Presentación del libro del maestro Roberto Guzmán, miembro de la Academia Dominicana de la Lengua PRESENTACIÓN La Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua se complace en presentar al país esta tercera obra sobre temas lingüísticos publicada con su patrocinio: De palabra en palabra del académico dominicano Roberto E. Guzmán. En ella, el autor recopila en orden alfabético una selección de los penetrantes artículos sobre el léxico español que escribiera semanalmente, desde 2004 a 2010, para el diario electrónico Clave Digital, y que han sido reproducidos en otros medios, incluyendo la ciberpágina de nuestra Academia Dominicana de la Lengua (www.academia.org.do). El método que utiliza Roberto Guzmán en De palabra en palabra consiste en colocar como tema (quizá valdría mejor decir como “blanco”) al comienzo de cada artículo una palabra o frase, cuyo uso luego describe y examina –con la ayuda de un impresionante repertorio de obras lexicográficas–, y finalmente valora con singular agudeza, humor y sentido común. Por lo general, cada palabra o frase viene seguida de una cita tomada de la prensa escrita en español de los Estados Unidos, donde vive desde hace años el autor. La cita ilustra el uso o abuso de la palabra o frase que es objeto de análisis y vale, además, como anunciación de la “materia prima” que, en su momento, sirvió para incitar el interés del autor. Para entender bien el porqué de De palabras en palabras, hay que conocer quién es su autor, qué ha estudiado, dónde vive y a qué se dedica. Roberto Guzmán es políglota: habla español, inglés, francés, portugués y criollo haitiano; y lee el italiano. Desde joven, sintió pasión por las lenguas, especialmente por la suya, estimulado durante sus estudios de nivel intermedio y secundario –como suele suceder– por un inolvidable profesor de Español que le sirvió de guía y mentor: el Dr. Rafael Antonio Rojas. Por compromiso familiar estudió Derecho; por amor, Lenguas Extranjeras en la Universidad Autónoma de Santo Domingo y en las universidades de París y Burdeos. Desde 1988, vive en Miami Beach, Estados Unidos, donde trabaja de intérprete y traductor para cinco idiomas. Está casado con Carol Guzmán, doctora en Antropología. Fue precisamente su esposa Carol quien lo persuadió a escribir, cansada de oírlo día tras día mascullando improperios mientras leía la prensa en español de Miami, razonándole que le serviría de terapia para la irritación que le causaba el spanglish de los periódicos miamenses. Así comenzó a escribir unos “Comentarios sabatinos” para distribuir entre amigos y conocidos, que al poco tiempo se convirtieron en la columna “De palabra de palabra” publicada semanalmente, primero, en los periódicos digitales Los Nuevos Tiempos Digital y Clave Digital, y hoy día, en el diario digital Acento.com.do, todos los martes. A esta fecha, Roberto Guzmán lleva nueve años entregando al mundo hispanohablante perlas lingüísticas como las que adornan esta antología, sábado tras sábado, con una regularidad pasmosa y envidiable. Es inimaginable una mayor prueba de amor a nuestro idioma. De palabra en palabra no es una simple recopilación de escritos publicados a lo largo de años que se quiere hacer pasar por una obra. Varios hilos conductores le dan unidad y coherencia a los artículos que la componen, atándolos en tres temas centrales y recurrentes, contrario a lo que sucede con las antologías tipo “cajón de sastre” que a menudo se publican en nuestro medio. El más importante de estos temas lo resumió el escritor estadounidense Mark Twain en 1888 con estas palabras inigualables: “La diferencia entre la palabra adecuada y la casi correcta es verdaderamente enorme; como la que separa el rayo de la luciérnaga”. De palabra en palabra adopta para sí este aforismo, el cual cita, señalando en artículo tras artículo la necesidad de que el escritor escoja las palabras con milimétrica precisión. Así, por ejemplo, se distinguen los significados de las palabras actividad, acto, evento y jornada, que tanto confundimos todos, resaltando los matices de cada una que deben tomarse en cuenta al momento de usarlas. También se hacen notar las diferencias entre actitud, postura, posición, disposición, aire, continente o porte; y entre casual, palabra que se encuentra ligada a lo fortuito, por un lado, y deportivo, informal u ocasional, del otro. Como especie de corolario a este tema central, el autor desarrolla