WILLIAM SHAKESPEARE Otelo: el moro de Venecia1 LETRAS CONTRA LA VIOLENCIA EDUCACIÓN PARA CONVIVIR COORDINADORA DE LA COLECCIÓN: SILVIA GARZA Versión libre adaptada y anotada por Beatriz Ángeles Ricaño y Roberto Domínguez Cáceres. 1 Otelo int.indd 5 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 6 9/13/13 10:46 AM PERSONAJES DE LA OBRA EL DUX DE VENECIA. BRABANCIO, senador. OTROS SENADORES. GRACIANO, hermano de Brabancio. LUDOVICO, pariente de Brabancio. OTELO, noble moro, al servicio de la República de Venecia. CASSIO, teniente suyo. YAGO, su alférez. RODRIGO, hidalgo veneciano. MONTANO, predecesor de Otelo en el gobierno de Chipre. BUFÓN, criado de Otelo. DESDÉMONA, hija de Brabancio y esposa de Otelo. EMILIA, esposa de Yago. BLANCA, querida de Cassio. UN MARINERO, ALGUACILES, CABALLEROS, MENSAJEROS, MÚSICOS, HERALDOS y ACOMPAÑAMIENTO. ESCENA: En el primer acto, en Venecia; durante el resto de la obra, en un puerto de mar de la isla de Chipre. Otelo int.indd 7 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 8 9/13/13 10:46 AM Acto primero Otelo int.indd 9 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 10 9/13/13 10:46 AM Escena primera Venecia. Una calle. Entran Rodrigo y Yago. RODRIGO: ¡Basta! ¡No me hables más! Me duele en el alma que tú, Yago, que has aprovechado mi dinero como si fuera tuyo, supieras del asunto… YAGO: ¡Por la Sangre de Cristo! ¡Escúchame! ¡Si me hubiera imaginado algo así podrías reclamarme! RODRIGO: ¡Me dijiste que lo odiabas! YAGO: ¡Claro que lo odio! Tres nobles de la ciudad han venido personalmente a pedirle, humildemente, que me nombrara su teniente; y con toda honestidad sé lo que valgo, y creo que no merezco menos. Pero él, ciego de orgullo y terco en sus decisiones, les contesta con evasivas enredadas de metáforas militares y rechaza a quienes abogan por mí; les dice: “Ya he elegido a mi teniente”. ¿Y quién es este teniente? Un gran aritmético, según yo, un tal Miguel Cassio, un florentino,2 un joven que se perdería por cualquier mujer bonita, Las menciones a las nacionalidades en la obra denotan las percepciones prejuiciadas: un veneciano como Yago detesta a su rival y le llama florentino, luego le dirán “romano” como una forma de marcar la no pertenencia a un grupo social. Luego esta actitud se extenderá a los oficios. Los militares como Yago ven con desprecio todo lo que no sea de su rango, por lo que le llamará “aritmético”, “tenedor de libros”, “contador”; aun cuando el propio Yago detente un grado muy menor en la jerarquía militar. 2 11 Otelo int.indd 11 9/13/13 10:46 AM que nunca ha dirigido escuadrón en un asalto, ni sabe más de estrategias de batallas que una costurera;3 todo lo que sabe es teoría de libros, que cualquier abogado4 podría explicar tan bien como él. ¡Su conocimientos militares son pura charlatanería y nada de práctica! Pero él, mi señor, es el elegido, y yo, que me he probado en Rodas, en Chipre y otros territorios cristianos o paganos, debo soportar el barco y esperar, todo por culpa de ese tenedor de libros. Él, en cambio, ese contador, será su teniente; y yo seré, ¡Dios me bendiga el título!, el alférez5 de su moruna6 señoría. RODRIGO: ¡Dios, yo antes sería su verdugo! YAGO: En fin, ¡qué remedio! Así es este servicio, hoy un ascenso se obtiene por recomendación o afecto, no como antes que el segundo heredaba la plaza del primero. Ahora, señor, dime tú, si es justo que deba querer al moro. RODRIGO: En ese caso, yo no obedecería sus órdenes.7 YAGO: ¡Oh! No te preocupes, señor. Si le sirvo, es para vengarme. No todos podemos ser amos, Las labores femeninas siempre son menospreciadas, en el contexto viril de la guerra, en comparación con la labor supuestamente más importante de ser un soldado. Es una apreciación constante en la obra. 4 Las labores militares se suponen más importantes que cualquier otra en apariencia menos práctica. 5 Es el grado inferior entre de los oficiales militares en algunos ejércitos. 6 Término coloquial que en ocasiones tiene connotaciones peyorativas para designar sin mucha claridad entre religión, etnia o cultura a los originarios del oeste de África o el Magreb, la actual Mauritania, Marruecos, Argelia, Túnez y Libia. También es una forma genérica de llamar a un musulmán independientemente de su origen. Por extensión, se derivan adjetivos que denotan la procedencia o el color de piel, o la condición de alguien semejante: moreno, moro, morisco, mora, morado. 7 A lo largo de la obra se verán muchos casos como éste, en los que existe un conflicto entre la opinión y el deber, entre el pensar y el hacer. 3 12 Otelo int.indd 12 9/13/13 10:46 AM ni todos los amos pueden tener fieles sirvientes. No seré como uno de esos obedientes bribones sumisos felices de ser esclavos, trabajan como burros, nada más por el forraje y se alegran cuando los echan por viejos. ¡Que azoten a esos honrados lacayos! O como otros que aparentan obediencia y respeto pero todo lo hacen para su provecho, pues no son fieles a sus señores, sólo los utilizan para hacer sus negocios, y ya que les han sacado todo el provecho, los dejan. Estos sirvientes tienen cierta inteligencia y confieso que yo soy de ésos. Porque, señor, te aseguro, si no soy yo el moro, no quisiera ser Yago. Al servirlo, soy yo quien me sirvo.8 El cielo es mi testigo; no le tengo al moro ni respeto ni obediencia; los aparento para mi provecho. Porque el día que mis actos revelen mis verdaderas intenciones expondría mi corazón a la burla de todos y para que lo picoteen las cornejas.9 ¡No soy lo que parezco! RODRIGO: ¡Qué buena suerte tendrá ése de los labios gruesos10 si consigue sus propósitos! YAGO: Llamemos al padre. Despertemos a Brabancio para que se ensañe con el moro, vamos a acabarle la dicha, gritemos su nombre por las calles, molestemos a los parientes de la novia, que se le apeste la casa. Echémosle a perder su alegría. RODRIGO: Aquí es la casa de Brabancio. Lo llamaré a gritos. Esta expresión resume que el sirviente usa su posición sólo para sacar provecho. Ave de mal agüero en la tradición literaria; se alude al castigo de la injuria pública. 10 Todas las referencias a los rasgos físicos del personaje, su color de piel, la forma de sus labios, su corpulencia denotan una actitud de rechazo a lo diferente de quienes así se expresan. 8 9 13 Otelo int.indd 13 9/13/13 10:46 AM YAGO: Grita como si anunciaras la muerte, como si hubiera un incendio en la ciudad. RODRIGO: ¡Eh! ¡Hey! ¡Brabancio! ¡Señor Brabancio! ¡Eh! YAGO: ¡Despierte! ¡Eh! ¡Hola! ¡Brabancio! ¡Que hay ladrones! ¡Ladrones! ¡Cuide su casa, busque a su hija y guarde sus tesoros! ¡Hay ladrones! ¡Ladrones! Entra Brabancio, arriba, asomándose a una ventana. BRABANCIO: ¿Qué hay con esos gritos terribles? ¿Qué sucede? RODRIGO: Signior,11 ¿está toda su familia en casa? YAGO: ¿Están cerradas sus puertas? BRABANCIO: ¿Por qué? ¿Para qué me lo preguntas? YAGO: ¡Juro por Dios, señor, que lo han robado! Por pudor, cúbrase. Le partieron el corazón, le robaron la mitad del alma. Ahora mismo, en este instante, mientras le hablo, un lanudo cabro negro está montando a su oveja blanca.12 ¡Levántese, levántese! ¡Repique la campana para que todos los que roncan, despierten; que a usted el diablo lo va a hacer abuelo! ¡Levántese, le digo! BRABANCIO: ¡Cómo! ¿Se han vuelto locos? RODRIGO: Respetable señor, ¿reconoce mi voz? BRABANCIO: No. ¿Quién eres? RODRIGO: Soy Rodrigo. BRABANCIO: Aquí no eres bienvenido. Ya te advertí que no rondaras más esta casa. Te he dicho con franqueza que mi hija no será para ti; y ahora, 11 Variante de signor, palabra italiana que se antepone al nombre en señal de respeto, equivalente a “señor”. 12 Se imagina un acto sexual violento y forzado. La mujer es vista como un animal sacrificial y el hombre como el macho cabrío, abusador y lascivo. 14 Otelo int.indd 14 9/13/13 10:46 AM ¡vienes enloquecido, atiborrado de comida y borracho! ¿Cómo te atreves a despertarme? RODRIGO: Señor, señor, señor… BRABANCIO: Te aseguro que tengo el poder y el puesto para hacer que te arrepientas de esto. RODRIGO: Calma, buen señor. BRABANCIO: ¿Qué gritan sobre un robo? Si estamos en la ciudad de Venecia. No vivo en una granja en medio del campo. RODRIGO: Respetabilísimo Brabancio, venimos con buenas intenciones. YAGO: ¡Se lo juro por Dios, señor! Usted es un hombre que no escucharía al Diablo porque sólo le sirve a Dios. Venimos a hacerle un favor y nos trata como bandidos; dejará que a su hija se la monte un caballo berberisco,13 para que le relinchen sus nietos, pues en vez de parientes tendrá yeguas y corceles como herederos. BRABANCIO: ¿Quién eres tú, infame pagano? YAGO: Soy uno que viene a decirle que su hija y el moro a esta hora están haciendo la bestia de dos espaldas.14 BRABANCIO: ¡Eres un desgraciado! YAGO: Y usted… un senador. BRABANCIO: Tú me responderás por esto, Rodrigo. 13 El moro se describe como una bestia que animalizará la descendencia. Esta actitud es xenofóbica y además racista al extremo de descalificar las relaciones entre personas de distintas características. 14 Antigua metáfora para referir el acto sexual. Se le atribuye a François Rabelais en Gargantúa y Pantagruel, obra de 1532. Es una figura ampliamente usada en la literatura erótica de larga tradición en Italia, Francia e Inglaterra. 15 Otelo int.indd 15 9/13/13 10:46 AM RODRIGO: Señor, responderé a todo lo que quiera. Pero, por favor, dígame si su bella hija, a altas horas de la noche, sin más compañía que un vil gondolero, ha ido, con su consentimiento, a arrojarse a los toscos brazos de un moro lascivo; dígame si usted lo sabía y si le dio su permiso; si así es, pues entonces lo hemos insultado y hemos sido insolentes, pero si no estaba informado de esto, nos ha regañado usted sin razón. Mi buena cuna no me permitiría ni jugar ni bromear con un asunto como éste con usted, créame. Pero su hija, lo repito, si no le dio usted permiso, ha cometido una gran falta, sacrificando su deber, su belleza, su ingenio y su fortuna15 a un extranjero, vagabundo y nómada, sin patria y sin hogar.16 Compruébelo usted. Si está en su habitación o dentro de casa, entrégueme a la justicia por haberlo engañado. BRABANCIO: ¡Rápido! ¡Enciendan las velas! ¡Despierten a toda la casa! Esto parece una pesadilla. El temor de que sea cierto me agobia. ¡Luz, traigan luz! (Desaparece de la ventana.) YAGO: Adiós, debo irme. No me conviene que me lleven ante la justicia a declarar contra el moro. Pues aunque esto le ocasione un problema, el Estado no se atreverá a quedarse sin sus servicios. Hay muchas razones por las que la República le confía al moro sus guerras de Chipre; ni por todo el oro de sus arcas encontrarían a otro igual para dirigir sus batallas. Por eso, aunque lo odie más que al infierno, 15 Esta serie de sustantivos muestra los aspectos que se consideran valiosos en una mujer casadera. 16 Esta serie de adjetivos denota la xenofobia del personaje que rechaza todo lo que es diferente. 16 Otelo int.indd 16 9/13/13 10:46 AM no me queda más que fingir que lo estimo, aunque no lo quiera. Si quieren encontrarlo, vayan hacia el Sagitario, que allí estaré con él. Adiós. (Sale.) Entran, arriba, Brabancio y criados con antorchas. BRABANCIO: ¡Esto es una desgracia! Ella huyó, y lo que me quede de vida, será muy amarga. ¡Dime, Rodrigo! ¿Dónde la viste? ¡Oh, hija miserable! ¿Con el moro, dices? ¿Quién quisiera ser padre en estos momentos? ¿Cómo supiste que era ella? ¡Ah, nunca imaginé que me pudiera engañar así! ¿Qué te dijo? ¡Traigan más luces! ¡Despierten a todos mis parientes! ¿Crees que se casaron? RODRIGO: Sí, lo creo. BRABANCIO: ¡Oh, Dios Santo! ¿Cómo pudo salir? ¡Oh, es la traición de mi propia sangre!17 Padres, no confíen en las almas de sus hijas nada más porque las vean hacer el bien. ¿No existen hechizos para abusar de una joven inocente?18 ¿No sabes de estas cosas, Rodrigo? RODRIGO: Sí, claro, señor. BRABANCIO: ¡Despierten a mi hermano Graciano! ¡Oh, por qué no fue una de tus hijas!19 ¡Vayan, sepárense! ¿Sabes dónde podríamos encontrarlos? Brabancio considera al moro como el culpable de la conducta de su hija, a quien asume hechizada por alguna droga o encanto. No le concede voluntad a la hija, lo cual es otro signo de menosprecio hacia una mujer. El rechazo mayor es al matrimonio interracial que desde entonces ha sido un prejuicio. 18 La imagen de la seducción forzada por sustancias o fórmulas es un recurso para exagerar la diferencia de gustos que se le supone a una joven como Desdémona y alguien tan distinto a ella como Otelo. El padre nunca pensará que su hija pudo, por propia voluntad, acceder a los amores con Otelo. 19 Además de desear el daño en casa ajena, el padre se queja porque perdió la oportunidad de un matrimonio conveniente económicamente para su fortuna y ha quedado sin honra. La hija vale porque supone la honra de la casa, no por sí misma, en este sistema de apreciaciones que se representa. 17 17 Otelo int.indd 17 9/13/13 10:46 AM RODRIGO: Creo que sé dónde encontrar al moro; si gusta, traiga una buena guardia y vengan conmigo. BRABANCIO: Por favor, llévanos. Si es necesario, mandaré levantar a todo el mundo. ¡Traigan armas, ya! Y llamen a los oficiales del servicio de noche. Vamos, Rodrigo. Yo recompensaré tus molestias. (Salen.) 18 Otelo int.indd 18 9/13/13 10:46 AM Escena segunda El mismo lugar. Otra calle. Entran Otelo, Yago y un séquito con antorchas. YAGO: Aunque he matado hombres en la guerra, me pesa en la conciencia asesinar con premeditación. A veces creo que me falta maldad, que me sería útil. Nueve o diez veces pensé asestarle aquí mismo, con mi puñal, una herida debajo de las costillas. OTELO: Más vale que las cosas sean como las cuentas. YAGO: Es cierto, gritaba mucho, con tantos insultos y maldiciones en su contra; y con lo impulsivo que soy, me costó mucho trabajo contenerme. Pero se lo ruego, señor, dígame, ¿en verdad se ha casado? Le aseguro que el senador Brabancio es muy querido y tiene una voz muy poderosa, dos veces más influyente que la del dux.20 Lo obligará a divorciarse, poniendo tantas trabas y obstáculos, con todo el poder que tiene para torcer la ley, que al final le darán la razón. OTELO: Que haga lo que quiera. Mis servicios a Venecia callarán sus quejas. Todavía nadie sabe, porque soy modesto y no lo digo, que provengo de hombres de regia estirpe, y mis méritos hablan por Magistrado supremo y puesto más alto de la jerarquía del gobierno de Venecia. Del veneciano doxe, luego dux, en latín, líder. 20 19 Otelo int.indd 19 9/13/13 10:46 AM sí mismos, así como la gran fortuna que he logrado. Para que lo sepas, Yago, si no fuera por el amor que siento por mi querida Desdémona, no limitaría mi espíritu viajero ni por todo el oro del mundo. Pero, ¡mira! ¿Qué son esas luces? Entran Cassio, a distancia, y ciertos oficiales con antorchas. YAGO: Deben ser del padre, que viene enfurecido, y de su gente. Debería ocultarse, señor. OTELO: No; que me encuentre aquí. Mi dignidad, mi rango y mi conciencia me mostrarán tal como soy.21 ¿Son ellos? YAGO: ¡Por Jano!22 Creo que no son ellos. OTELO: ¡Son los hombres del dux y mi teniente! ¡Buenas noches, amigos! ¿Qué noticias traen? CASSIO: El dux le envía sus saludos, mi general, y requiere de su presencia en este mismo instante. OTELO: ¿De qué se trata? CASSIO: Por lo que he podido adivinar, es algo sobre Chipre. Es un asunto urgente. Esta misma noche las galeras23 han enviado una docena de mensajeros, uno tras otro; y un buen número de cónsules están ya levantados y reunidos con el dux. Lo llamaron a usted con urgencia y como no lo hallaron en casa, el Senado lo anda buscando por todas partes. Otelo se refiere a los rasgos que según él son los más visibles para los demás: méritos, servicios y la dignidad del deber bien cumplido. Se presenta como la contraparte de la imagen que tienen los demás de él, un extranjero que abusó de la inocencia de una hija de una familia noble. 22 Una divinidad romana de la dualidad, del pasado y el porvenir. Esta mención remarca el carácter doble de Yago. 23 Navíos de guerra, de pequeño calado, muy veloces. 21 20 Otelo int.indd 20 9/13/13 10:46 AM OTELO: Qué bien que sea usted quien me haya encontrado. Avisaré aquí en casa e iré con ustedes (Sale). CASSIO: ¿Qué hace aquí, alférez? YAGO: El cazador ya tiene su presa, y si se la declaran legal, será muy afortunado. CASSIO: No entiendo. YAGO: Se ha casado. CASSIO: ¿Con quién? Vuelve a entrar Otelo. YAGO: Se lo juro, se ha casado con… Vamos, capitán, ¿quiere venir? OTELO: Voy contigo. CASSIO: Aquí hay otro grupo que viene a buscarlo. YAGO: Es Brabancio. General, tenga cuidado. Viene con malas intenciones. Entran Brabancio, Rodrigo y oficiales con antorchas y armas. OTELO: ¡Hola, deténganse! RODRIGO: Signior, es el moro. BRABANCIO: ¡Todos, a él! ¡Al ladrón! (Desenvainan por ambas partes.) YAGO: ¡A ti, Rodrigo! ¡Vamos, señor, soy de los tuyos! OTELO: Guarden su brillantes espadas, que las empañará el rocío. Buen signior, respetaré mejor sus años que sus armas. BRABANCIO: ¡Ah, tú, ladrón odioso! ¿Dónde escondiste a mi hija? Maldito, debiste hechizarla, estoy seguro de que está engañada por tus trucos; si no, ¿cómo se explica que una joven virgen, bella y feliz, que ha rechazado a los mejores partidos de la ciudad, 21 Otelo int.indd 21 9/13/13 10:46 AM se haya expuesto al escándalo, escapando de la casa de su padre para quedarse con alguien tan renegrido como tú? Está claro que la hechizaste, que la drogaste aprovechándote de su inocencia. Mandaré investigar el caso. Te detengo y te acuso aquí mismo, de corruptor de jóvenes y de practicar brujería.24 Atrápenlo, si se resiste, sométanlo y que se atenga. OTELO: ¡Deténganse, ustedes, los que están de mi parte, y ustedes también, los que están de parte de Brabancio, que si quisiera pelear, ya lo habría hecho. ¿A dónde quiere que vaya para responder a sus acusaciones? BRABANCIO: A la cárcel, hasta que la ley te llame a responder. OTELO: Y si los acompaño, dígame, ¿cómo podría entonces obedecer las órdenes del dux, cuyos mensajeros están aquí, a mi lado, para llevarme ante él, por un urgente asunto de Estado? OFICIAL: Es cierto, muy digno signior. El dux está en Consejo y estoy seguro de que también lo estará buscando a usted. BRABANCIO: ¡Cómo! ¡El dux llamó a Consejo! ¿Y a estas horas de la noche? Llévenselo, que mi causa no es menor. El dux mismo o cualquiera de mis hermanos senadores sentirían mi ultraje como si fuera propio. Porque si estos delitos pudieran quedar sin castigo, estaríamos gobernados por esclavos y paganos.25 (Salen.) Es una expresión más de la xenofobia el relacionar lo que no se comprende con lo mágico, lo diabólico. Esta imagen suele atribuirse a todos los extranjeros o extraños en sociedades conservadoras. 25 Esta afirmación denota la actitud de prepotencia de Brabancio, que considera su agravio más urgente e importante que un asunto de Estado; además deja ver que para él los únicos dignos de gobernar son los miembros de su clase social, creencia y condición. Los paganos son los que no creen en su misma fe. 24 22 Otelo int.indd 22 9/13/13 10:46 AM Escena tercera El mismo lugar. Cámara del Consejo. El Dux y los Senadores sentados a una mesa; oficiales en funciones de servicio. DUX: No podemos dar crédito a estas noticias. SENADOR PRIMERO: Son muy diferentes, en verdad. Mis cartas dicen ciento siete galeras. DUX: Y las mías dicen ciento cuarenta. SENADOR SEGUNDO: Y las mías, doscientas. Cuando los informes se hacen al tanteo siempre hay diferencias en las cifras, pero todas confirman que una flota turca viene navegando hacia Chipre. DUX: Bien visto es muy probable. No me fío de los datos de las reportes, pero sí creo cierta la amenaza. UN MARINERO (dentro): ¡Hola, eh! ¡Hola, eh! Entra el marinero. OFICIAL: Un mensajero de las galeras. DUX: ¡Habla! ¿Qué ocurre? MARINERO: La armada turca se dirige a Rodas. El signior Ángelo me envía a avisarles. DUX: ¿Qué me dicen de este cambio? SENADOR PRIMERO: No puede ser, no es lógico. Es un simulacro. Sabemos que Chipre es más importante para los turcos que Rodas, además pueden tomarla con 23 Otelo int.indd 23 9/13/13 10:46 AM más facilidad. Chipre no tiene las defensas que posee Rodas. Bien visto, no es creíble que abandone un proyecto tan importante y tan fácil de conseguir. No se arriesgaría sólo para despistarnos. DUX: Cierto, con toda seguridad, que no piensan en Rodas. OFICIAL: Aquí llegan más noticias. Entra un mensajero. MENSAJERO: Los otomanos, gran dux, navegan hacia Rodas, acompañados de una flota posterior. SENADOR PRIMERO: Sí, es lo que yo pensaba. ¿Qué tan grande es la flota? MENSAJERO: De treinta velas, y están virando hacia Chipre. El signior Montano, su fiel y valeroso servidor, le suplica que le crean. DUX: Entonces van contra Chipre. ¿No está en esa ciudad Marcos Luccicos? SENADOR PRIMERO: Está ahora en Florencia. DUX: Escríbanle para que vuelva de inmediato. SENADOR PRIMERO: Aquí vienen Brabancio y el valiente moro, Otelo. Entran Brabancio, Otelo, Yago, Rodrigo y oficiales. DUX: Valeroso Otelo, debemos mandarlo inmediatamente contra el otomano, nuestro común enemigo. (A Brabancio.) No lo había visto, bienvenido sea, noble signior; necesitamos de su consejo y apoyo esta noche. BRABANCIO: Y yo de los suyos. Perdóneme, Su Gracia. No son mis funciones, ni el interés público, ni todo lo que he oído de los asuntos de Estado lo que me trae aquí. Vengo por un dolor personal tan intenso que se traga todas mis demás penas. 