Nadie se salva del agua envenenada con metales y heces en

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Martes 18 de octubre de 2005
REPORTAJE / PERSPECTIVA DEL AGUA
Nadie se salva del agua envenenada con
metales y heces en Tlamacazapa
Cáncer, entre las afecciones que se padecen en esta población extremadamente pobre
Los promedios que ofrece la ONU sobre el acceso al agua potable en el mundo se quedan
rebasados en esta comunidad nahua del estado de Guerrero, donde todas las fuentes están
contaminadas por plomo y arsénico. Mujeres y niños son las principales víctimas
MARIANA NORANDI ENVIADA
Procedentes de uno de los pozos del pueblo, mujeres de Tlamacazapa acarrean agua, la
forma más común de llevar el líquido a casa FOTO José Carlo González
Tlamacazapa, Gro. Según la Organización de Naciones Unidas, uno de cada seis
habitantes en el mundo no tiene acceso a agua potable. En Tlamacazapa, Guerrero,
comunidad nahua de unos 6 mil 400 habitantes, esta cifra mundial adquiere un sentido
particular y muy cercano, ya que nadie cuenta con agua potable, pues todas sus fuentes
están contaminadas por elevadas concentraciones de plomo y arsénico.
La exposición crónica a aguas envenenadas por metales tóxicos ha estado produciendo, a
lo largo de los años y de manera silenciosa, graves afecciones en la salud de los
pobladores, como anencefalia (bebés que nacen muertos por carencia de cerebro), cáncer,
parálisis parcial o total, abortos espontáneos, convulsiones y pérdida de conciencia
similares a diagnósticos epilépticos o, entre otras anomalías, hiperpigmentación cutánea
(ennegrecimiento de partes como abdomen, extremidades, cara, lengua o labios; cuando
el caso es extremo, el labio inferior se gangrena y se cae).
Tlamacazapa pertenece al municipio de Taxco y se encuentra 15 kilómetros al sureste de
esa ciudad. Situado en la montaña, sobre piedra caliza, se erige a una altura de entre mil
880 y 2 mil 40 metros sobre el nivel del mar. La actividad agrícola es mínima debido a la
infertilidad y aridez de sus tierras, las cuales son pocas y, generalmente, tienen menos de
medio metro de profundidad. En las reducidas zonas agrícolas se siembra, sobre todo,
maíz y frijol destinados, por lo general, para consumo doméstico.
Su economía principal -casi única- es la elaboración de canastas de hoja de palma, planta
que forma parte de la flora silvestre del lugar. Sus habitantes son nahuas que están viendo
desaparecer su idioma de la comunidad por falta de programas educativos que
contemplen la conservación de lenguas indígenas.
La escasa historia que se conoce sobre este poblado dice que en la época de la Conquista
sus habitantes huyeron de la tierra fértil por miedo a las persecuciones de Hernán Cortés
y sus hombres. Abandonaron la abundancia de la ladera y se instalaron en las áridas
montañas rocosas, donde se sintieron más resguardados del peligro español. Por dicho
origen, Tlamacazapa significa en náhuatl "hombres del miedo". Miedo y desconfianza
que prevalecen todavía en su estructura social, como los de las mujeres hacia los hombres
-muchos padecen alcoholismo y, por ende, ejercen violencia intrafamiliar y callejera-,
temor a las autoridades y desconfianza en los visitantes.
Se dice que las tres primeras familias que llegaron a Tlamacazapa fundaron tres barrios,
que hoy son los que conforman la distribución espacial comunitaria: San Juan, San Lucas
y Santiago. El primer camino, en el que ya pudieron circular vehículos, se construyó en
1977, uniendo esta población con Buenavista de Cuéllar, a 12 kilómetros en dirección a
Cuernavaca. A principios de la década de los 80, se construyó un camino hacia Taxco,
por el que ya puede circular transporte público, cuyo recorrido aproximado es de hora y
media.
Tlamacazapa no cuenta con alcantarillado, saneamiento ni agua potable, esto último
debido a que todas sus fuentes de abasto están contaminadas, tanto por metales pesados
como por sólidos y materia fecal. La mayoría de sus habitantes, así como los animales
que transitan libremente por la comunidad, defecan al aire libre, provocando que los
excrementos sean arrastrados por las lluvias hacia los pozos o transportados en el calzado
de la gente cuando bajan las escaleras de los pozos. Esta contaminación ocasiona, entre
otras enfermedades, diarreas -en particular en los niños- anemia, úlceras, gastroenteritis,
meningitis, cólera y tifoidea.
Fuentes de suministro
Existen cuatro pozos abiertos, de casi 10 metros de profundidad, que durante años,
suministraron agua a toda la población. Estos pozos están llenos en temporada de lluvias
(de julio a septiembre) y prácticamente se vacían en época de sequía (a excepción del
pozo Tlamapa, ubicado en una de las zonas más elevadas del pueblo que nunca se seca).
