?ti?acioí> ^ptístiea Aso XXIX -*- BARCELONA UNA OBRA I t DE JULIO DE 1910 NÚM. 1.489 •^- MAESTRA DE REMBRANDT ' • - - POR LA QUE HA PAGADO 1 , 5 0 0 0 0 0 P E S E T A S E L M U L T I M I L L O N A R I O YANQUI M R , F R I C K EL JINETE^ POLAOO, c u a d r o de H e m b r a n d t . (Reproducciún autorizada por la Sociedad Fotográfica de Beilfn.J —leií .'^'^'^'•^^'^-'"icanos se han p r o p u e s t o acaparar todas las obras arttíticas maestras que "alen al para n '^'^'"'^^^o y ^un muchas q u e e s c o n d i d a m e n t e ó poco menos se les ofrecen Ciienian ira f dpn^^i *^'^" ^^ principal e l e m e n t o , el d i n e r o , y a n t e sus prnposicínnes deslumbradni.nK ríii' dense cam n o ' ' ^ ' ^ " ^ ^ ' ^ ^ ' " " ' ^ ' ^ ^ " ' ^ ^ reacios y sns pujas en Tas venias públicas obligan á cederles el nipi t^_ a los más ricos y rtesprenHidos aficionados europeos. ¿Oh S e j j raria*;! por snobismo, por hacer ostentación d e sus riqueKa=, por v e r d a d e r o a m o r a l arlf? •^e v a f • ' ° '^'í* '"'*^''^' ^^ ' ° cierto q u e poco á poco van llevándose del viejo m u n d o joyas or m a p r e c i a b l e ; y en verdad q u e , después d e haberles criticado t a n t o su espíritu maic- rialiíado, su inmoiierado afjn de apnontonar riquezas, no puede ahora censurárseles el que e m p ' e e n una parte d e su fortuna en a u n i t n i a r el caudal espiriiual del m u n d o nuevo. U l t i m a n í e m e el muHimillunurio yanqui Mr. Frick ha p a g a d o nat^a menos q u e I.500.OOO pesetas por el cuadro d e K e m h r a n d t q u e adjunio reproducimos- h s t e lienzo era muy poco conncido hasta que hace die^ añus padi> ser a d m i r a d o en la KxposiciAn de O b r a í d e líemhrandc que se celebró en A m b - r e s j hace pocrv, estuvo e^puesio on la Galeiía CarTax, de Ixmdres. Pertenecía al c o n d e T a r n o w s k i , de C r a c o v i a , y mide Toó metros d e alto por V^$ de anchü, -• r^ 443 L A ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA página histórica, y no hay que perderla.—Pero, ¿y el peligro?—El peligro será la sal y la pimienta. Bien las ha menester este guiso soso del parlamentarismo.» Y la apertura se verificó. Y, dos horas antes de verificarse, ya cundían entre los bien informados voces de que (¡no había nada.» Y entonces me decidí por ver la comitiva sosegadamente y sin apretura?, desde un magnífico balcón, en exceltnte compañía. T e x t o . — La vida conUmporánea, por la condesa de Pardo Con gran asombro mío, el pueblo de Madrid, que no Baz^n.- Blancos amores, por J. M . ' Folch y Torres. - La infanta doii ¡ Isabsí de Borbén ¿n fas fiestas de ¡a Argentina, pierde ocasión de echarse á la calle, ese día, sin dupor R. Monner y Sans, ~-Eijesti'.ali. Valencia y lus llores.'» da influido por las profecías terroríficas, se quedó en — El (uadro tü Van der Goes. — El rnísierio del citarta ama-casa. No hubo apreturas, las acreditadas apreturas í-íV/í (novelailustrada). - Barcelona, Recaíasintetnacicva'es caras á los rateros, tomadores y carteristas, y á les 'i fiíH}. — Fiesta deportiva. ~ La péidida de!iZtppelin VJl.'% Tenorios de arpillera, que emprenden conquistas muG r a b a d o s . — E l jinete pola o, cuadro de Rembrandt. - Di- das á favor de tas circunstancias. Era cosa de creer bujo de DruU i¡;i' ilustra el <Lüzx\X.n Blancos amores.Los que, la víspera, medio Madrid hubiese emprendido reyes, cuadro de Van der Goes. -Levantan el gallo, cuadro un éxodo hacia Valladolid ó Segovia. Se circulaba dd M. llerndndeí Nájera. - París. Exposición de retratos de despejadamente, y la Puerta del Sol estaba vacía. No aiiios en el palacio de BagateUe (láinina),-J. A. It. ¡a in- he visto otro caso igual, aquí donde el oso de un fanta doña. Isabel en las fiestas del centenario argentino (seis htSngaro agolpa centenares de curiosos, y la procefotografÍJ-s). - Soledad, cuadro de Edgardn Maxence. - sión más insignificante congestiona las vías pt'iblicas. T¿níación, cuadro de G. Seignac. — El festival de 4 ¡'alenda Lo linico alarmante en la apertura de Cortes, era !a y sus llores^ (cuatro fotograbados). —/'.'<r«í'¿D tcgahda for soledad. Eso sí: la poca gente de las calles se mostró el Concejo de Buenos Aires á S. A. R- la infanta doña Isafiel.- Regatas de Barcelona, la canoa ^Chisfa,'%ganaidora animada, alegre, entusiasta. El rey fué muy aclamadel Campeonato de Barcelona.—I^cs tripnlaníes dt la yola do, al menos en el trecho que alcanzaba mi vista, al ^Bai-cii.'O 11.» - Canoa tripulada por la ¡eñerita Circna (ti- final de la Catrera de San Jerónimo. monel) y Sr. Barí (remero), que gané ti premio- ~ Vista de La procesión de las bellas carrozas arcaicas de Pa¡as irii'nnas durante ¡as regatas. — Barcelona. CinÁa/na an- lacio, entre la fila de soldados y bajo el sol de llama, loinovilisla celebrada en el I^irque el día 3 de hs corrietites por fin desembozado y español, después de tanto (dos vistas), - Los restos del dirigible alemán %Zeppe¡in VIIs} tiempo en que lo envolvieron las nubes, era un esen el bosqns de Teníodnrgo, poco dcspnís de ¡a catÁstrcfe. pectáculo espléndido. El desfile de los lucidos regimientos, los hiísares azules y rojos, con su brillantez de galones y su nota audaz de colorido, completaba el cuadro. Los alabarderos aiíadían esa gravedad LA VIDA C O N T E M P O R Á N E A acompasada, solemne, que infunden los grandes paLos anglosajones serán muy superiores d nosotros lacios silenciosos, de estancias abovedadas, en cuyos y todo loque ustedes quieran; pero si el que engaña plafones juguetean quietamente ninfas, genios y amorre^'ela superioridad de inteligencia respecto al enga- cillos. Por los vidrios puros de las carrozas, ó llenanñado, nosotros les mojarnos la oreja á los anglosa- do sus ventanillas abiertas, pasaban lampos de colojones. No hay día en que no sufran, en Madrid, el res finos, de trajes de corle, y delicadas nubes de timo del portugués unos cuantos stibditos de Sus blancas mantillas, que velaban fulguraciones de joMajestades británica, germánica, y tal vez rusa. Ei yas. Los magníficos penachos de los caballos se agiúltimo caso ha sido el dejun marinero inglés, que, á taban al movimiento de sus gallardas testas, con ufacambio de media herradura, varios recortes de pe nía victoriosa. Los soldados, á pie firme, presentando riódico y no sé qué otros artículos de trapería, ha armas, no parecían sentir el asíixiante calor que, proentregado benignamente treinta hermosísimas libras verbialmente, cae sobre Madrid los días de formaen oró, con otras tantas en billetes, y quizás algunos ción, aunque haga fresco todo el resto de la semana. chelines de premio. Que venga un sociólogo á de Eso sí: los húsares, venidos por la mañana de Alcalá mostrarle á este bienaventurado que, segün la etno- de Henares al trote de sus caballos, estaban más rografía y más ciencias, es muy superior al actual afor- jos que el paño de su uniforme. Yo no comprendía tunado dueño de tantas libras bonitas. Es probable la razón (;hay tantas cosas que jamás comprenderé?,) que acoja la demostración con una puñada en las de que estas aperturas de Cortes se hagan á horas mandíbulas del docto disertante. tan incómodas. ¿Serían menos Cortes si se abriesen Adviértase que, para ser víctima del consabido á las seis de la tarde en verano? procedimiento, es absolutamente indispensable poseer una idiotez reconocida, de las que no se curan ni operándolas. Porque ¿quién, que tenga cabales las potencias del alma, va á creer que le regalarán por En fin, por esta vez, «el coco> no ha asomado su cien ó doscientos duros diez ó doce mil? Una señora fea y espantable catadura. Sin emociones hemos remuy sencilla me dijo en cierta ocasión: «Mira, si en- gresado á nuestra casa los testigos del acontecimiencuentras por ahí una sortija con un brillante muy to, y al otro día, las Cámaras empezaron á tejer y bueno, muy bueno, y que cueste muy barato, que destejer la tela peneiopca de sus discusiones. Que si sea una verdadera ganga, me avisas.» Claro es que el acta de acá es un horror. Que si la de allá demuesno contesté en alto, pero, para mi, quedé musitando, tra el predominio del caciquismo más repugnante. como ahora se dice: «¡A encontrar todo eso, en se- Que si en la de acullá hay sapos y..., lagarto, lagarto. guida te avisaré, vaya!» Si los timados no fuesen por Que si pitos. Que s¡ dulzainas.,. el estilo de dicha señora, la de las cortas luces, poX entretanto, el barco que devolvía á España á la drían comprender que los negocios fantásticos que infanta Isabel, después del triunfal viaje á la Argenles propone en la calle un desconocido, á ser verda tina, se acercaba al puerto, y la mensajera llegaba, deros, el desconocido para sí los quisiera. Tan sen- no sin haber apretado antes un poco el lazo que nos cilla idea no cabe en sus meollos. Y arrían los mo- une con el paradisiaco suelo de las Afortunadas. Y nises, encantados de haber nacido y de esta España en Madrid se hablaba de hacer á la ilustre señora, en que ocurren gentiles aventuras. que tantas simpatías cosechó en la Argentina, un recibimiento á la altura de la ocasión, que fué ciertamente de las memorables. Pero todo se quedó en agua de cerrajas. Se la recibió poco más ó menos Han dado principio ya las sesiones de Cortes que como se la había despedido; con afecto, con lespeto revisten verdadero interés, pues las primeras, las sans plus, que dicen los franceses... Parte por culpa constitutivas, no atraen al público. Las actuales aca- de la hora, bastante intempestiva {las nueve de la so den lugar á incidentes más ó menos entretenidos, mañana) parte por este indiferentismo simplaina que de mayor ó menor fuerza cómica. Sin embargo, la nos tiene paralíticos, el recibimiento no fué aquella leyenda que rodeó el nacimiento de las actuales Cá- clamorosa y viva efusión que en este caso especialímaras se ha disipado; ya no hay temores de que simo debiera ser. Cuando media el crédito de Espaocurra ese anunciado escándalo monumental, el es ña, la honra de España, la unión que debe anhelarse cándalo que había de impedir que funcionasen y entre España y sus antiguas colonias, hoy poderosas acarrear no sé cuantas adversidades, asolamientos naciones, la señora que nos ha representado deja de y muertes. ser una persona alta ó baja, y se convierte en un símLos augurios eran tan fatídicos, tan sombríos, que bolo. ¿Para cuándo son los arcos triunfales, para el miedo rodeaba al palacio (cuyos leones, según la cuándo el desbordamiento de la simpatía que todo humorística composición, besaron la frente perfuma- español está obligado á demostrar á los que por un da de Corradi,) de una especie de halo siniestro. Na- momento se identifican con la idea de la patria? Ante die se atrevía á solicitar billetes para la apertura, En esta idea, no debieran existir divergencias políticas voz baja, se susurraban vaticinios pavorosos.«—¿Us- de ninguna clase. Y hubo tiempos en que no existían. ted sabe lo que ahí va á pasar?—No; en Dios y en Ninguna política más sencilla que ésta: mirar á los mi ánima, que no lo sé.