Autor; Micó Álvarez, Vicente Asignatura; La dona en la antiguitat Profesores; Estíbaliz Tébar y Manuel Requena 1.- Egipto, Reino de la espiritualidad femenina Existen gran variedad de hipótesis acerca de si las mujeres y hombres, estaban equiparados en el terreno sacerdotal, aunque si bien existían tanto cargos sacerdotales como femeninos, no esta muy claro si estaban equiparados los cargos. Según el historiador Christian Jacq1; “Tal cual no existían grandes diferencias entre hombres y mujeres sobre el suelo egipcio, tampoco las había en el cielo, en el otro mundo ni en el mundo del espíritu. Una mujer podía desempeñar las más altas funciones sagradas” Por otra parte, Gay Robbins2; afirma que a pesar de existir cargos femeninos en el ámbito religioso egipcio, estos “se podían contar con los dedos de una mano (...) ni siquiera en el culto a Hathor llegaban a alcanzar posiciones administrativas” La reina de Egipto podía desempeñar las funciones de soberana de todos los cultos, celebraba rituales y delegaba sus poderes espirituales y litúrgicos en grandes sacerdotisas. Las grandes sacerdotisas, recibían diversos tratamientos como “la esposa”, “la protectora”, “la madre de dios”. En la VI dinastía se añadieron a los nombres y títulos de la madre del rey, la esposa e hijas, el nombre de la pirámide, de tal forma se convertían en la “madre de la pirámide” o “esposa de la pirámide”, ejerciendo su protección sobre el monumento. Una sacerdotisa debía de realizar los ritos diarios, además de las fiestas y gobernar su personal. Se repartían en 4 equipos, llamados “phyles” con diversos grados: Las purificadas (uabut), las que velan (ureshut), las que aman o son amadas (merut) y las mas altas, las que sirven a la potencia divina (hemut-neter). Desde el imperio Antiguo, existen testimonios de mujeres desempeñando estos papeles religiosos, existían sacerdotisas de la diosa Hathor, con menor frecuencia de la diosa Neith. Desde el imperio Medio se conocen unas pocas sacerdotisas “wahet”. Este titulo es la forma femenina del habitual sacerdote “Wab”, rango diferente a “hem netyer”. Se cree que las “hemet netyer” estaban relacionadas con las representaciones musicales, en las ceremonias de culto. Sin embargo, el titulo de “sacerdotisa de Hathor” siguió siendo común para las mujeres durante el imperio Medio. 2.- Las iniciadas en los cultos de Hathor 2.1 ¿Quién es Hathor? Compuesto de dos palabras, Hut-Hor, significa templo de Horus. Es el espacio celeste que contiene a Horus. Gozaba de gran popularidad en todo Egipto, estando su residencia favorita en Alto Egipto, en Dandara. Ella concedía la belleza, la juventud y el fuego del amor. Así también enseñaba el arte de la danza. Solía residir en un sicómoro, ella aseguraba la subsistencia de las almas, con la madera de este árbol se fabricaron los sarcófagos. 1 2 Christian Jacq; Las Egipcias. Página 293 Gay Robbins; Las mujeres en el antiguo Egipto, Página 155 II 2.2 La cofradía de las siete Hathor En época tolemaica existía una comunidad de 7 mujeres con los títulos de “perfectas, bellas y ensortijadas” encargadas de celebrar los ritos de Hathor los cuales se remontan a época antigua. Tocaban música, bailaban y cantaban, después de un paseo ritual por las marismas donde habían hecho susurrar los papiros en honor a la diosa, terminaban con la ofrenda del vino. También recibían en nombre de “Las Venerables”, ahuyentaban el mal, mantenían la armonía y favorecían todo fenómeno relativo al nacimiento. La superiora tenia un cetro con el extremo en forma de umbela de papiro. Las hermanas iban vestidas con largos vestidos y se adornaban con cintas de hilo rojo, con siete nudos. Eran responsables de la duración de la vida de los seres humanos, se hallaban presentes simbólicamente en cada nacimiento. Podían conceder longevidad, estabilidad, salud y descendencia, señalaban además el final de un destino. Nuestras Hadas son las herederas de estas 7 Hathor. Las iniciadas en los misterios utilizaban diez objetos sagrados: collar de resurrección; la clepsidra(2); dos sistros(3); símbolo hathórico real, dos alas que protegían a Egipto y cosmos; el mammisi, lugar de descanso del templo; un recipiente con leche; un cántaro con la bebida de la ebriedad sagrada; una corona para la frente de la diosa; una puerta fundada por el sol femenino. 