EN LA MIRA MARÍA GUTIÉRREZ ZÚÑIGA 307 del recién nacido, o bien —mediante La paternidad como invención una intervención quirúrgica— la amenaza de una sobrevivencia con secuelas de minusvalidez en su desarrollo Una cuestión personal ulterior, que incluso podrían llegar Kenzaburo Oé, hasta el punto de una vida vegetal. Anagrama, Barcelona, 1989 Sin embargo, lo interesante en el texto es que queda claro que la pro- De nueva cuenta la literatura nos blemática dentro del orden del cuerpo ofrece una perspectiva profunda y su- de ese niño, representa un plus añadi- 1 til de la densidad subjetiva , esta vez do a la complejidad que a Bird —tal particularmente centrada en el tema es el nombre intencionadamente an- de la paternidad. A partir de una no- glosajón con el que el autor llama al vela, en buena medida autobiográfica, protagonista principal— le plantea de Oé escribe el recorrido en la experien- por sí el hecho mismo de ser padre. Es cia de un hombre, alrededor del naci- decir, la hernia en la cabeza del infan- miento de su primer hijo. Sin embargo, te le implica a Bird un pretexto. Ese un acontecimiento inesperado marca niño deforme aparece en su horizonte de manera radical dicha experiencia: como aquello que otorga un guión, un el bebé nace con una malformación en escenario a la medida, que da consis- la cabeza, que inicialmente es diagnos- tencia a la imposibilidad de sustraerse ticada como «hernia cerebral». Situa- del dolor de existir. Sustracción ción que plantea el riesgo de muerte imaginarizada como posible en la realización de un largamente deseado y Jean Allouch. Erótica del duelo en tiempo de la muerte seca, Ecole Lacanienne de Psychanalyse, Edelp, Córdoba, 1996, pp. 22-23. 1 mítico viaje al África, que parecía significar aquello que haría leve el peso de su propia miseria humana o que juventud, como si la cuestión de la otorgaría un peso a su inherente le- muerte asomara por su propio cuerpo. vedad. Una vez enterado del nacimiento Evidentemente ese viaje se torna- de su hijo y de la condición en la que ba aún más lejano por el hecho de éste se encontraba, en medio de toda convertirse en padre, y además padre la perplejidad de Bird comienzan a de ese hijo. La cabeza malformada, marcarse trazas provenientes del ex- abierta de éste, se vuelve el centro al- terior, que señalan una salida. El mé- rededor del cual gira todo el devenir dico partero nombra al bebé “la cosa”. de Bird a lo largo de la narrativa, pues Su suegra le pide que haga que los es la metáfora de su propio desgarra- médicos se deshagan de “eso”, para miento interior en torno a una cues- que su esposa no se entere de la si- tión personal que se abría al tuación y no tema después volver a protagonista de manera inexorable a embarazarse. Su suegro, al ser entera- partir del llamado a la paternidad. do por Bird mismo, guarda silencio y La novela inicia cuando Bird se en- le regala una botella de whisky, sa- cuentra comprando mapas de África, biendo que bajo ciertas circunstan- mientras su mujer estaba en la mesa cia —como las posteriores a su de partos de un hospital. En ese com- casamiento— él se perdía semanas en- pás de espera, sus reflexiones giran teras en el alcohol. alrededor del desencuentro constante No obstante, Bird lleva al bebé a en la relación con su mujer, de la pri- otro hospital, dado que en el primero sión que dicha relación le ha significa- no podían hacerse cargo de él. Y a partir do y que se cerraría con candado con de entonces, se inicia un nuevo tiem- el nacimiento de un hijo. A la vez, po de espera en relación con la evolu- parece mirarse a sí mismo perdiendo ción del recién nacido. Bird toma su botella de whisky y comprender, en el que inciden ciertos va a buscar a Himiko, una antigua hechos. Dentro de sus conversaciones, amiga. Durante tres días intenta Himiko le hace ver una verdad que es- redimirse de ese real de la sexualidad taba en él mismo: ese hijo y la deci- y del cuerpo —con el que su propio sión que había tomado respecto a él hijo le encaraba— recurriendo al goce operaban en el marco de un asunto en su dimensión más fálica, intentan- no saldado entre Bird y su padre: do reencontrar un deseo distinto de aquél domesticado y extraviado en la Bird tenía seis años, Bird había pre- maraña de su existencia cotidiana. guntado a su padre: “¿Dónde estaba Poco a poco aquella salida esbozada, yo cien años antes de nacer? ¿Dónde esa posición en la que era posible de- estaré cien años después de morir? Pa- cidir sobre la vida o la muerte de otro dre, ¿qué será de mí cuando muera?” —al que en realidad no se le otorgaba Sin pronunciar palabra, su padre le dio un lugar como tal— fue tomando fuer- un puñetazo en la boca y le llenó la za en él mismo, hasta el punto de llegar cara de sangre. Bird olvidó su miedo a a proponer al médico que tomara las la muerte. Tres meses más tarde, su medidas necesarias para que el “bebé padre se disparó en la cabeza con una monstruo” se fuera debilitando y no pistola alemana de la Primera Guerra alcanzara las condiciones indisepensa- Mundial. bles para ser intervenido quirúrgica- — Si el bebé muere de desnutrición mente, única apuesta posible para su —dijo Bird recordando a su padre— sobrevivencia. al menos tendré un temor menos. No Sin embargo, es en esta espera par- sabría qué hacer si mi hijo me pregun- ticular que se desencadena irremedia- tara lo mismo cuando tuviera seis blemente para Bird un tiempo para años. Sería incapaz de golpearlo en la 310 LA VENTANA, NÚM. 7 / 1998 boca con la suficiente fuerza para que . Tiene una hernia cerebral, una defor- olvidase por un tiempo el miedo a la mación espantosa... muerte. —¿Por qué espera su muerte? Lo que — No te suicidarás, Bird. ¿De acuerdo? necesita es una intervención quirúr- — Déjalo ya —dijo Bird, apartando la gica. —Delchef lo miró con franqueza. mirada de los ojos de Himiko...2 —No hay oportunidad de que crezca normalmente, ni siquiera tras una in- En este ínterin, Bird va en busca de un tervención —dijo Bird consternado. amigo de apellido Delchef, un hombre —Kafka, ya sabe, le escribió a su pa- de edad madura a quien Bird intenta dre que lo único que puede hacer un salvar de una sanción política como padre por su hijo es acogerlo con sa- extranjero, debido a que había abandonado su puesto diplomático por la pasión de una mujer. Bird no logra su cometido, pero ocurre entre ellos algo que de algún modo venía a invertir la situación. —Bird, ¿ha nacido su bebé? —Sí, pero... Ha nacido enfermo; esperamos su muerte de un momento a tisfacción cuando llega. Usted, en cambio, parece rechazarlo. ¿Puede excusarse el egoísmo que rechaza a otro ser, basándose en un derecho de padre? Bird permaneció en silencio. Delchef había dejado de ser el extranjero excéntrico de bigote rojo, que mantenía el humor pese a lo apurado de su situación. Bird sentía como si un francotirador le hubiese dado de lleno. otro. —Bird no entendía por qué lo Reunió ánimo para replicar, pero de había expresado tan derechamente— pronto se dio cuenta que no tenía nada que alegar. Bajó la cabeza. 2 Kenzaburu Oé, Una cuestión personal, Anagrama, Barcelona, 1989, pp.136-137. —Ah, this poor little thing! —susurró Delchef. EN LA MIRA 311 Bird levantó la mirada estremecido y cuida y protege en el lapso de pasar al comprendió que esas palabras iban acto. dirigidas a él. En silencio, esperó a que Una vez realizado su cometido en Delchef decidiera dejarle en libertad. ese propósito, decide ir con Himiko a Cuando por fin pudo despedirse, un bar de un sujeto llamado Kikuhiko. Delchef le regaló un pequeño diccio- Tal era el nombre con el que había re- nario de su lengua natal. Bird le rogó gistrado a su hijo en el hospital —era que lo firmara. Delchef escribió una aquél que su esposa quería que le pu- sola palabra en alguna lengua eslava, sieran—. Pero así se llamaba también firmó debajo y explicó: un amigo suyo de antaño, al que en —En mi país, esto quiere decir “espe- cierta ocasión Bird había abandonado ranza”. en una situación de peligro. Y ahí es- 3 taba él, su amigo, vivo y con reproches. Pasó el tiempo y el bebé aún respiraba. Había que realizar ya la interven- Aliviado, alzó su vaso de whisky. Tras ción quirúrgica. Pero Bird se negó a siete años sin verse, apenas habían autorizarla y decidió llevarse al recién tardado siete minutos en ponerse al nacido consigo. Había tomado una de- día ¡Ya no tengo veinte años! Y de todo terminación definitiva para impedir que lo que tenía en aquella época sólo he su hijo prolongara su agonía, la de los conseguido conservar el apodo... sin- dos. Sin embargo, siente que la cabe- tió una convulsión interior y vomitó... za le pesa como si trajera un bulto en ¿Qué cosa intentaba defender del pe- su parte posterior, se rasca la oreja ligro que representaba el bebé mons- como observa que su hijo lo hace, lo truo? ¿Qué había de valioso en su propio interior para defender con tan- 3 Ibid., pp.153-154. to ahínco? La respuesta que halló lo 312 LA VENTANA, NÚM. 7 / 1998 dejó estupefacto: nada, menos que se va fraguando para tener su punto nada. Cero. culminante en esa “nada” que se ge- Bird se incorporó lentamente de la si- nera al borde del pasaje al acto, en ese lla. Le dijo a Himiko: vacío bordeado y obturado a la vez por — He decidido llevar al bebé nueva- el duelo no efectuado de un padre, pero mente al hospital para que lo operen. sobre todo del hijo muerto: él mismo. No volveré a intentar huir por todos Y es que cuando muere un padre, hay