24 Otelo int.indd 24 9/13/13 10:46 AM DUX: Pues, ¿qué le ocurre? BRABANCIO: ¡Mi hija! ¡Oh, mi hija! DUX Y SENADORES: ¿Está muerta? BRABANCIO: ¡Sí, para mí, pues ha sido seducida, me la han robado y la han pervertido con sortilegios y hechizos, pues ella que no es imbécil, ni ciega ni loca, sólo puede engañarse tan descabelladamente por la brujería! DUX: Quien sea el que ha privado así a su hija de su razón y a usted de ella sufrirá la aplicación que dicte el libro de la ley, que usted mismo interpretará como le convenga; así lo será, aunque el culpable fuera un hijo nuestro. BRABANCIO: Lo agradezco humildemente a Su Gracia. He aquí a ese hombre, este moro, a quien usted ha mandado llamar por asuntos de Estado. DUX Y SENADORES: Lo sentimos profundamente. DUX: (A Otelo.) ¿Qué puede responder a esto en su defensa? BRABANCIO: Nada, sino que así es. OTELO: Respetables señores, nobles y amados dueños; es cierto que me he casado con la hija de este anciano, ése es mi crimen. Mis palabras son rudas y sé poco del lenguaje de la paz,26 pues desde que tenía siete años, exceptuando los últimos meses, he vivido en campamentos de guerra. Y fuera de armas y combates, casi no puedo hablar de nada más. Así que no podré defenderme mucho. Pero, con su permiso, les relataré brevemente la historia de mi amor. Otelo, como muchos de sus militares, no tiene la posibilidad de expresarse en términos de armonía o conciliación, siempre aducen al poder, el mando o la fuerza. 26 25 Otelo int.indd 25 9/13/13 10:46 AM Les contaré qué drogas o encantos, qué conjuros o poderes mágicos he empleado para seducir a la hija de este noble señor. BRABANCIO: Una virgen tan apacible y tímida, que al menor movimiento se sonrojaba y, en contra de su naturaleza, de sus años, de su país, de su reputación, de todo, ¡se enamoró de quien le deba miedo hasta mirar! No es lógico que haya ido contra todas las reglas de la naturaleza;27 este hecho sólo se explica por las prácticas infernales. Les aseguro que el moro la envenenó con una poderosa poción. DUX: Afirmar algo no basta. Necesita testimonios mucho más precisos y más claros, no sólo probabilidades ni apariencias. SENADOR PRIMERO: Pero hable, Otelo. ¿Ha conquistado a esta joven doncella por medios impropios o con engaños? ¿O se la ganó por las súplicas y bellas razones con las que un corazón le habla a otro? OTELO: Se los suplico, vayan por ella al Sagitario y que hable de mí delante de su padre. Si me encuentran culpable, no sólo me quiten la confianza o mi cargo, quítenme también la vida. DUX: Traigan acá a Desdémona. OTELO: Alférez, guíelos; usted conoce mejor el sitio. (Salen Yago y acompañamiento.) Y mientras, les contaré con franqueza cómo conquisté el amor de ella y ella el mío. DUX: Cuéntenos, Otelo. 27 Un rasgo del racismo es considerar las ideas y decisiones como parte de la naturaleza, cuando en realidad son opiniones que pueden cambiarse. El padre no concibe la razón de su hija para estar con alguien que él no aprueba, se confrontan dos imágenes, ambas falsas, la positiva de la hija y la negativa del moro. Su apreciación se basa en prejuicios y no en la realidad de los hechos. 26 Otelo int.indd 26 9/13/13 10:46 AM OTELO: Su padre me tenía aprecio y me invitaba a menudo a su casa; siempre me preguntaba sobre mi historia, quería oírla año por año; quería saber de las batallas, los asedios y mis aventuras. Yo le contaba de mi infancia, de mis jornadas desastrosas, de accidentes en mar y tierra; de cómo me libré apenas de morir cuando el enemigo me atrapó y luego me vendió como esclavo; de cómo me escapé; de mis viajes por enormes desiertos, profundas cavernas o altísimas montañas; todo eso le describía. Le hablaba de caníbales, de antropófagos, de los hombres que llevan su cabeza debajo del hombro. Desdémona parecía muy interesada por estas historias, y cuando los quehaceres de la casa la interrumpían, los terminaba pronto y volvía para escucharme con atención. Como yo lo había notado, un día le hice que me pidiera el relato completo de mis viajes, del que ya había oído algunos fragmentos. Mi relato le arrancó lágrimas, por cuánto había sufrido en mi juventud. Al acabar mi historia, le pareció extraña y triste; y deseaba que el cielo le mandara un hombre así. Me dio las gracias y me dijo que si tenía un amigo que la amase y le contara una historia así, se casaría con él. Animado con esta insinuación, me le declaré. Ella se enamoró de mí por los peligros que había corrido y yo la amé por la piedad que mostró al escucharlos.28 Ésta es la única brujería que he empleado. Aquí llega ella, que corrobore lo que digo. 28 Debe notarse que ambos ven una imagen del otro, no la realidad. Ésta es una clave para entender que su relación está basada en apreciaciones más que en hechos reales o constatables. Positivas o negativas, estas apreciaciones son construcciones o sobreentendidos que tendrán consecuencias. 27 Otelo int.indd 27 9/13/13 10:46 AM Entran Desdémona, Yago y acompañamiento. DUX: Creo que una historia así hubiera convencido también a mi hija. Mi buen Brabancio, tome este asunto por su mejor lado. Es preferible pelear con las armas rotas que con las manos desnudas. BRABANCIO: Escúchela, se lo ruego. ¡Si ella confiesa que estuvo de acuerdo y que hizo su parte, entonces nada tengo que reprocharle a este hombre! Ven acá, linda señorita. ¿Ves entre todo este noble grupo a quien debes toda obediencia? DESDÉMONA: Padre querido, tengo ese deber dividido. Le debo mi vida y mi educación que me enseño a respetarlo. Usted es el dueño de mi obediencia, ya que hasta aquí he sido su hija. Pero aquí también veo a mi esposo; y con la misma obediencia que le mostró mi madre a usted, prefiriéndolo a su padre, le digo que yo debo ya toda mi obediencia al moro, mi marido. BRABANCIO: ¡Que Dios te acompañe! He terminado. Si le parece a Su Gracia, ocupémonos de los asuntos del Estado, más me hubiera valido adoptar un hijo que engendrar esto. Ven acá, moro. Te otorgo aquí con todo mi corazón lo que te negaría con todo mi corazón, si no lo tuvieras ya. Gracias a ti, mi alhaja, me alegro con toda mi alma por no haber tenido más hijos; pues luego de tu huida, sería un tirano con ellos. He acabado, señor. DUX: Déjeme darles un consejo a estos enamorados para que recobren su bendición. Cuando ya no hay remedio y llega lo peor, se acaban los pesares al irse las esperanzas. Llorar una desgracia consumada e 28 Otelo int.indd 28 9/13/13 10:46 AM ida es el medio más seguro de atraerse otra desgracia nueva. Cuando no puede recuperarse lo que el Sino se ha llevado, la resignación cura la herida. El hombre robado que sonríe le roba alguna cosa al ladrón; pero quien se consume en un dolor sin sentido se roba a sí mismo. BRABANCIO: Pues que el turco nos arrebate Chipre, entonces; si no perderemos nada si reímos. Qué fácil sigue el consejo a quien sólo le queda el consuelo; pero lleva su dolor y la máxima el que para pagar su pena tiene que pedir prestado. Estas máximas agridulces son equívocas. Las palabras no son más que palabras y todavía no he escuchado que se pueda penetrar en un corazón roto a través del oído. Se lo ruego humildemente, ocupémonos de los asuntos del Estado. DUX: El turco navega rumbo a Chipre bien preparado. Otelo, usted conoce bien lo que resiste esa plaza, y aunque tengamos allí un capitán experimentado, se la confiamos a usted. Así, debe cambiar su nueva dicha por esta expedición. OTELO: La obligación, senadores, trasforma mi cama en piedra y en acero mi suave almohada. El peligro y la aventura, lo confieso, me atraen. Me encargaré de la guerra contra los otomanos. Pero les ruego que hagan que mi esposa reciba un lugar y un sueldo para vivir como corresponde a su condición y noble cuna. DUX: Puede alojarse en casa de su padre, si accede. BRABANCIO: No lo consiento. OTELO: Ni yo. 29 Otelo int.indd 29 9/13/13 10:46 AM DESDÉMONA: Ni yo tampoco. Me niego a vivir allí; quiero evitarle enojos a mi padre. Muy noble dux, le ruego considere mi petición y que su consentimiento me proteja. DUX: ¿Qué deseas, Desdémona? DESDÉMONA: Amo al moro y quiero vivir con él, así lo dicen mis ansias y mi fortuna. Mi corazón pertenece a mi esposo. He visto al verdadero Otelo en su alma y le he encomendado mi vida y mi destino a su honor y cualidades. Por eso, señores, no me dejen aquí como un capullo que espera, mientras él se va a la guerra. No quiero aguardar su retorno, quiero marcharme con él. OTELO: Que sea su voluntad, señores. Los cielos son mis testigos de que no lo pido para satisfacer apetitos o ardores juveniles, que en mí ya murieron, ni para mi satisfacción propia. Y si caigo en ellos, ¡que las amas de la casa hagan una cazuela de mi yelmo y que la adversidad impida mis deseos! No crean que olvidaré mis obligaciones porque ella esté conmigo. DUX: Se queda o parte, dígalo pronto; el asunto reclama urgencia y debe responderle ya. SENADOR PRIMERO: Es preciso que zarpe esta noche. DESDÉMONA: ¿Esta noche, señor? DUX: Esta noche. OTELO: Con todo mi corazón. DUX: Nosotros volveremos a reunirnos acá a las nueve de la mañana. Otelo, deja aquí algunos oficiales y ellos te llevarán todas las ordenanzas y mandos allá. 30 Otelo int.indd 30 9/13/13 10:46 AM OTELO: Si Su Gracia quiere, dejaré a mi alférez; es un hombre honrado y fiel. Lo dejo para que acompañe a mi esposa y me lleve todo lo necesario. DUX: Así será. Buenas noches a todos. (A Brabancio.) Noble señor, si es verdad que a la virtud no le falta el encanto de la belleza, su yerno es más bello que negro. SENADOR PRIMERO: ¡Adiós, valiente moro! Trata bien a Desdémona. BRABANCIO: Vigílala, moro, si tienes ojos para ver. Ha engañado a su padre y puede engañarte a ti.29 (Salen el Dux, Senadores, Oficiales, etcétera.) OTELO: ¡Te dejo mi vida en prenda! Honrado Yago, debo confiarte a mi Desdémona. ¡Por favor, pon a tu mujer a su servicio, y llévalas cuando sea oportuno! Ven, Desdémona. Sólo tengo una hora para pasarla contigo, que hay muchos asuntos y disposiciones que resolver. (Salen Otelo y Desdémona.) RODRIGO: ¡Yago! YAGO: ¿Qué dices, noble amigo? RODRIGO: ¿Qué piensas que debo hacer? YAGO: ¡Irte a la cama y dormir! RODRIGO: Quiero tirarme al agua y ahogarme inmediatamente. YAGO: Está bien; si lo haces, no te querré más. ¡Mira que eres estúpido! RODRIGO: Estúpido es vivir cuando la vida es un tormento y cuando además, tenemos la receta y la muerte es nuestro médico. 29 Brabancio advierte que un comportamiento predice otro. Este proceder es prejuicioso, el padre ya no ve a su hija sino un estereotipo de traición. Esta visión masculina sobre la honra femenina crecerá a lo largo de la obra. 31 Otelo int.indd 31 9/13/13 10:46 AM YAGO: ¡Qué cobardía! He vivido por veintiocho años, y desde que pude distinguir entre lo bueno y lo malo nunca conocí a alguien que supiera quererse. Antes de ahogarme por el amor de una cualquiera, me cambiaría por un mono babuino.30 RODRIGO: ¿Qué me queda por hacer? Es una vergüenza para mí estar tan enamorado y no tener la virtud para remediarlo. YAGO: ¿Tu virtud? ¡A mí qué me importa! De cada quien depende ser de una manera o de otra. Nuestros cuerpos son jardines y nuestras voluntades jardineros. Si queremos plantar ortigas o sembrar lechugas, criar hisopo y escardar tomillo,31 no trabajarlo para hacerlo estéril o fértil a fuerza de trabajos, todo depende de la voluntad. Si la balanza de nuestras existencias no tuviese un platillo de razón o calma y otro de sensualidad, sangre o instintos, las consecuencias serían terribles. La razón templa nuestras furias, los aguijones carnales, nuestros apetitos sin freno; por eso deduzco que lo que llamas amor es un brote o un retoño nomás. RODRIGO: Puede ser. YAGO: Es solo incontinencia de la sangre y tolerancia de la voluntad. ¡Vamos, compórtate como un hombre! ¡Ahogarte! ¡Que se ahoguen los gatos y los cachorros ciegos! Soy tu amigo sincero. Jamás 30 Los animales referidos en la obra resaltan los rasgos de los personajes, en este caso se considera al babuino un animal poco inteligente, torpe y promiscuo, y Yago pretende ser todo lo contrario. 31 El hisopo es una planta de tallo espigado, aromática. El tomillo es una especia común de la cocina mediterránea. Esta frase se relaciona con cultivar lo simple y útil, el trabajo paciente y las labores de la tierra. Si las emociones son como hierbas, el amor es sólo un retoño más. 32 Otelo int.indd 32 9/13/13 10:46 AM te serviré mejor que ahora. Echa dinero en tu bolsa, síguenos a la guerra, ponte una barba postiza. Echa dinero en tu bolsa, digo. Desdémona no estará enamorada del moro mucho tiempo, ni él de ella. Tuvo hoy un mal principio, pronto verás una separación violenta. Echa dinero en tu bolsa. Estos moros son inconstantes en sus pasiones, llena tu bolsa de dinero; el manjar que ahora le sabe tan sabroso, pronto le sabrá amargo como la hiel. Ella, por su juventud, es voluble. Cuando se harte de él, descubrirá los errores de su elección. Tiene que cambiar, tiene que hacerlo. Por eso, echa dinero en tu bolsa. Si te empeñas en matarte, elige un medio más delicado que ahogarte. Junta todo el dinero que puedas a tu bolsa. Si la santurronería y un voto frágil entre un moro errante y una astuta veneciana no son tan difíciles de vencer para mi inteligencia y de toda la tribu del infierno, ella será tuya. Junta dinero. ¡Así que nada de ahogarse! Eso es una locura. Trata más bien de que te ahorquen después de que hayas conseguido tu deseo, antes de ahogarte y quedarte sin ella. RODRIGO: Si voy, ¿no me defraudarás? YAGO: Confía en mí. Ve, consigue mucho dinero. Te lo he dicho y te lo vuelvo a repetir: odio al moro, soy firme en mi causa; la tuya también es sólida; estamos unidos en la venganza contra él. Si puedes hacerlo cornudo, te dará placer a ti y diversión a mí. El tiempo está preñado de muchos acontecimientos que habrá de parir. ¡Adelante! ¡En marcha! Ve, consigue mucho dinero. Hablaremos de esto mañana más despacio. Adiós. 33 Otelo int.indd 33 9/13/13 10:46 AM RODRIGO: ¿Dónde nos encontraremos? YAGO: En mi cuarto. RODRIGO: Te veré temprano. YAGO: Márchate. ¿Me oyes, Rodrigo? RODRIGO: ¿Qué dices? YAGO: ¡Nada de ahogarse! ¿Entendido? RODRIGO: Ya cambié de opinión. Venderé todas mis tierras. YAGO: Márchate ya. ¡Adiós! Echa mucho dinero en tu bolsa. (Sale Rodrigo.) Así hago que un imbécil sea mi bolsa. No sería sabio que gastara mi tiempo con un idiota semejante, si no fuera por mi provecho y mi diversión. Odio al moro y se dice por ahí que se ha escurrido entre mis sábanas. No sé si es cierto; pero yo, por una simple sospecha, haré como si lo fuera. Tiene una buena opinión de mí; mejor, así mis maquinaciones surtirán efecto. Cassio es arrogante… Veamos un poco… Para conseguir su puesto y vengarme por una doble traición… ¿Cómo? ¿Cómo?… Veamos… La clave es, después de algún tiempo, engañar a Otelo susurrándole que Cassio es demasiado amistoso con su mujer. Cassio es guapo y sus maneras sedosas sirven para levantar sospechas de los maridos y adular a las mujeres. El moro es de carácter franco y libre, juzga honradas a las gentes que se lo parezcan y se dejará jalar por la nariz dócil como los asnos… ¡Ya está! ¡Ya lo concebí! ¡Que el inferno y la noche traigan al mundo esta monstruosa criatura! (Sale.) 34 Otelo int.indd 34 9/13/13 10:46 AM Acto segundo Otelo int.indd 35 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 36 9/13/13 10:46 AM Escena primera Puerto de mar en Chipre. Una explanada cerca del muelle. Entran Montano y dos caballeros. MONTANO: ¿Qué se alcanza a ver en el mar? CABALLERO PRIMERO: Nada. Las olas están demasiado altas. No logro ver ni una vela entre el cielo y el océano. MONTANO: Me parece que el viento ha soplado muy fuerte en tierra. Jamás había azotado nuestras murallas un huracán tan fuerte. Ha sido tan fuerte sobre el mar que no creo que muchas naves hayan atravesado esas murallas de agua. CABALLERO SEGUNDO: Puede que la flota turca se dispersara, las olas son tan fuertes y altas como nunca, jamás había estado el mar tan enfurecido. MONTANO: Si los de la flota turca no se guarecieron en alguna ensenada, debieron ahogarse. Es imposible que hayan podido resistir. Entra un tercer caballero. CABALLERO TERCERO: ¡Noticias, compañeros! ¡Terminó la guerra! ¡Esta tempestad azotó tan fuerte la flota de los turcos que han desistido! Una nave veneciana atestiguó el naufragio y su desastre. 37 Otelo int.indd 37 9/13/13 10:46 AM MONTANO: ¿Cómo?, ¿es verdad? CABALLERO TERCERO: La nave atracó aquí, es veronesa. Miguel Cassio, teniente del noble Otelo, el moro, acaba de desembarcar. El moro todavía está en el mar, viene con amplios poderes a Chipre. MONTANO: Me alegro mucho. Es un digno gobernador. CABALLERO TERCERO: Pero el mismo Cassio, que avisó del desastre del turco, se nota triste, espera en Dios que el moro siga sano y salvo, pues la terrible tempestad los separó. MONTANO: El cielo quiera que esté salvo, pues yo he estado bajo sus órdenes y Otelo sabe mandar como un soldado perfecto. ¡Hey! Vamos a la orilla del mar, para ver el navío recién llegado y esperar la llegada de Otelo. CABALLERO TERCERO: Vamos, puede aparecer en cualquier momento. Entra Cassio. CASSIO: Te doy las gracias, soldado de esta isla guerrera, por hablar así del moro. ¡Que los cielos lo protejan del peligroso mar! MONTANO: ¿Viene bien preparado? CASSIO: Su barco es sólido y su piloto es experto, espero que todo salga bien. VOZ: (Dentro.) ¡Una vela, una vela, una vela! Entra un cuarto caballero. CASSIO: ¿Qué griterío es ése? CABALLERO CUARTO: La ciudad está vacía. Toda la gente está a la orilla del mar y ahora gritan: “¡Una vela!”. CASSIO: Algo me dice que es el gobernador. (Se oyen disparos de cañón.) 38 Otelo int.indd 38 9/13/13 10:46 AM CABALLERO SEGUNDO: Disparan salvas de cortesía. Al menos los que llegan son amigos nuestros. CASSIO: Por favor, señor, vaya a ver, y regrese a decirnos quién llegó. CABALLERO SEGUNDO: Voy para allá. (Sale.) MONTANO: Dígame, teniente, ¿que se ha casado su general? CASSIO: Felizmente. Ha conquistado una joven de gran belleza y mejor reputación. ¡Vamos! ¿Quién ha entrado en el puerto? Vuelve a entrar el caballero segundo. CABALLERO SEGUNDO: Es un tal Yago, alférez del general. CASSIO: Hizo la travesía más rápidamente. Parece que las tempestades se contuvieron para dejar pasar a la bella Desdémona. MONTANO: ¿Quién es ella? CASSIO: De quien te hablaba, la capitana de nuestro gran capitán, traída por el audaz Yago, llega una semana antes de lo previsto. ¡Júpiter, protege a Otelo, empuja sus velas y tráelo a los brazos de Desdémona, para que nos ayude en Chipre! Entran Desdémona, Emilia, Yago, Rodrigo y personas del acompañamiento. CASSIO: ¡Oh, mira, es Desdémona! ¡Todos de rodillas ante ella! ¡Que la gracia del cielo la cubra, doncella! DESDÉMONA: Se lo agradezco, Cassio. ¿Qué noticias tienes de mi señor? CASSIO: Todavía no ha llegado; sólo sé que está bien y que llegará dentro de poco. DESDÉMONA: ¡Oh, temo que algo le pase! ¿Por qué se separaron? 39 Otelo int.indd 39 9/13/13 10:46 AM CASSIO: La gran tormenta nos separó… Pero, ¡escuche! ¡Avisan de una vela! VOCES (Dentro): ¡Una vela! ¡Una vela! (Se oyen de pronto disparos de artillería.) CABALLERO SEGUNDO: Envían sus saludos a la ciudadela. Los que llegan también son amigos. CASSIO: ¡Vaya y averigüe! (Sale el Caballero.) Fiel alférez, eres bienvenido. (A Emilia, la besa.) Bienvenida, señora. Buen Yago, que no te molesten mis maneras, pues es mi educación y mi cortesía.32 (Besa a Emilia.) YAGO: Señor, si sus labios dieran tanto como hablan, sería rico. DESDÉMONA: ¡Ay! ¡Pero si casi no habla! YAGO: Según yo, de sobra. Sobre todo cuando me entran ganas de dormir. Pero estoy seguro de que delante de usted se calla y sólo murmura con el pensamiento. EMILIA: Tienes pocos motivos para hablar así. YAGO: Vamos, vamos, las mujeres fuera de casa son retratos mudos, son alegres en sus balcones, gatos monteses en sus hogueras, santas cuando injurian, son diablos cuando se sienten ofendidas, haraganas en los quehaceres pero hacendosas en la cama.33 DESDÉMONA: ¡Oh, qué vergüenza me da! ¡Falso! Cassio es florentino; Yago, veneciano. Se anuncia una rivalidad entre ellos. La educación y las costumbres pueden ser elementos para un conflicto si no se aclaran las intenciones. 33 La lista de adjetivos acerca de la mujer denota que lo único positivo de todo lo que hace es ofrecer sexo, según Yago. Esta actitud está presente en otros momentos de la obra: la mujer deber guardar silencio, obedecer y estar dispuesta para el hombre. 32 40 Otelo int.indd 40 9/13/13 10:46 AM YAGO: No, es la verdad. O, ¿acaso soy un turco mentiroso de los que se levantan para descansar y se acuestan para trabajar?34 EMILIA: No quisiera que tú escribieras mi esquela. YAGO: No, no me la pidas. DESDÉMONA: ¿Y qué escribiría en la mía? YAGO: ¡Oh, encantadora señora! No me pida semejantes versos, pues no soy más que un regañón sin talento. DESDÉMONA: Ande, pruebe. ¿Ha llegado alguien al puerto? YAGO: Sí, señora. DESDÉMONA: Estoy triste aunque no se note. Veamos, ¿cómo haría mi elogio? YAGO: No pienso en ello; pero, la verdad, la inspiración se agarra a mi cabeza como el peine a la lana; sale arrancando flores y cardos.35 Suerte que mi musa me inspira a decir esto: Si una mujer es rubia e ingeniosa, belleza e ingenio son, el uno para usarlo, la otra para gozarla. DESDÉMONA: ¡Lindo elogio! ¿Y si es morena e ingeniosa? YAGO: Si es morena y además tiene ingenio, hallará un blanco que se acomodará con su piel. DESDÉMONA: Esto va de mal en peor. EMILIA: ¿Y si es hermosa y necia? YAGO: La que es bella no es necia. La belleza y la necedad tienen descendencia. El prejuicio es ahora en contra de los turcos, que son los enemigos económicos y políticos del régimen veneciano, al que Yago parece defender. Equivale a decir que sus versos pueden ser elogios o insultos, puede que su imaginación saque lo bueno o lo malo de la persona a la que dedica los versos. Yago dirá una serie de generalizaciones sobre las mujeres y aquí se cura en salud. 