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Autobiografía
DESDE LA CÁRCEL
De cómo fui víctima de un complot y montaje
político, judicial y comunicacional para silenciarme.
Jorge Lavandero Illanes
Autobiografía
DESDE LA CÁRCEL
De cómo fui víctima de un complot y montaje
político, judicial y comunicacional para silenciarme.
Jorge Lavandero Illanes
Ediciones Radio Universidad de Chile
Miguel Claro 509, Providencia - Fono 977 15 76
www.radio.uchile.cl/editorial
Santiago de Chile, junio de 2010
Coordinación: Magdalena Vío V.
Diseño portada y diagramación: graficAnimada.cl
Fotografía portada: Daniela Miller
ISBN:
Registro de Propiedad Intelectual:
Prohibida la reproducción total o parcial
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Impreso en LOM
Índice
CRÉDITOS Y AGRADECIMIENTOS
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PRÓLOGO POLÍTICO
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PRÓLOGO JURÍDICO
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EXORDIO
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LA HISTORIA Y LOS HECHOS
31
DECLARACIONES JURADAS
313
Créditos y agradecimientos
No ha sido fácil manuscribir este libro en una cárcel de alta seguridad, sin contar con los elementos necesarios en un primer momento.
Y tal vez lo más complejo ha sido llegar a discernir entre lo que
pueda resultar interesante desde mi punto de vista y desde mi verdad y lo que le sea verdaderamente atractivo para mi complemento
y contraparte: Usted, el lector.
Creo que poco a poco, línea a línea se va desarrollando y conformando un drama que ha sido de vida o muerte para mí. O más bien,
de vida y de muerte. Quizás porque el solo hecho de recordar todo
aquello en profundidad, ha sido revivir a cada paso una huella de
dolor y abatimiento producto de la profunda injusticia de la que fui
objeto, a manos de insondables y espurios intereses. Porque todo me
empujaba a contarle a mis amigos, a los más cercanos, cómo se llevó
adelante este juicio que, desde su origen, ya traía adosada una sentencia concebida, pergeñada y parida para caer a plomo sobre mí. Es
decir, condenarme a como diera lugar.
La paciencia y el estímulo de numerosos amigos me empujaron a trepar desde el infierno en que me sumergí, de aquel pozo profundo en
que me encontraba y, con empeño, rescatarme de aquella depresión
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Ediciones Radio Universidad de Chile
que tañía a muerte como la campanada de un barco en el naufragio.
Y gracias a ellos, salir de nuevo a la esperanza que me fue tan esquiva a veces. Volver a ponerme de pie y comprender que el sentido de
la lucha y la justicia no podían estar del lado de mis verdugos. Que
darme por vencido y derrotado hubiera sido como doblar la cerviz
otorgándoles la razón y, por ende, aceptando mi derrota. Pero ellos
estuvieron, mis amigos y mis compañeros. Muchos fueron, semana
a semana a la CAS y continuaron apoyándome cuando ya salí en
libertad. Quiero mencionar -sin ser exhaustivo- a Andrés Zaldívar y
a su esposa Inés, a Sergio Bitar, a Hossain Sabaj, a Eduardo Saffirio,
a Jorge Pizarro, a Mariano Ruiz Esquide, a Gabriel Valdés, a Eugenio Tuma, a Claudio Huepe que ya no está con nosotros. Al Obispo
Bernardino Piñera, a Luis Corvalán y a Carmen Lazo. A los economistas y amigos Julián Alcayaga y Héctor Vega, a Álvaro Escobar,
a Juan Carlos Espinoza, a Axel Rivas, mi ex secretario que con asiduidad me iba a alentar a la cárcel, a la gente de mi Región que con
grandes sacrificios personales y económicos llegó a visitarme.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
aportó muy buenas ideas y un aliento permanente. Y obviamente,
no puedo dejar de mencionar a Natalia, que estudió y aprendió el
expediente de forma tan exhaustiva, que se transformó en fuente
permanente de consulta para los propios abogados, al punto de compenetrarse y conocerlo aun mejor que yo. Ella me ha ubicado en
todas las referencias que este libro contiene.
No puedo dejar de agradecer a Rafael Araya Masry por ayudarme
a revisar y ordenar este libro, incluso desde Argentina. Por el entusiasmo personal que puso en él y del que tantas veces me contagió.
Otro tanto debo decir de Magaly Alegría, periodista amiga desde
mis inicios como Senador y que, desde México, se dio a la ardua
tarea de revisar los contenidos, los párrafos repetidos, las fallas ortográficas y las puntuaciones, ambos con una paciencia sin límites
en el esfuerzo por editar estas páginas que Usted tiene entre sus manos. A Techy Edwards, que me alentó a escribirlo y con quien conversamos por meses de los contenidos. Lo mismo de Nilda Correa,
amiga poeta y escritora. A Jaime Larraín, que desde España me
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PRÓLOGO POLÍTICO
El último de los políticos populistas
En un editorial de una destacada revista nacional, Jorge Lavandero
Illanes fue calificado como “el último de los políticos populistas”. Hijo
de la burguesía más encumbrada de Chile, de privilegiado físico que
lo llevó a practicar deportes recios y con una personal simpatía, marcó
su vida con arrojada voluntad y desafiante postura. Las mismas que
lo consignaron como un político insigne y luchador inagotable, que
sustentó su vida con gestos testimoniales poco usuales en esta pétrea
sociedad chilena.
Cuando recibió el apelativo de “populista”, Jorge Lavandero guardaba a su haber un listado enorme de acciones que avalaban ese calificativo. Llegó a ocupar un curul cuando otros aún intentan encauzar
sus vidas; de cara al viento entregó extensas propiedades de tierras a
campesinos y pobladores de su región. Voluntarioso y a veces voluntarista, desafió y escandalizó a los sectores más conservadores llegando a las sesiones a bordo de su enorme moto blanca o conduciendo
-como joven exitoso y pudiente- algún modelo deportivo. Lo anterior no le restó nobleza al promover y propiciar leyes de beneficio
social y popular. En pocos años se despojó de las convenciones sociales y de clase al defender posiciones, para algunos, progresistas y para
otros, actitudes que colindaban con el simple populismo.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Cualquiera sea el punto de vista, el resultado quedó registrado en la historia del Parlamento chileno y sus seguidores y electores llegaron a bordear el fanatismo. Los epítetos en su contra fueron suspiro de un día.
Pocos parlamentarios de la “antigua” democracia tienen a su haber
un historial de coraje convincente. En las décadas en que Chile intentaba ampliar su base y espacio democrático, Lavandero estuvo
contra los desarreglos de la Unidad Popular y que desembocaron en
la larga dictadura que, obviamente, lo llevó a aliarse en las luchas de
ese pueblo que había apoyado a Allende. Al menos un tercio del país
que batalló para defender sus derechos a la vida, y otros dos tercios
que buscaba la democracia y la justicia durante el pinochetismo.
Fue de los primeros que intenta un frente común y organizado, acogiendo las diversas corrientes políticas y sociales que se oponían
-de manera fragmentada- al poder de los militares y la derecha. Su
cuerpo porta las secuelas de varios atentados, presidio y exilios temporales en ese período siniestro y violento.
Ya conquistado el gobierno civil, pronto pudo caer en la cuenta de
que el país estaba bajo el imperio de un régimen de amarres, que
otorgaría muy poca capacidad de acción a las nuevas fuerzas que
habían prometido cambios fundamentales. Fue de las escasas voces que se alzaron en las Juntas Nacionales del PDC para advertir
los peligros de administrar un sistema -que se manifiesta impotente- para cumplir los dictados ofrecidos a la mayoría.
Las instancias establecidas no son suficientes para enmendar
rumbos y es así como en 1996, junto a otros intelectuales escribe
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
el libro: “El dilema de Chile: crecimiento sin equidad”. Las cifras
macroeconómicas de un país “exitoso” exhiben también, con otra
lectura desapasionada, un sistema perverso, que agudiza los males
que ya arrastraba en abundancia la sociedad salida de la dictadura.
Poco más de diez años han sido suficientes para -a la luz de las crisis
mundiales de estos tiempos- corroborar lo que se dijo entonces: el
modelo neoliberal ha estrujado a las naciones alrededor del globo
de manera implacable y al parecer, irremediable.
La batalla que él denominó por la “Dignidad Nacional”, y que parlamentarios de otras latitudes han intentado llevar a cabo en sus
países, se libra a finales de los 90. Respecto de Chile, logra crear
conciencia acerca de lo impresentable que resultaba un Pinochet
en el cargo de Senador Vitalicio, luego de develados los horrores
y crímenes de su régimen.
Le siguió la batalla por el cobre, de largo aliento a la luz de los nuevos rumbos que ha adoptado el país. Lavandero se dio cuenta de lo
deletéreo y absurdo de la política minera que la Concertación implementó, basada en la legislación heredada del régimen de Pinochet,
la que deja no sólo intacta sino que profundiza la entrega de esa riqueza nacional, dando condiciones más favorables a los inversionistas transnacionales, comprometiendo un tremendo perjuicio para el
interés del pueblo chileno al corto y al largo plazo.
Primero y casi solitariamente, se lanza a la denuncia. Luego sobrevienen las acciones. Predica en el desierto del Parlamento, por años,
sin que los colegas le presten mínima atención. Sumó a sus rondas semanales por Ministerios habituales, como el del Interior, el
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Ediciones Radio Universidad de Chile
de Minería que por entonces apenas tenía rango de Subsecretaría.
Fastidia a los ministros y subsecretarios, demanda informes desde el
Servicio de Impuestos Internos, de COCHILCO, de CODELCO,
del BANCO CENTRAL y de cuanta institución se puedan sacar
elementos, cifras y políticas para abonar su campaña por la recuperación de la soberanía nacional en el sector minero.
Detecta vicios, corruptelas, insuficiencias del Fisco, impotencia jurídica y engañifas que le permiten a las empresas instaladas en Chile,
gozar del más increíble paraíso tributario y operativo que ningún
país concedió nunca a empresa extranjera. Busca alianzas entre el
abanico de parlamentarios; saca libro tras libro en materia de política minera, impulsando y enriqueciendo un debate nacional que los
caciques del sistema eluden de manera sistemática y desvergonzada.
Denuncia el Tratado Minero con Argentina, enjuague jurídico que
las transnacionales “venden” a Menen y a Frei y los únicos beneficiados resultan ser las empresas extranjeras que operan en terrenos de
la frontera cordillerana instalando, de paso, un engendro jurídico
demencial. Logra detener el avance de ese proyecto, que más que
“tratado” era una burla a la inteligencia de los chilenos y una entrega
de soberanía y recursos públicos sin ninguna retribución ni ventaja
para el país.
La más reciente batalla la debe librar en defensa de su honor y libertad. Entre gallos y medianoche y en el fragor de sus propias batallas,
se le acusa de una monstruosa conducta. Asoma a la luz pública el
“caso Lavandero”, sustancioso para periodistas y ambiciosos fiscales en campaña por implantar el nuevo sistema procesal chileno.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
La naciente estructura jurídica impone escalamientos de poder que
azuzan a los fiscales a competir de manera inclemente por alcanzar
nombradía y posicionamiento.
Como señaló el sabio Michele de Montagne, si usted toma a cualquier persona que circule por las calles y le inicia un proceso, encontrará antecedentes suficientes para ahorcarle cuando menos once
veces. Así aconteció con el “caso Lavandero”. Un dossier fílmico y
declaraciones avaladas de promesas que incluían indemnizaciones
millonarias, altas circulaciones de prensa y captaciones elevadísimas
en sintonías, llevó al resultado esperado: condena, inhabilitación
política y humillación personal de un líder popular. Más que una
amenaza a infantes, se constituía en una amenaza a los buenos negocios que cruza al espectro de las élites políticas y económicas que flotan en las aguas de un sistema distendido y moralmente corrupto.
Hoy, cuando la atención no está puesta en él, Lavandero sigue siendo un líder popular; lo saludan por la calle, sus amigos no se han
alejado, su nueva familia crece en armonía y las heridas de esta debacle van cicatrizando sin las secreciones pútridas del odio. A pesar
de la sospecha y la duda que se han impuesto en su imagen pública,
este hombre recorre con paso firme y la mirada en alto las calles de
Santiago o La Serena. Su temple forjado en una profunda fe cristiana
le permite soportar los males que todo hombre de testimonio sufre
mientras habita este mundo.
Ser un líder populista, reconocido como “el último”, lejos de ser una
ofensa es el más glorioso orgullo. Líderes populistas y naturalmente
populares, han cultivado el vicio de ocuparse del pueblo, de sus dolores,
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desengaños e intereses. Los líderes populistas tienen ese sesgo de nacionalismo que lo da el sentimiento de pertenencia, el reconocimiento de
identidad (igualdad) con otros hombres humildes y necesitados, que
requieren de alguien que eleve su voz, pues ellos no tienen voz audible
en un sistema cerrado de intereses.
Esa voz que se alzaba en el Parlamento y en las calles del país se ha
silenciado por ahora. Y el pueblo no lo pasa nada de bien sin líderes
colectivos. Si el testimonio de este último líder populista no ha caído en tierra infértil seguramente con el tiempo, cuando la pútrida
caparazón de este sistema muestre signos de descomposición más
evidentes, entonces sus argumentos serán escuchados y su palabra y
acciones serán elevadas al sitial destacado que merece.
Hugo Latorre Fuenzalida
Santiago, febrero del 2010
PRÓLOGO JURÍDICO DE JOSÉ GALIANO 1
J´acusse… contre l´injustice .
Emulando la obra magistral de Emile Zola, que denunciara la injusta
condena contra Alfred Dreyfus, por el supuesto delito de “traición
a la patria”, que jamás había cometido, Jorge Lavandero descorre en
este libro el espeso velo publicitario y procesal tejido laboriosamente para destruir la dignidad de un hombre auténtico y justo y de su
legítima imagen, propia de un político ejemplar.
Porque Jorge Lavandero Illanes se había jugado varias veces la vida
contra el despotismo dictatorial; había denunciado sin ambages a los
explotadores; había puesto en peligro las ventajas agiotistas de quienes escarban nuestra tierra para llevarse gratis sus riquezas; y presionaba, con fundamentos éticos, jurídicos y sociales, por la urgente
reforma de la Constitución, prefabricada entre los asesores políticos
del jerarca de facto. Pero además, venía incurriendo ingenuamente
en una suerte de estorbo, propio de las conductas meritorias en una
cultura egolátrica; Lavandero venía obstruyendo el camino que algunos ambiciosos demasiados impacientes, anhelaban despejar.
Este hombre valiente y leal a sus convicciones, había abierto demasiados frentes para combatir en todos al mismo tiempo. ¿Desde cuál
de estos focos de resistencia surgiría la intención perversa de destruir
1 Decano Facultad de Derecho U. Arcis, Profesor de Derecho Penal.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
su imagen y –de una vez para siempre quitarlo de en medio? Porque en
la “Democracia Formal”, tan difícilmente conquistada, ya no era posible utilizar los métodos con que se había eliminado a René Schneider,
a Salvador Allende, a Carlos Prats y a su esposa Sofía Cuthbert, a José
Tohá, a Eduardo Frei Montalva, a Alberto Bachelet, a los Coroneles
Cantuarias y Köening, a Víctor Jara, a Alejandro Rodríguez, a Tucapel Jiménez… y a otros mil ciudadanos víctimas de la más brutal crisis
de “Dignidad y Humanismo” que haya contaminado de perversión a
Chile, a través de toda su historia.
Pero superada la tragedia, ¡Qué rigurosa para exigir el respeto a las
garantías de los procesados fue nuestra justicia!, ¡qué acuciosa en los
procedimientos que exige la prueba de la ilicitud de los hechos y de la
participación delictual!
Pero además, ¡qué lentas en su sentencia y cuán excepcionales los casos
en que se pudo conducir con fallos condenatorios, respecto de esos miles de crímenes horrendos que se habían perpetuado durante 17 años!
En cambio, qué rápida, severa e inflexible ha sido en democracia!...
Por lo menos en el extraño y emblemático caso Lavandero; uno de los
pocos sobrevivientes que estuvieron dispuestos a morir por rescatar
la libertad, la dignidad y la convivencia tolerante y civilizada entre los
chilenos. Esas cualidades de la vida democrática, que le había valido a
nuestra patria un ejemplo meritorio entre las naciones humanas de Ibero América, son las que hoy se extrañan sin que haya un líder político,
como Jorge, representándolas en nuestro Congreso Nacional.
Jorge -mi estimado amigo, autor de este libro- traza con nitidez, precisión y fundamento, una síntesis biográfica, acuciosa y veraz de su
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
vida. Yo puedo corroborar su versión, porque he tenido el honor
de ser amigo de Jorge durante casi medio siglo. En 1963 -siendo él
Diputado y yo regidor por Santiago- nos correspondió un trabajo
en común durante la campaña política de Eduardo Frei Montalva;
ese gran Presidente que consolidó el rescate social de los valores cristianos de su secular secuestro político en las celdas centenarias del
claustro conservador.
Desde esa época hemos compartido una sólida amistad fortalecida
por la convergencia de nuestras convicciones. Muy pocas personas
podrían adicionar mi conocimiento sobre la trayectoria de su vida,
los rasgos de su temperamento y la honestidad de su conducta.
Pero de la argumentada trayectoria de la vida de Lavandero, surgen
con particular significación dos antecedentes esenciales:
Primero: Se trata de un hombre que ha sido padre de 9 hijos, y con
todos ha tenido una relación ejemplar. Siete de ellos son adultos y
dos niñas, nacidas de su actual pareja.
Segundo: Que a través de 58 años de vida adulta, nunca ha dejado
de convivir con una pareja estable. Tres matrimonios y dos uniones
de convivencia; la primera duró 7 años y la actual se prolonga ya por
12 años.
Quien ha conducido su vida en el marco de esta estructura familiar
y bajo el influjo permanente de los valores intelectuales y emocionales que implican las relaciones del amor de la pareja y del cariño
paternal, carecen de espacio sensual y emotivo para incurrir en las
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Ediciones Radio Universidad de Chile
anormalidades que se le atribuyeron a Lavandero. A través del informe psicológico del Dr. Peña y Lillo -citado en este libro- se confirma
esta obvia realidad. Pero en la sentencia, sin juicio y sin defensa del
acusado, ni siquiera se menciona dicho informe. Si a esta característica elemental tan relevante de la personalidad del procesado, se
agregan las numerosas diligencias de espionaje premeditado, practicado con dos años de anticipación a la denuncia -no por los órganos oficiales del Ministerio Público ni por los servicios de seguridad
sino por tres o cuatro individuos de un canal de televisión dedicados
específicamente a construir un montaje que desencadenara un escándalo contra el Senador Lavandero-, se configura un sospechoso
pacto conspirativo para socavar su prestigio y destruir su imagen política. Simplemente: el plan se lo conjura para ser capaz de silenciar
definitivamente a ese “iluso”, que pretendía corregir los “ilegítimos
abusos” de los poderosos. Lo demás correría por cuenta de los juristas: un fiscal, dos abogados y una jueza que, en extraña coherencia,
infringieron las más elementales normas del proceso. Porque haber
hecho calzar las fechas de las acciones imputadas para que cayeran
bajo la competencia del nuevo sistema, sin que la edad de las víctimas sobrepasara los catorce años, y tampoco se alcanzara a cumplir
la prescripción. Luego, presionar al denunciado para que renunciara
al juicio oral, de modo que ninguna de estas artimañas quedase en
evidencia; y además, inducirlo a que indemnizara con decenas de
millones a los presuntos ofendidos -en circunstancias que siempre
insistió en su inocencia- bajo el engañoso pronóstico de una pena
insignificante, que se cumpliría en libertad y no lo inhabilitaría en
su carrera política. Todo eso configura una desafiante colección de
atropellos al “Derecho a la Justicia” consagrado en el art. 19 No 3
de la Constitución Política, aún vigente. Se trata, en fin, de tantas
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
coincidencias infraccionales que resulta difícil atribuirlas a la coincidencia o al error- En otras palabras, parecen ser coherentes con
el montaje extrajurídico, anterior a la denuncia y concebido como
una tramitación prejudicial, que con mayor urgencia debía traducirse en condena.
Pero todas esas irregularidades incomprensibles, ni siquiera son lo
más grave de esa inconcebible sentencia dictada contra Jorge lavandero. Porque aun cuando fuera cierto que hubiera realizado los hechos físicos que se le atribuyen, con tres niños menores de 14 años,
tales hechos no son constitutivos de los delitos de abuso sexual a menores que sancionan los arts. 336 bis y 336 ter. del Código Penal.
En efecto, porque el abuso sexual contra menores, tipificado en esos
artículos, exige perentoriamente que los “escarceos físicos que impliquen contacto corporal” requieren “relevancia” y “significación
sexual”. Sin esos elementos específicos tales acciones físicas no constituyen delito.
Ningún abogado medianamente responsable puede atribuir a cualquier contacto físico, entre adultos o entre adulto y un menor, el carácter de abuso deshonesto, sin que se acredite -más allá de cualquier
duda- la manifiesta intención erótica y la trascendencia sexual de dicho
contacto. Sin esa exigencia nadie se atrevería a poner una inyección intramuscular en la nalga, ni hacer respiración boca a boca a una persona
menor de edad, porque el DERECHO ESCRITO -Ley, Reglamento,
Sentencia o resolución judicial- debe interpretarse rigurosamente al tenor de su texto y de acuerdo con el significado de la ley o, en su defecto,
el diccionario de la Real Academia de nuestro idioma le asigna.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
En el caso en cuestión, ni la palabra “Relevante” ni el término “Significativo”, están definidos en la Ley, en consecuencia -si hay dudasdebe revisarse el diccionario que dice lo siguiente:
que exige todo delito- siendo una expresión de voluntad requiere,
para ser ilícita, un propósito, un móvil o una finalidad que estén
específicamente penados por la ley.
“Relevante: Sobresaliente, importante. Dícese: del rasgo significativo que tiene valor diferencial”.
Agradezco a Jorge que me haya concedido esta opción para expresar los fundamentos de mi solidaridad con él, que ha soportado con
admirable entereza la perversa difamación de que fue víctima y la
incomprensible injusticia con la que fue acogida, por un reducido
sector del poder judicial y del Ministerio Público. No lo hago en
razón de mi amistad, sino en cumplimiento del deber que tenemos
todos los abogados de impetrar justicia cada vez que tengamos conocimiento de que ha sido negada o infringida.
“Significativo: Que da a conocer o entender con propiedad una
cosa o un hecho”.
En consecuencia:
-Una palmada en la nalga a una persona -que no se sabe si es menor
de 14 años- cuya imagen televisiva, fundamentalmente sospechosa
de ser un arreglo fotográfico, carece absolutamente del carácter de
prueba en cuanto a su significación sexual, y también, de relevancia.
A menos que los procesos judiciales se puedan resolver “por siaca” o
porque “a lo mejor” , o porque “le tinca” al juez.
Que un niño -no sabemos de qué edad- se meta en la cama de sus padres cuando están durmiendo juntos o aprestándose a dormir, es una
decisión infantil que el 80% de las parejas humanas ha experimentado y que incluso, se acepta con agrado. Cuesta precisar si algunos
de los tres usuarios del lecho agarró algo a algunos de los otros dos.
Atribuirle a este episodio “significación sexual” o “relevancia”, linda
con la deducción morbosa.
Un beso o una caricia a un menor, aunque se repita todos los días,
no conlleva en ese hecho físico reiterado, ilicitud alguna, porque la
acción humana -que es el primero de los cuatro elementos genéricos
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Estuve informado del proceso desde sus comienzos: pero este relato
de Jorge, que no solo exhibe un estilo literario desde la cárcel, poco
común en la narrativa de un político encarcelado y sobre hechos tan
dramáticamente increíbles, que me ha vuelto a poner al día, con
todos los antecedentes que ha colocado metódicamente distribuidos a través de sus páginas, de la premeditada difamación con que
se dañó los derechos esenciales para acallar su voz… Pero se equivocaron -estimado amigo-, porque no has perdido tu libertad de
opinión y expresión; y conservas a muchos de tus más leales amigos,
que -como nosotros- estamos dispuestos a jugarnos por la auténtica
justicia, y por la libertad con igualdad, a la que has dedicado tu
activa existencia.
Santiago, febrero 2010
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EXORDIO
El duro precio (o “el pago de Chile”) que he tenido que afrontar por
sostener un sueño a lo largo de cincuenta años de vida pública, me
empuja a escribir para que la opinión ciudadana tenga un juicio claro de lo que ha sido mi vida política. Es la historia de un Diputado
elegido por el voto popular durante cuatro períodos consecutivos,
de un Senador de la República electo por otros cuatro períodos, de
un hombre que durante diecisiete años de dictadura luchó por recuperar la democracia, la libertad y la justicia social para Chile. He
sido un hombre que, restablecido el derecho a voto en el país, protagonicé durísimos enfrentamientos con las empresas multinacionales
del cobre, del oro y de la explotación de nuestros recursos naturales,
enfrentamientos cuyo norte era la lucha contra la injusta distribución de los ingresos, como asimismo, el infame sistema previsional
de las AFP.
Estos temas, que animaron mi vida pública, han constituido para mí
una razón cotidiana de vida, pero también son rescatados y abordados
profusa y diligentemente por todos los protagonistas de la politiquería
cuando llega el tiempo de las campañas electorales, casi como una gimnasia rutinaria. Pero ya sea por la falta de consistencia y convicción o
por los tremendos intereses económicos que rondan la actividad política, las promesas hechas al pueblo quedan tan sólo en eso: Promesas.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Por eso este exordio y esta dedicatoria necesaria que incluye a cuantos de manera directa o indirecta, para bien o para mal, me han rodeado a lo largo de mi trayectoria y han caminado por el sendero de
los temas importantes que he mantenido. A los buenos y cercanos.
Y también, a los otros:
A los que amparados con todo el poder de la CNI en 17 años de
dictadura atentaron contra mi vida y me investigaron hasta en los
últimos detalles sin encontrar manchas; y los cuales finalmente lograron su pírrica victoria en tiempos de esta democracia imperfecta
que padece Chile: Soy inocente.
A los amigos y amigas que siempre confiaron en nuestras ideas y
me apoyaron ayer, ahora y siempre. Gracias, a ellos les prometo:
Soy inocente.
A los que me juzgaron en la calle como miembros de la “Santa Inquisición” y que buscaron lincharme sin pensar en lo que hacían:
Soy inocente.
A los que fueron mis amigos y dudaron: Los convoco a que tengan
fe y esperanza porque: Soy inocente.
A los que dijeron que me defendían, pero se vendieron por un plato
de lentejas: Soy inocente.
A los que con una ambición ciega y una envidia perversa por mis
ideas y mis campañas a lo largo de todo el país y que no dudaron
en denigrar mi dimensión humana, política, social y económica, les
digo que más temprano que tarde, tendrán que reconocer que siempre fui y Soy inocente.
A aquellos medios de comunicación, que creyéndose dueños de la
verdad absoluta, inventaron y construyeron una imagen falsa de mí
sin testigos, pero con personajes de baja calaña y dudosa reputación,
les digo: Soy inocente.
A los que me denostaron, los Piedradura, los Manipulamendariz, los
Huenchujudas; a unos cuantos dirigentes políticos y a otros tantos
ejecutivos de las multinacionales mineras, que sus conciencias los perdonen porque ante la mía, ante Dios y mi corazón: Soy inocente.
A los magistrados grises y venales que se escabulleron de la justicia
por timoratos, que no investigaron ni profundizaron en busca de la
verdad. Cara a cara les digo: Soy inocente.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Al canal de televisión que dice ser “católico”, que Dios lo recompense por sus mentiras, enredos, por sus absurdos montajes, por tratar
de demostrar lo indemostrable, tras más de dos años de filmaciones clandestinas infructuosas: NADA ENCONTRARON porque
ellos siempre lo supieron: Soy inocente.
A los que me negaron un juicio justo, convalidando entre las sombras un acuerdo para ir a un procedimiento abreviado que ni siquiera conocí y que hasta hoy sigue oculto, de frente se los digo:
Soy inocente.
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A los cientos de padres y niños que visitaron mi casa y quisieron
presentarse espontáneamente al tribunal para dar fiel testimonio de
mi inocencia y recibieron un portazo, les agradezco su infinito amor
por mí y por la Justicia porque verdaderamente, Soy inocente.
A los pobladores y campesinos que me conocieron desde niño y con
los que construimos juntos sus hogares llenos de esperanza, les reafirmo con fuerza: Soy inocente.
A los progresistas de mi país y de toda América Latina. Aquellos
que en charlas, giras y seminarios compartimos nuestras ideas y propuestas para cambiar el alma de estas sociedades injustas: ¡Ánimo!
No se puede tapar el sol con un dedo, la verdad asomará una mañana, porque Soy inocente.
A los que se entregaron o sucumbieron bajo el peso de un capitalismo salvaje, un individualismo exacerbado y un mercado inhumano
y despiadado, llegará el día en que mi grito -que hoy parece solitario- se transformará en una verdad incontrastable y entonces recordarán: Soy inocente.
INTRODUCCIÓN
Las palabras no pueden reemplazar la vida, pero volcarlas sobre el
papel, en un libro, impide que la Historia y los recuerdos se disuelvan en el tiempo. Es mi posibilidad cierta de dejar constancia de
los hechos y las actitudes que he mantenido frente a las distintas
circunstancias que me ha tocado vivir.
De allí la ansiedad por escribir. Tal vez a unos cuantos ya nos les
importe mi injusta condena, pero a mí sí. Ahora y siempre, en la
medida que la misma se sustenta en falsedades que me resultan simplemente inaceptables.
Doy fe de algo esencial: Este libro, así como todos los antecedentes
que contiene, es entera y absolutamente fiel a los hechos que narro.
Algunos personajes secundarios, que aunque existieron con sus cúmulos de bajas pasiones y ambiciones por escalar en nuevas posiciones políticas o económicas, han escapado al juicio de la verdad. Y si
lo han evitado, sólo fue posible gracias a la mala memoria colectiva,
que les permitió incluso asumir como protagonistas de los hechos,
casi como si hubiesen sido partícipes de ellos.
En el ejercicio de la política he tocado muchas puertas y sé que herí
muchos intereses; he caminado por distintos senderos estudiando
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miles de proyectos de ley y he investigado con tesón infinidad de escritos y antecedentes buscando las formas para hacer realidad la idea
de un país más justo. Cantidades de papeles metidos en los lugares
más recónditos me han ayudado a consolidar mi verdad. Son testigos muchos chilenos de la pasión que me ha animado para construir
los sueños que, coherente con mis ideas, he perseguido a lo largo de
toda mi vida con la honestidad por bandera.
Lo que relato son algunos episodios que me han tocado vivir desde mi lejana adolescencia, imbuida por una escuela de pensamiento
profundamente humanista que miraba por primera vez a los pobres
y a los más necesitados. Ese fue el “ventarrón” que me empujó por
los caminos de la justicia social y la búsqueda de una alternativa de
futuro para los olvidados de la sociedad. Una opción de vida que
comencé a recorrer junto con mi generación en la alborada de la fe
y la esperanza.
Sin temor a equivocarme puedo afirmar que he vivido sin vacilaciones y sin una sola tacha en mi hoja de vida. Y es mi secreto orgullo.
Pero la desolación me arrasa al constatar que Chile está sujeto a una
camisa de fuerza de un modelo social y económico muy alejado de
los sueños primigenios. Los mismos que asomaban al comenzar mi
juventud y que procuré mantener a lo largo de una extensa carrera
política. Por eso, este camino ha sido abrupta e impensadamente
doloroso y frustrante. ¡Qué poco logramos avanzar! Se ha sustituido el bien común, el hombre y la familia por un afán de lucro y
un poder sin contrapeso para quienes lo detentan. Íntimamente me
siento derrotado por la falta de principios y valores morales en una
sociedad egoísta y sin escrúpulos.
RESUMIENDO LA HISTORIA
Y LOS HECHOS
Medio siglo en la arena política me basta -bajo el alero de mis convicciones humanistas y cristianas- para relatarles situaciones vivenciadas; algunos episodios anómalos, detestables, chocantes, e irrepetibles: exilios, relegaciones, torturas, atentados, terrorismo, y la peor
de todas, la que vivencié en el año 2004 cuando se me informó de
la investigación que se llevaba a cabo en mi contra por los supuestos
abusos deshonestos.
Todos sabían de la investigación, menos yo. Todos hablaban del caso
Spiniak en la Región de la Araucanía. No pude imaginar que mi vida
iba a estar entrampada en una situación tan horrenda como esa. No
sólo a mis cercanos los enlodaron con tan absurda acusación sino que
a uno de mis secretarios lo apresaron, torturaron, lo violentaron psicológicamente, para hacerlo declarar en mi contra. Él dijo: “tendría
que mentir para reconocer una mala actuación de Jorge Lavandero”.
Desconcertado y estresado caí en el entrampamiento jurídico. Mi
defensa, o la que parecía mi defensa, desde un comienzo, estuvo
enmarcada en errores por desconocimiento y desinformación. La
fiscalía no sólo me negaba los expedientes, los medios de comunicación día a día publicaban raudales de notas o “cuñas” que me
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Ediciones Radio Universidad de Chile
perjudicaban, inclusive declaraciones inapropiadas de quienes se
decían mis amigos, tal como lo fue Camilo Salvo.
Según mi criterio, a seguir detallo algunos puntos que pueden ser
comprobados en el expediente que Armendáriz descartó para llevarme a un abreviado y así puede darse cuenta cualquier abogado, sin
que sea especialista en derecho procesal o penal, de cómo se convirtió en el juicio más viciado e injusto de la historia de este país:
1. Se hicieron coincidir las fechas en que supuestamente comenzaron los abusos deshonestos con el inicio de la Reforma Procesal
Penal en la Novena Región como plan piloto, el 16 de diciembre
del año 2000. No cabe la menor duda que Armendáriz construye
un montaje, por ejemplo: cuando solicita las interceptaciones telefónicas y el registro de las llamadas entrantes y salientes desde
los teléfonos de los niños e inclusive del mío, lo hace sólo a partir
del 16 de diciembre del año 2000, haciendo coincidir las diligencias con las fechas en que se instala en Temuco el Procedimiento
Procesal Penal nuevo. Es decir, estaba montando el escenario a
partir de una fecha en que se comenzarían a cometer especulativamente los supuestos delitos que le permitirían preconcebidamente a él manejar el juicio y de esta manera evitar que el juicio
fuera llevado por los jueces antiguos, procedimientos en los que
él no jugaba ningún papel. Esto en buen romance significó adaptar los supuestos delitos a las fechas escogidas por él, descartando
así a los jueces correspondientes para que el proceso cayese en una
jueza de garantía, doña Georgina Gutiérrez. Esa era la única manera, sí o sí, de armar el proceso para obtener, a como diese lugar,
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
una sentencia condenatoria. Esto le gustó a Armendáriz porque
la juez Gutiérrez se lo aceptó 2 . Más tarde, cuando jurase como
fiscal de la zona oriente de Santiago, pretendería hacer lo mismo
con varios casos, pero allí los jueces fueron “de garantía” y le rechazaron los procesos a Armendáriz por lo absurdo e ilegal de ese
tipo de procedimientos.
2. Pese a la ley, y sin que nadie lo supiera, fue invadida mi privacidad
y fueron intervenidos todos mis teléfonos, grabando además, las llamadas con mis abogados, Senadores y Ministros de Estado, incluso
antes de que se formalizara la investigación en mi contra, incluyendo
mi desafuero.
3. Durante el año 2004, y después que tres fiscales me investigaron
sin encontrar ningún argumento, situación o denuncia, procedieron a archivar el caso. A continuación, el Fiscal Nacional nombró
a Armendáriz, procediendo a abrir un sumario en contra de todos
los que habían participado en la investigación anterior y consiguientemente los sancionó, junto con remover a la Fiscal Regional Sra.
Esmirna Vidal.
4. Curiosamente, el fiscal nombrado por Guillermo Piedrabuena el
29 de octubre del año 2004, Xavier Armendáriz, sin siquiera haber
jurado como tal (ya que a él le correspondía ejercer en la Región Metropolitana a partir de junio del año 2005), a tres días de haber asumido mi caso ya había obtenido gran parte de las declaraciones que
se obtuvieron y construyeron en mi contra, ya que ninguno de los
2 Oficios reservados Nº 1525/04/KG. 09-11-2004, causa RUC Nº 0400157898-2, RIT Nº
4150-2004.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
niños y sus familias había realizado una denuncia contra mí y éste
fiscal, valiéndose de quizás qué subterfugios, lo logra en menos de 4
días con la “ayuda” del periodista de canal 13 Emilio Sutherland.
5. En el nuevo sistema procesal, la defensa tiene derecho a conocer
el expediente. Al solicitarlo una y otra vez, y después de negarlo en
reiteradas ocasiones, éste se nos entregó ocultando información que
era sumamente importante para conocer al menos las acusaciones,
como también para la solicitud de diligencias oportunas.
6. El fiscal entregaba día tras día, a algunos medios de comunicación, escritos y numerosas declaraciones injuriosas, no probadas y
en contra del debido proceso, inclusive cuando la investigación era
secreta, con el propósito sólo de aumentar mi desprestigio y restar
credibilidad a mis palabras que buscaban demostrar mi inocencia.
Esto se sumó a mi indefensión ya que la campaña publicitaria en
mi contra fue colosal, que no permitió a los jueces de la Corte de
Apelaciones y de la Suprema anular el juicio abreviado y votar con
objetividad, es decir, apegados al derecho.
7. Los Fiscales y el abogado defensor de las supuestas víctimas, contratado por la fiscalía, a través de los medios de comunicación y sirviéndose de la construcción del montaje del programa Contacto,
recorrieron la Novena Región buscando personas que habían estado
en mi parcela para que declarasen en mi contra, por supuesto sin
resultado favorable para ellos. Como no logró ninguna declaración
en contra fuera de las que fue a obtener a la casa de esas dos familias
a las que públicamente se les ofreció previamente dineros hasta por
los diarios: Nadie sabe por qué, ni lo censuró la juez de garantía para
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
evitar el fracaso de la investigación, dejaron en Santiago un “libro
abierto” para que todos mis detractores políticos, enemigos, adversarios, discrepantes de mis luchas e ideas políticas, pudieran utilizarlos como “testigos de contexto”, pese a la ilegalidad de esto, ya que
nunca se había hecho una denuncia y/o constancia en mi contra al
respecto o por otra causa. Tal como lo afirmó en un comunicado de
prensa, en marzo del 2005, el secretario de la Corte Suprema al señalar: que no existía ningún tipo de denuncia en mi contra de ninguna
naturaleza, desacreditando totalmente las personas que dicen haber
sido abusadas deshonestamente por mí hace más de 30 años. Talvez
esto es una de las cosas más insólitas que ha ocurrido a vista y paciencia de los tribunales de justicia. Sacar como testigos de contexto
a cualquier adversario político o económico que alguna vez yo lo hubiese molestado con mis investigaciones o denuncias. Esto es lo más
parecido a un linchamiento, que lo puedan juzgar por decires, rumores sin fundamento ni denuncia en su momento, pero esto tenía
un fin para Armendáriz, destruir mi imagen pública con calumnias
o injurias. Así nacieron los testigos de contextos, figura creada bajo
los peores argumentos de la ilegalidad, entre ellos el resentimiento
de Clara Szcharansky y su hijo. Nunca una denuncia, ella abogado,
enviándome cartas de “querido Jorge”, con negocios de por medio.
O a lo mejor pudo ser la exigencia continua para que actuase como
Presidente del Consejo de Defensa del Estado y en la protección de
nuestra principal riqueza, nuestro cobre, eludió defender al Estado
como era su deber, y en vez de eso se sumó a los testigos de contexto
de Armendáriz, sin ninguna denuncia en su momento y aunque así
hubiese sido, con hechos prescritos por la ley, nadie se puede defender y menos si no hay una denuncia. Ella como abogado tenía
que saber que estaba infringiendo la ley. Claro, después el asunto
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quedó marginado judicialmente y de nada le sirvió a Armendáriz
estos supuestos “testigos de contexto”, engendro jurídico, una aberración gigantesca, pero hecha sibilinamente, para aumentar con
la prensa, la animosidad y morbo en mi contra hasta lograr el linchamiento público de mi imagen.
8. Por consejo de algunas personas, se llamó a Susana Pedroza, la famosa sicóloga internacional que atendía en Buenos Aires a las Madres de Mayo y a niños abusados. Antes de aceptar mi caso, solicitó
los videos y declaraciones de los niños involucrados en la acusación en mi contra, dijo que estaba en juego su prestigio profesional,
por eso ella quería conocer previamente los antecedentes antes de
aceptar el caso. Se le enviaron los informes solicitados, donde sin
haber revisado nosotros los videos con anterioridad, ya que se nos
entregaron casi cuando finalizó la investigación, nos señala que las
grabaciones (con formato DVD) estaban ininteligibles, siendo éstos los mismos que había utilizado Jorge Barudi para realizar una
pericia que le costó una alta suma de dinero al Ministerio Público.
En tanto, los videos fueron llevados, en Argentina, a un experto en
el tema, el cual llegó a la conclusión, para sorpresa de todos, que
estaban adulterados y con sonidos introducidos intencionalmente.
Luego de limpiarlos e intentar sacarle los sonidos, Susana Pedroza al estudiarlos concluyó, entre otras cosas, que “las declaraciones
de los menores ante algunos psicólogos, filmadas a través de una
sala espejo, eran absolutamente distintas a las declaraciones tomadas por los fiscales, y después de revisar y comparar unas con otras,
concluye que los niños fueron “inducidos” y las transcripciones de
los videos “adulteradas”.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Esta famosa sicóloga, después de haber revisado los informes enviados y videos, aceptó sin reproches trabajar en mi caso, en tanto
realizó un extenso informe que contradice totalmente el que había
hecho Jorge Barudi con esos mismos videos y trascripciones adulteradas y que sin haber siquiera entrevistado a los niños o a mí, concluye que yo era culpable y por ende un peligro para la sociedad.
Con estas conclusiones se hizo famoso, a través de los medios de
comunicación, ya que Armendáriz con profusión lo repartió a todos
los medios de prensa, sin embargo, pese a todo el show instalado en
la opinión pública, la Corte de Apelaciones de Temuco rechazó su
presentación, pero ya el daño a mi imagen estaba hecho, y nada pudo
revertir que yo haya sido enjuiciado y condenado y, para decirlo más
claro, virtualmente linchado por la opinión pública a través de los
medios de comunicación, con toda la orquestación que realizó el
periodista Sutherland y Armendáriz. En definitiva la presunción de
inocencia jamás se me respetó, ni menos el debido proceso.
9. Los medios de comunicación, como ya se ha dicho, y su rol fundamental para mi enjuiciamiento público, exhibieron a las familias
que me acusaron como familias ejemplares, y así lo trató de publicar
siempre Armendáriz y sus aliados, omitiendo que todos sus integrantes tenían malos antecedentes, sobre todo antecedentes penales y
que existían condenas por robo con violencia, por violación, incluso
una de las “niñas”, supuestamente abusadas por mí, fue violada por
su vecino, que al parecer era portador de una enfermedad venérea;
“condiloma humano”. Esta misma niña reconoce en el expediente,
ante Xavier Armendáriz, que mantuvo relaciones incestuosas con
su hermano. Este, peor aún, y según el Servicio Médico Legal, también contagiado con la misma enfermedad venérea de la hermana.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
La otra hermana menor también presentaba antecedentes de abuso
sexual ocasionado por un profesor de su escuela, el cual fue condenado a tres años y un día, por no someterse a los requerimientos de
la madre, la que pedía, para retirar la acusación en su contra, una
determinada suma de dinero, la cual no fue pagada y por ende, el
profesor fue condenado por la justicia.
10. Ninguno de los declarantes en el expediente señala fecha y hora
con precisión, de los supuestos abusos, en tanto todo acto para que se
convierta en delito, además del dolo o intención, precisan de un día,
hora y lugar. No existen los delitos al voleo.
11. Tras la detallada y constante búsqueda de “pruebas” para condenarme, entre ellas: la revisión completa de mis domicilios, incautación de pertenencias, interferencia en la totalidad de mis
teléfonos, grabando la totalidad de mis llamadas telefónicas, etc.,
nada pudieron encontrar y por ende “la prueba malévola” debieron construirla: “una serie de declaraciones que se contradicen
entre sí”, inclusive sin el consentimiento de los propios peritos de
la fiscalía, muchos de ellos particulares, que aconsejaban no reinterrogar a las supuestas víctimas.
Armendáriz nunca tuvo una prueba. No había día, fecha o circunstancia. Buscó el único camino para lograr una sentencia sin pruebas:
el juicio abreviado. Este también lo obtuvo de manera fraudulenta,
amañándolo a mis espaldas desde abril del año 2005 para concretizarlo en un contubernio con el abogado Matías Balmaceda meses más tarde. La prueba más fehaciente de que yo no aceptaba el
juicio abreviado fueron las declaraciones a la prensa clamando mi
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
inocencia e informando de las presiones en la propia audiencia. Yo
no aceptaba el juicio abreviado acordado entre él y Armendáriz. En
tanto, Balmaceda, presionado por anular el acuerdo privado al que
había llegado, prefirió renunciar al patrocinio y abandonar el juicio
sin pedir su nulidad. 3
No hay mayor indefensión que cambiar de abogado en medio de
un proceso y así entraron a tallar Reynerio y Morgado. Después,
cuando mi ex abogado Matías Balmaceda me fue a visitar a la cárcel,
me contaría que fue un trato personal con este fiscal Armendáriz.
Cuando éste se enteró de que había cambiado de abogado, según me
lo relató Balmaceda, el fiscal se sintió autorizado para apelar de su
propio acuerdo, y que el actuar de Armendáriz, Julián López y de la
Juez Georgina Gutiérrez, en la audiencia del juicio abreviado, había
sido un show para la televisión, tal como en su momento lo había señalado, y lo relató nuevamente en la CAS que: “antes de la audiencia
del juicio abreviado ya todo estaba arreglado con antelación”.
Cabe recordar que para el día del juicio abreviado estaba fijada la
audiencia “de preparación de juicio oral”, sin embargo nadie, ni ningún medio de comunicación se imaginaba que aquel día pasaría a la
historia de nuestro país, como el día en que se consolidó un acuerdo,
el más injusto y viciado de todos, cuya demostración está en las propias palabras de Balmaceda ante la periodista Montserrat Álvarez
de TVN, el que señala aquella noche que “estratégicamente le había
3 María Inés Horvitz, que es socia en el estudio jurídico del abogado Julián López,
designado para los niños por Armendáriz, en su libro plantea que el “juicio abreviado”
es un procedimiento cuya legitimación radica “en el consentimiento libre e informado
del imputado, esto es, cuando el imputado acepta este procedimiento especial con pleno
conocimiento de la renuncia de su derecho al juicio y se halla ausente toda coacción.
Por ello, en mi opinión, el consentimiento abreviado es retractable, pues el derecho al juicio
siempre debe prevalecer.”
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Ediciones Radio Universidad de Chile
mentido a la juez de Garantía ya que su cliente era inocente”. Estas
palabras cobran relevancia para el colegio de abogados, ya que según
Balmaceda, recibió un llamado de su presidente ordenándole “guardar silencio” o de lo contrario debía someterse a una amonestación.
El juicio abreviado es cómodo para un fiscal porque puede lograr, en
algunos casos, condenar sin pruebas, más si el o la juez(a) de garantía no es experto/a o, peor aún, si está presente en la ilegalidad comprometida. En definitiva no tuve juicio oral, tampoco abreviado, ni
juez de garantía que garantizara mis derechos, sólo una sentencia
condenatoria al margen de un debido proceso. ¿Dónde quedan mis
derechos elementales como cualquier ciudadano?, ¿dónde quedó mi
presunción de inocencia? ¿Acaso el actuar de la juez no es prevaricación, al estar sometida a un acuerdo que se promulgó sin mi conocimiento y consentimiento? 4
4 Lavandero pidió anular juicio abreviado y retomar proceso oral
fuente: http://www.cooperativa.cl/p4_noticias/site/artic/20050625/pags/20050625125616.html
La nueva defensa del desaforado senador argumentó que no se han respetado los derechos
constitucionales del imputado, quien este sábado sería sentenciado por cuatro casos de abuso
reiterado de menores.
La nueva defensa del desaforado senador Jorge Lavandero solicitó a la jueza de garantía
de Temuco, Georgina Gutiérrez, que se anule el proceso abreviado que culminó con la
declaración de culpabilidad en contra del parlamentario, por cuatro casos de abuso reiterado
de menores.
Los abogados presentaron un escrito ante el Tribunal de Garantía de Temuco, en el que aluden
al artículo 10 del Código Procesal Penal, titulado Cautelas de Garantía, en el que señala
que en cualquier etapa del procedimiento en que el juez de garantía estime que el imputado
no está en condiciones de ejercer los derechos que le otorgan las garantías constitucionales,
adoptará las medidas necesarias para permitir dicho ejercicio.
La defensa del parlamentario pidió a la jueza que cite a una nueva audiencia, antes de dictar
sentencia condenatoria, para debatir si se retomará el juicio oral.
El fiscal Xavier Armendáriz rechazó el recurso de nulidad y solicitó a la magistrada que no se
acepte la petición.
En resguardo de los derechos constitucionales de Lavandero, sus abogados pidieron a la
magistrada que se realice un juicio oral.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
El lector de este libro, como persona consciente y razonable, debe
saber que para que exista un juicio abreviado, el delito debe estar
tipificado con una pena inferior a los 5 años, y dependerá de un
acuerdo entre el fiscal y el abogado defensor, cuyo acuerdo debe
estar avalado por el juez de garantía, ya que se deben cumplir con
los requisitos exigentes en el Código Procesal Penal, entre ellos
el que la juez tenga la plena certeza de que el imputado conoce el
expediente y que “acepta libre y espontáneamente” y de manera
indubitada el acuerdo al que se ha llegado, como también que no
se ha ejercido presión alguna sobre el imputado, incluyendo la de
terceros. Como se pudo demostrar, ninguno de estos hechos fue
acreditado por la juez; es más, se debe tener la certeza de no estar
consumiendo algún tipo de estupefaciente y/o bebida alcohólica.
Cualquiera de estos requisitos violados invalida de forma tajante el
juicio abreviado. sólo el Fiscal mediante un acuerdo y si no existe
un acuerdo, no hay juicio abreviado.
12. Volviendo atrás, a través de las empresas de telefonía, se pudo
comprobar los cientos de llamados provenientes de las dos familias
que me acusaron, los cuales se habían hecho a mi casa de Metrenco,
celular y oficina, todas solicitadas por el mismo fiscal Armendáriz,
como así mismo mis cartas de reclamos a Telefónica Chile, ya que
al haber una contestadora automática en mi casa, las llamadas de
cobro revertido eran aceptadas sin que yo estuviera en la parcela,
engrosando enormemente mi cuenta mes a mes. A partir de los listados adjuntos en el expediente, se puede deducir que el 99,9% de los
cruces de llamados entre mi casa y la de los niños eran provenientes
de ellos mismos, incluyendo los días y horas en que yo no me encontraba en la parcela y oficina, mientras que desde mi celular sólo
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Ediciones Radio Universidad de Chile
se cursó una llamada en contestación a otra, equivalente al 0,1% del
total de los cruces de llamados. La juez y el fiscal debieron haberse
dado cuenta que el acosado fui yo y no al revés, y no debió oponerse
a que se realizaran otras diligencias de este tipo, como insistentemente se lo solicitamos, como por ejemplo los llamados telefónicos
de Emilio Sutherland a los niños utilizados para la acusación en mi
contra, como también a los supuestos testigos que se utilizaron en
canal 13.
13. En relación con mi patrimonio y mi indefensión, a través de una
medida precautoria se me embargaron todos mis bienes y cuentas.
