Canal de los Franceses

Anuncio
Del oro amarillo al oro azul, un itinerario por el Canal de los Franceses de Granada El Canal de Aguas Blancas, más conocido en nuestros días como “Canal de los Franceses” es una infraestructura hidráulica que abastece actualmente a Granada desde el embalse de Quéntar, del que se detrae del orden de 7 a 10 Hm3 al año en condiciones normales de lluvia, ya que el abastecimiento principal de esta ciudad proviene del embalse de Canales. Tiene una longitud de unos 16 kms, de los cuales 9,827 km. discurren por túneles y sifones y 6,350 km. al descubierto atravesando una orografía altamente compleja, en la margen derecha del valle del río Aguas Blancas, en el borde occidental de Sierra Nevada. Tras pasar a la cuenca del río Genil llega a alcanzar el Collado de los Arquillos, en el extremo oriental del Cerro del Sol, promontorio elevado en cuyo espolón más occidental la dinastía nazarí comenzó a levantar la Alhambra en el siglo XIII. Este collado constituye un hito de elección de ciclistas y senderistas en sus salidas semanales, entre otras razones por las magníficas vistas existentes sobre los valles del Darro y del Genil y los picachos de Sierra Nevada. El trazado primitivo de esta infraestructura se debe al ingeniero de minas francés Edmond Guillemin‐
Tarayre, quien trabajó en Granada en la década de 1880, para la empresa minera de su compatriota Adolphe Goupil. Guillemin‐Tarayre era ya una renombrado ingeniero de minas que se había destacado por sus trabajos en Méjico, lo que le valió la Legión de Honor. A su vez Goupil era un opulento marchante de cuadros que había forjado un imperio empresarial en torno al arte y su reproducción. Cuando Goupil adquirió la “Sociedad Anónima de los terrenos Auríferos de España” a una compañía hispano‐francesa, la provincia de Granada ya llevaba casi medio siglo con su particular fiebre del oro en las laderas del mismísimo cerro de la Alhambra. Y aunque la rentabilidad de las explotaciones no estaba asegurada – y que fueron ruinosas puede deducirse de las prisas de sus herederos por cambiar de negocio al morir Goupil en 1893‐ con el oro del Darro se sabía que se había fabricado hasta tres coronas memorables: la de Isabel de Portugal, esposa de Carlos I de España; la de la Reina Isabel II, a mediados del siglo XIX y la del poeta Zorrilla, en su coronación en Granada, el 22 de junio de 1889, como rey de los poetas. Los principales denuncios auríferos de Goupil abarcaban por completo la Hoya del Campanar, a kilómetro y medio de la actual Estación de Tratamiento de Agua Potable de Lancha del Genil (ETAP) y a 4 km del casco urbano de Granada, superponiéndose a la mina de oro de mayor envergadura explotada por los romanos en el entorno de Ilíberri, emplazada bajo una parte del solar del actual Albayzín. Los franceses emplazaron su “Fabrica de amalgamiento del oro” al pie de la Hoya del Campanar, sobre la ladera que mira al valle del Genil y a Sierra Nevada. Sus ruinas, aún visibles, apenas distan un kilómetro de dicha ETAP. Goupil tenía además otros denuncios en la vertiente del Darro, en la Meseta de Huétor Vega e incluso en el término del municipio alpujarreño de Ugíjar. Tratar de reexplotar la riqueza aurífera aún conservada en la Hoya del Campanar le obligó a conducir ingentes cantidades de agua hacia este yacimiento arqueo‐minero, con la ejecución de costosas obras de ingeniería por la necesidad de atravesar numerosos barrancos y la utilización de una considerable mano de obra, que en 1885 llegaría a emplear a más de cuatrocientos obreros. El ingeniero de Goupil, Edmond Guillemin‐Tarayre, recogería el testigo de anteriores concesionarios y materializó dos infraestructuras para la traída de aguas: una, histórica, que aprovechaba el agua derivada del río Beas (Canal de Beas‐Almecín) –perteneciente a la cuenca del Darro‐ y otra, de nueva construcción, del río Aguas Blancas (Canal de Aguas Blancas, de Quéntar, de Cenes o de la Lancha –que todos estos nombres ha recibido‐), tributario del Genil, y que es el ramal que actualmente sirve al abastecimiento de Granada desde el embalse de Quéntar. El primero suponía una concesión de 980 litros por segundo, mientras que del Canal de Aguas Blancas o Canal de los Franceses ‐nombre obviamente que le pondría la posteridad, no sus constructores‐ se esperaba derivar 1000 litros por segundo sobre los excedentes del río Aguas Blancas. Los estudios previos realizados así como el conjunto de esta magnífica obra de ingeniería decimonónica fueron objeto de una detallada comunicación de Edmond Guillemin‐Tarayre en la Exposición Universal de París de 1889. 1
El Canal de Beas y los Arquillos El Canal de Beas‐Almecín de Guillemin‐Tarayre siguió el trazado diseñado por un anterior concesionario de la exploración aurífera, que buscaba el aprovechamiento de dos arroyos, el Beas y el Almecín. Guillemin‐Tarayre acometió la construcción de muros de contención, construyó puentes‐acueductos para salvar barrancos e incluso una presa para recoger aguas sobrantes. Una de las obras más destacada fue la reforma del Acueducto de los Arquillos, en el Collado del mismo nombre, situado a levante del Cerro del Sol, en la divisoria de aguas entre las cuencas del Darro y el Genil y paso obligado para llevar el agua hacia la zona de la explotación aurífera. El ingeniero modificó un acueducto preindustrial, que el creyó romano, en una longitud de 180 metros, estableciendo en ese punto dos estructuras adosadas. La más septentrional, que mira al valle del Darro es la que perteneció al sistema hidráulico del Canal Beas‐