34 35 41 Otelo int.indd 41 9/13/13 10:46 AM DESDÉMONA: Ésas son paradojas antiguas para hacer reír a los tontos en las tabernas. ¿Y qué miserable elogio tienes para la que es fea y necia? YAGO: Ninguna hay a la vez tan fea y necia que no haga las mismas travesuras que las bellas ingeniosas. DESDÉMONA: ¡Oh, cuánta ignorancia! A la peor es a la que mejor elogias. Pero, ¿qué verso le dirías a una mujer realmente virtuosa? ¿A una mujer que, por mérito propio, se atreviera a desafiar lo que diga hasta la maldad misma? YAGO: La que siempre fue bella y nunca orgullosa, que tuvo elocuente y nunca armó barullo; a la que jamás le faltó oro, y no fue nunca fastuosa; a la que ha contenido su deseo, para decir fácil: «ahora puedo»; la que en su cólera, cuando tenía a mano la venganza, calló a su injuria y despidió a su desagrado, aquella cuya prudencia no fue débil y no la hizo ir de mal en peor; la que pudo pensar, y nunca descubrió su alma; aquella a la que seguían los enamorados y nunca los miró; ésta fue una criatura, si tales han existido… DESDÉMONA: ¿Para hacer qué? YAGO: Para dar de mamar a los tontos y contar cosas frívolas.36 DESDÉMONA: ¡Oh, qué conclusión tan sosa! No le hagas caso, Emilia, aunque sea tu marido. ¿Qué dices tú, Cassio? ¿No es un criticón procaz y libertino?37 Todas las descripciones denotan el nulo valor que tiene la imagen de la mujer para un hombre como Yago. Se les denomina paradojas, pero son en realidad generalizaciones sin ninguna base. Yago repite viejas sentencias propias de hombres que comparten estos prejuicios en tabernas y sitios en los que las mujeres no tienen permitido entrar, ni mucho menos defenderse. 37 Ella demuestra que se valora más a sí misma que Emilia, una mujer mucho menos educada que no tiene la inteligencia de ver más allá de las opiniones de su esposo, Yago. Más adelante veremos a Desdémona sufrir por otro tipo de prejuicios. 36 42 Otelo int.indd 42 9/13/13 10:46 AM CASSIO: Así habla él, señora. Te agradaría más como soldado que como poeta.38 YAGO: (Aparte.) La toma por la palma de la mano… Sí, bien dicho. Cuchichean… Con una tela de araña tan delgada como ésa, atraparé una mosca tan grande como Cassio. Sí, anda, sonríele. Yo te atraparé en tu propia galantería… Dices la verdad; así es, en efecto… Si estos manejos te hacen perder la compostura, sería mejor que no anduvieras besando tan a menudo sus tres dedos, pues te das así aires de galante conquistador. ¡Magnífico! ¡Bien besado y excelente cortesía! Así es, verdaderamente. ¡Cómo! ¿Otra vez sus dedos a tus labios? ¡Más te valdría estar besando la tripa de una lavativa! (Suena una trompeta.) ¡El navío del moro! ¡Conozco esas trompetas! CASSIO: Es él, seguramente. DESDÉMONA: Vamos a recibirlo. CASSIO: Mira, aquí viene. Entra Otelo y acompañamiento. OTELO: ¡Oh, mi linda guerrera! DESDÉMONA: ¡Mi querido Otelo! OTELO: Mi asombro es tan grande como mi alegría porque veo que llegaste aquí antes que yo. ¡Oh, mi dicha! ¡Si a todas las tempestades le siguieran playas como ésta, que vengan otras más fuertes! ¡Y que mi barco escale con esfuerzos montañas de agua altas como el Olimpo y descienda tan bajo hasta el infierno! ¡Si he de morir, ojalá sea ahora! Porque soy Desdémona reclama alguna reparación, pero los hombres no ven tan grave lo que acusa Yago sobre las mujeres. 38 43 Otelo int.indd 43 9/13/13 10:46 AM tan absolutamente feliz, que temo que nunca volveré a estar así en mi incierto futuro.39 DESDÉMONA: ¡No quiera el cielo que tu amor y nuestra felicidad terminen antes que nuestras vidas! OTELO: ¡Amén, que el cielo te oiga! ¡Esto! ¡Me ahoga aquí mismo! ¡Es demasiada alegría! Estoy tan contento que no hablo como quisiera. ¡Que esto y esto (besando a Desdémona) sean los mayores disgustos de nuestros corazones! YAGO: (Aparte.) ¡Oh, ahora sí que están embelesados! ¡Pero juro que yo acabaré con esta amorosa música! OTELO: Vengan, vayamos al castillo. ¡Traigo buenas noticias, amigos! Nuestras guerras han terminado. Los turcos perecieron ahogados. ¿Cómo se encuentran mis viejos conocidos de esta isla? Dulce amada, serás bien recibida en Chipre. Esta gente es buena. ¡Oh, amada mía, hablo de más, mi felicidad me obliga! Por favor, Yago, anda a la bahía y desembarca mis cofres. Conduce al patrón a la ciudadela; es un valiente y su excelencia merece mucho respeto. Vamos, Desdémona, una vez más, bienvenida a Chipre. (Salen Otelo, Desdémona y acompañamiento.) YAGO: Ve a reunirte conmigo inmediatamente en el puerto. Avanza aquí. Si eres valiente, dicen que hasta los hombres más viles se ennoblecen cuando están enamorados, escúchame. El teniente vigila esta noche en el cuerpo de guardia… Pero antes debo decirte esto: Desdémona está completamente enamorada de él. Otelo habla para los demás, para hacer saber cómo se siente pero no demuestra sus sentimientos íntimos, dice para que los demás lo oigan hablar de lo que siente. Es grandilocuente. 39 44 Otelo int.indd 44 9/13/13 10:46 AM RODRIGO: ¡De él! ¡Cómo! Eso no es posible. YAGO: Pon el dedo así (en la boca), y deja que tu alma aprenda. Fíjate con qué vehemencia se enamoró del moro al principio, sólo por las fanfarronadas y por las mentiras que lo contó. ¿Y crees que ella lo amará siempre nada más que por sus cuentos? No dejes que tu pequeño corazón piense eso. Sus ojos jóvenes tienen que alimentarse. ¿Y qué hallará en ver un moro viejo? Cuando su sangre se encienda, querrá gozar, querrá saciar su apetito una y otra vez, necesitará simpatía y el encanto de las formas jóvenes; de todo eso carece el moro. Luego, cuando eche de menos estos necesarios atractivos, se dará cuenta que se engañaba, sentirá náuseas, detestará y aborrecerá al moro. La misma naturaleza la guiará hacia una segunda elección. Ahora, señor, dado esto, que son premisas concluyentes y naturales, dime, ¿quién mejor que Cassio para eso? Un bribón voluble, sin más deseo que fingirse urbano y decente, sólo para satisfacer sus oscuros vicios ¡Nadie, nadie en el mundo! Es un pillo sutil y resbaloso, un aprovechado, con una mirada que finge todo, aun cuando la verdadera oportunidad no se le presente nunca. ¡Un ser diabólico! Además, el maldito es guapo, joven y tiene todo lo que buscan las cabecitas ligeras de poco seso. Es un sinvergüenza y esta mujer lo ha mirado ya.40 RODRIGO: No lo puedo creer. Ella es de corazón noble. Yago habla de emociones y deseos como elementos negativos, además de que son suposiciones en la actitud de Desdémona, no ayuda a tener una imagen positiva de los deseos. 40 45 Otelo int.indd 45 9/13/13 10:46 AM YAGO: ¡Nobles, sólo los vinos! Que todos vienen de las nobles uvas; si fuera noble, jamás se habría enamorado del moro. ¡Valiente nobleza! ¿No viste cómo le acariciaba la palma de la mano? ¿No te fijaste? RODRIGO: Sí, lo noté; pero era sólo cortesía. YAGO: ¡Qué va, es liviandad lo de esa mano! ¡Son el índice y el prólogo a la oscura historia de su lujuria y sucios pensamientos! ¡Sus labios estaban tan cerca que sus alientos se cruzaban! ¡Tienen pensamientos innobles, Rodrigo! Cuando estas intimidades comienzan de a pocas, el resto llega bien pronto!41 ¡Psh! Pero, señor, deja que yo te guíe; te traje de Venecia. No duermas esta noche. Ya te diré qué hacer luego. Cassio no te conoce… Yo estaré cerca de ti. Busca una manera de hacer enojar a Cassio: grítale fuerte, sácalo de quicio, haz lo que se te ocurra, más pronto que tarde será el momento oportuno para hacerlo. RODRIGO: Bien. YAGO: Señor, él es valiente y colérico, y quizá te golpee; provócalo para que lo haga, que yo aprovecharé esta ocasión para provocar a los chipriotas a una revuelta, que sólo se aplacará cuando destituyan a Cassio. Así tus deseos se cumplirán más pronto, porque una vez descartado ese obstáculo, llegará el momento que esperas. RODRIGO: Lo haré, si encuentro la ocasión. 41 Yago pretende hacer creer a Rodrigo de la supuesta atracción de uno por el otro, al tiempo que retrata la imagen de que las mujeres jóvenes son ligeras al pensar y siempre dispuestas a lo erótico. Una acción no es neutral para quien la quiere ver como muestra de un comportamiento indebido. Este es otro ejemplo de prejuicio: se interpreta una acción en un sentido que no es el intencional de quien la lleva a cabo. Por ejemplo, el saludo. 46 Otelo int.indd 46 9/13/13 10:46 AM YAGO: La hallarás, te digo. Ven a reunirte conmigo pronto en la ciudadela. Debo desembarcar los cofres. Adiós. RODRIGO: Adiós. (Sale.) YAGO: Creo que Cassio en verdad está enamorado de ella. Que ella ame a Cassio es posible y muy fácil de creer; el moro, a quien no soporto, es noble, constante en sus afectos, y me atrevo a pensar que será para Desdémona un buen esposo. Yo la quiero también; no por deseo carnal, aunque quizá la envidia que me guía sea un pecado más grande que la lujuria, la quiero porque ella ayudará a mi venganza. Sospecho que el lascivo moro se le ha insinuado a mi mujer, eso me roe las entrañas como un veneno mortal, y nada podrá calmarme hasta que salde cuentas con él, esposa por esposa; o hasta que haya sembrado en el moro los más violentos celos que nada podrá arrancar. Para eso, si ese pobre Rodrigo sigue bien la pista, atraparé a nuestro Miguel Cassio en desventaja y pondré al moro en su contra porque también sospecho que Cassio ha usado mi cama. Quiero que el moro me dé las gracias, me respete y me recompense por haber hecho de él un asno insigne, por haberle robado la paz y la tranquilidad hasta volverlo loco. El plan está aquí dentro en mi cabeza, pero todavía confuso. ¡El verdadero rostro de la malicia no se revela nunca hasta que consuma su obra!42 (Sale.) 42 Yago sospecha de todas las mujeres, pues según él todas son promiscuas y siempre inclinadas a la inmoralidad. En su imaginación, no hay duda de que aunque parezca inocente, una mujer siempre puede hallarse culpable. 47 Otelo int.indd 47 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 48 9/13/13 10:46 AM Escena segunda Una calle. Entran Otelo, Desdémona, Cassio y acompañamiento. HERALDO: Manda decir Otelo, nuestro noble y valiente general, por la noticia de la total y completa derrota de la flota turca, que todos los habitantes celebren este acontecimiento, con bailes, fogatas, que todos se diviertan y festejen como deseen, pues además de estas felices noticias, hoy celebra su reciente boda. esté hablando con su muje:ados,ambi de la Fiesta Brava en mrava en MÉsta es su proclama. Todas las cocinas del castillo están abiertas, y hay plena libertad para festejar desde este momento, las cinco, hasta que el toque de la campana haya dado las once. ¡Que los cielos bendigan la isla de Chipre y a nuestro noble general Otelo! (Salen.) 49 Otelo int.indd 49 9/13/13 10:46 AM Otelo int.indd 50 9/13/13 10:46 AM Escena tercera Sala en el castillo. Entran Otelo, Desdémona, Cassio y acompañamiento. OTELO: Querido Miguel, haz la guardia esta noche. Seamos discretos para el festejo. CASSIO: Yago ya tiene mis órdenes, pero además vigilaré todo yo mismo. OTELO: Yago es muy honrado. Buenas noches, Miguel. Mañana, lo más temprano que puedas, ven para que hablemos. Vamos, mi amor. (A Desdémona.) Tú y yo tenemos algo pendiente.43 Buenas noches. (Salen Otelo, Desdémona y acompañamiento.) Entra Yago. CASSIO: Bienvenido, Yago. Hagamos la guardia. YAGO: No tan temprano, teniente, no han dado ni las diez. Nuestro general nos ha despedido tan pronto por amor de su Desdémona, y hace bien; todavía no ha gozado con ella de noche, y ella es un bocado digno de Júpiter.44 CASSIO: Es una joven exquisita. En el original, Otelo le insinúa a Desdémona que deben pasar su primera noche juntos. No hay muestras de que el matrimonio se haya consumado. De ahí que se pueda prever una tensión sexual entre ellos. 44 Debe notarse que las imágenes del cuerpo femenino lo pintan como fruto para satisfacer los apetitos del hombre. 43 51 Otelo int.indd 51 9/13/13 10:46 AM YAGO: Y alguien a la que le gusta el escarceo,45 te lo garantizo. CASSIO: Es, en verdad, una criatura tierna y deliciosa. YAGO: ¡Y qué ojos tiene, que invitan y provocan!46 CASSIO: Unos ojos incitantes; pero yo diría que su mirada es muy recatada. YAGO: Y cuando habla, ¿no suena su voz a una llamada amorosa? CASSIO: Es, en verdad, la perfección misma. YAGO: Bien, que sean felices entre sus sábanas. Venga, teniente, tengo media jarra de vino, y ahí fuera aguarda un par de amigos chipriotas, que de buena gana se beberían un tonel a la salud del negro Otelo. CASSIO: Esta noche no, buen Yago; no sé beber, soy débil con el vino. Quisiera que esos hombres tuvieran otra manera de festejar. YAGO: ¡Oh! Pero si son amigos nuestros. Una copa nada más. Yo me la beberé por ti. CASSIO: He bebido una sola copa esta noche y ve cómo me ha puesto. Me molesta esta debilidad, y no me atrevo a beber más. YAGO: ¡Bah! Esta noche es de fiesta; así lo quieren nuestros amigos. CASSIO: ¿Dónde están? YAGO: Ahí afuera. Por favor, diles que pasen. CASSIO: Lo haré; pero esto no me gusta. (Sale Cassio.) Es el equivalente a la moderna coquetería, que es una actitud de procurarse la atención del otro. 46 Es la imagen del hombre bueno al que, por ser seducido por la fuerza de atracción de una mujer, se le exime de cualquier responsabilidad; el hecho recae siempre en la mujer, según esta visión. 45 52 Otelo int.indd 52 9/13/13 10:46 AM YAGO: Si puedo convencerlo de que beba una copa más, con lo que ya ha bebido esta noche, se pondrá bravucón y agresivo como un perro faldero. Por su parte, mi loco e imbécil Rodrigo, que tiene el seso comido por el amor, ha bebido esta noche, copa tras copa, en honor de Desdémona y está en la guardia. También estos tres amigos de Chipre están bebidos, ellos son espíritus nobles e hirvientes, cuidadores del honor, seres de agua, fuego, aire y tierra. Ahora que entren los tres borrachos, haré que Cassio ofenda a los de la isla. Pero ya vienen aquí. Si todo sale como quiero, mi plan avanzará contra viento y marea. Vuelve a entrar Cassio, seguido de Montano y otros caballeros, con criados que traen vino. CASSIO: ¡Válgame Dios, me sirvieron un vaso lleno! MONTANO: Bien poco, créeme; ni siquiera una pinta, como soy soldado. YAGO: ¡Venga el vino, eh! (Canta.) Y dejadme sonar, sonar el potín;47 y dejadme sonar el potín; el soldado es un hombre, la vida es sólo un instante; beba, pues, el soldado hasta el fin.48¡Vino, muchachos! CASSIO: ¡Cielos, que buena canción! YAGO: La aprendí en Inglaterra donde están los más bravos bebedores. El danés, el germano y el panzudo holandés, ¡a beber, venga!, no valen nada comparados con el inglés. CASSIO: ¿Tan experto bebedor es el inglés? Aleación de bronce y plomo utilizada por los pueblos celtas para elaborar monedas y recipientes para beber. 48 La canción debe hacer referencia al gusto por beber en compañía de amigos, entre hombres, para demostrar su hombría entre chistes y ofensas. 47 53 Otelo int.indd 53 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¡Claro! Bebe con una facilidad que dejaría al danés pálido como la muerte; no sudaría para derribar al alemán; y en cuanto al holandés, lo haría vomitar antes de terminar el segundo vaso. CASSIO: ¡A la salud de nuestro general! MONTANO: Se la acepto, teniente, y beberé antes que usted. YAGO: ¡Oh, dulce Inglaterra! (Canta.) El rey Esteban fue un digno par, sus calzas le costaban sólo una corona; las hallaba muy caras a seis peniques; y así llamaba granuja al sastre. Era un galán de alto renombre, y tú sólo eres de baja condición. El orgullo es el que pierde a la nación. Echa, por tanto, tu capa vieja sobre ti. ¡Venga más vino, eh, ah! CASSIO: Cielos, esta canción está más buena que la otra. YAGO: ¿Quieres oírla otra vez? CASSIO: No, pues creo que es indigno de su puesto el que hace estas cosas… Bien… Dios está por encima de todo; y hay almas que se salvarán y otras que no se salvarán. YAGO: Es cierto, mi buen teniente. CASSIO: Por lo que a mí respecta…, sin ofender al general ni a ningún hombre de rango…, espero salvarme. YAGO: Y yo también, teniente. CASSIO: Sí, pero con su permiso, no primero que yo… El teniente ha de salvarse antes que el alférez… Pero no hablemos más de esto. Ocupémonos de nuestros asuntos… ¡Perdonen nuestros pecados! Señores, atendamos a nuestros asuntos. ¡No crean que estoy bebido, señores! Aquí está mi alférez… Ésta es mi mano 54 Otelo int.indd 54 9/13/13 10:47 AM derecha, y ésta mi izquierda… No estoy borracho aún. Puedo tenerme muy bien, y hablo bastante bien. TODOS: ¡Perfectamente bien! CASSIO: Pues muy bien, entonces. No piensen que estoy borracho. (Sale.) MONTANO: ¡A la explanada, vigilantes; vamos, montemos la guardia! YAGO: Ya ves, ese camarada que acaba de salir… Es un soldado digno de servir al lado del César y de ser jefe. Y, sin embargo, mira, su vicio es exactamente del tamaño de su virtud. ¡Qué lástima! Espero que la confianza que le tiene Otelo no le traiga problemas en esta isla si su debilidad lo traiciona. MONTANO: Pero, ¿le pasa muy seguido que beba y se ponga impertinente? YAGO: Siempre se pone así antes de que lo venza el sueño. Permanecería sin dormir dos vueltas de reloj si la borrachera no lo arrullara. MONTANO: Estaría bien que supiera esto el general. Quizá no vea los defectos del noble Cassio. ¿No es verdad? Entra Rodrigo. YAGO: (Aparte.) ¡Hola, Rodrigo! RODRIGO: ¡Por favor, corre detrás del teniente; rápido! (Sale Rodrigo.) MONTANO: No es recomendable que el noble moro le confíe un puesto tan importante a alguien con un vicio así. Sería bueno advertirle esto al moro. YAGO: No seré yo quien lo haga. Estimo a Cassio y haría cualquier cosa por curarlo de su vicio. Pero, ¡escuchen! ¿Qué ruido es ése? 55 Otelo int.indd 55 9/13/13 10:47 AM VOCES: (Dentro.) ¡Auxilio! ¡Auxilio! Entra Cassio, persiguiendo a Rodrigo. CASSIO: ¡Sinvergüenza! ¡Canalla! MONTANO: ¿Qué ocurre, teniente? CASSIO: ¡Un bribón!… ¡que se atreve a enseñarme mi deber! ¡Voy a aplastar al maldito hasta meterlo en una canasta! RODRIGO: ¡Aplastarme! CASSIO: ¡Cómo! ¿Cacareas, grulla?49 (Golpeando a Rodrigo.) MONTANO: Ya, teniente; se lo ruego, señor, retire su mano. CASSIO: ¡Déjame, señor o te abollaré el casco! MONTANO: ¡Vamos, vamos, estás borracho! CASSIO: ¡Borracho! (Se pelean.) YAGO: (Aparte, a Rodrigo.) ¡Pronto, vamos! ¡Corran y griten: “¡Un motín!”! (Sale Rodrigo.) ¡Vamos, teniente! ¡Ay, caballeros! ¡Auxilio, ayuda! ¡Señor Montano! ¡Señor! ¡Auxilio, señores! ¡Valiente guardia, ésta! (Toca a rebato una campana.) ¿Quién toca esa campana? ¡Diablos, eh! ¡Va a despertar a toda la ciudad! ¡Santo Dios! ¡Deténgase, teniente! ¡Cuídese o perderá su honra! Vuelve a entrar Otelo, con personas del séquito. OTELO: ¿Qué diablos pasa aquí? MONTANO: ¡Por Dios! ¡Me desangro! ¡Estoy muy mal herido! OTELO: ¡Deténganse, por sus vidas! YAGO: ¡Alto, eh, teniente! ¡Señor Montano! ¡Caballeros! ¿Acaso han olvidado su lugar y sus deberes Ave de patas largas y pico largo, semejante a una garza. Su graznido es fuerte y desagradable. 49 56 Otelo int.indd 56 9/13/13 10:47 AM aquí? ¡Quietos ya! ¡El general les habla! ¡Terminen, por decencia! OTELO: ¡Alto! ¡Eh! ¿Cómo es que pasó esto? ¿Qué nos hemos convertido ya en turcos y combatimos a los fieles? ¡Por pudor cristiano, terminen esta pelea! ¡Quien dé un paso se muere! ¡Se muere al primer movimiento! ¡Callen esa terrible campana que asusta a todos en la isla! ¿Qué sucede, señores? Yago, estás pálido del susto, habla. ¿Quién comenzó esta riña? Te lo ordeno, habla. YAGO: Lo ignoro… Eran amigos hace un instante en este cuartel y, de repente, de la nada, sacaron sus espadas y se echaron encima, pecho a pecho, uno contra otro en una sangrienta lucha. No puedo decir quién empezó esta pelea y más me valdría no haberlo visto. OTELO: ¿Cómo es posible, Miguel, que hayas perdido así la compostura? CASSIO: Te lo ruego, perdóname; no puedo hablar. OTELO: Respetable Montano, que siempre has sido sensato, dime, ¿qué te pasó para que manches así tu reputación y tu buena fama, como un peleonero cualquiera? Habla. MONTANO: Otelo, estoy avergonzado. Pero su oficial, Yago, puede decirle lo que sé. No hice más que defenderme de sus ofensas. OTELO: ¡Por el cielo!, me hierve la sangre. Si tuviera ahora mejor juicio. ¡Siento ganas de castigarlos! Díganme cómo empezó esta riña; quién la provocó y quien sea responsable, así sea mi hermano gemelo, habrá perdido mi confianza para siempre. ¡Cómo! ¡Una 57 Otelo int.indd 57 9/13/13 10:47 AM riña doméstica en una ciudad de guerra, todavía agitada y atemorizada, en plena noche, y entre miembros del cuerpo de guardias que deberían vigilarla! ¡Es monstruoso! Yago, ¿quién la empezó? MONTANO: Recuerda, los soldados no mienten. YAGO: Qué predicamento. Preferiría arrancarme esta lengua de la boca antes que ofender a Miguel Cassio. Pero, estoy seguro de que si digo la verdad, no lo perjudicaré. Esto fue lo que pasó, general: estábamos Montano y yo charlando, cuando aparece un individuo gritando: “¡Auxilio!”, mientras Cassio lo perseguía con la espada en alto y decidido a pegarle. Señor, este caballero se colocó delante de Cassio para rogarle que se contuviera, yo mismo me lancé tras el individuo que gritaba, porque temía que con sus gritos despertara a la ciudad. Pero él se zafó y volví más rápido cuando escuché espadas y a Cassio gritando. Los hallé uno contra el otro, en guardia y esgrimiendo, exactamente en la situación en que estaban cuando llegó usted a separarlos. No puedo decir otra cosa de este asunto… Pero los hombres son hombres; hasta los mejores se olvidan a veces… Aunque Cassio haya maltratado un poco a este caballero, pues cuando los hombres están enfurecidos, hieren a los que aprecian, yo creo que el que corría, insultó o impacientó de forma ya intolerable a Cassio. OTELO: Sé, Yago, que por ser amigo honrado, empequeñeces el hecho, para que pese menos sobre Cassio. Cassio, te estimo; pero no serás más mi oficial. Vuelve a entrar Desdémona, con su séquito. ¡Mira, has despertado a mi esposa! (A Cassio.) ¡Te daré un buen escarmiento! 58 Otelo int.indd 58 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: ¿Qué pasa? OTELO: Nada, ya pasó, querida; regresemos a la habitación. (A Montano.) Señor, yo curaré tus heridas. Llévenlo. (Se llevan a Montano.) Yago, recorre con cuidado la ciudad y apacigua a los alarmados. Ven, Desdémona; así es la vida del soldado, despertarse de un grato sueño con los terribles ruidos del combate. (Salen todos, menos Yago y Cassio.) YAGO: ¡Cómo! ¿Estás herido, teniente? CASSIO: Sí, herido de muerte. YAGO: ¡Que no lo quieran los cielos! CASSIO: ¡Mi reputación, mi honra, mi fama!