Revista Médica de Costa Rica XXXIX (437) 247-257; 1972 La Hemorragia Etmoidal en el Diagnóstico de Muerte por Sumersión Eduardo Vargas Alvarado· I:-.ITRODUCCIO:-.l Ante un cadáver recuperado del agua, el patólogo forense debe proceder al diagnóstico diferencial entre muerte por sumersión y muerte por otra causa con posterior lanzamiento del cadáver al medio líquido. Esto último por lo común, con el propósito de disimular un homicidio, dado el carácter accidental de la mayoría de las sumersiones. La asfixia por sumersión es una de las llamadas asfixias mecánicas en contraposición con las asfixias químicas producidas por gases tóxicos y las asfixias patológicas debidas a enfermedades, por ejemplo, cardíacas o pulmonares. El término asfixia proviene del griego a, partícula privativa equivalente a falta o ausencia, y sphyzo, que significa palpitar, movimiento del corazón. Para Bonnet es "la muerte, violenta o no, aparente o real, resultante de la interrupción transitoria o definitIva de los intercambios respiratorios" (1). Considerada la vida como dependiente del llamado ciclo del oxígeno, que comprende: a) los centros vitales del bulbo raquídeo que ponen en acción este mecanismo; b) el corazón como bomba impelente y aspirante del mismo; c) los pulmones como elementos a nivel de los cuales se realiza el abastecimiento de oxígeno de la sangre, y d) los eritrocitos, como trasnportadores de este oxígeno a los tejidos. Considerada la vida, decíamos, como dependiente de este ciclo, se comprenderá fácilmente que cualquier alteración a nivel de una de sus etapas o componenetes podrá acarrear la muerte. En la asfixia por sumersión esto ocurre por un factor exclusivo: la interrupción de los intercambios gaseosos propios de la respiración; y como resultado de la entrada de líquido en las fosas nasales, la laringe, la tráquea, los bronquios y sus ramificaciones, así como en el parénquima pulmonar. ETlOLOGIA Clásicamente, se reconocen en la asfixia por sumersión tres variedades de manera de muerte: accidental, suicida y homicida. • Tr.lbajo de Investigación para inscripción como Especialista en Patología Forense. 248 REVISTA MEDICA DE COSTA RICA La manera accidental es la más frecuente. Puede ocurrir por precipitación en una corriente de agua y por fatiga o calambre en nadadores. Así como también por pérdida del conocimiento, como puede verse en ebrios y epilépticos. Una forma muy común en nuestro medio es la del indIviduo que en pleno período digestivo y bajo un sol radiante, pretende darse una zambullida, que resulta ser la última. La manera suicida suele tener lugar en mares, ríos, arroyos y lagos, pero también en tanques de agua o vino, en piscinas y aún en bañeras. En ocasiones la víctima se ata las manos y los pies o coloca un peso en la cintura. No es raro que combine este método con heridas cortantes superficiales o una herida de arma de fuego en región temporal o precordial, elementos todos que indican su afán de autocliminacion (18-19). La manera homicida puede verse en rcción nacidos como procedimiento de infanticidio. En nuestro medio han ocurrido casos de este tipo en que la madre, de buena fama, para ocultar su deshonra lanza al producto de su gestación, que acaba de nacer, a una letrina. En cambio, cuando se trata de niños mayores o adultos, la mayor o menor resistencia que opone la víctima hace que existan otros signos de violencia (contusiones, heridas de arma blanca o arma de fuego, estrangulación manual o a lazo) con los que se ha buscado la pérdida de su conciencia para poder arrojarla al agua. Y aún existió la manera judicial de sumersión con templada en la Ley Carolina (1) Y reeditada en plena Revolución Francesa con las célebras noyades de Nantes (8). Pero, como queda expuesto, es sin duda alguna la forma accidental la más frecuente, por lo que simulándola pueden los homicidas, como queda dicho, quedar impunes si el patólogo forense deja pasar el diagnóstico de cadáver lanzado al agua confundiéndolo con muerte por sumersión, y lo peor, rotulándola de