crece en estatura, reducida a sus tres cuartos de hora, o menos, de duración exacta. Aquí está uno de los dos o tres grandes Bernstein, el de la música culta que incorpora elementos esenciales, no anecdóticos, de música ligera, pop, como queramos decirlo. Como en la sorprendente Misa. El otro sería el de los Chichester Psalms, el de las sinfonías, en especial Age of Anxiety. Habría un tercero, el supuestamente ligero que compone obras de éxito como On the town o West side story, o de menos éxito, como Candide. Pero siempre hay en Lenny un instinto de remontarse a las alturas; West side story no es ópera por muy poco. En el registro con Kiri y Carreras se quitó en parte la espina, y así puede verse en el documental que DG sacó hace poco en DVD y que había pasado por todas las televisiones. En cuanto a Trouble in Tahiti, hay que recordar un DVD reseñado aquí, una puesta en escena preciosa con elementos, bibelots, referencias del pop de finales de los 40 y comienzos de los 50, un imaginario creado por Tom Cairns a partir de la breve ópera, en su totalidad, pero sobre todo a partir de ese trío que es tan típico de aquellos años, por la rítmica, mas sobre todo por el empaste de voces para el pop entonces vigente, que tantos cineastas han recreado, desde Spielberg en 1941 y Woody Allen en Radio Days, hasta Clint Eastwood en la reciente Banderas de nuestros padres. Ese trío, especie de coro de comedia, forma triángulo con la pareja en crisis. Y aunque el trío no es toda la música, puesto que hay números que evocan revista, musicales, cosas así, marca el carácter de toda la obra. Bernstein tenía apego a esta obrita que ahora nos parece más grande que hace sólo tres décadas (no respondo de los años 50, uno apenas había nacido por entonces). Y la introdujo en su segunda y última ópera, A quiet place, que es de sus años finales. No estamos tan seguros de la bondad de esta obra tardía, ni él lo estaba, porque introdujo Trouble en el interior de A quiet place después del estreno de ésta. Es la misma familia, el tiempo ha pasado, las crisis se agudizan o se transforman, pero no se agotan, como la energía. Sorprende este equipo casi totalmente francés para una obra tan gringa, caramba. Pero el caso es que Pascal Verrot ha conseguido un clima, una atmósfera, un icono sonoro que es todo un acierto para obra tan castiza. Hace poco la vimos en Real, en la sala pequeña, y aquello era sólo una aproximación. Nos bastaba con aquello, no pedíamos gran cosa más. Esto, en cambio, es un acierto, y Verrot da en el clavo con dos intérpretes como la sensacional Letitia Singleton, de la raza de las cantantes-actrices-serioligeras (con perdón), mas también con el muy eficaz Sébastien Lemoine. Y ese trío cumple con exactitud, con gracia, con esa verdad reconstruida que es la verdad artística. Estamos en ese teatro tan original, el Imperial de Compiègne, del que ya nos han llegado algunas cosas desusadas. Verrot, mas el trompeta David Guerrier y el corno inglés de Anne Clément, consigue un D D I SI CS O C O S S C. P. E. BACH-BINCHOIS BACH-BRAHMS muy bello Quiet City, página sinfónica de origen teatral (aunque nunca se estrenó en un teatro) en la que Copland recuerda mucho las dos obras de eso que alguna veces se ha llamado Díptico de Charles Ives (Central Park, Unanswered Question), aunque Copland nunca mezcla o yuxtapone discursos opuestos, ni lleva tan lejos la disminución de las dinámicas. En fin, esta lectura de Quiet City es un digno y bello colofón para un disco de enorme interés, de lo mejorcito del reper- torio de Estados Unidos en el siglo XX, su siglo (el XXI todavía no sabemos de quién es o será). Santiago Martín Bermúdez Sonnerie BIBER POLIÉDRICO BIBER: Sonatas del Rosario para violín y continuo nºs 1-9. SONNERIE. GAUDEAMUS CD GAU 350 (Diverdi). 2004. 60’. DDD. N PN De las Sonatas del Rosario existían dos estupendas versiones discográficas pero parejas en objetivos y en resultados: las protagonizadas por el austríaco Gunar Letzbor (véase SCHERZO, nº 120, pág. 80) y por la francesa Odile Edouard (véase SCHERZO, nº 164, pág. 74), en efecto, buscan y consiguen en sus interpretaciones una impecable homogeneidad tímbrica que ya viene condicionada por el mismo hecho de sólo emplear instrumentos melódicos o relegar a un segundo plano los de cuerdas pulsadas. El gusto por el contraste entraña peligros evidentes de desnaturalización estilística, pero cuando se juega esa baza con la inteligencia que Monica Huggett y sus compañeros de Sonnerie (Emi- lia Benjamin a la viola da gamba y el lirone, Elisabeth Kenny al archilaúd, la tiorba y la guitarra barroca, Frances Kelly al arpa y Matthew Halls al órgano y el clave) demuestran para controlar que no se incurra en el desmadre, el placer se multiplica con la expectativa nunca defraudada de sorpresas constantes pero siempre oportunas. Por otro lado, en unas páginas tan minuciosamente descriptivas de hechos concretos pero sobre todo de las sensaciones y emociones que éstos despiertan en los personajes (Jesús y su Madre particularmente) y en un oyente convertido en espectador y casi en partícipe por la magia del genio de Biber, la impresión de hallarse ante acontecimientos de trascendencia teológica pero ocurridos a seres humanos de carne y hueso produce un inefable embeleso. Esa peculiar elocuencia para tratar las notas musicales como sílabas y su sucesión como palabras y frases verbales es posible que no vaya ligada al idioma checo, pero quizá para encontrarla de una manera tan sobresaliente en la historia de la música haya que pensar en otro compositor casualmente checo también, Janácek, sólo que tres siglos y medio más tarde. En este disco, primera mitad de una integral que se promete de referencia, la adecuación entre forma y contenido es tan asombrosamente férrea que se hace dificilísimo seleccionar los ejemplos más ilustrativos de la conjunción entre los talentos compositivo y (por lo que antecede, casi nunca mejor dicho) lector, pero para el público español ha de cobrar una significación muy especial la aproximación al fandango que por momentos se logra en la chacona que representa la presentación en el templo. Como momento más conmovedor, sin embargo, habría seguramente que citar el Lamento que inaugura el primero de los misterios dolorosos (la oración en el huerto). Pero, por encima de todo, lo que más maravilla es el imaginativo (y muy virtuosista) aprovechamiento de todos los recursos (la famosa scordatura incluida, por supuesto) para hacer por igual justicia al carácter de danza que tienen casi todos los movimientos de lo que no dejan de ser sonatas y al programa subyacente, con tan poliédrica gama de sentimientos. De primera necesidad. Alfredo Brotons Muñoz Björn Schmelzer OTRO “ACE” DE BJÖRN BINCHOIS: Joye. Les plaintes. GRAINDELAVOIX. Director: BJÖRN SCHMELZER. GLOSSA GCD P32102 (Diverdi). 2006. 74’. DDD. N PN Antes de pasar a escuchar este disco, es muy recomendable leer el artículo de Björn Schmelzer que viene en la carpetilla, tarea facilitada por incluir su traducción al español, dado que la editora es la escurialense Glossa. Esto nos prepara para la sorpresa que supone la forma interpretativa de las chansons de Gilles Binchois por el conjunto Graindelavoix frente a otras clásicas como puede ser, por ejemplo, la empleada por el Ensemble que lleva el nombre del compositor. A su vez, también comprenderemos por qué un conjunto de plaintes se titula Joye. También es reco- mendable la lectura de la entrevista con este investigador e intérprete, que puede encontrarse en la web de la distribuidora Diverdi. Es posible que el vuelco sufrido por la concepción de las formas de interpretar las obras del período barroco se empiece a extender ahora a las del renacentista o puede que se trate de un experimento puntual. La verdad es siempre revolucionaria, como dijo Gramsci, pero lo revolucionario no tiene forzosamente que ser verdadero, como bien se sabe. En cualquier caso, la música siempre se ha compuesto para emocionar o disfrutar y ambas cosas las consiguen plenamente. Once ejemplos de plaintes de Binchois, cuyo contenido es de una sublimada tristeza y la lamentación por su muerte, ocurrida en 1460 y que fue escrita por su discípulo Ockeghem, constituyen el contenido del CD. En todos ellos hay una exquisita implicación instrumental salvo en el célebre Mon seul et souverain désir, cantado por tres voces graves a cappella. Hace Schmelzer una referencia a las figuras plañideras que Claus Sluter esculpió para la tumba de Felipe el Atrevido que se encuentra en Dijon y es muy oportuna, pues son obras de dos contemporáneos nacidos en territorio de la actual Bélgica que pasaron su vida al servicio de la corte de Borgoña y causan una parecida emoción. La pureza y claridad de las líneas de canto, el sentido de espontaneidad y la gran calidad sonora dan a esta grabación una singularidad que la hacen absolutamente imprescindible para cualquier interesado en la llamada música antigua, que aquí resulta de lo más nueva, gracias a unos intérpretes que no se limitan a seguir la tradición y buscan nuevos caminos basados en la investigación musicológica, todo ello envuelto en un gran rigor interpretativo, sin tener como intención sorprender, aunque lo hagan, sino el abrir un nuevo camino, ya iniciado en su anterior disco conteniendo la Misa Caput de Ockeghem. José Luis Fernández 79 D D I SI CS O C O S S BRAHMS-CLARKE BRAHMS: Sonatas para viola y piano op. 120 nºs 1 y 2. Trío para viola, violonchelo y piano op. 114. LAWRENCE POWER, viola; TIM HUGH, violonchelo; SIMON CRAWFORDPHILLIPS, piano. HYPERION CDA67584 (Harmonia Mundi). 2006. 65’. DDD. N PN R omanticismo en estado puro, eso es el último Brahms. También lo era el primero, sin duda, pero este postrero muestra una serenidad, una sabiduría que hacen que cada nota sea necesaria, que todo tenga un sentido, que no sobre ni falte nada. Y entre sus creaciones de madurez más hermosas, qué mejor que aquéllas que dedicó al clarinete y a la viola, como las dos Sonatas op. 120 o el Trío op. 114. Ambas obras pueden interpretarse indistintamente con cualquiera de esos dos instrumentos, y, a poco que el músico sea bueno, es fácil que convenzan y seduzcan por igual. Clarinete, viola, qué más da cuando se trata sobre todo de hacer poesía sonora… Lawrence Power, al menos, nos hace disfrutar de estas lecturas en su versión para viola. Bien es verdad que en el trío el timbre de este instrumento y el del violonchelo se empastan peligrosamente, pero en las sonatas con piano asistimos a un recital de expresión y sensibilidad modélico. El sonido es cálido, muy humano en sus inflexiones, extraordinariamente poético, y siempre mostrando esa contención característica del último Brahms, que parece querer expresarse a media voz, pero sin que por ello deba sonar lánguido y amortiguado… La compenetración con el pianista es total, y de ahí sale un disco que todo brahmsiano, todo enamorado de la música de cámara, y de la música en general, no lamentará escuchar. Espléndida toma de sonido, y notas breves, pero informativas. Juan Carlos Moreno BRAHMS: Sinfonía nº 3. Variaciones sobre un tema de Haydn. ORQUESTA FILARMÓNICA DE LONDRES. Directora: MARIN ALSOP. NAXOS 8.557430 (Ferysa). 2004. 71’. DDD. N PE 80 Continuando con su ciclo sinfónico de Brahms, la directora estadounidense da una muy competente interpretación de esta Tercera Sinfonía, con liris- mo, claridad expositiva, vehemencia adecuada, fraseo y resp u e s t a orquestales de alto nivel. Una vez escuchadas y comentadas las dos primeras sinfonías del músico de Hamburgo por esta orquesta y su directora aquí, soy proclive a considerar que el ciclo va a más con esta grabación. Mayor ponderación, sin tirones ni desigualdades en el discurso, y con un cuidado en la realización musical —la puesta en pie de la obra— que merece atención especial. Hay un entendimiento inequívoco del lenguaje orquestal de Brahms por parte de Marin Alsop y también persuasión para llevar a la orquesta a brillar en su comportamiento y prestaciones. Una Tercera que se puede codear con cualquiera de las existentes. Las Variaciones sobre un tema de Haydn me hacen referirme a los dos discos anteriores con las dos primeras sinfonías. Alguna brusquedad sonora manipula un discurso que está muy bien entendido, por otra parte. Cabría una aún mayor poesía en la séptima variación, si bien la quinta queda ejemplar. Muy buen nivel de todos modos. sum dignus”, y la Entreisst euch, meine Sinnen, tornando de carácter en cada estrofa y describiendo fenómenos de la naturaleza, contemplados desde ese alcance ulterior que tienen los ojos del alma. Aunque la responsable vocal de estas composiciones, la soprano Barbara Christina Steude, afina siempre al límite y recarga de tensión con sus agudos, posee el talento de la declamación: su versátil énfasis abre puertas a un discurso cálido, suspirante, que si juega con el espectro de la dinámica en piano puede conducir a una catarsis (por ejemplo: cantando el “refrescar el corazón y la mente”, que pertenece al Was mich auf dieser Welt betrübt). Goza de óptimas prestaciones la Lautter Compagney, ensamblándose sin dificultades bajo la dirección de un Wolfgang Katschner que perfila texturas en realce del canto (Also hat Gott die Welt geliebet) y que sale airoso de un reto: construir un pórtico instrumental con la excelente O Gottes Stadt, o güldnes Licht. El programa del disco está muy bien estructurado, a la manera de una función religiosa: se comienza con una laudatoria, después un himno que combina el esplendor y la melancolía, dos contrapuntos instrumentales, un episodio y un aleluya. José Antonio García y García Marco Antonio Molín Ruiz BUXTEHUDE: Cantatas, arias y contrapuntos. BARBARA CHRISTINA STEUDE, soprano. LAUTTEN COMPAGNEY. Director: WOLFGANG KATSCHNER. CARUS 83.192 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN Las cantatas religiosas de Dietrich Buxtehude son dramas en miniatura, donde el alma logra despojarse para recibir con densa emoción el misterio, evocado mediante recursos melódicos y armónicos que responden a esa eclosión artística habida en Alemania a lo largo del siglo XVII. Reveladoras arias que apartan al creyente de los manidos ritos en colectividad para, en soliloquio profundo, impregnarse de una luz que no sólo deleita el oído, sino que además nutre al conocimiento. De las cuatro primicias discográficas incluidas aquí refiramos dos: la O clemens, o mitis, o cœlestis Pater, de un dulce patetismo que maravilla con dialéctica contrapuntística en el “non CACCINI Amor che fai? Madrigales y arias. STEPHAN VAN DYCK, tenor; CHRISTINA PLUHAR, arpa y tiorba; EERO PALVIAINEN Y QUITO GATO, archilaúd y guitarra; PAULINA VAN LAARHOVEN, viola da gamba y viola bastarda; VINCENT LIBERT, percusión. MUSICA FICTA MF 8003 (Diverdi). 2004. 56’. DDD. N PN L a clave del éxito no estriba en la sofisticación; sino en la naturalidad, máxime cuando se trata de una voz solista: el tenor Stephan van Dyck convence de lo fácil que es decirlo todo dejándose llevar, sin rebuscar en la partitura cosas que no hay. A este respecto tendamos un puente hacia el lied recordando el espíritu del mismo, concebido no para voces con depurada técnica; sino grandes melómanos de sensibilidad desbordante. Los madrigales y arias compilados en este disco bajo el epígrafe Amor che fai? están servidos por un cantante de expresividad dis- creta, esto es: lo mejor que pueda esperarse en una música de estas características. Adornar este cuadro barroco es una tarea que corresponde al corpus instrumental, un formidable sexteto (donde no faltan el arpa y la percusión) que abre el disco con el efecto refrescante de una cascada, tarjeta de presentación para ese lenguaje perfumado que cunde en Torna deh torna, una exquisitez de fusión entre las cuerdas tañida y frotada. Y si parecía que la voz y el conjunto instrumental iban a lucir por separado, escuchamos obras donde las cualidades individuales llegan a engrosar un todo; como en dos de las obras cantadas que llevan por título Amarilli, cuyos sugerentes matices urden un tejido dramático representado por la melancolía, antesala del fuego interior que entraña Tutto il di piango, soneto de Petrarca revertido por Caccini en un tesoro melismático. Bonita carátula, típica de una égloga, tornasolada por la penumbra. Marco Antonio Molín Ruiz CASTIGLIONI: Quilisma. Tropi. Consonante. Deleth. Risognanze. Intonazione. Cantus planus. Ensemble Risognanze. Director: TITO CECCHERINI. COL LEGNO WWE 20253 (Diverdi). 2004. 72’. DDD. N PN Que en 2007 aún tengamos que decir que autores como Nicola Castiglioni, o como Aldo Clementi, son unos completos desconocidos, no habla muy favorablemente de la política de conciertos ni del mundo del disco. Con todo, se debe al empeño de algunos editores fonográficos el que contemos con grabaciones de compositores “menores”, como los citados antes, para poder tener un mayor conocimiento de lo que fueran los años cruciales de la vanguardia. Para los aficionados (y musicólogos) recalcitrantes a todo afán modernista, estos compositores y, por extensión, todos los autores de esa vanguardia, hubieron de ser señalados por su afán exclusivamente especulativo. Lo único cierto es que ni eran tan radicales aquellas propuestas ni tan inextricables son en la escucha. Castiglioni era uno de ellos y escuchando su obra, la grabada de forma admirable en este CD de Col Legno, se tiene la certeza de D D I SI CS O C O S S BRAHMS-CLARKE que queda demasiada música aún por descubrir. Castiglioni no especula, sino que demuestra que ya en sus obras de 1960 (Tropi, Consonante) había ese sentido de la musicalidad que normalmente atribuimos a un Maderna. Hay en Castiglioni un gusto por las texturas y por el modo de envolverlas en breves secuencias de ritmo regular que llevan a pensar en la estética de Aldo Clementi. Pero si el procedimiento de Clementi tiende más a lo mecánico, en Castiglioni hay una simplificación extraordinaria, un deseo por aislar cada secuencia en un entorno dominado por los silencios que da como resultado una música de gran atractivo. El gusto por lo aforístico, por la presentación de la melodía en momentos fugaces, hace pensar en Kurtág. Pero lo sorprendente de una pieza como Risognanze (de 1989, y de la que toma el nombre el ensemble italiano) es que cada breve, austera sección parece retomar el espíritu melancólico del Ligeti de algunos Études pour piano o el Concierto para piano. Lo ecléctico del estilo de Castiglioni llega hasta una escritura claramente deudora de los cantos de pájaros de Messiaen: Cantus planus, suerte de cantata para dos sopranos y siete instrumentos, de 1991. Francisco Ramos CHAIKOVSKI: Romeo y Julieta. Sinfonía nº 1 en sol menor “Sueños de invierno”. ORQUESTA SINFÓNICA DE PRAGA. Director: VÁCLAV SMETÁCEK. SUPRAPHON SU 3895-2 (Diverdi). 1961-1963. 60’. ADD. R PM C uidadísima planificación sonora y de línea musical del checo, que da lugar a hondura en el inicio de la Obertura-fantasía, obteniendo una interpretación mezcla de arrojo y distancia que llega a una claridad y un sentido musicales poco frecuentes a lo largo del desarrollo, sin recaer en los habituales amaneramientos cantabiles y efectismos hiperdramáticos tan usados en la pieza. La grabación reproduce con justeza y transparencia (aun siendo de hace cuarenta años, no teman) a una orquesta que sigue a ciegas con extrema competencia los determinantes de la batuta. Riente, fresca, muy eslava, espontánea y detalladísima la interpretación del primer tiempo de la Sinfonía, con una cuerda cálida y compacta en el segundo y la rigurosa observancia del juego polifónico en el tercero, dan a estos una entidad muy difícil de superar. El último tiempo es más hueco por su esencia musical; su contenido no satisface como en los anteriores, pero la interpretación sigue siendo luminosa e iluminada. Un disco excelente, en el que se demuestra que si bien no todo tiempo pasado fue mejor, en él se daban cosas magníficas y se grababa muy bien en múltiples ocasiones (¡esa década de los 60!). José Antonio García y García CHAIKOVSKI: Sinfonías nºs 4-6. ORQUESTA DE LA ACADEMIA NACIONAL DE SANTA CECILIA. Director: ANTONIO PAPPANO. 2CD EMI 5325829. 2006. 138’. DDD. N PN Durante tres conciertos celebrados en julio de 2006, en la propia Sala de la Institución que da nombre a la orquesta, registraba Antonio Pappano el contenido de este disco. Unas obras que —sabido es— gozan de popularidad entre el público y, por tanto, cuentan con una abundante discografía disponible entre la que no es fácil hacerse un hueco. Las armas que el director italiano esgrime para ello son claras: alta precisión técnica, maximización de la prestación orquestal, fidelidad casi absoluta a la partitura y un planteamiento interpretativo objetivo. Entre sus mejores virtudes encontramos una diferenciación de planos sobresaliente, consiguiendo estratificaciones de transparencia providencial. Las dinámicas empleadas resultan calibradas, buscando con especial cuidado unos pianísimos sensiblemente sutiles. Su cuidadoso concepto sonoro eleva notablemente el nivel del rendimiento orquestal aunque no siempre consiga superar las limitaciones de la cuerda para conseguir un timbre empastado. En tempi generalmente moderados, tradicionales, encaja un fraseo fluido, sin trabarse en amaneramientos y articulando con pulcritud fiel al texto. Incluso llega a jugar, puntualmente, alguna carta que se guarda en la manga, como las falsas relaciones métricas de la batuta, accionando así el motor interno del discurso. Con tales premisas nos ofrece versiones contundentes a la vez que contenidas, en las que podría arriesgar algo más sin perder esa meritoria objetividad aludida. Una Cuarta mesurada, exacta, virtuosamente tocada, estalla en el último movimiento con una urgencia algo excesiva para lo que han sido los anteriores. Sólida y lúcidamente planificada desde su primer tiempo, la Quinta alberga un bellísimo segundo movimiento —al que cabría pedirle una ligera pincelada de flexibilidad—, para concluir con un Finale cuya majestuosidad no llega a convertirse en autoritaria. El punto débil lo encontramos en una Patética que, pese a contar con una buena planificación y no poca inspiración en su tan hermoso como difícil fraseo, plantea pasajes de dificultad orquestal que no resultan totalmente limpios. Con muy buen sonido, un álbum apreciable. Juan García-Rico CHERUBINI: Lo sposo di tre e marito de nessuna. MARIA LAURA MARTORANA (Donna Lisetta), EMANUELE D’AGUANNO (Don Martino), GIULIO MASTROTOTARO (Don Pistacchio), ROSA ANA PERAINO (Donna Rosa), VITO PRIANTE (Don Simone). ORQUESTA INTERNACIONAL DE ITALIA. Director: DIMITRI JUROWSKI. 2 CD DYNAMIC CDS 503/1-2 (Diverdi). 2005. 151’. DDD. N PN El sello Dynamic nos ofrece esta primera grabación de una obra de un joven Luigi Cherubini (1760-1842) procedente del Festival de Martina Franca de 2005. Sposo di tre e marito de nessuna es una partitura estrenada en Venecia en 1783, pertenece al género de la ópera buffa y está basada en la obra La bottega del caffè de Carlo Goldoni. La música es ligera y desenfadada, transmitiéndonos rápidamente el espíritu de la ópera buffa napolitana que tanto éxito tuvo a lo largo de todo el siglo XVIII. Sus personajes son prototipos de una época y en la trama discurren las situaciones disparatadas y absurdas típicas de este tipo de historias. La música de esta partitura tiene un gran trabajo desde el punto de vista melódico y goza de una orquestación brillante. De entre el conjunto vocal destaca la Lisetta de Maria Laura Martorana cuyas arias están plagadas de complicados pasajes de coloratura que sortea con aparente facilidad. También el barítono Giulio Mastrotaro como Don Pistacchio nos logra fascinar con su timbre aterciopelado y su increíble facilidad para proporcionar la comicidad necesaria a su personaje. Finalmente, el tenor Emanuele D’Aguanno como Martino muestra una excelente línea de canto y una facilidad para la emisión de las notas agudas nada desdeñable. La dirección de Dimitri Jurowski logra convencer por el equilibrio que logra entre la parte vocal e instrumental. Como en todas las ediciones de Dynamic, la presentación es excelente, proporcionando el libreto completo y unas excelentes notas críticas. Carlos Sáinz Medina CLARKE: Sonata para viola y piano. Passacaglia. Lullabies. Morpheus. Chinese Puzzle. I’ll bid my heart be still. Pieza sin título. Dumka. Preludio, allegro y pastoral. PHILIP DUKES, viola; SOPHIA RAHMAN, piano; DANIEL HOPE, violín; ROBERT PLANE, clarinete. NAXOS 8.577934 (Ferysa). 2004. 81’. DDD. N PE Q ué curiosa esta Rebecca Clarke (18861979), con qué ímpetu arranca su Sonata para viola y piano, casi como un meteorito en la música británica del siglo pasado, aparecida en 1919 y olvidada después sin merecerlo hasta que se rescató de esa ominosa oscuridad. Es obra ambiciosa, hermosa, con influencias de Vaughan Williams pero capaz también de volar sola, no en vano a su autora también le interesaba Frank Bridge. Es la pieza más ambiciosa —mucho y bien lograda— de este disco que se complementa con otras menores, basadas algunas en aires populares de Escocia, de Irlanda o de Inglaterra, sentimentales algunas, divertidas otras —como el curioso Rompecabezas chino— y hasta con curioso interés retrospectivo como la Dumka para trío con piano, inspirada en Dvorák, y su precedente, la Pieza sin título. Y como rareza, la del dúo de viola y clarinete que propone Preludio, allegro y pastoral, una libérrima digresión original y jocunda. Es este un disco que a priori quizá no atraiga demasiado pero que quien lo vea no debiera dejarlo pasar pues sirve para 81 D D I SI CS O C O S S CLARKE-GÓRECKI nota en música británica y, sobre todo, proporciona un buen rato de placeres desconocidos. Además los intérpretes son excelentes, con la sorpresa añadida de la presencia de Daniel Hope, uno de los grandes violinistas de su generación. intérpretes ligeramente el arco con las cuerdas, y no basta con “suspender” el devenir temporal del discurso, sino que se necesita dar vida a cada nota y en esto muestra Dahinden demasiadas carencias. Francisco Ramos Claire Vaquero Williams DAHINDEN: 82 DONOSTIA: Cuartetos de cuerda nºs 2-5. CUARTETO DEL KLANGFORUM WIEN. Música para voz y piano III y IV. ALMUDENA ORTEGA, soprano; JOSU OKIÑENA, piano. MODE 175 (Diverdi). 2005. 65’. DDD. N PN NB 001 y 002 (Diverdi). 2005. 106’. DDD. N PN He aquí una producción rara en el catálogo de Mode. Si las obras de Roland Dahinden obedecen al típico tono de experimentación que impone el sello, el texto contenido en el cuadernillo no se corresponde con el habitual rigor de Mode. Christian Scheib firma el escueto, críptico comentario introductorio. A falta quizás de alicientes (y los cuartetos de Dahinden aquí grabados tienen pocos), Scheib se pierde en vaguedades conceptuales que intentan, tal vez desesperadamente, dar sentido a la música de Dahinden. Este autor suizo, nacido en 1962, combina la interpretación del trombón con la composición y se siente, por lo escuchado en performances suyas y en un disco anterior en Mode, muy próximo a la estética norteamericana (Lucier, Cage), pero también a ciertas prácticas del jazz moderno (Braxton) y a la interrelación con las artes plásticas (colaboración con Brandt, Le Witt, Brunner). El problema que plantea su música, al menos la contenida en este monográfico consagrado a sus Cuartetos de cuerda nºs 25, compuestos entre 2000 y 2004, es que no aporta ningún atisbo de lenguaje propio. Su dependencia con respecto a los cuartetos de Feldman es tal que pareciera que Dahinden se empeñara en comentarnos musicalmente los procedimientos que emplea el autor de Palais de Mari antes que intentar otra opción quizás más comprometida. Dahinden se limita en cada pieza a encadenar una serie de secuencias exactamente iguales unas a otras, tal vez con la esperanza de que alguien repare en que en esos estatismos sin fin hay algún pensamiento musical digno de mérito. No basta con disponer unas sonoridades tenues, conseguidas al frotar los DVORÁK: Suite en la op. 98b. SUK: Serenata op. 6. Scherzo fantástico op. 25. PHILHARMONIA DE PRAGA. Director: JAKUB HRUSA. SUPRAPHON SU 3882-2 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN Suite checa en re op. 39. Polonesa en mi bemol mayor B 100. Valses op. 54. PHILHARMONIA DE PRAGA. Director: JAKUB HRUSA. SUPRAPHON SU 3867-2 (Diverdi). 2005. 55’. DDD. N PN El paseo de Almudena Ortega y José Okiñena por la obra para voz y piano del Padre Donostia (1886-1956) llega con estas dos entregas a sus etapas tercera y cuarta, ahora de la mano de la joven casa NB y con una presentación muy bella. El autor donostiarra, en su día poco menos que un predicador que en el desierto alertaba sobre el riesgo de desaparición de la música popular vasca, un folclorista incansable y respetado, defensor a ultranza del patrimonio del pueblo, está viendo últimamente cómo su obra no se perdió en el vacío y va poco a poco encontrando su espacio en este panorama musical nuestro donde tan difícil es abrirse paso. Y es un espacio merecido, por cierto, no ya sólo por las apacibles líneas de sus canciones, que aquí recorren la zona central de la tesitura para soprano con un encanto que ahí está, sino por la agradable libertad de unos acompañamientos muy de comienzos del siglo XX, que con los años fueron ganando en variedad armónica, siempre haciéndose eco de lo que pasaba a su alrededor y sin ocultar nunca el profundo amor que le unía a estas deliciosas miniaturas. Los dos discos, de momento editados por separado, suman setenta y siete canciones pasadas al papel a lo largo de más de cuatro décadas. Vienen, con tres salvedades, en euskera, traducidas al castellano, al francés y al inglés. Algunas de ellas son muy conocidas (la canción de cuna Txalopin txalo puede ser un hermoso ejemplo de esa “primitiva sencillez” que siempre trató de encontrar Donostia), y a todas se entregan soprano y pianista con cuidada gracia y sensibilidad. Asier Vallejo Ugarte Acaso sea el director, pianista y trombonista Jakub Hrusa la gran esperanza en estos momentos de la dirección de orquesta checa. Si no es la única esperanza, es desde luego la más lucida. Es joven, nació en 1981, y tiene ya una brillantísima carrera a sus espaldas. Supraphon le ha echado el guante muy pronto, con un contrato en exclusiva que ha dado sus primeros frutos con discos como estos dos. Como vemos, se trata de un repertorio todavía prudente en ambos discos; demasiado prudente, tal vez. Pero oyendo éstos, escuchando la Suite del Dvorák casi americano, la bella y tensa Serenata juvenil de Suk, el discípulo y yerno, y el Scherzo fantástico del mismo Suk, compuesto unos cinco años antes que el de Stravinski, igualmente titulado así, y en francés también; oyendo esta bella y dulce lectura de la otra suite, la Checa, muy anterior, más la Polonesa y los Valses, podemos advertir que hay en Hrusa nervio, concepto y maestría que no por tempranas son menos sólidas. Habrá que seguir la carrera de este músico, que ya parece excelente. Habrá que oírlo y verlo en empeños más ambiciosos. Por el momento, un indudable sobresaliente. Santiago Martín Bermúdez ÉTIENNE DE LIEJA: In festo sanctissimæ trinitatis. PSALLENTES. Director: HENDRIK VANDEN ABEELE. RICERCAR RIC 249 (Gaudisc). 2006. 61’. DDD. N PN E l obispo Étienne de Lieja (c. 850920), nacido en una familia emparentada con la dinastía carolingia, fue el primero en escribir, a principios del siglo X, un Oficio dedicado a la Trinidad, aunque la fiesta no fuera adoptada oficialmente por la iglesia romana hasta 1334. Étienne escogió textos de los salmos, del Nuevo Testamento y de Alcuino y compuso antífonas y responsorios siguiendo los modos eclesiásticos: la primera antífona en el modo I, la segunda en el II y así sucesivamente. La interpretación del conjunto Psallentes se basa en un antifonario manuscrito del siglo XV proveniente de la abadía de Saint Bavon, en Gante, con el que el grupo reconstruye un oficio formado por piezas de Primeras Vísperas y de Maitines tal y como podría haberse oído en Lieja hacia 1500. Se incluye una lectura con texto de Erasmo de Rotterdam y algunas polifonías primitivas (puntuales bordones bajo las lecturas y otras piezas y el salmo Venite interpretado con la técnica del falso bordón a tres voces). Las seis voces de Psallentes (reforzadas con otras dos para un par de pasajes) suenan claras y melodiosas en un elegante, elevado y fervoroso estilo occidentalista. Pablo J. Vayón FALLA: El sombrero de tres picos. Montañesa. Introducción y danza de “La vida breve”. MARINA RODRÍGUEZ-CUSÍ, soprano. ORQUESTA FILARMÓNICA DE GRAN CANARIA. Director: PEDRO HALFFTER. WARNER 5144201502. 2007. 53’. DDD. N PN Manuel de Falla entendido de otra manera: con localización perfecta en su tiempo más que en su aporte a lo nacionalista o folclorista. Un Falla trazado con pincel tímbrico y que deja escuchar delicadezas de línea y orquestación, llevándonos a pensar en los franceses, de Debussy a Poulenc, y que sin embargo se apelmaza cuando recurre al grosor en el ritmo y en la sonoridad, cosa acentuada también, como las delicadezas aludidas, por Pedro Halffter, tanto que hasta da la sensación por un momento de que se le va a descontrolar la Farruca. La contribución de la orquesta y de la soprano, más que buenas, aunque en mi opinión no desaparecen del estrellato intérpretes magníficos de la obra (Ansermet —con Berganza— Giulini, Ozawa, entre los foráneos, y no aludamos a Argenta ni a la moderna grabación gra- D D I SI CS O C O S S CLARKE-GÓRECKI nadina de Pons, que también me parecen preferibles). Otro tanto puede decirse de los fragmentos de La vida breve y de la breve Montañesa en transcripción orquestal de Cándido Alegría. La duración total del disco también es breve, así que… papel inusual en la carrera de Victoria es éste. A pedido de Rudolf Bing y con reservas personales, lo asumió, expidiéndose en un límpido inglés. Ciertamente, hay momentos de agilidad y compromiso en el agudo, pero ella los sortea con la finura musical, el timbre incomparable y la proverbial afinación de sus mejores momentos. Es capaz de extraer de esta música agradable y descomprometida todo el caudal del arte sonoro. A su lado, Tucker, quizá demasiado ancho de voz para el rol, exhibe su seguridad y su generosidad al servicio de un apasionado galán romántico. Elias y Tozzi van sobrados en lo suyo, junto al solvente barítono y desenvuelto comediante que fue Alvary. Verchi dirige con dominio del género, escoge adecuadamente los tiempos, ensambla con claridad los conjuntos y lleva adelante la historieta con fluidez. La toma es en vivo y data del 21 de febrero de 1961. A pesar de no ser obra de estudio, tiene la ventaja de que tanto Victoria como Tucker daban lo mejor de sí ante el público y basta oír la franca respuesta del mismo para comprobarlo. tiempo almacenado en los datos de polvorientas enciclopedias en las que sólo se le atendía en tanto que gran cantante. Estos discos recogen dos tonadillas, género todavía por reivindicar del que se conservan miles de títulos, y la sorprendente ópera-monólogo El poeta calculista. Es interesante, de cara a la exportación de este repertorio, la implicación en el proyecto de Andrea Marcon, que le da a la música un decidido tono alegre, vitalista y popular. La Orquesta Ciudad de Granada, que obviamente hizo un gran esfuerzo preparatorio, rinde con una respuesta en general adecuada. Rosique no consigue hacerse entender del todo. Las seguidillas de El majo y la maja, que son como las coplas de La declaración pero con otro ritmo, parece que García las usaba una y otra vez en sus obras, tal vez por su gran aceptación. A la guitarra —Rafael Bonavita sobre un instrumento de época—, como en la primera tonadilla citada, adquieren un curioso tono aflamencado. Ciertamente el español de Tucker suena dudoso por momentos, pero en general se defiende bastante bien. En El poeta calculista —toda una burla del teatro del momento—está sensacional, en especial en el disparatado y diabólico número donde debe hacer dos voces alternativamente, una de ellas de soprano, lo que nos da una pista acerca de cuáles eran las habilidades del propio García. Marcon extrae en esta atípica obra todo el jugo rossiniano, bien que la música de García, con su fuerte personalidad —no hay más que oír Yo que soy contrabandista, otro de los éxitos más sonados del compositor-cantante—, sea mucho más que la de un simple epígono del autor de Guillermo Tell. Las partes habladas, a cargo de Pepe Cantero, encajan con dificultad en el resto. Un paso importante en la recuperación de la historia de la música española. Blas Matamoro Enrique Martínez Miura José Antonio García y García FLOTOW: Martha. VICTORIA DE LOS ÁNGELES (Lady Dirham), RICHARD TUCKER (Lyonel), ROSALIND ELIAS (Nancy), GIOGIO TOSSI (Plumkett), LORENZO ALVARY (Tristram). CORO Y ORQUESTA DEL METROPOLITAN DE NUEVA YORK. Director: NINO VERCHI. 2 CD COLUMNA MÚSICA 1CM0160 (Diverdi). 1961. 105’. ADD. R PN Un GARCÍA: GÓRECKI: El majo y la maja. La declaración. El poeta calculista. RUTH ROSIQUE, soprano; MARK TUCKER, tenor. ORQUESTA CIUDAD DE GRANADA. Director: ANDREA MARCON. Cuarteto de cuerdas nº 3. CUARTETO KRONOS. 2 CD ALMAVIVA DS 0144 (Diverdi). 2005. 100’. DDD. N PN Poco a poco va cobrando vida la música de Manuel García, tanto NONESUCH 79993-3 (Warner). 2005. 51’. DDD. N PN Tras un silencio de varios años, la música de Henryk Górecki (n. 1933) vuelve a estar presente en la fonografía. Y lo hace con el que es su cuarteto de cuerdas Charles Bruffy RESPIRACIÓN GRECHANINOV: Semana de Pasión op. 58. PHOENIX BACH CHOIR. KANSAS CITY CHORALE. Director: CHARLES BRUFFY. CHANDOS CHSA 5044 (Diverdi). 2004. 74’. DDD. N PN Constituye Semana de Pasión una colección de trece obras, para gran coro a cappella, escrita siguiendo la tradición de la liturgia ortodoxa para la Semana Santa. A lo largo de cada una de ellas, Alexander Grechaninov (1864-1956) trabaja una selección de salmos y otros pasajes bíblicos del Antiguo y Nuevo Testamento dándoles un formato profundamente enraizado en la línea de la escuela coral rusa, a la que también pertenecieron Rachmaninov o Ippolitov-Ivanov. Los recursos de su escritura nos ofrecen resultados de gran plasticidad y belleza. Sus estructuras, de diseño amplio, con frases de grandes arcos sobre tempi largos y movimientos armónicos dilatados consecuentemente, producen un deliberado estatismo que, interactuando con el texto, transporta al oyente a través de una vivencia espiritual de profunda evocación emocional. Todo ello se articula sobre un lenguaje marcadamente diatónico, cuyo proceso cadencial sobre grados tonales se embellece con toques de color armónico típicamente pos-romántico, basados en disonancias de segunda por ampliación y acordes de séptima. El poder de captación de número tres, que viniendo de las manos del Kronos, es casi como decir que estamos en un ambiente fácilmente reconocible. El cuarteto es un encargo del Kronos de… 1994. Górecki ha mantenido guardada la partitura durante diez años hasta que, finalmente, ha consentido que el cuarteto estrenase su obra en 2005. Adrian Thomas (el “descubridor” de la música de Górecki en las páginas de Contact, a mediados de los años 80), en las notas al programa, no se explica muy bien los motivos de tal actitud. Especula, sin embargo, con la idea de que el autor, en aquellas fechas, se debería esta música reside, también en gran medida, en la atomización de la plantilla mixta mediante divissi, logrando texturas acordales muy nutridas y abiertas, que Charles Bruffy sabe equilibrar acertadamente. La gran exigencia al conjunto, en este sentido, es resuelta con solvencia, destacando la prestación de los barítonosbajos, casi permanentemente doblados a la octava inferior en regiones nada cómodas. El trabajo directorial es igualmente sabio al dejar a la gran masa coral respirar con amplitud, consiguiendo un fraseo natural y unos difíciles retardos casi ostentosos en su virtuosismo. Un timbre siempre empastado y una emisión sólida —que consigue evitar el típico vibrato dulzón de los coros norteamericanos— suman muchos puntos a esta interpretación. La gran espaciosidad de la toma sonora —que sería contraproducente para otro tipo de escritura— resulta idónea para resaltar el carácter envolvente de esta música. Juan García-Rico sentir muy abrumado por el éxito de su Tercera Sinfonía y se frenaría ante la posibilidad de presentar una obra nueva que, en esencia, él mismo sabía que no se apartaba de aquella estética ya consagrada. Sea como fuere, la música del nuevo cuarteto, subtitulado Piésnni Spiewaja (“…se cantan canciones”), es una síntesis de todo el estilo que caracteriza al Górecki del último período. Como en la Sinfonía nº 3, es en el empleo masivo de las cuerdas donde Górecki halla su verdadero material expresivo. La obra comienza de una manera absolutamente arrolladora, un Adagio-Molto Andante-Cantabile que arrastra por la sincera vehemencia que transmiten las repeticiones de una misma secuencia melódica. El plan parece seguir 83 D D I SI CS O C O S S GÓRECKI-KALLIWODA el ya presentado en los cuartetos anteriores, de 1989 y 1991, pero, a diferencia de estos, el tercero mantiene una unidad que se echaba de menos en aquellas páginas excesivamente dispersas. Allí había, como en Lerchenmusik, un tono cambiante de las dinámicas y un uso de guiños a otros autores (Beethoven, Messiaen) que malograban los buenos planteamientos de inicio. En el Tercero, en cambio, la coherencia, el buen pulso y el dominio de la forma hacen que estemos, si no ante un logro extraordinario, sí ante una obra que, muy posiblemente, cierre con brillantez un ciclo de obras de gran carga espiritual y pureza de sentimientos en estos tiempos modernos. Francisco Ramos GRIEG: Olav Trygvason. A la puerta del claustro. Canciones con orquesta. SOLVEIG KRINGELBORN Y MARITA SOLBERG, sopranos; INGEBJORG KOSMO, mezzosoprano; TROND HALSTEIN MOE, barítono. CORO FILARMÓNICO DE BERGEN. ENSEMBLE VOCAL DE BERGEN. VOCI NOBILI. ORQUESTA FILARMÓNICA DE BERGEN. Director: OLE KRISTIAN RUUD. BIS-CD-1531 (Diverdi). 2005. 78’. SACD. N PN 84 En estas mismas páginas no hemos dejado muy bien parado el Grieg de Ole Kristian Ruud, mas en este caso hay que reconocer que el director ha dado en el clavo. Quizás porque prefiere ceder protagonismo a las voces y por ello opta por quedarse en un segundo plano, lo cierto es que aquí sirve admirablemente la causa de una música por lo general infrecuente, aunque fascinante. La parte del león se la lleva la única tentativa operística emprendida por el maestro noruego, Olav Trygvason, de la que sólo llegó a escribir las tres primeras escenas, pues el libretista Bjornstjerne Bjornson no acabó nunca su texto. Grieg, que en sus comentarios sobre ópera se mostraba como un furibundo antiwagneriano, escribió una música que debe bastante al creador de Lohengrin, una paradoja, pero que para nada empaña la belleza de estos fragmentos. Muy teatrales la verdad es que no parecen serlo, pero escucharlos, sobre todo la tercera escena, es un deleite. El resto del programa se Emmanuel Haïm EL TRIUNFO DE HAENDEL Y HAÏM HAENDEL: El triunfo del Tiempo y del Desengaño. NATALIE DESSAY (Belleza), ANN HALLENBERG (Placer), SONIA PRINA (Desengaño), PAVOL BRESLIK (Tiempo). LE CONCERT D’ASTRÉE. EMMANUELLE HAÏM, clave, órgano y dirección. 2 CD VIRGIN 3 63428 2 (EMI). 2006. 146’. DDD. N PN Haïm consigue una vívida imagen de este atípico oratorio de Haendel, que en su uso de personificaciones de ideas pareciera remitir a los autos sacramentales, bien que como es lógico en el oratorio italiano también se aceptase esta clase de recurso desde su nacimiento mismo. Basta, en fin, con oír la picante obertura, de excelente fugado, para percatarse de que estamos antes una versión sensacional. Las ideas absolutas no le hacen perder a la emprendedora intérprete la dimensión verdaestructura en una larga escena dramática, A la puerta del claustro, con texto también del frustrado libretista, y seis canciones con orquesta tomadas de diferentes colecciones, las dos primeras bien conocidas, pues proceden de la música incidental de Peer Gynt. Todas ellas expresan el genio lírico de este maestro, y se benefician de la implicada labor de unos intérpretes de altura. Ruud, lo dicho, atento, sin esos amaneramientos que lastraban sus otras aproximaciones a la música de Grieg, y los solistas vocales con una prestación idiomática, musical y expresiva. Un gran tanto de BIS en el año del centenario del gran maestro noruego. Juan Carlos Moreno C. HALFFTER: Odradek. Dortmunder Variationen. Tiento del primer tono y batalla imperial. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE FRANCFORT. Director: CRISTÓBAL HALFFTER. COL LEGNO WWE 20204 (Diverdi). 2006. 51’. DDD. N PN Con una magnífica prestación de la Orquesta Sinfónica de la Radio de Francfort — deramente humana de muchos números, como en la nostalgia por la privación de la juventud del aria Se la bellezza perde vaghezza que entona El Desengaño o la maravillosa agitación en la cuerda y en la voz —formidable Dessay— en Un pensiero nemico de Pace. Se suceden los afectos más variados, que hacen todavía más asombrosa la lección haendeliana de máxima variedad dentro de la limitación de recursos: clima pastoril (Crede l’umo ch’egli riposi), rabia (Folle, dunque tu sola presumi), tristeza por la pérdida (Il bel pianto dell’aurora), que mueven a la idea de estar, pese a la sensualidad de la música, ante una obra totalmente pesimista. Desde luego, el mismo Haendel se dio cuenta del valor de algunos de los hallazgos de esta obra de su juventud italiana, como prueba que Lascia la spina, entonada espléndidos los metales y la percusión—, dirigida por el propio autor, el sello Col-legno nos ofrece en un CD de notable calidad tres obras de Cristóbal Halffter de expansiva comunicabilidad. Partituras para gran orquesta, con toda su potencialidad expresiva, que encuentran instrumento apropiado en la formación alemana. Que Odradek (1996) sea un homenaje a Kafka es de relativa o escasa importancia para el oyente medio, al que, sin embargo, sí le importará comprobar que está ante una obra de gran atractivo y fuerza, con una percusión estelar dentro de un magma sonoro de indudable belleza. Le satisfará asimismo gozar del juego sonoro en Dortmunder Variationen (1986-1987), consistente en la incorporación sucesiva de los diferentes elementos de la orquesta para después manifestarse en su conjunto, dentro de una secuencia que alterna los momentos de calma con otros de mayor agresividad (juego que, además, hacia el final concede una significación especial a la nota re, D en la notación alemana, letra con la que empieza y acaba la palabra Dortmund). Finalmente, el oyente acogerá con sorpresa y beneplácito Tiento del primer tono y batalla imperial (1986), efectista homenaje a Antonio de Cabezón y a Juan Bautista José Cabanilles (16441712), un intento, según el propio compositor madrileño, de por El Placer, pasara a incorporarse como Lascia ch’io pianga a su ópera Rinaldo. Hallenberg canta este número con finura, para a renglón seguido lanzarse a las agilidades de Come nembo que fugge. Una gran versión en todos sus aspectos. Redondeada además con una magnífica toma sonora, esta grabación se convierte en una de las grandes novedades haendelianas del año. Enrique Martínez Miura reunir “mi tradición cultural con el mundo de hoy”. En conjunto, un disco que reblandece los prejuicios contra la dureza de la música contemporánea, más allá de los juicios más especializados que puedan hacerse sobre cada una de las obras. José Guerrero Martín HAYDN: Sonatas nºs 23, 24, 32, 37, 40, 41, 43, 46, 50 y 52. MARC-ANDRÉ HAMELIN, piano. 2 CD HYPERION 67554 (Harmonia Mundi). 2005. 145’. DDD. N PN Sonatas nºs 10, 31, 35, 37 y 43. FAZIL SAY, piano. NAÏVE 5070 (Diverdi). 2006. 59’. DDD. N PN No se trata de comparar, sino de confrontar estas formas diferentes de construir las sonatas de Haydn aquí incluidas; dos maneras de tocar aparentemente parecidas, que se diferencian ostensiblemente y que en su esencia distan en conceptos y enfoque. Dos pianistas cuyo talento es harto conocido por el gran público: Hamelin y Say. Los dos son D D I SI CS O C O S S GÓRECKI-KALLIWODA impactantes, efervescentes, vitales, necesarios; ambos buscan un más allá detrás de las partituras, algo que les pueda acercar a dimensiones no tangibles. Uno y otro presentan un tocar impetuoso, arrebatado y hasta delicadamente seducido por las prisas y los tempi rápidos. Como es habitual, Hamelin se presenta con Hyperion en este doble compacto, en lo que son unas versiones completas, satisfactorias, sugerentes e incluso reveladoras. Su talento le es propicio para la música del compositor austriaco. Hamelin halla diferentes climas, fruto de un acercamiento sin complejos y con convicción. Su visión es fidedigna, su espíritu “conservador”; Hamelin no es conformista, sus dedos dirigen unas capacidades atractivas que comunican con el oyente, aunque a veces se eche en falta un poco de más desmelene. Por esto, Fazil Say se erige como mejor comunicador: el pianista turco se acerca también sin complejos con un claro objetivo, poder transmitir y contagiar al oyente. Su tocar, espumoso y cálido, cuidado pero también desmelenado, consigue traspasar la frontera de la prudencia para acercarse a todas estas músicas con descaro y cierta desvergüenza. Decimos cierta, ya que no se trata de unas versiones imprudentes e irreflexivas. Say es intenso, sus lentos priman un discurso penetrante. Son estas unas versiones menos intelectuales que las de Hamelin, en las que el sentido de la improvisación está más presente. El primero, reflexivo, cuida la unidad con decoro y sentido común; Say también pero destaca más los detalles obteniendo unas interpretaciones de más relieve y más calado. Así pues la diferencia entre ambos está clara: Hamelin se muestra comedido, mientras que Say se desgreña cuando toca. Emili Blasco HERZOGENBERG: Sinfonía nº 1 en do menor op. 50. Sinfonía nº 2 en si bemol mayor op. 70. NDR RADIOPHILHARMONIE. Director: FRANK BEERMANN. CPO 777 122-2. (Diverdi). 2006. 77’. DDD. N PN C on los elogios de su dilecto amigo Philipp Spitta fue acogida esta Primera Sinfonía de Heinrich von Herzogenberg, procedente en realidad del trabajo hecho siete años antes para un Cuarteto con piano en la misma tonalidad. Por otros, sin embargo, la conversión fue calificada de trabajo fallido. Verdaderamente lo que se apoyó en aquel cuarteto fue el primer movimiento. Un comienzo de oscuro clima se resuelve en un Allegro muy bien elaborado, basándose el Adagio siguiente en una Sonata tres años anterior (1881) que quedó inédita. El Scherzo es suelto y ágil y posiblemente sea el cuarto y último tiempo donde más visible es el parentesco con la obra sinfónica de Brahms. Hay divergencias de opinión sobre esta influencia y, al fin y a la postre, la discusión parece baldía, ya que el mismo autor admitía “reminiscencias” de grandes compositores anteriores. La Sinfonía nº 2 deja un regusto de mayor libertad e independencia con un viso personal más marcado. Tanto esta como la anterior, escritas con una diferencia de cinco años, son obras muy considerables, y no hay que desdeñar el conocimiento de estos trabajos sinfónicos, que tienen fuste y entidad por sí solos. Con solvencia sobrada los pone en pie Beermann al frente de una orquesta plenamente competente en labor merecedora de todo elogio. José Antonio García y García HOMS: Sonata per a violí. Octet de vent. Quartet de corda nº 7. Trio de cordas. Impromptu per a guitarra i percussió. Quintet de vent (in memoriam de Robert Gerhard). HENRI DESCLIN, violín. CONJUNT CATALÀ DE MÚSICA CONTEMPORÀNIA. CUARTETO PARRENIN. JACQUES PARRENIN, violín; GÉRARD CAUSSE, viola; PIERRE PENASSOU, violonchelo; SIEGFRIED BEHREND, guitarra; SIEGFRIED FINK, percusión. QUINTETO KOAN. ARS HARMONICA AH 158 (Gaudisc). 2005. 68’. DDD. N PN P racticante desde un principio del atonalismo y decidido partidario del sistema de Schoenberg desde 1953, Joaquim Homs (1906-2003) llevó a la práctica su método de trabajo con personalidad e independencia. Porque el método era eso, un método, pero no un fin. De esta manera, y con la suficiente flexibilidad expresiva, pudo encajar en su lenguaje cuanto le complugo abordar, sin limitaciones ni corsés. En contra de las exageradas creencias de muchos, el dodecafonismo no es incompatible con la transmisión de sentimientos. Octet de vent (para flauta, oboe, clarinete, clarinete bajo, trompa, trompeta, trombón y tuba), Quartet de corda nº 7 y Trio de cordes son obras de 1968, escritas después de la muerte de la esposa del autor. Fuese querido o no, rezuman las tres —cada una a su manera— el dolor del compositor. Dolor hondamente sentido y sin cortapisas, seguramente por eso desborda a quien lo expresa y llega tan nítido al oidor. De 1971 son Impromptu per a guitarra i percussió y Quintet de vent, compuestos después del fallecimiento de Robert Gerhard (maestro y amigo del autor) y de Joan Prats (amigo y colaborador de iniciativas musicales) y participantes, por lo tanto, de presupuestos parecidos a los de las obras anteriores. En conjunto, los resultados sonoros, en su amplia variedad, son de una gran belleza y de una indudable riqueza en sus líneas de expresión. Finalmente, Sonate per a violí, obra de 1941, muy anterior por lo tanto al momento estético de las demás, es de un carácter marcadamente lírico, refleja en su gran fuerza expresiva la formación de violonchelista del autor y da margen al lucimiento virtuosístico del solista. Notabilísimo el nivel interpretativo y técnico de estas grabaciones —de los años 60 y 70— procedentes de la Fonoteca de la Biblioteca de Catalunya, de cuya serie de los Arxius Sonors (Archivos Sonoros) es el volumen tercero. José Guerrero Martín HUMMEL: El paso del Mar Rojo. SIMONE KERMES, VERONIKA WINTER, sopranos; HANS JÖRG MAMMEL, tenor; EKKEHARD ABELE, WOLF MATTHIAS FRIEDRICH, bajos. RHEINISCHE KANTOREI. DAS KLEINE KONZERT. Director: HERMANN MAX. CPO 777 220-2 (Diverdi). 2004. 51’. DDD. N PN L a revisión de las obras de Johann Nepomuk Hummel está llevando a algunas sorpresas. En este oratorio, el contemporáneo de Beethoven se revela como un autor con personalidad propia, pero también con raíces evidentes en la historia de la cultura a la que perteneció. El paso del Mar Rojo pertenece a la mejor tradición del oratorio germano, de Bach y C. P. E. Bach a Mendelssohn, con su gusto por el contrapunto, que Hummel asume en la fuga de Der Herr hat unser Geschrei erhört. La obra se apoya en excelentes recitativos —que cuentan con un notable Christoph Lehmann al fortepiano— y coros. La versión de Max es soberbia, al obtener tanto la deseable transparencia del tejido como la oportuna diferenciación de timbres, al tiempo que una ejecución ardientemente expresiva, por momentos volcada hacia lo beethoveniano, caso del aria con coro Und Moses streckte aus die Hand. El plástico empleo de los coros le concede a la obra el sentido de epopeya colectiva que sin duda quiso darle su autor. La obvia capacidad descriptiva del acercamiento se ve también secundada por instantes tan dolientes como Aus der Tiefe unsers Elends. Magníficos los solistas vocales, que cumplen a plena satisfacción su cometido, destacando el sensacional Moisés de Abele. En el recitativo accompagnato Sie zogen aus del personaje menor de Un Israelita se aprecia un tono claramente dieskausiano en Friedrich. Una grabación sumamente interesante. Enrique Martínez Miura KALLIWODA: 3 Cuartetos de cuerda. CUARTETO TALICH. CALLIOPE CAL 9357 (Harmonia Mundi). 2005. 76’. DDD. N PN L os Talich abordan estos tres cuartetos de Johann Wenzel Kalliwoda (18011866) con la convicción necesaria para defender el siempre digno nivel de unas partituras que, sin llegar a alcanzar las cotas de otras obras homónimas de su época, no dejan en ningún momento de merecer una escucha agradable. La escritura camerística de este autor, cuya vida compositiva estuvo dedicada casi en exclusiva a su mecenas —el príncipe Karl Egon II de Bohemia—, tiene una factura de corte clásico aderezada con ciertos toques de inspiración popular que le aportan un indiscutible encanto. En lo formal, los tres cuartetos guardan coherencia con el modelo vienés, estructurándose en cuatro movimientos alternantes. En cuanto a su lenguaje, se mueven siempre en un diatonismo biensonante y amable, alejado de mayores complicaciones. En lo relativo a su instrumentación, denotan, igualmente, cierta pro- 85 D D I SI CS O C O S S KALLIWODA-LOEILLET pensión al reparto arquetípico de papeles: melodía para violín primero, bajo armónico para chelo, y complemento armónico-rítmico para los dos restantes componentes. Así pues, no es por la vía de la innovación formal por la que hallaremos el interés de su escucha. Su encanto reside, en cambio, en un doble componente que el autor maneja con naturalidad y los cuatro músicos del cuarteto checo identifican con acierto. Por un lado, la inspiración de su melodismo, su frescura y sencillez, les otorgan un aroma campesino cuya fluidez se aleja del acartonamiento escolástico que tan frecuentemente encontramos en autores menores del s. XIX. Por otra parte, e íntimamente unido al factor anterior, su riqueza rítmica, abundante en células métricas ternarias y ostinatos, cuyo resultado es un marcado carácter danzante con el que refuerzan la brillantez pegadiza del sabor popular aludido. Técnicamente, a excepción del tercero —en el que se explora algo más la escritura virtuosística del primer violín—, las exigencias de los tres opus no suponen más que un paseo placentero para el conjunto checo. Juan García-Rico KURTÁG: Jatekok. Szalkak. Grabstein für Stephan. MARTA Y GYÖRGY KURTÁG, pianos; ILDIKO VÉKONY, cimbalom; ELENA CASOLI, guitarra. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA NDR. Director: ZOLTÁN PESKÓ. STRADIVARIUS STR 57002 (Diverdi). 2003. 52’. DDD. N PN 86 E s prodigioso observar cómo la técnica serial formulada por Webern deriva, en un músico como Kurtág, en un imaginario sonoro en donde la brevedad y la concisión se convierten en signos distintivos de su lenguaje. La asunción de la técnica dodecafónica, presente ya en la primera obra de su catálogo (el Cuarteto nº 1), va a cristalizar en un lenguaje que, sorprendentemente, no hace tabla rasa, sino que acoge muy distintas influencias del pasado y el presente (el madrigal monteverdiano, el rigor bartokiano, el coral de Bach, el pianismo de Schumann) para conformar una obra que aparece despojada de cualquier retórica. Eso se halla en el programa que recoge el CD de la serie Ricordi oggi, sobre todo en la muy austera pieza para cimbalom Szalkak, que apunta invariablemente a Bartók por su uso de los temas tomados del folclore húngaro. En esta obra se reproduce la estructura estrófica de los antiguos cantos populares y se utiliza el estilo rubato que propicia el instrumento del cimbalom, justamente para evocar viejos cantos fúnebres. Ese tono funerario es el que preside la obra de cierre del programa, Grabstein für Stephan, de 1989, un clásico del catálogo del autor y que ya conociera una gran versión en el Festival de Salzburgo de 1992 (Peter Eötvös) y que recogía el sello Col Legno. La pieza, de enorme tono solemne, es una de las grandes obras maestras de un compositor que se presenta aquí como un perfecto dominador de la concisión y la precisión. La trascendencia de Grabstein, que es algo insólita en su instrumentación (guitarra solista y orquesta) poco tiene que ver con el aire didáctico, ciertamente relajado, del ciclo Jatekok (Juegos), una obra escrita en 1973 para piano a cuatro manos que viene servida aquí por el propio autor y su esposa, en lo que debería ser ya una versión de referencia de una pieza que ha conocido muy buena difusión discográfica, en gran parte gracias a su innegable poder de seducción. Aunque no es la más brillante obra de Kurtág, Jatekok posee muchas de las características de su lenguaje: el gusto por lo miniaturesco, el recurso sin prejuicios a formas pretéritas, sentido de la obra musical como juego participativo. Un aire artesanal que surge en tiempos de alta sofisticación tecnológica. Francisco Ramos LAWES: Canciones. ROBIN BLAZE, contratenor; ELIZABETH KENNY, laúd, tiorba. HYPERION CDA 67589 (Harmonia Mundi). 