—Pues ahi va á correr san- hombres y á los hechos desde el punto de vista de g r e . ^ P u e s entonces pido billetes, porque será una lo que añaden ó restan á nuestro vigor como nación. NÚMERO 1.4Ü9 Y el viaje de la infanta «nos ha dejado bieníi ante un pueblo que debe ser nuestro amigo, nuestro colaborador en la obra civilizadora y conservadora de los prestigios de la raza. Per mucho que se pretenda hallar defectos y poner reparos, no es cosa ítustrada, sino extraordinariamente «réussie» ese viaje. Lo cual debiera bastar. No son tantos los éxitos que nos apuntamos; estimemos mucho los que se logran. También parece que no sale mal, por ahora, la acogida al Sr. Sáenz Peña, presidente electo de la República Argentina. Todo se hace á fuerza de banquetes, es cierto; y en los banquetes no cabe error. Reunirse para comer, que es acto de cordialidad, es al mismo tiempo el festejo mejor ensayado. ¡Se ha repetido tantas veces el número! No es posible que no «resulte.» Dicen que el Sr. Sáenz Peña es una persona extraordinariamente simpática y muy fina y caballeresca en su espíritu y carácter. Lo creo, porque, en general, sus compatriotas propenden á este estilo, como propenden, en la política, al orden y á la cohesión. La Sociedad, (con mayúscula.) espera mucho de la Argentina, pueblo nuevo que siente fuerte y profundamente la necesidad de vivir y de afirmarse, contra los embates de las corrientes destructoias. El instinto allí hace lo que no se atreve á hacer la tradición. Y la tradición no es sino instinto petrificado. Y el instinto, como es lo primordial, lo que ha presidido á la formación de la Sociedad, no caprichosamente, sino por virtud de adquisiciones lentas, servirá de fuerza de resistencia contra la desorganización. El cronista ó U cronista (llamadle como gustéis) ha sido estos días nombrado ó nombrada Consejero ó Consejera de Instrucción pública. Y una torre de papel, hacinada en mi pupitre, donde alterna el azulejo de los telegramas con el blanco amarillento de las cartas, me sirve de testimonio de que esta extraña novedad no ha sido desagradable para todo el mundo. Hasta, con un poco de presunción, me fuera dable creer lo contrario. Todos estos pedazos de papel hablan de reparaciones é injusticias, saludan en mí á una persona ala cual no se le ha recompensado una labor considerable y feliz, en el sentido de no haber pasado nunca inadvertida para el ptiblico. El público, sí, no me ha sido infiel; pero en cambio, el Estado, ó mejor dicho los gobiernos que han ido sucediéndose, han ignorado siempre mi trabajo, hasta que ahora, el conde de 1-í.omanones, que posee u r a juventud sorprendente, llena de vivacidades, insujetable á rutinas y á preocupaciones; encontró natural que una mujer, que en algo ha contribuido, con sus escritos y con el ejemplo de una vida estudiosa, á la cultura y á la elevación del nivel intelectual de su patria, pudiese pertenecer al cuerpo consultivo que entiende en las cuestiones de Enseñanza y Pedagogía. Es curioso que la mujer á la cual le es doblemente difícil conseguir la adquisición de la cultura, por que tiene que luchar con mil obstáculos que no existen para el hombre, esté excluida de todo lo que el hombre, por medio de esa cultura,., ó de la suposición de esa cultura..., o b t i e n ^ S e r Consejero de Instrucción pública, para el homtte, no representa gran dificultad, aunque siempre sea honroso. Para una mujer, dijérase que era poner una píca en Flandes. Y la pica tal vez no llegase á ponerse si el rey no se contase entre los monarcas ilustrados, llenos de sentido europeo, y el conde no se elevase por cima de tantos y tantos como se pasan la vida hablando de libertad, y remachando las cadenas, digámoslo así, (ya sé que la frase no es muy elegante ni muy nueva,) de las mujeres. Las mujeres, como no votan, como no tienen fuerza política alguna, (pues todo eso de que ellas manejan bajo cuerda la política, son cuentos tártaros) no existen para tcdo eso de las igualdades y las reivindicaciones y las justicias y los adelantos, Gran sorpresa les causaría, á muchos que presumen de avanzados y revolucionarios, el recordarles que existimos, y que mientras el último proletario puede aspirar á todo, la mujer apenas osa, tímidamente, reclamar lo que ha ganado en buena lid. A su reclamación responde el codazo en las costillas y la fisga sorda. ¿Méritos? ¡Que se los guarde? ¿Trabajo? ¿Quién la mandó no estarse quieta, haciéndose aire con un abanico? ¿Arte? El arte es cosa de hombres.,. Por eso, por eso miro con algún placer esta torre ingente de telegramas, cartas y tarjetas, que me parece un ladrillito de otra torre cuyos cimientos afloran del suelo no más,,. . . LA CONDESA DK PARDO BAZÁN, NÚMERO 1.4^9 —¿Sabes tü? Padre me ha dicho lo que Se tienen hablado con D. Vicente. ~ ¿ M i protector? —El mismo. Y que no es pequeña cosa ^lla; asf, así es de grande. ¿No aciertas? •—No todavía, pero acertaré en cuanto ^ e la digas. —Es que me da mucha vergüenza... —¿Qué será ello, pues? —Voy á decírtelo. Pues..., nada, que al volver Manuel de sus estudios me... jvamos, que me da vergüenza, te d¡go¡ —¡Chiquilla! — Pues.., que, vaya, que me casan con él, acabó *Iartina bajando sus hermosos ojos. Joaquinillo abrió los suyos como dos compuertas, y de sentado que estaba á la vera de la chic.n, levantóse de un salto como si día silla le hubiesen salido ^^ improviso todas las zarzas del vecino bosque. —¿Te da pena, Joaquinillo? . ^ardó éste en dar la respuesta todo el tiempo que 'f^virtió su pensamiento en recorrer la hisloiia de su Vida. Nada, que no había nada que decir. 1). Vicente era su protector, su padre, aquella alma buena que *e recogió un dia del arroyo... Y si lo disponía asf, oueno sería ello. ^ ¿ P e r o qué te pasa, muchacho, que así quedaste "s mohíno? —Nada, Martina... Pensaba, sí, esto es, pensaba f" el alegrón,.., justo, en el alegrón que me diste con ^* nueva. ~-Pues nadie lo creyera. ¿Finges, Joaquíti? 1^6 ninguna manera. La sorpresa sería, que no ^«a cosa, Martina. ¿Qué había de ser si no? Manuel IflH ^^^ bueno. ¿Lo sabré yo? A su mismo . ., o crecí, como si el pobre huérfano protegido y el 1° del protector, hijos del mismo padre fueran, tra'^ compartí, allá en mi niñez, los juegos y las esuras. Es decir, las travesuras no las compartítirt ^ •'^^^^ ^^ un todo, puesto que si alguna come^ .nunca, ni aun siendo yo rapazueio, quise que y • /^^níe á su niño la atribuyera, que sólo para mi .-_'M^ castigo, aun sin tener parte en la culpa... y , j " y bien todo esto, Joaquín. Pero dime; ¿en ^ a d te puso contento la noticia? tú K ^ ^^^ "^s ^° preguntas, Martinilla? Bueno él, _H?"a- •- ¿á qué decir más? te p ^"^^ te sobra y puesto que padre así lo quiede~^' *^ ^"^! ¿Andarás ahora rerailgosa con novio cnxa? ^"^P^^^ y ^^s sabiazo que el mismo señor t u j ^ j ^ ?*^ "^^'^^ hablar justamente. Manuel ha esla ciud H "^^^^ y "^^^ avezado está á los hablares de «ciad, que á mis rustiqueces de campesina. LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA A43 ¡Que no; que nu lo parece y que no quiero que lo parezca! —¿Y qué va á importarle esto si bien te quiere? —¿Me lo ha dicho por ventura que me quiere? —Bueno,,., claro,.. Verdad es que Manuel nada dijo... —¡Pero si casi no le conozco en el decir del trato! ¿Y lo creerás? Manuel, con ser tan bueno, no es,.., cómo voy á decírtelo, no es de nuestra suerte y manera, y más que cariño es un gran respeto lo que me inspira, que ni sé de qué manera hablarle y que..., vaya, que no voy á serle buena para novia. —¡Martinilla, Martinilla, cállale por Dios! —¿Por qué lo dices? — Porque temo alegrarme en demasía y luego la pena va á ser mayor aun. —¿De veras te dará pena? —¡No dije esto! —¿Te arrepientes ahora? ¿Por qué te arrepientes, Joaquinillo? ¿Quieres hablarme? —¡No, no y no! ¡Que no quiero hablarte, ea! Que ya lo dije, que decirlo quiero siempre, que yo no soy nadie para ti, y que Manuel,,., y que td... —(Jesús, cómo te pones! ¿Te enfadas? —¡Quiá! —Pues lo parece. —¡Que no; que no lo parece y que no quiero que lo parezca!, acabó Joaquín con la voz ahogada por la emoción. —Pero calla, si estás llorando, tontón. —Mentirosaza... ¿Lloiar yo? Mira, mírame en los ojos... Pero no, no me mires así te digo. Ea, basta ya, adiós Martina. —¿Pero te vas ya? . . —Me voy, sí. _ • •* —¿Tan pronto? Joaquín había ya desaparecido; y el sendero que lleva á la hacienda diría si eran de dolor ó de gozo las lágrimas que vertió Joaquinillo, camino.de la casona. Oyóse á lo lejos el cascabeleo del can uaje que conducía al esperado Manuel. Abriéronse de p a r e n par las puertas de la casa, y en el umbral apareció la venerable figura de D. Vicente. Después de las naturales expansiones del recibimiento y terminada ya la frugal aunque suculenta cena, habló á su hijo de los proyectos que con el padre de Martina se traían. —jPero qué prisa lleva en casarme!, exclamó Manuel alegremente. —Ko la tuviera si Maruja, la criada, no las hubiese dado por envejecer. Está la pobre que ya no puede con ella. Desde la muerte de tu madre, que esté en gloria, la buena mujer ha hecho iodos los esfuerzos imaginables que en su alcance estaban para que en las faenas de la casa no echáramos de menos á aquella santa; pero Maruja ya no es aquella Maruja: tiembla, se cansa la pobrecica y, nada, que la casa está pidiendo brazos jóvenes y alegría nueva. Tú eres ya un hombre.,,, y Martinilla es un ángel. —Tiempo ha que no la he visto, yantójaseme que he de hallarla aún en falda corta y sueltas las trenzas. —¡Ab, pues si la vieras!,. Pero callajahí se acerca Joaquín, Pídele á él noticias, pues no se pasa fiesta que allí no vaya, dijo D. Vicente levantándose para ir á disponer las labores del siguiente día, Hablaron con Joaquín de batidas de caza, pues ésta era la pasión del heredero; pero bien pronto vino á caer en la conversación el nombre de Martina. —¿Sabes, Joaquín, que quieren casarme con ella? —Lo sé, mi amo. —¡Quita allá con el tratamiento! ¿A qué viene ahora este «mi amo» tan feote? Pero dijiste que lo sabías: ¿de dónde sacaste tú la noticia? —Ella misma fué quien me la dio. — Con alegría, por supuesto. —Sí..,, eso es, con alegría. —¿Y cómo es ella ahora? Hace ya tiempo que no la veo. Era entonces una rapaza. Habla, habíame de Martina, ¿Son nún rubios sus cabellos? Los ojos de Joaquín resplandecieron: —¿Rubios? ¡Quiá! Como la luz son; más aún que la luz del sol, todavía más que el oro mismo, tanto como oro y sol juntos batiéndose á qnien más reluce. —¡Hola, hola; bonita descripción me hiciste.', exclamó Manuel riendo. ¿Y-sus 0JQ$? ¿Kecuerdas tú el ' color de sus ojos? '.' Joaquín vaciló esta ve/, antes de contestar. Librábase en su alma una batalla encarnizada y temía descubrirse. —Habíame de EUS ojos, Joaquinillo, insistió Manuel, presu.miendci ya la causa de la turbación de su amigo, , • —Pues sus ojos... Sus ojos son así, muy de color de cic-lo. . . . — ¿Azules, pues? -'•''. -^ — Más que eso. Son como el cielo, cuanSÉ el cielo no es mas que luz... L A ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA 444 NUMERO i.^^^g Manuel fijó sus ojos en los del rapaz. Sí Joaquín quedó sorprendido ante tal salida, ma— No lo supe hasta que mi padre me habló d e u s — Pero ¿qué te pasa, Joaquinillo?