Mitos y Creencias MARGARITEÑAS

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José Joaquín Salazar Franco (Cheguaco)
Mitos
y Creencias
MARGARITEÑAS
Tacarigua de Margarita
1999
Homenaje a un padre ejemplar
Siempre que se ha hablado o escrito acerca de CHEGUACO, inmediatamente se le asocia a
su obra generada como escritor, con frutos tangibles reflejados en treinta y cuatro libros
publicados donde se destacan sus cualidades como historiador, poeta, cronista e investigador y
promotor de nuestra cultura popular; lo cual le ha sido reconocido con múltiples distinciones,
tanto por parte de instituciones públicas y privadas como por parte del pueblo margariteño.
En esta oportunidad, al publicarle esta segunda edición de uno de esos frutos ya agotados y
constantemente solicitados, queremos hacerle un nuevo homenaje en su 73 aniversario, pero
esta vez para distinguirlo como padre ejemplar, como el guía que junto con nuestra querida
madre MACHELO, fue forjador de una gran familia, moldeada bajo sus enseñanzas por medio
del ejemplo al cultivo de los valores positivos, al amor al trabajo, al estudio, a la superación y
amor a nuestro pueblo.
Todos sus hijos
Es difícil que otra persona
experimente mí emoción
de haber tenido la
oportunidad de aportar
con los dibujos temáticos
de este libro, algo
útil a una gran
creación tan netamente
margariteña.
Amigo Cheguaco,
Eternamente agradecido
DEDICADO
Al noble pueblo de Tacarigua
como uno de los más auténticos exponentes
de nuestra cultura autóctona
y de los más fíeles defensores
de las costumbres y creencias tradicionales
Al Comité de Desarrollo Cultural de Tacarigua
en reconocimiento a la titánica labor
desplegada en defensa y salvaguarda
de nuestros valores ancestrales
y de la milenaria cultura guaiquerí.
Tacarigua de Margarita
1999
A manera de Presentación
Este pequeño trabajo que en forma de cuentos o relatos estamos presentando a la
consideración del público, no es otra cosa sino el producto de varios años de investigación
acerca de la idiosincrasia de nuestro pueblo, movidos por la preocupación de demostrar al
mundo que somos poseedores de una cultura milenaria riquísima en MITOS y CREENCIAS,
transmitidas de generación en generación y la cual estuvo muy bien cimentada en el corazón de
nuestra gente hasta que las transculturaciones incontroladas se fueron encargando de
menoscabarla. De allí que lo hayamos iniciado con el mito de "la formación de los cerros
miteños", por considerar que es la más "antiquísima" de todas las creencias arraigadas en esta
Isla, y la misma con que nuestros antecesores, herederos de esas añejas presunciones, trataban
de ejemplarizar a sus niños acerca de la necesidad del cumplimiento del deber para poder
pretender la recompensa del engrandecimiento y la perennidad.
Debemos confesar que no ha sido fácil la realización de este trabajo, debido a la carencia de
material escrito que pudiera servirnos de documentación precisa, lo que nos obligó a recurrir a
la enrevesada fuente de la transmisión oral que resulta casi siempre preñada de exageraciones o
minimizaciones producidas por la constante repetición mental.
En muchas ocasiones hemos tenido que comparar más de una vez versiones distintas sobre
el mismo tema, con el afán de conseguir una conclusión que no afectara el profundo contenido
ingenuo o esencia de la pieza narrada. En tal sentido hemos hecho el esfuerzo o sacrificio de
usar la mayor cantidad de términos o modismos del vocabulario local, contraviniendo en
muchas ocasiones, sin mala intención, las normas de nuestro idioma oficial, a costa del
desmejoramiento de la prosa.
Lo tratado aquí no es sino una minúscula parte de nuestro inmenso mundo lleno de fantasías
y creatividad que se ha acurrucado en este diminuto rincón del universo muy bien llamado por
algunos pensadores "El Paraíso del Caribe", que hemos recogido con la mejor de las
intenciones y la más noble de las esperanzas de incentivar a especialistas en la materia a
continuar hurgando acerca de nuestro origen y de nuestras tradiciones. Por lo tanto hemos
querido ser lo más objetivo en el tema que tratamos, de manera que nada pueda quedar muy
ensombrecido acerca de lo que hemos sido desde el ayer lejano y de lo que somos y de
vaticinar lo que podremos ser de seguir el ritmo que llevamos.
Por lo demás la historia se encargará de decir la última palabra...
EL AUTOR
LA FORMACIÓN DE LOS CERROS MITEÑOS
Hace muchísimos, muchísimos pero muchísimos años, tantos cuantos hace que empezó la
formación del mundo, Paraguachoa estaba poblada de gente pequeñísimas que habían caído del
cielo. Gente llena de virtudes que actuaban en sana paz, no conocían de odios ni de intrigas y
casi no necesitaban grandezas para vivir.
Los de otras regiones los envidiaban y siempre estaban buscando las maneras de arrancarles
sus secretos.
Los paraguachoos o guaicos tenían el don de la fe. Y creían que era de su padre el Sol y de
su madre la Luna de quienes derivaban sus secretos y virtudes.
Una vez que el mensajero viento les trajo la mala noticia de que serían invadidos y
dominados por gentes extrañas, empezaron a perder la fe.
Querían de un solo golpe agigantarse para defenderse.
Y comenzaron a clamar a su padre Sol y a su madre Luna el por qué los habían
abandonado.
La Luna que los observaba le tapó los ojos al Sol para que no los viera y se molestara.
Y se presentó una gran noche.
Y hubo un sueño larguísimo.
Y el mensajero viento siguió su camino llevando la noticia por todas partes...
Después que fue pasando la gran noche, los que lograron despertar se fueron dando cuenta
que los que más se agigantaron y se acercaron a la madre Luna, como Cupey, Guayatamo,
Guayamurí, Guaitoroco, Tamoco, Moreche y Macanao habían sido inmortalizados como
guardianes perpetuos y honrados con una vestimenta de vegetación. Y a otros que se
empinaron menos se les dio puestos secundarios.
Y a los que lograron despertar se les permitió continuar formando familia y seguir
transmitiendo de generación en generación este cuento que les estamos relatando ahora.
LA FORMACIÓN DE LAS NUBES
En la Isla de Margarita, quizás más que en cualquiera otra parte del país, todo tiene su por
qué, sus explicaciones y sus razonamientos.
Para los niños campesinos de las regiones céntricas de la Isla, que habitaban en épocas
pasadas los núcleos poblados de Tacarigua Afuera, Tacarigua Adentro y Tacarigüita, y otros
sectores eminentemente agrícolas, las nubes no eran un fenómeno natural, sino simplemente la
acumulación, en las alturas, de todo el humo que se desprendía de la tierra en dirección al cielo.
Llegado a las alturas, todo ese humo, con el calor de la candela que lo había originado,
tomaba vida por mandato de Dios, y se dividía en grupos, bien fueran pequeños o grandes, no
importaba el tamaño, y se dirigían a la mar para calmar la sed, llenándose de agua, que iban
tomando sin la sal, porque la sal era lo que le daba vida al agua de la mar y la mantenía en
movimiento, y de tomarla salada se entablaría una lucha entre el agua y las nubes y al fin éstas
no podrían subir a los elementos.
Llenas las nubes, se elevaban a lo más alto que podían, y cuando ya estaban bastante
cansadas de andar y desandar por todas partes, empezaban a vomitar su agua hacia la tierra para
que reverdecieran los montes y aumentaran las cosechas, y el sobrante, hecho quebradas,
dirigirse al mar llevando todo lo que pudieran arrastrar, para engordar a los peces.
De allí que para dichos niños, claro que inculcados por los mayores que igualmente habían
recibido esa lección de sus antepasados, era un bien y no un mal, que se produjera en la tierra
todo el humo que fuera necesario para la formación de las nubes, bien en las cocinas de las
casas en actividad desde el amanecer hasta el anochecer; bien desde los fondos de los corrales,
poniendo a arder en montones toda la basura que se iba acumulando, o bien haciendo los
desmontes y calabociados y quemándolos bien quemados.
En tal sentido, desde las cumbres de los cerros, los muchachos se ocupaban de observar el
mar, para ver las nubes cuando estaban bebiendo agua, y si las miraban demasiado grandes, las
denominaban mangueras, y decían cuando los aguaceros, lluvias o virazones, eran muy
extensos, que había caído una manguera, y hasta les atribuían que éstas tragaban también
"pescados" pequeños, por el hecho, de que en algunas ocasiones, después de una fuerte
tormenta, se llegó a encontrar en lugares bastante apartados y solitarios algunos pescaditos, que
bien pudieron haber sido arrojados por pájaros marinos al cruzar el espacio.
LA TURCUCHITA O TUCUSITA DE LA VIRGEN
En Margarita cada flor, cada pez, cada pájaro, cada cosa tiene su leyenda. Tiene su propia
ingenuidad.
La "turcuchita" o tucusita (colibrí o picaflor) de la Virgen, ese diminuto pajarito que va
revoloteando de flor en flor chupando su néctar, es santa. Por eso es que ella casi no asienta sus
paticas en nada que haya tocado la gente.
La "tucusita de la Virgen" es la mensajera de la Virgen.
Por eso es que ella es chiquitica para poder meterse por todas partes e irle a decir a la
Virgen todo lo que ve y todo lo que escucha.
Nadie más puede entender lo que dice la tucusita sino la Virgen.
La gente se cuida de matar las tucusitas, porque la Virgen condena a quien las mata y al que
la Virgen condena se muere o padece.
Los nidos de las tucusitas son de seda y de fino algodón porque de seda y de fino algodón es
el manto de la Virgen.
La Virgen llora cada vez que le matan una tucusita y a la Virgen no se le debe hacer llorar
porque ella es la madre de Dios.
La tucusita no se puede comer porque es el único pajarito que Dios santificó para la Virgen.
Los pájaros que se comen son los de Dios porque Dios cuando hizo sus pájaros dijo cuales
se podían comer y cuales no.
Los pájaros del Diablo tampoco se pueden comer.
El Diablo también tiene sus pájaros.
Los pájaros del Diablo son los feos.
También hay pájaros de Dios que son bonitos y no se pueden comer porque son los
encargados de alegrar el mundo con sus cantos.
Las angoletas tampoco se pueden comer hasta que no se quiten el luto que se pusieron de
Dios cuando murió.
LOS PÁJAROS DEL DIABLO
El diablo también tiene sus pájaros.
El diablo era un ángel que botaron del cielo por malo y desobediente. Lo condenaron a
perder las alas, a salirle cachos, a crecerle las uñas larguísimas y a ponerse horrible.
Al diablo la única parte donde lo consienten es en el infierno.
Los pájaros del diablo son los feos como el moriquite, la lechuza, el gavilán, el chaure, la
zarnícola, las guáralas y los angullos.
Los pájaros del diablo se matan pero no se comen porque el que los come se endemonia y al
morirse va a parar a las quintas pailas del infierno.
Las guáralas y los chaures saben cuando se va a morir una persona y cuando las mujeres
están preñadas ocultas porque son los mensajeros del diablo y el diablo se los dice.
Los gavilanes y las zarnícolas tienen las uñas larguísimas como el diablo y se comen a los
pajaritos de Dios.
Los moriquites y las lechuzas no miran de día sino de noche porque la luz del día es de Dios
y la tiniebla de la noche es del diablo y como ellos llevan relaciones con el diablo todo lo
tienen que hacer de noche.
