UN GRAN ACONTECIMIENTO

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UN GRAN ACONTECIMIENTO
EN LA VIDA PARROQUIAL Y FAMILIAR
GUIÓN PARA PROFESORES DE RELIGIÓN
sobre la carta, escrita por D. Santiago, a los
responsables de la preparación de los niños para recibir
la Primera Comunión.
INTRODUCCIÓN
Los profesores de religión son, junto con los catequistas,
quienes han recibido el mandato y, en nombre de la Iglesia, cumplen la
misión de catequizar.
El profesor de religión no es sólo un profesional preparado para
una actividad docente y educativa de la que ha de responder ante la
sociedad. Es también miembro y testigo de la Iglesia Católica que le
envía a la escuela con una misión específica y realiza un ministerio
eclesial en el que da testimonio, con su vida, de esa enseñanza. El
profesor de religión recibe del Obispo la misión de enseñar y educar en
la fe; es uno de sus más estrechos colaboradores. Por eso ha de realizar
su misión en íntima comunión de fe y de caridad con la comunidad
diocesana a la que pertenece, tratando de incorporar su tarea a los
objetivos propios del Plan Pastoral Diocesano. Es un agente
privilegiado para la necesaria coordinación del Centro educativo con la
parroquia y la familia de cada alumno.
El obispo, en esta carta que escribe a los responsables de la
preparación de los niños para recibir la Primera Comunión, se plantea
si, ante el tema de la educación cristiana de los niños, todos los
responsables implicados en este proceso estamos desarrollando en
nuestras comunidades parroquiales o en nuestros colegios religiosos, y
de forma coordinada, un camino que lleve a los niños a una verdadera
iniciación cristiana y que los conduzca en el futuro a ser unos
verdaderos adultos en la fe. A nosotros, como docentes y como
profesores de religión, insertos en una pastoral diocesana, nos
incumben directamente estos planteamientos, estas inquietudes y estos
proyectos. El contenido de esta carta no puede quedar en un escrito sin
más, sino que es preciso que sea leído, estudiado, reflexionado y
compartido por todos sus destinatarios, pues está en juego el
estructurar bien la iniciación cristiana de los niños y la catequesis al
servicio de ésta. Así pues, después de una serena lectura y una reflexión
personal de la carta pastoral de Don Santiago, os invitamos a abordarla
en un trabajo conjunto en una reunión establecida específicamente
para ello, en la que se proponen dos momentos: un roll-playing y una
reflexión conjunta en la que puede servir este sencillo guión que se os
presenta.
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SESIÓN DE TRABAJO CONJUNTO
(Esta parte se le facilitara solamente a los que intervengan como
voluntarios)
ROLL-PLAYING
Se pedirán voluntarios para representar una situación que se
comentará después. Como la preparación de la escenificación requerirá
un tiempo, los que no participen pueden ir leyendo y pensando acerca
de las preguntas que se han propuesto para la posterior reflexión
conjunta.
ORIENTACIÓN EN CUANTO A LOS
SITUACIONES
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PERSONAJES Y
Padre y madre de una hija única, María, que va a hacer la Primera
Comunión. Se muestran emocionados ante semejante
acontecimiento social. Investigan cómo llevan los preparativos
otros amigos suyos y lo planean todo de modo que su celebración
sea más espectacular que la de los demás. Diálogo acerca de regalos
y del presupuesto que van a invertir en todo lo que se refiere a la
celebración.
Padres de otros niños. Son interrogados por los padres de María
acerca de los preparativos. Todos se muestran preocupados por lo
material, excepto los padres de otra niña, Elena.
Matrimonio que tiene que solicitar un préstamo para celebrar la
Primera Comunión de su hijo.
Matrimonio que tiene una gran finca con capilla, un amigo
sacerdote y quiere que la comunión de su hija se celebre allí.
Diálogo con las catequistas, que posteriormente los derivan al
sacerdote.
Padres de Elena. Católicos practicantes con una vida de fe
coherente. Se niegan a entrar en el juego del materialismo
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desenfrenado en que se está convirtiendo este acontecimiento
religioso. Deciden implicarse en la preparación de la celebración
litúrgica e irse luego a comer sólo con sus hijos y los abuelos. El
traje es de una prima suya mayor que ella y es corto. Dan
indicaciones a los amigos de que no regalen nada a Elena y ellos tan
sólo le harán un regalo no muy ostentoso. Acuerdan con Elena que,
si recibe algún regalo, irán a entregarlo al Centro de Menores de la
ciudad en el que hay niños de su edad.
