Estimulación del nervio vago. ¿Un nuevo tratamiento biológico para

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REVISIONES
Estimulación del nervio vago. ¿Un nuevo
tratamiento biológico para la depresión?
A. Gabilondo y M. Bernardo
Instituto de Psiquiatría y Psicología. Hospital Clínic-IDIBAPS. Barcelona.
INTRODUCCIÓN
La estimulación intermitente del nervio vago (ENV)
es una técnica reciente de estimulación cerebral que está
ganando terreno en la terapéutica psiquiátrica. Encargado de transportar información visceral hacia diversas
regiones del sistema nervioso central, el nervio vago
constituye una interesante y accesible vía de entrada a
estructuras encefálicas tradicionalmente relacionadas
con los trastornos neuropsiquiátricos. Durante los últimos años se ha aprobado y extendido la utilización de
esta técnica para el tratamiento de ciertos tipos de epilepsia resistente, constituyendo en la actualidad una alternativa previa a la neurocirugía para un subgrupo de
estos pacientes. Determinados planteamientos teóricos y
hallazgos clínicos han sugerido recientemente una posible actividad antidepresiva para esta técnica, sobre la
base de la cual se han realizado varios estudios con el
objetivo de evaluar esta actividad. En este artículo se revisan las características de la ENV, así como los resultados obtenidos en su aplicación con fines terapéuticos
para diversos trastornos psiquiátricos.
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
Y FUNDAMENTOS TEÓRICOS
Anatomía del nervio vago
El nervio vago, tradicionalmente considerado un nervio eferente parasimpático, es en realidad un nervio
mixto, compuesto en un 80% por fibras aferentes sensoriales que transportan información procedente de la cabeza, el cuello, el tórax y el abdomen al sistema nervioso central (Foley y DuBois, 1937). Estas neuronas, cuyos somas están ubicados en el ganglio nudoso, viajan
hasta el núcleo del tracto solitario (NTS) y desde ahí co-
Correspondencia: Dr. M. Bernardo.
Instituto de Psiquiatría.
Hospital Clínic.
Villarroel, 170. 08036 Barcelona.
Correo electrónico: [email protected]
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nectan con importantes áreas del sistema nervioso central (SNC) a través de tres vías principales:
1. Proyecciones directas hacia la formación reticular
medular.
2. Bucle autonómico de retroalimentación.
3. Proyecciones ascendentes extensas hacia el cerebro
anterior (antigua región prosencéfalica), el núcleo parabraquial (PB) y el locus coeruleus (LC) adyacente.
Tanto el LC como el PB tienen una conexión directa
con múltiples áreas cerebrales, incluyendo el hipotálamo
y las regiones talámicas relacionadas con la ínsula, los
córtex orbitofrontal y prefrontal, así como con la amígdala y el núcleo de la base de la estría terminal. Estos
últimos han sido relacionados en muchas ocasiones con
el reconocimiento de las emociones y la regulación del
estado de ánimo (Van Bockstaele, 1999).
Un estudio reciente (Krahl, 1998) ha descrito cómo la
destrucción en ratas del LC puede eliminar la eficacia
anticonvulsiva de la ENV, lo que sugiere la importancia
de la modulación noradrenérgica en dicha actividad (el
LC es una de las áreas cerebrales más ricas en noradrenalina). Por otro lado, los incrementos de los valores de
GABA o la disminución de los de glutamato con técnicas de microinyección en el NTS permiten bloquear la
actividad anticonvulsiva de la ENV, relacionando la actividad de ambos neurotransmisores en dicha región con
la eficacia anticonvulsiva de la ENV (Walker, 1999).
La repercusión funcional de estas conexiones anatómicas troncoencefálicas y límbicas en seres humanos han
sido demostradas con técnicas de neuroimagen funcional. La utilización de marcadores de actividad celular
(oncogen C-fos), han demostrado un aumento del funcionamiento celular en la amígdala, el cingulado, el LC y el
hipotálamo de ratas durante la ENV (Naritoku, 1995).
Historia de la estimulación del nervio vago
El interés por conocer los mecanismos de relación entre el sistema autonómico, el sistema límbico y el córtex
se remonta a muchas décadas atrás. Ya en 1938 diversos
autores proponían que la estimulación del nervio vago
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podría modificar la actividad de estructuras cerebrales
de orden superior. Durante los últimos años se han identificado numerosas proyecciones de dicho nervio desde
sus conexiones aferentes en el NTS hacia diversas regiones cerebrales. A modo de breve resumen destacaremos algunos de los principales hallazgos que han dirigido la investigación:
– Bailey, 1938. La ENV produce actividad sincrónica
en el córtex orbital de gatos.
– Mc Lean, 1949. Se registran ondas lentas EEG en
córtex frontolateral de monos tras la ENV.
– Dell, 1951. Gatos con sección cervical alta presentan tras ENV respuestas de onda lenta en el surco rinal
anterior y la amígdala.