La otra fuente de abasto es la que bombea agua del subsuelo para almacenarla y
distribuirla a la población por tuberías. Este complejo hidráulico, compuesto por tres
bombas, es conocido como Los Sabinos, y se ubica a 4.5 kilómetros al noreste del
pueblo. Aunque la construcción de algunos componentes de este complejo comenzó hace
25 años, el sistema no funcionó hasta 1997, y en 2001 se volvió más regular, es decir,
bombea agua cada 10 o 15 días en época de estiaje. Cada vez que el agua llega a un hogar
se almacena en diversos recipientes para su posterior uso; muchos de éstos carecen de
condiciones higiénicas. Este proyecto hidráulico estuvo supervisado por el Departamento
de Agua Potable de Taxco y, este año, aunque de manera irregular, comenzó a bombear
en época de lluvia.
Una mujer afectada por hiperpigmentación FOTO Susan Smith
No todos en Tlamazacapa tienen en casa un sistema de tuberías de donde se pueda extraer
agua de la llave, pues, al ser una comunidad extremadamente pobre, pocas familias tienen
presupuesto para su instalación. Dos personas del pueblo, autonombradas Comité del
Agua, tienen el monopolio del manejo y distribución del recurso. Por tanto, ellos deciden
cuánto cobran por la instalación de tuberías (entre 300 y mil 500 pesos), a quiénes se les
instala (cualquier enemistad o antipatía es motivo para no incluir a una familia en la red
de distribución) y, una vez instalada, ellos deciden cuánto cobran por el suministro. En un
principio este servicio fue gratuito, luego la tarifa fue estimativa y recientemente se
colocaron unos medidores que nadie sabe leer, lo cual ocasiona continuos abusos por el
Comité del Agua hacia las familias más humildes. Respecto del manejo de los fondos
recaudados, nadie en la comunidad conoce su destino ni empleo.
En 1997 llegó a la comunidad una asociación civil mexicana denominada Caminemos
Juntos para Salud y Desarrollo (CJ). Su trabajo ha sido básicamente la instalación de
baños secos biológicos y la capacitación de mujeres en partería y educación especial para
niños discapacitados. Hasta ahora han construido 28 de esos baños, que consisten en
estructuras de concreto que guardan un sanitario y un mingitorio. Como las casas en
Tlamacazapa no cuentan con drenaje ni agua, estos baños utilizan unas tuberías que van a
parar a unos depósitos de excrementos, los cuales, tras un reposo temporal, se convierten
en abono natural. La taza, en vez de ser limpiada con agua, es higienizada con cal. El
baño tiene una cisterna de 8 mil litros, que es captadora de agua de lluvia para usos no
potables, como lavar trastos o bañarse.
La capacitación de parteras se originó porque la mayoría de las mujeres de esta
comunidad dan a luz en su casa, en condiciones de mínima higiene y comodidad. Suelen
parir solas o atendidas por familiares, en suelo de tierra, sin luz o con muy poca
iluminación y, por condiciones de desnutrición, anemia o toxicidad, muchos niños nacen
muertos o con discapacidad física o mental.
En 2000 la CJ analizó el agua de los pozos de los que bebía la población y los resultados
señalaron elevados contenidos de arsénico y plomo. Posteriormente los estudios se
hicieron en el agua de Los Sabinos y los resultados fueron similares, con la única
diferencia de que en esta fuente los metales tóxicos no estaban de manera constante en el
agua y la contaminación por materia fecal era mucho menor o nula. Hasta ahora todo
indica que la aparición de estos metales en esta zona no es por actividad humana, como
minería o explotación del subsuelo, sino que su origen es de tipo natural, es decir, por
contacto del agua con estos minerales.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha fijado un máximo de concentración de
arsénico de 0.010 miligramos por litro (mg/l) en el agua potable. La Norma Oficial
Mexicana (NOM)-127-SSA1-1994 definía la máxima concentración en 0.050 mg/l. En
2000 fue modificada hasta llegar a 0.025 en 2005 (NOM 2000). Sin embargo, un estudio
de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos encontró en 2001 que aun 0.002
miligramos de arsénico por litro de agua representan un riesgo de contraer cáncer. En
cuanto al plomo, la OMS fijó un máximo de concentración de 0.015 mg/l, mientras la
NOM lo fijó en 0.010 mg/l.
En abril de este año, estudios del CJ en el laboratorio Groundwater Analytical Inc, de
Buzzard's Bay, Estados Unidos, certificado por la Agencia de Protección Ambiental de
ese país (EPA, por sus siglas en inglés), encontraron entre 0.060 y 0.110 mg/l de arsénico
en los pozos, y 0.060 y 0.050 en Los Sabinos. En cuanto a plomo, desde 2002 este metal
aparece entre 0.001 y 0.150 mg/l, según la época del año, llegando a su máximo durante y
al final de la temporada de lluvias.
A partir de que CJ tuvo conocimiento de la calidad del agua, entregó esa información a la
comunidad y a las autoridades correspondientes, y comenzó a difundir las consecuencias
negativas de este nivel de toxicidad en la salud humana.
Por medio de otros estudios descubrió altos contenidos de plomo en las ollas de barro con
las que cocinan y diversos metales tóxicos en las pinturas con las que tiñen las hojas de
palma.
