Tesis 16 - Estudio Teológico Agustiniano de Valladolid

Anuncio
TEMA 16. JESUCRISTO SALVADOR.
1. Implicación de cristología y soteriología.
Frecuentemente en el tratamiento del misterio de Cristo se distingue entre:
-
Cristología: trata de responder a la pregunta: ¿quién es Jesús?
-
Soteriología: trata de responder a la pregunta ¿qué ha hecho y qué significa Jesús para
nosotros.
La cristología conduce a una reflexión sistemática sobre la persona de Jesús, la
soteriología sobre su obra redentora.
Hoy, más que a la distinción, se tiende a ver la intrínseca unidad que existe entre el
misterio de la encarnación y el de la redención.
Cristología y soteriología son inseparables. Ante todo, la experiencia original de la
comunidad pospascual es la de saberse salvada por J.C. (soteriológica). Es en un segundo
momento es cuándo se pregunta por la persona del Salvador (cristología) y finalmente, su
reflexión trata de tematizar o explicitar lo que quiere decir que en JC hemos sido salvados
(soteriología)
A partir del s. XI, con la síntesis de S. Anselmo, la teología de la redención toma una
forma sistemática. Su influjo fue decisivo en los siglos posteriores pero a costa de sancionar
también una nefasta fractura entre le cristología y la soteriología. La obra de Anselmo
constituye el esfuerzo por estudiar el punto de vista formal de la soteriología que él descubre
en la noción de “satisfacción”, pero al precio de operar una reducción de la multiforme
riqueza soteriológica que presenta el N.T. El acento se pone únicamente en la muerte de cruz
y todo su discurso se orienta hacia la cuestión del motivo de la encarnación. La encarnación se
hace razonable en función de la redención del hombre.Anselmo pretende así subrayar la
verdad tanto de la humanidad como de la divinidad del Salvador para que pueda llevar a cabo
nuestra redención. De ahí que Rahner haya criticado a la soteriología manualística por
ocuparse solamente de la “dignidad formal del acto redentivo de Cristo”, desinteresándose por
el contenido concreto de la redención”. Se insiste en la redención como algo objetivo más que
como una relación nueva instaurada en el acto reconciliador de Dios en Cristo merced al
poder del Espíritu.
El extremo opuesto es la reducción de la cristología a la soteriología. Lutero resaltó el
“pro me” de la acción salvadora de Cristo. “Conocer a Cristo significa conocer sus beneficios;
no como enseñan ellos (los escolásticos) escrutar sus naturalezas y el modo de la encarnación,
decía Melanchton. Los reformadores no valoran suficientemente la centralidad de la persona y
la historia concreta de Jesús de Nazaret, reducida a ser solamente el “lugar” del despliegue de
la acción salvífica de Dios, sin una consistencia ontológica propia.
En realidad el contenido de la salvación es el mismo “Cristo como acontecimiento”: el
acontecimiento Cristo en cuanto realidad esencialmente dinámica y abierta que surge de lo
que ha operado por nosotros y por nuestra salvación. El evento Cristo es la clave de la
cristología y soteriología neotestamentarias.
Cuando hablamos del evento-Cristo no nos referimos a un acontecimiento particular
de su historia (encarnación, muerte, resurrección) porque todos los misterios de la vida de
Cristo son ricos desde el punto de vista de la salvación. Se trata por tanto de una visión
unitaria que considera el arco de todo el acontecer de su vida. Ciertamente hay que privilegiar
el acontecimiento pascual en cuanto que es el punto de partida que hace que toda su historia
terrena adquiera univocidad y definitividad. Sin embargo, partir de la resurrección n significa
perder de vista su relación constitutiva con la encarnación, con su vida y su muerte. Cada dato
de la vida de Jesús conserva su propio valor y son como fragmentos que de algún modo
contienen ya todo el acontecimiento, aunque éste sólo se comprende realmente al final cuando
la resurrección hace transparente el sentido hacia el que tendía desde el principio todo el
proceso.
