Muchas poblaciones están tan cerca de los arroces, que parecen fl

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Muchas poblaciones están tan cerca de los arroces, que parecen fl
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balsas. Allí vive una porción considerable de hombres. Digám
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llí lentamente nuestra especie. Pocos se hallan que pasen de 6 °
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ún que estén recios y de buen color. Si en J u l i o , Agosto v W
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valor para registrar aquellos lugares y habitaciones, verá c 7
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pocas famUias se reproducen ; que el número de muertos asombra • que eld
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dos disminuye, que desaparecieron de aquel suelo varios lugares, que aüí r e ™ t
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miseria, las enfermedades y la muerte.
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Los preocupados a favor del arroz dirán que esta pintura no corresponde
al original, y que es efecto de un falso zelo por la humanidad; pero consulten^
los hechos y la razón, begun los estados adjuntos consta que desde
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,787 , esto es, en el espacio de 5 7 anos, se hallan en las poblaciones de
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cerca de 16$ individuos menos que en las sanas de igual número de vecinos que
no cultivan esta planta. Porque en dichos 57 años en los pueblos de arroz, que
componían 2922 vecinos, se verificaron 36248 nacidos, y 3 9 5 9 5
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os; y
en los pueblos sanos de igual vecindario hubo 4 2 0 2 2 nacidos, y 29630 muertos.
La diferencia de nacidos es de 5 7 7 4 ,
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la de los muertos de 9965 i favor de'
los pueblos sanos, y por consiguiente se malograron en las tierras de arroz 1 5 7 3 9
individuos de nuestra especie. N o deben parar aquí las reflexiones para descubrir
todo el daño; conviene ademas atender al aumento 6 diminución de las poblaciones. Los 2 9 2 2 vecinos cultivadores de arroz llegaron en 57 años á 3 1 6 2 j y en
los pueblos que no cultivaron dicha planta, igual número de vecinos se multiplicaron hasta 5 4 8 1 . ¡Qué contraste de población y de nacidos en estas dos
porciones del reyno ! E n mas de medio siglo solamente resultan 240 vecinos de
aumento en las tierras de arroz; mas ni este corto número es positivo, porque
consta que en aquellos 5 7 años entraron infinitas familias forasteras, de las qualesen 1 7 8 7 existían aún 1879.
Quedaban por consiguiente del vecindario anti-
guo solas 1 0 4 3foranas.Observemos en fin para concluir la pintura de este triste suelo, que el estado de muertos que resulta en los pueblos de arroz no puede explicar todas las víctimas sacrificadas al ídolo de oro en apariencia. E l género de trabajos que exige el arroz pide muchos brazos en pocas semanas, sin
quedarle al propietario la elección de sugetos, ni el poner precio á los jornales.
Saben muy bien estas condiciones muchos infelices del reyno, y gran número de
los de Aragón y Murcia, por lo qual de todas partes acuden á ganar mucho en
poco tiempo, exponiéndose á enfermedades. Contraenlas muchos que después restituidos á sus tierras consumen los ahorros en curarse, pagando no pocos con la
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cuyo número aumenta el de los muertos en tierras sanas, y disminuye el
que debiera atribuirse á los arroces, puesto que ellos fueron la verdadera causa.
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