LAICADO: CUENTOS CON REFLEXIÓN LLAMADOS A LO MÁS HERMOSO… Pero… ¡el riesgo de la mediocridad! MIRADA A LA VIDA - Mirando a nuestro entorno, hay algo que nos asombra y que lo sentimos grande y hermoso: la criatura humana está por encima los animales y de la naturaleza misma. El Creador ha querido que el hombre sea el dominador, hasta el punto de que sea su representante en medio de la creación, creación a la que deberá cuidar. - En la visión cristiana, la criatura se convierte en hijo/hija del mismo Dios por medio del Bautismo, y ha sido elevado a la condición de “Sacerdote, profeta y rey”. Y es que el Espíritu del mismo Dios anida en el ser de las personas y lo llena de sus dones. Pero, al mismo tiempo, se proclama que si grande es su condición, también los riesgos no dejan de acecharle, tanto desde dentro de su mismo ser (deseos de grandeza, de superioridad, de autosuficiencia…), así como desde el exterior (deseo de acaparar y de poseer a fin de “ser” más que los demás, que es lo los otros buscan y anhelan…). - Lo más fácil: dejarse llevar por lo que se me propone desde el entorno (el consumismo, la comodidad…), y así nadie me considera “soñador” ni “bicho raro”. Poco importa el ser profundo de la persona. ¡Qué más da! Lo importante es vivir acomodados y… “ser como los demás”, aunque ello suponga una renuncia a lo esencial, a esa “vocación” que la llevamos incrustada en las mismas entrañas de nuestro ser. No importa ser un “fracasado” de lo más hermoso y humano. Algo así como “no llames la atención y te irá bien”. CUENTO - PARÁBOLA EL ÁGUILA REAL Un hombre se encontró un huevo de águila. Se lo llevó y lo colocó en el nido de una gallina de corral. El aguilucho fue incubado y creció con la nidada de pollos. Durante toda su vida, el águila hizo lo mismo que hacían los pollos, pensando que era un pollo. Escarbaba la tierra en busca de gusanos e insectos, piando y cacareando. Incluso sacudía las alas y volaba unos metros por el aire, al igual que los pollos. Después de todo, ¿no es así como vuelan los pollos? Pasaron los años y el águila se hizo vieja. Un día divisó muy por encima de ella, en el límpido cielo, una magnífica ave que flotaba elegante y majestuosamente por entre las corrientes de aire, moviendo apenas sus poderosas alas doradas. La vieja águila miraba asombrada hacia arriba. - «¿Qué es eso?», -preguntó a una gallina que estaba junto a ella. - «Es el águila, el rey de las aves», -respondió la gallina-. «Pero no pienses en ello. Tú y yo somos diferentes de él». De manera que el águila no volvió a pensar en ello. Y murió creyendo que era una gallina de corral. REFLEXIONES PARA LA VIDA - El águila del cuento era portador, en su ser, de todos los elementos necesario para alcanzar lo que estaba llamado a ser, pero su entorno le arrastra y… “se hace” a su nueva realidad y renuncia, de hecho, a su condición de ser el “rey de las aves”, hasta el punto de convertirse en un polluelo de corral, que no hace más que cacarear. Su “llamada vital” ha quedado truncada. Ni siquiera consigue ser como las gallinas de corral, aunque intente hacer lo que ellas hacen. ¿Qué te parece?: ¿Las influencias y “llamadas” del exterior tienen más fuerza que las que nacen en lo más profundo de nuestro ser? ¿Cómo lo vivo y siento en mí mismo/a? - Es verdad que los polluelos, en su medida, viven a gusto en su situación y condición; pero el aguilucho se siente incómodo en esa realidad, ya que la falta la posibilidad de realizar su llamada más profunda y vital, y volar y desarrollar sus capacidades y dones, siendo como es el “rey de las aves”. A lo mejor, a nosotros nos puede ocurrir algo similar: dotados de dones suficientes para ser algo mucho más grande y hermoso… nos conformamos con la mediocridad de ser cualquier “cosilla”. ¿Qué te