2006. 73’. DDD. N PN Un programa con canciones de los hermanos Henry y William Lawes conforma este nuevo disco del contratenor Robin Blaze, muy interesado siempre en la canción isabelina, como ha demostrado ya con anteriores y muy interesantes trabajos dedicados a Byrd, Campion y otros compositores de la época. La voz de Blaze es pequeña, tal vez por eso no está aprovechando como otros compañeros de cuerda la moda por la ópera de la primera mitad del XVIII, pero su timbre suena siempre fresco y natural y su fraseo es elegante y refinado. Las melodías isabelinas no requieren mucho más para seducir a las almas sensibles, a veces la capacidad para recoger la voz en pianissimo, lo que el cantante hace con un gusto exquisito. Blaze sabe decir los textos siempre con intención e intensidad, pero sin caer en el énfasis ni la exageración. Pequeños matices de intensidad, silencios sabiamente estirados, leves variaciones en el color, adornos colocados con sutileza bastan al cantante para dar variedad a un recital que puede acabar fácilmente en monotonía. Lo evita Blaze, merced también al ágil y sentido acompañamiento de Kenny y a la colaboración en algunos temas de la soprano Rebecca Outram, el bajo Robert MacDonald, el laudista William Carter y la arpista Frances Kelly. Para los amantes de la música del período y espíritus solitarios. Pablo J. Vayón LIGETI: Études pour piano. Due Capricci. Invention. L’Arrachecœur. Sonatina. Musica ricercata. Fantasía cromática. Tres Bagatelas. MonumentSelbsportrait-Bewegung. FREDRIK ULLÉN, piano. 2 CD BIS-1683/84 (Diverdi). 1996, 1998, 2004. 131’. DDD. R PN L a gran cualidad que distingue al ciclo de los Études pour piano de Ligeti es, en algunas de las piezas más intrincadas, la ilusión en el receptor de que existen varios teclados tocando un mismo material a velocidades diferentes, un sentido de la polifonía y de la espacialización que llevan a estas piezas a cotas magistrales. Tras la demoledora versión de Aimard en Sony, este acercamiento de Fredrik Ullén, que ahora reedita el sello BIS, no puede verse sino empequeñecido. No basta aquí, y es lo que hace Ullén, con un acercamiento literal a estas obras. Su lectura es exacta, pero no logra lo que sí estaba al alcance de Aimard: crear un aura capaz de traspasar lo escrito en la partitura y hacer que su versión casi se convierta, con el paso del tiempo, en un ideal sonoro de concentración, torbellino rítmico y expresividad en muchos casos de profunda melancolía. En algún momento, se ha remarcado que en esta etapa final de Ligeti, el autor abandona la presentación del material en masas para brindárnoslo en piezas donde se privilegia el detalle y la individualización tímbrica, pero este aspecto queda anulado en parte cuando el receptor se enfrenta a piezas como Désordre o White in white: su concepción sigue basándose en buena parte en los mismos principios de estatismo e ingravidez. Ha cambiado el timbre, y también lo han hecho, y de qué manera, los ritmos y su vertiginoso modo de empleo. Ullén agrega en su integral los Études números 16 al 18 y completa el doble compacto con piezas primerizas y dos grandes best sellers: la Musica Ricercata y la formidable Monument-Selbsportrait-Bewegung. Es en esta oferta donde radica el mayor interés de esta prestación, pero lo que llama la atención es el excelente, profuso texto del cuadernillo, a cargo de Nordwall y el propio Ullén y en donde, aparte de otros análisis muy pertinentes, se desgrana el camino de apertura de Ligeti a campos, en un principio, ajenos a la vanguardia: el aporte repetitivo, el legado de las polimetrías de Nancarrow y las culturas extraeuropeas. Francisco Ramos LISZT: Tras una lectura de Dante. 3 Sonetos de Petrarca. Vals Mefisto nº 1. Impromptu. ValsImpromptu. 2 Transcripciones de lieder de Schumann: Frühlingsnacht y Widmung. Rapsodia húngara nº 2. JON NAKAMATSU, piano. HARMONIA MUNDI HMU 907409. 2006. 76’. DDD. N PN El diabólico —nunca mejor dicho— programa de este atractivo disco pivota sobre tres poderosos pilares, impregnados temáticamente por las implicaciones fáustico-mefistofélicas del virtuosismo romántico de Liszt. Una brillante aunque literal traducción de la Sonata Dante y los Tres Sonetos de Petrarca, epicentro del Segundo año de peregrinaje, da paso a un notable Vals Mefisto, para concluir con una interpretación deslumbrante de la célebre Rapsodia húngara nº 2, habiendo complementado el recital con otras páginas lisztia- D D I SI CS O C O S S KALLIWODA-LOEILLET nas de distintas procedencias. Las lecturas son audaces en su descriptivismo pero bordean peligrosamente el exhibicionismo ante el sutil equilibrio entre contenido poético y feroz ostentación virtuosista. El altísimo control técnico que exigen estas partituras ha de aplicarse también a la tensión dialéctica y temática que recorre las obras de principio a fin, y es ahí donde encontramos el aspecto menos comprometido de la interpretación de Nakamatsu. La gigantesca gama dinámica —donde incluso los silencios deberían adquirir un sobrecogedor valor dramático—, los pasajes di bravura en endemoniados trémolos, octavas, ritmos frenéticos y densas texturas, parecen ser para el pianista californiano el fin en sí mismo, en lugar del medio necesario para encontrar la esencia discursiva producto de un análisis profundo y detallado. Finalmente, la toma nos ofrece un sonido que, aunque ligeramente entubado en la región media del teclado, cuenta con un rango amplio en profundidad y detalle. Una opción a tener en cuenta si, conscientemente, se apuesta por el valor externo de una realización técnicamente impecable. Juan García-Rico LISZT: Christus. FRANZISKA HIRZEL, soprano; BIRGIT REMMERT, contralto; DONALD KAASCH, tenor; RALF LUKAS, barítono; CHRISTOPH ANSELM NOLL, órgano. CORO FILARMÓNICO CHECO DE BRNO. ORQUESTA BEETHOVEN DE BONN. Director: ROMAN KOFMAN. 3 CD MDG 937 1366-6 (Diverdi). 2005. 172’. DDD. N PN Franz Liszt, el pianista que en su tumultuosa juventud no había dudado en cultivar una imagen mefistofélica muy del gusto romántico, tenía también su punto místico y religioso, y ello ya desde su infancia. De hecho, a los dieciséis años, en un momento en que ya se había hecho un nombre como intérprete prodigio, había llegado a manifestar su deseo de tomar los hábitos… El éxito y la fama no lograron borrar ese anhelo, sino sólo retrasarlo, y así en 1865 Liszt recibió las órdenes menores en Roma, al tiempo que expresaba su intención de consagrarse a la música sacra. Compuesta entre 1862 y 1866, Christus es la obra más ambiciosa y lograda de ese Liszt Laurence Equilbey MEFISTÓFELES A LO DIVINO LISZT: Via Crucis. BRIGITTE ENGERER, piano. ACCENTUS. Directora: LAURENCE EQUILBEY. NAÏVE V 5061 (Diverdi). 2006. 58’. DDD. N PN A lo largo de toda su vida, Liszt compaginó la creación de obras de inspiración demoníaca (en particular, el tercer movimiento de la Sinfonía Fausto) con otras de claro carácter religioso, que fueron aumentando en número a medida que iban pasando los años. Sobre todo a partir de 1865, cuando el compositor recibió las órdenes menores y decidió consagrarse a la música sacra. Los oratorios La leyenda de santa Isabel y Christus son sus aportaciones más ambiciosas en este campo, pero en él hay también obras católico. En ella se propuso crear un género nuevo de oratorio, que se alejara de los moldes operísticos para ir a la esencia, a la expresión de un ideal religioso y trascendente, que moviera a los creyentes, y a los que no lo son, a una devoción auténtica. Para ello, no dudó en utilizar todos los recursos que su larga experiencia como compositor le había dado, hasta dar forma a una partitura extensa y a primera vista heterogénea, en la que encontramos largos episodios orquestales a la manera de poemas sinfónicos y coros de inspiración gregoriana a cappella o con el único acompañamiento del órgano, además de fragmentos sinfónico-corales con destacadas partes solistas. Todo ello dejando de lado cualquier tentación teatral o escénica que pudiera ligarse a la ópera… El resultado, pues, es una amalgama extraña, desconcertante, irregular, pero también profundamente hermosa y de acentos muy sinceros, nada que ver con el Liszt mundano de postal. Por su misma heterogeneidad, no es fácil abordar este Christus. Tampoco son tantos los registros que hay de él, por lo que sólo cabe dar la bienvenida a éste dirigido por Roman Kofman. Un registro de sonoridades austeras y monacales, que se centra en realzar la escondida belleza de la música a partir de pequeños matices e inflexiones. Todo suena recogido, con una serenidad a veces ingenua, sobre todo en la primera parte de menor formato, y no menos hermosas, como el Via Crucis, para coro de cámara y órgano o piano que aquí podemos escuchar. Antes, tres piezas de la colección para piano Armonías poéticas y religiosas, en concreto Ave Maria, Pensée des morts y Pater Noster. El disco es de una gran belleza. Brigitte Engerer nos regala una versión introvertida y callada de esas tres piezas pianísticas, perfecta introducción a lo que nos aguarda en el Via Crucis, una partitura en la que los ecos gregorianos se mezclan con corales alemanes, con un compositor que parece querer quedar en un segundo plano, de forma que su estilo personal se sacrifique al sonido de toda una tradición sacra. El coro Accentus lo ve así, y canta dedicada a la Natividad, pero que al mismo tiempo transmite la sensación de algo grande, grandioso incluso, y en todo momento emocionante. Los solistas vocales cumplen, pero es el coro el que consigue ahondar más en esa visión austera y al mismo tiempo expresiva, con un canto de gran calidez. La orquesta, por su parte, parece querer oscurecer su aportación, a fin de quedar en un deliberado segundo plano. A conocer. Juan Carlos Moreno LOEILLET: Sonatas y Sonatas en trío. LA CACCIA. MUSICA FICTA 8007 (Diverdi). 2006. 66’. DDD. N PN La flauta dulce fue sin lugar a dudas un instrumento por el que el Barroco europeo medio y tardío mostró especial atención y su distintiva voz la encontramos tanto en numerosas obras como solista (colecciones de sonatas de Haendel, Corelli…) como también en destacadas intervenciones en partituras de conjunto. La familia musical Loeillet, en este tiempo, hizo aportaciones decisivas en cuanto a la creación de una cierta tradición flautística en Inglaterra, donde floreció también una importante escuela nacional de esta música con pulcritud, poniendo de relieve esas deudas de Liszt con el pasado. La calidad del conjunto es excepcional, y su flexibilidad para mostrar las escondidas bellezas de estos pentagramas es incontestable. El resultado es sencillamente extraordinario. Por la música y por la interpretación. Juan Carlos Moreno fabricación de este instrumento. Esta grabación incluye obras de tres miembros de esta destacada familia de músicos. Se ofrecen en ella tres sonatas, dos de ellas para flauta y oboe y una para flauta, de Jean-Baptiste Loeillet “de Londres”. Tres también de su homónimo primo que fue apodado “de Gante” para diferenciarse mutuamente, estas tres para flauta. Y finalmente se incluye también una curiosa sonata para dos traversos y dos flautas de pico de Jacques Loeillet, hermano del primero. Esta última sonata, que el conjunto La Caccia ha interpretado desde el manuscrito, es una original obra que fusiona suavemente la diferencia de color instrumental de ambos tipos de flauta en lo lento y que, en sus movimientos rápidos, los contrasta mediante enérgicos y elocuentes diálogos. Se opta además para la elaboración del bajo continuo de esta sonata por el órgano, que completa el uso de instrumentación de viento y empasta tímbricamente mejor que el clave. Estructuralmente todas estas sonatas de los Loeillet están basadas en el exitoso y generalizado modelo sonata da chiesa, algunas veces de forma estricta y en otras ocasiones añadiendo algún otro movimiento, pero respetando siempre su principio de contraste cinético lento-rápido. Son, por lo demás, obras de movimientos más bien breves, de estética compositiva plenamente barroca (cercanas en gran medida al modelo Corelli) y que se caracte- 87 D D I SI CS O C O S S LOEILLET-NEUWIRTH rizan sobre todo por su definida y amable factura melódica. El conjunto instrumental La Caccia las interpreta con gran convencimiento y maestría. Y es así que flautas y oboe logran unas ágiles y seductoras líneas melódicas apoyadas sobre un modesto pero sugestivo también acompañamiento continuo —violonchelo, clave y órgano. Una muy buena ocasión para acercarse a la música de este interesante linaje de compositores. Jaime Rodríguez Pombo diferenciadas tímbricamente y muy expresivas las dos sopranos, algo corto de graves el contratenor y muy lírico Berndt, más barítono que bajo. El coro sajón canta con auténtica pasión e intensidad, no siempre con la claridad deseable, pero lo mejor es sin duda el conjunto Batzdorfer Hofkapelle, que, con Daniel Deuter de concertino, combina finura, profundidad de sonido, agilidad y gran vigor rítmico, impulsado, suponemos, por la batuta de un incandescente Matthias Jung. Muy interesante. Pablo J. Vayón LOTTI: Dixit Dominus. Laudate pueri. Credidi. Laudate Dominum. BARBARA CHRISTINA STEUDE Y ANNEKATHRIN LAABS, sopranos; DAVID ERLER, contratenor; TOBIAS BERNDT, bajo. SÄCHSISCHES VOCALENSEMBLE. BATZDORFER HOFKAPELLE. Director: MATTHIAS JUNG. CPO 777 180-2 (Diverdi). 2005. 68’. DDD. N PN En Dresde se han conservado copias de los cuatro salmos que se presentan en este disco, obras debidas al veneciano Antonio Lotti (1667-1740), que pasó un par de años en la célebre corte católica de la capital sajona. Se trata de piezas escritas en dos estilos bien diferentes: Credidi y Laudate Dominum son piezas breves y de sabor antiguo, la primera de ellas para cuatro voces corales, sin solistas. Dixit Dominus y Laudate pueri pertenecen en cambio al estilo oratorial de la época, esto es, se trata de obras de cierta extensión (29 y 23 minutos respectivamente) escritas en varios números cerrados, en los que alternan arias solistas y coros (Dixit Dominus) y distintas formaciones de solistas (Laudate pueri, que no prevé coro). Es música exuberante y majestuosa, pensada para una orquesta amplia, en la que algunos instrumentos tienen asignadas funciones obligadas. Los solistas, jóvenes y desconocidos, cumplen con más que solvencia su tarea, bien 88 LOTTI: Motetes, misa y madrigales. CRISTEL DEMEULDERS Y SARAH VAN MOL, sopranos. ENSEMBLE TERPSICHORE. Director: XAVIER HAAG. LE CHANT DE LINOS CL 0716 (LR Music). 57’. DDD. N PN C urioso el repertorio contenido en este disco, música vocal y coral de Antonio Lotti que refleja la influencia recíproca que ejercían en la Venecia dieciochesca lo religioso y lo profano así como lo vocal y lo instrumental. A propósito, se ha llegado a comparar sus madrigales, dedicados a Leopoldo I, con la estructura de la sonata en trío, ambigüedad enigmática que resulta cautivadora para muchos oyentes. Lamentablemente, estos intérpretes no ponen en pie tal suerte de fenómenos concomitantes. Un coro opaco, con el acartonamiento y pesantez característicos de los años sesenta, cuyas sopranos distorsionan el acabado armónico al no redondear los agudos y donde los tenores muestran un timbre gangoso y entubado; defectos notorios que malogran la subyugante textura del Crucifixus y el lustre polifónico del Gloria. La frágil y descontrolada emisión de agudo por parte de las sopranos solistas priva de encanto a La vita caduca. Un clave somero nos hace echar de menos alguna afiliación estética, proveniente del bajo continuo. En cuanto a la labor de Xavier Haag, el director, elogiamos su esmerada agógica pero reprochamos su indiferencia ante obras cuya rica escritura vocal exige sutilezas (por ejemplo: el cambio de polifonía a homofonía). Marco Antonio Molín Ruiz Andreas Staier y Christine Schornsheim INSÓLITO MOZART: Sonatas. Preludios. Danzas. Variaciones. ANDREAS STAIER Y CHRISTINE SCHORNSHEIM, Stein-vis-a-vis. HARMONIA MUNDI HMC 901941. 2006. 63’. DDD. N PN Con alborozo nada disimulado debe ser recibido este disco, que nos sitúa ante un nada usual tipo de composiciones mozartianas, algunas de ellas previstas para su ejecución a cuatro manos, como las Sonatas K. 381 (123a) y K. 358 (186c). Se incluyen también 6 Danzas alemanas K. 509, transcritas ex profeso para la ocasión y que conocemos en su habitual versión orquestal. Lo insólito y lo que concede interés suplementario al disco es el instrumento en el que son reproducidas: un Stein vis-avis; es decir, un híbrido de clave y fortepiano, que distribuye en una de sus extremidades tres teclados o juegos de clave y en la otra un juego de pianoforte. Los dos teclistas están por tanto enfrentados. No quedan en el mundo más que dos ejemplares de este instrumento, nos cuenta Michael Latcham. El compositor estaba encantado con la singular y rica sonoridad de los pianos Stein, aunque usaba habitualmente los Spath. El visa-vis seguro que le hubiera atraído, con esa combinación singular de timbres. El que emplean Staier y Schornsheim pertenece al Museo Castelvecchio de Verona, que se trasladó a Lausana, para un concier- MORALES: Misa de Beata Virgine. Motetes. ENSEMBLE JACHET DE MANTOUE. CALLIOPE CAL9363 (Harmonia Mundi). 2006. 61’. DDD. N PN El Ensemble Jachet de Mantoue, integrado por cinco voces masculinas que han formado parte de reputados conjuntos especializados en música renacentista y barroca, tiene su sede en Bretaña y pretende la revalorización de la música compuesta por éste y otros compositores nacidos en esa región francesa. No es de extrañar que, tras la publicación de sus primeros to de ambos instrumentistas y luego a Sion (Suiza), para este registro. La interpretación de las distintas piezas nos parece soberbia. En las tocadas a solo en la parte de fortepiano, el gusto, la digitación, el fraseo, fantasioso y brioso, habitual en Staier, nos siguen pareciendo únicos. El Preludio modulante K. 284a y el Preludio y fuga K. 394 (383a) en especial poseen un solidez constructiva y una claridad de líneas fuera de serie. Y las cuatro manos se siguen con facilidad en las dos Sonatas y las Danzas. Los dos teclistas parecen uno solo: la mezcla de timbres es raramente atractiva y enriquece las texturas de forma sorprendente, concediéndoles lo que podríamos definir como consistencia sinfónica. Un disco insólito que hay que escuchar con los oídos bien abiertos por su rareza y su jugoso contenido. Los dos instrumentistas brillan a gran altura y muestran una gracia especial, que se acentúa en las piezas danzables de la K 509. Arturo Reverter discos, amplíen sus objetivos a otros compositores europeos contemporáneos del citado y esta vez le ha tocado el turno a Cristóbal de Morales. Contiene la carpeta del CD unas interesantes notas de Cristina Urchueguía sobre la obra de este compositor y particularmente sobre sus misas y el problema derivado de la inclusión de tropos dentro del ordinario de la misa, que fueron prohibidos posteriormente por el concilio de Trento. Por cierto, es mejor leer su traducción francesa que el mutilado original en castellano. Los intérpretes han optado por intercalar cinco motetes de Morales entre las distintas partes del ordinario de su Misa de Beata Virgine a cinco voces, que fue publicada por primera vez en D D I SI CS O C O S S LOEILLET-NEUWIRTH 1540 en una recopilación de misas que contenía otras dos de Jachet de Mantoue. Uno de los motetes es a seis voces y requiere la participación de una soprano adicional al grupo. Este se apunta a los cada vez más numerosos partidarios de utilizar una persona por voz en las obras polifónicas corales, lo que tiene una serie de obvias ventajas, aunque a veces pueda parecer que estamos escuchando una especie de radiografía coral. Aquí da un buen resultado, pues la interpretación es solemne y equilibrada, muy contrastada de timbres, destacando las líneas extremas del contratenor y el bajo, a la par que flexible en el seguimiento de las modulaciones tan características de la obra del compositor sevillano. Nacido casi medio siglo antes que T. L. de Victoria, resultan en rigor poco comparables, comentario que viene a cuento de la afirmación de que Morales es el compositor español más destacado de todo el s. XVI. Fue el que más se preocupó por la difusión de su obra al haber captado durante su estancia en Roma la gran importancia del desarrollo de la imprenta musical y con la obra más difundida entonces, lo que no es lo mismo. José Luis Fernández ginativo, reforzado por una acentuación incisiva sin llegar a ser extrema. Los tempi escogidos son siempre ágiles, resultando de ello una frescura de contagioso carácter juvenil, tan sólo algo forzada en el Andante del K. 467, donde sacrifica el habitual enfoque lírico en función de una belleza apolínea menos meditativa. El pianista austriaco integra su Steinway —preparado sin “colorear” su afinación— en el conjunto, renunciando deliberadamente a un protagonismo que sacrifique la búsqueda de texturas transparentes. Para ello reduce al mínimo el peso sobre el teclado, aquilatando la dinámica en una gama central y articulando con precisión. En su papel solista se permite añadidos — notas de paso, floreos y brevísimos diseños— sobre lo escrito que, lejos de resultar licenciosos, refuerzan la espontaneidad de las versiones. La prestación orquestal resulta acertadamente coherente con los postulados estéticos, destacando el bellísimo timbre que logra la cuerda minimizando el vibrato con extraordinaria sutileza. Únicamente la toma sonora desmerece algo el resultado general, con un exceso de resonancia que puntualmente emborrona la percepción del tutti. Juan García-Rico MOZART: Concierto para piano nº 21 en do mayor K. 467 y nº 24 en do menor K. 491. Fantasía en re menor K. 397. Rondó en re mayor K. 382. CAMERATA SALZBURG. STEFAN VLADAR, piano y director. HARMONIA MUNDI HMC 901942. 2006. 67’. DDD. N PN S iguiendo la senda de la recreación de los conciertos de abono que inspiró el propio compositor durante su periodo vienés, el presente disco nos propone un programa articulado en torno al piano protagonista. Se contrastan inteligentemente las tonalidades homónimas de las obras, así como sus respectivos pathos, ofreciendo un simbólico equilibrio —tan mozartiano— entre la luz y la sombra. Vladar nos brinda un Mozart vivaz cuyo planteamiento general responde a premisas interpretativas —ligereza, naturalidad y atención a las fuentes— que tienden puentes hacia la corriente historicista, sobre una base instrumental moderna. Su fraseo, pulcro y detallista, aun siendo fiel a la partitura, sabe ser variado e ima- MOZART-BUSONI: Trascripciones completas para piano solo. MARCO VINCENZI, piano DYNAMIC 521 (Diverdi). 2006. 64’. SACD. N PN Dynamic presenta en este CD todas las transcripciones para piano que realizó Ferrucio Busoni sobre obras de Mozart. La interpretación corre a cargo del pianista Marco Vincenzi, en las que son unas versiones correctas y cuidadas, con detalles de calidad. Vincenzi, discípulo de Maria Tipo, ganador de varios premios y actualmente director del Centro de Estudios Musicales Busoni de Espoli, es un pianista solvente que cuida las interpretaciones de este disco con calidad y esmero. Sus versiones de las partituras poseen lirismo y carácter, un sonido delicado y atento. El disco se divide en dos partes diferenciadas: en la primera se incluyen las trascripciones citadas (Sinfonías K. 202, K. 316, K. 444, además del Andantino del Concierto para piano y orquesta K. 271) y en la segunda composiciones del propio Busoni (más o menos afortunadas) inspiradas en partituras de Mozart. Estas son tres obras de escasa duración en las que el talento compositivo de Busoni queda al descubierto. Totalmente fuera de contexto y aunque esto no sea definitivo (pues datan de 1909, 1920 y 1923), las piezas se desmarcan de las tendencias de la época, siendo éstas meros documentos de uno de los más grandes músicos que dio Italia. Vincenzi brilla con un pianismo equilibrado, que ve siempre más allá del detalle momentáneo; su cuidado de las formas es sincero y especialmente en las sinfonías, se muestra capaz de emular los timbres orquestales imitando con precisión y fantasía los timbres de los diferentes instrumentos. Solamente algún pequeño detalle como algún trino queda poco cuidado y definido, pero en general se trata de un recital muy convincente. La dificultad está servida y resuelta con eficacia. Emili Blasco NEUWIRTH: Lost Highway. VINCENT CROWLY, CONSTANCE HAUMAN, DAVID MOSS, JODI MELNICK, voces. KLANGFORUM WIEN. Director: JOHANNES KALITZKE. 2 CD KAIROS 0012542KAI (Diverdi). 2003. 88’. DDD. N PN Elaborada para once voces solistas, conjunto instrumental, electrónica en vivo, proyección de sonido y vídeo, la segunda obra dramática de Olga Neuwirth (n. 1968), Lost Highway, se basa en la película del mismo título dirigida por David Lynch sobre guión de Barry Gifford. Estrenada en 2003, la obra aparece como una pieza de Musiktheater y se alinea junto a la pléyade de obras escénicas que están surgiendo ahora mismo en el ámbito de lengua alemana. La austriaca Olga Neuwirth echa mano de nuevo de Elfriede Jelinek para la confección del libreto. Es, en este caso, una colaboración que, en algún aspecto, recuerda la del cineasta Michael Haneke (otro nombre ilustre de la modernidad austriaca) con Jelinek (La pianista). Estamos, pues, ante obras de una gran crispación de escritura. Para concebir una música autónoma a partir del original de Lynch, Neuwirth juega con la sucesión de escenas de algún modo inconexas que propone el film y el empleo de un tejido vocal-instrumental que enfatiza el tono general grotesco de la obra. Si en el film, la banda sonora puntúa la historia con determinados temas extraídos de la canción pop y el jazz, Neuwirth recurre con acierto a la inserción de motivos claramente tomados del cabaret (alusiones a Weill, Eisler) y el musical de Broadway (Porter). Este mundo sonoro “plebeyo” conviene muy bien a la dislocación narrativa que propone Lost Highway, no en vano en la imaginería de Lynch se dan la mano lo surreal con el elemento pop, el cómic y la estética de anuncio de valla publicitaria con una base narrativa que proviene del thriller. El uso por parte de Neuwirth de un reducido grupo de solistas (acordeón, guitarra eléctrica, saxo, teclados…), que toma protagonismo frente al gran conjunto instrumental, denota las intenciones de crear un soporte sonoro que, potenciando en muchos momentos el ruido, produzca un efecto de extrañeza. Así, el recurso a una gama de registros vocales que se mueven entre lo hablado y el recitado, sirve para reforzar el lado enigmático que la historia pretende y, en este sentido, es todo un acierto de la autora convocar aquí al vocalista David Moss, presencia de fuerte impacto en el desbocado papel de Mister Eddy. Moss pertenece al campo de la improvisación y la electroacústica y de él queda para el recuerdo su gran aportación al extraordinario melodrama acusmático de JeanLuc Therminarias Spaghetti’s club. A pesar del efecto energético que da Moss, Lost Highway queda en una tierra de nadie. No es ni drama musical convencional ni, abiertamente, arte sonoro. El logro estético no es de gran calado, pues falta verdadera musicalidad en todo el entramado, un hilo conductor que otorgue tensión a la obra. En realidad, es un poco lo que le ocurre al film. Lynch descompone el sentido narrativo convencional a favor de una acumulación de escenas en donde lo turbador irrumpe en lo cotidiano. Entre tanto elemento extraño, lo que sale ganando es el lado sofisticado del relato, no la sensación de que estemos ante una obra (la fílmica, la musical) de verdadera sustancia. Francisco Ramos www.scherzo.es 89 D D I SI CS O C O S S OGERMAN-ROSSINI OGERMAN: Sarabande-fantasie. Dúo lírico. Preludio and Chant. Nightwings. YUE DENG, violín; JEAN-YVES THIBAUDET, piano. DECCA 475 8400 (Universal). 2006. 65’. DDD. N PN Seguramente el nombre de Claus Ogerman les “sonará”, aunque quizá no lo relacionen con el ámbito “clásico”. Sí, es ese mismo, el arreglista de jazz y música pop. Pues bien, ese músico sólidamente formado nacido en la Alta Silesia en 1930 y formado en Núremberg, decidió al cumplir los cuarenta años de edad dedicarse de modo preferente a la composición, aunque ello no ha impedido que de vez en cuando volviera al jazz, como es el caso reciente de uno de los discos más celebrados de Diana Krall cuyos arreglos firmó y que valieron el reconocimiento de crítica y público. Admirador confeso de Reger y de Scriabin, su música va más allá de la tonalidad sin negarla y trabaja sus obras en profundidad aunque no se ha inclinado por sistematizar el empleo de series ni nada parecido. Desde luego, la referencia al mundo de Reger planea sobre la expresionista Sarabande-fantasie que abre el programa, mientras que una cierta amabilidad, que puede evocar a Hindemith, ilustraría el carácter del extenso Dúo lírico, con alguna tentativa casi minimalista en determinado momento, especialmente hacia el final. También es extenso el Preludio and Chant, dedicado a Gidon Kremer, quien lo estrenó, que vendría a ser una fusión de los estilos de las dos obras anteriores y marcado por un lirismo y una mayor claridad armónica que lo acercan a un cierto neorromanticismo. Termina el programa con Nightwings, que forma parte de un conjunto de piezas concebidas como bises y que acusa la familiaridad de su autor con la música popular más sofistivada y de calidad. Intérpretes de lujo para un disco interesante. Josep Pascual PADEREWSKI: Canciones completas. JADWIGA TERESA STEPIEN, mezzo; MARIUSZ RUTKOWSKI, piano. ACTE PRÉALABLE AP 0013 (Harmonia Mundi). 2004. 53’. DDD. N PN 90 La breve producción cancioneril del pianista Paderewski es Marco Mencoboni POLIFONÍA HUMANA ORTIZ: Ad Vesperas. CANTAR LONTANO. Director: MARCO MENCOBONI. ALPHA 108 (Diverdi). 2006. 71’. DDD. N PN E l nombre de Diego Ortiz (1525 ca.-después de 1570) se asocia casi instintivamente con su Tratado de glosas (1553), una fuente de capital importancia sobre las prácticas interpretativas instrumentales de aquella época, sobre todo en el ámbito de la variación. Pero no es ésta la única colección publicada por el músico toledano. En 1565 aparecería su Musices liber primus, que recoge 69 composiciones sacras entre himnos, magnificat, salmos y antífonas. Estas piezas las escribió Ortiz en su calidad de maestro de capilla del virrey de Nápoles, cargo que desempeñó entre 1558 y 1570. Fueron años turbulenjuvenil, a juzgar por el número de sus opus, y se vale de textos polacos (Adam Asnyk y el patriarcal Adam Miskiewicz) y franceses (Catulle Mendès). Como en el resto de su obra, estamos ante un romántico tardío y académico, que conoce bien su utillaje y sirve correctamente tanto a la dicción de la voz como al complemento pianístico. No se trata de una referencia ni de una especial personalidad, pero cumple con su cometido. Alterna las piezas amorosas con las descriptivas, de carácter y alguna nota de suave folclorismo, sin olvidar la cercanía del impresionismo galo. Stepien es una agradable sorpresa para los oyentes de estas tierras. Tiene una voz decidida de mezzo, cálida y envolvente, emitida con limpieza y señorío. Se la oye decantar lo que dice, aun en polaco, lengua ininteligible para el suscrito y que no se acompaña en la carpeta con ninguna traducción. Sabe matizar los talantes de las distintas piezas y se lleva armoniosamente con un concienzudo repetidor como el maestro Rutkowski. Blas Matamoro tos tanto desde el punto de vista político como desde el punto de vista religioso, a la sombra de una Contrarreforma que amenazaba con modificar sustancialmente la música litúrgica. En su música sacra, Ortiz dio prueba de un controlado conservadurismo, defensor de un estilo polifónico compacto, riguroso y sin sofisticaciones. Del Musices liber primus procede este trabajo de reconstrucción de las Vísperas realizado por Marco Mencoboni. En contra de las prescripciones del Concilio de Trento, Mencoboni opta por realzar la solemnidad de las piezas polifónicas con instrumentos tales como viola da gamba, corneta y trombón (una opción practicada en casos puntuales por la capilla musical del virrey). Una decisión acertada, que colorea el contrapunto de Ortiz y le PALESTRINA: Tercer Libro de Lamentaciones. CORO DE LA CATEDRAL DE WESTMINSTER. Director: MARTIN BAKER. HYPERION CDA67610 (Harmonia Mundi). 2006. 79’. DDD. N PN El coro de la católica catedral de Westminster, integrado por voces de niños y varones adultos, es todo un ejemplo de ortodoxia interpretativa, que seguramente hubiera hecho las delicias del compositor y puede que incluso de los cardenales asistentes al Concilio de Trento. Acomete en este disco la grabación del Tercer Libro de Lamentaciones de Jeremías, entre los cuatro que Palestrina compuso. Una bastante detallada descripción de la esencia de la liturgia romana de la Semana Santa se incluye en el librillo adjunto al disco, sin duda para que los no informados puedan comprender mejor el contenido del Libro y entrar en situación. Es lógico, pues esta música se escribió para elevar la fe de los creyentes y probablemente lo conseguía, dadas su solemnidad, perfección y belleza. Por el contrario, cuado hoy en día asistimos a un oficio litúrgico como puede ser, por ejemplo, un funeral en el que se cante, dan otorga un esplendor sugestivo. Pero lo más sorprendente reside en la calidad de las voces, cercanas por expresión e impostación a la música popular y en especial a las polifonías de tradición oral. Estas voces de entonación nasal, angulosas y estridentes, nos ofrecen la producción sacra de Ortiz bajo una perspectiva escultórica, rica en calor humano y alejada de tonos místicos. Un gran disco. Stefano Russomanno ganas de salir corriendo. La iglesia católica de entonces parecía conocer muy bien el poder de la música pero, al menos en España, lo ha olvidado totalmente. Aun escuchando estas obras fuera de su contexto litúrgico, impresionan por las características señaladas anteriormente. El Libro está dividido en tres secciones, correspondientes a los tres días esenciales de esta liturgia: In Cœna Domini (Jueves Santo), In Paresceve (Viernes Santo) y Sabbato Sancto. La interpretación del Coro de Westminster es francamente soberbia, pues a pesar de que sus componentes son más de cuarenta, no hay pérdida alguna de transparencia en las diferentes líneas de canto y sortean, gracias a sus adecuadas inflexiones y acentuaciones, ese peligro de caer en la monotonía que tantas veces ronda a los intérpretes de la música polifónica sacra. El crédito del que goza en Inglaterra esta agrupación coral bien ganado se lo tienen. José Luis Fernández PALESTRINA: Misa Papæ Marcelli. Stabat Mater. Tu es Petrus. ALLEGRI: Miserere. THE TALLIS SCHOLARS. Director: PETER PHILLIPS. GIMELL CDGIM 041 (Harmonia Mundi). 2005. 76’. DDD. N PN D D I SI CS O C O S S OGERMAN-ROSSINI L os Tallis Scholars vuelven a probar suerte con una de las combinaciones que más éxito les proporcionó en el pasado: el Miserere de Allegri y la Misa del Papa Marcello de Palestrina, que habían grabado ya conjuntamente en dos ocasiones diferentes (1980 y 1994, la segunda de ellas en vivo). En este caso, el disco se completa con un Stabat Mater y un motete (Tu es Petrus) de Palestrina y con una segunda versión de la obra de Allegri, embellecida con ornamentaciones adicionales por Deborah Roberts, soprano del grupo. Los Tallis son una vez más fieles a un estilo que tiene tantos seguidores como detractores: el sonido es redondo y potente, muy empastado, brillante por el protagonismo muy especial asignado a las sopranos, hermoso e impactante sin duda. La sensación de grupo compacto domina absolutamente las interpretaciones, sin que las voces cobren asomo alguno de individualidad más que allí donde lo requiere específicamente el Miserere. Phillips compensa en cualquier caso este predominio un tanto monocorde de la verticalidad con sforzandi y crescendi ocasionales, que le permiten jugar con las intensidades sin que el conjunto resulte expresivamente monolítico e inane. La afinación es, por otro lado, magnífica y el CD suena muy bien, por lo que entusiasmará a los seguidores de este estupendo y veterano grupo británico. Pablo J. Vayón PIERNÉ: Música de cámara, vol. 2. ALEKSANDR KHRAMOUCHIN, violonchelo; CHRISTIAN IVALDI, piano; HAOXING LIANG, violín; CATHERINE BEYNON, arpa. CUARTETO DE SAXOFONES DE LUXEMBURGO. SOLISTAS DE LA ORQUESTA FILARMÓNICA DE LUXEMBURGO. 2 CD TIMPANI 2C1111 (Diverdi). 20052006. 145’. DDD. N PN No ha tardado en llegar el segundo volumen de la Música de cámara de Gabriel Pierné (1863-1937). De nuevo, dos CDs. El primero de ellos incluye los platos fuertes de esta entrega: la Sonata para violonchelo y piano de 1922 y el Trío con piano del año anterior. También hay que destacar la Sonata para flauta y piano del segundo CD, obra bastante anterior que cede en garra romántica para tornarse más clásica, como parece imponer el instrumento solista al que está dedicada, un bello canto en tres movimientos de la flauta acompañada por el piano. No perdamos de vista esta obra final que son las Tres piezas en trío para violín, viola y violonchelo, de 1936, anterior en unos meses al fallecimiento del compositor y gran director de orquesta en 1937. A la excelencia del chelista Aleksandr Khramouchin se une la presencia insuperable del pianista Christian Ivaldi, más la de Haoxing Liang al violín. Catherine Beynon, en el arpa, defiende con sonoridad exquisita algunas piezas para este instrumento, en especial el breve Impromptucapricho de época tan temprana como 1886, cuando el músico cumplía 23 años. Timpani sigue cumpliendo de manera rigurosa y meritoria su designio de recuperar y dar a conocer la música francesa que, olvidada o sólo descuidada, requería una superior presencia ante los aficionados. Para éstos, los dos álbumes de Pierné son un regalo de lujo. No imprescindible, pero sí necesario para conocer la dimensión creadora de alguien que hizo mucho más que dirigir bien las orquestas de su tiempo. Santiago Martín Bermúdez ROSSINI: Torvaldo e Dorliska. DARINA TAKOVA (Dorliska), MICHELE PERTUSI (Ordow), FRANCESCO MELI (Torvaldo), BRUNO PRATICÒ (Giorgio), JEANNETTE FISCHER (Carlotta), SIMONE ALBERGHINI (Ormondo). CORO DE CÁMARA DE PRAGA. ORQUESTA HAYDN DE BOLZANO Y TRENTO. Director: VÍCTOR PABLO PÉREZ. 2 CD DYNAMIC CDS 528/1-2. (Diverdi). 2006. 151’. DDD. N PN U no de los grandes éxitos del pasado Festival de Pésaro fue sin duda Torvaldo e Dorliska, obra compuesta dos meses después de Il barbiere di Siviglia y que no alcanzó el éxito esperado, por tratarse de una ópera intermedia, entre los géneros bufo y dramático. Uno de los principales artífices fue el magnífico trabajo de dirección de Víctor Pablo Pérez, que demostró un profundo dominio de la partitura, estableciendo además una total complicidad con los cantantes, que cuentan con su Jos van Immerseel y Claire Chevalier AVENTUREROS RACHMANINOV: Suites para dos pianos y a cuatro manos. JOS VAN IMMERSEEL, CLAIRE CHEVALIER, pianos. ZIG ZAG TERRITOIRES ZZT061105 (Harmonia Mundi). 2005. 73’. DDD. N PN Siempre criticado por su postromanticismo un tanto dulzón, a veces banal, Sergei Rachmaninov ha de ser reconocido en cualquier caso como un fundamental creador para el piano, más en sus piezas a solo que en sus conciertos. Su enorme talento instrumental florecía en esa parcela de manera singular. En ella se dejaba llevar por una fantasía desbordante y encontraba acomodo a unas inquietudes y unas dotes de excepción: ha sido considerado como uno de los pianistas más grandes de la historia; desde luego del siglo XX. Sus Études tableaux son un buen muestrario de sus habilidades. A menor escala, pero provistas de un interés indudable, se sitúan sus piezas para dos pianos y a cuatro manos, escritas exclusivamente en los años 1893, 1894 y 1901. Es lo que nos ofrece este excelente disco, en el que se ha buscado con inteligencia un juego pianístico respetuoso con las primeras intenciones del autor, que tocó las obras en pianos de su época, pertenecientes a la tradición, de factura instrumental propia del fin del siglo XIX, caracterizados por un timbre distinto en cada tesitura del teclado gracias al uso de cuerdas paralelas y por un cuidado maníaco del detalle y los materiales, como nos dice Claire Chevalier. Ella y Van Immerseel, siempre metido en aventuras de este tipo, utilizan, en busca de esa autenticidad, sendos pianos Erard de París, construidos respectivamente en 1905 y 1897, de siete octavas y siete octavas y media. Las verdad es que, aunque la amplitud sonora de los modernos Steinway —piano que eligió el compositor en 1918 residiendo ya en apoyo, consiguiendo de la orquesta y coro, fluidez, contraste y un ritmo alternante lleno de expresión. El maestro español contó con un conjunto de cantantes notables, en el que destacó Michele Pertusi, que con su Nueva York—, sea superior, más sinfónica y contundente, más brillante, el espectro de estos Erard cautiva por colorido, teniendo en cuenta además su posibilidad de diferenciar planos y de facilitar los efectos armónicos ideados por el músico; y que los dos magníficos intérpretes reproducen admirablemente con un juego variado de matices y una administración de los factores rítmicos que nos mantiene en vilo. No existen las sutilezas dinámicas ni el juego de sfumature que otras veces hemos escuchado en algunas de las piezas más delicadas, pero eso se contrarresta con una variada ordenación de planos y un toque bien regulado. La tímbrica un tanto agreste resulta muy adecuada, curiosamente, en Les larmes, tercer número de la Suite nº 1, Fantasie-Tableaux op. 5. La Tarantelle de la nº 2 es espectacular en virtud del mantenimiento de un ritmo constante, abundoso en tresillos, que produce un efecto seguro en cualquier auditor. Y una página como el Vals, de la misma obra, es tocada con una espléndida ligereza y una notable naturalidad, que a la postre se instituye en una de las señas de identidad de estas recreaciones; tanto las de las piezas previstas para dos pianos, las dos suites, como en la destinada a cuatro manos, así los Seis fragmentos a cuatro manos op. 11. Por su originalidad de planteamientos y su sonoridad específica este disco merece una especial mención. Arturo Reverter depurada técnica supera las amplias dificultades y refleja un fraseo muy variado. Darina Takova es una cantante muy profesional, con un canto muy musical y con un buen conocimiento del estilo, que encuentra 91 D D I SI CS O C O S S ROSSINI-SCHUMANN sus mejores momentos en las escenas de mayor sutileza, superando con corrección las agilidades y un registro agudo al que a veces le falta mayor fluidez. Completan el reparto Francesco Meli, tenor de gran musicalidad, con alguna limitación en determinados pasajes, Bruno Praticò que demuestra su dominio del género, el correcto Simone Alberghini, quedando más apagada Jeannette Fischer. Albert Vilardell A. SCARLATTI: San Casimiro, Rè di Polonia. KRZYSZTOF SZMYT (San Casimiro), OLGA PASIECZNIK (Regio fasto), JACEK LASZCKOWSKI (Amor profano), ANNA MIKOLAJCZYK (Castità), MARCIN CISZEWSKI (Umilitá). ENSEMBLE INSTRUMENTAL. Director: JERZY ZAK. ACTE PRÉALABLE AP0025 (Harmonia Mundi). 1999. 57’. DDD. N PN 92 El sello polaco Acte Préalable nos sorprende con la primera grabación mundial y probablemente la primera interpretación después de 300 años de un oratorio de Alessandro Scarlatti titulado San Casimiro, Rè di Polonia, cuyos manuscritos se encuentran en la Biblioteca Nacional de Viena y en la Biblioteca Nacional de Madrid. Cuando murió el rey de Polonia Jan III Sobiesky, célebre por haber derrotado a los otomanos obligándoles a levantar el cerco de Viena, su viuda se estableció en Roma y fue una notable protectora de las artes y de la música en particular. Lo hizo con gran pompa y a su servicio llegaron a estar los dos Scarlatti, tanto Alessandro como su hijo Domenico. A San Casimiro, príncipe polaco que destacó por sus virtudes y piedad, lo habían canonizado hacía poco tiempo y todo esto puede explicar la elaboración por el compositor, al servicio entonces del cardenal Ottoboni, de esta especie de ópera moral u oratorio para ensalzar las virtudes del piadoso príncipe. En la obra, es el único personaje de carne y hueso, mientras los restantes son alegóricos tales como Regio fasto, Amor profano, Castità y Umilità. La estructura es en dos partes y su protagonista no aparece hasta la segunda. Una breve introducción va seguida de una variada serie de arias y dúos, más los correspondientes recitativos, secco unos, arioso otros, contando con la colaboración del obligado pequeño conjunto instrumental (cuatro violines, viola, chelo y bajo continuo). Los aquí desconocidos intérpretes vocales, tres sopranos, una contralto y el tenor que asume el papel del título, más un bajo que sólo interviene en el coro final, todos polacos, asumen sus papeles con solvencia y en particular las voces femeninas. Lo mismo puede decirse, en cuanto a solvencia, del conjunto instrumental. Toda una agradable sorpresa. Gracias a que unos intérpretes polacos se han acordado de su Santo patrón, podemos disfrutar todos de este estupendo y desconocido oratorio. Si no fuera por la labor que desarrollan las pequeñas editoras independientes, que afortunadamente son cada vez más numerosas, aviados íbamos, amigo Sancho. José Luis Fernández SCHNITTKE: Quasi una sonata para violín y orquesta de cuerda. Moz-Art à la Haydn para 2 violines, 2 pequeños conjuntos de cuerda, contrabajo y director. Suite al viejo estilo, arreglo para orquesta de cámara. Concerto grosso nº 6 para piano, violín y orquesta de cuerda. ULF WALLIN, TERO LATVALA, MERI ENGLUND, violines. TAPIOLA SINFONIETTA. RALF GOTHÓNI, piano y director. BIS CD-1437 (Diverdi). 2003. 64’. DDD. N PN Todos conocemos esa tendencia pictórica actual, acaso ya en retirada, según la cual un lienzo clásico, antiguo, venerable, sirve de casa o paisaje o pretexto para insertar diseños, imágenes, sugerencias, iconos modernos o actuales. Equipo Crónica, por ejemplo. Eso hace Schnittke en Moz-Art à la Haydn, más o menos. Al lado, la Suite al viejo estilo es un auténtico clásico a modo de pastiche o reviviscencia, con guiños de todo tipo; eso sí, se trata de un arreglo de 1987 de Spivakov y Milman para conjunto de cuerda a partir del original de 1972. Quasi una sonata, para violín y conjunto, es vanguardia en un estilo más puro, y ha merecido del autor una revisión tardía. Desde luego, lo de vanguardia es un decir; siempre habrá algún listo que ha dado clase tres días con Stockhausen que nos diga que no, que no. El Concerto grosso nº 6, que cierra el CD, tiene un título muy querido por el compositor (y Christian Zacharias ESPONTANEIDAD SCHUBERT: Sonata D. 959. 6 Danzas D. 820. 4 Ländler D. 814. Deutscher D. 841, nº 1. Valses D. 844. CHRISTIAN ZACHARIAS, piano. MDG 340 1440-2 (Diverdi). 2006. 56’. DDD. N PN Vuelve Zacharias por sus fueros schubertianos en su nuevo sello MDG. Aunque de entrada la base de esta interpretación de la Sonata D. 959 parecería diferir poco de la realizada hace 14 años para EMI, de tempi básicos muy similares, lo cierto es que a medida que uno escucha esta nueva grabación se hace evidente que el artista alemán ha ganado, y mucho, en espontaneidad e introspección. Conserva su ya entonces existente riqueza de contrastes, pero ni en el clímax dramático, arrebatado, del Andantino, deja escapar el control de un discurso de extraordinaria nitidez (siempre pasmosa claridad de articulación) en este movimiento lento. Un tiempo lento que se convierte con justicia en centro de gravedad de esta obra tan profundamente nostálgica y dramática, tan poética y tan desgarrada. Brendel, muy especialmente en su grabación más reciente (1999), Richter (Olympia) o Arrau (Philips) nos han dejado visiones inolvidables de esta monumental partitura, y si ellos, con el moravo quizá a la cabeza, nos deslumbran por la sencillez de su emotividad, el alemán lo hace con un cantable de un lirismo exquisito, capaz de decir como pocos el Trio del Scherzo o el —en sus manos— decididamente vivo Allegretto final, pero también de convencer en el frenético episodio del Andantino menpor tantos compositores del siglo XX), y ese título significa ni más ni menos que neoclasicismo. Este recital, como tantos otros CD de la serie de BIS dedicada a la obra de Schnittke, pone de manifiesto que este compositor tenía varios registros, y que si eso podía desconcertar en tiempos, hoy nos concilia con él más aún, porque evoca la riqueza de enfoques y contenidos de una obra amplia y rica. La Tapiola Sinfonietta vuelve a ofrecer en disco redondo al sello BIS, y tanto Gothóni como cionado con anterioridad, y en los ramalazos que con él conectan en determinados momentos del último tiempo. La elegantísima lucidez de esta estupenda interpretación es un valiosísimo complemento a las interpretaciones mencionadas. Este es el Schubert no sólo de un grandísimo pianista, sino sobre todo de un experto conocedor y dominador de estos pentagramas, y cualquiera que posea la anterior grabación podrá inmediatamente apreciar la notable evolución expresiva, la evidente profundización, riqueza y superior naturalidad de la versión que ahora se comenta, admirablemente captada por MDG. No puede sorprender que quien ha brillado tan especialmente en los scherzos de las Sonatas schubertianas se luzca, como también lo hace Brendel, en el mundo de las Danzas, complemento tan injustamente relegado del repertorio habitual como absolutamente exquisito de la obra principal. La interpretación que hace Zacharias de las Deutsche D. 820 sólo admite el calificativo de formidable. Extraordinaria toma de sonido por parte de MDG, de tan encomiable naturalidad como la propia interpretación. Magnífico disco, absolutamente recomendable. Rafael Ortega Basagoiti los tres violinistas cumplen con virtuosismo, capacidad de matiz (qué diminuendos, qué pianissimos) y, sobre todo, capacidad expresiva. Santiago Martín Bermúdez SCHUBERT: Die Winterreise. DIETRICH FISCHERDIESKAU, barítono; HERMANN REUTTER, piano. AUDITE 95.580 (Diverdi). 1952. 75’. AAD/Mono. N PN D D I SI CS O C O S S ROSSINI-SCHUMANN D ietrich Fischer-Dieskau tenía 27 años cuando llevó a cabo su segunda grabación del Winterreise schubertiano. Se dice pronto, y más teniendo en cuenta que estamos ante uno de los ciclos supremos del arte del lied, cuya interpretación, debido a la propia esencia trágica de la música, requiere una gran madurez por parte del solista. Pues bien, a esa edad, que para muchos otros no dejaría de ser temprana, nuestro barítono ya daba muestras del gran artista que iba a llegar a ser. La suya es una lectura intrínsecamente dramática, pero teniendo muy presente que, primero de todo, estas piezas deben ser “cantadas”, no “explicadas”, ni “declamadas”. La voz es fresca, con color, sobre todo en unos graves oscuros y cálidos, muy sugerentes, y la línea canora es, sencillamente, Fischer-Dieskau en estado puro, dúctil ante las más leves inflexiones de la música y el verso. A veces tiende hacia cierto histrionismo en aquellas canciones más extrovertidas, pero son las menos. Desafortunadamente, el pianista no está al nivel del solista, pues Hermann Reutter no deja de ofrecer una versión plana y rutinaria, que sabe a poco. Sólo tres años más tarde, Fischer-Dieskau encontraría a Gerald Moore, y, entonces sí, el Winterreise conocería una de sus cimas fonográficas. La grabación, producida por la WDR de Colonia, presenta un sonido harto aceptable. Juan Carlos Moreno SCHUBERT: Lieder. DIETRICH FISCHER-DIESKAU, barítono; GÜNTHER WEISSENBORN, piano; HERTHA KLUST, piano. AUDITE 95.583 (Diverdi). 1954. 49’. AAD. N PN SCHUMANN: Kerner-Lieder op. 35. Liederkreis op. 39. DIETRICH FISCHER-DIESKAU, barítono; GÜNTHER WEISSENBORN, piano; HERTHA KLUST, piano. AUDITE 95.582 (Diverdi). 1954-1955. 62’. AAD. N PN Dietrich Fischer-Dieskau. Si en estas mismas páginas comentamos un registro de El viaje de invierno de Schubert, ahora el sello nos ofrece otro ramillete de lieder del mismo compositor, entre los que se encuentran algunos de los más conocidos de su catálogo, como An die Musik D. 547, Erlkönig D. 328 o Ganymed D. 544, en una grabación datada en 1954. Junto a él, dos colecciones de Robert Schumann, los Kerner-Lieder op. 35 y el Liederkreis op. 39, grabadas respectivamente en 1954 y 1955. En uno y otro maestro, FischerDieskau marcó época, sobre todo en sus discos realizados para la casa EMI con Gerald Moore, un pianista inteligente, imaginativo y particularmente poético, que era mucho más que un simple “acompañante”. En este sentido, Weissenborn y Klust son bastante más lacónicos y prefieren ceder todo el protagonismo a la voz, por lo que el resultado global no es tan satisfactorio. No obstante, podemos disfrutar de todo el genio del barítono, quien comunica a sus lecturas un contagioso entusiasmo juvenil. Su dominio técnico y su innato talento dramático le hacen vivir cada una de las canciones y expresar sus distintos matices sin afectación alguna y con una naturalidad asombrosa. Domina cierto sentimiento extrovertido, y si bien es verdad que en posteriores realizaciones alcanzará un grado de dramatismo más intenso (escúchese, por ejemplo, la presente interpretación de Erlkönig, más lineal de lo deseado), este Fischer-Dieskau, entonces de 32 años, distaba mucho de ser una promesa canora para ser ya una asentada realidad. La restauración de la toma sonora original es excelente y permite apreciar a la perfección el arte del cantante, aunque la edición, como es habitual en Audite, no se acompañe de los textos musicados. Juan Carlos Moreno Sinfonías nºs 2 y 4. Obertura de Genoveva. ORQUESTA DE LA GEWANDHAUS DE LEIPZIG. Director: RICCARDO CHAILLY. Emili Blasco DECCA 475 8352 (Universal). 2006. 69’. DDD. N PN SCHUMANN: Fantasiestücke op. 12. Arabeske op. 18. Blumestück op. 19. Humoreske op. 20. Allegro op. 8. Kinderszenen op. 15. 3 Romanzen op. 28. Waldszenen op. 82. Fantasiestücke op. 111. FINGHIN COLLINS, piano. CLAVES 50-2601/02 (Gaudisc). 2006. 149’. DDD. N PN SCHUMANN: Estudios en forma de variación libre sobre un tema de Beethoven WoO 31. Estudios sinfónicos op. 13. RAGNA SCHIRMER, piano. BERLIN 0017862 (Gaudisc). 2005. 58’. DDD. N PN B erlin En colaboración con la WDR de Colonia, Audite sigue rescatando el legado radiofónico del joven a Schumann, y en concreto a dos de sus obras basadas en la forma estudio. La primera obra, bastante desconocida, fue escrita cuando el compositor tenía alrededor de los veinte años y es una partitura, aunque bastante escolástica en cuanto a forma y conceptos, rica ya en fantasía y contrastes. Basada en la introducción del segundo tiempo de la Séptima Sinfonía de Beethoven, esta partitura ya apunta las mejores virtudes del Schumann romántico y parece ser la antecesora de los Estudios sinfónicos. En ella alternan virtuosismo e inspiración poética. La futura escritura schumanniana de las grandes obras ya aflora aquí con vehemencia, brotando la expresión musical de la misma manera que en sus grandes frescos pianísticos. Los Estudios sinfónicos en su versión más completa protagonizan justamente el disco, ya que ciertamente no es habitual poder escuchar una versión que incluya las dos versiones de la partitura a modo de compendio. Interpretaciones llenas de frescura y generosidad que la pianista firma con gusto y refinamiento. Schirmer se encuentra cómoda y su música fluye con intuición. Su estudio de las partituras es minucioso y detallista, cuidando los matices especialmente y los climas sonoros que de ellos se desprenden. También es verdad que la solista no aporta al repertorio nada diferente ni demasiado personal, aunque ya es mucho su respeto y sus cuidados con la música. Un disco interesante. Classics presenta este CD de la pianista Ragna Schirmer dedicado íntegramente E n estos dos discos que son el primer volumen de la integral de la obra para piano de Robert Schumann que inicia el joven pianista Finghin Collins (1977), encontramos unas interpretaciones finas y delicadas, con respeto hacia la música. Por encima de todo, son unas versiones libres de ego con la intención de recrear las partituras del compositor romántico. Collins, con una trayectoria bastante rica, si tenemos en cuenta la información incluida en el libreto (por cierto muy bien documentado) ofrece su juventud, en el mejor sentido de la palabra, para plasmar los diferentes estados de ánimo que Schumann propone en sus obras, cuidándolas con afecto y sensibilidad. Su tratamiento de los aspectos tanto estilísticos como anímicos es correcto y el resultado son unas versiones frescas que aunque no acceden al adjetivo de extraordinarias, ofrecen poesía y rigor. Collins cuida los detalles con afecto, construye las frases con atención y su sonido, aparte de abellotado, es consecuente con las necesidades de la partitura. Sus climas son sugerentes, su discurso diáfano. Aunque momentáneamente se adolezca de falta de madurez (traducida en demasiada espontaneidad e impetuosidad y una falta de profundidad), en general Collins es paciente y mima la música con decoro. En fin, unas versiones prometedoras, si tenemos en cuenta que faltan las “grandes” obras del autor de Zwickau, y que el pianista está lleno de virtudes. Emili Blasco SCHUMANN (arr. MAHLER): Además de los matices introducidos por Mahler en la orquestación de Schumann (detallados en el libreto de este CD en un excelente artículo de David Matthews) y que no suponen para el oyente de hoy grandes novedades en la escucha de estas obras, es conveniente recordar que toda una serie de prejuicios han pesado siempre sobre la música de Schumann y su orquestación, juicios estereotipados, ideas erróneas y superficiales que no han hecho más que influir negativamente entre los profesionales y aficionados (recordemos que Schoenberg, en el Estilo y la idea, denunciaba lúcidamente esta situación). Es más, seguramente para el aficionado actual o para el discófilo acostumbrado a las versiones originales grabadas 93 D D I SI CS O C O S S SCHUMANN-TELEMANN por Kubelik, Sawallisch, Szell o cualquier gran director schumanniano con alguna que otra interpretación legendaria (recuerden la Cuarta por Furtwängler), estas revisiones de Mahler no supongan nada especial y pesen más negativa que positivamente en la escucha de las dos sinfonías aquí incluidas, independiente de que, como es sabido, Mahler supiese mucho más de técnica orquestal que Schumann. Curiosamente, algún que otro gran director (por ejemplo, Fritz Reiner en la Segunda), también remodeló la orquestación original, pero su trabajo no pasó de interpretarse en un concierto de la Sinfónica de Chicago y actualmente es conocido sólo por unos pocos gracias a la publicación de la partitura (archivos de la Chicago Symphony) y a la grabación correspondiente. De cualquier forma y volviendo al disco que nos ocupa, estamos ante un interesante proyecto de Chailly y su Gewandhaus, que hay que apuntar que a nuestro juicio no brillan aquí tanto como lo hicieron en la estupenda Séptima de Mahler que les vimos en vivo en Madrid el pasado año. A pesar de ello, el director italiano hace hincapié en los efectos de color y en la clarificación de Mahler para resaltar mejor las texturas, en la frescura expresiva y en los cuidados desarrollos, por no hablar del melancólico lirismo (movimiento lento de la Segunda) y de la estructura y potente unidad de ambas páginas, logrando en conjunto dos excelentes versiones destinadas especialmente para los estudiosos de Mahler, ya que los aficionados a las Sinfonías de Schumann encontrarán en los directores antes citados su alimento espiritual de siempre difícilmente intercambiable por otro. Buen sonido y artículo divulgativo de David Matthews en los tres idiomas de siempre en el que informa de todas las modificaciones orquestales hechas por Mahler en las dos Sinfonías de este CD. Enrique Pérez Adrián SCHUMANN: Lieder. MICHAELA KAUNE, soprano; BURKHARD KEHRING, piano. BERLIN 0016082 BC (Gaudisc), 2005. 