Al punto que no tenía dinero disponible ni para pagar un abogado,
donde debí dejar en garantía a Matías Balmaceda, el departamento
que le había comprado a Clara Szcharansky y a su marido, el ex cura
del Colegio San Ignacio, señor Hevia, por un apuro económico que
atravesaban, cuyo departamento, en forma muy anómala, y después
de terminado el juicio, estando yo en la Cárcel, Balmaceda se transfirió a su nombre, porque según él yo le adeudaba una fuerte suma
de dinero, ya que el cobro que él realizó era como haber terminado
en un juicio oral.
14. En plena preparación del juicio oral, se desarrolló el juicio
abreviado, donde Matías Balmaceda debió ir a buscarme a mi departamento en Temuco para acudir a éste. Al llegar a la sala me
informa la juez de garantía, doña Georgina Gutiérrez, que debía
pagar una indemnización de 150 millones, para lo cual suspende la
sesión y levanta el embargo que yacía sobre mis bienes por más de 5
meses consecutivos, y me conmina a retirar ese dinero con un vale
vista para ponerlo a disposición del tribunal, equivalente al 50% de
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
la indemnización por ella ya acordada, mientras que por el resto del
dinero me hizo firmar un cheque a fecha, seguramente en acuerdo
con el abogado Julián López.
En otras palabras, antes de ser sentenciado, yo estaba siendo notificado anticipadamente que sería condenado. La jueza, con esto, sabía
en forma prematura que me condenaría, si no ¿cómo me obliga a
pagar indemnización antes de la finalización del juicio? Y en este
absurdo, ¿si al final del juicio de fondo, ella hubiese tenido que declararme inocente, cómo justificaría esa indemnización anticipada?
15. El Canal Católico estuvo más de dos años, comprobadamente,
hurgando vanamente, con filmaciones de mi vida privada que, al ser
divulgadas, lo convertiría en culpable de un delito flagrante, violación al artículo 161-A. Frente a la frustración de no haber encontrado nada por tan largo tiempo, el periodista Sutherland programó
un montaje coludido con la cuidadora de mi parcela de Metrenco y
una de las niñas que posteriormente declararía en mi contra ante el
fiscal Aramendáriz. La ocasión era propicia, se trataba de un 19 de
diciembre antes de la navidad. Le pidieron a la niña que telefonease
al supuesto abusador y que fuese a mi casa, con el pretexto de entregarme un regalo, una muñeca . supuestamente fabricada por ella, y
aun cuando tenía otros compromisos, nos vimos obligados, con mi
secretario, a detener el auto para recibir el regalo. Ahí ingenuamente
caí en la trampa ya que sin tener con qué retribuirle la invité a almorzar. A las 3PM, una vez que terminaron de servirnos el almuerzo,
le señalé que debía volver a Temuco para cumplir compromisos en
la oficina. Al salir, Ivonne me dijo que quería pasar por delante de
la casa frente al río. “Está bien” dije, sin imaginar que todo estaba
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
preparado, por el canal 13, con un autor intelectual en Santiago y
el autor físico de la jugada, Sutherland, filmando el montaje frente
a mi parcela, que en ningún caso tenía nada de particular, ni menos
delictual, aun cuando hubiese sido efectiva, y no trabajada, una palmada en el trasero de una niña vestida, a las 3 de la tarde. Ese fue el
montaje que mostró con caracteres sórdidos el canal 13 para salvar
2 años de filmaciones con enormes sumas gastadas, sin lograr nunca
nada extraño ni consistente que exhibir.
18. Ante los peritos los niños declararon haber comenzado a visitar
mi parcela en tiempos de la campaña política, es decir 1999, y no
como afirmara Armendáriz, que ellos fueron a partir del 16 de diciembre del año 2000. Se cambió artificialmente y en forma mañosa,
la fecha o época en la que estos menores habían ido por primera vez
a Metrenco, puesto que esa fecha determina si el juicio se inicia en
el antiguo y secreto, o en el nuevo y público procedimiento penal,
con él incluido.
16. Al canal que tanto empeño y por tanto tiempo buscó destruirme, la suerte no le fue favorable. Una de las primeras niñas que había
utilizado Armendáriz para incriminarme de abusos deshonestos o
vejaciones, Andrea Chávez Ulloa, fue violada por el camarógrafo de
canal 13, Raúl Castillo. Producto de esas relaciones sexuales, tuvo
una hija bautizada Belén. El hechizo se volvió contra el hechicero…
Estos hechos transcurrieron durante el juicio, pero Armendáriz se
hizo el sordo frente a estos hechos, más graves aun de los que él que
me imputaba.
En las declaraciones del 3 de noviembre de 2004, los menores aparecen, inducidos por Armendáriz, señalando que se encontraban en
mi casa de Metrenco, casi todos los fines de semana o semana por
medio, generalmente los sábados o domingos. Casi todos los fines
de semana era algo que al fiscal Armendáriz le interesaba destacar,
como delitos reiterados, respecto a mi supuesta perversidad y a lo
continuado de mis supuestos abusos, pero resulta que todo ello es
desmentido por el informe de Lan Chile, sobre mis viajes a Temuco,
solicitado por el mismo fiscal Armendáriz.
17. En este caso hay hechos increíbles. Dos niños que fueron utilizados por Armendáriz en mi contra, hicieron declaraciones categóricas que fueron publicadas en el diario Austral, afirmando que
Armendáriz le había pagado a uno para inculparme y el otro afirmaría públicamente que “este era un negocio por plata de su madre
con Armendáriz”. ¡No puede ser!, Dirá algún lector. Así fue y estas
declaraciones están protocolizadas ante notario. Lo increíble es que
Armendáriz no respondió ni se querelló en contra de los niños, ni
menos en contra mía para mantener su honra a salvo.
En el informe de LAN se puede constatar que, entre el año 2001 y el
2003, había períodos en que durante meses yo no viajaba a Temuco,
y ello se debía a que los fines de semana tenía charlas, presentaciones
de mis últimos libros o foros sobre el cobre en diferentes ciudades
del país o en Santiago, y por ello casi no viajaba a Temuco, situación
que al parecer desconocía el fiscal Armendáriz. Pero lo más importante de todo, es que el informe de LAN desmiente las declaraciones
“de los menores” de noviembre del 2004, al constatarse que entre
el 2001 y fines del 2003, las veces que viajé a Temuco, lo hacía los
jueves por la tarde y regresaba a Santiago los viernes o a más tardar
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los días sábados después de mediodía, y no podía entonces haber estado casi todos los sábados y domingos como se lee en las inducidas
declaraciones de los menores, del 3 de noviembre del año 2004, ante
el fiscal Armendáriz.
una mano y con la otra no sólo simule una defensa para evitarle un
juicio al canal 13, sino, lo más grave, para hacer morir y ocultar los
principales hechos que públicamente se utilizaron y que constituyen
toda la fuente del montaje utilizado en mi contra?
19. Otro de los antecedentes importantes que demuestran lo viciado del proceso llevado en mi contra, desde el inicio hasta cuando
estuve en la Cárcel de Alta Seguridad, son las reuniones de fiscales,
la directora regional del Sename Blanca Beraud, y Alfredo Bañados,
complotando impúdicamente en mi contra, a altas horas de la noche en casa del que es hoy Director Nacional de Gendarmería de
Chile, es decir don Alfredo Bañados, el mismo que una y otra vez se
negaría años más tarde a otorgarme el beneficio de libertad que me
correspondía.
21. Finalmente, para demostrar lo escandaloso de los procedimientos utilizados, debo señalar que el locuaz fiscal Armendáriz, que ante
la prensa insistía majaderamente que tenía las pruebas suficientes
para encausarme y condenarme, busca y consigue descartar el juicio
oral, porque no tenía pruebas para sostenerlo, y se acoge a un juicio
abreviado, ofreciendo desesperadamente un acuerdo que no cumple,
que apela de él y que de manera absolutamente insólita llega hasta
la propia Corte Suprema a alegar, para sostener lo único que podía
darle una sentencia condenatoria sin pruebas, el juicio abreviado. En
la Corte Suprema sólo se alegan problemas de derecho, pero él exhibió sólo los artículos de prensa que él mismo difundió en los medios
de comunicación y por cierto sobre hechos no probados. ¿Pero por
qué? A lo mejor diciéndoles que si la opinión pública tenía un juicio
formado a través de la prensa, que nadie se atreviese a contradecirla.
Lo que dijo El Ministro Sr. Chaigneau fue premonitorio: “… para
qué lo juzgamos nosotros si ya ustedes lo han hecho…”, refiriéndose
a la prensa. La verdad de todo esto es que sólo fue una parodia de
juicio, tal como se ha señalado por diversas facultades de Derecho,
cuando se ha estudiado mi caso.
20. Me querellé contra el Canal 13 por romper mi privacidad, filmando durante dos años sin mi autorización. La vecina del frente
desde donde filmaron también se querelló por los daños que le hicieron en su propiedad, incluso aterrizando sin autorización hasta
en helicóptero. Pero Armendáriz simuló una investigación en contra del canal 13 para, según él, “defenderme” de la comisión de un
delito. Este fiscal que me acusaba de delitos deshonestos con una
mano, con la otra quería “defenderme”, y fue a la Corte de Apelaciones de Santiago a solicitarle al Juez Rocha, a cargo de mi querella en
contra del canal 13, que se inhabilitara, llevándose mi querella para
Temuco y a su cargo, porque él quería “defenderme”. Insólito, y lo logró a su manera: El ministro Rocha se inhabilitó. Tanto el juicio mío
como el de la vecina “murieron”, sin ninguna formalización. ¿Qué
clase de justicia es la que permite que un fiscal, no sólo acuse con
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Esto de por sí constituye un pequeño resumen de algunas, no todas, las arbitrariedades que se cometieron en mi contra. Cualquier
tribunal no sólo me habría absuelto sino -al revés- habría condenado a fiscales, juezas, abogados, periodistas y canales de televisión
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por varios delitos. No es por nada que facultades de Derecho de
distintas Universidades, en el estudio de este expediente han llegado a la conclusión de que los procedimientos llevados por el Ministerio Público constituyen una aberración jurídica. ¿Qué puede
hacer un ser humano cuando se le han cerrado hábilmente todos
los caminos para limpiar su nombre de acusaciones y montajes?
Hay mucho más por decir. Soy la persona que durante más tiempo ha participado en política activa, con personajes como Ibáñez,
Alessandri, Frei Montalva, Allende, Pinochet y su larga dictadura,
Aylwin, Frei Ruiz-Tagle y Lagos. Todo tiene un precio, incluyendo
la cárcel de alta seguridad, donde fui llevado. Como hombre político he vivido hechos trágicos, divertidos, muy profundos y serios,
con anécdotas muchas de ellas nunca divulgadas.
Las recomendaciones
del abogado Reynerio
Era un día frío y el cielo estaba cubierto por gruesos nubarrones. En
el departamento que había arrendado en Temuco para soportar los
últimos pasos del juicio, esperábamos la notificación de la sentencia
que me había condenado en un malicioso juicio abreviado.
Reynerio, mi abogado, era partidario de presentarnos sin esperar a
que Gendarmería me viniese a buscar para comenzar a cumplir mi
condena. Estuve de acuerdo con él y a pesar de la enorme sensación
de angustia nos dirigimos al juzgado de Garantía para ser llevado a
la cárcel de Temuco”.
Al llegar, comenzó el fichaje seguido por una reunión con la Alcaide, el subdirector y otro oficial para explicarme las reglas internas
del recinto. Fueron muy cordiales, amables y comprensivos. Me entregaron un dormitorio grande, muy especial, dentro de la pobreza
y desaseo en este tipo de locales. Informados con antelación, pareciera que lo habían estado preparando. ¡Era tan grande que podían
entrar mi cama y el pequeño living del departamento de Temuco!
Acomodé las pocas cosas que pude llevar y en medio del ensimismamiento, un abogado del despacho de Morgado, Ignacio de
la Barra, me hablaba de cosas que no lograba entender cabalmente.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Creo que me señalaba que no habían dejado entrar a Natalia y Axel
y que ambos estaban muy angustiados y desesperados en las afueras
de este recinto.
Arrastrando los pies subí al viejo carromato de gendarmería y entre saltos y vaivenes del camino, me encontré viajando a la morada que sería mi cárcel y tortura, por los cinco años de condena.
¡Fue un momento terrible! Las conversaciones brevísimas con monosílabos en todas las direcciones. La angustia -tan espesa- parecía
subir desde las frías baldosas, metiéndose por entre el pantalón con
una humedad fría y pegajosa que se colaba hasta los huesos y llenaba
todos los espacios.
En ese furgón, uno de los tres gendarmes que me acompañó hasta
el relevo en Talca, me distrajo acortando el trayecto. Dijo que su
familia y, especialmente su padre, siempre habían votado por mí.
Así iniciamos una pequeña conversación que fue muy esclarecedora
porque por fin comenzaba a comprender -en parte- lo que hasta ese
momento era un misterio. Entre barquinazos y barquinazos en el
desvencijado vehículo, ese gendarme me preguntó por qué cambié
de abogado, de un Balmaceda a un García de la Pastora y a un Morgado. Le expliqué que Balmaceda me había llevado a un juicio abreviado, presionándome y en contra de mi voluntad, aun cuando yo
tenía el propósito de soportar el juicio oral, pese a toda la campaña
demoledora de la mayoría de los medios de comunicación”.
Sentía un vacío muy profundo en el estómago. ¿Por qué esa sensación tan horrible, si antes había estado en la cárcel muchas veces?
Pero ahora era distinto. Me encontraba encarcelado no sólo por un
delito que no había cometido sino por algo infamante, que desmoronaba mi honra y mi vida y la esperanza de mirar cada día y cada
mañana con una tarea por cumplir”.
Me daba cuenta de que, de allí en adelante, sólo tendría días de sufrimiento y dolor.
No imaginé que alguien estuviese además pensando en hacerla más aflictiva. Y eso también se logró. Al poco rato de haber
ingresado, seguramente entre consultas y cavilaciones, llegó la
orden para trasladarme en la noche a Santiago, a una cárcel de
alta seguridad donde estaban los delincuentes más peligrosos del
país. Estaba asustado y adolorido. La brusca depresión me tenía
convertido en un sonámbulo. El Jorge Lavandero que era ya no
existía y desaparecía en medio de las sombras de la noche.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Fue en aquel momento en que me dejó perplejo lo que más adelante
relató el gendarme. Perplejidad y sorpresa que, estoy seguro, llegará
a muchos que no conocieron los vericuetos y el teje y maneje tan
oscuro del proceso. La mayoría de la gente conoce tal vez lo que se
dijo en los medios de comunicación, a partir de ese oscuro reportaje
que transmitió el canal 13.
Investigaron más de dos años para no encontrar nada. Tendenciosamente juntaron imágenes con sonidos especiales, luces aterrorizadoras, para exhibir a una niña -enteramente vestida- caminando
delante del río Quepe. En una imagen captada a la distancia, supuestamente le daba una palmada a esa niña en el trasero. Hasta
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Ediciones Radio Universidad de Chile
comienzos de siglo, no parecía grave darle una palmada a una persona, como ocurre cariñosamente a diario. Era todo y lo único que
tenían, y había que dramatizarlo para la audiencia del programa
televisivo. Se le agregaron otras tomas, personas, comentarios en
que, subliminalmente, se empujaba al espectador a acribillar profundamente la imagen de un hombre público.
El gendarme, ante los pocos y con más confianza de sus colegas,
no dudó en explayarse. Me dijo que había sido un error cambiar de
abogado. Él había estado presente cuando se tomó el acuerdo para
el juicio abreviado. - “Estaba al lado de la puerta de la oficina de la
Jueza y pude escuchar a todos los asistentes”.
Estaban allí Matías Balmaceda, Julián López, Xavier Armendáriz y
la jueza en cuestión. Se acordó ir al juicio abreviado con una pena de
tres años y Armendáriz no apelaría. Salvo Balmaceda, que lo haría
para rebajar la pena a menos de 541 días, porque se trataba de un
delito menor y en tanto yo continuaría en mi cargo como Senador.
Escuché atónito. Y no sospeché que hubiese sido así. Nunca supe el
acuerdo hasta ese momento. Y si lo hubiese sabido en su totalidad,
hubiese dudado en aceptarlo, por más que aparecía conveniente desde el punto de vista procesal.
A ningún adversario político, por más encarnizado que hubiese sido
conmigo, creo que le hubiese deseado lo mismo que me estaba ocurriendo. Fue el primer choque de la pesadilla en tiempo real que comenzaba a vivir.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
En las horas, meses y años siguientes, fui desmenuzando diversas
etapas de mi vida, con la fuerza de los años jóvenes o la convicción
ya asentada por la larga experiencia política adquirida a través de
los gobiernos de más de siete presidentes de Chile, personajes con
los cuales tuve que compartir o disentir en problemas y soluciones.
Pero en definitiva, será una historia más desapasionada que la actual
la que tendrá que hacer un balance de este período en que he vivido,
para examinar si mis actos fueron útiles al país.
El viaje fue largo y tedioso. Cuando iban trascurriendo los minutos y
las horas, iban pasando por mi mente las distintas etapas de mi vida,
deteniéndome en las encrucijadas, repasando los acontecimientos
desde mi juventud hasta este incierto momento en que me encaminaba hacia una cárcel de alta seguridad. Lejos de todos mis amigos
y de mis ideales de siempre. Sabía que la gente de mi región y del
país, que tantas veces recorrí pueblo a pueblo, me conocía. Esas familias que eran parte de mi vida y yo de las suyas, me acompañaron.
Abuelos, madres, padres, nietos cuyas vidas conozco en detalle tal
como ellos conocían la mía. ¿Cómo decirles que no les fallé? ¿Cómo
hacerles comprender y explicarles que lo que estaba ocurriendo sólo
era un montaje?
Me alejaba de mi Región, distanciándome de tantas personas, que
me parecía peor que la cárcel a la cual me llevaban en ese frío e
inhóspito carromato de gendarmería. Confiaba en que muchos, en
silencio y sin poder expresarse, querían decirme que mantenían su
credibilidad en mí. Unos pocos, pero tenaces y poderosos, a toda
costa querían hacerme aparecer como un criminal.
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LA CAS
Con el sol alumbrando en la mitad del patio J Sur, a las 5:30 de la
tarde de un día caluroso, comienza la cuenta de rutina. Cada mañana y cada tarde se repite el monótono ritual en la Cárcel de Alta
Seguridad (CAS).
- Uno -dice Toño contra la pared y delante de un cabo.
- Dos -agrega Carlos.
- Tres -sigo yo, con algo de timidez.
Sergio dice cuatro, Gustavo cinco y Guzmán seis. Ha terminado el
día en nuestro patio de la Cárcel de Alta Seguridad.
- ¡Nos falta alguien! -digo yo.
Se trata de Héctor Antonio, a quien mandaron anticipadamente
al block dormitorio. Héctor fue intervenido en el hospital de la
unidad penitenciaria y a raíz de una infección post-operatoria
terminó de nuevo en el quirófano, pero esta vez, a costa de la extirpación de uno de sus riñones. Hace un mes y medio que no lo
vemos, desde que se lo llevaron nuevamente al Hospital Penal.
El día ha terminado sin noticias de Héctor. Salimos de una sala que al
principio sólo contenía dos mesas y algunas sillas plásticas en donde
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se desayuna, se almuerza y se toma una colación a las 5 de la tarde. A
continuación, debemos pasar por una puerta de barrotes, nos allanan,
subimos hasta el tercer piso bajo un calor sofocante y nos metemos
en una celda cerrada rigurosamente con llave hasta que llegue el otro
día en que bajaremos nuevamente al mismo lugar a las 8:30, para una
nueva cuenta y así recomenzar toda la rutina del día a día.
No es raro que en esos momentos cada cual comente lo que su abogado hace para obtener la tan ansiada libertad y dejar atrás los delitos de narcotráfico, asaltos y, según alguno, la muerte de otra persona, siempre “en defensa propia”, por supuesto, de acuerdo a sus
insistentes explicaciones.
Estos son días de calor intenso, con el aire que se hace irrespirable
en medio del polvillo que proviene de una construcción colindante,
que alojará a los nuevos juzgados y que todo lo cubre. Todas las mañanas hay que sacar aquella pátina terrosa de las celdas y de la sala.
Pero ella se instalará recurrente, día tras día.
El tiempo se detiene en la obsesión incansable, buscando el hilo
conductor que me llevó a una situación tan absurda. Estudiando la
paradoja de cómo tras luchar tanto contra una dictadura, una vez
instaurado un gobierno civil encontrarme internado en una cárcel a
la que, por añadidura, concurrí como Senador, junto al Presidente
Aylwin, el día de su inauguración.
RECOMPONIENDO FUERZAS
Seguramente nunca se pudo prever esta vuelta de la vida porque eran
días de primavera y la esperanza, que todo lo impregnaba, nos daba
la fuerza y la fe en que algunas de nuestras ideas, sostenidas durante
tanto tiempo, podrían por fin comenzar a convertirse en realidad.
Habíamos esperado tanto tiempo, habíamos luchado siempre por
nuestros ideales y -¿por qué no decirlo?- habíamos sobrevivido, a
veces de manera solitaria, en un ambiente que aterrorizaba a grandes
mayorías que hacían oídos sordos a los llamados que constantemente estábamos haciendo para luchar contra la injusticia social provocada por un modelo económico que le garantizaba todo a quienes
ostentaban el poder y que, por ende, era una auténtica bofetada sobre nuestras convicciones.
Cuando comenzamos no eran muchos los que querían arriesgarse,
posiblemente porque los liderazgos tradicionales habían sido quebrados por la represión desatada y quienes hubieran podido asumirlos estaban fuera del país, exiliados.
En los primeros días de la lucha contra la dictadura visitamos a
muchas personas en Santiago y en regiones aprovechando que fui
elegido Presidente del Automovilismo Deportivo, hecho que nos
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Ediciones Radio Universidad de Chile
daba cierta fachada, pero al encontrarnos personalmente con ellos,
siempre obtuvimos la misma respuesta. Los partidos habían sido
disueltos y cada cual estaba en sus actividades particulares tratando de sobrellevar su vida con la mayor normalidad posible o amasando dinero con el nuevo modelo instaurado. En el fondo, lo que
existía era un profundo temor que inhibía cualquier iniciativa y
paralizaba cualquier decisión. Ya se comenzaba a saber sobre fusilamientos y torturas. Una cultura de muerte se estaba ensañando
con un pueblo inerme.
Transcurrido el tiempo se hacían más patentes los efectos que causaba la dictadura sobre la sociedad, por lo que había que buscar,
inventar y proponer creativamente nuevos caminos para seguir
luchando.
Cuando el Papa Juan Pablo II vino a Chile, ya se hablaba del capitalismo salvaje que propiciaba la más injusta distribución de los ingresos y de los tributos, imponiéndose a la vez un sistema previsional
que facilitaba el gran lucro de sus administradores/propietarios y
que, aun cuando se le pretendía publicitar como el mejor del mundo, quedaría desmentido en los hechos, porque no llegaría a cubrir
en la vejez más que a la cuarta parte de los afiliados trabajadores y
empleados, mientras que a otra cuarta parte se le otorgaría, por parte del Estado y en el mejor de los casos, sólo una pensión mínima de
subsistencia. El restante 50% de trabajadores y empleados chilenos
quedaría al margen de toda previsión, lo que se verá agravado por el
creciente envejecimiento de la población mayor. Y transformará esto
en uno de los más graves problemas hacia el futuro que no hemos
querido corregir, no obstante las continuas denuncias y advertencias
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
públicas que hemos hecho cada tanto. Fue una de las nefastas herencias que nos dejaría la dictadura y que de manera absolutamente
irresponsable no hemos querido abordar en estos últimos 20 años.
A partir de los años del 80, nos dimos a la tarea de crear un movimiento que reemplazase -al menos momentáneamente- a los
partidos disueltos y, de esa forma, continuar con la tarea que nos
permitiese recuperar una verdadera democracia, sin las enormes diferencias sociales que nos tienen como uno de los países más desiguales del mundo. Así comenzó a nacer el Proyecto de Desarrollo
Nacional (PRODEN S.A.) Dos años nos llevó juntar a personas de
valor que tuviesen el coraje suficiente para desafiar públicamente al
dictador. El miedo estaba muy extendido. Los dirigentes clásicos estaban encerrados en sus casas, ocultos ante la persecución o haciendo dinero. No podíamos contar con ellos salvo algunos pocos. Así,
decidimos convocar a la primera conferencia de prensa y a constituir
el movimiento. Llegó al fin el día tan esperado por algunos en que
se pudo reunir a personeros de diferentes pensamientos políticos,
para tomar decisiones y establecer programas que pudieran cortar
esta cadena de injusticias instaurada por la dictadura.
Ya desde la semana anterior estábamos nerviosos para esa primera
reunión convocada con el propósito de echar las bases de un movimiento que promoviera volver a la libertad y la democracia, recuperar para el país los recursos de la Gran Minería del Cobre, tan necesarios para acortar la gigantesca brecha que comenzaba a formarse
entre los más ricos y los más pobres; riquezas que estaban siendo
traspasados a las mismas trasnacionales y por las que Salvador Allende, con su vida pagó por devolvérselas a todos los chilenos.
59
Ediciones Radio Universidad de Chile
Pronto nacería el otro brazo, el diario Fortín Mapocho, a través del
cual lucharíamos con mucha fuerza para ir informando al pueblo de
los avances en las protestas, cuyos instructivos nos tocaba elaborar
antes de cada una de ellas.
Fueron días de lucha muy intensos, ya que públicamente fuimos los
únicos que a cara descubierta, con nombre, apellido y domicilio nos
atrevimos a desafiar a la dictadura; por cierto había otras organizaciones que eran clandestinas. Fuimos intensamente investigados
por los servicios de inteligencia del régimen, primero la Dirección
de Inteligencia Nacional (DINA) y después la Central Nacional de
Informaciones (CNI). Cada vez que nos llevaron a la cárcel nunca
pudieron encontrarnos nada, porque para desafiar ese tremendo y
represivo poder militar, había que estar muy limpio en todo sentido.
Así pasó el tiempo en esta larga lucha hasta que recuperamos la libertad pero, curiosamente, una democracia a medias. De la justicia
social, disminuida ya con el nombre eufemístico de “equidad” sólo
quedó el recuerdo y las promesas de quienes asumieron el poder.
Un compromiso vacío que se trepó por encima de las organizaciones sociales que tanto lucharon en el Proden (Proyecto de desarrollo Nacional), y que tantas vidas entregaron, que padecieron la
tortura, a los que exiliaron o destruyeron, tal como lo señalamos en
“El Precio de Sostener un Sueño”5.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
que este pudiera contribuir a superar las dificultades sociales, que
ya comenzaban a abarcar dramáticamente a la gente modesta en su
trabajo y en sus condiciones de vida, a pesar de lo que aseguraba
la propaganda oficial. Conscientes de esto, nos dimos a la tarea de
recorrer el país junto a Radomiro Tomic, informando y a la vez protestando por los cambios que se querían hacer a la nacionalización
del cobre para reprivatizarlo, mediante la concesión plena a privados
y transnacionales, inspirada por los ministros de Pinochet, Hernán
Büchi y José Piñera.
Desde 1990 pudimos en los hechos comprobar con tristeza, pero sin
resignación y de manera tangible, que estos recursos naturales no renovables habían sido desnacionalizados por iniciativa del entonces
ministro Piñera bajo órdenes del dictador. Y que transcurridos los
primeros 5 años en democracia pudimos corroborar, no obstante las
promesas políticas que se hicieron, que estas riquezas continuaban
yéndose de Chile sin que el Estado percibiese retribución alguna por
su explotación. Creo, como así fue, que en esto se suscribió un acuerdo secreto entre bambalinas y que yo desconocí públicamente.
Mis compañeros de ruta y yo sabíamos que en el cobre ha radicado
siempre un enorme potencial de riqueza en el país, concebido para
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5 Autor: Lavandero Illanes, Jorge. Editorial LOM, 1995.
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EL SAQUEO DE CHILE CON SU COBRE
CONTINÚA EN DEMOCRACIA
La primera y exitosa reunión se hizo el día previsto. Asistieron buenos especialistas que habían luchado ya durante el gobierno militar
y que, en su mayoría, habían sido expulsados al exilio por sostener
que el cobre era la viga maestra de la economía y el sueldo de Chile, tal como lo declararan en su momento Eduardo Frei Montalva y
Salvador Allende.
Julián Alcayaga, Héctor Vega, Antonio Otero Lathrop, Manuel Riesco, Hugo Latorre y otros, tomamos entonces la decisión de crear un
movimiento transversal denominado “Movimiento por la Dignidad
y la Justicia Social” que lucharía por la recuperación del cobre para
los chilenos a través de un plebiscito. También para cambiar la injusta Constitución heredada de la dictadura, única forma de superar las
innumerables trampas legales dispuestas por esta y que hacían imposible cualquier reforma legal o constitucional. Pinochet, con esta
misma Constitución y su artículo 5º, hoy vigente, había convocado a
3 plebiscitos y antes a una consulta, cortándole la punta de la cédula
de identidad como respaldo de seguridad. Entonces ¿por qué las nuevas autoridades, armándose de coraje, no arreglaron estos problemas
de una vez y con la misma Constitución con la que Pinochet llamó a
3 plebiscitos, llamaron a otro plebiscito, como consigna el artículo
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5º de la misma? Por eso advertimos además ese día, la más absoluta
falta de voluntad política para llevar adelante estos temas. Ese fue un
día importante. Nos reunimos, tomamos acuerdos y nos organizamos
para llevarlos adelante. Nos dimos a la tarea de escribir libros, artículos, imprimir trípticos, participar en seminarios y realizar intervenciones públicas; todo con el fin de recordarles a los chilenos temas
que, a pesar de su importancia, habían quedado “convenientemente”
en el olvido.
Con mucho esfuerzo y persistencia, fuimos poniendo estos temas
en la discusión pública, encontrándonos con dificultades dentro y
fuera de la Concertación. Parecía que nos movíamos en el desierto:
Nuestros propios dirigentes nos ignoraron, al igual que los medios
de comunicación. Había que luchar aún más intensamente de lo que
creímos en un principio; fue necesario hacer una ardua tarea de concientización sobre estos temas. Pero la motivación era grande y así
comenzamos a recorrer el país con una gran fe y porfía. Nos parecía
absurdo que en un país tan pequeño como el nuestro, que tiene una
riqueza tan colosal como el cobre en su propio territorio, equivalente a la mitad de las reservas conocidas en el mundo, no hiciera valer
su capacidad siendo que, en otro orden, los once países de la OPEP
con su petróleo sólo controlan el 35% de la producción mundial y
han logrado influir decisivamente en el precio y en la marcha de la
economía de todo el planeta.
TIEMPOS DE DIPUTADO
¡Qué buenos días aquellos en que se hacían las cosas por convicciones
profundas, por valores y principios! El escenario era la Cámara de Diputados, y el complemento en las reuniones eran los campesinos, los
estudiantes y los trabajadores. La política fue animada durante muchos
años por una ardiente lucha para erradicar las grandes desigualdades.
Dimos grandes batallas con éxitos importantes y otras en las que no
se alcanzaron los objetivos que nos habíamos propuesto. Pero siempre
se contó con el respaldo popular y de las organizaciones. Aquello era
imprescindible para abordar cualquier iniciativa.
Así me inicié en un comienzo, en 1957, y a poco andar, organizando el bloque de “Saneamiento Democrático” que, entre otras duras
peleas, abordó la existencia de la cédula única para votar y la derogación de “La Ley Maldita”, publicada en tiempos del Presidente
Gabriel González Videla y que dejaba fuera del sistema a algunas
organizaciones políticas.
Se combatía con esto el cohecho inmenso imperante en esa época,
como práctica común para acceder a los cargos de representación popular y a un régimen de tolerancia democrática para todas las ideas,
cualesquiera que ellas fueran y sin ningún tipo de discriminación, veto
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Ediciones Radio Universidad de Chile
o censura. Lograrlo fue un gran paso en ese entonces, no sólo para
Chile, sino un claro ejemplo para toda América Latina. Sentíamos
de verdad que -en esos años- éramos la cabeza pensante del continente sosteniendo ideas como estas, que servían no a la gloria personal, sino a impulsar las grandes reformas que el país y el resto de
Latinoamérica requerían.
Habiendo retomado estas actividades en plena dictadura, me encontré más tarde y de pronto, recorriendo nuevamente el país allá
por 1999, con las mismas y persistentes ideas de solidaridad, participación, justicia social y la recuperación del cobre para los chilenos con el fin de financiar todo lo anterior, y denunciando con
energía el pernicioso sistema de previsión social que emanaba de
las AFP, agregando a esta agenda el excluyente sistema binominal
como modelo electoral.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Pero también, con la larga batalla para recuperar el cobre para todos
los chilenos, habíamos provocado una decisión, clara para algunos,
de sacarme del Senado a como diera lugar, ya que por las urnas no les
resultaba posible. Mi situación política frente al país había crecido.
Mi activación como precandidato a la Presidencia de la República,
constituyó para algunos la ocasión de reunir en torno a una conspiración común a los adversarios políticos y a los económicos. La
suerte estaba echada, aquello constituía el principio del fin.
Entonces, sobrevino una primaria para definir los candidatos a senadores en la 1X Región. Y gané limpiamente, no obstante la aseveración de mi adversario, Francisco Huenchumilla, al presidente Ricardo Lagos, de que él me derrotaría “por paliza”, y con gran apoyo, a
pesar de las zancadillas de propios y ajenos. Y ese triunfo se transformó en más fuerzas aún para seguir luchando por las ideas tan enraizadas y asumidas en el fondo por cada uno de nosotros. Para lograr
esa derrota “por paliza”, Lagos estructuró un gobierno .Regional con
una Intendenta, Berta Belmar a la cabeza, gobernadores y hasta el
último Secretario Regional Ministerial (Seremi) destinado a lograr
mi derrota y a apoyar la candidatura de Francisco Huenchumilla y
dificultar la mía, como hay constancia en los medios de comunicación de la época.
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LA VIDA EN EL PENAL
La vida en el penal es muy tediosa. Días y noches sin fin en medio
del desamparo y la soledad, intentando ocupar la mente en compartir ideas y pensamientos mientras se está encerrado en una celda, sabiendo que en ese mismo momento, los ejecutores de tamaña
perversidad andan por la calle satisfechos de sus logros y continúan
con total normalidad sus vidas, enriqueciéndose y en política, sin
que nadie pusiese un pero, sin que nadie les cuestionase, ni ética ni
moralmente, su desempeño en ningún plano.
He sido “trabajólico” y siempre me ha acompañado una verdadera
compulsión por hacer cosas y concretar proyectos. Algunos, lógicamente, fracasaron por no haber conseguido los apoyos necesarios, o
tal vez por mis propios errores o inseguridades. Pero otros sí tuvieron
éxito y fueron muchos aquellos que lograron disfrutar con la concreción de los sueños compartidos.
En la cárcel, sin embargo, se vive a otro ritmo. Aquí la vida es
simple, tomando las debidas precauciones. El no molestar a los
demás trae aparejado consigo un principio de reciprocidad, que
se traduce en tranquilidad para todos. Más aún cuando a uno
inevitablemente y de alguna manera han logrado conocerlo.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Entonces pienso y “re pienso” -porque en ese mundo se transforma
en un ejercicio ineludible-, y lo comparo inevitablemente con la vida
y el trabajo constante que tuve antes, ese al que siempre estuve habituado. Y caigo en la cuenta de que entre esas murallas carcelarias
la vida es, por sobre todo, desesperante y frustrante. Al transcurrir
de las horas, los días, los meses, me sumerjo en una nebulosa sin
sentido, que me va minando y destruyendo lentamente. Ese es un
efecto adicional al del encierro. También padecí por no poder estar
en libertad, pero mi angustia provenía de verme reducido a la inactividad, a dejar que el tiempo pasara a mi lado y observarlo como un
espectador que en nada puede interferir ni nada puede organizar,
como si mi propia existencia no tuviera ningún propósito, tras décadas en que todo mi quehacer estuvo animado –precisamente- por
el objetivo casi dogmático de servir a los más desprotegidos de entre
mis compatriotas.
Algo entonces tenía que hacer para combatir la profunda depresión
en que me iba sumiendo. Comencé por la lectura. ¡Cuán trabajoso
me resultó en un principio!, pues tenía que leer dos o tres veces un
párrafo o frase para poder comprender. El estado en el que me encontraba le impedía a mi mente entender algo. Pero poco a poco y
con gran esfuerzo, fui recuperando parte de mi capacidad de retención, a costa de imponerme la obligación de persistir en mi esfuerzo
más allá de cómo me sintiese, porque la tentación era simplemente
rendirse. Y de allí –en ese estado- a esperar el término de la condena
como un ente trashumante y sin voluntad, sólo había un paso.
Porque entendí con angustia y desesperación que sólo lograba ocupar, diría yo, un 10 por ciento de mi capacidad mental e intelectual,
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
pues la tristeza, el desánimo como una constante y toda la situación
que me tocaba vivir y que lograba escapar a mi comprensión racional,
no me permitían asimilar lo que leía. Es decir, sobrevivía por inercia,
dejándome llevar por la rutina y el día a día que me llegaba como una
pesadilla agresiva y hostil. Incomprensible, jamás imaginada.
Cumplí mis 76 años en la CAS, el primero bajo encierro. Recuerdo
que vinieron muchos amigos de mi región, tampoco faltaron los que
están en Santiago. Celebraron conmigo cerca de 60 personas que
durante todo el día fueron entrando por turnos. Llegaron desde Temuco para estar conmigo y traerme cientos de mensajes de saludo y
cariño de muchísimas personas, todos intentando ayudarme a recuperar la esperanza.
Fue entonces que sentí la necesidad de retribuir en alguna forma esa
inmensa marea de afecto y el esfuerzo que hacían por estar a mi lado,
por no abandonarme. La única manera que tenía a mi alcance era no
dejarme aplastar por la depresión con toda su carga de negatividad,
por la angustia, la pena profunda y la realidad diaria, que vivía como
un tormento, casi como una aplastante derrota a una vida que, como
la mía, siempre concebí como una existencia al servicio de los demás
y que, en ese momento, parecía haber perdido todo sentido.
Así, gracias al afecto de amigos de toda una vida, volví a creer en la
necesidad de ponerme a trabajar en algo que me ocupase las horas y el
tiempo vacío, para que mi permanencia no fuera ese vacío constante
que me iba deshumanizando. No podía darles en el gusto a mis verdugos. No podía más permitir que el encierro cumpliera su objetivo de
anularme, de embrutecerme el alma, el corazón y la mente.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
No fue fácil encontrar en una cárcel de alta seguridad alguna actividad que fuese útil tanto para mí como para los demás, hasta que
un buen día tuve la idea de implementar una biblioteca. Un espacio
donde los internos y los gendarmes -ambos prisioneros al fin- pudiesen encontrar algo de entretención, de cultura, de educación, de
un nuevo sentido y respuesta a los días, a las horas y a la vida que se
nos escapaba un poco más a todos, sin discriminar entre custodios
y custodiados. Al final de cuentas, las rejas no reconocen entre unos
y otros. Allí también podría comenzar a darle forma a este libro que
usted está leyendo.
Gracias a mi buena conducta, trato y educación, al igual que varios
reclusos condenados por asesinato, tráfico, estafas y otro tipo de delitos, y ya desde el comienzo, fui clasificado con un MB (Muy Buena
Conducta), sin que se hicieran distinciones ni concesiones de ninguna naturaleza por mi condición previa de parlamentario. Con ese
proceder, me hice merecedor de la confianza y el respeto de presos
y gendarmes.
Mi idea fue apoyada por Gendarmería del CAS y casi seguramente
por la Dirección Central. Cuando corrió la noticia fuera del recinto
carcelario, muchas personas tanto de mi región como del resto del
país, se organizaron espontáneamente para la recolección de libros,
usados y nuevos. Todo nos venía bien para el propósito. Y pronto,
empezaron a llegar cajas y cajas hasta el penal, enviadas por gente
con la que trabajé en algún momento, de muchos conocidos, pero
también de innumerables personas a quienes nunca había conocido
personalmente.
Junto con leer y trabajar, volví durante un tiempo a jugar al frontón
y al ping-pong, como una importante ayuda para liberar tensiones
y mantener un buen estado físico. Esto funcionó hasta que se sobrepobló el módulo, el patio y -en su conjunto- todas las cárceles. Los
patios eran pequeños al igual que la sala. Los pisos que contenían las
celdas para encerrar a los presos de noche se hicieron insuficientes
y de uno por celda, llegaron a contener a 4 y más en algunos casos,
momento en que la vida y el hacinamiento se hicieron aún más insoportables.
Armar una biblioteca me era una iniciativa tan nueva como desconocida. Tuve que ponerme a estudiar cómo organizarla y controlarla
de manera que fuese lo más eficiente posible y accesible a todos. No
tenía idea de cómo realizar esta misión que me había impuesto.
Un buen día, apareció una institución católica ofreciendo cursos de
carpintería y electricidad, una experiencia nueva para la CAS, donde
no es nada habitual que se ofrezcan alternativas de distracción y, mucho menos, posibilidades de aprendizaje que ayuden a quienes saldrán
un día de allí, a ganarse la vida. Todo esto me hizo recordar mi antigua
dedicación y gusto por la radio afición. Recuerdo que me incorporé al
Radio Club de Chile, institución que era muy importante años atrás.
Chile es un país de catástrofes, inundaciones y terremotos y cuando
Así entonces nació la Biblioteca de la CAS, con más de 3 mil libros hasta este momento, abarcando temas de religión, poesía, filosofía, historia, novelas y cuentos, e incluso textos de enseñanza
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
primaria y secundaria para los hijos de los internos y los hijos de
los gendarmes.
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no existían los medios modernos de hoy para cubrir el territorio nacional, las ayudas y comunicaciones para informar y socorrer a las localidades destrozadas por los desastres, se hacían por intermedio de
los radioaficionados. Mi característica identificatoria era CE3IC, la
que mantuve hasta después de ser elegido como Diputado por primera
vez. Llegué a ser Vicepresidente y, después, Presidente Honorario,
pero renuncié cuando también nombraron Presidente Honorario
a Pinochet.
Así, después de tantos años, regresé en la cárcel a mis tiempos de
estudiante. Me inscribí en el curso y, tras cumplir con todas las
exigencias, recibí con mucha alegría mi diploma de Electricista
Domiciliario, siempre evocando aquella agradable época de radioaficionado, cuando debíamos ingeniárnoslas para fabricar y procurarnos nuestros propios equipos de transmisión/recepción.
Al término del curso se hizo una gran fiesta donde asistió a la CAS,
entre otros, la relatora de la Corte Suprema, Mónica Maldonado. A
los efectos de la celebración, la jefatura del penal determinó festejar
junto a las autoridades invitadas y a los titulados en el único recinto
realmente grato y cálido de todo el penal, que no era otro que el que
ocupaba la recién creada Biblioteca, hecho que reafirmó la buena
intención y disposición para transformar en un espacio útil la sala
junto a la enfermería que permanecía olvidada y sin provecho.
LA BIBLIOTECA
Los gendarmes y los internos acuden regularmente y cada vez con
mayor asiduidad a la biblioteca recién creada. Ciertamente, esto
plantea serias dificultades por estar inserta en una cárcel de alta
seguridad, en donde rejas y portones de hierro están instalados en
laberínticos pasillos con una frecuencia de veinte metros unos de
otros, aproximadamente. Esto conlleva -obviamente- a dificultar
el fácil acceso hasta ella en busca de los necesarios libros, no obstante la buena disposición de todos los funcionarios del recinto, que
entendieron que esta iniciativa ayuda indudablemente a una mejor
convivencia entre todos y a aliviar las penas de cada cual.
Pero también la existencia de una biblioteca saca a relucir sus propios e involuntarios excluidos a los que habría que integrar. Son los
analfabetos, aquellos que no leen ni escriben, tal vez porque sus urgencias y apremios los llevaron por otros caminos más necesarios
para sus propias vidas.
Parece increíble que a estas alturas de la historia, cuando tantos se jactan de los beneficios del modelo, existan seres humanos que necesitan
de otro para enterarse del contenido de una carta que le ha enviado
un ser querido. Alguien que les lea. Y fue ésa precisamente una de las
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Ediciones Radio Universidad de Chile
tareas que abordé con más afecto y comprensión por otros: enseñar
a leer y escribir, a sumar dividir, para que nadie se sintiera violentado
cuando otro se entrometía en la privacidad de una carta amorosa o
en los contenidos de alguna tramitación procesal. Respetar y hacer
respetar el pudor propio y el de otros, también era una tarea urgente
allí adentro.
Entonces, también me convertí en una suerte de profesor de educación básica para unos cuantos, experiencia que fue sumamente gratificante, porque sabía que no sólo estaba entregando un arma de
independencia para otros seres humanos, sino que podía constatar
diariamente los resultados concretos.
Cuando uno conoce más a fondo a las personas, sean éstas de cualquier condición, léase traficantes, asesinos, otros que han adquirido
connotación por violaciones, asaltos o robos -conste que no había
presos por abusos deshonestos en el CAS y tengo entendido que en
ninguna cárcel-, uno puede descubrir que, en muchos de esos presos,
existe un trasfondo humano particularmente sensible, en donde se
puede advertir claramente la desorientación que padecen y que con
tan poco se les puede abrir un camino distinto.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Muchos internos reciben cada semana la visita de sus familiares.
Para eso se preparan con varios días de anticipación intentando
cuidadosamente tener listo cada detalle para darles lo mejor de sí
mismos. Otros, los menos, afortunadamente, han sido abandonados por sus parientes. No hay duda de que el Estado debiera trabajar con las familias para darles la oportunidad de evitar verse
doblemente castigados y discriminados al momento de salir, evitando que se vean en situaciones que los llevan, repito, casi inevitablemente a reincidir en el delito.
En este sentido, la lectura hace bien desde muchos puntos de vista y
es una buena forma de terapia, pero siempre debería ir acompañada
y complementada con otras medidas eficaces que se aplican en otros
países con mayor conciencia social.
Del mismo modo, se hace patente la falta de personal preparado para
ayudar a los reclusos a reinsertarse en la sociedad una vez libres, así
como para promover que ésta los acepte sin discriminación o menosprecio. Se trata de proporcionarles una verdadera y real oportunidad
de trabajo digno, para continuar con sus vidas en mejores condiciones.
Este -a no dudar- es el principal motivo de la reincidencia y el porqué
de que quien cae a la cárcel en Chile, está condenado a volver a ella.
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LA VIDA PASA
De mis divagaciones en reclusión guardé algunos apuntes para ordenar ideas. Aún vive y perdura en mí la entrañable memoria de mi
madre, que falleció a la edad de 100 años con siete días. Ante ese
recuerdo y en medio de esta soledad, me brotan espontáneamente
imágenes de toda su vida, de sus últimos meses y de su enfermedad.
Murió sólo dos días antes que comenzara el proceso y se hiciera pública la infamia en mi contra. Por eso doy gracias a Dios que ella,
con quien conviví durante los últimos 14 años previos a mi condena,
no alcanzara a vivir el tremendo dolor que le hubiera producido la
injusta sentencia de que fui objeto.
Aquí, en mi celda, puedo contemplar su fotografía junto a la de
otros familiares tan cercanos como lo son mis hijos. Recuerdo que
en su funeral recibí la visita de connotados senadores y autoridades,
comenzando por el Presidente del Senado, Hernán Larraín, quienes
me entregaron su solidaridad y a algunos de los cuales no he vuelto
a ver desde entonces.
La vida va pasando, sé que los días afuera se suceden con rapidez,
pero aquí en el penal el tiempo parece suspendido. Las noches
son largas y de manera espontánea surgen los recuerdos. No se
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Ediciones Radio Universidad de Chile
puede hacer otra cosa que recordar e involuntariamente las imágenes que vienen a la mente, las ideas, se transforman en análisis.
Por ello es que en un comienzo, cuando recién ingresé al penal,
hice el intento de orientar mis reflexiones en medio de los insomnios y pude reafirmar algunos conceptos y dudas. Si soy inocente, como estoy absolutamente seguro de serlo, ¿quiénes y por
qué perversa razón dirigieron todo su poder para destruirme de
una forma tan encarnizada?
A veces pienso que tal vez mi larga batalla ha sido escrita en el agua.
Los cambios que hemos propiciado se han producido con suma lentitud. Pero en otras oportunidades, también pienso que si no hubiésemos hecho conciencia, a lo mejor algunas de estas reformas
jamás hubiesen llegado a ser realidad o se hubiesen demorado aún
más para beneficiar a la gente. De lo que sí tengo conciencia es que
en el pasado mis compañeros de ruta y yo logramos más que en estos
tiempos y que el clamor ciudadano fue más escuchado y acompañado por el Parlamento.
Entonces, comencé a mirar hacia atrás, a recordar hechos recientes
examinando cuidadosamente mis actitudes, mi visión sobre el país,
las distintas intervenciones en la Cámara de Diputados y el Senado.
Evoqué las protestas que me tocó organizar durante la dictadura,
el peligro que representó para algunos la aparición del diario Fortín Mapocho que tuve el honor de poner en marcha, para que la
oposición tuviera un medio con el cual difundir sus actividades y su
pensamiento. Recordé cada uno de los pueblos, ciudades y universidades que con mucha constancia visité durante largo tiempo.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
También regresaron a mi memoria las persistentes denuncias que
hicimos contra grandes intereses que subyugaban la soberanía de todos los chilenos. De acuerdo con este conjunto de antecedentes es
que tendrían que surgir las manos y cerebros que estaban detrás de
todo, porque era evidente que algo había hecho como para molestar
tanto a alguien, para que se tomaran el trabajo de organizar lo necesario a fin de llevarme hasta la cárcel. Una simple cuestión de acción
y reacción. Ese fue mi primer punto de apoyo para ir develando a los
participantes de la oscura maniobra de conspiración que logró sacarme de Senado. Investigué, até cabos y logré sacar conclusiones.
Todos estos recuerdos me llegaban como un fogonazo, como si estuviese observando una película de mi propia vida que pasaba sin
que yo pudiese detener las imágenes ni los pensamientos que surgían de ellas, aunque sí seguirlos y ordenarlos dentro de su lógica.
De acuerdo con esto y a medida que el tiempo transcurría, tarde
o temprano tendrían que emerger las respuestas para conocer la
verdad y los porqué de mi situación. Ya no me quedaban dudas al
igual que ahora, que ahí, entre los recuerdos que me atormentan
con su aparición vertiginosa y recurrente se encuentra escondida
la respuesta que busco. Así pues, la primera tarea era determinar
a quién estaba afectando con mis ideas, mi trabajo y mi cargo. De
allí surgió mi primera opción para comenzar a entender que esta situación fue meditada, organizada y llevada adelante sigilosamente,
durante mucho tiempo y amarrándolo todo para no dejar ningún
rastro que permitiera alertarme sobre los planes de mis declarados
y concertados adversarios.
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Esta búsqueda empecinada en mi interior y las claves que fui descifrando se convirtieron en un buen comienzo que, por lo menos, me
permitió conquistar algo de la tranquilidad y paz que requería para
superar el estado de angustia en que me hallaba.
Así, comencé a buscar entre mis recuerdos de juventud, esos que no
muchos conocen, pero que tendrían gran influencia con el correr
del tiempo. Esa noche, escarbé muy atrás para reconocerme en mis
comienzos…
EL BARRIO DE MI JUVENTUD
En aquel barrio comenzó todo. Recién empezaban a construirse allí
edificios en bloque inmensos, los más altos de Santiago. Todo era de
puro cemento. Mirando el edificio de La Moneda, la Alameda y hasta
el Seguro Obrero, era el entonces fastuoso barrio Cívico. En una callecita con un gran nombre: Valentín Letelier, aledaño a ella, hallaría su
lugar la Contraloría, el Ministerio de Agricultura (que jugaba uno de
los papeles más importantes) y a media cuadra Impuestos Internos y
el Ministerio de Hacienda, que se enfrentaba al Banco Central. Entre
medio, el Diario La Nación, un poco más allá El Mercurio, el Palacio
del Poder Judicial, enfrente el Congreso Nacional con sus hermosos
jardines, la Catedral con la Plaza de Armas como marco, el Correo.