… ¡Oh! ¡He perdido mi reputación!… He perdido mi parte inmortal, ya soy sólo una bestia… ¡Mi reputación, Yago, mi reputación! YAGO: Juro por mi honradez que yo creí que sí tenías alguna herida mortal en la carne; éstas son más graves que las de la reputación. La reputación es un prejuicio inútil y engañoso, que se adquiere a veces sin mucho mérito y se pierde sin razón. No has perdido la reputación, a menos que tú mismo la consideres perdida. ¡Qué, hombre! Hay muchos medios de recobrar el favor del general. Te despidió ahora en un momento de ofuscación, con un castigo impuesto más por política que por maldad, como cuando uno riñe a su perro inofensivo para espantar al del vecino. Pídele perdón más tarde y será tu amigo otra vez. CASSIO: Antes muerto que engañarlo; no soy digno de su confianza, mira que proponerme yo a ser su comandante si no puedo controlar ni una bebida… ¡Emborracharme así! ¡Y parlotear como un loro! ¡Y disputar! 59 Otelo int.indd 59 9/13/13 10:47 AM ¡Discutir! ¡Jurar! ¡Y chismear como un pelafustán con su propia sombra…! ¡Oh maldito vino, es el demonio! YAGO: ¿Qué te había hecho ése al que perseguías con tu espada desenvainada? CASSIO: No lo sé. YAGO: ¿Lo dices en serio? CASSIO: Recuerdo algunas cosas, pero nada claramente; una discusión, pero ignoro por qué… ¡Oh! ¡Cómo puede ser que los hombres beban algo que les roba el seso, los pone alegres, contentos, pero los vuelve unas bestias! YAGO: Vamos, ya estás más tranquilo. ¿Cómo te recuperaste tan pronto? CASSIO: Así lo manda el diablo. La borrachera deja paso al demonio de la ira. Una imperfección lleva a otra, soy despreciable. YAGO: Vamos, eres un moralista bastante severo. Considerando la hora, el lugar y lo que ha pasado en esta isla, hubiera querido que esto no hubiese pasado; pero, puesto que las cosas han pasado así, sácales el mejor provecho. CASSIO: Le pediré de nuevo mi puesto; ¡pero me responderá que soy un borracho! Y me dejará sin contestación. ¡Ser un hombre razonable y, en un momento, convertirse primero en un imbécil y luego en una bestia! ¡Oh, qué cosa! Cada copa de más es una maldición del diablo. YAGO: Vamos, vamos, que el buen vino es un buen compañero, si se le trata con respeto. No digas más contra él. Por cierto, teniente, tú sabes que te estimo. CASSIO: Bien lo he visto, señor… ¡Borracho, yo! 60 Otelo int.indd 60 9/13/13 10:47 AM YAGO: Tú y todo hombre puede embriagarse en un momento dado, amigo. Voy a decirte lo que tienes que hacer. La mujer de tu general es quien lo manda… Por decirlo así, ya que él ahora la contempla, la admira y le rinde culto a sus cualidades y gracias… Confiésate con ella francamente, pídele su ayuda para recobrar el puesto. Es tan generosa, tan sensible, tan amable que su virtud considera como un vicio no ayudar a quien se lo pide. Suplícale que enmiende el lazo entre tú y su marido, y te apuesto mi fortuna contra cualquier cosa, que tu amistad con él se hará más fuerte que antes. CASSIO: Qué buen consejo. YAGO: Es sincero y honrado. CASSIO: Te creo, mañana a primera hora le suplicaré a Desdémona que interceda por mí. No sabría qué hacer si ella se niega. YAGO: Vas por buen camino. Buenas noches, teniente. Es hora de que atienda la guardia. CASSIO: Buenas noches, honrado Yago. (Sale.) YAGO: ¿Y quién se atrevería a decir que represento el papel del villano? Si el consejo que doy es honrado y sincero, fácil de lograr, es el único medio, en verdad, de aplacar al moro. En efecto, será fácil convencer a Desdémona para que lo ayude, pues es generosa. Y en cuanto a ganarse al moro es tarea fácil para ella, aunque tuviera que condenarse, pues él está tan enamorado que Desdémona puede hacer y deshacer como le plazca a su capricho y él le concederá todo. ¿Soy pues un malvado porque aconsejo a Cassio lo que le llevará directamente a su bien? ¡Divinidad del infierno! Cuando los demonios quieren sugerir los más negros pecados los ofrecen 61 Otelo int.indd 61 9/13/13 10:47 AM como muestras más celestiales, tal como hago yo ahora. Pues mientras este honrado imbécil le pida apoyo a Desdémona para reparar su fortuna, y ella abogue apasionadamente en favor suyo ante el moro, insinuaré en los oídos de Otelo este horror: que ella intercede por Cassio movida por la lujuria del cuerpo; y cuando más se esfuerce ella en apoyar a Cassio, tanto más destruirá su crédito ante el moro. Así, la enredaré en su propia virtud y su propia generosidad será la red que atrape a todos en la trampa. Entra Rodrigo. YAGO: ¿Qué hay, Rodrigo? RODRIGO: Sigo en la cacería, no como el sabueso que levanta la presa, sino como el lebrel que sólo aúlla en la jauría. Mi dinero está casi agotado; esta noche me han apaleado de lo lindo, y creo que al final, no sacaré nada. Y así, sin dinero pero más sabio, me volveré a Venecia. YAGO: ¡Qué pobres son los impacientes! ¿Qué herida se ha curado si no es poco a poco? Sabes que actuamos por ingenio y no por brujería. Y el ingenio toma su tiempo. ¿Es que no marchan bien las cosas? Cassio te ha apaleado, y tú, a cambio de una ligera contusión, le quitaste el puesto. Recuerda, los frutos que salen primero son también los primeros en madurar. Ten paciencia… ¡Dioses, si ya está amaneciendo! El placer y la acción hacen cortas las horas. Retírate. Ve a tu hostal. Ve, te digo; sabrás más cosas después. ¡Anda, márchate! (Sale Rodrigo.) Dos cosas hay que hacer, mi esposa debe poner a Desdémona a favor de Cassio. Voy a prepararla, y yo, al mismo tiempo, haré que el moro 62 Otelo int.indd 62 9/13/13 10:47 AM los descubra precisamente en el momento en que Cassio esté hablando con su mujer… ¡Sí, ése es el medio! ¡No dejemos que este plan se enfríe y demore! (Sale.) 63 Otelo int.indd 63 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 64 9/13/13 10:47 AM Acto tercero Otelo int.indd 65 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 66 9/13/13 10:47 AM Escena primera Delante del castillo. Entran Cassio y algunos músicos. CASSIO: Toquen aquí, maestros… Que yo pago… toquen algo breve, para dar los buenos días al general (Música.) Entra el Bufón. BUFÓN: Qué, maestros, ¿sus flautas son de Nápoles, que hablan por la nariz? MÚSICO PRIMERO: ¿Cómo, señor, cómo? BUFÓN: Por favor, ¿son de aire esos instrumentos? MÚSICO PRIMERO: Sí, claro; lo son, señor. BUFÓN: ¡Oh! ¿Entonces traen cola? MÚSICO PRIMERO: ¿Dónde va a estar la cola, señor? BUFÓN: Pues en muchos instrumentos que conozco. Pero, maestros, aquí tienen algo de dinero. Al general le agrada tanto su música que les suplica, por amor de Dios, que no hagan más ruido con ella. MÚSICO PRIMERO: Bien, señor, no lo haremos. BUFÓN: Si conocen una música que no sea audible, tóquenla; pero en cuanto a la música que se oye, de esa, nada. MÚSICO PRIMERO: No tenemos música de esa clase, señor. 67 Otelo int.indd 67 9/13/13 10:47 AM BUFÓN: Entonces guarden sus instrumentos, porque se van. Vayan, desaparezcan en el aire; partan ya. (Salen los músicos.) CASSIO: ¿Me oyes, mi honrado amigo? BUFÓN: No, no oigo a tu honrado amigo, pero a ti sí. CASSIO: Por favor, calla, aquí tienes una triste moneda de oro; si la dama que sirve a la esposa del general está levantada, dile que un tal Cassio quiere hablarle. ¿Lo harás? BUFÓN: Acaba de levantarse, si me la topo, le avisaré. CASSIO: Hazlo, amigo. (Sale el Bufón. Entra Yago). ¡Buenos días, Yago! YAGO: ¿Es que no te has ido a dormir? CASSIO: Ya lo creo, amanecía cuando nos separamos. Yago, me he tomado la libertad de llamar a tu esposa; quiero pedirle que me acerque a Desdémona. YAGO: Voy a buscarla. Y yo entretendré al moro, para que puedas conversar libremente con ella. CASSIO: Te lo agradezco. (Sale Yago.) No he conocido un florentino más amable y honrado que tú. Entra Emilia. EMILIA: Buenos días, buen teniente. Siento pena por su desgracia, pero todo se arreglará pronto, ya verá. El general y su esposa discuten su caso, y ella aboga por usted vigorosamente. El moro replica que usted hirió a alguien de gran autoridad en Chipre, con parientes poderosos, y que no tuvo más remedio que destituirlo a usted; pero dice que lo estima y no es necesario que se lo pida, que pronto lo perdonará. CASSIO: Sin embargo, se lo suplico, si lo cree oportuno y posible, quiero charlar a solas con Desdémona. 68 Otelo int.indd 68 9/13/13 10:47 AM EMILIA: Entre, se lo ruego, que yo veré el sitio para que ella lo escuche. CASSIO: Le estaré siempre agradecido (Salen.) 69 Otelo int.indd 69 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 70 9/13/13 10:47 AM Escena segunda Aposento en el castillo. Entran Otelo, Yago y Caballeros. OTELO: Entrega estas cartas al piloto, Yago, y dile que presente al Senado mis respetos. Yo, mientras, caminaré por las murallas; reúnete allá conmigo. YAGO: Bien, señor, así lo haré. OTELO: ¿Vamos a inspeccionar este fuerte, caballeros? CABALLEROS: A las órdenes de Su Señoría. (Salen.) 71 Otelo int.indd 71 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 72 9/13/13 10:47 AM Escena tercera Jardín del castillo. Entran Desdémona, Cassio y Emilia. DESDÉMONA: Ten la seguridad, buen Cassio, de que usaré todas mis facultades en tu favor. EMILIA: Hágalo, señora, le garantizo que esta desgracia aflige a mi esposo como si fuera suya. DESDÉMONA: ¡Oh, es un honrado compañero! No lo dudes. Cassio, haré que mi esposo y tú sean tan amigos como antes. CASSIO: Bondadosa dama, pase lo que sea conmigo, seré siempre su fiel servidor. DESDÉMONA: Lo sé… Se lo agradezco. Estima a mi marido, lo conoce desde hace mucho tiempo; le aseguro que tardará en llamarle sólo lo que le pida la política. CASSIO: Sí, señora; pero esa política puede demorar o complicarse tanto que temo que mi general olvidará mi amistad y mis servicios. DESDÉMONA: No tema, yo respondo por su empleo, lo digo ante Emilia aquí presente. Cuando yo hago una promesa de amistad, la cumplo. No dejaré descansar a mi señor para que oiga de usted, lo mantendré despierto hasta que acceda; lo haré perder la paciencia; le hablaré a la hora de dormir, de comer, 73 Otelo int.indd 73 9/13/13 10:47 AM como en un confesonario. Por eso, alégrese, Cassio, pues su defensor moriría antes de abandonar su causa. EMILIA: Señora, ahí viene mi señor. CASSIO: Señora, me despido. DESDÉMONA: No, quédese para que oiga. CASSIO: Ahora no, señora; estoy inquieto y soy incapaz de ser útil a mi causa. DESDÉMONA: Bien; como quiera. (Sale Cassio.) Entran Otelo y Yago. YAGO: ¡Ah! No me agrada esto. OTELO: ¿Qué dices? YAGO: Nada, señor; o si…, no sé qué. OTELO: ¿No era Cassio el que acaba de separarse de mi mujer? YAGO: ¿Cassio, señor? No creo que se escapara así, sin saludarle, como un culpable, al verle llegar. OTELO: Creo que era él. DESDÉMONA: ¡Hola, esposo mío! Acabo de conversar aquí con un hombre afligido por tu enojo. OTELO: ¿A quién te refieres? DESDÉMONA: Vaya, pues a tu teniente Cassio. Mi señor, si tengo alguna gracia o poder para conmoverte, acepta sus disculpas; él te estima realmente y si pecó a sabiendas o no, reconoce que es honrado. Te lo suplico, reintégralo en su puesto. OTELO: ¿Era él quien salió de aquí hace un instante? DESDÉMONA: Sí, iba tan humillado que siento su pesar y sufro por él. Mi querido, llámalo otra vez. OTELO: Ahora no, dulce Desdémona; otra vez será. DESDÉMONA: Pero, esta otra vez, ¿será pronto? 74 Otelo int.indd 74 9/13/13 10:47 AM OTELO: Lo antes posible, sólo para complacerte, querida. DESDÉMONA: ¿Esta noche, a la hora de cenar? OTELO: No; esta noche, no. DESDÉMONA: ¿Mañana, a la hora de comer, entonces? OTELO: No comeré en casa; me reúno con los capitanes en la ciudadela. DESDÉMONA: Vaya, entonces mañana por la noche, o el martes por la mañana; o el martes a mediodía, o por la noche; o el miércoles por la mañana… Por favor, di el momento; pero que no exceda de tres días. Créeme, él está arrepentido y, sin embargo, su falta, sino fuera por lo militar, sería una de esas faltas que merece sólo un regaño. ¿Cuándo lo verás? Dímelo, Otelo. Me pregunto qué podrías pedirme tú que yo no te diera. ¡Si se trata de Miguel Cassio, que te acompañaba cuando me cortejabas y que siempre estaba de tu lado, cuando yo hablaba mal de ti! ¡Y que yo ahora necesite de tantos esfuerzos para llamarlo! Créeme, no sé qué haría… OTELO: ¡Por favor, basta! ¡Que venga cuando quiera! ¡No puedo negarte nada! DESDÉMONA: Vaya, esto no es necesario. Es como si te rogara que llevaras guantes, que comieras bien, que no te resfriaras o como si te hicieras un favor. No, poner a prueba tu amor, será con algo importante y difícil de conceder. OTELO: No te negaré nada. Pero ahora, dejarme un instante solo. DESDÉMONA: Así lo haré. Adiós, querido. OTELO: ¡Adiós, Desdémona! Pronto estaré contigo. 75 Otelo int.indd 75 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: Ven, Emilia. Haré lo que tú desees, te sigo. (Sale con Emilia.) OTELO: ¡Amada mía! ¡Que me condene si no te quiero! ¡Y cuando no te quiera, será de nuevo el caos! YAGO: Mi señor… OTELO: ¿Qué dices, Yago? YAGO: ¿Es que sabía Miguel Cassio de su amor cuando cortejaba a la señora? OTELO: Lo supo desde el principio hasta el fin. ¿Por qué me preguntas eso? YAGO: Sólo por una curiosidad; no por nada. OTELO: ¿Y cuál curiosidad, Yago? YAGO: No creí que él la conociera entonces. OTELO: ¡Oh, sí!, y a menudo nos sirvió de intermediario. YAGO: ¿De veras? OTELO: “¿De veras?” Sí, de veras… ¿Sabes algo más? ¿Qué no crees a Cassio honrado? YAGO: ¿Honrado, señor? OTELO: “¿Honrado?” Sí, honrado. YAGO: Mi señor, sí lo creo. OTELO: ¿Qué es lo que piensas? YAGO: ¿Pensar, señor? OTELO: “¿Pensar, señor?” ¡Por Dios, no seas mi eco, como si pensaras algo terrible ahí dentro!… Tú quieres decir algo… Te oí decir ahora… que no te agradaba eso, cuando Cassio se despidió de mi mujer. ¿Qué te disgusta? Y cuando te dije que sabía de nuestro amor, durante todo este tiempo has exclamado: “¿De veras?” Y frunces el ceño, como si quisieras encerrar en tu cerebro alguna idea horrible. Si me estimas, dime qué piensas. 76 Otelo int.indd 76 9/13/13 10:47 AM YAGO: Señor, usted sabe que lo estimo. OTELO: Lo creo, y precisamente por eso, si eres honrado y prudente, es por lo que tu resistencia me asusta más; pues eso lo espero de un bellaco desleal y mentiroso, pero viniendo de un hombre justo como tú, son señas de que ocultas una verdad. YAGO: Por lo que toca a Miguel Cassio, lo juro, creo que es un hombre honrado. OTELO: Y yo también. YAGO: Los hombres debieran ser lo que parecen; ¡ojalá ninguno de ellos parezca lo que no es! OTELO: Cierto, los hombres debieran ser lo que parecen. YAGO: Por eso, pienso que Cassio es un hombre honrado. OTELO: No, en eso hay algo más. Dime qué piensas; dilo claro. YAGO: No, señor, perdóneme. Aunque le obedezco, sé que hasta los esclavos pueden ocultar algo. ¿Revelar mis pensamientos? Ya, suponga que son viles y falsos, ¿quién no ha tenido algunas sospechas por muy justo que sea? OTELO: Conspira contra su amigo, Yago, si creyendo que lo dañan, no lo defiende. YAGO: Le suplico, aunque me equivoque, pues yo siempre pienso mal y mis celos imaginan faltas que no existen, le pido que no le dé tanta importancia a un hombre que se equivoca tanto como yo, ni construya ideas a propósito de mis suposiciones. No le conviene a su paz ni es prudente que yo le diga lo que pienso. OTELO: ¿Qué quieres decir? 77 Otelo int.indd 77 9/13/13 10:47 AM YAGO: Mi querido señor, en el hombre y en la mujer, la honra es la joya que más cerca está del alma. Quien nos roba dinero, nos roba una porquería, una insignificancia, una nada; pero si nos roban el buen nombre, nos arrebatan una cosa que no le enriquece y que nos dejarían empobrecidos sin ningún remedio. OTELO: ¡Por Dios!, ¿conoceré qué sospechas esconde tu corazón? YAGO: No podrá, aunque mi corazón estuviera en su mano; porque las guardo yo. OTELO: ¡Ah!… YAGO: ¡Oh, mi señor, cuidado con los celos! Es el monstruo de ojos verdes, que se divierte con la comida que lo alimenta. Vive feliz el cornudo que, seguro de su destino, detesta a su ofensor; pero, ¡oh, qué condenados minutos cuenta el que idolatra y, no obstante, duda; quien sospecha y, sin embargo, ama profundamente! OTELO: ¡Oh, qué suplicio! YAGO: Pobreza y contento es riqueza abundante; pero las riquezas infinitas son una vil miseria para el que teme ser pobre… ¡Cielo misericordioso, libra de los celos a las almas de toda familia! OTELO: ¡Qué! ¿Qué es eso? ¿Crees que llevaría una vida de celos, cambiando siempre de sospechas con cada fase de la luna? No, una vez que se duda, el estado del alma queda marcado para siempre. Preferiría ser una cabra que entregarme a las sospechas. No me darán celos porque me digan que mi mujer es bella, que tiene finos modales o porque le gusta la compañía de la gente, porque sea desenvuelta al 78 Otelo int.indd 78 9/13/13 10:47 AM hablar, porque canta, toca y baila con primor. Donde hay virtud, estas cualidades son más virtuosas. No me encelaré y no temeré ni dudaré de su fidelidad, pues ella a pesar de que vio todos mis defectos, me eligió. No, Yago, será necesario que vea, antes de dudar; cuando dude, tendré pruebas; y cuando las tenga, le diré adiós al amor y a los celos.50 YAGO: Me alegro de oír eso, pues ahora sabrá cuánto lo estimo. Por tanto, le aviso que no tengo aún pruebas. Vigile a su esposa, obsérvela bien cuando esté con Cassio. Véalos bien…, sin celos ni confianza. No deje que su carácter franco, noble y generoso se confunda con otra cosa. Vigílela. Conozco bien las costumbres de nuestro país: en Venecia las mujeres dejan ver a todos sus engaños, que no se atreven a mostrarlos a sus maridos. Toda su conciencia estriba, no en no hacer, sino en mantenerlo oculto.51 OTELO: ¿Qué me dices? YAGO: Ella engañó a su padre casándose con usted, cuando parecía que ella más le temía y no podía ni sostenerle la mirada, ella en realidad lo quería y lo deseaba. OTELO: Así fue, en efecto. YAGO: Saque entonces su conclusión. Si tan joven pudo disimular hasta el punto de engañar a su padre, que él tomó su enamoramiento por cosa de magia… Pero no soy quién para decirlo; le ruego que disculpe mi atrevimiento. OTELO: Te quedo siempre agradecido. Es una conclusión válida: sin pruebas no debe celarse. Nuevamente las generalizaciones sobre las mujeres se usan para construir una imagen compleja y falseada de la realidad. 50 51 79 Otelo int.indd 79 9/13/13 10:47 AM YAGO: Veo que esto lo ha perturbado. OTELO: No, para nada, en nada. YAGO: Por Dios, me lo temía; créame. Se lo digo por afecto, pero veo que se ha molestado; le ruego que considere que mis palabras son una sospecha apenas. OTELO: Eso haré. YAGO: De otro modo, señor, mis palabras serían terribles, y no quise eso. Cassio es mi amigo… Mi señor, veo que está confundido. OTELO: No, no tan confundido… No creo que Desdémona sea deshonrada. YAGO: ¡Que viva así mucho tiempo, y usted más para creerla así! OTELO: Y, sin embargo, cuando la naturaleza se desvía de sí… YAGO: Sí, ahí está el mal. Así, para hablar claro, digamos que no haber aceptado tantos partidos como se le proponían con hombres de su país, de su color, de su condición, a lo que tiende siempre la naturaleza, ¡hum!, esto denota un gusto retorcido, una inclinación a la desarmonía, a pensamientos contra lo natural…52 Pero perdóneme. No es a ella precisamente a quien me refiero; pero temo que con ese gusto tan especial, lo compare con otros de su país y se arrepienta. OTELO: Adiós, adiós. Si ves algo, cuéntame más. Pide a tu mujer que observe todo. Déjame, Yago. YAGO: Mi señor; con su permiso. (Yéndose.) Se alude a los prejuicios de lo diferente asumidos como lo natural, pues al no cuestionarse sea consideran parte de la realidad. Yago argumenta con falacias, Otelo sólo nota la lógica de la conversación y se deja llevar. 52 80 Otelo int.indd 80 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¿Por qué me habré casado? ¡Este buen hombre ve y sabe más, mucho más de lo que me cuenta! YAGO: (Volviendo.) Mi señor, le suplico que no le dé más vueltas al asunto. Déjelo al tiempo. Aunque Cassio deba recobrar su empleo, tal vez convenga pensarlo un poco más. Dese cuenta de si su esposa insiste con vehemencia que le devuelva el empleo. Con eso, sabremos más. Mientras tanto, piense que exagero mis temores, como tengo grandes motivos para creerlo, y le suplico señor, que la considere libre de toda sospecha. OTELO: No te preocupes de mi indiscreción. YAGO: Me despido nuevamente. (Sale.) OTELO: Este camarada es muy honrado y sabe provocar. Si descubro que ella es como un halcón, la dejaría libre a merced del viento, para que busque su presa al azar. Quizá porque soy negro o porque no soy un gran conversador o quizá porque ya no soy tan joven. Me he engañado y mi único consuelo es condenarla. ¡Oh, maldito casamiento! ¡Que nos digamos dueños de estas criaturas mimadas pero no de sus deseos! Preferiría ser un sapo y vivir de la humedad de un calabozo antes que compartir aquello que amo. Pero es el castigo de los amos; tienen menos concesiones que sus protegidos. Es un destino inevitable, como la muerte. Esta maldición pesa sobre nosotros desde el instante mismo en que venimos al mundo. Miren, aquí llega. Si es mentirosa, ¡oh, entonces el cielo se burla de sí mismo! ¡No puedo creerlo! Vuelven a entrar Desdémona y Emilia. DESDÉMONA: ¡Hola, querido Otelo! La comida y los nobles de la isla, tus invitados, te esperan. OTELO: Deberían reclamarme. 