En la concreta historia de Jesús se encuentra concentrada toda la historia de la
salvación. De manera que el misterio pascual ilumina tanto el destino de la vida de Jesús
como el misterio de la salvación universal, haciendo de ambos una única historia completa y
definitiva. Este vínculo indisoluble entre la historia de Jesús y la historia de la salvación
universal del mundo (y particular de cada persona) fundamenta precisamente el nexo interno
entre la cristología y la soteriología.
Además el acontecimiento Cristo se configura así como una relación escatológica de
Dios con el mundo y viceversa. La peculiar relación de Jesús con el Padre hace posible
coordinar la relación entre todo el género humano y Dios en una universalidad escatológica.
Se trata del significado mediador de Cristo como evento escatológico de salvación. Por ser
escatológica, esta mediación se distingue esencialmente de todas las demás que la preceden y
la siguen: trasciende las precedentes y nunca será superada por las subsiguientes. Por tanto, el
acontecimiento Cristo tiene un carácter definitivo, irrepetible e irreversible. No es un
acontecimiento central y absoluto estáticamente, sino que es su mismo dinamismo
centralizante el que polariza salvíficamente toda la historia precedente y sucesiva, que alcanza
en Cristo su fin último.
El acontecimiento Cristo responde entonces a la vez a la noción de “evento absoluto
de salvación” y de “salvador absoluto” (Rahner) como a dos aspectos de una única realidad.
Es un acontecimiento de carácter históricamente personal que implica la salvación integral de
la persona en todas sus dimensiones. Cristo salvador no sólo enseña y promete la salvación,
sino que es personalmente la misma salvación. El acto salvífico absoluto está constituido por
la realidad propia del Salvador, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Por tanto, Dios no sólo
decreta y guía “desde fuera” la salvación, sin oque se autoimplica en el acontecimiento de la
salvación absoluta promoviendo tal evento como su propia historia.
2. A la luz de la iniciativa redentora, libertadora y divinizadora adquieren sentido las
ideas de sacrificio, expiación y satisfacción.
2.1. Presupuestos:
a) Las dos imágenes bíblicas de salvación:
Hay dos situaciones humanas fundamentales que sirven de referenci apara elaborar la
noción bíblica de salvación: la enfermedad y la esclavitud.
-
Frente a la enfermedad, salvarse es obtener la salud. La imagen de la salud nos
presenta la salvación como plenitud de vida. (curaciones… Jesús es el salvador)
-
Frente a la esclavitud, salvarse es conseguir la libertad. La imagen de la libertad
nos presenta la salvación como liberación. El pueblo de Israel vive el éxodo como
un símbolo de la liberación. La muerte y resurrección de Jesús se va a interpretar
en el N.T. en esta misma clave pascual. Cristo es el Mesías liberador. Es el
Salvador.
b) El lenguaje bíblico de la salvación
La noción bíblica de salvación no es unívoca. El vocabulario de la Escritura es muy
rico y variado cuando se trata de salvación.
En el A.T. el tema central es del de Yahvé como liberador de su pueblo. Dios rescata a
su pueblo incesantemente. Los profetas anuncian la promesa escatológica de una salvación
definitiva obra de la justicia de Dios que purificará a su pueblo de todos sus pecados y traerá
la paz, la liberación y la felicidad. Israel no sólo celebra todos los años el sacrificio pascual en
memoria de la redención de la esclavitud en Egipto, sino también la fiesta del Kippur o de la
expiación para encontrar la reconciliación
Estas mismas categorías son aplicadas por el N.T. a Jesús como encarnación del
salvador. Jesús nos rescata de la muerte, se ofrece en sacrificio como Cordero, su muerte
expía por nuestros pecados…
Liberación, adopción filial, participación de la vida divina, sacrificio, expiación,
etc..Hay multiplicidad de vocabulario soteriológico en el N. T. En este vocabularios se pueden
distinguir dos aspectos de la mediación de Cristo.
-
Jesús es el Mediador porque en él, en cuanto Verbo encarnado, Dios lleva a cabo
humanamente la salvación del hombre de una manera totalmente gratuita
-
En cuanto hombre glorificado, el hombre puede volver a Dios en obediencia y
amor.
Se puede hablar así de una soteriología de la mediación en dos momentos:
-
Descendente: que va de Dios al hombre.