Mi familia ocupaba un departamento en un 5º piso de un edificio en la calle Valentín Letelier, que mientras no se levantaba
el barrio cívico -demoró años en terminarse- nos proporcionaba
una extraordinaria vista sobre todos los acontecimientos públicos de esos tiempos. Desde Arturo Alessandri Palma, el León de
Tarapacá, en adelante, hasta Pedro Aguirre Cerda. A un costado
estaba la vieja casona abandonada del histórico Partido Radical,
sostenido por la masonería anticlerical de la época. Aquella casa
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Ediciones Radio Universidad de Chile
con sus amplios jardines era el espacio soñado de nuestras grandes
aventuras y escondites, al que ingresábamos con temor porque se
decía que allí “penaban”, que había fantasmas y habitaba “El Viejo
de Patas Verdes”, cuya sola mención nos causaba terror. Al otro
costado de nuestro edificio había un pasaje cortito. Ahí se ubicaba un viejo y gran garaje del cual saldría un mal hablado que nos
enseñaría nuestros primeros garabatos y nos impulsaría a algunas
actividades non sanctas, como extraer las cañerías del Club Radical para ir a vendérselas dos cuadras más allá al Lauchín, un almacenero que compraba de todo; en ese lugar se construiría después
el Ministerio de Educación. Más allá, el edificio de la Caja de
Empleados Públicos y Periodistas, de la cual llegaría a ser -varios
años después- miembro de su directorio a los 26 años de edad. A
media cuadra, yendo por la misma calle Valentín Letelier, estábamos en plena Alameda de Las Delicias. Por ella transitaban algún
ciclista despistado y unos pocos automóviles, en su mayoría Ford
y Chevrolet del año 38, uno que otro Hudson, Essex, Buick y de
tarde en tarde teníamos la oportunidad de contemplar extasiados
el paso de algún maravilloso Cadillac.
Era fácil atravesar hacia la Alameda, había poco tránsito para llegar a los carros eléctricos con sus acoplados abiertos y a democráticos 5 centavos el pasaje. Sus gordas mujeres cobradoras de riguroso
uniforme, seguramente pertenecían al Club de Señoras, donde se
asilaban las mujeres progresistas que se atrevían a trabajar en ese
mundo absolutamente machista. Eran ellas también quienes manipulaban las manivelas de los frenos de los carros, que andaban
con ruedas metálicas sobre los rieles y que en las paradas desparramaban grandes chisporroteos, los que a la distancia y en la noche,
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
se podían observar desde varias cuadras cada vez que un carro se
aproximaba. Contaban que antes de ser eléctrico, aquel transporte
era tirado por caballos.
Cerquita de allí, en las calles Amunátegui y Manuel Rodríguez, yendo hacia la estación Mapocho, estaban los famosos burdeles y entre
ellos el más renombrado por entonces, el de la Tía Carlina. Parecía
que todo estaba a mano, porque la verdad es que ni Providencia existía, ésa era una zona sólo de campo y quintas.
Frente a Valentín Letelier, al otro lado de la Alameda, estaban las
grandes y entonces modernas casonas de los Errázuriz, de Ross Santamaría y de otras familias acomodadas que habían escapado de los
barrios más aristocráticos que representaban las calles Dieciocho,
Ejército y lo más granado de las calles República y España.
Los chincheles con sus ventas de alcoholes semi clandestinos pululaban tanto como los “curaditos” tirados por las calles inefablemente en
el amanecer de los días lunes, sin importar que a pocas cuadras de allí
se levantaba el fastuoso y elitista Club de la Unión, un lugar en que
la despreocupada aristocracia local se entretenía, formalmente aislados hombres de mujeres en la mayor parte del edificio. Era un lugar
imponente en donde los hombres importantes con vinosos apellidos
y algunos bolseros con poco o nada en las faltriqueras, se sentaban
todo el día con una copa de vino a charlar y a “descuerar” al resto de
sus congéneres.
Otros jugaban buenas sumas de dinero al póker, al billar o al bridge, tomaban baños de vapor y disfrutaban la piscina climatizada entre
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Ediciones Radio Universidad de Chile
generosos pisco sour y horchatas. Había allí unos salones especiales
-muy pocos por supuesto- a los que se permitía llegar a las señoras,
pero jamás hasta el fondo donde estaba el enorme mesón del bar -el
más concurrido de Santiago- y en el que solía tomarse un envejecido
vino tinto por poca plata. En este recinto los Conservadores -pelucones- primero y después los advenedizos arribistas Liberales -o pipiolos- todos componentes de la derecha más arraigada, tomaban las
grandes decisiones contando con los votantes “carneros”, aquellos que
se conseguían a punta de cohecho y prebendas para cada elección.
Más tarde llegarían los liberales Balmacedistas. Obviamente, por tradición de mi familia también frecuenté esos salones y fui socio del
Club de la Unión, pero mi terrestre interés se limitaba al uso de los
baños a vapor y a los almuerzos baratos en el centro.
Eran las ocho manzanas donde se decidían los destinos del país. Se reunían los dueños de fundos, las grandes bodegas, allí se planeaba todo,
desde los “choclones” de gente a punta de empanada y vino tinto, los
“acarreadores” y por último, la alternativa de salir arrancando con las
urnas de votación robadas. Era la política manipulada por unos pocos,
llamada pomposamente democracia. Pero ahí, en esas ocho manzanas
se desarrollaba toda la estrecha vida política y social de la aristocracia
latifundista de los chilenos.
Las entretenciones eran los bailes con grandes y variadas orquestas
y en lo cotidiano, los paseos en la calle Ahumada de los días sábados
por la mañana, en que los patriarcas se paraban en las escalinatas del
Banco de Chile para ver pasar las jóvenes “palomitas” con sus largos,
vistosos, floreados y multicolores vestidos primaverales. Los comentarios no se dejaban esperar, la juventud despreocupada terminaba
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
tomándose una leche con plátanos en La Novia o una rosquilla de
pan dulce. A nadie se le pasaban los pobres por la cabeza, ni menos,
los trabajadores o campesinos.
Entrando por la calle Lord Cochrane y llegando a Alonso Ovalle
se levantaba majestuosa la iglesia de San Ignacio de Loyola. Contiguo a ella, el Colegio de los Jesuitas con su internado, y entre sus
asistentes, el estudiante Jorge Lavandero. Allí concurrían a estudiar
los hijos de familias pudientes las que -a su vez- pagaban por los
alumnos becados, niños sobresalientes de padres pobres. Esos fueron a la larga mis grandes amigos, los que me enseñaron -junto a los
jesuitas- a dar los primeros pasos en medio de una sociedad injusta y
dramáticamente desigual.
Después de la misa de los domingos, aquellos que no iban a la Iglesia
de San Francisco con su Pérgola de Flores a pocos metros del gran
portal, asistían a la misa en la iglesia de San Ignacio. Algunos, con
la esperanza de ver a las jovencitas del Sagrado Corazón, que estaba
casi enfrente de la Alameda, para intercambiar miraditas en el paseo
dominical posterior que se hacía obligadamente en ese sector, entre
San Ignacio y Ejército. Era la vida de estudiante.
En nuestro barrio nació una patota, que se formó con los que vivían
cerca, los Ariztía, el “Caga Torcido”, un tal Rojas más algunos integrantes del equipo del bádminton y de hockey en patines. Las aventuras, los pecadillos, los primeros amores, todo ligado a ese tiempo
y a ese barrio. Un bagaje de cosas que vienen a mi memoria y que
seguramente a todos por igual nos toca guardar entre nuestros más
significativos recuerdos.
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UNA CURIOSA JUVENTUD
Fui parte de un grupo muy especial de jóvenes al que le tocó caminar
entre distintos momentos sociales y políticos de nuestra historia.
Fuimos así testigos y partícipes del fin de una especie de colonialismo aristocrático pequeño, poseedor casi exclusivo de la tierra, tiempos de grandes latifundios, de un semi industrialismo, de un intento
por una sociedad más igualitaria, hechos todos que fueron marcando sucesivamente la historia y las personas. Fuimos jóvenes de los
cuales muchos egresaron de la Universidad de Chile o Católica y
entre los que varios alcanzábamos a divisar una sociedad más justa.
Esos fragmentos borrosos de vida me marcaron y me sentí no sólo
como un observador de mi época, sino como un actor al que hoy le
mataron algo en el corazón. Me quedó en el alma y en la memoria un
recuerdo un poco más humano en lo que fue nuestro barrio, con sus
almacenes y boliches, con sus carteles “Aquí se Fía Caserita” como
una invitación a comprar “con libreta” y pagar a fin de mes, o de
aquellos infaltables que rezaban “Hoy no se Fía, Mañana Sí” junto
a esa cabeza calva llena de clavos y tornillos que promocionaban el
Geniol como gran solución a los dolores. En esos almacenes vivía el
barrio, se dejaban recados, los teléfonos eran escasos. El barrio giraba
en torno a los viejos almacenes llenos de personalidad. Los rumores,
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Ediciones Radio Universidad de Chile
los pelambres, los amoríos detrás de la puerta y la visión de los “curaditos” que hacían San Lunes, conformaban una parte importante
en el devenir nuestro, allá por la adolescencia.
Todo pasaba por los almacenes de cada barrio, había una digna pobreza, pero también había ideales por los cuales vivir y luchar, estábamos con los ojos y la mente abierta en aquel verdadero caldo de
cultivo que invitaba a la pelea en una sociedad que debía transformarse hacia una mayor y mejor igualdad de oportunidades.
Así nos tocó comenzar a vivir desde muy jóvenes. Así era el barrio
cívico. Allí no había pandillas como las de hoy y vivían pobres y
ricos cercanos. Nos reuníamos cada tanto para hablar de nuestras
inquietudes, comenzamos a organizar equipos de hockey en patines
en los pavimentos de la Plaza de la Constitución. Allá por los 12
años, la afición a este deporte me llevó a entrar a un equipo -“El
Bádminton”- con un entrenador llamado Rahausen, hombre gordo
y bonachón, gentil y generoso, que con paciencia nos llevó a ganar el
campeonato nacional.
Empinándome en los 13, incursioné además en el patinaje artístico y en las carreras en patines. Un día, como cualquier otro, bajó
del Palacio de la Moneda el mismísimo Presidente Don Pedro
Aguirre Cerda para saludarnos, darnos la mano y entregarnos su
estímulo. Esto nos impresionó muchísimo y aunque todavía no sabíamos mucho de política, sí sabía que él era radical, un hombre
progresista que se preocupaba principalmente de la educación de
todos los chilenos. Por ahí pude leer en los muros de la ciudad
“Gobernar es educar”. Esas cosas después las comentaríamos en
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
la clausura de los curas Jesuitas, en Alonso Ovalle, con el padre
Alberto Hurtado. Así nació también mi amistad con aquel gran
hombre, el que tendría una gran influencia en un grupo de nosotros a esa corta edad y muy especialmente en mí y en lo que serían
mis futuras y firmes decisiones de vida.
Hasta entonces, lo primero era el deporte y luego, a través del humanismo cristiano aprendido día tras día en las numerosas reuniones
entre el P. Hurtado y el P. Weigel, se nos infiltró la curiosidad de
la cuestión social, la que al final me llevaría muchas veces a la cárcel. Ninguno de nosotros -unos 40 jóvenes- abandonaría jamás esos
ideales. Todo el aprendizaje y la práctica de aquellos principios nos
marcaron a fuego por el resto de toda nuestra existencia.
Fueron tan profundos estos sucesos juveniles que aún hoy, cuando la
perversidad de algunos que menciono en este libro me ha perseguido
para lograr mi destrucción, rescato de allí finalmente la fuerza para
escribir y soportar el periodo más duro y doloroso de mi vida: llegar a
la misma cárcel que un día me correspondió inaugurar junto al presidente Aylwin, pero esta vez como un interno común y corriente.
Son nostalgias de un pasado en un barrio lleno de cosas tan importantes para lo que fue mi formación. Los almacenes o emporios, las
tiendas de ramos generales, la Plaza de la Constitución, los muertos del Seguro Obrero, el colegio de los jesuitas, el Padre Hurtado, las inquietudes sociales, la visión distinta de los más humildes
que entonces nos rodeaban en la pequeña sociedad santiaguina.
Son las cosas del destino. Si no hubiese vivido allí, probablemente
no habría tenido amigos de otra condición social. Tal vez no me
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habría dedicado tanto al deporte y hubiese ido al colegio de otro
barrio. Así, no hubiese conocido al P. Alberto Hurtado ni habría
tomado el camino de querer cambiarlo todo en mi país a través de
la política. Hasta podría haber seguido el camino de las familias
más acomodadas de las cuales la mía era parte.
Pero la vida es así, uno sabe cuándo comienza pero no logra imaginar dónde y cuándo puede terminar. Me queda la íntima y profunda
convicción de que si viviera de nuevo, volvería a elegir la misma vida
con su todo. Los éxitos y los fracasos, las grandes alegrías y los colosales sufrimientos. Hoy, quien nos dio la fuerza, se ha convertido en
un santo. No sólo a los ojos de la Iglesia Católica, sino a los ojos de
su pueblo. Un santo por sus propios e incuestionables méritos. Por
su infinita generosidad y solidaridad para con los más desposeídos,
verdaderos parias de la sociedad. Yo aún espero, a la luz de semejante ejemplo, seguir consecuente con aquellos ideales, los que intento
traspasar aunque sea a unos pocos.
ATANDO CABOS
Cada vez y con mayor asiduidad voy percibiendo por diferentes caminos, informaciones y datos que he logrado recoger, que el origen
de mi condena se encuentra en una trama meticulosamente organizada. He llegado a preguntarme de manera bastante consistente y
clara: ¿Por qué en vez de esta vileza no me asesinaron físicamente
de manera lisa y llana, tal como ocurrió a otros en el pasado? Sin
duda, ello me habría causado un sufrimiento menor, pero tuvieron
la frialdad de optar por la denigración y la supresión definitiva de mi
imagen como hombre público. También deben haber pensado que
podrían convertirme en un mártir político y, por lo tanto, mis ideas
y lucha se hubieran fortalecido ante la opinión pública.
Los responsables de este drama no tenían en sus cálculos que el grupo de amigos con quienes he luchado a lo largo de tantos años, se
mantuviese compacto, unido y sin vacilaciones para seguir con nuestra lucha, aun frente a esta diabólica situación que nunca antes se
había presentado en la política chilena.
Esto se hizo fríamente y con tal perversidad, que ha sido difícil
encontrar los caminos de la conspiración y sin el respaldo de muchas personas hubiera sido aún más complejo pasar más allá de la
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imaginación. Al apoyo dado por profesionales y especialistas en
los temas necesarios, se ha sumado la decidida, concreta y visible
ayuda de cientos de personas en mi región que no creyeron ni se
prestaron a avalar esta fábula patética. Muchos de ellos me conocieron cuando era muy joven y otros, a través de mi accionar público y mi línea de conducta que jamás ha variado.
Por eso es que gente de todos los estratos sociales, pero particularmente la más modesta, me ha hecho llegar cartas y mensajes de
aliento por todos los medios imaginables. Gran parte de ellos son
personas que viven en poblaciones y cuentan con pocos o escasos
recursos, lo que hace aún más conmovedor que hayan gastado lo que
no tienen para venir a visitarme y traerme los saludos de personas
que me conocen bien, que mantienen la fe en mi honorabilidad y
nunca han dudado. Todos ellos, de una u otra manera, se han hecho
presentes de manera constante.
Nunca había recibido tanto apoyo moral y sólo si se conocieran
las cartas que he recibido, algunas de ellas dramáticas hasta las lágrimas, se podría comprender en toda su magnitud la solidaridad
que tan generosamente me han brindado. Esto me ha resultado
muy impactante. Me reconforta y me hace sentir un privilegiado
ver en la gente los resultados y el alcance de mi actividad política a
lo largo de 50 años.
LA PENITENCIARÍA
Prácticamente en el mismo edificio de la CAS está la Penitenciaría,
donde habitan hacinados alrededor de seis mil presos. En ese sector
la vida es muy dura, verdaderamente dura. Ningún ser humano merece vivir en esas forma por el solo hecho de que son seres humanos,
más allá del delito cometido.
Sin embargo, viven en condiciones infrahumanas. Nadie puede tener ninguna posesión: Ni un simple y elemental cepillo de dientes es
personal allí, menos aún atesorar algún objeto querido; las bandas
dirigidas por los más fuertes o audaces crean un verdadero campo de
batalla imposible siquiera de imaginar para quien no lo vea o viva.
Cuando llega un preso nuevo, no tiene más remedio que afiliarse a alguna banda y luchar por ella. De lo contrario, cualquier cosa le puede
ocurrir. En la enfermería me ha tocado ver gente acuchillada con tajos
enormes; otros, cansados, se autoinfieren los cortes solo para escapar
aunque sea por algún tiempo de ese infierno.
Allí se come con la mano y rápidamente para agarrar el mejor pedazo. No existen cubiertos ni platos. Cualquier pertenencia -como
puede ser la ropa- desaparece y no se puede siquiera protestar: Perder
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Ediciones Radio Universidad de Chile
la vida siempre es peor. Si a alguien se le sorprende desprevenido o
sin la protección de su banda, las consecuencias pueden ser fatales.
La promiscuidad, las mañas y las habilidades para cometer delitos se
van mejorando y sofisticando. No hay forma de aprender algo que los
prepare para el momento de la salida. Son muy pocos aquellos que
premunidos de una tremenda fuerza de voluntad y en forma autodidacta logran rehabilitarse, casi por instinto. Para la mayoría, estar allí
es la mejor escuela para aprender nuevas formas de delinquir y adquirir nuevas mañas a fin de evitar ser descubiertos. La triste realidad indica que la sociedad nada hace por revertir esta dramática situación.
No hace mucho, Claudio Huepe (hoy fallecido), antes de asumir
como embajador chileno en Venezuela, por amistad y a lo mejor
también por mi buena conexión con el Presidente Hugo Chávez y
con el entonces Vicepresidente de ese país, José Vicente Rangel, pasó
a visitarme al CAS y me trajo un interesante libro sobre microeconomía titulado “Frank Economía”, obra de gran éxito editorial, muy
premiada, y en donde se explican esencialmente los problemas de
causa y efecto y toca, entre otros tópicos, lo ocurrido con la delincuencia en EE.UU.
En este sentido, el libro muestra investigaciones que confirman que,
a pesar de los graves pronósticos respecto a que la criminalidad se duplicaría en Nueva York y Washington, esta se redujo a la mitad, fenómeno que explica que no tiene relación con el aumento de policías y la
dureza de las autoridades, sino por un hecho aparentemente insólito y
difícil de relacionar con el problema, al menos a simple vista.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
La teoría se basa en el número de mujeres que en Norteamérica eran
madres solteras y, por lo general, pertenecientes a los estratos más
bajos. Con los datos reunidos, se pudo comprobar y establecer que
tener hijos, ser jóvenes, pobres y jefas de hogar, debiendo abandonar sus casas para salir a trabajar, producía el caldo de cultivo ideal
para fomentar la delincuencia. Que de ese estrato social y económico provenía el 80% de los delincuentes y se obtenía el más alto
índice de criminalidad. Cosa curiosa, se afirma en el libro, la delincuencia en las ciudades señaladas disminuyó en un 50% porque en
los respectivos estados se aprobó la ley de aborto, cosa que incidió
significativamente en una disminución de los nacimientos de hijos
de madres solteras, fuente primaria de la mayor cantidad de delincuentes, según los datos aportados.
Si trasladamos estos estudios a Chile, con todas las cárceles saturadas y sobrepasadas en su capacidad y con una sociedad que no ofrece
ni trabajos ni la posibilidad de reinserción social y laboral, se hace
casi obvio que los delincuentes no podrán rehabilitarse y volverán a
delinquir, con el consiguiente aumento de las tasas de criminalidad,
lo que se va transformando en un problema sin solución posible.
En Chile jamás se ha tenido una visión de futuro que privilegie la
prevención, que eduque y entregue oportunidades que signifiquen
disminuir el campo delictual. En nuestro país no hay medidas ni
criterios que prevengan anticipadamente la comisión de delitos, por
lo tanto, siempre caeremos en un círculo vicioso. La política en este
ámbito es de corto plazo y el ejercicio de la democracia sólo es pensado para obtener resultados electorales, a pesar que la democracia
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es mucho más que eso y para sostenerla hay que considerar otras
iniciativas, permanentes y sustentables en el mediano y largo plazo,
que eviten de raíz estos problemas a las futuras generaciones.
FRÍO
La cárcel tiene cosas que pueden resultar desagradables para quien
no está acostumbrado ni imagina que puedan ser parte de la normalidad. Por ejemplo, que no exista agua caliente para la ducha de
la mañana. Tal vez sea un hábito innecesario que uno ha adquirido
durante los años de libertad y que ha asumido como algo normal e
inherente a la vida cotidiana, pero su carencia surge aquí con fuerza,
más aún en los gélidos días de invierno, en que prácticamente hay
que ducharse casi a la intemperie y el agua helada hasta lo indecible
hace doler todos los huesos. Pero el hombre a todo se acostumbra y
no he sido la excepción, al igual que muchos que no han tenido la
posibilidad de contar con un servicio tan elemental.
Por alguna razón que desconozco, hoy la cuenta matinal no se hizo
en el patio J del módulo al que estamos asignados en el penal, y para
los dos grupos de este patio, se hizo a las 8 de un frío día de invierno
en un largo y entumecido pasillo. Todos en una fila contra la pared, luego aparecieron unos quince gendarmes encabezados por un
mayor y un capitán, que nos ordenaron desnudarnos a todos, sin
ningún tipo de explicaciones. Estábamos congelados, yo tiritaba de
frío, pero el procedimiento siguió adelante sin contemplaciones.
Revisaron prolijamente toda la ropa que traíamos puesta. Después
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Ediciones Radio Universidad de Chile
nos ordenaron vestirnos nuevamente y esperamos unos veinte minutos, mientras otro grupo de guardias terminaba de desarmar en
las celdas nuestras camas y pertenencias registradas. Quedó todo
en desorden, tirado por el suelo, pero lo único que tuvieron como
logro fue no encontrar nada. Se demostró que era un buen módulo,
sin drogas, celulares ni armas hechizas.
Más allá de de la diversidad de personas y delitos por los que nos
encontramos aquí acusados, nuestro módulo siempre ha tenido el
mejor comportamiento dentro del penal.
El que nada encontrasen fue un verdadero alivio, no porque me
alegrara del fracaso de los gendarmes, sino porque si hubieran encontrado cualquier cosa irregular, la autoridad penitenciaria habría
tenido una excusa para quitarnos a todos los pocos derechos que nos
correspondían. La norma no escrita, lo usual, es que todos pueden
pagan el precio por lo que hacen unos pocos. Eso, de hecho ocurrió
una vez, por lo que todos acordamos que nunca más debía ocurrir
un problema de esa naturaleza que nos afectaría a todos por igual y
decidimos vigilar la conducta de los demás, aunque en la práctica
no volvió a ser necesario porque los responsables de ese incidente
fueron trasladados a otro módulo.
Pasado ese severo allanamiento, Manolo, un interno condenado a
cadena perpetua que finalmente ha logrado convertirse en un buen
hombre debido a su excelente conducta, se transformó en mi ayudante para dirigir la biblioteca. Él me hizo la observación -valedera
o no- de que en ninguna cárcel existe autorización para desnudar
a los presos en público. Y por cierto, en algo debe tener razón, de
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acuerdo a algunas disposiciones legales, pero la realidad es que ellas
posiblemente no tienen validez en muchos penales y pasan a convertirse en parte de esa letra no escrita, pero sí ejercida. En todo caso
debo decir que me sentí humillado, denigrado y rebajado. Para más
remate, ese mismo día tampoco había electricidad y los hervidores
no funcionaron para calentar el agua y preparar el desayuno. Aclaro
que esos hervidores individuales son los únicos artefactos permitidos y la falta de electricidad me hizo darme cuenta que a veces también podía faltar el agua caliente para una taza de té.
Esa misma noche decidí revisar los papeles y antecedentes que tenía en mi computador personal, que luego de muchos trámites y
dificultades ante la Dirección Nacional de Gendarmería, me fue autorizado ingresar a mí y a otros. No se permite el uso de Internet,
televisión por cable, ni teléfonos celulares o públicos. En todo caso y
poco a poco, fui reuniendo las diferentes partes del juicio, saqué del
computador lo que ya tenía, el documento de Gendarmería sobre el
informe pre-sentencial. El mismo contenía entre otras cosas, la opinión de una psicóloga, una profesional con su título recién adquirido y dos años de experiencia, que sostenía mi condición de “peligro
público” y que, por tanto, debía cumplir la condena en la cárcel. Así
de contundente e ilógico.
Creo que sería muy bueno que la psicóloga pudiera explicar cómo
llegó a esa conclusión tan tajante, una afirmación tan excesiva que
los jueces normalmente debieron haberlo advertido por sí mismos,
cosa que no ocurrió. Esto, por la sencilla razón que en mi proceso
nada ha sido normal.
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Así, a medida que comienzo a revisar los papeles del proceso caigo
en la cuenta de cómo se fueron desarrollando las distintas etapas
del juicio. Comprendí que el estrés y la depresión me habían impedido entender las cosas en su real magnitud y significado. Quienes se hayan informado de la investigación y del sumario llevados
adelante por la fiscalía, podrán darse cuenta de la gran cantidad de
contradicciones, que a todas luces fueron la razón por la que el fiscal
nacional Guillermo Piedrabuena y el fiscal encargado de mi caso,
Xavier Armendáriz, determinaron llegar a un juicio abreviado a
como diera lugar, porque simplemente no tenían las pruebas indispensables para sostener un juicio oral e imprescindibles para arribar
a esa instancia.
Más adelante veremos cómo funcionó la exigencia del juicio abreviado, a pesar de mi negativa sistemática a adoptar ese procedimiento.
Fui elegido cuatro veces diputado y otras tantas más como senador
con las más altas mayorías nacionales; fui jefe del Comité de Diputados y de los senadores democratacristianos, Presidente de la
Comisión de Hacienda de ambas ramas del Parlamento, Presidente, entre otras, de la Comisión de Presupuesto, que todos los años
asigna los recursos para todas las instituciones públicas y los programas y proyectos de cada ministerio. Hay que agregar que, en su
momento, el gobierno chileno me designó como Embajador alterno ante la Organización de Naciones Unidas y tuve la responsabilidad por varios años de examinar y aprobar el presupuesto del Poder
Judicial. Esto me significó el agradecimiento de sus integrantes por
el trabajo realizado. Pero por supuesto y a la hora de las verdades,
ningún juez llegó a conocer el juicio ni los errores del fiscal y las
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contradicciones graves que había en la investigación realizada; con
el perverso juicio abreviado, se lograron ocultar todas esas fallas,
hasta torpezas, en que habían incurrido.
La conclusión que se puede extraer de esto no es muy compleja; es
decir, si tuve el alto honor de desempeñar tamañas responsabilidades, por una parte, y el informe pre-sentencial de Gendarmería declaraba e insistía en que yo era un peligro público, por otra, era una
señal clara de que algo andaba mal o muy mal. No tenía sustento
alguno calificar y estigmatizar de esa brutal e indigna forma a una
persona que durante 50 años asumió tan delicadas tareas.
Después me enteré de que estos errores hubieran echado por tierra la
acusación del fiscal Armendáriz por lo que, lógicamente, nunca fueron presentados en el juicio abreviado. Este fue el motivo por el que
no pudieron ser conocidos por ningún juez, a pesar de que lo lógico
hubiera sido que la Fiscalía actuara coherentemente y reconociera
que no había con qué elementos constituir un caso en mi contra.
Nada de lo que me hubiese favorecido se pudo conocer en el juicio
abreviado, el que se hizo contra mi voluntad y en base a un acuerdo
bajo presión a mi abogado de entonces, Matías Balmaceda.
Es un asunto que me obsesiona y es un tema recurrente que una y
otra vez me lleva a la reiterada pregunta: ¿cómo llegué a esa situación? ¿Cómo no logré nunca entender lo que ocurría? ¿Cómo habían logrado sumar a algunos importantes medios de comunicación
para consumar esta perversa trama? ¿Qué relación poderosa existía
entre unos y otros?
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A veces siento que la realidad no es como yo la entendía, y eso sólo
me trae aparejada más confusión aún.
Ha pasado el tiempo y, contra lo que se dice habitualmente, esta vez
al menos parece estar haciendo su mejor trabajo y transformándose
poco a poco en el mejor juez, el más justo e implacable. El tiempo
se ha ido convirtiendo en mi gran amigo, mi aliado indiscutido y
comienza a ayudarme, negándose porfiadamente a esconder aquello
que permanecía oculto y haciendo aparecer todo lo negro, lo oculto,
lo sucio y lo corrupto.
Basta con leer algunos diarios para darse cuenta que, con persistencia,
aún hasta hoy, cualquier situación que me pueda ser favorable la presentan de tal manera, que la desvirtúan convirtiéndola en un escándalo. ¿Por qué hoy les resulta a todos importante conocer mi opinión,
saber qué hago, cuando en el pasado, en momentos en que todos conocían y habían tenido la mejor constatación sobre mí en mi propia
vida pública, expuesta y abierta a los medios, intentando explicar y
contar mi verdad, algunos me ridiculizaban y se las arreglaban para
hundirme más, tergiversando mis palabras, dichos o entrevistas?
Resulta hasta gracioso, aún por estos días, cuando tengo que hacer
alguna salida por motivos de salud, algunas tan imprevistas que nadie podría preanunciar, esos medios están esperándome, como si
alguien dirigiera una campaña publicitaria en mi contra, perfectamente orquestada con una invisible batuta.
Esto no deja de tener importancia, porque algunos especialistas
y coadyuvantes de la justicia, cuando fueron consultados por los
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fundamentos de sus informes, explicaron que lo hacían motivados
por las continuas noticias aparecidas en la prensa y en la gran mayoría de los medios de comunicación. No olvido nunca al ministro
de la Corte Suprema, Alberto Chaigneau que, consultado por los
diversos medios sobre el caso Lavandero respondió tajante: “Qué
me preguntan a mí, si ustedes ya lo juzgaron”.
Cuando se producen este tipo de situaciones, pienso con más fuerza
que quienes podrían ser los autores de la trama que me envuelve, deben haber tenido momentos de duda. Pero yo y mi conciencia nada
hemos tenido jamás para reprocharnos ni de qué sentir arrepentimiento. Por el contrario. A las presuntas víctimas -como a muchos
otros- les dediqué mis mayores esfuerzos para mejorar sus vidas y
sacar así una sonrisa en sus rostros y en su espíritu. Sólo siento una
profunda tristeza de saber que fueron manipulados ya que ellos jamás hicieron una denuncia en mi contra. Ya veremos más adelante
cómo se las ingenió el fiscal Armendáriz para hacerlos testigos de los
hechos que él presentó y manipuló a su antojo, reuniéndolos en una
casa en la ciudad de Villarrica a fin de preparar meticulosamente el
libreto de sus testimonios.
En esta etapa y con febril insistencia he vuelto a examinar mi mente
y mis pensamientos, recorriendo una y otra vez el tiempo y los muchos lugares en los que he estado, pensando a quiénes podría afectar
con mis ideas, mis acciones y a quiénes les podría molestar más la
larga y consecuente lucha que estaba llevando a cabo. ¿Sería el libro
sobre la injusta distribución de los ingresos “Chile: Crecimiento sin
equidad” que se agotó en las universidades y permitió reforzar un
hecho evidente? ¿Cuál era este hecho? Poner en evidencia que un
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pequeño sector del país, correspondiente al primer quintil de los ingresos, obtenía el 63% del producto nacional y los otros 4 quintiles
(el 80% de la población) sólo accedía -y hasta hoy lo hace- al 37%
restante, por lo que la tajada de la torta llega a ser tan fina para los
más pobres que tienen graves dificultades para garantizar su salud,
educación y previsión.
Pude quizás haber molestado con el tema previsional, que expuse con
fuerza luego de una acuciosa investigación que hiciéramos con Manuel Riesco a propósito de la privatización de la previsión chilena,
devenida en las nefastas AFP y las escandalosas utilidades que obtiene la empresa privada por la administración de los dineros de los
trabajadores, pero sólo el 25% recibirá una jubilación y esta será mediocre, el otro 25%, sólo una jubilación mínima pagada por el Estado
y el resto, el 50% de los trabajadores y empleados, simplemente nada
al momento de jubilar. Al final tendrá que pagar el Estado y será una
muy seria carga acumulada, si no lo hace, ya que de todas maneras los
futuros gobiernos no podrán eludir este grave problema.
Comparé mentalmente estas cifras y establecí equivalencias con
aquellas que obtenían en 1958 los jubilados de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas, de la que fui consejero por cuatro años
consecutivos. Los problemas que pudieron generarse con el sistema
antiguo no se debieron a razones previsionales o propias de la modalidad utilizada en aquel entonces. Las dificultades surgieron porque
el Gobierno estableció la cuenta única fiscal y ocupaba esos recursos
sin aportar lo que le correspondía. Al hacer los cálculos actuariales, comprobé que lo que se conoce como previsión solidaria o de
reparto, es capaz de soportar las necesidades actuales de quienes se
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jubilan. Pero fue a partir de propagar la mentira de que ese sistema
iba a la quiebra, lo que llevó a sustituirlo durante la dictadura militar
por José Piñera, a la sazón Ministro de Salud y Trabajo, por uno de
“capitalización individual”. El costo de este nuevo sistema para cada
imponente llega a la friolera del 29,2% de su propio aporte, por lo
que muy pocos y en especial los que tienen altos ingresos para cotizar más, lograrán pensiones decentes, especialmente si se toman
en cuenta las lagunas provisionales, por tiempos de desocupados o
cambios de trabajo.
Los ejecutivos de estas empresas están bien organizados. Constituyeron una verdadera asociación de tipo corporativo que se ocupa de defender sus intereses y sus abultadas ganancias a costa de trabajadores,
empleados y aportantes autónomos. ¿Serían ellos -seguía pensando
en mi celda- quienes se sintieron tan afectados como para haberse
hecho partícipes de esta verdadera conspiración? ¿Sería un grupo de
ellos que sintió amenazado el perder sus privilegios cuando dimos a
conocer un estudio del gobierno alemán en conjunto con la Universidad de Chile y al que se incorporó más tarde la Subsecretaría de Previsión Social que, a la fuerza, tuvo que reconocer las serias falencias
del sistema y que confirmaban todo lo que veníamos denunciando
junto con Manuel Riesco? Pensé en ellos también en un comienzo.
Con dudas, pero sin que -finalmente- pueda descartarlos.
¿Sería mi participación junto a los trabajadores y empleados? Porque en un momento allí en el Senado, me convertí casi en el único
que votaba de forma favorable las peticiones que llegaban por intermedio de la CUT. ¿O tal vez pudo ser porque me constituí en
uno de los pocos parlamentarios que llevaba en su voz a la Cámara
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los angustiantes problemas de los jubilados, aquella injusta situación
que afecta a muchos servidores públicos que ayer dieron lo mejor de
sí para nuestro país?
¿Sería aquella respuesta a los periodistas por la Teletón cuando iniciaba un viaje a China, encabezando una comisión para allanar los
problemas que se suscitaban con nuestro cobre? En esos momentos
ya se iniciaba la publicidad de ese evento anual. Al subir al avión los
periodistas me preguntaron qué me parecía esta nueva Teletón; mi
respuesta fue lo que siempre había pensado sobre ese evento y dije
escuetamente que “no sabía si la Teletón era un negocio o caridad”.
Ahí mismo ardió Troya. Ya en China, Carmen Frei, la subjefe de
comité de senadores DC -el jefe era yo- me desautorizó. Fue a hablar
con Mario Kreusberger y le ofreció disculpas comprometiéndose,
como reparación, sacar un acuerdo del Senado. Lo obtuvo. De inmediato renuncié al comité DC como jefe y miembro de la bancada.
Me instalé en el lugar de los independientes. Con insistencia, el resto de los senadores me conminó a volver como jefe del comité pero,
tieso de mechas, no acepté sin una disculpa pública y firmada por la
propia Carmen Frei. Así ocurrió y como hijo pródigo volví.
Este aparente hecho trivial, no lo fue. Según algunas versiones, habría dado origen al contubernio con el que el canal Católico dio
paso a las filmaciones de que fui objeto. Una “revancha” orquestada
habría impulsado al periodista Sutherland a combinarse con la ex
cuidadora de la parcela de Metrenco, Gilda, acusada de robo por mi
secretario, precisamente cuando estaba en este viaje por China. El
revuelo que originó mi frase al pie del avión me llevó a iniciar una
investigación que apoyase mi idea. Desde el punto de vista de los
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empresarios la Teletón es un negocio que les reporta pingües utilidades al donar una parte de lo que se recauda por el aumento de las
ventas con que contribuyen los consumidores sino porque, además,
descuentan de sus impuestos las donaciones efectuadas. En otras palabras, el que se pone es el “papá Fisco”, pero queda la imagen de que
es la generosidad y la caridad de otros los que han puesto las platas.
Pero todo aquello que me resultaba casi aplastante me ofrecía simultáneamente la aparición de nuevos caminos para investigar, rememorar y analizar. Una fuerza alentadora me decía que “si soy inocente,
tengo que buscar y encontrar al responsable y verdadero culpable de
esta situación que parece superarme y destruirme de una forma tan
aplastante que parece ser definitiva”.
Sin detenerme a pensar de qué color político eran los beneficiados
y los afectados -porque simplemente escapaba a mi interés- escarbé
en la misma línea de pensamiento. Tal vez contribuyó a que algunos
pensaran en mí como un posible precandidato a la Presidencia de la
República, como de hecho se comenzaba a perfilar pocos días antes
de que se me imputaran las acusaciones. Y la idea de conformar un
movimiento pluralista, compuesto por gente progresista sin importar su origen partidario, daría pábulo para presumir que en una lucha
presidencial tan estrecha como lo era en ese entonces, mi eventual
postulación basada en cinco o seis grandes ideas que interpretaban
a mucha gente, podría afectar seriamente a poderosos intereses políticos y económicos.
Algunos amigos me dijeron que ahí podía estar el origen de todo. Y
aun así, no me lo creí ni me impresioné. Había que seguir buscando
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sin descartar nada, trabajando con la mayor responsabilidad y cuidado en develar la trama que me había conducido a esta dolorosa situación, con fuerza e ímpetu, pero tratando de no dejar nada al azar.
Efectivamente, existía y existe aún hoy gente que piensa que soy un
político diferente salido de los convencionalismos que por décadas
ha dominado la escena política chilena, que no se queda en las palabras, que no promete, que sólo siente la necesidad de escuchar a las
personas y actuar en consecuencia para resolver los problemas. Nada
de posponerlo para mañana. Pude haberme equivocado en más de
una oportunidad, pero nunca dejé de creer en mis valores humanistas y cristianos, reforzados con las largas charlas y conversaciones
que sostenían conmigo y con mis compañeros de colegio mis profesores, el padre Alberto Hurtado, hoy profusamente conocido, y el
padre jesuita norteamericano, Gustavo Weigel, también profesor de
la Escuela Gregoriana en Roma, uno de los 4 mejores filósofos de
su época y encargado oficialmente por S.S. el Papa Juan XXIII para
organizar el Concilio Vaticano II. Él fue el primero que conocí que
no usaba sotanas. Indudablemente ellos no sólo influyeron en mí y
en mis otros condiscípulos -ninguno con más de 14 años- sino, nos
hicieron mantener nuestra fe y consecuencia derivadas de aquellos
principios y valores. Cómo quisiera hoy que estuvieran presentes
para pedirles consejo y ayuda, ahora que todo me parece más oscuro, pero también con la experiencia para saber que la noche es más
oscura cuando está próxima la alborada.
LA “CARRETA”
Ayer Orlando salió de la CAS. Partió a su casa después de 5 años de
reclusión por tráfico de drogas. Él fue con nosotros una muy buena
persona, un compañero de mi “Carreta”. Así llamamos a los que comparten sus almuerzos y parte de la actividad cotidiana que se realiza
en los módulos. Era nuestro “chef ”, le traían algunos elementos para
cocinar y preparaba platos excepcionalmente sabrosos. A Orlando lo
recuerdo y lo extraño, fue un buen hombre en la CAS que -en buena
hora- eligió un camino diferente al que tenía cuando llegó. En los
momentos en que estuve más enfermo y postrado en mi celda, personalmente me llevaba el almuerzo día tras día. Con él y otros organizábamos los partidos de frontón en el patio, recordando mi pasado de
frontonista en el Stade Français, en donde por varios años acostumbré
a jugar pelota vasca, alcanzando algunos pequeños éxitos y desarrollando mucha amistad.
En el patio de la CAS que correspondía a nuestro módulo, jugábamos
intensamente para eliminar parte del stress, la impotencia y la depresión que nuestras propias e individuales situaciones nos acarreaban a
cada uno. Desgraciadamente y a la larga, perdí ese partido. Me lo ganó
la desazón profunda que me llevó a abandonar este juego compartido
del frontón, el ping-pong y cualquier otra actividad. A la situación de111
presiva -y tal vez como producto de ella- se agregó una infección grave
ocasionada por una intervención quirúrgica que me hicieron a fin de
realizarme una biopsia en la próstata. Fue una situación parecida a la
que padeció Héctor Manuel, una infección adquirida también en el
hospital penal, que finalmente lo llevó a perder uno de sus riñones.
Estas cosas que ocurren con demasiada frecuencia no le importan a nadie porque no forman parte de la farándula noticiosa que reina en los
medios de comunicación. Al fin y al cabo, son sólo dolores humanos,
indignos de mayor atención pública. Esa es la lógica imperante.
La sala que me correspondió ocupar en el Hospital Penal no se parecía
en nada a la habitación de un centro médico. Todo lucía decadente y
mugriento. Incluso había allí en las sábanas algodones ensangrentados de antiguos pacientes, lo que indicaba a las claras que no habían
sido mudadas ni estaban limpias. Las cucarachas que circulaban por
el baño y el dormitorio, eran mis visitantes más asiduos. La pared en
que se apoyaba la cama tampoco lucía limpia. Durante los cinco días
que estuve internado no logré ni amigarme ni asumir la existencia de
tan repulsivos e indeseados visitantes. No hay caso ni remedio: las cucarachas me resultan hostiles y sucias, pero eso eran sólo un elemento
más. Tal vez por la alta fiebre que me sobrevenía a ratos no me impresionaba ya ni el hecho de que cuando al hacer mi cama y levantar la
delgada colchoneta, me encontrara con papel higiénico sucio y ensangrentado. Así y todo, finalmente logré salir en regulares condiciones,
aunque mucho mejor de lo que esperaba para las poco higiénicas y
prosaicas circunstancias descritas.
PERIODISTA
Desde muy joven comencé a escribir en el diario “La Opinión” de
Santiago, cuyo propietario era Don Juan Bautista Rossetti, hombre
de gran actuación pública y así, poco a poco, me convertí en periodista, alternando esa actividad con mis estudios de Derecho en la
Universidad de Chile, y comencé a cotizar en la Caja de Empleados
Públicos y Periodistas.
Era joven e idealista, con el gusto por investigar y transmitir lo que
descubría. Como todos, hacía mi labor asumiendo que lo importante era la noticia o las opiniones del entrevistado. Hoy por hoy, el
invitado o interlocutor no cuenta, solo es un instrumento, un medio
o una excusa para que el periodista exprese sus propias opiniones,
una vía para lograr los objetivos particulares de algunos profesionales de los medios o de los grupos económicos para los que trabajan,
sacrificando así los temas relevantes en provecho de una farándula
superficial, carente de todo contenido y que va cooptando cada vez
más los espacios que el periodismo más serio y profesional debería
preservar para sí.
Si Luis Hernández Parker, uno de los grandes periodistas de aquellos tiempos y profesor de muchos, viviera, seguramente volvería a
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su tumba asqueado y escandalizado por la falta de objetividad en las
noticias e investigación de verdad en las fuentes informativas.
APUNTES
Entre uno y otro día, entre una noche y otra, continué hurgando
en el pasado. Hasta que llegué a establecer con claridad que sería
infinitamente mejor continuar con la rutina habitual, para que los
verdaderos responsables de mi drama se pusieran nerviosos y no
pudieran caminar por la calle tan desenfadadamente, como si aquí
nada hubiese ocurrido.
Y logré obtener la certeza de que todo comenzó en mi celda, una
noche en que doblaba y ordenaba cuidadosa y prolijamente mi ropa
y mis enseres, comiendo alguna fruta antes de acostarme mientras
-como siempre- arremetían en mi mente los pensamientos como
un remolino recurrente y constante, una y otra vez sin tregua y sin
pausa, hurgando en mi pasado para intentar encontrar una pista, un
dato, un recuerdo que me confirmase lo que ya desde hace algún
tiempo estaba pensando.
He mirado infinidad de veces las paredes de mi estrecha celda. He
recorrido su acotado espacio varias veces, preguntándome cómo
una persona puede vivir en un lugar tan reducido, con el inodoro,
el lavatorio y la cama compartiendo ese espacio mínimo de 2,5 x 3
metros. Como es de esperarse, allí se juntaban todo tipo de olores.
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Allí, encerrado desde las cinco y media de la tarde, me tomaba una
leve merienda, hacía mis necesidades, ahí mismo estaban mis artículos de aseo personal, mi ropa limpia y mi ropa sucia, además de
dos escobillones y traperos destinados a la limpieza de ese pequeño
habitáculo que hasta el día siguiente se convertía en mi dormitorio.
hoy carezco, me han demostrado que la vida es posible casi sin nada
y que, en definitiva, uno puede adaptarse a cualquier entorno -hostil
o benévolo- y a cualquier cosa. Lo que resulta prácticamente imposible es la convivencia con aquello que no se comprende, que escapa
a nuestro raciocinio y a nuestro sentido común.
Cada mañana hacemos nuestra cama, lavamos calcetines y calzoncillos
mientras contemplamos las fotografías, esos trozos de papel impreso
con imágenes que nos traen al corazón a los seres amados, entre ellos
-por cierto- mi madre. Su presencia allí también es como una caricia
que gratifica y consuela el alma, un aliciente más para continuar sin
desmayo buscando la verdad.
En reclusión las cosas más simples se convierten en importantes. Tal
vez la limpieza personal de los presos sea una de las preocupaciones
que se atienden de la forma más meticulosa, más aún y en especial,
cuando una o dos veces a la semana habrá de llegar la visita de los
parientes, de los afectos cercanos. La limpieza es una rutina que se
convierte en una actividad obligada. Hay que lavar la ropa, razón
por la que un detergente y demás elementos de aseo son elementos
muy apreciados y los familiares los proveen en los turnos de visita.
Pero también hay presos que no son visitados y cuando tienen la necesidad deben comprarlos a un mayor precio en el quiosco del Penal
que está dirigido por los cabos y cuyas utilidades seguramente contribuyen a incrementar en algo el paupérrimo salario que perciben
por parte del servicio penitenciario.
A pesar del diminuto, estrecho y ajustado espacio que teníamos, había
que darse maña para instalar dos roperitos de lata pintada, una pequeña mesita de velador, otra para comer y un pequeño soporte de hierro para fijar un televisor. Debajo de las mesas, las cajas de plástico se
convierten en el mejor ropero que, junto con servir de clóset, ayudan
a alejar la ropa todo lo que más se pueda del persistente e insalubre
polvillo que todo lo invade y hace irrespirable el aire dondequiera
que uno esté. Es común -en razón de eso- sentir la aspereza, el permanente carraspeo en la garganta y el consiguiente ardor en los ojos.
Pero el hombre se acostumbra a todo, aunque por mi parte, he ido
descubriendo que me cuesta muchísimo más adaptarme a situaciones
impredecibles como las que me han tocado vivir, que a aquellas que
entran en el contexto de lo que sí se puede prever.
Así también, puedo decir sin reparos que muchas de las cosas que
antes consideraba indispensables y necesarias para vivir y de las que
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Tal como mencionaba, hacer el aseo es una de las rutinas más importantes para trapear las celdas, el recinto donde se almuerza y las
piezas en las que también se reciben las visitas conyugales. Se trata
de dejar un inequívoco olor a limpio.
El pan es un alimento de suma relevancia en este lugar. Después de
almorzar, algunos, para quedar satisfechos, se comen hasta 3 unidades en cualquiera de sus variantes conocidas, sea este francés o marraquetas y hallullas. Es como un necesario complemento.
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Luego se lava la loza, por lo que conseguirse un buen líquido lavaplatos se convierte en un importante logro y hay que cuidar su uso
dosificándolo para que alcance hasta la próxima vez en que nuestros
familiares nos traigan los elementos que van faltando.
La ropa interior, las poleras, los sweaters, son motivo de lavados continuos. Logramos colocar unos cordeles en el patio para secar la ropa
en primavera y verano, de lo contrario, hay que colgarlas en unos
cuartos que se usan a manera de bodega o despensa. En las celdas la
cama está compuesta por un “catre de hierro” y una colchoneta rellena de goma espuma en su interior, por lo que el sueño compartido
por todos es conseguir colchones de verdad. Las perchas o ganchitos
plásticos para colgar la poca ropa que se puede tener son de primera
importancia. No están permitidos los clavos por lo cual fabricamos
y pegamos “perchas plásticas”, tarea que mis compañeros me enseñaron y que, a lo mejor, me servirá una vez que salga de aquí en libertad: Se pica abundante papel higiénico, se humedece en cola fría y
se revuelve. Esta mezcla se coloca en la pared, la que previamente
se ha raspado un poco a objeto de conseguir una mejor adherencia;
luego se pone la percha o madera que hemos confeccionado, presionando bien para fijarla y terminar el trabajo. Mi celda está llena de
perchitas para colgar, por lo que a veces me pienso que vivo dentro
de un bazar o de una antigua mercería.
Convivo con condenados por asesinato y tráfico de drogas, delincuentes responsables de los más diversos delitos, pero eso no cuenta
para la vida en comunidad, porque lo que es verdaderamente relevante es una gran solidaridad entre todos. A nadie se le ocurre ejercer algún tipo de discriminación, sea cual fuere, o cometer ofensas
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entre nosotros. Las conversaciones giran en torno a las posibilidades
-ciertas o no- planteadas por los abogados de cada cual para obtener
la ansiada libertad, los éxitos y fracasos de las gestiones hechas por
los defensores y sobre todo, la decisión firme de poder dedicarse en
plenitud a educar a los hijos y a sostener a las respectivas familias. Esa
es la aspiración al momento de pensar en el día en que recuperen la
libertad. Pero junto con esa esperanza convive también en cada uno
la angustia y el temor más grandes, ya que se sabe que al momento de
ir a solicitar un trabajo los antecedentes penales cierran las puertas
de forma casi automática, sin dar siquiera el más elemental beneficio
de la duda o una oportunidad para demostrar que se ha logrado una
verdadera rehabilitación. Es por ello que ante el cierre de un horizonte que represente una nueva alternativa, diferente de la que ofrece el
mundo del delito, la mayoría ha pasado por otras “canas”.
En las cárceles hay un lenguaje propio y diferente al del común de los
mortales; es el de la “cana”. Y en ese idioma exclusivo es que he sido
receptor de muchas de las penurias por las que han tenido que pasar
y vivir los reclusos, muchas de ellas espantosas y que seguramente no
se conocen ni se conocerán jamás fuera de estos verdaderos ghettos.