65’. DDD. N PN Natalia Gutman y Claudio Abbado FRESCURA SCHUMANN: Concierto para violonchelo. BRAHMS: Serenata nº 1. NATALIA GUTMAN, chelo. ORQUESTA DE CÁMARA MAHLER. Director: CLAUDIO ABBADO. DEUTSCHE GRAMMOPHON 476 5786 (Universal). 2006. 73’. DDD. N PN Bello disco de repertorio tradicional con cuidadas recreaciones a cargo de Claudio Abbado y su Mahler Chamber Orchestra. La impetuosa personalidad del Concierto de chelo, su alta temperatura emotiva y su concepción formal rigurosa y coherente encuentran en Natalia Gutman y en el acompañamiento de Abbado los artífices idóneos para una magnífica recreación en vivo, y eso que la obra goza de excelentes versiones discográficas para todos los gustos que en principio y a priori sería difícil superar (Rostropovich, Tortelier, du Pré, mann, Amor y vida de mujer, Poemas de la reina María Estuardo. La serie basada en Chamisso (la tercera de las mencionadas) es una estupenda cantata de bolsillo. Los poemas de la Estuardo dan para un intenso recitado dramático (recuérdese la decisiva versión de Régine Crespin). Lo de Kullmann es una curiosidad tardía. La goetheana Mignon responde a la pluma egregia de quien sabemos. Kaune es una soprano lírica de medios frescos y seductores, tratados a conciencia por una profesional dueña de sus útiles. Le falta, para el caso, variedad de caracteres y matices pero nunca decae su probidad. Su Schumann no alcanza a ser referencial aunque nunca baja de lo correcto. Mejor calificado resulta el pianista que, como siempre en Schumann, funge de base a la interpretación. Cabe escucharla como un recital de piano con acompañamiento de canto. Blas Matamoro Una variedad SCHUMANN: 94 schumanniana proclive a la voz femenina ofrece este compacto. Un par de números sueltos rodean a varios ciclos breves: Canciones de Mignon, Siete canciones de Elisabeth Kull- Lieder. BARBARA HENDRICKS, soprano; ROLAND PÖNTINEN, piano. ARTE VERUM 002 (Diverdi). 2002-2003. 66’. DDD. N PN Feliz viaje de Barbara Hendricks al intimismo liederístico de Robert Schumann, un terreno lleno de reducidos momentos de emoción Fournier y un larguísimo etcétera nos han dejado muestras inestimables de esta partitura). Gutman canta y frasea con elocuencia e intención, y la clarísima respuesta orquestal y el concentrado acompañamiento conjugan acertadamente intensidad expresiva y sabiduría constructiva en una interpretación moderna de esta obra romántica que no dudamos en calificar a la altura de las mejores. La Primera Serenata de Brahms es la segunda vez que Abbado la lleva al disco, en esta ocasión en vivo (a diferencia de la primera en estudio con la Filarmónica de Berlín, también para DG), y con una magnífica, fresca, natural y a la vez elaborada intervención de la Orquesta de Cámara Mahler, con más calor e intensidad de sentimientos que en la citada primera versión. Los formidables instrumentistas de esta donde las referencias, históricas y recientes, son numerosas, y sólo el intento de no desmerecerlas supone un reto nada menor. Lo cierto es que la voz de la soprano de Arkansas, ya camino de los sesenta, siempre la de una lírica pura, conserva en parte esa sensual y oscura belleza de tan cálida pasta que va con ella desde los comienzos de su carrera, y lo que ha perdido en limpidez, sobre todo en la zona alta de la tesitura, lo ha ganado en cuerpo y esmalte. El arte se mantiene instintivo y algo ingenuo, un poco en la línea de una Seefried, comunicativo, cercano, capaz de matices, atento a los reguladores de cada frase, cuidadoso con la afinación y delicado en el fraseo. Otra cosa es el estilo, un tanto indefinido, en una constante búsqueda de sí mismo. Entre el Widmung que abre el disco y el Der Nu‚baum que lo cierra suenan versos de Rückert, Mörike, Kerner, Eichendorff y Goethe, además de los del ciclo Frauenliebe und Leben (Amor y vida de mujer) de Chamisso, acaso el punto culminante del recital. Al piano, Roland Pöntinen arropa a la soprano y canta con ella como si de un eco afín a la sensibilidad de la artista se tratara. Asier Vallejo Ugarte orquesta, la claridad de texturas obtenida y la convicción de la batuta, la elevan un peldaño más arriba de “obra menor” con que habitualmente se la suele designar. En suma, una muy agradable velada les espera a quienes adquieran este CD, muy bien grabado y presentado (con un bello cuadro de Gustav Klimt ilustrando la portada) y acertados comentarios en inglés e italiano. Enrique Pérez Adrián SHOSTAKOVICH: Sinfonía nº 4. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA WDR DE COLONIA. Director: SEMION BICHKOV. AVIE AV 2114 (Gaudisc). 2005. 64’. SACD. N PN Una Cuarta de Shostakovich extrañamente domesticada. La sinfonía maldita del maestro soviético, aquélla en la que hace estallar la forma tradicional del género gracias a una portentosa construcción en tres movimientos de ritmos martilleantes, armonías incisivas y sonoridades que restallan como un rayo; aquélla que, por su insolente modernismo, a punto estuvo de costarle a su creador el gulag; aquélla que hubo de esperar veinticinco años para ser estrenada en un clima más propicio, pues esa sinfonía recibe una lectura irregular, con inexplicables bajadas de tensión, en especial en el primer movimiento. En cierto modo, es como si Bichkov no acabara de tener una concepción clara de la obra y optara por mostrárnosla sin implicarse demasiado, simplemente a partir de una lectura distanciada de los pentagramas, y eso después de haber desprovisto a éstos de aquellos elementos más chocantes, de haber disfrazado la dureza de muchos de sus pasajes… Afortunadamente, poco a D D I SI CS O C O S S SCHUMANN-TELEMANN poco, la cosa mejora considerablemente: el Moderato con moto central tiene un aire de fantasmagoría y presenta un final desasosegante, perfectamente delineado, mientras que en el Largo-Allegro conclusivo el sarcasmo y los estallidos de violencia se suceden de una forma que casi se diría lógica y natural, si no fuera por lo monstruoso de la música. Lástima que el efecto desvaído y acomodaticio de ese primer movimiento pese demasiado… La toma de sonido, eso sí, es espléndida, pero como primeras opciones conviene no olvidar, entre las clásicas, a Kiril Kondrashin (Melodiya), y entre las modernas, a Mariss Jansons (EMI), éstos sí sin contemplaciones de principio a fin. Juan Carlos Moreno STRAUSS: Metamorfosis. Cuarteto con piano op. 13. Preludio de Capriccio. THE NASH ENSEMBLE. HYPERION CDA67574 (Harmonia Mundi). 2006. 78’. DDD. N PN Resulta cuando menos extraño escuchar una obra como Metamorfosis, escrita para veintitrés instrumentos de cuerda casi con categoría de solistas, en un arreglo para septeto: dos violines, dos violas, dos violonchelos y un contrabajo… Pero, leyendo las notas internas de esta grabación, parece ser que la primera versión concebida por Richard Strauss estaba destinada, precisamente, a esas siete cuerdas… Rudolf Leopold, a partir de una partitura hallada en Suiza en 1990, es el responsable último de esta adaptación, que conserva todo el aroma elegíaco de la versión de todos conocida, aunque, de forma inevitable, su sutileza polifónica se haya quedado por el camino… Nada menos que sesenta años anterior es el Cuarteto con piano op. 13, de 1885, una composición juvenil, impersonal, de trazo brahmsiano, pero también ambiciosa en grado sumo y de imponentes proporciones. Cuando la escribió, Strauss aún buscaba un lenguaje propio, pero lo demás ya estaba ahí: un dominio técnico incontestable, al que se une un talento fuera de lo común. Y todo en la más pura tradición romántica. Una huella también presente en la obra que completa este registro, el sexteto de la ópera Capriccio (1941), otra página bellísima, aunque en este caso marcada por una poética otoñal, sin el fuego de la juventud. Todo ello configura un programa hermoso e infrecuente, que The Nash Ensemble nos trae con la consabida profesionalidad anglosajona. Quizá en el Cuarteto con piano vendría bien un poco más de arrebato, pero ello apenas empaña el buen hacer de estos músicos, que nos ofrecen unas lecturas dominadas por el equilibrio y lo justo de emoción. Vale la pena. Juan Carlos Moreno STRAVINSKI: Pastorale. Histoire du soldat. 3 piezas para clarinete. Pour Picasso. Pribautki. Nanas del gato. Renard. 2 Canciones de Balmont. 3 Poemas japoneses. Scherzo à la russe. Canto de los bateleros del Volga. Solistas. ORCHESTRA OF ST. LUKE’S. PHILHARMONIA ORCHESTRA. Director: ROBERT CRAFT. NAXOS 8.557505 (Ferysa). 1991-2005. 69’. DDD. R/N PE Es una reedición, pero sólo en parte. En su mayor parte, desde luego, pero ese Renard (en inglés) es una auténtica novedad, un registro de 2005 que no proviene de los ciclos que Craft tuvo oportunidad de dedicarle a Stravinski para los sellos Music Masters y Koch. Desde hace algún tiempo, Naxos dedica su envidiable red de distribución mundial para dar a conocer estos ciclos que andaban algo ocultos en los exquisitos gabinetes de las casas madre. Ahora nos llega este CD que en su casi totalidad está centrado en la década de 1910, y que tiene como platos fuertes y obras de alta significación tanto Renard como Historia del soldado, tanto Pribautki como Nanas del gato. Son obras de gran importancia en el resultado de una estética exigente que proviene sobre todo de Petrushka (más que del Sacre) y que culmina en el Soldado, precisamente. Hay dos rarezas en miniatura: Pour Picasso, cadencia para clarinete sólo de apenas 20 segundos, de 1917, bélico año en que se conocieron ambos artistas; y el Canto de los bateleros del Volga, del mismo año, orquestación de un canto popular que sirvió en un concierto en lugar del himno zarista (puesto que ya habían conseguido echar al siniestro zar y todos se las prometían felices, ay). Al menos diez solistas vocales e instrumentales se responsa- bilizan de este recital stravinskiano magistral, sin contar los conjuntos diferenciados para Renard o para el Soldado. No podemos relacionarlos todos, y menos aún sus meritorias hazañas estéticas. Citemos a la mezzo Catherine Ciesinski, en Pribautki, sensacional. O a la soprano Susan Narucki en Balmont y Japoneses. En fin, lo cierto es que Craft y estos abultados equipos de cámara consiguen pasados los años de aquellos registros un sensacional CD Stravinski; un material antiguo que no envejece. Santiago Martín Bermúdez SZYMANOWSKI: Fantasía op. 14. Máscaras op. 34. Harnasie op. 55 (trascripción de Bacewicz). JOANNA DOMANSKA, piano; ANDRZEJ TATARSKI, piano. DUX 0576 (Diverdi). 1992, 2007. 69’. DDD. N PN Este es un CD peculiar en el que podemos disfrutar de música para piano de Szymanowski; partituras originales y una trascripción de Harnasie hecha por Grazyna Bacewicz para dos pianos. Grabaciones recientes (año 2007) con la excepción de Máscaras, que data de 1992. Es un compacto precisamente no representativo de la obra para piano del autor, pero que nos introduce en su estética personal, dejándonos saborear sus principales cualidades y todo lo que de esta música emana. Fundamentalmente el disco lo protagoniza el arreglo; interesante, ya que los dos pianos se esfuerzan en conseguir un sonido “sinfónico” en esta obra de marcado carácter rítmico y colorístico, llena de ideas e ímpetu creativo. El ballet fue estrenado en 1935, y fue especialmente escrito teniendo a mano el folclore nacional polaco (concretamente el perteneciente a los Tatry, parte montañosa de Polonia que linda con la República Checa y Eslovaquia); es la llamada tradición nacional que entonces ya cultivaban músicos de la talla de Bartók, Kodály, Enescu y Falla, entre otros. Aunque los pianos no suplantan a la orquesta, los solistas se esfuerzan por ofrecer con pulcritud y garra esta versión, llena de énfasis y matices sonoros que la hacen propia. Los solistas, exactamente conjuntados entre sí, imprimen a la versión un halo sugerente, con brillantez y lirismo. Completan el disco Fantasía y Máscaras; aun- que cada una de las obras está interpretada por un solista diferente, en ambas versiones la fuerza expresiva es potente (arrolladora Domanska en la Fantasía), con un poder comunicativo atractivo y de gran brío. Interesante aunque el repertorio a priori no lo sea tanto. Emili Blasco TELEMANN: Tríos y Concierto. LA PRIMAVERA. ETCETERA KTC 1312 (Diverdi). 2005. 68’. DDD. N PN Cuatro de las seis sonatas en trío que presenta esta grabación pertenecen a la colección, publicada en 1739 en Hamburgo, de diez sonatas para solo y doce para trío llamada Essercizii musici. Algunas de ellas son un buen ejemplo del gusto de Telemann por la innovación en las combinaciones atípicas de instrumentos y timbres. El trío que abre el disco, para flauta, clave y bajo continuo en si bemol mayor (TWV 42:B4), constituye una buena muestra de ello. Y la última obra, la que cierra la grabación, es también un curioso y poco convencional concierto para tres instrumentos solistas (flauta, oboe y violín) sin parte orquestal. Así como Vivaldi compuso varios conciertos para dos y tres instrumentos y continuo, también Telemann nos propone con esta obra un concierto para trío instrumental autosuficiente, sin recurrir al ripieno orquestal habitual para esta forma musical y con el único apoyo del bajo continuo (la estructuración formal de la obra es, por lo demás, la de la sonata da chiesa). La Primavera, formación de instrumentación de época nacida en 1996 y que integra músicos de diferentes nacionalidades, nos ofrece unas versiones de estas sonatas en trío y del concierto no muy convincentes. Podrán ser, hasta cierto punto, técnicamente correctas, pero desde el punto de vista de la expresividad resultan claramente insuficientes. Falta en ellas algo más de matiz tímbrico, de articulación y acentuación del fraseo, de contrastes expresivos… Falta, sobre todo, un planteamiento a este nivel mucho más global de las obras y sus movimientos, evitar lecturas demasiado lineales, que son sólo efectivas a muy corto plazo. Y anteriormente hemos puntualizado “hasta cierto punto correctas” porque las frecuentes caídas de 95 D D I SI CS O C O S S TELEMANN-VIVALDI afinación en ciertas notas y finales de frase de la flauta dulce (que interviene en seis de las siete obras) resultan desde el punto de vista técnico poco menos que incomprensibles. Amarillis VIAJE POR EUROPA TELEMANN: Viajero Jaime Rodríguez Pombo TELEMANN: Oberturas TWV 55: D18, G10, c2, D4, F11, B5, d2, B7, a4, A4, D23, G4. COLLEGIUM INSTRUMENTALE BRUGENSE. Director: PATRICK PEIRE. 3 CD BRILLIANT 93041 (Cat Music). 2004-2005. 213’. DDD. N PE Los tres discos acogen cuidadas lecturas de una docena de oberturas de Telemann, que son en realidad suites orquestales compuestas de danzas y formas instrumentales al gusto de la época y escritas, nos dice Patrick Peire en las notas al programa, entre 1716 y 1765. El director brujense destaca el hecho de que el autor, ya mayor, siguiese escribiendo suites tradicionales aun cuando la sinfonía empezaba a imponerse como el género más popular de la época. La formación belga Collegium Instrumentale Brugense, fundada en 1970 por el propio Peire, emplea instrumentos modernos, mas no pretende forzar el sonido para sonar como si no lo fueran. La adecuación al estilo es plena, el pulso no decae y todo se mueve dentro de unos parámetros de moderación en los que no caben excesos ni languideces. La respuesta de los solistas es siempre óptima, si bien podríamos destacar la de los dos oboes en la TWV 55: C2, con un diálogo precioso en el minueto, o la del violín en la TWV 55: A4, ágil, vivo y sin pretensiones exhibicionistas. Se trata del primer volumen de una serie que, suponemos, irá a más. El sonido es muy bueno y el precio fantástico, por lo que la caja se recomienda sola a los amantes de la música del gran compositor alemán. Asier Vallejo Ugarte THUILLE: Quinteto con piano WoO en sol menor. Quinteto con piano en mi bemol mayor op. 20. OLIVER TRIENDL, piano. CUARTETO VOGLER. CPO 777 090-2 (Diverdi). 2006. 63’. DDD. N PN 96 A raíz de un comentario anterior sobre su Concierto para violonchelo en re mayor y la Sinfonía virtuoso. Sonatas en dúo y trío. AMARILLIS. AMBROISIE 112 (Diverdi). 2006. 57’. DDD. N PN De entre toda su ingente producción musical, el incansable compositor y multiinstrumentista alemán Georg Philipp Telemann destacó, en su autobiografía de 1739, sus cuartetos y tríos. Preferencia también compartida por gran parte del público y crítica de su misma época. Y lo cierto es que muchas de estas obras para formación camerística son un diáfano ejemplo de algunas de sus mejores virtudes compositivas, tales como las líneas melódicas de factura virtuosista, la exploración de posibilidades en la combinación tímbrica o la incorporación de elementos estilísticos franceses, italianos e incluso del folclore polaco al estilo propiamente nacional (y es él uno de los primeros compositores alemanes en proponer semejante apertura y eclecticismo). La formación barroca Amarillis nos ofrece con esta grabación una selección de cinco sonatas en trío, todas menos una sacadas de su Essercizii musici, y una sonata para violonchelo y bajo continuo perteneciente esa otra obra pedagógica que es su Der getreue Musikmeister. En realidad la formación instrumental Amarillis la constituyen Héloïse Gaillard y Violaine Cochard que, para esta ocasión han recurrido a tres músicos más tanto para completar las exigencias de las partes de solo como para reforzar el bajo continuo o bien llevarlo a cabo cuando resulta que el clave actúa de solista. La solidez interpretativa que los cinco músicos consiguen como conjunto es más que notable. Nos enamora ya desde el primer momento de la primera sonata el entusiasmo y empuje con el que los dos solistas, flauta dulce y violín en este caso, tocan. Una interpretación vigorosa, expresiva y de muy alto nivel técnico, muy ajena a la anodina contención y rigidez de otras versiones. Igual gusto y dominio instrumental demuestran todos ellos para matizar tímbrica, dinámica y agógicamente lo lento, dulce o patético. Una grabación consiguen que pone el acento en la potencialidad expresiva que la música de cámara de Telemann posee, lo que resulta gratamente revitalizante y renovador. Y es que se dice con cierta frecuencia que esta música resulta mecánica y poco inspirada y lo cierto es que tal acusación debería muchas veces caer, con mayor justicia, sobre algunos intérpretes. Muy buen disco, diría yo. Jaime Rodríguez Pombo Klaus Mertens SACRO Y HUMANO TELEMANN: Cantatas para bajo TWV 1:529, 350, 928 y 1724. Trío en re menor para flauta, oboe y bajo continuo TWV 42:d4. Trío en sol menor para oboe, violín y bajo continuo TWV 42:g5. LIESBETH HERMANS, soprano; MARLEEN SCHAMPAERT, contralto; JOÃO SEBASTIÃO, tenor; KLAUS MERTENS, bajo. IL GARDELLINO. ACCENT ACC 24167 (Diverdi). 2005. 69’. DDD. N PN Se confirme o no la hipótesis formulada por Eric F. Fiedler en la carpetilla según la cual las 54 cantatas compuestas por Telemann para bajo (¡de un total próximo al millar y medio!) lo fueron con su propia voz en mente, lo indiscutible es que la de Klaus Mertens resulta absolutamente idónea para ellas. Al menos en las reunidas en este programa no cabe oponerle ningún reparo. Las cuatro pertenecen al grupo de 30 conservado en el Conservatorio de Bruselas, comentan pasajes extraídos del Evangelio de san Lucas y siguen un patrón casi invariable: flanqueadas por sendos corales de entrada y salida, dos secuencias de recitativo-aria da capo salvo en la TWV 1:529, donde son de aria sin da capo-recitativo. Ésta es, además, la única en que el texto trata un tema sombrío (el Apocalipsis), mientras que las otras tres se ocupan del amor (TWV 1:350), de la esperanza (TWV 1:928) y del perdón (TWV 1:1724). La música no plantea exigencias técnicas de especial dificultad ni para el cantante ni para los instrumentistas, pero sí del primero claridad de entonación y elocuencia expresiva, de los segundos (una flauta, dos oboes, un fagot y quinteto de cuerdas más órgano o clave) empaste rico en matices y control preciso de las intensidades, de todos impregnación del estilo para transmitir con recursos puramente barrocos las emociones humanas, sencillas y hasta un punto inge- nuas, producidas en un alma piadosa por el contacto directo con los textos sacros. Mertens, poseedor de aquella rara capacidad para parecer espontáneo que tanto estudio debe de requerir, se integra además perfectamente en el cuarteto sin aristas encargado de los corales. En los dos complementos puramente instrumentales, Il Gardellino se produce por otro lado con la misma deliciosa frescura que en el acompañamiento de las páginas vocales para redondear un disco sumamente recomendable. Alfredo Brotons Muñoz D D I SI CS O C O S S TELEMANN-VIVALDI en fa mayor, decía que había sido más apreciada por los contemporáneos de Thuille su música de cámara en general. He aquí dos hermosas obras de este tardorromántico en las que hay contundencia y profundidad románticas, desarrollos muy bien cantados, hermosos temas y todo aquello, en suma, que identifica las muy buenas obras de este período musical. El Quinteto con piano en sol menor tiene fuerza y amplitud en el tiempo de arranque, con juego entre los modos mayor y menor. A renglón seguido un cantado segundo y el juego instrumental entre piano y cuerda en abierto diálogo hasta que culmina el Finale, Presto ma non troppo. Lo cierto es que sus veintiún minutos se nos van como un suspiro, y por belleza, no por falta de consistencia. De diecisiete años más tarde es el muy maduro Quinteto con piano en mi bemol mayor (1897-1901) donde la apariencia es más brahmsiana y la densidad sonora se logra con la interfusión de los instrumentos en un entramado de gran riqueza armónica, con un Adagio a continuación en el que se pueden descubrir reminiscencias brucknerianas. Las versiones son importantes y tanto el Cuarteto como el pianista desbordan entusiasmo y buen quehacer a lo largo de una labor tan abigarrada y llena de responsabilidades. José Antonio García y García VERDI: Rigoletto. MARGHERITA RINALDI (Gilda), VIORICA CORTEZ (Magdalena), FRANCO BONISOLLI (Duca), ROLANDO PANERAI (Rigoletto), BENGT RUNDGREN (Sparafucile). CHOR DER STAATSOPER DRESDEN. STAATSKAPELLE DRESDEN. Director: FRANCESCO MOLINARIPRADELLI. 2 CD ARTS Archives 43073-2 (Diverdi). 1977. 114’. ADD. R PE E n los años setenta se realizaron en Alemania, con cantantes italianos o asimilados y en el idioma original, una serie de óperas que tuvieron limitada distribución y que ahora son reeditadas en CD. Este es el caso de este Rigoletto grabado en estudio en marzo de 1977, con intérpretes que han tenido pocas oportunidades en el disco. El protagonista es el tenor Franco Bonisolli que impresiona por su carácter extrovertido, su seguridad en el registro agudo y por su valentía, aunque quizá le falte en algunos momentos un fraseo mas detallista e intencionado. Su pareja es Margherita Rinaldi, soprano que realizó una interesante carrera, con una voz a la que faltaba algo de fuerza, pero que era segura y musical. El desgraciado padre está a cargo de Rolando Panerai, barítono con una voz excesivamente lírica para el canto verdiano, pero que destaca por un fraseo lleno de detalles y una expresión muy profunda. Completan el reparto Viorica Cortez, con su gran profesionalidad y un contraste en sus intervenciones y la corrección de Bengt Rundgren, algo lineal pero con rotundidad, dirigidos por Francesco MolinariPradelli, con su habitual dominio de la partitura. ma pieza motivada por las víctimas del 11 de marzo de 2004 y en la que el natural cantabile humanizado del violonchelo es aprovechado para canalizar un lamento-plegaria donde el pesar y el hondo sentimiento lo son todo. El dolor de un músico convertido en sonido. El Trío desarrollado en tres tiempos que se suceden sin pausa (aunque observamos el clásico esquema rápido-lento-rápido), la incursión en el cuarteto de arcos (formación clave en la música de cámara) y las brevísimas glosas en honor de Mozart tienen como cierre del programa el cuarto Divertimento de una serie empezada hace unos años, un chispeante juego sonoro sin más compromiso y trascendencia que el dejarse llevar por el placer dinámico y colorista de la pieza. Que también es legítimo. José Guerrero Martín VIVALDI: Albert Vilardell VILLA-ROJO: Trío. II Cuarteto. Glosas a Mozart. Oración serena. Divertimento IV. TRÍO ARBÓS. LIM: SOLISTAS DE MADRID. LIM CD 018 (Ferysa). 2006. 51’. DDD. N PN Tercer volumen de la serie de Música de cámara que de Jesús Villa-Rojo viene editando su propio sello LIM y cambio en el panorama del contenido. Estamos ante cinco composiciones muy recientes, escritas entre 2004 y 2006, en las que el interés por un desarrollo discursivo ha tomado el relevo de anteriores búsquedas de sonidos o de experimentaciones tímbricas y coloristas sin más. El clarinete, instrumento predilecto del autor, también cede su protagonismo a otros instrumentos y el conjunto es más asequible y de mayor interés para el público medio no especializado. Lo que más llama la atención es la presencia del melodismo y del elemento lírico, mediante una expresividad que se manifiesta a través de una combinación de violín, violonchelo y piano (Trío), de un cuarteto de arcos (II Cuarteto), de la asociación flauta-clarinete-violín-violonchelo-piano (Glosas a Mozart), de la combinación de percusión y piano (Divertimento IV) y, sobre todo y especialmente, del violonchelo y piano en Oración serena, una bellísi- Il cimento dell’Armonia e dell’Invenzione op. 8. ENRICO CASAZZA, violín. LA MAGNIFICA COMUNITÀ. 2 CD BRILLIANT 93155 (Cat Music). 2006. 116’. DDD. N PE E ra uso y costumbre en la Europa de principios del s. XVIII agrupar varias composiciones musicales, de mayor o menor afinidad, para su publicación conjunta. Bajo el evocador y original título Il cimento dell’Armonia e dell’Invenzione (La batalla por la armonía y por la invención) fueron publicados en 1725, en Ámsterdam, una serie de doce conciertos para violín del brillante y popular, antes de caer en un injusto y lamentablemente prolongado olvido, compositor italiano Antonio Vivaldi. Los primeros cuatro, de los que su creador se sentía especialmente orgulloso, son las celebradas Cuatro estaciones. Los ocho restantes conciertos son indudablemente de menor inspiración y trascendencia histórica aunque también en ellos se puede disfrutar de esa inconfundible frescura y extraversión melódica tan propia del prete rosso. Entre ellos encontramos algunos también intitulados por el autor como La caccia, La tempesta di mare (diferente al Op. 10, nº 1 para flauta) o El piacere, aunque en estos casos no se trate de la misma intención descriptiva que la de los cuatro primeros sino más bien de un abstracto y poético señuelo literario muy acorde también al gusto de la época. La escritura violinística de Vivaldi es, en muchos momentos de esta colección de conciertos, todo un reto para las habilidades técnicas del solista, que necesita a menudo de rapidez a la vez que de claridad y flexibilidad dinámica. El arco de Enrico Casazza, director también de la orquesta, responde a esta necesidad con sobrada diligencia. Demuestra también gusto y sensibilidad para la factura y ornamentación ad libitum de los momentos más pausados y líricos. Y es destacable también el buen entendimiento entre su voz y el conjunto, dado que en su interpretación lleva a cabo un personal uso, sobre todo en las Estaciones, del contraste rítmico y dinámico —que a alguien le podrá resultar algo caprichoso pero que al menos, y damos gracias, tiene el valor de haber evitado en cierta medida el caer en la repetición de fórmulas interpretativas ya suficientemente explotadas. Originalidad también en el uso de instrumentos como el archilaúd, la guitarra barroca y el órgano, además del clave, para el bajo continuo de la obra. Jaime Rodríguez Pombo VIVALDI: Il Teuzzone. MAURO PAGANO (Troncone y Argonte), MAURIZIA BARAZZONI (Teuzzone), FERNANDA PICCINI (Zidiana), SUSANNA BORTOLANEI (Zelinda), ANGELO MANZOTTI (Cino), MARCELLO LIPPI (Sivenio), ANDREA FAVARI (Egaro). ORQUESTA DE LA ÓPERA BARROCA DEL TEATRO DE GUASTALLA. Director: SANDRO VOLTA. 3 CD BRILLIANT 93351 (Cat Music). 1996. 201’. DDD. R PE B rilliant publica esta antigua grabación producida por el sello Tactus en 1996, cuando la interpretación de la ópera de Vivaldi estaba en pañales y no conocía la proliferación y brillantez actuales. El tiempo ha sido cruel con la voluntariosa interpretación del conjunto del Teatro de la Ópera de Guastalla, que suena compacto, pero confuso, poco claro, rígido, sin la transparencia, la agilidad articulatoria, la capacidad de contraste ni la sensualidad de las mezclas tímbricas que han conseguido hoy los mejores conjuntos enfrentados a la música teatral del veneciano. Los solistas pasan 97 D D I SI CS O C O S S VIVALDI-RECITALES algunos problemas en los obligati, especialmente el violín. Volta dirige con ímpetu, pero con una linealidad y una falta de profundidad que son muy apreciables especialmente en los monótonos recitativos. El equipo vocal tampoco eleva demasiado los resultados globales. El barítono Marcello Lippi muestra buen estilo y suficiente variedad expresiva, que es muy recia y poco flexible en el caso del bajo Andrea Favari. Demasiado forzado Angelo Manzotti, voz plana y muy apurada en los graves, y no muy refinadas las voces femeninas. La contralto (más bien una mezzo) Susanna Bartolonei muestra serios problemas con el fiato y con su registro agudo, aunque maneja con cierto gusto los reguladores en la hermosísima aria Ti sento, sì ti sento, que cierra el primer acto. Muy justa en las agilidades la soprano Maurizia Barazzoni, de color desigual y línea muy inestable, con pérdida constante de la afinación. La contralto Fernanda Piccini resulta atractiva en los recitativos, pero en las arias muestra escasez de fiato y línea entrecortada. Testimonial participación del tenor Mauro Pagano. Posibilidad de conocer la obra a precio muy bajo, pues se trata de la única grabación completa disponible en el mercado, aunque es de esperar que pronto haya registros más interesantes. Pablo J. Vayón WAGNER: Sigfrido. JON FREDRIC WEST (Sigfrido), HEINS GÖRUG (Mime), WOLFGANG SCHÖNE (El Caminante), BJÖRN WAAG (Alberico), HELENE RANADA (Erda), LISA GASTEEN (Brunilda). ORQUESTAS DE LA ÓPERA DE STUTTGART Y DEL ESTADO DE STUTTGART. Director: LOTHAR ZAGROSEK. 4 CD NAXOS 8.660175-78 (Ferysa). 2002-2003. 239’. DDD. N PE 98 S iguiendo la e d i c i ó n Naxos de la Tetralogía wagneriana, se ofrece esta toma en vivo desde la Ópera de Stuttgart. Como siempre, la firma corresponde a Zagrosek, quien expone una narración imaginativa, con todos los contrastes de clima que la obra exige, equilibrados con las voces y con una paleta orquestal suntuosa y aseada. West destaca en el reparto por el compromiso de su tre- Rolf Lislevand SINUOSO VIVALDI VIVALDI: Conciertos RV 532 en sol mayor para dos mandolinas, cuerdas y continuo, RV 425 en do mayor para mandolina, cuerdas y continuo, RV 540 en re menor para viola d’amore, laúd, cuerdas y continuo, RV 93 en re mayor para dos violines, laúd y continuo. Tríos para violín, laúd y continuo RV 85 en sol menor y RV 82 en do mayor. ROLF LISLEVAND, laúd, guitarra barroca y mandolina. DIVERSOS ACOMPAÑANTES. NAÏVE OP 30429 (Diverdi). 1996 y 2006. 60’. DDD. R/N PN C on la música para laúd y mandolina de Vivaldi, Il Giardino Armonico había causado sensación a principios de los 90 con un CD para Teldec que incluía las seis mismas obras que aparecen aquí más el Concierto para muchos instrumentos RV 558, en el que algunos siguen considerando el mejor disco del conjunto milanés y supone una referencia comparativa indiscutible. Lislevand grabó las obras para laúd en 1996 con extraordinario virtuosismo personal y acompañado por músicos de enorme prestigio que iban aquel mismo año a formar The Rare Fruits Council. Hemos de suponer (aunque no se dice por ninguna parte) que el violín solista en los tríos es el de Manfredo Kraemer, mendo papel, que juzgamos el pasado verano en El Escorial, donde estuvo, gracias a la experiencia acumulada, en el culmen de su brillo y solidez. Tiene una voz que para Sigfrido no oíamos desde los tiempos de Melchior y Aldenhoff: baritonal, ancha, carnosa y heroica. Dice con intención variada (arrojo incauto, melancolía meditativa del huérfano, travesura juvenil, enamoramiento impulsivo y virginal) y con dicción nítida. Alguna nota raspada o inestable no nubla el paisaje general. Gasteen propone una walkyria insolente y rica de timbre, a despecho de algún agudo excesivamente abierto. Ranada otorga autoridad a su diosa y Schöne recita con propiedad un Wotan vocalmente discreto. Eximios de propiedad, los demás cantantes. Blas Matamoro quien sí se especifica como solista de viola d’amore en el RV 540. Él y Pablo Valetti (es de suponer) asumen las partes de violín en el RV 93. Los tiempos extremos de las obras están llevados con mucha naturalidad en el fraseo y resultan bastante moderados en ataques, acentuación y contrastes (muy distinto en este sentido al estilo no sólo de Il Giardino Armonico, sino al que popularizaría enseguida The Rare Fruits Council, de premeditada exageración), mientras que en los movimientos centrales resulta todo muy fluido y rozando lo libérrimo. Tanto en los tríos como en el RV 540 los movimientos lentos tienen un aire casi improvisado, con un lirismo de extrema belleza, aunque el punto de congoja que algunos han conseguido en el Largo del RV 540 aquí está ausente, resultando un fragmento ligero y de líneas sinuosas muy matizadas. Lislevand potencia además un sonido mucho más oscuro y unas articulaciones en general más relajadas que las de Il Giardino Armonico, con contrastes dinámicos más moderados y una notable libertad rítmica y agógica (en especial, ya se ha dicho, en los tiempos lentos), lo cual termina por resultar el aspecto más discutible de estas versiones, que adquieren en cualquier caso un tono de sensualidad y mor- WEISS: Música para laúd del manuscrito Grüssau. JERZY ZAK, laúd. ACTE PRÉALABLE AP0024 (Harmonia Mundi). 1999. 75’. DDD. N PN Se distribuye ahora en España este disco del sello polaco Acte Préalable que el laudista Jerzy Zak grabó en 1999 con tres suites de Silvius Leopold Weiss extraídas del manuscrito Grüssau, aunque para una de ellas usa el Preludio de la Sonata nº 37, sin duda una de las piezas más conocidas del compositor. Algo metálico resulta el sonido de Zak, que tampoco es un prodigio de limpieza ejecutoria, aunque sus versiones son polifónicamente claras y resultan elegantes tanto en el uso de la ornamenta- bidez muy sugerentes. Por otro lado, el clave ha desaparecido del continuo, que se enriquece con los timbres de varios instrumentos de cuerda pulsada (tiorba, guitarra, guitarra batiente) y con los graves poderosísimos de un violone. El acompañamiento en las obras para mandolina (grabadas en 2006) se hace a voz por parte (con Riccardo Minasi y Valeria Losito en los violines y Enrico Parizzi en la viola). A falta de indicación en el disco, hemos de suponer que es Lislevand quien interpreta las dos partes de mandolina en el RV 532. Son versiones acaso más convencionales que las de 1996, acaso más sobrias y superficiales, pero que mantienen el carácter elegante y distinguido, de líneas sinuosas y quebradas que dan personalidad al Vivaldi planteado por este excepcional laudista noruego. Muy recomendable. Pablo J. Vayón ción como en la flexibilidad agógica (magnífico a este respecto el Preludio de la Suite en re mayor o la Bourée de la Suite en do mayor). Bien contrastado el carácter de las danzas, quizá algo atropellada alguna de las rápidas, como la Courante de la Suite en re mayor. El Presto final de la misma obra resulta en cambio de atractiva y cantábile ligereza. Pablo J. Vayón WOLF-FERRARI: Idilio para oboe, cuerdas y dos trompas. Concertino para corno inglés, cuerdas y dos trompas. Suite concertino para fagot, cuerdas y dos trompas. PIET VAN BOCKSTAL, oboe y corno ingles; LUC LOUBRY, fagot. SINFÓNICA DE SAJONIA OCCIDENTAL. Director: HANS ROTMAN. TALENT DOM 2929 90 (Gaudisc). 2006. 63’. DDD. N PN D D I SI CS O C O S S VIVALDI-RECITALES L a obra del veneciano de origen alemán es conocida, sobre todo, por su producción operística. Sellos atentos a los rincones, como el presente, se encargan de ampliar nuestra información acerca de uno de los protagonistas del neoclasicismo italiano del siglo XX. En efecto, especialmente en obras de cámara como las aquí seleccionadas, se advierte la querencia de Wolf-Ferrari por el lenguaje dieciochesco: económico de dispositivo, claro de redacción, elegante de conjunto y soluciones. No se trata de páginas singularmente inspiradas pero sí de agradable escucha y serena composición, la contracara del tópico itálico que quiere ardor, expresividad y énfasis con alta carga melódica. Las versiones resultan de suma calidad. El equilibrio del total empeñado se armoniza perfectamente con la límpida actuación de los solistas, todo destilado en una tímbrica exquisita y acariciante. Con certeza, al compositor le habría gustado plenamente ser traducido por estos artistas, que escarban detalles sin perder la noción panorámica y deleitan al escucha con un ameno viaje al país de lo simétrico. Blas Matamoro ZELENKA: Composiciones para orquesta. COLLEGIUM 1704. Director y clave: VÁCLAV LUKS. SUPRAPHON SU 3858-2 (Diverdi). 1994. 68’. DDD. R PM Aunque la sonoridad del conjunto barroco esté aumentada en la toma —sin desvirtuar los timbres—, resulta pomposo, parece, hablar de composiciones para orquesta. Más bien para conjunto instrumental, aunque Zelenka las compusiera para la “orquesta” praguense del conde von Hartig. Audaces para su tiempo (1723), con una riqueza de juego polifónico inusitada, con verdadero esplendor tanto en las obras más “orquestales”. En la línea de la suite de concierto barroca se ofrece la Obertura a 7 en fa, seguida de una Sonata (nº 3 en si bemol mayor) para oboe, violín , clarinete y clave, en la que lucen sus condiciones instrumentistas del propio Collegium 1704, seguida de dos obras concertantes para ocho instrumentos: un Concierto en sol y dos tiempos de una denominada Sinfonía en la mayor, ya que todas las obras son consecuencia del rescate de manus- critos de los habidos en la Hofkirche de Dresde. Completa el disco otra breve obra para siete instrumentos: Hypocondrie a siete en la mayor. José Antonio García y García RECITALES Alfred Brendel LA ELECCIÓN DEL ARTISTA ALFRED BRENDEL. Pianista. Grabaciones inéditas públicas y de la radio. Obras de Beethoven, Chopin, Busoni y Mendelssohn. 2 CD PHILIPS 475 8322 (Universal). 1968-2001. DDD. 114’. N PM D entro de la serie titulada Artist’s Choice, cuya salida coincidió el año pasado con el 75 cumpleaños de Brendel, y en la que se recuperan o editan grabaciones de Brendel que el propio pianista moravo recomendaría en primer término a los aficionados, hemos repasado ya algunos ejemplares, dedicados a Beethoven, Liszt, Schumann, Haydn, Mozart y Schubert. Nunca nos llegó el anunciado, y a priori interesantísimo, DVD dedicado a las últimas Sonatas de Schubert. Sí lo hace ahora sin embargo un doble álbum, procedente en su totalidad de los archivos de la BBC, que resulta muy atractivo. El énfasis sigue estando en el repertorio habitual de Brendel, como las Variaciones Diabelli y Sonata op. 101 de Beethoven (ambas en vivo, 2001 y 1992), pero el resto es bastante menos frecuente, por no decir que abiertamente inhabitual: Variaciones serias de Mendelssohn (en vivo, 1990), Andante spianato y Gran Polonesa de Chopin JASCHA HEIFETZ. Violinista. It ain’t necessarily so. Legendary Classic and Jazz Studio Takes. Obras de diversos autores. BING CROSBY, voz; MILTON KAYE Y EMANUEL BAY, piano. SALVATORE CAMARATA AND HIS ORCHESTRA. VICTOR YOUNG ORCHESTRA. 2 CD DEUTSCHE GRAMMOPHON 00289 477 6269 (Universal). 1944-1946. 128’. ADD. R PM Los coleccionistas y conocedores de Heifetz ya no pueden hacerse (1968), Elegías nºs 3 y 6 de Busoni (en vivo, 1997). Las Diabelli son extraordinarias por la intensidad, riqueza de contrastes y fuerza desplegadas por el moravo. De la interpretación se desprende un enorme nivel de autoridad intelectual, de dominio de los recovecos de esta música, con un grado de espontaneidad y frescura formidables. Aquí está el Brendel de incomparable desparpajo, capaz de la mejor y más profunda introspección y de la mejor y más reconfortante sonrisa. Escúchese la enigmática variación 20, dicha con un excepcional clima de misterio e interrogación, por no hablar de la grandeza de la variación 31 o la fenomenal transición a la variación final. Otro tanto se puede decir de la también sobresaliente versión de la Op. 101, pese a los roces, que, como apunta el propio Brendel, dejan bien claro que no es un perfeccionista en lo que a la mecánica se refiere. Pero hay que ver la emoción que se transmite en el último tiempo, una interpretación tan equilibrada como magnética para el oyente. Casi 40 años tiene el registro del Andante spianato, un repertorio que en años posteriores raramente se ha asociado a Brendel. En este Chopin se oye todo con una claridad meridiana, y el cantailusiones. De Heifetz lo conocemos todo. O casi todo. Y si queda algo por conocer no añade mayor gloria a la de este gran músico. Cabe decir esto antes de comentar, con la brevedad habitual, el contenido de este par de compactos. Es cierto que es una novedad que Deutsche Grammophon preste atención en formato imperecede- ble en el Andante es al tiempo de exquisita fluidez, elegancia y sabio equilibrio en el rubato. Cierto, para algunos puede faltar algo más de libertad belcantista —al fin y al cabo Chopin era un consumado amante del belcanto— en su fraseo, y quizá algo más de energía en el ritmo de la polonesa, pero en general se trata de una estupenda interpretación, aunque no nos haga olvidar a Zimerman (DG) o Rubinstein (RCA). El sonido no puede competir con el del resto de las grabaciones del álbum, pero es muy decente. Lo mismo puede decirse de las Variaciones de Mendelssohn, dibujadas con insólito (para tratarse de Brendel) apasionamiento, y de las postlisztianas, magníficamente transmitidas Elegías de Busoni. En resumen: un interesante álbum, que encantará a los muchos seguidores del moravo. Muy recomendable. Rafael Ortega Basagoiti ro al genial violinista, pero todo —con una excepción— lo que aquí se ofrece procede de tomas que ya entraron a formar parte de la referencial integral de BMG que apareció hace algunos años. A las habituales grabaciones procedentes de los fondos de RCAVictor se añaden aquí otras que aparecieron en su momento, en vinilo por supuesto, en Decca, como es una de las intervenciones de lujo, nada menos que Bing Crosby, que encontramos en estos dos compactos. Ya conoci- 99 D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS do, repetimos. Del resto, el casi omnipresente Emanuel Bay al piano y el repertorio propio de Heifetz, entre originales y transcripciones, la mayoría debidas a él mismo. También tenemos a otro habitual, a Milton Kaye y poco más. Así pues, no cabe extenderse acerca de lo que aquí encontramos, pero conviene que prestemos atención a los 1’40’’ minutos que se nos ofrecen como bonus: una sencilla canción escrita por un tal Jim Hoyl. Este nombre es un pseudónimo bajo el cual se esconde el propio Heifetz. Y es Heifetz quien toca su canción al piano. Esta curiosidad sin más, nada memorable, es una grabación inédita que procede de un archivo sonoro de Stanford, California. Los heifetzianos irreductibles y entusiastas pueden prescindir de este brevísimo ejemplo de Heifetz como pianista y compositor a no ser que esos 1’40’’ minutos justifiquen llevarse a casa más de dos horas de Heifezt que ya tienen y que ya conocen. Ahora bien, quien no haya frecuentado demasiado a Heifetz, aquí tiene una cita y una magnífica oportunidad para admirar el arte de este gran maestro. Josep Pascual VLADIMIR HOROWITZ. Pianista. Las grabaciones europeas como solista 1930-1936. Obras de Chopin, Liszt, Scarlatti, BachBusoni, Haydn, Beethoven , Schumann, Debussy, Poulenc, Rimski-Korsakov/Rachmaninov, Stravinski, Rachmaninov y Prokofiev. 2 CD APR 6004 (Harmonia Mundi). 1930-1936. 140’. AAD. R/H PE Un 100 documento impagable, este álbum que nos llega en excelente reprocesado de APR, con las grabaciones que realizó Horowitz en Europa en la década de los 30. Por si no fueran pocas razones la soberbia, pasmosa Sonata de Liszt (1932), una de las mejores de toda la discografía, tenemos dos maravillosas Sonatas de Scarlatti (1935, las K. 87 y K. 125), una brillante e inquieta Sonata Hob. XVI:52 de Haydn (1932) cuatro sensacionales obras de Schumann (Presto passionato, Arabeske, Traumes Wirren y la tremenda Toccata, de las de caerse de la silla, 1932-34) y varias obras de Chopin (Estu- dios, Mazurkas, Scherzo nº 4, 1932-35), entre otras cosas. El joven Horowitz no sólo deslumbra por el virtuosismo portentoso (¿es posible un arrebato mayor que el del Prestissimo de la Sonata lisztiana, verdaderamente inverosímil, y al tiempo, de una fuerza expresiva irresistible?), ni siquiera por el dominio del color (qué maravillas consigue, en este sentido, en Scarlatti o la Arabeske de Schumann), sino también por la fuerza de un temperamento arrollador, que se levanta incluso por encima de las notorias imperfecciones. Así, el Preludio op. 23 nº 5 de Rachmaninov fue preparado como “relleno” para otra grabación, aprisa y corriendo, y, a la vista de los resultados, sin la preparación suficiente: poco importa, porque la fuerza de Horowitz es de las de dejarle a uno con la boca abierta. Otro tanto ocurre con la Danza rusa de Petruchka o la Toccata de Prokofiev. En fin, un par de discos que se escuchan con asombro, admiración y enorme disfrute. Este joven que no había llegado a la treintena ya había asombrado a la audiencia norteamericana, y aquí hay un buen puñado de razones que justifican sobradamente el éxito arrollador del que había de ser uno de los más grandes del piano del siglo XX. El sonido es más que aceptable para la época de la que hablamos. Impecable y documentada presentación. De verdad, no se lo pierdan. Rafael Ortega Basagoiti GABRIELA MONTERO. Pianista. Improvisaciones sobre temas de J. S. Bach. EMI 3 51445 2. 2005. 54’. DDD. N PN Este no es un disco de jazz. Hay improvisación libre, muy libre; tan libre que no es jazz. Es como un dejarse llevar a partir de una determinada música que ya existe y que el hipotético oyente ya conoce; en este caso, obras de Bach. A ratos puede sonar romántico, impresionista, jazzístico, caribeño… Y no puede ser de otro modo pues, al improvisar, el músico deja que afloren sus vivencias musicales, sus referentes, sus afectos, su propia historia musical y personal. Para uso propio, cualquier músico ha improvosado, improvisa e improvisará, sea a partir de obras ajenas o de inspiraciones fugaces, pero otra cosa es llevar esas experiencias ante el público y hasta ir más allá grabándolas. Nada menos que Martha Argerich animó a Gabriela Montero a divulgar esa otra faceta de su personalidad musical y aquí tenemos el resultado. Desde luego se escucha con agrado y hasta con placer, pues no puede dudarse que Montero toca estupendamente y que tiene una gran sensibilidad que se expresa al improvisar. ¿Interesante? Probablemente no demasiado. ¿Recomendable? Quizá tampoco, pero si se tiene la oportunidad de escucharlo, con él se puede pasar un buen rato con esta casi una hora de música tan efímera como honesta. Montero no pretende —es evidente— impresionar a nadie, sino compartir con nosotros su mundo íntimo que no todos los músicos están dispuestos a compartir. intérprete juega por el lado del patetismo (Marion Delorme, Zazà, Gloria) dejando en conjunto la sensación de que ha logrado un producto bien trabajado —en el que ha colaborado la envidiable experiencia de Bonynge, tanto en la elección del repertorio como en los resultados—, que por estar más volcado en el canto que en la expresión, por momentos trasluce una vaga pero cierta sensación de monotonía. Fernando Fraga VARIOS CHORÉGRAPHIE. Josep Pascual ELIZABETH WHITEHOUSE. Soprano. Páginas de Sapho, La Reine de Saba, Amleto, Salvator Rosa, Cinq mars, Étienne Marcel, Le tribut de Zamora, Marion Delorme, Andrea Chénier, Chatterton, Zazà, Adriana Lecouvreur, Siberia, Gloria e Isabeau y Sì. ORQUESTA VICTORIA. Director: RICHARD BONYNGE. MELBA 301 104 (LR Music). 2005. 67’. DDD. N PN S alvo los fragmentos de la Lecouvreur y Maddalena de Coigny, el recital de esta soprano australiana es fiel al título del disco: Arias raras de óperas francesas e italianas. La Whitehouse, voz lírica de dulce y agradable colorido, que transita con homogénea comodidad por un registro que le permite enfrentarse a “la lira inmortal” de la Sapho gounodiana, papel más bien cercano al de mezzosoprano, y alcanzar con cierta holgura el si natural de La mamma morta aunque lo haga de forma “aspirada” (tomando la nota desde abajo y no yendo directamente al centro de la misma) y sin tenerlo demasiado. Los textos están bien y claramente dichos, algo a destacar en intérprete anglosajona, cualidad que no puede extenderse a muchas colegas latinas, y acierta con mórbida comodidad desarrollando los periodos melódicos mas proclives a ello. Valga de ejemplo, la bonita página de Jenny en Chatterton de Leoncavallo, que ya se conocía en versión de Natalia Margarit. Temperamentalmente hablando, la Música para los maestros de danza de Luis XIV. ANDREW LAWRENCE-KING, arpa triple barroca. HARMONIA MUNDI HMU 907335. 2004. 73’. N PN Andrew Lawrence-King, caballero armado con una arpa triple barroca, aunque construida en 2004 siguiendo un modelo italiano del s. XVII, acomete la empresa de interpretar con ella transcripciones de partes danzables de óperas y de músicas de ballets de Lully y de Campra, que tanto gustaban al Rey Sol, él mismo excelente danzarín, aunque a ver quién era el guapo cortesano que dijera lo contrario. Estas transcripciones se realizaron para la publicación denominada Chorégraphie, que Raoul-Auger Feuillet llevó a cabo en 1700 para ilustrar mediante signos y gráficos las formas de realizar correctamente los diferentes movimientos de las danzas cortesanas. Se supone que tal publicación tuvo un gran éxito, pues fue seguida por unas Recueils de danses que vieron la luz anualmente durante un cuarto de siglo puede que para recoger o quizás para imponer las danzas de moda. Las ilustraciones musicales consistían en transcripciones realizadas para un solo instrumento, bien el clave, la tiorba, el laúd o el arpa, algunas llevadas a cabo por músicos de primera fila como Jean-Henry D’Anglebert para el clave o Robert de Visée para el laúd o la guitarra. El resultado de la grabación efectuada por LawrenceKing es de muy agradable escucha, dada la confirmación de su esperable excelente interpretación, la temática elegida y la calidad sonora del disco. Además, está acompañado por la repro- D D I SI CS O C O S S RECITALES-VARIOS ducción de alguna de las curiosas e ingeniosas ilustraciones gráficas de las publicaciones de Feuillet dentro del interesante artículo escrito por el propio arpista. Y para los amantes o los estudiantes de este instrumento, debe alcanzar la categoría de joya, pues une a su valor objetivo la escasez del repertorio. José Luis Fernández CORPUS CHRISTI EN CUZCO. Obras anónimas y de Fernández Hidalgo, Torrrejón y Velasco, Araujo, Quispe, Cabanillas y Urrede. ENSEMBLE ELYMA. SCHOLA CANTORUM CANTATE DOMINO. Director: GABRIEL GARRIDO. K 617 189 (Harmonia Mundi). 2005. 80’. DDD. N PN La música de época colonial sigue deparando tesoro tras tesoro… y lo queda por rescatar de este patrimonio tan ignoto como extraordinario. El tema escogido por Garrido, Corpus Christi en Cuzco tal como pudo darse en 1675, nos da una idea del fascinante, complejo fenómeno de la aculturación de las poblaciones indígenas. El tono festivo, populachero incluso, los sones y las lenguas autóctonos se mezclan con los instrumentos y la polifonía procedentes de lo más refinado del arte europeo. Las fusiones sorprendentes aparecen ejemplificadas, por ejemplo, en el anónimo Hanacpachap cussicuinin, en quechua, mientras que el conmovido Salve Regina de Fernández Hidalgo proporciona una imagen de la nueva cultura transplantada al continente. La atractiva instrumentación de Oigan todos y todas —¡qué políticamente correcto, no hay nada nuevo bajo el sol!— parece denotar en su suntuosa sonoridad una cierta influencia de Savall. Tal vez Garrido esté más en su propio estilo en la ternura de Corderito de amor o el bullicio de En la más alegre aurora. Al comienzo de Vientos, ayres, se diría que las agilidades monteverdianas se apoderasen de la pluma de Juan de Araujo. La gracia de la lectura de Ah señores de buen gusto se suma a lo más logrado de una grabación que en cualquier caso supone un escalón necesario para el conocimiento de un repertorio imprescindible, si verdaderamente desea valorarse en toda su amplitud el barroco. Enrique Martínez Miura David Russell SABIDURÍA ARTE DE LA GUITARRA. Obras de Albéniz, Arcas, Villa-Lobos, Myers, Grieg, Debussy, Carlevaro, Mertz, Sor, Sojo, Brocá y Sáinz de la Maza. DAVID RUSSELL, guitarra. TELARC CD-80672 (Indigo). 2006. 67’. DDD. N PN Al ver la variedad del repertorio contenido en este compacto podrá pensarse que se trata de una antología de álbumes precedentes, pero no es el caso. Se trata de un nuevo disco del gran David Russell y, como es habitual en él, una nueva lección de guitarrismo del mejor y de musicalidad. Este menorquín nacido en Gran Bretaña y residente en Vigo nos brinda aquí un puñado de maravillas interpretadas de un modo ideal. No faltan momentos en los que la interpretación supera lo interpreta- do y David Russell pone su sabiduría al servicio de piezas magistrales y a obras que no lo son o, al menos, que no lo son tanto. Da lo mismo, porque aquí el protagonista es él. El propio Russell firma la transcripción de la debussyana La fille aux cheveux de lin, una de las presencias llamativas en este programa en cuanto al repertorio, como también lo es la inclusión de cinco Piezas líricas de Grieg, en versión de Arne Brattland. Todo muy bueno y muy bonito, pero el punto álgido —o al menos uno de los puntos álgidos— llega con las geniales Variaciones op. 9 de Sor interpretadas completas, como debe ser, pues no faltan grabaciones que se saltan la beethoveniana introducción. Del resto de lo que escuchamos aquí sólo cabe objetar que no se hayan incluido más que dos Preludios de VillaLobos, cuando el minutaje daba para incluir el resto. Pero podemos pasarlo por alto pues cabe aplaudir la inclusión de obras de interés como la deliciosa y salonnier Fantasie hongroise de Mertz y la divertida Fantasía sobre tema de “La traviata” de Julián Arcas, obras ambas que distan mucho de ser geniales pero que permiten a Russell desplegar su sabiduría y, sobre todo, su sensibilidad para hacer que las cuerdas “canten”. Josep Pascual Rafael Bonavita FESTIVAL BARROCO DANZAS PARA GUITARRA BARROCA. Obras de Sanz y De Murcia. RAFAEL BONAVITA, guitarra. ENCHIRIADIS EN 2015 (Diverdi). 2005. 60’. DDD. N PN N ueva grabación de música del tránsito del siglo XVII al XVIII centrada en el repertorio para guitarra y en la que apreciamos una vez más la felicísima conjunción de lo culto y lo popular. Esta parte del patrimonio musical hispánico es no sólo de lo mejor que ha llegado hasta nosotros sino de lo más agradable de escuchar y algo que podría interesar a un público amplio, sobre todo si se interpreta así de bien y así de auténtico. Rasgueado y punteado conviven, y se funden y confunden como expresión del toque festivo propio de la música popular y de la exquisitez de origen cortesano que propició el estilo culto y el toque clásico de los Sor, Aguado y demás ya en el siglo XIX. Nada más empezar el programa, con las encantadoras Jácaras de la Costa de Santiago de Murcia, podría pensarse que nos hemos equivocado de disco y que estamos ante una grabación de música popular o incluso de pop o rock de cierta sofisticación. Después, de inmediato, por supuesto, todo queda aclarado, y los célebres Canarios de Sanz bien poco se parecen a los más divulgados gracias a la versión —por otra parte espléndida— de Rodrigo en su Fantasía para un gentilhombre. Genuinamente populares las Folías gallegas de Murcia, muy danzarinas las Cumbees de este mismo autor de inequívoco sabor exótico, quizá africano o ultramarino, o ambas cosas. Y así podríamos continuar diciendo maravillas de este programa que termina con una auténtica joya barroca que es de lo mejor que la música barroca española legó a la posteridad: Fustamberg, también de Santiago de Murcia, que merece una mayor divulgación. Un disco bellísimo cuya audición nos hará un poco más felices. Josep Pascual 101 D D I SI CS O C O S S VARIOS DELICIAS ESPAÑOLAS. Música del siglo XIX para orquesta de cuerda. CAMERATA DEL PRADO. Director: TOMÁS GARRIDO. VERSO 2038 (Diverdi). 2006. 65’. DDD. N PN Disco que no puede suscitar gran expectación, pero Tomás Garrido abre el frasco de las esencias y va ofreciéndonos estas piezas elegidas, no cabe duda, con amor, y trabajadas, a juzgar por los resultados espléndidos, con gran dedicación. Un recorrido por autores que, por lo general, no están en los programas de concierto, aunque el interés que el disco suscita es grande. Desde la Melodía en fa de López Juarranz, que nos confirma que no es imprescindible ir a Rubinstein o a Glazunov para encontrar en esta época música inspirada, pasando por el buen Adagio y rondó clásico de José Hurtado al sentido Andante religioso de Monasterio, superado aún por el Andante cantabile de Jimeno de Lerma, y entre ambos el donaire de la Gavota de José María Echevarría, también grabado su Intermezzo op. 27. Preciosa la breve Serenata para instrumentos de cuerda de Marcial del Adalid, y quedan aún la adaptación para orquesta de cuerda hecha por Garrido sobre un fragmento del Cuarteto en mi bemol de Rafael Pérez, el Nocturno de Chapí perteneciente a El rey que rabió, del que gustaba especialmente Ataúlfo Argenta, un Intermezzo de José María Echevarría y la Melodía de Blas García con la intervención de David Martínez al violín. Así se culmina una grabación realizada en Getafe por la que hemos de felicitarnos. José Antonio García y García DON QUIJOTE EN LA MÚSICA ESPAÑOLA. Obras de Rodrigo, García Román, Barbieri, Fernández Guerra y Gombau. LILIAN MORIANI, VICTORIA MARCHANTE, CELIA ALCEDO, sopranos; MARÍA JOSÉ SUÁREZ, mezzosoprano; JOSÉ ANTONIO LÓPEZ, barítono. CORO Y ORQUESTA DE LA COMUNIDAD DE MADRID. Director: JOSÉ RAMÓN ENCINAR. NAXOS 8.570260 (Ferysa). 2007. 