-
Ascendente: que va del hombre a Dios.
Las principales categorías neotestamentarias de la salvación se sitúan en estos dos
movimientos:
-
Descendente: redención/liberación, divinización.
-
Ascendente: sacrificio, expiación satisfacción.
Según Sesboüé, en líneas generales, para explicar la salvación, prevalece el
movimiento descendente durante el primer milenio y sobre todo en la soteriología patrística
oriental; mientras que el ascendente predomina en el segundo milenio y en la teología
occidental.
2.2. Soteriología descendente
Salvación operada por dios en Cristo a favor de
Suponen una perspectiva para comprender el auténtico sentido de las categorías
ascendente.
2.2.1. Comunicación de la filiación y la vida eterna (divinización)
a) testimonio bíblico
El tema de la divinización pone en primer plano el ingreso en la vida de Dios,
aspiración que para el judaísmo y el cristianismo es un don de Dios (para los griegos es fruto
del esfuerzo humano).
Ya en la creación del hombre “a imagen y semejanza” de Dios se imprime en él la
vocación a la comunión con Dios. Por eso la creación es ya un acto salvífico. El pecado del
nombre cosiste en pretender obtener por su cuenta lo que Dios había previsto ya donarle en su
infinita generosidad. Pero Dios no abandona su plan de salvación: constituye su propio pueblo
al que considera su hijo. Esta filiación adoptiva engloba a todos los miembros del pueblo
elegido (filiación comunitaria), pero ya en el libro de la Sabiduría la filiación adquiere un
sentido individual y trascendente.
En los Sinópticos, Jesús designa a Dios ante sus oyentes como “vuestro Padre
celestial” y les enseña a orar diciendo “Padre Nuestro” o “Padre”
Pero son sobre todo Pablo y Juan los que afirman más claramente la salvación como
adopción filial: el misterio de la muerte y resurrección de Jesús nos concede renacer por la fe
a una vida nueva, una vida filial en Cristo, según el designio de Dios establecido desde el
principio.
Esta nueva vida consiste en participar de la misma vida de Dios. De manera que
mediante la adopción filial en el Hijo nos hacemos “partícipes de la naturaleza divina”
( 2 Pe 1,4). La salvación cristiana consiste en nuestra entrada en comunión vital con el
misterio de Dios mismo.
b) La tradición patrística.
La salvación como divinización es un tema frecuente en la soteriología patrística. Se
basa en la idea del “mirabile commercium” que ha tenido lugar en Cristo. “el verbo se hizo
hombre, para que nosotros nos hagamos Dios” (Atanasio), “se hizo Dios con nosotros para
que nosotros fuésemos dioses con él” (Agustín)
2.2.2. Victoria de la luz sobre las tinieblas (iluminación)
a) Testimonio bíblico.
La escritura es revelación. Para Dios darse a conocer al hombre y realizar la salvación
son dos cosas inseparables. El misterio Pascual es la cumbre el cumplimiento de nuestra
salvación y al mismo tiempo la cumbre de la revelación de Dios.
La simbología de la luz y tinieblas pertenece al acerbo de muchas tradiciones
culturales y religiosas: la luz es símbolo del conocimiento. Las tinieblas representan la
oscuridad, el infierno, el lugar de la condenación.
Isaías describe la llegada del Mesías como Iluminación. En distintos epñisodios de los
relatos lucanos de la infancia aparece con frecuencia el tema de la luz ligado al nacimiento del
salvador. La lucha entre luz y tinieblas es característico de Juan. Pablo describe la salvación
como el paso del reino de las tinieblas al de la luz.
b) Tradición patrística.
El tema de la salvación como iluminación está presente ya en los padres apostólicos,
en los apologistas, en Ireneo. Pero la salvación cristiana como gnosis, como verdadero
conocimiento es característico sobre todo de los padres alejandrinos: Clemente y Orígenes,
que elaboraron una gnosis cristiana (salvación por la gnosis).
2.2.3 Redención / liberación
a) Testimonio bíblico
Probablemente “redención” constituye la expresión privilegiada para indicar la
salvación de Cristo tanto en la Escritura como en la tradición de la iglesia. Ha llegado a ser la
interpretación preponderante para explicar la totalidad de la salvación.
