551 AUTOCOMPLACENCIA DE NARCISO Amedeo Cencini Historia de un virus Narciso en la mitología griega, es un hermoso joven del cual se enamora una bella jovencita llamada Eco, bella aunque un tanto parlanchina (también antiguamente...), hasta tal punto parlanchina que hasta los dioses, perturbados por su incorregible verborrea, en un momento deciden... intervenir por autoridad, dejándola prácticamente muda, o mejor sólo capaz de repetir las últimas palabras pronunciadas por otra persona (o de hacerle... el eco). Y de esta manera la jovencita no puede hacer su declaración de amor, su única posibilidad es que Narciso pronuncie esas tres palabras estratégicas, como un SOS. Pero éste no las pronuncia, se prepara en efecto para ser deseado, más bien, también él siente atracción por la muchacha, pero no acepta el cambio. Eco está limitada, está impedida, es demasiado poco para él...; y no pronuncia la palabra de amor. Eco, entonces, muere de angustia, y los dioses, ahora a su favor, castigan al bello muchacho, con una pena en verdad singular: lo condenan a enamorarse de sí mismo. Hoy quizás esta no sería considerada una condena (hay a nuestro alrededor muchos adoradores de sí mismo), en realidad está entre las mayores penas. Narciso comienza SEMINARIOS AÑO 2003 DOCUMENTACIÓN Continuamos con nuestro proyecto de identificar algunas de las formas de faltas de libertad interior. En esta ocasión nos fijamos en una manera particularmente sutil y no fácil de reconocer, por estar toda ella construida sobre una serie de equívocos, y no siendo sin embargo cosa rara, hay quien dice que es la enfermedad de nuestro tiempo. Se trata del narcisismo, en parte perturbación psíquica, en parte virus que penetra por doquier. nº 170 Amedeo Cencini DOCUMENTACIÓN 552 desde entonces a encerrarse en sí mismo, a no buscar más a ningún otro, a dialogar consigo solo, a no tener necesidad de nadie. Pero en este punto sucede una cosa extraña: todos estas operaciones autorreferenciales no lo calman, más bien, lo dejan con una duda atroz y burlador: ¿soy de verdad digno de amor o no? ¿soy hermoso o no? Sin embargo ha descubierto que las aguas del lago reflejan su imagen (aún no existían los espejos) y todas las mañana cumple la liturgia autocelebrativa: se mira en esta agua para contemplarse y convencerse de que de verdad es el más bello, el más valiente, el más... todo. Pero la ilusión dura un instante como una rabieta la duda; y así cada mañana debe repetir su “rito de las aguas”. Hasta que una mañana, en el intento de capturar para siempre aquella imagen como signo definitivo de su amabilidad y belleza, se asoma excesivamente, cae en el agua y muere ahogado, ahogado en la imagen fatua y falsa del yo, para decir a todos que el autoenamoramiento es una operación que va a la quiebra, como un suicidio. Raíces En primer lugar Narciso no es alguien que no ha sido amado, sino que rehúsa el amor. Lo rehúsa porque no lo aprecia, lo considera ya pasado, porque él el amor lo quisiera perfecto, de personas a su vez perfectas. Por esto el amor de otro nunca le es suficiente, ahí quiere siempre más, es insaciable y se convierte en alguien siem- SEMINARIOS AÑO 2003 pre descontento, no sabe descubrir los así llamados pequeños signos de benevolencia ni sabe gozar el ser bienamado. O bien, no es libre para aceptar al otro en su imperfección, de acogerlo en su diversidad, en consecuencia no es libre para dejarse amar por el otro según su capacidad, de la forma que el otro sea capaz. Pero esta es pretensión absurda de vivir en otro mundo, visto que no existe en esta tierra derecho alguno a la vida perfecta o al amor perfecto, y es también una pretensión ingrata porque todos hemos sido amados (y también mucho) por personas limitadas, empezando por nuestros propios padres; más bien esto es propiamente lo hermoso del amor, que soporta las imperfecciones de los amantes y los amados, y es casi siempre amor verdadero. Otra razón sutil: Narciso no reconoce y casi ignora cualquier afecto porque es del todo gratuito e inmerecido, no ha hecho nada por conquistarlo, no es fruto de sus fatigas, no ha tomado él la iniciativa... Pero precisamente aquí está el problema, porque ésta es como una ofensa para uno que piensa que se-ha-hecho-a-sí-mismo, para quien cree que nunca ha tenido que dar gracias a nadie y se olvida de que la vida es un bien recibido y que no tienen el origen en sí mismo. Es la otra cara de la moneda respecto al primer punto: Narciso no es libre de reconocer el mérito del otro, la bondad y la iniciativa del tú en la confrontación con el yo; no puede admitir que ha sido querido de modo excelente y gratuito. En consecuencia no nº 170 Autocomplacencia de Narciso es libre de dejarse amar en su personal no amabilidad, en su imperfección, dejando que el otro dé el primer paso o... lo haga todo. Y es otra gran desdicha, porque de este modo se entumece, cerrándose a la experiencia más bella del amor, y el amor mismo no es ya gratuito, sino que se convierte en un derecho, una imposición, lo contrario del amor. ¿Qué quiere decir en este caso ser narcisista? SEMINARIOS AÑO 2003 553 