66’. DDD. N PE C inco visiones del Quijote de 102 otros tantos compositores de distintas épocas y estéticas es el contenido de este bien intencio- nado y resuelto CD que Naxos nos presenta a través del buen hacer de las jóvenes formaciones Coro y Orquesta de la Comunidad de Madrid, con la garantía de la batuta del experto José Ramón Encinar. En Ausencias de Dulcinea (1947-1948), para bajo solista, cuatro sopranos y orquesta, Joaquín Rodrigo plantea el inaprensible fantasma de la incorpórea destinataria del amor de Don Quijote, poema sinfónico entre lo heroico y lo romántico. En La resurrección de Don Quijote (1993-1994), José García Román se centra en el poema Vencidos, de León Felipe, para desear que vuelvan a cabalgar todos los héroes que desde su locura han sido capaces de ofrecer esperanza a nuestra sociedad, y lo hace combinando lo melódico, lo lírico y el ostinato, con algún añadido minimalista. Barbieri encadena un aria de corte romántico (emparentada con el belcantismo), una briosa jota (un bailete) y una Loa a Cervantes (como soldado y como escritor) para hacer de su Don Quijote (1861) una obra con aires de zarzuela y de ópera italiana, en especial la de Rossini. Tres momentos de Don Quichotte (2004-2005) tiene que ver con el proyecto de poner música a la proyección de la película Don Quichotte, de G. W. Pabst (1933); aquí Fernández Guerra vuelve metafóricamente a su etapa de músico para el teatro y se sale excepcionalmente de lo que se suele hacer. Gerardo Gombau, tan poco difundido, escoge el episodio de Don Quijote velando las armas (1945) para componer un poema sinfónico de influencias entre su maestro Conrado del Campo y Richard Strauss. En su conjunto, cinco visiones de la universal obra cervantina, cinco aspectos de la composición hispana en el último siglo y medio. Una buena idea que puede ser ampliada porque material no falta. José Guerrero Martín IMPROVISATA. Sinfonías con título. Obras de Vivaldi, G. B. Sammartini, Monza, Boccherini y Demachi. EUROPA GALANTE. Director: FABIO BIONDI. VIRGIN 3 63430 2 (EMI). 2004. 54’. DDD. N PN La breve Sinfonía improvisata de Vivaldi, obra fragmentaria encontrada en 1999 y catalogada ya como RV 802, abre un disco que completan otras obras orquestales con título: la Sinfonía de la tempestad del mar del milanés Carlo Monza (c. 1735-1801), la célebre Casa del diablo de Boccherini y la Sinfonía de las campanas de Roma de Giuseppe Demachi (1732después de 1791), a las que se une otra sinfonía (sin título) de Giovanni Battista Sammartini. Las poco conocidas obras de Monza (una miniatura plena de chispa, luz y vitalidad) y Demachi tienen notable atractivo y Biondi y su Europa Galante las interpretan con vigor, brillantez y transparencia. En línea con los nuevos modos interpretativos del período, la articulación sigue siendo ágil y muy marcada, pero la acentuación es más suave y los contrastes no se presentan de forma tan agresiva como antaño, acaso con la excepción del final boccheriniano, convertido en una especie de competición por ver quién puede ser más incisivo y espectacular entre los conjuntos que lo han grabado en los últimos años: Il Giardino Armonico, Al Ayre Español y ahora Europa Galante (en mi opinión, Biondi queda en un digno tercer puesto). Todo ello facilita una notable claridad de los planos sonoros, con un bajo siempre muy presente y una mezcla de familias instrumentales muy sugerente (preciosa la gama de colores que proporcionan flautas, fagotes y trompas en la obra de Demachi). Un disco acaso menor en la carrera de Biondi, pero que no deja de tener interés por lo inhabitual de parte del repertorio y la sugestiva interpretación. Pablo J. Vayón MELODÍAS PARA FLAUTÍN. Obras de Auric, Milhaud y Poulenc e. a. PETER VERHOYEN, flautín; STEFAN DE SCHEPPER, piano. ETCETERA KTC1296 (Diverdi). 2006. 59’. DDD. N PN Es realmente poco habitual que los compositores escriban obras en las que le den a esta pequeña y ágil flauta, piccolo o flautín, una voz destacable y dominante o bien solista. La costumbre es más bien la de utilizarla para pasajes breves en partituras orquestales y frecuentemente atendiendo más a su peculiaridad tímbrica y de registro que a sus capacidades melódicas y discursivas. Este disco recoge obras —la mayoría de autores no muy conocidos todavía en activo— que demuestran que el instrumento también puede, si está en buenas manos, utilizarse para crear música provista de sentido discursivo y formal a la vez que rica en matices expresivos y semánticos. Presenta la grabación tres curiosas miniaturas de tres compositores franceses pertenecientes al llamado Groupe des six, Auric, Milhaud y Poulenc. Son curiosas por su brevedad y extrema sencillez así como también porque originalmente fueron escritas para pipeau y piano, pequeña flauta de madera sin llaves de uso militar, junto con el tambor, documentado ya desde el siglo XVI en Francia. El resto de compositores incluidos en la grabación son, como decíamos, poco conocidos pero sus dispares estilos creativos resultan igualmente interesantes. Juzgamos especialmente lograda la obra Kay El’lem de Huylebroeck, de rítmico y contrastado primer movimiento, onírica sensualidad para el segundo y jocoso humor en el último. Encontraremos explícitas citas del Pulcinella de Stravinski en la Sonata en cuatro movimientos de Gary Schocker. Otros autores como Raymond Guiot y, sobre todo, Marc Matthys son de creatividad más ecléctica y moderna y sus obras incluyen recursos expresivos propios del jazz, el pop, el flamenco o el minimalismo. Autores de lenguajes e intenciones en cierta medida experimentales, lo que seguramente haya influido también en la decisión de dar voz solista al piccolo. Peter Verhoyen toca con consumada maestría, tanto lo grácil como lo hondo, con esos evidentes excedentes en técnica que permiten entrar en el terreno de la interpretación. Stefan De Schepper acompaña, de excelente currículo en esto, con equiparable soltura e intención. Jaime Rodríguez Pombo ORA DIVINA. The sublime tour. Il Salotto. Vol. 9. Obras de Mariani, Lord Burghersh, Campana, Vera, Mercadante, Balfe, Offenbach, Carlini, Benedict, Giuliani, Donizetti, Rubini y Unger. BRUCE FORD, DIANE MONTAGUE, BARRY BANKS, MAJELLA CULLAGH, MARK STONE, SINE BUNGAARD, PAUL AUSTIL KELLY, ELISABETH VIDAL, ROLAND WOOD. SUSIE BEER, violonchelo; DAVID HARPER, piano. OPERA RARA ORR 239 (Diverdi) 2005. 69’. DDD. N PN D D I SI CS O C O S S VARIOS La colección Il Salotto es una gran visión de la música del siglo XIX, que se daba en espacios más íntimos, que había sido olvidada y que ahora, gracias a Opera Rara, vamos recuperando. En esta nueva propuesta encontramos autores conocidos como Mercadante, Donizetti y Offenbach, junto a otros hoy en día olvidados, algunos de los cuales, como Rubini, fueron famosos cantantes y podemos oír prestaciones individuales y otras en las que intervienen varios artistas. Entre las piezas más conseguidas está Ad un fiume de Angelo Mariani, interpretada con su cuidada línea por Bruce Ford, el delicado Clair de lune, de Campana, L’ étoile, de Offenbach y La rose, de Donizetti, con versiones muy musicales de Elisabeth Vidal, el bello cuarteto de Mercadante Ah, che nel dirti addio, donde destacan Majella Cullagh y Diana Montague, La rose, de Giovanni Rubini, que es duettino de dos tenores, de timbres distintos y cuidado contraste, donde es evidente la filosofía de un cantante, al igual que en L’ addio, de Carolina Unger, famosa contralto, partitura llena de dificultades, para acabar con La partenza, de Mariani, canción de un estilo intimista. Albert Vilardell PIANO INÉDITO ESPAÑOL DEL SIGLO XIX. ANA BENAVIDES, piano. 2 CD ANACRUSI AC 062 (Harmonia Mundi). 2006. 140’. N PN E ste doble CD es de esos discos que uno recibe con gran alegría y alborozo por imprevisto e inusual, por lo que supone de rompedor de la inercia de la industria discográfica y, sobre todo, por dar a conocer un repertorio desconocido de nuestro país o apenas conocido entre nosotros. Aunque, como nos recuerda Ruiz Tarazona en el libretillo acompañante, otros pianistas ya se habían ocupado de divulgar obras del injustamente marginado acervo musical romántico español, nunca es suficiente y ahora la malagueña Ana Benavides organiza un programa a base de diecisiete compositores del XIX (algunos de ellos relacionados con Chopin, Liszt o Gounod), de muy diferentes proce- Jordi Savall COMO ANTAÑO, MAS DE AHORA LACHRIMÆ CARAVAGGIO. Música de Jordi Savall. Textos de Dominique Fernández. FERRÁN SAVALL, voz; RICARDO MINASI Y MANFREDO KRAEMER, violines; ANDREW LAWRENCE-KING, arpa doppia. LES CONCERTS DES NATIONS. HESPÈRION XXI. Director y viola da gamba: JORDI SAVALL. ALIA VOX AV 9852 (Diverdi). 2006. 78. DDD. N PN Voz e instrumentos dibujan un ámbito, un paisaje o tal vez un lugar en que tienen que habitar las formas. Las formas. Aquí, las formas son múltiples. Unas, por evidentes: notas de valores amplios, que combinan timbres, mantienen timbres, bifurcan timbres. Otras, por referidas: las sombras o el sfumato, ese mundo que se mueve alrededor del pintar y el dramatizar de Caravaggio, y que tiene otros nombres, desde Latour hasta Velázquez, pasando por cualquier pintor de frailes, postrimerías o pesimismos; y, sobre todo, de temas bíblicos tratados como “de vuelta”. En otras ocasiones, las formas son personajes ausentes, como en ciertos dramas en que hay un protagonista o varios que nunca aparecen, pero que están más presentes, por lo latentes, que si fueran manifiestos. Son las otras artes. Siete estancias con canto, lágrimas, cantos, deploración y pianto, con sinfonías a la antigua, con fantasías, imploraciones… Si se ha dicho que Bartók llegó a componer obras de folclore propias como si fueran auténticas (eso se llamó “folclore imaginario”, y es un concepto de interés, pero no suficiente), Savall se ha familiarizado tanto con las músicas antiguas (las anteriores al Barroco tardío y al Preclásico) que puede convertirse en creador de las mismas. ¿Podremos hablar de “Barroco imaginario”, “Manierismo imaginario”, “Renacimiento imaginario”, “Venecia imaginaria”… en manos de Savall? No fue Bartók quien inventó esa manera de componer “como si”. No es la primera vez que Savall aborda ese su propio “como si”. Pero lo que antes era sugerencia, apunte, canto o incluso más que canto, ahora parece sistema. No sistema, o al menos no del todo. Pero sí la casa sonora en que permitir que habiten algunas obras de Caravaggio y quién sabe si de algunos de esos colegas que no tuvo ocasión de ver, o sí, como Guido Reni o como el Spagnoletto. Esa voz melismática, bella, orientalizante de Ferrán Savall es un instrumento más, y como los instrumentos, parte de Monteverdi, parte de Gesualdo y de alguna otra voz de aquellos tiempos de tránsito (más que de transición). Si el propio Savall se parece cada día más a una persona del Greco (persona, no personaje), por qué no iba a parecerse su música a una casa en la que habitara Caravaggio, y quién sabe si también el cretense toledano los días en que Michelangelo Merisi dejara libres las estancias. Síntesis, simbiosis, ósmosis. No, o no exactamente. Creatividad, sí, a partir de lo sabido, transitado, fatigado, conocido, interpretado una y otra vez. La tecnología del mejor sonido, la más profunda investigación del pasado, la ciencia de los timbres (esto es, la de los colores) son técnicas de nuestro tiempo que le sirven a Savall y a su equipo para convertirse en habitantes de un siglo XVII revivido. No imaginado, ni idealizado, ni mucho menos visto críticamente, porque no es éste el ámbito en que eso es adecuado. Revivido. Jordi Savall se cartea con el maestro de Mantua, con el alcalaíno que imaginó a quien imaginó a Dulcinea, con la progresión de luces y sombras de Caravaggio y sus contemporáneos. Y se convierte en contemporáneo suyo. Habría que preguntarle a Savall si, al cabo, no es esa su vocación, con lo que renunciaría a ser contemporáneo nuestro. ¿Habrá quien se lo reproche? A la imaginación, a la creatividad, le corresponde el virtuosismo. Una atmósfera de temor al vacío, de totalidad sonora, de eso que decíamos: paisaje, tal vez mansión; esa atmósfera transita por todo este fresco en el que no hay resquicio, hueco, vano, sino algo que evoca la plenitud. Virtuosos son los músicos del Concert des Nations. Habrá quien muestre su desacuerdo. ¿Heterodoxia? ¿Pero no es también un caso atrevido de ortopraxis? Atrevido: no evidente, no claro, no palmario. Savall ha osado. Se ha arriesgado. Disfrute usted el resultado, la obra de arte. O vilipéndielo. Pero no se lo pierda. Es música de antaño por alguien de ahora. Es música de ahora que consigue que el pasado sea presente. Después de todo, el Neoclasicismo musical tiene casi un siglo de antigüedad. Pero, como ya nos tienen acostumbrados Savall y Alia Vox, esto no es sólo un disco. Esto es también un libro. A la aproximación de Savall se une la glosa que Dominique Fernández hace de siete lienzos del Caravaggio: el Sacrificio de Isaac (Ufizzi), El martirio de San Mateo (Roma, San Luis de los Franceses), La Madonna de los peregrinos (Roma, San Agustín), El Descendimiento (Vaticano), El Tránsito de la Virgen (Louvre), La decapitación del Bautista (La Valetta, San Juan), David con la cabeza de Goliat (Roma, Galleria Borghese). Imagen, sonido, lectura: imaginación, evocaciones, sugerencias. Sentido, totalidad, o atisbo de ella. Como en el caso del Quijote o del Colón, un CD-libro que es, por sí mismo, obra de arte. Hay que ponerse algo músico para referirse a este bello recital, hay que musicalizar la reseña para que tengamos siquiera una pequeña idea de lo que nos espera. Si no lo hemos conseguido del todo, disculpen sus muchas faltas. No son las faltas de este hermoso álbum. Santiago Martín Bermúdez www.scherzo.es 103 D D I SI CS O C O S S VARIOS dencias y existencias, desde los 28 años vividos por José María Usandizaga a los 92 de Nicolás de Ledesma. El gallego Marcial del Adalid; el riojano Pedro Albéniz; los navarros Juan María Guelbenzu, Joaquín Larregla y Dámaso Zabalza; los aragoneses Nicolás de Ledesma y Vicente Zurrón; los vascos Manuel Mendizábal y José María Usandizaga; los catalanes Joaquim Malats, Claudio Martínez Imbert y Felipe Pedrell; los andaluces Cipriano Martínez Rückert y Eduardo Ocón; el castellano-leonés Martín Sánchez Allú; el mallorquín Pedro Tintorer y el madrileño Santiago de Masarnau nos ofrecen sonatas, mazurcas, zorcicos, romanzas, salpicadas con alguna habanera, serenata, jota, danza o melodía de varia condición. Más allá de la desigual calidad de las obras y de la mayor o menor satisfacción que su interpretación pueda depararnos, y aceptando la pertinencia de una atención individualizada, aquí se impone el conjunto como protagonista absoluto, al que Benavides aporta su gusto, su sensibilidad y el fruto de su amplia formación humanística. Un vasto y rico panorama del pianismo decimonónico hispano que merece ser conocido. José Guerrero Martín SPANISH ALBUM. Obras de Soler, Albéniz, Granados, Mompou, Longas, Debussy, Ravel, Scharwenka, Niemann y Hough. STEPHEN HOUGH, piano. HYPERION A67565 (Harmonia Mundi). 2005. 72’. DDD. N PN 104 E ste disco que protagoniza el pianista Stephen Hough y que lleva por título Spanish Album, reúne en tres apartados (compositores españoles, franceses y otros) bastantes piezas en torno a tan diversos autores como el padre Soler, Granados, Albéniz, y Mompou, Debussy y Ravel, y otros. Es un recital desigual por varias razones, pero principalmente porque las piezas se ejecutan de un modo como si formaran parte de un todo. Y claro, esto no es ni natural ni cierto. Hough exhibe buen gusto y refinamiento, buenas maneras que imprime en sus versiones. Aunque el problema es que, y como ya se ha dicho, las obras parecen parte de un todo, no solamente por la poca pausa existente entre ellas, Sviatoslav Richter MAGNÉTICO RICHTER – EL MAESTRO. Vols. 1 (Beethoven), 2 (Mozart) y 3 (Scriabin, Prokofiev, Shostakovich). 2 CD DECCA 475 8124 / 2 CD 475 8127 / 2 CD 475 8130 (Universal). 1963 -1993. 412’. ADD. R PE Hay veces que las discográficas le obligan a uno a hacer unas pesquisas en el mejor estilo CSI. En ninguna parte de estos tres álbumes dobles de Decca aparece mención alguna de que se trate de una reedición. Pero en realidad lo es. Los tres álbumes que ahora se presentan bajo el sello Decca formaron parte de la macro-edición Philips Las grabaciones autorizadas de Sviatoslav Richter, que quien esto firma comentó con detalle en su formato original hace la friolera de trece años (exactamente en el nº 86 de esta revista, pp. 40-46). Para situarles, el vol. 1 tiene las Sonatas nºs 19-20, 22, 23 y 30 a 32 de Beethoven, grabadas en Ámsterdam (Concertgebouw) en noviembre de 1992 y en Stuttgart en octubre de 1991. El contenido se corresponde exactamente con la caja Beethoven I de la Edición Philips antes citada. Como resumen no veo motivo para alterar mi valoración de aquel momento: el ya anciano Richter (76 años en el momento de la grabación) produce un Beethoven tan sencillo en las obras menores como poderoso y de gran tensión en las de mayor madurez (Appassionata) o extraordinariamente denso e interrogador en la tríada final. Se adivina, sí, menos fogosidad que en las grabaciones de estas obras de los años 50 y 60, pero deslumbra la sino porque el estilo interpretativo (¡que no creativo!) es prácticamente el mismo. El pianista proclama un estilo español de dudosa casta, con poca variedad, interpretando con similar espíritu a Albéniz, Granados y Mompou, y similarmente a Debussy y a Ravel. Probablemente la incongruencia resida en el acierto de querer agrupar diversas piezas que en realidad forman parte de un todo, ofreciendo tan sólo un movimiento de ellas. Así, se nos ofrece una Triana de Albéniz demasiada dulce, con poco espíritu andaluz, correcta eso sí, pero falta de sol mediterráneo y sagacidad energía, la maestría en el color, el magnetismo de su honda expresividad, que en momentos como el Andante de la nº 30 nos deja pasmados. Sensacional documento. El vol. 2, por su parte, contiene las Sonatas K. 280, 333, 283, 533/494, 457 y la Fantasía K. 475. Las grabaciones son de Salzburgo, 1966, Como, 1991 (K. 533) y Stuttgart, 1991 (K. 457/475), y se corresponden exactamente con el álbum Mozart de la misma macro-edición. Como señalé en su momento, un Mozart de acerados contrastes y dramatismos, decididamente prebeethoveniano en el “dúo” K. 475/457, con algún tempo endemoniado (Presto de la K. 280) y espléndido cantable en los tiempos lentos. Con todo, como casi todo el Mozart de Richter, en las obras tempranas es más vital y elegante que sonriente. Pero como siempre en el ucraniano, de contagioso magnetismo. El volumen 3, finalmente, contiene obras de Scriabin (Poema op. 61, 2 Danzas op. 73, Vers la flamme op. 72, Fantasía op. 28), Prokofiev (Sonatas nºs 4 y 6, Legende op. 12, nº 6, selecciones de Visiones fugitivas op. 22, 4 Piezas op. 32 y La Cenicienta) y Shostakovich (6 Preludios y fugas de los Op. 87). Corresponde exactamente a la caja de estos autores de la Edición Philips. En aquella no se mencionaban las fechas de grabación, y las que ahora se dan (1993 para Scriabin y Prokofiev y 1963 para Shostakovich) no casan del todo bien con lo que encontramos en la completa documentación de la discografía richteriana que puede encontrarse en lírica. En las siguientes pistas se encuentra una selección de las Impresiones íntimas de Mompou que la verdad, no tienen ninguna relación con lo anterior, y a las que les falta contemplación y un sonido más recreado. Más de lo mismo para las piezas seleccionadas de Debussy y de Ravel. Concretando, un disco amable que reúne una selección de múltiples piezas de carácter español que realmente no tienen ningún nexo entre sí, y por tanto ningún sentido de ser; tal y como se han concebido, claro está. Emili Blasco http://www.trovar.com/str/disc s/prok.html. Los lugares de grabación no se proporcionaron en la edición Philips original y tampoco aparecen ahora. Según la web citada, los lugares y fechas en cuestión serían Salzburgo, 1979 (Prokofiev: Leyenda y Cenicienta), Londres, 1989 (Prokofiev, Sonata nº 4), Nimega, 1992 (Scriabin) y París, junio/julio de 1963 (Shostakovich). Magistral álbum, donde Richter nos lleva desde el misterio del Poema scriabiniano a la tremenda tensión de Vers la flamme, la irresistible energía del final de la Sonata nº 4 de Prokofiev, la salvaje agresividad de alguna de las Visiones fugitivas (nº 14) o la amargura de algunos momentos de los Preludios y fugas de Shostakovich, traducidos con tan exquisita claridad como profunda devoción. En resumen, la cosa está clara: si en su día no tuvieron oportunidad —o todavía no se habían metido en esto de la música, que en trece años pueden pasar muchas cosas— no dejen pasar la oportunidad ahora, y menos a precio medio. Richter, El pianista, se merece la mejor atención. Rafael Ortega Basagoiti TEARS OF BEAUTY. Obras de Atterberg, Umebayashi, Hurd, Finzi, Grundman, Pärt, Shostakovich e Iglesias. NON PROFIT MUSIC CHAMBER ORCHESTRA. ARA MALIKIAN, violinista y director. WARNER 5101183462. 2006. 77’. DDD. N PN La Fundación Non Profit Music auspicia la orquesta que toma su nombre y que ejemplifica, y no sólo por el repertorio que interpreta se refiere, el deseo de acercar la música a un público D D I SI CS O C O S S VARIOS lo más amplio posible. Se trata de ganar un nuevo público, un público que no se asuste de la música de nuestro tiempo pero que probablemente demanda, aunque no llegue a expresarlo, conocerla. Y sobre ese interés que se supone se basa este primer disco, centrado en obras más o menos actuales capaces de interesar a muchos, tanto a los avezados como a los no iniciados. Lenguajes asumibles pero nada de obras triviales y unas interpretaciones cuidadísimas y de alto nivel redondean e incluso definen una propuesta que merece nuestra atención y nuestro aplauso y que, sin duda, o al menos cabe esperarlo, continuará. Los beneficios de las ventas de las publicaciones de la fundación van a parar a ONGs, de ahí el nombre de ésta, de modo que la democratización de la música y la solidaridad se expresan bien claramente también en este aspecto. El programa empieza con una pieza, la Suite nº 3 para violín, viola y cuerdas, cercana al neoclasicismo del siempre interesante y a menudo cautivador — como es el caso que nos ocupa— Atterberg, que ya parece algo así como una declaración de principios: música para todo el mundo pero no cualquier cosa, no hay que bajar el listón. Hay presencia de autores ligados al mundo del cine, de la música pop y del newage, como es el caso de Jorge Grundman —su Largo para violín y cuerdas—, alma del proyecto, de estéticas que se relacionan de algún modo con el resto, como la música de Shostakovich más amable, de Finzi, de Johnstone y hasta de Pärt, que pide algo más de esfuerzo pero que tampoco asustará a nadie. Podrá recordar a muchos, globalmente, propuestas similares recientes de Gidon Kremer y su Kremerata Báltica, que no es que sea un mal ejemplo si tal es el caso. Un disco buenísimo que trasciende clasificaciones y que, realmente, se dirige a todo el mundo desde un irrenunciable compromiso con la calidad. Josep Pascual TROBAR. Chansons d’amour, de la Vierge à la Dame. BEATUS. Director: JEANPAUL RIGAUD. ALPHA 522 (Diverdi). 2005. 65’. DDD. N PN No conozco un solo disco de Alpha que no tenga interés, que no sorprenda positivamente por su original planteamiento. El aquí comentado no es precisamente de fácil audición, por su sobriedad y cierta uniformidad derivada del enfoque dado. Jean-Paul Rigaud, autor del interesante análisis sobre la evolución de la lírica medieval contenido en la carpetilla del disco y del conjunto denominado Beatus, integrado por el mismo como barítono, un tenor y otro barítono, más la circunstancial intervención de una vièle, plantea las iniciales afinidades entre los tropos, comentarios poéticos y musicales a los textos litúrgicos y las cansós de los trovadores occitanos, hasta su diferenciación a partir de mediados del siglo XIII. Los ejemplos grabados están obtenidos de dos fuentes básicas: cuatro volúmenes entre el conjunto de manuscritos conocido como de San Marcial de Limoges y el llamado Manuscrito del Rey por haber pertenecido a Carlos de Anjou, actualmente conservado en la Biblioteca Nacional de París. La primera para los tropos o versus y la segunda para las cansós de Bernard de Ventadour, trovador de cuyos orígenes se sabe poco, pero que desarrolló su actividad artística entre 1147 y 1180 bajo la dependencia de Eble II, señor de Ventadour y a su vez amigo y vasallo de Guillermo de Aquitania, el considerado como primero de los trovadores. Dichas afinidades se reflejan en el título del disco, que va de los sentimientos espirituales colectivos a la Virgen manifestados en los versus de los manuscritos de Limoges a los sentimientos amorosos individuales contenidos en las cansós de trovador, en este caso de Bernard de Ventadour. En cuanto a la interpretación, las tres voces masculinas son soberbias para su cometido, compactas y afinadas nos transportan a la lírica medieval con una austeridad monástica, nunca mejor dicho, incluidas las cansos, muy diferentes para este último caso de otras interpretaciones más mundanas. Más duro, menos ameno, pero es un reflejo de su tesis y puede que sea más auténtico. En cualquier caso, de indiscutible interés, particularmente para los interesados en la evolución de la lírica del medioevo y, a su vez, demostrativo de la conocida gran influencia que en éste y en todos los demás aspectos de la cultura tuvieron los grandes centros monacales. José Luis Fernández Kraus, Arteta, Domingo... EXCELENTE COMPILACIÓN VOCES DE ZARZUELA. ALFREDO KRAUS, AINHOA ARTETA, PLÁCIDO DOMINGO, ANA MARÍA SÁNCHEZ, CARLOS ÁLVAREZ, MARÍA JOSÉ MONTIEL y otros. 2 CD RTVE MÚSICA 65280. 122’. DDD. N PN Nueva publicación del sello RTVE-Música dedicada a nuestro género autóctono por excelencia, la zarzuela. Esta vez con una cuidadísima selección de piezas que forman toda una elaborada antología en dos CD’s. Sin negar la importancia y calidad de otras antologías, ésta tiene la virtud de reunir una serie de cantantes españoles de los últimos cuarenta años, algunos han sido y son sobresalientes. La belleza de sus voces prestadas para interpretar páginas memorables de nuestro género lírico, en total veintiocho temas que pertenecen a veinticuatro obras de nuestros mejores autores del campo lírico, hacen que estos discos adquieran especial interés, pues se ha logrado compilar en ellos algu- nas de la interpretaciones que anteriormente ya se habían grabado de manera dispersa. Así, el barítono Carlos Álvarez será intérprete de la romanza de Germán de La del soto del parral (Soutullo y Vert), El guitarrico (Pérez Soriano) y el Monólogo de Simón de La tempestad (Chapí); Ainhoa Arteta con las célebres Carceleras de Las hijas del Zebedeo (Chapí), la petenera de La Marchenera (Moreno Torroba) y la canción de Rosina de La canción del olvido (Serrano); Ana María Sánchez canta la romanza de la carta de Gigantes y cabezudos (Fernández Caballero) y la canción para soprano de La tarántula, de La Tempranica (G. Giménez); María José Montiel se hace cargo de la canción española de El niño judío (P. Luna) y la canción andaluza de El dúo de La Africana (Fernández Caballero), estas dos últimas intérpretes actúan también como dúo en páginas de El barberillo de Lavapiés (Barbieri) y Don Gil de Alcalá (M. Penella). Alfredo Kraus nos descubre unas emotivas granaínas de Emigrantes (Barrera y Calleja), la romanza de Leandro de La tabernera del puerto (Sorozábal) y la jota de El trust de los tenorios (Serrano); la atractiva voz de Pilar Lorengar nos obsequia con la canción de Paloma de El barberillo de Lavapiés y la canción del jilguerillo de Acis y Galatea, zarzuela del siglo XVIII escrita por Antonio Literes. Otra de las grandes voces que participan es Plácido Domingo que nos recrea con la canción de la espada de El huésped del sevillano (Guerrero), la jota para tenor y coro de La Dolores (T. Bre- tón), la expresiva romanza de Enrique, Bella enamorada de El último romántico (Soutullo y Vert), y junto a María Rodríguez, el célebre dúo de La revoltosa (Chapí). Intervienen también María Bayo en la Canción del ruiseñor y Manuel Sirera en la romanza de Fernando de Doña Francisquita (Vives), Susana Cordón en La alsaciana (Guerrero), Jesús Castejón y Mª Mercedes García en el Preludio y entrada de Lamparilla de El barberillo de Lavapiés, Antonio Ordóñez en la romanza de Gustavo, Flor roja, e Inmaculada Egido y Milagros Poblador en el dúo de Adriana y Rosaura de Los gavilanes (Guerrero), concluyendo la antología con la jota de los ratas de La Gran Vía (Chueca) con Ricardo Muñiz, Francisco Matilla y Miguel Sola. Acompañan a los discos los buenos comentarios de Arturo Reverter. No deberían dejar pasar por alto esta excelente grabación. Manuel García Franco 105 D VDDV D BLISS: CRÍTICAS de la A a la Z D V D BLISS-PROKOFIEV Checkmate. GORDON: The Rake’s Progress. SADLER’S WELLS ROYAL BALLET. Director: PETER WRIGHT. SADLER’S WELLS ROYAL BALLET ORCHESTRA. Director musical: BARRY WORDSWORTH. VAI 4379 (LR Music). 1982. 87’. N PN E xcelente documento este acerca del arte de la coreógrafa irlandesa Ninette de Valois (18982001), fundadora del Royal Ballet y una de las figuras fundamentales de la danza del siglo XX. Heredera de la gran tradición rusa pasada por Diaghilev, la elegancia de sus propuestas, basadas en un sentido formal y técnico impecable, se pone de manifiesto en sus dos coreografías aquí recogidas: Checkmate, con música de Arthur Bliss y The Rake’s Progress, sobre la serie de dibujos de William Hogarth. La primera es una trágica partida de ajedrez y la segunda la conocida historia que también tentó a Stravinski. Las músicas son convencionales, muy brillante la de Bliss, y ambas responden a su origen balletístico con verdadera intención. Pero lo mejor es, con mucho, la formidable prestación del Sadler’s Wells Royal Ballet, mucho más que una formación bien disciplinada, con el lucimiento virtuosístico de algunas de sus figuras de entonces, Margaret Barbieri y David Morse en cabeza. Adecuados los decorados de McKnigth Kauffer y Whitler y magnífica la dirección musical de Barry Wordsworth, un experto. El vídeo no disimula su edad pero se ve sin problemas y, como siempre en VAI, la información complementaria es prácticamente nula. No hay subtítulos en español para la introducción hablada de Checkmate. Claire Vaquero Williams DITTERSDORF: Il barone di Rocca Antica. TAMÁS KÓBOR (Barone Arusra), BEATRIX FODOR (Beatrice), EDIT KÁROLY (Lenina), GÁBOR BRETZ (Giocondo). ORQUESTA DE CÁMARA DE SAVARIA. Director musical: PÁL NÉMETH. Director de escena y vídeo: JÁNOS TÓTH. HUNGAROTON (Gaudisc). 2005. 166’. N PN 106 Carl Ditters von Dittersdorf nació en Viena en 1739 y falleció sesenta años más tarde en Neuhof, Bohemia. Estudió con Gluck, en 1765 sucedió a Michael Haydn en Grosswardein (Oradea, Rumanía) y desde 1770 estuvo al servicio del conde Schlaffgotsch, príncipe-obispo primero de la hoy polaca Wroclaw y luego de Johannisberg, en el norte de Bohemia. Gozó de respeto y cariño general por su inteligencia, diligencia y generosidad, pero un giro final de la fortuna (o sea, de los gustos del público) lo sumió en la pobreza. Además de una autobiografía, escribió unas trescientas obras musicales, entre ellas más de cien sinfonías y una cuarentena de óperas, en su mayoría en el subgénero del Singspiel. En la época de Wroclaw, es decir, relativamente temprana en su carrera, escribió nueve óperas cómicas en italiano para la compañía de ópera allí establecida. Toda la serie fue vendida a los Esterházy, cuyo maestro de música, un tal Franz Josef Haydn, apreció y montó sobre todo una, Il barone di Rocca Antica, que en 1776 ya se había estrenado en Johannisberg y que es la que Pál Németh ha despertado ahora del sueño de las bibliotecas y presentado en este DVD. El libreto, firmado por un poeta romano llamado Giuseppe Petrollini, conoce una versión de Salieri presentada en la corte de Viena cuatro años antes, es de suponer que con una escenografía más espectacular que la que podrían permitirse los nobles rurales. De hecho, el primer acierto de los responsables de esta grabación videográfica que se ha de mencionar es la elección del teatro miniatura incluido en una de las alas del Palacio Real de Göllölö (Hungría), recientemente restaurado con todo lujo de detalles. La música de Dittersdorf es una delicia, convencional pero tan desbordante en imaginación como la caracterización que János Tóth, también discreta pero eficazmente secundado por el vestuario de Domokos Moldován, hace de los cuatro personajes sobre una escenografía reducida a la mínima expresión. Las dos parejas, que recuerdan a Donna Anna/Don Ottavio y a Figaro/Susanna, desarrollan la ingenua trama buffa de una manera que atrapa fuertemente la atención del espectador. Los dieciséis instrumentistas, dirigidos con brío por Németh desde un clave con el que acompaña personalmente los recitativos, extraen de sus instrumentos originales unos timbres muy convincentes. Los cantantes, muy jóvenes, son igualmente estupendos: en lo vocal, defienden de manera impecable unas arias y conjuntos por lo demás no particularmente difíciles, y además son excelentes actores. En este último respecto, destaca la pareja formada por el barítono Gábor Bretz y muy especialmente la soprano Edit Károly, pero la otra soprano, Beatrix Fodor, y el tenor Tamás Kóbor no desmerecen en ningún sentido. Una joyita tan pequeña como deliciosa. Alfredo Brotons Muñoz MAHLER: Sinfonía nº 2. DIANA DAMRAU, soprano; PETRA LANG, mezzo. CORO DE LA ÓPERA ALEMANA DE BERLÍN. STAATSKAPELLE BERLIN. Director: PIERRE BOULEZ. Director de vídeo: MICHAEL BEYER. EUROARTS 2054418 (Ferysa). 2005. 89’. N PN Con ocasión del octogésimo aniversario de Pierre Boulez el 26 de marzo de 2005, su amigo Daniel Barenboim le invitó a dar una serie de conciertos en Berlín (además del que comentamos, dirigió otros con la Chicago Symphony y el Ensemble InterContemporain) que se materializaron en una serie de documentos que suponemos que oportunamente irán apareciendo en este soporte. La Sinfonía Resurrección fue filmada el domingo de Pascua, 27 de marzo de 2005, en una matinée en la Philharmonie de Berlín, una versión analítica e intelectual, a nuestro entender por debajo de la que el propio Boulez tiene con la Filarmónica de Viena (DG), orquesta superior y uno de los mejores testimonios dedicados a Mahler protagonizados por el músico francés. A pesar de que éste dice que “la verdadera espontaneidad viene después del análisis”, en este caso lo cerebral, lo intelectual y analítico, prevalece por encima de cualquier otra cosa, echándose de menos más calor y efusividad en algunos momentos como el segundo movimiento o algunos fragmentos del quinto, aunque la buena respuesta orquestal de la Staatskapelle, el entregado y empastado coro, las notables solistas y la excelente filmación, hagan de este concierto una buena velada para disfru- D V D BLISS-PROKOFIEV tar por cualquier aficionado a esta obra, independiente de que algunos estemos más identificados con otras versiones (Bernstein en DG, Abbado en Euroarts) en general más conseguidas. Especialmente indicada para seguidores de Boulez. Enrique Pérez Adrián MASSENET: MOZART: La finta giardiniera. DANIEL OHLMANN (Don Anchise), ALEXANDRA REINPRECHT (Violante), NORMAN SHANKLE (Belfiore), CELLIA COSTEA (Arminda), HELENE SCHNEIDERMAN (Ramiro), IRENA BESPALOVAITE (Serpetta), RUDOLF ROSEN (Nardo). ORQUESTA DE LA ÓPERA ESTATAL DE STUTTGART. Director musical: LOTHAR ZAGROSEK. Director de escena: JEAN JOURDHEUIL. Director de vídeo: HANS HULSCHER. ARTHAUS 101 253 (Ferysa). 139’. N PN Chérubin. MICHELLE BREEDT, PATRIZIA CIOFI, CARMELA REMIGIO, GIORGIO SURIAN. CORO Y ORQUESTA DEL TEATRO LÍRICO DE CAGLIARI. Director musical: EMMANUEL VILLAUME. Director de escena: PAUL CURRAN. Director de vídeo: MATTEO RICHETTI. DYNAMIC 33508 (Diverdi). 2006. 120’. N PN Sólo dos obras de Massenet han resistido el paso del tiempo, pero de cuando en cuando surgen iniciativas para poder ampliar el conocimiento de la música. Esta grabación salió ya en CD y ahora nos permite calibrarla mejor, al poder ver su versión teatral. En esta obra, Massenet muestra su capacidad melódica, con referencias a la música española, desde su óptica, y generar una música que emana melancolía pero que es muy agradable de escuchar. El desarrollo de la acción es algo lento, por lo que el director de escena plantea un marco parecido para toda la obra, con variaciones circunstanciales, al que dota de una cuidada iluminación en consonancia con lo que ocurre, plantea un bello ballet y algún efecto como el gran cisne que marca la entrada de L’ Ensoleillad. En la interpretación destaca Patrizia Ciofi, que sabe dar el aire atrevido, pero también a veces romántico de su personaje, y aprovecha sus medios para frasear con cuidado. Michelle Breedt, que da vida al protagonista, con su voz bella y su estilo cuidado, pero queda algo limitada en el aspecto teatral, mientras que Carmela Remigio mantiene un canto efectivo y Giorgio Surjan pone su experiencia al servicio de Le Philosophe, contando con una dirección correcta de Emmanuel Villaume. Albert Vilardell La Ópera de Stuttgart se ha erigido en uno de los templos de la modernidad en Alemania, y esta producción de La finta giardiniera no podía ser una excepción. El director de escena francés Jean Jourdheuil ha querido dar a este delicioso dramma giocoso mozartiano una profundidad y una trascendencia quizá excesivas, aunque el resultado es de una compacta teatralidad y sabe aprovechar los contrastes psicológicos apuntados ya por el compositor salzburgués en su juvenil partitura. Se beneficia para ello de una labor desde el foso por parte de Lothar Zagrosek asimismo muy vigorosa, con una clara presencia de los vientos que da a su lectura una atractiva modernidad. Logra el director alemán dar unidad a una compañía de canto algo heterogénea y sin grandes nombres, pero con un buen espíritu de equipo y absoluta credibilidad en sus caracterizaciones. Destacan, en cualquier caso, las mujeres por encima de los hombres: la Marquesa Violante de la soprano vienesa Alexandra Reinprecht (que ha interpretado este mismo papel en el Festival de Salzburgo), con una fuerte personalidad expresiva, y la Serpetta de la lituana Irena Bespalovaite, de impecable estilo, sin olvidar la temperamental Arminda de la rumana Cellia Costea o el robusto Ramiro de la norteamericana Helene Schneiderman. Recomendable, en cualquier caso, para los partidarios del teatro musical a la alemana. Rafael Banús Irusta OFFENBACH: Les contes d’Hoffmann. AQUILES MACHADO (Hoffmann), KONSTANTIN GORNY (Lindorf, Coppelius, Miracle, Dapertutto), MARÍA BAYO (Antonia), www.scherzo.es MILAGROS POBLADOR (Olympia), VALENTINA KUTZAROVA (Giulietta), KATHARINE GOELDNER (Musa, Nicklausse). CORO DE ÓPERA DE BILBAO. ORQUESTA SINFÓNICA DE BILBAO. Director musical: ALAIN GUINGAL. Director de escena: GIANCARLO DEL MONACO. Director de vídeo: ÁNGEL LUIS RAMÍREZ. 2 DVD OPUS ARTE OA 0968 D (Ferysa). 2006. 185’. N PN Montaje ya visto en Niza desde luego y en Sevilla, combina, como muchos de su responsable, tradición y originalidad. Huye ostentosamente del aspecto más decorativo de la obra, proclive al mismo con su variedad de situaciones y lugares, para centrarse en la enrevesada personalidad del protagonista que viene descrito físicamente cercano al contrahecho Kleinzach de su canción del prólogo. En general resulta una visión tétrica, angustiosa y desesperanzada de la historia, como si estuviera vista a través del alcoholismo del personaje titular. Un tour de force actoral para Machado que resuelve satisfactoriamente papel tan oneroso por exigencias y extensión, añadiendo el precioso metal de su voz, algo deslucido a veces, y una comprensión musical del personaje que parece enriquecerse a medida que va reiterándolo. Se ha optado por no distribuir la misma cantante a los tres objetos amorosos de Hoffmann, como suele acontecer a menudo, no siempre con rescatables resultados. Poblador es hoy una de las Olympias con justicia de las más solicitadas. Con razón, su registro y seguridad son modélicas y su parte está resuelta con el necesario brillo, incluido el rendimiento escénico. Bayo, quien allá en Sevilla se hiciera cargo de las tres heroínas, encuentra la más adaptada a personalidad y posibilidades en una Antonia impecable de musicalidad y convenientemente perfilada y descrita canora y escénicamente. La Giulietta de la Kutzarova cumple con normalidad y notable por medios y caracterización se muestra la Musa-Nicklausse de la Goeldner, joven cantante que se está especializando en personajes travestidos. Al contrario que en el caso femenino, los malvados se distribuyen a un bajo-barítono, Gorny, que si bien es capaz de asumirlos cómodamente desde le punto de vista instrumental le falta, de momento, algo de imaginación para diferenciarlos dramáticamente. En el amplio equipo algunos nombres experimentados (José Ruiz, la Mentxaka, Manuel de Diego, Marco Moncloa, Christian Jean, etc.) arropando a los solistas principales, entre los que merecería destacarse a Christopher Fel, el cual tras un Luther algo inadvertido delinea un Crespel sobresaliente. Guingal dirige acorde con su prestigio y experiencia, eligiendo (¡qué problema en esta partitura tan manoseada!) una solución intermedia entre todas posibilidades, entresacando aquí y allá lo que más le interesa, probablemente de acuerdo a las indicaciones del director de escena. Fernando Fraga PROKOFIEV: Pedro y el lobo. ORQUESTA PHILHARMONIA. Director: MARK STEPHENSON. Adaptación y directora de vídeo: SUZIE TEMPLETON. ARTHAUS 101 804-ES (Ferysa). 20052006. 110’. N PN La excelente música del cuento de Prokofiev queda aquí como en segundo plano. Lo que importa son las imágenes que dirige Suzie Templeton, y cuyo making off se nos explica ampliamente en los extras, con traducción a varios idiomas, entre ellos el español. Vemos el decorado construido, los muñecos que protagonizan el cuento (Pedro, el abuelo, el pato, el pájaro, el gato, el lobo, los cazadores), los instrumentos y temas asociados a cada uno de ellos. El film, rodado en estudio en Polonia, pone en marcha pequeños muñecos de extremo detalle en animación tomada paso a paso. Estamos ante una pequeña obra maestra de algo más de media hora, con una generosa serie de extras que nos cuentan los secretos de esta bella producción. Hay una extraña e inquietante sensación de realidad estilizada en ese pequeño decorado y en los pequeños muñecos, ampliados todos hasta dar una sensación de volumen y de intensidad, que acaso quede marcada, sobre todo, por dos pares de ojos que producen una tenue y permanente inquietud: los de Pedro y los del lobo, claro está, y precisamente. El equipo británico y polaco que hace posible esta producción es demasiado amplio para dar detalles. La magia que consigue Templeton se basa en muchas inspiraciones, pero es la suya la que le da origen y la que, 107 D VDDV D PROKOFIEV-VARIOS en última instancia, le garantiza unidad y sentido. Una bella película que no es sólo para niños y adolescentes. que destinársela, por supuesto, a Nello Santi, un modelo de lectura y de eficacia teatral, fruto de la inteligencia claro, pero tam- bién de su envidiable experiencia profesional. Fernando Fraga Santiago Martín Bermúdez RECITALES ROSSINI: Il barbiere di Siviglia. VESSELINA KASAROVA (Rosina), REYNALDO MACÍAS (Almaviva), MANUEL LANZA (Fígaro), CARLOS CHAUSSON (Don Bartolo), NICOLAI GHIAUROV (Don Basilio). CORO Y ORQUESTA DE LA ÓPERA DE ZÚRICH. Director musical: NELLO SANTI. Director de escena: GRISCHA ASAGAROFF. EUROARTS 2051248 (Ferysa). 2001. 181’. R PN Reedición en 108 un solo DVD de esta divertida producción zuriquesa (la anterior, en el segundo DVD sólo añadía una galería fotográfica y el catálogo TDK), dirigida por el que aprendiera este oficio, Asagaroff, nada menos que de ese genio llamado Ponnelle. El montaje, dominado por presencias varias de abanicos, sitúa la acción más cercana a nuestra época, en una España de entreguerras bastante más vistosa de lo que debió ser en la realidad, disfrutando de una delineada pintura de personajes y de una buena dosis de gracias y buen humor. Macías es un Almaviva más lírico que ligero, con las consecuencias canoras que esto conlleva (entre ellas, la acertada supresión del rondó final), un conde poco refinado pero de indudable desenvoltura escénica. La Kasarova se encuentra a gusto en una Rosina que traduce, sensual y pícara además de bella que también ayuda, sin problema de medios, concepto o estilo. Lanza es el buen Fígaro, el papel de su despegue, que sobradamente se conoce: simpático, diligente, tanto en lo actoral como en lo vocal. Las muchas tablas de Ghiaurov le permiten aún imponer un Basilio respetable, pese a la situación de su registro superior. Un toque de atención para la desenvuelta Berta de una de la casa: Elizabeth Rae Magnusson. Pero quien se lleva el gato al agua es el Bartolo de Chausson, tan bien dicho, tan certero en el fraseo, con una voz muy por encima de las exigencias del papel, dominando por completo el tinglado escénico. Magnífico, sin más. Muy buena parte del éxito de la representación hay Sergiu Celibidache OTRA DIMENSIÓN SERGIU CELIBIDACHE. Director. Ensayos e interpretación. Strauss: Till Eulenspiegel. RimskiKorsakov: Scheherazade. ORQUESTA SINFÓNICA DE LA RADIO DE STUTTGART. Directores de vídeo: DIETER ERTEL Y HUGO KÄCH. EUROARTS 2060368 (Ferysa). 1965, 1982. 104’. N PN Hay un curioso artículo acompañando a este DVD firmado por uno de los discípulos del maestro, Christoph Schlüren, en el que bajo el título de Realidad musical y trascendencia se pregunta quién era Sergiu Celibidache, ese gigante desconocido entre los músicos de la emergente Era de los Media: “un mago de la batuta y un místico que hacía hablar a Bruckner de las últimas verdades; un técnico sin igual en el que el gesto y el sentido de las sonoridades eclipsaba a todo cuanto se había visto hasta entonces; tirano caprichoso, brillante domador de orquestas, enfant terrible de la música clásica, filósofo y budista Zen, ¿genio eminente, como así era reconocido por la mayoría de los directores de orquesta, o, como insinuaban algunos de los intelectuales de la música, un charlatán?”. Aquí tienen, para que ustedes mismos tomen partido, este documento excepcional con el que cualquier melómano, profesional o no de la música, quedará literalmente fascinado con él. Ya habíamos visto en su momento un fragmento de unos pocos minutos de los ensayos de Till Eulenspiegel en ANNA MOFFO. Soprano. A tribute. Fragmentos de La bohème, La traviata, Don Giovanni, Roméo et Juliette y Lucia di Lammermoor. NICOLAI GEDDA, GEORGE LONDON, RICHARD TUCKER, SANDOR KONYA. VARIAS ORQUESTAS. Directores: DONALD VOORHEES, GIUSEPPE PATANÉ Y CARLO FELICE CILLARIO. VAI 4383 (LR Music). 1961-1971. 82’. N PN el DVD Warner dedicado a los Grandes directores de la Edad de Oro. Ahora nos llegan los ensayos completos disponibles (33 minutos) más la interpretación en concierto de la obra (15 minutos y medio), en donde el arte narrativo de este poema sinfónico straussiano queda literalmente esculpido en esta película con una pulsación irresistible y una variedad expresiva inigualable. Aquí tienen una lección de “fenomenología de la música” (como dice Schlüren), esa ciencia inaugurada por el rumano que se preocupa de las relaciones entre el sonido y la esfera de los afectos humanos, un ensayo y una recreación jamás vista ni oída así en ninguna otra ocasión, ni antes ni después. Y como en el caso de Una vida de héroe que comentábamos no hace mucho desde estas mismas páginas, hay que afirmar que por mucho que les contemos no se podrán hacer una idea clara y tendrán que comprobarlo ustedes mismos viendo y oyendo este documento extraordinario. Lo mismo sucede con las refinadas texturas orquestales y ese sentido mágico de la narración que Celibidache pone de manifiesto en su recreación de Scheherazade, aquí sin ensayos, concierto dado exclusivamente para la televisión en una sala sin público y que nunca habíamos visto anteriormente. Es la entrada en un mundo desconocido (nada que ver con cualquier otra aproximación a esta obra, incluidos Stokowski, Beecham o quien se les ocurra), de infinitos matices y con una fuerza interior y un No ha mucho fallecida, la selección viene a ser un homenaje a esta soprano norteamericana quien, precisamente, saltó a la fama a través de las imágenes, allá por 1955 en una transmisión de poder de seducción que fascinará a cualquiera que vea y escuche esta película excepcional. Sonido y filmación adecuados, y como ya se ha dicho, artículo excelente en los tres idiomas habituales. En suma, poco más que añadir como no sea la urgente recomendación para que adquieran cuanto antes este DVD. Al parecer, Euroarts y Opus Arte serán quienes distribuyan próximamente todos los Bruckner disponibles de Celibidache (que son muchos) además de otras películas con obras de Debussy, Ravel, Fauré y diversos compositores de distintas épocas. Recordemos asimismo que Warner también tiene pendientes algunos conciertos (Brahms, Schumann y Chaikovski, todos con Barenboim; además de la Sinfonía clásica y la Nuevo Mundo) que en Japón ya están editadas en DVD pero que en Occidente todavía estamos esperando. Sin duda que se avecinan buenos tiempos para disfrutar del legado de este director inolvidable. Enrique Pérez Adrián Madama Butterfly de la RAI milanesa. En estos documentos se nos brinda de nuevo la oportunidad de disfrutar de su sensual Zerlina al lado de uno de los más aplaudidos donjuanes de su época (London), de su extraordinaria Mimì con un demasiado opulento Richard Tucker, de una menos difundida pero fascinante Juliette frente al singular Romeo de Konya además, junto al siempre sedo- D V D PROKOFIEV-VARIOS Emil Gilels TODO UN DOCUMENTO EMIL GILELS. Pianista. Obras de Mozart, Beethoven, Schumann y Mendelssohn. Director de vídeo: HUGO KÄCH. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440073 4265 (Universal). 1971. 92’. N PN Soberbio documento, filmado en la misma época en la que el artista grabó, también para DG (en CD, reedición comentada recientemente por quien esto firma), una serie de obras mozartianas (Sonatas y Conciertos). El DVD nos permite apreciar la austera sencillez, casi tímida, de la Fantasía K. 397, de samente exquisito Alfredo de Nicolai Gedda, de su memorable Violetta Valéry. Material éste originado en aquellas inefables sesiones televisivas de Bell Telephone Hour. De nuevo como Violetta asistimos al dúo con el barítono (una gloria, Gino Bechi) del espléndido filme que la Moffo rodó en 1968, por el que apenas ha pasado el tiempo, dirigido por su marido de entonces Mario Lanfranchi, asimismo responsable de otra película lírica, la de Lucia di Lammermoor, donde la soprano sigue manteniendo el tipo, llena de encanto y persuasión a pesar de algunos apuros vocales, por la diversidad de repertorio, que ya empezaban a manifestarse por 1971. Oportunidad de acercarse al arte de la cantante, aunque muchos de los lectores ya tendrán en su videoteca estos testimonios visuales, algo ingenuos y encorsetados los televisivos, los propios de sus inicios. Fernando Fraga BEVERLY SILLS. Soprano. Made in America. Fragmentos de La traviata, Manon, Giulio Cesare, Mignon, La flauta mágica, The ballad of Baby Doe, Lucia di Lammermoor, El barbero de Sevilla, Roberto Devereux, L’assedio di Corinto, Don Pasquale, Rigoletto, La viuda alegre y canciones. VARIAS ORQUESTAS Y DIRECTORES. DEUTSCHE GRAMMOPHON 00440 073 4299 (Universal). 1936-1980. 83’. N PN La figura, el arte de Beverly Sills parece agigantarse con el paso del tiempo. En su época, sufrió la dura competencia con Sutherland una sorprendente, casi misteriosa serenidad, la ligereza de las Variaciones K. 398, el intenso y desgarrado dramatismo de la Sonata K. 310, pocas veces tan doliente y triste. La metamorfosis es total cuando llega Beethoven, del que el ruso nos ofrece una Waldstein tan épica como sólida en la construcción y pasmosa, casi fastidiosamente fácil en la realización. Emocionante la nostalgia desplegada en la Op. 101 del gran sordo, de un lirismo tan intenso como magnético. Crepuscular, bellísima, la Nachtstück, aunque en estos Schumann cierto compatriota suyo llamado Richter conseguía un grado de misterio casi inalcanzable. Y de una levedad envidiable, elegante y genuinamente romántica la brillante Romanza de Mendelssohn. Como casi todas las filmaciones de aquella época, ésta, realizada por lo demás con gran acierto por Hugo Käch, adolece sin embargo de algunos ligeros fallos de sincronización entre imagen y sonido, que no siempre van perfectamente conjuntadas. En cualquier caso, un soberbio recital, y uno de los pocos filmados, de uno de los pianistas más sensacionales del siglo XX. El resultado artístico es superlativo, así que la cosa y Caballé en repertorios comunes, con escasísimas apariciones teatrales europeas en una carrera que fue esencialmente americana. La discografía, felizmente, nos dio acceso a esta artista de voz discutible de colorido, a veces sonoramente ingrato, pero con una extensión generosa y manejada con una rica imaginación. Ahora nos llega este documento visual que ofrece un retrato inesperadamente preciso de su personalidad y carrera ampliando otros previamente publicados a los que en ocasiones este documento acude. Así asistimos, con una mezcla de ternura, asombro y admiración a sus primeros pasos, a través del filme rodado con apenas siete años en 1936 (Uncle Sol Solves it). A partir de ahí, varios testimonios de heroínas que jalonaron su currículo, tomas en teatros o espacios televisivos: la Reina de la Noche mozartiana, una suma de exhibición técnica e interpretativa, su insuperada Cleopatra haendeliana, la Manon de Massenet, Lucia, la Pamira rossiniana con la que deslumbró en la Scala 1969, su rara Zerbinetta (de la grabación en concierto de 1969 con Leinsdorf, donde todo hay que decirlo evita los fa sostenidos sobreagudos), la Baby Doe de Moore, quien tanto la admiraba, su formidable Elisabetta donizettiana del Devereux que ella puso al día superando a sus compatriotas concurrentes (Gencer, Caballé), Violetta Valéry, su deliciosa Rosina del Barbero, etc. Hasta una nostálgica canción portuguesa de despedida captada en uno de sus últimos recitales (Nueva York, 1980). Un documento extraordinario, cuya duración nos sabe a poco. peculiar en sus formas y extraordinariamente atractiva personalidad. Como es sabido, el artista ruso nacionalizado norteamericano vivió 89 años y dio su último recital con ¡82! Este álbum nos ofrece entre otras cosas la posibilidad de disfrutar de parte de dicho concierto, con las obras citadas en la ficha. La cosa no deja de causar asombro si además de la edad tenemos en cuenta que Milstein se lesionó el índice de la mano izquierda el mismo día del concierto y estuvo todo el día cambiando digitaciones para intentar evitar el uso de dicho dedo. Y en esas condiciones, y con esa edad, aún afrontó el concierto, que por lo visto aquí tuvo un nivel que ya quisieran muchos con menos años y los dedos intactos, aunque evidentemente no puede compararse con lo que él mismo ofreciera años atrás en mejores condiciones físicas. Asombroso. No es menos fascinante el documental, que nos retrata una personalidad rotunda, de fuerte carácter, nada dada a los tópicos del estrellato (en cuanto a entrevistas y demás; Nupen declara en la introducción que le costó un triunfo convencerle para hacer este documental), a veces aparentemente seco, pero finalmente dejando adivinar un indudable sentido del humor y una franqueza absoluta de pensamiento. Nada dado a la emotividad, algo que se transpira también en su forma de afrontar las interpretaciones, y hasta en su forma de contestar, Milstein jugaba con la técnica más que preocuparse por ella, y parece perseguir más la simple belleza del discurso musical que un intento de emocionar que, si le preguntáramos, probablemente negaría. debería estar muy clara: no lo dejen pasar. Rafael Ortega Basagoiti Fernando Fraga VARIOS NATHAN MILSTEIN IN PORTRAIT. Beethoven: Sonata a Kreutzer. GEORGES PLUDERMACHER, piano. Bach: Chacona de la Partita nº 2 BWV 1004. Director de video: CHRISTOPHER NUPEN. 2 DVD ALLEGRO FILMS A 06CN D (LR Music). 1986. 225’. R PN Como casi todo lo de su autor, este documental es una delicia de principio a fin, y se llevó con toda justicia el Diapason D’Or en 1993. Durante casi cuatro horas nos traza un cuidado retrato del singularísimo y longevo Nathan Mironovich Milstein, un violinista tan técnicamente soberbio como 109 D VDDV D VARIOS Artista, sin embargo, que tuvo el privilegio de formarse con Auer y que luego compartió atril con los más grandes, desde Horowitz a Toscanini. Curioso también que no dude un segundo en señalar a Furtwängler como el mejor director que hubiera conocido, aunque las concepciones del maestro alemán disten tanto de las suyas propias. Una película, insisto, fascinante, que sorprende sobre todo por el inagotable talento, energía y pasión que Milstein demuestra tanto en sus palabras como en su forma de hacer música (¡qué brío el de la Kreutzer, eso sí, sin concesión alguna al mínimo atisbo de sentimentalismo!). Recomendación absoluta para todos y de obligado conocimiento para violinistas y aficionados a este instrumento. Sin duda Milstein era todo un personaje. Y eso queda clarísimo aquí. Rafael Ortega Basagoiti IN SEARCH OF MOZART. Una película de PHIL GRABSKY. SEVENTH ART sev103 (LR Music). 2005. 128’. N PN Phil Grabsky 110 busca a Mozart en este bello documental, y lo encuentra. Probablemente ninguna película antes haya llevado a la pantalla de forma tan precisa y preciosa la trayectoria vital y artística del autor de Don Giovanni, aquí retratado como lo que era, un hombre con un talento fuera de lo común, pero un hombre al fin y al cabo. Como suele pasar en estos casos, lo que cabe en una bibliografía amplia y relevante no puede entrar en poco más de dos horas de filme, mas lo fundamental está ahí, muy bien narrado (en inglés) por Juliet Stevenson, respaldado por lecturas de epístolas, ilustrado con imágenes pertinentes, elevado por la maravillosa música mozartiana y comentado, si bien con intervenciones a veces un tanto fugaces, por historiadores y artistas de reconocida solvencia. Por citar algunos nombres de entre estos últimos, de tal forma que sea posible imaginar la relevancia de los testimonios, hablan músicos como Christophe Rousset, René Jacobs, Renée Fleming, Lang Lang, Janine Jansen, Angelika Kirchschlager o Magdalena Kozená. Todos ellos y muchos más prestan su arte en los ejemplos musicales, también breves pero suficientes para ver las cosas con Michael Tilson Thomas ENSEÑAR DELEITANDO KEEPING SCORE. Revolutions in music. Stravinsky’s Rite of Spring. Fragmentos de El pájaro de fuego, integral de La consagración de la primavera. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN FRANCISCO. DIRECTOR: Michael Tilson Thomas. Director de vídeo: MICHAEL BRONSON. SAN FRANCISCO SYMPHONY AVIE AV821193600149. 2004. 