Almecín y en ella dispuso una serie de arcos rebajados de ladrillo y machones de mampostería, de los que se han conservado una docena. Tras pasar este accidente geográfico, el canal se bifurcaba en dos ramales, hecho que ya acontecía en la infraestructura histórica anterior, tal como relató el propio Guillemin‐Tarayre. En realidad, el aprovechamiento de las aguas de estos arroyos databa de antiguo. Los vestigios que Guillemin‐Tarayre tomó por romanos eran en realidad una acequia nazarí, puesta en servicio por Muhammad V en la segunda mitad del siglo XIV para abastecer los palacios situados por encima de la Alhambra, entre ellos Alijares y sus huertas. A su vez, Muhammad V había reutilizado el trazado de un canal minero de época romana, “corrugus”, para la explotación de los recursos auríferos del Cerro del Sol, según está documentado por Estrabón (Str.III,4‐2). La extracción del oro se realizaba a cielo abierto por la técnica de la “ruina montium” en la que se usaba el agua para descarnar los cerros arcillosos para luego obtener las laminillas de oro por bateo. En el XIX, los franceses lo extraerían por amalgama con el mercurio. El Canal de Aguas Blancas Como la explotación aurífera proyectaba emplear más caudal de agua que las antiguas, además del canal de derivación del río Beas, se tuvo que acometer otra obra colosal, la traída de aguas desde el Tajo del Castillejo, en un punto cercano a la confluencia de los ríos Aguas Blancas y Padules, hoy engullido por el Embalse de Quéntar. Obra realizada por entero por Guillemin‐Tarayre, este canal no se apoya sobre ningún trazado previo como se ha señalado erróneamente en diversas ocasiones. Ni romanos, ni musulmanes dispusieron una canalización por donde discurre este ejemplar de la hidráulica industrial decimonónica. La caja del canal se construyó de mampostería y en su discurrir hasta el Collado de los Arquillos se levantaron 30 grandes túneles revestidos de mampostería, 28 acueductos de mampostería o metálicos y un gran sifón en chapa de acero. En total, la longitud fue de 13,986 metros, según el propio constructor. Las mayores dificultades las encontraron para salvar los barrancos, especialmente el Barranco de Dúdar donde el sifón de chapa llegó a contar con 803 metros de longitud y 120 metros de flecha. El inicio de este sifón decimonónico se encontraba en la “Casa del Cigarrón” a unos de 920 metros sobre el nivel del mar, mientras que en su punto más deprimido se estableció el “Puente de los Franceses” , aún en servicio para la conducción de agua actual. Tras ascender a una altitud de 920 metros sobre el nivel del mar, las aguas volvían a discurrir en régimen laminar abierto por un canal semicircular de chapa tuvo que ser apoyado sobre 11 pilas de mampostería y ladrillo de 3 x 3 m, separadas 10 m unas de otras. Por la imagen que presentan en el horizonte, hoy se las conoce como Las Torres. Tras esto, el canal continuaba por la Loma de las Agujeros, atravesaba hasta 11 túneles y pasaba a la vertiente del Genil para alcanzar el Canal de Beas‐Almecín en el Collado de los Arquillos. De las dos estructuras decimonónicas existentes en este collado, la más meridional perteneció al Canal de Aguas Blancas. Fue realizada mediante un muro corrido, en cuyo interior se dispusieron una serie de habitaciones cubiertas para el guarda del canal. El estado actual del Acueducto de los Arquillos lo adquirió tras el “Proyecto de mejora del abastecimiento de aguas a la ciudad de Granada”, redactado en 1968. Tras diversas vicisitudes, a mediados del siglo XX, el Ayuntamiento de Granada y la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir comenzaron a sopesar la construcción de sendas presas en las cuencas de 2
los Ríos Aguas Blancas y Genil. En 1968 se aprobaría el Proyecto de Presa del embalse de Quéntar en el río Aguas Blancas, cuya construcción finalizaría en 1974. Mientras se levantaba la estructura, el desvío de las agua se realizó por el tramo inicial de la conducción construida por Edmond Guillemin‐Tarayre. Y aunque el Canal del embalse de Quéntar modificó el trazado del Canal de los Franceses en sus primeros kilómetros, éste aprovechó buena parte del trazado decimonónico. Las nuevas variantes realizadas, sobre todo en algunos de los accidentes más difíciles de atravesar, no impiden que aún hoy en día el agua discurra en buena medida por el trazado del siglo XIX El uso lúdico de los caminos de servicio Para poner en comunicación las diversas obras acometidas por Guillemin‐Tarayre fue necesario abrir un gran número de caminos de servicio, cuya longitud total sobrepasó tres veces la del propio canal. Estos caminos son utilizados igualmente hoy en días por ciclistas y senderistas, multiplicando las posibilidades de uso recreativo de este espacio tan próximo a Granada. Energía motriz Actualmente, la entrada de agua desde el Canal de Quéntar en la ETAP Lancha del Genil sirve además para producir electricidad. La planta se encuentra a una altitud de 790 m y la diferencia de altura por la que discurre permite que en el punto de llegada del agua del canal (880 m) sea aprovechado para instalar una pequeña central hidroeléctrica con capacidad para producir 905 kWh para un caudal de 1.000 l/s. Documentación: Luis García Pulido, Escuela de Estudios Árabes, Laboratorio de Arqueología y Arquitectura de la Ciudad (LAAC) Texto :Inma Vilardebó, periodista. Fotografías: Javier Algarra Foto en blanco y negro de senderistas: Manuel Cascales 3
Descargar