Originalmente es una categoría que proviene del lenguaje jurídico y en su sentido
propio “redención” hace referencia al rescate o precio que había que pagar para comprar la
libertad de un esclavo. De ella derivan las categorías bíblicas de liberación y adquisición.
1. Liberación:
En el A. T. el lenguaje de la redención se refiere siempre a la liberación de la
esclavitud que terminó con la alianza del Sinaí. La salvación no sólo mira al pasado sino
también al provenir. La gran esperanza mesiánica será la liberación definitiva del pueblo.
Lo prefigurado y anunciado se ha realizado en Jesucristo, redentor y liberador de su
pueblo. En el misterio pascual Jesús nos ha rescatado y nos ha liberado de la esclavitud.
Rescate y liberación ante todo del pecado y del mal. La resurrección de Cristo es el símbolo
de nuestra propia salvación, como liberación del pecado y de la muerte (Rm. 8, 2) y como don
de la vida plena y definitiva (Rm. 8, 21) Pecado y muerte deben entenderse en sentido amplio,
no sólo personal, sino también social con las secuelas de injusticia y de violencia que
conlleva. Es de esta situación de la que nos libera Cristo en un proceso inaugurado en la
Pascua y que se consumará al final de los tiempos. (1 Cor. 15, 26-27).
2. Adquisición / rescate
La victoria de Cristo tuvo un “precio”, le “costó” la vida. El N.T. emplea para
describir este hecho un vocabulario comercial o del rescate, es decir, de la adquisicióncompra. Que Cristo “pagó con su persona” permite entender muchas fórmulas del N. T.
b) Tradición patrística.
Resulta más difícil de identificar. La perspectiva principal de los padres es la
divinización. Ello no quiere decir que tanto griegos como latinos oculten el valor redentivo
del misterio pascual.
Entre los padres griegos, a partir de Orígenes se elabora la llamada “teoría de los
derechos del demonio” a quien había que pagar el precio de la redención, reclamando como
rescate la sangre de Cristo. San Agustín indica también el carácter oneroso de nuestra
redención, pero subraya sobre todo la victoria de Cristo en la línea de la doctrina de la
justificación de Pablo.
2.3. Soteriología ascendente
Recogen el aspecto objetivo de la acción de Cristo y el elemento oneroso que exige el drama
de la salvación humana, pero con el riesgo de dar tanta importancia a la obra que brota de la
humanidad que no resalte suficientemente la iniciativa divina.
2.3.1. Sacrificio
La concepción cristiana del sacrificio es difícil y compleja, pero la abundancia de
testimonios del NT hacen de esta categoría una noción esencial de la soteriología cristiana.
La revelación del AT constituye una pedagogía de purificación del Creador y Salvador
de su pueblo. La primera consecuencia es la reprobación de los sacrificios humanos. El
sacrificio del Cordero Pascual es absolutamente original porque está ligado al acontecimiento
histórico de la salida de Egipto. Es un sacrificio anual que se celebra familiarmente en
primavera sin sacerdotes ni altar y cuya característica propia es constituir un memorial. El
“memorial” es un sacrificio de acción de gracias por un beneficio recibido en el pasado que
recuerda la salvación presente y anticipa la esperanza de la salvación futura.
El AT también da testimonio de la crítica profética del ritualismo sacrificial vacío,
separado de la vida. La práctica sacrificial se degrada cuando no compromete con la práctica
de la justicia y la defensa de los derechos de los pobres.
El tema del sacrificio es muy marginal en los evangelios. Respecto al sentido
sacrificial de las palabras de la misma institución eucarística, la mayoría de los exegetas
dudan que se pueda remontar al propio Jesús, considerando que probablemente es fruto del
contexto litúrgico de la comunidad.