Todas se refieren a aguantar y aceptar situaciones y condiciones
verdaderamente infrahumanas, quizás con la ilusión de que algo de
eso pueda ser conocido fuera de los muros del penal por el resto
del país. Todos quienes transcurren sus vidas en los penales -sean
presos o gendarmes- colaboran y me alientan permanentemente a
escribir este libro, por lo que hoy conforman una parte fundamental
en la creación de estas páginas y en mi vida diaria. Ellos mismos se
ofrecieron a describir y relatar en pequeños resúmenes sus pasos por
los diferentes penales del país y según sus relatos, la CAS es una de
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las mejores cárceles, por lo que el estar aquí y a pesar de la extrema
vigilancia que incluye rejas cubriendo los patios -medida adoptada
luego de espectacular fuga en helicóptero-, es preferible a estar recluido en cualquier otro centro penitenciario.
Las conquistas aquí son más importantes que en el exterior. Intentaré más adelante describirlas desde mí doble perspectiva y experiencia, como recluso y como ex-Senador.
El 18 de septiembre –como era lógico- hubo una celebración especial. Nos juntamos con el otro módulo, el J Norte. Allí están los
alemanes de Colonia Dignidad, Claudio Spiniak, Manuel Guerrero
(miembro de una ONG), el gordo Miranda con sus CD de películas, los que presta amablemente a los que, después de largo tiempo y
trámites, consiguen la autorización para ingresar un reproductor de
DVD o un pasapelículas.
Esta fecha constituye también un hito importante en esta cárcel y
por eso se nos autorizó a reunirnos con los reclusos de los dos patios
del J, algo raro porque no tenemos contacto con otros presos más
que con los del propio módulo que habitamos. Para la celebración
todos contribuimos con algo. Los alemanes de Colonia Dignidad
trajeron tortas y flores -entre otras exquisiteces- e hicimos una “vaca”
para comprar carne y bebidas gaseosas. Nada de vino o alcohol, por
supuesto.
Armamos así una larga mesa donde compartimos y conversamos
entre todos y en donde pude conocer más de cerca a Claudio Spiniak, a quien le presté un libro sobre economía y con quien tuve una
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interesante conversación, que me permitió conocer su experiencia
desde otra perspectiva. Otros presos me contaron que antes pasaba
solo en el patio y que durante las noches, había en su celda una luz
encendida de manera permanente y un gendarme al lado de la puerta
siempre abierta para vigilarlo mejor. Lógicamente, esta situación le
llegó a provocar un stress y una profunda depresión. No era ya el karateca ni el hombre exitoso que conoció la opinión pública, solo era
un hombre panzón, triste, callado, y había mostrado recién una leve
sonrisa cuando logró que lo sacasen del patio solitario y lo trasladasen al patio J Norte, donde tuvo la posibilidad de compartir y tener
contacto recién con otros seres humanos. Lleva casi cinco años y hoy
se le abrió la posibilidad de salir a la calle y en libertad.
Pasamos un gran día este 18 de septiembre. Comimos un asado
y disfrutamos de otras cosas que hace mucho no veíamos o jamás
habíamos tenido aquí en el Penal, salvo como recuerdos de cuando estábamos en libertad. Por cierto, fue enteramente distinto a las
celebraciones tradicionales del 18 de septiembre en el Congreso, en
donde se festejaba con grandes discursos, desfiles militares entrevistas
a los palomillas, y los senadores y diputados disfrutando su protagonismo ante las cámaras de TV.
Recordemos que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados existen salas de prensa y comedores especiales para los periodistas, donde se traspasan la información entre los que son más astutos.
Y los más quedados, se limitan a copiarla.
En esa celebración hay toda una parafernalia y viajes. Carreras de los
ministros, a veces con choques en las carreteras, aun cuando éstas se
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cerraban para que el tránsito fuese más expedito. Así y todo, no dejaban de caer las piedras a la pasada que llegaban desde la población
que está a la salida de Valparaíso. Tuve contacto con sus pobladores,
quienes me contaron sus desesperanzas y el abandono en que se encontraban, y que era la razón de su malestar contra esos vehículos
que, con todas las comodidades posibles, iban a una fiesta a la que
los pobladores, evidentemente, no estaban invitados.
Tanto en el Senado como en el Penal, y en cualquier grupo humano, siempre han existido los negociadores, aquellos que conseguían
un acuerdo entre gobierno y oposición, para aquellos que disfrutan la presidencia del Senado o de una comisión importante. Los
jefes de los comités también desempeñan en esta situación un papel relevante. Cada grupo de parlamentarios de un mismo partido
designa a uno de sus miembros como jefe de comité. Dependiendo
del número de integrantes de cada comité será el número de jefes
y semanalmente se reúnen con el presidente de la correspondiente
rama del Poder Legislativo para planificar las sesiones siguientes
y ver los proyectos que se pondrán en tabla. También se reúnen
para tomar acuerdos que no siempre se cumplen cuando ocurren
situaciones graves o extraordinarias.
En el penal los negociadores hacen una tarea más simple pero más
efectiva. La mayor parte de las veces, por lo menos en estos tiempos, los temas que abordan son muy importantes para la vida diaria y apuntan a aspectos tales como conseguir la autorización para
reemplazar platos y cubiertos, tratando de contar con elementos
de mejor calidad que los de plástico, habitualmente autorizados.
Esto depende fundamentalmente de la conducta que presentemos
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
los reclusos, así como de la discreción y del buen criterio de las
autoridades del penal.
En general nos ha ido bien, aunque con mucho esfuerzo y tiempo
pudimos conseguir cosas sencillas como, por ejemplo, un refrigerador, indispensable en verano para que no se descompongan los alimentos que pueden quedar inservibles en un solo día. La juguera o
licuadora y el tostador de pan, fueron otras grandes conquistas. Del
mismo modo que en el Parlamento, en el Penal también se trata de
obtener avances en las condiciones de vida, aunque aquí se trata de
alimentarse, bañarse; cosas tan esenciales que en otros lugares parecen tan obvias, aquí forman parte de la sobrevivencia.
Otra conquista importante fue conseguir un horno de microondas
y un basurero plástico. Todo representa muchas complicaciones y
trámites. A fin de graficarlo mejor cito como ejemplo el caso de los
tallarines. Para que estos logren llegar a nuestras manos puede requerir más de 24 horas dependiendo del día y de quién se encuentre
en la sala de ingreso. Sucede que a veces los gendarmes han tenido un
día difícil, complicaciones en otros sectores y están “de mala”, y los
tallarines y la carne son rechazados sin ninguna razón lógica. Sólo
porque sí.
Las visitas son meticulosamente revisadas. La mayor parte de las veces tienen que desnudarse y sacarse los zapatos. A las mujeres no se
les permite el ingreso con zuecos o zapatos con plataforma y aunque
pueda parecer exagerado, de hecho en estas revisiones se ha dado el
caso de que se ha tratado de ingresar teléfonos celulares.
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Lo que no hemos podido lograr por ningún motivo y a pesar de
numerosos intentos, es una conexión a Internet o a la televisión por
Cable, a pesar de que pienso que en el caso de la red bien se podría bloquear fácilmente el acceso a determinados sitios y que su
autorización podría convertirse en un premio de evidente valor para
quienes muestren buena conducta; además podría utilizarse en presencia y bajo la supervisión y propio provecho de gendarmes. Pero
la cultura disponible en los canales de historia, programas educativos, documentales e informativos, no sólo chilenos sino también de
otros países, está vetada.
Otro sueño es el poder tener un lavarropas. Son cosas tan sencillas y
hasta obvias para quienes sólo tienen que preocuparse de tener el dinero necesario para su adquisición, sin pensar en peticiones formales a
autoridades que dependen más de su propio estado de ánimo para dar
su aprobación, que de un criterio racional o del sentido común.
LA ESPADA DE LA JUSTICIA SOCIAL
Mis pensamientos se suceden y deambulan por una bruma de recuerdos, intenciones, y sueños. Se me aparecen los tiempos vividos
como senador y diputado y, entre ellos, el viaje a la República Popular China, realizado por pedido del Gobierno de la época y puesto a
mi cargo como Jefe de Delegación. En esa ocasión, fui acompañado
por una parte de la Comisión de Hacienda del Senado que yo presidía y seguramente por mi buena capacitación y experticia en esta
materia, se me escogió como jefe de esa delegación, no obstante que
viajaba con nosotros el propio Presidente del Senado, Sergio Diez.
Viajar al exterior no era “mi” constante. No me gustaba viajar al extranjero ni interrumpir mis recorridos por el país -y especialmente
por mi Región- para explicar el significado e importancia que tiene el cobre para nuestro futuro, explicar temas como el royalty a la
minería, la pesca, las AFP con sus trampas y tantas preocupaciones
de los trabajadores y los más desamparados. Me sentía más a gusto
cumpliendo con las invitaciones que se me hacían para discutir con
los sindicatos sus problemas, las municipalidades, o los seminarios
con estudiantes y profesores en las universidades. Pasaron dos años
en que viajé muy intensamente difundiendo la injusta situación de
la minería, en que las empresas multinacionales -privatizadas por el
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Ediciones Radio Universidad de Chile
gobierno militar y su inefable ministro de Minería José Piñera- se
quedaban con las riquezas nacionales. Pero en este viaje a la China
también se trataba de obtener por parte de ese país en plena expansión, un nuevo mercado para el cobre. En el itinerario trazado para
aquel viaje recuerdo que estaba programado llegar a Japón, Singapur
y Corea, todos compradores de cobre. Se trataba de mejorar los términos de intercambio y de adquisición, buscando que compraran
el cobre refinado, que significaba más mano de obra chilena y más
valor agregado, en lugar de llevarse sólo el concentrado como una
materia prima.
Se buscaba también tratar sobre la sobreproducción mundial de cobre, originada en el exceso de producción que se realizaba desde Chile
por parte de las multinacionales, situación que era especialmente inquietante por ser el cobre un recurso natural no renovable que podría
agotarse sin que las multinacionales pagaran ni un solo centavo al Estado. Si esto no era posible, la idea era promover un mayor uso del
mineral para equilibrar la oferta con una mayor demanda.
Sobre un total de ocho libros escritos y publicados, cuatro abordaron el tema del cobre. Cuando no era escuchado por las autoridades o el Senado, escribía un libro para intentar convencerlos
mediante la difusión y explicación de estas ideas y -al menos- dejar un claro e inequívoco testimonio para el futuro. Comprendí y
llegué a manejar bien los vericuetos de este complicado tema, pues
siempre estuve asesorado por excelentes especialistas y catedráticos,
como los son Julián Alcayaga, Héctor Vega, Orlando Caputo, Manuel
Riesco, además de las personas que integraban el Comité de Defensa
del Cobre.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
También estuve presente desde la oposición a Pinochet, en que me
tocó compartir muchos viajes con Radomiro Tomic, para dar a conocer al país el significado y trascendencia de la oscura concesión
plena propuesta por el entonces ministro José Piñera y que significaría la desnacionalización lisa y llana de nuestra minería, lo que implicaba un retroceso sin ambages para el país, la pérdida de recursos
para todos los chilenos de hoy y de las generaciones venideras y el
desmantelamiento ruin de los organismos fiscalizadores del cobre.
Todo esto y mucho más trajo consigo la concesión plena. Aunque al
mismo tiempo, pudimos vivir la alegría que produjo a muchos chilenos nuestra visita en plena dictadura, nuestro paso por el Norte, destinado a convencer a nuestros compatriotas sobre la conveniencia de
usar los colosales recursos de la minería en favor de los sectores más
pobres del país y sus regiones más atrasadas.
Sostuvimos multitudinarias reuniones en el ex Congreso Nacional
para recordar la nacionalización del cobre, la ruta del cobre en Chile
con la “chilenización” y nacionalización pactada con Eduardo Frei,
la posterior y total nacionalización con Salvador Allende, proyectos
que también me tocó impulsar y aprobar como diputado.
Esta larga tarea no se detuvo con la llegada de la democracia. Por el
contrario, la sostuve aun con más tenacidad -aun si es posible- con
el recuerdo de Eduardo Frei Montalva, de Radomiro Tomic, de Salvador Allende, y de las dificultades con la dictadura de Pinochet,
todo lo cual concluyó -de manera segura- con mi internación en esta
Cárcel de Alta Seguridad, tan llena de puertas de acero, de barrotes,
de una gran cantidad de cámaras de TV por circuito cerrado, con el
solo objeto de vigilarnos en todo momento y en todo lugar, incluso
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mientras dormimos. Esto sin duda me afectó complicando mi estado y condición de salud, pues la depresión se hizo más fuerte y ha jugado un papel gravitante en mi capacidad para sobreponerme a este
injusto castigo y descubrir las verdaderas razones de mi reclusión.
No he podido olvidar que nacionalizar el cobre al Presidente Salvador Allende le costó la vida, y, según se ha descubierto recientemente, por Chilenizar el cobre, al Presidente Frei Montalva, también le
habría costado la vida. Los chilenos no conocen a los extremos que
estas colosales multinacionales han llegado para apoderarse y defender esos intereses malamente adquiridos.
En algunas oportunidades, amigos e incluso desconocidos me envían flores para que ponga en la Biblioteca, algo de lo que me siento
agradecido no solo porque siempre me han gustado, sino por el gesto que ello encierra y porque, sin duda, me ayudan a superar aunque
sea momentáneamente este soterrado y lúgubre sentimiento de tristeza con el que casi todos convivimos en el día a día.
A mí me tocó el mismo módulo y patio desde donde los presos políticos se escaparon en el helicóptero. Conocí la historia en detalle,
esta vez contada desde el interior del penal por los demás reclusos
con un indisimulable y evidente sentimiento de felicidad. La mayoría de los presos sueña con escaparse, cosa absolutamente comprensible, en la medida que las condiciones de encierro deterioran el
ánimo a tal punto límite, que se piensa en que cualquier alternativa
será mejor al hecho tan oscuro e incontrastable de tener que enfrentar años y años de aislamiento.
LOS COTONITOS Y UN DECÁLOGO
Si usted llega a caer en la cárcel -tal como decía el famoso diputado
socialista Mario Palestro- “por si las moscas”, le recomiendo tener
presente los siguientes consejos que a lo mejor, en su vida normal, le
pasan desapercibidos:
1. En primer lugar sin apelación, son indispensables los “cotonitos”,
adminículos imprescindibles para sacarse el polvo que, de manera
implacable y persistente, está siempre omnipresente. Aun allí donde
a cualquier persona puede resultarle inimaginable. Si no los usa, el
resultado será invariablemente tener las narices y las orejas sucias de
manera permanente.
2. Tener siempre a mano detergentes y lavaplatos como si en ello le
fuera la vida. Si nunca ha lavado ropa, cubiertos u otros utensilios de
cocina, será de suma importancia que vaya practicando porque en la
cárcel -invariablemente- deberá hacerlo sin atenuantes.
3. Si no cuenta con un compañero aficionado a la cocina, tendrá
que manejar algunas normas básicas, o de lo contrario pasará irremisiblemente hambre o deberá comer muy seguido porotos con
riendas y asumir luego las desagradables consecuencias, tanto para
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Ediciones Radio Universidad de Chile
usted como para el resto de sus compañeros, lo que podría resultar
imperdonable.
4. Un cortauñas es absolutamente vital, pues no está permitido bajo
ningún concepto el ingreso de tijeras. Considere que para cortarse el
pelo casi siempre habrá un preso bien dispuesto a desempeñarse como
“coiffeur”, pero sin pretender aspirar a los cortes acostumbrados. Aquí
las variantes son bien diferentes: estilo fraile franciscano (bien pelado
abajo y con una coronilla), o el corte tipo milico o prusiano (bien
cortito, y arriba -si todavía tiene ahí algunos pelos- lo puede mantener
un poco más largo. O sea, opcional). Hay gran variedad de cortes. El
menos popular es el estilo Kojak, o sea, pelado al cero. Lo que unifica
los diversos estilos, es que absolutamente todos se hacen con un único
peluquero, cuyas tijeras deben ser entregadas, finalizados los cortes de
pelo, al cabo del módulo para guardarse en custodia.
5. Jabón, shampoo, peineta, traperos, escobilla de dientes, unos buenos cuchillos, cucharas y tenedores de plástico son todos indispensables, pero no es fácil su ingreso, y el resto es casi misión imposible.
6. No hay problemas para ingresar aparatos de televisión, siempre y
cuando sean de 14 pulgadas y ni un milímetro más. Los equipos de
música son muy apreciados. Intente procurarse uno bien potente y
con mucho volumen para poder neutralizar el sonido de los otros,
que de manera estridente, suenan todo el día y a veces hasta de madrugada. Si consigue música clásica, suave y relajante, aún mejor.
7. No se olvide de las zapatillas y un buzo bien abrigado. Es lo que
más usará, pero tendrá que aprender a lavarlos, no se haga el tonto.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Aquí, esto es una ciencia. Si es friolento, intente con bastantes chalecos gruesos de lana. Camisetas y calzoncillos largos ayudan mucho
y serán altamente valorados. Por ningún motivo debe olvidar las poleras, sobre todo musculosas o tipo camiseta para el verano. El calor
llega a ser tan sofocante que se acordará de mí. Si las tareas domésticas jamás fueron su fuerte lleve bastantes calzoncillos, sobre todo si
no está dispuesto a lavarlos muy seguido. Como sucede con algunos
presos, con dos puede ser suficiente ya que mientras usa uno, lava el
otro. Si esa es su elección, después no ande llorando por los rincones. Lo mejor que puedo desearle en estas circunstancias es que lo
acompañe el buen tiempo para que sus íntimas prendas alcancen a
secarse de un día a otro y no tenga que ponerse ropa interior completamente húmeda. Las consecuencias no son gratas.
8. No olvide los zapatos con suela de goma, ya que donde se lava la
loza, un sitio que está junto al inodoro y a la ducha (prácticamente
a la intemperie para no confundir los olores) todo el piso se moja.
Le aseguro que chapotear con zapatos con suela de cuero definitivamente no será ni grato para sus pies ni beneficioso para su salud,
sobre todo en invierno.
9. Si usted tiene un sistema digestivo muy ágil, puntual y poderoso,
está embromado. Tendrá que acostumbrarse a hacer sus necesidades
fisiológicas con público y en espacios abiertos en que es inevitable
que, mientras alguien esté en esa natural y pedestre empresa, algún
otro estará lavando la loza y otro metido bajo la ducha. Estar “en
pelotas” no asombra a nadie, así que intente no traumatizarse ni incomodarse y asumir el trance con la mayor naturalidad posible. Terminará acostumbrándose.
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10. Elimine de su vocabulario la palabra celular. Y también de sus
pensamientos. Están completa y definitivamente prohibidos. Cambie su objeto de deseo comunicacional porque en ello radicará gran
parte de su salud mental y psicológica. Desconozco aún si las palomas están permitidas (sea para mensajes, cazuelas o estofados).
Tomando todas estas recomendaciones al pie de la letra, junto con
otras que van más adelante, podrá tener un buen pasar -dentro de las
posibilidades- mientras intenta combatir y evitar la depresión que le
sobrevendrá invariablemente. Pero todo se puede solucionar allí.
Un último consejo: No discuta, no pelee. Por el contrario, muestre su mejor cara y trate de hacerse amigos o se verá enfrentado a
serios problemas.
EL “CHICO” JORGE
Hoy, el primer compañero de módulo me entregó su testimonio, tal
como se comprometieron otros aquí. Salvo pequeñas modificaciones para su mejor comprensión, transcribiré el texto tal cual me fue
entregado por “El Chico” Jorge, y que contiene la descripción de su
vida, de su carrera delictiva, sus sueños y los esfuerzos con que ha intentado persistentemente -aún hasta hoy- readaptarse a la sociedad
que a todos espera al término de la condena.
Cada uno podrá juzgar por sí mismo y con su propio criterio a este
preso cuyo nombre es Jorge Guzmán. A mí me corresponde y resta sólo
agradecer su valentía, generosidad y su disposición para cooperar con
su relato y estimularme a continuar con la realización de este libro.
Habla Jorge Guzmán Vera, el “Chico Jorge”
“Empecé a delinquir a los 14 años. Robaba en las tiendas del centro de
Santiago. Yo cometía hurto; la policía lo llama “descuido de tiendas”.
Robé en Chile hasta los 18 años y después viajé a Buenos Aires donde
estuve hasta los 20. En los dos años que estuve en la Argentina entré y
salí de la cárcel varias veces. Volví a Chile para visitar a mis padres y
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Ediciones Radio Universidad de Chile
hermanos y a la vez despedirme, ya que viajé a Europa, más específicamente a Francia, Italia, España e Inglaterra. Pasó lo mismo que antes,
entré y salí de todas las cárceles de Europa.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
el papel, pueden ser a veces un poco curiosas y otras un tanto tediosas, de acuerdo al temperamento y al estado de ánimo con el que me
toque convivir en cada momento.
Hasta ese continente viajé cuatro veces hasta que decidí no viajar
más, ya que conocí a la que es mi esposa con quien formé una familia,
la cual me ha asistido y ha estado a mi lado todos estos años que llevo
en prisión.
Después que decidí no viajar más, comencé a delinquir de nuevo aquí
en Chile pero de otra manera, no ya como ladrón de tiendas, sino que
tomé una pistola y empecé a cometer un sinfín de ilícitos: asaltos a joyerías, empresas y bancos hasta que fui detenido. Y hasta allí llegó mi
carrera; me condenaron a 28 años de cárcel por todos los delitos cometidos. Llevo 23 años en prisión y pasé toda mi juventud en la cárcel.
Estoy muy arrepentido de todos los líos en que me metí, ahora quiero
readaptarme y hacer un bien a la sociedad.
A la fecha me encuentro en la CAS, junto a don Jorge Lavandero, ya
que somos vecinos de pieza, en el mismo piso y módulo”.
Jorge Guzmán siempre me ha llamado “El Papi Senador”. Por las
tardes me pide un CD de música o un DVD de películas para matar
las interminables horas y la soledad de la celda, que es donde se pasa
la mayor parte del tiempo.
Mientras tanto, yo escribo en mi pequeño espacio. Deshilachando
recuerdos, parte de mi vida y de mi largo pasado como parlamentario, trayendo al presente algunas de mis acciones que, puestas sobre
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EL PELUQUERO
¿Cómo me convertí en el peluquero oficial del bloque sur y cómo
después fui -en parte- desplazado? Pues bien, un día se me ocurrió
pedir que me trajeran un Trim. Recuerde siempre que las tijeras
están prohibidas. El Trim - averigüe con sus amigos o algún experto
qué es, para qué sirve y cómo funciona- tuvo que quedar por obvias
razones en el tercer piso del módulo, en manos de los gendarmes
que cuidan los pisos con celdas. Sólo con esa condición se permitió su ingreso. Probablemente algo de razón tenían ya que, siendo
un adminículo que utiliza hojas de afeitar en su mecanismo, bien
podría alguien desarmarlo para hacerse de ellas y “cortar” a otro. A
uno se le pega el lenguaje “canero”, los garabatos y conoce historias
buenas y malas.
El hecho es que en los baños, concretamente en el excusado o inodoro, para no tirar y desparramar los pelos por todas partes, comencé
a cortarme el pelo tal como lo había hecho casi por 20 años. Había
perdido la costumbre, por cierto. En el Senado teníamos un peluquero que diligentemente se encargaba de dejarnos presentables,
bien compuestos y arreglados para asistir al trabajo de comisiones y
a las sesiones plenarias. Esto resultó ser bueno y malo a la vez ya que,
por la mano del coiffeur, mi cabeza tomaba un aspecto más regular
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Ediciones Radio Universidad de Chile
y algunos pelos que se habían caído parecían más normales. Pero lo
malo es que esa comodidad me llevó a perder la gran habilidad que
antes tenía cuando me cortaba solo. Afortunadamente, pronto
la fui recuperando.
En vista de eso y del corte de pelo que empecé a lucir, al poco
tiempo y con mucha timidez, algunos presos del módulo asumieron el riesgo de cortarse el pelo conmigo. Debido a los paulatinos
mejores resultados, pasé a convertirme -tal como mencionaba antes- en el “peluquero oficial”, hasta que transcurridos seis meses
llegaron otros con más habilidad en la materia, lo que redundó en
una significativa disminución de mi clientela. Algunos, por hábito
-y tal vez por un no confesado sentimiento de solidaridad- continuaron cortándose el pelo conmigo, cosa no menor que tengo que
alabar y agradecer por su constancia y por el riesgo que libremente
asumían con este peluquero voluntarioso, un poco improvisado y
nacido de la necesidad.
¿Como me convertí en paramédico? Cuando entusiasmé a la gente
de mi sector para realizar actividades deportivas y de esparcimiento. A la acostumbrada práctica habitual del Ping-Pong les propuse
una alternativa distinta: Jugar frontón en el patio, un deporte cuya
ejercitación, como ya he relatado, mantuve por largos años. Ahora
se trataba de introducirlo en nuestro patio, por lo que me conseguí
algunas raquetas, unas pelotas de tenis usadas, que le encargué a
un amigo tenista, Guillermo, el que generosamente me trajo como
60 entre usadas y nuevas, convirtiéndose en nuestro proveedor en
la materia.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Y así entonces, comenzó el frontón en la cárcel. Poco a poco se fueron incorporando todos, al punto que debimos llegar a hacer turnos
para jugar, pese a lo cual pudimos realizar ejercicios con bastante
intensidad. Esto me trajo algunos problemas, porque desafortunadamente ya no soy el de antes -más allá de lo que me gustaría creer- y
como he sido apasionado siempre por la práctica deportiva, continué jugando a pesar de los costalazos, raspones, chichones y moretones. Así llegué hasta el kinesiólogo “Jaime”, que atendía en una sala
pequeñita, la que se suponía, era destinada para kinesiología. Pero
el especialista carecía de todos los medios. No contaba más que con
una ampolleta de luz infrarroja que produce un calor especial, y un
aparato de ultrasonido para los dolores e inflamaciones traumáticas,
producto de golpes o desgarros, que es una situación bastante frecuente aquí.
Además nos hacían ejercicios especiales para evitar los dolores a la
columna o los desgarros, los que se enseñaban en una camilla para
después repetirlos y continuar en la propia celda. Fui cliente asiduo
del kinesiólogo por mis variados traumas en el frontón, muy a pesar
mío y de lo que los golpes constituían para mi propio ego y autoestima: un problema de asumir una realidad distinta, tenía más años y
eso me daba cuenta que tenía que asumirlo.
Como consecuencia de mis constantes visitas a esa dependencia terapéutica, establecimos una buena relación con Jaime, por lo que me
enseñó a aplicarme las dos variantes de tratamiento que poseía: el
ultrasonido y la luz infrarroja, razón por la cual, cuando no estaba el
kinesiólogo, los gendarmes e internos me pedían clandestinamente
que les hiciese el tratamiento. Los internos juegan bastante fútbol
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Ediciones Radio Universidad de Chile
y los más gorditos caían -para bien o para mal- invariablemente en
mis manos por lo que, de esa forma, me convertí en una suerte de
paramédico. Al frente de la salita de kinesiología está la enfermería,
donde acudían toda clase de internos y algunos gendarmes a fin de
mitigar algunas dolencias que muchos padecen debido a su avanzada edad y por la preexistencia de diversas enfermedades, tanto físicas
como psicológicas. Precisamente por este último rubro, existe mucha demanda por las pastillas más diversas, como la pomada del “oso
blanco”, aquella que los charlatanes antiguamente recomendaban
para la caída del cabello y dolores de estómago. Aún no sabemos si
se utilizaba para generarlo o para curarlo.
En la enfermería, sin embargo, se trata de dar asistencia con más
seriedad y para eso disponen de un libro en el que se explican los medicamentos y las cantidades adecuadas en que deben ser administrados. De vez en cuando aparecía un buen médico, como el Dr. Reyes
o algún otro profesional que provenía del contiguo Hospital Penal.
A ésos se les tenía un poco de miedo y en especial a los médicos
extranjeros, porque aplicaban soluciones más drásticas y dolorosas
que poco tenían que ver con el propósito primario de la medicina,
tal es, mitigar el dolor. Hacían suturas hasta sin anestesia, como más
de una vez pude constatarlo en el Hospital. Otros, por cierto, eran
más amables, sobre todo algún especialista, pero aun así los elementos son escasos y bastante anticuados. Lo normal y habitual es que
carezcan de la mayoría de las cosas elementalmente necesarias para
atender de manera adecuada a los enfermos.
Puedo asegurar sin temor a equivocarme, que si alguna autoridad hubiese hecho una visita, todo aquello lo hubieran clausurado por insalubre lisa y llanamente. Pero es lo que se tiene, y justo es reconocer que
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hacen lo mejor que pueden, aún cuando a veces se producen profundos y graves desaciertos como en el caso de Héctor Manuel Chacana,
que perdió un riñón por la infección intrahospitalaria que adquirió
luego de una casi trivial cirugía por cálculos. Pude confirmar lo anterior cuando tuve que ingresar por mi próstata, que derivó en una
prostatitis severa, según arrojaron los resultados de la biopsia a la que
fui sometido.
Como la operación implica necesariamente traspasar la pared del colon -llena de elementos fecales- a fin de acceder a la próstata misma,
la falta de higiene o la falta de antibióticos me significó una gran infección, tal como le ocurrió a Chacana, lo que me obligó a permanecer internado en el Hospital Penal. Fue allí donde hice amistad con
las cucarachas que continuamente me visitaban y allí donde tuve que
combatir el frío, producto de la altísima, sostenida y obstinada fiebre. Fue después de llegar a ese estado que me dieron grandes dosis
de antibióticos, los que esta vez cumplieron su cometido. El drama
es que una cosa trajo otra y me comencé a apestar. En mi vida normal
nunca fui un asiduo visitante de hospitales en calidad de paciente,
salvo las veces que debí concurrir a ellos por situaciones traumáticas
como con los atentados que sufrí en tiempos de Pinochet.
Esto me hace recordar aquel terrible intento que hicieran en la dictadura para eliminarme y a causa del cual estuve agonizando durante
más de 5 días. Me significó perder la audición total y para siempre
en mi oído izquierdo y me trizaron el cráneo. Lamentablemente
para ellos, logré sobrevivir, y nunca imaginé que tendría que vivir
otra traumática situación hospitalaria.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Después de la experiencia vivida en el hospital penal, mi hija Carolina, junto con mi abogado Reyniero García de la Pastora, consiguieron llevarme a la Clínica Indisa, donde ya me conocían pues siempre
me atendí en ella. En el 2004 me hicieron allí otra craneotomía debido esta vez a un accidente automovilístico, ocurrido justo enfrente de
la clínica cuando estaba esperando frente a la luz roja de un semáforo.
Fue en ese momento que un hincha del seleccionado chileno de fútbol, tras el triunfo sobre Venezuela y absolutamente alcoholizado, a
toda velocidad y sin frenar embistió una carroza fúnebre, el automóvil de una señorita y cayó luego sobre el techo de mi pequeño Peugeot
206, destrozándolo por completo. Por supuesto, conmigo adentro.
Este accidente ocurrió antes de viajar a un Congreso Bolivariano
al que fui invitado en Venezuela para participar en él y dictar unas
charlas sobre el cobre en algunas universidades peruanas, las que
me resultaron muy interesantes y en las que expuse la necesidad de
incorporar un royalty a los minerales, tal como existía en casi todos los países del mundo, como una forma de obtener más ingresos
y defender así a los países latinoamericanos de la sobreexplotación
indiscriminada de nuestras materias primas no renovables y entre
las que el cobre juega un rol fundamental para Chile. Estas multinacionales van a Perú y le dicen que les deben entregar más privilegios para sus inversiones y que si no se las dan, las harán en Chile.
A nosotros nos dicen lo mismo pero al revés, al final terminan bajándoles los pantalones a ambos países con tremendos beneficios y
muy, pero muy pocos aportes a nuestros países. Lo mismo ocurrió
con Menen en Argentina, con la empresa binacional Pascua Lama
de la Barrick Gold.
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Esto debiera empañar la historia entre ambos países y avergonzar a ambos presidentes que firmaron ese acuerdo binacional que
sólo le entregó privilegios enormes a esas empresas como para
construirles un país virtual insertado entre ambas fronteras, con
un verdadero “gobierno de carácter administrativo en materias
mineras y jurisdicción en las concesiones mineras y servidumbres, sin ninguna regulación, lo que les permite, apoderarse de
servidumbres de agua y mineras a lo largo de Chile y Argentina.
No exagero. Pero quisieron extender esta franja hasta Aysén sin
tener minas allí. Pero hay reservas de agua y energía disponible.
¡Qué bien le vendría a los chilenos conocer el valor de su patrimonio, pesquero, forestal, químico e hidráulico! Con el cobre
se llevarían una sorpresa. El valor de Codelco en sus solas reservas y recursos en cobre, descontado su costo de explotación,
lo conocí el 2003 cuando oficialmente el Ministerio de Minería
me respondió que son 191 millones de toneladas de reservas y,
descontado el costo de explotación por libra de cobre extraído
y refinado por Codelco y al precio de US.3 dólares la libra, los
chilenos pueden advertir con ese informe del Ministerio que se
llega a un total muy aproximado de 880 mil millones de dólares.
Es el mínimo del valor total de Codelco, faltando solo los agregados por molibdeno, que elevarían en un 20% más su valor y sin
considerar sus instalaciones e inversiones y los minerales de oro
y plata contenidos.
Una riqueza incalculable si se reduce a pesos y a cosas materiales
como casas para la gente, educación buena y gratis, salud de la mejor, con buenos hospitales para todos. Los chilenos no saben que
viven en uno de los siete países potencialmente más ricos del mundo
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Ediciones Radio Universidad de Chile
por sus recursos. Pero de la explotación de los mismos la riqueza
originada no queda mayoritariamente en Chile. Peor aun, no hay
otro tema más grande que la exención tributaria obtenida entre gallos y medianoche a través de vicios legales. Ese es nuestro verdadero
problema y por eso, y a pesar de nuestros recursos, nos elevamos
como el cuarto país más desigual, injusto económica y socialmente
de todo el planeta.
A las multinacionales extranjeras y nacionales se le han entregado
gratuitamente 171 millones de toneladas de cobre, por un valor de
753 mil millones de dólares, con el mismo procedimiento que oficialmente determinó el Ministerio de Minería y Serneageomin. ¿Quién
en la Concertación responde por esto? O ¿qué dice el autor de este
disparate económico, llevado adelante por el gobierno militar y sus
ministros Buchi y José Piñera?
En Perú basé mis intervenciones en la fábula de la hormiga y la cigarra -tan conocida por muchos- y que conocí mientras era estudiante
de francés. Se refiere a la distinta suerte que corre quien se prepara
para los tiempos de escasez y quien disfruta alegremente del bienestar presente sin pensar en el futuro.
Los jóvenes peruanos, estimulados y contentos, prometieron invitarme nuevamente para seguir conociendo y sacando experiencia del
lado negativo de lo que se estaba viviendo en Chile, en donde, como
sabemos, las multinacionales que explotan nuestro cobre no solo no
pagan impuestos sino que tampoco royalties lo que, paradójicamente, sí deben hacerlo escrupulosamente en sus propios países de origen.
En Venezuela, país que acogió a muchos chilenos, me correspondió
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
inaugurar el “Congreso de Países Bolivarianos, del Caribe y América
Latina”. Fue un retorno estimulante y provechoso a las tierras caribeñas tras largos años de ausencia, entorpecido por las llamadas insistentes de periodistas que intentaban por todos los medios conocer
mi opinión, por las acciones que llevaba en mi contra el protagónico
y mediático fiscal, Xavier Armendáriz.
Volviendo al accidente que me llevó a la Clínica Indisa, mediante
una complicada craneotomía -cirugía en la cabeza- en que se me extirpó un gran coágulo alojado al interior del cerebro. Durante varios
días me mantuvieron con unas perillas de goma -drenajes- introducidas al interior de mi cabeza para extraerme los restos de sangre. Me
cosieron colocando la misma tapa de hueso recortada y me vendaron
con la orden de guardar un rígido reposo tras darme el alta. Desobedecí la recomendación para viajar a Valparaíso al día siguiente
y defender en el Senado el proyecto que habíamos presentado para
establecer un royalty a la minería, el que finalmente fue rechazado a
pesar de los buenos y contundentes argumentos y la documentación
presentada como parte de la fundamentación.
Los “lobistas” de las multinacionales una vez más hicieron su trabajo. Fue un fracaso en el que, por cierto tuvo una gran culpa el Poder
Ejecutivo. Con la firma de los tres senadores de Gobierno de la Comisión de Minería enviamos al Presidente Lagos un proyecto para
modificar el Código de Minería (aprobado antes de los quórum
especiales de la Constitución de año 80 y que solo requería de mayoría simple). Pero como le habíamos “doblado la mano”, envió otro
que, para ser aprobado, requería los dos tercios de los senadores lo
que, como lo suponíamos, el Ejecutivo lo envió para ser rechazado.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Nunca tuvimos ese número de senadores y diputados en cada Cámara para lograr aprobar proyectos con esos quórum.
La frustración se hizo extensiva a la mayoría de quienes participaron
de mis continuas exposiciones a lo largo del país y que, comprensiblemente, se habían creado muchas expectativas. Como si fuera
poco, cuando me estaban desaforando como senador, el Ejecutivo
mandó otro proyecto de “royalty”.
Las grandes empresas privadas del cobre debían pagar un 42% por
acogerse al DL.600 de invariabilidad tributaria. No lo pagaron por
la corruptela encubierta en maquillajes legales pero que cualquier
gobierno se los podría exigir. La administración Lagos envió un
“proyecto de royalty” en que se rebajó el impuesto del 42% a un 35%
y se agregó un impuesto “disfrazado” de royalty de un 4%. Treinta
y cinco más cuatro son 39, menos de los 42 que debían pagar. En
definitiva, los impuestos a estas multinacionales descendieron de
42 a 39%. Aun muchos piensan que “ahora sí” estas empresas pagan royalty.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
La Comisión aprobó las conclusiones de forma unánime y se esgrimieron los mejores argumentos; el informe entregado al Senado volvió a ser aprobado en la sala.
Con mis abogados logramos un trasladado desde la CAS a la Clínica
Indisa, ello fue necesario producto de la infección ocasionada por
la cirugía de próstata que se hiciera por Gendarmería; las condiciones en Indisa eran radicalmente distintas: allí logré parar un cuadro
general grave, derivado de las bajas defensas, en parte por la gran
depresión que venía arrastrando y la enorme cantidad de antibióticos que recibí en el penal debido a los desaciertos de su bizarra y
prosaica enfermería.
Mi estadía resultó bastante cara pero fui mejor atendido, con dignidad y un excelente trato. Recibí visitas muy connotadas, entre otras
la de Inés Hurtado, esposa de Andrés Zaldívar, Ministro del Interior
en esos días. Todos me ayudaron donando libros para la Biblioteca
de la que estaba organizando. En otras palabras, salí más recuperado
y como lógica consecuencia, pude estar más tranquilo.
Fuimos derrotados, es cierto, pero poco después conseguí la Presidencia de la Comisión de Minería del Senado, desde donde continué hasta obtener la formación de una Comisión Especial, destinada a investigar, conocer e informar por qué las cifras no calzaban y
las multinacionales no pagaban impuestos.
Los senadores de esta Comisión Especial, junto con los especialistas
de Impuestos Internos y algunos de nuestros asesores como Julián
Alcayaga, constataron cabalmente lo que veníamos denunciando.
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EL QUE NADA HACE, NADA TEME
Mientras organizo la biblioteca, el silencio y la soledad me sirven
para meditar y recordar con tristeza algunos hechos: el accidente, la
craneotomía, mi madre y yo internados en la misma clínica al mismo tiempo. Ella no se encontraba muy bien a sus 100 años de edad
y fue una decisión acertada. Inadvertidamente estaba iniciando un
proceso que, en menos de tres meses, culminaría con su muerte. En
este escenario, después del funeral de mi madre es que me enfrenté
al proceso judicial.
En el Senado le comenté al entonces presidente de la Democracia Cristiana, Adolfo Zaldívar, lo que se me venía encima. Me dijo: “Cualquier
cosa puedo creer, menos el contenido de la imputación que te hacen”.
Llamó a sus amigos los abogados Ramón Briones y Hernán Bosselin
para que se preocuparan de mi caso.
Aún sin tomar en serio el peso de las acusaciones, fui a conversar con
estos dos connotados profesionales. Les conté que había ido a visitar
al Fiscal Nacional Guillermo Piedrabuena, al cual le dije: “El que nada
hace, nada teme” y que por lo tanto estaba dispuesto a declarar cuanto
antes frente al Fiscal que él había asignado, Xavier Armendáriz, lo que
ocurriría cuatro días después.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Bosselin y Briones se escandalizaron y me dijeron que por ningún
motivo debía ir a declarar mientras no estuviese cerrada la investigación. Además, gozando del fuero parlamentario podía declarar por
exhorto y a través de un escrito que sería preparado por abogados.
La misma reacción tuvieron otros senadores y amigos del Congreso:
de no presentarme a declarar personalmente. Acepté entonces que
Briones y Bosselin hablasen con Piedrabuena y Armendáriz, y dejaron acordado lo mismo que me expresaron, en cuanto a que concurriría una vez terminada la investigación.
Craso error el mío al creer que “el que nada hace nada teme”. Más adelante comprobaría que por esta actitud se desencadenarían resultados
impensables para esos días, en que estaba más preocupado de mis problemas familiares que de cualquier otra cosa.
Pronto Adolfo Zaldívar me diría que se había presentado el ex-senador socialista y destacado abogado Hernán Vodanovic, dispuesto
a defenderme gratuitamente. Conocía a Vodanovic del tiempo en
que ambos coincidimos en el Senado y era especialista constitucional. No tuve inconvenientes, sobre todo, porque a esas alturas
del proceso me parecía absurda cualquier acusación, más aún si se
trataba de abusos deshonestos, es decir, tocar a alguien de manera
sexualmente sospechosa.
Tal vez si me hubiesen acusado de “picado de la araña” o de “mujeriego” me hubiese preocupado más. Seguía pensando, todavía a esas
alturas, dentro de mi concepción original, en cuanto a que “el que
nada hace nada teme”.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
En el sur, mis amigos y ex-diputados José Peña y Camilo Salvo me
ofrecieron hacerse cargo de mi caso en las instancias judiciales que
se desarrollasen en Temuco.
Al poco tiempo, José Peña me dijo que ellos no dominaban el nuevo
procedimiento procesal pero tenían el nombre de un joven abogado.
Así conocí a Matías Balmaceda. Nos reunimos en la oficina de José
Peña, se distribuyeron las tareas y todos se pusieron a trabajar, mientras yo me bamboleaba en una mezcla de sentimientos, esperanzado
y atemorizado por los artículos de la prensa.
Recordando todos estos sucesos, ayer fue 18 de Septiembre, uno
más en la cárcel. Alguien se opuso a celebrar juntos el módulo J Sur
y Norte, como el año anterior, pero de todas maneras con algunas
franquicias que nos dieron se compró la carne, trajeron de alguna
parte una parrilla y carbón y así nos preparamos para celebrar los
días patrios. Gente de otros bloques me pidió una reseña escrita
para recordar a todos el significado de estas fiestas. Lo hice con
agrado, naturalmente, y miré con alegría que hicieron un papelógrafo con las frases que les había insinuado dentro del resumen que
les había preparado.
Tal como lo había hecho tantas veces para acompañarme en estos
meses de dolor y depresión, estaba con mi hija Carolina, quien había viajado desde Buenos Aires -lugar de su actual residencia- para
visitarme. Ese día, yo escribía y Carolina traspasaba lo escrito para
este libro a un computador que habíamos acondicionado, después
de una dificultosa conversación, en la biblioteca del Penal.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
No fue un mal 18 de Septiembre y me agradó ver la alegría de algunos presos, para muchos de los cuales seguramente la carne asada es
un placer que conocen muy de lejos y otros tenían el recuerdo de
otros asados, cuando estaban en libertad. Todo el mundo parecía
contento. También los gendarmes, algunos de los cuales se sentaron
a la mesa con nosotros.
Por cierto no dejé de acordarme de las diferencias en la celebración y
participación de los senadores en las ceremonias oficiales, todo bastante más formal, incluso un poco engolado. El almuerzo del 18 en
los comedores del Senado es abundante, sabroso, lleno de anécdotas
personales, pero tal vez -y puedo equivocarme- muy frío, impersonal, cada uno pensando en sí mismo o en cómo volverse pronto a
Santiago. Eso sí, el ambiente es aliñado con los periodistas merodeando a la caza de noticias, o pendientes de quien cometiese un
error o dijese algo equivocado o malo. Quien dijese buenas noticias
no era tomado en cuenta.
Será por eso, después de año y medio aquí en la cárcel, que la prensa
aparece para hacer una nota sobre quién me visita y, a partir de eso,
se tejen suposiciones y elucubraciones en muchos casos, perversas.
Es francamente demoledor ver cómo presentan las pseudo noticias
que ellos fabrican. No puedo pensar de otro modo, si a estas alturas
aún siguen tratando de oscurecer todos mis asuntos, especialmente
para convencer a la opinión pública de sus dichos, que en la mayoría
de los casos son falsos. Esto fue lo que me hizo comenzar a sospechar
que existía y existe hasta hoy un hilo conductor invisible: No puede
ser casual.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Cuando me llevaban a una clínica ya estaban los periodistas atentos
al momento de la salida. Cualquier actividad externa que realizara,
donde quiera que fuese, ahí estaban. Cuando tenía visitas extraordinarias ya estaban. No quise recibir nunca a periodistas que parecían
ensañados conmigo, como si tuviesen una pauta en mi contra, con
noticias basadas en especulaciones - nada favorables por cierto- para
mantener vivo el tema en la opinión pública, echándole más basura
y más porquería encima. Las noticias buenas en mi caso no existen:
No son noticia. Nada decente puede ser aceptado como noticia si
ésta me favorece.
Algunos periodistas son así: no les importa nada, ni el pesar, el daño
que causan, ni el dolor ajeno que provocan con sus artículos especulativos sin tener base real alguna, y que apenas disimulan el espíritu
sinuoso y perverso de quien mueve y dirige los hilos de la infamia
por detrás.
Traumado, dejé de ver noticias nuevamente en televisión y de leer
los diarios. Es más sano ignorar las estupideces que se me inventan.
Escribo en la biblioteca. Es un 19 de septiembre y me acompañan 3 mil
libros. Me dejo llevar por ideas para hacer un registro de ellos, cómo
hacer para organizarlos con un sistema expedito para ubicar los títulos,
los autores, las especialidades, los temas.
Afortunadamente, visité muy a menudo la biblioteca del Congreso
antes y después del año 1990 y algo aprendí, pero aquí la infraestructura y los elementos disponibles son pocos y diferentes, todo lo cual
lo hace difícil cuando además estoy solo, sin otra persona que me dé
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Ediciones Radio Universidad de Chile
ideas para ordenar eficientemente esta biblioteca. Aun así, estoy decidido a llevarla adelante. Es lo que me anima en mi vida cotidiana.
Con envidia recuerdo los trabajos de Ximena Feliú, directora de la
Biblioteca del Congreso y cómo me contaba en detalle sus avances
y reformas. Aquí eso es prácticamente imposible. Ha sido necesario
inventar creativamente otra fórmula, pero poco a poco y con constancia logré crear un pequeño sistema eficaz y adecuado para las
necesidades de los presos y gendarmes. Debo decir, con gusto, que
todo se ha hecho sin dinero alguno.
Instalado en la biblioteca comencé a recibir las más variadas consultas, no sólo sobre novelas, sino también sobre poesías y libros escolares e infantiles. Esto me obligó a prepararme sobre los diferentes
temas y a leer bastante sobre todos ellos, tarea que asumí con entusiasmo entre las clases de electricidad, que recibíamos un grupo de
internos en las mismas instalaciones.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
los demás, lo que me permitió darme cuenta que más allá de mis
amarguras, es importante para los presos y los gendarmes, disponer
de algo para crecer interiormente con la cultura que proporcionan
los libros. Sin preconceptos, los reclusos no son todos ignorantes o
tontos. Hay gente muy inteligente, habilidosa e interesante. De ellos
ya he aprendido muchas buenas cosas, algunas mejores incluso que
las de antaño, cuando me encontraba en libertad.
Era muy joven e impetuoso cuando llegué por primera vez a la Cámara de Diputados, por allá en 1957 y, tal como esa vez, en que tenía
por delante muchas alternativas, hoy siento que el futuro depende
de mis decisiones y es mi futuro, en esta ocasión.
Dentro de las peticiones que recibía, me llegaban consultas sobre
agricultura y los diversos aspectos jurídicos de sus casos, por lo que
lamenté haber dejado mi profesión de abogado casi cuando comenzaba. De todas maneras pude dar algunas recomendaciones generales, basadas en las mismas leyes que me tocó aprobar como legislador, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado.
Casi sin advertirlo, esta nueva actividad comenzó a consumir más y
más de mi tiempo y así logré llenar mis horas vacías, dándole sentido al paso del tiempo y recuperando mi confianza. Fue una buena
decisión que, como tantas otras en el pasado, estaba volcada hacia
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COMIENZOS DEL JUICIO
Aun cuando en tiempos de la dictadura había sido investigado y
perseguido constantemente, no sólo por parte de los organismos
de inteligencia, sino también por Impuestos Internos y cualquier
entidad que pudiera entrometerse en mi vida privada, con su feroz
control nunca encontraron nada ni descubrieron algo incorrecto en
mi conducta o personalidad. Poder decir siempre lo que he pensado sin cortapisas, exige cuidado tanto en las actuaciones como en la
manera de ser. Esa línea de conducta no la he variado jamás. Otra
“investigación” no me parecía alarmante.
La entonces directora del Servicio Nacional de Menores (Sename)
de la IX Región, Blanca Beraud, que formaba equipo político junto a
otros personajes como el entonces diputado Francisco Huenchumilla,
había acudido a la directora del Sename, Delia Del Gato, y al subsecretario de Justicia Jaime Arellano, para pedir que se designase un
tercer fiscal que investigase las denuncias en mi contra, ya que los dos
anteriores -sucesivamente- las habían desestimado por no encontrar
pruebas que sustentasen las acusaciones hechas tanto por el periodista
de Canal 13 Emilio Sutherland, como por la cuidadora de mi parcela
en Metrenco, esta última involucrada en un robo a dicha propiedad.
157
Ediciones Radio Universidad de Chile
Hay que recordar también que yo mismo había hecho denuncias
anteriores en contra de la directora regional del Sename ante la
Contraloría Regional por exigirles dinero a los integrantes de esa
repartición y haber falsificado su título de abogado para percibir
la asignación por título, por lo que ya estaba prácticamente lista su
destitución.
de manera negativa las acusaciones). Durante la realización de esta
campaña había denunciado lo que estaba ocurriendo con insistencia
en las reuniones almuerzo que realizábamos con los senadores en el
comedor del Senado. Estaba en absoluto y total conocimiento de los
hechos presentados ante todos los senadores de la Democracia Cristiana, y a través mío ellos pudieron saber lo que estaba sucediendo.
Poco antes de mi procesamiento, aporté a las autoridades correspondientes fotocopias de los cheques con que se le había pagado
y sus antecedentes universitarios, en donde constaba que Blanca
Beraud sólo había cursado el primer año de estudios de Derecho.
Sin embargo, Delia Del Gato pidió a Contraloría que detuviese
el sumario, para que el propio Sename hiciera una investigación
que dio como único resultado la aplicación a la directora regional
de una amonestación y una disminución de 5% en el sueldo que
percibía; y que comprendía, entre otros, pagos de la Subsecretaria
de Justicia, a cargo de Jaime Arellano, por hacer estudios jurídicos.
¿De una persona sin título de abogado?
La primera señal de que algo andaba mal la tuve cuando comencé a
examinar los antecedentes que pude recoger antes del proceso. Había algo extraño en el comportamiento del Gobierno. En mi condición de Jefe del Comité de Senadores DC me reunía una o dos veces
por semana con el Ministro del Interior, José Miguel Insulza, para
evaluar los proyectos que se tratarían durante la semana, conocer
las prioridades del Gobierno, además de ver las cosas extraordinarias que ocurrían en el país. Es importante destacar que, además de
la relación institucional que pudiera mantener con el Ministro del
Interior por mi condición de Jefe de los senadores DC, había tenido
oportunidad de conocer bastante a José Miguel Insulza en Buenos
Aires, con motivo de mi viaje -en tiempos de la dictadura- para alentar a los exiliados en Argentina. La última vez fue en el Luna Park,
en el céntrico Buenos Aires.