56’. N PN Copland and the American Sound. Fragmentos de varias obras de Copland, appalachian Spring. ORQUESTA SINFÓNICA DE SAN FRANCISCO. Director: MICHAEL TILSON THOMAS. Director de vídeo: MICHAEL BRONSON. Estos dos DVDs provienen de una serie de televisión estadounidense de muy alto interés cultural, con el apoyo de la James Irvine Foundation. Tilson Thomas, a la manera de Leonard Bernstein, explica con pasión, con amor y con humor alguna obra de especial importancia en la historia de la música. Lo hace junto con algunos de los músicos de la orquesta, a los que vemos ensayar, dialogar, reír. En el caso del disco stravinskiano, se añaden ilustraciones que se fingen documentales, como la reconstrucción de determinados momentos de la coreografía original de Nijinski para La consagración de la primavera, y los paseos que nos hace presenciar Tilson en el Teatro de los Campos Elíseos, allí donde tuvo lugar el escandaloso estreno, allí por donde paseó nervioso Igor Fiodorovich hasta llegar desde la sala a entre bastidores para toparse con Vaslav haciendo cuentas para que los bailarines pudieran seguir la coreografía. En el primero de los DVDs tenemos además tres números de El pájaro de fuego y una integral de La consagración de la primavera. Lástima que sólo muestren la división en dos partes, y prescindan de señalar en qué danza estamos cada vez. Los títulos en castellano dejan algo que desear, pero el film sigue siendo muy interesante. Tanto el concierto como las explicaciones de La consagración son de gran altura. Ya conocíamos la vocación, dedicación y acierto stravinskianos de Tilson Thomas. Ahora podemos verlo dirigir y explicar con ese afán pedagógico que siempre es ameno y que, además, resalta aspectos de La consagración que no son los habituales; que están vistos desde el atril, el atril del director y de los atriles de los músicos del tutti, en una perspectiva distinta a la del análisis, la descripción o el examen académico. Si el DVD dedicado a Stravinski es apasionante, el de Copland lo supera en eso precisamente, en apasionamiento. Es el sonido de América, nos dice una y otra vez Tilson, y nos lo dicen sus músicos. Hay un recorrido biográfico y estético que parte de fragmentos de las juveniles y vanguardistas Variaciones para piano (y de su orquestación muy posterior), mas también de Salón México, Billy the Kid y la Fanfarria para el hombre corriente, para demostrarnos que el populismo de estas partituras no reniega del atrevimiento de aquéllas, sino que lo complementan, o lo desarrollan de otra manera. Es tan sugerente, tan convincente… suficiente claridad y en su debido marco. Hay momentos muy hermosos, como ese en el que Ronald Brautigam se pierde en el dolor y la emoción de la Sonata K. 310, o ese otro que ve cómo las primeras notas del Réquiem nos congelan el corazón hechas música por Frans Brüggen en un ambiente de una frialdad en verdad crepuscular. Los subtítulos vienen en seis lenguas, incluida la española, y desde luego a los conocedores de la ciencia mozar- SAN FRANCISCO SYMPHONY AVIE AV821193600159. (Gaudisc). 22005. 55’. N PN tan seductor. Llegamos a Appalachian Spring de manera natural, y vemos a Copland y a Martha Graham en la filmación del ballet, que es un ensayo, una obra maestra del siglo que se fue, y lo recibimos como si fuese una consecuencia inevitable… aunque mediara una Depresión por medio y estuviera a punto de afirmarse la victoria en la cruel guerra aquella; no lo olvidemos, estamos en 1944. Pasamos del documental, en el que está presente el propio Copland en viejas filmaciones de 1978, a la ejecución del ballet íntegro (sólo musical); al tiempo que disfrutamos de una lectura espléndida, no ya con idioma sino con matiz, autenticidad y hondura; al tiempo de eso, lamentamos de nuevo que no se nos diga en qué danza o episodio estamos en cada momento. Tanto la gran orquesta de La consagración como el pequeño conjunto de Appalachian Spring (es la versión de ballet completa, no la suite para gran orquesta) suenan como los ángeles. Acaso nos regocijemos más con Copland que con Stravinski, pero en ambos casos estamos ante dos conciertos de altísimo nivel. Tilson Thomas demuestra talento y derrocha la mejor pedagogía. Dos bellas muestras de cómo la creación y la divulgación pueden ir muy bien unidas y formar una excelente pareja. Santiago Martín Bermúdez tiana este DVD les hará disfrutar y es probable que incluso les abra vías y les invite a ciertas reflexiones. Para los neófitos se recomienda solo. Asier Vallejo Ugarte NEGRO MARFIL ALREDEDOR DE EURÍDICE, LA MUJER INVISIBLE autor fuese sordo a las posibilidades excesivas de la músie desperté, y no había nadie a mi lado. Eurídice se ca que toma por modelo o punto de partida; esa desaparifue, incluso se llevó su nombre del buzón de correción y esa reaparición nutrida de despojos de otras obras, os; ahora, cada verano es una zona vacía, el tiempo son acaso el (único) medio por alcanzar esos sonidos lejano pasa, recorro la callejuelas con sus casas extremadamennos que el hipotético oyente espera. En su Vaghissimo te blancas y sus ventanas añil, siguiendo la sombra de Euríritratto con su doble sentido de belleza y de vaguedad, dice… no supe retenerla, adivinar lo que pasaba, entender Gianluigi Trovesi hace el retrato, tan vago como bello los peligros que se cernían sobre ella… tenía tiempo, y pues, de Eurídice: intenta su retrato, intenta saber quién nada importaba… era Eurídice (Eurídice era acaso bella, era única)… y en el Los últimos instantes con Eurídice fueron tan confusos momento de decirlo, no sabe por dónde empezar… por que pienso a veces haberlos soñado, cuando estuve con Monteverdi para acabar en el Ámsella en ese tejado de la casa abanterdam de Jacques Brel o más lejos donada, de noche, mirando las ese Far, far away de Piatti o de estrellas sobre la ciudad, en medio James Joyce… Eurídice ha desapade las gravas, de las escorias… El recido, no sólo del presente sino viento, quizá, me impedía oír lo que del pasado, como si la hubieran me estaba diciendo: se parecía a “… borrado… la belleza de los pueblos pobres es Con esas músicas o con “la” invisible”. música, Orfeo intenta, como No escucho, acaso no sé hacerSuperman, parar el curso inexoralo, las músicas nuevas sin reconocer ble del tiempo, hacerlo retroceder lo que es común a todas mis músi“cantando” dice el cantor al tiemcas, las que creo conocer, las que po “cantando la misma melodía (mal) recuerdo. Y lo que es distinto, que no es nunca la misma” y el sorpresivo, aparece de forma furtiva tiempo finge ceder a la seducción, entre dos formas de reconocimieny el músico cree en la ilusión de to: lo que estoy esperando y la unisu triunfo. Eurídice apenas apareformidad desolada… ce en el mundo de Orfeo: ¿cuánto? Algunos etnomusicólogos ¿dos, tres veces con Monteverdi? Y saben bien que no se recoge nunca cada vez, aparece para desapareuna canción popular, sino una vercer; esa otra víctima del combate sión posible de esa canción; duranentre Orfeo y el tiempo, es la únite años, siglos, incluso hoy, para el ca vencedora, o la que sobrevive, creador de música tradicional, el a veces es lo mismo, pues ese vaiinterés por salvaguardar, conservar vén, esa errancia, esa capacidad su bien era o es tan fuerte, o más, de huida, le permiten escapar a que el deseo por innovar… Estas una definición, a su época, a Strigobras llamadas tradicionales que gio & Cía, en una tentativa doble, son parte de una obra infinita, un mágica, de negar la precisión y el paisaje que se ofrece con todas sus tiempo. aberraciones, sus desórdenes y sus No me acuerdo si Eurídice dijo impurezas, o estas músicas recrea“me gustaría tanto volver a casa” das e interpretadas por Trovesi & cuando salimos del hospital, para amigos o por el Pierre Favre dar una vuelta por el parque, paseEnsemble, no son una cosa hecha, ar hasta la reja, y volver, prometisino algo que unos rehacen sin do, y tras la reja, habría la calle, y cesar… acaso no hay obra en el otra, y las callejuelas, y seguiríasentido que se da en la música llamos caminando protegidos por el mada clásica, sino una música de VAGHISSIMO RITRATTO. Obras y desgaste anónimo de las fachadas nadie o de nunca, que es a la vez transcripciones de Monteverdi, Marenzio, blancas, y en la cal las escamas interpretación y creación. Pierre Desprez, Lasso, Brel, Trovesi. GIANLUIGI TROVESI, añil, y seguiríamos para no saber Favre, el percusionista poeta, sitúa clarinete; UMBERTO PETRIN, piano; FULVIO MARAS, nada del porvenir y abrazaría a la Muerte de Eurídice en Fleuve, el percusión. Eurídice, escucharía su voz en su río de Nicolas Flamel (que J. K. ECM 1983 1709774 (Nuevos Medios). 2007. 59’. DDD. pecho hablar de su ciudad de Rowling recuerda a menudo), ese N PN barro, de su casa sobre el canal y, río recorriendo el paisaje, a veces al final, en el muelle, veríamos los visible, en la superficie, otras veces FLEUVE. Obras de Favre. PIERRE FAVRE ENSEMBLE. barcos zarpar perezosamente. desapareciendo en grutas o túneles ECM 1977 9856335 (Nuevos Medios). 2007. 52’. DDD. naturales, con esa terquedad, esa N PN rabia necesaria para impedir que el Pierre Élie Mamou M 111 ÍNDICE ÍNDICE DE DISCOS CRITICADOS 112 Adam: Giselle. Walsh. Faveo. . . . . 70 Arnold: Cuartetos 1, 2. Maggini. Naxos. . . . . . . . . . . . . . 76 Arte de la guitarra. Russell. Telarc.101 Bach, J. S.: Conciertos de Brandemburgo. Fasolis. Arts. . . . 76 — Sonatas y Partitas. Zehetmair. Warner. . . . . . . . . . . 74 — Sonatas para viola da gamba. Balestracci/Rannou. Zig Zag. . . . 76 Bach, C. P. E.: Conciertos para clave. Schornsheim. Capriccio.. . . . . . . 77 Barber: Vanessa. Steber, Elias/Mitropoulos. Orfeo. . . . . . . 77 Bellini: Beatrice di Tenda. Gencer, Oncina/Gui. Myto. . . . . 73 Benary: Barang. Gamelan. New World. . . . . . . . . 78 Berg: Wozzeck. Blankenheim, Jurinac/Maderna. Arthaus. . . . . . 68 Bernstein: Trouble in Tahiti. Verrot. Calliope. . . . . . . . . . . . . . 78 Biber: Sonatas del Rosario. Sonnerie. Gaudeamus. . . . . . . . . 79 Binchois: Joye. Schmelzer. Glossa. 79 Bliss: Checkmate. Wordsworth. VAI.. . . . . . . . . . . 106 Bonisolli, Franco. Tenor. Obras de Rossini, Verdi y otros. Myto.. . . . 73 Brahms: Sinfonía 1. Thielemann. DG.78 — Sinfonía 3. Alsop. Naxos. . . . . . 80 — Sonatas para viola. Power. Hyperion. . . . . . . . . . . . . 80 Brendel, Alfred. Pianista. Obras de Beethoven, Chopin y otros. Philips.99 Busoni: Concierto para piano. Postnikova/Rozhdestvenski. Warner. . . 74 Buxtehude: Cantatas. Katschner. Carus. . . . . . . . . . . . . 80 Caccini: Madrigales. Pluhar. Musica Ficta. . . . . . . . . . 80 Castiglioni: Quilisma. Ceccherini. Col Legno. . . . . . . . . 80 Celebrando a Israel. Obras de Weill, Chajes y Fromm. Mester. Naxos. 69 Celibidache, Sergiu. Director. Obras de Strauss y Rimski-Korsakov. Euroarts. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 108 Cenicienta. Obras de J. Strauss. Zanella. Euroarts. . . . . . . . . . . . . 70 Chaikovski: Lago de los cisnes. Burmeister. Warner. . . . . . . . . . . 70 — Lago de los cisnes. Vassiliev. Decca.70 — Oberturas. Davis. PentaTone. . . 75 — Sinfonía 1. Smetácek. Supraphon. 81 Cherubini: Sposo di tre. Jurowski. Dynamic. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81 Chopin: Nocturnos. Leonskaja. Warner.. . . . . . . . . . . 74 — Preludios. Arrau. PentaTone.. . . 74 Chorégraphie. Lawrence-King. H. Mundi.. . . . . . . . . . . . . . . . . 100 Clarke: Sonata para viola. Dukes/Rahman. Naxos. . . . . . . . 81 Corpus Christi en Cuzco. Garrido. K617. . . . . . . . . . . . . 101 D’Amboise, Jacques. Bailarín. VAI.70 Dahinden: Cuartetos 2-5. Klangforum. Mode.. . . . . . . . . . . 82 Danzas para guitarra barroca. Bonavita. Enchiriadis. . . . . . . . . 101 Delicias españolas. Garrido. Verso.102 Dittersdorff: Barone di Rocca Antica. Németh. Hungaroton.. . . . . . . . 106 Divinos bailarines. Semionova. Euroarts. . . . . . . . . . 70 Donizetti: Lucia di Lammermoor. Scoto, Bergonzi/Bartoletti. Myto. 73 Donostia: Obras para voz y piano. Ortega/Okiñena. NB. . . . . . . . . . 82 Don Quijote en la música española. Encinar. Naxos. . . . . . . . . . . . . 102 DV8 teatro físico. Hinton. Arthaus. 70 Dvorák: Suites. Hrusa. Supraphon. 82 Escenas de óperas judías. Obras de Schiff, Siegmeister y Weisgall. Schwarz. Naxos.. . . . . . . . . . . . . 69 Étienne de Lieja: Festo Trinitatis. Abeele. Ricercar. . . . . . . . . . . . . 82 Falla: Sombrero de 3 picos. P. Halffter. Warner. . . . . . . . . . . 82 Flotow: Martha. De los Ángeles, Tucker/Verchi. Columna Música. 83 Foldes, Andor. Pianista. Obras de Bartók, Kodály y otros. DG. . . . . 71 García: Poeta calculista. Tucker/Marcon. Almaviva. . . . . . 83 Gesualdo: Responsorios. Sei Voci. Warner. . . . . . . . . . . . . 74 Gilels, Emil. Pianista. Obras de Mozart, Beethoven y otros. DG. 109 Górecki: Cuarteto 3. Kronos. Nonesuch. . . . . . . . . . . . 83 Grechaninov: Semana de Pasión. Bruffy. Chandos.. . . . . . . . . . . . . 83 Grieg: Olav Trygvason. Ruud. BIS. 84 Haendel: Triunfo del Tiempo y Desengaño. Dessay, Pina/Haïm. Virgin. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 84 C. Halffter: Odradek. C. Halffter. Col Legno. . . . . . . . . 84 Haydn: Sonatas para piano. Hamelin. Hyperion. . . . . . . . . . . 84 — Sonatas para piano. Say. Naïve. 84 Heifetz, Jascha. Violinista. DG. . . . 99 Hérold: Fille mal gardée. Herold. DG.70 Herzogenberg: Sinfonías 1, 2. Beermann. CPO. . . . . . . . . . . . . 85 Homs: Música de cámara. Parrenin e. a. Ars Harmonica.. . . 85 Horowitz, Vladimir. Pianista. Grabaciones de 1930-1936. APR.100 Hummel: Paso del Mar Rojo. Kermes, Winter/Max. CPO. . . . . 85 Humperdinck: Hansel y Gretel. Schwarzkopf, Grümmer/Karajan. Membran.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 72 Improvisata. Obras de Vivaldi, Demachi y otros. Biondi. Virgin. 102 Kalliwoda: Cuartetos. Talich. Calliope. . . . . . . . . . . . . . 85 Keeping Score. Obras de Stravinski y Copland. Tilson Thomas. Avie.. 110 Kurtág: Jatekok. Pesko. Stradivarius.86 Kylián, Jirí. Coreógrafo. Arthaus. . . 70 Lachrimæ Caravaggio. Savall. Alia Vox. . . . . . . . . . . . . 103 Lawes: Canciones. Blaze. Hyperion.86 Ligeti: Obras para piano. Ullén. BIS.86 Liszt: Christus. Kofman. MDG. . . . 87 — Sonetos. Nakamatsu. H. Mundi. 86 — Via Crucis. Equilbey. Naïve. . . . 87 Loeillet: Sonatas. Caccia. Musica Ficta. . . . . . . . . . 87 Lotti: Dixit Dominus. Jung. CPO.. . 88 — Motetes. Haag. Chant de Linos. 88 Mahler: Sinfonía 2. Boulez. Euroarts.106 — Sinfonía 6. Varios.. . . . . . . . . . . 66 Martin: Golgotha. Faller. Warner. . 74 Mascagni: Amigo Fritz. Freni, Raimondi/Gavazzeni. Myto. . . . . 73 Massenet: Chérubin. Breedt, Ciofi/Villaume. Dynamic. . . . . . 107 Melodías para flautín. Verhoyen. Etcetera. . . . . . . . . . 102 Mitropoulos, Dimitri. Director. Obras de Prokofiev y Hanson. DG.. . . . 71 Moffo, Anna. Soprano. Obras de Puccini, Verdi y otros. VAI. . . . 108 Montero, Gabriela. Pianista. Improvisaciones sobre Bach. EMI.100 Morales: Misa de Beata Virgine. Jachet. Calliope. . . . . . . . . . . . . . 88 Mozart: Conciertos para piano 21, 24. Vladar. H. Mundi. . . . . . . . . . . . 89 — Conciertos para violín. Zehetmair. Warner. . . . . . . . . . . 74 — Così fan tutte. Seefried, Prey/Jochum. DG. . . . . 75 — Finta giardiniera. Ohlmann, Reinprecht/Zagrosek. Arthaus. . 107 — Sinfonías juveniles. Marriner. PentaTone. . . . . . . . . . 74 — Sonatas. Variaciones. Staier/Schornsheim. H. Mundi. . . 88 Mozart-Busoni: Transcripciones. Vincenzi. Dynamic. . . . . . . . . . . 89 Música judía de danza. Obras de Wolpe, Milhaud y otros. Mester. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 Napoli. Obras de Rossini, Gade y otros. Willumsen. Warner. . . . . . 70 Nathan Milstein in portrait. Allegro.109 Neuwirth: Lost Highway. Kalitzke. Kairos. . . . . . . . . . . . . . 89 Offenbach: Cuentos de Hoffmann. Machado, Bayo/Guingal. Opus Arte. . . . . . . . . . . . . . . . . 107 — Gaîté parisienne. Franklin. VAI. 70 Ogerman: Sarabande. Deng/Thibaudet. Decca.. . . . . . . 90 Ora Divina. Harper e. a. Opera Rara. . . . . . . . . . . . . . . . . 102 Ortiz: Vísperas. Mencoboni. Alpha. 90 Paderewski: Canciones. Stepien /Rutkowski. Acte Préalable. . . . . 90 Palestrina: Lamentaciones. Baker. Hyperion. . . . . . . . . . . . . 90 — Misa del Papa Marcelo. Phillips. Gimell. . . . . . . . . . . . . . 90 Pas de deux. Nureyev/Plisetskaia. VAI.70 Penderecki: Demonios de Loudun. Troyanos, Hiolski/Janowski. Arthaus. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 68 Piano inédito español del siglo XIX. Benavides. Anacrusi. . . . . . . . . 103 Pierné: Música de cámara, vol. 2. Ivaldi e. a. Timpani. . . . . . . . . . . 91 Prokofiev: Pedro y el lobo. Stephenson. Arthaus. . . . . . . . . 107 Rachmaninov: Suites. Immerseel/Chevalier. Zig Zag. . . 91 Ravel: Dafnis y Cloe. Haitink. PentaTone. . . . . . . . . . . 74 Richter, el maestro. Obras de Beethoven, Mozart y otros. Decca.104 Rossini: Barbero de Sevilla. Kasarova, Macías/Santi. Euroarts. . . . . . . . 108 — Señor Bruschino. Ramey, Desderi/Marin. DG. . . . . 75 — Torvaldo e Dorliska. Takova, Pertusi/Pérez. Dynamic. . . . . . . . 91 Rostropovich, Mstislav. Violonchelista. Obras de SaintSaëns, Schumann y otros. DG. . . 71 Roussel: Sinfonías. Dutoit. Warner. 74 Rubinstein: Demonio. Chaliapin, Zeani/Arena. Myto. . . 73 Rumshinsky: Canciones del teatro yiddish. Mester. Naxos. . . . . . . . 69 Scarlatti, A.: San Casimiro. Zak. Acte Préalable. . . . . . . . . . . 92 Schnittke: Quasi una sonata. Wallin. BIS. . . . . . . . . . . . . . . . . 92 Schubert: Lieder. Fischer-Dieskau/ Klust. Audite. . . 93 — Sonata D. 959. Zacharias. MDG.92 — Viaje de invierno. Fischer-Dieskau/Reutter. Audite.. 92 Schumann: Concierto para chelo. Gutman/Abbado. DG. . . . . . . . . 94 — Estudios. Schirmer. Berlin. . . . . 93 — Fantasías. Collins. Claves. . . . . . 93 — Lieder. Fischer-Dieskau/Klust. Audite. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 — Lieder. Kaune/Kehring. Berlin.. . 94 — Lieder. Hendricks/Pöntinen. Arte Verum. . . . . . . . . . . . . . . . . 94 Schumann-Mahler: Sinfonías 2, 4. Chailly. Decca.. . . . . . . . . . . . . . 93 Search of Mozart. Grabsky. Seventh Art. . . . . . . . . . . . . . . . 110 Secreto de Pulcinella. Steiner. Faveo.70 Seefried, Irmgard. Soprano. Lieder. DG. . . . . . . . . . . . . . . . . 72 Servicios sacros de Israel. Obras de Ben-Haim, Lavry y Braun. Schwarz. Naxos.. . . . . . . . . . . . . 69 Shostakovich: Sinfonía 4. Bichkov. Avie. . . . . . . . . . . . . . . 94 Signes. Obras de Aubry. Carlson. Bel Air. . . . . . . . . . . . . . 70 Sills, Beverly. Soprano. Obras de Verdi, Haendel y otros. DG. . . . 109 Spanish Album. Hough. Hyperion.104 Stock: Pequeño milagro. Stock. Naxos. . . . . . . . . . . . . . . . 69 Stokowski, Leopold. Director. Obras de Brahms, Dvorák y otros. DG.. 71 Strauss: Ariadna en Naxos. Schwarzkopf, Streich/Karajan. Membran. 72 — Caballero de la rosa. Gueden, Jurinac/Kleiber. Membran. . . . . . 72 — Elektra. Konetzni, Mödl/Mitropoulos. Membran.. . . 72 — Metamorfosis. Nash. Hyperion. 95 Stravinski: Ballets. Inbal. Warner. . 74 — Historia del soldado. Craft. Naxos.95 Szymanowski: Máscaras. Tatarski. Dux. . . . . . . . . . . . . . . . 95 Tears of Beauty. Malikian. Warner.104 Telemann: Cantatas para bajo. Mertens/Gardellino. Accent.. . . . 96 — Oberturas. Peire. Brilliant. . . . . 96 — Sonatas. Amarillis. Ambroisie. . 96 — Tríos. Primavera. Etcetera.. . . . . 95 Thuille: Quintetos. Triendl/Vogler. CPO. . . . . . . . . . 96 Triple bill. Bruce. Arthaus.. . . . . . . 70 Trobar. Rigaud. Alpha. . . . . . . . . 105 Verdi: Falstaff. Ricciarelli, Nucci/Giulini. DG.. . . . . . . . . . . 75 — Luisa Miller. Zampieri, Zancanaro/Kobayashi. Myto. . . . 73 — Rigoletto. Rinaldi, Cortez/Molinari-Pradelli. Arts. . . 97 — Traviata. Scotto, Raimondi/Votto. DG. . . . 75 — Trovador. Stella, Bergonzi/Cleva. Myto. . . . 73 Villa-Rojo: Trío. Cuarteto. LIM. LIM.97 Vivaldi: Conciertos. Casazza. Brilliant.97 — Conciertos. Scimone. Warner. . 74 — Conciertos para laúd. Lislevand. Naïve. . . . . . . . . . . . . 98 — Teuzzone. Pagano, Piccini/Volta. Brilliant. . 97 Voces de zarzuela. Kraus, Arteta, Domingo. RTVE.. . . . . . . . . . . . 105 Wagner: Holandés errante. Jones, Stewart/Böhm. DG. . . . . . 75 — Sigfrido. West, Schöne/Zagrosek. Naxos. . 98 Walcha, Helmut. Organista. Obras de Bach. DG. . . . . . . . . . . 71 Weill: Antología. Lenya. Membran. 72 Weiss: Música para laúd. Zak. Acte Préalable. . . . . . . . . . . 98 Whitehouse, Elizabeth. Soprano. Arias. Melba. . . . . . . . . . . . . . . 100 Wolf-Ferrari: Idilio. Rotman. Talent.98 Xenakis: Phelgra. Sluchin e. a. Warner.74 Zelenka: Obras para orquesta. Luks. Supraphon.. . . . . . . . . . . . . . . . . 99 D O S I E R Fotcomposición: Iván Pascual BEETHOVEN iempo iba siendo ya de que SCHERZO le dedicara un dosier a Beethoven y ello sin mediar ningún aniversario de por medio. Pero es que todos los años lo son del gran Ludwig. Era una deuda pendiente para los beethovenianos, que son legión entre nuestros lectores. No es fácil encontrar cosas nuevas o útiles que proponer sobre el compositor, pero es lo que hemos intentado en las páginas que siguen. T 113 D O S I E R BEETHOVEN ABRIENDO LAS PUERTAS DE UN NUEVO MUNDO Nacido en pleno apogeo de las Luces y cuando el Despotismo Ilustrado trataba de racionalizar el sistema político-social dominante en la Europa del Antiguo Régimen —acentuando, de paso, sus contradicciones—, Beethoven fue testigo de la Revolución Francesa de 1789 y de los acontecimientos posteriores que sometieron al viejo continente a una convulsión sin precedentes, que a la postre alumbraría un mundo nuevo. Fue, igualmente, una época en que comenzó a cambiar sustancialmente la consideración social del compositor. Beethoven no se mantuvo neutral ante el primer fenómeno ni fue ajeno a los cambios que entrañó el segundo. Los comienzos 114 La historia comienza en Bonn, ciudad de unos 10000 habitantes residencia del arzobispo de Colonia. Allí, el 16 o 17 de diciembre de 1770 venía al mundo Ludwig van Beethoven, hijo y nieto de músicos al servicio del arzobispo. Era éste titular de uno de los múltiples estados semiindependientes que, junto con las denominadas ciudades libres imperiales, integraban el Sacro Romano Imperio de la Nación Alemana. Aunque de escasa entidad territorial, su prestigio derivaba de ser uno de los príncipes electores del Emperador, título que desde hacía siglos recaía en la familia Habsburgo. El Imperio como tal, sin embargo, era una entidad política cada vez más vacía de contenido y el auténtico poder del emperador recaía en sus territorios patrimoniales, una importante franja en el este y sur del Imperio reforzada con posesiones extraimperiales (Hungría, Países Bajos del Sur) y una notable presencia en Italia (Milán, Gran Ducado de Toscana). Beethoven nació durante el reinado de la emperatriz María Teresa (1740-1780), a la que sucedería su hijo José II (1780-1790). Ambos llevaron a cabo una importante labor de consolidación del estado y reformista, más enérgica en el caso de José, que afectó a casi todos los ámbitos (administrativo, fiscal, económico, social, religioso, educativo, asistencia pública……) y que tuvo en la supresión de la servidumbre y las audaces reformas eclesiásticas sus aspectos más destacados. Pero el rechazo social provocado por el autoritarismo —incluso la brutalidad— con que el mandatario quiso aplicar las reformas le obligó a suprimir muchas de ellas. El epitafio que él mismo se dedicó es un patético compendio de su reinado: “Yace aquí un príncipe de intenciones puras, pero que tuvo la desgracia de ver fracasar todos sus proyectos”. El breve reinado de su hermano Leopoldo II (1790-1792) fue un periodo más de asentamiento y afirmación de lo conseguido por sus antecesores que de innovaciones. Su pronta muerte cerró la etapa del reformismo Ilustrado en Austria. Pero Bonn no dejaba de ser una ciudad, musicalmente hablando, provinciana. El padre de Ludwig, Johann, mediocre tenor de la capilla arzobispal y alcohólico, por añadidura, fue quien le inició en la música, alimentando el sueño de explotar su condición de niño prodigio y obligándole a estudiar intensivamente, en un durísimo régimen, el clave y el violín. Su plan se desbarató al no conseguir el éxito deseado. Pero, al menos, no provocó el comprensible rechazo del niño, que encontró en el organista de la corte, C. G. Neefe, un maestro eficaz. No tardó en convertirse en su asistente. Y le animó a dar el salto a Viena. Su primer viaje (1787), no obstante, se malogró por desgraciados acontecimientos familiares. Pero encontró un puesto menor en la música del elector y su fama de virtuoso y brillante improvisador le grangeó la protección de la nobleza local, que transmitió igualmente al joven músico el gusto por la literatura y la poesía y le inculcó los principios ilustrados, de firme arraigo en la elite del electorado. Su formación intelectual se completó con los cursos de filosofía de E. Schneider, así como en la Lesegesllschaft, sociedad intelectual fundada por el propio Schneider y de la que formaban parte Neefe y Waldstein. Dicha sociedad, precisamente, le encargaría en 1790 dos cantatas, una a la muerte del emperador José II (WoO 87), y otra para la coronación de su sucesor Leopoldo II (WoO 88). Su oportunidad surgió en 1792, cuando J. Haydn, de paso por Bonn a su vuelta de Inglaterra, le invitó a estudiar con él en Viena. ¿Cuántas veces no se ha repetido aquel recibe el espíritu de Mozart — fallecido el año anterior— de las manos de Haydn con que le despidió uno de sus protectores, el conde Waldstein? Viena Beethoven se estableció en Viena, que con sus 230000 habitantes era la cuarta ciudad por tamaño de Europa occidental, en noviembre de aquel mismo año. El inmediato fallecimiento de su padre y algún importante acontecimiento político-militar fueron decisivos para que hiciera de la capital austriaca su residencia permanente, de la que, sólo se apartaría en una gira como pianista realizada en 1796 y en cortos viajes veraniegos (Baden, frecuentemente), para tomar aguas termales (Teplitz, donde encontraría a Goethe) o acompañando a algún aristócrata en sus excursiones. Para entonces los ojos de toda Europa llevaban ya algunos años pendientes de Francia, donde en 1789 había estallado el proceso revolucionario, saludado con entusiasmo por las minorías ilustradas y las burguesías intelectuales. El propio Beethoven, tanto en Bonn como en Viena, estaba entre los que se identificaban con los principios revolucionarios. Y curiosamente, la Revolución, en principio, no fue mal acogida por todas las testas coronadas. Hubo incluso quien la miró con cierta simpatía. Leopoldo II de Austria, por ejemplo, siendo aún Gran Duque de Toscana, afirmó que “la regeneración de Francia será el modelo que imitarán, voluntariamente o no, todos los soberanos y gobiernos de Europa, porque se verán obligados a ello por sus pueblos”. Pero la evolución de los acontecimientos franceses, el temor generado en los monarcas y la rápida toma de conciencia de las aristocracias, más la acción de los nobles galos emigrados, hicieron cambiar las cosas de signo. En Austria, particularmente, hay que añadir el acceso al trono en marzo de 1792 del profundamente conservador Francisco II. Su alianza con Prusia hizo el resto. Y respondiendo a la hostil actitud de su soberano, Francia declaró la guerra a Austria en abril de 1792. Se iniciaba así un largo periodo de más de veinte años en que la guerra incendiaría toda Europa. La Francia revolucionaria proyectaba, a la par que alcanzar sus fronteras naturales —de ahí la temprana campaña del Rin, para la que Claude Joseph Rouget de l’Isle escribió aquel Canto de guerra luego conocido como La D O S I E R Museo de Versalles, París BEETHOVEN Napoleón a caballo según J. L.David. Portada de “La sinfonía Heroíca” Biblioteca Nacional Austriaca, Viena marsellesa—, erradicar de Europa el absolutismo y los restos feudales. La Austria de Francisco II será siempre un acérrimo adversario de la Revolución, apareciendo en todas las coaliciones internacionales contra ella, intensificando, de paso, su política interior involucionista. Fue éste el telón de fondo político-bélico sobre el que transcurrió buena parte de la vida de Beethoven. En Viena, de momento, prosiguió su aprendizaje con un Haydn no excesivamente interesado por su alumno y que pronto volvió a Inglaterra, con J. Schenk y Albrechtsberger, aparte de iniciar contactos intermitentes —se prolongarán a lo largo de una década— con A. Salieri. La desaparición del electorado de Colonia (1794), invadido por los franceses, anulaba cualquier pretensión de regresar a su tierra natal. Pero su reputación como pianista se extendió pronto y destacados miembros de la aristocracia —particularmente el barón van Swieten, el príncipe Karl Lichnowsky el conde Razumowsky, embajador ruso, y el archiduque Rodolfo, hermano del emperador y discípulo del compositor— le abrieron pronto sus puertas, disfrutando de una nueva forma de mecenazgo en que el artista protegido no mantenía vínculos contractuales con su mecenas y disfrutaba de amplia libertad creativa. Pudo así, además de enseñar, componer y editar (Tríos, op. 1, Sonata “Patética”) e intervenir en los cada vez más frecuentes conciertos públicos o Akademien —su primera aparición en ellos fue el 29 de mayo de 1795. Hay también en estos años alguna creación de significado patriótico, en un momento en que los éxitos franceses —ya con Napoléon al frente del ejército— frente a los austríacos en Italia llevaron a la movilización general y a la explosión de un intenso fervor nacionalista y bélico en Austria que tuvo, como ya era habitual en estos casos, una amplia cobertura musical: junto a la Missa in tempore belli, de Haydn (1796) y su himno Gott! erhalte Franz den Kaiser (Dios proteja al emperador Francisco, 1797), encargado por el poder buscando el equivalente al God save the King británico, Beethoven contribuyó con un patriótico Canto de despedida a los voluntarios vieneses (WoO 121). Pese a todo, Beethoven consideraba a Napoleón como un héroe que difundía por Europa los ideales de la Revolución Francesa. Y no dejó caer en el vacío la propuesta de Jean Baptiste Jules Bernadotte —el futuro rey de Suecia iniciador de la actual dinastía—, fugaz embajador francés en Viena tras la paz de Campoformio (1797), de dedicarle una sinfonía. La historia de cómo retrasó unos años el inicio de la tarea y al terminarla, en 1804, enojado por su autoproclamación como emperador —“¡entonces no es sino un hombre ordinario; ahora pisoetará los derechos de todos los hombres para servir a sus propios intereses!”—, cambió la dedicatoria, titulándola Sinfonia Eroica, ha sido narrada y matizada mil veces. Para entonces, Beethoven había proclamado su decidida voluntad de innovación musical, experimentado la dolorosa intensificación de su sordera (perceptible ya en 1797) y otros problemas de salud y, sobre todo, sufrido y superado la terrible crisis espiritual de 1802, en la que apeló al suicidio —“sólo el arte me retiene, pues me parece imposible dejar este mundo antes de haber producido todo lo que siento debo producir y es por lo que retengo esta vida arruinada”. Y renovado interiormente, inauguró un decenio —el periodo “heroico”— de intensidad y fecundidad crecientes, de la que son inmarcesibles muestras esa Tercera Sinfonía finalmente editada “en memoria de un gran hombre”, o la Quinta y la Sexta, cuatro años posteriores. También a esta época corresponde una de sus tareas más ambiciosas: la composición de una ópera —todavía era la piedra de toque de un compositor—, encargada en 1803, el año del estreno de su primera incursión en la música dramática, el oratorio Cristo en el monte de los olivos, por el barón von Braunn, director de los teatros de la corte. Su estreno se produciría durante la invasión francesa de Viena de 1805. Una semana después de la entrada de las tropas, el día 20 de noviembre, en una ciudad revuelta, atemoriza y vacía de aristócratas y alto-burgueses, sonaba la primera versión de Fidelio —todavía intitulada Leonora— ante un público compuesto esencialmente por oficiales franceses, que poco o nada entendieron de la música. Fue un fracaso sin paliativos, al igual que su primera revisión, presentada en 1806. El triunfo final no llegaría hasta 1814. La ocupación de Viena preludiaba lo que iba a ser una de las grandes victorias militares de Napoleón sobre la coalición austro-rusa: Austerlitz (1805). El emperador se vio obligado a firmar el año siguiente el tratado de Presburgo, que liquidaba definitivamente el Sacro Romano Imperio. En adelante, el que había sido Francisco II, emperador del Sacro Imperio, sería Francisco I, emperador de Austria (título que, por cierto, había adoptado ya en 1804, al coronarse Napoleón emperador de los franceses), entidad política eminentemente danubiana. El contraste entre la genial música de Beethoven y su 115 D O S I E R BEETHOVEN aspecto físico era chocante. Pequeño de estatura, ancho de hombros, cabello desordenado, mirada chispeante, de aspecto y trato rudos, su acento provinciano le daba un aire un tanto grosero. Vivía en el desorden —aun la suciedad— y criticaba abiertamente la situación musical de Viena. Y errante por la calle, los niños lo tomaban por mendigo, increpándolo. Pero quienes bien le conocían afirmaban que la nobleza de su espíritu se manifestaba a través de sus desórdenes. Fue apasionado en el amor, pero éste le fue esquivo. Amó a hijas de familias encumbradas y a plebeyas. Solicitó a algunas en matrimonio, mas las dificultades para la convivencia se conjuraron contra él. No pudo encontrar el alma hermana. La famosa carta dirigida a la Amada inmortal, de 1812, es un exaltado testimonio de una pasión no correspondida. En la cima 116 Pero su popularidad no dejaba de crecer y extenderse por Europa. En 1809 le llegaba la propuesta de convertirse en kapellmeister de Westfalia, el reino creado en Alemania por Napoleón para su hermano Jerónimo. Aunque quizá en su fuero interno no deseaba aceptarla, estuvo en el origen del compromiso de tres aristócratas —el archiduque Rodolfo y los píncipes Lobkowitz y Kinski— de asignarle una elevada pensión anual para garantizar su permanencia en Viena. Fue el año en que compuso, entre los cañonazos franceses de la segunda invasión que le provocaron tormentos infinitos y aceleraron la muerte de Haydn, el Quinto Concierto para piano, dedicado al archiduque Rodolfo y cuyo borrador está salpicado de alusiones a batallas y victoria. Y probablemente, la música incidental para Egmont (1810), el drama de Goethe inspirado en la insurrección de los Países Bajos contra Felipe II, traducía el íntimo deseo del compositor de ver liberada su ciudad de las tropas francesas. De forma más explícita, se sumó a las celebraciones musicales de las derrotas de Napoleón en Rusia y España con La victoria de Wellington en la batalla de Vitoria (1813), compuesta con la mirada puesta en Londres e interpretada, por cierto, con Salieri y Hummel manejando los cañones y Meyerbeer aporreando desacompasadamente el bombo. La derrota de las tropas napoleónicas se produciría, finalmente, en Leipzig en octubre de 1813, a lo que siguió la invasión de Francia por los aliados. Tras la derrota vino la abdicación de Napoleón (6 de abril de 1814). Francisco II de Austria pudo capitalizar la victoria, invitando a los aliados a reunirse en Viena para reorganizar un continente libre, al fin, de Napoleón y —eso, al menos, creían— de la amenaza revolucionaria. El Congreso de Viena (1814-1815) fue la gran fiesta de la Europa restaurada auspiciada por una casa de Austria de nuevo en la cima de la gloria, que derrochaba ingentes cantidades de dinero para honrar y entretener a sus huéspedes. Cenas de gala, bailes, representaciones teatrales y diversiones fastuosas se sucedían ininterrumpidamente mientras los representantes de las grandes potencias, bajo la atenta mirada del canciller Metternich, trabajaban por establecer un nuevo orden geopolítico con dos premisas esenciales: las aspiraciones absolutistas de los monarcas —olvidando las de sus pueblos— y la noción de equilibrio europeo. Fue también el gran momento de popularidad de Beethoven, presentado por el archiduque Rodolfo y Razumovski a varios de los grandes mandatarios, algunos de los cuales le cursaron encargos. Y no parece que el sordo y misógino genio se desempeñara mal en estas mundanas funciones. Su música sonó igualmente en las celebraciones: Fidelio, recientemente estrenada en su versión definitiva, se interpretó el 26 de septiembre, poco antes que el Sansón de Haendel. Y dirigió con gran éxito, por ejemplo, el concierto del 29 de noviembre de 1814 en que se interpretó la Séptima Sinfonía, La victoria de Wellington y El momento glorioso, cantata con texto del salzburgués A. Weissenbach —tan sordo, por cierto, como el compositor— que celebraba el presente europeo que en aquel Congreso emergía, que le reportaría el año siguiente un reconocimiento oficial por parte de la ciudad de Viena. Los últimos años A partir de 1815, el horizonte se ensombrece. Sumido en la sordera (total desde 1818), se acentúan sus problemas de comunicación con el entorno, que solucionará a través de los cuadernos de conversación. Comenzará el enredo judicial por la custodia de su sobrino Karl, que arrebatará a su madre a la que denigró despiadadamente (1818). La educación de Karl, de quien pretendía hacer un filósofo, se revelará, a la postre, desastrosa y destructiva para ambos. Y en el transcurso del proceso, deberá admitir expresamente su condición de plebeyo, cuando, aun odiando a la aristocracia —no olvidaba alguna humillación sufrida en el ejercicio de sus funciones artísticas (meramente laborales para los grandes)—, siempre había jugado con la ambigüedad al respecto, basándose en la similitud del flamenco van de su apellido con el germano von. Ha de vivir sometido a un régimen que endurece la represión política, que detesta y se sabe vigilado por la policía (aunque también era consciente de gozar de cierta bula). Las expresiones políticamente comprometidas abundaban en los cuadernos de conversación que un amigo suyo, temeroso de verse perjudicado, hizo desaparecer. Pero nunca como ahora estuvo más cerca de conseguir un cargo oficial de servicio al emperador —quizá en el fondo lo había anhelado siempre—, al quedar libre en 1822 una plaza de maestro de capilla. Aunque había intención de mantenerla vacante, se le sugirió la composición de una misa para el emperador como método para alcanzarla. Ciertos esbozos de 1823 sugieren que consideró seriamente la empresa, aunque finalmente, diciendo estar desbordado de trabajo, renunció a ella. Y por último, el público, aunque no le olvidaba, volvía sus preferencias hacia la más ligera música de Rossini. Desde el punto de vista creativo son también años difíciles. Pero dejarán monumentos como los últimos cuartetos para cuerda, la enigmática Sonata “Hammerklavier” y, sobre todo, la Missa solemnis y la Novena Sinfonía. Aquella fue concebida como obra de circunstancias, para solemnizar el capelo cardenalicio concedido al Archiduque Rodolfo D O S I E R Beethovenhaus, Bonn BEETHOVEN Óleo de Ferdinand Schimon pintado en vida del compositor en torno a 1818-1819 y su toma de posesión como arzobispo de Olmütz (1820). Pero, imponiendo las exigencias del proceso creativo y artístico sobre cualquier otra circunstancia, no culminó su composición hasta 1823, y en una forma que prácticamente la inhabilitaba para su interpretación litúrgica. Paralelamente, atendía el encargo de la Sociedad Filarmónica de Londres de componer una nueva sinfonía (1822). Retomando un viejo proyecto, será el origen de la Novena, que —rasgo insólito en una obra sinfónica— incorporará el Himno a la alegría de Schiller. Estrenadas conjuntamente en un concierto en 1824, suelen presentarse como el triunfo definitivo de la nueva concepción del músico que, por medio de la creación artística, es capaz “de acercarse a la divinidad más que los otros hombres y difundir desde allí sus rayos en el seno del género humano”. Y en la Novena, la dimensión artística de una concepción política liberal y liberadora, en las antípodas de otra música de Estado compuesta otrora por el propio Beethoven. Se olvida, no obstante, cómo el interés económico dominó por encima de cualquier consideración artística, apelando a las cortes europeas para una suscripción a la Misa, que trataba de desvincular de su confesionalidad religiosa, afirmando que podía interpretarse “como si de un oratorio se tratara”. Y que no faltan interpretaciones que, lejos de la exégesis tradicional, mantienen en la misma línea el Himno a la alegría que El instante glorioso compuesto para el Congreso de Viena. Pero la naturaleza imponía su lógica implacable. Enfermo desde finales de 1826, sintió que el fin se acercaba. Aunque educado en la religión católica, nunca había profesado fielmente sus doctrinas, practicando más bien una especie de deísmo. En su enfermedad, sin embargo, pidió la administración de los últimos sacramentos. Falleció — dicen los testigos que en medio de una tormenta— el 26 de marzo de 1827. Su entierro y funerales constituyeron una gigantesca manifestación de duelo celebrando la entrada en el Olimpo de un indudable genio artístico que no sólo había dejado obras imperecederas, sino que, aun con sus contradicciones, había contribuido decisivamente a llevar a la música y, más en general, al arte, a una nueva época. Manuel M. Martín Galán 117 D O S I E R BEETHOVEN PERVIVENCIA Y MODERNIDAD En el período final de Beethoven los polos opuestos del estilo clásico (diversidad y cohesión, conflicto y revolución, dualidad y unidad) son llevados más lejos que nunca antes en la música, pero aun así el equilibrio forjado por su interrelación es tan profundo y persuasivo como el que alcanzaron sus predecesores. 118 semanal, o música de entretenimiento para los paseos de los nobles, lo que despeja el camino para la creación como expresión del artista, a un concepto tan romántico como el Biblioteca Nacional austriaca, Viena E sta completa y acertada afirmación de Bernard Jacobson1 es sin duda un buen prólogo para introducirnos en el arduo pero siempre gratificante mundo de las últimas obras del genio de Bonn. Y más si nuestro propósito es tender un puente hacia la modernidad, para estudiar en qué medida los gigantescos logros de ese repertorio fascinante han sido retomados —casi diríamos continuados— por compositores muy lejanos en el tiempo. Quizá se pregunten ustedes: ¿qué pasa con los inmediatos seguidores (Schubert, Mendelssohn, Schumann, Brahms, etc.)? ¿No serían ellos, según el devenir habitual de la historia de la música, los que deberíamos entender como “directos continuadores” o herederos de la obra beethoveniana, tal y como lo pueden ser Victoria de Palestrina, Schütz de Monteverdi, o el mismo Beethoven de Haydn y Mozart? Para empezar a entendernos, dejemos sentado de antemano que soy de los que opinan que ha habido un antes y un después de Beethoven en la historia de la música. Y no sólo desde el punto de vista estrictamente musical (en cuestiones técnicas como la armonía, la forma, la rítmica o la textura), sino también en el aspecto sociológico. Es cierto que toda la cuestión relativa al cambio del status social del compositor y a la nueva función social de la propia música a partir de Beethoven, todo ello coincidiendo con un momento histórico crucial en Europa (el final del absolutismo, la Revolución francesa y el comienzo de la época burguesa e industrial) ya ha sido abordado con mayor o menor profundidad en numerosos estudios, pero no está de más recordar algunas de las consecuencias de estos cambios, porque afectan directamente a nuestra reflexión. Por una parte está la transición de la dependencia funcionarial que hasta entonces tuvieron casi todos los compositores respecto a un conde, príncipe, rey, obispo, papa, corte o iglesia, en definitiva, a una independencia social que Mozart intentó alcanzar (aunque le fue bastante mal en el intento) y Beethoven consiguió con mayor plenitud (aunque siempre tuvo una mayor o menor dependencia del patronazgo de la iglesia o la aristocracia). Se podría decir que Beethoven representa —aun con algunos residuos del mecenazgo absolutista— el primer ejemplo de compositor tal y como lo entendemos desde entonces, es decir, dedicado a su labor creativa (e interpretativa en muchos casos), apoyado eventualmente por la nobleza o la realeza, pero también respondiendo a las demandas de la nueva burguesía y del mundo editorial, que ha tenido en el siglo XIX su época dorada. Por otra parte, en estrecha relación con lo anterior, ya no se espera del compositor que escriba una cantata Portada de la Missa Solemnis y página autográfa de esta obra del arte por el arte. Gran parte de la música, por tanto, deja de ser funcional, ligada a un fin concreto, para convertirse en la imagen sonora del artista como individuo, lo que explica en gran medida la enorme variedad de estéticas que conviven durante el siglo XIX, a diferencia de los mucho más unificados estilos anteriores, y también explica la libertad con la que algunos compositores buscan novedades en el lenguaje que antes estaban vedadas a causa precisamente de su funcionalidad social. Es Beethoven el primer compositor en el que se distinguen con gran nitidez tres “épocas” bien diferenciadas en su estilo, en una evolución meteórica que lleva desde un clasicismo normativo hasta la casi desintegración de D O S I E R BEETHOVEN Op. 127 en mi bemol mayor Op. 132 en la menor Op. 130 en si bemol mayor (incluida la Gran fuga) Op. 131 en do sostenido menor Op. 135 en fa mayor demostrar la unidad en la construcción temática que subyace a los cinco cuartetos, y esto nos lleva al primer rasgo que desarrolló Beethoven no ya en sus obras tardías, sino desde sus mismos comienzos: la construcción consciente del material temático a partir de unos pocos motivos, es decir, la unidad motívica o temática que permite derivar unos temas de otros en el seno de un movimiento o incluso de una obra completa. Esto es ya visible en obras tempranas como la Sonata en fa menor op. 2, nº 1, en la Sonata op. 13 “Patética” o en la Sonata op. 57 “Appassionata”, pero adquiere aquí una profundidad y una complejidad mucho mayores, porque según Cooke es posible derivar todos los materiales temáticos de los cinco cuartetos de dos únicos temas, divisibles en motivos, por medio de procedimientos de inversión, retrogradación, interversión (cambio de orden interno), etc. Derivaciones románticas Las consecuencias de esta unidad motívica sí fueron patentes ya entre los románticos más cercanos (Berlioz: Sinfonía fantástica, Schumann: Carnaval op. 9, Chopin: Baladas) y tuvieron su expresión más compleja en la transformación temática característica de muchas obras de Liszt (Vallée d’Obermann, Les Préludes), Bruckner (Sinfonía nº 5), Wagner (técnica del Leitmotiv) y Mahler. Abriendo el siglo XX, Debussy se puede apuntar el mérito de integrar este tipo de trabajo temático tan “germánico” con las sutilezas del impresionismo francés, y en una joya constructiva como el preludio La catedral sumergida es posible ver que todos los Deutsche Staatsbibliothek, Berlín muchas de las categorías asumidas como intocables, abriendo un camino que, en mi opinión, no fue apenas continuado por sus inmediatos seguidores, a pesar de la admiración que todos sentían por él, sino por autores nacidos un siglo después, en cuya música tuvo sus consecuencias más palpables. Es la perspectiva histórica la que nos permite ahora entender que la razón de este salto enorme en el tiempo se debe, en gran medida, a que las audacias de Beethoven en todos los terrenos pudieron ser admiradas en los años posteriores a su muerte, pero no todas asimiladas en su momento, por lo que sólo pasados muchos años fue posible extraer todo el caudal de posibilidades que ofrecía el manantial beethoveniano, especialmente en sus últimas obras. Dicho con un ejemplo: el salto entre muchos pasajes de los últimos cuartetos de Beethoven y los de Bartók, Shostakovich o Janácek es a veces tan pequeño que tenemos que recordar que hay una separación de casi cien años entre ellos para no perder la perspectiva, lo que además convierte a la mayoría de los cuartetos románticos en un simple paréntesis en el que la evolución del lenguaje queda en suspenso o se ralentiza notablemente. Se podría deducir de lo dicho que la complejidad técnica y constructiva de los últimos cuartetos o de las Variaciones Diabelli, por citar dos ejemplos, es altísima, y, sin embargo, hasta en eso Beethoven nos sorprende y contradice nuestras expectativas. Como recuerda Jacobson, “su estilo tardío es al mismo tiempo de una complejidad sin precedentes y de una sencillez también sin precedentes, y es precisamente esto lo que lo hace tan gratificante”2. Tendremos ocasión de comprobar todo esto en el siguiente recorrido por diversos aspectos de las últimas obras de Beethoven y en su proyección más allá de su tiempo e incluso de su siglo, lo que justifica el título de este estudio, que intenta demostrar precisamente la vigencia de los logros beethovenianos en el siglo XIX y especialmente en la música del siglo XX. Por cuestiones evidentes de espacio, me voy a concentrar en tres grupos de obras: los últimos cuartetos de cuerda, las últimas sonatas y las Variaciones Diabelli y las dos grandes obras sinfónico-corales (Sinfonía nº 9 y Missa solemnis). Por igual motivo no es mi propósito ofrecer aquí un análisis ni siquiera superficial de semejante conjunto de obras, sino más bien destacar aquellos rasgos constructivos que han tenido más repercusión en la música posterior. Sólo es necesario recordar, porque afecta a nuestras conclusiones, que los cuartetos a los que nos referimos (del Op. 127 al Op. 135) no fueron compuestos en el orden que refleja el catálogo, sino en el siguiente: Página del Cuarteto op.135. Comienzo del final: "Der Schwer Gefasste Entschluss" (La difícil decisión) En un artículo sobre el tema, Deryck Cooke3 hace esta observación para demostrar que este conjunto tan singular de obras tiene globalmente una forma de arco (siguiendo su cronología verdadera), donde los extremos (Opp. 127 y 135) son obras de extensión normal y carácter parecido, los dos siguientes (Opp. 132 y 131) son más extensos y esencialmente trágicos, mientras que el central (Op. 130) es el de mayor extensión de todos con seis movimientos y un carácter difícil de definir. La intención de Cooke en este artículo es temas nacen a partir de dos únicos motivos prácticamente iguales (re-mi-si y do-re-sol). Quizá los más aplicados herederos en el siglo XX —no sólo en este aspecto, como veremos— han sido los componentes de la Escuela de Viena. Schoenberg estuvo a punto de modificar su Sinfonía de cámara op. 9 por no encontrar en ella la unidad temática necesaria, hasta que se dio cuenta de que —intuitivamente— había derivado el tema A2 del tema A1 mediante una compleja operación de inversión; Berg fue calificado por T. W. Adorno como “el maestro de la transición ínfima”, dando a entender el espléndido control temático que le permitía ir de una sección a la siguiente mediante sutiles transformacio- 119 D O S I E R 120 nes del material; y en la construcción de las 5 Stücke op. 5 de Webern, por ejemplo, subyace una derivación muy rígida a partir de unos pocos y breves motivos. En un autor como Bartók esta preocupación por la identidad motívica es la base para entender su construcción interválica, basada en gran medida en intervalos que tienen un número de semitonos que pertenece a la serie de Fibonacci (1, 2, 3, 5, 8, 13, etc., es decir, 2ª menor, 2ª mayor, 3ª menor, 4ª justa, 6ª menor, 9ª menor, etc.). Otros muchos compositores han integrado en sus obras las técnicas de la unidad motívica y de la derivación temática, desde Rachmaninov (que deriva la variación más romántica de su Rapsodia sobre un tema de Paganini de la inversión del famoso tema) hasta Messiaen (que también privilegia determinados intervalos y cuyos modos implican necesariamente relaciones interválicas muy determinadas). En estrecho parentesco con este rasgo está el uso de la técnica de la variación, algo consustancial a toda la producción beethoveniana, hasta el punto de que a veces no es fácil dibujar las fronteras entre uno y otro principio. Sobre este particular William Kinderman opina: “El principio de la variación subyace en lo más esencial de su pensamiento como compositor. La reinterpretación motívica, las recapitulaciones alteradas, o las citas musicales de un movimiento dentro de otro distinto, son situaciones en las que se dan procesos musicales emparentados con la variación” 4. No tenemos espacio para entrar aquí en polémicas sobre la diferencia entre variación en el sentido estricto y elaboración motívico-temática, procesos que pueden tener algo en común pero también ser muy diferentes en su mecánica y sus funciones. Sea como sea, lo cierto es que Beethoven utiliza esta técnica tanto en las obras con ese nombre (Variaciones sobre un tema de…) como integrada dentro de formas generalmente de tipo sonata. Ejemplos sublimes de esto último son los movimientos finales de las Sonatas opp. 109 y 111, los movimientos lentos de los cuartetos Opp. 127, 131, 132 y 135, y como colofón, aparte de las Variaciones Diabelli op. 120, el final de la Sinfonía nº 9 op. 125, una fusión de la técnica de la variación, los procedimientos de la fuga y la forma sonata. Es quizá esta integración de procesos la que más se ha desarrollado en la música posterior: el término alemán Entwicklende Variation (variación en desarrollo, variación progresiva) viene a expresar una técnica que consiste en engendrar segmento a segmento el material temático en forma de variación “local”, es decir, cada segmento procede de alguno anterior, lo que crea una cadena de relaciones que el oyente puede seguir sin mucha dificultad. Ejemplos muy claros de esto son el segundo tema del IV movimiento de la Sinfonía nº 1 op. 68 de Brahms, o el comienzo de la Sinfonía nº 9 de Mahler. El proceso de variación se va a convertir paulatinamente en la base de la construcción temática, sobre todo en esa línea estética que lleva de Wagner a Mahler y de éste a la Escuela de Viena, donde la variación se hace tan permanente que hace saltar por los aires la continuidad del discurso, en una permanente fragmentación que tiende hacia lo siempre cambiante, restrin- Bildarchiv Preussischer Kulturbesitz BEETHOVEN Portada y página de la Novena Sinfonía de Beethoven dedicada al rey Federico Guillermo III de Prusia. giendo mucho la repetición o retomando los materiales variados a su vez, todo ello causa o consecuencia lógica de la renuncia a la tonalidad. Ecos motívicos Otro aspecto de la misma cuestión, ahora en relación con la forma, es el de las citas de material temático de un movimiento dentro de otro, otra personal aportación de Beethoven que se puede ver en obras de diferentes períodos, pero que tiene su culminación, sin duda, en el IV movimiento de la Sinfonía nº 9, con el recuerdo de los temas anteriores al comienzo del mismo a modo de pórtico del himno de Schiller. También habría que recordar en este sentido un aspecto de la arquitectura formal que consiste en la repetición de fragmentos de movimientos o de movimientos enteros a cierta distancia, como sucede en la Sonata op. 110 en la bemol mayor, cuyo movimiento lento se encadena con una fuga, interrumpida por otra vuelta del Lento, que vuelve a encadenarse a su vez con otra fuga, esta vez con el tema por inversión. La idea de que algún motivo o tema sea común a más de un movimiento en formas de tipo sonata tuvo ya un seguidor en el Berlioz de la Sinfonía fantástica, en el Schumann de la Sinfonía nº 4 o en el Bruckner de la Sinfonía nº 5, en la que se mezclan la construcción temática basada en varios motivos comunes a todos los temas y las citas de los tres movimientos previos en el movimiento final. Es, sin embargo, la Sonata en si menor de Liszt la obra en la que ambas novedades se suman, superando por una parte la división en movimientos de la forma sonata en favor de una entidad estructural única que funde tres movimientos (rápido-lento-rápido) haciendo alternar sin interrupción las dos partes en las que divide el I movimiento con el II (Lento) y el III (Finale). El esquema se puede resumir de la siguiente forma: D O S I E R BEETHOVEN 122 más habituales (entre cinco-siete minutos), a los que ya se pueden considerar largos (entre ocho-diez minutos) para terminar con los gigantescos movimientos lentos con variaciones del Op. 132 (quince) y del Op. 131 (catorce) o con la Gran fuga (casi dieciséis). Todo esto introduce un nuevo equilibrio entre movimientos que se concreta en los tres casos en duraciones que oscilan entre uno o dos minutos y los catorce-quince minutos, algo nunca visto antes. Esta expansión y renovación formal va acompañada, además, de un planteamiento tonal que también se sale de los habituales tonos cercanos para explotar relaciones tonales cada vez más lejanas e infrecuentes, un tema que está por completo fuera del alcance de estas páginas pero que también tuvo su continuación en contextos similares del siglo XIX y XX. Salvo el caso de la Sonata nº 2 de Chopin, cuyo IV movimiento apenas llega a los dos minutos, y algún otro ejemplo aislado, no será en las formas de sonata o sinfónicas de Brahms o en las sinfonías de Bruckner donde se tengan en cuenta las sugerencias beethovenianas (más allá de la expansión temporal bruckneriana), sino en las sinfonías de Mahler, cuya monumental arquitectura muestra claramente la herencia recibida: desde obras en dos movimientos (¡pero de veintidós y cincuenta y dos minutos de duración!), pasando por cuatro, cinco y seis movimientos, con duraciones también muy variables, que van desde los cuatro minutos pasando por los más habituales ocho-quin- Por otra parte, los cinco grandes temas de la sonata están presentes en todo momento, y hay varias simetrías temáticas locales e incluso globales (es fácil escuchar la escala descendente que abre la obra al final de la misma, y los dos temas que siguen a la escala son los mismos que anteceden, en orden inverso, a la escala final). Esta omnipresencia del material temático a lo largo de toda la obra ha sido denominada “forma cíclica” —con o sin la eventual integración de los movimientos en uno sólo— y ha tenido continuadores ilustres como Franck (Sonata para violín y piano), Mahler (Sinfonía nº 4), Schreker (Sinfonía de cámara), Bartók (Cuarteto nº 3) y en especial en la Sinfonía de cámara op. 9 de Schoenberg, cuyo esquema interno deriva de Liszt, pero cuyo lenguaje incorpora ya las armonías por cuartas y las escalas de tonos enteros. La arquitectura macroformal, es decir, la relación interna y el equilibrio temporal y emocional de los movimientos entre sí, es uno de los logros indiscutibles de Beethoven, quien consiguió romper en pedazos todos los moldes previos y proponer una expansión y una renovación como nadie había intentado antes en la historia de la música. Si la primera evidencia es el progresivo aumento de las proporciones en obras como la Sinfonía nº 3 o las primeras sonatas (que ya empiezan a rondar la media hora), culminando en los cincuenta minutos de la Sonata op. 106 “Hammerklavier” o los casi setenta minutos de la Sinfonía nº 9, quizá lo más importante es la novedad que plantea en la distribución interna y en el número de los movimientos, especialmente en las sonatas y en los cuartetos finales. Ejemplos como la Sonata en la bemol mayor op. 26 o las Sonatas op. 27, nº 1 en mi bemol mayor y nº 2 en do sostenido menor (“Mondschein”), que empieza en todos los casos con un movimiento lento, son la avanzadilla de lo que sucederá en obras en sólo dos movimientos como las breves Sonatas op. 54 y op. 78, o en la Sonata en mi mayor op. 109 (que empieza con dos movimientos rápidos y termina con un lento con variaciones), en la ya citada Sonata en la bemol mayor op. 110 y especialmente en la que cierra el ciclo, la Sonata en do menor op. 111, en dos movi- Página de la Hammerklaviersonate op. 106 mientos, un Maestoso-Allegro de unos diez minutos y una monumental Arietta con variaciones que dura veinte minutos. Esta obra ya despertó ce minutos, pero llegando varias veces hasta los diecioconsiderable sorpresa en su tiempo, y tanto el editor como cho-treinta minutos, lo que además conlleva duraciones algún amigo, que echaron en falta un tercer movimiento, globales que, salvo en las Sinfonías nº 1 y nº 4, exceden fueron respondidos por Beethoven con cierto desdén, alesiempre la hora de duración, llegando a la hora y media gando falta de tiempo y justificando por ello la enorme lonen el caso de la Sinfonía nº 3. También Mahler es un apligitud del II movimiento. Por supuesto, el genio de Bonn cado discípulo a la hora de ubicar sus movimientos en las sabía lo que hacía, y por ello Thomas Mann hace decir a un tonalidades más insospechadas y peregrinas, a lo que aquí personaje de su novela Doktor Faustus que este movimiense añade una novedad, y es la falta de coincidencia tonal to es un “final sin retorno”, también en el sentido de despeen algunos casos entre los movimientos inicial y final (Sindida de la sonata como forma artística5. fonías nºs 2, 4, 5, 7 y 9). Sin embargo, este camino de hipertrofia formal tardorromántica estaba llamado a extinLos tres cuartetos centrales (Opp. 132, 130 y 131) tamguirse precisamente con Mahler, y de ahí en adelante la bién muestran una construcción interna que supera los cuasinfonía volvió —en líneas generales— a proporciones tro movimientos (en concreto son cinco, seis y siete, respecmás razonables (la gran excepción sería la Sinfonía tivamente), pero además aquí encontramos una enorme “Turangalîla” de Messiaen, con diez movimientos y una diferencia de duración entre algunos de ellos: hay casos que hora y media de duración). La renovación abierta por no alcanzan o que rondan sólo el minuto, otro grupo que Beethoven se concretó, entonces, en la alternancia y equironda los dos minutos y otro los tres minutos, pasando a los Deutsche Staatsbibliothek, Berlín I mov.: Introducción, Exposición, Desarrollo (1ª parte) II mov.: Lento I mov.: Desarrollo (2ª parte), Recapitulación III mov.: Finale y Coda D O S I E R BEETHOVEN librio variable entre los movimientos, aunque esto ocurrió tanto dentro de una tonalidad avanzada como con estilos que incorporaron las novedades estéticas del siglo XX (expresionismo, neomodalismo, neoclasicismo, dodecafonismo, etc.), y ahí están las sinfonías de Shostakovich, Prokofiev, Honegger, Stravinski o el mismo Webern para demostrarlo. Para cerrar el mundo sinfónico, no podemos dejar de recordar otra aportación beethoveniana, la incorporación de la voz en su última sinfonía, que tuvo su continuación en las dos sinfonías de Liszt, en varias de Mahler y, ya en el siglo XX, en la Sinfonía nº 1 de K. A. Hartmann, en algunas sinfonías de Shostakovich, Stravinski o Bernstein, así como en la contrapartida camerística de este novedoso ensamblaje que es el Cuarteto nº 2 de Schoenberg. Hay muchos otros aspectos de la última producción de Beethoven que se podrían estudiar, pero en su mayoría son ya asuntos más propios de revistas especializadas que de una publicación como ésta, por lo que sólo recordaré telegráficamente los más notables. Para empezar está la discontinuidad del discurso y la consiguiente fragmentación temática y motívica, presentes en toda su creación pero especialmente acusada en sus últimas obras, sobre todo cuartetos y sonatas, una de las técnicas que más claramente conectan con el expresionismo de la Escuela de Viena o con los cuartetos de Bartók, por no decir con la música serial y postserial. Los acentuación de las partes débiles durante extensos pasajes, que produce una inestabilidad auditiva notable, o el desplazamiento rítmico entre líneas semejantes en las diversas partes de la polifonía, evitando su habitual coincidencia, y produciendo un aparente “canon a distancia mínima”, algo que fue utilizado por Bartók, Stravinski o Webern y que no está muy lejos de las obras “desfasadas” de Steve Reich. Armónicamente, Beethoven exploró terrenos que nadie (salvo alguna excepción de J. S. Bach) había osado pisar, pero siempre con una derivación funcional y un planteamiento tonal que siguen una lógica aplastante. Si en vez de emplear, por ejemplo, la tonalidad de la dominante (sol mayor) para el segundo grupo de una sonata en do mayor (como la Waldstein) emplea mi mayor, es porque lo deriva de sol mayor como relativo y luego le cambia el modo. Son evidentes las consecuencias que la ampliación armónica beethoveniana tuvo ya en Schubert, Chopin, Liszt, Wagner o Bruckner, y especialmente en Schoenberg y sus discípulos, quienes extremaron la tensión con la tonalidad hasta el punto de disolverla y superarla. Por último, podríamos recordar esos pasajes supraterrenales que se encuentran en algunas de sus últimas obras (dentro de la fuga que abre el Cuarteto op. 131, en los movimientos lentos de los cinco últimos cuartetos, de sus últimas sonatas, de las Variaciones Diabelli o de la Missa solemnis, en los que parece que la textura está casi vacía, o que el tiempo ha sido suspendido. ¿No es fácil ver en ellos la premonición de lo que sucede en el IV movimiento de la Sinfonía nº 9 de Mahler, tras el pasaje inicial de las cuerdas, o en algunos movimientos lentos de Webern, de Messiaen, o incluso en la música atemporal de Morton Feldman? Enrique Igoa 1 Bernard Jacobson, Beethoven: The String Quartets. CD The Complete String Quartets. EMI Classics. 