Cuando Dios empezó a hacer los pájaros el diablo hizo una apuesta con él a ver quién los
hacía más bonitos. Dios hizo la paloma y el diablo el moriquite.
Los pájaros de Dios son los pájaros del Espíritu Santo.
Los pájaros del diablo son los pájaros del Espíritu Malo.
A los angullos, esos mismos que llaman conotos, el diablo les vistió de negro para que
hicieran burla a las angoleticas que se habían puesto luto cuando Dios se murió, y desde
entonces andan condenados y sin poder volar muy alto.
Dios y el diablo también tienen otros animales en el mar y en la tierra.
LOS ANGELITOS DE SANTA ANA
En la Isla de Margarita, específicamente en "El Norte" (Santa Ana), se celebran desde
tiempos bastante remotos, las tradicionales festividades en honor a Nuestra Señora Santa Ana,
"La Viejita"; madre de María Santísima y abuela de Nuestro Señor Jesucristo. No con el
recogimiento espiritual de los tiempos de antes, pero sí envueltas todavía en un gran fervor
religioso.
Entre las personas ancianas, antes más que ahora, se escuchaba decir que los días de Santa
Ana, que van del 26 de julio al 2 de agosto (día y octava), eran de un gran movimiento en el
reino del cielo, y que por lo tanto, coros de angelitos celestiales recorrían el firmamento,
entonando cánticos divinos, para congraciar a la abuela del Señor de las alturas ras.
Se aseguraba, que, cuando menos, en una cualquiera de las señaladas fechas, se oían como
desprendidas de la bóveda celeste, la suave armonía de voces angelicales, que se desplazaban
por todo el septentrión e inundaban los más recónditos lugares de la tierra; pero que para
poderlos percibir oídos humanos, tenían que ser de niños completamente limpios de cuantos
pecados terrenales, y que estuvieran vigilantes y contemplativos todos esos días con sus
respectivas noches, porque no se sabía a qué hora podrían pasar y que, además, el tiempo que
demoraban en su recorrido eran apenas simples pestañadas.
Y como para corroborar lo dicho, aseveraban que en un pueblo de la Isla, la última que
había tenido la dicha de verlos y de escucharlos, en el séptimo día de vigilia, fue una negrita
bozal, esclava de una familia acomodada del lugar, la que, en pleno silencio de la media noche,
en momentos que ni una hoja de los árboles se movía ni siquiera el fino silbido de los grillos se
escuchaba y cuando todos sus compañeros habían perdido la fe y desistido por cansancio del
propósito, logró ver en pleno corazón del Cielo y como envueltos en una débil nubecita
blanquecina que desprendía destellos de luminosidad, el conjunto de angelitos, que batían a un
solo ritmo sus alitas, encabezados por unos que llevaban trompetas y otros que tocaban sus
liras, los cuales se dirigían de Naciente a Poniente y se perdían en el espacio infinito dejando
unas melodías de armoniosos arpegios.
Que la negrita, al ver todo aquello, no pudo resistir la tentación y llamó a sus amos y a los
vecinos más cercanos y empezó a relatarles todo lo acontecido, entre la admiración de los
presentes que se quedaban boquiabiertos escuchándola, hasta que cayó en un ataque de risas y
sollozos, que la fueron dejando como dormida al extremo que cuando se percataron ya estaba
su alma fuera de este mundo.
Entonces fue que comprendieron que había sido castigada por Dios, por haber revelado el
secreto que debía haberse guardado para siempre.
LAS ÁNIMAS BENDITAS DEL PURGATORIO
Otras de las creencias que está muy arraigada dentro de los campesinos margariteños es la
existencia de las ánimas benditas del Purgatorio. Estas son almas de personas muertas a
quienes corresponde expiar sus penas en el Purgatorio.
A las ánimas benditas del Purgatorio las invocan y les piden favores, les hacen promesas y
les prenden velas y mechas de aceite de coco, en adoratorios o en los rincones de las casas.
En algunos momentos críticos las invocan individualmente por el nombre que llevaron en
vida.
Se cree que durante las noches las ánimas benditas del Purgatorio vienen a sus casas y
tienen contacto con sus pertenencias para reconfortarse, de allí que las residencias donde han
muerto personas, tienen que permanecer durante las noches, cuando menos, con la puerta del
corral entreabierta.
Se dice que las madres muertas que dejaron hijos pequeños en el mundo, penan por ellos,
llegando en ocasiones hasta tocarlos, marcándoles en sus carnes las huellas moradas de su
contacto. Y para evitar que se los lleven les echan escapularios y los cobijan con trapos o
mantas negras.
Muchas personas aseguran haber visto legiones de ánimas, todas vestidas de riguroso negro,
con velas encendidas y rezando a coro el "Rosario del Anima" y el de "María Santísima".
Algunos las ubican recorriendo las calles, otros en las puertas de las iglesias y otros dentro
de los cementerios.
En las noches oscuras casi no es permitido salir de las casas por temor a encontrarse con las
ánimas. Quienes se arriesgan a salir rezan oraciones a Santos y divinidades diferentes, se
acurrucan y se cruzan escapularios, reliquias y amuletos, aprietan el sombrero, el garrote o el
machete bajo el sobaco izquierdo para simular una cruz, o muerden horizontalmente una navaja
con igual propósito.
Se habla mucho del "ánima sola", que vaga por todas partes como una ermitaña porque sus
familiares le trancaron las puertas y nunca pudo entrar a su casa a reconfortarse, por lo cual fue
rechazada del Purgatorio donde le convenía purgar sus penas para poder pasar a la presencia de
Dios. A esta ánima por considerarla rebelde la invocan mucho con fines malignos.
El Purgatorio lo pintan como un lugar en el cielo rebosante de fuego eterno, distante del
Infierno, y custodiado por ángeles y santos, donde van las ánimas a expiar sus penas por los
pecados cometidos en la tierra durante la transitoria vida, para después de purificadas sus almas
poder presentarse ante Dios Todopoderoso cuando por ellas interceda la Virgen del Carmen,
encargada de hacer esa obra de "Divina justicia" el día lunes de cada semana.
Por eso es que en las noches de los días lunes es cuando más se prenden "luces"
encomendadas a las "Animas Benditas del Purgatorio".
LA CHINIGUA EN MARGARITA
En la Isla de Margarita se cree mucho en las supersticiones.
En la Isla de Margarita se aferran a creer en los fantasmas y aparecidos.
En Margarita se habla de la existencia de la chinigua.
La chinigua es el espíritu condenado de una mujer, que valida de su belleza, coqueteó en el
mundo con los hombres y a ninguno le entregó su corazón y cuando murió no fue recibida en el
cielo y fue devuelta a la tierra para que se enamorara de verdad.
Por eso la chinigua anda por el mundo buscando novio, enamorándose de los hombres
jóvenes y buenmozos, para cumplir su penitencia.
La chinigua casi no asusta a la primera vista. Parece una mujer de verdad. La chinigua es
alta y esbelta. Con su manta de pelo tendida que le llega a las corvas y su saya anchota recién
almidonada, que se le escucha el zis zas cuando camina.
A la chinigua también le dicen la trotamundos. Muchos no saben por qué. Algunos dicen
que porque anda todo el mundo en una noche, y aseguran que una vez le preguntaron,
equivocadamente, que de donde venía y contestó: "ahorita, al canto del gallo, pasé por
Valencia", y era exactamente la hora del canto del gallo en Margarita. Entonces si se enfrió el
cuerpo. Otros dicen que en una ocasión, a plenas doce de la noche, le preguntaron, sin
conocerla, que para donde iba, y contestó: "para Belén" y escambró el cuerpo, porque en Belén
fue donde nació Nuestro Señor Jesucristo y no se puede ir de aquí a pie.
La chinigua cuando se enamora de los hombres los persigue por todas partes y los va
desganando y enflaqueciendo, hasta que los mata y se los lleva para el otro mundo.
Para deshacerse de la chinigua, los hombres de quienes ella se enamora, tienen que ser muy
valerosos, para poder tener el brío de cuerearla con un palo de piñón cortado en viernes santo.
En otro día no sirve porque el piñón cortado en viernes santo derrama la sangre que Cristo
derramó por la humanidad.
La chinigua se defiende con su manta de pelo. Cuerea a los hombres con su manta de pelo.
Si los hombres pierden el brío, la chinigua se pone en ellos y los mata, pero si no lo pierden la
chinigua se da por vencida y pega un jalío profundísimo que atemoriza y asombra y se va al
cielo, escuchándose únicamente el traquío de huesos.
La chinigua es un huesero, es decir un esqueleto con un ropaje puesto.
Así mismito como estamos relatando esto es la chinigua en Margarita.
LA LLORONA
La llorona no es la chinigua.
La chinigua es la chinigua y la llorona es la llorona.
La llorona es un ánima de mujer en pena, que no fue consentida en ninguna parte del Cielo
ni siquiera en el infierno, por haber matado a un hijo al parirlo.
La llorona tiene que andar por el lugar donde cometió el crimen asustando a la gente con
sus gritos y lamentos hasta pagar su penitencia
La penitencia de la llorona no es todas las noches sino por tiempo, cuando Dios se lo
permite.
La llorona cuando pega el jalío que es larguísimo y profundo y como si saliera de bajo de la
tierra y de los elementos al mismo tiempo escambra el cuerpo de todo el mundo.
La gente se acurruca cuando escucha el llanto de la llorona. Todo el mundo no escucha el
llanto de la llorona sino sólo los que Dios les ha dado la gracia de nacer con el don de escuchar
a los muertos.
Muchas personas de brío han tratado de mirar a la llorona por un agujerito de sus casas y se
han desmayado tanto que al otro día casi no saben bien contar lo que vieron.
Algunos dicen que la han visto envuelta en una llamarada. Otros que la han visto enfundada
en una sábana negra como la noche botando una luminaria por todas partes. Otros que lleva la
cabeza, los brazos y las piernas como despegados del cuerpo.
Hasta los perros pegan un leco larguísimo y las gallinas lloran bajitico cuando la escuchan.
Muchos no catan a verla porque pasa como un viento y tan pronto llora aquí como llora más
allá y más allá.
En algunas ocasiones se escucha el llanto de la llorona junto con un ruido espantoso de
cadenas. El ruido de las cadenas se escucha pero éstas no se ven porque son las cadenas
infernales con que el diablo la va sujetando.
La penitencia de la llorona termina en la hora que le toca la muerte natural al hijo que mató.
LA COLMILLONA
En Margarita por donde quiera se oye hablar de la colmillona.
Las madres para tratar de reprender a sus pequeños de las travesuras que hacen suelen
amenazarlos con la colmillona. Se les dice que si no se portan bien se los va a comer o se los va
a llevar la colmillona o que van a llamar a la colmillona para entregárselos.
Tanto los ricos como los pobres piensan en la colmillona. La colmillona por aquí y la
colmillona por allá y los niños atemorizados con la fulana colmillona.
Se cuenta que en épocas muy remotas, tan remotas que no se puede precisar la fecha, una
mujer hizo pacto con el diablo, y le vendió su alma por una gruesa suma de dinero, que fue
recibiendo en bolsas repletas, entregadas en un lugar solitario al paso de la media noche y a
pleno mediodía. Dinero que fue fanfurriando a manos llenas hasta que se le acabó sin hacer ni
siquiera una obra de caridad.