Blanca Beraud había participado en la elección de primarias en la IX
Región, junto con Arellano, en donde Huenchumilla perdió frente
a mi postulación, luego de haberle asegurado al gobierno que me derrotaría con facilidad, y recibió como recompensa el nombramiento
por parte del Presidente Lagos como Ministro Secretario General
de la Presidencia, puesto desde el que tenía acceso a todas las instancias gubernamentales, incluyendo la Subsecretaria de Justicia y el
Ministerio Público encabezado por Guillermo Piedrabuena, quien
accedió a la designación del tercer fiscal, para impulsar una investigación en mi contra (a pesar de que ya dos fiscales habían resuelto
158
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Por lo anterior, su actuación me resulta inexplicable. No puedo entender que si el tema era seguido por el subsecretario de Justicia y
debía estar, por tanto, en conocimiento el titular de la cartera, Bates,
primero, y después José Antonio Gómez, no se me hubiese comentado nada. Además de que, en mi calidad de Senador y Jefe de Comité
DC y conociendo los hechos desde su denuncia -el 6 de mayo del
2004 (fecha de mi cumpleaños)- no me hubiese dicho o preguntado
159
algo entre mayo y octubre. A primera vista algo inexplicable, sobre
todo si el Gobierno tenía desde bastante tiempo antes información
sobre mis denuncias de corrupción en el Sename regional, las que
habían sido ratificadas por la Asociación de Empleados de este organismo, según consta en los documentos que obraban en mi poder
y en el de ellos, por lo que era evidente la vinculación entre una y
otra situación.
Me di cuenta de la profundidad del tema cuando, con posterioridad,
el fiscal Xavier Armendáriz declaró a la prensa escrita que “se conformaba” con sacarme del Senado.
Los que han cometido delitos de abusos deshonestos, han recibido
penas menores a tres años y un día. No conozco a nadie que haya
cumplido su condena, en presión efectiva, ni bajo el antiguo código
de procedimiento ni con el nuevo Código de Procedimiento Penal,
y yo que no he cometido el delito recibí una condena de 5 años con
reclusión efectiva en prisión. Insisto: No hay ningún preso por abusos deshonestos (que no es lo mismo que abusos sexuales) que esté
en la cárcel, salvo yo.
Se me acusó y se me condenó por abusos deshonestos. El nuevo Código tipifica todo este tipo de hechos bajo el mismo nombre, como
abusos sexuales, lo que ante la opinión de la gente y con la ayuda de
la prensa, aparece como que estoy condenado por abusos sexuales
reiterados, induciendo así al error y el engaño a la opinión pública
y asegurar y fijar en la memoria pública que soy un violador. Eso es
también falso.
EL JUICIO ORAL PÚBLICO
En Chile la Reforma Procesal Penal entró en vigencia en las ciudades
de La Serena y Temuco en plan “piloto”, en diciembre del año 2000.
Paulatinamente se fue extendiendo por las regiones hasta llegar, cinco
años más tarde a Santiago (16 de julio del 2005).
Este procedimiento procesal señala que todo imputado tiene derecho a
un juicio oral público. Un fiscal investiga y aporta pruebas y un tribunal
compuesto por tres jueces dictaminan en derecho si el imputado es culpable o inocente. Esta es la regla para garantizar la plena independencia
al fallo. Debido al enorme poder que se le entrega al fiscal, se nombra
un juez de garantía para hacer respetar los derechos del imputado, presuntamente inocente hasta no ser comprobada -claramente- su culpabilidad. Todas las diligencias del fiscal deben ser autorizadas por ese
juez de garantía y entre ambos debe existir absoluta independencia.
El Juicio Abreviado
Cuando el fiscal no tiene suficientes pruebas o, por lo mismo, el juicio, puede prolongarse, se establece el juicio abreviado. El fiscal -y
sólo el fiscal- ofrece este tipo de procedimiento. Para que proceda se
requiere un acuerdo entre el imputado y el fiscal.
161
Ediciones Radio Universidad de Chile
Para que exista la posibilidad de este acuerdo -que es de la esencia del juicio abreviado- el fiscal debe ofrecer mejores condiciones
que las que le podrían sobrevenir al imputado en el juicio oral. Si
no fuere así, jamás un imputado aceptaría un juicio abreviado. En
el juicio oral el imputado tiene derecho a defenderse públicamente y tal vez, por falta de pruebas, ser declarado inocente, también
públicamente.
En síntesis, la naturaleza del sistema indica que cuando el fiscal no
dispone de suficientes pruebas para ir al juicio oral, para llegar a un
juicio abreviado, debe existir un acuerdo claro, debidamente aceptado por el imputado. Y que para que éste lo acepte, el fiscal debe
ofrecer una pena menor a la que le pudo corresponder en un juicio
oral público.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Los acuerdos judiciales nunca pueden ser personales ni ajenos al
imputado ya que se atenta en contra del debido proceso. Un Juez
de Garantía debe hacerlo respetar para no caer en una aberración
jurídica.
¿Por qué la juez de garantía no hizo respetar el acuerdo y no dio lugar a la nulidad reclamada con los nuevos abogados? Sencillamente
porque ella estuvo en el acuerdo y al ser así, estaría cometiendo el delito de prevaricación ya que se le exige al juez independencia total.
De acuerdo a las circunstancias descritas no hubo Juicio Oral Público Normal sino un juicio abreviado. Siendo de la esencia de un
acuerdo una pena menor (que no se respetó como lo reconoció públicamente Balmaceda), significa que tampoco tuve un juicio abreviado propiamente tal.
No hay más alternativas. El fiscal no ha conseguido pruebas suficientes por lo tanto el imputado sigue siendo inocente. Al aceptar el
procedimiento abreviado, el imputado debe reconocer el expediente
formado por el fiscal y renunciar a su defensa. Si lo hace, es porque se
ha llegado a un acuerdo. Y en éste, la pena es menor a la que le correspondería en el Juicio Oral Público.
El Fiscal logró sacar del Senado a un parlamentario que nunca tuvo
o tiene una sola anotación, ni aun durante la dictadura, que jamás
dejó de investigar, y que, por su carrera de servicio y conocidos
actos públicos obtuvo la primera mayoría nacional, cada vez que
fue a una elección.
Según Armendáriz, ya en abril ofreció el juicio abreviado, el que no
le fue aceptado. Posteriormente volvió a ofrecerlo en junio y éste fue
aceptado por el abogado Matías Balmaceda. Un acuerdo que negué
y, además, pedí su nulidad, cambiando de abogados antes de la dictación de la sentencia. Balmaceda justificó que -con el cambio de
abogados- el fiscal Armendáriz se había sentido con el derecho a no
respetar el acuerdo.
A pesar de los antecedentes, este parlamentario fue declarado por una
institución, en un examen externo previo a la sentencia, como un “peligro público”. Lo que nunca obtuvo la dictadura se logró en democracia: llevar a la cárcel a una persona que había sido cuatro veces diputado y otras cuatro veces senador, siempre con las más altas votaciones,
Jefe de los Diputados en el ayer y en el momento de la acusación Jefe
de los Senadores DC. Por cinco años presidente de la Comisión de
163
Hacienda del Senado y Presidente de la Comisión de Presupuesto del
Congreso Nacional, que es la comisión más importante del Congreso
porque establece el gasto público y los fondos para cada una de las
instituciones del Estado y los planes y proyectos del Ejecutivo.
Pero Armendáriz, en el fulgor del establecimiento de la reforma
procesal, logró su propósito y fui arrancado del Senado, pese a los
antecedentes, sin pruebas serias ni responsables.
EL CANAL 13
Y SU PROGRAMA CONTACTO
En el expediente que se me entrega, no el existente en sí en aquel entonces, ya que el ocultamiento de información era la práctica usual
de los fiscales a cargo de la investigación, aparecían diversas declaraciones de personas que habían trabajado en mi parcela de Metrenco, cuyos protagonistas de esta obra macabra eran los mismos que
figuran como “pobres trabajadores” “Víctimas” de Lavandero en el
Programa Contacto.
Iván Cuevas A., Gilda Concha Marquezí, pareja de convivientes que
ingresaron a trabajar en el año 2001 a mi parcela de Metrenco, recomendados por Rafael del Canto, quien fue mi amigo, cercano a mis
campañas políticas, al que trasformé en el responsable de mi oficina
de Temuco, hasta que advertí que utilizaba mi nombre para hacerse
aprobar los contratos licitados en obras públicas. Por supuesto que
al descubrir esta situación incorrecta guiada por una ambición desmedida, envié una circular a la Dirección de Obras Públicas para
frenar este tipo de situaciones anómalas. En fin, luego se transformaría en uno de mis detractores políticos y uno de los artífices de la
campaña de desprestigios en mi contra, incluyendo su participación
en el programa Contacto.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
A fines del año 2002, comienzos del 2003, Iván y Gilda me señalan,
en forma genérica, que les habían ofrecido dinero para “espiarme”.
Sin darle mayor importancia les señalé que “el que nada hace nada
teme” y continué con mi rutina de siempre. Sin embargo, mi secretario Axel Rivas, un poco más cauteloso, me repitió lo que la pareja
de cuidadores le habían señalado, cuyo mensaje era el mismo. Sin
indagar más allá, y pensando en que sólo se trataba de uno más de
los tantos comentarios, amenazas y rumores, no le dimos mayor importancia, con la salvedad que recordamos en aquel momento las
palabras de un integrante de la Comisión de Minería del Senado:
¡Jorge, ten cuidado, por mucho menos de lo que tú has hecho estas
grandes empresas han asesinado gente!, refiriéndose a las empresas
que explotan nuestro cobre.
Quien imaginaría que años más tarde las palabras de la pareja de
cuidadores cobrarían relevancia y sólo servirían para atar cabos
sueltos, los que hoy resultan evidentes al pensar que esas mismas
personas eran las “indicadas” no solo para “espiarme”, sino que para
ser partícipes del complot en mi contra, el que se armó con el único
fin de enlodar mi nombre, quitarme de en medio del lucro desmedido de personas que no escatimaron en verme aplastado, denostado y humillado por los medios de comunicación, pese a mi historial
público y privado.
Según la prueba documental que mantenemos hasta hoy intacta,
con la esperanza de que algún día sirva para un nuevo juicio justo, Ivan y Gilda, la pareja de cuidadores, ya habían recibido ofrecimientos de dinero para “espiarme” de parte de Fradio Pérez, el
vecino de Metrenco, cuando los cuidadores ingresaron a trabajar
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
a mi parcela, a fines del año 2001. Según las mismas declaraciones
de éstos, señalan que “el vecino tenía unos amigos en el canal 13”.
Entonces, ¿alguien se puede explicar el porqué, si a toda la opinión
pública, a todo el pueblo de Chile, y más, con su señal internacional, a todo el mundo les señalaron que la “primera información
de los supuestos abusos los habían recibido a fines del año 2003”,
aparecen indicios de que años antes, a través de este señor Fradio
Pérez, “el vecino”, les habían ofrecido dinero?
Puedo decir, con propiedad y pruebas documentales, que se encuentran en el mismo expediente que se llevó en mi contra, que Emilio
Sutherland, Mercedes Ducci y todos los ejecutivos y miembros de
canal 13 son un puñado de mentirosos, farsantes, maliciosos, que
movidos por quizás qué intereses o sed financiera montaron un “reportaje” para dañar mi imagen pública.
En primer lugar, todos los declarantes provenientes de este canal,
señalan que la pareja de cuidadores llamaron a este mismo para entregarles antecedentes de los supuestos abusos que yo cometía a raíz
de que los habían acusado de robar en mi parcela de Metrenco en
septiembre del año 2003, tras haberse ido de ella en agosto del mismo año. Sin embargo, ¿alguien me puede explicar el porqué, en el
expediente, según los antecedentes entregados por las compañías de
teléfonos respectivas, aparecen llamadas telefónicas entre Sutherland
y la mujer, Gilda Concha, en mayo del mismo año? Esto da a demostrar que la relación, el contacto, la unión, o mejor dicho, el complot,
era de mucho antes de lo que precisan todos, tanto a la opinión pública, como a los propios fiscales, inclusive antes que Emilio Sutherland
fuera contratado por el Programa televisivo en cuestión.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
En segundo lugar, esta misma mujer me acusó públicamente, a través de este mismo canal, de haber abusado de su hija Sandy. Tengo
en mi poder una declaración de esta misma de cinco meses antes,
donde relata su pésima y nula relación con su madre, y a la vez, y lo
más importante, que “nunca vivió ningún acontecimiento de connotación sexual en mi casa”, dejando en claro que su madre mentía al
respecto. Sin embargo, meses después, con quizás qué ofrecimientos
y retribuciones la hacen declarar lo contrario, acusándome de la más
deleznable imputación. Cabe señalar que la primera declaración de
Sandy obliga a cerrar la investigación que se había abierto tras la
acusación falsa de la madre de ésta, Gilda, ya que por relato de la
misma menor se había comprobado la falsa acusación, donde los
mismos fiscales que habían estado investigando señalan que “todo
les parecía un acto de revancha y nada creíble”.
No quedando satisfechos con su maldad de ser capaz de vender a su
propia hija, esta pareja de cuidadores declaran que habían sido testigos de otro abuso. Involucran a Ivonne, una niña que efectivamente
había estado en mi casa y frecuentaba mi oficina ya que su madre trabajaba de comerciante ambulante en el centro de Temuco. Esta menor
visitaba a diario a mis secretarias, se había ganado el cariño de todos
por provenir de una familia sumamente modesta, con problemas que
en ese entonces me parecían superables con la ayuda económica que
la madre me solicitaba personalmente en mi oficina, tal como lo hacían cientos de pobladores y dirigentes de organizaciones sociales que,
como todos saben, pertenecen a una de las regiones más pobres de
este país. Sí, en efecto era caridad lo que yo hacía, pero no pueden
juzgarme por esto, yo nada pedía a cambio, ni el voto en tiempos de
elecciones, sólo pedía que juzgaran mis intenciones y actuaciones para
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
con ellos y mi país en general, el que recorrí día a día en mis 54 años de
vida política para y con mi pueblo.
Es doloroso recordar. Recordar a esa familia me causa un gran dolor,
y como decía, Ivonne era una niña de cerca de 14 ó 15 años, con excelente situación académica, pero con una vida miserable. Tiempo
después, cuando se formalizó la investigación en mi contra, me enteré que ella estaba involucrada en las acusaciones. Cómo podía imaginar que una niña, a la que tratamos de proteger de los malos pasares
de la calle, iba a ser utilizada para una acusación tan ruin. Hoy trato
de buscar una explicación, y creo que jamás podré encontrarla. En
medio del proceso, sin pedirlos ni buscarlos, llegaron a mi oficina
muchos antecedentes de la familia de esta niña, inclusive desde su
propio hermano Eduardo Ormeño, que insistentemente trataba de
hablar conmigo diciéndome que “todo era un negocio de su madre”,
y que por razones obvias, me negué una y otra vez a reunirme con él,
dejándole este asunto a mi abogado. No queríamos caer en trampas,
como las que muchas veces nos quisieron interponer, incluyendo
desde algunos miembros de la policía de investigaciones.
Entre los antecedentes, se nos señaló que habían reunido una gran
cantidad de firmas en la población donde vivía esta familia, con el
fin de sacarlos del lugar donde habitaban, ya que tenían un prontuario de infinitas fiestas donde llegaban choferes de micros, a los que la
madre acostumbraba a ofrecer sus hijos a cambio de dinero. En efecto, teníamos entre nuestros listados de testigos a estos mismos choferes y vecinos que declararían a nuestro favor. También nos entregaron los expedientes del hermano de la niña que contenían informes
sociales y psicológicos de la familia, por el absoluto abandono de los
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Ediciones Radio Universidad de Chile
hijos de la señora María Herrera, madre de la niña, como así mismo
los antecedentes de abuso sexual al interior de la misma familia. En
fin, hoy rstos antecedentes quizás sirvan para “justificar”, tal vez, su
tan despiadada acusación.
No es mi intención denostar a nadie, sin embargo el tema en cuestión es necesario para aclarar que Ivonne, la niña que utilizaron para
la condena pública de mi persona, la que participa del montaje escénico en mi parcela, en que aparentemente le doy una nalgada en el
trasero, estaba concertada con el canal 13, a través de su periodista
Emilio Sutherland, y con Gilda Concha, la cuidadora, la que abiertamente declara en el expediente que antes de que este mismo se
abriera en mi contra se habían reunido en varias oportunidades, describiendo alguna de ellas. Ante esto tengo algunas preguntas, que
aunque parezcan obvias, no nos dieron cabida en un juicio oral. ¡A
veces una pregunta vale más que mil respuestas!
¿Por qué después de tanto tiempo de reuniones entre Sutherland,
Gilda e Ivonne, esta última declara haber sido objeto de abusos deshonestos? ¿Por qué, si canal 13 estuvo filmando por más de 2 años
antes que se iniciara el juicio en mi contra, no pudo lograr ni una
sola imagen de los supuestos abusos? ¿Por qué Xavier Armendáriz,
el fiscal “estrella”, tuvo que ir hasta la casa de Ivonne para obtener
una declaración en mi contra sin nunca una denuncia de por medio?
¿Por qué, si canal 13 y la pareja de cuidadores sabían de los niños: la
dirección, nombres completos, colegios donde estudiaban, etc., no
les entregaron estos antecedentes a los fiscales anteriores que iniciaron el proceso en mi contra?
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
NO, no digan que no fue premeditado; bien describió Hector Toledo6 la fabricación del video que salió al aire en enero del 2005, el
cual marcó el principio de mi ocaso público con imágenes estratégicamente construidas para hacerme aparentar como un monstruoso
ser al que había que linchar:
“Esta construcción de argumento subliminal fue deliberada y con mucha minuciosidad técnica para hacer caber la totalidad del sonido -la
imagen con figura- y total oscuridad, en un segundo. Tiempo suficiente
para que el ojo vea y el oído escuche, pero la conciencia no distinga”.
En efecto, las declaraciones presentadas en canal 13 constituían la
más vulgar de las mentiras, sin dejar al descubierto que “TODOS
LOS DECLARANTES”, que ahí aparecen, se conocían entre sí y
estaban concertados, según pudimos deducir a partir de las propias
declaraciones que aparecen en el expediente. Es más, si cualquier entendedor, sin ser especialista en ninguna materia de derecho, quisiera y se atreviera a comparar las declaraciones de estos personajes del
canal 13 con las declaraciones del expediente, realizadas por ellos
mismos ante el “fiscal Estrella”, como lo denominó el canal de los
angelitos, podrían deducir, sin gran estudio del mismo, que son totalmente contradictorias y totalmente apartadas de la verdad.
Sin embargo, nosotros teníamos pruebas que demostraban las mentiras de cada uno de los integrantes del Clan de Sutherland, teníamos en nuestro poder algunas declaraciones juradas, cartas, documentos que nos habían enviado amigos, familiares y vecinos de los
que aparecen como “protagonistas de la mentira” en mi contra, pese
6 Prestigioso Académico de la Universidad de Santiago de Chile, quien elaboró un artículo
titulado… para ser presentado al momento del juicio oral.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
al miedo suscitado y a las amenazas de sus cercanos para seguir hasta
el último por ocultar la verdad que habría llegado a demostrarse en
el juicio oral.
Es así, como, por ejemplo, Eduardo Andrés Ormeño Herrera, señala
en una declaración jurada “que las acusaciones realizadas por su familia hacia mí son absolutamente falsas”, y que “por amenazas de su
madre no puede decir lo que ha visto y oído, o su madre iría a parar
a la cárcel”.
Es efectivo que todos temían que fuera declarado inocente en un
juicio oral, ya que no sólo se habría hecho justicia con los injuriosos y calumniadores que declaran en mi contra, sino que también
se habría caído el sistema judicial nuevo completo, incluyendo a los
sujetos que componen el mismo. Y peor aún, canal 13 se habría ido
a la quiebra mucho antes de lo ocurrido en los últimos tiempos, ya
que no sólo me habría conformado por un monto indemnizatorio,
como debió cancelar con el caso Geisha o Novoa, sino que habría
mandado a la cárcel a todos los artífices de esta gran mentira en la
que me encuentro sumergido, sustentada por muchos del Ministerio Público que no escatimaron en gastar millones y millones de pesos, de todos los chilenos, en viáticos, millonarias sumas de dinero
canceladas por honorarios de supuestos profesionales como Barudy,
cinco fiscales que no descansaron hasta convencer, quizás con qué
contrapesos, a mi abogado para no ir al juicio oral, como ya lo he
explicado en reiterados puntos. Etc., etc., etc.
Pero el peso de la conciencia ha podido más que un puñado de lentejas, y así es como uno de los declarantes, que presentaron como
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
víctimas, ya al menos me pidió disculpas públicas a través de dos
medios escritos, Diario La Tercera y Diario Austral, los cuales fueron los únicos, aunque en letra chica, publicaron el desmentido.
Sin embargo ya el daño estaba hecho y consumado, y de nada ha
servido su confesión donde declara que los fiscales le habrían cancelado una determinada suma de dinero para que declarara en mi
contra, así como también, sus relatos detallados sobre la presión y
confabulación de los fiscales con los personeros que aparecen en el
programa Contacto.
En relación al programa emitido el día 13 de enero del año 2005,
muchas personas hablaron de lo “piadosos” que fueron “los del 13”
al esperar la formalización de los cargos en mi contra para luego sacar el programa al aire. Pero nadie sabía que con mucha antelación
a las fechas que entregan en el expediente de Armendáriz y en el
programa al aire, el periodista Sutherland y su equipo preparaban
un montaje “mortal”.
Mercedes Ducci aquel día señala: “En toda nuestra investigación,
que duró más de un año, actuamos con la misma prudencia y cautela”,
mientras que Emilio Sutherland, en su declaración al fiscal Armendáriz del 5 de noviembre de 2004 al respecto dice: “…El año pasado
surgió la primera información sobre este tema en el último trimestre
de 2003, debe haber sido a fines de agosto del 2003, de una persona
de nombre Fravio o Flavio Pérez, quien me contactó por teléfono desde
la Novena Región, quien es propietario de un camping aledaño a la
parcela del senador Lavandero... Esta persona me ofrecía contactarme
con una pareja que trabajaba para el senador Lavandero como cuidadores...”. Aunque sea repetitivo, la cuidadora y el periodista ya
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Ediciones Radio Universidad de Chile
mantenían conversaciones muchos meses antes de la fecha que
dan en estas declaraciones, en tanto queda demostrada la confabulación de estos personajes siniestros.
En la declaración que realiza Raúl Castillo, camarógrafo de canal
13, el cual tuvo una hija, Belén, con una de mis supuestas víctimas, se comprueba, por sus propias palabras, “que a fines del año
2003 tenían casi la totalidad del reportaje armado”. Nadie, ningún
periodista, por trabajólico que sea, puede lograr realizar tantas
entrevistas al mismo tiempo de gente que aparenta ser inconexa
entre ellos. Esto sólo tiene la explicación que quiero establecer en
este libro, y que demuestra que todo fue armado, construido, con
propósitos que algún día florecerán y demostrarán mi inocencia a
través de la justicia terrenal.
Es justamente ahí, cuando ya todos los declarantes en mi contra habían participado del reportaje, cuando todo comienza, escabulléndose en la acusación de robo en mi parcela de parte de los cuidadores Iván y Gilda, quienes se llevan el rol protagónico del reportaje
en cuestión, y seguramente por su brillante actuación, y la de sus
aliados, tendrían un Oscar.
En efecto. Todos fueron muy bien asesorados y guiados durante la
programación del complot. En mayo del año 2004, cuando ya estaba
listo más de la mitad del reportaje, según el camarógrafo, con todos
los discursos de los declarantes se abre el primer expediente por presuntos abusos deshonestos. “Nadie quería realizar una denuncia en
mi contra”, pese a las insistentes acudidas de Iván y Gilda a la fiscalía
y al Sename, acompañados, siempre, de Emilio Sutherland, y, como
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
he sostenido, una pregunta vale más que mil respuestas: ¿por qué
Sutherland no entrega los antecedentes y videos que ya tenía en su
poder a los primeros fiscales que investigaron el caso?, ¿esperaba que
Armendáriz llegara a la zona para entregarle “el material”?, si esa no
era la intención, así fue como sucedió.
A fines del año 2004, Emilio Sutherland se decide a entregar “el material construido”, y se entrevista con María Elena Santibáñez, quien
participa como puente con el entonces fiscal Nacional Guillermo
Piedrabuena, el que nada demora en nombrar a Armendáriz para
que vaya a la “zona” e “investigue”. Sin embargo, 3 días se demora
éste no solo en encontrar a las supuestas víctimas, sino que también
en tomarles declaraciones a casi la totalidad de los supuestos denunciantes, a los mismos que, pese a salir a rostro descubierto en el reportaje Contacto (un año antes, cuando se realizaron las filmaciones), decían que no querían realizar denuncias por “temor a posibles
represalias de mi parte” por hablar en mi contra.
En relación a las personas que aparecen en el programa Contacto, en
su totalidad se hacen llamar “testigos de contexto”, las que Armendáriz utiliza para determinar algo así como un “patrón de conducta”, es
decir, pese a todo lo horrendo de lo que significaba la acusación que
se me estaba imputando, además, para demostrar lo indemostrable,
presentaron a personas de dudosa reputación que decían haber sido
abusadas hace más de 10 años atrás. Lo curioso es que el relato en sí,
de cada uno de ellos, es muy semejante unos con otros. Aparentemente se demuestra que el tutor u asesor de estos realizó muy bien
su trabajo y logró persuadir a sus alumnos.
175
Ediciones Radio Universidad de Chile
Finalmente, Mercedes Ducci culmina el reportaje con “palabras de
oro”: “tuvimos siempre en cuenta que todos tenemos el beneficio de la
duda. Y que el señor Lavandero no es culpable hasta que la Justicia
lo determine así”. Pese a estas palabras de la conductora, “blanca y
limpiamente vestida aquel día”, como si en ella estuviera reflejada
la pureza y la verdad mimetizada en su radiante vestimenta y taza
de café, mi futuro estaba resuelto judicial y extrajudicialmente. Instalaron no solo la duda sobre mi inocencia, sino que peor aún, me
declararon culpable desde el comienzo. No me dieron tregua para
defenderme. La persecución comunicacional fue brutal.
En palabras del Académico Héctor Toledo7, quien describe extraordinariamente el video del programa Contacto, en el reportaje
en general:
“…se usa una música subliminal, con sonidos guturales, otros como latidos de un corazón asustado, golpes de gong como explosiones, campanas, aullidos lejanos, gruñidos como de perros o cerdos, asociadas a la
figura del senador. Se insertan escenas crepusculares, o se presentan en
blanco y negro o en un color verdoso fangoso que deforma al Senador,
fundamentalmente alrededor de los ojos.
Es el video, sin lugar a dudas, un panfleto injurioso, laboriosa y deliberadamente trabajado…”
En conclusión, fueron tantas las contradicciones y falsedades que se
fueron acumulando en el proceso por utilizar el programa Contacto
del canal 13, que Armendáriz tuvo que cambiar hasta las víctimas
que había utilizado para la formalización en mi contra. Pero además
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7 Prestigioso Académico de la Universidad de Santiago de Chile, quien elaboró un artículo
titulado “Un montaje en escena”, para ser presentado al momento del juicio oral.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
descartar el juicio oral, en el que las pruebas esgrimidas se le derrumbaron “como un castillo de naipes”, como lo descubrió primero el análisis que hizo el fiscal Nacional, y de allí nace la exigencia transmitida
a Armendáriz de transformarlo en un juicio abreviado para el que no
se requería prueba alguna, sino en este caso la aceptación por Balmaceda de un acuerdo para dejar atrás el juicio normal oral e ir al juicio
abreviado, única manera de lograr una sentencia condenatoria.
El Canal 13 señaló que estuvieron filmando durante 14 meses en
la parcela de Metrenco. Sin embargo, en estas filmaciones sólo se
exhibió que una niña pasaba vestida por el costado del río Quepe al
lado de Jorge, donde éste supuestamente le daba unas nalgadas.
Esta filmación, cuando sale al aire, la exhiben en cámara lenta para
tratar de manipular la subjetividad del espectador, haciéndole creer
que en vez de nalgadas son caricias en el trasero.
En el expediente figuran reuniones entre el periodista Sutherland,
de canal 13 y Gilda Concha, en la que, esta última, concurría con
micrófonos ocultos facilitados por el propio canal de TV, con el fin
de obtener declaraciones de parte de los niños que hoy culpan de
abuso a Jorge. Las reuniones se concretaron con la menor Ivonne, la
que el 19 de diciembre acude a la parcela para entregarle a Jorge una
muñeca de soff fabricada por ella.
En el video Contacto se señala (en el programa al aire) que la menor
ingresó junto a Jorge el día 19 de diciembre a las 11 AM y permaneció
hasta las 16 PM. Sin embargo, en los registros de llamados aparece un
cruce desde el teléfono de esta niña al de Jorge a las 12: 38 PM, lo que
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demuestra que es falso lo que argumenta y señala Emilio Sutherland a
través del reportaje realizado.
Además, existen las pruebas necesarias para confirmar que Emilio
Sutherland y Gilda Concha estuvieron planeando la acusación que
se dirigió en contra de Jorge, en concordancia con las personas que
declaran, ya que Gilda Concha afirma que ella misma ubicó a los
supuestos testigos y prueba de ello es que todos lo señalan en sus
respectivas declaraciones. Además, y pese a que Emilio señaló que
había tenido contacto con Gilda a fines del 2003, en el expediente
figura un cruce de llamado entre Gilda y Emilio con fecha de 22 de
mayo del 2003, lo que demuestra que es falso que Gilda “habló” de
los presuntos hechos que presenció, cuando fue allanada su casa por
lo del robo, en septiembre, en la parcela de Metrenco.
La emisión del programa Contacto del canal 13, sin lugar a dudas,
produjo un fuerte impacto en la opinión pública, lo que además llevó a presentar una querella de parte de Jorge en su contra, por el grave e irreparable daño que le produjeron a su imagen y familia, con
declaraciones dudosas, como por ejemplo que Juana Chávez limpiara un vidrio empañado por fuera, o que Carolina Chávez, cuando
declaraba, estaba embarazada de una bebé cuyo padre es Raúl Castillo, camarógrafo del canal 13. O bien, que la hija de Victoria Urrutia
escribiera un diario de vida a los 6 años de edad, considerando el
nivel y calidad de la educación existente en ese periodo, y que declarara que le entraron a robar a su casa sólo llevándose el diario de
vida dudosamente escrito. En fin, todas las declaraciones son contradictorias unas con otras y entre víctimas con víctimas y padres de
víctimas con su hijos.
LOS TIEMPOS DE LA
REVOLUCIÓN EN LIBERTAD
He vuelto a recordar algunos de mis pasos por la Cámara de Diputados. Las cosas en esa época eran mas ardorosas, apasionadas, pues
se luchaba por ideas, por ideales y con el convencimiento que dan
los valores y principios más profundos, así como un conocimiento
más estructurado. Hoy todos juegan al “gatopardo”, para que todo
siga igual.
Acordarse de Eduardo Frei Montalva es recordar un ideario brillante y luminoso que abrió paso a la revolución en libertad; las raíces
del humanismo cristiano que las impulsaron; sus reales principios y
valores esenciales en el Hombre, que tanta falta nos hacen hoy día.
En definitiva, Frei Montalva es un recordatorio para los demócrata
cristianos, en cuanto a que nacieron para servir a los demás con la luz
de sus ideas, y no para servirse de los demás con lo peor del materialismo y la resaca del individualismo.
La sociedad que queremos coloca al hombre y a la familia en su centro, mediante la solidaridad y la justicia social. No es aceptable para
un demócrata y cristiano trastrocar estos valores, para sustituirlos
completamente por el egoísmo y el afán de lucro.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Después del triunfo de Eduardo Frei Montalva, éramos 82 Diputados de la Democracia Cristiana y me correspondió ser el Jefe del
comité. Teníamos la oposición de la derecha, minoritaria, pero en
donde había personas muy capaces y con gran experiencia y preparación, y una oposición de izquierda, con 36 diputados, entre radicales, socialistas y comunistas. Estos últimos estaban inscritos como
el Partido del Pueblo, debido a que el Partido Comunista aún se encontraba disuelto desde la presidencia de Gabriel González Videla,
cuando rompió relaciones con los comunistas.
Los diputados DC eran en su gran mayoría muy jóvenes, con sólidos
conocimientos intelectuales, pero que no tenían la experiencia para
luchar con los aguerridos sindicalistas con los que tenían que parlamentar para sacar adelante los proyectos del Gobierno.
Por otra parte, para mí era una dura tarea tener que enfrentar ahora
como DC a mis antiguos compañeros del Frente de Acción Popular (FRAP), pero si había tomado la decisión de incorporarme a la
Revolución en libertad que proponía Eduardo Frei M., tenía que defender a su Gobierno con mis mismas ideas de siempre. Se luchaba y
trabajaba afanosamente y se celebraba con pasión cada logro porque
se sentían como auténticos logros del alma.
Cuando llegué a la Cámara tenía 24 años y la lógica cara de imberbe.
Todavía pertenecía al Partido Nacional Agrario de Jaime Larraín y
Julián Echavarri, que junto a otras fuerzas constituyó posteriormente la Democracia Cristiana. En esos tiempos, se tramitó una acusación constitucional contra Osvaldo Saint-Marie, ministro del Presidente Ibáñez, que me significó hablar por primera vez en mi carrera
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
parlamentaria. Leyendo un papel, con las piernas flojas por los nervios y el miedo, vestido con una chaqueta blanca como se usaba en
aquella época, me aprontaba a comenzar a leer cuando el diputado
de derecha Errázuriz, de unos 120 kilos de peso, comenzó a gritarme: “Ya pus, Lavandero, sácate la chaqueta blanca”. Muy nervioso le
dije al Presidente de la Cámara, Héctor Correa Letelier, que hiciese
respetar mis derechos. Este tocó la campanilla para imponer orden,
pero todo siguió igual. Me enojé y le dije al Presidente: “Si usted no
detiene esto, yo lo haré por mi propia mano”. Como las molestias
continuaron, me paré, subí las escaleras y al pasar junto al diputado
de derecha Salvador Correa, éste me tiró una bofetada al pecho por
lo que me di vuelta, lo alcé en vilo y lo tiré por sobre los asientos
rodando. Seguí y llegué donde el “Mono” Errázuriz, le di dos bofetadas y cayó bajo los asientos. Fue una de mis primeras peleas y origen
de mi fama como pugilista, recordando los campeonatos de box en
la Universidad de Chile, donde participaba en competencias, entre
otros deportes.
Al tiempo hice gran amistad con el diputado Errázuriz, conocido
como el Mono porque, la verdad, no era muy agraciado aunque sí era
muy inteligente. Contaban de él que cuando hizo el servicio militar
y se hacía la cuenta, cada uno iba diciendo su apellido; cuando le
tocó a él, dijo “Errázuriz” y el sargento le respondió: “Oye huevón,
ese será el nombre de tu patrón”.
181
GRATITUD
Hasta la cárcel ha venido mucha gente de mi región, de todas las clases sociales. Siempre llegan con un regalito, alguna atención, saludos
y cartas de mucha gente. Los más pudientes me han traído libros,
que también agradezco mucho.
Mis ex-secretarios que trabajaron 15 años conmigo, el embajador de
Venezuela en Chile, el embajador de Chile en Venezuela, quien me
trajo antes de irse un muy buen libro sobre economía, senadores y
diputados que me han visitado me confortan y me dan esperanza;
los sindicalistas, la gente de la CUT, de las organizaciones de exonerados políticos, me han señalado que tengo que tener mucha fuerza
para soportar esta infamia. Mi familia ha sufrido mucho. Semana a
semana, sin falta, mis amigos de siempre que participaron conmigo
a lo largo de mi vida política y resultaría redundante nombrarlos,
estos profesionales destacados en la vida universitaria o en las organizaciones de lucha, me han acompañado.
En mi entorno íntimo, han estado presentes mi hija Carolina, con
sus continuos viajes desde Buenos Aires, muchas veces acompañada
por Roberto, ex-parlamentario en Argentina y destacado político
radical. Cuatro o cinco días a la semana, acompañada de Valentina,
183
Ediciones Radio Universidad de Chile
mi hermosa niña, Natalia, mi pareja, que también me acompañó en
el juicio con todo su profesionalismo adquirido en la Universidad,
como asistente social y su título de magíster en Sociología.
No puedo dejar a un lado a la Tía Eugenia, la última de las hermanas
de mi madre que aún quedan vivas. Mi primo Eduardo Carmona,
mi hermano Exequiel, con su apoyo de ayer, de hoy y de siempre;
Tito Noguera, otro primo y actor destacado.
Todos ellos me han alentado con firmeza y sin desmayo, aun cuando el dolor causado y la insoportable depresión me han abrumado,
mucho más que los garrotazos recibidos o que una bala. En fin, tanta
gente que no alcanzaría a nombrar, pero que sin duda han sido y son
mis pilares para seguir viviendo.
Es, sin duda, una etapa distinta que aquella en que, con aplausos,
recorría el país haciendo continuamente exposiciones en las más
diversas organizaciones sociales, en las juntas de vecinos, de pobladores, de mineros del norte, en cada ciudad y cada pueblo que visité
para alertar sobre las injusticias que se viven en nuestra Patria.
A todos, con modestia, ajena hoy a los aplausos, tengo que darles mi
agradecimiento muy sincero, por su apoyo permanente y su estímulo
a través de las más diversas formas. No tengo otra opción, y sin ninguna vanidad debo mencionar entre quienes me han permitido ayudar
a los presos del CAS, a los oficiales Jerez, Ilufi, Sanhueza, Fuentes,
Quintana y el Coronel Silva, entre otros. También para ellos las gracias por haberme hecho más tolerable la estadía en la cárcel. Carlos
Maslo, Pérez, Espinosa, Álvarez, los cabos de mantención, nuestro
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
médico Reyes, el kinesiólogo Jaime Arenas, así como todos aquellos
que están en seguridad. Sólo nombro a aquellos que me autorizaron a
hacerlo y a aparecer con sus nombres reales en este libro, el que escribo de la forma más fiel y ajustada a la realidad.
En el Senado muy pocos agradecen algo; muchos sólo se ocupan de
sus intervenciones. Los funcionarios son distintos, dedicados a su
trabajo, con alma y corazón en el cuerpo. Hay que decir que toda
regla tiene algunas excepciones y también he recibido de algunos
parlamentarios algo de amistad.
En la Cámara de Diputados, como en el Senado, en general se habla mucho, pero se hace poco. Tampoco se tienen las facultades que
existen en todos los congresos y que había en el Parlamento chileno
antes que se rompiera la democracia. Existe el temor aún, y no se
atreven a reformar la Constitución para que el Poder Legislativo
tenga autoridad, como en el resto del mundo. No deja de ser curioso
que se haya continuado aceptando el Congreso establecido, al gusto
de Pinochet, en Valparaíso. Él pensó que con el Art. 5º. de su Constitución -que rige hoy día- seguiría gobernando con el plebiscito en
Santiago y por tanto concibió un Parlamento con pocas facultades
y lejos del Gobierno para que no lo molestara. Allí en Valparaíso
hoy se hace todo apresurado y más superficialmente. A las 5 de la
tarde muchos diputados y senadores se ponen zapatillas con clavos
para llegar lo más pronto posible a Santiago, a sus casas, o a algún
programa de televisión.
Muy distinta era la Cámara de Diputados y el Senado cuando estuvieron situados en el tradicional y hermoso edificio del Congreso
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Nacional en Santiago. Allí las sesiones muchas veces se extendían
hasta la madrugada, el gasto era menor, no había almuerzo, salvo las
sesiones de la noche para las cuales se disponía de un refrigerio.
Hay que hacer notar también que antes el Senado y la Cámara de
Diputados tenían más integrantes; además el Ejecutivo con sus ministros estaba a pocas cuadras para la expedición más rápida de las
leyes y una mayor y mejor fiscalización de los actos del Gobierno. La
distancia y su consecuencia en la menor intromisión parlamentaria
en la actividad gubernamental han sido comprobadas por los distintos Presidentes tras el retorno a la democracia, y han encontrado
cómoda esta situación, por lo que no han puesto mayor empeño en
cambiarla. No parece apropiado hacer regionalismo con los poderes
públicos, a pesar de que es evidente que los Poderes del Estado deben estar juntos para controlarse entre ellos mismos, como lo establece cualquier sistema democrático.
En esta democracia aparente que nos toca vivir, en que el temor a enfrentar la opinión pública lleva a que se plantee equivocadamente el
trabajo del Congreso en la forma que se hace. Nuestro Poder Legislativo sigue funcionando mal en su principal objetivo que es representar
a todos los chilenos y fiscalizar al gobierno y a la administración pública. Es evidente que pocos se acuerdan de las grandes jornadas y acontecimientos que se desarrollaron en el antiguo y siempre vigente Congreso Nacional en Santiago. El Gobierno y sus instituciones estaban al
lado, al igual que las organizaciones sindicales, las Universidades y por
cierto las grandes empresas a las que es necesario fiscalizar para que no
se excedan. Hoy podemos apreciar todas las fallas y corrupciones que
no logran ser conocidas por algunos acuciosos parlamentarios.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Ahora, de acuerdo a como se hace todo en Chile -como el “Gato
Pardo”-, ambas ramas del Congreso hipócritamente comienzan a
funcionar en Santiago para las comisiones, las reuniones de comités y otro tipo de reuniones casi clandestinas para que el público
no lo advierta por completo. Ya no existen las reuniones que tan a
menudo se hacían antes con los sindicatos, las universidades y las
organizaciones sociales. Los mismos ministros no están muchas veces, y los resultados están a la vista con el descontento que existe
en las organizaciones respecto a los políticos y los partidos. ¿Qué
diría el Ejecutivo si a Pinochet se le hubiese ocurrido determinar que
el Congreso estuviera en Melipilla y la Corte Suprema en Temuco?
Esto sería la desorganización total de la democracia, con su efecto de
no poder evitar la corrupción.
En la cárcel sería impensable que ocurrieran cosas como las que se
producen en el Congreso, con autoridades insuficientemente preparadas que en ocasiones no tienen los documentos que necesitan
y deben llamar a Santiago para que se los lleven a Valparaíso y
estos llegan después de dos a tres horas, o al día o a la semana siguiente incluso.
Me correspondió presentar varias leyes para cambiar el sistema de
funcionamiento del Congreso, pero los falsos intereses regionales
y la poca capacidad para afrontar con sinceridad una situación claramente absurda para el desarrollo de una democracia más transparente y eficiente conspiraron para que el Parlamento siga operando
aparentemente como si fuera un Congreso moderno y para que el
Ejecutivo continúe beneficiándose de la incapacidad de fiscalización
del Poder Legislativo respecto de toda la administración pública.
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A pesar de lo que se pudiera pensar, y comparando siempre con el
funcionamiento de nuestra débil democracia, en la cárcel todo es
más organizado y metódico. Cada uno cumple su rol con la mayor
eficiencia posible, o de lo contrario sobrevienen las sanciones. En
esta cárcel nada es improvisado y existe absoluta rigurosidad para
todos los presos y gendarmes, lo que puede llegar a convertirse en
una rutina automatizada, pero nada queda sin castigo o sanción.
IRREGULARIDADES DE LA
INVESTIGACIÓN
Para conseguir mi destitución del Senado, el Fiscal Armendáriz usó
toda clase de elementos: Unos pocos buenos y otros realmente inaceptables para quien conozca a fondo el proceso.
Miremos, por ejemplo, a los niños y familias que utilizó. Veamos
un ejemplo cualquiera. Todo cuanto digo a continuación aparece en
los antecedentes del proceso, pero la dificultad es que, a pesar de ser
público, se ha evitado darlo a conocer hasta a mis abogados.
Noemí confiesa que fue violada antes por un vecino, pero esto, que
es más grave que un “abuso deshonesto”, el Fiscal Armendáriz no
quiso investigarlo. Ella, que señala haber tenido relaciones con su
hermano menor, también fue utilizada por el Fiscal en el proceso
en mi contra. Según el informe del Instituto Legal contenido en el
expediente, ambos tienen la misma enfermedad venérea, condiloma humano. El Fiscal tampoco quiso investigar para identificar al
portador cero. El padre fue condenado por violar brutalmente a dos
menores, un hermano también fue condenado por violar a otra niña,
el otro menor está en la cárcel por robo con violencia y la otra hermana menor fue abusada por un trabajador. Y éste, bien o mal, fue
condenado aun cuando la madre le habría exigido una cantidad de
189
Ediciones Radio Universidad de Chile
dinero para retirar la denuncia pero, como el sujeto no logró reunir
la suma pedida, fue condenado con pena remitida.
testigos a los propios niños, cosa que no es permitida en el sistema
procesal penal.
Esa es la “familia principal” que utilizó el Fiscal para lograr de una
u otra manera mi condena. Por cierto, esto no pudo ser conocido
por los jueces debido a la modalidad del juicio abreviado impuesto
en mi caso, en el que no se necesita presentar las pruebas, ni mucho
menos acreditar su seriedad ni relación con el proceso.
Veamos el caso de otra familia. A Ivonne la mantuvieron bajo la
excusa de ponerla bajo resguardo del programa de protección a las
víctimas, cuando nunca nadie -hasta el día de hoy- ha intentado contactarla. Este control, hasta donde se sabe, persiste incluso por estos
días. ¿Qué explicación hay para ello si supuestamente, yo -que soy
el peligroso- ya estoy encerrado? Es simple. Es sólo para asegurarse
de que no pueda decir la verdad. “Su” verdad y no aquella que ha
presentado el fiscal y que fuera fabricada por él mismo. Como corolario, un hermano de Ivonne declaró al Diario Austral de Temuco
que este “era un negocio de su madre”.
Debo insistir que nadie, después de algún tiempo de contar con las
informaciones que se obtuvieron a lo largo del proceso, cree en mi
culpabilidad. Muchos habían ido a visitarme a la parcela de Metrenco con sus hijos y nada les pasó. Escribieron notas y más de cien
personas querían participar como testigos para dar sus testimonios
favorables, pero no pudieron hacerlo por el juicio abreviado, que
se hizo en contra de mi voluntad y que, según me informó Matías
Balmaceda, fue un acuerdo personal al que llegó con Armendáriz y
que, al no haber sido establecido en su calidad de abogado, no fue
cumplido por Armendáriz.
Balmaceda explicó también que él trabajaba en el mismo sector
en el que ahora es fiscal Armendáriz, y si Armendáriz se veía perjudicado le podría traer consecuencias a él. De esta manera, ni
yo ni nadie ha conocido el acuerdo que me obligó a ir a un juicio
abreviado, que en definitiva se configuró como una situación muy
distinta a la que en un comienzo se me señaló, en cuanto a que este
era un proceso de “coser y cantar”. Porque en cualquier juicio y más
aún en el sistema oral, se llegaría a un punto en el que se demostraría que el Fiscal no tenía pruebas, además de presentar como
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Otro de los testimonios que se utilizó para formalizarme fue la declaración que hizo Jaime Insunza -que no es pariente del Ministro
Insulza- en el sentido de que yo casi había violado a esta menor. Después, este joven diría al diario que hizo la publicación cuando yo ya
estaba en la cárcel, que Armendáriz le había anticipado el pago de
una suma de dinero y que le debía otra. A su vez, él pensaba que esto
era para sacarme plata y no para llevarme a la cárcel.
Públicamente pidió disculpas debido a que no resistía cargar sobre
su conciencia el peso de tan grave mentira.
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RAZÓN DE VIVIR
Ayer me trajeron a mi hija Valentina, con sólo una semana de vida.
Casi recién nacida, es finita, rosada, amorosa, ha subido 300 grs. de
peso y ha crecido ya medio centímetro. Mi hija mayor, Carolina,
llegó a la cárcel con ella y se sentía muy emocionada. Me la trajeron
entera vestida de rosado. Calladita, no lloró en ningún momento,
salvo unos pequeños y expresivos pucheritos. Puse una foto suya
como fondo de pantalla en mi computador. Así la voy conociendo y
reconociendo poco a poco.
Interrumpí mi relato porque un preso vino justamente a buscar un
libro a la biblioteca y me pidió que le regalase uno de los que yo había escrito, aquel en el que relataba el camino que muchos seguimos
para recuperar la democracia y la libertad en nuestro país.
Me confesó que había leído ya ese libro y que me conocía por la
prensa. Su apellido es Rojas, quien muy emocionado me abrazó
diciéndome que aun cuando él era delincuente, le parecía una
verdadera infamia que los intereses creados hubiesen logrado
sacarme del Senado. “Era una piedra en el zapato para algunos
grandes”, me comentó.
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Hoy ha venido a buscar otro de mis libros, uno sobre economía.
He conseguido poco a poco no solo la comprensión, sino, diría que
casi el afecto -si así se puede llamar- de gran cantidad de presos que
me visitan, aquí en la biblioteca. Esta ha crecido mucho y de modo
repentino. A tal punto, que se hizo necesario pedir una autorización
a fin de traer unos estantes que tenía en mi oficina. Mientras, en la
carpintería de la cárcel, otros reclusos fabricaron dos más.
TAREA PARA LA CASA
Hoy también decidí seguir escribiendo, cuando desperté en la madrugada en mi celda. Los problemas psicológicos que se traducen en
repetir mentalmente y revivir muchos hechos del pasado y repetirlos
hasta el cansancio, inevitablemente terminan por quitarme el sueño,
por lo que a veces vale la pena salir de la cama para escribirlos. No
sólo para no olvidar los detalles, sino porque es un ejercicio que llega
a convertirse en una terapia.
Hoy siento que, a lo mejor, erré mi camino en la vida. Posiblemente
debí escoger la carrera de medicina, porque hubiera sido otra forma
de trabajar igualmente para los demás y la vida me hubiese deparado tal vez más tranquilidad, sin riesgos y sin tener que llevar este
tremendo dolor que me deja el peso de la injusticia, que no logro
comprender y que me causa angustias una y otra vez en lo más profundo del alma.
Es difícil que alguien pueda comprender cabalmente lo que siento.
Ahora sé que sólo cada cual aprecia en su fuero interno la alegría y el
dolor, como una experiencia propia, privadísima y única. Hay un dolor
que se hace consciente y que es distinto para cada persona, de acuerdo
con los valores que se profesen y ejerciten. A mí -al menos- me afecta
195
Ediciones Radio Universidad de Chile
de una manera tal, que me siento incapaz de describirlo sabiendo que,
por el solo hecho de ser cada uno diferente a los demás, se me hace
difícil demostrar mi verdad aunque no tenga temor de proclamarla,
porque en el tiempo me he mantenido limpio, física y mentalmente.
Me doy cuenta de que, antes que nada, tengo que comenzar tímidamente un camino que me lleve a recuperar la esperanza y la fuerza que siempre tuve. Es horrible no conformarse con la nueva vida
que uno debe emprender a estas alturas; por eso mi primera tarea
en lo inmediato es derrotar los pensamientos pesimistas, por lo
que intento concentrarme en escribir este libro, con el que espero
lograr un triunfo en esta verdadera batalla que se está produciendo
en mi propio interior, conmigo mismo. Estoy cada vez más convencido de que esta puede ser la mejor forma de ganar esta guerra
final contra la injusticia y demostrarle por fin al lector y a mucha
gente que, a pesar de la ferocidad continua de la que soy objeto,
SOY INOCENTE.