2 Ibíd. 3 3 Deryck Cooke, “La unidad de los últimos cuartetos de Beethoven”. Quodlibet, nº 12, 1998. 4 William Kinderman, “Beethoven y la variación: el reto de Prometeo”. Quodlibet nº 12, 1998. 5 Citado en Kinderman, ibíd. 123 D O S I E R BEETHOVEN RETRATOS SOBREIMPRESOS I nvocando a una tradición que se ha vuelto estereotipo, ciertos visajes, ciertas costumbres —el pathos heroico, la airada genialidad— se han prendido del modelo beethoveniano, a tal extremo que uno se pregunta si cabe facilitar sucedáneos de dicha composición. Ya veremos los argumentos favorables a esta tesis, pero permítanme que centre el asunto con un convencimiento personal. Somos bastantes, creo, los que nos imaginamos al compositor con la voz de Harry Baur —Un gran amor de Beethoven, 1936— y aquel ceño perenne que inmortalizó el pincel de Stieler. Lo que inmortaliza esa doble estampa no suele pasar inadvertido a la historiografía del arte. Al cabo, hay que decidir en qué tradición se inspira esta o aquella obra y de qué manera tuvo lugar su difusión. No es ésta una cuestión baladí, pues los artistas suelen aproximarse a Beethoven con afanes de grabador antiguo. Esto es, respetando un modelo perdurable, cada uno a su manera, que es la manera de todos. El triunfo de la guardarropía 124 ¿Acaso la reiteración no puede convivir con la belleza? Así parece haberlo creído Abel Gance a la hora de dirigir a Baur en el largometraje citado. Su Beethoven es marmóreo, como esa efigie diseñada por Hugo Reinhold Höppener, “Fidus”, en torno a 1911. Se sabe que este último quería dedicar un templo al compositor. Por eso ideó al artista como un solitario titán de basalto. Algo similar consigue Gance, cuya cinta nos presenta al creador con una sobrecarga simbólica. “La música me condena a la vida” dice Ludwig/Baur, majestuoso y trágico, mientras se mide con las expectativas del público. Ya conocen el melodrama al que alude el título: cuando queda en la estacada su amor por Giulietta Guicciardi (Jany Holt), Beethoven dirige su fervor hacia Theresa von Brunswick (Annie Ducaux). Parece difícil, pero Giulietta no tarda en arrepentirse. La tragedia sentimental se advierte, y desde bastante lejos. ¿Cómo se consumó realmente esa pasión en dos tiempos? Gance desdeña los documentos y opta por la novelería. Adornado por un genio muy inferior, el británico Bernard Rose quiere hacer lo mismo —recuerden su Amor inmortal de 1994—, pero no logra escapar de la rutina. ¿Qué se quiebra en la propuesta de Rose? El guión, o mejor Notro Films Es uno de los signos incontestables de la gloria: cuadros, estatuas y aun películas que, igual que los divertimentos escolares, sirven de memorial y cimentan nuestra fantasía a costa de los silencios del pasado. De todas las posibles maneras de homenajear a una figura eminente, tal vez no haya ninguna tan rica en significados. Se diría que, al cabo de los años, es el retrato lo que va definiendo al personaje, de la misma forma que el cine lo moldea con los gestos y las emociones de otro. Aquí viene a cuento recordar lo mucho que nuestra imagen de Beethoven —la carnal y anímica, no la creativa— debe a las artes plásticas y a la literatura. Precisamente por eso son legítimas todas las máscaras del compositor: las obtenidas del natural y las que responden al estatuto variable de la creatividad. Ed Harris interpreta a Beethoven en Copying Beethoven (2005) dicho, su andamiaje. En el rostro de este moderno Beethoven (Gary Oldman) se pintan la locura y el vértigo afectivo, cifrado en la musa Guicciardi (Valeria Golino). Quien provee los momentos de inteligencia y añade astillas al mismo fuego es la condesa Anna Marie Erdödy (Isabella Rossellini, que parece salida de un cuadro de Sargent). Ni que decir tiene que esta última amistad fracasó como otros floreos amorosos que el músico dedicó a Antonie Brentano, Teresa Malfatti, Amalie Sebald… En todo caso, el increíble modo en que Anton Schindler (Jeroen Krabbé) descubre los enigmas de la Carta a la amada inmortal y de la obsesión de Beethoven por la custodia de su sobrino Karl, permite a Rose explicar las limitaciones de su personaje en el terreno social y familiar. La imagen, por lo demás, resulta atractiva —el diseño artístico es casi tan bueno como la selección musical, supervisada y dirigida por Georg Solti al frente de la Sinfónica de Londres—, pero flaquea el narrador, empeñado en emular, a su modo, ese rompecabezas que es Ciudadano Kane. Tampoco recuerdo buenas críticas de Oldman, quien compuso a un Beethoven entre fantasmón y acalambrado. De mayor entidad es la siguiente cinta del catálogo, Copying Beethoven (2005), en la que Agnieszka Holland cuenta la relación de nuestro músico (Ed Harris) con una ficticia copista, Anna Holtz (Diane Kruger). Los guionistas de la pieza, Christopher Wilkinson y Stephen Rivele, dicen haber examinado Amor inmortal para no reiterar su fórmula, y por ello se concentran en el periodo final de la biografía del músico, cuando éste compone la Missa solemnis, la Novena y sus últimos cuartetos de cuerda. Las declaraciones de Holland durante su gira promocional justifican esa alternativa. “Durante su última etapa —nos dice—, Beethoven se adentró en tales profundidades que su salud se resintió. En todo caso, de los momentos más agónicos de su vida surgió la música más compleja y bella. Beethoven es uno de esos personajes extraordinarios de los que todo lo que se haya podido oír es cierto. O al menos, la mayoría”. Falta por hacer un inventario de los estudios manejados D O S I E R BEETHOVEN por Wilkinson y Rivele. Guiados por el asesor musical de la cinta, Piotr Kaminski, los libretistas subrayaron páginas de Harold C. Shoenberg, Joseph Kerman, Alan Tyson, Peter Clive, Peter J. Davies, Charles Rosen y Maynard Solomon. Pero eso me importa ahora menos que otro minucioso proceso de documentación, el que convirtió los Mal Film Studios de Budapest en una sucesión de tableaux vivants. Que la directora artística Caroline Amies figura entre las mejores de su gremio es cosa indudable. Por eso la contrató Agnieszka Holland, quien incorporó al equipo a otra colaboradora ilustre, la diseñadora de vestuario Jany Temime. Desde su hotel vienés, Amies se dedicó a enviar por fax numerosa documentación a Holland y a sus ayudantes. La minuciosidad era indispensable. Dar forma a lo que fue el pasado beethoveniano tenía sus riesgos — siempre conviene evitar la ropavejería teatral— y también sus exigencias. Por ejemplo, interpretar de forma colorida los mismos escenarios descritos por los pintores de la época. pues lleva emparejados todos los símbolos y connotaciones que otros artistas, de menor fuste que Stieler, imitaron sin sonrojo. Al decir esto último, pienso en el gran número de grabados y litografías que contribuyeron a difundir esta silueta canónica. (De hecho, incluso un monumento moderno como el Bethon inaugurado por Klaus Kammerichs en 1986 recuerda a los viandantes de Bonn el diseño de Stieler). ¿Fue casual esta insistencia o, como suele decirse, llovía sobre mojado? Como ahora veremos, el cliché romántico de Beethoven paseando por el bosque o los páramos tiene doble motivo. Por un lado, simboliza la formidable acogida de la Sexta Sinfonía, y por otro, sirve de metonimia psicológica: desesperado por la sordera, el maestro halla en la soledad del camino una razón de ser para su creatividad. Con lo cual, esa imagen campestre viene a ser la manera más sumaria de representar al genio en acción. Páginas de homenaje Es comprensible que, a diferencia de otros compositores, el músico fuera retrataIntimidad del retratista do raramente en actitud relajada. Disponemos en este Sobre la mesa de Holland, sentido de grabados como el fueron desplegándose modeque se estampó a partir de la los para la máscara filatélica obra de Albert Gräfle, La de Ed Harris. Estampas, intimidad de Beethoven, sellos, grabados que hoy pero hay pocos artistas del constituyen sugerencias XIX que siguieran su ejeminsoslayables. plo. Todo lo más, descubriUna vez descartado el mos humoradas como Beetretrato que firmó en 1823 el hoven y Goethe (1812), de austriaco Ferdinand Georg Carl Rohling, donde el priWaldmüller, el equipo selecmero pasea ensimismado cionó las imágenes del commientras el escritor se inclina positor debidas a Albert Gräante la Emperatriz y el Gran fle, Julius Schrader y Julius Beethoven , óleo de W. J. Mäler Duque. Schmid. Por su riqueza expreEn contraste, el cine y cierta literatura sí han curioseado siva, también analizaron el busto diseñado por Anton Dieen la cotidianidad del músico, aunque más de un biógrafo trich y la imagen de Beethoven al piano que debemos a Wilriguroso —hablamos de cronologías, la paráfrasis es lo de helm Fassbender. menos— pueda tomarse a mal ciertas libertades. Empeñada en exhumar rarezas, y sin ánimo de agotarLa realizadora de documentales Barbara Nichol es quien las, Holland acabó por volver al principio, obedeciendo a firma el libro Beethoven Lives Upstairs, una novelita juvenil un reflejo habitual en estos casos: el de remontarse a la eficon claro afán didáctico. En realidad, el texto reproduce el gie más popular de Beethoven, aquella debida al retratista argumento de la película homónima, dirigida por David Joseph Karl Stieler. Devine para la televisión canadiense. En la ficción cinematoComo se sabe, el óleo pintado por Stieler en 1820 es gráfica, el joven Christoph (Illya Woloshyn), residente en la uno de los perfiles convencionales de Beethoven. Su freViena de 1822, escribe cartas a su tío Kurt (Albert Schultz), y cuente uso en manuales y artículos de prensa lo convierte en ellas le cuenta que su madre, viuda reciente, ha admitido en un cromo usual de la iconografía moderna. ¿Y dónde por huésped a un músico sordo y malhumorado. Beethoven estriba su virtud? Casi podríamos decir que el retratado nos (Neil Munro) se presenta al público infantil como un tipo interpela como una presencia viva. Después de todo, en hosco, de aspecto nada glorioso, a quien Christoph llega a medio de una romántica floresta, Beethoven sostiene su admirar sin reservas. pluma y, ahí es nada, la partitura del Credo de la Missa Como en todas las obras de esta naturaleza, hay en el solemnis. libro de Nichol algo postizo, tal vez el equilibrio entre la La ejecución de la obra, encargada por Franz y Antonie lección escolar y la visita al museo de cera. Bajo su nuevo Brentano, requirió que el músico posara a lo largo de cuapapel de ogro entrañable, el músico personifica un estereotro sesiones. Todo investigador del periodo comprende la tipo de lo más fotogénico. Claro está que, en el campo liteimportancia de este gesto y de la pieza resultante, en la que rario, hay mejores opciones que escoger. conviven los dos motivos que caracterizaron a otras repreLuigi Magnani, un erudito admirado por melómanos y sentaciones del creador: su proximidad a la naturaleza y su proustianos, es el autor de Il nipote di Beethoven (1972), entrega a la escritura musical. Con toda su engañosa simplinovela que aborda algunos pasajes de la vida del composicidad, este retrato se nos ofrece con un interés múltiple, 125 D O S I E R Ullstein Bilderdienst BEETHOVEN Beethoven y Ghoete ,Carl Rohling 126 tor ya tratados por el sabio italiano en una vieja serie de la RAI y en monografías de referencia. La obra, no demasiado difundida, cayó en gracia al antipático Paul Morrissey, quien la adaptó al cine en 1985, bajo el título Beethoven’s Nephew. Tanto en el texto literario como en su morbosa versión audiovisual, el verdadero protagonista era el sobrino de Beethoven, Karl, para quien —la verdad sea dicha— el apellido familiar fue una triste suerte. En el guión de Morrissey y Mathieu Carrière hay algo de baile funerario, como si cada episodio fuese una permutación de la fatalidad. La pesada lectura lleva a echar de menos películas de guardarropía, al estilo de Eroica (1949), aquel filme austriaco que dirigió Walter Kolm-Veltée con Ewald Balser en el papel de Beethoven, Marianne Schönauer como la Von Brunswick y Judith Holzmeister encarnando a Guicciardi. De hecho, no creo que esa cinta desagradara al propio Luigi Magnani, pues fue Hans Knappertsbusch quien vigiló la entidad musical del relato. Indiscutiblemente, citar ese largometraje supone introducir el kitsch en nuestro recorrido. No es mala oportunidad para citar de pasada varias obras literarias dedicadas al consumo popular. De los autores de este apartado, y desde luego nadie puede dudar que Magnani se aparta de ellos, todos sabemos que su meta es el pastiche, y que la inclusión de Beethoven no mejora la solvencia de sus entregas. Así, la indiferencia llega a dominar la reseña de títulos recientes, como The Last Master, la trilogía biográfica del periodista John Suchet, o Violín, terrorífica novela, por género y resultado, de la prolífica Anne Rice. A la vista de todo ello, conviene volver la vista al pasado. Sin ir más lejos, en el apartado evocatorio, disponemos de la novela de Wagner publicada bajo el título Una visita a Beethoven. De igual manera, existen epistolarios y conversaciones transcritas que nos devuelven al Beethoven auténtico —Anton Felix Schindler y sus falsificaciones obligan a usar la cursiva—, y nos sirven de firme andamio frente a esa máscara que negocian los modernos folletinistas. Si se viera uno en el trance de buscar antecedentes a Suchet, no tendría reparo en citar a Alfred Amenda, autor de un novelón, Appassionata, que hizo del compositor un personaje de melodrama a mediados del siglo pasado. Que nadie lo dude: es mucho más provechoso el empleo de la música beethoveniana en La naranja mecánica, de Anthony Burgess. Gracias a la difusión de la obra, y también a su adaptación cinematográfica por parte de Stanley Kubrick, una audiencia muy amplia ya conoce el efecto que la Novena tiene sobre el protagonista, Alex, en especial después de verse sometido al tratamiento Ludovico de exposición a la violencia. Hasta donde recuerdo, Doktor Faustus, de Thomas Mann, encabeza el inventario de las novelas que recurren tangencialmente a la música beethoveniana. Ya conocen su trastienda: Adorno asesoró a Mann durante el proceso de escritura, y llegó a enviarle su artículo El estilo de madurez en Beethoven (1937). Iluminando un camino que el novelista empezaba a conocer bien, las teorías del filósofo sobrevuelan, desde el capítulo VIII, las conferencias que Wendell Kretzschmar dedica al compositor en la Sociedad de Actividades para el Bien Común. Dejando en un elocuente aparte la obra de Mann, no insistiré en ese flanco, que conduce a propuestas insólitas y sugerentes como la que plantea Vernon A. Chamberlin en Galdós and Beethoven: “Fortunata y Jacinta” a symphonic novel (1977) ¿La estructura de la Heroica, equiparable a la de esta novela de Galdós? ¿Adquiere La desheredada carácter de sonata? Ya se lo pueden imaginar: en el redondel de esas dudas es donde los formalistas realizan sus faenas. Pinceladas académicas Vuelvo a Copying Beethoven, aunque las referencias de Agnieszka Holland y de Caroline Amies más o menos las intuimos, y ya se han citado. El caso es que los espectadores pueden ver en esta cinta lo que sin duda es: una revisión de motivos. Ello me permite mencionar otro de los apuntes tomados por Amies en Viena, alusivo esta vez a Klimt y a su Friso de Beethoven. En este punto, observo a la diseñadora como una turista culta, primorosa en una labor de acopio que sólo parcialmente se revela en la película. Desde luego, Klimt queda al margen de ese rodaje, pero no conviene olvidarlo en estas líneas. La obra en cuestión fue ideada para la XIV Exposición de la Secession vienesa (1902). Entre los actos más recordados de aquella muestra, suele citarse la interpretación de un arreglo de la Novena bajo la batuta de Gustav Mahler. Presidiendo la ceremonia, atraía las miradas una estatua de Beethoven esculpida por Max Klinger. Pese a hallarse frente a una obra magistral, una parte del auditorio no terminó de comprender el juego simbolista y refinado del Friso. ¿Acaso por su carnalidad manifiesta? Quién sabe. Desde luego, ninguno de los que ignoraron la obra atendieron a Klimt cuando éste explicó dos sugestiones personales: la interpretación de la Novena por parte de Wagner en 1846 y la letra del Himno a la alegría de Schiller, que Beethoven empleó en el coro final de dicha sinfonía. Llevan razón quienes recuerdan que la obra de Klimt, y aquella exposición en su conjunto, se vuelven interesantes como templo. Ese rasgo de santuario es el que asimismo adquieren lugares como la casa natal de Beethoven, muy destacada dentro de la oferta museística de Bonn, y la Pasqualati-Haus, residencia del músico en Viena, propiedad de su mecenas, Johann Baptist Freiherr von Pasqualati. En este último dominio, por cierto, se exhibe uno de los retratos más populares del compositor, aquel que firmó Willibrord Joseph Mähler en 1815, y del cual hay varias copias (el original pertenece a los fondos de la Gesellschaft der Musikfreunde). Mähler es autor de otro retrato anterior, sobre el que hablaré más adelante. Por supuesto, la galería de retratos no se limita a éste de Mähler o a las emulaciones del pintado por Stieler. Sería interesante profundizar en la significación de algu- D O S I E R BEETHOVEN tórico se aísla en lugares de retinos de ellos, pero permítanme ro, evocadores de la psicología que, en lugar de glosarlos, les del paisaje romántico. Y el cineenumere un puñado de ejemplos matográfico sigue sujeto a las antes de continuar avanzando. ¿Y leyes del film d’art: teatral y disqué mejor ejemplo que el retrato tinguido pero escaso de enjunfirmado por August Ludwig Stein? dia. Entre las excepciones, no Expuesto en vida del compositor, hay mucho que buscar. Por llepertenece a la misma categoría nar este hueco, sólo recordaré que los debidos a Isidor Neugass caricaturas modernas, como Soli(1806), Johann Christoph Heckel tude héroïque, del grabador (1815), Ferdinand Schimon (1818) Claude Weisbuch. y Ferdinand Georg Waldmüller ¿Cuál de todos esos perfiles es (1823). Dentro del gusto de la el más ajustado? La pregunta época, ninguno de ellos va más carece de respuesta, y en todo allá de un aseado academicismo. caso, se colorea bajo una lente Obras de corte similar, como seductora. Tal vez debido a ello, Beethoven el creador (1899), de la idealización suplanta cada vez Rudolph Eichstädt, también se más al modelo. Sin embargo, y revelan como expresión de un esto conviene no olvidarlo, romanticismo tardío, difundido conocemos los auténticos rasgos en grabado y litografía a partir de del personaje. los diseños de Franz Seraph La fortuna de Franz Klein Hanfstaengl. estriba precisamente en eso: en Luces indirectas y cierta varieel afianzamiento del rostro de dad de humor modifican la densiBeethoven por medio de una dad de esa imagen canónica. Gramáscara de yeso (1812), que sircias a Schimon, cantante y además vió luego como soporte de inspipintor, hallamos en Beethoven una Monumento a Beethoven en Bonn, obra del escultor ración de diversas esculturas y inteligencia airada. Louis Letronne Ernst Hähneln retratos. Recurriendo a ese molenmarca a su retratado en la de, el propio Klein esculpió un busto, a partir del cual se maniera de sus maestros, David y Monsiau. La de Letronne hicieron nuevas copias, con diferentes materiales y textuno es una obra importante, y de hecho, se sabe que el graras. (Desde luego, casi nada tiene que ver este vaciado del bador vienés Blasius Höfel mejoró los trazos del original. artista en su plenitud con la máscara mortuoria realizada Su empresa no logró superar el retrato de Neugass, en el por Josef Danhauser). que nuestro músico, aún joven, se muestra como un homHuelga decir que la escultura no cifra la realidad: la bre de ingenio, dotado de cierta ironía en la mirada. Con simboliza. Así queda de manifiesto en el gesto heroico que ligeras variaciones, se hicieron dos copias de la obra, una Anton Dietrich imprimió en los dos bustos que dedicó al para el príncipe Carl von Lichnowsky y otra para la familia compositor (1821 y 1867). Lo mismo vale para la estatua de Brunswick. Ambas lucen la cualidad mencionada. bronce que Ernst Julius Hähnel situó en la Münsterplatz de En la miniatura de Christian Horneman (1802), BeethoBonn en 1845. ven gana en elegancia. Sin ser un pintor de gran alcurnia, Años de homenaje y respeto eran aquellos. Más que de el talentoso Willibrord Joseph Mähler llegó más lejos en experimentación, ya que el modelo a imitar estaba claro. 1804. En el óleo de Mähler, el compositor sostiene una lira ¿Ejemplos? Los hay en abundancia. En 1863 un busto de y nos observa con la mano alzada, desde un jardín somAnton von Fernkorn fue colocado en el Beethovensruhe de brío, bajo una luz crepuscular, muy de la época romántica Heiligenstadt. En el parque del mismo distrito vienés, se germana. El peristilo griego del fondo refuerza la idea de alza una escultura de mármol realizada en 1910 por Fritz clasicismo con la que el retratista quiere vincular al músico. Hänlein a partir de un modelo de Robert Weigl. Los festejos La pieza es conocida, pero se haría bien en revisar cómo vieneses del centenario culminaron con la inauguración de este cuadro llegó a un público numeroso gracias a la litoun monumento en bronce, obra de Caspar Clemens von grafía de Josef Kriehuber. Zumbush, que corona la Beethovenplatz desde 1880. En Como ya vimos, también fue reproducido por los gra1904, Rudolph Leopold Siemering y su hijo, Wolfgang Siebadores el famoso cuadro de Stieler (1820), pese a que en mering, diseñaron el monumento neoclásico que se alza en algún caso la estampa traicionase el espíritu de la obra el Tiergarten berlinés, y en el que se conmemora a Beethooriginal. Tanto Stieler como Mähler incorporan esa naturaven, Haydn y Mozart. Y cómo no citar ese exceso moderleza no domesticada como valor sintomático. Estos y otros nista que es la mencionada estatua de Max Klinger (1902), testimonios artísticos de la época —Johann Peter Lyser, saturada de ingredientes alegóricos. Franz Hegi, Fritz Schwörer— reiteran este tipo de compoHay más ejemplos, pero por ahora esto tendrá que bastar. sición, situando al músico en un paisaje bucólico e Como habrán advertido, la mirada de los escultores impregnado de esencias nacionales. Por su idea de lo conserva inmarcesible, sin ambigüedad, el mismo paradigsublime, estas obras han de ser leídas en consonancia con ma que reivindican pintores y cineastas. Podríamos razolo que en 1777 dejó escrito Salomon Gessner: “También nar, en abstracto, sobre este triunfo de la convención. Y no me perdería por regiones solitarias —decía el pintor y en balde. Recompensada por el recuerdo, la máscara de escritor suizo—, en el laberinto de los arbustos, en la oriBeethoven todavía perfecciona nuestra necesidad de signos lla seductora de un arroyo”. de identidad colectiva. De otra parte, como imagen piadosa, aún suministra ese tipo de valores absolutos que convieLa pureza del mármol ne a la formación de mitos sobre el carácter nacional. Ni un solo imprevisto en la mayoría de las máscaras que vamos estudiando. Nada más ortodoxo: el Beethoven picGuzmán Urrero Peña 127 D O S I E R BEETHOVEN LA CONEXIÓN ESPAÑOLA Nos dice Goethe en su inmortal Fausto: “Ocupaos tan sólo en desentrañar el espíritu y tendréis a mano los detalles”. Pero también podría expresarse a la inversa, y en nuestro afán de hallar lo español en Beethoven nos será más conveniente. Igual que Goya a la pintura, Beethoven liberó a la música de su condición de arte servil y mero pasatiempo. La sacó del salón cortesano o del mundo nobiliario para llevarla al hombre de la calle, y si hoy podemos decir que la música es el arte más universal, a él se lo debemos principalmente. L 128 as relaciones de Beethoven con España pueden rastrearse en su propia familia. El apellido Van Beethoven facilitó a los investigadores la comprobación del origen flamenco del compositor, cuyo abuelo Lodewick había nacido en Malinas (Mechelen en flamenco) en 1712. Fue niño cantor en Saint Rombaut de esta ciudad y permaneció allí hasta 1725. En 1731, Lodewick comenzó a dirigir el coro de la iglesia de Saint Pierre, en Lovaina y un año después le vemos como solista (bajo) en la catedral de Saint Lambert, de Lieja donde el niño César Franck escucharía las primeras músicas un siglo después. En 1733 viajó a Colonia y pronto se trasladó a Bonn donde seguiría cantando, bien como solista, bien como integrante del coro en la capilla de la corte. Ludwig, pues tal fue su nombre en Alemania, alcanzó el grado de Kapellmeister de la corte de Bonn y Johann van Beethoven y su esposa Maria Magdalena Keweric, de los siete hijos lo ostentó hasta su muerte en 1773. Desde septiem- que tuvo el matrimonio sólo vivieron tres: Ludwig, Kaspar y Johann bre de 1733 estaba casado con María Josefa Poll (o ópera del compositor español Francisco Javier García Fajer Pols, según otras fuentes), pero no ha sido posible hallar su (Nalda, 1730-Zaragoza, 1809). Otra vinculación española partida de bautismo, aunque sí la de su matrimonio con del gran compositor previa a su venida al mundo. Su padre, Ludwig. Tuvieron tres hijos de los cuales sobrevivió únicael tenor Johann van Beethoven, casó el 2 de abril de 1769 mente Johann, el padre de nuestro compositor. Pues bien, con Maria Magdalena Kewerich, natural de Ehrenbreitstein, como afirma el historiador David Jacobs y el profesor de cerca de Coblenza. Magdalena era viuda de Johannes Laym, música de la Universidad de Harvard, Elliot Forbes, en su fallecido en 1763, con el que había contraído matrimonio a Beethoven (Nueva York, 1970), María Josefa Pols era españolos 17 años de edad. Tenía 23 cuando lo hizo con Johann la, aunque ya en la época de su matrimonio había adquirido van Beethoven. Era hija del cocinero principal del Elector la ciudadanía alemana. Pocas biografías aluden a este imporde Treveris, que vivía en Ehrenbreitstein, y de su esposa tante detalle, pues se trata de la abuela paterna del gran LudMaria Westdorf. Beethoven tuvo pues un abuelo materno wig van Beethoven. Tanto el apellido Pols (polvo y pulso, chef. en catalán), como Poll (polluelo, pollo, piojo, chopo) proceEs evidente que en Bonn había muchas personas moreden de la vertiente mediterránea española. Probablemente nas, pero los Fischer sabían bien que la madre del tenor María Josefa había emigrado con su familia a consecuencia Johann van Beethoven, María Josefa Pols, era española. De de la derrota del archiduque Carlos en la Guerra de Suceahí que a aquel hijo moreno y bajito de Johann der Läufer sión, la cual condujo a Felipe V al trono. El Archiduque se (Juan el corredor), como lo llamaba Theodor Fischer, el convertiría en el emperador Carlos VI de Austria. El esposo dueño de la casa, le pusieran ese sobrenombre. de María Josefa Pols, Ludwig van Beethoven, cantante, como A ello contribuía también sus cabellos oscuros, y manos hemos visto, regentaba en Bonn un excelente negocio de velludas, la viveza latina de la mirada, sus modales toscos, vinos y se sabe que ella cayó en el alcoholismo, hasta el su aire adusto y lo apasionado y tenaz de sus convicciones. punto de ser necesaria su reclusión. Ludwig y su hijo Johann Fruto quizá del interés por el mundo de sus antepasados van Beethoven, padre del compositor, mantenían una gran sería la curiosidad que Beethoven mostró por la figura de amistad con sus caseros, la familia de Theodor Fischer. Un Egmont, héroe de la lucha contra la dominación española en hijo de éste, Gottfried, ha contado en sus memorias, escritas los Países Bajos, protagonista de la tragedia de Goethe (Weia los 60 años, cómo era Beethoven de niño, descripción mar, 1790), para la cual escribió muy bella música escénica confirmada por otros testimonios. Según Gottfried Fischer, (1810), cuya obertura se ha hecho justamente célebre. Beethoven era bajo para su edad, pero muy compacto y En sus primeros años vieneses, Beethoven trabó amistad robusto. Su cabeza, sobre un cuello grueso, era algo grande con Mariana Martínez (1744-1812), hija del hidalgo español en relación con el cuerpo. Su frente angular y la mandíbula Nicolás Martínez, maestro de ceremonias del nuncio apostóeran prominentes, los ojos pequeños, oscuros y brillantes, su lico en la capital del Danubio. Mariana se había formado nariz ancha y redondeada al final. con Haydn, Porpora y Metastasio, llegando a ser, como piaLa tez era morena —algo llamativo en un país lleno de nista, cantante y compositora, personalidad destacada en gente con piel blanca. Ciertamente por su color oscuro, los los medios musicales vieneses. Mozart había tocado al piaFischer le llamaban “der spagnol”. Por cierto, tres años no con ella a cuatro manos y Beethoven acudió a algunas antes de nacer Beethoven en 1767, su padre había cantado veladas musicales en la casa de esta prestigiosa artista, a en Bonn el papel de Dorindo en La finta schiava (1754), D O S I E R BEETHOVEN quien el gran músico consideraba una exquisita diletante. El año 1805 estrenó Beethoven su única ópera, Fidelio o el amor conyugal, verdadero canto al amor y a la libertad del ser humano y una de las piezas capitales (como El rapto en el serrallo y La flauta mágica, de Mozart), en el nacimiento del moderno drama lírico alemán. La acción de Fidelio se desarrolla en Sevilla. Los enormes contrastes de la historia española se reflejan en esta magna ópera. Frente al malvado y torturador Pizarro, el noble y justo Don Fernando; frente al cobarde Rocco, la valentía y heroísmo de Leonora, dispuesta a desafiar todos los peligros por salvar a su amado Florestán de las garras del tirano Pizarro. La guerra de España Conocida la reacción de Beethoven cuando llega a sus oídos la noticia de la coronación como emperador de Napoleón Bonaparte. El ídolo, el único hombre moderno moderno que parecía surgir de las Vidas paralelas de Plutarco, el único capaz de El Tres de mayo de 1808 en Madrid: Los fusilamientos en la montaña del Príncipe imponer en el mundo, sin el terror, las ideas Pío, de Goya. Museo del Prado humanitarias de la Revolución francesa, caía de que, pocos años después, iba a devolver a Fernando VII en un pedestal al aceptar un título indebido. Ya no le será España el cetro del más odioso absolutismo. Pero debemos dedicada la Sinfonía Heroica. disculpar que un corazón noble como el suyo acogiera con Desde los primeros momentos en 1808, Beethoven se fervor esta lucha de independencia frente al imperialismo interesa por cuanto sucede en la guerra española frente a la napoleónico y, a la vez, tremendamente humano, cediese ocupación napoleónica. En marzo de 1813, el rey de Prusia con satisfecho orgullo ante la manifestación de reconocideclara la guerra Francia. Austria se une a la coalición que, miento y respeto que los grandes le prodigaban. meses después pondría fin a la dominación francesa en AleEl 15 de noviembre de 1815 muere su hermano Capar mania. Durante ese tiempo, exactamente el 21 de junio de Anton Carl (a veces se le denomina Kaspar Carl y Carl 1813, en el llano que rodea la ciudad española de Vitoria, Anton Kaspar). En su testamento, redactado la víspera de su los aliados Inglaterra y Portugal, infligían una severa derrota muerte, declara a su esposa Johanna y a su hermano Luda las tropas imperiales francesas que mandaba Reile. Espawig tutores de su joven hijo Karl. Pero Ludwig no se conforñoles, portugueses, e ingleses, con el general Álava, con ma y acude a los tribunales con el fin de desposeer de la Morillo, Graham, Girón, Pack y Longa, pero sobre todo con tutela del muchacho a su cuñada, cuya manera de vivir y el duque de Wellington, pusieron en retirada al ejército principios morales él consideraba poco ejemplares para dar francés. Álava puso orden en la ciudad, impidiendo que las a Karl una buena formación. Mientras duró ese contencioso, trapas vencedoras saqueasen a la población. Beethoven puso en su sobrino todo el cariño guardado Cuando Beethoven se enteró de la grave derrota de durante décadas sin vida hogareña. Napoleón tomó la pluma para escribir su sinfonía La batalla A lo largo de cinco años luchará denodadamente para de Vitoria o La victoria de Wellington. Su anglofilia le llevó a alejar a Karl de la influencia de “la Reina de la noche”, dar todo el protagonismo a Sir Arthur Wellesley, primer como él llamaba a Johanna, asimilándola al personaje de La duque de Wellington (1769-1852). Pieza sin demasiados flauta mágica. Inicia poco después de la muerte de su herméritos artísticos, pero no del todo carente de ellos, caractemano, una relación intensa con Cayetano Anastasio del Río, riza a los ingleses con dos himnos representativos como son preceptor español de ciertas familias aristocráticas. Desde Rule Britannia y God save the King, mientras para los france1798, Del Río había fundado en Viena, una institución prises utiliza una melodía sin representatividad alguna y tan vada de enseñanza. En el mes de enero de 1816, Beethoven elemental como Malborough s’en vat’en guerre. Se dijo que llevó a este colegio a su sobrino. Las cartas enviadas por el tal vez ignoraba la existencia de la Marsellaise, mas eso es compositor a Giannastasio del Río (así era conocido este absurdo. ¿Cómo iba desconocer Beethoven el himno revolupedagogo casado con una italiana) son un modelo de rescionario de Rouget de L’isle que toda Europa cantaba? ponsabilidad e inquietud por el aprendizaje y educación de Pero ¿acaso un republicano, un demócrata como él iba a su querido sobrino. En algunas hace afirmaciones de gran caracterizar con La marsellesa al ejercito que había cometiinterés para conocer su carácter, tales como: “La crueldad do tantos crímenes horribles en España, y precisamente repugna mis sentimientos”, o “Pese a las contrariedades, contra los liberales, o había perseguido a guerrilleros que solo el bien rige mis actos”. compartían los pisoteados ideales revolucionarios? Del Río vivía con su esposa y dos hijas, Fanny y Nanni. Gracias a la Sinfonía de la batalla, Beethoven pasó a ser Nanni debía ser muy bella, pero fue Fanny (1790-1876) un personaje popular entre el pueblo vienés, al que halagaba quien conectó pronto con el maestro renano. Tenía por esta música, primer eco de la caída de su mortal enemigo. entonces 25 años, mientras Beethoven había cumplido los Por ello, cuando en septiembre de 1814 se celebró en 45 y ahora le causaba muchos problemas el pleito por la torno a Metternich, el famoso Congreso de Viena, Beethotutoría, aún no alcanzada, sobre su amado sobrino, quien ven vive días de esplendor y es celebrado como un genio gozaba igualmente del cariño de los Del Río. Tomándose por los representantes de la realeza europea. muy en serio sus deberes de tutor en funciones, Beethoven Quizá hoy, con perspectiva histórica, resulte una ironía seguía de cerca los estudios de Karl en el prestigioso Instique Beethoven, el rebelde, el insobornable, casi se convirtuto Pedagógico de Giannastasio del Río. Por eso, a partir tiese en el compositor oficial de aquella alianza aristocrática 129 D O S I E R BEETHOVEN 130 del año 1816 se relacionó continuamente con esta familia española de Viena. La pérdida de su hermano y el enfado con su amigo de la infancia Stephan von Breuning, le habían recluido en una gran soledad, hasta el punto de anotar: “No tengo un amigo, estoy solo en el mundo”. En esa triste situación, agravada por un fuerte proceso gripal, Beethoven halló refugio en el hogar de los del Río. Karl empezaba a causarle las primeras preocupaciones (había que operarle de una hernia) y Beethoven las mitigaba bromeando con Nanni y con Fanny. Gracias a esta última conocemos muchos detalles sobre su vida en esta época. Fanny del Río, a la que él llamaba, “madre abadesa”, nos lo ha transmitido a través de un diario que jamás pensó llegara a hacerse público y además a través de una recopilación de recuerdos aparecidas el año 1857 en una revista vienesa. Sin duda, Fanny amó a Beethoven de un modo claro y sincero durante el tiempo que duró su ocasional relación. Le amó por sus cualidades humanas más que por las intelectuales o artísticas, convirtiéndose en una de las pocas personas que sintieron por él un afecto desinteresado y por tanto, limpio y elevado. En su diario del 25 de enero de 1816 escribe: “Si tuviera la esperanza de alegrar algunas horas de la vida de este hombre que ha despejado ya de la mía tantos oscuros nubarrones…!”. En esta frase se resume el secreto de su naciente amor, surgido en las veladas familiares junto al gran solitario, durante las cuales el pensamiento, a veces filosófico y siempre aspirando a hacer el bien, del maestro, disiparía sus dudas sobre muchas cuestiones. Solo cinco días después de esta anotación el 30 de enero, tras confesarse avergonzada por el recuerdo constante de Beethoven, Fanny escribe: Imposible en estos momentos pensar en otra cosa que en la gloria de haber conocido a Beethoven. Ha pasado toda la velada cerca de mamá y de mí, y en este tiempo ha dado pruebas de unos sentimientos nobles y delicados. La lucha por arrancar a su sobrino Karl de la tutela materna, tuvo en jaque a Beethoven durante años. Su salud se resquebrajó, llegando casi a abandonar la composición. Tras esa dura e inacabable etapa, pudo alzarse al fin con el derecho a la tutela única de su sobrino el 8 de abril de 1820. De hecho, había comenzado a componer su Novena Sinfonía en 1817, pero hubo de interrumpir el trabajo, aunque tenía ideas muy claras sobre ella. Pero cuando Beethoven, con la ayuda de Umlauf y de Schuppanzigh, dirigió pro vez primera en Viena, en el Teatro de la Puerta de Corintia su Novena Sinfonía (día 7 de mayo de 1824), concluía un sueño que le acompañaba desde 1792. A fines de este último año, en plena juventud, se había establecido en Viena. En diferentes momentos de su vida le obsesionó una melodía que llegaría a ser mundialmente célebre a partir de la composición del último movimiento, el coral, de Sinfonía nº 9 en re menor, op. 125. Se trata del tema con el que se inicia la Oda a la Alegría, muy parecido, por cierto, al utilizado por Mozart en su ofertorio Misericordias Domini, K. 222, del año 1775. Mientras trabajaba en esta magna composición el año 1819, había empezado Beethoven a utilizar unos cuadernos de conversación para entenderse con sus amigos, pues la sordera creciente que padecía desde años atrás había llegado a ser casi total. Sus amigos y él se dialogaban allí por escrito. En dichos cuadernos Beethoven se interesa, como lo venía haciendo desde 1808, por la política española. Los soberanos de Rusia, de Austria y de Prusia firmaron, tras el Congreso de Viena de 1814, la llamada Santa Alianza, con el fin de oponerse a las pretensiones imperialistas de Napoleón. Aunque Beethoven por entonces se había aproximado, no sin cautela, a las potencias aliadas, en 1820 su sentir era muy distinto. Le produjo una profunda decepción la política intransigente de la Alianza y su continua e implacable per- secución a las logias masónicas y a cuanto oliese a republicanismo o liberalismo. Los insurrectos del sur El 1 de enero de 1820, el general Rafael de Riego y Flórez Valdés (Tuña 1784-Madrid 1823) se sublevó contra el gobierno absoluto de Fernando VII y proclamó en Las Cabezas de San Juan (Sevilla) la Constitución de 1812. Consiguió tomar Arcos de la Frontera, mientras el general Antonio Quiroga (Betanzos 1774-Madrid 1841), a quien Riego había sacado de la cárcel para ponerle al frente de las tropas constitucionales, se hizo fuerte en San Fernando. Pese a las dificultades y deserciones en los primeros momentos, la sublevación tuvo eco en otros puntos de España (Zaragoza, Barcelona, Pamplona, Madrid) e hizo triunfar plenamente el pronunciamiento. El 12 de marzo, el rey traidor Fernando VII firmaba el manifiesto donde, con la mayor hipocresía, expresaba su adhesión al texto emanado de las Cortes de Cádiz con estas palabras: “Marchemos francamente y yo el primero, por la senda constitucional”. Tres días más tarde, en El Camello, donde el poeta August Friedrich Kanne tenía en Viena unta tertulia, éste advierte a Beethoven que algunos estudiantes han entrado al café y es conveniente subir al piso de arriba porque arman mucho ruido con sus brindis a base de cerveza. “Supongo que los estudiantes —escribe Kanne en el cuadernillo de Beethoven al ser preguntado por éste sobre el motivo del jolgorio— beben probablemente a la salud de los insurrectos españoles”. Y más adelante, ante el contento de Beethoven por el éxito en España de los liberales, le advierte: “El rey [Fernando VII] ha pedido la ayuda de Inglaterra por Gibraltar. Y así nosotros famosos patriotas, nosotros los austriacos, nos libramos de acudir en su ayuda”. Inmediatamente Kanne le informa de que el general Espoz y Mina, jefe de la insurrección en Navarra, ha conseguido setecientos hombres y que ya son más de 70.000 los soldados insurrectos, fuerza muy superior a la del general absolutista Freire. Días después Beethoven se reúne otra vez con varios amigos, entre ellos Joseph Blöchinger von Bann, director de una prestigiosa institución docente vienesa en el palacio Chotek, donde su sobrino Karl había ingresado recientemente, y una vez más con el poeta Kanne, cuyo apasionado temperamento le atraía. Hablan de literatura, pero de pronto Beethoven debe preguntar qué han obtenido los rebeldes españoles; Kanne escribe en el cuaderno: “¿Los insurrectos en España? ¡El voto!”. Cualquiera de aquellos días de marzo de 1820, Beethoven charla, siempre ayudado por sus cuadernos, con su fiel Anton Schindler (1796-1864) no mal músico; con Franz Oliva, viejo amigo y admirador de su música, además de empleado del Banco de Viena; con Karl von Bernard, poeta que deseaba música de Beethoven para su oratorio El triunfo de la Cruz, y no lo pudo conseguir. Bernard era redactor del Wiener Zeitung y le había prestado ayuda en la recuperación de la tutela de Karl. En un momento de la tertulia, y como consecuencia de alguna pregunta de Beethoven, Bernard escribe: “Se dice que el rey de España ha firmado ya la Constitución”. Hablaban de otras cosas, pero sin duda, Beethoven no podía evitar su preocupación por la marcha política española, pues para él, como ocurriría un siglo después en la guerra civil (1936-39), en España se estaba dirimiendo el triunfo de la democracia liberal frente al poder detentado por las monarquías absolutas, y por tanto, el futuro de un Europa libre o aherrojada por organizaciones tan despóticas como la llamada Santa Alianza. En la segunda quincena de abril, durante el almuerzo en D O S I E R BEETHOVEN y en el de Verona se ha decidido que la Santa Alianza interun restaurante de Viena, Bernard vuelve a hablar con Beetvenga para acabar con el régimen constitucional español. hoven de la guerra fratricida española entre “doceañistas” Schindler le dice que no se sabe nada preciso, pero que los (demócratas) y “serviles” (absolutistas monárquicos). El que enemigos de la Constitución aumentan y tropas realistas han la historia llamaría Trienio Constitucional ya estaba en marpartido contra la capital. El gobierno ha hecho prisionero a cha. Bernard apuntó: “El rey de España ha nombrado a Quiun cuerpo del ejército realista (el periódico Beobachter daba roga y a Riego ayudantes de campo. Ningún enviado extranen Viena la noticia el 13 de febrero), pero no se atreve a jero, salvo el de América del Norte, ha felicitado al rey de comunicarlo, porque la opinión general parece ser mayoritaEspaña por el cambio”. Esta anotación con los nombres de ria en contra de las Cortes constituyentes. los protagonistas del cambio, da buena idea de lo detallada Aquel verano, pasado entre Hetzendorf y Baden, Beetque debía ser la información del gran compositor sobre hoven encontró la relación entre la Ode an Freude, Oda a España. Pero la felonía de Fernando VII, al proteger su vida la Alegría de Friedrich von Schiller, escrita en 1785, y el hoy otorgando premios a los que más odiaba, queda muy clara célebre tema e Himno de la Unión Europea, que desde en este apunte de Bernard durante el almuerzo: “El más vivo hace muchos años le obsesionaba. El genial maestro conodeseo del rey de España sería volver pronto prisionero a cía seguramente la leyenda, o verdad, extendida por AlemaValençay”. Después de quejarse de la censura austriaca y de nia, de que la Oda a la Alegría había sido, en principio, una su falta de normativa, Bernard anota para Beethoven: “Los Oda a la Libertad, y que Schiller, por miedo a la censura, españoles están ahora en la situación mejor”. cambió el término Freiheit por el de Freude. Sea como fueEn fin, durante el breve tiempo que duró la monarquía re, el compositor decidió incluir la Oda a la Alegría como constitucional en España, Beethoven terminó obras tan final de su magna Sinfonía en re menor op. 125. Era necesaextraordinarias como las dos últimas Sonatas para piano, la rio insistir, a la vista del caso espaMisa solemne y la Novena Sinfonía. ñol, en la vieja idea masónica, acariYa tenía las tres primeras partes ciada por sus admirados Mozart y de ésta finalizados y proyectaba Haydn, de la hermandad universal cerrar con un último movimiento de los seres humanos. también instrumental, cuando se Durante el largo pleito con su enteró de que, en el Congreso de cuñada, Beethoven produjo una Verona, se había decidido la interserie de obras menores entre las que vención de Francia ¡a favor de Ferllaman la atención sus arreglos para nando VII! La Santa Alianza no podía trío y voz de canciones tradicionales exponerse al “peligro” de una España de las Islas Británicas. Sólo una de democrática. ellas ostenta el número de Opus 108, En efecto, el 7 de abril de 1823, que contiene 25 canciones escoceun ejército francés al mando de sas. Las 36 canciones populares de Louis Antoine de Bourbon, duque de diversos países (1816-1818), WoO Angulema (1775-1844) —los llama158 del catálogo Kinsky-Halm condos Cien mil hijos de San Luis— tiene canciones danesas, alemanas, penetraba en la Península y el 23 de tirolesas, polacas, portuguesas, rusas, mayo sin apenas resistencia, entraba suecas, húngaras, venecianas, irlanen Madrid, donde tuvo que reprimir desas y escocesas. El primer cuaderlos excesos de aquellos a quien no contiene tres canciones definidas venía a ayudar. Poco después, los como españolas: La tirana se embarCien mil (que eran unos setenta mil) ca (tiranilla española), Una paloma se pusieron en marcha hacia el sur blanca (bolero) y Como una maripoapoyados por tres divisiones de sa (bolero). voluntarios realistas al mando del Aun cuando en el manuscrito conde de España, del General Quecopiado por Schindler se lea Cansada y del barón de Eroles. Comención portuguesa: de Portugal, Texto zaba a escucharse el increíble grito de “¡Vivan las cadenas!”