La mujer cada vez que el espíritu malo se le presentaba a pedirle su alma para llevársela
para el infierno ella lo apaciguaba entregándole un niño robado para que le chupara la sangre,
con lo que el uñón se entretenía.
Así fue burlando el pacto con el demonio pero también fue acabando con los niños, que
desaparecían misteriosamente sin saber cómo ni cuándo.
Hasta que al fin la mujer envejecida entró en trance de muerte y antes de expirar
desembuchó públicamente sus crímenes. En el Purgatorio no la consintieron porque estaba
demás de condená. El diablo se hizo cargo de ella y como ya estaba acostumbrado a chupar
sangre de inocentes, la obligaba a venir al mundo a buscarle niños para satisfacer sus apetitos.
A la colmillona la representan vieja, esquelética, con la nariz encorvada. Enfundada en una
enorme saya negra y con un romantón negro que le cubre la cabeza y gran parte del cuerpo.
Desdentada y luciendo únicamente 4 enormes colmillos que se le cruzan por fuera de los labios
y las uñas larguísimas como las del mismo diablo de quien se hizo su fiel compañero.
Desde entonces las madres atemorizan a los niños con la colmillona.
LOS DUENDES EN LA ISLA DE MARGARITA
En la Isla de Margarita se cree mucho en la existencia de los duendes. Personas de ambos
sexos, de edades diferentes, de distintas condiciones sociales, y hasta de mediana capacidad
intelectual no ponen en duda la vigencia de esos célebres personajes de lo ignoto.
Se dice que los duendes son espíritus de niñitos recién nacidos, muertos por sus madres sin
haber recibido el agua del bautismo y que no fueron sepultados en tierra santa, es decir, en
cementerios.
También se dice que los recién nacidos que mueren de muerte natural pero sin recibir el
agua del bautismo no se vuelven duendes pero tampoco se convierten en angelitos porque Dios
no les deja salir las alitas.
Así mismo se comenta que los duendes andan por el mundo vagando hasta que les toque la
hora de su muerte natural para poder subir al cielo a presentarse ante Dios.
Muchos comentan que los duendes se pueden ver de día y de noche, pero no en todo
momento ni en cualquier parte, y sólo por personas que tengan la gracia divina de mirar
muertos.
Que a los duendes les gusta mucho enamorarse de las muchachas y a las duendas de los
muchachos. Que los duendes cuando se enamoran entusiasman a sus parejas con golosinas y
regalitos y se los llevan para cuevas que tienen en los más intrincados matorrales, donde los
encantan.
Que los duendes cargan muchas y variadas flores para los dormitorios de sus enamorados,
pero que se ahuyentan cuando los encuentran envueltos en trapos o sábanas negras y con
escapularios o talismanes y reliquias. También se asegura que los duendes se ahuyentan
cuando ven que una persona hace las veces que ensucia la comida con excrementos humanos
u otras porquerías.
Que cuando los duendes se llevan a alguno, sólo su madrina y su padrino pueden
rescatarlo, mediante súplicas y aspergeos de agua bendita y el rezo de oraciones como el
Credo y el Padrenuestro.
Que los duendes juegan como los demás muchachos y hacen travesuras y se burlan de los
mayores sin que a nadie le parezca que son seres del otro mundo.
Que los duendes cuando quieren asustar, salen chiquirriticos, sombrerones, cabelludos,
vestidos o desnudos y pelan los dientes y se ríen de la gente, y cuando son viejos se presentan
barbudos, chaticos pero con la cara arrugada.
Que los duendes son muy pocos conocidos por sus silbidos que son largos y finísimos.
Que los que han pretendido agarrar a un duende no lo han podido hacer, porque los duendes
son resbalosísimos y se escurren en un santiamén de entre las manos.
Que el que logra echarle agua bendita a un duende y decirle las palabras del bautizo lo hace
desaparecer para siempre, oyéndole por última vez sus alaridos que escambran el cuerpo, pero
que gana la gracia de Dios que le da el valor suficiente para que lo saque de penas.
Hay personas que aseguran haber visto duendes y son las que cuentan todas estas cosas que
estamos relatando hoy.
LOS CHIMICHIMITOS
Margarita era una región donde abundaban los mitos y creencias, muchos de los cuales
lograron traspasar las barreras del tiempo y llegar hasta nuestros días. En Margarita, con
bastante insistencia, -claro que antes más que ahora-, se escuchaba hablar de los chimichimitos.
Para los viejos margariteños, los chimichimitos no eran otra cosa, sino seres del otro mundo,
que frecuentaban las regiones playeras, especialmente aquéllas donde habitaban marinos y
pescadores.
Se aseguraba que los chimichimitos eran una especie de duendecitos pequeñísimos, tan
chiquirriticos que apenas si podían alzarse más de tres jemes de la flor de la tierra.
Se comentaba que en las noches de luna clara recalaban con mucha frecuencia cantidades
de chimichimitos, que corrían por las orillas del mar, revolcándose en las arenas y efectuando
infinidad de juegos parecidos a los que ejecutan los niños de la tierra.
Muchos juraban haberlos visto bailando el sepeserepe, la pava loca, el tamboré y la ronda,
agarraditos de las manos formando círculos o ruedas grandísimas; igualmente jugando la
candelita, la balasentá, el cucambé, el talión, el tibiribirón, el zapizapato, el pirinduñe y la
cañabereca.
Se presentía que los chimichimitos eran los espíritus de los niños muertos en el vientre de
las madres durante la navegación y en otras actividades del mar, y que por no haber logrado ver
la luz del día ni percibir el pecado terrenal, no se dedicaban a hacer maldades ni a practicar
enamoramientos, como los otros duendes.
Se decía que cuando los chimichimitos eran sorprendidos por la vista humana corrían
desbocados a refugiarse dentro de la arena batida por las aguas del mar y se empequeñecían
tanto que podían fácilmente esconderse entre las conchas de los guacucos y de los chipichipes;
de allí que -se recomendaba a la gente no utilizar ninguno de esos moluscos cuando se
encontraran abiertos, aunque tuviesen carne dentro, porque podía ser la de los chimichimitos.
Los chimichimitos eran varones y hembras y se exhibían completamente desnudos o con
ligerísimas baticas, y a los cuales no lograban ver ojos de personas que no hubieran nacido
dotados de la facultad celestial de divisar a los seres del más allá.
También se decía que los chimichimitos entonaban algunas veces melodías bellísimas que
adormecían a los inocentes y a los peces pequeños los hacían acercarse hasta la playa donde se
varaban y morían del encantamiento.
LOS SINAMOS O CHINAMITOS
En la Isla de Margarita se habla con mucha frecuencia y con bastante insistencia acerca de
los duendes, de los chimichimitos y de los sinamos o chinamitos. En relación a cada uno de
ellos se tejen definiciones distintas y se les asignan atribuciones diferentes. A estos últimos se
les niegan condiciones de angelitos porque se dice que carecen de alas. Más bien se les
atribuyen categorías de duendecillos, enviados por Dioses de otros mundos para que les sirvan
de mensajeros. Se comenta que bajan del cielo en las noches de "media luna" en cantidades
asombrosas, pero sin conocerse su procedencia exacta. Que caen así como los "gajos" de las
virazones, o como nubes de simples muñequitos, o como las lluvias de granizo y que tal como
vienen se van. Que hacen diabluras a su paso por la tierra y que recogen a los muchachitos
"herejes" (sin bautizar) que encuentran descarriados, los adormecen y se los llevan para sus
mundos con la velocidad del pensamiento y aunque los vuelven a traer rápidamente, vienen tan
desfigurados o diferentes como si hubieran pasado por allá mucho tiempo, y tan atemorizados
que no se atreven a contar nada de lo que vieron ni a decir siquiera a donde fueron; pero
teniéndole cada vez más miedo a los sinamos o chinamitos, que el diablo a la cruz.
A nadie de este mundo le ha sido posible agarrar a un sinamo o chinamito, por más que le
hayan armado las mil trampas creadas por las mentes humanas, o les hayan rezado cuantas
oraciones existan sobre la faz de la tierra, o se hayan valido de todas las argucias inventadas
por los brujos, brujas y sus secuaces. Pero sí hay muchas personas que aseguran haberlos visto
más de una vez, escuchado sus siseos, percibido sus olores y haber estado muy cerca de sus
irradiaciones, y por eso pueden dar fe de que son seres muy inteligentes, que en un santiamén
se estiran o encogen, crecen o se empequeñecen, se ponen gordos o flacos, de acuerdo a lo que
más les interese o para hacer lo que les venga en ganas. Que sin necesidad de la fuerza bruta, o
sea, sin pegarles las manos a nada, así como se las ingenian para llevarse un niñito, mueven
también una piedra por más grande y pesada que sea, o cualquier otra cosa de este mundo. Que
cuando están llevando a cabo sus trabajos no se les escucha sino un ligero y bajísimo chirrido o
silbato, o lo que es lo mismo, un siseo, como el que desprende el "chaparro" al accionarlo
fuertemente al aire libre una o más veces. De allí que se tenga que presumir que más actúan con
el pensamiento que con el cuerpo.
Se asegura que las antiquísimas cuevas que existen en diferentes partes de la Isla fueron
hechas por esos seres misteriosos en épocas tan remotas que la mente humana no tiene derecho
a recordar; asimismo, que las piedras grandes o peñas que se encuentran en otros tantos
lugares, fueron trasladadas por ellos de un sitio a otro en diferentes épocas, y hasta se va más
allá al creer que estuvieron presentes en las formaciones de los cerros cuando la creación del
mundo.
De todas maneras, para la gente del pueblo, claro que para los más ancianos, los sinamos o
chinamitos existieron y existen todavía aunque menos que antes, y así lo han venido
trasmitiendo de generación en generación hasta nuestros días. Y como en muchos lugares dan
versiones diversas acerca de ellos, ésta no es sino una de tantas...
EL PEZ NICOLÁS
Se presume que el "Pez Nicolás" es una leyenda muy antigua convertida en creencia o una
creencia hecha leyenda a través de los años y trasmitida en forma oral de generación en
generación.
Nadie se atreve a decir de qué época data la leyenda o la creencia acerca del 'Tez Nicolás".
Al "Pez Nicolás" lo representan como un monstruo marino, con cuerpo de pez y cara de
hombre, y en muchas comunidades de pescadores lo han escenificado en burdas y jocosas
pantomimas que han sacado en diversiones de pascuas al son de danzas y manifestaciones
folklóricas.
Las versiones acerca de la procedencia del "Pez Nicolás" son dos, pero convergiendo todas
en asegurar que se trató de una persona de carne y hueso.
Unos dicen que fue un hijo bestial y desnaturalizado que intentó seducir amorosamente a su
pobre madre, quien temerosa de que cayera en ella el "castigo eterno" lo maldijo una y mil
veces con todos los poderes de su corazón y lo empujó al mar con su propia fuerza, el cual
ensoberbecido se encargó de ir tragándoselo lentamente hasta hacerlo desaparecer.
Otros aseguran que fue el producto de un incesto convenido entre madre e hijo. Que la
desvergonzada madre crió en sus entrañas pérfidas y malditas de la manera más disimulada
durante trece meses el producto de su diabólico amor, hasta que parió un monstruo con
apariencias de pez y de persona. Que entre ambos, -madre y amante-, lo arrojaron al mar con el
fin de seguir encubriendo su pecado. Pero que la tierra en ese instante se abrió y se los tragó sin
dejar huellas, llevándose consigo el horrendo secreto.