81 Otelo int.indd 81 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: ¿Por qué hablas tan bajo? ¿No te sientes bien? OTELO: Me duele aquí en la frente. DESDÉMONA: Es por no dormir, sin duda. Eso se te pasará. Deja que te vende, y dentro de una hora estarás bien. OTELO: Tu pañuelo es demasiado chico. (Aparta el pañuelo, que cae.) Déjalo. Voy contigo. DESDÉMONA: Me preocupa que no te sientas bien. (Salen Otelo y Desdémona). EMILIA: Me encanta haber encontrado este pañuelo. Es el primer recuerdo que ella recibió del moro. Mi terco marido me rogó cien veces para que lo robara; pero ella quiere tanto este pañuelo, porque Otelo le pidió que lo conservara siempre; ella lo lleva siempre para besarlo y hablarle. Pediré que saquen copia del bordado y se la daré a Yago. Sólo el cielo sabe qué pretende hacer con ella, no yo; yo no sé nada, sino obedecer sus ocurrencias. Entra Yago. YAGO: ¡Hola! ¿Qué haces ahí sola? EMILIA: No me regañes, que tengo una cosa para ti. YAGO: ¡Una cosa para mí! Decir “cosa” es vulgar… EMILIA: ¿Eh? YAGO: Tener una mujer boba, más. EMILIA: ¡Oh! ¿Eso es todo? ¿Qué me darías ahora por este pañuelo? YAGO: ¿Qué pañuelo? EMILIA: “¿Qué pañuelo?” Vaya, el moquero que el moro le dio como primer regalo a Desdémona, ése que tantas veces me pediste que me robara. 82 Otelo int.indd 82 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¿Y se lo robaste? EMILIA: No, te lo aseguro; ella lo dejó caer por descuido, y como estaba yo ahí, lo levanté. Míralo, aquí está. YAGO: Eres una buena chica; dámelo. EMILIA: ¿Qué vas a hacer con él, que tanto me insististe que lo consiguiera? YAGO: (Arrebatándole el pañuelo.) ¡Nada! ¿Qué te importa? EMILIA: Si no es para algún asunto de importancia, devuélvemelo. ¡Pobre señora! Va a volverse loca cuando no lo encuentre. YAGO: Finge que no sabes nada. Lo necesito. Vete, déjame. (Sale Emilia.) Esconderé este pañuelo en la habitación de Cassio para que él lo encuentre. Estos hilos tan finos como el aire son para los celosos, pruebas tan poderosas como los versos de la Sagrada Escritura. Esto desatará algo. El moro se alteró ya con mi ponzoña. Las ideas funestas son venenos que se sienten poco al principio; pero luego actúan sobre la sangre, la incendian como minas de azufre… Cuánta razón tenía. ¡Miren, aquí viene! ¡Ni adormidera, ni mandrágora, ni todas las drogas soporíferas del mundo te devolverán jamás el dulce sueño que dormías ayer! Vuelve a entrar Otelo. OTELO: ¡Ah! ¡Ah! ¡Me ha traicionado! YAGO: ¡Vaya! ¿Qué hay, general? ¡No siga con eso! OTELO: ¡Atrás! ¡Vete! ¡Me atormentas! Juro que vale más ser engañado mucho que sospechar un poco. YAGO: ¿De qué habla, señor? 83 Otelo int.indd 83 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¿Qué sabía yo de sus escapadas de lujuria? Yo no las veía, no pensaba en ellas, no me hacían sufrir. Anoche dormí bien, comí bien, estaba alegre y mi espíritu era libre; no sentía en su boca los besos de Cassio. Si al que roban ignora el hurto, nada le falta. YAGO: Qué pena me da oírle decir esto. OTELO: Habría preferido que se acostara con todo mi ejército, a sospechar algo. ¡Oh! Ahora, ¡adiós a mi paz de espíritu y a la felicidad! ¡Adiós a las tropas y a las guerras que vuelven la ambición en virtud, al caballo, a la trompeta, al tambor emocionante, al clarín, a los estandartes y a todo el orgullo, la pompa y el lujo de las guerras gloriosas! ¡Y a ustedes, cañones asesinos que truenan como Júpiter, adiós! ¡La carrera de Otelo se acabó!53 YAGO: ¿Es posible, señor? OTELO: ¡Hombrecito, ten por seguro que me probarás que mi amada es una puta; tenlo por seguro, dame la prueba visible o desearás haber sido perro, antes que recibir toda la fuerza de mi rabia!54 YAGO: ¿A esto hemos llegado? OTELO: Muéstrame una prueba, dame una prueba que no se pueda dudar; o, ¡ay de tu vida! YAGO: Mi noble señor… OTELO: Si hiciste esto para calumniarla y atormentarme, date por muerto y condenado, no reces ya, nada te podrá salvar. En Otelo se mezclan dos discursos de la visión misógina que sin tener pruebas, insulta y humilla el nombre de la mujer y luego se duele de la traición, al tiempo que quita el valor a todo lo demás. 54 La sospecha es motivada por el prejuicio, por la imagen construida sin pruebas. Así la prueba se requiere, pero aunque no aparezca, la opinión sobre su compañera no podrá volver a ser positiva. 53 84 Otelo int.indd 84 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios, perdóname!… ¿Es hombre? ¿Tiene alma o sentimiento?… Quede con Dios; acepte la renuncia de mi cargo… ¡Oh, miserable imbécil que vives para ver tu honradez transformada en vicio!… ¡Oh, mundo monstruoso! ¡Toma nota, toma nota, oh mundo, de lo peligroso que resulta ser recto y honrado!… Te doy las gracias por esta provechosa lección; y desde ahora no querré a ningún amigo si así me ofenden. OTELO: No, espera… Debes ser honesto conmigo. YAGO: Debiera ser prudente, pues la honradez es una tontería inútil. OTELO: Por el Cielo, creo que mi esposa es honrada y creo que no lo es; pienso que tú eres justo; y pienso que no lo eres. ¡Quiero una prueba! Su nombre que era tan puro como el rostro de Diana, ahora está tan sucio y negro como mi propio rostro… Si existen cuerdas, cuchillos, venenos, fuego o torrentes para ahogarse, no lo soportaré… ¡Quiero quedar totalmente convencido!55 YAGO: Veo, señor, que le devora la pasión. Me arrepiento de haberle puesto así. ¿Quiere estar seguro? OTELO: “¿Que si quiero?” Pues claro que quiero. YAGO: Y puede. Pero, ¿cómo? ¿Cómo quisiera que fuese esta prueba, señor? ¿Querrá, usted, verla y quedarse con la boca abierta mirándola mientras otro la monta? OTELO: ¡Estoy muerto y condenado! ¡Oh! YAGO: Será difícil sorprenderlos así. ¡Malditos sean los que los vean acostándose! Entonces, ¿qué Cuando se pierde la confianza y no hay voluntad de escuchar la versión del otro, cualquier prueba es inútil y toda sospecha es válida, por infundada que sea. 55 85 Otelo int.indd 85 9/13/13 10:47 AM debo hacer? ¿Qué tengo que decirle? ¿Dónde está la convicción?… Es imposible sorprenderlos en el acto, aun cuando estuvieran tan excitados como los animales en celo y fueran tan imprudentes como los atontados borrachos. Pero le digo, si quiere una prueba, la tendrá. OTELO: ¡Dame la prueba palpable de que me ha engañado! YAGO: No me gustaría hacerlo, pero ya que este asunto ha llegado a tanto, le contaré algo. Estaba yo durmiendo hace poco al lado de Cassio y como tenía dolor de muelas, no podía dormir. Hay un tipo de hombres tan indiscretos, que hablan en sueños. Así es Cassio. Le oí decir: “¡Encantadora Desdémona, debemos ser prudentes; ocultemos nuestros amores!” Y entonces, señor, me tomaba y estrujaba la mano, diciendo: “¡Oh, dulce criatura!” Y luego me besaba con fuerza, como si quisiera arrancar mis labios. Después pasó su pierna sobre mi muslo, suspiró y me besó. Y luego, dijo: “¡Maldito sea el destino que te entregó al moro!” OTELO: ¡Oh, monstruoso! ¡Monstruoso! YAGO: ¡Bah!, pero esto no es más que un sueño.56 OTELO: Sí, pero algo avisa; es un indicio grave, aunque sólo sea un sueño. YAGO: Y esto puede ayudar a justificar otras pruebas menores. OTELO: ¡La desgarraré toda en pedazos!57 Yago se burla aquí la fuerza de la imagen como medio de convencimiento. La imaginación aumentada por el deseo de creer en algo o de fundamentar un prejuicio no requiere mayores pruebas que sus creaciones. 57 A partir de aquí, la violencia sobre la mujer irá en aumento en los dichos, las suposiciones y las acciones. 56 86 Otelo int.indd 86 9/13/13 10:47 AM YAGO: Bien, pero sea prudente. Aún no tenemos nada definitivo. Puede que sea todavía honrada. Dígame tan sólo… ¿No ha visto antes en manos de su mujer un pañuelo con un bordado moteado de fresas? OTELO: Yo le obsequié uno semejante; fue mi primer presente. YAGO: Lo ignoraba; pero he visto un pañuelo como ése, estoy seguro de que era de su mujer, en manos de Cassio, con el que se limpiaba hoy la barba. OTELO: ¡Si fuera ése!… YAGO: Si fuera ése o cualquier otro de ella, habla muy mal de ambos. OTELO: ¡Oh! ¿Por qué no tiene ese miserable Cassio cuarenta mil vidas? ¡Una sola no bastará para vengarme con ella! ¡Ahora veo que es verdad!… Mira aquí, Yago… ¡Todo mi amor se esfuma hacia el cielo! ¡Voló!… ¡Levántate, negra venganza, del fondo del infierno! ¡Entrega Amor tu corona y el corazón en que reinabas a la tiranía del odio! ¡Mi pecho pesa como piedras y está lleno de serpientes! YAGO: Señor, le ruego que se calme, sea paciente. OTELO: ¡Oh, la sangre, mi sangre, sangre!58 YAGO: Paciencia, le digo. Quizá cambie de parecer. OTELO: ¡Yago, jamás!.. Como las corrientes marinas del Ponto que siempre corren hacia el Norte, así mis pensamientos sanguinarios suben al odio y no darán marcha atrás al amor, hasta que no sean engullidos en una inmensa venganza del tamaño de 58 La misma palabra alude primero a la pasión amorosa, luego al parentesco o antepasado y por último a la violencia, pues es la que se espera derramar en pago. 87 Otelo int.indd 87 9/13/13 10:47 AM la ofensa… ¡Ahora, por este cielo de mármol, (arrodillándose) lo juro por lo más sagrado!59 YAGO: No se levante todavía… (Arrodillándose.) ¡Sean testigos, estrellas que eternamente brillan en lo alto; y ustedes, mortales, sean testigos de que Yago pone aquí las armas de su inteligencia, de sus manos y de su corazón al servicio del agraviado Otelo! ¡Lo obedeceré en todo lo que pida, por más sangriento que sea!60 (Se levantan). OTELO: Lo agradezco y voy a ponerte a prueba. ¡Quiero que en tres días me digas que Cassio ha muerto! YAGO: ¡Considere muerto a mi amigo! ¡Así lo haré! Pero a ella, déjela viva. OTELO: ¡Que se vaya al infierno esa ramera! ¡Que se pudra! Vamos, quiero encontrar una forma de muerte rápida para esa belleza endemoniada. Desde ahora, eres mi teniente. (Sale.) YAGO: Seré siempre fiel. La imagen de las corrientes marinas que no cambian alude a lo difícil que es cambiar una opinión cuando se considera alguien el ofendido, pues ya no razona; se echa mano más de la fuerza que de la prudencia. 60 El juramento se extiende a una incondicional obediencia, todo enturbia el panorama de la violencia y lo hace aparecer como un acto de honor y de lealtad. 59 88 Otelo int.indd 88 9/13/13 10:47 AM Escena cuarta Delante del castillo. Entran Desdémona, Emilia y el bufón. DESDÉMONA: ¿Sabes, hombrecito, dónde se hospeda Cassio? BUFÓN: No me atrevo a decir que haya dormido en alguna parte. DESDÉMONA: ¿Por qué, amigo? BUFÓN: Es un soldado y para mí decir que un soldado miente es herirlo mortalmente. DESDÉMONA: ¡Déjate de rodeos ya! ¿Dónde se hospeda? BUFÓN: Decírtelo, sería como decirte dónde miente. DESDÉMONA: ¿Habrá quién entienda lo que dices? BUFÓN: Ignoro dónde se hospeda; inventarle un alojamiento y decir que se aloja aquí o allá sería mentir. DESDÉMONA: ¿Podrías averiguarlo y decirnos? BUFÓN: Le preguntaré a todo el mundo; digo que haré preguntas y contestaré según las respuestas. DESDÉMONA: Anda, búscalo y dile que venga aquí. Dile que ya convencí a mi esposo de recibirlo. Hazlo pronto. BUFÓN: Obedecerte entra en el círculo de las cosas que puede abarcar el ingenio de un hombre, y por lo tanto, lo intentaré. (Sale.) 89 Otelo int.indd 89 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: ¿Dónde habré dejado ese pañuelo, Emilia? EMILIA: Quién sabe, señora. DESDÉMONA: Créeme, hubiera preferido perder mi bolsa llena de monedas de oro, porque si mi marido no fuera noble como es, incapaz de tener celos, esto sería motivo suficiente para que los tuviera. EMILIA: ¿No es celoso? DESDÉMONA: ¿Quién, él? Pienso que su vida lo ha marcado para no serlo. EMILIA: ¡Míralo por dónde viene! DESDÉMONA: No me le despegaré hasta que llame a Cassio. Entra Otelo. DESDÉMONA: ¡Hola! ¿Cómo estás, mi señor? OTELO: Bien, querida mía… (Aparte.) ¡Oh, qué difícil es disimular! ¿Cómo te encuentras tú, Desdémona? DESDÉMONA: Bien, esposo mío. OTELO: Dame tu mano. Esta mano es muy tersa, señora. DESDÉMONA: Aún es joven y no ha conocido los pesares. OTELO: Esto habla de un espíritu libre y de un corazón generoso. ¡Cálida, cálida y húmeda! Esta tierna mano requiere renunciación de la libertad, ayunos y plegarias, mucha mortificación y ejercicios devocionales; pues hay en ella un diablillo, fogoso y muy rebelde. Es una mano tierna, una mano franca.61 La mano se menciona para hablar del carácter que Otelo sospecha en su esposa. Por eso, la mortificación, el ayuno, las plegarias, todas del mundo de la penitencia religiosa, se llaman como remedio a la sensualidad o libertad de su espíritu. 61 90 Otelo int.indd 90 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: Podría ser, en verdad, pues con esta mano te entregué mi corazón. OTELO: ¡Una mano desprendida, generosa! En el escudo de mi familia, se podían ver los corazones de nuestros ancestros que daban la mano. Ahora, nuestras manos dan todo, pero sin corazón. DESDÉMONA: No sé nada de eso. Mejor, háblame de nuestra promesa. OTELO: ¿Qué promesa, paloma? DESDÉMONA: Le mandé decir a Cassio que venga a hablar contigo. OTELO: Tengo un catarro terco y molesto. Préstame tu pañuelo. DESDÉMONA: Aquí está, mi señor. OTELO: ¿Es el que yo te di? DESDÉMONA: Ése no lo tengo ahora conmigo. OTELO: ¿No? DESDÉMONA: No, casualmente, mi señor. OTELO: Es una lástima. Ese pañuelo se lo dio a mi madre una hechicera egipcia, que era una maga que casi podía leer los pensamientos. Y le dijo que mientras lo conservara, sería atractiva y conservaría el amor de mi padre; pero que si lo perdía o si lo entregaba a otro, mi padre la rechazaría y saldría en busca de otras mujeres. Antes de morir, mi madre me lo dio; me dijo que cuando me casara, se lo entregara a mi esposa. Así lo hice; ten cuidado pues, cuídalo como a las niñas de tus lindos ojos; extraviarlo o perderlo sería una desgracia. DESDÉMONA: ¿Es verdad esto? 91 Otelo int.indd 91 9/13/13 10:47 AM OTELO: Es la verdad. Hay magia en su tejido; una sibila62 casi eterna, bordó en él una profecía; los gusanos que tejieron la seda eran mágicos, y el tinte que usó estaba hecho de los corazones de vírgenes momificadas, que ella misma había sabido conservar con sus artes y pócimas. DESDÉMONA: ¿De veras? ¿Es cierto? OTELO: Sí, así que cuídalo bien. DESDÉMONA: Entonces, ¡mejor hubiera querido el cielo que nunca me lo dieras! OTELO: ¡Ah! ¿Por qué? DESDÉMONA: ¿Por qué me hablas en ese tono? OTELO: ¿Es que lo perdiste? ¿Desapareció? Habla. ¿No está en su lugar? DESDÉMONA: ¡El cielo nos bendiga! OTELO: ¿Qué dices? DESDÉMONA: No está perdido; pero, ¿y si lo estuviera?… OTELO: ¡Cómo! DESDÉMONA: Digo que no está perdido. OTELO: Ve a buscarlo, déjame verlo. DESDÉMONA: Bien, lo haré, señor; pero no ahora; me pides esto para esquivar mi demanda. Primero, te lo suplico, llama de nuevo a Cassio. OTELO: Ve a buscar el pañuelo. Mi curiosidad lo exige. DESDÉMONA: Vamos, vamos, a nadie encontrarás que sea más capaz que Cassio. OTELO: ¡El pañuelo! DESDÉMONA: Por favor, hablemos de Cassio. Mujer adivinadora que decía la suerte, leía el futuro con predicciones buenas o terribles, siempre ciertas. 62 92 Otelo int.indd 92 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡El pañuelo! DESDÉMONA: El hombre siempre ha sido tu amigo, han compartido peligros… OTELO: ¡El pañuelo! DESDÉMONA: Vamos, en verdad, ¡qué actitud tan terca! OTELO: ¡Atrás! (Sale.) EMILIA: ¿No está ese hombre celoso? DESDÉMONA: Jamás lo había visto tan enojado conmigo. De seguro que hay algo extraordinario en ese pañuelo. Qué desgracia haberlo perdido de vista. EMILIA: Una nunca termina de conocer a un hombre, señora; ni en un año ni en dos. Los hombres son sólo un estómago, y nosotras somos su alimento. Nos devoran glotonamente, pero cuando están hartos, nos vomitan. Mira, aquí llega Cassio y mi glotón marido. Entran Cassio y Yago. YAGO: No hay más remedio. Ella debe hacerlo. ¡Y mira qué contenta se le ve! ¡Vamos a acabar con su dicha! DESDÉMONA: ¡Hola, buen Cassio! ¿Qué noticias me tienes? CASSIO: Señora, se lo pido, se lo ruego, intervenga para que su marido me devuelva su amistad. No quisiera esperar más. Si mi ofensa es tan grande que ni todos mis servicios, ni mis penas, ni mis méritos valen para recuperar su amistad, entonces me resignaré a mi desgracia. DESDÉMONA: ¡Ay, noble Cassio! ¡Mis súplicas no sirven ahora! Ya no reconozco a mi esposo. Que me ayuden todas las almas santas, así como les he pedido que intercedan por ti, para calmarle su disgusto. Le 93 Otelo int.indd 93 9/13/13 10:47 AM prometo que seguiré abogando cuando pueda, pero no en este momento. YAGO: ¿Está enojado mi señor? EMILIA: Acaba de salir de aquí hace un instante, y ciertamente con una muy extraña inquietud. YAGO: ¿Que si está enojado? Le he visto en el campo de batalla, furioso como si el demonio mismo le arrancara de sus brazos a su propio hermano… ¿Que si está enojado? Debe tratarse de un asunto importante. Voy a buscarlo. Algo grave acontece, en verdad, si está tan enojado. DESDÉMONA: Hazlo, por favor, Yago. (Sale Yago.) Sin duda, debe ser algún asunto de Estado, alguna noticia de Venecia, o algún complot o algo que lo habrá desquiciado. Cuando se tiene una preocupación así, la menor cosa provoca el enojo más terrible. Cuando duele un solo dedo, nos afecta todo el ánimo. Recordemos que los hombres no son dioses. Dime Emilia, seré yo quien lo ha hecho enojar, seré yo quien ha tenido la culpa, lo habré juzgado mal. EMILIA: Roguemos al cielo que sean negocios de Estado y que no sean celos. DESDÉMONA: ¡Ay que terrible! Nunca le he dado motivo alguno. EMILIA: Las almas celosas no necesitan motivos. No son siempre celosas porque tengan motivo; son celosas porque son celosas. Los celos son un monstruo que se engendra a sí y nace de sí mismo. DESDÉMONA: ¡El cielo defienda el alma de Otelo de ese monstruo! EMILIA: Amén, señora. 94 Otelo int.indd 94 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: Iré a buscarlo. Cassio, da un paseo por aquí; si lo hallo de buenas, le hablaré bien de usted otra vez y trataré de convencerlo para que lo vea. CASSIO: Doy humildemente las gracias, Señoría. (Salen Desdémona y Emilia.) Entra Blanca. BLANCA: ¡Que Dios te cuide, amigo Cassio! CASSIO: ¿Qué haces fuera de casa? ¿Cómo estás mi muy bella Blanca? Iba camino de tu casa. BLANCA: Y yo iba a buscarte, Cassio. ¡Cómo es eso de no aparecerte en toda una semana! ¡Siete días y siete noches! ¡Ciento sesenta y ocho horas! ¡Y cuando se espera al amado, las horas de ausencia son ciento sesenta y ocho veces más terribles que las del día! ¡Oh, más difíciles de contar! CASSIO: Perdóname, Blanca. He estado abrumado pero te pagaré el abandono con visitas más frecuentes. Estimada Blanca, copia para mí este pañuelo, imita su bordado. (Entregándole el pañuelo de Desdémona.) BLANCA: ¡Oh, Cassio! ¿De dónde sacaste esto? Algún obsequio de una nueva amiga. ¡Ahora comprendo la causa de tu ausencia! ¿A esto hemos venido a parar? Bien, bien. CASSIO: ¡Deja de pensar así mujer! Deja de sospechar. Ahora estás celosa por lo que supones es un recuerdo de alguna querida. ¡No, créeme, Blanca, no es así! BLANCA: Pues, ¿de quién es?, ¿cómo es que lo tienes? CASSIO: Sé tanto como tú. Lo encontré en mi habitación. Me gustó mucho su dibujo y antes que alguien lo reclame, como probablemente sucederá, quisiera tener una copia. Tómalo y hazla, y déjame por un momento. 95 Otelo int.indd 95 9/13/13 10:47 AM BLANCA: ¡Dejarte! ¿Por qué? CASSIO: Espero aquí al general y no quiero que me vea en compañía de una mujer. BLANCA: ¿Por qué, te lo ruego? CASSIO: No es porque no te quiera… BLANCA: Es sólo porque no me amas. Por favor, quédate un poco y dime si te veré esta noche temprano. CASSIO: Te acompañaré un instante, debo esperar aquí, pero te veré en seguida. BLANCA: Muy bien; me acomodaré a las circunstancias. (Salen.) 96 Otelo int.indd 96 9/13/13 10:47 AM Acto cuarto Otelo int.indd 97 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 98 9/13/13 10:47 AM Escena primera Delante del castillo. Entran Otelo y Yago. YAGO: ¿Lo cree así? OTELO: Así lo creo, Yago. YAGO: ¡Qué! Darse un beso en la intimidad… OTELO: Un beso ilícito. YAGO: Estar desnuda en el lecho con su amigo una hora o más, no supone malicia alguna63. OTELO: ¿Desnuda en el lecho, Yago, y sin malicia alguna? ¡Eso es tan hipócrita como el diablo! ¡Los que tienen buenas intenciones y hacen eso, tientan al diablo y al cielo! YAGO: Si nada hacen, es un desliz venial; ahora, si le doy a mi mujer un pañuelo… OTELO: Bien, ¿qué? YAGO: Pues que es de ella, señor; y si es suyo, pienso que puede darlo a quien ella quiera. OTELO: También es la guardiana de su honor. ¿Y puede entregarlo a quien sea? YAGO: ¡Su honor es una esencia que no se ve! Lo tiene a veces quien carece de él. Pero en cuanto al pañuelo… Yago juega con la imaginación enfermiza de Otelo exagerando los tintes sexuales de un supuesto romance, el moro sólo puede encolerizarse más dado que no puede razonar de otra manera. Los celos nublan su entendimiento. 63 99 Otelo int.indd 99 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Por Dios! De buena gana lo hubiera olvidado… Pero el recuerdo viene a mi memoria como un cuervo de mal agüero! Tú me dijiste que Cassio tenía mi pañuelo. YAGO: Sí, ¿y qué hay con eso? OTELO: Nada bueno, pues. YAGO: Y, ¿qué pasaría si le dijera que lo he visto burlándose de usted? ¿O que le oí decirlo? Pues hay bribones que cuando conquistan a alguna dama prohibida, lo cuentan alardeando… OTELO: ¿Dijo eso? YAGO: Sí, mi señor; como algo que no podrá desmentir; está seguro de ello. OTELO: ¿Qué dijo? YAGO: Pues que había…. no sé qué había hecho. OTELO: ¿Qué? ¿Qué? YAGO: Que se había acostado… OTELO: ¿Con ella? YAGO: Con ella, o encima de ella, como quiera… OTELO: ¡Acostado con ella! ¡Acostado encima de ella!… ¡Dormido con ella!… ¡Eso es asqueroso!… ¡El pañuelo!… ¡Confesiones!… ¡El pañuelo! ¡Que confiese y lo ahorquen por lo que hizo!… ¡Que sea ahorcado primero y que confiese después!… ¡Tiemblo sólo de pensarlo! ¡La naturaleza no me dejaría invadir por la sospecha de una pasión si no hubiera algo de cierto! ¡No en vano estas palabras me estremecen! ¡Puf!… ¡Sus narices, sus orejas, sus labios!… ¿Es posible?… ¡Confesión!… ¡El pañuelo!… ¡Oh, demonio!… (Cae en convulsiones.) 