¿Vas á llorai? yor sobresalto le causó á !a chica^ la cual, presa de tedj contestó Martina con la voz ahogada por 'a Joaquín no podía contenerse ya más. Su corazón estupor, levantóse sin aun darse cuenta de ello, mi- emoción. Bl f a m o s o c u a d r o ele Vati d e r Q-oes «Loe B e y e e , » v e n d i d o p o r l o s P P . Bacolapioe d e M o n f o r t e p o r 1,180.000 p e s e t a s a l c ó n s u l d e A l e m a n i a p a r a el M u s e o d e Berlín y á c u y a s a l i d a d e E s p a ñ a se o p o n e el g o b i e r n o e s p a ñ o l . (De fotografía de Nuevo,) destrozado luchaba en vano para evitar que aparecieran al exterior los vestigios de lo que en él acontecía, ¡Malditas lágrimas! Pero Manuel lo había ya adivinado todo, sin necesitar ser muy ducho para ello, y tentado estuvo de sacar á su amigo del trance en que se hallaba; y asi lo hubiese hecho de no quedarle una duda: ¿correspondía Martina al amor que Manuel adivinaba en Joaquinillo? Llegó en esto el domingo. Y esta vez, contrariamente Á su costumbre, Joaquín no llevaba trazas de prepararse para ir á casa de Martin i lia. —¿So vas allí boy?, le preguntó Manuel. —Si lo manda mi amo,,. —No, tu amo no te lo manda; te lo pide tu hermano. Cuando Manuel y Joaquinillo llegaron á la cerca, Martina estaba sentada en el banco de piedra adosado á la fachada de la casa. Al ver llegar á los dos amigos sintióse tan sobrecogida, que apenas si pudo contestar las íEbuenas tardesí) con que Manuel la saludaba, —¿Te doy m iedo, pequeña? El adjetivo le valió á Martinilla un tanto de presencia de espíritu. —¿Adivinas, puesj á lo que vengo, Martina? Ella enrojeció hasta las cejas y bajó los ojos. Joaquín volvió la espalda y ya se disponía á alejarse, cuando Manuel le detuvo. — ¡AguardaliQué prisa tienes! Verdad dijiste al ponderar la hermosura de Martina. Y como sorprendiese en los ojos de ésta una mirada que no dejaba lugar á d u d a , dirigida al encogido Joaquín, emprendió el plan que había trazado de antemano. —Oye, Martina: Joaquín viene á decirte adiós. Se va de casa. rando con todos sus ojazos en el semblante del muchacho, mientras de sus labios temblorosos salía una exclamación quemas queáeso semejábase aun sollozo. — ¡Te vas! —Sí, se va, porque te quiere; y como tü no le quieres puesto que consientes en casarte conmigo... —;Jamás me lo díjo!, interrumpió Martina. —No te lo dijo porque harto adivinaba que td no le correspondías, •—¡Haberlo probado, pues!, gritó casi llorando la muchacha. —Deja eso. ¿<¿uién se acuerda de estas cosas? —¡Cómo! ¿No va usted ya á querer casarse conmigo?, exclamó alegremente Martina. —Pues menuda gracia la que me hacen tus alegrones, niña. A eso le llamo yo calabaza monstruo, dijo Manuel riendo de todo corazón. Joaquinillo no oia nada ya. Bastante trabajo se daba, embebecida el alma y el corazón saltándole como cabrito en pradera, comiéndose con los ojos el rostro sonrosado de su amada. — Ea, niña, ¿no te pones muyalegre, muyalegre?, concluyó Manuel. Martina balbuceó: — Padre va á enfadarse. —Esto corre de mí cuenta, dijo Manuel. Además el pleito está ganado de antemano, puesto que Joaquinillo, ahí donde le ves, será propietario, en cuanto se case, de la huerta del ribazo, la mejor de la hacienda. —¿Qué dice ahora?, exclamó Joaquinillo. —Lo cierto; en dote la tenías. Y en cuanto al tuyo, Martina, no será pequeño el alegrón que le daremos á tu padre en cuanto vea que no ha de soltar una pieza. V todos contentos, pues también mi padre se habrá salido con la suya: en casa te quería, Martina, y á ella te vendrás. Martina clavó sus ojos de luz en los muy comilones de Joaquinillo; y como si á un tiempo un pensamiento mismo cruzara por sus entendimientos, exclamaron á la vez: —¿Y cómo vamos á pagar á usted tanta felicidad? —Algo carilla va á costaros, amigos míos. L e v a n t a r el g a l l o , cuadro de M. Hernández Nájera Y tomando á entrambos por las manos, les dijo casi Joaquín empezó á comprender la treta de Manuel al oído y no sin una miaja de emoción: —Queriéndoos mucho y queriéndome á mí un poco. según surostro iba tomandoclaridades desoí naciente. (Dibujo de Brull.) J o s É M.^ FoLCH Y ToRHKS—¿Le quieres, pues?, prosiguió Manuel. PARÍS. —EXPOSICIÓN DE RETftATOS DE NIÑOS EN EL PALACIO DE BAGATELtE Retratos de los hermanos Oasenove, R e t r a t o d e n i ñ a , por E. Múrin (De la colección del vLSi:onde Raiset.) pintados por Perrennean, (Colección VVildensiein,) R e t r a t o d e R o s a "W, pÍDtado por Boutet de Monvel El pequeño dibujante, cuadro atribuido á Chatdin Retrato del conde A. J. de Noalllea, pÍQtado poT La Gánd^rK R e t r a t o d e B . B e r t i o , n i ñ o , pintado por Gieuze R e t r a t o d e l a n i ñ a A . G-., pintado por Aman-Jean Retratos de los niños Paillerón, pintados por Jhon Sargent R e t r a t o d e l n i ñ o O. M . D . , pintado pur C. M. IJiibufe En el histórico y pintoresco palacio de Bagalelle que, en ij/í), tnarc¿ cor^liulr el ccnde de Artois, junto al BoEqne de Bolonia y no lejos del Sena, celébrase actualmente una e:ípD3Íción de retratos de niños antiguos y modernos. Algunos tienen verdadero interés hislórico, pues representan en 5u edad infantil á quienes luego fueron persunajts eminentes; todos lo tienen artístico, ya que los avaloran las firmas de célebres pintores de distintos tiempos y de diferentes paf-es. "or los ejemplares que en esta página reproducimos pueden formarse nuestros lectores una idea de lo que es esta exposición, en la que figuran además obrajs de DrouaJs, Dubois> Drabonet, Bastien Lepage, Drolling, Boilly, Roll, Boxal, Whistlcr, Morisíet, Picard, Rixena, Winterhalter y otros no menoj renombrado». 446 LA B U E N O S A I R E S . — S . A. R. L A I N F A N T A EN LAS F I E S T A S D E L NUMERO ILUSTRACIÓN AKTÍSTÍCA CENTENARIO DE DONA ISABEL DE LA I N D E P E N D E N C I A 1.4^9 BORBON ARGENTINA S. A. R. á. la s a l i d a del T e d á u m , i n c l i n á n d o E e a n t e l a b a n d e r a d e u n o de los r e g i m i e n t o s a r g e n t i n o s q u e f o r m a b a n el c o r d ó n A la derficha de la infanta, el presidente de la República Argentina Dr. Figueroa Alcottaj á la izí^uierda, el presídeme de la República de Chile Sr, MonC Desde el 18 de mayo, día en que desembarcó Su I lebró en la catedral solemne Tedeum al que asisüe' • Por la noche del mismo día, el Dr. Figueroa AlAlteza en Buenos Aires, hasta el 2 de junio en que | ron S. A., el presidente de Chile Sr. Mont y el de ! corta obsequió á los embajadores de todos los paises con un banquete de gala en el mismo palacio gubernamental. S. A. quiso conocer el Jardín Zoológico, uno de los mejores del mundo, y allí fué acompañada de su séquito oficial. Teniendo por cicerone al Sr. Onelli, ilustrado director del establecimiento, visitó detenidamente aquellas magníficas instalaciones. La colectividad española, dando de mano á individuales ideas políticas, se a g r u p ó c o n entusiasmo para festejar, sin reservas de ninguna clase, á la egregia dama que venia á representar á España en las R e c e p c i ó n q u e en el P a l a c i o del G o b i e r n o dio el p r e s i d e n t e d e l a R e p ú b l i c a Dr. F i g u e r o a A l c o r t a en l i o n o r d e S. A. R. y d e l o s e m b a j a d o r e s e x t r a n j e r o s volvió á emprender viaje de regreso á la madre patria, bien puede asegurarse que la noble dama fué de fiesta en fiesta, y que el cariñoso cumulo de atenciones y agasajos que se la prodigaron pusieron á prueba su resistencia física. Hoy, al releer les pro gramas diarios, causa sorpresa que una dama pudiera multiplicarse de modo tal, y que en el corto espacio de diez y seis horas—¡bien hemos de dejar algunas para el descanso!—pudiera S. A. hacer acto de presencia en sitios tan diversos. Renuncio de buen grado á detallar tantas solemnidades ,pues sobre ser tarea poco menos que imposible, exigiría dos ó tres ndmeros de LA ILUSTRACÍÓN ARTÍSTICA; me limitaré á unas cuantas. El 35 de majo—ó sea el día de la patria—se ce la República Argentina Dr. Figueroa Alcorta. A la salida del templo, la comitiva oficial recorrió á pie la corta distancia—unos 300 metros—que lo separan de la Casa de Gobierno. Formadas las tropas que debían desfilar luego ante t i palco presidencial, al pasar S. A. ante la bandera argentina de uno de los regimientos se inclinó respetuosamente, acto que le valió una verdadera ovación. S. A. R, e n el T e a t r o d e ]a A v e n i d a d u r a n t e la función d a g a l a orpranizada e n s u h o n o r p o r v a l i o s o s e l e m e n Desde la tribuna levantada ante el Patos españoles. lacio de Gobierno, la comitiva oficial pre senció el desfile de las tropas, alabando, así S- A. como el presidente de Chile, la corrección magnas fiestas del Centenario; y aun cuando se troy gallardía del ejército argentino. pezó con la invencible dificultad de la falta material NÚMERO 1.489 L A ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA 447 El día 30 se realizó otra fiesta española: !a solemne bendición de los Pabellones de España y misa de campaña. La Cámara Española de Comercio cebó, como vulgarmente se dice, el resto para que el acto resultase espléndido. S. A. quiso reunir en un grupo, y en los jardines de su palacio, a cuantos argentinos la rodearon estos días, á los señores que componían la embajada, á los cadetes de la Á'íiiiíHus, etc. Fué una de tantas felices ideas de la noble señora, que ha reinado durante quince días, sin que nadie le disputara la realeza, en el alma de lodos. Con ser algo lo escrito, no es nada en comparación de lo que escribirse pudiera; mas como no hay espacio, abi va el resumen de S. A. B . en eX Club E s p a ñ o l d e s p u é s del b a n q u e t e d a d o e n BU h o n o r A la derecha de la infanta, el ministro de España conde del Cadagua; i la izquierda, el presídeme del Club Español Dr. Feímfn Calzada de tiempo, pudo organizar en su honor diferentes festejos. Entre éstos descolló la función teatral celebrada en el Teatro de la Armada, organizada por los señores Goula, López Bago y Roig Mallo], y en la que tomaron parte los más notables actores españoles que actualmente se encuentran en Buenos Aires. La artística decoración de la sala corrió a cargo del ya citado Sr. Roig Mal'.ol. En monstrua manifestación los españoles residentes en Buenos Aires, previamente citados por los presidentes de las diversas asociaciones y por los periódicos, desfilaron ante el Palacio de Bari, resi dencia de S. A, Ésta, desde el balcón principal, presenció el interminable desfile, teniendo á su lado al elocuente orador sagrado, tan amigo de los españoles, monseñor Romero. detalle conmovedor. Cuando más ruidosos eran 'OS vivas á España y á S. A., la noble dama se cubrió 8. A con la bandera patria que á su lado flotaba y la besó con fruición. Inútil describir el efecto que ello produjo en aquella muít¡tud;lo único que se puede asegurar es que la emoción de muchos fué intenta y que el llanto S. A. R. e n l a s o l e m n e co: ein::)nia d e l a c o l o c a c i c n d e ' a pridel placer brotóde muchos ojos. m e r a piedra del m o n u m e n t o que la c o l e c t i v i d a d e s p a ñ o l a El Club Español, el primero o f r e c e ó. l a A r g e n t i n a . —El Dr. Halaganiga entregando á la infama la de nuestros centros sociales, pluma con que és'a iirmó el acLa. ofreció á la infanta un banquete de 400 cubiertos, lamentando todos que, con ser todo; S. A. de triunfo en triunfo y de ovación en amplísimo el local, resultase insuficiente para alber- ovación; las autoridades todas correctísimas, desvigar á cuantos queiían tener el gusto de ofrecer sus viéndose por la augusta dama; el pueblo, más que respetos á la regia embajadora. entusiasmado, delirante; la policía, modelo; los espaEl día 26 se celebró la ceremonia de colocar la ñoles todos, republicanos, carlistas, liberales y conpiedra fundamental del monumento que la colectivi- servadores, rindiendo pleito homenaje á la regia sedad española ofrece á la Argentina, ceremonia que, ñora que repartía sonrisas y apretones de mano. favorecida por tiempo primaveral, resultó espléndida. R. MONNER S A N S . B , e n l o s j a r d i n e s d e l P a l a c i o te B a i i , s u r o e i d e n c i a , rodtadadc luj argínlinos c¡ii¿ ia acompifidron durante su eslancia en Buenos Aires, de los miembros de la embajada extiaordinaria española, de los cadetes de la «Nautilus,» etc. PARÍS.