– McLean, 1980. Empleando registros más sensibles
durante la estimulación vagal, se demuestra una actividad específica en el cíngulo y otras áreas límbicas.
– Zabara, 1985 a y b. Se demuestra una eficacia anticonvulsiva de la ENV sobre las crisis comiciales inducidas de forma experimental en perros. A raíz de estos hallazgos, Zabara sugirió que la ENV podría controlar el
componente motor y autónomo de las crisis comiciales.
Para esta actividad propuso inicialmente dos mecanismos de acción: inhibición directa sobre la convulsión,
logrando que ésta finalice, e inhibición de larga duración asociada a períodos continuados de estimulación
(Zabara, 1992). Según las observaciones realizadas por
el autor, dicho efecto podía durar más allá del período
de aplicación de la ENV (hasta cuatro veces o incluso
más en un modelo de estimulación a medio-largo plazo).
–Penry (Bowman-Gray, 1988). Se realiza el primer
implante en un ser humano, concretamente un paciente
con epilepsia resistente.
– 1998, MUSC, UTSW, New York State Psychiatric
Institute, Baylor: Depresión resistente.
Técnica de aplicación de la estimulación
intermitente del nervio vago
El término ENV incluye varias técnicas de estimulación del décimo par craneal. A diferencia de estudios
previos en animales, en los que el acceso al nervio se
realizaba a través del abdomen o el diafragma, en la
práctica totalidad de los ensayos realizados en seres humanos la estimulación vagal se practica en la región cervical izquierda. Para ello, se emplea el sistema NCP
(Neuro Cybernetic Prosthesis), de gran similitud con los
marcapasos cardíacos (Amar et al, 1998). Al igual que
éstos, se compone de un generador subcutáneo que envía una señal eléctrica a un electrodo colocado en el órgano diana. En el caso del ENV se trata de un generador
de pulso bipolar, multiprogramable y del tamaño de un
reloj de bolsillo, que es implantado en la pared torácica
izquierda y conectado subcutáneamente con un electrodo colocado alrededor del vago en su tramo cervical. La
intervención quirúrgica se ha realizado con anestesia general en régimen de ingreso hospitalario, si bien tiende a
realizarse cada vez más de forma ambulatoria y con
anestesia regional. El sistema emplea técnicas de comunicación telemétrica, lo que permite la programación no
invasiva del generador, la evaluación de su funcionamiento y la recuperación de la información almacenada
con la única ayuda de un ordenador personal. Se han incorporado elementos eléctricos y mecánicos de seguridad que minimizan el riesgo de estimulaciones de alta
frecuencia que podrían dañar los tejidos. Por otro lado,
el paciente dispone de un dispositivo o magnet que puede bloquear la estimulación al ser colocado sobre el generador, permitiendo en determinadas circunstancias
(intervenciones públicas, realización de ejercicio físico
intenso) minimizar los efectos secundarios molestos, como el temblor de la voz o la disnea. La retirada del magnet permite volver al programa de estimulación inicial.
Estimulación intermitente del nervio vago
y otras intervenciones somáticas
Durante los últimos años, se han producido importantes avances en las terapéuticas no farmacológicas de los
trastornos psiquiátricos, lo que ha aumentado de forma
considerable el interés por las mismas. Nos referimos a
técnicas de estimulación cerebral que de un modo más o
menos directo permiten modular la actividad de ciertas
regiones cerebrales. Entre ellas destacan la terapia electroconvulsiva (TEC), la estimulación cerebral profunda
(ECP) y la estimulación magnética transcraneal (EMT).
Con más de 50 años de experiencia la TEC atraviesa
en estos momentos una etapa de expansión y nuevo auge. Si bien existe en nuestro medio cierta heterogeneidad en los aspectos técnicos de su utilización, parece
clara la general actitud favorable hacia dicho tratamiento (Bernardo, 1995 y 1999), que coincide con recientes
descubrimientos, como la especificidad regional de sus
efectos, la demostración de la importancia de la titulación de la dosis de estimulación (Sackeim, 1987a,
1987b y 1993), la mejor comprensión de su actividad
antidepresiva (Rios, 2001) y el desarrollo de diversas
estrategias de optimización (Navinés, 2000). Por otro lado, la producción con campos magnéticos de convulsiones similares a las producidas con la TEC, ha dado lugar
a una nueva técnica (magnetic seizure therapy) con posible utilidad terapéutica en un futuro. A diferencia de la
TEC, la ENV no produce crisis comiciales y tiene actividad anticonvulsiva desde el inicio. Tampoco se le han
atribuido efectos secundarios de tipo cognitivo; de hePsiq Biol 2002;9(1):32-40
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cho, algunos estudios han objetivado una mejoría en las
capacidades mnésicas asociada al tratamiento con la
ENV, como describiremos más adelante.