. Los absolu- Óleo sobre liezo de Fernando VII con manto real, de en español, la canción Yo no quiero embarcarme es un bolero totalmentistas formaron en Oiartzun un cua- Goya. Museo del Prado te español, de las mismas característriunvirato regente integrado por ticas que los dos citados. Erro, Eroles, Saturnino Calderón y Francisco Ramón Eguía. Es curioso, pero Beethoven falleció (16 de marzo de El gobierno constitucional, acosado, se retiró poco a 1827) en un antiguo caserón vienés conocido como Schpoco hasta Cádiz, pero no pudo conseguir llevarse al rey a warzspanierhaus (Casa del español moreno), así llamada, la ciudad de las Cortes. El duque de Angulema fue ocupanno por él, sino porque allí vivieron unos monjes españoles. do paulatinamente las posiciones contrarias y el 1 de octuUn dibujo de J. N. Hoechle nos muestra el estudio donbre, Fernando VII pasó al campamento francés y publicó de trabajaba, la ventana abierta, la biblioteca, el piano una proclama en la que ofrecía el perdón general y un cubierto por un desorden de papeles, las partituras apiladas gobierno de consenso. en el suelo. De la nula validez de su proclama da idea la prisión de Tres días después de su muerte, con asistencia de una su “amigo” Rafael de Riego y la inmediata ejecución pública gran multitud, se celebró el funeral en la parroquia de del mismo en la Plaza de la Cebada de Madrid, el 7 de Alterstrasse. El actor Anschütz leyó ante la tumba, en el noviembre de 1823. cementerio de Währing, la oración fúnebre. En ella resaltó En febrero de aquel año, cuando la Novena está casi a al Beethoven de Leonora y de los héroes de Vitoria. El texto punto, Beethoven pregunta a Anton Schindler (1795-1864), era de un gran amigo suyo, el poeta Franz Grillparzer, el su fiel amigo y secretario, sobre la situación en España. Han mayor especialista vienés en el teatro clásico español. debido llegarle noticias de que en los congresos de Troppau (hoy Opava) y de Laybach (hoy Ljubljana), las potencias aliadas han deliberado con inquietud sobre el caso español, Andrés Ruiz Tarazona 131 D O S I E R BEETHOVEN EN CASA CON BEETHOVEN Me pide la dirección de SCHERZO una discografía de Beethoven para completar este dosier, algo realmente peliagudo pues ya es sabido que ha sido de los músicos más grabados de la historia y por tanto tendríamos que dedicar poco menos que varios números de la revista a comentar registros que por una razón u otra han dejado secuela en la discografía de este gran músico. Como ya habrán adivinado, esto sobrepasa con creces el cometido asignado, y por tanto optamos por comentar en plan telegráfico las grabaciones que a juicio del autor de este trabajo merecen consideración de importantes, tratando de equilibrar cada sección con registros antiguos y modernos (si los hubiere) en los diversos géneros de su obra. Disculpas anticipadas por las posibles ausencias, aunque tenemos que afirmar como descargo que no están todos los que son pero sí son todos los que están. Sinfonías (ciclos completos) Empezamos con media docena de directores que han dejado su sello imborrable en este popular ciclo. En primer lugar, Furtwängler (5 EMI Références, 1948, 1950-1952, 1954) que firma el ciclo más famoso a pesar de su heterodoxia: orquestas diversas, mezcla de conciertos en vivo y grabaciones en estudio, distintos años de grabación… No se formó como tal ciclo hasta finales de los setenta, ya que la grabación de la Segunda se encontró en la BBC en 1977. A 132 pesar de todo y de su discutible unidad, estamos ante la quintaesencia de una cultura y una tradición, una cima artística y posiblemente la Biblia fonográfica del sinfonismo beethoveniano, aunque el propio Furtwängler lograría mejores versiones aisladas procedentes de conciertos en vivo. El sello Music & Arts también tiene en su haber otro ciclo superior al anterior procedente de grabaciones radiofónicas en vivo hechas entre 1943 y 1953 en la que destaca una profunda y trascendente Pastoral con la Filarmónica de Berlín (1944) de quitar el hipo. Walter (6 Sony, se incluyen ensayos, 1958-1963), a la altura de los dos anteriores y de mejor calidad técnica de grabación, un equilibrio perfecto entre objetivismo y expresividad, cada corchea tiene su significado profundo y espiritual, un ideal clásico y una claridad interpretativa envidiable, por no hablar de la cálida efusividad y de la fidelidad incondicional a cada obra que marca indeleblemente este testamento indispensable en la fonografía del gran compositor. Otro ciclo de este mismo director en sonido monofónico con la Filarmónica de Nueva York y la Orquesta de Filadelfia, igual de impactante aunque de sonido no tan conseguido como el anterior (6 Music & Arts, 1941-1953) está disponible actualmente. Klemperer (7 EMI, 1955-1963). Incluye también las Oberturas, la Gran fuga y la Música incidental de Egmont con Birgit Nilsson. Otro testamento fonográfico de uno de los grandes directores beethovenianos de la historia. Racional, objetivo, dialéctico, monumental, con algunas peculiaridades ya conocidas por todos (algunos tempi elegidos, de amplitud desmesurada), este Beethoven es complemento imprescindible al de Furtwängler y al de Walter, posiblemente los tres ciclos fundamentales en la fonografía de cualquier época. También está disponible un ciclo Beethoven de Klemperer en vivo en el Festival de Viena de 1960 (5 Hunt, pirata de aceptable sonido). Szell (5 Sony, 1958-1964), intenso, analítico, lúcido, riguroso y con una maravillosa Orquesta de Cleveland, aquí tienen una aproximación objetiva y moderna a la que incluso músicos tan significativos en la actualidad como Harnoncourt han seguido su pista estilística. Schuricht (5 EMI, 1957-1959), magnífico ciclo en sonido monofónico, sobrio, equilibrado, apolíneo, ligero, evitando enfoques en exceso trascendentales y sin frenos ni durezas, con una estupenda Orquesta del Conservatorio de París. Un ciclo personal y muy atractivo especialmente indicado para conocedores. Karajan II (5 DG, 1961-1962), quizá el ciclo más conocido (y posiblemente el más vendido), editado y reeditado hasta la saciedad, es de un clasicismo vivo, original sin pedantería, preciso pero nunca estático, quizá la aproximación más conseguida de las cinco conocidas de este director (una en EMI, tres en DG y otra en DVD en Sony), con una maravillosa y brillante intervención de la Filarmónica de Berlín. Otros ciclos y versiones aisladas De estas últimas las hay a millares desde que Nikisch y la Filarmónica de Berlín grabasen su primera Quinta de Beethoven en 1913 (disponible en DG, aunque el sonido hay que adivinarlo). Las que no se pueden dejar pasar de largo, a nuestro entender, son las de los Kleiber (Tercera a Séptima, Novena, grabadas en Decca, 1949-1955; DG, 1974, 1976; y Orfeo, 1982, 1983, además del DVD Philips en el que CK interpreta Cuarta y Séptima), ambos, padre e hijo, de milagroso equilibrio y claridad, de magnéticos impulso, coherencia y perfecta construcción. Todas estas grabaciones ya forman parte de la leyenda. Después, cualquier director importante tiene grabados bien el ciclo o bien versiones D O S I E R BEETHOVEN sueltas; recordemos a Toscanini (RCA), Kletzki (Supraphon), Abbado II (DG), Maazel (Sony), Bernstein I y II (Sony y DG), Wand (RCA), Kempe (EMI) y muchos otros. Furtwängler tiene sensacionales tomas de versiones sueltas en conciertos públicos disponibles en DG y Tahra de diversos años, lo mismo que Celibidache (EMI, de la Segunda a la Novena con la Filarmónica de Múnich en conciertos públicos, aunque haya alguna de ellas no especialmente afortunada, como la Séptima, de escalofriante lentitud). Tampoco podemos olvidar las tomas en vivo de Szell en el Festival de Salzburgo (sobre todo el concierto de 1969 publicado por Orfeo, en el que se interpretó Egmont, el Tercer Concierto con Gilels, y la Quinta). Finalmente, además de las Sinfonías impares recreadas por Fricsay y la Filarmónica de Berlín (DG disponibles en diversas colecciones), hay que recordar que Klemperer tiene una magistral Novena en vivo con la Philharmonia (Testament, 1957). Se nos olvidaba la filmación de Henri-Georges Clouzot de la Quinta por Karajan/Berlín (DVD Euroarts, 1965), fascinante película que nadie debería perderse. También habría que hablar de las aproximaciones con instrumentos originales, una moda que no ha resultado con Beethoven y que hoy por hoy sus principales representantes están si no olvidados, sí bastante ignorados. De los Brüggen (Philips, 1984-1992), Goodman (Nimbus, 19821983), Hogwood (L’Oiseau Lyre, 1983-1989), Norrington (EMI, 1986-1988), Gardiner (Archiv, 1990) y otros, sólo se recuerda la versión de Harnoncourt al frente de la Orquesta de Cámara de Europa (Teldec, 1990-1991), es decir, con instrumentos modernos menos trompetas y timbales. (Conciertos Cuarto y Quinto, Decca, 1951) y Fischer/Furtwängler (Emperador, EMI, 1951). Otros pianistas importantes como Schnabel, Benedetti-Michelangeli, Arrau, Pollini o Brendel, tienen versiones sueltas o ciclos muy estimables (a veces repetido hasta tres veces, como el caso de Brendel). En cuanto al Concierto de violín, a destacar el clásico de Menuhin/Furtwängler (dos versiones en EMI y Testament), cualquiera de los múltiples de David Oistrakh y el bellísimo protagonizado por Perlman/Giulini (EMI, 1980). Del Triple sigue siendo muy apreciado el de Richter/Oistrakh/Rostropovich/Karajan (EMI, 1969). Música orquestal y de escena Obviamente, la publicación más completa y además con un muy alto nivel musical y artístico es la de Deutsche Grammophon, cuyo volumen 3º de la Edición Beethoven (5 CDs) contiene todo lo que el gran compositor hizo en estos dos campos. Aquí pueden encontrar Minuetos, Danzas alemanas, Contradanzas, Las criaturas de Prometeo, Oberturas, Música incidental para el Egmont de Goethe, Las ruinas de Atenas y muchas otras cosas. Las interpretaciones corren a cargo de importantes músicos de la casa: Abbado, Karajan, Maazel, Marriner, Järvi y un extenso etcétera. A destacar también alguna que otra versión importante fuera de esta Edición, como la de Nikolaus Harnoncourt de Las criaturas de Prometeo en su versión completa (Teldec, 1993), de más atractivo que la de la Orquesta de Cámara Orfeo del volumen anterior a despecho del interés relativo de este ballet. Ópera Conciertos Como en el caso anterior, cualquier director y solista de relevancia se han aproximado a los Conciertos de piano y al de violín, aunque no tantos al Triple, obra de menor entidad. De los primeros destaca el integral histórico de Kempff/van Kempen (DG), y además los de Gilels/Szell (EMI, 1968) y Barenboim/Klemperer (EMI, 1968, recién reeditado en Grandes Grabaciones del Siglo). Como versiones sueltas hay que destacar las de Backhaus/Clemens Krauss Como en el caso anterior, el volumen 4º de la Edición Beethoven de DG contiene las dos aproximaciones hechas por Beethoven a la ópera basándose en un mismo tema. La primera versión, llamada Leonora, está dirigida por Gardiner. Y la segunda, Fidelio tal y como la conocemos después de las revisiones hechas por el autor, por Bernstein. Quizá sea la publicación idónea, pues las interpretaciones son muy notables, llegando en algunos aspectos, como la sensacional dirección de Bernstein, a marcar cotas muy altas en la 133 D O S I E R BEETHOVEN historia de la interpretación de esta ópera. Después, hay que señalar al inevitable Furtwängler con dos versiones, destacando la tomada en vivo en el Festival de Salzburgo (EMI, 1950). Finalmente, la filmada en DVD en el Met con James Levine (DG, 2002) con un excelente reparto vocal (Mattila, Heppner, Pape, Struckmann) es de las mejores versiones modernas disponibles. Sonatas para piano Entre los clásicos registros de Schnabel (EMI, 1932-1935) y los recientes de Barenboim en DVD (EMI, 2005) han transcurrido setenta años en los que todos los pianistas de cierta importancia han tenido algo que decir de este imponente legado y nos han dejado sus testimonios sonoros. En estas páginas ya se ha hablado de muchos de ellos, también del último de los dos citados y además muy loablemente (cfr. SCHERZO nº 218, comentario de Ortega Basagoiti que suscribimos plenamente). Ahora sería una ardua elección tener que decantarse por uno o por varios de ellos, pues éste es un mundo riquísimo y sujeto a múltiples recreaciones. La elección del que suscribe se inclinaría por Kempff II (DG, Edición Beethoven, Vol. 5º, 1964-1965), Arrau (Philips, 1962-1968), Brendel II (Philips, 1971-1979) o Backhaus (Decca, 1952-1969), todos ellos de interés más que notable, sin olvidarnos del imponente ciclo incompleto de Gilels (DG, 1972-1985). Cualquiera de los citados, más el reciente de Barenboim, que en muchos aspectos podemos considerar como muy notable y que desde luego supera sus dos aproximaciones anteriores en EMI y DG, les descubrirán ampliamente los principales rasgos estéticos de este mundo inagotable. Otras obras piano De nuevo la Edición Beethoven de Deutsche Grammophon con su volumen 6º es la publicación más completa, ya que incluye todas las obras escritas por Beethoven para el piano independientemente de sus Sonatas en interpretaciones muy notables. Aquí pueden encontrar las colecciones de Bagatelas, Variaciones, Minuetos, Ländler, Danzas alemanas y otras obras poco conocidas. Los pianistas van desde Gilels y Barenboim (buenas Diabelli) hasta Ugorski y Pletnev pasando por Cascioli y Mustonen. También hay que hacer hincapié en dos excelentes versiones (fuera de este álbum) de las magistrales Variaciones Diabelli, las protagonizadas por Richter (Philips, 1986) y Pollini (DG, 1998). Sonatas y Tríos 134 Unas magníficas versiones de las Sonatas para violín y piano son las debidas a Grumiaux y Haskil (Philips, 1956 y 1975), de incomparable simbiosis de fuerza expresiva, gusto, inteligencia y humilde responsabilidad de cara a las obras. Una selección importante que no llegó a cuajar en integral debido a la disparidad de temperamentos, fue la protagonizada por Grumiaux y Arrau (Philips, 1975-1976), a pesar de que ambos dejaron esta muestra de cuatro sonatas que es una auténtica delicia. Después, además de las clásicas de Menuhin/Kempff (DG, 1970), cabría reseñar las de Kremer/Argerich (DG, volumen 7º de la Edición Beethoven) y versiones sueltas de David Oistrakh en diversos sellos discográficos y distintos acompañantes. En cuanto a las Sonatas para chelo y piano habría que acudir a Rostropovich/Richter en sus legendarias grabaciones (Philips, 1962-1963), también disponibles en DVD EMI (filmadas y grabadas por la BBC) procedentes de interpretaciones en vivo en el Festival de Edimburgo. Unas versiones ya clásicas en la fonografía y publicadas recientemente son las protagonizadas por Fournier/Gulda (DG, 1959). En cuanto a los Tríos para piano, violín y chelo, las versiones de Kempff, Szeryng y Fournier (DG, 1970, volumen 9º de la Edición Beethoven), siguen conservando el aroma, compenetración e idioma de las grandes veladas de cámara, aunque hay otros como los de Istomin, Stern y Rose (Sony, 1965-1970) o Barenboim, Zukerman y du Pré (EMI, 1970), que incluso están por encima de tan ilustres beethovenianos. De los Tríos para cuerdas destacan las notables versiones de Mutter, Giurana y Rostropovich (DG, 1988, volumen 10º de la Edición Beethoven), si bien algún sector de la crítica se inclina más a favor de Perlman, Zukerman y Harrell (EMI, 19891990). Cuartetos Como en los casos de las Sinfonías y las Sonatas de piano, son numerosísimas las versiones de los Cuartetos de cuerdas de Beethoven que el aficionado puede encontrar actualmente en el mercado del disco clásico. La serie de Sony Masterworks Heritage (actualmente desaparecida) reeditó dos álbumes dobles con una amplia selección interpretada en los albores del microsurco por el legendario Cuarteto de Budapest (Sony MH, 1940-1942) de los que posiblemente queden existencias perdidas en alguna tienda especializada. Si los encuentran, la búsqueda merece la pena. Después tenemos que reseñar al inexplicablemente desprestigiado Cuarteto Amadeus (DG, 1970), al que algún miembro (descerebrado) de la parroquia de los instrumentos de época pone en tela de juicio diciendo que “se han pasado de moda” (sic). En nuestra opinión, después de haberles visto y oído su ciclo en vivo en varias ocasiones, además de haber entrado con ellos en este mundo gracias a sus grabaciones, hay que indicar que se merecen todo el respeto musical del mundo, por no hablar de su convicción, estilo y fantasía extraordinarias en la recreación de todas estas obras, cualquiera que sea el periodo en que fueron compuestas. También hay otro grupo excelente, favorito del que suscribe y cuyo integral de Cuartetos de Beethoven viaja siempre conmigo: el Cuarteto Italiano (Philips, 19671975), un prodigio interpretativo, de amplitud, flexibilidad, D O S I E R BEETHOVEN concentración, sensualidad y elegancia únicas. Las magníficas grabaciones originales no han perdido un ápice de calidad. Del también superlativo Cuarteto Alban Berg, reseñamos las versiones en vivo en DVD (EMI, 1989) filmadas y grabadas en la Konzerthaus de Viena, un extraordinario documento audiovisual único en la historia de estas obras (también disponibles en CD). Finalmente, el Cuarteto de Tokio en su formación original (Oundjian, Ikeda, Isomura y Harada, RCA, 1990-1992) llevó al disco un deslumbrante integral de absoluta perfección técnica, mientras que el Cuarteto LaSalle firmó una referencia ya clásica en la historia de los últimos Cuartetos (DG, 1972-1977, volumen 13º de la Edición Beethoven). Más música de cámara Para los interesados en obras de cámara infrecuentes y no comentadas en apartados anteriores (Cuartetos con piano, Sonata para trompa, Quintetos, Sextetos, Serenata, Septeto, Piezas para mandolina, Octeto para instrumentos de viento, etc.), lo mejor que pueden hacer se recurrir a la tantas veces citada Edición Beethoven de Deutsche Grammophon, cuyos volúmenes 14º y 15º contienen todas las obras citadas en interpretaciones más que notables por artistas de la casa ya conocidos de todos: Aronowitz, Barenboim, Bloom, Brandis, Debost, Eschenbach, Fournier, el conjunto de instrumentos de viento de la Filarmónica de Berlín, Fournier y otros. Lieder y Arreglos de canciones populares El principal exponente discográfico de los Lieder de Beethoven es Dietrich Fischer-Dieskau (¡y quién si no!), que los ha grabado en varias ocasiones, siempre con general buena fortuna. El registro más completo es el volumen 16º de la Edición Beethoven de Deutsche Grammophon (DG, 19661970) que comprende todos los Lieder escritos por el compositor alemán para voz y piano, de los que Dieskau canta nada menos que 53, acompañado en todos ellos por Jörg Demus, un documento inestimable e imprescindible para conocer el Lied en Beethoven con la máxima calidad interpretativa. Además, el álbum contiene otras muchas canciones recreadas también admirablemente por el tenor Peter Schreier y la soprano Adele Stolte, además de otros cantantes de menor entidad (Leib, Person, Helzel, Maus y Horn) que asimismo prestan su sólida y profesional colaboración en este magnífico proyecto. De otras colecciones de Lieder de Beethoven hay que señalar sobre todo a Fritz Wunderlich (DG, disponible en un álbum de la serie Original Masters), como saben, una de las más bellas voces de tenor de todos los tiempos. Volviendo a Fischer-Dieskau hay que decir que grabó también unos años antes una selección de Lieder de Beethoven para EMI, en concreto 27 canciones (actualmente disponible en Testament, 1955), acompañado por Herta Klust, donde el gran liederista, en condiciones vocales que podríamos llamar de perfección absoluta y con su magistral dicción de siempre, recrea como nadie estas miniaturas. Otros grandes cantantes alemanes del pasado como Hotter, Anders, Schlusnus y otros muchos, nos han dejado algunas muestras irrepetibles (ver la monumental Raucheisen Edition), pero ninguno de ellos, a pesar de su importancia indiscutible, logró igualar el nivel de calidad y cantidad del cantante berlinés, sin duda el barítono del siglo. En cuanto a la extensa colección de arreglos de Canciones populares, es el volumen 17º de la Edición Beethoven de DG el que contiene todo el material dejado por el compositor: alrededor de 150 Canciones escocesas, irlandesas, galesas y de diversas nacionalidades (hasta hay alguna española) que suponen el campo menos familiar y conocido de su producción. Este citado volumen 17º, reeditado en la colección Collectors de precio económico, está recreado por voces adecuadas y convincentes (Allen, Lott, Murray, Walker, Maltman y otras) acompañadas por tres violines, violonchelo y piano, que recrean con originalidad, imaginación y eficacia todo este enorme y desconocido corpus. Alguna que otra selección interpretada por voces importantes (Janet Baker, Fritz Wunderlich, los dos en Philips), hay que decir que actualmente están descatalogadas, aunque es muy probable que se reediten en un futuro cercano. Obras corales religiosas y obras vocales profanas Los volúmenes 18º y 19º de la Edición Beethoven de DG son los más completos que se han grabado hasta la fecha con todas las obras del músico de Bonn en estos géneros, aunque tienen algún que otro inconveniente, como por ejemplo la dirección de James Levine de la Missa Solemnis, desde luego no lo mejor que conocemos del gran director operístico norteamericano, aquí contundente y superficial como en sus peores tardes. El resto de obras (Cantatas, Misa en do mayor, Fantasía coral, Cristo en el Monte de los olivos y otras) reciben notables lecturas de Abbado, Gardiner, Chung, Klee y Thielemann. De los cientos de versiones de la Missa Solemnis, citamos tres cimas en la recreación de esta página maestra: Klemperer (EMI, 1965), Giulini (EMI, 1970) y Kubelik (Orfeo, 1977), aunque existen múltiples versiones protagonizadas por cualquiera de los grandes directores, desde Clemens Krauss (DG, 1940) y Toscanini (RCA, 1953) hasta hoy, las grabaciones son múltiples. En cuanto a las obras vocales profanas, la Edición Beethoven de DG vuelve a ganar la partida por la inclusión de todas las obras existentes en este género (no sólo pueden encontrar la famosa aria Ah! Perfido [Studer-Abbado], sino otras arias, duetos, tríos, conjuntos vocales, cantatas y cánones que suelen ser absolutamente desconocidas para cualquier aficionado o profesional medio). Enrique Pérez Adrián 135 ENCUENTROS KLAUS HEYMANN, O EL NIÑO VISIONARIO S 136 etenta años. Se metió en el mundo del disco cumplidos los cincuenta —él lo explica: antes había hecho de todo o casi todo—, creó Naxos, creó Marco Polo, no se movió de Hong Kong —donde residía desde 1967— cuando el protectorado británico se extinguió, y se hizo amigo primero, socio después, de los mismísimos chinos herederos de Mao. Lo del 7 le va: nació en el 1937, se instaló en Oriente en el 67, fundó Naxos en el 87, etc. Se acaba de pasear por España —y por media Europa— celebrando las dos décadas de su “invento”, hoy imperio mediático que abarca la discográfica que más discos vende en el planeta, primero, la red de redes o Internet después… aunque el tiempo, a la vuelta de la esquina, puede invertir el orden de los factores (él así lo prevé). Sus formas, su manera de hablar, sus constantes referencias a costos, inversión y dinero en general, pueden dar la imagen de un “tiburón” de Wall Street, pero la conversación tranquila —pero rápida, precisa— de este alemán que insiste en hablar en inglés revela a otro personaje debajo de la piel oficial del primer personaje: es un crío que no ha perdido ni una micra la ilusión por abrir las puertas que están cerradas o saltar las tapias de los vecinos, un niño grande, septuagenario, que se lo pasa pipa con su (ya inmenso, descomunal) juguete, y al final de la charla no sabes si le tienes envidia, o le admiras, o te encorajina o te toma el pelo. En cuestiones de negocios, sabe latín, y torea hasta al lucero del alba. Pero se le ilumina la cara cuando te dice que hay “millones de horas de música por grabar” o cuando te espeta todo lo que quiere poner en Internet. Sus profecías parecen sacadas de una película futurista, pero te deja con la sensación de que se va a equivocar poco. Y es que Klaus Heymann le ha dado a la gran industria la paliza del siglo, ha conseguido que personas que jamás habían comprado un disco de clásica se aficionen al tema, ha descubierto (Kuchar, Yablonsky, el Cuarteto Maggini, Marin Alsop, Tintner) o recuperado (LloydJones, Wit, Biret, el desaparecido Antonio de Almeida, Robert Craft) a artistas notables, y, sobre todo ha deshecho el nudo gordiano del pillaje musical que sus mayores no han entrevisto y siguen sin atisbar, que el bajo precio deja sin sentido la labor del pirata. ENCUENTROS KLAUS HEYMANN Una de las cosas que se dicen han contribuido a cimentar el crecimiento de Naxos es que su firma nunca paga a los artistas. ¿Es cierto? Eso es un sinsentido, una idiotez. Siempre pagamos a los artistas, lo que ocurre es que a todos los artistas les pagamos lo mismo. Da igual que tengas un nombre grande o uno pequeño, que seas o no famoso: tú grabas un CD y nosotros te damos un pago por ello. Eso sí, es un único pago. Pero vamos a ver, ¿usted le paga lo mismo a Douglas Riva que a Marin Alsop? Sí. Es el fundamento de nuestros contratos, es la esencia de la compañía. O sea, usted paga lo mismo a Robert Craft y a Peter Breitner. No, cuidado, Craft es un caso especial, él produce sus propias grabaciones, él me vende un producto terminado, y por ello yo no le pago como director, pero, por principio, si usted tiene un contrato como artista, cualquier artista cobra lo mismo. Lo único que puede alterar la situación es el cambio de la moneda: si un artista cobra en kurus turcos, es probable que no termine percibiendo lo mismo que el que cobra en euros, o en libras esterlinas. Pero la base del pago es siempre la misma. Hablemos de artistas. Hace diez años nadie sabía de la existencia de Georg Tintner, que ha dejado un ciclo Bruckner grabado para usted y que ya no está entre nosotros. Bruckner es para mí uno de los autores más importantes. Tardé muchos años en organizar un ciclo de sus Sinfonías, porque Bruckner para mí no es como los otros compositores: quiero decir, bueno, mire, yo no soy cristiano, pero para mí tiene un sentido religioso especial. Me tomó mucho tiempo seleccionar a quien pudiera hacer un ciclo de las Sinfonías de Bruckner. No podía encontrar a una persona lo suficientemente espiritual para hacer Bruckner, para dirigirlo. Un día me llamaron por teléfono, era Anthony Camden, que fue, como sabrá, oboísta de la Sinfónica de Londres durante muchos años, e incluso Presidente de la orquesta, y que era entonces el responsable de la Academia de Interpretación de las Artes de HongKong; era una gran persona, ya sabe que falleció el año pasado. Bueno, el caso es que Camden me dijo: “Tengo a Georg Tintner dando clases en la Academia”. Y yo pregunte: “¿Georg Tintner, quién es ese?”. Camden me dijo: “Debería conocerlo, creo que es el mejor director actual de la música de Bruckner”. Camden me merecía mucha confianza, así que el matrimonio Tintner vino a mi casa, en Hong-Kong, y el hombre, su aura personal, lo que irradiaba, y lo que dijo acerca de Bruckner, me convencieron de tal forma, que, sin haberlo oído dirigir jamás, esa misma noche le dije: “Sr. Tintner, quiero grabar las Sinfonías de Bruckner con usted”. Inicialmente me contestó que no, que prefería hacer sólo algunas de las obras, ver cómo era el resultado, y hablar después; pero, bueno, eso ya es historia, al final las grabamos todas, con tres orquestas, en Escocia, Irlanda y Nueva Zelanda, y ha sido uno de nuestros más grandes éxitos de crítica, entre otras cosas porque creo que nadie esperaba de Naxos uno de los mejores ciclos Bruckner posibles, pero ocurrió. Y, bueno, ya sabe usted que murió, bueno, que se suicidó, poco después de completar las grabaciones, en octubre de 1999. Cuando yo le conocí, él ya había empezado a padecer cáncer, y la enfermedad pareció remitir, pero en los últimos años se recrudeció de forma muy dolorosa, y, aunque tenía ya ochenta años, aquello no se podía mitigar y él… siempre aborreció la idea de la postración, era vivaz, activo, y… bueno, se tiró desde la torre en que vivía en Halifax, en Canadá, algo terrible. Su viuda me dijo luego que haber hecho todo Bruckner había sido la mayor alegría de esos últimos años. Déjeme decirle que también era compositor, acabamos de publicar hace unas semanas varias de sus obras, entre ella su Sonata para violín y piano, que es extraordinaria, con Chou Liang Lin, o su Música trágica o la Sonata para piano. Hace unos minutos hablábamos de Robert Craft, que es una leyenda viviente de la música. Bueno, como le he contado, Craft lleva años produciendo sus propias grabaciones. Esas producciones las cedió a la firma Koch por un cierto precio, pero no estaba satisfecho con la distribución. Fue entonces cuando me habló del tema, porque conozco a Craft hace años… según algunos es una persona difícil, pero no tuvimos ningún problema: no fue fácil, al principio, llegar a un acuerdo, pero luego ha estado encantado con las ediciones y la distribución de Naxos, tanto él como su mujer, que ven así cómo va a quedar preservado su legado discográfico. Yo le he pagado una parte de las antiguas producciones y desde luego todas las nuevas, sobre las que él tiene obvios derechos legales y financieros. Es un gran músico, lleva la música en la sangre; además, hemos publicado sus memorias, Down a Path of Wonder en los Naxos Books. Craft tiene ahora ochenta y cuatro años, pero estoy convencido de que vamos a colaborar mucho en los próximos años, y estoy seguro de que sus grabaciones forman parte de eso que podría llamar el “tesoro de futuro” de Naxos. Es una persona de una asombrosa formación, de una cultura increíble; mire, no me dedico a la humildad, me considero también una persona bastante formada, pero en el libro de Craft, cada dos o tres páginas, me encontraba con alguna expresión en inglés que me obligaba a consultar el diccionario. Su gran fichaje de los últimos años es Marin Alsop. Marin era la principal directora invitada de la Real Orquesta Nacional de Escocia, que es una agrupación con la que hemos hecho muchas grabaciones, casi cien, y ellos mismos me sugirieron entrar en contacto con ella. Tuvimos una primera charla, muy cordial, yo hablé con nuestros socios en América y comentamos que, en ese momento, teníamos muy poca música de Barber y le planteé la posibilidad de hacer una grabación con obras de este autor: ella respondió con entusiasmo, el disco resultó excelente, y de ahí surgió el grabar toda la música orquestal de Barber y, a partir de esto, un montón de proyectos, en los que estamos ahora inmersos. La considero ahora mismo una de nuestros directores estrella, y creo que la carrera que tiene por delante es espectacular, imparable. Quiero decir que Marin es una persona muy leal, muy inteligente, y que además nos ha ayudado en la preparación de algunos de nuestros Audio-Books, ella misma los ha narrado, y es que es tremendamente profesional en todo lo que hace, además de ser, primaria y principalmente, una artista de musicalidad enorme. Creo que, en cierto aspecto, es una especie de “Leonard Bernstein femenino”, su mentor fue Bernstein, ya sabe, y tiene una similar habilidad para hablar al público, a la audiencia… La hemos podido oír por la BBC presentando su ciclo Bartók en Bournemouth… Bueno, pues esas presentaciones, las que hizo de las Cuatro piezas para orquesta, o El castillo de Barbazul, con ejemplos musicales, van a salir en la edición en CD. Bueno, yo creo que hemos ayudado mucho en el principio de lo que es una gran carrera… pero esa gran carrera ella la habría hecho en cualquier caso, con Naxos o sin Naxos, porque es muy competente, es una persona con la cabeza fría, tiene todo lo que un director moderno necesita, y, sobre todo, tiene una gran musicalidad. El sentido del descubrimiento, primero en Marco Polo, luego en Naxos, ¿es una de las bases de su carrera fonográfica? Sin duda. Soy muy curioso, y trato de estar siempre informado. En cuanto me entero de cualquier novedad, acudo a Google para obtener más información On-Line, y si es un tema histórico recurro enseguida a las enciclopedias, o busco la fuente cuando se trata de temas literarios. He sido así siempre, 137 ENCUENTROS KLAUS HEYMANN desde pequeño, y no me ha ido mal después de todo. Además, tengo una mente muy abierta en todo lo que se refiere a novedades: hace poco Antoni Wit me habló de Karlowicz, del que yo no sabía apenas nada, y del que podríamos decir, generalizando mucho, que es una especie de Richard Strauss polaco; bien, pues ya estamos metidos en el proyecto de grabar toda la obra orquestal de Karlowicz, porque, además, podemos afrontarlo, hoy lo podemos grabar todo, entre otras razones porque ya no vivimos de vender discos… ¿Ah, no? No, porque su costo se amortiza al figurar en la Biblioteca Naxos (Naxos Music Library) o el nuevo servicio Naxos On-Line que empieza ahora… Nunca haremos dinero vendiendo música de Karlowicz en CD, aunque superemos los mínimos que impone nuestro control de costos, pero su incidencia en Internet, o incluso conceder una distribución libre de tasas al gobierno polaco, por ejemplo, puede amortizar la operación: hoy, de verdad, se puede hacer todo. Y está todo por hacer. Quiero decir que está todo por grabar, que, como llevo años diciendo, el repertorio es casi infinito, interminable, y está ahí, esperando que se le rescate a través del sonido grabado. Ha citado a Antoni Wit, que es “padre” de medio ciclo Mahler… Es un caso curioso de su catálogo, en el que no hay un integral Mahler con un único artista. Bueno, en los próximos años el futuro de Naxos va estar más enfocado hacia los artistas, quiero decir respecto de lo que había sido hasta ahora. Espero ser claro: el repertorio sigue siendo la prioridad absoluta, pero no voy a regalar determinadas oportunidades: contesto a su pregunta, y espero no resultar pretencioso, pero sí, es muy posible que grabemos un ciclo Mahler con un único director, acaso con la Orquesta de Chicago o la de Cleveland, aunque desde mi punto de vista estaría bien hacer un ciclo Mahler con la Filarmónica de Viena y un director apropiado; con la orquesta adecuada y el adecuado responsable musical, lo haremos. No me mire con esa cara, por favor, hablo en serio: ocurrirá, créame. Usted parece muy tranquilo, ¿es un influjo de la filosofía oriental, un aceptar que las cosas sucederán? 138 ¡Oh, no, no es del todo cierto! Yo hago que las cosas sucedan, yo procuro que las cosas se muevan, no me siento a esperar, nunca lo he hecho. Pero sí le digo algo que también es cierto, aunque muchas veces me dicen que juego a la falsa modestia: lo que ha pasado en estos veinte años, nunca lo imaginé, no lo puede imaginar, en 1987. Durante más de la mitad de mi vida no viví de la música: siempre he estado en los negocios, pero vivía de otras cosas, no de la música. Sí, ahora vivo de lo que he invertido en la música, pero no era así cuando tenía cuarenta, cincuenta años: durante años vendí las cosas más dispares, desde maquinillas de afeitar hasta altavoces, desde casetes hasta imperdibles, y de eso vivía. Luego he hecho de todo: he construido estudios de grabación en China y he tenido hasta una compañía de rock y de pop. Bueno, en parte era lógico, la música era lo que más me gustaba en la vida, y lo sigue siendo. ¿Sabe? Yo no soy un profesional de la industria del disco, lo he dicho muchas veces y ahora la gente me mira atónita, pero es la verdad, yo soy un amateur, un “aficionado” [en español], y por eso he hecho lo que he hecho, porque no tenía la visión de un profesional de la industria, yo veía las cosas desde otro punto de vista y eso es lo que me ha salvado… y me ha ayudado, desde luego. Perdone la pregunta, pero si no se la hago me muero: si un día tiene usted a la Sinfónica de Chicago grabando para Naxos, ¿les pagará lo mismo que a la Orquesta de Bournemouth, por ejemplo? Sí, desde luego, porque si no la cosa no funcionaría. ¿Y pretende que yo me lo crea? Mire, créaselo o no, haga lo que quiera, pero la cantidad no cambiará, es “sí o sí”, porque si no se pierde dinero, no hay forma de recuperar la inversión. Fíjese, la Orquesta de Chicago acaba de empezar a distribuir, como otras orquestas, su propio sello… Sí, han empezado con la Tercera Sinfonía de Mahler, precisamente, dirigida por Haitink… Yo no creo que eso vaya a funcionar muy bien, la verdad, no creo que vayan a recuperar el dinero. Mire, no es un secreto, ellos hablaron con nosotros acerca de este proyecto, pero al final van a distribuir las grabaciones con Harmonia Mundi, porque ellos les ofrecían mejores condiciones. Pero le digo algo, tienen que vender en torno a los 20000 CDs para recuperar la inversión, y no lo veo fácil, la verdad. Por otra parte, toda la nueva corriente que lleva a las Orquestas americanas a Internet —Filadelfia vendiendo sus propios conciertos en la red, por ejemplo— me parece muy interesante… Incluso orquestas modestas, como la de Milwaukee, se han abierto un hueco en Internet… …pero yo me pregunto: ¿quién va a escuchar todo eso? ¿Y cómo se encuentra? Hay que ser un verdadero Sherlock Holmes de la internáutica para localizar todas esas Webs. Supon- gamos, y así está ocurriendo, que vendan esas grabaciones en CD, ¿cuántos venderían más allá de sus propias ciudades y de su propio público? Lo que a mí me parece fascinante es la apertura de los archivos: quiero decir que, como melómano —se lo vuelvo a decir: soy un amateur [entre risas]—, lo que me resulta extraordinario es que las grandes orquestas y las emisoras de radio abran por fin sus archivos y millones de tesoros se hagan finalmente disponibles a través de la red, y pienso obviamente en la Biblioteca Naxos, que quiero expandir en los años venideros todo lo que sea humanamente posible. Lo estupendo sería que la gente supiera que a través de una Web determinada se podía acceder a todo ese material. Vamos a ver si le comprendo: si mañana la Orquesta de Filadelfia le ofrece la distribución On-Line de sus conciertos, ¿usted la tomaría? ¡Naturalmente! Pero es que ya he empezado a hacerlo, concretamente con la Filarmónica de Berlín, con la que ya tengo un acuerdo para poner su propia línea de grabaciones en la red, en el nuevo Naxos On-Line. Estoy abierto a cualquiera que venga a proponerme negocios de ese tipo, no los voy a rechazar. Y no renuncio a distribuir soportes físicos: CDs, SACDs, DVD audio, DVD audio-visual, etc.; sé muy bien que al melómano clásico, y también al de Jazz, le gusta tener “la” grabación en sus manos. Por eso estoy tan orgulloso de nuestra red de distribución internacional, que hoy es envidiada por todas las multinacionales. Además doy mucha importancia a los mercados propios, a los de cada país: lo he dicho varias veces en estos días, el año pasado, el mejor de nuestra historia, publicamos más de 400 CDs grabados en veintinueve países. Yo sé que si grabo a la Sinfónica de Nueva Zelanda y distribuyo allí los discos, venderé alrededor de 50000 discos; si eso lo hace una multinacional, no pasará de las 5000 copias. Pero es que además la Orquesta de Nueva Zelanda sabe que esa grabación llegará a todo el planeta a través de nuestra red de distribución. También lo he contado muchas veces: cuando yo empiezo a trabajar en esto en HongKong, no hay un mercado doméstico que vaya a cubrir mis inversiones, por eso tengo que ser internacional desde el primer día; si mi objetivo hubiera sido exclusivamente Hong-Kong, yo no estaría hoy aquí, hablando de Naxos con usted. Y eso deriva hacia las series nacionales que usted ha propagado, incluida la de música española. Bueno, casi todas las multinacionales tiene filiales nacionales, compañías ENCUENTROS KLAUS HEYMANN en Suecia, o en Noruega, o en Finlandia, por citar el área escandinava. Pero en el fondo es una cuestión de mero negocio, la verdad: quiero decir que si yo grabo una Sinfonía de Alfvén y sé que en Suecia voy a vender 7000 copias, entonces vale la pena hacerlo porque esa inversión compensa los costos de la producción, y ese es el secreto; si un mercado nacional te cubre, con sus ventas, el costo, entonces lo puedes lanzar en un mercado internacional. En Japón, por ejemplo, las producciones de clásica son muy onerosas, por eso no las afronto. Es usted un visionario, Sr. Heymann. ¿Cómo un conspicuo coleccionista de LPs de los cincuenta y sesenta, como usted reconoce ser (o haber sido) puede hacerse estos planteamientos? ¿Cuál será el futuro de la audición musical, digamos “casera”, dentro de treinta o cuarenta años, se atreve a hacer vaticinios? Sí, ¿por qué no? Creo que el concepto básico de la Biblioteca musical será el dominante. Todo estará en Internet. Habrá, creo yo, una Web principal, de música, de la que irradiarán, por ejemplo, mini-Webs nacionales —música escandinava, o música española—, y usted escogerá su campo de audición. Naturalmente no lo hará por el ordenador, o, mejor, quiero decir que no lo hará sólo con el ordenador: mucha de esa música, a lo mejor 400 o 600 horas de música, usted la llevará en una tarjeta, seguramente más pequeña que las actuales tarjetas de crédito, algo diminuto, que usted conectará al teléfono móvil — suponiendo que haya teléfonos móviles— o al coche —suponiendo que haya coches—, o que enchufará/insertará al llegar a casa, y ahí estará su música. Usted tendrá sus parcelas de sonido reguladas por la cuenta del banco, como actualmente tiene la luz o el gas o el agua, y dispondrá de sus 6000 o 10000 horas de música preferida, que incluirá no sólo sus favoritos, sino aquello que le apetezca descubrir en los meses siguientes. Pero eso implica realizar varios millones de grabaciones… Sí, se harán, pero déjeme decirle que ya hay millones de grabaciones que debemos compilar: hablo de los archivos de las radios públicas o privadas dedicadas a la música, o de los archivos de la orquestas, o de los viejos LPs… Hay, no cientos, miles de grabaciones en LP, desde el final de los cuarenta hasta mediados de los ochenta, que jamás pasaron a CD… Ese es otro los proyectos en los que trabajo actualmente, recuperar y poner en la red todos los LPs clásicos y de jazz… Perdone, no quiero ofenderle, pero, ¿sabe realmente de lo que habla cuando dice “todos” los LPs? Perfectamente: llevo años contactando con los mayores coleccionistas de clásica, buscando las mejores copias para digitalizarlas y transferirlas a la Naxos Library. Y, por cierto, las mejores ediciones, las mejores copias me llegan de los críticos… [pausa misteriosa y burlona) ¡Están impolutas, porque no las han oído! [entre grandes risas]. Pero vamos a ver, hablamos ya de pura tecnología: el MP3 de Internet, incluso el WaW, nunca va a sonar como un DVD Audio, por ejemplo. Hoy no, mañana tampoco, pero pasado mañana sí: ya verá, ocurrirá. Hoy no podemos transferir a la red un CD sin merma de calidad, pero es a causa de la banda que utilizamos: ADSL o cable, pero necesitamos una banda más ancha, que nos permita transmitir a 320 k, lo que supone el doble de costo de la banda actual, pero ese costo bajará, y todas las grandes producciones que requieren una gran gama dinámica en el sonido se podrán poner en la red, naturalmente en sonido envolvente o Surround o 5.1, y cuando la banda sea adecuadamente ancha no habrá problema alguno en transferir toda esa información sin pérdida de calidad. Nuestra pequeña tarjeta informática, de la que antes le hablaba, sonará mejor que un CD actual: el costo será superior, será más caro… Corrijo: hoy es más caro, entonces será más barato y accesible. Pero si se lo he contestado antes: porque no soy de la industria del disco, o del sonido, vengo de otros negocios. Mire, mis amigos de otros sellos llevan todo la vida en esto: por ejemplo, Ted Perry, de Hyperion, que era un coleccionista de discos poco menos que profesional; Ralph Couzens, de Chandos, era productor de discos; Robert von Bahr, de BIS, ha sido productor y solista de flauta, etc. Todos han sido productores, o músicos profesionales, han estado centrados en la música o en los discos. Yo tengo otros intereses: leo mucho, soy un lector ávido, no sólo libros, también prensa, leo cuatro o cinco periódicos diarios, leo revistas de información económica, o de informática, o semanarios de política y opinión. Estoy suscrito al Herald Tribune y al New York Times, a las ediciones en papel y a las informáticas, leo constantemente —ya le he dicho que soy muy curioso—, naturalmente leo revistas de música, me leo de arriba abajo ocho o nueve cada mes —entre ellas la suya, SCHERZO—, estoy suscrito a otras revistas de música por Internet, incluida una del Japón, leo revistas de tecnología, también de deportes… ¡Y juego al golf! Perdone, ¿duerme usted algo en el curso de la semana? ¡Oh, sí, y maravillosamente bien! Mire, es todo cuestión de organización, y eso se me ha dado muy bien desde que era un crío. Hace medio siglo, cuando estudiaba lenguas —me especialicé en literatura inglesa— en la Universidad de Lisboa, me vine desde Francfort en coche: para que el viaje se amortizara, llevé a dos pasajeros, un matrimonio que iba a Barcelona, y durante el viaje iba con un magnetófono enchufado a la batería del coche — ni siquiera había casetes en ese momento— practicando mis lecciones de portugués, pero hice una parada de un día entero en Madrid para visitar, a jornada completa, el Museo del Prado. Aprovechaba el tiempo… Es usted una caja de sorpresas, no me extraña que haya desconcertado a toda la industria. Dígame una última cosa: si está en casa, ¿qué prefiere oír, una gran versión de la Cuarta Sinfonía de Brahms o la obra desconocida de un autor nuevo? Lo segundo, sin duda. Descubrir cosas es fantástico. Me gusta todo lo que oficialmente no existe, porque lo desconocemos, y hay que descubrirlo. José Luis Pérez de Arteaga 139 ESTUDIO A los trescientos años de su muerte BUXTEHUDE: PARA UNA PRIMERA APROXIMACIÓN En pocas palabras esta es la posición de Buxtehude en la historia de la música: el mayor compositor alemán entre dos colosos, Schütz y Bach, que siempre han amenazado con eclipsar a quien fue mucho más que un simple eslabón perdido. Buxtehude fue también uno de los tres mayores compositores europeos de la segunda mitad del siglo XVII, a la altura de su cuasi contemporáneo francés Marc-Antoine Charpentier y de Henry Purcell, una generación posterior pero desaparecido prematuramente antes que ambos. Contrariamente a Charpentier, que sólo ha emergido de un eclipse total desde hace medio siglo, Buxtehude nunca ha estado olvidado del todo merced a su obra de órgano —si bien hoy se está redescubriendo el resto de su imponente catálogo—, gracias sencillamente al hecho de que los alemanes han cultivado desde siempre, más que otros pueblos, su patrimonio musical… B 140 uxtehude es el nombre de una pequeña ciudad situada a unos cincuenta kilómetros al sudeste de Hamburgo, en la orilla opuesta del Elba. En alemán tiene una resonancia un poco particular: mandar a alguien “ab nach Buxtehude” (también se dice “ab nach Kassel”) significa destituirle, enviarle a la desgracia del exilio en una lejana provincia… Este es ciertamente el origen de la familia, pero su padre parece haber nacido en Oldesloe, un poco más al noroeste, en la actual Holstein, entonces territorio danés, que formaba parte de esos ducados de Schleswig-Holstein que Bismarck arrebató a Dinamarca sólo en 1864 (para incorporarlos a Prusia durante la “Guerra de los ducados”), y del que sólo recuperó la mitad septentrional en 1918, permaneciendo Oldesloe alemana. Este Johann Buxtehude, organista también, se instaló en Helsingborg, Escania, extremo meridional de Suecia y también territorio danés hasta 1658. Allí contrajo matrimonio con una danesa y allí nació su hijo Diderik, en alemán Dietrich ou Dieterich (la portada del libro de Gilles Cantagrel escoge la primera grafía y el conjunto de la obra la segunda, generalmente utilizada por el compositor). El niño apenas tenía cinco años cuando su padre atravesó el estrecho para recuperar el gran órgano de Elseneur, en danés Helsingör, lo que aumenta la confusión con Helsingborg, situada justo enfrente; Helsingborg, a donde el joven Dietrich regresó durante dos años, en 1658, para ocupar allí su primer puesto de organista. Enseguida volvió a Elseneur hasta el acontecimiento más decisivo de su vida: el trabajo en la tribuna del órgano de la Marienkirche en la gran ciudad hanseática de Lübeck (rival de Hamburgo y de Bremen en la época), donde sucedió a Franz Tunder, con cuya hija se casó según la costumbre de la época. Desde 1668 hasta su muerte en 1707, Buxtehude hizo de esta iglesia uno de los lugares fundamentales en la vida musical del norte de Europa, y sabemos que su reputación atrajo allí a muchos jóvenes compositores, entre ellos Mattheson, Haendel y Bach, entonces con veinte años. Antes había tenido como discípulo privilegiado a Nikolaus Bruhns, originario también de Schleswig, y que hubiera podido ser su digno sucesor de no haber fallecido en 1697 con menos de treinta y dos años, dejando cinco piezas para órgano y doce cantatas que igualan a las mejores obras de su maestro. Todo esto se desarrolla en un perímetro de menos de doscientos kilómetros, en una época en que el concepto de nacionalidad apenas existía. Alemán de origen, danés por parte materna, por lugar de nacimiento y de juventud (entre sus aproximadamente ciento veinte cantatas se encuentran incluso dos con texto en… ¡sueco!), Buxtehude, a decir de los testimonios sobre su vida, se consideraba danés pero Lübeck, aunque cercana a la frontera, era alemana, como lo fueron la carrera y la proyección de nuestro músico, evidentemente bilingüe, trilingüe incluso. Y si Dinamarca persiste en reivindicar a este ilustre hijo, no deja de tener razones. ¿No continúan disputándose Francia y Bélgica a César Franck o Francia y Suiza a Arthur Honegger…? Desde hace pocos años se ha identificado en un soberbio lienzo de Johannes Voorhout, fechado en 1674 y que representa una reunión de músicos, al célebre organista Reimken rodeado de Johann Theile y de nuestro Buxtehude, pero las opiniones difieren aún en cuanto a la identidad de uno u otro, si bien me pongo del lado de Eric Lebrun que cree reconocer a Buxtehude en el personaje de la derecha, con la cabeza inclinada pensativamente sobre su mano. Conocemos al fin su rostro —supuestamente— mientras que —¡coincidencia!— un soberbio retrato de Marc-Antoine Charpentier también recientemente descubierto nos restituye por fin unos rasgos que también nos eran desconocidos. Entre los gigantes de la música barroca, sólo los de Jan Dismas Zelenka todavía se nos escapan. ¿Hasta cuando? Los documentos personales, cartas y otros escritos concernientes a Buxtehude son muy escasos, las circunstancias de su juventud, y hasta su fecha exacta de nacimiento, siguen siendo desconocidas. La mayor parte de sus obras nos ha llegado en forma de tablaturas alemanas (y no de partituras), casi todas de mano de copistas, y sus autógrafos musicales son raros. Los testimonios de quienes le conocieron son también muy imprecisos pero su personalidad de creador y de maestro parece haber sido unánime en la admiración, incluso la veneración. Queda, por tanto, su música para darnos el reflejo del ser humano que fue, y con eso es suficiente. Del mismo modo que su reputación como organista — sus más grandes páginas revelan un virtuosismo que debió ser asombroso, sobre todo en el domino del pedalero— se extendió por todo el mundo germánico y atrajo a innumerables admiradores bajo las bóvedas de Santa María de Lübeck, su producción para el instrumento le permitió no caer nunca en el olvido. Aún hoy es ésta la que refleja su genio de forma más completa, pues si en su magnífica producción vocal religiosa hubo de tener en cuenta las limitaciones técnicas y espirituales de unos intérpretes no siempre profesionales, en su tribuna de organista Buxtehude fue su propio amo y señor, pudiendo desplegar su genio sin la menor concesión y sin otros límites que su prodigioso virtuosismo. Forma e intuición Es en sus grandes polípticos titulados Præludium, en sus grandes Fantasías de coral y en páginas aisladas como la Passacaglia y las dos Chaconas donde su inspiración se expresa con toda la audacia de un visionario. En lo que tranquilamente podemos calificar de expresionismo, de romanticismo resplandeciente (el famoso stylus phantasticus), Buxtehude encarnó en su apogeo a esa escuela del norte de Alemania procedente de los discípulos del —no obstante muy prudente— maestro holandés Sweelinck, abriendo un cami- ESTUDIO DIETRICH BUXTEHUDE En esta tela de 1675, aparecen probablemente Johan Theile, J. A. Reinken y Dietrich Buxtehude, pero los expertos dudan si Buxtehude es el que interpreta la viola o el que está a la derecha del clave. no que sólo su discípulo tempranamente desaparecido Nikolaus Bruhns hubiera podido proseguir y que Johann Sebastian Bach orientó hacia otras direcciones. Frente a este polo de atracción “báltica”, la tradición de Alemania central y meridional se había encarnado en el arte medido, regido por la claridad y el orden, del organista de San Sebaldo de Núremberg, Johann Pachelbel. Pero Pachelbel es, frente a Buxtehude, algo así como Palestrina frente a Lassus. Con todo, las dos escuelas recogen cada una a su manera la herencia de Frescobaldi, con Froberger a modo de intermediario. La audacia armónica de Frescobaldi, su modalidad cromática, permanece única —es más bien entre los franceses, con Grigny a la cabeza, donde encontramos su herencia—, pero la libertad formal y el virtuosismo digital de sus grandes Toccatas desembocan completamente en Buxtehude, con la aportación nueva y original de las partes de pedalero, una característica específica de la escuela del Norte y suscitada por el arte de sus grandes constructores de órganos. Desde ese punto de vista, la destrucción del instrumento de Buxtehude en Lübeck durante la Segunda Guerra Mundial constituye una pérdida irreparable, si bien compensada en parte por la supervivencia de instrumentos del mismo tipo en el Norte de Europa, Países Bajos incluidos, en ocasiones todavía próximos a su estado original. La reciente (cuasi) integral discográfica magistralmente realizada por Bernard Foccroulle constituye así un admirable peregrinaje a través de algunos de los más bellos de estos instrumentos. Las vastas arquitecturas tituladas Præludia no se relacionan más que excepcionalmente con el tipo de díptico Preludio y fuga que Bach llevó a su apogeo sino, más bien, con lo que se ha lamado la Toccata nortealemana, como alternancia polimorfa de episodios “libres” aunque raramente prolongados, en ocasiones de aspecto improvisado y en otras de escritura fugada más estricta. El esquema típico es en cinco secciones de las que segunda y cuarta son fugadas, pero la libertad espontánea del genio de Buxtehude rechaza todo esquematismo y cada uno de estos movimientos posee su propia forma. Aquí Buxtehude es único y sin sucesor notable: en Bach, esta herencia se encuentra en páginas de juventud, como la ilustre Toccata y fuga en re menor que, pese a su notoriedad, no es del mejor Bach —hasta el punto de que su autenticidad se cuestiona periódicamente— pero, sobre todo, en el ciclo de las siete grandes Toccatas para clave, el monumento más importante de la primera época de su producción para teclado. En Buxtehude los grandiosos Præludia en re menor, mi menor, fa sostenido menor y sol menor son obras maestras absolutamente dignas de sostener la comparación con los más grandes Preludios y fugas de la madurez de Bach, sin parecérseles jamás. La brillante personalidad del organista de Lübeck, más impulsiva, más arriesgada sin duda que la de Bach, resplandece allí con toda su intensidad y esto vale igualmente para sus grandes Fantasías de coral, en primera línea de las cuales han de citarse Nun freut euch, lieben Christen gmein, Gelsbet seist du Jesu Christ y Te Deum laudamus, de las que Bach no siguió la huella en sus diversas series de grandes corales. Ciertamente, la naturaleza impetuosa y viva de Buxtehude, que alcanza su propia perfección arquitectónica por una vía quizá más próxima de la intuición, incluso del instinto, no pretende a primera vista rivalizar con la insondable filosofía especulativa de las grandes meditaciones bachianas. Pero esta apariencia es engañosa y sucede que los dos maestros, a los que separan casi cincuenta años, se encuentran en otro nivel: es cierto que la gigantesca Passacaglia y fuga en do menor del Cantor de Leipzig ha podido encontrar un modelo en la admirable Passacaglia en re menor del organista de Lübeck que, con la ayuda del cuadro formal, nos entrega una síntesis sublime de emoción y perfección estructural. Pero, sobre todo, la herencia de los pequeños Preludios de coral de Buxtehude, joyas amorosamente cinceladas de amor místico, quizá la más bella expresión de esta espiritualidad pietista que ilumina a la Alemania de los contemporáneos y sucesores de Angelus Silesius y de su Cherubinischer Wandersmann, es el Orgelbüchlein de Bach, posterior en menos de diez años a la desaparición de Buxtehude… 141 ESTUDIO DIETRICH BUXTEHUDE 142 Si la obra de órgano de Buxtehude es cuantitativamente a numerosos tipos formales mixtos que combinan estos la más importante de la escuela alemana anterior a Bach (90 modelos. Una buena treintena de estas obras, o sea alredepiezas, de las que una cincuentena deriva del coral), lo mis- dor de un cuarto del conjunto, pone en música textos latimo sucede con su música vocal religiosa, y aquí el paralelo nos, como el ejemplo raro de una Missa brevis (Kyrie y Glose extiende trágicamente hasta lo que se ha perdido. Si nos ria), de autenticidad no del todo segura, y sobre todo la falta un tercio de las cantatas de Bach, las grandes Abend- obra vocal justamente más célebre de nuestro compositor, el musiken (“Músicas vespertinas”) de Buxtehude ejecutadas ciclo Membra Jesu Nostri, formado por siete cantatas de cada año en Santa María durante los domingos de Adviento, esquema semejante y basado excepcionalmente en poemas que tenían la envergadura de vastos oratorios y hacían acu- de origen medieval. Gracias a lo cual se inscriben idealmendir a toda la Alemania musical —el joven Bach organizó su te en ese gran impulso de misticismo, incluso sentimental y viaje de manera que pudiera asistir, teñido de dolor, tan característico de la regresando a Arnstadt con un retraso que espiritualidad alemana del siglo XVIII; a las autoridades le censuraron con rigor— saber, la corriente pietista, que otorga , estas Abendmusiken han desaparecido, prioridad a la expresión de una fe indivisi bien conocemos algunas por sus libredual, rasgo propio de la religión luteratos, que se han conservado. Para consona, y para la que el coral comunitario y larnos, las cantatas y otras páginas salvacolectivo constituye el polo complemendas nos han llegado en número superior tario indispensable de esencia colectiva. a 120. Tardíamente redescubiertas en el siglo XX con muy raras excepciones, Una obra maestra todavía son mucho menos conocidas que la producción para órgano, y sólo en vísAnte la ausencia de las grandes Abendperas de este tercer centenario de su musiken perdidas, Membra Jesu Nostri, muerte la edición gráfica ha sido concluique dura una hora, es la única obra conda y se nos promete la primera grabaservada de Buxtehude de gran envergación integral de aquí a finales del año en dura, y con toda razón uno de los monucurso. mentos mayores de la música barroca Es en este terreno sobre todo donde religiosa. Pero su estremecida subjetiviBuxtehude se manifiesta como el verdadad, su intensidad expresiva tan directa, dero eslabón entre Schütz (que, recordéimpregnan casi toda su producción moslo, no compone música puramente sagrada y, desde este punto de vista, nininstrumental) y Johann Sebastian Bach. guna página salida de su pluma sobrepaSus obras vocales religiosas —cuya cro- Heinrich Schütz (1585-1672) sa el conmovedor díptico fúnebre nología apenas es posible definir ante la BuxWV 76 Mit Fried und Freud ich fahr ausencia casi total de partituras autógrafas— revelan toda la dahin de 1674, digno equivalente nortealemán de las Funeevolución que conduce del Concierto espiritual de Schütz y ral sentences purcellianas. Si la inmensa producción sagrada sus contemporáneos a la Cantata propiamente dicha tal del siglo XVII germánico rebosa de obras maestras, entre las como la cultivará Bach, al menos al inicio de su carrera. Si que algunas igualan a las de Buxtehude (por ejemplo las de no encontramos en Buxtehude el díptico “clásico” de Prelu- su predecesor Tunder, las de su discípulo malogrado dio y fuga para órgano a la manera de Bach, tampoco hay Bruhns, pero también las de Matthias Weckmann o Johann que buscar la Cantata de tipo “concertante” de la madurez Christoph Bach), ningún compositor iguala al organista de bachiana, con una presencia fundamental del recitativo y el Santa María en cuanto a la envergadura de su obra de la aria da capo procedentes de la ópera italiana. Si el Norte de que, conviene recordarlo, una amplia parte ha desaparecido. Alemania, en este caso la gran ciudad de Hamburgo, ha Al escuchar esta música tan directamente emocionante poseído desde 1678, aunque parezca imposible, la primera en su expresión íntima no podemos impedir establecer paraescena lírica del país con la famosa ópera del Gänsemarkt lelismos entre el jesuita Charpentier, Purcell el anglicano y (Mercado de los gansos), de la que Reinhard Keiser fue des- Buxtehude el luterano pietista ya que los tres coinciden en de 1696 el más fecundo proveedor, esto apenas repercutirá las mismas apoyaturas, los mismos desgarros y cromatismos en la producción vocal religiosa. Incluso, con raras excep- tortuosos al servicio de ese sentimiento de dolor que encarciones, los efectivos instrumentales empleados por Buxtehu- na lo más elevado y auténtico del verdadero espíritu barrode se limitan al conjunto de las cuerdas y su virtuosismo se co. Pues ya es hora de restituir a este término tan trillado su mantiene modesto, como el exigido a las voces solistas, cier- verdadero significado, que no tiene nada que ver con el tos soli de violín aparte; esas voces alternan con los coros pomposo ceremonial de los fastos de Luis XIV. Si cada uno (aunque existen también numerosas excepciones) según de estos tres grandes maestros posee una personalidad única esquemas formales muy libres alternando páginas breves y e inmediatamente reconocible, el melómano sensible experidejando al coral un lugar privilegiado. Las primeras Cantatas mentará enseguida que son contemporáneos y están hermade Bach, como la BWV 106 (el famoso Actus tragicus) o nados en su sensibilidad. 