—SALÓN D E LA S O C I E D A D D E LOS A R T I S T A S F R A N C E S E S , loio S O L E D A D , c u a d r o d o E d g a r d o M a s i e Q C d . (Reproducción autorizada por el Sindicato de la Propiedad Artística.) f ^ A R Í S . - S A L Ó N DE LA S O C I E D A D DE LOS A R T I S T A S F R A N C E S E S . 1910 TBNTAOIÓN, cuadro de Q, Seisaac. (Repioduccíónautorizada por et Sindicato de la Propiedad ArtUticiu} A 50 V A L E N C I A . - E L FESTIVAL «VALENCIA Y SUS FLORES* El día 3 de los corrientes celebróse en la Gran Pista de la Exposición Nacional Valenciana ti festival ^Valencia y sus ñores» organizado por el Ateneo Mercanlil; fué un espectáculo anístico y muy hermoso que satisfizo enteramente á á la concurrencia numerosa y elegante c¡ue acudió í presenciarla. A las siete menos cuarto empezó el desfile de coches por la pista, yendo precedidos de Á n f o r a g r i e g a y L i l a s . Srtas. Angeles y María I'areja y Gloria Edo. {De fotogra fía de V. Barbera Massip.) LA ILUSTRACIÓN ARTÍSÍICA NoUMERO I •4^9 de la Gran Pista, dando á ésta y á tes coches un aspecto fati- de serpentinas y ramilletes y llegando á ser el combale reñidítislico. simo en muchos puntos. Todas las señoras y señoritas qae ocupaban los coches hicieron q'je la batalla resultase anirrada, disparando gran número LOS REYES, CUADRO nn VAN DER GOKS [Véase e! grabado de la pagina ¿1441 La venta de este famoso lienzo ha dado lugay á largos comentarios, áempefladasdis-- C a r r o z a ftValencJa.s Srtas. de ISajcra, Gaseó, Hernández, García, Andrés y Pons. (De fotografía de F. Moya.) dos heraldos con estandartes, representando cusionesy á la intervención del gobierno esal Ateneo Mercantil. pañol y no Sería de extrañar que hubiese Inmediatamente dio comienzo la batalla, molivado ciertas gestiones más ó menos en la que tomaron parte los siguientes cochest amistosas de carácter diploiráüco por la ocupados por distinguidas señoras y señoritas: circunslanciade haber sidoadquiíido, según C'iirfl'íií erriifíi-íj,-Vicenta l'lanelles, Pepiparece, por un representante de Alemania « V A L E N C I A Y SUS F L O R E S » ta Planelles y Carmen l'lanelles. con destino al Museo de Berlín. FJESTA CELEBRADA EN LA EXPOSICIÓN NACIONAL VALENCIANA Lirios y IISKÍS. - Herminia Arnau y CarEl cuadro existía de tiempo inmemorial V i o l e t a s y Á m o r c i l I o s , Srtas. de Gabanes y de Prieto.(He fotografía de Barbera Masip '' mencita líoig. en el Colej^io de Monforte que, desde 1874» CaOT/artiV;aí, - Beatriz Pérez y Julita RuJ o y e r o d e p l a t a y r o s a s . Srtas. de Bellver, de Concha y de Jimeno cslá á cargo de los Padres Escolapios. La bio. escasez de recursos impedía últimamente á (De fotografía de F. Moya.) /oyero plateado y roLas. - Florinda Bellver, éitos no sólo atender debidanienle á las nePilar Concho, Vicenta Conchu, María Concesidades de la enstñar^a sino también á repacho, Asunción Cunchu y l'ilar Jimeno. rar el edificio que se halla en un estado lamenRecadera y koHtmias. - María Carceller y rable, cuando hace poco tiempo se hizo á los Pepita Marco. Padres una proposición para adtjuirir la obra Amapolas y mariposas. - Elena Aura, Carmen de Van der Goes en 23 500 lihras esterlinas Benedilo y Julia Kenu. (5S7.500 pesetas), El rector delColegio diiigió Sombrero y espigas. - Pepita Meden, Elvira entonces al patrono de éste, duque de Alba, una Meden, Irene Cantó y María Cantó. instancia en la que solicitaba su autorización Ánfora y azahar. - P i l a r Esteve y Josefina pira negociar foimalmenie la venta del cuadro Esteve, y hacía constar que el municipio y el vecindario Vioklai y amorciHos. - Manolita Gabanes, de Monforte aprobaban la venia por los granTónica Gabanes, Manolita Prieto, Lolita Priedes beneficios que podría reportar á las enseto y Pepila Prieto. ñanzas del establecimiento, en el que se instrufazmlnyjavtro.-'&W.^ Chirivella, Encarnayen numerosos niños de aquella comarca. ción Cliirivtílla, Lolita Duran y Loreto LópetEl duque de Alba, anles de corceder laautoGato persa. - Irene Salvador y María Iborra. rización dirigióse al ministro de Instrucción Paloma y €ampanitias hlancas. - Amparito Pública, dándole cuenta del asunlo y ofrecien' Hernández y Pepita Hernández. do que si el Estado quería adquirir el cuadro Mariposas y pensamientos. - María Martínez, se le cedería en igualdad de precio, antes de Leonor Martínez, Lola Vázquez y Zoila Vázque el que entonces se daba por el lienzo fuese quec. sobrepujado en una licilación. Bebedero y palomas. -Enriqueta Pintr> y MaA esta comunicación contestó el ministro con nolita Alonso, otra en la que. agradeciendo el patriólico ofreAnforagriegay lilas. -Angeles Pareja, Macimiento del duque de Alba exponía la imposiría Pareja y Gloría Edo. bilidad de que el Estado adquiriese el cuadro ror(£'.anay jadntos. ~ MaríaSanjuányJuliepor falta de fondos para ello. 1a Sanjuán. Poco después, otro comprador, según unos, £7íVají)/ír. - Carmen l'eris, Amparito Bataon príncipe alemán, según otros, el cónsul ó el ller. Marina Bataller y Josefina Sanchis. representante de Alemania, ofrecía por la obra Búcaro y claveles. - María del Alisal, Eloísa de Van derGoes i.iSo.cco frarcos, yel duque del Alisal y María Beneito. de Alba, creyendo en conciencia que no podía Banastos y bolas de nieve. — María Molla y ni debfanepar su autorización para la vena, la Lolita AmaL, concedió bajo ciertas condiciones. Rosas y capullos. - Pepita Verdeguery Rosita Asi las cosas, el gobernador de Lugo teleVerdeguer. grafió al minisiro de Instrucción Pública diCesia de azahar. -Amparito Pascual y Carciéndole que tenia noticias de que iban á llemen Pascual. varse el cuadro y pidiendo inslrucciones para Gnomo y violetas.-YúM Desñils y Emilia cuando este caíío llegara; y el ministro le conEalomir. testó que se atuviera á lo que su antecesor, el Azucenas y lilas. - Carmen Torrijos, Conchiconde de Romanones, habia dispuesto, y que ta Lillo, Pepita Lillo y M. Cencillo. impidiera la entrega de la obra de Van der GoesColmena yJlor almendro. - Angelíta Meliá é Tal es el estado de la cuestión en lo"; presenIsabel CasamadrJd. tes momentos: los Escolapios y el duque de Hongos y naWÍ«ÍI,-Catalina Berga, Elvira Alba sostienen .=u derecho de propiedad scbre Berga y Magdalena Berga. el cuadro, fundándose en documentos que daBibc'oi y crisdníemos. - Rosarito Verdeguer, tan de fines del siglo xvi y en los cuales, corFinita Pascual, María l'ascuaj, y María Badfa. firmados por otros posteriores, se establece d Pavonarías y lilas. - De Paiau, María Pons, patronato de la casa de Alba sobre el Colegio; Eladia Pons y Marina Pons. el Estado, á su vea, pretende que el ral patroCarroza < Valencia.t- Clolilde.Nájera, María nato es suyo y en este concepto trata de impeP J a n o h a r e s a l a d a p o r e l C o n c e j o M u a t o l p a l d e B u e n o s A i r e s ¿ Gaseó, Pilar Hernández, Amparo García, Vidir que el lienio sea enajenado, i. peiar de las S. A . B , l a i n f a n t a d o ñ a l a a b e l , durante su estancia en aquella capital, centa An tres é hija y sobrinas del general Pons. poderosas razones que para venderlo aducen con motivo del primer centenario de la nación argentina. A ia« siete y media EC encendieron las í n c » SUS actuales poseedores, - R. / NÚMERO L A ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA 1.489 451 EL MISTERIO DEL CUARTO AMARILLOS) NOVELA E S C R I T A P O R GASTÓN L E R O U X . — I L U S T R A D A P O R S I M O N T no puede haber en todo esto vanidad alguna de au tor» y que no hago sino transcribir hechos sobre los cuales una documentación excepcional me permite EN" DONDE C 0 M I E N ; C A L ' N O A NO COMI'RENDER. aportar nueva luz—verdad que nada cono/xo, así en No sin cierta emoción comienzo á contar aquí las el dominio de la realidad como en el de la imagina extraordinarias aventuras de Pepe Ruedelabola. Has- ciÓn, así en el autor de El dobit asesincio de !a calle rada una memoria sensacional que el profesor Stangerson había de leer en la Academia de Ciencias sobre su nueva teoría: La desasociacion de ¡a materia. Teoría destinada á desquiciar teda la ciencia oficial que, desde hace tanto tiempo, descansa sobre el principio: nada se pierde, nada se crea. Kí Sr. Stan^erojii S3 prcci^il6 hücia ella... la la fecha, tan tenazmente se había opuesto ¿ste á semejante publicación, que ya desesperaba yo de dar ^ conocer la historia policíaca más curiosa de cuantas han acaecido durante los últimos quince años. Hasta imagino que jamás el público habría conocido *toda la verdad» sobre la prodigiosa causa del «Cuarto Amarillo, & generadora de tan crueles y sensacioíiales dramas, y en la que tan íntima parte tomó mi ^fnigo, si, con motivo del reciente nombramiento del 'lustre Stangerson al grado de gran cruz de la Legión de honor, un diario de la noche, en un artículo tan 'alto de conocimientos como sobrado de pérfida au *lacLa, no hubiera resucitado imprudentemente una terrible aventura que, segiín me dijo Pepe Ruedela°oIa, convenía más que hubiese quedado enterrada para siempre. i E! «Cuarto Amarillo!» ¿Quién recordaba ya aquel Suceso que tanta tinta hizo correr quince años antes? *e olvida tan pronto en París... ¿No yace en el olvi1^0 hasta el nombre mismo del proceso de Nayves y '^ trágica historia de la muerte del niño Menaldo? Y, '•>fi obstante, con tal pasión seguía el publico los de^•^tes, que ni se dio cuenta de una crisis ministerial l u e por entonces estalló. Pues el proceso del ícCuar^° Amarillo,» que precedió al de Nayves en unos *^uanto3 años, tuvo más resonancia aún. E! mundo ^"tero se apasionó durante meses por semejante obs^^^ problema—el más obscuro, que yo sepa, de *^tiantos han sido propuestos á la perspicacia de la policía parisiense, y á la conciencia de los jueces de ^ capital.