accidental. DIAGNOSTICO CLASICO En el diagnóstico clásico de asfixia por sumersión, hay hallazgos de autopsia y pruebas de laboratorio. Entre los primeros destacan: "el hongo de espuma" conocido desde tiempos de Hipócrates (1) Y que consiste en la bola de espuma blanquecina que puede observarse en boca y orificios nasales. Su formación se debe "al batido" que se produce como consecuencia de la mezcla de aire yagua durante las inspiraciones y expiraciones agónicas. Al elevar la cúpula diafragmática la distensión de los intestinos por gases de putrefacción, son a su vez comprimidos los ¡lUlmones, expulsando esta espuma a los orificios respiratonos. El "enfisema acuoso", descrito por Brouardel, es la inundación del árbol respiratorio por el líquido de sumersión mezclado con el aire residual mantenido en los alveólos. Da al pulmón un aspecto turgente, con crepitación algo disminuida. En la superficie de corte, mana abundante espuma blanquecina. Es en realidad un VARGAS: HEMORRAGIA f.TMOIDAL 249 edema pulmonar, siendo quizá la forma distendida de la apariencia externa de los pulmones lo que induciría al médico legista francés a tan pomposo nombre, que no corresponde a la realidad fisiopatológica. Al exmane histológico, se comprueban alveolos dilatados, edema de la pared, rupturas parcelarias de ésta, ingurgitación de los capilares interalveolares, ruptura de pequeños vasos, extravasaciones sanguíneas, cuerpos extraños. "Las manchas de PaItau r' son verdaderas equimosis subpleurales, y se han considerado patognomónicas de la asfixia por sumersión. Otros hallazgos de autopsia, menos especificos, son el "cutis aI,lserina" o signo de Bernt, que consiste en la apariencia de piel de gallina de la superficie cutánea debida a la rigidez de los músculos piloerectores. Se observa en los antebrazos, muslos, escroto, pene, areolas y pezones. Como fenómeno cadavérico, aparece tanto en la persona que mucre por sumersión como en el cadáver lanzado al agua. Lo mismo puede decirse de la distribución de las livideces en cara y región preesternal, lo que más tarde, al sobrevenir la putrefacción da lugar al desarrollo de la llamada por Lecha Marzo "cara de negro". El tono rosado pálido de las mismas livideces también ha sido destacado. No tienen especificidad tampoco, otros signos hallados en ahogados como la maceración y la adipocira. La primera consiste en colgajos, primero epidérmicos y luego de dermis, músculos y ligamen tos articulares. La caída de las uñas con los pulpejos de los dedos es exprcsión de este fenómeno. La adipocira, por su parte, es la trasformación en jabón de la grasa subcutánea, al desdoblarse los ácidos grasos que la componen y combinarse con elementos alcalinos que se hayan en solución en el agua. Es un fenómeno cadavérico tardío y conservador, que requiere un mínimo de seis meses para su formación, y que está lejos de ser frecuente en ahogados. Lo que sí es cierto es que, al igual que la maceración no indican en modo alguno que la muerte se debió a sumersión porque sólo nos están demostrando que se trata de un cadáver que ha permanecido en el agua. Las pruebas de laboratorio, comprenden la determinación del plankton, las variaciones en la concentración de elementos como los cloruros en la sangre o variaciones de densidad del plasma. El plankton denomina al conjunto de seres vivos microscópicos, tan to animales como vegetales, que flotan en las aguas dulces y marinas (20). Algunos autores en¡¡loban en el plankton a elementos minerales, especialmente la sllice proveniente de la caparazón de las Diatómeas, La presencia de estos cuerpos en órganos de la circulación mayor, como los riñones, fue por largo tiempo considerada por los patólogos forenses europeos como prueba patognomónica de muerte por sumersión. Al parecer, estas diatómeas pueden pasar a los capilares pulmonares cuando su diámetro es menor de 15 micras, según Tamaska (17). En cuanto al contenido de cloruros, Gettler en 1921 describión un 250 REVISTA MEDICA DE COSTA RICA método ideal por el que en