DOCUMENTACIÓN El narcisista, como hemos visto ahora, es esencialmente uno que no se deja amar, no porque no lo quiera (eso no sería posible), ni porque esté cautivo y menos demente, sino más simplemente... porque no puede. Para dejarse amar concurre una doble libertad que él no tiene: la libertad de hacerse querer por el otro con los límites y capacidad que cualquier persona tiene, y la libertad de dejarse amar en la propia no amabilidad, en los propios límites, de modo desmerecido y gratuito. Nosotros pensamos que lo más importante y difícil que hay es el amor que debemos a los otros; la vicisitud de Narciso nos cuenta que en primer lugar viene la disponibilidad a dejarse amar, o que el amor es antes que nada recibido. Quizás cuánto amor hay en la vida de cada uno que nosotros habíamos dejado allí, que no hemos recogido, que sutilmente habíamos despreciado y escarnecido, que nos hemos permitido subvalorar, de considerarlos de escaso valor y cuali- dad, de quien orgullosamente habíamos podido hacer de menos, o que expeditivamente habíamos considerado pequeño, insuficiente, imperfecto... ¡Ese Narciso que hay en nosotros, vanamente enamorado de su yo, no puedo aceptar ser amado por un amor imperfecto! O bien quizás cuanto amor no hemos acogido a lo largo de nuestra historia simplemente porque era... demasiado fácil y cumplido, porque no hacía resaltar bastante nuestra persona y nuestro méritos, porque no era fruto de nuestra conquista, y más bien, estaba ligado a una debilidad nuestra perdonada, olvidada, tratada con misericordia, o a una incapacidad que no se ha hecho pesar, a un fea figura que ninguno más ha recordado, a un error que otros han de alguna manera ajustado, a un fallo que no se ha subrayado, a una deuda que no se ha tenido en cuenta, a una maldad de la cual hemos sido absueltos... También aquí, quizás cuántas veces hemos sido amados de igual manera, con hechos a veces tan discretos que resultaban invisibles, tanto que no lo hemos advertido siquiera y no nos hemos tomado la obligación penosa de dar gracias a nadie. Y no porque seamos necesariamente ingratos, sino porque decir gracias llevaría implicado el tomar conciencia de que habíamos sido amados en lo más amable que había en nosotros, y esto nos resulta extremadamente difícil admitirlo. No, todos queremos ser amados, ¡eso faltaba!, pero nos molesta o cuanto menos no nos es fácil aceptar ser apre- nº 170 Amedeo Cencini DOCUMENTACIÓN 554 ciados donde no lo merecemos y a pesar de que no lo merezcamos; el narcisismo significa propiamente esto, la pretensión de merecer el amor, y es exactamente la pretensión narcisista la que nos hace fatigosos aceptar el amor totalmente gratuito y sin merecimiento. Sin embargo es así como nos ama Dios, y no sólo Dios... Pero nosotros no lo advertimos, porque no somos libres de dejarnos querer bien de esta manera, o bien admitiendo no merecer el amor. Y quizás nos lamentamos de no haber sido suficientemente amados o andemos buscando el amor quien sabe donde o de quién, y corremos el riesgo de convertirnos en seres insaciables o mendigos de aquello que poseemos en abundancia, o insensibles ante los pequeños y exquisitos gestos de atención y cariño en nuestros momentos de estancia con otros, o acabemos por reducir el amor solo al gesto material y satisfaciente de los sentidos, convirtiéndonos en seres burdos además de ingratos. Consecuencias Consideramos aquí sólo una que es la relativa al sentido del yo, que además es la consecuencia más relevante: el narcisista, en efecto, se cierra cada vez más en sí mismo y decide no tener necesidad de nadie. En efecto el otro es como eliminado de su vida, visto que sólo acepta el amor perfecto y que pretende haberse construido con sus propias manos o haberse ganado todo cuanto tiene o es. Pero SEMINARIOS AÑO 2003 precisamente aquí se oculta el virus y la auto-condena ruinosa, o bien en la pretensión de ser artífice de sí mismo, creador de la propia fortuna. En este auto-enamoramiento frustrante, por una lado será bastante difícil para el narcisista aceptar los propios límites y fallos y hacerse amar precisamente allí. Por otro lado no solo estará cada vez más solo y a veces incluso deprimido, sino que estará progresivamente oprimido y apesadumbrado por el peso de esta pretensión, por el terrible equívoco de deber merecer todo: Dios es el amor, el premio terreno y eterno, los amigos y el éxito..., es posiblemente vencer siempre o llegar antes que los otros. Vive obsesionado por su autos, por su ego, por su bienestar, por sus sentimientos, derechos, acontecimientos. Ni la vida espiritual será jamás contaminada. Dios es para él solamente una muda superficie sobre la cual hacer rebotar la propia satisfacción; la plegaria, la oración de sí y de sus propios sentimientos, enredo del yo sobre sí mismo, en un monólogo más o menos complacido cuando centro del universo o polo de atracción son dos letras mágicas: yo. Un yo que ha olvidado la palabra más importante del cosmos: tú. Y entonces se encuentra lejos de Dios y de los otros. Narciso está más lejos de Dios que Caín... nº 170 (Mondo Voc, febrero 2003. 18-20)