—No hubo quien no buscara !a solución ^ tan interesante problema, verdadero rompecabe*s contra el cual se estrellaron Europa y América. ^rdad que—y séame permitido decirlo, «puesto que I k ^^Proáuccíiin autorizada para los periódicos que tengan ct>rado contrato con la SccitUdes gens de ¡cifres y probibi"* para los demás. Morgue, como en las invenciones de los imitadores de Edgar X*oe ó en los tremebundos asuntos de Conan Doyle, que pueda compararse con dicho suceso, KN CL'ANro A[, r.1 iSíKRio, «al natural misterio del Cuarto Amarillo.» Lo que nadie había podido descubrir, Pepe Ruedelaboia, joven de diez y ocho años, á la sazón reportero en un diario de gran circulación, lo descubrió... Mas, cuando en la vista del proceso dio á conocerla clave de tan enmarañado asunto, no dijo toda la verdad; sólo dejó traslucir lo necesario «para explicarlo inexplicable* y para que quedara absuelio un ¡nocente. Las razones que por entonces motivaron su reserva, ya no existen hoy. Es más, mi amigo «debe» hablar. De modo que van ustedes á saberlo todo; y, sin más extenso preámbulo, voy á presentarles á ustedes el problema del «Cuarto Amarillo,:& tal como fué presentado al mundo entero al dia siguiente del drama del castillo de Glandier. El 25 de octubre de 1892, la nota siguiente parecía en la «última hora* del Tetiips: «Acaba de cometerse un'crimen abominable en Glandier, á orilla de la selva de Sainte^Genevi^ve, sobre Epinay sur-Orge, en la morada del profesor Stangerson. La noche pasada, mientras el maestro estaba trabajando en su laboratorio, han intentado asesinará la señorita Stangerson, la cual descansaba en una habitación contigua á dicho laboratorio. Los mérlicos no responden de la vida de la joven.» Fácilmente suponen ustedes qué emoción se apoderó de París. Ya en aquella época, el mundo sabio seguía con interés los trabajos del profesor Stangerson y de su hija. Dichos trabajos, los primeros intentados acerca de la radiografía, habían de encaminar, años después, á los esposos Curie, hacia el descubrimiento del radio. Por cierto que con ansia era espe Al día siguiente, los diarios de la mañana dedicaban columnas enteras á dicho drama. Le Alafia^ entre otros, publicaba el artículo siguiente, titulado; «Un crimen sobrenatural;» «He aquí los únicos detalles—escribe el redactor anónimo del Matin—que hemos pedido conseguir sobre el crimen del castillo de Glandier. El estado de desesperación en que se halla el profesor Stangerson, y la imposibilidad que hay de recoger informe alguno de boca de la víctima, de tal manera dificultan nuestras investigaciones y las de la justicia, que no es posible, hoy por hoy, formarse la menor idea de lo ocurrido en el cuarto amarillo, donde la señorita Stangerson, en ropas menores, fué hallada medio muerta en el suelo. Por lo menos hemos podido hablar con el tío Santiago, como lo llaman en el paÍF, que ha tiempo está al servicio de la familia Stangerson. El tío Santiago entró en el cuarto amarillo al mismo tiempo que el profesor; dicha habitación toca con el laboratorio, y éste y el cuarto amarillo se hallan situados en un pabellón, en el fondo del parque, á unos trescientos metros del castillo. »— Eran las doce y media de la noche, nos dijo aquel buen hombre {¿ ?), y estaba yo en el laboratorio donde aón seguía trabajando el Sr. Stangerson cuando ocurrió el suceso. Durante toda la velada había yo estado limpiando instrumentos y colocándolos luego en su sitio, y esperaba para irme á acostar, á que se fuera mi amo. Hasta media noche había estado trabajando con su padre la señorita Matilde; tan pronto como oyó los doce golpes cantados por el reloj de cuco del laboratorio, habíase levantado, y, después de dar un beso al anciano deseándole feliz descanso, lío Santiago le había dado también á él las buenas noches, pasando luego al cuarto amarillo. Al oir el señor y yo que la señorita cerraba su cuarto con llave, no pude menos de echarme á reír y decir al señor; íVa está echando la llave la señorita; 452 NÚMERO L A ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA de seguro que le tiene miedo al Animalifo de Dios. esto que había habido lucha. Seguramente que habían Tan absorto estaba el señor que ni siquiera rae oyó. sacado á la señorita de su cama; estaba llena de sanMas un abominable maullido me contestó desde fue- gre, con terribles arañazos en el cuello; tanto, que ra, y reconoci justamente el clamor del Animaliio casi estaba arrancada la piel; en la sien derecha, un de J)i<>s...j que le daba á uno calofríos... ¿Qué; aca- agujero por el cual salía sangre, formando ésta un so va á quitarnos el sueño esta noche también?, pen- charquitü en el piso. Al ver a su hija en tal estado, sé; porque he de decirle á usted, caballeroj que, hasia el Sr. Stangerson se precipitó hacia ella arrojando un fines de octubre, vivo en el desván del pabellón, por grito que daba lástima; notó que !a desventurada res encima del cuarto amarillo, con el tínico objeto de piraba aún, y sólo de ella se ocupó. Nosotros nos que la señorita no quede sola durante la noche en el pusimos en busca del asesino, y puede usted creer, fondo del parque. Ha sido capricho de la señorita el señor mío, que, de haber dado con él, no le hubiera pasar el verano en el pabellón, por parecerle sin duda ido bien. Mas, ¿cómo explicar que no estuviese allí, más alegre que el castillo, y, desde ruatru años que que se hubiera marchado ja?.. ¿Qué ptnsar, qué hace que está construido, nunca deja de Instalarse imaginar?.. ¡Nadie fcajo la cama, nadie detrás de los en él desde que comienza la estación fluiida. Al aso- muebles, nadie, nadie! Sólo su lasiro hemos hallado; mar el invierno, la señorita vuelve al castillo,/(^r >io las huellas ensangrentadas de ur,a ancha maco de hobsr ehimenta en el cuarto a/iitiriüo. hombre sobre la pared y sobre la puerta, un amplio íí Estáuíimos, pues, t n el pabellón, ti Sr. Stangerson pañuelo todo manchado de sangre, sin inicial alguy yo. No hacíamos ruido alguno; él estaba sentado na, una boina vieja, y, t n el enianrrado, la señal reante su mesa de trabajo; yo, sentado en una silla, ja ciente de numerosos pa^os de hombre. El hombre terminada mi tarea, le miraba, diciéndome: ¡qué hom- que por allí había andado tenía grande el pie, y las bre, qué inteligencia, qué sabtr! Doy mucha impor- suelas dejaban detrás de ellas una especie de ollin tancia á esto c[ue no hacíamos ruido alguno, pues, negruzco. ¿Por dónde había entrado aquel hombre? poy eso mismo debió de creer e¿ asesino que nos kn- ¿Por dónde había desaparecido? A'c olvide usted, enbzamos marchado ya. V, de repente, at cantar el batiere, i¡ue no hay chimenea en el Cuarto Amaril/o. «cuco» la media, clamor desesperado partió del No podía haberse escapado por la puerta, que es muy cuarto amarilio; era la voz de la señorita, gritando: estrecha, y en cuyo umbral estaba la portera con la «¡Socorro, que me asesinan!» A raíz de estus gritos lámpara, mientras el portero y j o buscábamos alasese oyeron tiros de revólver, muebles lirados al suelo, sino en aquella reducida habitación en donde es imcomo durante una pelea, y de nuevo la voz de la se- posible esconderse, y en la que, además, no enconñorita, gritando: «¡Socorro..., que me asesinan!,. ¡Pa tramos á nadie. La puerta, pegada contra la pared, no dejaba hueco para un ser humano, cosa que tampá, papá!» Sí Figúrese si nos precipitamos hacia la puerta el bién examinamos. Por la ventana cerrada con sus Sr. Stangerson y yo; mas. ¡ay!, estaba cerrada «por maderas, y por los barrotes intactos, n i r g u r a huida dentro,» cerrada por la señorita, como ya le he dicho era posible. Entonces, ¿qué pensar? Ya comenzaba á usted, cerrada con llave y corrido el cerrojo. Tra- yo á creer en el diablo. tamos de forzarla, pero era muy resistente. El señor sPero. hete que en el suelo descubrimos mi reSrangerson estaba como loco, y, la vtrdad, había mo vólver. Sí, mi prop'o revólver,, Semejante hallazgo tivos para ello, pues se oía á su hija seguir diciendo, me devolvió el sentimiento de la realidad, pues no ya con voz más apagada; «¡Socorro.'.. ¡Socorrol .» Mi hubiese necesiiado el diablo mi revólvtr para malar amo daba golpes terribles contra la puerta, lloraba á la señorita. El hombre que tal crimen acabala de de rabia, de desesperación y de impotencia. cometer había comentado por ir á mi habitación, y ))Tuve entonces una inspiración. «El a.sesino habrá en ella había tomado mi revólver para cometer tal entrado por la ventana, exclamé; ¡voy á la ventana!» asesinato. Entonces, examinando les cartuchos, vi mos que faltaban dos. La verdad, señor mío, grande Y salí dt;! pabellón, corriendo como un loco. ))Pür desgracia, la ventana del cuarto amarillo da ha sido mi suerte al estar yo con elSr. Stangerson en al campo, de suerte que el tnuro d^^l parque que aca- semejante momento, pues, con esa historia delrevól ba en el pabellón me impedía llegar en seguida á ver, no sé en qué hubiera venido á parar el asunto dicha ventana. Para llegar á ella era menester salir respecto de mí: seguramente que á estas fechas estaprimero del parque. Corri hacia el lado de la verja, ría yo ya encarcelado; no necesita más la justicia para y, en el camino, encontré á líerníer y á su mujer, los enviar un hombie al cadalso.» porteros, quienes acudían, atraídos por lasdetonacio El redactor de Le Mafin añadía por su parte: nes y por nuestros gritos. Con pocas palabras les puse «Hemos dejado, sin interrumpirle, al tíoSantiago al corriiínte de lo que sucedía; dije al hombre que referirnos toscamente lo que síibia del crimen del acudiera á asistir al Sr. Stangerson, y, á la mujer, Cuarto Amarillo. Hemos reproducido las expresiones que me abriera la verja del parque Cinco minutos empleadas por él; únicamente hemos ahorrado al después, la portera y yo estábamos ante la ventana lector las repetidas exclamaciones con que adornaba del cuarto amarillo. La luna alumbraba muy clara- su relato. Queda sentado, lío Santiago, que quiere mente, y vi i/ue nadie había tocado á ¡a ventana; no usted mucho á sus amos; necesita usted que la gente sólo estaban intactos los barrotes, sino que las made lo sepa, y no cesa usted de repeiirjo, sobre todn desras, deirás de ¡os barróles, estaban cerradas, tai como de el descubrimiento del revólvtr. Está usted en su yo mismo ¿as había cerrad» la víspera al anochecer, derecho, y, por nuestra parte, ningún inconveniente según costumbre mia diaria, á pesar de haberme di- vemos en ello. Muchas más preguntas hubiéramos cho la señorita que, para no cansarme más, pues era querido hacer al tío Santiago {Santiago, Luis Mousmucho lo que yo tenía que hacer, ella misma se en- tier), pero, en aquel preciso momento venían á bus cargaría de ese cuidado. Así estaban las maderas, cario de parte del juez que instruye la sumaria en la como yo las dejé, sujetas por dentro con una aldabi- sala principal del castillo. Nos ha sido imposible pe lla. De modo que no había podido escaparse porallí netrar en Glandier, y, en cuanto al Robledal, está el asiísino; pero tampoco yo podía entrar... guardado por unos cuantos agentes de policía que í>Nos perseguía la mala suerte: con mucho menos vigilan todos los caminos que pueden conducir al hay lo bastante para volverse loco: la puerta de! cuar pabellón, y, quizá, ai descubrimiento del asesino. to cerrada con llave for dc/ifro; las maderas de la ^También hubiéramos querido interrogar á los única ventana cerradas también fior dentro, y, de- porteros, pero están invisibles. Finalmente, hemos fendiendo Us maderas, los barrotes, intactos, barro- esperado en una posada, no lejos de la verja del cas te? por entre los cuales no pasaría usted el brazo, tillo, la salida del Sr. de Marquet.el juez de instruccaballero... ¡Y la señorita pidiendo socorro! . O, me- ción de Corbeil, A las cinco y media asomaba con jor dicho, ya no se la oía..,; quizás estuviera muerta... su actuario; y, antes de que subiera á su coche, puPero lo que sí oía yo eran los golpes que el señor dimos hacerle la siguiente pregunta: seguía dando contra la puerta, para tratar de abrirla.. •)>—¿Puede usted, Sr. de Marquet, darnos algún »De nuevo emprendimos la carrera, ]a portera y informe acerca de este asunto, sin que en nada se re yo, regresando al pabellón. La puerta seguía resis sienta la instrucción? tiendo, á pesar de los esfuerzos aunados de mi amo »—Nos es imposible, nos contestó el Sr. de Mary áz B'írnier. Por fin cedió bajo nuestros furiosos quet, decir la menor cosa. Además, este asunto es el embates, y, entonces, ¿qué vimos? H e de decir á más extraño de cuantos he conocido. Cuanto más usted que, detrás de nosotros, la portera