La respuesta de la comunidad fue muy diversa, conforme a una estructura social muy
compleja, por lo que CJ cree que en Tlamacazapa las soluciones técnicas deben tener en
cuenta las características de la comunidad.
Por un lado, debido a creencias culturales, muchos de los habitantes argumentaron que
los efectos nocivos sobre la salud, como hiperpigmentación, vómitos, dolor de cabeza o
de estómago, son consecuencia del mal de ojo. Y cuando una mujer tiene un hijo con
problemas físicos o cerebrales se debe a que "es una mala mujer", ya que no se cuidó
durante su embarazo, protegiéndose con algún objeto de metal para que la Luna no "se
comiera" al bebé. También existe la creencia de que el agua de pozo tiene mejor sabor
que la de garrafón o de Los Sabinos hervida, lo cual obstaculiza que se impida su
consumo.
Una mujer pesa a su hija en el centro comunitario Caminemos Juntos, en Tlamacazapa
FOTO José Carlo González
Por otro lado, la extrema pobreza hace que no todas las personas tengan recursos para
comprar agua envasada. El garrafón cuesta 80 pesos, el contenido 17 (por 20 litros), y la
camioneta lo entregue a domicilio, cinco pesos más. Acarrear agua continúa siendo una
actividad muy común y pesada, no sólo por los 20 litros del recipiente promedio, sino
porque las calles están entre rocas y la mayoría son muy empinadas.
Una mujer, trabajando todo el día la palma, puede llegar a elaborar un tortillero, el cual
vende en el pueblo a 10 o 15 pesos, monto que representa su salario diario. Si a esto se
suma que son familias muy numerosas, que gastan más de un garrafón por día, comprar
uno supone un esfuerzo económico que no siempre se pueden permitir, por lo que se opta
por acarrear agua del pozo que es gratis, sabiendo, en muchos casos, que está envenenada
y es perjudicial para la salud.
Algunas autoridades médicas locales han aconsejado que viertan cloro o hiervan el agua
de los pozos. Esa medida puede ser factible para evitar la contaminación bacteriológica,
pero no elimina los metales del agua. Además, ir a buscar leña para hervir agua
representa caminar, en ocasiones, varias horas.
Los problemas de salud en Tlamacazapa perjudican más a los niños y, en especial, a las
mujeres, porque es el sector social que está más expuesto al agua. Gran parte de los
hombres abandonan durante días o meses la comunidad para ir a vender los canastos de
palma a ciudades como Taxco, Cuernavaca, Puebla o el Distrito Federal. Ellos tienen
oportunidad de tomar agua que no sea del pozo y comer mejor. Asimismo, las mujeres
están expuestas a las ollas contaminadas y a las pinturas tóxicas y tienen una dieta más
pobre, pues suelen alimentar primero a su marido y luego a sus hijos.
La base de su alimentación es tortillas con salsa y, desde que entró la comida chatarra en
el pueblo, es común recurrir a papitas y refrescos. Es mínima la fruta o verduras que
comen, y reducida la oportunidad que tienen de consumir proteínas.
El hecho de tener una alimentación tan pobre hace que la presencia de metales pesados en
su organismo evite la absorción de nutrientes. Según la CJ, 60 por ciento de los niños de
esta comunidad padecen desnutrición y la cadena de pobreza se reconstruye
constantemente, debido a las pocas opciones de cambio de vida que ofrece esta
comunidad.
No todos los niños poseen recursos para acudir a la escuela, porque el sistema educativo
de Tlamacazapa -primaria y telesecundaria- exige constantes cooperaciones económicas,
además de los gastos en útiles escolares y uniformes.
Cuando se habla con personas de la comunidad, no culpan a ninguna institución
gubernamental de sus problemas y coinciden en que, aunque necesitan apoyo económico
oficial, es importante que la comunidad se organice para buscar soluciones.
Aunque el panorama es grave y urge su atención, peritos en contaminación de tóxicos y
conocedores de la realidad de esta comunidad creen que existen soluciones. Tanto para
CJ como para miembros del Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma
de México, en Tlamacazapa, a nivel técnico, existen dos soluciones fundamentales: una,
limpiar el agua de Los Sabinos. Existen filtros, pero todavía esta tecnología no ha logrado
purificar de manera segura el agua a bajo costo. Además, es fácil limpiar un metal, pero
la combinación de dos es casi imposible. La segunda opción es la captación de agua de
lluvia. El problema es que habría que instalar una cisterna en cada casa, y para esto hace
falta, además de dinero, espacio suficiente en cada hogar y capacitar a las personas para
que sepan utilizar adecuadamente el sistema de filtros para agua pluvial.
El próximo marzo, la ciudad de México será sede del cuarto Foro Mundial del Agua, en
el cual uno de los cinco temas centrales es Agua y saneamiento para todos. Mujeres de
Tlamacazapa intentan acudir a la feria que se realizará para mostrar, no sólo el
maravilloso arte de tejer la palma, sino ese otro México al que a veces cerramos los ojos
para imaginar que vivimos en un país que está a un paso del desarrollo.
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