La EMT constituye una técnica más novedosa, con
actividad antidepresiva demostrada, basada en la estimulación directa del córtex y, secundariamente, de estructuras subcorticales, empleando técnicas de estimulación magnética. Puede ser focalizada sobre cualquier región del cráneo, permitiendo una mayor especificidad
de acción. En comparación, la ENV, que está limitada
anatómicamente en su vía de entrada al SNC, emplea
estímulos eléctricos y llega inicialmente a regiones encefálicas profundas para ejercer de forma secundaria
una acción sobre el córtex (Manes, 1999).
La ECP implica la colocación de un pequeño electrodo directamente en el tejido cerebral profundo aplicando
posteriormente corrientes de diferentes intensidades,
mientras se modifica la profundidad del electrodo, hasta
lograr los efectos deseados. Recientemente, se descubrió
que la estimulación eléctrica a altas frecuencias (> 80
Hz) del tálamo medio o núcleo subtalámico podría ser
eficaz para el tratamiento de la enfermedad de Parkinson (Damier, 1998; Limousin, 1998). La ECP es una
técnica reversible, aunque se acompaña de una morbimortalidad considerable. Hasta el momento su utilización para el tratamiento de trastornos afectivos ha sido
muy limitada, pero se le atribuyen efectos sobre el estado de ánimo, en general, una inducción de estados depresivos. A diferencia de la ENV, la estimulación se
realiza sobre núcleos específicos, con estímulo eléctrico
continuo y de alta frecuencia, resultando imprescindible
por el momento la craneotomía.
En líneas generales, la ENV se caracteriza por una vía
de entrada del estímulo muy constreñida, por lo que a
diferencia de otras formas de estimulación cerebral es
incapaz de estimular de forma selectiva y específica
múltiples áreas del cerebro. No obstante, un mejor conocimiento neuroanatómico y neurofuncional podría permitir el desarrollo de estrategias de potenciación farmacológica u otras variantes de la ENV con la consiguiente
ampliación de sus indicaciones clínicas.
ESTIMULACIÓN INTERMITENTE DEL
NERVIO VAGO COMO TRATAMIENTO
En un principio, sólo se aprobó la utilización de la
ENV con fines terapéuticos en ciertos tipos de epilepsias resistentes. Posteriores evidencias acerca de su actividad antidepresiva han promovido su utilización en el
terreno de la terapéutica psiquiátrica. La ENV se ha
convertido así en un procedimiento prometedor que está
permitiendo un mejor conocimiento y tratamiento de di34
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versos trastornos neuropsiquiátricos hasta ahora resistentes a otras estrategias.
Experiencia previa, tratamiento
de la epilepsia
Durante los últimos años se ha extendido la utilización de la ENV, una de cuyas modalidades (ENV TM)
ha sido aprobada y comercializada en Europa (1994) y
EE.UU. (1997) para su uso en pacientes con epilepsia de
inicio parcial resistente al tratamiento. Alrededor de
8.000 pacientes en todo el mundo han recibido hasta la
fecha esta opción terapéutica, constituyendo en muchos
de estos casos una alternativa previa a la neurocirugía.
Se han realizado numerosos estudios para evaluar la eficacia y la seguridad de esta técnica, entre los que destacan dos estudios doble ciego con un total de 313 pacientes epilépticos resistentes (E03 Ben-Menachem, 1994 y
E05 Handforth, 1998), de cuyos resultados se desprende
que la ENV lograría una reducción media en la frecuencia de crisis comiciales del 25-30% respecto a la situación basal. A pesar de los resultados tan favorables, en
la mayoría de los casos fue necesario mantener el tratamiento farmacológico para consolidar la mejoría (frecuentemente a las dosis habituales), por lo que por el
momento la ENV no puede considerarse una alternativa
sustitutiva del tratamiento medicamentoso. A pesar de
lo que podría esperarse, y según se despende de observaciones no controladas, apenas se produjeron fenómenos de tolerancia a los efectos anticonvulsivos de la
ENV con el tratamiento prolongado, de hecho fue frecuente un aumento de la eficacia con el tiempo de tratamiento (Morris, 1999; Salinsky, 1996).
