TOMANDO LA INICIATIVA CONTRA EL MIEDO

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TOMANDO LA INICIATIVA CONTRA EL MIEDO
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Dijo el Apóstol Pablo, “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” Romanos
12:2. Somos exhortados a no acomodarnos, o tratar de encajar en este mundo, sino más bien tener un deseo
ardiente de evolucionar, de crecer, de acercarnos a Dios para entender y hacer Su voluntad. ¿Qué es lo que nos
impide hacerlo? Miedo es el único impedimento. Hay tantas cosas que nos asustan y las usamos como justificación
para quedarnos allí sin tomar acción. Hacer cambios es algo que nos asusta y lo evitamos. El crecimiento requiere
hacer cambios en nuestras creencias y eso nos asusta. No queremos considerar algo diferente. Ser aceptados por los
demás es de gran importancia para la mayoría, es más cómodo ser parte del grupo. No queremos tener que
hablarles a otros de nuestras nuevas creencias. Hasta ahora hemos encontrado la forma de protegernos, nos
acomodarnos al no hacerle cambios a lo establecido. No nos atrevemos a disentir. No lo hemos analizado, por eso
no vemos que es solo miedo lo que está tras esta actitud.
La razón principal de nuestros temores es que no ejercemos suficiente control sobre nuestros pensamientos.
Necesitamos poner más vigilancia sobre lo que pensamos. Dios ya nos dio las herramientas para dominar el miedo.
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.”2 Timoteo 1:7. El
miedo no es real, es una sombra y cuenta solo con el poder que nosotros le damos. Sentimos miedo porque no
confiamos en Dios, preferimos confiar en nuestras limitaciones. No vemos el daño que el miedo nos causa. El miedo
nos ha ayudado a llegar hasta donde estamos ahora. Por miedo nos hemos mantenido seguros a cambio de no
tomar riesgos, pero también pequeños y mediocres. “Decídete a entender más que otros. Si tú mismo no cortas las
amarras que te atan al muelle, Dios tendrá que romperlas a través de una tempestad que te enviará mar adentro.
Echa todo sobre Dios, lánzate así como un barco se lanza al agua, arrójate sobre la gran oleada de Su propósito y tus
ojos se abrirán. Si crees en el Señor Jesús, no debes pasar todo tu tiempo en las aguas tranquilas del puerto - lleno de
gozo pero siempre anclado. Debes salir del puerto hacia las grandes profundidades de Dios y empezar a entender
cosas por ti mismo -- comenzar a tener discernimiento espiritual.” Oswald Chambers. No busques tú seguridad,
mejor confía en Dios, y ve con Él a donde te guie.
Necesitamos recobrar el dominio propio con que Dios nos dotó. Ser valiente no es no tener miedo, sino a pesar del
miedo seguir adelante, enfrentar el objeto de nuestro temor. Solamente hay dos emociones, amor y miedo, de esas
dos, solo el amor es real porque es de Dios. Miedo es solamente ausencia de Dios o ausencia de amor. Sentimos
miedo al no creer que el amor y la protección de Dios se apliquen a nosotros en particular. Por eso cuando se
presenta un problema nos imaginamos los peores escenarios, hacemos inventario de nuestros haberes y tratamos
de solucionarlo a nuestra manera. Pedimos la ayuda de Dios solamente cuando ya no tenemos opciones. Eso no es
confiar en Dios, es buscarlo por razón de nuestra desesperación. Es importante entender que todas las emociones
negativas, como el enojo, los celos, la envidia, la difamación, Etc., tienen al miedo como base. Si buscamos la raíz,
miedo es lo que vamos a encontrar.
El miedo no es ajeno a los animales, pero los animales nomás se lo sacuden. Somos nosotros, los humanos, los
únicos que acumulamos el miedo. A un nivel u otro, todos le tenemos miedo a algo. Pensar o imaginar escenarios
de eventos que no se han presentado y tal vez nunca se van a presentar, nos mantiene en un estado constante de
desasosiego. Cuando se presenta una situación que requiere solución, el cuerpo físico empieza a dar señales de
ansiedad en forma de una sensación corporal que nos impide buscar la solución debida. Esta es la forma en que el
miedo o sus derivados se manifiestan. Tal vez pensamos que no hay forma de controlar el miedo, por eso en vez de
buscar el valor dentro de nosotros, buscamos nuestro lugar de escape, para olvidarnos del problema el cual podría
ser comida, alcohol, drogas legales o ilegales, irse de compras, o cualquier u otras formas. Pero hay una mejor
forma de manejarse, hay alternativas. El miedo nos hace huir, cuando buscamos un escape; nos paraliza, al no hacer
nada; o peleamos, como auto-defensa. ¿Qué sucedería si no hacemos ninguna de esas cosas?
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Quiero sugerirte una mejor solución. Date permiso de experimentar la sensación corporal del miedo. Tú
conviértete en un espectador. Como espectador solo estas observando la reacción del cuerpo, cómo se está
manifestando el miedo o la ansiedad en tu cuerpo. Tal vez sea en forma de nausea, o problema para respirar, o en
el palpitar del corazon. Desde donde estás, observa solamente lo que está sucediendo como si fueras un testigo.
No es difícil desapegarte del cuerpo físico y convertirte en espectador, lo puedes hacer. Por una parte estas
aceptando que tú y el cuerpo físico son dos cosas diferentes. Tu espíritu está observando la forma como tu cuerpo
está reaccionando, hasta puedes decir “que interesante”. Cuando hay ese desapego ya estas logrando la victoria.
Sigue observando y vas a notar que la sensación de ansiedad va a ir cediendo y el cuerpo va a empezar a serenarse
hasta que la sensación de ansiedad desaparece por completo. Sin darte cuenta estas de nuevo integrado, y la
sensación de ansiedad desapareció. Sé por experiencia que funciona. La causa del miedo todavía necesita ser
confrontada y resuelta, pídele a Dios que te ayude a ver la solución.
“Si supieras Quién camina a tu lado por la senda que has escogido, sería imposible que pudieses experimentar
miedo… Ni una sola luz en el Cielo deja de acompañaros. Ni uno solo de los rayos que brillan para siempre en
la Mente de Dios deja de iluminaros. El Cielo se ha unido a vosotros en vuestro avance hacia Él. Si se han unido
a vosotros luces tan potentes que infunden a la pequeña chispa de vuestro deseo el poder de Dios Mismo,
¿cómo podríais vosotros seguir en la oscuridad? Tú y tu hermano estáis retornando a casa juntos, después de
un largo e insensato viaje que emprendisteis por separado y que no os condujo a ninguna parte. Has
encontrado a tu hermano, y cada uno de vosotros alumbrará el camino del otro. Y partiendo de esa luz, los
Grandes Rayos se extenderán hacia atrás hasta la oscuridad y hacia adelante hasta Dios, para desvanecer con
su resplandor el pasado y así dar lugar a Su eterna Presencia, en la que todo resplandece en la luz.” UCDM T.18
iii. No estás solo en tu jornada, no tengas miedo.
“Que la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros.”
2 Corintios 13:14.
Ruth
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