parece?: ¿Dónde crees que está la IDENTIDAD de un cristiano? ¿Qué “notas” o características le definen más claramente? - El aguilucho siente, al ver la majestuosa ave, la llamada de su ser, pero lo que le viene de su entorno, real y cercano, le hacen convencerse de que es así y renuncia a su condición. No hay más perspectiva; todo termina en lo inmediato, aunque se muy vulgar y rastrero. ¡Para qué seguir intentándolo…! ¿Qué te parece? Esta parábola… ¿no está planteando algo muy serio y profundo y que nos afecta a nuestra propia y vital identidad? ¿Me atreverá a mirarme en el “espejo” que me propone este cuento? A LA LUZ DE LA PALABRA Juan 3, 1-8 Un fariseo llamado Nicodemo, hombre importante entre los judíos, fue de noche a visitar a Jesús. Le dijo: - «Maestro, sabemos que has venido de parte de Dios a enseñarnos, porque nadie puede hacer los milagros que tú haces si Dios no está con él». Jesús le dijo: - «Te aseguro que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios». Nicodemo le preguntó: - «Pero ¿cómo puede nacer un hombre que ya es viejo? ¿Acaso puede entrar otra vez dentro de su madre para volver a nacer?». Jesús le contestó: - «Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de padres humanos es humano; lo que nace del Espíritu es espíritu. No te extrañes si te digo: “Tenéis que nacer de nuevo”. El viento sopla donde quiere y, aunque oyes su sonido, no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así son todos los que nacen del Espíritu». MOMENTO PARA EL COMPROMISO 1. Hay un dato clave en el acontecimiento de Jesús de Nazaret: cuando comienza sus andanzas por los pueblos de Palestina, su actividad y su mensaje crea una inusitada novedad, muy especialmente entre los más pobres y marginados de aquella sociedad. No sólo por sus signos de curación, sino la recuperación de las personas desde dentro: les acoge, les valora, les perdona, les ofrece las ganas de vivir y vivir de otra manera… Y el motivo es que Dios es un Padre y se preocupa de cada uno, y todos están llamados a la vida y no a la miseria (según la parábola, cuántos “pollos de corral” sienten, en su ser más íntimo, el deseo de convertirse en “águilas reales” desde las propuestas de Jesús). ¿Qué te parece?: Nicodemo es un hombre muy considerado en su pueblo, pero “atado” y bajo el peso de la ley. Mirando a nuestro alrededor, ¿qué es lo descubrimos? ¿Cuál es el panorama que destaca? 2. Este hombre (Nicodemo) va donde Jesús, buscando algo; pero, al mismo tiempo, lleno de miedo, “de noche”, para que no le vean. Y se encuentra con un mensaje que no le encaja en sus esquemas: “El que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios”. ¡Vaya sopapo el que le da Jesús! Porque sólo desde esa clave es posible entrar en la NUEVA FAMILIA de Dios. No es cuestión de ser más “cumplidor”; es necesario asumir otras claves de vida, de espiritualidad… que las que vivía Nicodemo. ¿Qué te parece?: Siguiendo con la parábola, Jesús no busca que las águilas se conviertan en gallinas de corral, sino precisamente lo contrario. Jesús así entiendo lo de “nacer de nuevo”. ¿Qué tendré que hacer para hacerlo realidad? O… ¿prefiero seguir siendo una “gallina de corral”? 3. Ahora bien, “nacer de nuevo” no es sólo cuestión mía; es necesario que el Espíritu mismo de Dios me ayude. “Te aseguro que el que no nace del agua y del Espíritu no puede entrar…”. ¡He aquí la clave! Dios nos quiere semejantes a su Hijo amado; para esto nos lo ha enviado, para que aprendamos de él a ser hijos e hijas. ¡Nada menos! ¿Qué te parece?: ¿A qué me “suena” al escuchar la palabra “cristiano”? ¿Qué es alguien “raro” y “extraño”, o más bien, una persona sana, honesta, solidaria, buscadora de Dios? ¿Qué tendré que hacer en mi vida para entrar en esta clave de la Familia de Dios?