Trastornos del humor
Además de las consideraciones anatómicas ya expuestas, diversos hallazgos clínicos y planteamientos teóricos sugirieron una acción antidepresiva para la ENV,
corroborada en varios ensayos clínicos realizados durante los últimos años. Recientemente, se ha aprobado en
Canadá y la Unión Europea la venta del dispositivo
NCP para el tratamiento de pacientes con depresión resistente o intolerancia a otros tratamientos antidepresivos. Las líneas de evidencia sobre las que se ha basado
las hipótesis acerca de la acción antidepresiva de la
ENV pueden resumirse en los siguientes puntos:
1. Mejoría anímica en pacientes epilépticos tratados
con ENV. Ciertas observaciones clínicas iniciales no
controladas sugerían una mejoría anímica en los pacientes epilépticos tratados con ENV. Aparentemente, este
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efecto no podía ser explicado sólo por la mejoría clínica,
ya que apareció también en pacientes con escasa o nula
respuesta anticonvulsiva. Estos hallazgos promovieron
la realización de nuevos estudios, con registros específicos de los síntomas depresivos, a fin de confirmar las
sospechas clínicas iniciales. Se realizaron, así, estudios
retrospectivos (Elger, 1998, no publicado) y prospectivos (Harden, 1999), cuyos resultados corroboraron los
hallazgos previos. En el estudio prospectivo, empleando
la escala Cornell para la distimia en una muestra de
34 pacientes epilépticos tratados con ENV, pudo observarse una tendencia a la mejoría anímica en 14 de los 34
pacientes estudiados (p < 0,1), sin aparente relación entre el grado de mejoría clínica de la epilepsia y la respuesta anímica.
2. Los estudios mediante tomografía por emisión de
positrones (PET) objetivan una activación funcional del
sistema límbico durante la ENV. Diez pacientes epilépticos que recibieron ENV fueron estudiados con PET
antes y durante la ENV (Henry, 1998). Los resultados
demostraron un aumento en el flujo sanguíneo cerebral
durante la ENV en la médula rostral, el tálamo, el hipotálamo, la ínsula y el giro poscentral, con mayor activación en regiones derechas (contralateral al dispositivo).
Al mismo tiempo, se observó una disminución bilateral
del flujo en el hipocampo, la amígdala y el giro cingulado. Algunas técnicas de neuroimagen han implicado al
giro cingulado en la fisiopatología de la depresión y numerosos estudios relacionan la respuesta antidepresiva
con una disminución de la actividad en dicha región
(Ebert, 1994; Wu, 1992; Mayberg, 1997; Bremner,
1997). Los cambios que la ENV produce sobre la actividad del troncoencéfalo, el sistema límbico y otras áreas
podrían explicar su actividad antidepresiva.
3. Fármacos anticonvulsivos como moduladores del
humor. La interrelación entre la acción anticonvulsiva y
la estabilización anímica (Goodwin y Jamison, 1990;
Post, 1992) ha quedado bien demostrada con la utilización satisfactoria de ciertos fármacos antiepilépticos en
el tratamiento de los trastornos afectivos. El descubrimiento de la acción psicotrópica de la carbamacepina en
pacientes epilépticos supuso el primer paso en la posterior y exitosa utilización de estos fármacos como moduladores del humor. Por otro lado, la TEC, probablemente la modalidad de tratamiento antidepresivo más efectiva, ha demostrado potentes propiedades anticonvulsivas
(Sackeim, 1983 y 1999). Por este motivo, parece razonable pensar que un elemento terapéutico con actividad
anticonvulsiva demostrada también podría tener propiedades moduladoras del humor.
4. Cambios neuroquímicos cerebrales tras el tratamiento con ENV. Estudios en animales y seres humanos
sugieren que el tratamiento con ENV modifica las características de la neurotransmisión serotoninérgica
(Ben-Menachen, 1995), noradrenérgica (Krahl, 1998),
GABAérgica y glutamaérgica (Walker, 1999) en el
SNC. Aunque por el momento se desconoce el mecanismo de la acción anticonvulsiva del ENV y su relación
con dichas modificaciones neuroquímicas, la fisiopatología de los trastornos afectivos y la acción antidepresiva de muchos fármacos han sido repetidamente relacionados con la modulación de dichos sistemas de neurotransmisión. A modo de ejemplo, se ha observado un
aumento en los valores de 5HIIA en el líquido cefalorraquídeo (Ben-Menachen, 1995) en pacientes epilépticos,
mientras que en animales se ha comprobado una activación del LC, principal fuente de noradrenalina del SNC
(Naritoku, 1995).
Por otro lado, es frecuente la asociación de síntomas
de disfunción vegetativa aparentemente mediados por el
nervio vago, a los síndromes depresivos (Glassman,
1998). Este hecho sugiere una alteración de las regiones
corticales encargadas del control vagal que podrían modificarse gracias a la estimulación de dicho nervio.
Revisión de estudios recientes
El conjunto de evidencias mencionadas impulsaron
los primeros estudios clínicos para confirmar las sospechas sobre la eficacia antidepresiva de la ENV. Algunos
de ellos ya han sido comentados. Nos centraremos, por
su especial relevancia, en uno de los últimos estudios
realizados (Rush, 2000).
Presentación del estudio
En junio de 1998 se inició un estudio piloto abierto
multicéntrico (USTW en Dallas, MUSC en Charleston,
Columbia PI en Nueva York y Baylor en Houston) ciego simple, no aleatorio, con el objetivo de valorar la eficacia antidepresiva y la seguridad de la ENV en el tratamiento de la depresión mayor resistente.