Que mucho tiempo después, un pescador hereje, que desobedeció la tradicional orden de no
pescar en Viernes Santo porque Dios estaba muerto y no podía guiar y seleccionar la pesca,
logró atrapar entre sus redes un extraño ser con cuerpo de pez y cara de hombre que le contó
detalle por detalle el por qué de su existencia.
Que el pescador envuelto en una fuerte crisis nerviosa logró como pudo ganar la playa con
el raro ejemplar de su pesca maldita, donde imploró al Todopoderoso el perdón de su pecado.
Que dicho perdón, por una revelación divina, le fue concedido al golpe del "Toque de Gloria",
y que entonces relató todo lo acaecido, pero como estaba algo desmemorizado, dio las dos
versiones del relato que se ha venido conservando hasta hoy, y que en el fondo tienen alguna
coincidencia.
De todas maneras, la leyenda del "Pez Nicolás" vive en la mentalidad de viejos
margariteños como una demostración de castigo a la inmoralidad y a la desobediencia, y
también para patentizar que del cielo a la tierra no hay nada oculto.
LA SIRENA
La Sirena es un ser de la mitología margariteña, representada con cuerpo de mujer y cola de
pez, que mora en el fondo del mar, de donde emerge en variadas épocas del año.
Cuentan las viejas leyendas, que recién incorporadas las tribus guaiqueríes que
pacíficamente habitaban la antigua "Paraguachoa", en la nueva doctrina que predicaban los
misioneros y conquistadores, venidos de allende los mares con la cruz y la espada, una
"guaricha guaica" que llevaba en su corazón muy encentrada la creencia milenaria de su raza
autóctona, desobedeció abiertamente la orden de no bañarse el Viernes Santo cuando estaba
Dios muerto, y se fue al mar desapareciendo entre sus olas como por arte de magia, a pesar de
que sabía nadar tanto como el más ligero de los peces.
Se cuenta además, que durante semanas y semanas, con sol y con luna, la buscaron
desesperadamente por todas direcciones, bien, para librarla del pecado o para dar a su cuerpo
sepultura digna. Que no valieron las oraciones ni las plegarias de la nueva creencia ni los ritos
que ocultos entonaron a sus antiguos dioses. Ni los tributos ni los sacrificios materiales hechos
a la Madre Tierra para que la desentrañara nuevamente ni al mensajero viento para que entre
sus alas la volviera a los suyos. Que las lágrimas brotaron a torrentes sin ningún resultado hasta
que el tiempo fue desvaneciendo la esperanza de volverla a mirar.
Que pasados muchos "soles" y muchas "lunas" los pescadores empezaron a escuchar en las
noches de plenilunio cánticos melodiosos que parecían brotar de las profundidades y Luego de
impregnar el ambiente de misteriosos sones irse desvaneciendo sobre la superficie del mar,
pero sin alcanzar a ver en ningún momento, el ser que los producía. Algunos, por la finura de la
sonoridad comenzaron a sospechar que era o podía ser la voz de la guaricha desaparecida y
volvieron a intentar la búsqueda sin resultados positivos.
Consultados los "piaches" en sus escondites, ordenaron nuevos sacrificios a los dioses de
sus antepasados y éstos empezaron a revelarles que ella no volvería más entre sus hermanos
porque estaba encantada por el "Dios de los Mares", quien sabedor de lo que estaba
aconteciendo la había desposado y llevado a su palacio en las profundidades más remotas del
anchuroso océano, conservándole la esbeltez de su cuerpo de "guaricha guaica", la tersura de
su piel, la belleza de su cara y su hermosa cabellera color del más puro azabache, pero
convirtiéndole sus piernas en cola de pez para que pudiera con facilidad movilizarse entre las
aguas, y que de su encantamiento le producía la voz dulce y melodiosa capaz de atraer a sus
dominios a todos los que tuviesen el privilegio de escucharla o de verla algunos días señalados
del año.
Desde entonces a la "guaricha guaica" se le dio el nombre de "Sirena" que en su lenguaje
era como decir "princesa encantada de los mares" y no se le tiene como un monstruo sino como
una divinidad. Y en la nueva creencia se encargaron de decir que en "Sirena" se convertirían
todas las mujeres que se bañaran en "Viernes Santo".
EL CHIVATO
Entre la población margariteña se escucha con mucha frecuencia hablar del chivato.
En las reuniones más selectas al igual que en las más humildes siempre se tejen comentarios
acerca del chivato.
Pero no del chivato o macho cabrío padrote del rebaño de cabras. Ni mucho menos del
chivato o persona potentada e influyente dentro de la sociedad.
Se trata de otro chivato. De un chivato del cielo, que habita en los predios del Divino Señor.
De ese chivato se habla mucho en Margarita.
Al chivato del cielo lo representan como un animal muy agigantado, es decir, grandísimo,
lanudo, provisto de enormes cachos, con una barba larguísima, huevos extravagantes y una
virilidad asombrosa, que no envejece ni muere nunca y vive como un rey entre los pastizales
del otro mundo.
Que la única misión de ese chivato es bobear, bobear y más bobear y despotricar a las
mujeres que llegan niñas al cielo por no haber dado su brazo a torcer aquí en la tierra, después
de habérseles cumplido la edad que Dios ha dispuesto para ese trabajo.
Por eso a las muchachas margariteñas se les aconseja que se enamoren, que se casen o
cuando menos que cumplan con la misión a que Dios las destinó aquí en la tierra como fue la
de formar familias para que no se extinguiera el género humano.
A las mujeres se les amenaza con el chivato celestial. Y se les asegura que de quedarse
niñas Dios las castigará soltándoles el chivato, y que después que el animal las agarre allá en el
cielo tendrán que venir en espíritu a la tierra a pasar la vergüenza de decir lo que les sucedió
con el bicho en esas alturas.
De allí que con mucha frecuencia y entre chanzas y veras les digan a las muchachas cositas
como éstas:
Cuidadito, cuidadito como las agarra el chivato.
El chivato las espera.
Si no lo hacen aquí allá las va a agarrar el chivato.
Ustedes como si lo están dejando todo para el chivato.
Del chivato del cielo no se salvan.
Muchachas, muchachas, miren que ya están en punto de chivato.
De chivato a chivato prefieran al de acá.
Ya están hediondas a chivato.
Cuando el chivato las agarre van a chillar más que una perdía.
Y así les siguen diciendo muchas cosas por el estilo...
Y las muchachas risas y risas que se mueren...
LA GALLINA SACADA Y LA PUERCA PARIDA
En épocas pasadas cuando las vías de comunicación de Margarita eran en su mayoría
caminos de recua, trochas y veredas y la gente la mayor parte del tiempo las transitaban con el
fresco de la noche, a pie o sobre lomos de burros y otras bestias, como si se tenía una gran
propensión a estar por donde quiera mirando visiones, fantasmas y aparecidos, representados
no sólo en personas sino también en animales y cosas.
Era frecuente escuchar decir que por los caminos más oscuros y tenebrosos se topaban con
urnas y candeleros encendidos, con cueros secos rodando, con conejos brujos que después de
muertos desaparecían de entre las manos, con árboles que sin pizca de viento se estremecían
desgranado sus frutos que no llegaban a caer en el suelo, que matas enormes se desganchaban
oyéndose el traquido de su ramazón sin que definitivamente cayeran a tierra y así
sucesivamente.
De esa época data la leyenda de la gallina sacada con la manada de pollitos y de la puerca
parida con el montón de puerquitos, que por donde quieran andaban al peso de la media noche.
Y se llegaba hasta asegurar que éstas no eran sino almas condenadas de personas que en
vida habían hecho pacto con el diablo para entregárseles a cambio de gruesas sumas de dinero
y que dicho pacto lo habían confirmado con sangre, es decir, degollando en presencia del
pecado malo, una gallina, una cabra, una cochina o cualquier otro animal doméstico.
Que por lo tanto a la hora de su muerte, estas personas habían sido condenadas a expiar su
culpa transformándose en el animal que habían sacrificado malignamente. Y que los animalitos
que los seguían no eran sino la representación de los hijos de las condenadas que
indirectamente habían recibido la condenación por el roce o la leche maldita con que se habían
alimentado.
A este tipo de fantasmas se le temía demasiado y trataban de alejarlos mediante oraciones y
peticiones al Dios de Cielo y Tierra, en la creencia que su única misión consistía en tratar de
penetrar en el alma de las personas para trasmitirles el mal de su condenación y lograr ellos
salvarse y poder gozar del "Reino de Dios".
Esta era la versión que se tenía acerca de la gallina sacada y de la puerca parida.
LA MULA MANIÁ
Entre las tantas leyendas fantasmales que rondan por la geografía margariteña, una de las
más arraigada es la de la mula maniá.
La mula maniá se ha hecho tan popular que ya casi nadie duda de su existencia. Los niños
dentro de su inocencia hablan ingenuamente de ella. Los viejos dentro de su ciega credulidad
no se atreven a caer en dudas. Y las mujeres se asombran al oírla nombrar.
En las velaciones de muerto con mucha frecuencia se oyen narraciones acerca de la mula
maniá.
Se dice que un fulano muy rico resolvió enterrar su dinero. Que cargó una mula con dos
sacos moños y partió con un esclavo hacia un sitio desconocido. Que para evitar que la mula se
le alejara la manió (maniató) con el mismo cabestro de la rienda. Que hecho el hoyo metieron
los dos sacos de puro oro y cuando iba a matar al negrito esclavo para colocarlo sobre el
dinero, la oscuridad de la noche lo confundió y a quien pegó el hacha por la cabeza fue a la
mula que al instante cayó muertecita dentro del hoyo. Que el esclavo asombrado se perdió por
los montes hasta el sol de hoy; y que al fulano no le quedó otro camino sino tapar el hoyo y
venirse para su casa donde murió al llegar, de la sofocación que cogió, llevándose para el otro
mundo el secreto del entierro.
Desde entonces empezó a aparecer por las noches la mula maniá. Unos dicen que la ven con
sus dos sacos moños y el jinete encima y un negrito en el anca. Otros la ven sola, sin carga y
con las patas delanteras maniás. Otros que simplemente escuchan el relincho que como si
saliera de las profundidades de la tierra. Otros sólo sienten el trotar apresurado del animal y el
sonido de las cadenas del apero. Pero todos coinciden que la maldita mula asombra porque
parece que llevara una luz roja en la cabeza y no son sino los ojos que le brotan una llamará, y
que el ruido de sus cascos es tan espantoso como si no fuera un solo animal sino miles que
corrieran al mismo tiempo.
De una u otra forma todos aseguran que la mula maniá existe y que estará apareciendo hasta
que desentierren sus huesos y saquen el dinero condenado que hasta el presente ha estado
cuidando.
EL MUERTO CAZADOR
En las noches serenas se escucha con frecuencia voces lejanas que se van perdiendo en
lontananza...
Chúcalo Jonjolí chúcalo chúcalo Jonjolí
Chúuuucalo chúuuucalo chúuuucalo Jonjoliiiiií
Chúuuucalo chúuuucalo chúuuucalo Jonjoliiiiií
Chúuuucalo chúuuucalo chúuuucalo Jonjoliiiiií
Las voces, a diferencia de otras, no resuenan en cangilones y hondonadas.