Sin embargo, toda la vida pre-pascual de Jesús puede entenderse como una “proexistencia”, un “existir para” los demás hasta entregar su vida. Toda su vida adquiere el valor
de un “sacrificio existencial. Es toda su vida la que exige reconsiderar el sentido del sacrificio
veterotestamentario a partir de la pro-existencia (soteriología implícita)
Los otros escritos del NT utilizan el esquema sacrificial para explicar la muerte de
Jesús. Pero hay que tener en cuenta una premisa fundamental: siempre usan la metáfora del
sacrificio ritual presuponiendo su interpretación como pro-existencia, es decir, su sentido
profundo existencial y espiritual. Así se manifiesta sobre todo en Hebreos.
b) Tradición patrística:
Justino denuncia las interpretaciones erróneas que ven en Cristo a un maldito de Dios
y muestra el sentido del sacrificio salvífico libre y voluntario de Jesús. Ireneo mediante el
paralelismo entre el pecado de Adán (árbol) y la Pasión de Cristo (madero) señala que Cristo
dio la salvación a los hombres rescatándolos de su desobediencia con su obedicencia en la
Cruz.
2.3.2
Expiación:
a) Testimonio bíblico.
Entre los sacrificios antiguos, eran numerosos los ofrecidos en expiación por los
pecados. El NT recoge el vocabulario de la expiación o de la propiciación a propósito del
sacrificio de Cristo.
La expiación va unida a la necesidad de reconciliación entre el hombre pecador que
intenta reparar su pecado y Dios. Se entiende “expiar” en el sentido secular de “sufrir un
castigo”. Sin embargo, se puede apreciar una diferencia de matiz entre el castigo y la
expiación. Mientras que el primero se limita a ser una pena objetiva, la segunda puede ser
expresión de un arrepentimiento y el medio para “reparar” la falta aceptando la sanción. Pero
en todo caso, en la palabra expiación siempre subyace la idea de venganza.
El término expiación es frecuente en la Biblia donde aparece muy asociado a la
intercesión. Siempre se insiste en que es Dios el que da al hombre el poder de hacer algo para
obtener su perdón, por lo que se excluye toda eficacia mágica. La oración, el ayuno y la
caridad tienen un poder expiatorio como expresión del arrepentimiento y del deso de
reparación de los pecados.
Con la figura del Siervo (Is. 53) se espiritualiza y personaliza la idea de expiación. La
expiación del siervo inocente y ajeno a toda violencia es existencial, no ritual Aparece así
como portador-victima de los pecados de su pueblo que se convierte en portador-solidario
hasta el punto de que el término castigo, que normalmente se aplica sólo a los pecadores, vale
también para él. Es un intercambio de pecado-castigo b asado en la solidaridad. De forma que
se entiende la expiación como una intercesión existencia.
Las raras veces que aparece el término en el NT se pone siempre en relación al
misterio pascual de Cristo. En Jesús el siervo sufriente deja de ser una figura para convertirse
en una persona concreta. De modo que Jesús no sólo expía por los pecados de los hombres,
sino que es El mismo su expiación.
b) Tradición patrística
En los Padres el tema de la expiación coincide con el tema del sacrificio. En la iglesia
latina, la idea de una pena sufrida por quien carga con la culpa de los pecados de los hombres
fue preparada por Hilario de Poitiers y Ambrosio. Y desemboca en la tesis de San Anselmo.
San Agustín en las confesiones emplea el término “redamnatio” para explicar que la
expiación es una “reparación de amor”. La motivación de la reparación-expiación es la
ingratitud de los hombres siempre pecadores ante el amor de Dios que llega a entregar a su
propio Hijo por nosotros. . En la Edad Media se desarrollará la mística reparadora
(disciplinas, penitencias).
2.3.3. Satisfacción.
San Anselmo es el máximo representante de la teoría de la satisfacción. El pecado ha
cambiado el orden querido por dios y ha ofendido el honor debido al Creador. Esa ofensa a
Dios debe ser reparada: es necesaria la satisfacción del hombre. No es posible una satisfacción
por pura misericordia de Dios mismo, porque estaría en contraste con su infinita justicia. Pero
el hombre pecador es incapaz de ofrecer a Dios una satisfacción adecuada. Sólo Dios puede
dar una satisfacción adecuada. Jesús satisface por toda la humanidad y merece para todos la
salvación.
