Poesía sorprendida

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LA POESÍA SORPRENDIDA: surge en Santo Domingo en octubre de 1943, con la publicación de la revista
literariaLa Poesía Sorprendidala revista aparece en plena tiranía de Trujillo el cual no permitía la libertad de
expresión. La filosofía de este movimiento era: estamos por una poesía nacional nutrida en lo universal, única
forma de ser propia; con lo clásico de ayer, de hoy, de mañana, con la creación sin límites, sin fronteras y
permanente; y con el mundo misterioso del hombre, universa, secreto, solitario e intimo, creador siempre.
Los poetas que se destacan en la Poesía Sorprendida son Franklin Mieses Burgos, Aída Cartagena Porta latín
y Antonio Fernández.
LA POESIA SORPRENDIDA: Agrupación literaria aparecida en Santo Domingo en 1943. El origen de la
Poesía Sorprendida está ligado a los Triálogos que iniciaron los poetas Alberto Baeza Flores, Domingo
Moreno Jiménez y Mariano Lebrón Saviñón entre 1942 y 1943. Moreno Jiménez explica el origen de La
Poesía Sorprendida de la siguiente manera: "Baeza Flores, Lebrón Saviñón y yo nos sentamos una vez a
conversar, Baeza iba copiando todo cuanto se decía. Aunque antes de eso yo tenía el criterio de que la poesía
no debía escribirse sino hablarse. Entonces, todo cuanto habíamos dicho en la conversación lo titulamos: Los
Triálogos. Se redactaron, además, La infinita estética, Como hombre y Nuevos Triálogos, este último no se
publicó. Cuando los llevé a la imprenta para publicarlos, los titulé: Ediciones de la poesía Sor−prendida, a
ellos le gustó el nombre y cuando me vieron me gritaron: hoy decidimos hacer una revista: La Poesía
Sorprendida" (Doce en la literatura dominicana, 53).
Moreno Jiménez apareció en los primeros números de la revista La Poesía Sorprendida, No obstante, desde la
reunión inicial para la formación de dicho grupo, éste fue excluido del mismo. Baeza Flores y Lebrón Saviñón
se reunieron con Franklin Mieses Burgos, Freddy Gatón Arce y el poeta y pintor español Eugenio Fernández
Granel y, bajo el lema de "Poesía con el hombre universal", dejaron formalmente constituido el grupo.
Posteriormente Moreno Jiménez expondría lo que a su juicio pudo haber sido la excusa de los sorprendidos
para eliminarlo del proyecto recién iniciado: "Colaboré con ellos en algunos números; querían que sólo
publicara para ellos y no para los Cuadernos Dominicanos de Cultura que preparaban Pedro René Contín
Aybar, Inchaústegui Cabral, Emilio Rodríguez Demorizi y Rafael Díaz Niese. Entonces le contesté: "Si he
sido libre en la poesía, soy un hombre libre. Me amenazaron con escribir un artículo contra mí, pero no le hice
caso" (Doce en la literatura dominicana, 53). Los Triálogos concebidos, de acuerdo al propio Baeza Flores, en
la tranquilidad nocturna de los parques Julia Molina (actual "Parque Enriquillo") e Independencia (La poesía
dominicana en el siglo XX, 605), en la capital dominicana, versaban sobre el amor, el mar, la poesía, el
desengaño, el sufrimiento y otros aspectos del diario vivir, en los que estaba representado el hombre en todas
sus cotidianidades.
El planteamiento básico de los sorprendidos se apoyaba en la universalización del arte. De ahí que su
postulado principal fuera: "Estamos por una poesía universal única forma de ser propia; con lo clásico de ayer,
de hoy y de mañana; la creación sin límites, sin fronteras y permanente; con el mundo misterioso del hombre,
universal, secreto, solitario e íntimo, creador siempre"(. Manifiestos literarios de la República Dominicana,
42−44). Los sorprendidos no rechazaron el pasado ni negaron los aportes de las culturas y las literaturas
extranjeras como lo habían hecho sus antecesores. Al contrario, estaban conscientes de que la poesía
dominicana debía abandonar el localismo folklórico que la identificaba y acercarse más a lo universal. Las
relaciones internacionales y el intercambio con importantes escritores europeos, latino−americanos y
caribeños de la época, entre ellos Juan Ramón Jiménez, Emilio Ballagas, Eliseo Diego, Jorge Guillén, Cintio
Vitier, Lezama Lima, Ramón Giraos, etc., puso a los poetas sor−prendidos en contacto con la mejor poesía y
los más importantes movimientos literarios de aquellos años. Eso los mantuvo al tanto de lo que se estaba
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escribiendo en otros países de habla española.