No repercute su eco como en las demás voces:
Chúcalo chúcalo chúcalo Jonjoliiiií. Chúcalo jonjoliiiií...
Es la voz del fantasma.
Es la voz del muerto cazador.
Todo el mundo la conoce. Todo el mundo entra en recogimiento cuando la escucha y apelan
a los rosarios y a las oraciones. A los escapularios y a las reliquias.
El muerto cazador es un ánima en pena.
Es el alma de un hombre que toda su vida la pasó persiguiendo a los animales sin distinguir
entre los buenos y los malos. Matando para comer y también para divertirse, sin reparar días,
horas ni minutos de guardar. Un hombre que llevaba por dentro una avidez de sangre. Un
hombre que protestó de Dios y se alió al diablo, para que le facilitara sus piezas.
El diablo le atraía los animales de donde había y de donde no había también y se los ponía
al alcance de sus manos.
Todo el mundo lo maldecía y le pronosticaban que no alcanzaría el "Reino de los Cielos".
Que purgaría sus penas andando por el mundo, asustando criaturas tal como lo hacía en vida.
Su voz se conoce porque no deja eco en el espacio.
Chúcalo jonjolí chúcalo chúcalo Jonjolí
Chúuuuucalo chúuuuucalo chúuuucalo Jonjoliiiiií
Chúuuuucalo chúuuuucalo chúuuucalo Jonjoliiiiií
El muerto cazador.
En todos los pueblos de Margarita hay muchísimos crédulos a estas cosas.
El día que lo encontraron muerto balanceándose de los copos de una mata de muco ya
estaba pudriéndose y lo tuvieron que enterrar en el mismo sitio.
Desde entonces se escucha su voz en las noches serenas pagando su penitencia.
LOS ENTIERROS CONDENADOS O DE VIGÍA
En la Isla de Margarita había personas consideradas como ricas. Rico era quien tenía casas,
dinero, fincas, trenes, negocios, trojas llenas y esclavos.
Los ricos para resguardar su dinero de los saqueadores lo enterraban. El hoyo para el entierro lo
hacía, por lo regular, un esclavo. Al esclavo, para evitar que revelara el secreto lo mataban y lo
enterraban sobre el dinero. Así se originaron los llamados entierros condenados o "condenaos"
y de vigía.
Los entierros a los cuales no se les añadía el muerto, eran simple y llanamente "entierros".
Mientras el dueño del dinero estuviera vivo y nada se supiera del entierro, nada se comentaba.
Pero cuando se moría y no aparecía el dinero ni las prendas, ni en vida le había revelado a
nadie el sitio del entierro, empezaban los comentarios. Se decía que salía el muerto. Que se veía
la luz. Que soñaban con el difunto. Que el fallecido andaba en penas. Que el entierro era
condenado o de vigía porque la luz era roja y botaba como chispazos de candela y nunca se
ponía azulita como en los entierros buenos. Que el muerto cargaba la luz en la cabeza, en la
boca, en las manos o en los pies.
Se aseguraba que los entierros no se podían sacar sin que el muerto se los diera a alguna
persona, bien saliéndole en figura o hablándole sin que lo viera o revelándole en sueño el sitio,
y que los que se conseguían ocasionalmente eran siempre por gusto del muerto que buscaba esa
otra forma de darlos para no asustar a nadie.
Se habla de personas que siguieron una luz de muerto y no pudieron sacar el entierro y ni
siquiera marcar el sitio porque el muerto no se los permitió.
Se dice que las luces de muerto no se dejan ver sino por personas que tienen facultades para
eso, es decir, que nacieron con ese don que Dios les dio. Que muchas veces las luces de muerto
se burlan de quienes las siguen, convirtiéndoseles en espantos representados en animales o en
gente o poniéndolos a caminar durante toda la noche sin pararse en ninguna parte.
Se comenta que los entierros condenados o de vigía, aunque el muerto los de, no se pueden
sacar sino matando a una persona o cuando menos un perro muy querido, para colocarlo dentro
del hoyo y dejarlo allí tapado; que cuando se "cova" (cava) el sitio de un entierro sin que el
muerto sea gustoso o lo haya dado, el dinero o prendas que estén dentro, se vuelven conchas de
chipichipi, de guacuco o piedras y se dice que es el mismo muerto quien lo transforma.
Se asegura que el que saca un entierro, sea bueno o condenado, tiene que pagar 30 misas a
San Gregorio, abogado celestial de los sacadores de entierro. Y que si lo que se saca es poco,
siempre tiene que pagar las misas, porque de lo contrario se condena el que lo sacó, y la plata
se le vuelve "sal y agua", es decir, se le convierte en nada. También se asegura que después de
pagadas las 30 misas el muerto vuelve a darle las gracias.
También se dice que cuando se está sacando un entierro, el muerto si lo ha dado o es
gustoso, se hace presente, aunque no lo vean, para darle brío al sacador, y que los entierros que
no son de vigía se sacan más fácilmente.
Todas éstas son creencias que viven muy arraigadas en el pueblo margariteño.
EL MILAGRO DEL DIABLO
En la Isla de Margarita la gente es muy creyente en Dios y en los Santos, pero también
sienten mucho temor o respeto al diablo, de allí que en varias regiones del país conocen a los
margariteños como los "hijoeldiablo".
Se cuenta que en cierta ocasión, en un pueblo de la Isla, un hombre angustiado por una vieja
dolencia que no le sanaba con nada de este mundo, y después de haber ofrecido de todo, sin
éxitos, a Dios y a los Santos, en un momento de desesperación invocó al diablo, ofreciéndole
un cajón de velas si lo mejoraba del terrible mal, y el milagro no se hizo esperar. En un
santiamén estaba buenito y sano.
Después vino lo curioso:
La familia creyentes en Dios y en los Santos le recriminaban su proceder. No lo dejaban
vivir. Lo reprochaban de todas maneras y formas, y hasta le decían que mejor se hubiera muerto
y no haber cometido ese desatino.
Pero con todo eso, rezos y plegarias por su salvación se escuchaban a toda hora y por todas
partes.
La mujer le impidió más de una vez que prendiera las velas en la cocina. Ni siquiera bajo
del fogón ni en horas de la noche convino que lo hiciera.
En los cuartos menos se lo aceptaron. "Ni por un pienso" le decían todos a una voz.
Las hijas no lo dejaron que las encendiera en el caney del fondo, eso que ya lo tenía
limpiecito y estaba bien alejado de la casa.
Los hijos no le permitieron, por nada del mundo, que lo hiciera en la casita del conuco, y lo
echaron de allí a "pestaperro".
Toda la gente, amigos y enemigos, le enrostraban su mal proceder y su falta de
consideración para con su familia.
Lo acusaban públicamente de haberse convertido en el acabo del lugar.
El señor cura en todas sus prédicas lo tildaba de hereje, de endemoniado, de malavenido, y
lo maldecía.
Hasta que otro día, ya ironizado y atemorizado a la vez y sin encontrar qué hacer, cogió su
cajón de velas y se lo puso en el hombro, se paró en el final del fondo de la casa a pleno
mediodía y con el sol que reverberaba. A la mismita hora esa que dicen: "que ni mono conoce a
su hijo", y sin que la mujer, ni los hijos, ni la gente del pueblo, ni las autoridades ni el mismo
señor cura pudiera evitarlo, empezó a llamar al diablo, diciéndole con toda la fuerza de su
garganta:
"Ultimamente carajo, yo tampoco te lo ofrecí prendío. Así es que si quieres venir a buscarlo
vienes y si no, no vengas. Aquí lo tienes. Ya yo cumplí". Y con toda la potencia de sus
músculos que ya estaban como nuevecitos, lo zumbó en el suelo en lo más alejado del fondo,
donde las espermas se fueron derritiendo hasta que se consumieron totalmente.
Pero desde entonces la gente dice que el diablo también hace milagros.
EL CAMINO DE SANTIAGO
Según los "decires" de la abuela. De la abuela que murió hace ya muchísimos años. De la
abuela que vivió en la otra Margarita. En la Margarita que no tenía automóviles, ni almacenes
grandes, ni cines, ni radios, ni televisores... De la abuela que todas las noches cogía su ture y se
sentaba en el patio de su casa rodeada de una cantidad de nietecitos, como una preceptora, para
relatarle los "saberes" que había aprendido verbalmente de sus antepasados. De la abuela que,
entre tantas otras cosas, recuerdo que decía lo siguiente:
"Esa línea blancuzca y como algodonosa que atraviesa el cielo de Norte a Sur, es El Camino
de Santiago. Ese camino de Santiago fue hecho de algodón celestial para que no tuviera
tropiezos en el andar, y desde entonces está cubierto con el manto Divino del Todopoderoso.
Por eso algunas veces se ve clarito, otras muy borroso y otras no se ve ni poco ni mucho;
porque todo depende de la voluntad de Dios que es el Todopoderoso y de lo bueno o malo que
sean los de la Tierra.
El Camino de Santiago existe desde que el mundo es mundo, debido a que el Divino Señor,
que también es Dios, así lo quiso y lo dejó ordenado, y las órdenes de Dios no se pueden dejar
de cumplir porque son órdenes santas.
Por ese camino pasa Santiago todas las noches en su caballo negro retinto a conversar con
Dios y a contarle todo lo que ve a su paso por el mundo.
Toda la gente en este mundo habla de Santiago, de su camino y de su caballo, pero nadie es
capaz de decir quién es ni quién fue Santiago, porque Santiago es del Cielo y las cosas del
Cielo son sagradas.
A Santiago no es muy fácil mirarlo. Para lograr mirar a Santiago se tiene que ser una
persona con el alma muy limpia. Sin pecados, ni mortales, ni siquiera veniales, ni nada
parecido.
El que quiere ver a Santiago tiene que permanecer toda la noche en vela, con los ojos
abiertos, tan abiertos como los de un vende prendas.
Viendo fijamente hacia el cielo sin pestañear, porque en cualquier pestañeo se puede pasar
Santiago sin que lo miren. Lo que quiere decir, que en este mundo de los vivos el que pestañea
pierde o lo que es lo mismo que el que "pestapierde ñea".
Se dice que una negrita bozal, recién bautizada, logró una noche mirar pasar a Santiago y
se ganó un puesto en el cielo. Por ella se supo que el caballo de Santiago era negro retinto
como el azabache, con la cola y la crín larguísimos; tres de los cuatro cascos, blancos como la
espuma, y que los ojos le brillaban como dos luceros. Pero no pudo seguir diciendo más nada
porque una voz del cielo se lo impidió.
Desde entonces, cada día se va distinguiendo menos el camino de Santiago porque la gente
se va poniendo cada día más mala y más incrédula.
El caballo de Santiago también es relinchón y trotón como los demás caballos, pero su
relincho y su trote no se pueden escuchar todavía en la tierra, porque Dios, a pesar de todo,
sigue con la esperanza de que la gente se comporte mejor.
El día que se escuche el relincho y el trote del caballo de Santiago será la señal del
acabamiento del mundo.
EL MALDIOJO Y EL SECRETO DEL SAN "TIGUAO"
En la Isla de Margarita se cree mucho en el "maldiojo" y en los "maldiojeros".
Se comenta que el "maldiojo" es un hechizo producido por la fuerza de vista de algunas
personas.
Unos dicen que el maldiojo no lo hacen las personas porque quieren ni porque les da la
gana, ni que siquiera saben cuando lo hacen; que es cosa natural y que no se puede evitar.