3.- Cantoras, bailarinas e instrumentistas 3.1 La Reina músico La reina era la primera instrumentista del reino, sabía salmodiar los textos sagrados e incluso, en algunas fiestas daba las pautas de los pasos de danza del ritual. Si bien la música y danza no es exclusiva de mujeres, todas las sacerdotisas se iniciaban en ellas. 3.2 Cantoras sagradas En la ciudad de Edfú se celebraba una fiesta con motivo de conmemorar la victoria de Horus sobre las tinieblas, en ella participaba una iniciada llamada shemayt la cantora. Era frecuente incluso que esta fuera la propia reina, asistida por otras cantoras, las mujeres de Busiris y Buto. Cantaban diversos cantos, uno de los más famosos fue el de “los cuatro vientos”, encarnaban los vientos de cielo e intervenían en el ritual cuando las puertas del cielo se abrían permitiendo el paso del resucitado. Norte traía la vida; Este ofrecía el aliento del Oriente; Oeste tenía su origen en el vientre de un dios; Sur proporcionaba el agua de la vida. III 3.3 Instrumentistas de lo divino Dos instrumentistas, se dirigían a la totalidad del cosmos; marcaban el compás, tocaban el arpa. Solían estar relacionadas con Hathor. Repelían las malas influencias. Se encargaban también de recibir al monarca con cantos y música. Utilizaban como instrumentos, el sistro y el collar menat. El sistro; era un mango atravesado por varillas móviles, al sacudirlo producían sonidos. El collar menat; tenía gran numero de perlas pequeñas, al entrechocar marcaban el ritmo. Además de estos dos, tocaban el arpa, flauta, oboe, pandereta, castañuelas y matracas 4. - Las esposas del dios Amón Otro de los títulos sacerdotales es de “duat netyer” (adoradora divina. Apareció sobre la dinastía XVIII. En el tercer período intermedio(Dins XXI–XXIII 1078-748) se llegó a asociar a la esposa del dios Amón. En el reinado de Hatshepsut, el titulo lo ostentaba la hija del sacerdote principal de Amón, con Tutmosis III la madre de la esposa principal. En un principio se creyó que este titulo señalaba la “heredera real”. Realmente no existía una princesa “heredera” ya que ni la madre de Hatshepsut tuvo este titulo. El rey Amosis dotó a las poseedoras del titulo de un terreno propio y funcionarios que lo administraban. Puede ser que por los años 1000 a 525, fueran una dinastía de mujeres gobernantes de la ciudad de Tebas, con un poder temporal sobre la ciudad. Se le proclamaba en el templo soberana del circuito celeste. Se anunciaba la titularidad por lo que se convertía en “la que dirigía la subsistencia de todos los seres vivos” La adoratriz se iniciaba en los misterios de su función, a través del “ascenso real” conducida por el dios. En Karnak recibía las enseñanzas relativas a la función cósmica del faraón. Debía tocar el sistro ante el dios para apaciguarlo y evitar su ira, así como estimularlo para que no se agote su fertilidad ante futuras plagas. Al igual que éste, poseía capacidad de consagrar monumentos, plantar jalones de un área sagrada, consagrar ofrendas etc... Podía ser representada por una esfinge. Aun así no son faraones, ya que su período de regencia terminaba al cabo de unos años, y tampoco podían edificar grandes templos. Es una realeza más espiritual que temporal. Aun así participan de la eternidad estelar y solar. Toda adoratriz disponía de servicios administrativos dirigidos por un gran intendente, un consejero allegado al faraón. Se podía invocar en nombre de la adoratriz como testigo sagrado de un acto legal. Aseguraban su sucesión mediante adopción. El rey proponía una princesa miembro de la familia, ésta era llamada hija y la adoratriz madre. La madre debía educar a su hija y mostrarle los secretos de su futuro cargo. Reinaban conjuntamente hasta el “eclipse” de la madre voluntario o por desaparición. A pesar de todo esto, el título cayó en desuso a partir del reinado de Tutmosis III, quien redujo deliberadamente la importancia de la función. Quizá el poder político de Hatshepsut derivó de la utilización de la autoridad de la función sacerdotal de la esposa IV del dios. Tutmosis III pudo sentir la necesidad de eliminar al cargo cualquier tipo de autonomía a modo de que ninguna mujer pudiera utilizarla para reclamar poder político. Desde entonces las poseedoras del titulo lo utilizaban con poca frecuencia. Solo a partir de la dinastía XIX recupera algo de prestigio, siguió en vigor en la XX, después de esta los reyes asimilaron el titulo a fin de afianzar su autoridad en la ciudad en Tebas. 