100 Otelo int.indd 100 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¡Actúa, veneno64 mío, anda y surte efecto! ¡Que así se atrapa a los tontos crédulos! ¡Y así es como pierden la fama y la honra muchas mujeres castas y dignas!65 ¿Qué pasa? ¡Eh! ¡Mi señor! ¡Mi señor, que digo! ¡Otelo! Entra Cassio. YAGO: ¡Eh, Cassio! CASSIO: ¿Qué pasa? YAGO: ¡A mi señor le dio un ataque de epilepsia! ¡Es su segundo ataque! Ayer le dio otro. CASSIO: ¡Hay que frotarle las sienes! YAGO: No, déjalo. Dejémosle tranquilo. Si no, va a echar espuma por la boca y a estallar inmediatamente en un acceso de locura salvaje. Mira, se mueve. Retírate un momento. Pronto se aliviará y cuando se haya ido, quiero hablarte de un asunto de gran importancia. (Sale Cassio.) ¿Cómo se siente general? ¿No se ha herido en la cabeza? OTELO: ¿Te burlas de mí? YAGO: ¡Yo burlarme de usted! ¡No, por Dios! ¡Sólo quiero que soporte su suerte como un hombre! OTELO: ¡Un hombre cornudo es un monstruo y una bestia! YAGO: ¡Entonces hay muchas bestias en una ciudad como Venecia, y bastantes monstruos entre la civilización! Se alude a implantar una idea que contamina la mente de quien la sufre. Los celos son un veneno que intoxica la mente de Otelo. La razón está perdiendo la batalla contra la emoción. 65 La castidad, la honorabilidad se manejan como lo único valioso para considerar el ser de una mujer. Así aunque hombre y mujer sean víctimas de la injuria, la más dañada será la mujer. Véase cómo la adjetivación de alguien por otra persona cunde en su auto concepto, en su prestigio y en la manera como se construye en relación con los demás. 64 101 Otelo int.indd 101 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¿Ya confesó? YAGO: Buen señor, compórtese como un hombre; piense que todo camarada que esté casado, puede correr la misma suerte66. Hay en estas horas millones de hombres vivos que se acuestan de noche en lechos compartidos por todo el mundo, y jurarían que son solamente suyos. Su caso es mejor. ¡Ah, es una burla del infierno, una treta del diablo! ¡Besar a una libertina en su lecho legítimo pensando que es casta! No. Más vale saberlo todo, y sabiendo lo que soy, sé lo que ella será. OTELO: ¡Mira que eres listo!, es cierto. YAGO: Quédese quieto un momento y escuche lo que le digo. Mientras estaba desvanecido por su dolor, estuvo aquí Cassio. Me las ingenié para despedirlo, explicando algo de su padecimiento y le pedí que volviera dentro de un rato para hablarle, lo que me prometió. Ocúltese para que pueda ver sus muecas, pues le haré contar de nuevo su historia, decir dónde, cómo, cuántas veces, desde cuánto tiempo, cuándo se ha acostado con ella y si se propone hacerlo de nuevo con su mujer. Se lo digo, fíjese sólo en sus gestos… Pero hay que tener paciencia, pues quien no sabe esperar, no se comporta como un hombre cabal67. 66 Yago insiste en la generalización como medio de comprensión del otro: “Todas las mujeres engañan a sus maridos”. Esto es una falacia que se presenta como una naturalización del defecto que podrá justificar alguna reacción para contrarrestarla. 67 Como Otelo no puede ya razonar, Yago lo manipula para que lea en los gestos de una conversación que no está escuchando, todo lo que él quiere que entienda. La imagen alude al poder de las apariencias antes que a las realidades como formas de entender quién es el otro. Los gestos pueden expresar ideas erróneas si los sacamos del contexto paralingüístico en que son originados. 102 Otelo int.indd 102 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¿Me escuchas, Yago? Seré el más prudente, seré paciente; pero también —¿me oyes?— seré el más sanguinario. YAGO: Eso no hace falta; pero todo a su debido tiempo. ¿Quisiera ahora ocultarse? (Otelo se oculta.) Ahora le preguntaré a Cassio por Blanca; una ama de casa que vende sus favores para comprarse pan y vestidos. Esta infeliz está loca por Cassio. Es el castigo de la puta, engañar a mil y ser engañada por uno… Cuando Cassio oye hablar de ella, no puede aguantar la risa. Aquí viene. Cuando sonría, Otelo se pondrá furioso, y sus celos malinterpretarán las sonrisas, los gestos y la conducta del pobre Cassio. Vuelve a entrar Cassio. YAGO: ¿Cómo le va ahora, teniente? CASSIO: Muy mal y peor si me nombras por el título que me pesa ya no tener. YAGO: Ruega a Desdémona que abogue por ti y lo volverás a tener. (Hablando bajo.) Ahora, si esto dependiera del favor de Blanca, ¡qué pronto la hubieras conseguido! CASSIO: ¡Ay, esa pobre infeliz! OTELO: (Aparte.) ¡Hay que ver cómo se ríe ya! YAGO: Nunca he visto a una mujer amar tanto a un hombre. CASSIO: ¡Ay, pobre buscona! Creo, en verdad, que me quiere. OTELO: (Aparte.) Ahora lo niega débilmente, y esto lo hace estallar de risa. YAGO: ¿Has oído lo que dice por ahí, Cassio? OTELO: (Aparte.) Ahora le pide que le cuente todo. ¡Bravo, bien dicho; bien dicho! 103 Otelo int.indd 103 9/13/13 10:47 AM YAGO: Ella anda diciendo por ahí que te casarás con ella. ¿Es cierto? CASSIO: ¡Ja, ja, ja! OTELO: (Aparte.) ¿Triunfas, Cassio? ¡Triunfas así! CASSIO: ¡Casarme con ella!… ¿Cómo? ¡Con una mujer tan corrida! Por favor, más respeto a mis talentos. No me creas tan loco. ¡Ja, ja, ja! OTELO: (Aparte.) Eso es, eso es, eso es, eso es: los que ganan ríen. YAGO: Es cierto, corre el rumor de te vas a casar con ella. CASSIO: Por favor, dime la verdad. YAGO: Si no la digo, soy un canalla. OTELO: (Aparte.) ¿Me has contado ya los días? Bien. CASSIO: Es una invención de Blanca. Está convencida de que me casaré con ella por un capricho de su vanidad y de su amor propio, pero no porque yo se lo haya prometido. OTELO: (Aparte.) Yago me hace señas; ahora comienza la historia. CASSIO: Estuvo aquí hace un momento; me persigue a todas partes. El otro día estaba yo en el muelle hablando con unos venecianos, cuando se me presenta esa alocada y me toma del cuello… gritando: “¡Oh, mi querido Cassio!” Como si lo viera. Es lo que quiso decir su gesto. Y se cuelga y se recuesta, llora y me atrae y me rechaza. ¡Ja, ja, ja! OTELO: (Aparte.) Ahora le cuenta cómo ella lo llevó a mi alcoba. ¡Oh! ¡Veo tu nariz maldito, pero no al perro al que se la arrojaré! CASSIO: Bien, será necesario que la deje de ver. 104 Otelo int.indd 104 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¡Dios me proteja! Mira dónde viene ella misma. CASSIO: ¡Ésta es una loca! ¡Vaya! ¡Y qué perfumada llega! Entra Blanca. CASSIO: ¿Qué quieres persiguiéndome así? BLANCA: ¡Que el diablo y su mujer te persigan! ¿Qué quieres lograr tú con este pañuelo que me diste hace un instante? ¡Qué tonta he sido con recibirlo! ¿Y quieres que te copie este dibujo? ¿Quién te va a creer que lo encontraste en tu habitación y que no sabes quién lo dejó allí? Éste es el regalo de una mujer. ¿Y quieres que te copie este dibujo? Toma… Dáselo a tu juguete. Que venga de donde venga, no lo copiaré. CASSIO: ¿Qué te sucede, Blanca? ¿Qué te pasa? ¿Qué te pasa? OTELO: (Aparte.) ¡Por todos los cielos! ¡Ése debe ser mi pañuelo! BLANCA: Si quieres venir a cenar conmigo esta noche, ven. Si no quieres, ven cuando estés más dispuesto. (Sale.) YAGO: ¡Ve tras ella, corre tras ella! CASSIO: Creo que es preciso; si no, va a vociferar por las calles. YAGO: ¿Cenarás en su casa? CASSIO: Sí; ésa es mi intención. YAGO: Bien; quizá vaya a verte, pues tengo que hablar contigo. CASSIO: Ve, te lo ruego. ¿Vendrás? YAGO: Iré; no se diga más. (Sale Cassio.) OTELO: (Adelantándose.) ¿Cómo lo mataré, Yago? 105 Otelo int.indd 105 9/13/13 10:47 AM YAGO: ¿Ha visto cómo se reía de sus delitos? OTELO: ¡Oh, Yago! YAGO: ¿Y vio el pañuelo? OTELO: ¿Era el mío? YAGO: ¡Era el suyo, se lo juro! ¡Y vea cómo aprecia a esa insensata mujer, a su esposa que ella se lo confía y él se lo regala a su meretriz! OTELO: ¡Quisiera matarlo nueve veces seguidas! ¡Tan linda mujer! ¡Tan bella mujer! ¡Tan amable mujer! YAGO: Vamos, es mejor olvidar ya todo eso. OTELO: ¡Sí, que se pudra! ¡Qué muera y baje al infierno esta noche! ¡Porque no vivirá! ¡No, mi corazón se volvió de piedra! ¡Lo golpeo y me lastima la mano!… ¡Oh! ¡No hay otra criatura tan adorable en todo el mundo! ¡Nadie se le puede resistir! YAGO: Vaya, que ya cambiamos el asunto. OTELO: ¡Que la ahorquen!… Sólo digo lo que es… ¡Tan fina con la aguja!… ¡Tan admirable con su música! ¡Oh! ¡Cuando canta, qué bella voz!… ¡Ella tan ingeniosa y tan ocurrente! YAGO: Tanto peor por todas esas cualidades. OTELO: ¡Oh, mil veces, mil veces peor! Y luego, ¡de un carácter tan blando! YAGO: Sí, demasiado blando. OTELO: Sí, es verdad…, pero, ¡qué lástima, Yago! ¡Qué lástima, Yago! ¡Oh, Yago! YAGO: Si tanto le daña su mentira, dígaselo; pero si no, a nadie le importa nada. OTELO: ¡La haré trizas!… ¡Ponerme los cuernos a mí! YAGO: ¡Oh! Es vergonzoso de su parte. 106 Otelo int.indd 106 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Y con mi teniente! YAGO: ¡Más vergonzoso aún! OTELO: ¡Consígueme un veneno, Yago! Esta noche… No quiero darle ni pedirle explicaciones a ella, pero temo que su cuerpo y su hermosura aún puedan desarmarme68. Tiene que ser esta noche, Yago. YAGO: No use un veneno. ¡Mejor estrangúlela en su lecho, ese mismo lecho que ella ha deshonrado! OTELO: ¡Bien, bien! ¡Es mejor ese castigo! ¡Muy bien! YAGO: Y en cuanto a Cassio, déjalo por mi cuenta. Sabrás más a medianoche. OTELO: ¡Excelentemente bien! (Se oye dentro una trompeta.) ¿Qué trompeta es ésa? YAGO: Algún mensaje de Venecia, de seguro. Es Ludovico, que viene de parte del dux. Y mire, su esposa viene llegando con él. Entran Ludovico, Desdémona y acompañamiento. LUDOVICO: ¡Dios lo bendiga, digno general! OTELO: A usted le deseo lo mismo, de todo corazón, señor. LUDOVICO: El dux y los senadores de Venecia le envían sus saludos. (Le entrega un despacho.) OTELO: Honro el instrumento de sus órdenes. (Abre el despacho y lee.) DESDÉMONA: ¿Y qué noticias traes, querido primo Ludovico? YAGO: Me alegro mucho de verlo, signior. Bienvenido sea a Chipre. A pesar de todos los pensamientos violentos para vengarse de lo que Otelo sospecha ser objeto, se ve a sí mismo como el ofendido y como presa fácil de los encantos de Desdémona, así, de victimario pasa a ser víctima. 68 107 Otelo int.indd 107 9/13/13 10:47 AM LUDOVICO: Le doy las gracias. ¿Cómo está el teniente Cassio? YAGO: Vive, señor. DESDÉMONA: Primo, entre él y mi esposo ha surgido una desavenencia lamentable; pero tú podrías arreglarlo todo. OTELO: ¿Estás segura de eso? DESDÉMONA: Mi señor… OTELO: (Leyendo.) No dejes de hacerlo, como verás… LUDOVICO: No me llamaba. Está leyendo el escrito. ¿Es que hay algún problema entre mi señor y Cassio? DESDÉMONA: Sí, hay una terrible división. Me alegraría mucho reconciliarlos, por el afecto que le tengo a Cassio. OTELO: ¡Fuego y azufre! DESDÉMONA: Mi Señor… OTELO: ¿Estáis en tu juicio? DESDÉMONA: ¡Cómo! ¿Está enojado? LUDOVICO: Puede que le haya molestado algo de la carta, pues creo que se le llama a Venecia y se le manda que delegue el gobierno de Chipre en Cassio. DESDÉMONA: Me alegro de ello, te lo aseguro. OTELO: ¿De veras? DESDÉMONA: Mi señor… OTELO: Celebro ver que te has vuelto loca. DESDÉMONA: ¿Cómo, amado Otelo? OTELO: ¡Desgraciada bruja!69 (La golpea.) DESDÉMONA: No me merezco esto. 69 De la violencia en las opiniones, adjetivos o conjeturas sobre las acciones, se pasa aquí a la más terrible violencia: la física. La reacción de sorpresa e indignación deben ser el aviso de lo que viene. 108 Otelo int.indd 108 9/13/13 10:47 AM LUDOVICO: Mi señor, nadie creería esto en Venecia, aun cuando yo jurara que lo había visto. Es demasiado. Consuélala que está llorando. OTELO: ¡Oh, bruja, bruja! Si la tierra pudiera fecundarse con lágrimas de mujer, cada gota que viertes se convertiría en un cocodrilo. ¡No te quiero ver más! DESDÉMONA: Si mi presencia te ofende, me voy. (Yéndose.) LUDOVICO: Qué dama tan obediente, en verdad. Suplico a su señoría que la llame. OTELO: ¡Señora!… DESDÉMONA: Mi señor… OTELO: ¿Qué deseas de ella, caballero? LUDOVICO: ¿Quién, yo, señor? OTELO: Sí, tú me hiciste llamarla. Señor, puede tornar y retornar, y, sin embargo, marchar adelante, y volver todavía; y puede llorar, señor, ¡llorar!; y sí es obediente, como dices…, ¡obediente!…. ¡muy obediente!…. Continúa con sus lágrimas… En lo que respecta a estas órdenes, señor… ¡Oh, una emoción bien fingida!… Recibo la orden de regresar. Márchate; enviaré por ti en seguida…Señor, obedeceré el mandato y volveré a Venecia… ¡Fuera de aquí, andando! (Sale Desdémona.) Cassio ocupará mi puesto. Con esto… señor, le ruego que me acompañe a cenar esta noche. ¡Sea usted bienvenido a Chipre, señor! —¡Por todos los demonios! (Sale.) LUDOVICO: ¿Es éste el noble moro a quien nuestro Senado proclama por voto unánime capaz de cuanto sea posible? ¿Es ésta la naturaleza de alguien al que no perturban las pasiones? ¿De alguien cuya 109 Otelo int.indd 109 9/13/13 10:47 AM sólida virtud no podía ser perturbada por ningún accidente u ocasión?70 YAGO: Está muy cambiado. LUDOVICO: ¿Está en sus cabales? ¿No delira acaso? YAGO: Es lo que es. Puedo calificarlo. Podría ser, pero no lo es… ¡Dios quiera que fuese delirio! LUDOVICO: ¡Cómo! ¡Pegarle así a su mujer! YAGO: Creo que eso no estuvo bien. Sin embargo, quisiera tener la seguridad de que ese golpe no será el más violento. LUDOVICO: ¿Así acostumbra tratarla o es que esas noticias le encendieron su sangre, y es la primera vez que lo hace? YAGO: ¡Ay! No es justo contar lo que he visto y sé. Ya lo verá, y sus maneras se lo dirán mejor que mis palabras. Sígale y notará cómo va a continuar. LUDOVICO: Lamento haberme dejado engañar por él de esta manera. (Salen.) Se alude al control de las emociones de Otelo que tiene fama de imperturbable y ha dado muestras de un carácter explosivo delante de quien no lo consideraba violento, sino valiente. La violencia irá creciendo hasta llegar a su máxima expresión de injusticia y daño al otro. 70 110 Otelo int.indd 110 9/13/13 10:47 AM Escena segunda Aposento en el castillo Entran Otelo y Emilia. OTELO: ¿No viste nada, entonces? EMILIA: Jamás he escuchado nada, ni nunca he sospechado. OTELO: Sí, tú los has visto juntos a ella y a Cassio. EMILIA: Pero en esas ocasiones no vi nada malo, y he oído cada una de las conversaciones entre ellos. OTELO: ¿Qué, no cuchichearon nunca? EMILIA: Jamás, mi señor. OTELO: ¿Ni ella te ha pedido que los dejes solos? EMILIA: Nunca. OTELO: ¿Ni para buscar su abanico, sus guantes, su velo o algo? EMILIA: Jamás, mi señor. OTELO: Es extraño. EMILIA: Me atrevo a jurar que es honrada. Apostaría mi alma por su virtud. Si pensaba de otra manera, olvide ese pensamiento que engaña su corazón. Si algún miserable le metió eso en la cabeza, que el cielo lo castigue; porque, si ella no es honrada, casta ni leal, entonces ya no quedan casados felices, pues mi señora 111 Otelo int.indd 111 9/13/13 10:47 AM es la más pura de las mujeres, por eso la calumnia es más despreciable. OTELO: Pídele que venga aquí. Ve. (Sale Emilia.) Habla sin parar. Pero, es una simple alcahueta que no puede decir mucho. Es una ramera astuta, un gabinete de secretos infames guardados bajo llave; y, a pesar de ello, se arrodilla y ora. Yo mismo la he visto hacerlo. Entran Desdémona y Emilia. DESDÉMONA: Mi señor, ¿para qué me quieres? OTELO: Por favor, ven acá, palomita. DESDÉMONA: ¿Qué deseas? OTELO: Déjame verte a los ojos. Mírame a la cara. DESDÉMONA: ¿Qué broma cruel es ésta? OTELO: (A Emilia.) ¡Vete a tus quehaceres, mujer! ¡Déjanos solos y cierra la puerta! ¡Tose o exclama ¡Ejem!, si alguien viene! ¡A lo tuyo, a lo tuyo! ¡Vamos, sal ya! (Sale Emilia.) DESDÉMONA: Te lo suplico de rodillas: ¿qué significa todo este discurso? Oigo tus duras palabras pero no las comprendo. OTELO: Vamos a ver: ¿quién eres tú? DESDÉMONA: Soy tu esposa, mi señor; tu sincera y leal esposa. OTELO: ¡Vamos, júralo y condénate! Te pareces tanto a un ángel del cielo que los demonios temerían apoderarse de ti. ¡Así, condénate doblemente! Jura… ¡que eres honrada! DESDÉMONA: El cielo lo sabe con toda verdad. OTELO: ¡“El cielo lo sabe con toda verdad”, que eres traicionera como el Diablo! DESDÉMONA: ¿A quién he traicionado, mi señor? ¿A quién le he mentido? ¿Cuándo he sido desleal? 112 Otelo int.indd 112 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Ah, Desdémona!… ¡Fuera, fuera, fuera! DESDÉMONA: ¡Ay! ¡Qué terrible día!… ¿Por qué lloras? ¿Por mí, señor? Si sospechas que fue mi padre quien te manda llamar, no me culpes. Que ambos hemos perdido su afecto. OTELO: Aun cuando el cielo quisiera ponerme a prueba por el dolor; aun cuando me hubiera azotado con toda clase de males y de vergüenzas; aun cuando me hubiera sumergido en la miseria hasta los labios, aun así habría podido encontrar en mi alma una gota de paciencia. Pero, ¡ay!, ¡que me hayas hecho la burla de todos! ¡Oh! Eso lo aguantaría; bien, muy bien. ¡Pero que hayas destruido mi corazón y mi tranquilidad! ¡Me has arrojado a una sucia cisterna llena de sapos!… ¡Aguarda, tú, que eres bella como un joven querubín dorado de labios rosados, cambia ya de forma y de color, muéstrate como lo que eres, un demonio del infierno! DESDÉMONA: Espero que sepas sin duda que soy fiel y casta. OTELO: ¡Oh, sí! ¡Como las moscas en el calor del matadero, que, apenas nacen, se reproducen zumbando! ¡Oh, flor, tan bella que nublas los sentidos! ¡Ojalá nunca hubieras nacido! DESDÉMONA: ¡Ay! ¿Qué ignorado pecado he cometido? OTELO: Este delicado lienzo, este libro tan admirable, ¿se hizo para que escribiera encima: “puta”? “¿Qué has cometido?” “¿Cometido?” ¡Oh, ramera pública! ¡Si te dijera lo que has hecho, se encenderían tanto mis mejillas que calcinarían todo pudor!… “¿Qué has cometido?”… ¡El cielo y la Luna se avergüenzan! 113 Otelo int.indd 113 9/13/13 10:47 AM ¡Ni el viento lascivo que besa todo lo que encuentra, quiere escucharte!… “¿Qué has cometido?” ¡Impúdica prostituta! DESDÉMONA: ¡Por el cielo, me estás insultando! OTELO: ¿No eres acaso una prostituta? DESDÉMONA: ¡No, tan cierto como que soy cristiana! Yo conservo este cuerpo para ti, señor, libre de todo contacto impuro e ilegítimo. No soy prostituta, no lo soy.71 OTELO: ¡Cómo! ¿No eres una puta? DESDÉMONA: ¡No, lo digo como que espero mi salvación! OTELO: ¿Es posible? DESDÉMONA: ¡Oh, Dios mío! ¡Apiádate de nosotros! OTELO: Pues te pido perdón, en ese caso. Te tomé por esa astuta cortesana de Venecia que se casó con Otelo. ¡Y tú, señora, que tienes el oficio contrario a San Pedro y vigilas las puertas del infierno!… (Vuelve a entrar Emilia) ¡Tú! ¡Tú! ¡Sí, tú! ¡Ya hemos concluido! Aquí tienes dinero por tu trabajo. ¡Por favor! Cierra con llave y guárdanos el secreto. (Sale.) EMILIA: ¡Ay! ¿Qué se imagina este hombre? ¿Cómo estás, señora mía? ¿Cómo te encuentras, buena señora? DESDÉMONA: Te juro, estoy muy confundida. EMILIA: Buena señora, ¿qué ha pasado con mi señor? DESDÉMONA: ¿Con quién? 71 En medio de la violencia de las acusaciones, asoma la realidad de que la mujer se concibe como objeto de uso exclusivo para su pareja, y se valora o se defiende desde esa visión. No se considera valiosa o independiente más allá de esa opinión. 114 Otelo int.indd 114 9/13/13 10:47 AM EMILIA: Vaya, con mi señor, señora. DESDÉMONA: ¿Quién es tu señor? EMILIA: Tu marido, amable señora. DESDÉMONA: No tengo ninguno. No me hables, Emilia. No puedo llorar, ni dar otra respuesta sin llorar. Te lo suplico, esta noche tiende mi lecho con las sábanas de mi boda… Recuérdalo… Y dile a tu marido que venga. EMILIA: ¡Vaya qué cambio, en verdad! (Sale.) DESDÉMONA: Era preciso que me tratara así, es muy justo. ¿Qué habré hecho para que mis actos lo hagan tener la más mínima sospecha?72 Vuelve a entrar Emilia con Yago. YAGO: ¿Qué desea la señora? ¿Qué le sucede? DESDÉMONA: No puedo decirlo. Los que enseñan a los niños lo hacen con juegos dulces y fáciles tareas. Hubiera podido regañarme así; pues, en buena fe, soy una niña cuando me regaña. YAGO: ¿De qué se trata, señora? EMILIA: ¡Ay, Yago! El señor la ha llamado puta, la ha regañado con tantos desprecios e insultos, que un corazón inocente no lo podría soportar. DESDÉMONA: ¿Merezco yo ese nombre, Yago? YAGO: ¿Qué nombre, amable señora? DESDÉMONA: El que dice que me ha llamado mi señor. 72 La víctima se cree culpable de las acusaciones y duda de su propia integridad, luego se verá infantilizada a sí misma, en una desvalorización de su persona. El comportamiento en la obra acorta ese proceso en que luego de ser acusada, la víctima se convence de las acusaciones, pues no encuentra otra explicación posible más que su propio comportamiento. No cree al victimario capaz de injuriar sin justificación. Se asume como culpable y con eso se logra una explicación, aunque falsa, de lo que ha ocurrido. 115 Otelo int.indd 115 9/13/13 10:47 AM EMILIA: La llamó puta. Un mendigo, en su borrachera, no habría dirigido tales insultos a su enojo. YAGO: ¿Por qué ha hecho eso? DESDÉMONA: No lo sé. No soy nada parecido. YAGO: No llore, no llore… ¡Ay, qué horrible día! EMILIA: ¿Para esto declinó tantas ofertas de matrimonio, abandonó a su padre, a sus amigas, para que su esposo la llame puta? ¿No es para hacer llorar? DESDÉMONA: ¡Es mi mala suerte! YAGO: ¡Maldito sea por ello! ¿Cómo le dio esta locura? DESDÉMONA: ¡Sólo Dios sabe! EMILIA: ¡Que me ahorquen si no fue algún maldito, un mentiroso que sembró esta idea en su cabeza! ¡Que me ahorquen si no es cierto! YAGO: ¡Calla mujer! No hay un hombre semejante. Es imposible. DESDÉMONA: ¡Sí que los hay, y que el cielo lo perdone! EMILIA: ¡Que lo perdone la horca y que el fuego del infierno carcoma sus huesos! ¿Por qué había de llamarla prostituta? ¿Con quién cree que trata? ¿En qué sitio? ¿En qué tiempo? ¿En qué forma? ¿Qué pruebas tiene? ¡El moro fue engañado por un bribón más que infame, vil, por algún despreciable truhán! ¡Oh, Dios! ¡Condena a semejante gentuza, y coloca un látigo en la diestra de todo hombre honrado, para que esos canallas sean azotados desnudos en todo el mundo, desde el Oriente al Occidente¡73 La crueldad del castigo que se espera es tan grande como la injuria del culpable, hay que notar que las emociones no son buenas consejeras en la administración de la justicia. 