AMIGOS Y SERVIDORE DE LA PALABRA 22 mayo 2010, sábado. VII semana de Pascua DE LA PALABRA DEL DIA “Pablo permaneció dos años enteros en una casa que había alquilado, y recibía a todos los que acudían a él; predicaba el Reino de Dios y enseñaba lo referente al Señor Jesucristo con toda valentía, sin estorbo alguno”. Hch 28, 30-31 ¿Cómo vivir esta Palabra? Pablo está en Roma con arresto domiciliario, hoy diríamos en espera de ser llamado a juicio. Su posición no es ciertamente la mejor. Vive continuamente bajo la vigilancia de un soldado, con la imposibilidad de poder salir y en una situación que no constituye ciertamente una óptima presentación. Pero a él no parece preocuparle. Comienza enseguida a llamar a los judíos, y después emprende, con su característico ardor, su actividad evangelizadora. ¡Pensemos que está en prisión a causa de la misma! Un día escribirá: ‘mi sangre está a punto de ser vertida como libación’. Por tanto no se trata de falta de conocimiento de la gravedad de su situación. No es ni siquiera una inoportuna actitud de desafío. Pablo se ha adherido con todo el corazón a la causa de Cristo. No puede callar, no puede sustraer a los otros el esplendor de aquella luz que lo deslumbró en el camino de Damasco, y que ahora ilumina sus pasos y da sentido y color a su vida. No, no hay situaciones favorables para el anuncio y otras en las que es más oportuno callar. No son las circunstancias externas las que hacen de un cristiano un apóstol, sino es sólo la experiencia viva de Cristo, el haberse dejado aferrar y poseer por él, que busca al testigo. Hoy, en mi pausa contemplativa, dejaré que la luz de Cristo invada mi ser, alejando eventuales miedos y reticencias. Señor, hazme un valiente apóstol de tu amor, pronto a exponerme, si es necesario, por defender la causa de la verdad. La voz de un testigo Cuando llegan las pruebas interiores o las incomprensiones externas no olvidar que, en las mismas heridas donde se vierten las inquietudes, encuentran su origen las mejores fuerzas creadoras. Y se abre un paso que lleva de la duda a la confianza, de la aridez a la creación. Hermano Roger