alumbraba creemos estar enterados de algo, menos sabemos. con la lámpara del laboratorio, una lámpara poderosa ):• Pedimos al Sr. de Marquet que tuviera á bien que iluminaba toda la habitación, aclararnos estas últimas palabras. Y he aquí lo que sTambién tengo que añadir que el cuarto amarillo nos ha dicho; á nadie se le pasará por alto la impores de reducidas dimensiones. La señorita lo había tancia de tales palabras. amueblado muy sencillamente: una cama de hierro »—Si nada viene á añadirse á las comprobaciones bastante ancha, una mesa de noche, un lavabo y dos materiales efectuadas hoy por el juzgado, temo que sillas, Asi es que, merced á la gran claridad quearro no esté á punto de aclararse el misterio que envuelve jaba la lárnpara, pudimos abarcarlo todo de un solo el abominable atentado de que ha sido víctima la se golpe de vista. La señorita, con sólo su camisa de ñorita Stangerson; pero hay que esperar por la razón noche, yacía en el suelo, en medio de increíble des humana, que el examen de las paredes, del techo y orden; los muebles estaban caídos, probando con del pavimento de] cuarto amarillo, examen que he 1.489 de comenzar desde mañana en compañía del maestro de obras que construyó el pabellóu hace cuatro años, nos suministrará la prueba de que no hay que deses perar nunca de la lógica de las cosas. Porque el problema es el siguiente: sabemos por dónde ha pene trado el asesino; entró por la puerta y se ocultó bajo la cama en espeía de la señorita Stangerson; pero. ¿por dónde salió? ¿Cómo pudo huir? Si no damos con trampilla, ni con puerta secreta, ni con escondrijo, ni con abertura de ninguna clase; si el examen de las paredes y hasta su derribo, pues el Sr, Stangerson está decidido á acudir á tales extremos, si todo eso no nos descubre un sitio por donde, vo sólo un hombre, sino un ser, cualquiera que sea, pueda entrar y salir, si no tiene agujero el techo, si el piso no oculta ningún s u b t e n á r t o , preciso será creer en el demonio, como dice el tío Santiago.'^ Y el redactor anónimo hace observar en dicho articulo, escogido por mí por parecer me que era el más interesante de cuantos fueron publicados aquel día sobre el mismo asunto, que el juez de instrucción parecía pronunciar intencionadamente esta última frase: «Preciso será creer en el demonio, como dice el tío Santiago.» El articulo terminaba con estas palabras: «Hemos querido saber qué entendía el tío Santiago por el clamor del Animalito de Dios. El dutño de la posada del Castillejo nos ha explicado que dan por allí ese nombre á un clamor particularmente siniestro que, á veces, por la noche, arroja el gato de una vieja, la tía í Arrodillada,» como la llaman t n aquellos contornos. La lía «Arrodillada» es una especie de santa que vive en una choza, en lo más espejo de la selva, no lejos de la '(Gruta de Santa Genoveva.» El Cuarto Amarillo, el Animalito de Dios, la tía Arrodillada, el demonio, Sonta Genotiva, el lio Santiago...: vaya un crimen embrollado de veras, cujo misterio nos será descubierto, mañana, por el pico de un albañil; esperémoslo, siquiera,/£•'• In razón hu mana, como dice el juez de instrucción. Mientras tanto, créese que la señorita Stangerson, que no ha cesado de delirar y que no pronuncia daramenie más que esia palabra; «j.Asesino, asesino, asesino!. ,» no pasará la noche. Finalmente, á última hora, el mismo diario anunciaba que el jefe de la seguridad había telegrafiado al famoso inspector Federico Larsan, enviado á Lon dres para un asunto de títulos de renta robados, que regresara inmediatamente á París. II EN DONDE, POR PR1MER.\ VEZ, .'\P.-\RECE PEE'E RUIiDEI.ABuLA Recuerdo, cual si la cosa fuera de ayer ,1a entrada del joven Ruedelabola, en mi cuarto, aquella maña na. Eran próximamente las ocho, y aún estaba yo acostado, leyendo el artículo del Matiti referente al crimen de Glandier. Pero, ante todo, ha llegado el momento de presentar á ustedes mi amigo. Conocí á Pepe Ruedelabola cuando sÓlo era un reporterciilo. Por entonces comenzaba j o á ejercer la abogacía, y con frecuencia me lo encontraba en los pasillos de los jueces de instrucción, cuando iba yo á solicitar algún «permiso de comunicación» con algún «cliente» mío detenido en alguna de las varias cárceles de París, Pepe tenía un aspecto simpático; su cabeza era redonda como una bola, y supongo yo que por esto le habían puesto, sus compañeros de la prensa, aquel mote que había de quedarle y de hacerle célebre. «¡Ruedelabola! —¿Has visioá fíuedelabola?—¡Hombre, aquí está ese diablo de Ruedelabola!» Con frecuencia estaba tan encarnado como un tomate; a veces resultaba alegre como un jilguero y, otras, sU seriedad podía competir con la de un papa. ¿Cómo tan joven, pues sólo diez y seis años y medio tenia cuando lo vi por primera vez, cómo ganat^a ya su vida en la prensa? Esto es lo que hubieran podido preguntarse cuantos le iban conociendo, de no estar enterados de sus comienzos. Cuando el asunto de la mujer cortada en pedazos de la calle de Oberkampí — otra historia más que olvidada, — Pepe había llevado a] redactor \eiit de i'Epoque, diario que estaba entonces en rivalidad de informaciones con el Maiin, el pie izquierdo que faltaba en la cesta en que fueron descubiertos los lúgubres pedazos. Aquel pie izquierdo, ocho días hacía que en vano lo estaba buscando la policía, y el joven Ruedelabola lo había encontrado en una alcantarilla en donde á nadie íe le había ocurrido buscar. Para llevar á cabo su intento, luvu que disfrazarfe de pocero y escurrirse entre una cuadrilla de éstos, pedida con urgencia NuMüKO i.^üg por el Municipio de París, á consecuencia de daños efectuados por una excepcional crecida del Sena. Cuando el redactor jeíe tuvo en su posesión el ansiado pie y comprendió á consecuencia de qué inteligentes deducciones habla conseguido descubrirlo un niño, sintió juntamente: admiración por la astucia policíaca que denotaba aquel cerebro de diez y seis añüSj y alejaría por poder exhibir en su periódico «el pie izquierdo de la calle Oberkampf.» Luego, ya que hubo entregado el siniestro paquete al médico forense agregado á la redacción de lEpoque, preguntó al que pronto iba á ser Ruédelabüia cuánto deseaba ganar en calidad de reportercillo del servicio de los «sucesos.» — Doscientos francos mensuales, contestó modestamente el joven, atónito ante semejante proposición. —Pues le daremos á usted doscientos cincuenta, contestó e! redactor jefej sólo que, habrá usted de decir á todo el mundo que hace ya un mes que forma parte de la redacción. Quede bien entendido que no es usted quien ha descubierto «el pie izquierdo de la calle Oberkampf;» no usted, sino el diario l'Epoque. Aquí, amiguito mío, el individuo, nada significa; aquí, el periódico ts el único que cuenta.,. Y, dicho esto, pidió al nuevo redactor que se reli rara. No obstante, retuvo al joven en el momento en que iba éste á salir, para preguntarle su apellido, P'l contestó; —José Josefino. —liso no es un apellido observó el redactor jefe; pero, puesto que usted no ha de firmar, ninguna importancia tiene el que se llame así.,. En seguida se granjeó muchas amistades el redactor imberbe, pues era servicial y estaba dotado d e i n buen humor que alegraba hasta á los más adustos, y desarmaba álos más celosos. En el café de la Audiencia» en donde los reporteros de los sucesos se reunían entonces antes de subir al juígado ó á la prefectura de policía en busca de su crimen diario, comenzó á adquirir reputación de is;vii-o& que no tardó en llegar hasta oídos del mismísimo jefe de la Seguridad. Cuando un asunto valia la pena y Ruedelabola— pues ya era conocido con este seudónimo—era lan zado per su redactor jefe sobre la pista de guerra, ocurríale al joven dejar tamañitos á los inspectores más afamados. En el café de la Audiencia es donde le conocí más íntimamente. Abogados criminalistas y periodistas, no son enemigos, por necesitar: los primeros, recia mo, y los segundos, informes. Hablamos, y en seguida sentí gran simpatía hacia aquel valiente hombrecil'o, hacia Ruedelabola, ¡Tan viva y tan original era su inteligencia! Además, en ningún otro he hallado pensamiento de la calidad del sujo. Poco después, quedé encargado de la crónica judicial del Cridu boukvard. Mi entrada en el periodismo 10 podía sino estrechar los lazos de amistad que ya existían entre Ruedelabola y yo. Y, finalmente, haIjíéndosele ocurrido á mi nuevo amigo la idea de una correspondencia judicial que le hacían firmar con un seudónimo en su diario VEpajue, tuve frecuentes Ocasiones de suministrarle informes de derecho necesitados por él. Cerca de dos años transcurrieron así; cuanto más aprendía yo á conocerle, más le quería, pues, bajo apariencias de alegre extravagancia, ocultaba una seriedad notable para sus pocos años. Más de una vez •^e llamó la atención el que aquel joven, que habí tualmente estaba alegre, y hasta demasiado alegre, resultara de repente sumido en tristeza profunda. Quise indagar el por qué de aquel cambio de humor, pero, cada vez, se echaba á reír y no me contestaba. Un día, me atrevía interrogarle sobre sus padres, de quienes nunca decía una palabra; pero dejó mi compañía, haciendo como que no entendía la pregunta. En esto estalló como una bomba el famoso asunto '^fil «Cuarto Amarillo,•* el cual, no sólo había de colo^ r l e en el primer puesto entre los reporteros, sino ^Ue iba á convertirle en un policía sin igual; doble *^tíalidad que nadie extrañará ver en la misma perdona, dado que la prensa cotidiana comenzaba ya á transformarse y á convertirse en lo que es hoy, poco ^ 3 s poco menos: en la gaceta del crimen. Acaso se *ÍUeien de esto algunos individuos enemigos de todo Cambio en todo sentido; yo creo que debemos felicitarnos por esa transformación, atendiendo á que ja•^as tendremos sobradas armas, públicas ó privadas, Contra e! criminal, A esto contestan los descontenta '^'^os que, á fueríia de hablar de crímenes, la prensa acaba por inspirarlos. Pero, como todo el mundo ^*tie. hay personas contra quienes no sirven los razonamiento*!, por lógicos que estos sean... _ Hete, pues, á Kuedelabola en mi cuarto, en lama'^ana del 26 de octubre de 1892. Estaba más colora- LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA do aún que de costumbre; parecía como que iban á saltársele los ojos, cual suele decirse, y parecía presa de vivísima agitación. Con mano febril blandía el Matin. Me gritó; —¿Ha leído usted el famoso suceso, querido Saínclairi'.. —¿E! crimen de Glandier? — Sí; ¡el Cuarto Amariliúl ¿Cuál es su opinión? — Pues la de que, si no el diablo, el AnifualUo de Dios es el que ha cometido el crimen. —Vaya, hablemos en serio. —IJueno; pues le diré á usted que no creo mucho en los asesinos que huyen á través de las paredes, l'ara mí, el tio Santiago ha estado mal inspirado al dejar á la vista el arma del crimen, y^ como vive por encima del cuarto de la señorita Stangerson, las in vestigaciones á que hoy mismo va á proceder el juez de instrucción nos darán la clave del enigma; no tardaremos en saber por qué trampilla natural ó por qué puerta secreta ha podido, el buen hombre, deslizarse para volver inmediatamente al laboratorio, al lado del Sr. Stangerson, quien no se habrá dado cuenia de nada. ¿Qué quiere usted que le diga? Esto no es más que una hipótesis. Ruedelabola se sentó en una butaca, encendió su pipa, de la que nunca se separaba, fumó en silencio durante un momento, mientras se calnjaba un poco aquella fiebre que visiblemente le dominaba, y luego me despreció; —¡Joven!, dijo con tono cuya mordaz ironía no trataré de expresar, joven... Es usted abogado, y r.o dudo de su talento para hacer absolver á los culpables; mas, si algún cía llega usted á ser magistrado instructor; ¡cuan fácil le será hacer condenar á los inocentes!,, ¡Vaya un olfato que tiene usted, joven! Fumó con energía, y añadió: —No se dará con trampilla alguna, y el misterio del Cíííi/'/íj.