Características de la muestra
Se seleccionó una muestra de 38 pacientes, con una
media de edad de 47,5 años (DE, 7,5), que cumplían criterios de episodio depresivo mayor no psicótico, asociado a un diagnóstico trastorno depresivo mayor (70% de
los casos; 50% recurrente) o trastorno bipolar (30%).
Todos ellos presentaban trastornos graves, prolongados
e incapacitantes y con documentada resistencia a múltiples estrategias terapéuticas previas (habían sido tratados con una media de 18,4 tratamientos antidepresivos y
eutimizantes diferentes a lo largo de su enfermedad). En
el episodio depresivo índice, con una duración media de
4,3 años, los pacientes recibieron tratamiento sin éxito
con un mínimo de dos estrategias antidepresivas (tiempo
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y dosis suficientes) y psicoterapia. La puntuación basal
en la escala Hamilton 28 para la depresión fue en todos
los casos superior a 20, e inferior a 50 en la Global
Asessment of Function (GAF). Algunos pacientes recibieron medicación antidepresiva o eutimizante durante
el estudio, aunque en ningún caso se aumentaron las dosis prescritas inicialmente, una vez iniciado el período
basal y en las 12 semanas posteriores a la implantación.
Método
De los 38 pacientes seleccionados, 30 iniciaron y posteriormente completaron el estudio agudo y un seguimiento posterior durante 6 meses. El sistema NCP, la
técnica de implantación y las características de la programación fueron idénticas a las realizadas en pacientes
con epilepsia resistente. En el período previo a la implantación o basal se realizaron dos visitas incluyendo
una exploración física y neurológica, así como una recogida de síntomas a través de varios cuestionarios que
fueron repetidos en sucesivas revisiones. Entre ellos la
HDRS 28, la Escala de Montgomery Asberg 10 para la
depresión, la Escala Young para la manía y la hipomanía, la Clinical Global Impresión y las escalas para la
detección de efectos secundarios, así como la monitorización Holter durante 12 h. Tras una primera fase de
placebo simple ciego de 2 semanas de duración e inmediatamente posterior a la cirugía, se inició la fase de estimulación de 10 semanas, con un ajuste progresivo de
los parámetros durante las 2 primeras. En este tiempo el
paciente fue visitado con una frecuencia semanal. Tras
la finalización de esta etapa los pacientes pudieron elegir continuar con la ENV. Todos ellos fueron vigilados
clínicamente durante al menos 9 meses tras la finalización del estudio agudo.
Resultados
Al final de las 12 semanas, un 40% de los pacientes
(n = 12) cumplían criterios de respuesta (> 50% reducción en HDRS respecto al momento basal). Valorando
la mejoría en esta fase del estudio según la escala CGI-I,
el 3% de los pacientes presentaba un mínimo empeoramiento, el 27% no había objetivado cambios, el 30% se
sentía mínimamente mejor, el 20% bastante mejor y el
restante 20% mucho mejor. Un 17% de los pacientes
cumplió criterios de respuesta completa (puntuación ≤
10 en la escala HRSD 28) al final del estudio. Ninguno
de los pacientes había presentado cambios significativos
en la clínica depresiva durante la fase de placebo, manteniéndose las puntuaciones HDRS en este tiempo por
encima de 18. La respuesta comenzó a objetivarse de
forma progresiva a partir de la tercera semana, lo que
sugiere un inicio temprano de la respuesta, aunque más
de la mitad de la mejoría final en las puntuaciones
HAMD se produjo entre la semana 8 y la 10 de trata36
Psiq Biol 2002;9(1):32-40
miento. La mejoría observada de forma aguda se mantuvo en el seguimiento a largo plazo en la práctica totalidad de los respondedores (10 de 12). Por otro lado, 7 de
los 18 no respondedores cumplieron criterios de respuesta en los controles a largo plazo. Tras 6 meses de
tratamiento, el 57% de los pacientes de esta muestra (17
de 30) había cumplido criterios de respuesta. Los únicos
factores potencialmente significativos como predictores
de respuesta fueron la respuesta previa a la TEC (sólo
uno de los 7 pacientes que no habían respondido previamente a dicho tratamiento lo hizo a la ENV) y la intensidad de corriente aplicada, ya que los pacientes tratados
con corrientes menos intensas tuvieron mejor respuesta
(p = 0,07), quizá por constituir un subgrupo de pacientes
menos graves. Por otro lado, los pacientes que recibieron tratamientos más agresivos y exhaustivos durante el
episodio índice, con una supuesta mayor resistencia al
tratamiento, presentaron porcentajes de respuesta inferiores. Ningún paciente abandonó la fase aguda del estudio debido a efectos secundarios, lo que sugiere una
buena tolerancia de esta técnica. Del total de 30 pacientes, 29 (97%) eligieron continuar con el tratamiento durante el estudio a largo plazo. La imposibilidad para
mantener la eficacia antidepresiva a unos valores de estimulación que resultaran confortables para uno de los
pacientes obligó a la retirada del NCP tras 10,8 meses.