73 116 Otelo int.indd 116 9/13/13 10:47 AM YAGO: Habla más bajo, me avergüenzo con lo que dices. EMILIA: ¡Oh, vergüenza la de ellos! ¡Algún escudero de esa calaña fue el que te volvió del revés el juicio y te hizo sospechar que yo había tenido que ver con el moro o con Cassio! YAGO: ¡Estás hecha una loca! ¡Vete! DESDÉMONA: ¡Ay, Yago! ¿Qué haré para recuperar la confianza de mi esposo? Buen amigo, ve a buscarle, juro por el cielo, que no sé cómo lo he perdido. ¡Me arrodillo, y si alguna vez he pecado voluntariamente contra su amor en palabra, obras o pensamiento; si alguna vez mis ojos, mis oídos o mis demás sentidos han sentido placer con alguien que no sea él; si no lo amo tiernamente, como siempre le he amado, como siempre le amaré, aun cuando me arrojara a la miseria por el divorcio,74 que toda esperanza de consuelo me abandone! El desprecio cala mucho y su desprecio podrá acabar con mi vida, pero jamás podrá corromper mi amor. No puedo pronunciar la palabra “puta” sin que me dé horror. Y no he hecho nada que justifique ese nombre y nada podrá hacer que lo haga.75 YAGO: Se lo suplico, tenga paciencia; esto no es más que un momento de mal humor. Son los negocios del Estado que lo perturban y por eso se enoja con usted. 74 Los hombres han tenido siempre la posibilidad de repudiar a la mujer por infidelidad, lo que acarrea la ruina moral y económica, pues aquí en vez de divorcio habría que entender una forma de relegarla para siempre. 75 La víctima no intenta reparar el daño ni exigir una explicación de las actitudes adversas hacia ella, sino que busca el perdón, cuando debiera exigir una reparación de daños a su persona y su reputación. 117 Otelo int.indd 117 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: ¡Y si fuera otra cosa!… YAGO: Es sólo eso, se lo garantizo. (Trompetas.) ¡Oiga cómo llaman a cenar! Los embajadores de Venecia esperan la comida. Entre y no llore. Todo acabará bien. (Salen Desdémona y Emilia.) Entra Rodrigo. YAGO: ¡Hola, Rodrigo! RODRIGO: No creo que seas honesto conmigo. YAGO: ¿Qué te hace pensar así? RODRIGO: Cada día me pones algún pretexto, Yago; me parece más bien que me cortas todas las posibilidades, antes de darme la menor esperanza. Estoy decidido, en verdad, a no aguantarlo más. No tengo ya humor para rumiar lo que he soportado como un tonto. YAGO: ¿Quieres escucharme, Rodrigo? RODRIGO: Creo que ya te he oído demasiado, pues entre tus palabras y tus obras no hay parecido alguno. YAGO: Me acusas muy injustamente. RODRIGO: De nada que no sea verdad. He gastado todo mi dinero. Las joyas que te entregué para Desdémona y hubieran sobornado a una monja, me dices que las recibió, y, en cambio, sólo me das palabras de consuelo o una intimidad cercana; pero no veo que nada de eso suceda. YAGO: Bien, adelante, muy bien. RODRIGO: “¡Muy bien! ¡Adelante!” ¡Pues no puedo seguir adelante, amigo! Ni está esto muy bien, por el contrario, todo va muy mal y comienzo a darme cuenta que me has engañado. YAGO: ¡Muy bien! 118 Otelo int.indd 118 9/13/13 10:47 AM RODRIGO: ¡Te repito que no está muy bien! Quiero yo mismo presentarme a Desdémona. Si quiere devolverme mis alhajas, abandonaré su corte y expresaré mi arrepentimiento por mis insinuaciones ilícitas. Si no, debes estar seguro de que te exigiré que me lo devuelvas todo. YAGO: ¿Has acabado ya? RODRIGO: Sí, y nada he dicho que no tenga intención de hacer, te lo juro. YAGO: Vaya, ahora veo que hay energía en ti, y a partir de este momento tendré una mejor opinión de ti. ¡Dame tu mano, Rodrigo! Tienes razón en sospechar de mí; sin embargo, te aseguro que he actuado con toda honestidad en este asunto. RODRIGO: Pues no lo parece. YAGO: Aciertas al decir que no lo parece, y tus sospechas están justificadas. Pero, Rodrigo, si hay en ti eso que intuyo que posees: resolución, arrojo y valor, muéstralos esta noche; si a la noche siguiente no gozas con Desdémona, sácame de este mundo a traición e inventa calumnias en mi contra. RODRIGO: Bien. ¿De qué se trata? ¿Es algo posible y comprensible? YAGO: Señor, ha venido una comisión especial de Venecia para colocar a Cassio en el puesto de Otelo. RODRIGO: ¿Es cierto? ¡Cómo! ¿Es que Otelo y Desdémona regresarán a Venecia? YAGO: ¡Oh, no! Otelo se va a Mauritania y se la llevará con él, a menos que algún accidente lo obligue a prolongar aquí su estancia; para lo cual no hay nada más seguro que eliminar a Cassio. 119 Otelo int.indd 119 9/13/13 10:47 AM RODRIGO: ¿Qué quieres decir por eliminarle? YAGO: Pues, hacer imposible que ocupe el puesto de Otelo; revolverle los sesos. RODRIGO: ¿Y es eso lo que quieres que haga? YAGO: Sí, si te atreves a tomar ventaja y a ejercer un derecho. Cassio cena esta noche con una mujer de mala vida, y allí iré a buscarle. Aún no sabe nada de su honorable fortuna. Si quieres espiarle a la salida, que yo veré que salga entre las doce y la una, podrás hacerle lo que quieras; yo estaré cerca de ti para ayudarte en el asalto, y lo atraparemos entre los dos. Vamos, no te quedes ahí, ven conmigo. Te explicaré tan claramente por qué es necesaria su muerte, que te creerás obligado a hacerlo. Ha llegado la hora exacta de la cena, y la noche avanza rápidamente. ¡Manos a la obra! RODRIGO: Dame algunas razones más. YAGO: Así lo haré. (Salen.) 120 Otelo int.indd 120 9/13/13 10:47 AM Escena tercera Otro aposento en el castillo. Entran Otelo, Ludovico, Desdémona, Emilia y personas del séquito. LUDOVICO: Te lo ruego, señor, no te molestes más. OTELO: ¡Oh, perdóname!, me hará bien dar un paseo. LUDOVICO: Buenas noches, señora; le agradezco a su Señoría. DESDÉMONA: ¡Sea muy bienvenido, Honorable Señor! OTELO: ¿Quieres acompañarme a pasear, señor? ¡Oh, Desdémona!… DESDÉMONA: ¿Mi señor?… OTELO: Ve al instante a la recámara. Estaré de vuelta pronto. Despide a tu doncella. Hazlo. DESDÉMONA: Lo haré, mi señor. (Salen Otelo, Ludovico y personas del séquito.) EMILIA: ¿Qué sucede ahora? Parece más amable que antes. DESDÉMONA: Dice que volverá enseguida. Me ordenó que me vaya a la recámara y me ha pedido que me dejes sola. EMILIA: ¡Dejarte sola! 121 Otelo int.indd 121 9/13/13 10:47 AM DESDÉMONA: Son sus órdenes. Por eso, mi buena Emilia, dame mis prendas de noche, y adiós. No debemos contrariarlo ahora. EMILIA: ¡Ojalá no lo hubieses conocido nunca! DESDÉMONA: No lo quisiera así el cielo. Estoy tan enamorada, que hasta su mal humor, sus reprensiones y su ceño fruncido —por favor, desabróchame— me parecen atractivos. EMILIA: He puesto en la cama las sábanas que me pediste colocar. DESDÉMONA: Da igual… ¡Por Dios! ¡Qué locas son nuestras mentes! Si muero antes que tú, te suplico que me amortajes en una de estas mismas sábanas. EMILIA: Vamos, vamos, no digas tonterías. DESDÉMONA: Mi madre tenía una doncella llamada Bárbara. Se había enamorado, y descubrió que el galán a quien amaba se volvió loco y la abandonó. Sabía cierta canción del “Sauce”; era una antigua canción, pero expresaba bien su destino y murió cantándola. ¡Esta noche no puedo quitarme de la cabeza esa canción! Me da mucha pena no poder inclinar mi cabeza a un lado y cantarla como la pobre Bárbara. Por favor, date prisa. EMILIA: ¿Te traigo el camisón? DESDÉMONA: No. Desabróchame aquí… Ese Ludovico es un hombre muy apuesto. EMILIA: Es un hombre guapo. DESDÉMONA: Habla bien. EMILIA: Sé de una dama de Venecia que hubiera peregrinado a Palestina por un beso de su boca. DESDÉMONA: (Cantando.) La pobre alma se sentó suspirando al pie de un sicomoro, cantad todo al sauce verde; la 122 Otelo int.indd 122 9/13/13 10:47 AM mano sobre su seno, la cabeza sobre su rodilla, cantad: sauce, sauce, sauce; las frases ondas corrían tras ella y murmuraban sus suspiros, cantad: sauce, sauce, sauce; sus lágrimas amargas caían y ablandaban las piedras… Quítame esto. (Canta.) Canta: sauce, sauce, sauce. Por favor, vete; va a venir en seguida. (Canta.) Canten todos que un sauce verde debe ser mi guirnalda. Que nadie le reproche; yo apruebo su desdén. No, no es eso lo que sigue. ¡Escucha! ¿Quién llama? EMILIA: Es el viento. DESDÉMONA: (Cantando.) He llamado a mi amor, amor, perjuro; pero, ¿qué dijo entonces? Canten: sauce, sauce, sauce, si cortejo a otras mujeres, dormirás con otros hombres. Ahora, márchate. ¡Buenas noches! Me arden los ojos. ¿Es un presagio de lágrimas? EMILIA: Eso no significa nada. DESDÉMONA: Lo había oído decir. ¡Oh, estos hombres, estos hombres! ¿Crees realmente, dímelo, Emilia, que haya mujeres que ofendan a sus maridos tan terriblemente? EMILIA: Ya lo creo que las hay, sin duda. DESDÉMONA: ¿Harías tú algo así a cambio del mundo entero? EMILIA: ¿Qué, no lo haría usted? DESDÉMONA: ¡No, ante la luz del cielo! EMILIA: Ni yo tampoco ante la luz del cielo; preferiría hacerlo a oscuras. DESDÉMONA: ¿Cometerías tal acto si a cambio recibieras el mundo entero? EMILIA: El mundo es muy grande. Es un gran precio para tan pequeño vicio. DESDÉMONA: Pienso, en verdad, que no lo harías. 123 Otelo int.indd 123 9/13/13 10:47 AM EMILIA: En verdad, pienso que lo haría, y que lo desharía cuando lo hubiese hecho. Vaya, claro que no lo haría por un anillo, por algunas medias finas, ni por unas blusas, faldas, ni gorros, ni por cualquier otra pequeña cosa; pero, ¡por el mundo entero! Vaya; ¿quién no haría cornudo a su marido para ascenderlo a monarca? Soportaría para ello el purgatorio. DESDÉMONA: ¡Que me maldigan si cometiera semejante ofensa por el mundo entero! EMILIA: ¡Bah!, la falta no es una falta sino para el mundo, y teniendo al mundo a cambio de haberla cometido, no sería una falta en tu mundo, pues pronto podrías repararla. DESDÉMONA: No creo que existan semejantes mujeres. EMILIA: Sí, hay docenas, y más hay para aprovisionar el mundo, que les serviría de juego. Pero yo creo que cuando las mujeres cometen una falta, la culpa es de sus maridos; pues o no cumplen con sus deberes y regalan nuestros tesoros a otras mujeres, o estallan en celos mezquinos imponiéndonos ataduras, o nos pegan y nos limitan por despecho el dinero acostumbrado. Vaya, tenemos hígado, y aunque poseamos cierta piedad, nos gusta la venganza. Que sepan los maridos que sus mujeres gozan de sentidos como ellos; ven, huelen, tienen paladares capaces de distinguir lo que es dulce de lo que es amargo, como sus esposos. ¿Qué es lo que buscan cuando nos cambian por otras? ¿Es placer? Yo creo que sí. ¿Es el afecto lo que les mueve? Creo que sí también. ¿Es la fragilidad que así los domina? Creo también que es 124 Otelo int.indd 124 9/13/13 10:47 AM esto. ¿Y es que no tenemos nosotras afectos, deseos de placer y fragilidad como tienen los hombres? Entonces que nos traten bien, o sepan que el mal que hacemos son ellos quienes nos lo enseñan.76 DESDÉMONA: Buenas noches, buenas noches. Que el cielo me permita que del mal no saque más daños, sino que algo bueno salga de este mal. (Salen.) 76 En el estilo del autor este tipo de discursos en boca de un personaje representan el modo de pensar de la época. Esta colección de conceptos, afirmaciones y sentencias pueden ser un buen asidero para el análisis del contraste entre lo práctico de Emilia y lo idealista de Desdémona en cuando a la equidad de los géneros. 125 Otelo int.indd 125 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 126 9/13/13 10:47 AM Acto quinto Otelo int.indd 127 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 128 9/13/13 10:47 AM Escena primera Chipre. Una calle. Entran Yago y Rodrigo. YAGO: Aquí, ponte detrás de este muro; vendrá enseguida. Lleva lista la espada, y ataca lo que se mueva. ¡Pronto, pronto! No temas nada. Estaré a tu lado. Esto nos salva o nos pierde; piénsalo bien, y mantén firme tu resolución. RODRIGO: Quédate cerca; puedo fallar el golpe. YAGO: Aquí estoy a tu lado, y ponte en guardia. (Se retira a corta distancia.) RODRIGO: No creo que esto salga bien y sin embargo, me da buenas razones. No es más que un hombre menos. ¡Sal, espada mía! ¡Morirá! (Se pone en guardia.) YAGO: Le he raspado todo a este joven hasta casi sacarle sangre y véanlo llenarse de cólera. Ahora, que mate a Cassio o que Cassio le mate a él o que se maten ambos, por cualquier camino salgo ganando. Si sobrevive Rodrigo, me pedirá que le devuelva el oro y las joyas que le he saqué con el pretexto de dárselas a Desdémona. Esto no debe ser. Si Cassio sale de ésta, hay en su vida una hermosura cotidiana que afeará la mía y además, el moro podría desenmascararme ante él. Corro gran peligro. No, debe morir… Pero silencio, oigo que viene. 129 Otelo int.indd 129 9/13/13 10:47 AM Entra Cassio. RODRIGO: Conozco sus pasos, es él. ¡Villano, date por muerto! (Tira una estocada a Cassio.) CASSIO: Esta estocada casi me mata, en verdad; pero mi cota de malla es mejor de lo que tú suponías. ¡Ahora probaré la tuya! (Desenvaina y hiere a Rodrigo.) RODRIGO: ¡Oh, me muero! (Yago hiere por detrás a Cassio en una pierna, y sale.) CASSIO: ¡He quedado lisiado para siempre! ¡Socorro, ayuda! ¡Al asesino! ¡Al asesino! (Cae.) Entra Otelo a distancia. OTELO: ¡La voz de Cassio!… ¡Yago ha cumplido su palabra! RODRIGO: ¡Oh, qué desgraciado soy! OTELO: ¡Eso es la verdad! CASSIO: ¡Oh, auxilio! ¡Ayuda! ¡Luz! ¡Un cirujano! OTELO: ¡Es él!… ¡Oh, valiente Yago! ¡Hombre honrado y justo, que reparas el ultraje hecho a tu amigo! ¡Tú me enseñas mi deber!… ¡Pérfida, tu amante yace muerto y tu hora maldita se acerca! ¡Ya estoy aquí, prostituta! ¡Quedan borrados de mi corazón el hechizo de tus ojos! ¡El lecho que mancillaste por deseo, quedará manchado con tu sangre lujuriosa! (Sale.) Entran Ludovico y Graciano, a distancia. CASSIO: ¡Eh! ¡Ayuda! ¿Qué no hay ronda nocturna? ¿Ni un transeúnte? ¡Al asesino! ¡Al asesino! GRACIANO: Es algún accidente desafortunado. ¡Esos gritos son verdaderamente pavorosos! CASSIO: ¡Oh, socorro! LUDOVICO: ¡Escuchen! RODRIGO: ¡Oh, miserable malvado! 130 Otelo int.indd 130 9/13/13 10:47 AM LUDOVICO: Dos o tres son los que gimen… Y la noche es oscura. Pueden ser lamentos engañosos. No debemos acercarnos por el sitio donde salen. RODRIGO: ¿Nadie viene? ¡Me desangraré hasta morir! LUDOVICO: ¡Escuchen! GRACIANO: ¡Aquí llega alguien en camisón, con luz y armas! Vuelve a entrar Yago con una luz. YAGO: ¿Quién anda ahí? ¿Quién arma tanto alboroto gritando: “¡Al asesino!”? LUDOVICO: No sabemos quién. YAGO: ¿No han oído los gritos? CASSIO: ¡Aquí, aquí! ¡En nombre del cielo, ayúdenme! YAGO: ¿Qué pasa? GRACIANO: Es el alférez de Otelo, si no me equivoco. LUDOVICO: El mismo, en verdad; un soldado muy valiente. YAGO: ¿Quién eres, que tanto gritas aquí tan lastimosamente? CASSIO: ¿Yago?… ¡Oh! ¡Estoy aquí inutilizado, herido por unos miserables! Ayúdame, te lo ruego. YAGO: ¡Ay, mi teniente! ¿Qué viles te han hecho esto? CASSIO: Creo que uno de ellos ha caído aquí cerca y quedó tan mal herido que no puede irse. YAGO: ¡Ah, malvados traidores!… (A Ludovico y Graciano.) ¿Quién anda por ahí? Vengan y ayúdenos. RODRIGO: ¡Oh, por favor, aquí! 131 Otelo int.indd 131 9/13/13 10:47 AM CASSIO: ¡Ése es uno de ellos! YAGO: ¡Oh, asesino, muere! ¡Oh, miserable! (Apuñala a Rodrigo.) RODRIGO: ¡Oh, maldito Yago! ¡Oh, perro inhumano!… ¡Oh! ¡Oh! ¡Oh! YAGO: ¡Matar a los hombres en las tinieblas!… ¿Dónde están esos ladrones sanguinarios?… ¡Qué silencio reina en la ciudad!… ¡Hey! ¡Al asesino! ¡Al asesino!… ¿Quiénes son ustedes? ¿Son gente buena o mala? LUDOVICO: Júzganos cuando nos hayas puesto a prueba. YAGO: ¿El signor Ludovico? LUDOVICO: Soy yo, señor. YAGO: Le pido perdón. Cassio yace aquí herido por villanos. GRACIANO: ¡Cassio! YAGO: ¿Qué ha pasado, hermano? CASSIO: Mi pierna está partida en dos. YAGO: ¡Pero vamos, que no lo permita el cielo!… ¡Luz, caballeros!… Te vendaré esa herida. Entra Blanca. BLANCA: ¿Qué ocurre? ¡Hola! ¿Quién gritaba? YAGO: “¿Quién gritaba?” BLANCA: ¡Oh, mi querido Cassio! ¡Oh, Cassio! ¡Querido Cassio! ¡Cassio! YAGO: ¡Oh, tramposa!… Cassio, ¿sospechas quiénes son los que te hirieron así? CASSIO: No. GRACIANO: Me apena hallarte así. Iba a buscarte YAGO: Préstenme algo para hacer un torniquete… Así… ¡Oh, si tuviéramos una litera para sacarte rápido de aquí! 132 Otelo int.indd 132 9/13/13 10:47 AM BLANCA: ¡Ay, se desvanece! ¡Oh, Cassio! ¡Cassio! ¡Cassio! YAGO: Caballeros, sospecho que esta mujer aquí presente sea cómplice de esta infamia… Resiste un instante, buen Cassio. Vamos, vamos. Pásenme una luz. ¿Conocemos esta cara, o no? ¡Ay! ¿Mi amigo y querido compatriota Rodrigo?… No. ¡Sí, seguro!… ¡Oh, cielos! ¡Rodrigo! GRACIANO: ¡Cómo! ¿El de Venecia? YAGO: El mismo, señor. ¿Lo conocías? GRACIANO: ¡Que si lo conocía! Sí. YAGO: ¿Il signor Graciano? Le pido su gentil perdón. ¡Con tal desgracia no lo había reconocido signor! GRACIANO: Me alegro de verte. YAGO: ¿Cómo estás, Cassio? ¡Oh! ¡Una litera, una litera! GRACIANO: ¡Rodrigo! YAGO: ¡Él, él mismo! ¡Es él! (Traen una litera) ¡Oh, bien hecho!… La litera. Que alguno lo saque de aquí con mucho cuidado. Traeré al cirujano del general. (A Blanca.) En cuanto a ti, señora, ahórrate tu trabajo. El que yace aquí asesinado, Cassio, era mi querido amigo. ¿Qué pelea había entre ustedes? CASSIO: Ninguna en el mundo; ni conocía a ese hombre. YAGO: (A Blanca.) —¡Cómo! ¿Palideces ya?— ¡Oh, sáquenlos al aire! (Cassio y Rodrigo son llevados afuera.) Esperen, buenos caballeros. —¿Estás pálida, señora?— ¿No advierten el terror de sus ojos? —Vaya, si estás tan espantada, sabremos más en seguida.— ¡Véanla bien! Por favor, mírenla. ¿Lo notan, señores? ¡La culpabilidad se le nota en el rostro, aunque su lengua está muda! 133 Otelo int.indd 133 9/13/13 10:47 AM Entra Emilia. EMILIA: ¡Ay! ¿Qué sucede? ¿Qué sucede, esposo? YAGO: Cassio acaba de ser asaltado aquí, en la oscuridad, por Rodrigo y otros individuos que se fugaron. Le han medio matado y Rodrigo está muerto. EMILIA: ¡Ay, el buen caballero! ¡Ay, el buen Cassio! YAGO: ¡Ve los frutos de la putería! Por favor, Emilia, averigua dónde cenó Cassio esta noche. (A Blanca.) ¡Cómo! ¿Por qué tiemblas? BLANCA: Ha cenado en mi casa; pero no tiemblo por eso. YAGO: ¡Oh! ¿Ha cenado en tu casa? Te lo ordeno, ven conmigo. EMILIA: ¡Qué vergüenza, eres una desvergonzada, una puta!77 BLANCA: ¡Yo no soy una puta, soy una mujer de vida tan honrada como tú, que me insultas así! EMILIA: ¿Honrada como yo? ¡Largo de aquí! ¡Debería darte vergüenza! YAGO: Señores, les ruego que vayamos a ver que se cure el pobre Cassio. —Venga, señora, nos contará luego otro cuento.— Emilia, corre a la ciudadela y cuéntale a mi señor y a mi señora todo lo que ha ocurrido. —¿Quieres adelantarte? (Aparte.) ¡Esta noche cambia mi suerte o me destruyo para siempre! (Salen.) La misma actitud de Yago ahora está en su esposa quien sin saber más de lo que está viendo, ya está juzgando a los demás. Blanca sufre la misma agresión que Emilia ha sufrido y que Desdémona sigue sufriendo. Esto deja en claro que las actitudes de violencia no se detienen en el agredido, quien puede continuarlas en otros. La mujer misma utiliza los insultos que los hombres profieren para despreciar a la mujer. 77 134 Otelo int.indd 134 9/13/13 10:47 AM Escena segunda Dormitorio en el castillo. Desdémona duerme en el lecho. Arde una luz. Entra Otelo. OTELO: ¡He ahí la causa! ¡He ahí la causa, alma mía!… ¡Permítanme que no la nombre ante ustedes, castas estrellas!… ¡He ahí la causa!… Sin embargo, no quiero derramar su sangre, ni desgarrar su blanca piel de alabastro, tan lisa como el mármol del sepulcro. Pero debe morir o engañará a más hombres.78 ¡Apaguemos esta luz, y después apaguemos su luz! Si te apago, flama clara, y me arrepiento enseguida, podré reanimar tu primitiva llama; pero una vez que tu luz se apague, ¡oh, tú, belleza, ya sólo el fuego de Prometeo volvería a encender tu luz! Cuando haya arrancado tu rosa, no podré darle de nuevo su vitalidad. Se marchitará. (Besando a Desdémona.) ¡Quiero aspirar esta rosa en su tallo! —¡Oh, aliento embalsamado que convence a su juez a romper la espada!— ¡Uno más! ¡Otro aún! ¡Quédate así, cuando estés muerta y te mataré, y acto seguido volveré a amarte! ¡Otro más! ¡El último!… ¡Nunca un beso tan dulce fue tan fatal!… ¡Lloro!… Pero son lágrimas Se debe notar que el victimario se asume como salvador de otras causas, y encuentra justificación para sus actos en el hecho mismo de hacerlos. 78 135 Otelo int.indd 135 9/13/13 10:47 AM crueles… ¡Este dolor es celestial; hiere allí donde ama! —Se despierta. DESDÉMONA: ¿Quién está ahí? ¿Otelo? OTELO: Sí, Desdémona. DESDÉMONA: ¿Queréis venir al lecho, mi señor? OTELO: ¿Has rezado esta noche, Desdémona? DESDÉMONA: Sí, mi señor. OTELO: Si recuerdas alguna falta que deba perdonarte el cielo y la gracia divina, pide perdón ya. DESDÉMONA: ¡Ay, mi señor! ¿Qué quieres decir con esas palabras? OTELO: Bien, hazlo, y sé breve. Mientras, espero. No quiero matar tu espíritu sin que esté preparado. No… ¡No lo permita el cielo!… ¡No quisiera matar tu alma! DESDÉMONA: ¿Hablas de matar? OTELO: Sí, dije matar. DESDÉMONA: ¡Entonces, que el cielo se apiade de mí! OTELO: ¡Amén, lo digo con todo el corazón! DESDÉMONA: Aunque hablas de esa manera, espero que no me mates. OTELO: ¡Hum! DESDÉMONA: Y, sin embargo, me das miedo, porque eres letal cuando tus ojos se entrecierran así. No sé por qué deba temer, lo ignoro, pues no tengo culpa alguna. Pero, lo siento aquí, tengo miedo. OTELO: ¡Recuerda tus pecados! DESDÉMONA: Lo que me llevo son amores. OTELO: Sí, y por ellos vas a morir. DESDÉMONA: El que mata porque lo aman, mata contra la naturaleza. ¡Ay! ¿Por qué te muerdes así el labio inferior? Alguna pasión sanguinaria hace que se 136 Otelo int.indd 136 9/13/13 10:47 AM agite todo tu ser. Ésos son los presagios. Sin embargo, espero que sea a mí a quien amenazan. OTELO: ¡Silencio, y estate quieta! DESDÉMONA: Así lo haré. Pero, ¿qué es lo que ocurre? OTELO: ¡Aquel pañuelo que quería yo tanto y que te regalé, se lo diste a Cassio! DESDÉMONA: ¡No, por mi vida y por mi alma! Manda a buscar a ese hombre y pregúntale. OTELO: ¡Dulce alma, ten cuidado, ten cuidado con las mentiras! ¡Estás en tu lecho de muerte! DESDÉMONA: Sí, pero no para morir aún. OTELO: Sí, en seguida; así que confiesa francamente tu crimen, pues aunque lo negaras, nada podrá disuadirme de acabar con tu vida. ¡Vas a morir! DESDÉMONA: ¡Entonces que el Señor tenga piedad de mí! OTELO: ¡Amén, te digo! DESDÉMONA: ¡Y ten piedad también tú! Yo no te he ofendido jamás en mi vida; nunca amé a Cassio, sino con ese cariño que el cielo nos permite. Nunca le di algún presente. OTELO: ¡Por el cielo, vi mi pañuelo en sus manos! ¡Oh, mujer mentirosa! ¡Consigues que mi corazón se vuelva de piedra, y vas a hacerme cometer un asesinato, cuando yo me proponía hacer sacrificio! ¡Yo vi el pañuelo! DESDÉMONA: Se lo habrá encontrado entonces. Yo nunca se lo di. Haz que venga y que confiese la verdad. OTELO: Ya ha confesado. DESDÉMONA: ¿Qué ha confesado, mi señor? OTELO: Que te ha usado y ha gozado de ti. DESDÉMONA: ¿Cómo? ¿Ilícitamente? 