Otros aseguran que los "maldiojeros" son personas que todo lo envidian y de allí que se
produce el mal. Cuando los "rnaldiojeros" fijan su vista en algo o en alguien, se les dice que
guarden sus ojos en la trasera o que sus lagañosos se les reviren.
Muchos juran, una y más veces, que el "maldiojo" no lo cura ni médico ni remedios de
botica.
Se tiene la creencia que el primero que curó el hechizo del "maldiojo" fue un curandero
indio llamado "Tiguao" y que se volvió Santo. Por eso, el ''maldiojo" lo curan únicamente los
"santiguadores" con el secreto del San "Tiguao".
El secreto del San "Tiguao" consiste en unas palabras mágicas, que el "Santiguador"
murmulla entre dientes para que el viento no las escuche y se las lleve ni malos oídos las
perciban y se queden con ellas, y una cantidad de cruces que va haciendo por delante, por
detrás y por los costados del "maldiojado".
Las cruces, corrientemente se van haciendo con una hoja de piñón. Y mientras más rápido
se seca la hoja, es más firme la demostración de que más grande era el ¨maldiojo" y más ligero
se va sacando.
Se asegura que el piñón sirve porque fue el árbol que recibió la sangre de Nuestro Señor
Jesucristo y sólo la derraman el Viernes Santo cuando Dios está muerto. A falta de piñón se
puede utilizar cualquier otra rama fresca o una crucecita de madera aromática.
Hay "maldiojo" que mata en seco a personas y animales, es decir, súbitamente, y seca matas
al instante o le tumba los frutos, a esta clase de "maldiojo" se le atribuye que no hay San
"Tiguao" que le valga.
"El santiguador" no debe cobrar porque San "Tiguao" no se lo permite pero puede coger
todo lo que le den para comprar velas o aceite y alumbrar al Santo.
A San "Tiguao" nadie lo tiene en imagen ni lo adoran en altares, pero lo alumbran los
martes y los viernes en cualquier rincón de la casa, porque así lo pidió el mismo Santo al
primero que le reveló el secreto.
Sólo el que tiene fe en el San "Tiguao" y lo mantiene con devoción debe santiguar. Junto
con el secreto del San "Tiguao" se pueden decir otras oraciones en voz baja o en voz alta.
Los "santiguadores" pueden enseñar las otras oraciones, pero el secreto del San "Tiguao¨
únicamente a la hora de la muerte, porque así lo ordenó el Santo.
Cuando el "maldiojo" es casero no hay "santiguao" que le valga ni "santiguador" que lo
saque. Hay muchos "santiguaos" que no curan porque los "santiguadores" no son sino
vividores que no saben el secreto del San "Tiguao".
Se asegura que el "santiguao" que más presta es el cruzado, es decir, el que realizan entre
"santiguadora" y "santiguador".
EL TIRANO AGUIRRE
Entre las creencias que más se han arraigado en el sentir del pueblo margariteño, podemos
decir que tiene sitio privilegiado la relativa a la existencia del espíritu en pena de "El Tirano
Aguirre".
El Tirano Aguirre se sigue mencionando con pavor en todas partes, aunque con algunas
ligeras variantes emanadas quizás del nivel sociocultural de las personas.
Para los sectores primitivos, "El Tirano Aguírre" fue un marañón, que se reveló contra su
Rey cuando esto empezaba a ser gobernado por los españoles y como ese Rey y que era
mandado por el Rey de los Cielos, el mismo Dios lo condenó.
Se asegura que "El Tirano Aguirre" desembarcó en Margarita con los suyos por el puerto de
Paraguachí, se hizo pasar por gente buena que venía descarriada y pidió que lo protegieran. Y
después que lo protegieron y le dieron de todo lo que en el pueblo había y le curaron algunos
enfermos que traía, mató al Gobernador y a todas las personas pudientes de la Isla, y quemó las
casas y las haciendas y las iglesias, y se robó y mandó a los suyos que se robaran todo lo que
encontraran, y forzó y violó a las más bellas y distinguidas damas de entonces.
También se dice que "El Tirano Aguirre", no sólo mató, robó, incendió, forzó, violó y
arruinó a la Isla, sino que a los padres, frailes y capuchinos los desolló para hacer con los
cueros de sus barrigas tambores para sus soldados.
Que después que estuvo varios días en la Isla y cuando ya no encontró a quien matar ni que
robar, porque los que quedaron se escondieron en las montañas, se embarcó y más allá de
Barlovento se mató después que forzó, violó y mató hasta su propia hija.
Que por todas esas atrocidades el alma de "El Tirano Aguirre" fue maldita y condenada a
purgar su pena en el infierno después que vagara bastante por la tierra.
Que desde entonces el lugar por donde desembarcó en esta Isla, lo empezaron a llamar el
puerto de "El Tirano" y ese nombre no se lo han podido cambiar ni porque lo bautizaron de otra
manera, es decir, como "Puerto Fermín" en honor a un Oficial de la Independencia, que era de
allí.
Que el alma de "El Tirano Aguirre" todavía no ha terminado de pagar su penitencia y tal
como fue en vida anda por las noches. Se le escucha pasar en su caballo relinchón arrastrando
cadenas y cueros secos, con un tropel infernal. Se le oyen sus gritos de ultratumba y la
algarabía de sus vasallos. La gente cuando lo sienten se acurrucan y lo encomiendan al diablo.
Nadie se atreve ni siquiera a mirarlo, por temor que se le venga encima. Se presenta algunas
veces como bolas de fuego que cruzan el firmamento en todas direcciones, o por sobre la
superficie del mar y se van a pegar en los palos de los barcos.
Que "El Tirano Aguirre" sigue atemorizando a la gente cuando le viene en gana, porque ni
Dios ni el Diablo lo han podido enmendar.
Que "El Tirano Aguirre" es un ánima condenada que sigue vagando por la tierra buscando a
quien "fuñir" a ver si se puede salvar. Y menos mal que no se presenta todas las noches ni con
mucha frecuencia sino "de un San Juan a un Corpus".
DICHOS DE CONUQUEROS
Los campesinos margariteños, especialmente los conuqueros, han venido transmitiéndose
oralmente y de generación en generación, una serie de dichos en sentido parabólico, que
conforman una especie de Cartilla o Código de creencias por la cual se rigen para llevar a cabo
sus labranzas cotidianas, de muy difícil desciframiento por personas desconocedoras del oficio
y en la que figuran expresiones como las siguientes:
Rona Las Arenas, las trojas llenas (cosecha buena)
Rona Guacuco, poco y maluco (cosecha mala)
Rona El Tirano, poco y buen grano (cosecha regular)
Rona el Manzanillo, pesos a cuartillo (buen tiempo)
Conuco en la luna, cosecha y fortuna (buen tiempo)
Conuco en el sol, de mal en peor (mal tiempo)
Canto de pavita, año de mabita (pérdida de cosecha)
Copo en La Matica, lluvia cerquitica (buen tiempo)
Cielo enladrillao, bolsillo ambilao (tiempo dudoso)
Cielo encapotao, saco arrequintao (buen tiempo)
Choque de azadones, desgracia de piones (mal tiempo)
Azadón desencabao, trabajo enmabitao (pérdida de tiempo)
Machete quebrao, trabajo terminao (mal agüero)
Machete desencabao, trabajo estropiao (mal agüero)
Pajuela del Norte, año buenote (buen tiempo)
Pajuela del Sur, jugada al albur (tiempo indeciso)
Tierras manás, esperanzas salás (indicio de larga sequía)
Buen verano en Macanao, buen invierno de este lao (buen tiempo)
Chacacos alborotaos, cosechón pegao (buen tiempo)
Coperías norteñas, lluviazón isleña (buen tiempo)
Vientos del sureste, envaine de machetes (mal tiempo)
Viento remoliniáo, mandinga alborotao (mal tiempo)
El Pilar con luna, cosecha ninguna (mal tiempo)
Tres de frescura, pelalomo segura (sequía próxima)
Dos de frescura, tres de amargura (larga sequía)
Frescura prolongá, capotera prepará (éxodo por sequía)
Abril, ni pa' un barril (que no es mes lluvioso)
Mayo, ni pa' un caballo (mes de poca lluvia)
Quien espera, desespera (que todo debe ser en su oportunidad)
Todos estos dichos, que en su lenguaje popular llaman "cetas", los relacionan con las
predicciones de buenas y malas cosechas que pueden tener, y lo curioso es, que la mayor parte
de las veces, se les dan esas predicciones.
Los términos: "rona", significan sonar o bramar la mar embravecida; Las Arenas, Guacuco,
El Tirano y El Manzanillo, nombres de playas; "conuco", el anillo rojopardo (aureola) que se
forma alrededor del Sol y de la Luna; "pavita", ave de poco canto; "La Matica", nombre de un
cerro; "copo" y "coperías", el conjunto de nubes que se detienen sobre los cerros; "ambilao",
sin nada; "pajuela", objeto luminoso (estrella fugaz o meteorito) que cruza por las noches el
espacio; "manás" tierras vueltas manantiales; "chacacos", bachacos; "envaine", guardar el
machete en su vaina para no trabajar; El Pilar, día de Nuestra Señora de El Pilar; "pelalorno",
larga sequía; "capotera" saco o talego de dos bocas especial para cargar la ropa durante el viaje.
CATÁLOGO DE CREENCIAS MARGARITEÑAS
Margarita es riquísima en mitos y creencias. El "miteño" creyente tiene fe en sus creencias y
las traduce así:
Si le pica la mano derecha: recibirá fortuna.
Si es la mano izquierda que le pica, tendrán que aflojar plata.
Si es el ojo derecho que les tiembla, verán lo que desean; pero si es el izquierdo, tendrán
que llorar mucho.
Si les zumba el oído del lado zurdo, es porque lo están mentando por mal; pero si es el
derecho, es porque lo mientan por bien.
Si les pica el talón del pie derecho, estrenarán zapatos.
Si es la patica izquierda que les pica, la caminata es larga y pespesarosa.
Si suena la candela en la cocina, es que en su hablar les anuncia visitas.
Si canta la chulinga en la matica mirando pa'la casa, es carta que tendrán del familiar
ausente, y si lo hace al revés, es ausencia segura.
Si pasa un pajarito del corral a la calle, es muerte segurita.
Si el pajarito pasa de la calle hacia adentro, es anuncio de huéspedes.
Si las gallinas conversan pico a pico, la visita es de hembras.
Si conversa la gallina y el gallo, la vista es de hembra y de varón.
Si son dos gallos que se paran a conversar de frente a frente, seguro que la visita es de muy
buena gente.
Si las gallinas lloran, es muerte inevitable, pero si cacarean, es que están viendo un muerto
o un desande.
Si el perro ladra mucho y a la vez lloriquea, es que está viendo muertos.
Si la gallina se revuelca en el polvo y lo trae a la casa, es fortuna inmediata.
Si el campechano pasa con su mosquita encima, es paquete que viene.
Si la mosca le baila mucho encima a la gente, es carta por llegar.
Si dan vuelta a una silla sobre una de sus patas, un barco se hundirá.
Si se derrama el caldo, es alegría en la casa.
Si se bota el café, es luto en la familia.
Si pisan la sal botada o las conchas de ajo, es pleito en la familia.
La palometa negra que se para en techos y paredes, de muerte es la señal.