^Wíir///c) resultará más impenetrable cada vez. Por eso me interesa. Dice bien el juez de instrucción: jamás se habrá visto cesa tan extraña como ese crimen.,. —¿Tiene usted alguna idea acerca del camino que haya podido tomar el asesino para marcharse?, pre gunté. — Ninguna, ninguna por ahora... Pero, respecto del revólver, ya tengo mi idea... El asesino no se ha servido de tal revólver... —PueSj ¿quién lo ha utilizado? —... La señorita Stangerson... —No comprendo,.., es más, no he comprendido nada de lo que usted me ha dicho.,. Ruedelabola se enccgió de hombros: —¿Nada le ha llamado á usted particularmente la atención en el articulo del Maiinl —... No; me resulta extraño cuanto dice.,. — Pues.,., ¿y la puerta cerrada con llave? —Eso es ío único natural de lodo el relato,., —¿De veras?.,, ¿y el cerrojo?.. — ¿El cerrojo? — El cerrojo corrido por dentro,,. ;Pues no se rodeaba de pocas precauciones la señorita Stangerson! Para mí, a que sabía que alguien la amenazal'a, y se po}iía en guardia, llegaudo hasta tomar el reiálvír del tio Siiufiago, pero sin decírselo á éste, sin duda para no asustar á nadie, y menos aún á su padre,,. Lo que la joven temía, ocurrió..., y se ha defendido, y ha habido pelea, habiendo la joven tenido la suerte de herir en la mano á su asesino: asi se explica la impresión de la ancha mano de hombre ensangrentada en la pared y en la puerta, del hombre que, casi á tientas, buscaba una salida para huir; mas no tiró la joven lo bastante de prisa para evitar el golpe teirible que la hirió en la sien. —¿De modo que, según usted, la herida de la sien no ha sido producida por una bala de revólver? —No lo dice el periódico, y yo no lo creo; y no lo creo por lo que acabo de decirle; que el revólver le sirvió á la señorita Stangerson contra el asesino. Ahora, otra cosa; ¿cuál era el arma del asesino? El golpe de la sien probaría que el asesino quiso acogo tar á su víctima.., después de tratar de estrangularla,.. Debia de saber el asesino que en el desván habitaba el tío SantiagOj y esta es, á juicio mío, una de las razones porque quiso operar ccn un aima de silencio^ quizá con un garrote, ó con un martille. , —Todo eso no nos explica, objeté, cómo se las compuso el asesino para salir del Cuarto Amarillo. —Desde luego, contestó Ruedelabola. levantando se, y, como hay que explicarlo, voy al castillo de Glandier, y, de paso, he venido á buscarle á usted para que venga usted conmigo... -¡Yo! — Sí, amigo mío, necesito de usted, ]JJipoque me ha encargado definitivamente de ese asunto, y urge el que lo ponga en claro. —Mas, ¿en qué puedo serle á usted útil? 45S — D. Roberto Darzac está en el castillo de Glandier, — Cierto; su desesperación no debe tener límites. —Tengt) que hablarle, . Ruedelabola pronunció esta frase con tono que me sorprendió; —¿Acaso..., acaso cree usted en algo interesante por ese lado?.., pregunté, -Si. _ No quiso decir más, y se fué á mi salón pidiéndome que me aviara cuanto antes: Conocía yo al Sr, Darzac por haberle prestado un notable servicio judicial en un proceso civil, en tiempo e[i que era yo secretario del abogado Barbet-Delátour. El Sr. Darzac, que á la sazón tenía unos cuarenta años,era profesor de física en la Sorbona, Eia intimo de los Stangerson, puesto que al cabo de siete años de relaciones estaba li punto de casarse con la señorita Stafi^erson, la cual tendría unos treinta y cinco, pero aún era muy boniía. Mientras me \estía le grité á Ruedelabola, que se impacientaba en el salón: —¿Tiene usted alguna idea acerca de la condición social del asesino? —Sí; lo creo, si no hombre de mundo, per lo menos de clase bastante elevada.,. Pero esto no es todavía más que una impresión... —¿Y por qué es producida esa impresión? — Pues por la boina grasienta, por el pañuelo vulgar y por los rastros del calzado grosero... — Comprendo, dije: no se de'an á la vista tantos rastros cuando son éstos la exbresión de la verdad... —Haremos algo de usted, querido Sainclair, concluyó Ruedelabola. m ÍUN • EtOMKRE H.\ l'ASADO COMO UNA SOMURA Á TKAVÉS DE LAS C O N T K A V E N T A N A S 1>E H I E R R O » Media hora más tarde, estábamos, Ruedelabola y yo, en el muelle de la estación de Orleáns, esperando la salida del tren. Vimos al juzgado de Corbeil que llegaba, representado por el Sr. de Marquet y su actuario. El Sr. de Marquet había pasado la noche en París, con su actuario, para asistir, en el teatro de la Scala, al ensayo general de una revistilla de la cual era él autor oculto, firmando simplemente; Castigat Kidendo. El Sr. de Marquet comenzaba á ser un noble an ciano. Era, generalmente, muy cortés y muy galante; su pasión dominante había sido siempre el arte dramático. En su carrera de magistrado, le habían interesado, sobre todo, por causas capaces de suministrarle asunto para siquiera un acto. Aunque bien emparentado y, por tanto, en estado de aspirar álos más elevados puestos de su profesión, todos sus es fueríos se habían encaminado á llegar..,, á una escena teatral. Semejante ideal le había conducido á ser, ya en edad madura, juez de instrucción en Corbeil, y á firmar Casti-^at Ridendo un pobre acto para la Scala. El asunto del Cuarto Amarillo, por lo inexplicable que presentaba, era muya propósito para seducir á un espíritu tan..., literario. En efecto, el señor de Marquet se apasionó, dedicándose á él menos como magistrado ávido de conocer la verdad, que como aficionado á enredos dramáticos cuyas facultades todas tienden hacia el misterio de la intriga, y que, no obstante, teme llegar al liltimo acto, en el que todo se explica. Por ejemplo, en el momento en que estuvo á nuestro alcance, oí al Sr, de Marquet decir á su actuario; —;Con tal, mi querido Maleine, que ese maestro de obras no eche abajo, con su azada, tan hermoso misterio! —No tema usted nada, contestó el Sr. Maleine; acaso consiga echar abajo el pabellón, pero quedará intacto el asunto que nos preocupa. He examinado las paredes y estudiado el techo y el suelo, y no hay cuidado: nada descubriremos. Después de haber tranquilizado así á su jefe, el Sr. Maleine, con discreto movimiento de cabeza, nos designó al Sr. Marquet. La cara de éste se arrugó, y al ver á Ruedelabola que, sombrero en mano, se disponía á saludarle, el juez subió preci])itadamente al tren, diciendo á media voz á su actuario: «¡Sobre todo, nada con los periodistas!í> El Sr. Maleine contestó: «¡Entendido','*' detuvo á Ruedelabola y manifestó la pretensión de impedirle que subiera al compartimiento del juez de instrucción. —¡Ustedes perdonen, señores! Este compartimiento está reservado,.. (Se fOH/inuard.) LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA 454 NÚMERO 1.489 que habia empleado nueve minutos en recorrer el trayecto, sus tripulantes fueron objeto de una calurosa ovación; que se reprodujo cuando fueron á recoger los premios. Consistían éstos en la Copa del Rey y cinco medallas de vermeil que les fueron entregadas por una comisión de señoritas compuesta de Sofía Oliveras, María Vernet, Mercedes de la Ríva, Josefina Sanz Selma y Mercedes y Josefina Reinóse. El segundo premio, consistente en un objeto de arte y Barcelona.—BegatHS i n t e r n a c i o n a l e s á r e m o o r g a n i z a d e s p o r el R e a l O l u b La canoa Chispa, ganadora del CHinpeonalo de Barcelona y de la Copa Morató yolas de mar á cuatro remeros en punta y timonel; el trayecto que debía recorrerse era de dos ,' • REGATAS INTERNACIONALliS Á UEMO mil metros con cuatro viradas. El día 3 de los corrientes celebráronÉe en las aguas Tomaron parte en ella el equi- Lüj Sres. Ranzíni, Earnola, Fon!, Correa y Camps, tripulantes de la yola Banino //> del antepuerío las regatas á remo organlzajias por el po lyonés (Benoit, Fabre, Mai ganadora de la Copa de S. M. el rey y del Campeonalo de España Real Club de Barcelona, bajo lapresídVíiciá honora- ret(S. y Xj, remeros y Bartoner, paria de S. M. el rey D. Alfonso %\\l. Una concurrencia tan numerosa' como escogida en trón) en una yola la que abundaban las señoras y señorías elegantí- del Real Club, ya siroamente ataviadas, llenaba enteramente las tribu- que el reglamennas y los palcos, que habían sido levantados en la to d e l Cércle de parte Sur de! muelle deEarcelonay que ofrecían un PAviron de Lyon aspscto pintoresco y en extremo animado, pues con á que aquél perteser grande el espacio destinado á ellos resultaba in- nece no permite á suficieiUe para contener al público que acudió á pre- sussociosllevarse e m b a r c a c i ó n alsenciar la fiesta. La circunstancia de presentarse tres equipos con gunajel equipo de título de campeón y la de luchar dos tripulaciones Bayona (Halcet, francesas contra una de esta ciudad despertó gran- Fargues, Moser y demente el interés de todos los aficionados al depor- Kaempí, remeros, y Anatal, patrón), te náutico. La primera regata fué de canoas de seis remos tri- en la Bayonnáipuladas por niños del Asilo Naval que debían reco se / F y y el equipo rrer un trayecto de mil metros con una virada. To- b a r c e l o n é s (Comaron parte en ella las embarcaciones Luisa, Mari- rrea, Ranzini, Barna y Colón, que llegaron por este mismo orden ha- nolay Font, remebiendo empleado la primera quince minutos. Los ros, y Camps, papremios fueron de cincuenta pesetas el primero y de trón), en la Barcino II. Al darse veinticinco el segundo. la salida arrancaEfectuóse á continuación la de canoas de paseo, ron p r i m e r o las con un remero y patronadas por señoritas; lucharon embarcaciones Canoa tripulada por la señorita Girona (timonel) y por et Sr, Earó (remero), que garjó el prEmio Zaza, Mim'i y Sor/^rt-sa en las que iban respectivaf r a n c e s a s , quemente las señoritas Girona, Poch y Espiell y los sedando algün tanto rezagada la catalana, pero en la cinco medallas d e plata lo ganó la Bayonnaise IV ñores Baró, Poch y Espiell, y que habían de recorrer primera virada alcanzó ésta á las otras y en la según que empleó en el recorrido treinta segundos más que también mil metros. Llegó primero Zas4, ganando da, que fué magistral y que valió muchos aplausos la Barcino II. La embarcación tripulada por los lyola señorita Girona un estuche con unos gemelos de teatro y un abanico y neses e m p l e ó nueve una medalla d e verminutoscuarenta y cinmeil^ y otra medalla co segundos. igual el Sr. Baró, y suDisputáronse el camcesivamente Mi mi y peonato de Barcelona Sorpresa, recibiendo y la Copa Morató las los hermanos Poch dos canoas Chispa, Volamedallas de vermeil y dora y Sirefía á diez los hermanos Espiell r e m o s y timonel. El dos de plata. trayecto era de dos mil metros con tres viradas Compitieron en la y Chispa, d e l Real tercera regata los mariClub de Regatas, lo renos de guerra que tricorrió en once minutos pulaban las embarcatreinta y cinco segunciones Graviita y A¿dos, ganando por conhintída. El trayecto era siguiente la copa yonde dos mil metros con ce medallas de plata. tres viradas y los preTres segundos después mios de 50 y 25 pesellegó á la meta Volado tas. En la ultima vuelta ra, que ganó once meretiróse la Gravina, gadallas de plata, y cuanando, por consiguientro segundos después te, la Atlántida, tripude éáta Sirena cuyos lada por marineros del t r i p u l a n t e s recibiec a ñ o n e r o Temerario, ron once medallas de que hizo el recorrido ^'ista de las tribunas darante b s regatas. (De lütografías de nuestro reportero Sr. Merlettij bronce. LaCopaMoraen doce minutos. La regata que mayor interés- despertaba era la I at Sr. Camps, se les adelantó conservando la ventaja ¡ tó, para ser en definitiva de propiedad de una íripuan Internacional y Campeonato de España para 1 hasta el final. A su llegada á la meta \d.