5. Religión personal y muerte Las ceremonias oficiadas en los templos, tenían como meta servir a la religión estatal, en el plano cósmico, para mantener el orden y funcionamiento del universo. El hombre de la calle, podía participar en los ritos, aunque no estaban dirigidos a sus necesidades personales. A partir del I. Medio, sí podrá incorporarse a los ritos, en la medida de poder levantar estatuas y estelas votivas en templos. Existen estatuas sedentes, arrodilladas ofrendando algo o en pie portando un estandarte. También de escribas. Aunque no existía la posibilidad de que una mujer poseyera una estatua de escriba, tampoco portadoras de estandartes, en general las estatuas eran un privilegio casi masculino, aunque una mujer podía ser representada en un conjunto. Las mujeres a su vez podían levantar estelas votivas, generalmente tienen una formula tal como: “Gloria sea dada a (divinidad), besando el suelo ante (la misma divinidad u otra) por el ka (el dedicante)”generalmente representa al dedicante ofrendando alguna cosa a la divinidad nombrada. En Egipto siempre se ha creído en la vida tras la muerte. Le correspondía al hijo el hacerse cargo de los ritos pertinentes; celebración de ritos, llevar alimentos a la tumba etc. Tanto mujeres como hombres, comparten el mismo más allá y tienen las mismas necesidades de enterramiento o culto. En el Imperio Antiguo se conoce de la existencia de sacerdotisas funerarias, incluso se conoce la existencia del título de “supervisora de sacerdotes funerarios”; este titulo no obstante muere con el Impero Antiguo. En las escenas aparecidas en tumbas, esposas e hijas realizaban ofrendas para el propietario, agitan sistros y collares menat hacen referencia a la resurrección prometida por Hathor, debido a la asociación de la diosa con la música es frecuente encontrar escenas mostrando danzas. Es frecuente encontrar a la mujer llorando a los pies del ataúd del marido con un grupo de plañideros de ambos sexos. Otras mujeres representaban en funerales a Isis y Neftis, las plañideras por excelencia al haber llorado la muerte de Osiris. Como ya se ha mencionado, las mujeres y los hombres comparten el más allá. Tanto hombres como mujeres esperaban disfrutar de él, así pues recibían enterramientos similares al de los hombres. El cadáver se situaba junto a su ajuar en una fosa profunda excavada en el suelo. La fosa se llenaba y suponía que no se abriría de nuevo. Los más ricos de la sociedad, podían disponer de una segunda parte en su tumba, al capilla donde los vivos podía ir a rezarle y/o a hacerle ofrendas. Generalmente eran construcciones exentas. Se cubrían sus paredes con puertas falsas, estelas e incluso estatuas del fallecido, esto a partir de Imperio Medio. Su decoración solía girar en torno al propietario de la tumba, las mujeres que aparecieren representadas lo hacían no obstante de un modo subordinado. Era muy raro el que una mujer tuviera una capilla funeraria propia. Un ejemplo es la capilla de Senet en Tebas, la madre del visir. Y aún así es más probable que su hijo ordenara su levantamiento, más que lo ordenara la propia Senet. El por qué las mujeres ricas tampoco tenían capillas, podría derivar del hecho que la propiedad estaba reservada a la ocupación de una función burocrática, de la que las V mujeres estaban excluidas al menos teóricamente. Otra explicación es que había pocos funcionarios capaces de construir tantos recursos en sus enterramientos. También es posible que el enterramiento de las esposa corriera cargo