Si el burro ruena o sornea con fuerza en el corral, es porque ve un espanto, un muerto o un
desande.
El canto de gallinas en el amanecer, es muerte de una niña y en cualquier otra hora, es de
otra persona.
Si el cocuyo se pega del techo de la casa, es muerte de un niñito.
Si es el chaure o la guárala que cantan, es muerte o preñá oculta.
Si se enladrilla el cielo, es muerte de una joven.
Si el cigarrón da vueltas y más vueltas alrededor de la gente, es muerte de un amigo o de
algún pariente.
Si se cae la cuchara, vendrán hembras amigas en busca de comida.
Si el tenedor se suelta o el cuchillo arrastra por el piso, es signo que varones de otros
lugares llegarán a comer.
Si se quiebra un espejo, cae mabita en la casa, y si se ven en él roto, los sigue la desgracia.
Si se rompe una copa, un vaso, una botella o un plato u otro envase cualquiera de loza, de
vidrio o de cristal, es señal de gran felicidad.
Si se barre la casa hacia la calle, la fortuna se va.
Si se barre la casa hacia el corral, la fortuna entrará y se quedará.
Si se barre la casa el día que viaje alguien de la familia más allá de la mar, éste más nunca
volverá.
Si canta la "pavita" es signo de mabita.
Y así como éstas, son tantas las creencias margariteñas que sería por demás larga su
enumeración.
Todo esto, con el paso del tiempo y la intromisión de otras creencias, se ha ido perdiendo o
cuando menos, desfigurando.
EL PIÑÓN EN LAS CREENCIAS MARGARITEÑAS
El piñón es un vegetal muy apreciado en la Isla de Margarita. Las hojas de piñón cocidas, para
desinflamar hinchazones y tumores.
Los cogollos de piñón cocidos, para matar sarnas, rasquiñas y erupciones.
La leche de piñón, para curar llagas, malditas y heridas leves. El palo de piñón, para cuerear a
la chinigua, y espantar a la llorona y a la colmillona.
Las hojas de piñón en agua cruda, para bañar a los empavados, a los mabitosos y a los
enmabitados.
Los cogollitos de piñón, para hacer reventar maduraciones.
Las cataplasmas de piñón, para bajar la regla de las suspensas.
El palo de piñón cortado el Viernes Santo y colgado en el techo de la sala de
"recibimiento", para que derrame su sangre que es la misma de Nuestro Señor Jesucristo, y
ensalme la casa.
La hoja de piñón puesta tras de la oreja izquierda de las "caminantas", para contrarrestar
los hechizos y las maletías.
La hoja de piñón puesta tras de la oreja derecha de los negociantes, para que les traiga
buena suerte.
La hoja verde de piñón, para hacer las cruces del santiguao.
El palito de piñón en las reliquias o amuletos, para que aumenten sus virtudes
preservativas y curativas.
La crucita de palo de piñón en la mano izquierda de los niñitos, para que no les cale el
maldiojo.
La mata de piñón sembrada a la izquierda de la puerta de entrada de la casa, para que la
preserve de todo mal y peligro y la libre de ojos envidiosos.
La mata de piñón sembrada a la derecha de la puerta de entrada de la casa, para que
traiga suerte y fortuna en los quehaceres y en los negocios.
La mata de piñón sembrada en el corral, para que salve a la familia de todo mal y
peligro, y a los animalitos domésticos de las pestes y de la envidia.
La mata de piñón en la empalizada del conuco, para contrarrestar las plagas, las
ponzoñas y las mabitas.
La hoja de piñón seca, en la cachimba, para espantar las brujas, y ahuyentar a los
espíritus malignos.
El piñón en la Isla de Margarita es muy estimado, y se le considera como el mejor
amigo vegetal de la casa.
Al piñón se le teme únicamente, porque sus semillas envenenan a los inocentes niñitos
que se las comen.
Entonces el piñón pasa a ser el mayor enemigo de la casa y proceden a destruirlo a
como de lugar.
El piñón ha quedado sin vigencia en la Isla de Margarita con el auge de la medicina
moderna.
CUANDO LOS MONOS ERAN GENTE
Me contaba la abuela. La abuela que era antiquísima. Tan antiquísima que ya casi no me
acuerdo de ella, que cuando Nuestro Señor Jesucristo vino al mundo, gobernaba un rey muy
malo. A ese rey le revelaron unos magos que ya había nacido el que lo iba a destronar. El Rey
tratando de oponerse a los designios divinos, mandó a degollar a todos los inocentes que
tuvieran menos de dos años de nacidos.
La Virgen María y su esposo el carpintero San José, acordaron huir para salvar a su criatura,
y acompañados de un pobre burrito, que era lo único que tenían, abandonaron el pueblo al peso
de la media noche. Echaron a andar sin rumbo fijo, y para que el burro no cantara y los fuera
con el canto a comprometer, le amarraron un objeto pesado en el rabo. Como es de todos
sabido, el burro para cantar alza el rabo, pero cuando lo lleva pesado no lo puede alzar y por lo
tanto no puede cantar.
Caminaron mucho, muchísimo, muchísimo, al punto que ya se iban extenuando y sin
conseguir un sitio seguro donde descansar. De una de las cumbres de los cerros divisaron un
humito que salía muy lejano y pensaron que podrían ser habitaciones de humanos, pero perdían
las esperanzas de llegar hasta allá sin desmayar, por la distancia que los separaba.
De pronto, y cuando menos lo esperaban, se les presentó una enorme y frondosa mata de
cotoperíz que estaba cargadísima. Tan cargada que de lejos no se le divisaban hojas sino frutos
que amarilleaban como ramilletes de oro. El Niño empezó a sollozar manifestándoles que tenía
hambre' pero ellos ya no llevaban con que consolarlo. Resolvieron darle cotoperices pero la
cargazón estaba tan alta que era imposible lograrlos desde el suelo, y el tronco de la mata era
tan liso que San José por su vejez no podía subirlo y la Virgen como mujer, menos.
El alma se les arrancaba sin poder consolar a su criatura, cuando escucharon un ruido dentro
del copo de la mata y pudieron observar que se trataba de un grupo de niñitos que allí se
divertían comiendo los sazonados frutos. Con toda la alegría de sus corazones les pidieron
algunos para su hijo. Los niños no le obedecieron ni les contestaron sino empezaron a burlarse
de ellos dejando escapar estridentes chillidos como los lanzados por los animales, limitándose a
zumbarles conchas y semillas ya chupadas. La madre y el padre, las fueron recogiendo, con
lágrimas de resignación y las fueron dando a su hijito, quien poco a poco fue con ellas
mitigando el hambre. Pero cuando se decidieron a continuar camino dirigieron una mirada al
Cielo y dijeron: "en monos se habrán de convertir por la burla que nos han hecho", y tan dicho
como tan hecho. Aquellos niños desobedientes y burletones, se transformaron allí mismo en
esos animales que se llaman monos y que siguen reproduciéndose sobre la tierra.
Los niños de ahora quizás no crean esto porque los tiempos han cambiado mucho. Yo
tampoco los obligo, porque nada obligado es bueno. Pero así como me lo contaba la abuela se
los estoy contando ahora.
CUANDO LAS CULEBRAS CAMINABAN
PARADAS
Pueda que para muchos, estemos casi locos o locos completos, pero de lo uno ni de lo otro
tenemos un pelo. 0 que vayamos perdiendo el escafanario, o lo que es lo mismo, la cabeza, pero
que se despreocupen los que, aunque por juguete, piensan así; lo que pasa es que, sin
importarnos un pito, que nos consideren tontos o idiotas, vivimos pensando y recordando a
cada paso, a la Margarita de antaño y repitiendo hasta el cansancio lo que mirábamos o nos
contaban los más viejos.
Nos decían los abuelos, que cuando el Niño Jesús, o sea, el Niño Dios, era chiquirritico,
tuvieron sus padres, la Virgen María y San José, que andar de aquí y de allí escondiéndolo, o lo
que es igual, huyendo con él por todos los santos lugares, para salvarlo de una degollación que
un emperador muy malo había ordenado para todos los niños menores de dos años, nacidos en
aquellas regiones, porque unos magos le habían anunciado, que entre esos niños estaba el
enviado del Espíritu Santo, para que lo destronara.
En una de estas huideras, la Santa Familia, tenían al niñito acostado dentro de unos
pajonales a orillas de un camino lógrimo por donde casi no transitaba alma alguna, pero que
para ellos, era el lugar más seguro donde podían descansar de las fatigas del andar de los largos
trasnochos sufridos, que ya les imposibilitaban hasta el caminar.
Estando allí medio traspuestos, escucharon que el burrito, que les servía de transporte y que
era el otro acompañante que llevaban, y al cual habían puesto a mascarse algunas hierbitas
cercano a ellos, empezó a sorniar y a sorniar y a rebuznar fuertemente y a tirar peos y patadas
como un endemoniado, y cuando dirigieron sus miradas hacia el sitio donde estaba el animal,
pudieron observar con el mayor de los asombros, que una cantidad de culebras de todas clases,
tamaños y pintas, venían en dirección a ellos, caminando paradas, es decir, cuando no paradas
totalmente, empinadas de la mitad hacia arriba, cosa que llenó de asombro, no sólo a los dos
mayores, sino también al niño que rompió a llorar inconsolablemente, hasta el extremo que la
pobre madre tuvo que tomarlo entre sus brazos para contentarlo con besos y caricias.
Más tarde, cuando resolvieron seguir camino, y ya todo estaba en calma, la Virgen María,
imploró favores al Altísimo, y maldijo a aquellos animales diciéndoles: "tengo esperanzas en
Dios Padre Celestial y Todopoderoso, que ésta sea la última vez que asusten a criatura alguna,
caminando de esa manera, porque de aquí en adelante tendrán que vivir arrastrando, por todos
los siglos, tanto ustedes como sus descendencias".
Y así fue, desde entonces las culebras comenzaron a arrastrar por todas partes, sin poder
levantar más que la cabecita, y eso algunas veces.
EL POR QUÉ LAS PERDICES VUELAN BAJITO
Las perdices margariteñas son unos pájaros casi del tamaño de las palomas. Más pequeños
pero algo emparentadas con las macaguas o gallinetas de monte. Tienen un color marrón claro,
más bien tirando a café con leche, con pinticas negras, blancas y amarillentas. Llevan sobre la
cabeza un copetico de niñas faramalleras. Andan en enormes bandadas, y tanto su carne como
sus huevos son muy apetecidos.
Las perdices son malditas, pero su carne y sus huevos se comen, debido a que a pesar de ser
malditas no son pájaros del diablo, porque no fueron hechas por la "Tentación" sino por el
mismo Dios.
Nos cuentan, que cuando Dios y el diablo estaban echando apuestas para hacer sus pájaros,
Dios hizo la paloma y las perdices y todos los pájaros bonitos y los puso a volar alto para que
divisaran mejor el mundo sin que nadie sintiera sus vuelos.