la sumersión en agua dulce el nivel de cloruros en el corazbn izquierdo era inferior que en el derecho, y a la inversa cuando esta asfixia ocurría en agua salada (6-7). En el Organismo Médico Forense, empleamos la determinación de la diferencia de densidad entre una Rota de plasma del corazón derecho y otra del izquierdo, según el método de Chaves que es una aplicación de la Rradiente de densidades (4). Tanto los signos respiratorios hallados en la autopsia, como las pruebas de varia· eiones en elementos salinos y densidades en la sangre, tienen la limitación de la putrefacción cadavérica, cuya aparición los invali· da. Y siendo tan precoz su desarrollo se verá lo poco útil de estos signos y pruebas, toda vez que la mayoría de las veces el cadáver de un ahogado es rescatado cuando precisamente por los gases de putrefacción su peso específico llega a ser menor que el medio líquido en que estaba sumergido y entoces sale a la superficie. Ya para entonces los pulmones están alterados por la descomposición, y la sangre se ha hemolisado. En este punto, el plankton o geoplankton parecía resolver el problema, máxime cuando resistía la putrefacción y era posible hallarlos en médula ósea de huesos como el fémur, segun lo demostraron Thomas et al. (9-16-17). Desafortunadamente, Spitz en un documentado trabajo vino a poner en duda el valor de las diatómeas en este campo, al demostrar que no eran raras en el aire de Berlín y que se habían hallado en cantidades importantes en el hígado de individuos que murieron por otras causas diferentes a sumersión (14-15). NUEVO ELEMENTO DIAGNOSTICO: LA HEMORRAGIA ETMOlDAL Basados en los principios morfológicos y patogénicos de la hemorragia en el hueso temporal, nos dimos a la tarea de investigar la posibilidad de hemorragia en las celdillas del hueso etmoides en condiciones similares. Para ello partimos del principio de que, por su topografía, el etmoides eXl'l'rimenta la acción irritativa del líquido que penetra a las fosas nasales en la fase preagónica de la asfixia por sumersión. Demostrar la importancia de la hemorragia etmoidal, como un nuevo signo en el diagnóstico de muerte por sumersión, es el objetivo del presente trabajo de investigación que, como queda explicado, trata de ser un aporte en la solución de tan importante problema de la Patología Forense. MATERIAL Y METODOS: El material comprende 109 autopsias de muertes por asfixia por sumersión efectuadas dentro de un total de 3.282 casos examinados en la Margue de la Sección de Patología Forense, en VARGAS; HEMORRAGtA ETMOlDAL Fig. l.-El hongo de espuma o bola de espuma en hoca V oriflCins nasales. Fig. 2.-El enfisema acuoso de Brouardel. Nótese el aspecto turgente del pulmón por la mezcla de aire y líquido. 251 252 REVISTA MEDICA DE COSTA RI('A el período comprendido entre el lo. de julio de 1969 y el 20 de junio de 1972. Se descartaron al~unos casos en que la existencia de un. !rauffi.atismo crancoencef~lico severo podría prc,starse a confuslOn al Interpretar el mecanIsmo de la hemorragia osea. En todos los 109 casos seleccionados, con excepción de 11, la asfixia ocurrió en agua dulce, y en profundidades que oscilaron entre·1 y 6 metros, aspectos que no incidieron en las características morfológicas de los casos, como tampoco lo hiciera el tiempo de permanencia en el agua. En cada caso, se registró la existencia o no de signos respiratorios (hongo de espuma y en fisema acuoso), la positividad de la prueba de diferencias de densidades en plasma de corazón derecho y de corazón izquierdo, y la existencia de hemorragia temporal y etmoidaI, tanto macro como microscópica. ,El diagnóstico de muerte por sumersión se hizo en cada caso, además del antecedente de haber sido recuperado el cadáver del agua, por la positividad de por lo menos alguno de los signos mencionados. Para la determinación de hemorragia ósea intracraneana, se extrajeron con sierra eléctrica el ctmoides y los peñascos de ambos temporales en sus dos tercios distales, con el objeto de .comprender en las muestras