del marido, en este caso ninguna mujer por rica que fuera sería capaz de construirse una capilla propia . Una soltera o divorciada quizá tuviera que ser enterrada en la tumba de un pariente varón al carecer de cónyuge. En Deir el Medina los trabajadores se construían sus propias tumbas hecho que explicaría que tuvieran sus propias capillas. La decoración es inusual aunque sigue girando en torno a la figura del propietario varón aunque se representaba a su familia. En esta ciudad, sabemos que las mujeres podían heredar las tumbas, se supone más bien que se hereda el hecho de enterrarse más que el de poder cambiar la decoración de la tumba, esto explicaría el que careciéramos de testimonios en las capillas que revelen tal hecho. En Imperio Antiguo el cuerpo de una mujer fallecida recientemente recibía los mismos cuidados que el de un hombre. Se enterraba con ajuar propio y se momificaba a partir de descubrir la momificación. Se les proporcionaron “shabtis(4)” que eran figurillas funerarias en el Imperio Medio. En el Imperio Nuevo se colocaron “escarabeos corazón(6)”, tenían escritos destinados a impedir que este órgano atestiguase contra su propietario en el momento del juicio. También a partir del Imperio Nuevo se hizo común colocar una copia del Libro de los muertos. Parte del ajuar funerario eran joyas, vestidos, pelucas y muebles además de vasos canópicos(7), esto es común a ambos sexos. En algunas escenas ramésidas se representan dos ataúdes a la entrada de una tumba, uno es el del propietario y el otro el de su esposa. Estas escenas reúnen dos enterramientos separados en un solo acontecimiento. Sin embargo no tenemos noticias de representaciones de maridos llorando desconsoladamente a sus esposas A pesar de estar subordinadas al hombre en los monumentos funerarios, compartían el culto funerario. En el imperio Antiguo tenemos documentos que establecen que un funcionario ha de velar por su culto y el de su padre además de ocuparse del de su esposa y de su madre. Uno de los textos más frecuentes es el llamado hetep di nesu, cuyo objetivo es asegurar las necesidades del difunto en el más allá; “Una ofrenda que el rey da a Osiris, señor de Busiris, el gran dios, señor de Abydos, que él pueda dar ofrendas de invocación consistentes en pan y cereales, ganado mayor y aves de corral, alabastro y vestidos y todas las cosas buenas y puras con las que vive un dios, para el ka del reverenciado Senuseret” A finales de imperio Antiguo los hombres se identificaban con Osiris mediante la colocación de su nombre como prefijo del propio. Las mujeres también podían hacerlo aunque Osiris es una deidad masculina. Los ajuares, monumentos, textos y ritos están adaptados de las formas masculinas mediante el cambio de pronombres masculinos en textos. Se asumía que tanto hombres como mujeres estaban destinados a disfrutar del más allá y requerían pues la satisfacción de las mismas necesidades para hacerlo. VI BIBLIOGRAFÍA A continuación expongo los libros que he consultado así como las algunas páginas web de las que me he valido para conseguir información. Las mujeres en el antiguo Egipto. Gay Robbins. Editorial Akal Hijas de Isis. Joyce Tyldesley. Editorial Martínez Roca Las Egipcias. Christian Jacq. Diccionario de Mitología Egipcia. Elisa Castel. Editorial Adelbarán Diccionari de Mitología clásica. Michael Grant i John Hazel. Diccionaris de l’enciclopèdia www.egiptologia.com VII INDEX 1.-Egipto reino de la espiritualidad femenina...........II 2.-Las iniciadas en los cultos de Hathor..................II 2.1 ¿quién es Hathor?......................................II 2.2 La cofradía de las siete Hathor...................III 3.-Cantoras, Bailarinas e Instrumentistas...............III 3.1 La Reina músico........................................III 3.2 Cantoras Sagradas....................................III 3.3 Instrumentistas de lo divino.......................IV 4.-Las esposas del dios Amón...............................IV 5.- Religión personal y muerte...............................V 6.- Bibliografía....................................................VII VIII