También nos cuenta, que estando San José y la Virgen María con el Niño Jesús chiquitico,
huyendo, para salvarlo de las maldades de un tal Herodes, Rey de los judíos, que había
ordenado la degollación de todos los inocentes, de 2 años o menos de nacidos, para oponerse a
una revelación que lo anunciaba que entre ellos estaba el enviado del cielo para destronarlo, lo
tenían dormidito en una camita de pajas que le habían preparado. De repente aparecieron una
bandada grandísima de perdices y se detuvieron sobre un frondoso árbol que le daba sombra a
la improvisada caminata. Al poco rato entonaron un canto ensordecedor y bullanguero que
invadía todo el espacio al son del chunjulí chunjulí chunjulí, que la brisa alcahuetona
transformaba en: sonjudíos sonjudíos sonjudíos sonjudíos, y luego levantaron el vuelo
haciéndolo tan rápido, tan fuerte y tan bajo, que el Niño Jesús se despertó sobresaltado,
temeroso y llorando sin consolación. De allí que la Virgen las maldijo diciéndoles: "Así
tendrán que quedarse volando y mintiendo con su canto para toda la vida, tanto ustedes como
todas las que de ustedes vayan naciendo".
Desde ese momento las perdices no pudieron volar más alto que el estado de un hombre
mediano, ni montarse sobre ningún árbol, ni ver desde las distancias el mundo, haciendo con
sus alas un ruido tremendo, y entonando su chunjulí chunjulí chunjulí, que un poder diabólico
las va transformando en sonjudíos sonjudíos sonjudíos...
LOS CAMPESINOS MARGARITEÑOS
Y LAS FESTIVIDADES DE "EL VALLE"
El culto a la Virgen del Valle en la Isla de Margarita se remonta a tiempos inmemoriales y
está tan arraigado en el corazón de los moradores, que todo el año viven pensando en que
llegue la fecha de sus festividades para correr presurosos hacia El Valle de la Margarita o del
Espíritu Santo, a cumplir con sus obligaciones de fieles devotos.
En tiempos pasados, -de mayor fervor que los presentes-, desplazábanse hacia El Valle de
los Milagros, a rendirse de hinojos ante el altar sacrosanto y a cumplimentar a la Virgen de la
Gracia con los "milagros" (exvotos) a que se había hecho acreedora; ciudadanos, pescadores y
campesinos, estos últimos haciendo el recorrido a caballo, mulas, yeguas o machos bien
enjaezados, los más pudientes, y los menos acomodados, en sus burros de silla o de sillón, con
las rústicas puyas adheridas a las alpargatas, para irlos taloneando insistentemente a propósito
de obligarlos a aumentar el trote, dejando, tanto los unos como los otros, libres, el anca de sus
cabalgaduras, para, revestidas con elegantes paños de motas o simples mantas almidonadas,
transportar a las hijas o a las esposas de contexturas delicadas. Cercanos a ellos desplazábanse
además, burros provistos de enormes agajes donde conducían, junto con algunos bastirnentos
necesarios, a la prole menuda, que acomodaban hasta de a cuatro en cada lado, y seguidos por
la caravana de familiares y amigos, llevando las hembras, sus grandes petacas donde portaban
las mudas de ropa y los zapatos que habían mantenido en la percha durante todo el año
aguardando el memorable acontecimiento, y los varones, sus instrumentos típicos, para ir
desgranando por todo el recorrido sus melodías conuqueras, entre las cuales sobresalían, gaitas,
polos, malagueñas, jotas, sabanablancas, zumbaquezumbas, puntillantos, galerones, estribillos,
ensaladillas fulías, etc., y haciendo las paradas de rigor en las cantinas que se encontraban
diseminadas por todo el camino, para tomar en ellas, refrigerios como guarapo de caña, de
tamarindo, de piña o de jobitos silvestres, ingerir mazamorra o majarete, comer las
sabrosísimas empanadas de cazón o echarse sus traguitos de ron blanco o con ponsigué, y el
criollísimo anisao, para cortar el sudor o disipar los polvos del camino y seguir a gozar a El
Valle. Allí se confundían como en un mar humano, los ciudadanos, playeros y conuqueros,
cada quien luciendo sus indumentarias características y hablando en su jerga peculiar, como en
una auténtica feria, entre el mayor respeto y camaradería.
Los bailes populares, al compás de las orquestas de cuerda y de viento, eran sus diversiones
favoritas, y en ellos, las parejas danzaban hasta el delirio. Las comidas al aire libre y donde
sobresalían los hervidos de gallina y de pavo y los populares sancochos de frijol -blanco,
guanarucho y colorado-, con o sin carne de cochino, eran su mayor preocupación, y los tenían
sin cuidado el pernoctar, que lo hacían en simples esteras de hojas de coco o tirados en el
"santo suelo", a sabiendas que nadie del mundo los irrespetaría.
Luego, la hora del regreso, la despedida a la Virgencita, que besaban una y otra y otra vez,
entre oraciones y exorcismos que musitaban en son de súplicas para que los conservara con
felicidad; y el desandar cansados pero
pero satisfechos de haber cumplido con la promesa de todos los años, y trayendo como
recuerdo a sus hogares, la estampita o la medalla bendita y las bolsas repletas de pan o de
confites para los que no habían podido ir.
Aquellos eran otros tiempos, de los cuales ya no quedan sino simplemente los recuerdos.
LA VIRGEN DEL VALLE
EN EL SENTIR DEL CAMPESINADO MARGARITEÑO
"Los tiempos pasan pero los recuerdos quedan", reza
un viejo proverbio muy arraigado dentro de las
comunidades campesinas margariteñas. En efecto, los
tiempos en la Isla de Margarita han cambiado
enormemente. Ya las romerías de feligreses hacia el
Santuario de Nuestra Señora del Valle -la Excelsa Patrona
de Oriente-, no se hacen a pie como en los tiempos
remotos; ni los cantos populares, al compás de típicos
instrumentos, rompen el silencio de las noches isleñas
animando a los conjuntos de conuqueros y de playeros en
su devoto peregrinar hacia El Valle del Espíritu Santo a
llevarle a la Virgen su parte del trabajo del conuco o del
mar, que "centavo a centavo y locha a locha" habían ido
"acuñando" (economizando) todo el año, hasta reunir los
tradicionales "cinco pesos" (Bs. 20,oo) "para mostrárselos
a ella misma frente a su propia carita", amarrados "ñudo
sobre ñudo" en el viejo pañuelo herencia de la abuela, al
que habían dado carácter de reliquia sagrada, e irle
sacando la cuenta detalladamente, con la mayor de las
satisfacciones, en demostración de excesiva honradez o
de temor al castigo celestial, en la ingenua creencia de
que a "La Pendejita", como también solían denominar a la Virgen Santísima, no se le podía
engañar ya que ella estaba dotada del sagrado don de saber todo, por estar en todo sitio y lugar
al mismo tiempo, dándose cuenta de lo que le ofrecían o de lo que por derecho de "madre de la
divina gracia" le correspondía en lo que pertenecía a sus amados hijos.
Claro está, que de aquellos remotos tiempos sólo el recuerdo es lo que va quedando.
Cantidades de factores que sería prolijo enumerar han ido contribuyendo a transformar la
idiosincrasia misma de los pueblos. Las personas han ido cambiando, tanto en su forma de
pensar como en su manera de actuar, lo que ha obligado a que el mundo cada día vaya tomando
otros rumbos y despejando nuevos horizontes. El descubrimiento de la verdad histórica acerca
de la llegada de la Virgen del Valle a estos predios después del movimiento telúrico que
destruyó a la opulenta Nueva Cádiz de Cubagua, ha hecho despertar el mito casi irreversible
transmitido en forma oral de generación en generación referente a su aparición divina en la
Cueva del Piache, a los representantes de una comunidad de guaqueríes que comenzaban a
adoctrinarse en una nueva creencia venida de allende los mares. Pero con todo esto, la
verdadera y auténtica fe del margariteño en la "madre de Dios" y el amor por su culto, no se ha
podido desarraigar totalmente del alma de las actuales generaciones de conuqueros y de
playeros isleños, que cada día la adoran y aman de corazón, aunque de manera muy diferente a
como antes se hacía.
Para demostrar lo dicho, sólo bastaría con mencionar uno de los curiosos casos acontecidos
en este año, cuando un fervoroso y respetable devoto de la Virgen, haciendo gala de su
acendrada rada fe, se encargaba de colocar en una humilde casita pueblerina, uno de los
afiches elaborados para promocionar las festividades religiosas, frente a la mirada absorta de
varios menorcitos que observaban el hecho, irrumpió una jovencita muy emperifollada y
pizpireta, quien olvidando un poco lo que de ella se pudiera pensar y deslastrada totalmente de
complejos mundanos, con un ademán gracioso por demás, empezó a gritar muy entusiasmada:
"corran, corran rápido; vengan, vengan ligero; vengan para que vean a "La Pendejita"
-Quedándose extasiada observándola ella también como impulsada por una fuerza superior-,
mientras que
los demás, a coro, respondían: "Sí, sí, "La Pendejita"; "La Pendejita", cómo si está este año más
bonita, más linda, más preciosa que nunca".
"La Pendejita", otro de los tantos apelativos o quizás el más íntimo, con que los campesinos
margariteños congracian amorosamente a su Virgen del Valle, dentro de la mayor de las
consideraciones y el más puro de los respetos cristianos.
LA VIRGEN DEL VALLE, SU HISTORIA
Y SUS LEYENDAS
La Virgen del Valle tiene su historia.
Su historia es narrada por el Hermano Nectario María en su obra "Un Gran Santuario de
Venezuela. La Virgen del Valle de Margarita".
La Virgen del Valle tiene también sus leyendas.
Sus leyendas viven muy arraigadas en el alma de los viejos margariteños.
La historia nos dice que la trajo el padre Francisco de Villacorta desde Cubagua en el año
de 1542.
Las leyendas nos cuentan que la encontraron unos guaiqueríes de Palguarime dentro de
unos matorrales de chigüichigües, cardones y pitahayas cercanos al lugar donde tiene hoy su
iglesia. Que le edificaron capilla en Palguarime y cuantas veces la metían en ella cuantas veces
se salía y la volvían a encontrar entre los mismos matorrales. Que porfiaron muchas veces hasta
que cansados resolvieron hacerle capilla por los alrededores de donde la encontraron y desde
entonces se quedó allí gustosa y muy contenta sin volvérseles a perder más.
La historia asegura que fue hecha en España por la mano del hombre.
Las leyendas presumen que fue enviada desde el cielo por los dioses para salvar a sus hijos
guaiqueríes que estaban siendo maltratados inhumanamente.
La historia asienta que en el año de 1608 fue traída en procesión hasta el Valle de Santa
Lucía o sea La Asunción implorándole favores.
Las leyendas decían que del río hacia acá nunca podía pasar porque cuando llegaba al
puente se ponía tan pesada que los cargadores de promesa no podían dar un paso más y tenían
que devolverse con ella para la iglesia.
La historia cuenta de milagros y portentos hechos por la Virgen.
Las leyendas también hablan de milagros y portentos: unas la pintan como si fuera viva,
capaz de presentar su carita alegre y risueña cuando el tiempo está bonancible para los suyos y
transformarla en triste y llorosa cuando presiente tragedia para su pueblo. Otras, la representan
caminando por sobre las olas del mar a la hora de impedir naufragios. Otras en la batalla de
Matasiete personificada en campesina aupando y protegiendo a su gente. Otras por los campos
y conucos de la Isla con su manto lleno de espinas y cadillos bendiciendo las labranzas; como
también otros aseguran que donde quiera que estén los margariteños dentro o fuera de la Isla
allí está la Virgen del Valle.
En toda la región margariteña las leyendas de la Virgen del Valle son tantas y se han
arraigado tanto que sería casi imposible terminarlas de contar en pocas horas.
FIN
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