En líneas generales, los efectos secundarios registrados
fueron similares a los de estudios previos en pacientes
epilépticos (Handforth, 1998; ENV Study Group, 1995),
según se describirá más adelante. Se objetivó un caso de
agitación/pánico durante el estudio agudo que remitió
con la reducción de la corriente de estimulación y otro
de hipomanía disfórica durante el seguimiento a largo
plazo, posiblemente relacionados con la estimulación.
Un caso de empeoramiento de los síntomas depresivos
asociado a la abstinencia a benzodiacepinas fue registrado como no relacionado con la estimulación.
La ampliación de este estudio, con una muestra final
de 60 pacientes en tratamiento con ENV durante 6 meses (Sackeim, datos no publicados), obtuvo unos resultados similares. En concreto, un porcentaje del 31% de
respuesta según el HAMD y un 15% de respuestas completas (HDRS ≤ 10 al final del estudio agudo). Tanto los
respondedores como los que no respondieron obtuvieron
mejorías estadísticamente significativas en las escalas
de calidad de vida (SF-36), aunque en el primer grupo la
mejoría fue mayor e implicó a un número más elevado
de subescalas. Al igual que se había objetivado previamente, el tratamiento fue bien tolerado y la respuesta
antidepresiva se mantuvo en el tiempo. Por otro lado, algunos pacientes cumplieron criterios de respuesta en el
seguimiento posterior, lo que indica una potenciación
del efecto con el tiempo de tratamiento. Se encontró una
correlación estadísticamente muy significativa entre el
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grado de resistencia al tratamiento antidepresivo previo
y la tasa de respuesta a la ENV, lo cual sugiere que dicho tratamiento es más efectivo en pacientes con resistencias bajas o moderadas.
OTRAS ÁREAS DE APLICACIÓN
POTENCIAL DE LA ESTIMULACIÓN
INTERMITENTE DEL NERVIO VAGO
dorsal y otras áreas de control del nivel de alerta, sobre
la base de las cuales se ha sugerido la utilidad de la
ENV para el tratamiento de trastornos del sueño o del
nivel de vigilancia, como el coma o la narcolepsia. Un
estudio con 10 pacientes epilépticos demostró cómo la
ENV de alta intensidad y frecuencia podía modificar las
características del sueño, reduciendo el tiempo total y la
fragmentación de la fase REM (Vaugh y D’Cruz, 1999),
cambios similares a los observados con los fármacos antidepresivos.
Trastornos de ansiedad
En el estudio piloto inicial para depresión, la ENV se
asoció con mejorías en las escalas Hamilton para la ansiedad de la misma magnitud que las obtenidas para los
síntomas depresivos, lo que sugirió una acción ansiolítica añadida a la propiamente antidepresiva. No es absurdo pensar que un sistema como la ENV, con actividad
sobre el LC, principal fuente de noradrenalina (considerada fundamental en la patogenia y la regulación de la
ansiedad), podría tener efectos terapéuticos sobre dicha
sintomatología. Teniendo en cuenta las consideraciones
más estrictamente anatómicas, cabe destacar la conocida
teoría de las emociones de James-Lang, que sugiere que
la interpretación cerebral de ciertos cambios viscerales
transmitidos a través del nervio vago sería la responsable de los síntomas de ansiedad y otros síntomas afectivos. La taquicardia o la disnea serían causa y no consecuencia de la ansiedad. Esta teoría, muy discutida, no ha
podido sin embargo ser reprobada. Muchos investigadores actuales sugieren la existencia de bucles de información (periferia-SNC), pudiendo la información procedente del vago desempeñar un importante papel en la regulación de la ansiedad. Un dispositivo que regulase
este flujo de información aportaría beneficios sobre dicha clínica.