María. Se muestra emocionada ante un acontecimiento tan
importante para ella y no entiende el espectáculo que están
montando sus padres en torno a él, tan diferente a lo que ha ido
aprendiendo con su catequista y profesor de religión.
Elena. Está triste porque se siente inferior a sus amigas; le parece
muy pobre todo lo referente a la celebración familiar de su Primera
Comunión en comparación con la de los demás.
Catequistas. Aunque algunas se rebelan en su interior y en
pequeños corrillos, al final tienen que entrar en el juego de las
familias: flores, colocación de la Iglesia con lacitos, niñas y niños
que quieren ser protagonistas en determinados actos de la
celebración litúrgica (son los padres los que se empeñan en ello) e
incluso un niño que no ha asistido a las catequesis tal y como estaba
establecido y sus padres quieren que haga la Primera Comunión
este año.
Sacerdote. Situación embarazosa ante todo lo descrito
anteriormente, a lo que se suma el hecho de que hay padres que
quieren que la Primera Comunión se celebre un sábado por la
mañana para facilitar la asistencia de familiares que vienen de lejos.
Profesor de religión. Dialoga con algunos padres a título personal
acerca de toda la parafernalia que están montando en torno a este
acontecimiento al que están vaciando de significado. Colabora con
las catequistas en la preparación de todo lo que se refiere a la
celebración litúrgica.
Los padres de una niña Síndrome de Down acuden a preguntar al
sacerdote acerca de cómo sería el proceso para que su hija pudiera
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recibir la Comunión. Tiene ya 8 años y aún no ha iniciado la
catequesis. Poner énfasis en la necesidad de preparación y de que el
proceso de catequesis se desarrolle en su totalidad y proponer
consultar al profesor de religión a la hora de adaptar los
aprendizajes (en cuanto a conceptos, procedimientos y actitudes) a
las características de la niña.
Joven que frecuenta la parroquia. Es amigo del profesor de religión,
acaba de realizar el curso de animador de ocio y tiempo libre y se
acerca a proponer al sacerdote la posibilidad de organizar juntos
algún tipo de actividad en el ámbito parroquial con los chicos que
van a recibir la Primera Comunión. Así se establecerá una
continuidad y se ofrecerá un seguimiento a los chavales.
A la hora de la representación, se pueden omitir algunos
personajes y situaciones o añadir otros, según parezca a los
dinamizadores o a los propios participantes.
Después de la escenificación se pueden comentar diferentes
aspectos: actitudes que nos han llamado la atención, acuerdo o
desacuerdo con determinados planteamientos, diálogo acerca de la
necesidad de coordinación y unión entre los distintos implicados en el
proceso de formación de los niños (tanto a la hora de la celebración de
la Primera Comunión como durante la catequesis preparatoria y la
proyección posterior), propuestas para mejorar situaciones
planteadas… El encargado de desarrollar la dinámica, encauzará el
diálogo de manera provechosa.
PARA UNA REFLEXIÓN CONJUNTA
(Este apartado lo tendrán todos los asistentes)
Si se considera que son muchos los participantes, se harán
pequeños grupos para favorecer la participación y, posteriormente, se
pondrán en común las conclusiones generales y relevantes.
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Para alcanzar con éxito el objetivo de la educación en la fe y en los
valores cristianos, está claro que hemos de aunar esfuerzos e
ilusiones en esta tarea que requiere la implicación de muchos
agentes: familia, catequistas, sacerdotes, profesores de religión y
cuantos inciden sobre los niños en su proceso educativo. La
Primera Comunión es un acontecimiento que destaca en el
transcurso de la vida familiar y de la acción pastoral. Como docente
o profesor de religión, ¿creo que es necesaria una mayor
coordinación entre todos estos agentes para preparar
convenientemente a los niños en un momento tan decisivo? ¿Veo
realmente necesaria y lógica mi implicación en este aspecto o
considero que no entra dentro de mis funciones? ¿Por qué? En
concreto, ¿qué puedo aportar yo desde mi ámbito a este momento
tan importante en la vida del niño? Lanzamos propuestas concretas
para que se pueda ir materializando esta coordinación entre
familias, catequistas, sacerdotes y profesores de religión y creando
espacios de reflexión compartida.