-Barcino II, \ lacLóndebe ser ganada en dos años consecutivos.-T. Gran BARCELONA NÚMERO LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA 1.489 455 En ésta, tomaron parte los coches de D. Pedro La ginkama di\'irtió mucho á los concurrentes, en Garriga con la señcrlta Puíg y Saladrigas; So!er con particular cuando los automóviles rompían alguna En la tarde del domingo 3 de los corrientes efec- la señorita X; Pedro Víctor con la señorita Josefina maceta ó derribaban alguno d é l o s maniquíes espartuóse en la Plaza de Armas del Parque un festival Arnús; líaixeras con la señora del Dr, Cera; doctor cidos por la pista. Todos los que tomaron parte en ella demostraron la destreza en el dominio de los coches. Los premios se concedieron: primero una copa y una sombrilla al coche del Sr. Andreu con la señorita Dolsa, que se apuntó 121 puntos buenos yempleó 3'5o minuLos; el segundo, un estuche y una sombri> lia, al del Sr. Miret con la señorita Angela Víctor, que se apuntó 121 puntos y empleó 3'i 7 minutos; y el tercero un portaplumas de plalay otro objeto para la señora de Cambra, al del Sr. Barral, que hizo 100 puntos y empleó 4'3r minutos. Siguió á la ginkama otro ejercicio hípico, consistiendo éste en dos vueltas á la pista desmontando los jinetes cuatro veces y debiendo beber en cada parada una copa de champaña. Tomaron parte en este ejercicio los Sres. Martí Olivares, Andreu, Bofill, Baró, Lossios, Infiesto y Villalonga y ottos dos que se retiraron sin acabar el recorrido. Ganó el primer premio el Sr. Lossiosyenel regundo resultaron BARCELONA.—FIESTA DEPORTIVA B a r c e l o n a . G-inkama a u t o m o v i l i s t a c e l e b r a d a e n e l P a r q u e el d í a 3 d e l o s corrientes.—raso del balancín deportivo á beneficio del Patronato para la lucha contra la tuberculosis. La fiesta había sido organiza da por el Real Polo Club y por el Real Automóvil Club de Barcelona y á presenciarla acudió un público numeroso en el que figuraban las más distinguidas familias de esta capital. En los palcos y en las tribunas elegantísimas damas y señoritas lucían es pléndidas ioUtites. Comenzó la fiesta con un ejercicio hípico que consistió en que varias señoritas, sentadas en sillas frente á los palcas, habían de enhebrar una aguja, 'iiientras los jinetes echaban pie á tierra; el premio había de ser para el jinete que después de tomar la 3-guja enhebrada y montar nuevamente á caballo, tlegara primero á la meta. Ganó el primer premio el Sr. Bofill (S, M.) y el segundo fué adjudicado al señor Marti Olivares. fíespués se efectuó la ginkama autQmovilísta, cuyo recorrido era el siguiente: paso de precisión, doble ^Lirva, montaña rusa con obstáculo {marcha adelan^6)1 paso de precisión, lluvia de flores, círculo, balo^fs, maniquíes, ría (adelante), montaña rusa {marcha ^^ras), muro, ángulo, balancín, ría (paso precisión), ^ e t a con obstáculo. r Cera con la se^ ñoradeBaixeras; de doña Camila Fabra conducido por el señor Garriga con la señorita Reyes Bosch y Alsina; Juan JoséFerrer Vidal con la señorita Isabel L l o r a c h ; Coll con la señorita María Dolsa; Ciudad con do ñaCamilaFabra; Fabra (R.) con la señorita Luisa Vista de las tribunas Llorach;Esquer(De fotografías de naestro reportero Sr. Merletti.) do con !a señorita Mercedes Eosch y Alsina; Andreu con la seño con empate los Sres. Bofill (D. M.) y Marti Olivares. rita Dolsa; Munné con la señorita Carmen Andreu; Fué, en resumen, una fiesta agradabilísima que Barral con la señora de Cambraj y Miret con la se- valió merecidos elogios á sus organizadores y ¿cuanñorita Angela Víctor. tos á ella contribuyeron.—P. =^ NUEVA REIMPRESIÓN PENSAMIENTOS Y RECUERDOS DE O T Ó N , PRÍNCIPE DE BlSMARCK Notabilísima obra que constituye una herencia preciosa para la Historia, y es fuente de sia igual riqueza para los estadistas é historiadores de todas las naciones. Forma dos tomos de más de 400 páginas cada uno, ilustrados profusam^ente, y encuadernados en tela con corte dorado, y so vende al precio de 15 ptas. en la casa editorial de Montaner y Simííin, Aragón, 255, Barcelona. ^ J DICCIONARIO de las lenguas española y francesa comparadas Redactado con presencia de los de las Academias Española y Francesa, SeacAereíií, iiíírl, 'Saíflá y los últimamente publicados, por D. NEMESIO FKRSÁNDEB CDRBTA. - Contiene 1» ^tgQificaciún da todas las palabras de ambas lenguas; voces antiguas; neologismos; étimologiaB; términos de ciencias, artes y oficios; frases, proverbias, reiranes é idiotismos, asi como el uso familiar de las voces y la pronunciación figurada.—Cuatro tomos: 66 pesetas. Montaner y Simón, editores. -Aragón, 255, BARCELONA HISTORIA UNIVERSAL rSCRITAPARCIALMKNTR POR VfiíNTlDÓS PaOFBSORES ALEMANSS BATO LA DUtHCCIÍN DHL SABIO HISTORIÓGRAFO G U I L L E R M O O N C K E N Consta de l6 tomos con grabados intercalados y ana numerosa colección de Uminas cromolitc^raoadas, mapas, pianos, facsímiles, etc. Se vende á 320 pesetas el ejemplar ricamente encaadernado con tapas alegóricas, pagadas en doce plazos mensuales. — MONTANER Y SIMÓN, EDITORES. LA ILUSTRACIÓN AKTÍSTICA ^5^ NÚMERO 1.489 LA P E R D I D A D E L D I R I G I B L E ALEMÁN « Z E P P E L I N V I L » (De fotografía de Carlos Delius.) Los restos del dirigible en el bosque de Tentoburgo, poco después de la catástrofe , E n el número último dimos cuenta del gravísimo accidente ocurrido al dirigible a l í m á n ZffpeÜn í ' 7 / e l dfa 2S del próximo pasado mes. Por el adjunto g r a b a d o v e r i n nuestros lectores el estudo del globo después d e su caída; u n montón informe de hierros y telas, entre los q u e se deslaca, muy estropeado, el vagón d e los pasajeros; es lo único que q u e d ó del aeróstato q u e . pucos dfas a n t e s , babfa realizado cim t a n t o (ixiio la primera excursión aérea con viajeros, hucienHo con toda felicidad el irayecio de Friedrichshaven a Dusseldorf. A pesar dsl p e r c a n c e , la Sociedad A l e m a n a de Aerostacióií, que se proponía des:inar el dirigible á un servicio regular de pai^ajeros, no desiste de su propósito y ha anunciado que ]ris viales se reanudarán en cuanto se reconstiu) a el globo destruido ó, si esio no es posible, así q u e se haya construido o t r o , que la sociedad Zeppelin se compromete á t e n e r t e r m i n a d o antes det otoño, . -, . • . LIBROS ENVIADOS A ESTA REDACCIÓN POR A U T O R E S Ó HDITOKES N O V Í S I M O T E X T O D E H I S T O R I A DB: C O L O M B I A , p o r Fran- cisco ¡avier Vergara y' Velasco. - U ñ tomo de 302 p á g i n a s q u e abarca d e s d e los orígenes de Colombia hasta la terminación del giibierno del g e n e r a l Keyes en 1909. O b r a ajustada al método cíclico, progresivo y concéntrico, a d o p t a d a para las es cuelas de la Kepública. y escrita en forma d e lecciones de fácil comprensión. Esta edición, q u e es la s e g u n d a , ha sido publicada por la Librería Colombiana y p o r la L i b r e i í a Mueva. PAPEL WLINSI L ' O k HEi. R Ú E N , por Wagner, Traducción c a t a l a n a a d a p ' Lada á la música por Jerónimo Zannéy Joaifitín Pena. - Acumpaña al texto la exposición t e m á t i c a y lleva al final un cuadro sinóptico d e les temas y figuras musicales de esta ht-imusa obra, prologo d e la tetralogía El aniUe del Niibtli-ngo. U n tomo de 128 páginas, editado por ta íAssociació W a g n e r i a n a » Precio, tres pesetas. E A L A D P S X coNTtís jAfONBSOS, selección y traducción cat a l a n a de Ediiirdo Lhrens. - U n tomo de 94 pácinas, que forma parte d e la Biblioteca Popular d e (i L'Aveni- J que con t a n t o éxito se publica en esta ciudad. Precio, c i n c u e n t a c é n t i m o s . Soberano remedio para rápida curación de las AfecCÍOÍieS deí\ C A N A L O E N A V E G A C I Ó N DKt N O R T H E N T R E M A K C H I '.'UITA Y P A K A N A H E L A S P A L M A S . - I n f o r m e d e la Comi- sión d e S'ocales del D e p a r t a m e n t o de Ingenieros p y b ' i c a d o bajo la dirección de su presidente, D, E n r i q u e de M a d r i d , p o r el Ministro de O b r a s Públicas de la provincia d e Buenos A i i e s . Cuatro voluminosos tomos que c o m p r e n d e n : el primero el informe y los antecedentes, con nunierosas fotografías; t i segundo, los c6mpunis métricos y las obras d e a r l e ; el tercero, los cómputos métricos, el movimiento de tierras y varios; y el c u a r t o , los planos. Es un trabaja que honra ¿ sus autores y a l gobierno que lo h a pairocinado y que bajo todos conceptos e s t í á la altura de la obra importantísima á que está dedicado. flNFMIfL"!^»r''°M^^^^ HIERRO QUEVENNE pec/io, Catarros, Mataa garganta, BronQuitis, Besfriaüos, fíomatíizos, de ios Reumatismos, DOlOrBS, LumÜaSOS, e l c , 30 anos del mejor éxito atestiguan la eñcacia de este poderoso derivativo recomendado por los primeros médicos de.FarisSxiffir la. F-irma uíU. 'WZ.INSI. 3ICINA de PARÍS DEPÓSITO EN TOD^S LÍS BOTICAS T DBOOUBBIAS. — P A R Í S , 31, Ruó d e Soin». Las PILDORAS DE BLANCARD ^^J^'^J^^A'^^yí^J/^^l^I\íl-^il'^J/'^J/^J/^íl'J^3/^^i'^i'l^t'^^^ % EL INGENIOSO HIDALGO de P a r í s DON QUIJOTE DE LA MANCHA COMPUESTO POR MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA Suntuosa edición dirigida por D. NicU&s Díaz de fíenjumea t con una notable colección de oleografías y grabados intercalado* por I). íücardo Balaca y I). J. Luis Pdiictr Eilicióu profusamente ilustrada con reproducciones de ciidices, niapas, grabados y facaimilea de manuscritos importantes, á 6 0 céutinaos cuaderno de 32 página* MONTANER V S I M Ó N , EDITORES ilustrada en tí, texto A PATE EPILATOIRE DUSSER M O N T A N E B V S I M Ú N , EDITORES, BARCELONA (!ú U al t¡¡a) nosevendensueltas Dos magníficos tomos foHo mayor ricamente encuadernados con tapas í k g ó r i cas tiradas sobra pergamino y canto d o r a d o . - S u precio 200 peaetaa ejemplar, pagadas eu doce plazos rasrisualea. - Hay un n i m e r o reducido de ejemplares impreHOB sobre papel apergaminado y divididos en cuatro tooioB al precio de 400 pesetas ejemplar ^ Auténticas ESCRITA PARCIALMENTE POIl REPUTADOS PfiOFESQRES FRANCESES m \ DE LA VIBGEN MARlA COM LA HISTORU DE SU CULTO Dos tomos en folio, ricamente cncuaderDitdos, loa pesetas í•y^^JL/ry!-*^^L/^*.«^Jl/^t'T^ty^\l>^JL/^^l.T^Ey^ itttntjt bacta l u R A I C E S el V E L L O del nutro ie 1u iunu 4^arba. Btfrote, etc.\ alD ninemí Vfimo p i n el cKtii. BO A n o * d « Bxlto.imUlares de teitimaDioieinnUzaD li eltuaf de eU3 prcgaradcn. (Se rende en • • ] • • . pan la faaita. ; en 1/2 «ijai para el bi(rote (igero), Pan loi bnn» empJieieel ^iíAyOUM:, 3 3 T T S S S R , l.nuJ.-J.-RouBHaii.PaTl»< Quedan reservados los derechos de propiedad artística y literaria IMP. DB MONTANK» y SIMÚV