Obesidad, trastornos del sueño
y control del dolor
El nervio vago transmite información sobre el dolor,
el apetito y la saciedad, por lo que la ENV o alguna variante podría constituir una buena alternativa terapéutica
para las pacientes con obesidad resistente o determinados síndromes dolorosos. En un interesante estudio, la
estimulación vagal supradiafragmática bilateral produjo
una importante reducción de peso en perros, probablemente mediado por cambios en la información acerca
del grado de plenitud estomacal y la saciedad más que
por modificaciones en el metabolismo celular (Roslin,
NAASO, comunicación personal, 1999). Son conocidas,
por otro lado, las conexiones del nervio vago con el rafe
Rendimiento neurocognitivo y estimulación
intermitente del nervio vago
Los efectos de la ENV sobre las funciones cognitivas
fueron cuantificadas en el estudio abierto inicial para la
depresión sobre un total de 27 pacientes que completaron las pruebas de evaluación neuropsicológica antes del
tratamiento y tras 8 semanas de aplicación de la ENV
(Sackeim, observaciones no publicadas, 2000). Ninguno
de los parámetros neurocognitivos medidos empeoró
tras el tratamiento, es más, el rendimiento había mejorado en algunos de ellos respecto al valor basal, concretamente la velocidad motora (finger taping), las funciones
psicomotoras (digit symbol test), el lenguaje (fluencia
verbal) y las funciones ejecutivas (razonamiento lógico,
memoria de trabajo, inhibición de la respuesta o impulsividad), existiendo una correlación en alguno de los parámetros con la mejoría depresiva. En el estudio realizado por Clark (1999) se estudió la memoria de reconocimiento verbal en 10 pacientes epilépticos participantes
en un estudio clínico sobre la ENV. La estimulación vagal administrada después del aprendizaje y durante la
consolidación de los recuerdos produjo una potenciación del reconocimiento verbal dependiente de la intensidad comparada con la del grupo placebo. Otro trabajo
ha demostrado la capacidad de la vagotomía para atenuar las propiedades de potenciación mnésica de las anfetaminas. Por tanto, la ENV podría tener una capacidad
potenciadora de ciertas actividades cognitivas, si bien
son necesarios más estudios al respecto.
Futuras aportaciones en el uso de la
estimulación intermitente del nervio vago
La eficacia de la ENV como terapéutica anticonvulsiva ha sido bien demostrada, y su potencial antidepresivo
está ganando credibilidad con los recientes estudios clínicos. A pesar del optimismo inicial no todos los pacientes pueden beneficiarse de esta modalidad de tratamiento, por lo demás no exenta de ciertas incomodidades y riesgos. El desarrollo de técnicas menos invasivas
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permitiría una más amplia y segura utilización de la
ENV. En este sentido, se han propuesto varios métodos
alternativos de estimulación vagal, como los sistemas
percutáneos no permanentes o las técnicas de estimulación magnética para estimular desde el exterior al nervio, por el momento con poco éxito (Sackeim, datos no
publicados, 1998). Otra posibilidad consistiría en el descubrimiento de predictores de respuesta a la ENV a partir de datos de la historia clínica o las pruebas complementarias. Un estudio realizado en pacientes epilépticos
halló una correlación entre el aumento del flujo sanguíneo en el tálamo durante la estimulación inicial y la disminución de las crisis convulsivas en las siguientes semanas (Henry, 1999).
Por otro lado, diversos estudios efectuados en animales demuestran cómo parámetros de estimulación diferentes a los utilizados para el tratamiento de la epilepsia
pueden tener efectos selectivos sobre el comportamiento, probablemente debido a la activación específica de
ciertos circuitos neuronales con relación a algunos parámetros de estimulación.
Efectos secundarios, tolerancia y seguridad
En líneas generales, se puede afirmar que la ENV es
una técnica bien tolerada y segura (Academia Americana de Neurología, en referencia al tratamiento con ENV
de la epilepsia; Fisher y Handforth, 1999). En una
muestra de 172 pacientes epilépticos estudiados durante
2 años, el 80% de los mismos continuaba con el tratamiento al finalizar el período de observación, lo que indica una buena tolerancia a largo plazo de esta técnica
(Cyberonics, Inc., 1998, estudio no publicado). Es más,
según se despende de observaciones no controladas, a
medida que aumenta el tiempo de aplicación de la ENV
se produciría una importante disminución de la frecuencia de los efectos secundarios que correspondería a los
fenómenos de acomodación a los mismos.
En general, los efectos adversos relacionados con la
ENV pueden clasificarse en dos grandes grupos. En primer lugar, encontramos los relacionados con la cirugía,
poco frecuentes, que suelen aparecer a corto plazo y que
se resuelven, generalmente, sin secuelas. Un segundo
grupo estaría constituido por los efectos debidos a la estimulación vagal propiamente dicha, con frecuencia proporcionales a la intensidad de la señal y fácilmente controlables al reducir dicha intensidad.
Intentaremos enumerar los principales efectos adversos centrándonos en los registros realizados durante los
primeros estudios en pacientes epilépticos. Las complicaciones relacionadas con la cirugía detectadas en un total de 199 pacientes fueron parálisis de la cuerda vocal
izquierda (1%), paresia de musculatura facial (1%) y do38
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lor por acumulación de fluido sobre el generador de pulso (0,5%), todas disipadas con el tiempo. Fue necesaria
la retirada del dispositivo en un 1,5% de los pacientes
debido a infección posquirúrgica. Otras complicaciones
perioperatorias, de menor gravedad, fueron: dolor
(29%), tos (14%), cambios en la voz (13%), dolor torácico (12%) y náuseas (10%). Los únicos efectos relacionados con la estimulación vagal que ocurrieron con más
frecuencia en el grupo tratado con ENV que en el control fueron la disnea y la alteración de la voz. No se detectaron efectos de tipo cognitivo, sedativo, visual o alteraciones en la coordinación, ni cambios en los tests de
función pulmonar, monitorización Holter, parámetros
hematológicos o bioquímicos habituales. Los efectos secundarios fueron establecidos como débiles o moderados en el 99% de los casos. No se produjeron fallecimientos durante ninguno de los estudios mencionados.