en su libro otro no menos importante: el idioma español tiene un léxico riquísimo que la mayoría de los escritores no aprovecha por sufrir –lo dice sin ambages– de haraganería mental o escasez de conocimientos. El escritor promedio recurre poco a los diccionarios, actuando como si se los hubiesen escondido. El idioma español no es pobre; los pobres son aquellos que no se sirven de su riqueza. Las carencias no las tiene nuestra lengua; las llevamos dentro nosotros. Las circunstancias de la vida de Roberto Guzmán explican la presencia el tercer gran hilo conductor de la antología: la penetración del inglés en el español, la que se extiende, a su decir, “como la mala hierba”, por dos razones: la primera, exógena, es la hegemonía económica y científica del mundo angloparlante; y la segunda, endógena, es la postura claudicante de los propios hispanohablantes, que no valoran la riqueza de su lengua; sino que, al contrario, la consideran intrínsecamente inferior. En la obra se adopta la posición –correctísima, a mi parecer– de no rechazar de plano todos los anglicismos o extranjerismos, que como sabemos han nutrido al español desde sus comienzos, pero sí la de rechazar los préstamos innecesarios y las contaminaciones sintácticas que fácilmente podrían evitarse con solo buscar la palabra, frase o giro idóneo en español. En ese orden, el autor recomienda a los traductores no ceder al primer impulso de colocar la palabra que primero le viene a la memoria, sino encontrar la que exprese mejor la idea de acuerdo con el genio de la lengua española, la cual, como se ha dicho, es muy rica. A fin de cuentas, quien recurre sin necesidad a la frase o palabra extranjera delata su propia ineptitud u holgazanería lingüística, o infravalora su idioma natal. Por desgracia, el despreciar el español es un fenómeno muy arraigado en las capas pudientes dominicanas, donde abundan los bien llamados pseudobilingües, cuyo rasgo distintivo es hablar y escribir igualmente de mal dos idiomas. Guacanagarí aún vive entre nosotros. Son numerosos los artículos que versan sobre el abuso de los extranjerismos. En el libro se examinan todos los “sospechosos de siempre”: desde amateur por aficionado, hasta versus por contra o frente a, pasando por boom (auge), discutir (conversar, comentar, estudiar), ignorar (hacer caso omiso), mandatorio (obligatorio), santuario (refugio), shopping center o mall (centro comercial), sommelier (sumiller) y muchos otros más. No todo en De palabras en palabras es censura y reprobación, sin embargo. Hay también buen uso del idioma, admiración por lo ingenioso y lo nuestro, y buen humor. Como muestra reproduzco a continuación parte del artículo sobre serpentinero, sinónimo de lanzador en la jerga beisbolera latinoamericana: Lo que se trata ... es de desentrañar el origen de la palabra, es decir, dar con el motivo que impulsó a alguien a utilizar el nombre. Las serpentinas son las “tiras de papel arrolladas que en días de carnaval u otras fiestas y diversiones se arrojan unas personas a otras, teniéndolas sujetas por un extremo”. Hay que convenir por fuerza que la venerada asociación madrileña de la lengua con esta definición deshizo una serpentina de palabras para poder explicar el concepto. La idea que se encuentra en el origen del término en estudio es que el lanzador lo que lanza son envíos indescifrables, que serpentean, por aquello de que son curvas. La alegoría se comprendería mejor si el vocablo aludiese a serpiente y no a serpentina o serpentín. Lo que es relativo a la serpiente es lo serpentino(a.) Lo que se hace a modo de serpiente, se expresa mediante el adverbio serpentinamente. En poesía lo que serpentea es también serpentino. El lanzador del béisbol muy probablemente lo que tira son envíos que serpentean, que se mueven formando vueltas y tornos como la serpiente. Hay que alegrarse de que el irrespeto a la lengua le añada más sabor al deporte mencionado. El pasaje citado no tiene desperdicios: es a la vez sencillo, erudito y genial, como lo son los demás artículos de la antología. ¡Combinación no muy común por estos lares! Por ello se me impone proclamar sin titubeos que De palabra en palabra es una obra admirable, que debe leer todo aquel que se diga amante de la lengua española. La Fundación Guzmán Ariza Pro Academia Dominicana de la Lengua se regocija de haber auspiciado su publicación. Fabio J. Guzmán Ariza Santiago, septiembre de 2011