Recién un gendarme asombrado me ha sacado de mis pensamientos
al abrir la celda y encontrarme escribiendo. Han asignado algunos
guardias para -según ellos- cuidarme del daño eventual que otros
pudieren hacerme o tal vez -y más probablemente- pensando que no
podría resistir este encierro y que pudiera tomar el camino último y
extremo del suicidio. Creo que nunca podría hacerlo, ya que eso podría dar pie a pensar que ha sido el “peso de mi culpabilidad” lo que
me obligó a tomar esa medida. Pero no saben que mi firme propósito, hoy y por lo que me resta de vida, es encontrar y desarmar el hilo
conductor de esta conspiración y demostrar con absoluta claridad
que siempre he tenido una vida irreprochable.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
En la cárcel ya he pasado dos inviernos y casi dos primaveras. El tiempo transcurre larga y aletargadamente al interior de este mundo tan
distinto. Sólo quien ha pasado por lo mismo puede comprenderlo cabalmente. Para mí, la sensación del paso del tiempo es como si fuera el
doble del real. Cada hora, cada día aquí, es como si fueran dos afuera.
La primavera pasada, observé que todas las mañanas en el patio, aparecían dos pequeños tiestos con agua y otro con pedacitos de pan,
migajas. Me preguntaba el porqué y para qué. Hasta que una tarde logré ver a un pequeño pajarito que con sus alas quebradas deambulaba
tímidamente por el patio y de repente se hacía visible. Seguramente,
al volar sobre la reja que cubre el cielo del patio, se había accidentado
quebrándose las alas y cayendo al patio. Me di cuenta de pronto que,
sin pensarlo siquiera, las cosas más corrientes, comunes e insignificantes aquí toman otra importancia y adquieren otra dimensión. Pensé en
lo curioso que esto resulta, que en nuestra vida cotidiana ese tipo de
cosas pase desapercibido la mayor parte de las veces.
Algunos pocos presos logran hacerse de un cupo en la carpintería para
arreglar los muebles y aprender un oficio, aunque el propósito real es
usar el tiempo y dejar de sentir la inutilidad del encierro, pero como
no pueden salir ni enviar su trabajo para afuera, se dedican a arreglar
los canastos de la celda conyugal, de la que una vez al mes pueden disponer. También aprovechan de arreglar muebles para los gendarmes.
Otros no tienen la suerte de hacerse de un lugar en ese taller, pero
se las ingenian para hacer cosas y objetos con gran habilidad. Uno
de ellos, condenado a prisión perpetua, está tallando unas cajas de
madera que él mismo hizo, y según me señaló, eran para mí, “como
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una forma de agradecimiento por los libros que yo le había escogido
en la biblioteca. Es un gran e inteligente lector que, en su pasado,
había sido carabinero. Sobre la caja está tallando un crucifijo, con
unas hojas y el cuerpo mortificado de Jesucristo.
Otro interno comenzó a juntar los cuescos de las paltas y diferentes semillas de otras frutas y los guarda meticulosamente en pequeños tiestos de plástico. Me decía que eran para enviarlos a alguna
municipalidad para que los planten ya que, con los árboles que de
ellos nazcan, se pueda combatir la polución que tanto daño causa
y la enorme cantidad de polvo en suspensión, que se mete en todas
partes y que a él tanto daño también le causaba. Ambos salieron
hoy en libertad.
He buscado el pajarito en el patio para seguir con la tarea que habían asumido ellos, pero no lo he encontrado. Comprendí que esa
avecilla tenía un solo amigo y que, cuando su compañero salió en
libertad, simplemente desapareció. Otro tanto ocurrió con ese
pequeño agricultor que cultivaba los cuescos en tiestitos de plástico. No hubo más semillas para las plantaciones en alguna municipalidad del país.
RUTINA
Tengo que interrumpir las ganas de seguir escribiendo y prepararme
para cuando llegue el momento de la cuenta diaria en el patio. Antes debo cumplir con la rutina de la celda: Hacer la cama, que no es
nada fácil pues se ubica a un costado, pegada debajo de un tubo que
bien pudo ser para calefacción pero hoy cumple con la deleznable
tarea de molestar por su mala ubicación; hago el aseo cada día con
un trapero y un escobillón, los lavo en el inodoro, previa limpieza
que consigo tirando a punta de descargas y agregándole un poco de
cloro, producto loable -si los hay en estas circunstancias- y que está
indefectiblemente incluido en la lista de las cosas absolutamente
indispensables.
Limpio mientras caliento agua en mi hervidor eléctrico. Al lado de
la taza tengo un lavatorio, donde echo el agua caliente conseguida
con el hervidor y con una esponja de cocina me enjabono y limpio.
El agua sale negra, no obstante que me ducho todos los días, pero el
polvo que porfiadamente nos invade no deja de decir presente por
todos los rincones, incluyendo las vías respiratorias. Cada día y cada
noche tengo -a 70 cm. del suelo- un pequeño estante de madera que
alguien me hizo en la carpintería, donde dejo el café, el té, la leche en
polvo y un pan. Luego de la cuenta matinal, eso es mi desayuno.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
En el recinto donde estoy la mezcla de los olores no llega a molestar
si se piensa que quienes están fuera de los módulos no tienen siquiera, lo poco que nosotros tenemos. Hay que darse maña para lograr
que ingrese desodorante ambiental, tan grato en estas condiciones.
Pero claro, siempre y cuando sea en botella o en envase de plástico
porque no se permite de ningún otro tipo que sea susceptible de ser
usado -eventualmente- como arma o herramienta.
Ha pasado la cuenta. Ahora somos doce quienes habitamos en este
pequeño recinto y los que respondemos el saludo cotidiano, en voz
alta, que debemos darle al cabo que toma la cuenta, quien, por seguridad, lo hace siempre acompañado por otro cabo o algún oficial,
que se mantiene más atrás.
Después de media hora parto ansiosamente hacia mi solitaria biblioteca, la que se ha convertido en el único espacio confortable de
todo el lugar y donde se respira un ambiente de mayor sosiego y
tranquilidad. Por eso ahora se utiliza para recibir a las visitas ilustres, las que de vez en cuando llegan al CAS; la mayor parte de las
veces jueces, funcionarios judiciales y miembros de la Dirección de
Gendarmería.
Lo que cuento puede resultar poco entretenido pero es mi obra.
“No hay hijo feo para su padre” y ya sea por curiosidad, interés en
el autor o cualquiera otra razón, espero que se conozca mi verdad y
además, otra realidad diferente de aquella a la que está acostumbrada la mayoría de las personas, con gente con la que tuve que convivir
en la cárcel. Si de verdad pretendemos combatir y erradicar la delincuencia no podemos desconocer o ignorar.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
No importa el número de lectores, sino la posibilidad de cambiar
la opinión del público y poder conquistarlo con esta personal versión de la verdad, la mía. Por lo tanto, este texto a veces será una
especie de diálogo cómplice entre ambos, cosa que para mí es muy
importante -vital incluso- ya que, debido a las censuras o permanentes tergiversaciones de algunos medios de comunicación respecto de mis dichos y que persisten en degradarme, no tengo la
posibilidad de expresarme libremente. Pero sí tengo derecho a que
usted y otros sepan y conozcan algo sobre este oscuro episodio de
mi vida.
Mientras escribo me acompaño con música de fondo, con canciones
de moda. Boleros, tangos y melodías suaves, música clásica. La mayoría de quienes están aquí encerrados usan la música como compañía, aunque muchos la hacen sonar de manera estridente. Chacana
-por ejemplo- nos despierta con su música, en especial su “Corazón
Bandido”, la que, finalmente y a pesar de su volumen, ha llegado a
gustarme. ¿Por qué la escucharán tan fuerte? ¿Será para ocultar la
soledad, para esconder el silencio o las voces de los presos u olvidar
las preocupaciones por los seres queridos?
En todo caso, debo tener un poco de cuidado con el volumen de la
música, porque me estoy dando cuenta que últimamente he perdido
bastante audición en mi único oído bueno. ¿Será por los remedios
tan fuertes que tomo cada día, la baja de mis defensas o simplemente la edad, la que se ha hecho más presente y notoria en mí por la
angustia y por el desgaste físico de una vida tan agitada, que hoy
también me pasa la cuenta?
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Debo tener especiales cuidados con el único oído bueno que me
dejó la dictadura, después de aquel atentado de 1984. Se valora más
cuando se carece del apoyo del otro y cualquier cosa que le ocurra
(como un resfrío fuerte), me causa una gran preocupación pues, medio en broma y medio en serio, antes era estéreo, y la dictadura me
dejo en mono. Cuando comencé a preguntar más seguido: - “¿Ahh,
ahhh, qué me dijo?”... si alguien me hablaba en medio de una zona
ruidosa, me he comenzado a preocupar qué sería de un ex-político
sordo como tapia. Quizás algún dispositivo me pueda ayudar. No
me gustaría terminar aún más aislado y alejado de la realidad, de la
vida, de lo que ya lo estoy. De todos modos, me consuelo pensando
que si un ex-político queda sordo, no habrá mucha diferencia con
los políticos que existen hoy. Nadie presta atención a sus discursos, y
algunos de ellos no escuchan a la gente ni atienden sus necesidades,
ni hablar de los más pobres, cuyos temas de fondo tuve necesariamente que abordar por seguir principios de siempre. Tal vez parezca
un poco vanidoso pero así es como pienso.
Ahora no tengo la oportunidad de escuchar a las personas sino que
estoy limitado a oír óperas, Beethoven, Plácido Domingo, alternados con Julio Iglesias o María Marta Serra Lima.
Ayer me dijeron los gendarmes y mi hija que vendría Andrés Zaldívar. Su esposa Inés ya me había visitado varias veces. Ellos han
contribuido mucho reuniendo libros para la biblioteca y me han levantado el ánimo con un dulce de membrillo exquisito hecho por
las propias manos de Inés. Seguramente no sabe cuánto tiempo lo
he hecho durar para ir saboreándolo de a poco.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Pienso que mucha gente no conoce realmente a este “chico grande y
generoso”, que es Andrés Zaldívar. Nos conocimos en el año 1964,
cuando él era Subsecretario de Hacienda y yo Presidente de la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados. Visitamos Arica y
su puerto libre, clasificación económica y social que surgió a raíz de
la iniciativa del presidente Ibáñez, para darle más fuerza a esa ciudad
limítrofe con el Perú.
Desde todas partes de Chile llegaron oleadas de personas, tal como
ocurrió con la fiebre del oro en California. Comerciantes, futuros
empresarios, barcos de pesca, toda gente esperanzada en “hacerse la
América” con el puerto libre.
Asistimos en ese tiempo a varias ceremonias en la ciudad, cumpliendo con las funciones que nos daban nuestras investiduras en
ese momento. Con gran alegría de los asistentes, analizamos la idea
del Consejo de Adelanto de Arica que, recientemente, se había logrado. Algunos años después, esta institución se acabaría bajo las
recomendaciones de algunos “expertos” de la época que ya comenzaban a anunciar el surgimiento de nefastos “Chicago Boys” en el
horizonte, cofradía siniestra que privilegia de forma maniqueísta la
racionalidad económica por sobre el criterio político y el bienestar
social general.
Las consecuencias no se hicieron esperar y se dejaron sentir, a pesar
de que algún tiempo después se trató de hacer revivir ese Consejo,
ya sin el resultado deseado, debido a la engorrosa complejidad legal y
por la desconfianza en que estas medidas de trascendencia pudieran
perdurar y sostenerse en el tiempo.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
El hecho es que en Tacna el Perú creó otro puerto libre para competir con el chileno y le proporcionó todo el apoyo necesario para
que subsistiera hasta hoy, mientras el puerto libre de Arica sucumbía
y la tambaleante Zona Franca en Iquique (Zofri), que se mantiene
sólo con una actividad inquietantemente débil y poco creíble para
los inversionistas en las áreas del comercio y la industria, ha debido
ir cerrando sostenida y paulatinamente sus establecimientos, con
el consiguiente costo social y económico para los trabajadores que
quedan desocupados y carentes de horizonte.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Al terminar de escribir este día, va surgiendo un estilo coloquial
pensando en los posibles y futuros lectores y espero poder hacerme
comprender por todos.
En esos años comencé una amistad con Andrés Zaldívar, la que se
ha mantenido en el tiempo y en las distintas etapas que a cada uno
nos correspondió vivir, cuando Andrés fue Ministro de Hacienda,
después como senador, en su exilio a España durante la dictadura.
En esa triste ocasión quise acompañarlo en su salida hasta Mendoza.
Después me tocó verlo como Presidente mundial de la Democracia
Cristiana e incluso también como agricultor en Polpaico y como
vecino en Graneros.
A través del tiempo lo fui conociendo más profundamente y más
que al político, puedo dar fe que conocí a un chileno con el corazón
bien puesto, en quien la fe y los principios ocupan un lugar muy
importante, lo que me hace sentir un privilegiado por contar con su
amistad y su cariño.
Desde la CAS, me alegré por su labor como Ministro del Interior.
Hoy estoy esperando su visita no como autoridad, sino como mi
buen amigo. Mientras, escribo estas líneas, así que después contaré
-si puedo- todo lo ocurrido durante nuestro encuentro.
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BICICLETA Y AVIÓN
Ayer vinieron Andrés y su esposa Inés Hurtado con su nieto Juan
Manuel, un muchacho de 14 años, muy observador, que recorrió
toda la biblioteca mirando los ordenados libros allí expuestos, en
los estantes. Se interesó por todo, escarbó y preguntó con mucha
formalidad. Se sentó, escuchó y compartió la conversación que sostuvimos. Inés me entregó más libros para la biblioteca y con Andrés
recordamos un congreso interparlamentario mundial al que asistimos como senadores junto al designado senador, ex almirante y ex
jefe de la Armada, Martínez Busch, en el período en el que Andrés
era Presidente del Senado.
Allí también estuvo Inés, como siempre, junto a su marido. En los
ratos libres de aquel congreso conversamos bastante, lo cual extendió mi amistad al matrimonio Zaldívar. Andrés me explicó que no
podía venir a verme mientras ejercía en calidad de Ministro del Interior. Lo entendí perfectamente, sobre todo, al imaginarme el revuelo
que se habría producido al llegar a la cárcel la segunda autoridad del
país para visitar a su amigo Jorge Lavandero.
Conversamos de muchos temas interesantes y siempre tengo la certeza de contar con su apoyo, su afecto y su amistad. Me preguntó
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Ediciones Radio Universidad de Chile
si continuaba haciendo algunos ejercicios, pues recordaba que
durante toda mi vida la actividad física había sido una constante.
Le comenté que al principio los hacía pero ya no, por lo que me
insistió en la necesidad de hacer el esfuerzo por retomar algo de
actividad deportiva, aunque fuese haciendo un poco de bicicleta
-que no es tan exigente- para fortalecer el cuerpo y la mente y poder así combatir la depresión que me agobiaba. Me sorprendió una
vez más con su generosidad al ofrecerme una bicicleta estática y se
la agradecí pues en la cárcel no hay ninguna, a pesar de que aquí
hay presos con más de 80 años, así como otros que están en silla
de ruedas y necesitan hacer ejercicios para tratar algunas dolencias
severas.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
y éramos muy compinches. Después Gabriel fue administrador del
fundo agrícola y ganadero “Quepe”, del que fui propietario hasta
que llegó la reforma agraria.
Participé y apoyé esa reforma, razón de sobra para aceptar que esa
propiedad se convirtiese en una más pequeña. En esos tiempos yo
era senador por las provincias de Bío-Bío, Malleco y Cautín. En
esos complejos días llegaron sorpresivamente a Quepe unas autoridades agrarias acompañadas de algunos detectives de la Policía de
Investigaciones. Al verlos venir, Gabriel se asustó sobremanera y
tomó algunas armas que yo tenía allí, sin que se le ocurriera mejor
idea que lanzarlas a un pozo negro donde seguramente y hasta el
día de hoy, duermen el sueño de los justos.
Al despedirse, este “chico grande de corazón y alma, amigo de sus
amigos”, me prometió que volvería. Sentí un mejor sabor en mi
boca y -sin duda- su visita me llenó de alegría y nuevas esperanzas,
sensaciones cuya intensidad había sido cada vez más decreciente
en lo más íntimo de mi espíritu.
Mis hijos eran los reyes de esa propiedad durante su niñez. Allí
jugaban en la turbina generadora de electricidad o bañándose en
los tranques de agua que tuve que construir, o andando y saltando
a caballo por los potreros.
Estuve luego y como siempre con mi hija Carolina, quien hoy llegó
acompañada por Gabriel Jara hijo, con cuyo padre -de nombre homónimo- hemos sido amigos de toda la vida y de quien me entregó
una emocionante carta.
Los campesinos siempre fueron amigos importantes para nuestra
familia y me acompañaron a lo largo de los años en cada una de mis
elecciones. Ellos salían por los campos a conquistar votos como si
fuesen verdaderos dirigentes.
Con Gabriel Jara padre tenemos una larga amistad que comenzó
cuando ambos teníamos 12 años. Él fue bodeguero y después administrador de un gran fundo de mi abuelo Exequiel, quien también jugó un papel importante en mi vida. Aun siendo mi padre
un senador, a Exequiel Lavandero lo que le importaba era su nieto
Otros asiduos visitantes de mi casa, eran las dirigentas de los centros de madres, de las juntas de vecinos y los clubes deportivos que
participaban en torneos de fútbol, organizados por ellos mismos
con bastante frecuencia.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Estos campeonatos terminaban casi siempre con una fiesta. Porque no era sólo el asado. Muchas veces saltaba a la escena más de
un guitarrista que nos alegraba el final del día. Los premios de los
torneos eran habitualmente una gran copa para el primero, juego
de camisetas para el segundo y, para el tercero, un paseo en el viejo
avión Cessna Centurión que yo piloteaba. Hasta hoy mucha gente
se acuerda de lo que significaba para ese entonces que jóvenes de
condición humilde, que jamás habían conocido un avión, pudiesen
volar. La alegría en sus rostros lo decía todo, era el premio preferido
y todos deseaban salir terceros o cambiar su trofeo para volar.
El paseo comenzaba con el traslado a una pequeña pista de aterrizaje
que había construido en un lugar cercano a mi casa. Al avión no
podían subirse más de seis personas por cada vuelo, piloto incluido.
Les daba unas cuantas vueltas hasta dejarlos mareados y después iba
subiendo el resto. Nos reíamos al verlos salir del avión absolutamente tambaleantes. Las bromas al respecto eran la tónica, mientras caminaban a los tropezones en su retorno a tierra firme.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Victoria, compartiendo el arriendo de unos pequeños campos en
Cautín, Curacautín y en el fundo “La Selva”, el que logré arrendar
por esas épocas cuando tenía unos 22 años. Él ha seguido junto a mí
hasta hoy, tiempo en que se encuentra bastante enfermo, pero con la
alegría estimulante de siempre.
La carta que me trajo su hijo desde Temuco es dramática. No pude
terminar de leerla cuando me la entregó. Me dice que lloraba muy
tristemente por la situación que me ha tocado vivir y él, desde su
lecho de enfermo, no deja de estimularme con sus palabras para que
tuviera la fuerza suficiente para afrontar los momentos que paso en
esta cárcel.
Es interesante volver a recordar las andanzas de juventud, a propósito de la visita de Gabriel Jara. Con su padre nos hacíamos unos
garrotes de palo de luma y salíamos -aun niños- a cazar las gallinas
de los campesinos y del vecindario rural, para después hacernos entre los árboles, unas -según nosotros- sabrosas cazuelas a orillas del
estero Medahue. Más de alguna dificultad tuvimos que pasar con los
campesinos cuando esto trascendió.
Con Gabriel, a lo largo de nuestras vidas, tuvimos una importante
cantidad de experiencias, ya sea comprando animales en la feria de
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HOTEL 5 ESTRELLAS
Hoy me he levantado un poco más temprano, cerca de las 5:30. La
razón es que durante la noche se han agolpado tantas ideas y recuerdos en mi cabeza que tengo que ordenarlas. Necesito escribir.
Como siempre durante esta rutina hago mi cama con muchas dificultades por la posición -que ya he descrito- del bendito tubo que
pasa por atrás y que siempre me deja las manos llenas de pequeñas
heridas y la piel a la miseria, producto de esas magulladuras.
Lo primero es trapear la celda y luego preparo un café con el agua caliente que guardo en el termo. Me aseo en el lavatorio contiguo, recojo
la ropa interior que he lavado la noche antes, y cuando he comenzado
a doblar cuidadosamente mis pantalones me vuelven los pensamientos. Miro el estrecho recinto y veo la bolsa en que Inés me trajo los
libros. Y me asombro: La bolsa que alguna vez sirvió para trasladar
algunas compras, tiene una leyenda: “Relax... life is a long weekend.
The outdoor experience”. Me rasco la cabeza al traducir estas frases
de propaganda impresas -“Relájese... la vida es un largo fin de semana.
Una experiencia al aire libre”-. ¿Será casual o una premonición agradable? No es fácil encontrarse con algo así en la cárcel, pero me alegra,
me da esperanzas e ilusiones para enfrentar el nuevo día.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Antes de la cuenta y mientras escucho los ruidos que hacen los candados al abrirse en cada celda de este tercer piso, me siento en la
cama a ordenar mis ideas, precediendo al momento en que deberé
bajar al patio para cumplir con la rutina matinal.
Ya sé que después partiré de prisa, acompañado de un gendarme que
me irá abriendo puertas enrejadas, una tras otra, rumbo a la biblioteca para ordenarla, barrerla y trapear hasta dejarla lo más presentable
que permitan mis medios y habilidad. Después de todo, ese espacio
llamado biblioteca, es para mí una suerte de niña mimada que bien
merece todos los cuidados, en tanto y en cuanto se ha transformado
en un hábitat tranquilo y acogedor, a pesar de las carencias. Terminada esa faena, pondré música y retomaré la escritura de este libro.
El relato minucioso tiene su razón de ser en casi dos años de encierro.
Por mi buen comportamiento he logrado manejarme en la biblioteca con mayor libertad y -pensando disparatadamente- me hago a la
idea de que estoy en un hotel de cinco estrellas. El ser humano va
acostumbrándose a todo, poco a poco, aun hasta lo impensable, tal
como lentamente me está sucediendo a mí.
Como dije, escribir este libro se va transformando en una terapia
para quitarle un poco el sabor de la amargura y la decepción que la
política ha dejado en mí, en estos últimos años. Al escribir pienso
también en algunos de mis colegas periodistas. En aquellos que le
“echan más leña al fuego” para cumplir casi inescrupulosamente con
la misión de rellenar las páginas de la prensa sin medir en pleitesía a
los grandes intereses que parecen representar. Lo hacen olvidándose
del principio fundamental que los llevó a ser profesionales de las
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
comunicaciones y de la información, investigando todas las fuentes
y acudiendo a todos los matices con el fin de alcanzar la verdad en
todos sus comunicados. Y aunque estén amparadas en poderosas sociedades, quienes fueron capaces de concebir en mi contra una conspiración tan perversa son personas de carne y hueso, con nombre y
apellido. No fueron instituciones ni directorios, fueron personas.
La larga y tremenda batalla por recuperar nuestro cobre a través de
todos los tiempos fue, indudablemente, uno de los detonantes más
decisivos para que se produjera esta persecución y que se hace presente incluso hasta estos días. Este encarcelamiento no causa solamente un simple efecto personal, afectándome de lleno, sino y tal
como lo he comprobado, aflige a cientos de personas que a lo largo
de mi vida han confiado en mí.
Rememoro la historia del cobre y las sucesivas etapas que ha recorrido después de haber culminado con su nacionalización: El
período en que Radomiro Tomic y yo aunábamos fuerzas durante
la dictadura de Pinochet; a la creación del PRODEN y del Fortín
Mapocho se sumaba la redacción de los instructivos para cada llamamiento a las protestas y concentraciones, comenzando por la
de General Velásquez. Una muchedumbre que ansiaba los mismos
sueños. Predicábamos en las universidades, de manera clandestina,
pero con gran asistencia de profesores y alumnos. ¡Qué tiempos
interesantes aquellos! Organizar el diario Fortín Mapocho fue un
reto nada menor. Compré el nombre a un comerciante de La Vega
y escribí más de trescientas columnas sobre diversos temas, para
empujar las protestas.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
El primer gran escándalo que agotó una edición del Fortín Mapocho fue la publicación de diez escrituras públicas maliciosas con las
que Pinochet se apoderó de los terrenos en el Melocotón y la casa
que éste se hizo construir allí.
Por supuesto, todos fuimos a parar a la cárcel.
De nuevo entre las rejas, esta vez de la CAS, llegó a visitarme Gabriel Valdés. Vino a darme disculpas por algunas palabras que profirió durante el proceso seguido en mi contra. No anido rencores y
menos de compañeros de larga data por lo que, después de escuchar
sus sentidas palabras en una de las salitas que el Capitán Alex Ilufí
nos facilitó, nos dimos un abrazo.
Gabriel Valdés alcanzó a participar en algunas de las últimas protestas
y por ahí salió como resabio en la conversación algo que yo había escrito en el libro “El Precio de Sostener un Sueño”, recordando el período en que estuvimos juntos en la cárcel, acompañados también por el
secretario del Partido, José de Gregorio, padre del que más tarde sería
tri-Ministro concertacionista. Su visita y su gesto me impresionaron
menos que su enorme humildad para reconocer algo que lo hacia sentirse incómodo. Recordé al Gabriel recién llegado de EE.UU. en 1983,
cuando ya teníamos muy golpeado al sistema y a Pinochet. Para darle
relevancia a su retorno, nos pareció bueno elegirlo Presidente de la Democracia Cristiana. Convoqué a una reunión secreta -por supuestoen un fundo que tenía en Graneros, cerca de Santiago. Asistió lo más
granado de la Democracia Cristiana, propusimos el nombre de Gabriel
Valdés y por unanimidad quedó elegido presidente. Parecía una ficción, porque los partidos estaban disueltos, aunque no muertos.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
En esa fase, el Proden era el que jugaba el mayor papel político y social entre las organizaciones. Por los recelos subsistentes no fue fácil
crear este organismo unitario, sin exclusiones. Se construyó como
una curiosa sociedad anónima cerrada de estudios y desarrollo, instrumento jurídico recién creado y que sirvió, desde un punto de vista legal, para dar amparo a una enorme organización social. Acunó e
impulsó todas las grandes protestas con sus instructivos sociales en
contra de la dictadura Ya con claridad, a partir de la primera concentración en General Velásquez, se vislumbraba la caída del régimen.
Había miedo, el rastro de sangre era grande y había entumecido el
valor en la acción. Nuestra primera tarea fue combatir el temor generalizado, en las poblaciones, en las organizaciones sociales como las
del Pem y Pojh, en los sindicatos, en los estudiantes y en los partidos
políticos sumergidos. Eran tiempos en que anticipadamente aceptábamos la posibilidad de cárcel -casi siempre una certeza- como consecuencia de la lucha social. Nuestro Proden ocupó un gran espacio
cuando los partidos estaban disueltos, y ninguna otra organización
se atrevía a enfrentar el sistema dictatorial imperante.
Con estos recuerdos en mi celda del módulo “J” fue asomando poco
a poco la idea de que era necesario escribir este libro, sin pretensiones literarias pero sí como terapia al echar fuera todas las angustias y
dolores, que mi verdad sirva para conocer la terrible experiencia. Y
para hacerla más acogedora, sacaré diversas anécdotas. Me ha servido para quitar el sabor amargo y la decepción que la política de estos
últimos años me ha dejado. Ver a algunos de mis colegas periodistas
echándole leña al fuego, “por unos dólares más” de los grandes intereses de este país pero representados por gente de carne y hueso y
que fueron capaces de concebir esta conspiración en mi contra.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
He puesto en el papel algunas de las anécdotas más curiosas vividas
a lo largo de la política y actividad parlamentaria.
A partir de 1975, en algún momento junto a Enrique Krauss, Hugo
Zepeda, Juanito Acevedo y otros ex parlamentarios, constituimos
“el primer Congreso Nacional” en la clandestinidad. Sesionábamos
tímidamente después de almuerzo en la oficina de Krauss, muy cerca
de La Moneda. Atemorizados pero decididos por la necesidad de
salir a la luz pública con un organismo que enfrentase la dictadura
de Pinochet. Así comenzó a nacer el Proden, que tan relevante papel
jugaría en el gobierno militar y la decisiva dirección que logró empujar a una gigantesca cantidad de organizaciones sociales, la mayoría de ellas conectándose con nosotros desde la clandestinidad.
Sopesando el recorrido desde entonces hasta ahora, la tremenda batalla por recuperar el cobre a través de todos los tiempos, indudablemente fue uno de los detonantes más radicales en esta persecución
que continúa hasta ahora. Deben haber influido los desacuerdos
con “Don Francisco” en la Teletón, la porfía por cambiar la estructura previsional de las AFP, la dramática e injusta distribución de
los ingresos en el mundo, tema que debió ser prioritario para el país,
como lo señalé en “Chile, Crecimiento Sin Equidad”. Todos estos
asuntos acabaron con la paciencia de algunos de esos grandes intereses en Chile.
En un momento creí que había llegado a un punto cercano para
cumplir los propósitos pero no fue así, ellos me aplastaron. Sin embargo he podido comprobar el cariño de cientos de personas que
siempre han confiado en mí. Me duelen y pinchan el corazón sus
lagrimas, sentir este dolor doble, el mío y el ajeno.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Entre las últimas acciones, por la mina El Indio y Pascua Lama de la
Barrick Gold, ante el Parlamento, las universidades y en distintos seminarios, logré comprobar con documentos provenientes de los organismos mineros y del propio Servicio de Impuestos Internos que
jamás pagaron -y jamás pagarán- por esta expoliación que le hacen a
todos los chilenos.
¡Qué importante fue la reunión con los altos ejecutivos de la Barrick
y mis asesores, donde quedó al descubierto toda la trama de este oscuro negocio que no termina aún de aclararse. Fueron los altos ejecutivos de Barrick Gold los que nos sorprendieron con sus palabras.
Ante mi negativa de votar favorablemente el Tratado minero chileno-argentino, nos aseveraron que el proyecto lo habían desarrollado
ellos mismos (de acuerdo a sus intereses) y se lo habían entregado a
los Presidentes Frei y Menem para que lo presentaran como obra de
sus gobiernos en ambos parlamentos. Este se vino a concretar en el
gobierno de Lagos y con los últimos coletazos, en los de las Presidentas Bachelet y Kirchner. Ambas, invitadas por la Barrick Gold a
EE.UU en señal de agradecimiento, recibieron una medalla de oro
-seguramente con nuestro oro de porte libre, tanto en nuestras aduanas como en las argentinas- ¿Somos o no “bananeros”?
En parlamentos anteriores a los años 60 no existían entreguistas,
ni gobernantes que se atrevieran. Sin ir más lejos, Mariano Puga
Vega, diputado de derecha y presidente del Partido Liberal, no sólo
escribió un libro -en 1965- “El cobre Chileno” que me lo entregó
personalmente, sino asistió a foros en la Universidad de Chile para
defenderlo. El Senador Francisco Bulnes Sanfuentes (apodado El
Marqués) con su discurso conminó a toda la derecha para aprobar
219
por unanimidad la Nacionalización del cobre en tiempos del Presidente Allende. ¿Eran otros tiempos? No, eran ideas de acuerdo a
principios. Eran otros parlamentos y otros partidos con conceptos
muy claros de lo que significaba la soberanía nacional.
NO ME AYUDE COMPADRE
Dentro de todos los recuerdos me saltan episodios casi olvidados,
como la defensa que realicé para que el “Manu-Tara”, ese ahora famoso
hidroavión, llegase por primera vez a Rapa Nui, nuestra Isla de Pascua,
para unir a los isleños con el continente, en un viaje que no contaba
con los radiofaros suficientes ni los instrumentos de orientación que
hoy existen y hacen que el desplazamiento sea realmente seguro.
Ese apoyo me significó en su momento una gran molestia política
frente a la Comandancia Aérea porque, según ellos, el entonces Comandante de Quinteros, Coronel Roberto Parraguez, teniendo la
jurisdicción suficiente para toda la Región y la Isla de Pascua, debía
informar al mando superior. La realidad era que la iniciativa había
despertado los celos de sus superiores, por no ser ellos quienes se
quedaran con la fama, en el caso de que la difícil misión tuviera éxito. Por eso, se mantenían en la tesitura de que Parraguez no podía
realizar el vuelo sin el conocimiento y consentimiento del Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea.
En definitiva, Roberto Parraguez fue exonerado y jubilado de la
Fuerza Aérea y a mí me pareció absurdo en ese momento que, con
un éxito tan grande y para una tarea tan difícil, hecha con el noble
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Ediciones Radio Universidad de Chile
propósito de continuar asegurando la soberanía nacional en esta lejana isla chilena, se sancionara así a un buen Coronel como sin duda
lo era.
Lo defendí con mucha fuerza, hasta que lo amenazaron con que,
si yo no detenía mi lucha, lo reintegrarían a las fuerzas activas para
luego quitarle su jubilación. Ante eso, en forma reservada primero
y luego por la prensa, Roberto Parraguez me pidió desistirme. Su
miedo pudo más, habían conseguido asustarlo.
Fue así como otros parlamentarios me aplicaron el aforismo chileno
“No me ayude compadre”. El Comandante Parraguez, el Manu-Tara
y la Isla de Pascua eran asuntos por los que muy pocos se interesaban a pesar de la incontrastable evidencia respecto a que la única
alternativa de viaje, que era por barco, resultaba sumamente larga y
tediosa, más aún cuando se debe cruzar la Corriente de Humboldt,
que recorre toda la costa chilena desde un poco más al norte de La
Serena hacia el Sur, pegada a la costa.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
ninguna autoridad se preocupaba ni fiscalizaba los objetos arqueológicos que se llevaban. En esta tarea se encontraban, entre otros,
Thor Heyerdahl y el norteamericano William Malloy. Durante dos
periodos parlamentarios y con cierta regularidad, exigí defender
nuestros tesoros arqueológicos, hasta que por fin logré que se devolviesen 23 tambores repletos de ellos.
Aunque pueda parecer exitosa mi gestión, cada vez que me ha tocado viajar me he encontrado con muchos objetos valiosos extraídos y sacados subrepticiamente de Rapa Nui en diferentes museos
y ciudades del mundo. Eso está terminantemente prohibido y es un
patrimonio protegido tanto por nuestras leyes, como por las extranjeras. Pero Chile es Chile y como país nunca hemos sabido valorar
nada de lo que tenemos, tal como ocurre con nuestros recursos naturales -renovables y no renovables- como los mineros, en especial
por la explotación inmisericorde por parte de las multinacionales
extranjeras.
El hecho es que, con las visitas que me correspondió realizar a la Isla
de Pascua, comencé a interesarme por la singular herencia que allí
nos han dejado antiguas razas y culturas. Representación clara de
esto es su escritura, cuyo origen hasta hace poco no se había logrado
descifrar ni menos determinar con certeza, al igual que el misterio
que encierran sus moais y todas las piezas arqueológicas que allí se
han ido encontrando.
Este es un tema que merece un capítulo especial, porque se trata de
un colosal recurso que se explota de manera tenebrosa, oscura, con
vicios legales, con la complacencia y hasta incluso con la complicidad -diría yo sin miedo a equivocarme- de muchas de nuestras autoridades. En este caso, más que en otros, las autoridades han hecho
oídos sordos a este verdadero clamor nacional en contra de una depredación que continúa hasta el día de hoy y que afecta y afectará el
patrimonio de todos los chilenos.
Pude comprobar que diferentes arqueólogos extranjeros visitaban
de continuo y exploraban la isla, “nuestra” isla. Lo singular es que
Así como estos recursos no renovables se están explotando sin que
el país perciba por ese motivo, al menos una parte de lo que en otros
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países más severos reciben, ocurre lo mismo con nuestra riqueza marítima, ictícola, maderera y -por cierto lo vuelvo a repetir como un
grito mudo- con todos nuestros demás minerales como son el oro,
el molibdeno, el salitre y tantos otros. Dicen que generan trabajo
en Chile, pero bien sabemos que por iguales funciones, se pagan salarios muy inferiores a los que cobran los trabajadores que las mismas empresas contratan en otros países donde se han instalado o de
aquellos que mantienen como sub -contratados que alcanzan al 51%
de la planilla total.
Todos saben que los trabajadores subcontratados -que corresponden a la mitad de los trabajadores de planta- reciben apenas un poco
más del sueldo mínimo. Hemos visto cómo las últimas huelgas y
manifestaciones en demanda de mayores ingresos y mejoramiento
de los salarios de trabajadores y empleados -que es casi lo único que
dejan las transnacionales- son directamente rechazadas por los ejecutivos de estas grandes empresas. La productividad y sus enormes
utilidades no cuentan, las autoridades no revierten esta situación y,
más aún, algunos llegan a sus cargos en el gobierno con el propósito
de mantener esta situación o allanarles el camino para ampliar hasta
el infinito sus pingües utilidades.
INTIMIDADES
Me queda claro que el Pacífico “estratégico” comenzó a emerger en
mi vida como diputado. Posteriormente y a propósito de mi amistad con Xung Yang, Embajador de Corea en Chile y que llegó a ser
Primer Ministro, me darían más motivos para pedirle al Presidente
Frei Montalva que abriese la embajada chilena en Corea. Su hija Mi
Hae y mi hija Carolina también se hicieron grandes amigas. Esta última aprendió además mucho de la cultura coreana en sus visitas a la
embajada donde le enseñaron de su cultura e incluso le regalaron un
vestido de gala típico de Corea, para que lo luciera en las ocasiones
que compartía con la familia.
Éramos, además, uno de los 5 países administradores del paralelo
38 que dividía a Corea en dos. El Presidente Frei Montalva accedió
a mi petición y me entregó las cartas credenciales para el gobierno
de ese país.
En los días anteriores había sido detenida por la Policía de Investigaciones la directiva del derechista Partido Nacional, debido a una presunta conspiración en contra del Gobierno. Esto
ocurrió cuando Bernardo Leighton era Ministro del Interior de
Frei, como también una persona de gran trayectoria al interior
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Ediciones Radio Universidad de Chile
de la Democracia Cristiana. Poco después, en el Congreso Pleno
y cuando salía Eduardo Frei Montalva, encabezando su comitiva,
saludo de mano a Francisco Bulnes, lo que era una situación casi
anormal desde el punto de vista del protocolo de la ceremonia,
por lo que se entendió como un acto de desagravio por la detención de la directiva del Partido Nacional.
En la comisión me acompañó una muy buena selección de parlamentarios. Los senadores Julio Durán, Francisco Bulnes Sanfuentes, los
diputados Raúl Morales Adriazola y Enrique Zorrilla. El comienzo
no fue grato, las diferencias políticas eran marcadas. Francisco Bulnes comenzó a criticar duramente junto con Julio Durán al Gobierno de Frei, por lo que les advertí que, como jefe de la delegación y
portador de las cartas credenciales para la apertura de la embajada,
de continuar con su actitud, seguiría solo si esto seguía ocurriendo.
Les manifesté claramente que en el exterior deberíamos tener una
sola voz como representantes de Chile. La calma regresó y nos pusimos de acuerdo y a partir de ahí, en cada reunión nos turnaríamos
para hacer nuestro discurso representativo, uno en nombre de todos.
La tarea se hizo muy bien y surgió una amistad más estrecha.
Antes de llegar a Corea, en Taiwán nos alojamos en un hermoso hotelito. Salí a recorrer el barrio aledaño al hotel y encontré un sauna,
ese tipo de “baños públicos” desconocido aún en Chile. Entré y una
cincuentena de coreanas, tipo geisha, hacían de masajistas. Escogí a
una y comenzó el baño dirigido por una chinita vestida apenas con
una bata. Tendido en una camilla se subió a mis espaldas y con los
pies desnudos, comenzaron los masajes. En un momento se detuvo y
me preguntó “special” masaje. Y al preguntarle What´s does mean?
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
se rió y comprendí. “I´am okay” y salí del salón de masajes. Le conté
a un campechano senador. Lo encontró entretenido y entró mientras yo lo esperaba pacientemente sentado al exterior. Salió muy contento ya que mi “no” a la geisha, él respondió que “sí”.
Nos confabulamos para decirle al “Marques Bulnes”, que sería muy
relajante para él darse un baño en el vecino sauna. Ese día le tocaba
representarnos en un discurso importante ante las autoridades coreanas. Francisco Bulnes, no obstante su gran cultura y elocuencia,
no sabía ni una gota de inglés ni francés. Por tanto lo instruimos a
decir “ok” cuando la geisha que él escogiera, le preguntase: “special
massage”. Así ocurrió. Al verlo salir lo vimos un poco demacrado
y con los brazos en jarra pero contento. Ya entonces Bulnes era un
hombre mayor, lo que significó a la postre, debido a su cansancio, ser
sustituido en ese importante discurso por Julio Durán. Nos reímos
mucho con esta historia que pude contarla a muy pocos. Bulnes tenía fama de religioso, conservador y muy serio.
Un tiempo más adelante, volvimos a Oriente para visitar la República Popular China. Viajamos entre otros, con los Diputados Julio
Montt, que además es doctor, Luis Pareto y Carlos Sívori. Este último, extravertido, ostentoso, simpático y según él, muy “machote”.
Nos había amenazado que no dejaría de acostarse con una chinita
para ver si “lo tenía” atravesado, como los ojos. Al llegar a China le
señaló a la traductora de la comisión que los sudamericanos, y especialmente los chilenos -haciendo un gesto con el puño, golpeando
madera- tenían por costumbre acostarse con una mujer cada día.
La chinita guardó silencio. Más tarde volvería a insistir diciéndole que ya tenía dolor de cabeza por esta situación negativa en este
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Ediciones Radio Universidad de Chile
viaje prolongado. La traductora le señaló delante de nosotros que
conversaría con algunas personas para encontrarle una solución al
problema China, en ese momento había iniciado una campaña para
reducir la natalidad de su creciente población.
Muy de mañana la traductora china llegó acompañada de una mujer
con una bata muy delgada. Carlos Sívori se frotaba las manos de
contento y nosotros mirábamos acurrucados detrás de una cortina.
La chinita le dijo: “Desnúdese”. Y con gran contento lo hizo. “Dése
vuelta”, le agregó la traductora. Y apenas lo hizo, la mujer de la bata
le plantó una inyección en los glúteos a nuestro querido Carlos.
El desconsolado Sivori estuvo “inapetente” unos seis meses después
de aquel calmante de libido. El resto de la gira estuvo muy compungido, tal vez sospechando lo que dirían sus colegas al regresar. ¡Y
acertó! Carlos, por “machote”, fue objeto de grandes risas.
No puedo dejar de mencionar la historia de Luis Pareto; a la sazón,
Presidente de la Cámara de Diputados.
Fernando Errázuriz, casado con una hermosa periodista y secretario
de comisiones en la Cámara Baja, fue operado de cáncer en un testículo. Nos llegó la noticia en plena sesión, la comentamos con el medico y diputado Julio Montt, con Sergio Páez y subimos a la testera
para comentarle el caso al Presidente Pareto. Olvidamos que era el
sempiterno hipocondríaco. Nos preguntó cuáles fueron los primeros síntomas de Fernando. Julio Montt le dijo “una picazón”. Pareto
se llevó de inmediato las manos a la entrepierna y dijo: “siento una
pequeña picazón”. Al verlo pálido le dijimos que dejara la sesión al
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
vicepresidente y fuéramos a la oficina de la Presidencia. Ya con un
gran número de Diputados presentes, Julio Montt el experto, le dijo:
“Bájate los pantalones” y comenzó a tocarle los testículos en medio
de las risas generalizadas. Lucho Pareto ha sido un buen amigo, tanto él como Sívori están vivos y espero que no se molesten.
Otra anécdota memorable y que ocurrió también cuando era diputado y jefe de los parlamentarios DC fue cuando el Edecán de la
Cámara, en medio de una ardiente discusión en un proyecto se me
acercó para decirme: “Usted que es amigo del Presidente de la Cámara, por favor vaya al edificio del frente, que en uno de los pisos,
se encuentra él en una situación muy delicada. Rápidamente hice lo
que se me pedía, subí y me encontré al Presidente de la H. Cámara
sentado en el suelo con las piernas en jarra, un serrucho en la mano,
aserrando una puerta. Le pregunté si estaba loco, le anticipé el escándalo que se armaría con los periodistas. Me dijo: “Es que aquí hay
un hijo de …en mi garçonier, con mi querida…” No fue nada fácil
razonar con él, pero lo convencí de volver a la H. Cámara y dejar las
cosas hasta ahí, en pro del prestigio parlamentario. Durante largos
años hemos sido buenos amigos.
Una historia que he lamentado, como jefe del comité DC, porque
siento que debería haber sido más responsable y solidario, es la historia de “Canalito”. Después del triunfo arrollador de Eduardo Frei
Montalva en 1964 vino una elección parlamentaria. Salieron electos
82 diputados democratacristianos, aunque yo venía de la izquierda,
el FRAP. Entre ellos salió electo un obrero campesino muy modesto
pero muy bien inspirado. Cuando le pagaron su primera dieta me
preguntó si le habían pagado por adelantado todo el año. En algún
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momento el Edecán volvería a llamarme para decirme que ese diputado no estaba en la sala pero me dio una dirección. Se trataba de un
prostíbulo que había escogido como residencia. Al verlo me sentí
mal. Debería haberle advertido sobre algunas cosas de la gran ciudad, tenerlo más cercano. Hice lo posible pero terminó tomándose
copas de más que dieron fin a su carrera parlamentaria.
DOS NOVIOS PARA UNA SOLA MUJER
En un día de abril como cualquier otro había llegado temprano a mi
oficina en la calle Agustinas. Debía poner en orden algunos papeles
antes de ir a la Cámara de Diputados a participar en algunas comisiones de estudio.
Sonó el citófono interno y era mi secretaria para informarme que el
Embajador de Uruguay se encontraba en la sala de espera. Pedía entrevistarnos. Lo recibí de inmediato, intrigado por su intempestiva
visita. Me explicó que un compatriota uruguayo había ido a visitarlo
y quería conversar conmigo, ya que me había “estado esperando y yo
no había llegado”.
No me parecía haber dejado plantado a nadie. Agregó que su paisano estaba en el Hotel Crillón, a media cuadra de mi oficina y me
pedía autorización para traerlo a mi oficina.
Intrigado, le dije que sí. Pocos minutos después reapareció con el
personaje y después de hacer las debidas presentaciones me dejó hablando con él.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Se trataba de un hombre culto y agradable que, de entrada, me preguntó qué había pasado. Me habían estado esperando “con toda la
gente, invitados, torta y todo”. No sabía de qué me estaba hablando.
De pronto, me dijo que su hija estaba en el hotel y me solicita traerla
a mi oficina. Por cierto, acepté sin reparos. Pasaron algunos minutos
y llegó con una hermosa muchacha, que en medio del llanto me recriminó por no haber llegado… La misma afirmación que me había
hecho su padre.
Una historia mal contada que ya me intrigó de veras. Le pregunté
cuál era el tema sustantivo. Respondió que todos sus amigos y parientes estaban invitados a la ceremonia del casamiento. ¿Cuál casamiento? Ella contestó que “se habían repartido las invitaciones y que
todos me esperaban en la iglesia”. Comencé a caer del alto cielo y me
di cuenta que se trataba del mío.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
fijando una fecha para el feliz enlace. El mismo al que yo no había
asistido. Tito Fouilloux, jugador de fútbol de la U. Católica, adorado
por las “calcetineras” por su buena pinta, estaba además en la cúspide
de su carrera.
¿Como terminó todo? Le sugerí que viajase a Imperial, que fuese a
hablar con ese personaje que se hacía aparecer con mi nombre y con
el rostro en una fotografía de Fouilloux. Viajó a Imperial y antes de
volverse a su país pasó a despedirse y me invitó a visitarla en Punta
del Este, Uruguay. Un año después recibí un parte para asistir a su
matrimonio. Dudé y finalmente no fui. Es un episodio -“pre Internet”- que para mí fue una de las historias más extraordinarias en que
fui involucrado.
Esto era algo inimaginable que me sorprendió y tratando de buscar
respuestas en mi cabeza, le respondí que yo era casado. Jamás me había comprometido con nadie y era la primera vez que la veía. Nunca
antes la había conocido. Pero con paciencia le pedí que me explicara
lo sucedido.
Cerca de un año atrás comenzó a recibir cartas de un joven de Imperial firmadas como Jorge Lavandero, las cartas incluían intervenciones mías en la Cámara de Diputados.
El pretendiente le había mandado una foto: la de Tito Fouilloux. Cartas van cartas vienen y, avanzado el tiempo, se habían comprometido
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PRESIDENTES Y CANDIDATOS
Eduardo Frei Ruiz-Tagle ya había sido electo Presidente de la República. No obstante, mantenía su cargo como senador en el tiempo
que mediaba entre la elección presidencial y la fecha en que asumiría
el mando efectivo de la nación. El período para el cual había sido elegido duraba seis años pero algunos políticos lo consideraban demasiado extenso, por lo que comenzaron a promover la idea de reducirlo a cuatro años, argumentando que el poder entregado durante
ese lapso en un sistema presidencialista -como el que rige en Chileconstituye un exceso de poder que se hacía necesario corregir.
A mí me pareció increíble el oportunismo y la desfachatez de quienes ya se interesaban en competir para ser Presidente de la República, especialmente cuando Frei R.-T. había sido elegido por seis años
y no se podía torcer la voluntad de la ciudadanía que ya se había
pronunciado a través del voto. De todas maneras el proyecto fue
presentado -con mi oposición tenaz- y cuando llegó el momento de
votar se produjo un empate gracias a mi abstención.
Después de la insistencia del entonces Jefe de Comité DC, el ex Senador Ricardo Hormazábal, se repitió la votación y nuevamente se
volvió a empatar porque nuevamente me abstuve. La cuestión era
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Ediciones Radio Universidad de Chile
que, si se votaba por tercera vez y el empate persistía, de acuerdo al
Reglamento del Senado el proyecto quedaba rechazado.
En esa situación, decidí irme de la Sala de Sesiones para que con el
próximo empate se rechazara de una buena vez. Lo pensé bien y salí
con el propósito de abandonar el Congreso y no seguir recibiendo
presiones y llamados “para que actuara con espíritu de grupo”, es decir, apoyando disciplinada y mansamente una iniciativa con la que
no concordaba en absoluto. Cuando subía al auto recibí el llamado
telefónico del senador Eduardo Frei, para pedirme que tuviera la gentileza de regresar al recinto a fin de que se desempatase la votación.
Accediendo a su pedido, me dirigí directamente a conversar con Frei
R.-T. Ya electo Presidente de la República, asumo que sentí debilidad cuando me insistió que votase la reducción del período. Como
contrapartida, le argumenté con vehemencia que él había sido elegido por seis años, en una decisión clara y categórica de la ciudadanía
y que en esas circunstancias, aun contra su voluntad, debía mantenerse en la Presidencia por seis años y no por cuatro.
Acto seguido, hice traer no sólo al Jefe del Comité de Senadores
DC, sino que al subjefe también. Tanto fue lo que me insistieron,
que propuse finalmente transar en que este Presidente electo no redujese su período a cuatro años, sino que se mantuviese en el cargo
al menos por cinco, salvo que fuera por cuatro años al cabo de los
cuales pudiera reelegirse por otros cuatro.
Mi tozudez no les dejó otro camino que aceptar mi planteamiento
y al volver a la sala a votar, lo hice por la opción de que el período
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
fuera por cinco años. En estas condiciones, Frei Ruiz-Tagle, tendría
su período de cinco y no de cuatro años, tal como estaba dispuesto a
aceptar. ¿Para qué el desgaste? Después de ese día nadie, ni siquiera
él mismo, agradeció mi gesto constitucionalmente democrático y, en
definitiva, se modificó el mandato reduciéndolo a sólo cinco años.
Sin embargo, no se rindieron quienes pretendían que los presidentes
duraran solamente cuatro años en el gobierno y volvieron más tarde
a la carga para obtener su pírrica victoria, comenzándose a aplicar la
modificación con la presidencia de Michelle Bachelet.