Se han estudiado con especial interés los efectos de la
ENV sobre la función cardíaca, por ser el nervio vago
un regulador fundamental de su actividad. Para ello, se
utilizaron técnicas de monitorización Holter en más de
250 pacientes epilépticos tratados con ENV, sin detectarse cambios significativos en el funcionamiento cardíaco respecto al valor basal (Handforth, 1998). Es más,
según se publica en un estudio reciente, los pacientes
epilépticos tratados con ENV presentarían tasas de
muerte súbita inferiores a las esperadas para la edad y
características del paciente, sugiriendo un posible efecto
protector de la ENV, quizás relacionado con la modulación de la actividad vagal sobre el corazón o las estructuras reguladoras troncoencefálicas. Estos resultados, si
bien son satisfactorios, han resultado desconcertantes
para muchos autores. Hasta la fecha no se ha encontrado
ninguna explicación satisfactoria para estos hallazgos.
Algunos autores han propuesto que ambos nervios vagos podrían desempeñar funciones diferenciadas en la
regulación cardíaca en virtud de la cual quizás existiría
un control auricular preferente por el vago derecho y
ventricular por el vago izquierdo, ya que es menos probable que una estimulación ventricular produzca una
arritmia. Esta hipótesis encuentra algunos obstáculos en
los resultados de la investigación experimental con animales; por otro lado, se ha descrito el caso de un paciente tratado con estimulación vagal derecha sin complicaciones cardíacas asociadas (Moris, comunicación personal, 1999). Quizá, como proponen algunos autores, la
respuesta funcional cardíaca dependería más de los parámetros de estimulación que del nervio (izquierdo o derecho) estimulado.
Por último, aunque en líneas generales los efectos sobre la función cardíaca son mucho más leves de lo esperado, se conocen varias excepciones. Se han descrito
6 casos de asistolia de 10-20 s, todos ellos durante la realización de la prueba de estimulación inicial (Lead Test),
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Gabilondo A, et al. Estimulación del nervio vago. ¿Un nuevo tratamiento biológico para la depresión?
la primera estimulación que recibe el paciente tras la implantación del dispositivo, todavía en el acto quirúrgico.
En tres de los pacientes se decidió la retirada del dispositivo. No se han descrito secuelas a largo plazo relacionadas con este acontecimiento y la reactivación de la ENV
no produjo nuevos efectos adversos de tipo cardíaco en
estos casos (Asconape, 1999; Tatum, 1999).
CONCLUSIONES
Los datos procedentes de los estudios realizados sugieren una eficacia antidepresiva de la ENV en pacientes resistentes a otros tratamientos, con respuestas que
podrían mantenerse durante muchos meses en un porcentaje elevado de los casos. En líneas generales, se trata de una técnica bien tolerada y segura, con efectos adversos considerados por los pacientes como leves, lo
que favorece el cumplimiento y mejora el pronóstico a
largo plazo.
Quizá la ausencia de desarrollo de tolerancia a los
efectos antidepresivos podría estar relacionada con las
características del estímulo, intermitente en lugar de
continuo.
Por el momento, no se han encontrado factores predictores de repuesta a la ENV, aunque la completa ausencia de respuesta previa a la TEC y la utilización de
corrientes de estimulación más intensas podrían constituir predictores de mala respuesta. Al igual que se ha
detectado en pacientes epilépticos, podría existir una correlación entre ciertos cambios regionales en el riego
sanguíneo cerebral y la respuesta antidepresiva a la
ENV.
El lugar que ocuparía la ENV en los protocolos de tratamiento para los trastornos afectivos queda aún por definir. Es cierto que difícilmente una modalidad quirúrgica constituirá una primera línea de tratamiento para la
depresión, pero tampoco debería relegarse a un último
lugar, teniendo en cuenta la disminución de su eficacia
en los pacientes más resistentes.
Si bien muchos de los fármacos anticonvulsivantes
son también buenos eutimizantes, la ENV ha demostrado su capacidad para inducir hipomanía. No deberían extraerse conclusiones sobre su eficacia como eutimizante, no hay que olvidar que estos efectos se produjeron sobre una muestra de pacientes en tratamiento
antidepresivo concomitante y en ausencia de grupo
control.
Dadas las características de estos estudios dichos resultados han de interpretarse con mucha cautela; no obstante, éstos exceden sustancialmente cualquier expectativa previa teniendo en cuenta la gravedad de los pacientes estudiados. Parece suficientemente justificada la
realización de nuevos y mejores estudios.
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