La noción de satisfacción explica también por qué la redención del hombre ha tenido
lugar mediante la muerte de cruz no mediante otros gestos del hombre-Dios. No habría sido
suficiente que el Hijo de Dios encarnado llevase una vida de obediencia plena al Padre porque
tal conducta es exigida a todo hombre por el mero hecho de ser criatura de Dios. Sólo podía
servir como satisfacción algo no exigible al hombre-Dios. El, de hecho, al entregar su vida, no
teniendo pecado la ofrece como satisfacción por los pecados de los hombres.
3. Jesucristo, mediador, reconciliador y sacerdote.
3.1. Mediador.
1. Significado soteriológico actual de Cristo: modelos.
Un desafío que se le plantea a la cristología contemporánea es el lanzado sobre el
significado y universalidad salvífica del acontecimiento Cristo, no sólo por las religiones no
cristianas, sino también desde el interior del propio cristianismo.
El justo reconocimiento conciliar del valor salvífico de las religiones no cristianas, de
la nueva concepción de la misión evangelizadora de la Iglesia, la difusión de otras religiones,
el diálogo interreligioso, la comunicación intercultural…. Son hechos que han llevado a
algunos teólogos a rechazar la afirmación exclusiva de Cristo como salvador único y universal
y a la teología a plantearse la cuestión soteriológica teniendo en cuenta otras ofertas de
salvación universal.
Se trata de armonizar las dos afirmaciones de 1 Tm. 2, 4-5: la voluntad salvífica
universal de Dios y la única mediación de Cristo.
4 modelos de interpretación actual del significado salvífico de Cristo:
1. Exclusivista (K Barth):
Rechaza que pueda darse salvación en otras religiones sin referencia a Cristo, y
reafirma la in condicionalidad absoluta del cristianismo. Postula un cristo mediador exclusivo
de la salvación
2. Inclusivista (K. Rahner)
Plantea una actitud dialéctica de aceptación y de crítica. Se aceptan elementos de
valor en las religiones no cristianas en relación con la salvación; pero se rechazan sus
pretensiones de salvación absoluta. La eventual presencia en ellas de valores en orden a la
salvación está relacionada con Cristo, que es la fuente constitutiva de toda salvación dentro y
fuera del cristianismo. Cristo es mediador constitutivo de la salvación
3. relacional (J. Dupuis)
Afirma que todas las religiones pueden tener un valor salvífico intrínseco propio. Por
sí mismas son “caminos de salvación”, aunque no independientemente de su relación con
Cristo. Los miembros de otras tradiciones religiosas se salvan dentro de sus propias
tradiciones. No salvan las religiones, ni siquiera el cristianismo, sino sólo Dios. Por eso, lo
único absoluto es su voluntad salvífica universal. Todas las religiones serían sólo
relativamente salvíficas, en relación “constitutiva” con Cristo, en cuanto que El es el
sacramento de la voluntad salvífica universal de Dios.
4. Pluralista (Knitter, Hick)
propugna una multiplicidad absoluta de mediadores y de mediaciones salvíficas, todas
igualmente válidas. Cristo es un mediador más, ya que hay una imposibilidad objetiva de
manifestar históricamente la unicidad de su acontecimiento salvífico. Todas las religiones
con sus mediaciones son absolutamente salvíficas para sus seguidores. La ortopraxis es el
criterio último de valoración de una religión.
2. Concilio Vaticano II.
Adopta una óptica positiva (LG 48) y una perspectiva cristocéntrica con relación al
tema de la salvación en otras tradiciones religiosas
Si bien es cierto que considera que Cristo el “el único mediador y camino de salvación
que se nos hace presente en su cuerpo, en la Iglesia” (LG 14ª) y que “todos necesitan a Cristo,
modelo, maestro, libertador, salvador, vivificador” (AG 8), reconoce también que es posible
la salvación de los que no conocen a Cristo (LG 16; AG 7), la existencia de elementos de
verdad y santificación en otras culturas y religiones (LG 8b; 17; AG 9b, 22ª) y hasta el
comienzo de la salvación antes de Cristo en la religión de Israel “conforme al misterio
salvífico de Dios”.