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Resulta evidente que la Primera Comunión se está convirtiendo en
una fiesta social en la que se da una desproporcionada importancia
a lo material frente al sentido religioso y profundo de lo que
significa recibir a Jesús y pertenecer a una gran familia junto a la
que celebramos la fe. Como docentes y profesores de religión, ¿qué
podemos aportar para devolver el sentido auténtico a esta
celebración y a su preparación? ¿Qué medidas y decisiones
concretas podríamos adoptar conjuntamente para conseguirlo?
Reflexionar sobre su viabilidad y necesidad o no de radicalidad.
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¿Percibimos que muchos de los niños que se preparan para recibir
la Primera Comunión proceden de familias con poca formación
cristiana y con un ambiente religiosamente frío o incluso negativo?
¿Qué podemos aportar nosotros para ayudar a los padres, teniendo
en cuenta que la tarea de la educación es principalmente suya, o de
qué forma podemos “suplir” estas carencias?
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En las edades a las que nos estamos refiriendo, la Iglesia nos pide
que iniciemos a los niños en los sacramentos de la eucaristía y de la
penitencia. ¿De qué forma podemos nosotros, como docentes y
profesores de religión, contribuir a esta preparación? ¿Qué cauces
concretos de participación y colaboración estableceríamos con la
parroquia?
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En la carta a los responsables de la preparación de los niños para
recibir la Primera Comunión, nuestro arzobispo aborda otros temas
mas específicos como la catequesis para niños con deficiencias.
Como docentes y conocedores de las características, capacidades y
formas adecuadas de tratamiento de estos niños, ¿de qué forma
podemos colaborar con los catequistas y padres para concretar los
contenidos básicos que deben aprender, las actitudes
fundamentales que deben cultivar y la forma concreta de ayudarles
a adquirir todo ello?
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Además de las verdades que debe ir aprendiendo el niño que se
prepara para recibir la Primera Comunión, también ha de
familiarizarse con determinadas oraciones, irse introduciendo en
las celebraciones e ir adquiriendo una forma de vida, unas
actitudes, acordes con la fe en la que van creciendo. ¿Qué podemos
aportar concretamente nosotros a este proceso y en estos ámbitos
determinados?
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¿De qué modo concreto podemos coordinarnos y colaborar con la
parroquia para que los niños se vayan incorporando a la vida de la
Iglesia y se establezca una continuidad entre la preparación y
celebración de la Primera Comunión y la vida cristiana a la que ella
nos invita (cantos, ceremonias, intervenciones propias de la
participación infantil en los actos sagrados, textos a recitar,
explicaciones de la Palabra de Dios, etc.)? ¿Sería viable implicarnos
en el seguimiento de estos niños, ilusionándonos en una acción
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pastoral continuada de trabajo con niños, adolescentes y jóvenes en
las parroquias (campamentos, jornadas, peregrinaciones,
encuentros, etc.)?
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El obispo, en su carta, establece la necesidad de que todos los
catequistas de Parroquias y de Colegios utilicen los mismos
materiales catequéticos: el catecismo “Los primeros pasos en la fe”
en el despertar religioso y “Jesús es el Señor” junto con la guía
pedagógica para estos dos cursos a la preparación de la Primera
Comunión. En el caso de colegios concertados o privados en los
que se prepare a niños para recibir la Primera Comunión y ésta se
realice allí, ¿qué vínculos de relación se pueden establecer con las
parroquias? ¿Qué actividades conjuntas se pueden programar para
procurar una relación viva, continua y perceptible entre el Colegio y
las parroquias? ¿Qué espacios concretos de encuentro se pueden
organizar entre los responsables de dichas instituciones religiosas,
educadores, sacerdotes, catequistas y familias?
CONCLUSIÓN
Afrontar este tema de la iniciación cristiana de los niños desde la
catequesis de la primera comunión y hacerlo juntos padres, catequistas,
profesores de religión y sacerdotes, es una tarea posible. Cada uno no
debemos estar solos en nuestro campo de batalla, sino que en los
tiempos en los que corren, es preciso que unificando criterios,
afrontemos la evangelización de los niños, todos los que estamos
poniendo nuestro granito de arena, pero que hemos de hacerlo en la
misma dirección para que pueda dar los frutos que esperamos, siempre
bajo la acción del Espíritu Santo, el verdadero protagonista de la
catequesis.
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