131, o incluso la ilustre BWV 4 (Christ lag in Todesbanden), Es normal que los dos grandes ámbitos de expresión reliverdadera coral-partita, son las más cercanas al modelo de giosa, el órgano y la música vocal sagrada, ocupen un lugar Buxtehude, inmediatamente posteriores al viaje del joven esencial en la obra de este hombre profundamente creyente músico a Lübeck. Las dimensiones formales y temporales que tomó por divisa “Non hominibus sed Deo” (“No para los son netamente más modestas en Buxtehude, cuyas obras hombres sino para Dios”). Pero este Dios no tenía nada de vocales se limitan generalmente a diez o quince minutos, jansenista y Buxtehude parece, como Bach, haber sido tammientras que la duración standard de una cantata de Leipzig bién un bon vivant cuya música revela una sana sensualide Bach alcanza ampliamente el doble y a menudo lo sobre- dad. Así, no es asombroso que haya compuesto uno de sus pasa. Por el contrario, la variedad de forma y de estructura cánones más eruditos a partir de una canción báquica franque encontramos en Buxtehude es absolutamente asombro- cesa, Divertissons-nous aujourd’hui. También encontramos sa, extendiéndose del simple aria (a veces bastante desarro- en su obra dos terrenos adventicios, pero no obstante llada) al concierto, a la variación de una melodía de coral o importantes, relativos ambos a la música instrumental profa- ESTUDIO DIETRICH BUXTEHUDE Pagina autógrafa del comienzo del coral de Buxtehude, Nimm von uns, Herr, escrito en tablatura para órgano na: las Suites y Variaciones para clave y las Sonatas en trío. Ignoradas durante mucho tiempo, las obras para clave fueron redescubiertas durante la Segunda Guerra Mundial. Si las diecinueve Suites se dirigen especialmente a los aficionados, las seis series de Variaciones plantean exigencias de virtuosismo netamente superiores. Las Suites confirman que la música francesa era bien conocida a orillas del Báltico, hasta el punto de que dos de ellas se ha confirmado que son originales de Nicolas Lebègue. En cuanto al resto, adoptan el esquema fundamental en cuatro partes (Allemande, Courante, Sarabande, Gigue) inaugurado por Champion de Chambonnières y desarrollado por su discípulo alemán Froberger que lo difundió por todo el mundo germánico. Algunas suites contienen menos o, por el contrario, más secciones, y en este último caso se confirma a veces la predilección del compositor por la Zarabanda. En cuanto a las Variaciones, se sitúan en descendencia de Frescobaldi y de sus émulos italianos, subrayando hasta qué punto la lejana Lübeck fue una encricijada de influencias europeas. Fue en Italia igualmente donde nació y se desarrolló la Sonata en trío, la forma más importante de la música de cámara instrumental en el siglo XVII. Alemanes emigrados, como Rosenmüller, o cosmopolitas, como Muffat, la divulgaron primeramente al Norte de los Alpes. Buxtehude, por su parte, absorbió el género bastante tarde, en la última década del siglo. Sus Sonatas son por tanto posteriores, no sólo a las primeras colecciones publicadas de Corelli, sino también (por poco) a las dos series de Purcell. Por el contrario, son exactamente contemporáneas de las primeras Sonades [sic] de François Couperin que asimismo fueron las primeras compuestas en Francia. A la altura de estos tres maestros, Buxtehude constituye la cima en el repertorio, aunque sus Sonatas se sitúan al margen de todos ellos por la elección de su distribución instrumental. Mientras que la Sonata en trío requiere generalmente dos “dessus” (o instrumentos agudos, lo más a menudo violines, pero también flautas u oboes) frente al bajo continuo, Buxtehude favorece un clima sonoro más sombrío eligiendo un violín y una viola da gamba lo que, teniendo en cuenta el bajo continuo, moviliza dos cuerdas graves frente a un único instrumento de registro superior. Es la formación elegida para las dos colecciones de siete Sonatas cada una que publicó en 1694 y 1696 como Opus 1 y 2 (sus únicas obras numeradas). Pero también poseemos ocho Sonatas que permanecieron manuscritas en la época, lo que eleva el total a veintidós, y estas últimas páginas varian el efectivo instrumental: si una de ellas recupera excepcionalmente el equilibrio italiano con dos “dessus”, otra oscurece aún más las tintas asociando a la viola da gamba un violone (o contrabajo de viola) además del bajo continuo. Otra más no es en realidad un Trío, sino un solo de viola da gamba con bajo continuo, mientras que otras tres son de hecho Sonatas a cuatro, con dos violines y una viola da gamba. Este admirable corpus, el más importante de la Alemania de su tiempo en cantidad y calidad, testimonia una constante renovación de las formas, que alternan libremente episodios lentos y rápidos y comprenden incluso a veces series de variaciones. La música de cámara del barroco en su apogeo no produjo nada más grande. Se habrá observado que Buxtehude publicó estas obras en grupos de siete, mientras que seis (o doce, lo más a menudo) era la norma de la época. Ya el gran ciclo de cantatas Membra Jesu Nostri comprendía siete partes y una Suite para clave hoy por desgracia perdida describía los caracteres de los siete planetas entonces conocidos. Ciertamente, la cifra siete ocupa un lugar privilegiado en el simbolismo numérico de muchos compositores, ya desde la Edad Media, y absolutamente singular en la obra de Buxtehude, donde podrían multiplicarse los ejemplos. El gran libro de Gilles Cantagrel consagra todo su último capítulo —cerca de cincuenta páginas— a este aspecto de su pensamiento. El organista de Santa María parece haber estado especialmente fascinado por el concepto kepleriano de la armonía de las esferas, sobre todo por la correspondencia existente entre los cinco poliedros regulares o los intervalos de la escala y las distancias que separan los planetas del sol. El empleo frecuente de estructuras con bajo ostinado (no sólo en las tres páginas célebres para órgano, la Passacaglia y las dos Chaconas, sino en la música religiosa y las Sonatas en trío) nos recuerda oportunamente que detrás del brillante improvisador de los grandes Præludia, detrás del emotivo poeta de la fe pietista se disimulaba, igualmente, un genio especulativo fascinado por la armonía y la ciencia del número. A este respecto la Passacaglia en particular ha podido ser objeto de vastas exégesis que la colocan en vecindad con los pensamientos más elaborados de Bach. Y conviene recordar que Buxtehude se sitúa a la vanguardia de su tiempo al adoptar rápidamente el temperamento igual concebido por Werckmeister, cuyos tratados poseía, de quien fue amigo personal y con el que mantuvo correspondencia. Por lo demás, la obra de Buxtehude no ha sido, hasta ahora, objeto de un análisis numerológico a partir de la sémantica de los textos puestos en música, como ha sido el caso de Bach, incluso de ciertos maestros del Renacimiento, como Josquin u Obrecht. Pero es cierto, como subraya Gilles Cantagrel, que la persistencia del Siete (la Creación), como suma del Tres (la Trinidad) y del Cuatro (la Cruz) sitúa esta fascinación por el número en la perspectiva de lo Divino, móvil fundamental de la inspiración de Buxtehude: NON HOMINIBUS SED DEO! Harry Halbreich Traducción: Juan Manuel Viana Artículo reproducido por cortesía de la revista Crescendo 143 EDUCACIÓN LA HIJA DE NADIRA O la fuerza renovadora de la música Con satisfacción comprobamos cómo se suceden y multiplican los indicadores de que la educación musical y con ella toda la educación artística crecen en su dimensión social, en su capacidad para despertar el brillo y el entusiasmo de los que se consideran menos brillantes y entusiasmados. E 144 l mes pasado, la Fundación Juan de Borbón premiaba la labor de José Antonio Abreu en Venezuela en su proyecto de regeneración social a través de las orquestas infantiles y juveniles. Antes había elegido el proyecto educativo de Maria João Pires, de atención a una zona deprimida del centro de Portugal en la que se ha creado, entre otras cosas, un proyecto piloto de educación primaria basada en la creatividad artística. Además, la Pires irradia fuerza desde Salamanca, con su proyecto de coros infantiles, y desde Brasil, donde inicia una nueva andadura marcada por la atención a los desatendidos. Sacyr Vallehermoso, potente empresa constructora de Villar Mir, financia la construcción de una flamante escuela de música en un terreno cedido por el Ayuntamiento de Alcobendas en un proyecto que forma parte de su programa de responsabilidad social corporativa y que va a trabajar la enseñanza musical para discapacitados. Se estrena con éxito en Madrid y Barcelona la película/documental Esto es ritmo, en la que se muestra cómo la Orquesta Filarmónica de Berlín acompaña una coreografía de La consagración de la primavera de Stravinski protagonizada, entre otros, por lo que aquí consideraríamos unos macarrillas de instituto. El Teatro Real renueva y amplía la onda expansiva de sus talleres para profesores con Mary Ruth McGinn, basados en una experiencia educativa con niños inmigrantes pobres en Estados Unidos (pronto tendremos información en SCHERZO sobre este proyecto). Nadira, que es una niña inventada, tiene tres años y acaba de llegar con sus padres de Marruecos. Están de momento en un Centros de Atención a los Refugiados y les quedan unas pocas semanas para encontrar un piso y empezar a funcionar por su cuenta. El inventado podría también ser Yuri, de cinco años. La madre de Yuri fue la primera en venir de Ucrania. En cuanto ha conseguido el permiso de residencia se ha traído al niño, al que no había podido ver desde finales de 2003. También nos podemos inventar a Shakira, que ha nacido mientras se escriben estas líneas y es española de pura cepa. Por sufrimiento fetal durante el parto le están haciendo pruebas, José Antonio Abreu pero una enfermera del hospital le ha dicho a Felisa, la madre, que se hacen esas pruebas a muchos niños y que no va a ser nada. Felisa y Raúl viven en un barrio castigado por la droga, algo que no va con ellos, pero el caso es que, trabajando los dos no suman más de mil cien euros al mes. No hace falta inventar nada: hay cientos de miles de niños que responden a este tipo de perfil y hay cada vez más conciencia de que la educación necesita avivar en las personas aquello que las hace mejores. La música no lo es todo en ese camino, pero es mucho. Ahora, pasados los años, resultaría difícil imaginar las vidas de los miles de niños que han pasado por la Fundación del Estado para el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles de Venezuela (FESNOJIV) de Abreu sin su clarinete, sin las horas de estudio, los ensayos, las clases, los conciertos, los amigos, los abuelos que venían siempre a verlos, las emociones y los nervios o tantas cosas que han sucedido gracias a la música. José Antonio Abreu lo sabe bien, después de varias décadas viendo las manitas de los niños sujetando el arco del violín. En sus palabras, “la educación artística ha dejado de ser irreversiblemente monopolio de minorías para consolidarse firmemente como derecho cultural y social de nuestros pueblos”. Es previsible que algún alcalde despistado dedique grandes alabanzas a los logros obtenidos aquí y allá, sin caer en la cuenta de que su municipio carece de escuela de música. También lo es que gestores de grandes y pequeños proyectos musicales consideren que este es el camino, sin que se les conozca un solo paso en esa dirección. Lo bueno es que ahora van a ser menos y que van teniendo más difícil mantener ciertos despistes. Han pasado los años. Nadira está sentada en la cocina y oye a Jadira, la pequeña de sus hijas, quejarse. Le han ordenado el cuarto y no encuentra las partituras. Se presenta a unas pruebas para un contrato de profesora de piano en Segovia y llega tarde. Ay, Jadira, piensa Nadira, cuántas veces le habré oído decir a tu profesora que hay que memorizar las piezas. Yuri está contento. Le han dado un crédito para montar un negocio de piscinas climatizadas. A la salida del concierto del coro les dice a sus hijos: habéis cantado de maravilla y vamos a celebrarlo. Hoy cenamos en un chino. A Liuvov y a Chandra les encanta la comida china. Cuando el coro hace las concentraciones de fin de semana su madre les prepara arroz tres delicias y brotes de bambú. Shakira está llorando. Intenta que no se note, pero es peor y el señor de al lado la mira sin entender qué pasa. El concierto termina y comienzan los aplausos, pero ella, que querría gritar ¡bravo!, no puede. Cuando le gusta tanto la música se queda sin voz. Cómo habría disfrutado su padre viendo esto. Su afición por la música le viene de su él. Le cantaba canciones de pequeña, con su voz profunda. Luego hizo el turno de noche durante no sé cuántos años para comprarle su flauta, una Muramatsu. ¡Y eso que la mitad la pagaba una empresa de seguros! Pedro Sarmiento [email protected] EDUCACIÓN PERICLES, LA DINASTÍA TANG Y LA CONSEJERA DE EDUCACIÓN L a música, la danza y el arte dramático son manifestaciones artísticas que han ido de la mano desde sus orígenes. Los musicales de mayor éxito del Broadway neoyorquino, el teatro de Dionisios en la acrópolis de Atenas, el corral de comedias de Alcalá de Henares o la Ciudad Prohibida de Pekín en uno u otro siglo, han combinado con significativa frecuencia el buen hacer de actores/dramaturgos, bailarines/coreógrafos y músicos/compositores. La mezcla parece haber funcionado, a juzgar por los milenios de éxito en cartel. Si damos un artístico brinco, al que nos obliga la brevedad de la página, y miramos a la situación que tenemos en España para la educación superior en estas tres disciplinas artísticas, nos encontramos con que los Valle-Inclanes, Fallas y Antonios Gades españoles del futuro se están formando hoy en cuarenta y un centros superiores públicos: veintitrés de música, once de arte dramático y seis de danza, todos ellos financiados desde las mismas consejerías y direcciones generales de las respectivas comunidades autónomas; tan lejos llega la influencia de los milenarios clásicos. La primera lectura que se puede hacer es la de un cierto desequilibrio: seis centros de danza frente a veintitrés de música. También se puede pensar que la danza y el teatro se han librado de la fiebre autonómica por la creación de universidades y centros superiores, beneficiándose de un posible crecimiento como centros de grandes dimensiones en los que los recursos no se diluyan. Una posible explicación para el mayor número de centros de música es que ésta se estudia desde muy pronto: hace falta para ello formar un número elevado de músicos-profesores. Ese razonamiento choca con los poquitos centros y alumnos de danza, disciplina en la que también se dan los primeros pasos desde la niñez y en la que es difícil encontrar titulados formados en su enseñanza. Junto a los centros superiores de música hay una red de casi cuatrocientos conservatorios dedicados a preparar a futuros alumnos superiores, un número que en danza desciende a noventa. Estos sistemas paralelos de música y danza necesitan nada menos que nueve mil profesores de música y novecientos profesores de danza. Llama la atención que la proporción sea de diez a uno. La explicación de la aparente necesidad de profesores de música choca bastante: mientras que el setenta por cien de los alumnos superiores de danza cursa la muy joven titulación de pedagogía, en música las carreras de pedagogía se pueden estudiar solamente en la mitad o un tercio de los centros superiores, según los casos. En dos palabras, cuatro gatos. Como es de esperar en las disciplinas artísticas, poco amigas de las exactitudes de la burocracia, los datos que aquí aparecen son datos públicos del Ministerio de Educación, al que aprovechamos para renovar nuestro cordial tironcito de orejas para que actualice y comparta esa abundante información que tan bien nos vendría a los españoles tener a mano. Esta red de centros superiores comparte parecidos y diferencias. La música y la danza se comienzan a estudiar desde la niñez, algo no habitual en el arte dramático, si no contamos el teatro que todos hemos hecho desde pequeños para conseguir lo que nos interesaba. En España hay más de treinta mil alumnos de música menores de diecisiete años (en realidad muchísimos más) y casi dos mil quinientos de danza (ídem) en etapas educativas previas a los estudios superiores financiadas con dinero público, mientras que en arte dramático no es fácil localizar el origen de los futuros alumnos superiores. Alumnos La media total es de doscientos alumnos por centro, mientras que la media propia de cada disciplina es de cien para la danza, ciento cincuenta para el arte dramático y trescientos para la música. En el caso de arte dramático, existen las opciones de dirección de escena/dramaturgia, interpretación y escenografía. En danza los estudios superiores se dividen en las opciones de coreografía o pedagogía de la danza. En música hay una larga lista de titulaciones que se resumen en cinco grupos: interpretación instrumental/vocal, pedagogía, composición, musicología y dirección. En arte dramático se ha titulado una media de doscientos veinticinco alumnos por curso entre 1999 y 2005, mientras que en música la media para el mismo periodo ha sido seis veces superior. No hay datos de danza. La cifra de titulados de arte dramático es regular, con pequeñas fluctuaciones, pero en música hay saltos del trescientos por cien. Proporcionalmente obtienen el título superior más alumnos de música (uno de cada cuatro) que de teatro (uno de cada seis). La danza sí puede compararse, al menos con la música, en los resultados de los hasta hace poco llamados conservatorios de grado medio, hoy llamados conservatorios profesionales, que preparan a músicos y bailarines para acceder a los estudios superiores. Hay pocos años en los que se pueda hacer la comparación, pero las cifras salen muy igualadas: entre 2002-2004 finalizó el grado medio cerca del ocho por cien del total de alumnos, tanto en música como en danza. Eso no quiere decir que suspenda el ochenta y dos por cien, puesto que tomamos como referencia el número de alumnos matriculados en todos los cursos al no saber cuántos estaban matriculados en el sexto y último curso. Pocos desvelos merecerían más la pena que aquellos destinados a hacer de estos centros un ejemplo de calidad y excelencia, cualidades que el arte contagia a todas las disciplinas desde que alcanza a recordar la memoria. Pedro Sarmiento 145 JAZZ JOHN SURMAN “IMAXIMA SONS” 146 amigo Mike Westbrook, un tubista con el que ha venido desarrollando proyectos conjuntos. Ambos no tardaron en cambiar su residencia a Londres, afianzando, en el caso de Surman, una condición como campeón de varios vientos —incluyendo saxos barítono y soprano, clarinete bajo y flautas— que alfombró de facilidades su contribución en bandas frecuentadas por los más bisoños John Taylor, Mike Gibbs, Dave Holland y John McLaughlin. Igualmente llamativo es que el Festival de Jazz de Montreux de 1968 le premiara como el mejor solista, en el mismo año en el que se estrenaba su carrera discográfica como líder, con un álbum de título homónimo editado en el sello Deram. Mientras tanto, Surman no había dejado de ser en ningún momento el avezado estudioso de armonía y composición en el que le convirtieron, respectivamente, sus asistencias a los cursos del London College of Music y el London University Institute of Education. Una experiencia que tras la creación en 1969 de un trío junto al contrabajista Barre Phillips y al baterista Stu Martin, sirvió para que el compositor se emplease a fondo en labores de docencia durante todos los setentas. El veneno de los escenarios era, no obstante, demasiado fuerte para él, y, sólo una temporada más tarde, decidió organizar la estructura básica de un trío de saxos (S.O.S.) en el que medraban Alan Skidmore y Mike Osborne, y, esporádicamente, también, el trombonista alemán Albert Mangelsdorff. Desde 1979, año en el que graba en solitario su Upon reflections, inicia una estrecha y fructífera relación con la discográfica ECM Records, que aún hoy continúa. De entonces acá, la carrera de John Surman es irreprochable. Es, sobre todo, un reconocido especialista en dejar en segundo plano la perfección técnica de las evidencias, para poner de relieve el sutil mundo de matices y emociones que acusa la exquisita camerística de las composiciones de álbumes como Withholding pattern, Upon reflections, Private city, Road to Saint Ives, A biography of the Rev. Absalom Dawe o, ya más recientemente, Coruscating y los directos Erik Fugiseth L a cultura de festivales de jazz se implantó en nuestro país en la década de los sesenta y, al margen de las respectivas economías de unos y otros, poco se ha evolucionado en este tiempo. La tendencia y el modelo a seguir siempre vino marcada desde las citas vascas, Getxo, Vitoria-Gasteiz y San Sebastián-Donostia, pero los actuales hábitos culturales de los aficionados y espectadores han creado un escenario más propicio para las alternativas de ocio que las propuestas musicales. Ello ha dado lugar a la proliferación de centenares de festivales de jazz a lo largo y ancho de nuestra geografía, que cada verano saludan al ciudadano ofreciéndole más excusas para invertir su tiempo vacacional que razones para alimentar su alma. En este sentido, los certámenes vascos siguen definiendo las pautas (tipo de artistas, variedad de escenarios, actividades complementarias, reforzamiento de los programas con paquetes turísticos, etc.), aunque cada vez las soluciones tomen cada vez más un perfil propio de los grandes acontecimientos veraniegos del pop-rock. Ante esta nueva situación, el aficionado al jazz por derecho se siente un tanto desprotegido, aunque los planteamientos sean legítimos, claro está. Asumiendo que en mayor o menor medida todos los festivales miran al País Vaso, el único certamen que en los últimos años ha mantenido una coherencia y ortodoxia jazzísticas ha sido y es el Imaxina sons de Vigo. Nació y vive atento a las vanguardias europeas, así como a las creaciones de los jazzistas gallegos, por lo que sus programaciones acostumbran a incluir nombres y artistas que se alejan de los circuitos más lustrosos de esta época estival. Este año sumó su tercera edición y en el cartel lucieron una vez más creadores personales y avanzados como Jan Garbarek, Renaud GarcíaAfons, Antonello Sallis, Markus Breus, Henri Texier, Gilad Atzmon o, el que sin duda será uno de los protagonistas del verano, el saxofonista, clarinetista, multiinstrumentista y compositor británico John Surman. Como curiosidad, interesa saber que Surman, antes de optar por el clarinete, comenzó su singladura musical cantando música religiosa en diferentes corales de Devon, su ciudad natal. 1960 fue el año en el que saludó la formación de un grupo musical con su JAZZ JOHN SURMAN registrados junto al baterista Jack DeJohnette Invisible nature y Free and equal. Igualmente, este sentimiento musical dividido entre el jazz, la improvisación clásica contemporánea y la música de cámara se refleja en el que hasta la fecha es su último disco, The spaces in between, grabado junto a un pequeño grupo de cuerda formado por contrabajo (Chris Laurence), violín (Rita Manning y Patrick Kiernan), viola (Bill Hawkes) y chelo (Nick Cooper). Su labor como solista en formulaciones instrumentales de orden muy variado, ha sido reconocida, asimismo, por personalidades como el pianista Paul Bley, la cantante Karin Krog, los saxofonistas Archie Shepp y Warne Marsh, los guitarristas Bill Frisell, Terje Rypdal y John Abercrombie, los con- trabajistas Miroslav Vitous y Red Mitchell, el mencionado DeJohnette o el también baterista y percusionista Pierre Favre. Del mismo modo, este intelectual de las letras musicales británicas también ha protagonizado empresas mayores como las que realizó en los ochenta junto a la big band del compositor Graham Collier o la Gil Evans British Orchestra. En su visita al certamen gallego de Imaxina sons, sin embargo, se hizo acompañar de un cuarteto integrado por el pianista John Taylor, el contrabajista Chris Laurence y el baterista John Marshall, con quienes tiene un pasado musical intenso y estrecho y testimonios discográficos tan sublimes como el que firmaran a comienzos de la pasada década en ECM, Stranger than fiction. Con John Surman se asegura una música lejos de los encasillamientos, en cuyo desarrollo bracean las corrientes minimalistas, el jazz y, en ocasiones, el folclore británico. Un torrente de notas en el clarinete bajo y en el sintetizador (instrumento en el que también dobla) que, ocasionalmente, ha podido ser disfrutado en nuestros escenarios. No obstante, su paso en formación de cuarteto por el festival vigués volvió a poner el dedo en todas las llagas de la creatividad más libre, así como volvió a dejar en el aire mil dudas sobre la actual aportación de los festivales de jazz veraniegos, entregados a otro tipo de objetivos más comerciales que culturales. Pablo Sanz ENCUENTROS DE VERANO A nte la oferta jazzística casi clónica de buena parte de los festivales veraniegos este año la expectación parece llegar en pareja o en asociaciones con perfiles musicales de gran interés. Así, en VitoriaGasteiz se podrá ver el mano a mano que protagonizarán el guitarrista John Scofield y el teclista y organista John Medeski (de los Medeski, Martín & Wood), en una aventura conjunta que han denominado como The Johns. En la capital alavesa, igualmente, se presenciará el espectáculo jazzístico-cinematográfico firmado por el trompetista Terence Blanchard y el realizador Spike Lee, así como una partida musical inédita entre el tocaor Niño Josele y el saxofonista tenor Joe Lovano, formulada a través del último disco del flamenco Paz, dedicado a Bill Evans. También allí se producirá una extraña alianza entre profesores de la americana Juilliard School of Music, los hermanos Juan y Víctor de Diego y el cantautor Ruper Ordorika, todos ellos liderados por el baterista bilbaíno Hasier Oleaga, que ha llamado al proyecto Konexioa. San Sebastián, por su parte, recibirá visita de dos jazzistas de largo éxito como son el guitarrista Pat Metheny y el pianista Brad Mehldau, acompañados por el trío de este último y reunidos en torno a los dos discos que tienen com- partidos como pareja de hecho artístico. Del mismo modo, y aunque con mayor arropamiento musical, la capital donostiarra acogerá el saludo discográfico entre Elvis Costello y el pianista de Nueva Orleáns Allen Toussaint, The river in Reverse, un trabajo coloreado con los tintes negros del mejor soul, blues y rhythm & blues. Otro dúo de altos vuelos este verano es el que forman el pianista Uri Caine y el trompetista Paolo Fresu, que se echarán un pulso sobre la tarima improvisada de la plaza Biotz Alai de Getxo. Más peso histórico suscita el encuentro entre dos colosos del saxo tenor y todos los nervios del bebop, Bennie Golson y Johnny Griffin, que tras coincidir en sus años mozos en los Messengers de Art Blakey ahora se reúnen de nuevo. A pesar de todo, todos los titulares jazzísticos de este verano se los llevará un solo nombre, Ornette Coleman, que regresa a nuestros escenarios y en exclusividad al festival de Vitoria-Gasteiz. Acompañado por su hijo, el baterista Denardo Coleman, y tres contrabajistas de afilado instinto rítmico, el saxofonista y multiinstrumentista viene para presentar, Sound Grammar, su primer trabajo editado en los últimos diez años y su primer directo en las dos últimas décadas. De momento, esta obra mayor de nuestro tiempo acaba de ser galardonada con el Premio Pulitzer de Música de 2007. 147 GUÍA LA GUÍA DE SCHERZO ARANJUEZ PALACIO REAL 20-VII: La Petite Bande. Sigiswald Kuijken. Sellitto, La vedova ingegnosa (versión semiescenificada). BARCELONA FREIRE 1-VII: José Menor, piano. Programa por determinar. (Auditori [www.auditori.org]). 5: Cuarteto Endellion. Haydn, Adès, Beethoven. (Auditori). 5,8: Coro y Orquesta del Gran Teatro del Liceo. Andrew Davis. Fleming, Hampson, Bros, Palatchi. Thaïs (versión de concierto) (Teatro del Liceo). 6: Coro de Cámara del Palau de la Música Catalana. Orquesta Ciudad de Barcelona y Nacional de Cataluña. Salvador Brotons. Borgunyó, Martínez Comi, Lamote de Grignon. (Auditori). 7: Nelson Freire, piano. Bach-Busoni, Beethoven, Franck. (Auditori). 8: Daniel Blanch, piano. Programa por determinar. (Auditori). 12: Cuarteto Atrium. Nurimov, Beethoven, Shostakovich. (Auditori). 13: Orquesta Ciudad de Barcelona y Nacional de Cataluña. Carlo Rizzi. Nikolai Luganski, piano. Chaikovski. (Auditori). 14: Evgeni Koroliov, piano. Bach. (Auditori). 15: Andrei Gavrilov, piano. Chopin, Prokofiev. (Auditori). 19: Cuarteto Skampa. Beethoven, Janácek, Dvorák. (Auditori). 24: Cuarteto Herold. Debussy, Sluka, Ravel. (Auditori). 26: Cuarteto Sacconi. Mozart, Schubert, Lalo. (Auditori). 29: Joven Orquesta Nacional de Cataluña. Manel Valdivieso. Stravinski, Beethoven, Ravel. (Auditori). GRAN TEATRO DEL LICEO WWW.LICEUBARCELONA.COM MANON (Massenet). Pérez. McVicar. Dessay, Villazón, Lanza, Ramey. 1,3,6,7,9-VII. NORMA (Bellini). Campanella. Negrín. Sánchez, Zajick, Farina, Prestia. 21,24,25,27,29,30-VII. EL ESCORIAL TEATRO AUDITORIO 148 11-VII: Compañía de Teatro de Pedro María Sánchez. Pedro María Sánchez. Los Músicos de su Alteza. Luis Anto- ORQUESTA DE CÓRDOBA www.orquestadecordoba.org Telf. 957 491 767 Director Titular y Artístico Manuel Hernández Silva Día 6 de julio - 2007 Concierto extraordinario Festival de Córdoba Guitarra 2007 Gran Teatro - 21:30 h. Danzas concertantes R. Sierra Manuel Barrueco, guitarra Orquesta de Córdoba 7,8: Staatskapelle Berlin. Daniel Barenboim. Mahler, Quinta. / Lang Lang, piano. Brahms, Strauss. PAMPLONA BALUARTE WWW.BALUARTE.COM LA CORUÑA 4-VII: Barbara Hendricks, soprano. Cuarteto Magnus Lindgren. Holiday. FESTIVAL MOZART WWW.FESTIVALMOZART.COM PERELADA 1-VII: Grupo Instrumental Siglo XX. Florian Vlashi. Mozart, Crumb, De Paz. DIE ZAUBERFLÖTE (Mozart). Ros Marbà. Abbado. Coliban, Muzek, Gierlach, Miklosa. 5,7-VII. MADRID FESTIVAL CASTELL DE PERALADA WWW.FESTIVALPERALADA.COM 20-VII: Filarmónica de San Petersburgo. Yuri Temirkanov. Chaikovski. LES CONTES D’HOFFMANN (Offen- Director: Manuel Hernández Silva Día 27 de julio - 2007 Concierto extraordinario Benalmádena (Málaga) Auditorio Municipal de Benalmádena - 22:30 h. TEATRO REAL Información: 91/ 516 06 60. Venta Telefónica: 902 24 48 48. Venta en Internet: www.teatro-real.com. Visitas guiadas: 91 / 516 06 96. ÓPERA I Adagietto (5ª Sinfonía) G. Mahler Concierto para marimba y orquesta I. Alderete Carolina P. Alcaraz, marimba II Vals triste J. Sibelius Danzas gitanas J. Turina Triana I. Albéniz/J. Rueda Orquesta de Córdoba Director: Mihnea Ignat nio González Marín. Calderón-Nebra, La divina Filotea (versión semiescenificada). GRANADA FESTIVAL INTERNACIONAL DE MÚSICA Y DANZA WWW.GRANADAFESTIVAL.ORG 1-VII: Le Poème Harmonique. Vicent Dumestre. De Lalande, Charpentier. — Orquesta de París. Christoph Eschenbach. Iván Martín, piano. Wagner, Falla, Debussy. 2: Magdalena Kozená, mezzo; Yefim Bronfman, piano. Schumann, Ravel, Rachmaninov, Bartók. — Ballet Víctor Ullate Comunidad de Madrid. 3: Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Pedro Halffter. Juan Carlos Garvayo, Alberto Rosado, pianos. Revueltas, Poulenc, López López, Stravinski. 4: Aldo Ciccolini, piano. Debussy, Ravel, Falla. 4,5,6: Jordán Tejedor, violín; Miguel Ángel Tapia, piano. Lara, Sarasate, Falla. 5,6: Béjart Ballet Lausanne. 7: La francesa, coreografías de I. Galván. 7,8: Orquesta Barroca de Sevilla. Monica Hugett. Núria Rial, soprano. Scarlatti, Haendel, Bach. / Rebel, Haydn, Rameau. MADAMA BUTTERFLY de Giacomo Puccini. Julio: 14, 15, 17, 18, 20, 22, 23, 25, 26, 27. 20:00 h. Director musical: Plácido Domingo (14, 15, 17, 18, 22, 23, 25, 26, 27)/ Philippe Bach (20). Director de escena: Mario Gas. Escenógrafo: Ezio Frige- DOMINGO NACIONAL Alfonso Echeverría (15, 18, 22, 25, 27), Tomeu Bibiloni. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real (Coro y Orquesta Sinfónica de Madrid). ACTIVIDADES PARALELAS DOMINGOS DE CÁMARA. Concierto nº 6. Solistas de la Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). Julio: 15. 12:00 h. Obras de G. Rossini, F. Poulenc, S. Revueltas y W. A. Mozart. GRANDES VOCES rio. Figurinista: Franca Squarciapino. Solistas: Cristina Gallardo-Domâs (14, 17, 23, 26)/ Micaela Carosi (15, 18, 20, 22, 25, 27), Marina Rodríguez-Cusí (14, 17, 20, 23, 26)/ Itxaro Mentxaka (15, 18, 22, 25, 27), María José Suárez, Carl Tanner (14, 17, 23, 25, 27)/ Roberto Aronica (15, 18, 20, 22, 26), Vladimir Stoyanov (14, 17, 20, 23, 26)/ Ángel Ódena (15, 18, 22, 25, 27), Emilio Sánchez (14, 17, 20, 23, 26)/ José Ruiz (15, 18, 22, 25, 27), Miguel Sola (14, 17, 20, 23, 26)/ PLÁCIDO DOMINGO, tenor. ANA MARÍA MARTÍNEZ, soprano. Julio: 21. 20:00 h. Obras de G. F. Händel, R. Wagner, J. Massenet, G. Verdi, P. Sorozábal, F. Moreno Torroba y J. Serrano. Orquesta Titular del Teatro Real (Orquesta Sinfónica de Madrid). Director: Jesús López Cobos. ACTIVIDADES PARALELAS ÓPERA EN CINE. LUISA FERNANDA de Federico Moreno Torroba. Julio: 22. 11:00 h. TEATRO DE LA ZARZUELA Jovellanos, 4. Metro Banco de España. Tlf.: (91) 5.24.54.00. Internet: http://teatrodelazarzuela.mcu.es. Director: Luis Olmos. Venta localidades: A través de Internet (servicaixa.com), Taquillas Teatros Nacionales y cajeros o teléfono de ServiCaixa: 902 33 22 11. Horario de Taquillas: de 12 a 18 horas. Días de representación, de 12 horas, hasta comienzo de la misma. Venta anticipada de 12 a 17 horas, exclusivamente. Las Bribonas de Rafael Calleja y La Revoltosa de Ruperto Chapí.. Hasta el 22 de julio, a las 20:00 horas (excepto lunes y martes). Miércoles (día del espectador) y domingos, a las 18:00 horas. Direc- ción Musical: Enrique Diemecke y Ramón Torrelledó. Dirección de Escena: Amelia Ochandiano. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de La Zarzuela. GGUUÍ A ÍA SAN SEBASTIÁN QUINCENA MUSICAL DONOSTIARRA WWW.QUINCENAMUSICAL.COM LES CONTES D’HOFFMANN (Offenbach). Parry. Kemp. Machado, Moreno, Piunti, Bou. 11,13-VIII. 16: Sinfónica del Teatro Mariinski de San Petersburgo. Valeri Gergiev. Wagner, Shostakovich, Mahler. 23: Orquesta de Cámara de Ginebra. Rubén Gimeno. María Bayo, soprano. Bizet, Berlioz. 24,26,27: Orquesta Nacional Rusa. Charles Dutoit. Martha Argerich, piano. Glinka, Beethoven, Chaikovski. / Mikhail Pletnev. Rachmaninov, Aleko (versión de concierto). / Liszt, Shostakovich. 28: Joaquín Achúcarro, piano. Grieg, Chopin, Albéniz. 29,30: Orquesta de París. Orfeón Donostiarra. Christoph Eschenbach. Brahms. / Debussy. Stravinski. SANTANDER FESTIVAL INTERNACIONAL WWW.FESTIVALSANTANDER.COM LA SONNAMBULA (Bellini). Marino. De Ana. Marin, Mukeria, Scandiuzzi, Pastrana. 1,3-VIII. 4: Sinfónica del Principado de Asturias. Trío Mompou. Maximiano Valdés. Monasterio, De la cruz, Moncayo. TOSCA (Puccini). Neuhold. De Ana. Raspagliosi, Borin, Gazale. 12,14VIII. 18: Accademia Bizantina. Andreas Scholl, contratenor. Vivaldi, Haendel, Porpora. 22: Cuarteto Chilingirian. Beethoven, Mier, Schubert. 23,24: Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Sakari Oramo. Glinka, Elgar, Brahms. / Chaikovski, Sibelius, Beethoven. 25: Orquesta Nacional de Rusia. Charles Dutoit. Martha Argerich, piano. Glinka, Beethoven, Chaikovski. 27,28: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Bernard Haitink. Wagner, Debussy. / Bruckner, Octava. SANTIAGO DE COMPOSTELA VIA STELLÆ WWW.VIASTELLAE.ES 4: Le Poème Harmonique. Vincent Dumestre. Belli, Orfeo dolente (versión de concierto). 8: Accademia Bizantina. 10: Il Giardino Armonico. Giovanni Antonini. 13: Sinfónica de Galicia. Víctor Pablo REAL FILHARMONÍA DE GALICIA Auditorio de Galicia www.realfhilarmoniagalicia.org www.auditoriodegalicia.org Teléfono: 981 55 22 90 Julio 2007 cagni, Cilea. 17: Diabolus in Musica. Antoine Guerber. Dufay. 19: Camerata Salzburg. Natalie Chee. Mozart. 21: Orquesta de Cámara de Ginebra. Rubén Gimeno. María Bayo, soprano. Bizet, Berlioz, Chapí. 23: Joaquín Achúcarro, piano. Falla, Albéniz, Debussy. Martes, 3 21.00 h Auditorio de Galicia Simone Kermes, soprano Real Filharmonía de Galicia Rinaldo Alessandrini, director VALLADOLID Jueves, 12 21.00 h Auditorio de Galicia The English Baroque Soloists The Monteverdi Choir John Eliot Gardiner, director 5,6-VII: Sinfónica de Castilla y León. Paul Goodwin. Vahid Khadem-Missagh, violín. Nielsen, Chaikovski, Dvorák. 27: Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski. Anne Sofie von Otter, mezzo. Bizet, Berlioz. Sábado, 14 21.00 h Auditorio de Galicia Lautten Compagney Berlin Wolfgang Katschner, director Niki Kennedy / Stephanie Wuesst / Constanze Backes / Ulf Bästlein Martes, 17 21.00 h Auditorio de Galicia Vivica Genaux, mezzosoprano Les violons du Roy Bernard Lavadie, director Jueves, 19 21.00 h Auditorio de Galicia La Petite Bande Sigiswald Kuijken, director Marie Kuijken / Fulvio Bettini AUDITORIO WWW.AUDITORIODEVALLADOLID.ES INTERNACIONAL AIX-EN-PROVENCE Pérez. 16: Orquesta Barroca de Venecia. Andrea Marcon. Haendel, Vivaldi. 23: Il Complesso Barocco. Alan Curtis. D. Sacarlatti, Tolomeo e Alessandro (versión de concierto). TORROELLA DE MONTGRÍ FESTIVAL DE MÚSICAS WWW.FESTIVALDETORROELLA.COM 13-VII: Orquesta Barroca del Festival de Torroella. Coro de San Esteban. Ottavio Dantone. Coma-Alabert, Hinojosa, Pintó, Casariego, Infante. Vivaldi, Juditha triumphans. 15: Ottavio Dantone, clave. Bach, Haendel, Scarlatti. 3-VIII: Piotr Anderszewski, piano. Beethoven, Variaciones Diabelli. 5: Cuarteto Belcea. Piotr Anderszewski, piano. Dvorák, Szymanowski, Schumann. 7: Filarmónica Checa. Andreas Weiser. Piotr Anderszewski, piano. Rodríguez Picó, Beethoven, Schumann. 14: Orquesta Sinfónica Nacional de Lituania. Gintaras Rinkevicius. Francesca Patané, soprano. Verdi, Mas- BERLÍN FILARMÓNICA DE BERLÍN WWW.BERLINER-PHILHARMONIKER.DE DEUTSCHE OPER WWW.DEUTSCHEOPERBERLIN.DE FESTIVAL WWW.FESTIVAL-AIX.COM LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Harding. Boussard. Orquesta de Cámara Mahler. Gunn, Royal, Christensson, Caoduro. 1,3,7,10,13,17,19,21-VII. DIE WALKÜRE (Wagner). Rattle. Braunschweig. Filarmónica de Berlín. Gambill. Petrenko, White, Westbroek. 2,5,8-VII. Jueves, 26 21.00 h Auditorio de Galicia Anne Sofie von Otter, mezzosoprano Les musiciens du Louvre Marc Minkowski, director TANNHÄUSER (Wagner). Luisi. Arlaud. Jentjens, Millgramm, Trekel, Bieber. 26-VII. 3,7,15,18,27-VIII. DAS RHEINGOLD (Wagner). Thielemann. Dorst. Dohmen, Lukas, Bieber, Bezuyen. 27-VII. 9,20-VIII. DIE WALKÜRE (Wagner). Thielemann. Dorst. Wottrich, Youn, Dohmen, Pieczonka. 28-VII. 10,21-VIII. SIEGFRIED (Wagner). Thielemann. Dorst. Gould, Siegel, Dohmen, Shore. 30-VII. 12,23-VIII. GÖTTERDÄMMERUNG (Wagner). Thielemann. Dorst. Gould, Lukas, König, Shore. 1,14,15-VIII. PARSIFAL (Wagner). Fischer. Schlingensief. Rasilainen, Korn, Holl, Eberz. 2,6,13,22,26-VIII. 2,5,8-VII: Simon Rattle. Gambill, White, Johansson. Wagner, Walkyria (versión de concierto). RATTLE bach). Ortega. Kemp. Machado, Moreno, Castle, Piunte. 27,29-VII. 2-VIII: Orquesta de Cadaqués. Pablo González. Ainhoa Arteta, soprano. Guastavino, Montsalvatge, Guinovart. 3: Orquesta del Gran Teatro del Liceo. Daniel Montané. Radvanovsky, Ganassi. Programa por determinar. IL BARBIERE DI SEVIGLIA (Rossini). Ópera Helikon de Moscú. Chudovski. Bertman. 16-VIII. L’ORFEO (Monteverdi). Jacobs. Brown. Concerto Vocale. Prato, Chappuis, Giangrande, Hugues. 6,8,11,12,14,15-VII. DIE ENTFÜHRUNG AUS DEM SERAIL (Mozart). Minkowski. Deschamps. Musiciens du Louvre. Strehl, Petersen, Ewing, Bottone. 6,9,12,14,16,18,20-VII. Z MRTVÉ HO DOMU (Janácek). Boulez. Chéreau. Orquesta de Cámara Mahler. Baer, Stoklossa, Margita, Straka. 16,18,20,22-VII. PORGY AND BESS (Gershwin). Waters. Gobbato. Sicaba, Malefane, Nikosi, Saldanha. 4-VII/1-VIII. DRESDE SEMPEROPER WWW.SEMPEROPER.DE PETER GRIMES (Britten). Bolton. Baumgarten. Gould, Isokoski, Rootering, Mayer, Martinsen. 4-VII. LA DAMNATION DE FAUST (Berlioz). Albrecht. Warner. Koch, Cole, Eglitis. 5-VII. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Märkl. Laufenberg. Schwanewilms, Tomlison, Papoulkas, Schmidt. 6,10-VII. HÄNSEL UND GRETEL (Humperdinck). Zimmer. Thalbach. Papoulkas, Gabler, Ketelsen, Brohm. 7-VII. OTELLO (Verdi). Zanetti. Nemirova. Nylund, Markov, Ringelhahn. 8-VII. CARMEN (Bizet). Delacôte. Lauterbach. Porretta, Vondung, Marquardt, Atanasov. 9-VII. DROTTNINGHOLM SLOTTSTEATER ÁMSTERDAM WWW.DTM.SE DE NEDERLANDSE OPERA L’ORFEO (Monteverdi). Tatlow. Dijkema. Söderbereg, Rydén, Bellini, Arvidson, Grevelius. 28,30-VII. 1,3,5,7,9,11-VIII. WWW.DNO.NL DOCTOR ATOMIC (Adams). Renes. Sellars. Finely, Jepson, Owens, Fink. 1-VII. BAYREUTH RICHARD-WAGNER-FESTSPIELE WWW.BAYREUTHER-FESTSPIELE.DE DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (Wagner). Weigle. Wagner. Hawlata, Korn, Reid, Zaun. 25-VII. 4,8,16,28-VIII. FRANCFORT OPER FRANKFURT WWW.OPER-FRANKFURT.DE TANNHÄUSER (Wagner). Carignani. Nemirova. Baldvinsson, Sterey, Marsh. 1-VII. IL RITORNO D’ULISSE IN PATRIA (Monteverdi). Carignani. Hermann. Rice, Marsh, Spicer, Carlsson. 2,4,8VII. 149 GGUUÍ A ÍA GLYNDEBOURNE FESTIVAL OPERA WWW.GLYNDEBOURNE.COM MATTHÄUSPASSION (Bach). Egarr. Mithcell. Padmore, Waddington, Bohlin, Connolly. 1,5,7,14,18,22,27-VII. 2,4,9,16,19,24,26-VIII. MACBETH (Verdi). Jurowski. Jones. Valayre, Dobber, Shvets, Autry. 2,9,12,17,21-VII. LA CENERENTOLA (Rossini). Jurowski. Hall. Mironov, Spagnoli, Corbelli, Azzaretti, Cirillo. 3,6,10,13,16,19,26,29,31-VII. 3,5,7,12-VIII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Ticciati. Hyntner. Breslik, Degout, Antoniozzi, Harnisch. 4,8,11,15-VII. TRISTAN UND ISOLDE (Wagner). Belohlávek. Lehnhoff. Gambill, Stemme, Karnéus, Skovhus. 1,6,10,14,18,22-VIII. THE TURN OF THE SCREW (Britten). Gardner. Kent. Burden, Tilling, Owens, Bell. 11,13,15,17,21,23,25-VIII. LONDRES PROMENADE CONCERTS WWW.BBC.CO.UK/PROMS GARDINER 13-VII: Coro y Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlavek. Walton, Elgar, Beethoven. 14: Orquesta de Conciertos de la BBC. John Wilson. Arnold, Lambert, Williams. 15: English Baroque Soloists. John Eliot Gardiner. Campra, Rameau. 150 16: Coro y Orquesta de la Academia de Santa Cecilia de Roma. Antonio Pappano. Bell, DiDonato, Brownlee, Abdrazakov. Berio, Rossini. 17: Sinfónica de la BBC. Coro de la Filarmónica de Londres. David Robertson. Hayden, Bernstein, Ives. 18: Filarmónica de Londres. Orquesta Nacional de Francia. Kurt Masur. Chaikovski, Bruckner. 19: Filarmónica de la BBC. Vasili Sinaiski. Nelson Goerner, piano. Pärt, Rachmaninov, Glière. 20,21: Orquesta Nacional de la BBC de Gales. Thierry Fischer. Roger Muraro, piano. Dutilleux, Ravel, Berlioz. / Debussy, Fauré, Saint-Saëns. 22: Coro y Sinfónica de la BBC. David Robertson. Dean, Beethoven. 23: Handel and Haydn Society of Boston. Roger Norrington. Matthews, Spence, Lemalu. Haydn, Estaciones. 24: Filarmónica de Londres. Coro de Glyndebourne. Vladimir Jurowski. Valayre, Dobber, Shvets, Auty. Verdi, Macbeth (semiescenificada). 25: Sinfónica de Bournemouth. Marin Alsop. Beethoven, Barber, Copland. 26: Sinfónica de la BBC. Andrew Davis. Delius, Tippett, Vaughan Williams. 27: Orquesta Hallé. Mark Elder. Strauss, Britten, Nielsen. 28: Filarmónica de la BBC. Charles Mackerras. Schumann, Gruber, Wigold, Janácek. 29: Les Musiciens du Louvre. Marc Minkowski. Anne Sofie von Otter, mezzo. Fauré, Berlioz, Bizet. 30: Sinfónica de la BBC. Esa-Pekka Salonen. Yefim Bronfman, piano. Ravel, Salonen, Berlioz. 31: Sinfónica Escocesa de la BBC. Tenebrae. Ilan Volkov. Sibelius, Britten, Varèse, Debussy. 1-VIII: Sinfónica Escocesa de la BBC. Tenebrae. Ilan Volkov. Kurták, Mahler. 2: Orquesta Nacional de la BBC de Gales. Jac van Steen. Janine Jansen, violín. Debussy, Prokofiev, Matthews, Ravel. 3: Sinfónica de la BBC. Semion Bichkov. Stravinski, Lindberg, Rachmaninov. 4: Joven Orquesta Nacional de Gran Bretaña. Mark Elder. Kernis, Prokofiev, Shostakovich. 5: Real Orquesta Filarmónica. Daniele Gatti. Brahms, Elgar, Strauss. 6,7: Filarmónica de la BBC. Gianandrea Noseda. Renée Fleming, soprano. Beethoven, Berg, Korngold. / Britten, Mahler-Cooke. 8: Orquesta de Conciertos de la BBC. John Dankworth. Dankworth, Ellington, Strayhorn. 9: Orquesta Nacional de la BBC de Gales. David Atherton. Puw, Walton, Rachmaninov. 11: Joven Orquesta de la Comunidad Europea. Colin Davis. Brahms, Sibelius. COLIN DAVIS DEATH IN VENICE (Britten). Shanahan. Warner. Jonsson, Webster, Wächter, Leky. 4,7-VII. UN BALLO IN MASCHERA (Verdi). Franci. Guth. Dussmann, Ventre, Lucic, Pinter. 5,8-VII. SIMON BOCCANEGRA (Verdi). Carignani. Loy. Lucic, Szabo, Kränzle, Raspagliosi. 6-VII. 12: Coro y Sinfónica de la BBC. David Runnicles. Brewer, Andersen, Tomlinson, Held. Wagner, Ocaso de los dioses (versión de concierto). 13: Sinfónica de la Radio de Francfort. Paavo Järvi. Matthias Goerne, barítono. Weber, Mahler, BrahmsSchoenberg. 14: Sinfónica Escocesa de la BBC. Robert Spano. Stravinski, Bernstein, Gershwin. 15: Sinfónica de Lahti. Osmo Vänskä. Sibelius. 16: Filarmónica de Bergen. Andrew Litton. Grieg, Walton. 17: Sinfónica de la BBC. Oliver Knussen. Schoenberg, Stravinski, Henze. 18: Coro y Sinfónica de la Ciudad de Birmingham. Sakari Oramo. Roocroft, Wyn-Rogers, Opie, Rose. Elgar, Los apóstoles. 19: Joven Orquesta Simón Bolívar de Venezuela. Gustavo Dudamel. Shostakovich, Bernstein. 20: Orquesta Philharmonia. Christoph von Dohnányi. Hellekant, Struckmann. Adès, Bartók. 21: Sinfónica de la BBC. John Adams. Olli Mustonen, piano. Copland, Adams. 22: Orquesta del Festival de Lucerna. Coro Arnold Schoenberg. Claudio Abbado. Anna Larsson, mezzo. Mahler, Tercera. 23: Orquesta Barroca de Friburgo. Orchestra of the Age of Enlightenment. Gottfried von der Goltz. Haendel, Purcell, Telemann. 24,25: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Bernard Haitink. Bruckner, Octava. / Wagner, Debussy. 26: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Britten, Martinu, Prokofiev. 28: Sinfónica de Londres. Valeri Gergiev. Alexander Toradze, piano. Chaikovski, Prokofiev. 29,30: Sinfónica de la Radio de Baviera. Mariss Jansons. Strauss, Sibelius. / Honegger, Beethoven. 31: Sinfónica de la BBC. Jirí Belohlávek. Musgrave, Mahler. ROYAL OPERA HOUSE COVENT GARDEN WWW.ROYALOPERAHOUSE.ORG KÁTA’ KABANOVÁ (Janácek). Mackerras. Nunn. Palmer, Watson, Stotjin, Bryjak, Streit. 2,5-VII. TOSCA (Puccini). Franck. Kent. Urmana, Licitra, Delavan, Gleadows. 3,7,10,12,19-VII. DON GIOVANNI (Mozart). Bolton. Zambello. Schrott, Hagen, Netrebko, Schade. 4,8-VII. RIGOLETTO (Verdi). Palumbo. McVicar. Kim, Grundheber, Ciofi, Aceto. 9,11,13,16,18,21-VII. COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Davis. Miller. Röschmann, Garanca, Polenzani, Regazzo. 14,17,20,22-VII. LUCERNA LUCERNE FESTIVAL WWW.LUCERNEFESTIVAL.CH 10,11-VIII: Orquesta del Festival de Lucerna. Coro de la Radio de Baviera. Claudio Abbado. Diener, Larsson, Kaufmann, Hagen. Beethoven, Novena. 12: Solistas de la Orquesta del Festival de Lucerna. Ensemble Sabine Meyer. Klein, Krommer, Janácek, Dvorák. 13: Orquesta de Cámara Mahler. Philippe Jordan. Nathalie Sutzmann, contralto. Dvorák, Mahler, Beethoven. 16: Renée Fleming, soprano; Hartmut Holl, piano. Schubert, Brahms, Berg. 17: Orquesta de Cámara Mahler. Pierre-Laurent Aimard, piano y dirección. Mozart, Haydn, Beethoven. 18,19: Orquesta del Festival de Lucerna. Coro Arnold Schoenberg. Claudio Abbado. Anna Larsson, mezzo. Mahler, Tercera. 19: Festival Strings Lucerne. Achim Fiedler. Mozart, Schoeck, Haydn. — Ensemble InterContemporain. Jonathan Nott. Pierre-Laurent Aimard, piano. Ligeti, Mundry, Eötvös. — Orquesta de Cámara de Europa. Jirí Belohlávek. Smetana, Mi patria. 21: Orquesta Diván Oriente-Occidente. Daniel Barenboim. Beethoven, Schoenberg, Chaikovski. 22: Orquesta de Cámara de Europa. Heinz Holliger. Schubert, Veres, Schumann. 23,25: Silk Road Ensemble. Yo-Yo Ma, chelo y dirección. Saygun, Alis-Sade. 24,25: Sinfónica de la Radio de Baviera. Mariss Jansons. Frank-Peter Zimmermann, violín. Britten, Mahler. / Strauss, Sibelius. 26: Cuarteto Carmina. Jarrell, Respighi, Beethoven. 26,27,28: Sinfónica de Boston. James Levine. Pierre-Laurent Aimard, piano. Ives, Carter, Ravel, Bartók. / Bartók, Brahms. / Coro del Festival de Tanglewood. Naef, Giordani, van Dam. Berlioz, Condenación de Fausto. 29: Filarmónica de Israel. Zubin Mehta. Schoenberg, Schubert. 30,31: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Brahms, Gubaidulina, Ligeti, Stravinski. / Mahler, Novena. MILÁN TEATRO ALLA SCALA WWW.TEATROALLASCALA.ORG LA TRAVIATA (Verdi). Maazel. Cavani. Vargas, Frontali, Gheorghiu. 3,5,7,9,11,12,14,16,17,19,20,21VII. CANDIDE (Bernstein). Axelrod. Carsen. Burden, Christy, Wilson, Criswell. 4,6,10,13,18-VII. MÚNICH FILARMÓNICA DE MÚNICH WWW.MPHIL.DE 5,6,7-VII: Mark Elder. Boris Berezovski, piano. Sibelius, Grieg, Nielsen. 14,16,17,18: Christian Arming. Bartók, Tubin, Martinu. MÜNCHNER OPERNFESTSPIELE WWW.STAATSOPER.DE COSÌ FAN TUTTE (Mozart). Schneider. Dorn. Nylund, Koch, Borchev, Trost. 1,3-VII. DAS GEHEGE (Rihm) / SALOME (Strauss). Schmidt, Schnaut, Ford, Vermillion. 2,6-VII. ALICE IN WONDERLAND (Chin). Nagano. Freyer. Matthews, Hensechel, Watts, Komsi. 4,7-VII. ROBERTO DEVEREUX (Donizetti). Haider. Loy. Gruberova, Gavanelli, Piland, Todorovich. 5-VII. ALCINA (Haendel). Moulds. Loy. Hartertos, Kasarova, Cangemi, Prima. 7,9,12-VII. KHOVANSCHINA (Musorgski). Nagano. Cherniakov. Khovanski, Chonavski, Golitzin, Kotscherga. 10,14-VII. NORMA (Bellini). Reck. Rose. Todorovich, Orfila, Gruberova, Oprisanu. 11-VII. DER ROSENKAVALIER (Strauss). Sch- GGUUÍ A ÍA PARÍS OPÉRA BASTILLE WWW.OPERA-DE-PARIS.FR UN BALLO IN MASCHERA (Verdi). Bichkov. Deflo. M. Álvarez, Tézier, Brown, Tilling. 1,4,7,10,13-VII. PALAIS GARNIER WWW.OPERA-DE-PARIS.FR LA TRAVIATA (Verdi). Cambreling. Marthaler. Schäfer, Kaufmann, van Dam, Lagrange. 3,6,8,12-VII. PÉSARO ROSSINI OPERA FESTIVAL WWW.ROSSINIOPERAFESTIVAL.IT OTELLO (Rossini). Palumbo. Del Monaco. Gortsevskaia, Filionbato, Flórez. 8,11,14,17,20-VIII. IL TURCO IN ITALIA (Rossini). Allemandi. Monticelli. Belfiore, Marianelli, Adami, Concetti. 9,12,15,18,21-VIII. LA GAZZA LADRA (Rossini). Jia. Michieletto. Cantarero, Custer, Bordogna, Esposito. 10,13,16,19-VIII. SALZBURGO SALZBURGER FESTSPIELE WWW.SALZBURGFESTIVAL.AT ARMIDA (Haydn). Bolton. Loy. Dasch, Schade, Petibon, Priante. 28VII. 2,4,7,11,15,18-VIII. EVGENI ONEGIN (Chaikovski). Barenboim. Breth. Morloc, Samuil, Gubanova, Sarkisian. 29-VII. 1,8,11,14,19,25,29-VII. DER FREISCHÜTZ (Weber). Stenz. Richter. Butter, Bracht, Schnitzer, Seiffert. 3,5,13,16,20,23,27-VIII. BENVENUTO CELLINI (Berlioz). Gergiev. Stölzl. Shicoff, Naouri, Sherratt, Petrenko. 10,15,18,21,26,30-VIII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Harding. Guth. Finely, Röschmann, Damrau, Pisaroni. 12,15,17,22,24,26,28-VIII. 27,28-VII: Filarmónica de Viena. Franz Welser-Möst. Alfred Brendel, piano. Ligeti, Beethoven, Mahler. BRENDEL neider. Schenk-Rose. Pieczonka, Tomlinson, Koch, Schulte. 15-VII. LUISA MILLER (Verdi). Zanetti. Guth. Colombara, Vargas, Zeppenfeld, Gavanelli. 17,20-VII. WERTHER (Massenet). Bolton. Rose. Beczala, Maltman, Koch, Conners. 18,21-VII. LE NOZZE DI FIGARO (Mozart). Zagrosek. Dorn. Keenlyside, Harteros, Beaumont, Murphy. 19,23-VII. ORLANDO (Haendel). Moulds. Alden. Daniels, Joshua, Clayton, Miles. 22,25-VII. IL TURCO IN ITALIA (Rossini). Barbacini. Loy. Alaimo. Pendatchanska, Chausson, Alegret. 23,25,29-VII. RIGOLETTO (Verdi). Haider. Dörrie. Calleja, Álvarez, Mosuc, Muraro. 24,28-VII. DER FLIEGENDE HOLLÄNDER (Wagner). Fischer. Konwitschny. Salminen, Kampe, Vogt, Grötzinger, Conners. 26,29-VII. FIDELIO (Beethoven). Prick. Mussbach. Gantner, Silins, Smith, Mikolaj. 30-VII. DIE MEISTERSINGER VON NÜRNBERG (Wagner). Schneider. Langhoff. Rootering, Salminen, Robertson, Sapell. 31-VII. 4-VIII: Evgeni Kissin, piano. Schubert, Beethoven, Brahms. 7: Alfred Brendel, piano. Haydn, Beethoven, Schubert, Mozart. 9,12: Orquesta del Mozarteum de Salzburgo. Jesús López Cobos. Plácido Domingo, Rolando Villazón, tenores. Música de zarzuelas. 12,14,15: Filarmónica de Viena. Riccardo Muti. Berlioz. 13: Orquesta Diván Oriente-Occidente. Daniel Barenboim. Beethoven, Schoenberg, Chaikovski. 16: Maurizio Pollini, piano. Programa por determinar. 17: Sinfónica de la Radio de Baviera. Mariss Jansons. Honegger, Beethoven. 19,20: Filarmónica de Viena. Daniel Harding. Renée Fleming, soprano. Wagner, Strauss, Webern. 22: Filarmónica de Israel. Zubin Mehta. Berg, Mahler. 23: Cuarteto Artemis. Truls Mørk, chelo. Schubert, Webern. 25,26: Filarmónica de Viena. Nikolaus Harnoncourt. Schubert, Bruckner. 27: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Mahler, Novena. 28: Filarmónica de Berlín. Simon Rattle. Gidon Kremer, violín. Brahms, Schumann, Ligeti, Stravinski. 29: Cuarteto Emerson. Beethoven Saariaho. 30: Filarmónica de Viena. Daniel Barenboim. Bartók, Ligeti, Enescu, Kodály. 31: Orquesta del Concertgebouw de Ámsterdam. Bernard Haitink. Bruckner, Octava. TURÍN TEATRO REGIO WWW.TEATROREGIO.TORINO.IT ERNANI (Verdi). Campanella. Alli. Armiliato, Dessì, Prestia, Borin. 1,3-VII. ZÚRICH OPERNHAUS WWW.OPERNHAUS.CH DER ROSENKAVALIER (Strauss). Welser-Möst. Bechtolf. Stemme, Breedt, Kleiter, Kohl. 1-VII. FRANCESCA DA RIMINI (Zandonai). Santi. Del Monaco. Magee, Kohl, Peetz, Giordani. 3,5,7-VII. AIDA (Verdi). Fischer. Joel. Stemme, D’Intino, Pisapia, Pons. 4,8-VII. NABUCCO (Verdi). Santi. Miller. Valayre, Kaluza, Chalker, Bruson. 6-VII. 151 CONTRAPUNTO EL NIÑO QUE QUERÍA SER WAGNER U 152 n muchacho inglés de 14 años está a punto de dirigir su nuevo ballet en Moscú. Su retrato ya está en la National Portrait Gallery, como uno de los jóvenes más prometedores y el programa Horizon de la BBC le ha hecho pruebas que demuestran que está entre los adolescentes más inteligentes. Es el estudiante más joven que ha entrado en el Conservatorio Rimski-Korsakov de San Petersburgo, donde se interpretó una de sus obras junto con el Réquiem de Mozart y la Liturgia de San Juan Crisóstomo de Rachmaninov. Alex Prior es lo que antes se llamaba un niño prodigio y hoy se considera un engendro de la naturaleza. Si sus dotes fueran del tipo deportivo sería famoso en Wembley o Wimbledon y su rostro estaría echándonos sonrisas desde las vallas publicitarias desde Londres a Calcuta. Pero los tiempos modernos muestran mucho recelo hacia la precocidad y se sienten amenazados por los jóvenes genios. Cuando Ruth Lawrence, la brillante matemática que lo aprendió todo en casa, se matriculó en Oxford a los 11 años, el consenso de la prensa fue total acerca de que se le había privado de sus derechos de niña y que habría que meterla en un colegio normal durante algunos años. Contra estos prejuicios tuvo que luchar Alex Prior cuando dirigió Mowgli. El libro de la selva en el festival de verano de Moscú a mediados de junio y lo haga otra vez en el Kremlin en noviembre. Alex es, según las anécdotas, una criatura extraordinaria. Elena, su madre, que es rusa, le llevó al Covent Garden a los dos años y al volver a casa empezó a bailar algunos pasos de la Bella durmiente. Elena estudiaba de vez en cuando canto con el bajo ruso Evgeni Nesterenko, llegó a Inglaterra con una beca del British Council y se casó con Peter Prior, un hombre de negocios de Maidenhead con cuatro hijos mayores. Prior no estaba convencido de ese don de Alex. “Mi marido no quiso que fuera músico”, cuenta Elena, “quería que jugara al cricket —lo hacía cantando— y al rugby”. Cuando lo colocaron delante de un piano “acto seguido empezó a improvisar”. Al entrar en la escuela para jóvenes del Royal College of Music le aseguraron que sería “un destacado compositor”. Antes de ponerse los pantalones largos cantó en el Carnegie Hall en una representación de folclore ruso e hizo una grabación privada de una selección de arias de ópera. Luego declaró que “no es lo que quiero hacer”. A los once años compuso un concierto para piano”. “Nunca le exigimos que haga nada”, insiste Elena, “es Alex el que exige, y a veces me asusta, pero está feliz”. En la escuela de verano de Dartington, hace dos años, los músicos se quedaron atónitos cuando el muchacho entró en la clase de composición de Stephen Montague declarando: “Soy un genio”. Cuando Montague discrepó con una de sus afirmaciones, Alex se levantó y se marchó seguido por su madre. Me contó que le invitaron a estudiar en San Petersburgo después de que “algunos de mis profesores hubieran escuchado mi Concierto para piano y quedaran impresionados”. Mientras yo hablaba con su madre por teléfono, pude escuchar a Alex detrás aleccionándola. Luego, al aparato, él personalmente me contó cuánto añoró estudiar en un conservatorio. “Los fines de semana en el Royal College no fueron suficientes”. Mantiene sus estudios escolares con un profesor particular en Inglaterra y sigue un curso por ordenador. Cuando le pregunté si no echaba de menos amigos de su misma edad, Alex bufó desdeñosamente, “¿Mi misma edad?”, exclamó, “la gente aquí en el Conservatorio tiene de diez a quince años más que yo. Lo que es importante es tener amigos de tu estilo, no de tu misma edad. No estoy de acuerdo con la educación general, es demasiado superficial”. Le pregunté qué estaba leyendo en aquel momento: “Casa de muñecas, de Ibsen. Estoy escribiendo una ópera basada en la obra. También Kalevala, la saga finlandesa y Beowulf —en el original anglosajón. Me gustan los idiomas antiguos”. Le pregunté también si había probado con Harry Potter: “Leí las primeras veinte páginas. Pero no me interesa. Como persona religiosa, lo encuentro diabólico”. Una ridícula confianza en sí mismo impregna su conversación con una sucesión de ideas de segunda mano, poniendo a prueba la paciencia de su interlocutor. “Todo arte, incluyendo el mío, procede de Dios”, declara este Alex Prior, de catorce años. “En eso Miguel Ángel y Bach tenían toda la razón”. Como una ocurrencia tardía menciona que su padre “es más bien ateo”. Luego anuncia: “sólo estoy de acuerdo en una cosa con John Adams, en que la música debe dar alegría a la gente”. En cuanto a su ballet Mowgli, Alex insiste que no es una obra para niños, “aunque les pueda gustar. Kipling es muy profundo”. Sobre la versión de dibujos animados de El libro de la selva, su opinión, expresada con desdén, es que “no representa lo que quería Kipling. Prefiero con mucho la versión de vanguardia de Sofia Gubaidulina”. ¿Qué debemos pensar de tanta precocidad? Musicalmente, poco. Aunque Alex reconoce que le han influido la música de Wagner, Musorgski, Sibelius y el “Rimski-Korsakov tardío”, la voz principal en The Spring Running, una suite que se toca en su página web, es la del obsequioso Chaikovski —considerado por Alex como “algo ligero”— con una capa de efectos instrumentales muy modernos. Elegantemente terminada, no deja nada a la imaginación. Otras obras suyas resultan igualmente indefinidas. Alex muestra más facilidad productora que don creativo, una exuberancia juvenil sin la disciplina de la objetividad personal. Con el tiempo quizá cambie para mejor pero en este momento depende del valor de la novedad, asombrándonos con el hecho de que un muchacho tan joven sea capaz de obligar a tocar a una orquesta. Y no es el único. Jay Greenberg, un norteamericano de la misma edad, grabó con la Orquesta Sinfónica de Londres su Quinta Sinfonía el año pasado para el sello Sony, una obra en la que el joven cumplió con todos los requisitos técnicos salvo el del interés de lo original. Otro catorceañero, Kit Armstrong, está estudiando en el Royal College of Music mientras hace la carrera de matemáticas en el colegio de enfrente, el Imperial; sus obras aún no han llegado al publico. Lo que estos muchachos tienen en común es el mismo ímpetu que empujó a Mozart a componer una sinfonía a los seis años y a Mendelssohn un concierto para piano a los doce. Pero el mundo ya no es tan ingenuo como antes y el arte de la composición es más exigente. Sería tan poco realista esperar una composición original de un niño como que escribiera una novela para mayores. Las dos cosas requieren experiencia más que ser un genio de las palabras o de las notas. La ingenuidad no es justificación en una sinfonía o una novela. No se molestará por estas palabras un Alex Prior que, según su propia opinión, tiene el destino asegurado: “Este verano aprenderé alemán. Me veo a mí mismo como el director principal en Bayreuth”. Norman Lebrecht www.scherzo.es KRYSTIAN ZIMERMAN ORGANIZA: PATROCINA: Lunes, 5 de mayo de 2008. 20:00 h JOAQUÍN ACHÚCARRO Martes, 29 de enero de 2008. 20:00 h piano GRIGORI SOKOLOV Lunes, 11 de febrero de 2008. 20:00 h piano PAUL LEWIS Martes, 25 de marzo de 2008. 20:00 h piano MAURIZIO POLLINI Martes, 15 de abril de 2008. 20:00 h 1 2 3 4 piano ANDRÁS SCHIFF Miércoles, 11 de junio de 2008. 20:00 h piano LARS VOGT Martes, 14 de octubre de 2008. 20:00 h piano PIERRE-LAURENT AIMARD Martes, 18 de noviembre de 2008. 20:00 h piano CHRISTIAN ZACHARIAS Martes, 25 de noviembre de 2008. 20:00 h piano LEIF-OVE ANDSNES piano Martes, 9 de diciembre de 2008. 20:00 h 5 6 7 8 9 10 piano NOTA IMPORTANTE: Todos los intérpretes, programas y fechas son susceptibles de modificación. ABONOS Y LOCALIDADES: TIPOS DE ABONOS: ADQUISICIÓN DE NUEVOS ABONOS: 1. Se establecen dos tipos de abonos a precio reducido para los diez conciertos del ciclo. 2. El abono normal (25% de descuento) está destinado al público en general. El abono de suscriptor (35% de descuento) sólo lo podrán adquirir los suscriptores de la revista SCHERZO, que se encuentren al corriente de pago de su suscripción anual para el año 2008. 1. Se podrán adquirir nuevos abonos, si los hubiere, una vez terminado el plazo de renovación de los mismos, cumplimentando el boletín de adquisición de nuevos abonos. Los suscriptores de la revista SCHERZO y los abonados al Ciclo de Jóvenes Intérpretes (por ese orden) tendrán prioridad sobre el público en general para adquirir los abonos disponibles. Los suscriptores de la revista SCHERZO solo podrán comprar un máximo de dos abonos a precio especial de suscriptor. 2. El boletín para adquirir nuevos abonos se podrá enviar por correo a nuestras oficinas, por fax al número 91.726.18.64 (las 24 horas del día) o hacer su solicitud por teléfono llamando al 91.725.20.98 (de 10:00 a 15:00 horas de lunes a viernes, excepto festivos), por correo electrónico a la dirección [email protected], o rellenando un boletín en nuestra página WEB www.scherzo.es. A partir del 20 de noviembre comenzarán a adjudicarse los abonos no renovados, por estricto orden de llegada de las peticiones. PRECIO DE LOS ABONOS Y DE LAS LOCALIDADES ZONA ABONO NORMAL A B C D 337€ 277€ 225€ 172€ ABONO SUSCRIPTOR 292€ 240€ 195€ 150€ LOCALIDADES (Venta Libre) 45€ 37€ 30€ 23€ RENOVACION DE ABONOS: 1. La renovación de abonos consiste en adjudicarle para el XIII Ciclo de Grandes Intérpretes las mismas localidades que usted tiene actualmente. 2. Los actuales abonados al Ciclo de Grandes Intérpretes recibirán por correo antes del 20 de octubre de 2007, de acuerdo con los datos que figuran en nuestro archivo de abonados, un boletín de renovación con la forma de pago, la fecha y el lugar donde podrán retirar sus nuevos abonos. La renovación la podrán hacer todos los abonados, con independencia de si son suscriptores o público en general. Si después del 20 de octubre usted no hubiera recibido el boletín de renovación en su domicilio, le rogamos que se ponga en contacto con nosotros en el teléfono 91.725.20.98 de lunes a viernes en horario de 10:00 a 15:00 horas, excepto festivos; mediante fax en el número 91.726.18.64 o por correo electrónico en la dirección [email protected] durante las 24 horas del día. 3. El plazo de renovación de abonos concluirá el viernes 9 de noviembre de 2007. Se considerará la renuncia de los abonos si el boletín de renovación no ha sido devuelto a nuestras oficinas antes de esa fecha. AUDITORIO N A C I O N A L DE MÚSICA sala sinfónica VENTA LIBRE DE LOCALIDADES: Las localidades sobrantes, si las hubiere, que hayan quedado sin vender por el sistema de abono, se podrán adquirir en las taquillas del Auditorio Nacional de Música, en la red de teatros del INAEM (dentro de los horarios habituales de despacho de cada sala) y mediante el sistema de venta telefónica de Serviticket en el número 902.33.22.11, de 8:00 a 24:00 horas, Servicaixa y Servicajeros de La Caixa. Teléfono de información 91.337.01.40. VENTA ANTICIPADA para cualquiera de los diez conciertos del ciclo a partir del martes, 22 de enero de 2008. Forma de pago: las localidades de venta libre se podrán adquirir en efectivo o mediante tarjeta de crédito American Express, Dinners Club, Eurocard, Master Card, Servired y Visa. FUNDACIÓN SCHERZO (Ciclo de Grandes Intérpretes) C/ Cartagena, MADRID www.scherzo.es Teléfono de información: 91.725.20.98 Correo electrónico: [email protected] (para consultas o sugerencias sobre la renovación y/o venta de nuevos abonos del XII Ciclo de Grandes Intérpretes) Horario de atención al público de lunes a viernes, excepto festivos, de 10:00 a 15:00 horas. COLABORAN: