Las otras dos Españas

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5 de mayo de 2016 HERALDO DE ARAGÓN Artes & Letras 5
G
Giménez Corbatón
La novela ‘Nadadores indemnes’
está ambientada en los años finales de la década de los 70, en un
pueblo ficticio cercano a Zaragoza que se llama Villar. Dos son los
protagonistas. Pedro, de 29 años,
acaba de separarse de la madre
de su hijo y llega a Villar para impartir clases de francés en el instituto. Se encuentra en un momento emocionalmente complicado y ha de iniciar una nueva
etapa de su vida.
La otra protagonista es Claudia, una chica del pueblo que, a
sus 16 años, también afronta una
situación vital compleja. Sus padres han hecho planes para su futuro. Planes que pasan porque les
ayude en el restaurante de su propiedad y lleve una existencia tradicional.
No tienen en cuenta que Claudia aspira a ser dueña de su destino y que su anhelo es marcharse algún día de ese lugar en el que
se le impide ser ella misma.
Entre ambos personajes surge
el deseo, que al principio es meramente sexual, pero que luego
se va transformando en un sentimiento afectivo demasiado parecido al amor. Para Pedro este
afecto será una fuente de conflictos internos, porque quiere a una
mujer menor de edad, que además es su alumna. Deberán buscarse coartadas y cómplices para
verse a escondidas, porque los
vecinos de Villar empiezan a sospechar.
La relación entre Pedro y Claudia es el hilo conductor de la narración, que José Giménez Corbatón contextualiza en los años
posteriores a la muerte del dictador, en una Transición convulsa
y amenazada por el intento de un
golpe de estado, con una sociedad dividida entre quienes, anclados en la seguridad de lo conocido, desean que las cosas sigan
igual, y los que proponen un rumbo hacia la libertad aún son mirados con recelo, casi como elementos subversivos.
Leer a José Giménez Corbatón
es una delicia porque, generoso
con sus lectores, en sus libros
siempre nos remite a canciones,
películas u obras literarias de las
que él se sirve para añadir un plus
a la historia. Son referencias a veces desconocidas y que al ser presentadas en este contexto despiertan las ganas de saber más. O
bien son alusiones que apetece
recordar porque en otro tiempo
nos impresionaron o nos emocionaron.
‘Nadadores indemnes’ es un
canto a la libertad, presentado como opción de vida en un mundo
que nos arrastra hacia lo común
y obliga a nadar contracorriente
para conseguirlo.
MARÍA DUBÓN
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ENSAYO SERGIO DEL MOLINO VIAJA POR «UN PAÍS QUE NUNCA FUE» EN UN TRABAJO PERSONAL E HÍBRIDO
Las otras dos Españas
Sergio del Molino mezcla el reportaje con el libro de viajes y el ensayo repleto de cultura y recuerdos personales. OLIVER DUCH
ENSAYO
La España vacía
Sergio del Molino. Editoriral Turner. Madrid, 2016.
292 páginas.
S
ergio del Molino vuelve al terreno del ensayo, y, en cierto modo,
del reportaje, con su último libro, ‘La España vacía’, que lleva por subtítulo ‘Viaje por un
país que nunca fue’. El libro,
antes que un libro de viajes, es
una extensa disertación sobre
el vacío que existe entre las
verdaderas dos Españas, que,
según la tesis que el autor va
desarrollando, no son las de
Machado, sino la urbana y la
rural. Desde luego, el asunto
se presta a caer en lugares comunes y en materias que, a
priori, pueden resultar poco
atractivas para cierto tipo de
lector contemporáneo, y reconozco que yo mismo abrí el libro con estas prevenciones.
Pero diré ya que he disfrutado
mucho con la lectura de este
volumen, de principio a fin.
Del Molino se reafirma en él
como una voz sobrada de recursos, una voz firme que de
párrafo en párrafo va saltando
de la reflexión a los datos, de
la cita al recuerdo personal, de
la referencia de la subcultura
al apunte de diario, y todo sin
perder el hilo, porque a estas
alturas de su escritura se puede decir ya que el hilo es él.
El trauma universal y español
El libro es un gran cóctel de
referencias culturales en torno a ese trauma universal, pero particularmente español,
que consiste en aspirar al espacio de libertad que representa lo urbano, pero a la vez
reconocer en el campo y en el
vacío de sus espacios nuestro
origen, bien sea por nuestros
padres, por nuestros abuelos
o por nosotros mismos. Así,
por las páginas van pasando
tanto los noventayochistas como los cómicos albaceteños
de Muchachada Nui, tanto la
película ‘Surcos’, o ‘Amanece,
que no es poco’, como la novela ‘La lluvia amarilla’, y va
del mito de Las Hurdes al proyecto de Gran Scala en Ontiñena, o al crimen de Fago...
Son cientos las referencias
que se tratan en el libro, formando un gran río de reflexiones, a menudo divertidas y paradójicas. ‘La España vacía’
tiene algo también de libro de
viajes, donde se describen incursiones en Las Hurdes, en
Sanabria o en Fago –de cuan-
do Del Molino trabajaba en
este mismo periódico y acudió como periodista–, pero esto no deja de ser una parte
menor, porque el verdadero
viaje del que tratan estas páginas es el que emprende el
autor sentado en su silla, dejando que su mente vaya de
un sitio a otro, buscando alguna clase de luz.
La paradoja del tópico
El libro no rehúye los tópicos
sobre nuestra visión de lo rural, empezando por la simplificación de ver en ese espacio
o bien el ‘beatus ille’, el paraíso, o bien la España negra
y asesina, sin apenas mediación. La gracia de estas páginas es que Del Molino busca
siempre el contratópico o la
paradoja del tópico, empezando por la del propio autor,
alguien que lleva a cabo un
prolongado estudio sobre lo
rural desde un apartamento
de la ciudad, donde se ha hecho a sí mismo. Es ilustrativo
cuando describe el proceso
por el que algunos pueblos,
después de pasar por siglos
de olvido, se agarran como
modelo de supervivencia –y
no sólo económica– a recreaciones más o menos legendarias que desde la cultura urbana se proyecta en ellos, tal
y como sucede en localidades
por donde supuestamente pasó el Quijote, convertido incluso en un personaje real. O
la paradoja del Valle-Inclán
carlista, que desde las calles
bohemias de Madrid reivindica una ideología que ve en
esas mismas calles la esencia
de lo que debe ser aniquilado.
O la paradoja del Heine que
pregunta a Théophile Gautier
«¿Cómo se las va usted a componer para hablar de España
una vez que la conozca?», refiriéndose a que la España de
la que escribían los románticos europeos estaba construida sobre tópicos e ideas preconcebidas.
Del Molino no se detiene
en una nostalgia de lo rural, y
sabe ver y señalar los grandes
cambios que para bien ha hecho nuestro país en los últimos cuarenta años, algo que
está en sus conclusiones. Me
gusta cuando, frente a las incursiones de Azorín o Unamuno en el paisaje, prefiere
las de Machado, porque los
primeros salen a buscar un
país, y el otro su propia biografía y su intimidad. Hay ahí
una visión ajena al nacionalismo y a sus aprioris, y que fácilmente podemos hacer
nuestra.
ISMAEL GRASA
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