los resquicios. un hijo que se lleva consigo.6 Enton- — ...He imaginado África como el fi- ces, es la promesa incumplida de un nal de toda la fuga, el punto límite... hijo sano lo que viene a abrir y actua- — Si quiero enfrentar mi reponsa- lizar en Bird la imposibilidad de des- bilidad, sólo tengo dos caminos: o le embarazarse de la sombra de esos estrangulo con mis propias manos o muertos,7 la exigencia de subjetivar lo acepto y lo crío. Lo sé desde el prin- esos duelos, perdiendo un pedazo de cipio, pero no he tenido valor para sí:8 el objeto desde siempre perdido y aceptarlo...4 hecho presente en esa “nada”. A partir de ese vacío es que se suscita en Todo campo de posibilidad de ejer- Bird un deseo, y es entonces que ese cicio de la paternidad se funda en el hijo nace para él,9 pero también que él marco de un acontecimiento subjeti- nace para sí mismo; es decir, ocurre el vo del padre. Tal acontecimiento, den- birth10 de Bird. 5 tro del personaje principal de la novela, Referencia a los planteamientos de Allouch, op. cit., pp.22-23. 7 Fernández, op. cit., p.125. 8 Allouch, op. cit., p.30. 9 Fernández, op. cit. 10 “Nacimiento”, juego de palabras por homofonía, en idioma inglés, subrayado por Alberto Sladogna. 6 4 Ibid., pp.185-186. 5 Zulema Fernández. “Una promesa incumplida”, en Litoral, núms. 23/24, Ecole Lacanienne de Psychanalyse, Edelp, Córdoba, abril de 1997. EN LA MIRA 313 A dos años de haber escrito esta La muerte del padre de Auster desata obra (1964), Kenzaburo Oé publica también una búsqueda a través de la Dinos cómo sobreviviremos a nuestra locura (1966),11 la cual, en cierta forma, continúa narrando la historia — que le concierne a él mismo— de Una cuestión personal, en el marco de unos años después. Dentro de este libro posterior, es también un acontecimiento inesperado el que vuelve a abrir en el personaje central la cuestión del padre, de su vida y muerte, cuyos hilos desconocía. Recuperar esa historia del padre se volvía entonces la única vía para nacer como sujeto y darle a su hijo «retrasado mental» el mismo estatuto. Así, la reflexión de Oé en torno a la paternidad, cuya búsqueda testimoniada, pero sobre todo llevada al acto en su escritura misma, se acerca significativamente al libro de Paul Auster, La invención de la soledad.12 escritura, la cual es orientada a salvar 11 12 Anagrama, Barcelona, 1995. Anagrama, Barcelona, 1997. al padre, a recuperar a un padre invisible incluso para sí mismo.13 Sin embargo, lo que encuentra son las trazas de una ausencia que se prolonga hasta la generación del padre de su padre —privado real y simbólicamente de su existencia por la abuela paterna de Auster—. Así, su hallazgo lo hace encararse con la cuestión del hijo muerto: su propio hijo —quien estuvo gravemente enfermo y a punto de morir—, pero sobre todo él mismo, Auster, en tanto hijo de su propio padre. Y se encontró, así, atravesado por el vacío e inventando al escribir, su propia soledad, a tientas, en la oscuridad de la tinta.14 Curiosamente en el personaje de Bird encontramos un pasaje que describe esta experiencia: 13 14 Auster, op. cit., p.14. Ibid, p.232. 314 LA VENTANA, NÚM. 7 / 1998 —Anoche soñaste con el bebé, ¿no?... hacia una profundidad sin esperanzas — Había una base de misiles en la luna y que nunca se abrirá al mundo de y la cuna del bebé estaba allí, comple- nadie más. Así que, aunque sude y tamente solo en los desiertos lunares... sufra en mi cueva privada, mi expe- — Pues te encogiste, cerraste los pu- riencia jamás le importará o concerni- ños y lloraste como un recién nacido... rá a nadie. Lo único que hago es cavar ......................... y cavar, allgo estéril y vergonzoso. ¡Esta — Es una cuestión personal. Cuando vez Tom Sawyer está en el fondo de estás solo dentro de una cueva priva- un pozo sin salida y no me sorpren- da, al final llegas a una salida lateral dería que enloqueciera!15 que conduce a una verdad que te concierne a ti y a todo el mundo. Eso re- Por último, cabe subraya cómo Una compensa los sufrimientos padecidos. cuestión personal y La invención de la ¿No le ocurrió eso a Tom Sawyer? Tuvo soledad alcanzan su final justo en un que sufrir en una cueva oscura, pero punto sin cierre, en el que la paterni- al mismo tiempo encontró el camino dad resta como una cuestión de in- hacia la luz y un saco de oro. Sin em- vención incesante, al igual que las bargo, lo que experimento ahora es subjetividades respecto a las cuales, como cavar en solitario el pozo verti- la escritura más que constituirse como cal de una mina, recto hacia abajo, un reflejo nítido de ellas, las engendra.16 Oé, op. cit., pp.144-5. Marta Olivera de Mattoni. “La invención de la soledad de Paul Auster”, en Litoral. op. cit., p.105. 15 16