3. Documentos posconciliares.
- “Redemptoris Missio” (1990)
Contiene el primer posicionamiento oficial sobre la relación de la mediación de Cristo
y las otras tradiciones religiosas. Son dos las principales afirmaciones sobre el tema:

La confirmación de la mediación única de Cristo y “aunque no se excluyen las otras
mediaciones”, esas “no pueden entenderse como paralelas y complementarias” (n.5)

El acceso a la salvación de Cristo de los pertenecientes a otras religiones, aun sin ser
introducidos formalmente en la Iglesia
- Documento “el cristianismo y las religiones” (1996)
-
Toda la humanidad se salva sólo en JC.
-
Presencia universal de Cristo.
-
Reconocimiento de otras posibles mediaciones salvíficas que debe tener como
“fuente constitutiva” el misterio de la encarnación de Cristo.
4. Conclusión:
La condición de Cristo como único mediador de la salvación y la consideración de las
religiones como caminos de salvación no tienen por qué ser postulados contradictorios. Para
el cristianismo Dis se ha autocomnicado totalmente a la humanidad en Jesús de Nazaret,
Salvador Universal, en quien se cumplen todos los anhelos humanos de salvación. El
cristianismo confiesa a Cristo como único Mediador, pero sólo después de afirmar la voluntad
salvífica universal de Dios, como su manifestación. Las posturas exclusivistas y pluralistas
subrayan unilateralmente sólo una parte, no respetando la otra.
La salvación y sus caminos son obra de Dios y puede manifestar su salvación también
por otros caminos, aunque nunca al margen de la mediación única de Cristo. Ello no exige la
referencia explícita a Cristo de quienes por fidelidad a otras religiones y a sus propias
mediaciones no pueden aceptar a Jesús de Nazaret.
5. Qué significa que Cristo es mediador (1 Tm. 2, 5-6)
Cristo está a la vez y totalmente de parte de Dios y de los hombres, implica
simultáneamente su identidad y su obra: su en sí y su para nosotros coinciden. El mediador
no es simplemente un intermediario, establece de hecho y personalmente el intercambio y la
comunicación. Realiza el don máximo y sin retorno de Dios a los hombres y a la vez la
acogida de ese don vivida como entrega plena del hombre a Dios. La reciprocidad es plena.
3.2. Reconciliador:
(Eloy Bueno)
El destino de la muerte en cruz responde a un amor originario que rompe desde dentro
el círculo diabólico del odio y de la violencia. Jesús no muere contra los hombres, sino contra
la violencia que han descargado contra él y que por ello imposibilita o dificulta la
comunicación. Por eso es un acto de reconciliación. Aunque esto sólo podrá ser pleno en la
parusía, ya desde ahora Jesús muere como acto de oposición a todo lo que bloquea la
reconciliación.
La muerte de Jesús no fue para salvarnos de los pecados, sino para que el mundo
pudiese darse cuenta del amor que Dios tiene por la creación. Sólo el amor cuando es más
grande que el egoísmo humano rompe la conexión pecado-consecuencia. Así desde el
evangelio se produce la victoria del amor que clausura la era de la venganza e inaugura la del
perdón
3.3. Sacerdote:
Cristo ha sido llamado por Dios para llegar a ser sumo sacerdote. Pero su llamada es
completamente nueva respecto a Aarón: según el orden de Melquisedec. Tiene un carácter
absoluto, le constituye en sacerdote para siempre.
Su sacerdocio consiste en la mediación entre Dios y los hombres, mediación que en él
llega a ser definitiva. Puesto que Cristo, según los designios de dios, ha aceptado plenamente
la solidaridad con sus hermanos hasta su muerte y ha llegado de ses modo a su entronización
al lado de dios, tiene que ser reconocido como el mediador perfecto. Con su muerte
permanece estrechamente ligado a nosotros y tras su resurrección está unido íntimamente a
Dios en la gloria celestial. Está asegurada la comunión vivificadora entre Dios y los hombres.
Como resumen, la CTI afirma que “ser redimidos significa entrar en comunión con
Dios a través de la solidaridad con Cristo”. La cual ha de ser comprendida y vivida en clave
trinitaria: la cruz es la liturgia de obediencia que manifiesta la unidad entre el Padre y el Hijo
en el Espíritu Santo.
Descargar