Ahora se está pensando, tal como lo señalé entonces, que este período es muy corto para hacer una buena tarea a nivel nacional, especialmente si –tal como lo señalé entonces- en este país dos años antes del término del período presidencial comienzan a vislumbrarse y
a presentarse los nuevos candidatos a la Presidencia de la República,
cosa que se ha traducido, en la práctica, en que hoy un Presidente
puede gobernar bien y tranquilo sólo por dos años, reproduciéndose
lo que en Estados Unidos se denomina el “Síndrome del Pato Cojo”,
es decir, el Presidente preside, pero ya casi sin poder porque todo el
mundo está pendiente de las elecciones que vienen.
Dicen algunos que nadie es profeta en su tierra, pero esto a veces
no se cumple. Pongo como ejemplo lo del período Presidencial en
Chile que fue reducido primero de seis a cinco años y después a cuatro, para finalmente darse cuenta que cinco años es el período más
apropiado para un país en el que hay tanto por hacer desde el punto
de vista del Poder Ejecutivo. Esto, si se trata de hacer realidad las
promesas hechas durante las campañas proselitistas. En este sentido,
solo la historia podrá juzgar si ha sido bueno o malo reducir tan
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drásticamente el período en que un Presidente de Chile deba dirigir
los destinos del país en un período tan breve. Yo -por mi parte- seguiré insistiendo en que cinco años es un tiempo óptimo, por las
razones que he expresado.
Así es como desde mi celda en la CAS observo y escucho cómo hoy,
a solo seis ó siete meses de haber asumido la Presidencia la doctora
Michelle Bachelet, ya comenzaron a aparecer los nombres de Lagos,
Longueira, Lavín y Alvear como potenciales presidenciables para
suceder al actual gobierno. Estos son los vaivenes que hacen pensar
que este país no es políticamente estable.
DISYUNTIVAS
El pronóstico del tiempo para hoy aparece controvertido: Unos dicen que será de regular a bueno, otros que estará de regular a malo. El
caso es que al salir de mi celda, miré hacia el cielo a través de la reja
metálica que fue colocada en este patio para evitar nuevas fugas, como
la que protagonizaron unos presos que formaban parte del FPMR
(Frente Patriótico Manuel Rodríguez), utilizando un helicóptero.
En más de una ocasión ingresé a este penal para visitar y ayudar a
algún preso político, que me escribió pidiéndome, como senador y
coterráneo, que les viniese a visitar. Un preso en particular era hijo
de la dueña del Jardín Lo Prado de Temuco, a quien conocía anteriormente. Pensando en esto, evoco también lo que fue mi propio
ingreso a la CAS.
Era de noche. Había viajado nueve horas desde Temuco con una breve detención en Talca, en donde se hizo el trasbordo del furgón en
que venía a otro que me trasladaría desde Talca al Penal en Santiago.
Cambiamos de vehículo y seguimos rumbo. Confieso que me sentía
atemorizado por enfrentar todo esto, que era tan desconocido, tan
diferente a todo lo que me había tocado vivir. No tenía ninguna experiencia similar y ni imaginaba ciertamente cómo sería.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Lo desconocido atemoriza. Sé que es normal, pero no deja de producir ansiedad y sufrimiento. De ahora en más, tendría que convivir
con delincuentes de verdad peligrosos, gente que había asesinado,
que había participado en asaltos y, de seguro, me encontraría con
el grupo de Colonia Dignidad que tanta controversia había provocado desde los inicios de mi carrera como parlamentario, cuando
fui electo diputado por primera vez allá por el año 1957. A lo largo
de mi extensa vida había estado varias veces detenido -siempre por
motivos políticos- por haber sostenido mis ideas con toda la fuerza
de que era capaz. Esta experiencia tan distinta y brutal amenazaba
mi propia integridad moral, jamás puesta en discusión o duda y que
fue una constante a lo largo de toda mi vida.
A los 24 años, con toda la vida por delante, se puede escoger entre
diversos y diferentes caminos y sus distintas opciones para buscar la
plenitud, el crecimiento y el desarrollo personal. Yo me sentía distinto de mis coetáneos que -en general- privilegiaban la diversión y el
placer, precisamente por ser jóvenes. Sentía fuertemente la necesidad
de hacer cosas que venía pensando desde que estudiaba en el colegio.
Tal vez que llegué demasiado temprano a vivir una vida que se correspondía más con la de un adulto y donde, para más remate, mi cara
de imberbe me delataba estrepitosamente. Ser diputado, pretender
ser respetado y además tratar de no ser sólo un número más era algo
que me exigiría muchos esfuerzos y sacrificios, pero también entendí
y asumí el sentido de las responsabilidades y las dificultades de mi
vocación y las consecuentes dificultades que conllevarían.
Vacilé en mis propósitos cuando miraba a mis compañeros de colegio, destacándose en la vida social, con paseos y veraneos en lugares
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
agradables y concurridos. Tuve unas cuantas opciones además de la
política: Había logrado destacarme en varios deportes y en algunos
había llegado incluso a ser nominado como seleccionado nacional.
Recuerdo también una anécdota en una ocasión en que estaba bailando en una boite ahí en calle Ahumada, llamada por esos tiempos
el “Waldorf Astoria” con María Edith Casanova, una amiga que después sería una de “Las cuatro brujas”, conjunto musical muy apreciado en el ámbito artístico nacional. Por esa boite habían pasado
grandes artistas como Malú Gatica o Antonio Prieto, que estuvo
conmigo en la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile. Prieto dejó el Derecho e inició su larga y exitosa carrera artística, de
la que muchos recordarán su canción “La Novia”. En aquella boite,
cuando bailábamos con María Edith al compás de melodiosos boleros y tangos se me acercó un director de cine que venía llegando desde Estados Unidos. El tipo nos propuso ingresar a la vida artística, ir
a Hollywood -previo chequeo de aptitudes en Chile- para filmar una
película de la que muchas escenas serían rodadas en Chile. No me
atrevo a afirmarlo, pero mi impresión es que la idea era que representara el papel de galán en aquel film. María Edith insistió mucho para
ir a Chile Films a la prueba de cámara. Insistió tanto que no hubo
modo de negarme, así es que partí a hacer la famosa prueba. Las
fotos aparecieron en una revista de la época -“Ecrán”- y en diversas
poses: hablando por teléfono o conversando. Lamentablemente, ella
no pasó la prueba pues solo necesitaban una figura masculina y no
una femenina. De cualquier forma, se alegró y me animó para que
viajara a los Estados Unidos para iniciar toda una carrera cinematográfica. Provengo de una familia que contaba ya con muchos artistas
destacados como Héctor Noguera Illanes, gran actor, protagonista
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Ediciones Radio Universidad de Chile
de tantas y grandes obras, como “Sucupira” o “Machos”; o como
Mauricio de Ferrari, quien a temprana edad había viajado a México
y a Estados Unidos, donde realizó excitantes producciones, además
de participar del interesante movimiento teatral que había en Chile.
Ambos, primos hermanos por nuestras madres triunfaron en el área
del cine y el teatro, tal como también lo ha hecho mi medio hermano y gran amigo Ezequiel Lavandero, quien hoy se encuentra con
una hermosa familia residiendo en México.
Pensé que era una tentadora oportunidad en mi vida, y la anécdota
sirvió para comprobar que ya había trazado mi destino. Pudo más
la lucha por los principios y valores del humanismo cristiano y las
convicciones del padre Alberto Hurtado.
En las noches, en la soledad de mi celda, cuando recién había llegado, pensaba machaconamente en el tormentoso camino que había
tenido que recorrer. Todo esto se agolpaba en mi mente, cruzándose imágenes tan diferentes. Tantas y tan distintas oportunidades
que tuve en mi vida, y escogí esta ultima que había culminado en la
cárcel, no a inaugurarla precisamente, sino a vivir la vida como un
paria, un desecho de la sociedad, junto a todos los presos que han
cometido errores, crímenes o delitos que generaron una conmoción
nacional, al igual que mi caso.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
satisfacción para hacer cambiar un poco la cara de tanta injusticia
social que ha existido de una manera tan brutal en nuestra nación. Es
cierto que siguen existiendo diferencias sustanciales y una enorme
brecha entre pobres y ricos, pero aun así hoy hay menos pobres.
Esta aseveración, que parece una curiosa paradoja, es real. Hay menos pobres que entonces, pero la distancia entre los muchos de nivel
bajo y los pocos de un nivel colosalmente alto persiste y se ha aumentado, incluso al extremo de constituirnos en uno de los cuatro países
con peor distribución de los ingresos y tributos. Esto ha significado
que aun cuando han disminuido los pobres relativos, mantenemos
como paradoja uno de los países con la mayor injusticia social. Pocas personas tienen ingresos muy altos, y muchas personas tienen
ingresos bajos, demasiado escuálidos, como para lograr vivir con
dignidad y acceder a los adelantos de esta época que les permitan
una mejor calidad de vida, una atención médica buena, o una buena
escuela, con todo lo cual habría un mejor equilibrio entre todos los
chilenos y verdaderas posibilidades de desarrollo para el conjunto
de las personas.
En un comienzo pensé que toda mi vida había sido un error y que me
había equivocado en la elección, Me pregunté obviamente, si tuviera
que volver a vivir mi vida, cuál camino seguiría. pero después, poco
a poco, comencé a revalorizar el papel que me había tocado jugar en
la historia y el curso de mi país. Tantas peripecias, tantas alegrías y
242
243
A LO LARGO DE NUESTRA VIDA
Con todo el dolor que esto ha significado y sin saber si en el futuro
la historia -con menos pasión que hoy- reconocerá mi aporte al país.
Debo asumir que, si he vivido intensamente, ha sido siempre con el
propósito de hacer realidad un cambio profundo en nuestra sociedad. Es esto lo que me deja la satisfacción, la certeza y la tranquilidad
de que no he abandonado jamás mi compromiso y que siempre he
sido consecuente con él. Siempre durante las madrugadas en la celda, inevitablemente me desvelo y pienso hacia adelante y hacia atrás
sumido en la ansiedad y la incertidumbre. ¿Qué será de mí de ahora
en más? ¿Qué futuro existe para mí? ¿Qué haré? Toda una vida y
una carrera dedicado a legislar, a fiscalizar, a escribir y a organizar.
¿Podré comenzar una vida nueva, alejado de un mundo al que dediqué tantos esfuerzos y que me ha resultado -a la sazón- tan ingrato
e hiriente?
Ha pasado el tiempo, me encerraron y he buscado no llamar la
atención de nadie. En un esfuerzo profundo por reorganizarme
de manera tranquila, siempre con un bajo perfil y alejado de toda
polémica, he hecho todo lo posible y hasta lo imposible por ser
olvidado. Así y todo, no he recibido tregua alguna. No soy ya una
persona importante que merezca tanto interés, más aún cuando
245
existen problemas tan graves y tan serios en nuestra sociedad que
merecen verdadera atención.
EL JUICIO ABREVIADO
Se están sucediendo cambios muy profundos en nuestro Chile y se
están generando situaciones y hechos que dan señales inquietantes
de que estamos ante el comienzo de un estallido social en el que, al
parecer, nadie ha reparado. Pero son situaciones sin vuelta atrás.
“Coser y cantar”, me había dicho Balmaceda, tal como también lo
había señalado también el abogado y ministro de Justicia al momento de escribir estas líneas, don Isidro Solís. No había nada que
pudiese incriminarme: así también lo habían señalado un primer y
segundo fiscal regional de la zona.
Según Matías Balmaceda -y esto era sólo para asegurarse- había que
tener unos cuantos informes psicológicos y sociales. Y para eso, él
contaba con algunos expertos que por cierto, decía, eran “caros”. Le
repliqué entonces: “para qué tantos informes si soy inocente” y él me
señaló que eran para prevenir cualquier cosa. A poco andar, Balmaceda expuso la necesidad de ser él quien debía llevar el control total
del juicio, ya que a esa fecha el equipo de abogados estaba integrado
además por el ex-senador Hernán Vodanovic, el ex-diputado José
Peña y Camilo Salvo, quien, a propósito, realizó ante la prensa algunas declaraciones que no representaban mi realidad y que fueron
bastante desafortunadas.
Al final, se hizo como lo planteó Balmaceda y fue él quien tomó
la dirección total del juicio, argumentando que de esa forma no
se cometerían errores, dejando de paso al margen todas las buenas
247
Ediciones Radio Universidad de Chile
intenciones de mis amigos abogados, que inicialmente formaban
parte del equipo jurídico, y a cualquier otra persona que quiso de
buena fe colaborar.
Poco a poco, Balmaceda fue cambiando de opinión y comenzó a
subcontratar a otros abogados que eran sus conocidos. Francisco
Cox, Piña, Ovalle, Bascuñán, entre otros. La justificación -según
él- es que había que fortalecer la defensa en determinados aspectos
específicos, con informes y asesorías de especialistas en áreas determinadas, para garantizar, teóricamente, que no hubiera ningún problema en el juicio.
Habían transcurrido seis meses hasta el día en que se inició la preparación del juicio oral; esto es, una audiencia que se lleva a cabo en el
Juzgado de Garantías y en la cual la defensa y el Ministerio Público
se ponen de acuerdo -en una suerte de transacción- sobre los testigos
y pruebas que se emplearían en el mismo. Por mi parte, se citaba a
declarar al Fiscal Nacional, Guillermo Piedrabuena, a quien el fiscal
Armendáriz (según Francisco Cox y Matías Balmaceda) quiso cambiar por dos o tres testigos que él llevaba en su lista. Sin embargo, los
abogados lo mantuvieron ya que su relato era de suma importancia
en el juicio oral mismo.
Según Balmaceda, el viernes 11 de junio del 2005, y en plena negociación de los testigos de la defensa y del Ministerio Público que
irían al juicio oral, Armendáriz le presenta el “ofertón” del juicio
abreviado, cuyo compromiso entrañaba una pena no superior a los
3 años y 1 día y 150 millones de pesos como indemnización a los
supuestos menores involucrados.
248
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Aquel viernes, hacia el anochecer, acudieron a mi departamento en
Temuco los integrantes del equipo de abogados: Cox, Ovalle, Piña
y Calderón junto con Matías Balmaceda, quien iba a la cabeza, para
presentarme entre todos la propuesta del fiscal, exceptuando a Calderón, quien nunca se convenció de las palabras de Matías. Les señalé de manera vehemente que por ningún motivo aceptaría. Sin
embargo y como excusa, Balmaceda señaló que si yo no aceptaba la
oferta y en el caso de afrontar un juicio oral, tenía el 97% de probabilidades de ir a la cárcel por 15 años.
Parecía una amenaza, sobre todo cuando fue él mismo quien días antes había señalado que era imposible perder. Más aún con todos los
abogados e informes que él había incorporado a la causa. Ahora, por
alguna inconfesada y desconocida razón, todo parecía distinto. Sin
embargo y aunque continuaba confiando en él, me negué a aceptar
el juicio abreviado en esas condiciones, ya que mi absoluta inocencia
no estaba en discusión entre nosotros.
Balmaceda se reuniría al día siguiente con Armendáriz para darle
a conocer mi respuesta. Durante la tarde del sábado, mi abogado
se comunicó conmigo telefónicamente y me informó que el Fiscal
había solicitado posponer la audiencia de preparación de juicio oral
por una semana, petición cuyo propósito no confesado -según supe
después- era darle tiempo a Balmaceda para convencerme de las bondades que representaba para mí aceptar el juicio abreviado.
El domingo me trasladé a Santiago y cada uno de los días subsiguientes, con majadera insistencia y con la complicidad de Cox y Piña,
Balmaceda me rogaba una y otra vez que aceptara el juicio abreviado.
249
Ediciones Radio Universidad de Chile
Mientras teníamos estas reuniones, él se comunicaba de manera permanente con Armendáriz para informarle de mi aceptación o negativa
al juicio abreviado, según me relató en su momento el propio Balmaceda, quien me aseguró que el Fiscal lo llamaba con insistencia a su
teléfono celular. Yo dudaba del enorme interés que éste tenía porque
yo aceptara, todo lo cual me hacía pensar cada vez más con más convicción, en la debilidad e inconsistencia del juicio en sí.
Sostuve incólume mi negativa hasta el final. Balmaceda insistió en
que el acuerdo ofrecido por Armendáriz sería con una sentencia de
3 años y 1 día, que Armedariz no apelaría, sólo él, y que podría rebajarla entre 61 y 241 días y una indemnización muy inferior a los 150
millones, que se estaban exigiendo por intermedio de Julián López,
abogado de los menores.
Hasta ahí llegaron las conversaciones en Santiago, pero fue tan grande la insistencia de Balmaceda que fue a conversar con los abogados
Hernán Bosselin y Ramón Briones, los abogados vinculados al presidente de la DC Adolfo Zaldívar, a fin de que me convencieran de
ir al juicio abreviado al que yo me negaba rotundamente.
Finalmente y como una forma de sumar más presión, Balmaceda me
amenazó con que si yo no aceptaba el trato, él me devolvería el patrocinio como abogado porque -teóricamente- en esas condiciones
no podía garantizar un buen resultado. La presión de Piedrabuena
y de Armendáriz fue muy grande y algo extraño sucedió, a tal punto
que Balmaceda cambió radicalmente el pronóstico que había hecho
del juicio desde un comienzo, cuando sostuvo con decisión firme
250
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
que él llegaría hasta el final, porque estaba convencido de mi total
inocencia y porque las pruebas que se presentaban eran absolutamente inconsistentes.
Para avalar aún más sus teorías sobre el juicio abreviado, Balmaceda agregó que el Fiscal Nacional estaba empeñado en que fuera ésa
la decisión que yo debía tomar y que así se lo exigía a Armendáriz,
quien se lo planteaba a mi abogado con una insistente presión. Mi
posición siempre fue que me parecía lógico seguir el proceso hasta el juicio oral, ya que resultaba muy extraña la oscura presión
de Armendáriz sobre Balmaceda. Tuve dos razones para sostener
firmemente este argumento entonces: primero; no se había presentado en mi contra ninguna prueba concreta. Además, habían
cometido el error de poner a los niños presuntamente afectados en
calidad de testigos. Esto, según José Galiano, abogado penalista y
gran amigo, es constitutivo de una falla jurídica muy grande por
parte de la fiscalía. La segunda razón, es que tenía claro que todo
esto era una conspiración bien organizada y digitada, con mucho
dinero detrás y con altos personeros involucrados. Después de varias investigaciones de algunos hechos, más adelante podría sostener la razón de mis sospechas.
De regreso en Temuco, Balmaceda me fue a buscar al departamento
y me volvió a decir que estaba de acuerdo con Armendáriz en que se
pediría una sentencia de 3 años y 1 día, pero que él obtendría una
rebaja a 540 ó 61 días y aun menos, eventualmente, porque tenía tres
atenuantes consistentes, entre ellas la irreprochable conducta anterior y que además hasta los 75 años era la primera vez que yo exhibía
el carácter de imputado.
251
Ediciones Radio Universidad de Chile
Según sostenía él, el acuerdo con Armendáriz consideraba que la
Fiscalía no iba a apelar de la sentencia en primera instancia. Así también asumió el compromiso, tal y como yo se lo había señalado, que
no aceptaría un juicio en el que me obligasen a pagar como indemnización la suma de150 millones de pesos. Por cierto, nunca concebí
que el juicio pudiese llegar en esas condiciones a una sentencia de 3
años y 1 día o más.
Después de mucho insistir, tanto en Santiago como en Temuco, le
expresé que el acuerdo -dada la presión de la opinión pública- es que
no aceptaría un trato con el fiscal por más de 3 años. Esto, por dos
razones: no perdería de esa forma el cargo de Senador y, acto seguido, podría demostrar fácilmente toda la maquinación que existía en
mi contra, más adelante.
Pero las cosas no sucedieron así. Balmaceda llegó -según él- “a un extraño acuerdo personal con Armendáriz”, del cual me enteraría mucho después de la sentencia condenatoria y en momentos en que ese
abogado ya no me representaba. Así, cuando le pregunté cuál era ese
acuerdo personal al que había llegado con Armendáriz y cuyo contenido desconocía, Matías Balmaceda, quien fuera mi propio abogado,
me explicó que él trabajaba ahora con su estudio en la jurisdicción
penal de Santiago Oriente, por lo que debía tramitar distintos juicios
en el mismo sector en el cual estaba como fiscal regional el propio
Xavier Armendáriz. Y si él señalaba públicamente cuál había sido el
tenor de ese acuerdo de carácter personal, podría perjudicar a Armendáriz y, de paso, también perjudicaría a su propio estudio, recién
constituido en Santiago. Esto fue textualmente lo que me relató ante
testigos, al visitarme en la cárcel de Alta Seguridad en Santiago.
252
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
A manera de estúpida y pobre excusa, me argumentó que “el juicio
se había perdido porque él no estuvo hasta el final como abogado y
Armendáriz -como consecuencia de ello- se sintió liberado de cumplir con el compromiso que habían suscrito”. Balmaceda se lavó las
manos lisa y llanamente, al igual que hizo cuando se comprometió
a bajar sustancialmente el monto de la indemnización. Con insistencia me ha repetido el pueril y absurdo argumento de que dicho
acuerdo no se respetó porque él ya no estaba en la defensa.
Este y otros hechos me fueron indicando que, en este juicio, estaban
ocurriendo cosas muy raras y sorprendentes. Basta con recordar el
momento en el que la jueza de Garantía, Georgina Gutiérrez, me
preguntó, durante el desarrollo del mismo, “si viene en declarar libre
y espontáneamente”, a lo que le respondí, sin dudarlo, “que había sido
presionado”. En tres ocasiones volvió a preguntarme exactamente lo
mismo y yo agregué en mi respuesta que además, los periodistas me
estaban presionando ante la opinión pública con sus continuas declaraciones en mi contra. No obstante, no oculté tampoco la razón
de fondo, que no era otra que esa presión también provenía de mis
propios abogados. Esto es importante: La jueza me preguntó tres
veces y yo di siempre la misma respuesta, especialmente cuando el
abogado Julián López repreguntó cuál era exactamente el significado de decir que había sido presionado. De inmediato le respondí:
“Usted sabe castellano y sabe lo que significa ser presionado, si no,
busque en un diccionario”. Pero la jueza de garantía, a pesar de ello,
siguió adelante y me preguntó si aceptaba el expediente que se había
conformado en el Ministerio Público mientras yo, con toda claridad, le expresé que en estas condiciones y ante la situación en que
se me colocaba -sobre todo después de mi insistencia en señalar que
253
Ediciones Radio Universidad de Chile
había sido presionado- no tenía a mi alcance otra opción que no
fuera aceptarlo por obligación.
El fiscal, no obstante el acuerdo al que según ellos -Balmaceda y Armendáriz- se había llegado, pidió cinco años. Al instante me paré de
la audiencia, solicité mi retiro y me fui. A la salida, los periodistas
me preguntaron acerca de mi condición de imputado y por qué me
retiraba de la audiencia y declaré lo mismo de siempre: “Porque soy
inocente”. De inmediato tomé sin dudar la decisión de cambiar de
abogado, de modo que si Balmaceda no aceptaba pedir la nulidad
del juicio abreviado, pudiera hacerlo con otros defensores. Evidentemente, él se negó a pedir la nulidad y ante mi insistencia, renunció
a patrocinarme en el juicio.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
siguiente se desdijese y afirmase que la resolución de la jueza era de
culpabilidad. Por tanto, yo era culpable. Las sorpresas no terminaron ahí porque luego supe que el fiscal Armendáriz había declarado
públicamente en la revista Qué Pasa, que él se contentaba con sacarme del Senado.
A esas alturas contraté a los abogados del estudio de Alfredo Morgado, los cuales presentaron a los tres días del juicio abreviado, el
escrito en que pedían su nulidad. Sin embargo, el día de la audiencia
de dictación de condena, ese escrito no fue acogido por la Jueza de
Garantía, cosa que era de suponer ya que, tal como lo afirmó después un funcionario de Gendarmería que se encontraba en la sesión,
esta magistrada se hallaba profundamente comprometida tanto con
Balmaceda como con Armendáriz.
Este relato es absolutamente fiel a lo que ocurrió y a lo que se me
señaló. Jamás acepté mi culpabilidad y lo que pasó a continuación
fue sólo una deducción interesada, que tanto Armendáriz como Balmaceda expresaron a la opinión pública a través de una emisora en
la ciudad de Temuco. Allí, Balmaceda manifestó que me consideraba inocente. No sé qué presiones ejercieron sobre él para que al día
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255
VISITAS DEL OBISPO
BERNARDINO PIÑERA Y LUIS CORVALÁN
Desde el día en que ingresé a esta Cárcel de Alta Seguridad se acercó
mucha gente a visitarme no sólo de mi región. Me traían voces de
aliento y hacían mención a que mi fortaleza me ayudaría a sobrepasar esta tremenda prueba.
Fue un 8 de febrero que llegaron a visitarme el obispo Bernardino
Piñera y el dirigente y ex Secretario General del Partido Comunista, Luís Corvalán. Algo así como el santo y el diablo juntos,
de acuerdo al imaginario popular. Ambos me trajeron sendos libros escritos por ellos y recientemente publicados. Conversaron
muy animadamente porque los dos son de edades muy parecidas
y tuvieron públicas actuaciones en un tiempo que les fue común.
Cada cual desde su perspectiva, recordaron hechos, anécdotas y
reuniones, tanto en Chile como en el exilio de Luís Corvalán. Antes de irse, ambos me autografiaron sus respectivos libros, fechados
obviamente, ese día 8 de febrero.
Esa fecha y ese hecho son particularmente importantes por otra cosa
que sucedió en paralelo. El Alcalde de Ñuñoa, Pedro Sabat, pocos
días después, afirmaba pública y rotundamente que unos amigos suyos “me habían visto descansando en pantalones cortos allá por las
257
Ediciones Radio Universidad de Chile
termas de Puyehue”. Se me vino en el acto a la memoria aquel viejo
refrán que reza que “para mentir y comer pescado hay que tener mucho cuidado”, por lo que lo emplacé a explicarse, por medio de un
comunicado de prensa, el que se hizo efectivo a través de una conferencia en la que participaron Julián Alcayaga, Axel Rivas y mi gran
amiga que hoy se encuentra ausente, Carmen Lazo. Medio acobardado, el Alcalde Sabat respondió que no era él quien me había visto
sino unos amigos que le habían comunicado en el acto y con total
seguridad que era yo la persona que habían contemplado en las sureñas termas. Lo emplacé de nuevo a que divulgase -también públicamente- los nombres de sus amigos, ya que Corvalán y Monseñor
Piñera me habían autografiado en persona sus libros ese mismo día,
durante la visita que me hicieran en la Cárcel de Alta Seguridad.
Finalmente, Sabat no respondió y, por supuesto, logró dejar confundida una vez más a la opinión pública sobre mi caso. De cualquier
forma, la charla con esas connotadas personas que son Piñera y Corvalán fue mucho más trascendente y entretenida, además que me
señalaron su incredulidad sobre los hechos aportados al juicio por
el fiscal Armendáriz.
Aún guardo un mail que le hiciera llegar Luis Corvalán a Carmen
Lazo para desmentir a Sabat:
Querida Carmen Lazo:
He sabido que tú vas a estar, junto a Julián Alcayaga y a Axel Rivas, en
un encuentro con la prensa que tendrá lugar mañana jueves 24, para
denunciar los verdaderos propósitos que se esconden tras la falsa información de que Jorge Lavandero habría estado en Puyehue los días 7 y 8
258
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
del presente mes. Yo le visité en su lugar de reclusión en la mañana del
día 8 de febrero y tuve el agrado de estar con él en una amena conversación en la que participó también el obispo Sr. Bernardino Piñera.
Te ruego, Carmen, dar al respecto mi testimonio ante los periodistas y
decirles que encontré a Jorge Lavandero muy íntegro, decidido a cumplir la injusta condena a que ha sido sometido y confiado en que ella
podrá ser modificada a su favor en un tiempo más o menos cercano.
Te saluda fraternalmente, Luis Corvalán.
Melipilla 22 de febrero del 2006.
Sin embargo, ese malintencionado episodio sirvió para demostrar la
facilidad con que se puede enlodar a las personas a partir de hechos
falaces porque, a pesar de la evidencia, de las pruebas objetivas que
desmienten tales aseveraciones, la falsa información queda impresa
en las hojas de los periódicos y en la mente de muchos individuos.
Poco antes de la sentencia, estuve con el economista Marcel Claude
que, como yo, había sido invitado a la Universidad de Concepción
para exponer sobre recursos naturales, entre ellos, el cobre. Al mediodía participamos en una gran concentración organizada por los
pescadores artesanales en plena plaza pública, al igual que habían
hecho previamente en Puerto Montt. Debido a los momentos que
se vivían, estos temas parecían muy interesantes para la gente y por
eso, estos actos contaban siempre con mucho público que, en el caso
de Concepción, se veía inmensamente fortalecido por la presencia
de los mineros del carbón.
259
Esta vez y al igual que en otras oportunidades, se hicieron charlas por
la periferia de la Región. Estuvimos en Lota, Coronel, Talcahuano y
Negrete, para finalizar la gira en la Escuela de Derecho de la Universidad de Bío-Bío y concluir en la Universidad de Concepción.
Nuestro norte era claramente la defensa de los recursos naturales.
Las intervenciones, tal como había ocurrido tanto en las universidades del norte y en las del sur del país, sea en debates o seminarios,
resultaron altamente estimulantes y despertaron una gran participación y mucho entusiasmo tanto de parte de los jóvenes, como de
los pescadores. Ante tamaño revuelo y éxito de los encuentros, los
directores universitarios propusieron incluir también otros temas,
además de los que presentamos, para futuras reuniones, incluyendo
al ya largo listado en una sede en Talca.
“ANTES” DE BRUNO
Casi corriendo ya sobre la hora, llegamos al aeropuerto para tomar
el avión que ese fin de semana nos devolvería a Santiago. Allí me
encontré con Clara Scharanski, presidenta del Consejo de Defensa
del Estado. Años antes, habíamos mantenido una larga relación sentimental a la cual me referiré más adelante. Se la presenté a Marcel
Claude, comentamos sobre los seminarios de uno y de otro y Clara
me comentó que uno de los perros aireadle que yo le había regalado
tiempo atrás había muerto, pero que ella me estaba criando uno, hijo
de una pareja que ella misma había adquirido recientemente.
El avión estaba detenido por mantenimiento, así es que los tres fuimos a comer en el restaurante del aeropuerto a la espera de que pudiésemos embarcar. Charlamos animadamente y, por cierto, sin ninguna
señal de posible recelo. Comentamos nuestras actividades en defensa
del cobre, los recursos naturales, la explotación que las multinacionales hacían en nuestro país y que en otras naciones -incluyendo los
países de origen de esas mismas empresas- no son permitidas y les
exigen pagar todos los impuestos que no pagan en Chile.
Le recordé a Clara que en varias ocasiones le había enviado oficios
del Senado y que las respuestas del Consejo eran evasivas, al igual
261
Ediciones Radio Universidad de Chile
que las de los demás organismos fiscalizadores, lo que constituía una
tónica que se configuraba cada vez que esos temas eran tocados.
Le pregunté por qué y me contestó: ¡porque era muy malo con los
animales!”. 8
Le explicamos con Marcel que Codelco, explotando la tercera parte
del cobre chileno entregaba, en concepto de pago de impuestos al
Estado, tres veces más que el conjunto de las empresas extranjeras
que explotaban los dos tercios restantes del mineral. Y que a simple
vista parecía un auténtico y voraz robo. Era lo que estábamos informando a la opinión pública en seminarios y encuentros, como el
que veníamos de protagonizar y que, como consecuencia de llevar
nuestra explicación ciudad por ciudad y universidad por universidad, se había logrado -según encuestas recientes- que el 85% de los
chilenos opinara que se hacía imprescindible exigir a esas empresas
extranjeras el pago de un royalty verdadero, como un precio por el
cobre que extraían y que pertenece a todos los chilenos.
Nadie puede llamar “tratamiento psicológico” a una sesión de una
hora, si fuera cierto que acudió a un psicólogo, ni menos tratar de
abusador sexual a una persona que se considera “malo con los animales”, ya que es sólo esto lo que Bruno señala ante el profesional.
Esto demuestra que Bruno Coulon jamás estuvo en un tratamiento
psicológico, como afirmó el propio profesional y que obviamente,
los supuestos abusos a los que él declara haber sido sometido, son
mentiras que esconden quizás qué oscuros y mezquinos propósitos.
Lo más curioso que afirma el profesional, es que es sólo Clara la que
le insiste. Y como se ve, en ningún momento Bruno le relata al psicólogo otro comportamiento exceptuando el que yo sea “malo con
los animales”.
Mi sorpresa fue descomunal cuando supe que ambos, madre e hijo,
habían declarado ante el fiscal.
Bruno tampoco lo comentó con su padre, a pesar de que señala que
siempre ha tenido mucha confianza con él y “le ha contado todas sus
experiencias sexuales”.
Clara había llevado a Bruno a ver a un amigo psicólogo quien, al
momento de prestar declaración, desmintió que Bruno haya estado
en un tratamiento. Admitió que fue visitado por éste en sólo una
oportunidad: “…Bruno fue a mi consulta, acompañado de Clara,
quien nos esperó afuera. Tuve una sesión con él, de alrededor de
una hora, en la cual lo abordé profesionalmente y, luego de profundizar en su personalidad, pareciéndome un niño criado entre
adultos, despierto, con valores muy claros, del tipo de niño que
no duerme si ha dicho una mentira. Y salió el tema de Jorge del
cual él, derechamente, se refirió como que no era buena persona.
262
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Habían pasado más de 7 años antes que la madre hiciera una denuncia tan grave.
Mucho después del presunto abuso, Clara me había pedido que “le
compre” una propiedad porque “necesitaba dinero”. Hubo múltiples cartas entre 1997 y 2003 que todavía conservo8 , no sólo encabezadas con un: “Querido Jorge”, sino repletas de conceptos encomiásticos para mi persona.
8 Ver anexo
263
Ediciones Radio Universidad de Chile
Normalmente un hombre no relata lo que señalaré, pero está en juego mi honor. Me separé de Clarita cuando me conminó a formalizar
nuestra relación. Le respondí que ella tenía un hijo adolescente y yo
también. Esto podría crear problemas en ambos lados de tal manera
que le propuse que postergásemos esta idea hasta que los muchachos
estuviesen más grandes y pudiesen comprender.
Ella me había invitado a vivir en su casa. Una convivencia que entendí fundamentada en su mentalidad liberal y su formación marxista.
Ella vivía en Las Perdices, con su madre, y allí fue cuando le regalé
los perros Aireadle. Hice agrandar su casa para que todos cupiésemos holgadamente. Clarita me gustaba. La vida con ella, no obstante los altos y bajos, era interesante, se trataba de una mujer culta,
inteligente, buena moza.
Mi primera “desazón” y asombro fue su renuncia al partido Comunista y su inserción al PPD. De mi parte, nunca le pedí que ingresara a mi partido o se transformase en independiente. En todo caso
desde hacía algún tiempo que me daba cuenta que Clara tenía una
personalidad fuerte y quería llegar “arriba” a como diera lugar. Su
“arribismo” quedaba compensado con la vida entretenida en todos
los sentidos.
Con mi ayuda llegó al Consejo de la Universidad de Chile, después
también me pidió ayuda para ingresar al Consejo de Defensa del
Estado y lo hice sin problemas, porque sé que era una mujer y profesional muy capaz.
264
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Por lo tanto, cuando le propuse postergar su idea de matrimonio,
ella agregó que entonces “tenía que pensar”. Entendí que lo mejor
-si tenía que pensarlo- era irme. Y así, sin más, de inmediato tomé
mis cosas, las puse en mi camioneta y me fui a la casa de mi madre.
Fue una decisión dolorosa, pero la creí necesaria. Clarita me gustaba y sabía que si la volvía a ver podríamos juntarnos de nuevo. Me
hice el propósito de esquivarla, de no verla. Pero, por su cargo, ella
iba al Senado frecuentemente. Después de tres años de completa
separación nos encontramos a la salida de una Comisión. Roto el
hielo, quedamos de juntarnos en un café al lado del teatro Las Condes para recordar tiempos pasados. Los casi tres años fueron suficiente distancia para reforzar mi decisión. Y aquí viene lo curioso.
Al recordar el pasado, salió a la luz el cómo nos habíamos separado.
Le señalé: “Cuando te respondí de postergar la decisión de casarnos,
tú me dijiste que tenías que pensarlo”. Y ella, para mi asombro, me
respondió muy escuetamente: ¿Y por qué no insististe?
De tal manera que algo muy tenebroso debe haber ocurrido porque,
de la noche a la mañana, emergieron acusaciones donde Bruno aparece victimado.
La opinión que emitió su hijo Bruno sobre mi caso -según él- la
concibió por las declaraciones que yo habría hecho sobre las multinacionales y la explotación que hacen de nuestro cobre chileno. Pero
los antecedentes que estaban en su conocimiento eran seguramente
los que yo le estaba entregando a su madre, en atención a que era en
ese entonces la Presidenta del Consejo de Defensa del Estado.
265
Ediciones Radio Universidad de Chile
Por esos mismos días, según me he informado, existía preocupación
entre las multinacionales del cobre por las acciones que emprendimos para lograr una producción planificada a los efectos de influir
sobre los precios internacionales del mineral. Debido a la sobreproducción existente, proceso de la que esas mismas empresas eran partícipes e impulsoras y que excedía por mucho el consumo mundial
de cobre, el precio se mantuvo muy bajo por bastantes años.
Mis viajes a China, Japón y Corea, sumados a mi participación en
el Comité binacional Chileno-Chino, al que concurrí en calidad de
Presidente de la Comisión de Hacienda y también como Presidente
de la Comisión de Minería del Senado, me permitieron un acercamiento entre los principales consumidores de cobre del mundo y
Chile, que, como productor, ha estado aportando el 62% del cobre
que se transa en todo el planeta.
Si pensamos que la producción interna de muchos países satisface
su propio consumo, éstos no requieren realizar mayores compras
del cobre disponible en el mercado internacional. Este era el panorama. La sobreproducción chilena destruía su propio precio, a lo
que se agregaba la nula acción de Cochilco (Corporación Chilena
del Cobre) y, lo que es aún peor, su desembozada complicidad en el
pleno apoyo a esta sobreproducción de Chile, con una constante y
sospechosa política de afirmar de manera vehemente que no existía
tal fenómeno, con lo que abiertamente contribuía a que el precio
internacional del cobre anduviera por los suelos.
Cochilco afirmó constantemente que la baja del precio del cobre
se debía a la crisis económica en algunos países, entre los cuales
266
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
se encontraban, principalmente, Argentina y algunos del Medio
Oriente; a pesar de lo que evidenciaban las estadísticas, la que
marcaba de forma inequívoca que el aumento de la producción de
cobre chileno coincidía exactamente con la baja del precio internacional.
Nuestras denuncias y protestas, las que se nos negaba divulgar o difundir, se hicieron cada vez más duras y, en parte, fue lo que nos
llevó a organizar y a promover activamente la toma de conciencia
en la opinión pública, informándola de lo que sucedía hasta en los
menores detalles. Principalmente a través de charlas, cátedras en
universidades y publicación de libros y folletos.
Un grupo de profesionales y expertos en estos temas decidimos
formar el Comité de Defensa del Cobre, que luego se extendió por
toda la Región Metropolitana y algunas otras regiones del país.
Esa organización nos permitió acudir a distintos seminarios que se
fueron organizando en distintos puntos. La acción tan decidida de
este grupo de expertos obligó, tanto a Codelco como a la Billiton,
a retener -entre ambas empresas- 500 mil toneladas de cobre con
lo que, casi instantáneamente, el precio internacional del mineral
rojo comenzó a subir y mantenerse en índices desconocidos, los
que se mantienen hasta el día de hoy. Esto es desde los 62 centavos
la libra de cobre originales, hasta los cerca de 4 dólares por libra en
nuestros días. Con ello, además, se acabó el juego de aportarle a las
subsidiarias de estas multinacionales el cobre chileno a precio vil y
se demostró la vinculación entre la sobreproducción y el precio en
los mercados internacionales.
267
Ediciones Radio Universidad de Chile
Evidentemente, las autoridades chilenas de la época jamás reconocieron el error de mantener una escandalosa sobreproducción
de nuestro principal recurso natural no renovable, pero la medida
obligada que tomaron ambas empresas ya citadas, dejó al desnudo
que estaban equivocados y que nosotros teníamos la razón.
Nos pareció muy extraño que se mantuviera un cierto grado de
indolencia por la actitud de estas empresas, lo que permitió que
el Estado chileno -en la práctica- estuviera subsidiando por segunda vez en nuestra historia a las empresas manufactureras de alto
consumo de cobre. No se puede olvidar la situación que soportó
Chile en la Segunda Guerra Mundial. Al país se le fijó un precio de
cobre tan bajo que generó graves consecuencias sociales y económicas por las limitaciones presupuestarias a que se vio enfrentado
el Estado.
Tras más de 80 intervenciones en el Senado reiterando la defensa
del cobre chileno, se abrió paso a que se creara por primera vez
una Comisión Especial para el Estudio de la Tributación Minera,
la cual presidí hasta su término. Las conclusiones de esa comisión
fueron expuestas en una Sesión Especial, que contó con la presencia e interés de todos los Senadores y logró hacer conciencia sobre
la veracidad de lo que veníamos afirmando: Que estas empresas no
estaban pagando, en definitiva, ningún impuesto en Chile por la
explotación de recursos mineros no renovables.
Después de escuchar a cada una de las grandes empresas mineras,
una cantidad sustantivamente mayor de senadores y diputados
que antes pensaba que era un tema sin sentido, pudo apreciar las
268
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
distintas y oscuras maniobras que hacían estas empresas para evadir
o eludir directamente los limitados impuestos que debían pagar.
La Disputada de Las Condes, empresa minera filial de la Exxon, declaró durante 24 años que sólo tuvo pérdidas, con lo cual logró eximirse del pago de todos los impuestos que debía cancelar al Estado
chileno. Poco tiempo después, esta empresa fue vendida por la Exxon
a la Anglo American en 1.200 millones de dólares, a los que le agregó
un crédito fiscal de 570 millones de dólares más, justificado por las
supuestas pérdidas. Hasta el día de hoy, muchas personas no logran
explicarse que un negocio tan malo e ineficiente fuera traspasado en
esa suma. Y muchos ignoran que la Anglo American podrá descontar
este crédito fiscal de sus propias utilidades de manera tal que en el futuro tampoco pagará el total de los impuestos que le correspondería.
Menos conocidas aún resultan las maniobras de la empresa internacional Barrick Gold, dueña de la mina de oro El Indio, la que explotó hasta su agotamiento, sin jamás pagar los impuestos legales, salvo
por uno o dos años. Estas acciones ameritaron que desde el Comité
de Defensa del Cobre, expresásemos duras opiniones en casi todos
los lugares a los que fuimos invitados a exponer.
Estas multinacionales declararon en la Comisión Especial del Cobre
del Senado de manera francamente impúdica, que en el año 2000
habían pagado 1.600 millones de dólares. Casi de inmediato descubrimos que estas empresas habían sumado como propios los impuestos de declaración de rentas de sus altos ejecutivos y de todos los
empleados. Salvo nosotros, todos guardaron un silencio cómplice,
incluido el Gobierno.
269
En días recientes, estas empresas han declarado que pagarán cerca
de 5 mil millones de dólares por explotar los dos tercios del cobre
chileno pese al alto precio del metal. Ningún senador ni diputado
se ha preocupado de preguntar si en estos 5 mil millones de dólares que están declarando van incluidos también los impuestos a la
renta de sus propios ejecutivos y empleados, situación que ya intentaron hacer aparecer como “normal”. Hay un punto en que las frías
matemáticas simplemente no cierran: Codelco, que como sabemos
explota sólo un tercio del mineral que se extrae del suelo chileno, le
entregará como ingresos al Estado chileno cerca de 8 mil millones
de dólares.
La opinión pública debe saber por otra parte, que lo que declaran
estas empresas no son los impuestos realmente pagados, ya que el
Estado les devolverá no sólo el IVA y los derechos de aduanas sino
además, el impuesto de segunda categoría que han declarado.
No hay voces de ninguna autoridad que cuestione o investigue los
aportes de estas empresas que permanentemente han hecho elusión
y evasión de impuestos. Por el contrario, los mismos de siempre que
cuestionan a Codelco por ineficiente, al decir de ellos, nada dicen
de estas empresas extranjeras que pagan una miseria en impuestos
o que directamente no pagan. Si de eficiencia se trata, el juicio no
puede ser más categórico: ¡Dios bendiga la ineficiencia de Codelco
que paga!, permitiendo que el Estado pueda promover con esos recursos todo un sinnúmero de iniciativas sociales, y que maldiga la
draconiana y mezquina eficiencia de esas empresas extranjeras que
no pagan.
BALMACEDA
Es bueno dar una ojeada respecto de quién fue mi primer abogado,
Matías Balmaceda. Según él mismo me contó, trabajaba en un estudio jurídico de Hermosilla en Santiago y se había ido al sur para
aprender y practicar el nuevo Procedimiento Procesal Penal, que comenzó a aplicarse experimentalmente en la IX Región, antes que en
el resto del país.
Su memoria y tesis la hizo sobre el juicio abreviado, convenciéndose
tal vez de los beneficios de este procedimiento y de cuyas bondades
trató denodadamente de convencerme, para llegar conmigo a concretar este modelo de proceso que tan diligentemente le había ofrecido el fiscal Armendáriz, no obstante conocer exactamente de mi
oposición a ese tipo de juicio. ¿Cómo podría haberme imaginado
en ese entonces que él trataría de aplicar su memoria a como diera a
lugar en mi caso concreto?
Lo que Balmaceda jamás me informó, es que había estado en calidad
de Defensor Público en un pueblo cercano a Temuco y que, por alguna circunstancia, se había visto obligado a abandonar ese cargo.
A partir de ese dato, comprendí en parte su tozuda insistencia en ir
con mi caso al juicio abreviado, agregando a esto la constante pre271
Ediciones Radio Universidad de Chile
sión que -el mismo reconoció- habría ejercido sobre su persona el
fiscal nacional, Guillermo Piedrabuena. Ambos fiscales, el nacional
Piedrabuena y el ad-hoc Armendáriz, sabían que no tenían ninguna posibilidad de que el Ministerio Público ganase el juicio en mi
contra, porque simplemente no tenían ninguna prueba consistente,
a tal punto que todos los testigos y la mayoría de las presuntas víctimas, en públicas declaraciones se desdijeron de sus testimonios,
derrumbando con ello la formalización del juicio.
personal entre él y el Fiscal Armendáriz”. Todo esto, sin considerar
además la explicación de que recién se había instalado con su estudio jurídico en Santiago y sus clientes eran del sector oriente de la
capital, en donde el fiscal regional no era otro que el propio Xavier
Armendáriz y que, por lo tanto, dar a conocer el acuerdo podría perjudicar al fiscal y, por ende, a su propio estudio, por lo que no quería
arriesgarse a romper relaciones con la Fiscalía, lo que invariablemente ocurriría si rompía ese secreto tan bien guardado hasta hoy.
Algo más insólito aún, según el abogado penalista José Galiano, fue
que se colocó a niños menores de edad en calidad de testigos de sí
mismos, un hecho inédito en la jurisprudencia de los tribunales de
justicia y, de acuerdo a Galiano, otra de las grandes y aberrantes irregularidades que tuvo este proceso.
En estas condiciones y asediado por una verdadera conspiración de
intereses políticos y económicos, el resultado no hubiera podido
ser diferente del que en definitiva se produjo, tras implementarse
un juicio abreviado en contra de mi voluntad y absolutamente a
mis espaldas.
Con toda la parafernalia mediática creada a través de la prensa y los
muchos millones de pesos gastados antes del juicio e incluso con los
invertidos por el canal 13 de TV, que estuvo siguiéndome y filmando durante dos años y medio, Piedrabuena y Armendáriz no podían
aceptar el seguro resultado adverso que les habría propinado el juicio oral con una sentencia absolutoria.
En correspondencia con aquello, le expresé a la jueza de Garantía de
Temuco, Georgina Gutiérrez, y en tres oportunidades, que estaba
siendo presionado. Según el Código de Procedimiento Penal actual,
hasta allí habría llegado el juicio abreviado. Pero como esto no debía
ocurrir, la jueza prosiguió empecinadamente adelante con el juicio
para dictar una sentencia increíble bajo la acusación de “abuso deshonesto”, siendo que nadie que haya cometido realmente dicho delito, está en la cárcel cumpliendo pena alguna en la actualidad.
Estas fueron algunas de las grandes razones para imponer a como
diese lugar un juicio abreviado, originado en un acuerdo cuyo contenido -paradójicamente- no he podido conocer hasta el día de hoy.
La respuesta que me entregó mi abogado de entonces, Matías Balmaceda, debería quedar en los anales del Colegio de Abogados y
del Poder Judicial cuando me señaló que no podía informarme de
los contenidos del mencionado acuerdo porque era “una cuestión
272
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
273
PARTICIPACIÓN DE LA DIRECTORA
REGIONAL DEL SENAME DE TEMUCO
En los continuos viajes que en mi calidad de parlamentario periódicamente hacía a la IX Región y en especial a Temuco, poco a poco
fui conociendo de una cantidad de irregularidades que se cometían
en algunos servicios públicos, especialmente en aquellos que llevaban adelante procesos de capacitación mediante concursos públicos.
Comencé a recibir pruebas de diversas fuentes que hacían constatar
tal corrupción al interior del Sename, como también del INP (Instituto Nacional de Previsión, hoy IPS) y del FOSIS (Fondo de Solidaridad e Inversión Social), por lo que solicité a la Contraloría General de la República que se investigase a las direcciones regionales de
estas instituciones públicas, ante la posibilidad de que existiera un
fraude de proporciones en importantes instituciones de gobierno,
afectando éste fundamentalmente a los sectores más modestos y desposeídos de La Araucanía.
El resultado fue exactamente el que habíamos supuesto y los directores de estas reparticiones fueron sancionados por la Contraloría,
llegando incluso a que algunos fueran llevados ante la justicia, que
ratificó la veracidad de las denuncias presentadas. Algunos personeros fueron condenados y en el caso de Blanca Beraud, Directora
Regional del Servicio Nacional de Menores (Sename) que era uno
275
de los más graves, su Directora Nacional, Delia Del Gato, pidió a la
misma Contraloría suspender la sanción administrativa hasta que se
pudiera hacer otro sumario interno. Del Gato, militante DC al igual
que Beraud, sólo le aplicó en el sumario una amonestación menor y
una rebaja en su sueldo de un 5%. Acto seguido, cerró el caso.
Junto a otros implicados, Blanca Beraud constituía parte del equipo
del entonces Diputado Francisco Huenchumilla, y trabajaron con él
y en su interés, la senaduría que yo ostentaba en la IX Región, cuyo
cupo se resolvería en elecciones internas dentro de nuestro partido,
la Democracia Cristiana. Huenchumilla le había asegurado al entonces presidente Ricardo Lagos, que me derrotaría en estas primarias con total comodidad. Pero llegada la hora de contar los votos,
resultó ser él quien perdiera las primarias por una diferencia muy
importante y por tanto su equipo, con Blanca Beraud a la cabeza,
también salió políticamente derrotado sin apelación.
Después de los hechos narrados y que tuvieron una gran publicidad
en la zona, la directora regional del Sename, casi a manera de velada
revancha, comenzó a exigir la designación de un tercer fiscal para
mi caso, ya que los dos anteriores que habían llevado la causa en mi
contra, habían señalado sin ambages que las denuncias realizadas
ante el Sename eran falsas y obedecían exclusivamente a que las personas denunciantes estaban involucradas en un robo en mi parcela
de Metrenco. Incluso, en su momento, la madre de Blanca Beraud
me llamó por teléfono amenazándome con las penas del infierno
por la denuncia que yo había hecho en contra de su hija ante la Contraloría. Quiero creer que eso era puro amor de madre.