las celdillas mastoideas. La fijación se efectuó en formalina al 10 por ciento, la descalcificación en solución de ácido nítrico y la tinción con hematoxilina y eosina. RESULTADOS: De los 109 casos estudiados, en 78 no había todavía putrefacción, en 23 este proceso ya estaba presente, y en los restantes 8 el cadáver se hallaba reducido a esqueleto. Los signos respiratorios resultaron positivos en 70 de los cadáveres frescos, y negativos, obviamente, en las otras dos categorías. La negatividad en los restantes 8 no putrefactos se interpreta como debida a muerte sincopal. Las pruebas de laboratorio por diferencia de densidades fueron positivas en 54 de los casos frescos en que pudo realizarse. El problema de la hemólisis J.'recoz en agua dulce explica esta limItación. Se halló hemorragia ósea intracraneana en 70 de los casos (64 por ciento). La coexistencia de hermorragia en huesos temporales y etmoides ocurrió en 42 de los cuerpos no putrefactos, en 4 putrefactos y en 2 reducidos a esqueleto. La forma aislada de hemorragia temporal sólo estuvo presente en 8 de los cadáveres frescos. En cambio, la hemorragia etmoidal aisalda la encontramos en 3 de los casos frescos, 5 de los putrefactos y 6 de los restos esqueléticos. VARGAS: HfMOR.RAG\A ETMOIDAL -043 Fig. 3.-Hemorragia ctmoidaJ y temporaJ, en su apariencia macros~ cópica. Fíg. 4.-Hemorragia etmoidaJ en su aspecto microscópico. 253 REViSTA M El)1CA DE COSTA RICA 254 DISTRI8UCIO:>I DE HEMORRAGIAS II'iTRACRANEANAS dd Cantidad H~morragias Hemorragia Hemorragia de casos temporal y dmojdal ctmoidal aislada temporal aislada 53 42 3 8 Putrefacto 9 4 5 Lsquc:!etu 8 2 6 70 48 14 Estado cadáver No putrefacto TOTAU:S 8 INCIDEKCIA DE LOS DlFERF.NTES SIGNOS Eslado del cadáver No putrefacto Putrefacto Esque1do Cantidad de casm; 78 23 8 Signos respira- Prur'bas de Ikmorragias ¡ntra torios Laboratorio craneanas 70 54 53 9 8 COl\IENTARIO: La hemorragia etmoidal se visualiza macroscópicamente como una zona azulada a ambos lados de la apófisis erista galli en el compartimiento anterior de la bse del cráneo. El valor de este signo en el diagnóstico de muerte por sumersión ya combinada con la hemorragia temporal, en 57 por ciento (45 casos) de los 78 cadáveres frescos rescatados del agua y en IDO por ciento de los 9 putrefactos y de las 8 víctimas reducias a esqueletos. Es en estas dos últimas categorías donde su importancia resalta, por el hecho de no poder contarse con signos respiratorios ni pruebas de laboratorio, que la putrefacción ha impedido. Desde luego, compartimos el criterio de todo científico forense de que debe seb'llirse investigando en la asfixia por sumersión, pero creemos que por lo llamativo de los restulados logrados con la hemorragia etmoida!, VARGAS: HEMORRAGIA ETMOIDAL 255 esta comunicación puede ser de alguna ayuda para quienes, como nostros, trabajan en el campo de la Patología t'orense, y afrontamos las dificultadcs dc dar rcspuestas a los interrogantes que el cadáver de cada ahogado plantca en la mesa de autopsias en nuestro trabajo como ascsores de la Justicia. RESUMEN Se describe la hemorragia en las celdillas del hueso etmoides como un signo de valor en el diagnóstico de muerte por sumersión. Sola o concomitantemcntc con la hemorragia temporal, la hemorragia en el etmoides parece ser de gran ayuda en los casos en estado de putrefacción o en reducción esquelética, en los cuales otros signos clásicos no pueden determinarse. Se hace énfasis en la necesidad de mayor investigación.. para confirmar estos hallazgos. S U ~I 1\1 A R Y Hemorrhage into the etmoidal air cells has been describe as a distinctive sign of death by drowning. Greater altention to etmoidaJ bone is advocated in autopsies to verify this finding. BIBLlOGRAFlA l.-BONNET, E.F.P.: Medicina Legal, López Libreros Editores, Buenos Aires, 1967. 2.-BROUARDEL, P.: La pendaison, la submersion, París. 1897. 3.-BUCH, N.H. and JORGENSEN, M.B.: Congestion and Hemorrhage in Middlc Ear of Newbom, Arch. 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