Devocional, domingo 10 de abril del 2016 “Y les dijo: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Marcos 16:15). Un pequeño niño que vivía en la calle, oyó de uno de los colegas de Infortunio: “Si Dios te ama, ¿por qué no cuida de ti? ¿Por qué no manda alguien traerte un pantalón nuevo, y un abrigo, y una comida mejor?” El niño pensó por algunos instantes y, con lágrimas en los ojos, contestó: “Yo creo que Él mandó alguien, pero ése alguien se olvidó.” El plan de Dios es cuidar a todos, usando para eso a sus discípulos. Hoy, muchas personas están necesitando urgente de un cuidado especial. Son personas angustiadas, tristes, desengañadas. Dios quiere cuidar de ellas y, para eso, cuenta conmigo y contigo. ¿Y qué hemos hecho? Dios nos mandó amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. ¿Hemos hecho eso? Hay muchos que están vagando por las calles esperando que les llevemos los pantalones de la fe, el abrigo caliente del amor, el alimento para sus vidas espirituales hambrientas. Están esperando… ansiosos… y ¿vamos a insistir en olvidar de lo qué Dios nos mandó hacer? A veces pensamos que una vida con Dios consiste apenas en ir a la iglesia, cantar en el coro, participar de la Escuela Dominical, entregar una ofrenda en el culto semanal, etc. ¡nada más! ¿Y los qué están fuera de la iglesia? ¿Y los perdidos? ¿Y los trabajados y cargados? El Señor nos llamó y nos mandó, como a Abraham, a ser una bendición. Ser un cristiano dentro del templo es fácil, cómodo, agradable. Pero Jesús no nos dijo “entrad en la iglesia y sentaos” sino “id y predicad el Evangelio“. Y el predicar no se restringe a palabras, sino también a actitudes. Jesús lo enseñó a sus discípulos con una parábola parte de la cual dice: »Entonces el Rey dirá a los que estén a su derecha: “Vengan, ustedes, que son benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo. Pues tuve hambre, y me alimentaron. Tuve sed, y me dieron de beber. Fui extranjero, y me invitaron a su hogar. Estuve desnudo, y me dieron ropa. Estuve enfermo, y me cuidaron. Estuve en prisión, y me visitaron”. »Entonces esas personas justas responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa, o te vimos enfermo o en prisión, y te visitamos?”. »Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”. (Mateo 25. 34-40; NTV) Que el Señor nos ayude en esta dimensión del Evangelio pues sin duda, nos falta mucho… Iglesia Alianza Cordillera