Dos “corderos al matadero…”
Juan Carlos Espinoza, mi secretario en la Novena Región por más de
10 años, estaba a cargo no sólo de mi oficina en la zona, sino además
de mi parcela de Metrenco y de la contratación del personal para
ambos lugares. En estas condiciones, y debido a que yo me encontraba en el extranjero en septiembre del año 2003, presentó la denuncia
por robo ocurrida en la parcela. Nadie imaginaría que este insignificante episodio, meses más tarde cobraría relevancia y relación con
las denuncias de las que ambos fuimos objeto.
Oficialmente esta denuncia fue el comienzo de todo, ya que Iván
Cuevas y su mujer -en todas las declaraciones que entregan, tanto
en el expediente como en el programa Contacto- señalan que atestiguan en nuestra contra por los cargos que Juan Carlos les había
hecho, con mi respaldo.
Sin embargo ya sabemos el trasfondo: mucho antes del despido y
acusación de esta pareja de cuidadores, las comunicaciones con el
equipo de canal 13 eran un hecho, pruebas son las conversación telefónicas con Sutherland varios meses antes, incluso cuando aún éste
no era contratado por el programa en cuestión.
277
Ediciones Radio Universidad de Chile
Juan Carlos fue también duramente perseguido por el fiscal Armendáriz y enjuiciado por el pecado -para ellos- de ser buen trabajador,
apegado a su creencia religiosa, un buen padre y amigo. Por supuesto, se requería de alguien cercano a mí y qué mejor que Juan Carlos,
un amigo y colaborador.
Una noche el fiscal Armendáriz se presentó en persona para interrogar a Juan Carlos, le hizo colocar unas esposas y le espetó la siguiente
frase: “Yo tengo el poder para meterte a la cárcel o dejarte en libertad. Si declaras en contra de Jorge Lavandero te dejo en libertad y si
te niegas, te mando a la cárcel”. La respuesta de Juan Carlos fue tan
simple como sincera. Le explicó que no tenía nada que decirle, ya
que en todos los años que había trabajado a mi lado, jamás había visto una situación como la que estaba insinuándole el fiscal “a menos
que tuviera que mentirle para sostener lo contrario”.
Volviendo a lo anterior, los principales involucrados, Gilda Márquez
e Iván Cuevas, replicaron nuestra denuncia afirmando que ellos habían sido testigos de abusos cometidos en contra de su hija. La denuncia de robo quedó atrás y hasta hoy nada se sabe al respecto. Todo
lo borraron de un plumazo, como si el robo no hubiese existido.
Los cargos por los que Juan Carlos fue imputado, comprendían “tenencia ilegal de armas” y el haber abusado de su propia hija. En el
primer caso, la pistola era un regalo que nos hizo el Senado en 1973
y se encontraba en mi propiedad debido a diversos y extraños robos
que venían ocurriendo en la parcela desde el año 2003. En cuanto
a la segunda y muy grave acusación respecto de su hija, la madre
y la abuela públicamente desmintieron las aseveraciones del fiscal
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Armendáriz. Pero no hicieron válidas las palabras de la familia de
la niña y la obligaron a someterse a un sinfín de procedimientos en
el Servicio Médico Legal y a otras pruebas. Lo “no existente” había
que crearlo.
Hay que hacer notar que la esposa de Juan Carlos trabajaba en el Sename y la acusaron de proporcionar listados de niñas que realizaban
comercio sexual en Temuco para que participaran en “fiestas” en la
parcela de Metrenco. Por cierto, todo esto fue esclarecido y se comprobó su falsedad. Sin embargo, esta versión se utilizó en la prensa
para una feroz campaña mediática en mi contra y en contra también
de Juan Carlos y su familia.
Los fiscales Ivelic, Díaz, Pino investigaron en el terreno las denuncias. Recibieron las declaraciones de la propia hija de Gilda Márquez
-que vivía con su abuela cerca de Collipulli- y ambas las desmintieron. Este acto de justicia de estos fiscales, algo increíble, serviría
para destituirlos junto a la fiscal regional Esmirna Vidal. Sólo cabe
la sorpresa al comprender hasta dónde alcanzaba la fuerza de esta
conspiración. Se sancionó a los fiscales Ivelic, Díaz, Pino y se pidió
la destitución de la Fiscal Regional Esmirna Vidal, los primeros investigadores. Pero eso no servía a los propósitos de los conspiradores
y los exoneraron sin piedad ni argumentos válidos.
A la postre, Armendáriz lograría su objetivo de condenar a mi secretario, dejándolo además imposibilitado para ejercer cualquier cargo
público de por vida. Estuvo con arresto domiciliario por un prolongado período, evitando cualquier participación en el proceso que se
llevaba en mi contra. Esto nos dolió a todos, especialmente por las
279
Ediciones Radio Universidad de Chile
ingentes maniobras que se hicieron para lograr a como diera lugar
sus propósitos.
A pesar de las acusaciones, no había forma de perder en un juicio
normal: Los antecedentes que existían eran incontrarrestables tanto
de mi parte como de mi secretario.
Clara fue la opinión de Juan Carlos Espinoza al referirse sobre el
juicio abreviado, en una entrevista publicada en la Revista Vea, al
preguntarle sobre su opinión respecto a la justicia [1] “…Creo en el
derecho y en la justicia, pero qué derecho y justicia tuvimos…, fueron puros errores. A nosotros nos llevaron a un juicio abreviado, que
en lo personal, nunca lo quise aceptar, pero nuestros defensores nos
dijeron que era la mejor alternativa porque se iba a aclarar todo y…
nos hicieron caminar como dos corderos al matadero…”
Juan Carlos describe la realidad, entre Armendáriz y Balmaceda
obligaron al abogado de Juan Carlos, Gaspar Calderón, para aceptar el juicio abreviado, tal como él mismo lo señaló posteriormente
en una entrevista en TVN.
Los medios de comunicación jugaron uno de los papeles más relevantes y tristes sobre la opinión pública y sobre algunos círculos del
propio Poder Judicial. A diario salían noticias escandalosas sin ninguna consistencia, pero que servían al propósito de echar más leña al
fuego en un estilo que evocaba a lo peor de la prensa amarilla, tanto
en su forma como en su fondo. Creo que este escándalo no solo fue
280
[1] En Revista Vea Nº 3.037 del 25 al 31 de julio del 2005
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
potenciado desde los medios porque “vendían” las malas noticias,
sino que -y así me lo dijeron muchas personas y amigos- era factible
suponer que había mucho más que el puro afán de satisfacer la morbosidad pública con este proceso.
En medio de la causa que se me seguía pude darme cuenta que estaba luchando prácticamente en soledad contra fuerzas muy potentes.
Diversos amigos y profesionales especialistas en minería en general
y en cobre, en particular, me habían señalado que la Barrick Gold
había logrado sacar un Primer Ministro en Canadá por -según ellosdarle unas palmadas en el trasero a su secretaria. Algo parecido ocurrió con dos presidentes en países americanos. Me señalaron además
que el golpe militar en contra de Allende, lo habían financiado en
gran parte las mismas empresas mineras multinacionales, a las que
este Presidente había determinado nacionalizar, en un gesto de absoluta independencia y criterio de soberanía.
Estoy sintiendo cada día más los efectos del estrés y la depresión y
por eso estoy sometido de manera constante a diversos análisis, entre
otros de sangre, para ver si faltan algunos componentes que incidan
en esta baja de defensas y que facilitan todo tipo de infecciones y
enfermedades. En definitiva, parece ser que la depresión y el stress
me han atacado de manera tan fuerte y sostenida, al punto que impide a mi propio organismo atacar los hongos y bacterias que existen
naturalmente en el cuerpo humano y el ambiente.
Estas dificultades, sin embargo fortalecen mi empecinamiento y decisión por completar este libro y sigo trabajando en redactar mis vivencias -buenas y malas- al igual como lo hice con otros ocho momentos
281
Ediciones Radio Universidad de Chile
en que sentí la necesidad de escribir, en especial, cuando he visto que
mis ideas sobre los cambios que se requieren en esta sociedad han sido
resistidas al punto de boicotearlas y trabarlas para permitir las siempre
crecientes diferencias sociales y económicas que, con el actual sistema
económico y político, se van profundizando y haciendo más gigantescas e insoportables.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Así se ha incubado el desprestigio a la política y a los políticos. La
gran mayoría de chilenos y en especial los jóvenes, se sienten excluidos de este sistema y estas promesas. “No están ni ahí” con la política, se sienten completamente frustrados al no poder tener ni prever
un futuro y se transforman paulatinamente -en muchos casos- en
personas ingobernables y violentas o rayanas en los límites de la delincuencia.
Toda nuestra sociedad está infectada por este virus que permite dejar a vastas masas de ciudadanos al margen de los grandes beneficios
que prometen los descubrimientos de la ciencia, por ejemplo. Millones de personas que por cierto, en Chile, carecen de los medios
o hipotecan sus vidas buscando más esperanza para el futuro de sus
hijos. Es triste ver que estas ideas se debaten durante las campañas
políticas, especialmente las presidenciales como promesas para el
futuro, pero después de electas las autoridades, los grandes intereses
involucrados parecen tan grandes, que esas ideas quedan sólo en el
papel ante la incapacidad o imposibilidad de desafiarlos.
Así se destruye enteramente una actividad como es la política, la que
debería estar rodeada de un halo de nobleza intrínseca, pero que se
convierte en horriblemente corrupta al cambiar todos los fines sociales por los cuales las grandes mayorías votan a sus representantes
en el Congreso, para la Presidencia de la República o hasta en el caso
de los más simples comicios municipales. Creo sinceramente que
Chile está enfermo de antivalores que representan la ambición, el
poder, el inmediatismo y el consumismo; que no se logra mirar en
perspectiva de largo plazo ni crear el futuro que todos esperamos y
anhelamos. Vivimos y gozamos como en el cuento de la cigarra y la
hormiga. Todo para hoy, sin importarnos el mañana.
282
283
TELETÓN
Anoche terminé de leer “Inés del Alma Mía” de Isabel Allende. Es
una gran historia sobre Inés de Suárez, sus tres maridos y, entre ellos
y de manera muy destacada, la vida que tuvo con Pedro de Valdivia.
Como todas las novelas de Isabel Allende, es amena, entretenida,
muy feminista y nos da a conocer de una u otra manera, a través de
sus personajes, una parte de la historia de nuestro país.
Esta mañana muy temprano en mi celda, mientras calentaba el agua
con el consabido hervidor eléctrico para lavarme y preparar mi desayuno, escuché por la televisión de un vecino de celda, la propaganda
de la Teletón. En ella, mi primo y alcalde de Las Condes, Francisco De la Maza, dirigente también de la UDI, decía que él estaba
dispuesto a entregar gratuitamente los espacios publicitarios en el
ámbito de su comuna, a todos quienes hicieran un llamado a la gente
para que se les ablandase el corazón y el bolsillo y pusiesen algo de
solidaridad en esta oportunidad pero, tal como en el año anterior,
no permitiría publicidad de las empresas en forma gratuita, porque
para ellas este era un negocio que obtenían por el solo hecho de ser
auspiciadoras de la Teletón.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Me sorprendió escuchar estas palabras y recordé de inmediato que,
tres años atrás, yo mismo señalé algo referido al tema haciéndome
la pregunta de si la Teletón era un negocio o era caridad. Hay que
introducir en esta parte del relato que el presidente de la Fundación
Teletón era un gran empresario, propietario de SONDA y vinculado además a la DC. A la sazón, yo era el Jefe del Comité de esos 14
Senadores y me encontraba en China. Esta gestión no me la podían
impedir los gobiernos de la Concertación y era la única herramienta
con que contaba para intentar contrarrestar los efectos de la sobreproducción del mineral. Aunque el resultado de mi viaje fue exitoso
para Chile, dado su efecto en el precio del cobre, no pude dejar de
sentir un sabor muy amargo cuando, a mi llegada, los periodistas
me llamaron no para preguntarme sobre las gestiones que estaba haciendo ante esos países, sino por el agravio que yo había proferido en
contra de Mario Kreutzberger y para saber si el acuerdo del Senado
era una velada sanción a mi persona impulsada por Carmen Frei. La
finalidad perseguida por los periodistas al difundir este tipo de noticias, más que dar a conocerlas, era obviamente crear una discordia
al interior del Comité de Senadores DC.
Francisco De la Maza, a tres años vista, agregó algo más y calificó
duramente como “mafioso” a Mario Kreutzberger. Mi corta frase,
complementaria a una interrogante mía -sin respuestas hasta el día
de hoy- tuvo inesperadas consecuencias.
No puedo olvidar que conocí a Mario Kreutzberger en el difícil período del ’73, en un restaurante cercano a Plaza Italia. Me pareció
un buen hombre que tenía ideas progresistas y, según pude inferir
de la conversación, un poco de izquierda para ese entonces. Pude
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
percatarme que era un ser astuto e inteligente. Y no estaba equivocado, porque de vendedor de ropa se transformó en un hombre muy
rico, con yates y casas en Miami. No me parece mal que se haya enriquecido y que -junto con eso- haya impulsado proyectos caritativos.
De todas maneras, aún continúo preguntándome, tal como lo hace
también ahora el Alcalde De la Maza, si la Teletón es un negocio o
es una obra de caridad.
Aun cuando creo que la caridad es buena, en ningún caso sustituye
a la justicia y a la solidaridad. Si de caridad se trata, me quedo con el
Hogar de Cristo y el Padre Hurtado, cuyas acciones no son producto de un mayor enriquecimiento de empresas o personas. Decir estas
cosas no ha sido fácil y mis palabras han tenido un precio que hoy
por hoy, estoy pagando. Sin embargo, me pregunto si después de mi
experiencia alguien más se atrevería a hacer estos cuestionamientos
con el costo que eso conlleva. Lo he pensado mucho en las noches al
interior de mi celda. Al principio tuve muchas dudas. Sin embargo,
concluí que valió la pena a pesar de las consecuencias.
Como el Alcalde de la UDI, ya otros están planteando situaciones
como estas que he descrito y que son de sentido común. Al César lo
que es del César, a Dios lo que es de Dios y los recursos de ChileDeportes a los deportistas y no a otras personas.
Estoy a días de presentar una solicitud para que se me conceda el
beneficio de la salida dominical cada semana, la que habitualmente
se otorga a cualquier preso que cumpla con los requisitos, tal como
yo he cumplido. Llegan a mi memoria casos de personas que, después de estar hasta siete años en una prisión, se ha demostrado que
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Ediciones Radio Universidad de Chile
eran inocentes. Sé muy bien que si al ser humano lo rebajan a esas
situaciones mínimas y degradantes, el hombre que desea vivir necesariamente, debe adaptarse y termina aceptando la disminución
humillante a la que se ve sometida su autoestima. Así dicen muchos.
Yo no sé si lograré acostumbrarme y aceptar mi situación, pero mi
compromiso conmigo mismo es hacer todos los esfuerzos necesarios
para adaptarme y, con el tiempo, demostrar mi inocencia, acción a la
que doy comienzo con este libro.
A propósito de lo anterior, cuando vino a visitarme Sergio Bitar -a
quien conozco desde hace ya largos años- me dijo dos cosas que me
impresionaron: “Yo no habría resistido lo que tú; me habría pegado
un tiro, esto es peor que lo que me tocó vivir en Isla Dawson. No sé
cómo tú lo resistes”. Lo otro que dijo fue algo casi chistoso dentro
de este drama: “Cuando me han preguntado por ti, yo les he respondido que ¡es imposible la acusación contra Jorge Lavandero! Lo
conocí en el Diario Fortín Mapocho y puedo decir que si me hubieran contado que Jorge andaba con un colchón en su camioneta para
atender a las mujeres que llegaban a visitarlo, lo hubiese creído sin
dudarlo mucho. Pero esto, está fuera de toda lógica”.
Sin duda, Sergio Bitar es un buen amigo, tanto como Ministro
de Educación y como Presidente del PPD. Y para un político de
su envergadura, no es fácil dar públicamente la cara por un amigo
encarcelado, acusado por un delito tan atroz, como son los abusos
deshonestos. Jamás tuve esas inclinaciones. Lo prueba mi acción de
vida, mi certificado de antecedentes, las profundas y acuciosas investigaciones de la dictadura. Ellos me consideraron muy peligroso,
pero fue en la democracia que mi suerte quedó sellada por el Fiscal
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Armendáriz, gracias a un informe pre-sentencial de Gendarmería,
hecho por una joven psicóloga convenientemente convocada al
efecto y que después desapareció.
Como dije, lo que no logró la dictadura, lo lograron los grandes poderes fácticos ocultos tras intereses económicos y políticos, tan insospechados como desconocidos para la mayoría de los chilenos.
No será fácil que me otorguen la salida dominical, sin importar que
tenga pleno derecho a este beneficio. La posibilidad de salir un día a la
semana puede ser para un preso común y corriente que haya cometido
el mismo delito del que se me acusa, aunque en la práctica no hay ninguno en la cárcel, porque el abuso deshonesto es considerado como un
delito menor, que no merece otra cosa que una pena de tres años y un
día como máximo y con pena remitida. Pero mi caso es distinto.
Tras bambalinas se tejen cosas más turbias, simplemente porque
Jorge Lavandero representa una piedra en el zapato para algunos y
teniendo el respaldo que ha tenido, es aún más peligroso y no puede
estar en libertad. Así resumió mi situación un amigo, profesor de la
Universidad de Santiago y que me ha acompañado en las luchas que
hemos afrontado para mejorar las condiciones de vida de la sociedad. Pero fui declarado peligroso de urgencia, a mis años y después
de haber participado en la discusión y aprobación de más de 5.200
leyes de un total de poco más de 20 mil que se han dictado desde
los inicios de la República en Chile. Los ciudadanos se deben haber
equivocado profundamente al darme a lo largo de ocho periodos, las
primeras mayorías nacionales. Quisiera pensar que esas mayorías, en
cada una de las elecciones en las que participé, me distinguieron por
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Ediciones Radio Universidad de Chile
mi permanente accionar en favor de la gente inspirada en mi pensamiento progresista, sensible y solidario.
Hoy es miércoles. Carlos, un interno con muchas inquietudes, se
acerca a la biblioteca para señalarme que el módulo de las celdas
para las visitas conyugales está con la pintura y los muebles algo deteriorados. Cree que debemos hacer una “cucha” para comprar algo
de madera y pintura a fin de repararlos. Me preguntó si yo estaba disponible para hacerme de las platas recolectadas en esa materia. “La
persona que inspira confianza eres tú”. Le contesté que me parecía
una buena idea y que contara conmigo, haría las veces de tesorero.
Así fue como me vi involucrado en la tarea de mejorar el aspecto
de unas celdas que están en el tercer piso de la CAS, destinadas a
las visita, de las parejas de los internos. No son más grandes ni más
cómodas que el resto de las celdas comunes, y las pude conocer en
detalle cuando tuve que hacer las veces de bombero porque se rompieron unas cañerías. Debajo de ellas se encuentra la biblioteca y se
mojaron los estantes que agrupaban los valiosos libros que habíamos juntado con tanto esfuerzo.
Y no era primera vez que ejercía como “caballero del fuego”. Al entrar a la Universidad, con amigos míos, como José Luis Ariztía, su
hermano Hernán y otros compañeros de aventuras, ingresamos a la
Quinta Compañía de Bomberos, ubicada en pleno barrio cívico, a
orillas del teatro Continental, en la calle Nataniel Cox. Episodios
casi olvidados, en que los incendios nos obligaban a estar disponibles a toda hora. Recuerdo los llamados de comandancia cuando,
estando con una amiga o “polola”, teníamos que salir disparados
290
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
y pararnos en alguna esquina esperando el paso del carro bomba.
Luego, treparse de un salto e ir a enfrentarnos con las llamas de
alguna desafortunada persona cuya propiedad se estaba incendiando. Habiéndonos colocado las cotonas y los cascos que iban en la
bomba, como emergencia, de inmediato recibíamos instrucciones
del teniente y éste a su vez del capitán para ingresar y verificar primero, que no hubiese una persona acorralada por las llamas. Había
que identificar de antemano las estructuras para meternos entre
las llamas.
Fueron muchos los incendios y las guardias nocturnas continuas,
alojándonos por semanas en los dormitorios de la Quinta Compañía. Participamos de los ejercicios frente a La Moneda, activamos la
rivalidad con la Bomba de la Primera. Nosotros, “los pitucos”. Ellos,
los “puro pueblo”, salidos de los liceos y bastante más numerosos que
nosotros. Hasta peleamos a combos por un grifo para instalar las
mangueras… ¡Alegre juventud! Con el tiempo cumplimos un ciclo
y así como recibimos un imborrable bautizo, en la misma bomba
recibimos una comida de despedida. Ya era Diputado.
El proyecto en la CAS no era tarea menor pero cada uno de los presos quería recibir en la mejor forma a sus seres queridos, cuyo amor
se incrementaba con la reclusión obligada. Juntamos la plata, pintamos las celdas, reparamos los muebles, veladores y camas en el taller.
Las llaves de agua y los lavatorios, todo, quedó casi como nuevo.
Fuimos por etapas y de a cuatro celdas por vez, de un total de 12.
Los internos siguieron disfrutando de unas pocas horas de intimidad con sus parejas. Los viernes me tocaba a mí.
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Ediciones Radio Universidad de Chile
Todos tenían razón para sentirse contentos, prepararse con anticipación, esmerarse y evitar cualquiera dificultad, porque la primera sanción era suprimirle por una o dos veces el acceso a una visita
conyugal. Un ritual muy humano y no por eso menos hermoso era
ver guiar una fila de mujeres, arregladas y coquetas, subiendo las escaleras para ser encaminadas a cada celda. Nos encerraban con llave
por 4 ó 5 horas y volvían a buscar a las damas y nosotros, con una
cara distinta a la habitual, regresábamos a nuestros módulos. Allí el
amor era fuerte y se hacía extensivo a un enorme respeto por todos
los que no habían concurrido al tercer piso por tener a su pareja lejos
o estar con problemas familiares entre ellos. Vecino a mi celda dormía un gran traficante de La Legua que tuvo una enorme dificultad
con su pareja y su familia. Él actuó duro. Una tarde lo reconvine y
me contó sus cuitas. Me acerqué humanamente, lo acompañé en su
dolor y traté de convencerlo de cambiar de vida. Parece que se fue
acostumbrando a mis consejos y hasta visité a su pareja en una de
mis salidas dominicales. Intercedí entre ambos y a ese hombre -tan
temido por su historia- logré convencerlo de muchas cosas. Recibí
su agradecimiento que no esperaba y como pronto yo saldría con libertad condicional, me hubiese gustado saber de los resultados más
permanentes de mis esfuerzos.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
unos pocos. Estos poderes fácticos saben que muy pocas personas se
atreven a enfrentarlos y por eso están tan decididos a matar de raíz
“la mala hierba” -según ellos- para que no vaya a difundir que son
esos poderes los peligrosos. Se me trata como una enfermedad que
no se puede propagar en nuestra sociedad y por eso el escarmiento
tiene que ser ejemplarizador.
En pocos días más sabré hasta dónde la calidad de senador que tenía
hasta hace poco tiempo, influye en mi contra. Espero vencer esta
nueva valla, sabiendo que para algunos puede parecer un obstáculo
pequeño pero que, para mí y en la perspectiva de estos últimos tres
años, no ha sido nada pequeño; en especial cuando hay que enfrentarse -cara a cara- con estos grandes intereses que empequeñecen
nuestro país y a la gran mayoría de los chilenos, en beneficio solo de
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LO QUE ME DICE MI “VOZ”
Han ocurrido muchas cosas en este tiempo en que dejé de escribir
por más de dos meses y algunas de ellas me golpearon muy fuerte. En
el penal había logrado el mismo derecho que el común de los presos
cuando cumplen con todos los requisitos reglamentarios para algo
que es mínimo, como es la salida dominical. Así me lo habían asegurado ya dos alcaides que pasaron por la CAS, quienes me señalaron
que este beneficio lo obtendría “sí o sí”, ya que dependía de ellos,
según rezaba el reglamento penitenciario.
Al final y por razones completamente absurdas, seguramente con un
simple llamado telefónico, todo se volvió en mi contra. Las fuerzas
que con paciencia y mucha voluntad había logrado tejer y acumular
en mi espíritu, rodaron por el suelo, envuelto en la verdadera camisa
de fuerza que es la depresión constante que me ha invadido.
Había que comenzar de nuevo. A la depresión, por tanto, se unieron
varios malestares físicos que me llevaron nuevamente a los hospitales. ¿Cómo pequeñas cosas pesan tanto dentro de uno, cuando uno
se sabe inocente y sufre pensando que a nadie le importa la justicia?
Buenas palabras, pero cada uno está en su juego, en su vida cotidiana,
en la misma que hasta no hace mucho compartía a diario con tanta
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Ediciones Radio Universidad de Chile
gente, los éxitos y los fracasos de nuestros esfuerzos. Ese dolor que
se me ha pegado como una segunda piel al cuerpo, y es que creo que
merezco algo más que el olvido ignominioso en el que me encuentro
dentro de la huesera de una cárcel.
de hoy no las tendremos jamás en otra vida terrenal. Podemos ser
pobres, estar sin trabajo, tener hasta algunas pequeñas o grandes fallas, vivir en un campamento, pero nunca jamás dejaremos de ser lo
importante y esencial: Seres Humanos.
Despojándome de toda vanidad, creo que este país tiene una deuda
conmigo. Si volvemos la mirada atrás, he intentado servir a mis conciudadanos con mi vida, recursos, ideas y acciones. Eso muchas veces
me hizo levantarme con la mayor fuerza para enfrentarme al egoísmo
que anima a unos cuantos que sólo defienden sus propios intereses,
escalando posiciones y poder por sobre la pobreza y la miseria.
Por todo esto y más, insisto, la balanza está desequilibrada y las piezas de este enorme rompecabezas no están en su lugar. Sin ningún
asomo de vanidad ni egolatría, desde joven renuncié a muchas cosas, recibí responsabilidades y honores de toda naturaleza. Fui embajador, deportista, diputado y senador; presidí las más relevantes
comisiones de ambas cámaras del Congreso Nacional donde verdaderamente se fabrican las leyes y se discute con dureza sobre la base
de convicciones o valores. No es una regla infalible, también han aumentado en los últimos años aquellos que trabajan por inconfesables
intereses, esos que dejan “el perfume” de testaferros, sea de personas
u organizaciones grandes y poderosas, nacionales y extranjeras.
Nunca esperé una recompensa y eso, lejos de ser una carga, lo sentí
con agrado como una opción de vida. Logré asimilarlo como una
responsabilidad que, al entenderlo las grandes mayorías, lograrían
comprender mis posturas y hacerlas suyas con absoluto convencimiento. Pocos han tratado de dar tanto a cambio de nada y mucha
gente modesta o sencilla así lo ha comprendido y ha estado a mi lado
en esta solitaria batalla que he vivido siempre.
Los jubilados, los trabajadores, los empleados del norte, sur y centro
han mantenido su fe aun en estas horas donde muchos otros dudaron y a quienes no juzgo. Recorrí con constancia y paciencia todos
los rincones de Santiago, sus comunas y barrios predicando didácticamente una verdad que aparece diáfana y transparente y que no
es otra cosa que el respeto que se merece cada persona, porque cada
uno de nosotros es una excepción irrepetible como ser humano. Somos valiosos porque no hay otro igual a cada uno de nosotros, no
somos clones, viviremos una sola vez en esta tierra y las carencias
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Me complace pensar que, según la Oficina de Informaciones del Senado, en todos mis períodos como parlamentario -diputado y senador-, desde 1957 hasta el año 2004, participé en discutir, corregir,
mejorar y aprobar más de 5.267 leyes, siendo que a lo largo de nuestra historia republicana hay poco más de 20.000 leyes vigentes. En
consecuencia, en mi vida parlamentaria he sido fecundamente responsable de cerca de una cuarta parte de toda la legislación existente
en este país.
Nadie ha sostenido una batalla más larga, persistente y consistente
-por más de 50 años- en defensa de nuestros recursos naturales y
muy especialmente por el cobre. He escrito numerosos libros que
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Ediciones Radio Universidad de Chile
dan testimonio de esta lucha, buscando siempre una mejor distribución de los ingresos y de las cargas tributarias, de un sistema de
previsión real y equilibrado y no a lo que hemos arribado, que es
sólo un muy buen negocio para unos pocos y una resultante penosa
e incierta para dos de cada tres trabajadores y empleados de este país
y que calificaría como la mayor estafa que se haya planificado entre
cuatro paredes.
Cuando quise dejar al descubierto la tremenda injusticia que representa nuestro sistema previsional, respaldado además en serios
estudios hechos al respecto provenientes de Alemania y de la Universidad de Chile, la denuncia fue tapada y ocultada, sin importar
que fuera yo, en ese entonces Presidente de la Comisión de Trabajo
y Previsión Social del Senado. Por mis empeños en ideas como esta
o de este tenor, es que hubo serios intentos para proponerme como
candidato a la Presidencia de la República de nuestro país, por parte de todos aquellos que han hecho carne este ideario de justicia
social, de vivir plenamente una vida distinta y mejor, como en tantos otros países que, aun teniendo muchos menos recursos valiosos
que el nuestro, han logrado construir sociedades más equilibradas
en donde las personas tienen reales y tangibles oportunidades para
desarrollar la plenitud de sus capacidades.
Sí, me propusieron como pre-candidato presidencial en esos momentos, gente que jamás imaginó que después de una larga, transparente y conocida vida política, podría ser un hombre peligroso para
la sociedad, como trataron de presentarme aquellos para los que era
realmente una amenaza: Pocos, pero grandes y poderosos grupos de
incalculables intereses económicos.
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
He repasado recurrentemente estos tiempos tan difíciles -los más
duros de mi vida- intentando descubrir si antes, en algún momento,
había pasado por mi mente el deseo de abandonarlo todo sintiendo
que ya no vale la pena tanto dolor. Debo confesar y es necesario reconocerlo, que me he desesperado, he descendido hasta los infiernos,
la depresión me ha perseguido cual perro de presa, me he rebelado
con rabia, con pena, me he quebrado muchas veces en medio de una
agobiante sensación de impotencia extrema, más de las imaginables
e incluso más de las soportables. En muchos momentos me he compadecido de mí mismo.
Debo admitir que, cuando muchos me recalcaban con insistencia,
“tú tienes fuerza, has pasado por cosas muy duras en tu vida, tienes
que tener la fuerza necesaria para levantarte”, yo pensaba una y otra
vez en la validez de sus razones, pero solo escuchaba sus palabras de
apoyo como si fuesen voces lejanas que me llegaban difusas y a duras
penas dentro de un tintineo de campanitas con música celestial. No
penetraban mi alma, ni tocaban mi espíritu. Ni siquiera me resultaban razonables. Más tarde, ya en la oscuridad de mi celda, me decía
y hasta me recriminaba por esta batalla interior que se libraba cada
noche en mi corazón y mi mente, con tanta fuerza, que sentía que
me estaba destrozando por completo, al punto de no poder dormir,
sobrepasado por la angustia.
Era, claro está, lo único que tenía claro. No encontraba en medio de
la soledad la manera de hallar una salida firme y sólida. Sabía que mi
capacidad mental se encontraba disminuida al 40 por ciento de lo
normal, por intentar graficarlo de alguna manera. Sacar más fuerzas,
pero ¿de dónde? Luego me imaginaba que ya estaba absolutamente
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Ediciones Radio Universidad de Chile
desprovisto de ellas; que ya no me quedaba nada, incluso muy pocas
ganas de vivir. Y algo me contradecía, como si fuese una pequeña luz
en la oscuridad que me pedía que yo encendiese esa esperanza, que
la hiciera destellar, iluminar con más fuerza porque, si no lo hacía,
habría sido la constatación de que me habrían derrotado.
Logré entender, finalmente, que todo eso formaba una parte indivisible de lo que ellos planearon para mí. Entendí entonces por qué
no me mataron. Deben haber pensado que podrían haberme convertido en un mártir y que eso se podía transformar en un inconveniente aun mayor. Evaluado así, prefirieron el camino de asesinar
mi imagen con un delito subjetivo, que a los ojos de la ley no tiene
necesidad de constatarse porque aquí la carga de la prueba está invertida, es decir, al no presumirse inocencia como en cualquier otra
causa, es el acusado quien tiene que probar que no ha cometido el
delito y, por tanto, es inocente. Es la prueba diabólica, como la llaman los penalistas italianos. Imputar un delito subjetivo, difícil de
eludir y con un escándalo mediático asegurado de antemano. Es una
estrategia óptima. De esa forma, la dificultad que yo representaba
llegaría a su fin, de la mano de un desprestigio público y personal
total e irreversible y donde carecía de interés que el cargo fuese real
o ficticio. Con esta estrategia, el camino quedaba expedito. Encontrar un pequeño resquicio –sobre todo para mi propia tranquilidad- fue la lucha de cada noche. Tenía que sacar la fuerza de una
trasnochada oscuridad para decirme: “No, no estás derrotado. Eres
un guerrero y los guerreros, cuando caen aunque sea muchas veces,
vuelven a levantarse. Está en su espíritu. No puedes sentirte contento de continuar allá abajo, en un submundo que bordea el infierno
y la autocompasión, en el suelo: Pónte de pie. Tu vida no depende
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
de instantes ni de segundos que se suceden como si no tuvieran importancia, sólo para esperar resignado el momento de la muerte. Si
aceptas eso, toda tu larga vida, las ideas que has abrazado desde joven junto con tus sueños, estarán derrotados. Los que han creído en
ti, estarían derrotados. No. Eso no te lo puedes permitir, ese es el
camino fácil de la resignación y el determinismo. Tu vida ha sido de
acción, difícil, dura y esta es una nueva prueba. Tus ideas son ciertas
y correctas. ¡Protégete en el valor y en la fortaleza de ellas! Porque
tienen la fuerza necesaria y por eso deben subsistir. Esos estandartes
no pueden desaparecer. Recorriste con ellos un largo, áspero y muchas veces incomprendido camino, pero lograste clavar estas banderas, estos símbolos, estas ideas, en la mitad de la falda de la abrupta
montaña que has tenido que recorrer. Haz un esfuerzo más para que
todo continúe, con otros o los mismos de siempre. Jóvenes, viejos,
mujeres, hambrientos y desesperados que las recogerán y las clavarán
un poco más arriba. Tal vez tú no lo verás, pero otros sí alcanzarán la
cumbre de ese difícil y sacrificado ascenso que deben emprender los
hombres, para encontrar en su cima la esencia de lo que significa un
ser humano y saber por qué vivir y tener esperanza”.
“Tú puedes no ser el elegido, ni quizás otro que pueda figurar como
más importante en un momento determinado, pero puedes ser a lo
mejor un anónimo disparador, un catalizador, el promotor constante de la lucha por hacer realidad los cambios imprescindibles
para que en Chile los hombres se reconozcan entre sí, para que se
puedan mirar a los ojos con serenidad, confianza y en la seguridad
que debe despertar a aquellos que, alguna vez, en un pasado muy
lejano, decidieron salir de su soledad para construir junto a otros
una sociedad que los protegiera. Ya no se trata de levantar refugios
301
Ediciones Radio Universidad de Chile
contra los depredadores y merodeadores del ayer primitivo, aquellos días en que tú, y otros como tú dependían sólo de sus fuerzas en
un mundo hostil, agresivo e inseguro. Sin embargo, saliste de esas
raíces y antepasados prehistóricos hacia el futuro, para formar una
sociedad donde se repartiesen las cargas, los beneficios y las esperanzas. No, no puedes permitir que, sobrepasado por tu dolor y tu
debilidad, se apaguen el esfuerzo, la llamarada de la solidaridad con
que has encendido tu vida. ¡Tú! Tú no puedes desertar por tu fragilidad presente. Repítete con majadería: No estás derrotado. Tienes que recoger los despojos de tu alma, reconstruirte para tener la
fuerza, a fin de saltar esta última valla que la vida y la ingratitud te
han colocado a estas alturas del camino, creyendo e incluso apostando algunos que no serías capaz de vencerlas”.
Repetí tantas veces ¡No estás derrotado! Piensa, organízate, reúne
nuevamente a los amigos que te han seguido y acompañado siempre,
y en especial en esta hora. Vuelve a formar un equipo, dale fuerza,
entrega tus ideas para que se discutan, se mejoren, se aclaren y salgan
convertidas en una clarinada estridente que llegue nuevamente al corazón de todos los chilenos, sólo porque ellos tienen la necesidad de
recibir esas banderas, esos símbolos, para despertar el alma de Chile,
para despertar el fuego y la pasión de la verdad. Hoy muchos están
inmersos en la mediocridad de la farándula, la superficialidad de la
nada, aquellas cosas que pasan como un instante fugaz sin trascendencia en la vida, tal vez como la pequeña estela que aparece en el firmamento con el paso de una estrella agonizante. Diles nuevamente
que aún no es tarde ni para ti ni para ellos, que el hombre debe trascender, si no va a desaparecer en la nada del tiempo y díles que para
lograrlo hay un hilo conductor y que esa guía está en lo más profundo
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DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
de cada individuo. Trata de despertar sus valores dormidos, haz que
sueñen con ellos, que los conviertan en la base de sus vidas.
Finalmente, ponte como un ejemplo -aunque parezca vanidoso- de
lo que significa ser consecuente durante todo tu tránsito por este
mundo. Diles que esto es la esencia de la vida, que no se puede cambiar. El ser humano es el fin, el propósito para el que se ha creado
esta sociedad. El lucro no puede colocarse como valiosa y única moneda de cambio. Esto es lo más importante. Y no hay que olvidarse
de hacerlos pensar en nuestras raíces, en que el hombre, la familia
y la sociedad en que se vive, son y siempre serán lo más preciado y
relevante, un baluarte que a toda costa hay que proteger y defender.
Es nuestra herencia histórica, un legado que sólo el hombre, apoyado en la Divina Providencia, podrá mantener como valor básico si
quiere vivir en una auténtica democracia. El hombre y la familia son
el fin último, organizados en una sociedad como seres libres y de la
cual todos somos responsables.
Estas son las cosas que valen y por las cuales se puede entregar hasta
la vida. No hay otra verdad. El egoísmo, el capitalismo salvaje, la
competencia despiadada, al igual que la del ayer prehistórico -la ley
del más fuerte- nunca vencerán al amor, que es lo que en definitiva
nos hace distintos, superiores por sobre todas las especies que pueblan nuestro planeta. Sueña y piensa que tienes la fuerza para sostenerlos y no caer derrotado, porque tu derrota no es solo tuya. Sería la
suerte nefasta también de muchos que saben estas verdades. Eres un
hombre, juega entonces como uno que tiene fe y esperanza; despierta
de tu largo y difícil letargo para volver a asumir tu tarea de siempre,
con quienes formaste equipos y están dispuestos a acompañarte. Ellos
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no están en un solo partido político, no están en un grupo de defensa
de intereses egoístas ni buscan el poder. Están por todas partes y son
muchos más de los que crees. Tú recorriste el norte, el centro y el sur,
pueblo por pueblo. Allí levantaron sus manos, te acogieron, estuvieron de acuerdo con tus ideas, muchos las asumieron como propias,
las mejoraron, las difundieron y allí están: Te están esperando junto
a los hombres y mujeres de bien que no tienen prejuicios, que tienen
todo para avanzar hacia una sociedad más justa. Esas ideas que sembraste están brotando en la tierra que abonaste por años y años. Lo
tuyo no es lo importante, ni siquiera el dolor es más importante que
todo eso que va de la vida a la muerte de cada quien, entre vivir una
vida sin sentido, o vivir y morir por algo que verdaderamente vale,
Nada de esto se puede poner en duda, ni aun en este áspero sendero
que ha sido tu existencia. Tú con otros, aunque tantas veces hayan
sufrido la persecución por estas ideas, podrán decir para sí mismos
que eres un hombre de verdad.
Se me ha dicho: “Jorge, despierta de tu sueño, de tu adversidad. Ponte de pie. Al principio, como puedas, y prepárate para recomenzar
a luchar por esa verdad que construiste con otros, por tu conciencia
y por lo que tienen todos los seres humanos, aunque algunos no lo
crean, lo desconozcan, lo tengan muy escondido o ahogado en sus
propias conciencias”.
EL JUICIO
CARTA POR LA VERDAD Y LA JUSTICIA
Es lamentable que los chilenos, sobre todo los que pertenecen a la religión católica, hayan “lanzado la piedra” contra Jorge Lavandero sin
conocer la verdad que ha sido ocultada mezquinamente por parte de
la Fiscalía. Prueba de ello es que el mismo Armendáriz propuso un
juicio abreviado a fin de que no se conociera la otra cara de la moneda. Yo soy testigo y puedo dar prueba de ello: que Jorge Lavandero
es inocente.
Soy una de las pocas personas que se han leído el total del expediente
y lamento que no se haya llegado a un juicio oral, única instancia de
demostrar la inocencia de un ser que ha sido duramente castigado
y condenado durante estos 8 meses por la opinión pública sin ninguna misericordia. Lamento que en vez de exigir un juicio justo, las
personas se dejen llevar por lo que muestran los medios de comunicación sin poner en duda la existencia y fuente de la información.
Es curioso que una Juez de Garantía sea parcial y acepte, sin tener
una sola duda, lo que le plantea el Fiscal y no haya sido capaz
de garantizar los derechos de un imputado. A tal punto ha sido
deplorable su actuación que no fue capaz de leerse el expediente
donde aparecen hechos clarísimos de adulteración de la verdad.
305
Ediciones Radio Universidad de Chile
Esto está demostrado en los informes periciales realizados a los
menores.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
tenía unos 7 u 8 años, estábamos jugando a las casitas y jugábamos que
era un matrimonio y en esa vez experimentamos con el Jeremías, él me
puso el pene en la vagina y lo introdujo un poco…” [1][1]
Por poner algunos ejemplos:
Los peritajes realizados a las familias fueron ejecutados en un marco
superficial, ya que sólo se presentan conclusiones en relación a los
aspectos económicos de la familia Garrido Carrasco y en relación
a la precariedad de roles que debe asumir cada uno de los padres.
Esencialmente no se exponen los componentes reales que debe contener un informe válido y que sin embargo aparecen en el contenido
del expediente.
Lo que no dicen los informes periciales realizados a la familia Garrido Carrasco, con fecha del 27 de diciembre del 2004 por la profesional, Analilian Retamal Matad, es:
I) En la familia Carrasco, no se dice que Noemí fue violada cuando
tenía 8 años de edad por un vecino y después cuando tenía 10 años
mantuvo relaciones sexuales incestuosas con su hermano menor Jeremías, cuando éste tenía 7 u 8 años de edad:
“la primera vez que tuve relaciones sexuales fue cuando yo tenía como 8
años y estábamos jugando al doctor con un vecino de nombre Juan Pablo,
él tenía unos trece. Yo tenía como 8 años. Recuerdo que estábamos los do,
jugando al doctor, y el se bajó los pantalones y me los bajó a mí. Recuerdo
que él me puso el pene en la vagina y que me dolió mucho. Yo me corrí y
arranqué para el baño y al mirarme el calzón vi que tenía sangre… Después cuando yo tenía unos 10, recuerdo que estábamos con Jeremías que
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II) No dice el informe social que tanto Noemí como Jeremías, tienen una misma enfermedad venérea de transmisión sexual:
“Los exámenes que se tomaron a: Jeremías Josué Garrido Carrasco,
muestra Nº 2804, con resultado 3.01, Noemí Bernardita Garrido Carrasco, muestra Nº 2805, con resultado 1.14, certifican la presencia del
virus condiloma en sus genitales; este examen no tiene falsos positivos,
es absoluto y está reconocido por la FDA… El virus Papiloma Humano
(HPV) produce una infección viral que habitualmente se transmite
en las relaciones sexuales… El test realizado -Hybrid Capture 2 HPV
Test- detecta la presencia de tipos de HPV de alto riesgo y antes de cualquier cambio que sea observado en la células cervicales, permite identificar a las mujeres con riesgo de cáncer cervical y a los hombres con
riesgo de cáncer del pene…”
III) No dice que el padre de esos niños, Florentino Garrido Mardones, fue condenado por violar salvajemente a dos menores, según
sentencia ejecutoriada de fecha 04 de octubre de 1979 y dictada por
el Primer Juzgado del Crimen de Temuco. Causa Nº 49179.
[1][1] Declaración tomada por el Fiscal Regional Xavier Armendáriz y el fiscal adjunto Rodrigo
de la Barra a la menor de 17 años de edad, Noemí Garrido Carrasco, con fecha 14 de marzo
del 2005.
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IV) No dice que María Belén fue abusada sexualmente en su escuela
por un profesor, don Manuel Antonio Salinas Riquelme, el que está
condenado a 3 años y 1 día, de reclusión menor en su grado máximo. Causa Nº 3956.
V) No dice que otro hermano, José Florentino Garrido Carrasco,
Rut: 15.243.197-K, ha sido condenado y declarado reo por: “Robo
con Intimidación”, por el Primer Juzgado del Crimen de Temuco.
Causa Nº 106590, del 09-09-1999. Causa RIT 87 año 2002, del
Tribunal Oral en lo Penal. Sin embargo, en todos los peritajes aparece, en dichos de los menores y de la propia madre, que José Florentino G. C. se encuentra viviendo en forma independiente, casado
y fuera de Santiago, siendo su situación real y verificable que está
cumpliendo la condena, antes señalada, en la cárcel de Temuco.
VI) Se le pidió al fiscal Armendáriz con insistencia que se le realizara
un examen a toda la familia para investigar el portador cero y trasmisor
de la enfermedad venérea HPV (Papiloma Humano). Jorge entregó un
certificado médico, donde se especifica que carece de ésta y cualquier
otra enfermedad venérea. No obstante se objetó por el mismo Fiscal tal
solicitud, y por tanto no dándose a lugar a la petición del ex abogado
Matías Balmaceda de tal diligencia, como también se negó a investigar
la violación acontecida a Noemí por el vecino que ella menciona, cuya
declaración fue tomada por el propio Fiscal Armendáriz.
Desde luego los niños fueron abusados (pero no por Jorge Lavandero), sin embargo en ningún informe pericial aparecen señales que
se refieran a tales antecedentes expuestos y además se señala que el
padre de estos niños no presenta antecedentes delictuales.
EL CANAL 13
Y SU PROGRAMA CONTACTO
El Canal 13 señaló que estuvieron filmando durante 14 meses en
la parcela de Metrenco. Sin embargo, en estas filmaciones sólo se
exhibió que una niña pasaba vestida por el costado del río Quepe al
lado de Jorge, donde éste supuestamente le daba unas nalgadas.
Esta filmación cuando sale al aire, la exhiben en cámara lenta para
tratar de manipular la subjetividad del espectador, haciéndole creer
que en vez de nalgadas son caricias en el trasero.
En el expediente figuran reuniones entre el periodista Sutherland,
de canal 13, y Gilda Concha, en la que, esta última, concurría con
micrófonos ocultos facilitados por el propio canal de TV, con el fin
de obtener declaraciones de parte de los niños que hoy culpan de
abuso a Jorge. Las reuniones se concretaron con la menor Ivonne, la
que el 19 de diciembre acude a la parcela para entregarle a Jorge una
muñeca de soff fabricada por ella.
En el video Contacto se señala (en el programa al aire) que la menor
ingresó junto a Jorge el día 19 de diciembre a las 11 AM y permaneció hasta las 16 PM. Sin embargo, en los registros de llamados aparece un cruce desde el teléfono de esta niña al de Jorge a las 12: 38
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Ediciones Radio Universidad de Chile
PM, lo que demuestra que es falso lo que argumenta y señala Emilio
Sutherland a través del reportaje realizado.
Además, existen las pruebas necesarias para confirmar que Emilio
Sutherland y Gilda Concha estuvieron planeando la acusación que
se dirigió en contra de Jorge, en concordancia con las personas que
declaran, ya que Gilda Concha afirma que ella misma ubicó a los
supuestos testigos y prueba de ello es que todos lo señalan en sus
respectivas declaraciones. Además, y pese a que Emilio señaló que
había tenido contacto con Gilda a fines del 2003, en el expediente
figura un cruce de llamado entre Gilda y Emilio con fecha de 22 de
mayo del 2003, lo que demuestra que es falso que Gilda “habló” de
los presuntos hechos que presenció, cuando fue allanada su casa por
lo del robo, en septiembre, en la parcela de Metrenco.
DESDE LA CÁRCEL Jorge Lavandero Illanes
Es dudoso que el Fiscal Armendáriz haya expuesto como fecha en la
que supuestamente comenzaron los abusos, el día 16 de diciembre
del año 2000, justamente, e increíblemente cuando comenzó a regir
el nuevo Sistema Procesal Penal en la Región de La Araucanía.
También es curioso, por decir lo menos, que Armendáriz le haya
propuesto a Matías Balmaceda, ex Abogado de Jorge, que retirara
al Fiscal Nacional, Guillermo Piedrabuena, de su lista de testigos a
cambio de sacar dos de los que él tenía en su nómina.
Finalmente quiero expresar, después de haber estudiado a fondo el
expediente, que puedo aceptar cualquier pregunta o dudas, especialmente de aquellos que no conocen el expediente, para que se imponga
la justicia y la verdad y demostrar que Jorge Lavandero es inocente.
Natalia Lizama L. -- Asistente Social
La emisión del programa Contacto del canal 13, sin lugar a dudas,
produjo un fuerte impacto en la opinión pública, lo que además llevó a presentar una querella de parte de Jorge en su contra, por el grave e irreparable daño que le produjeron a su imagen y familia, con
declaraciones dudosas, como por ejemplo que Juana Chávez limpiara un vidrio empañado por fuera, o que Carolina Chávez, cuando
declaraba, estaba embarazada de una bebé cuyo padre es Raúl Castillo, camarógrafo del canal 13. O bien, que la hija de Victoria Urrutia
escribiera un diario de vida a los 6 años de edad, considerando el
nivel y calidad de la educación existente en ese periodo, y que declarara que le entraron a robar a su casa sólo llevándose el diario de
vida dudosamente escrito. En fin, todas las declaraciones son contradictorias unas con otras y entre víctimas con víctimas y padres de
víctimas con su hijos.
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DECLARACIONES JURADAS
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Títulos Publicados
Bajo el Agua
Juan Pablo Cárdenas Squella
Luz, Cámara, Transición.
El rollo del cine chileno de 1993 a 2003
Antonella Estévez B.
Relatos y Crónicas para no Olvidar
Roberto Hernández P.
Diccionario Científico (Aumentado y Corregido)
Sergio Prenafeta
Chile de Baquelita.
Cuando el éxito le ganó a la Felicidad
Wilson Tapia V.
En Torno a las Artes
Margarita Schultz
Buscando el Bello Sino
Sergio Jara Díaz (Argos Jeria)
El Periodismo Comprometido
Juan Pablo Cárdenas Squella
Su Primer Desnudo
José Rodríguez Elizondo
Crónicas para los Días de Lluvia
Mario Valdovinos
Violeta Parra: la Vida Intranquila
Fernando Sáez
Con los Ojos en los 60
Sergio Jara Díaz (Argos Jeria)
Modelos Imaginarios
Acerca de la Enunciación Artística
Margarita Schultz
Crónicas para Incomodar
Juan Pablo Cárdenas Squella
El Mayo de los Pingüinos
Andrea Domedel y Macarena Peña y Lillo
Medio Ambiente, Empresa y Globalización
Luís Eduardo Thayer Morel
José Carrasco. Asesinato de un Periodista
Patricia Collyer y María José Luque
Espera Larga, Crónicas de un Actor
Nissim Sharim
Vuelan las Plumas.
Conversaciones con Escritores y Artistas
en el Metro de Santiago
Vivian Lavín
Chile me Quita el Sueño
Alex Acosta Malvenda
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