Los integrantes de la Poesía Sorprendida fueron: Rafael Américo Henríquez, Manuel Llanes, Franklin Mieses
Burgos, Aída Cartagena Porta latín, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce, Manuel Rueda, Mariano Lebrón
Saviñón, Antonio Fernández Spencer y José Glass Mejía. El grupo permaneció activo por cinco años, desde
octubre de 1943, fecha de la aparición de la revista La poesía Sorprendida, órgano de difusión de sus
actividades y su producción poética, hasta mayo de 1947, cuando circuló el último número de dicha
publicación.
Durante esos cinco años salieron a la luz pública un total de 21 números. La dirección de la revista La Poesía
Sorprendida fue colectiva. Alberto Baeza Flores, Franklin Mieses Burgos, Mariano Lebrón Saviñón y Freddy
Gatón Arce fueron los primeros directores (1−7). Pero en 1944 el gobierno ordenó que todos los periódicos y
revistas nacionales fueran dirigidos exclusivamente por dominicanos. Dicha orden expulsó a Baeza Flores de
la revista. Entonces, Franklin Mieses Burgos se convirtió en director único (8−13). Luego, la dirección volvió
a ser colectiva (14−16). Después, en un desafiante acto de rebeldía, Baeza Flores y Fernández Granel
aparecieron nuevamente formando parte del cuerpo directivo. Mieses Burgos asumió por segunda vez la
función de director único (17). Finalmente Baeza Flores, Mieses Burgos, Américo Henríquez, Fernández
Spencer y Gatón Arce tuvieron a su cargo los números finales (18−21).
Ese sistema de dirección colectiva confirma el carácter unitario de los sorprendidos y deja establecido que
aunque Mieses Burgos, quizás por ser el mayor de todos llevara ocasional−mente la voz directriz, el grupo no
tuvo un patriarca ni un modelo estético a seguir. Independientemente de que los sorprendidos adoptaran una
posición neutral frente a la tiranía trujillista, pues ni defendieron ni censuraron al régimen. Su compromiso
político, casi siempre soterrado, y su interés de integrar la poesía dominicana a la tradición poética universal,
otorgan a dichos poetas un espacio imperecedero en la literatura nacional.
Postulados de La Poesía Sorprendida
Los sorprendidos no elaboraron ni dieron a la publicidad ningún manifiesto que definiera su concepción de
la poesía ni del arte en sentido general. No obstante, formularon una serie de ideas y de planteamientos que
podrían calificarse como la esencia de su práctica poética.
A) Estamos por una poesía nacional nutrida en la universal, única forma de ser propia; con lo clásico de
ayer, de hoy y de mañana; con la creación sin límites, sin fronteras y permanentes; y con el mundo misterioso
del hombre, universal, secreto, solitario e íntimo, creador siempre.
B) Estamos contra toda limitación del hombre, la vida y la poesía; contra todo falso insularismo que no
nazca de una nacionalidad universalizada en lo eterno profundo de todas las culturas; contra la permanente
traición a la poesía y contra sus permanentes traidores por su corta visión.
C) En los silencios y en las letras hay un amor callado que solo será escuchado por el atento a su interior.
No interesa a La Poesía Sorprendida que esta amorosa luz sea o no comprendida de inmediato; le basta con
tenerla, con amarla, con darla, y que se recoja más tarde o más temprano es razón aparte de su virtud de
nacimiento y crecimiento.
D) La Poesía Sorprendida saluda a todos los trabajadores intelectuales de ambas Américas, y en especial a
sus amigos repartidos en los diversos países americanos. Afirma su fe en la creación del mundo más bello,
más libre y más hondo de mañana.
E) Saluda a todos los luchadores del pensamiento y la sensibilidad de todas las latitudes de la tierra, de
todos los climas e idiomas, en una fe invariable, permanente y sagrada por el respeto a la creación del hombre,
por sobre cualquier circunstancia, fiel a su lema poesía con el hombre universal.
F) Aunque queda en nuestro continente mucha poesía de anécdota infiel y de circunstancia y al parecer
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siguiera produciéndose con la sabida disculpa de que los medios poéticos justifican un fin poético, porque
toda la ética exigible a la poesía, ella la lleva en sí, en su razón de existir y de alentar más allá en sí.
G) Aún esta poesía de cartel y ocasión tiene sus seguidores y a veces se llega a llamar social a esta poesía
de geografía económica editorial. ¿Cómo llamar entonces a la poesía, que desechando la cáscara, la pelusa, el
pellejo fácil o circunstancial, trabaja en la entraña? ¿No es social toda poesía por el hecho de existir en sí?
H) Lo propio sucede con el fondo nacional buscado en poesía, no que está a centímetros sino en entrañas,
en profundidades, que no es accidente botánico, eternidad, sino trabajo profundo que abarca una soledad
misteriosa, una amorosa entrega al cultivo interior, donde no hay distracciones salvadoras a las que
responsabilizar.
I) Lejos de negar la realidad, La Poesía Sorprendida la interpreta, pero entre cogerla en bruto e
interpretarla media un mundo.
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