137 Otelo int.indd 137 9/13/13 10:47 AM OTELO: Sí. DESDÉMONA: ¡Jamás diría algo semejante! OTELO: ¡No, su boca está cerrada! ¡Cerrada para siempre por el honrado Yago! DESDÉMONA: ¡Oh! ¡Me lo temía!… ¡Cómo! ¿Cassio ha muerto? OTELO: ¡Aunque hubiera tenido tantas vidas como cabellos, mi apetito de venganza las habría devorado todas! DESDÉMONA: ¡Ay! ¡Lo han traicionado y yo estoy perdida! OTELO: ¡Fuera, puta! ¿Lo lloras en mi cara? DESDÉMONA: ¡Oh, destiérrame, repúdiame, mi señor, pero no me mates! OTELO: ¡Abajo, ramera! DESDÉMONA: ¡Mátame mañana! ¡Déjame vivir esta noche! OTELO: ¡No, no te resistas!… DESDÉMONA: ¡Media hora tan sólo! OTELO: No vacilaré. DESDÉMONA: ¡Sólo el tiempo para decir una plegaria! OTELO: ¡Es demasiado tarde ya! (La ahoga.) DESDÉMONA: ¡Oh, Dios! ¡Dios! ¡Dios! EMILIA: (Dentro.) ¡Mi señor! ¡Mi señor! ¡Eh! ¡Eh! ¡Mi señor! ¡Mi señor! OTELO: ¿Qué ruido es ése?… ¿No está muerta?… ¿No está del todo muerta?… ¡Soy cruel, pero compasivo!… ¡No quiero prolongar su agonía! ¡Así, así! EMILIA: (Dentro.) ¡Eh! ¡Hola! ¡Mi señor! ¡Mi señor! 138 Otelo int.indd 138 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¿Quién está ahí? EMILIA: (Dentro.) ¡Oh, mi buen señor! ¡Quisiera decirle una palabra! OTELO: Sí… Es Emilia. ¡Enseguida voy!… ¡Está muerta! ¡Quizá venga a hablarme de la muerte de Cassio! El ruido fue grande. ¡Ah! ¿Ni un movimiento más? ¡Inmóvil como la tumba! ¿La dejaré entrar? ¿Sería bueno? Creo que todavía se mueve. No. ¿Qué es preferible? Si entra, seguramente querrá hablarle a mi mujer. ¡Mi mujer! ¡Mi mujer! ¿Qué mujer?… ¡Yo ya no tengo mujer! ¡Oh, qué idea tan insoportable! ¡Por qué no hay en este momento un eclipse total de Sol y Luna para que el mundo se desgaje en el caos! EMILIA: (Dentro.) ¡Oh, mi buen señor! Se lo suplico, deje que le hable. OTELO: Te había olvidado. ¡Oh, entra, Emilia! Shhh. Pronto. Corramos las cortinas. ¿Dónde estás? (Abre la puerta.) Entra Emilia. OTELO: ¿Qué te sucede? EMILIA: ¡Oh, mi buen señor! Acaba de cometerse ahí un infame asesinato. OTELO: ¡Cómo! ¿Ahora? EMILIA: ¡Ahora mismo, señor! OTELO: ¡Es el efecto de la desviación total de la Luna! Se aproxima a la Tierra más que de costumbre, y vuelve locos a los hombres.79 79 La idea de asociar la luna con la mujer, como la causa de la locura del hombre enmarca la violencia de este acto en una antigua tradición de victimar a los inocentes sólo por una sospecha. La violencia responde también al enorme temor que provoca lo desconocido. Las referencias al eclipse, al caos y a la locura abren la posibilidad de que el cosmos sea testigo del acto de violencia y con eso, se procure un castigo mayor a la falta. Este es uno de los rasgos de la tragedia. 139 Otelo int.indd 139 9/13/13 10:47 AM EMILIA: Es Cassio, señor, ha matado a un joven veneciano llamado Rodrigo. OTELO: ¡Rodrigo muerto! ¡Y Cassio también! EMILIA: No, Cassio no ha muerto. OTELO: ¡Si Cassio no ha muerto, entonces la muerte y la dulce venganza pierden sentido! DESDÉMONA: ¡Oh, he sido injustamente asesinada! EMILIA: ¡Ay! ¿Qué grito es ése? OTELO: “¿Ése?” ¿Cuál? EMILIA: ¡Horror! ¡Ay! ¡Si era la voz de mi señora!… ¡Auxilio! ¡Auxilio! ¡Ah! ¡Auxilio! ¡Oh, señora! ¡Hábleme otra vez! ¡Dulce Desdémona! ¡Oh, dulce señora, hábleme! DESDÉMONA: ¡Que me muero, soy inocente! EMILIA: ¡Oh! ¿Quién ha cometido este crimen? DESDÉMONA: Nadie. Yo misma. Adiós. Encomiéndame a mi bondadoso señor. ¡Oh! (Muere.) OTELO: Pero, ¿cómo pudo haber sido asesinada? EMILIA: ¡Ay! ¿Quién sabe? OTELO: La oíste decir a ella misma que no fui yo.80 EMILIA: Así lo ha dicho. Debo atenerme a la verdad. OTELO: ¡Bajó al infierno como una embustera! ¡Yo fui quien la mató! EMILIA: ¡Más ángel será ella por eso, y tú serás más un diablo renegrido! OTELO: ¡Se había entregado a la indecencia, y era una infiel! 80 El victimario está convencido de que actuó en bien de los demás y que su acto no es un crimen, es justicia. 140 Otelo int.indd 140 9/13/13 10:47 AM EMILIA: ¡La calumnias y eres el diablo! OTELO: ¡Era más traicionera y peligrosa que un arma! EMILIA: ¡Y tú eres valiente al calumniarla ahora que no se puede defender! ¡Oh, a ella que te fue celestialmente fiel! OTELO: ¡Cassio la había seducido! Pregúntale, si no, a tu esposo. ¡Oh, infierno, de no haber terminado con esta traición! Tu marido sabía todo. EMILIA: ¡Mi marido! OTELO: Tu marido. EMILIA: ¿Que había sido ella infiel a su matrimonio? OTELO: Sí, con Cassio. Pues si hubiera sido fiel, aun cuando el cielo fabricara para mí otro mundo semejante, de oro puro, no lo cambiaría por éste. EMILIA: ¿Por mi marido? OTELO: Sí, él fue quien me lo advirtió primero; es un hombre honrado, y detesta el fango de todas las acciones inmundas. EMILIA: ¡Mi marido! OTELO: ¿Qué significan esas repeticiones, mujer? Tu marido he dicho ya. EMILIA: ¡Oh, mi señora! ¡La vileza burló el amor! ¿Ha dicho mi marido que ella era infiel? OTELO: Él mismo, mujer. Tu marido, repito. ¿Entiendes la palabra? Mi amigo, tu marido, el fiel, el honrado Yago. EMILIA: ¡Si ha dicho eso, que se pudra lentamente su alma maligna! ¡Miente desde lo más negro de su corazón! ¡Mi señora estaba muy enamorada de ti, su inmundo esposo! 141 Otelo int.indd 141 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Ah! EMILIA: ¡Haz lo peor que se te ocurra! Esto es tan poco digno del cielo, como tú eres poco digno de ella. OTELO: ¡Silencio! Te irá mejor. EMILIA: No tienes la mitad de fuerza para hacerme un mal que yo para sufrir. ¡Oh, necio! ¡Oh, imbécil! ¡Tan ignorante como el fango! Has cometido una falta ¡No le temo a tu espada! ¡Te denunciaré, así pierda veinte veces la vida! ¡Socorro! ¡Socorro! ¡Hola! ¡Socorro! ¡El moro ha matado a mi señora! ¡Al asesino! ¡Al asesino! Entran Montano, Graciano y Yago. MONTANO: ¿Qué ocurre? ¡Qué pasa! EMILIA: ¡Oh! ¿Has venido, Yago? Haz hecho bien, porque hay quien debe confesar su crimen sobre tus espaldas. GRACIANO: ¿Qué sucede? EMILIA: ¡Desmiente a este malvado, si eres hombre! Dice que le has contado que su esposa era infiel. Yo sé que tú no lo has contado; tú no eres un villano semejante. Habla, pues mi corazón se me sale del pecho. YAGO: Le he dicho lo que pensaba, nada que no haya podido conocer y verificar por sí mismo. EMILIA: ¿Pero le dijiste alguna vez que ella era desleal? YAGO: Sí, se lo dije. EMILIA: Le has dicho una mentira, una odiosa y condenada mentira. ¡Por mi alma, una mentira, una mentira criminal! ¡Ella desleal con Cassio! ¿Dijiste que con Cassio? YAGO: Con Cassio, señora. Vamos, detén la lengua. 142 Otelo int.indd 142 9/13/13 10:47 AM EMILIA: No retendré mi lengua; estoy obligada a hablar. ¡Mi señora yace ahí, asesinada en su lecho!… TODOS: ¡Oh, no lo permita Dios! EMILIA: ¡Y han sido tus mentiras las que le han hecho cometer este asesinato! OTELO: ¡No se asombren, señores! ¡Es la pura verdad! GRACIANO: ¡Terrible verdad! MONTANO: ¡Oh, qué acto monstruoso! EMILIA: ¡Infamia! ¡Infamia! ¡Infamia! ¡No me cabe duda! ¡La sospecho! ¡La olfateo! ¡Oh, infamia!… ¡La presumía ya! ¡Me moriré de pena!… ¡Oh, infamia, infamia! YAGO: ¡Cómo! ¿Estás loca? ¡Te lo ordeno: regresa a casa! EMILIA: ¡Buenos caballeros, permítanme que sea yo quien hable! Es justo que le obedezca a mi marido, pero no ahora. ¡Quizá, Yago, ya nunca vuelva al hogar! OTELO: ¡Oh, oh, oh! (Cae sobre el lecho.) EMILIA: ¡Así! ¡Déjate caer y gime! ¡Pues mataste a la tierna inocente que no alzó jamás los ojos al cielo! OTELO: (Levantándose.) ¡Oh! ¡Era impura! (A Graciano.) Apenas le conozco, tío. ¡Ahí yace su sobrina, cuyo aliento, en verdad, acaban de cortar estas manos! ¡Sé que este acto parece horrible y cruel! GRACIANO: ¡Pobre Desdémona! ¡Cuánto me alegro de que no esté aquí tu padre! ¡Tu casamiento fue para él un golpe mortal, y fue la pena que cortó en dos el viejo hilo de su vida! Si viviera ahora, este cuadro lo habría lanzado al abismo. ¡Sí! ¡Maldeciría a su buen ángel, la arrojaría de su lado y obtendría la reprobación del cielo! 143 Otelo int.indd 143 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Qué lástima me da! Pero, Yago sabe que cometió mil veces con Cassio el acto vergonzoso. Cassio mismo lo ha confesado. Y ella recompensó sus amores con un presente que yo le entregué en los primeros días; yo he visto esa prenda en manos de Cassio; era un pañuelo, un antiguo obsequio que mi padre había hecho a mi madre. EMILIA: ¡Oh, cielo! ¡Oh, poderes del Cielo! YAGO: (A Emilia.) ¡Por Dios Santo! ¡Que te calles! EMILIA: ¡Lo diré! ¡Lo diré! ¿Callarme, señor? ¡No, no! ¡Hablaré tan libremente como el viento! ¡El cielo, los hombres, los diablos, todo, todo, todo, puede avergonzarse de mí, pero hablaré! YAGO: Sé juiciosa y vete a casa. EMILIA: ¡No quiero! (Yago intenta herir a Emilia.) GRACIANO: ¡Quita! ¡Mira que levantas tu espada contra una mujer! EMILIA: ¡Oh, moro estúpido! El pañuelo de que hablas lo encontré yo por casualidad y se lo di a mi marido; pues a menudo y con mucha insistencia, me había suplicado que lo robara. YAGO: ¡Infame traidora! EMILIA: ¡No se lo entregó ella a Cassio! ¡No, ay! ¡Yo lo encontré y se lo di a mi marido! YAGO: ¡Mientes, basura! EMILIA: ¡Por el cielo, que no miento! ¡No miento, caballeros! ¡Oh, imbécil asesino! ¿Por qué había de hacer semejante cizaña con una esposa tan buena? OTELO: ¡Maldito villano! (Se precipita sobre Yago. Yago hiere a Emilia y sale.) 144 Otelo int.indd 144 9/13/13 10:47 AM GRACIANO: ¡Esta mujer se cae! ¡De seguro que ha matado a su esposa! EMILIA: ¡Sí, Sí!… ¡Oh! ¡Llévenme al lado de mi señora! GRACIANO: Huyó, pero hirió de muerte a su mujer. MONTANO: ¡Es un malvado infame! Ten esta arma que acabo de quitar al moro; vigila la puerta al exterior; no lo dejes pasar, antes mátalo. Voy a correr tras ese bellaco, que es un esclavo maldito. (Salen Montano y Graciano.) OTELO: ¡Ya no me queda fuerza, pues cualquier guiñapo puede arrebatarme la espada! Pero ¿por qué el honor había de sobrevivir a la honestidad? ¡Que se vayan juntos! EMILIA: ¿Qué presagiaba tu canción, señora? ¡Óyeme! ¿Puedes escucharme? ¡Quiero imitar al cisne y morir cantando! (Cantando.) Sauce, sauce, sauce… ¡Moro, ella era casta! ¡Te amaba, moro cruel! ¡Así posea mi alma la dicha suprema porque digo la verdad! ¡Y diciendo lo que pienso,81 muero!… ¡Muero! (Muere.) OTELO: ¡Tengo otra arma en esta habitación! ¡Es una espada española! ¡Oh, aquí está!… ¡Tío, debo salir! GRACIANO: (Dentro.) ¡Si lo intentas, te costará caro! No tienes armas, y a la fuerza habrás de rendirte. O TELO : ¡Mírame aquí dentro, entonces, y háblame; o desarmado como estoy, me lanzaré sobre ti! Vuelve a entrar Graciano. Emilia recupera al final de su existencia el valor que le permite expresar lo que sabe y piensa. Muere salvada por decir la verdad. Su palabra de mujer, que en vida valió tan poco, en la muerte la redime. 81 145 Otelo int.indd 145 9/13/13 10:47 AM GRACIANO: ¿Qué ocurre? OTELO: ¡Mira! ¡Tengo un arma magnífica! He visto el día en que, con este débil brazo y esta buena espada, me abría un camino a través de obstáculos veinte veces más potentes que tu resistencia… Pero, ¡oh, alarde inútil! ¿Quién puede oponerse a su destino? No ocurre así ahora. No temas, aunque me veas armado. He aquí el fin de mi viaje. ¿Retrocederás de espanto? No temas. Dirige tan solo un junco contra el pecho de Otelo y se retirará. ¿Dónde habría de ir Otelo? Veamos, ¿qué aspecto presentas ahora? ¡Oh, mujer nacida bajo una mala estrella! ¡Pálida como tu camisa! ¡Cuando nos encontremos en el juicio de Dios, tu aspecto bastará para precipitar mi alma fuera del cielo, y los demonios se apoderarán de ella! ¡Fría, fría, mi bien! ¡Fría, como tu misma castidad! ¡Oh, maldito, maldito esclavo!… ¡Demonios, arrójenme a latigazos de la vista de esta celestial visión! ¡Arrójenme a rodar en los vientos sin reposo! ¡Quémenme en azufre! ¡Métanme en las olas profundas del fuego líquido! ¡Oh, Desdémona! ¡Desdémona! ¡Muerta! ¡Oh, oh, oh! Entran Ludovico, Montano, Cassio, llevado en una litera, y oficiales, con Yago preso. LUDOVICO: ¿Dónde está ese furioso desventurado? OTELO: ¡Éste es el que fue Otelo! Véanme aquí. LUDOVICO: ¿Dónde está esa víbora? ¡Que avance ese malvado! OTELO: Miro sus pies; pero es una fantasma. ¡Si eres un diablo, no puedo matarte! (Otelo hiere a Yago.) 146 Otelo int.indd 146 9/13/13 10:47 AM LUDOVICO: ¡Quítenle la espada! YAGO: Sangro, señor; pero me no me han matado. OTELO: Tanto mejor; quisiera que vivieras, pues a mi juicio, morir será una dicha. LUDOVICO: ¡Oh, tú, Otelo, alguna vez fuiste tan eminente, has caído en los lazos de un esclavo maldito! ¿Cómo habremos de recordarte, qué diremos de ti? OTELO: Pues cualquier cosa: que fui un asesino honorable, si quieres, pues nada he hecho por odio, sino todo por amor.82 LUDOVICO: Ese miserable ha confesado en parte su villanía, ¿convinieron él y tú la muerte de Cassio? OTELO: Sí. CASSIO: Nunca he dado motivo, querido general. OTELO: Lo creo, y te pido perdón. Por favor, ¿quieres preguntar a ese demonio por qué embrujó así mi alma y mi cuerpo? YAGO: No me preguntes nada; sabes lo que sabes. A partir de este momento no pronunciaré ni una palabra. LUDOVICO: ¡Cómo! ¿Ni para rezar? GRACIANO: Los tormentos abrirán sus labios. OTELO: Bien; haces muy bien. LUDOVICO: Señor, debes saber algo que ha ocurrido y que ignoras aún, creo. Aquí hay dos cartas que Rodrigo traía entre sus ropas. Ve ésta que revela que Rodrigo debía matar a Cassio. 82 El victimario tiene una visión distorsionada de sus actos, los considera propio de alguien justo y noble. 147 Otelo int.indd 147 9/13/13 10:47 AM OTELO: ¡Oh, maldito! CASSIO: ¡Eres un bárbaro estúpido! LUDOVICO: Ve ahora esta otra, llena de reproches para Yago, pero parece que Yago vino y se le adelantó. OTELO: ¡Oh, cuánto daño tan cobarde! ¿Cómo llegó a tus manos, Cassio, el pañuelo que pertenecía a mi mujer? CASSIO: Lo encontré en mi habitación, y Yago ya confesó hace un instante que él lo dejó ahí para urdir su trampa. OTELO: ¡Oh, vil, maldito, necio! CASSIO: En su carta, Rodrigo le reclama a Yago por mandarlo a insultarme en el cuerpo de guardia para hacerme enojar y provocar que perdiera mi empleo; y hace unos instantes, ya que lo creíamos muerto, ha confesado que Yago fue quien lo hizo enfurecer; fue Yago quien le dio de puñaladas. LUDOVICO: (A Otelo.) Debe abandonar esta habitación y venir con nosotros. Ha sido destituido de su poder y de su mando; ahora Cassio manda en Chipre. En cuanto a este miserable, si existe alguna crueldad refinada que pueda hacerle sufrir mucho y por mucho tiempo, no escapará a ella. Usted permanecerá preso aquí hasta que el Estado de Venecia conozca la gravedad de su falta y nos ordene. Mientras tanto, llévenselo. OTELO: ¡No tan rápido! Permítame decir una palabra o dos antes irme. He servido al Estado y lo saben los senadores. Pero no hablaré de eso… Solamente les suplico que cuando en sus reportes y cartas narren esta desgracia, hablen de mí tal como soy; no atenúen nada ni añadan nada sobre mi malicia. Pues si lo hacen, 148 Otelo int.indd 148 9/13/13 10:47 AM retratarán a un hombre que no amó con cordura, sino que amó bien; de un hombre que no fue fácilmente celoso; pero que una vez mordido por la duda, se dejó llevar hasta las últimas consecuencias; de un hombre cuya mano, como la del indio vil, sacrificó la perla más preciosa de toda su tribu; de un hombre que lloró como los árboles de la Arabia vierten su goma medicinal. Retrátenme así, cuenten que una vez en Alepo, donde un turco con turbante golpeaba a un veneciano e insultaba a la República, agarré a ese perro circunciso por la garganta y lo maté…¡así! (Se da de puñaladas.) LUDOVICO: ¡Oh, que final sangriento! GRACIANO: Todo lo que se diga, será poco. OTELO: ¡Te besé antes de matarte!… ¡No me queda más que matarme para morir con un beso! (Cae sobre Desdémona y muere.) CASSIO: Lo temía, por su gran corazón, pero creí que estaba desarmado. LUDOVICO: (A Yago.) ¡Tú, perro espartano más cruel que la angustia, el hambre o la mar! ¡Mira lo que has logrado! ¡Aquí tienes tu obra que quema los ojos! Cúbrelos, Graciano, vigila la casa y guárdate lo bienes del moro, pues los heredaste. A usted, señor gobernador, le corresponde dictar la sentencia de este infernal malvado. Fije el tiempo, el lugar, el suplicio. ¡Ah, ojalá sea terrible! Yo ya me voy, con el corazón destrozado, a llevar a Venecia el relato de todo este doloroso hecho. (Salen.) Fin de Otelo, el moro de venecia. 149 Otelo int.indd 149 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 150 9/13/13 10:47 AM Guía para el alumno Ejercicios para la comprensión de contextos y situaciones en de William Shakesperare POR BEATRIZ ÁNGELES RICAÑO Y ROBERTO DOMÍNGUEZ CÁCERES Otelo int.indd 151 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 152 9/13/13 10:47 AM Otelo, el moro de Venecia de William Shakespeare es una obra escrita hacia 1604, que nos permitirá introducirnos al tema de la violencia verbal y física, que son derivadas de la incomprensión y el rechazo de lo que es distinto a uno mismo. Sus situaciones, los rasgos de los personajes y el conflicto humano hacen que esta obra sea una excelente manera de promover la reflexión sobre las emociones, las consecuencias de la violencia, los peligros de la xenofobia y del racismo, entre otros temas. Otelo es un hombre de mediana edad, excelente en el trabajo para el que lo han contratado, tiene el respeto de muchos de quienes depende su honor, pero al mismo tiempo, despierta la desconfianza, el desprecio y la envidia de otros personajes que simplemente lo rechazan porque es distinto. La palabra moro, como se recordará, tiene connotaciones peyorativas hacia la pigmentación de la piel o al lugar de origen. En la actualidad, las palabras derivadas de moro, como morocho, moreno, morenito, y otras tales como indio, prieto, renegrido o negro, tienen fuertes connotaciones despectivas cuando se las usa para describir una rasgo físico tan natural como el color de piel. Pensemos que desde el momento histórico al 153 Otelo int.indd 153 9/13/13 10:47 AM que aluden los eventos de la obra, ya existía una gran cantidad de prejuicios sobre el otro. Así, aunque el moro es valioso para la sociedad veneciana, no deja de ser despreciado por su físico. Como es conocido gracias a los estudios sociológicos actuales, las personas asimilamos de los demás un concepto con el que nos narramos. Otelo confía en sí mismo, pero también hace caso de lo que los demás piensan de él. Por extensión, confía más en la apariencia que en su propio poder de discernir razonadamente una opinión. Muy pronto en la obra aparecen palabras para marcar las diferencias entre la gente de la ciudad y los “otros”. Por ejemplo, el moro es contratado para defender los intereses comerciales de Venecia contra “el otomano” o “el turco”, nombrado así como un conjunto homogéneo desde la “normalidad” de la ciudad. Otro caso sería la manera como se refieren los otomanos a los venecianos, pero debemos recordar que toda obra de arte literaria tiene impreso un modo de ver modo de ver el mundo; es decir, tiene un sesgo ideológico. Por eso, invitamos aquí a leer con cuidado las expresiones de los diferentes personajes cuando se refieren a los demás. Por ejemplo, el padre de la novia, Brabancio, se expresa mal de su mal venido yerno, Otelo; o también, entre congéneres, como cuando Emilia se expresa despectivamente de Blanca. Y entre géneros, es notable la cantidad de prejuicios, generalizaciones, naturalizaciones de conductas despectivas e insultos de los hombres hacia las mujeres. Aunque Desdémona sea la que sufre la máxima pena, las otras también son víctimas del maltrato. 154 Otelo int.indd 154 9/13/13 10:47 AM Por motivos de la apariencia, es decir, lo que se ve sin que se sepa más allá de eso, Otelo cae en la trampa que le tiende Yago. A lo largo de la obra hay varios ejemplos del pernicioso papel de las falacias, las generalizaciones o, simplemente, presenciaremos un drama trágico que tiene su origen en la envidia. Ésta es una forma de violencia ya que vuelve culpables a personas que no han cometido ninguna falta. El drama de la obra se centra en la provocación de los celos, cuya explicación psicológica, sociológica o cultural es muy compleja. Los celos son un fenómeno que debe abordarse desde diferentes dimensiones. En este ejercicio, haremos una introducción para el conocimiento de las emociones. Seguramente podrás recordar cuáles son esas emociones en la obra: la envidia de Yago por no tener el puesto que según él “le robó” Cassio, la confianza que éste despierta en Otelo primero y las sospechas que sus mismas amabilidades provocan. O bien, la desconfianza de Otelo hacia su mujer, a quien no da nunca oportunidad de exponer sus motivos, todos son momentos de una gran violencia. Y sin duda, el asesinato a manos del esposo es un triste recuerdo que estos crímenes se siguen cometiendo. ¿Qué pudo haber pasado distinto? ¿Qué podemos aprender de esta obra para evitar que se repita el castigo de una inocente? Las respuestas descansan en una explicación de la compleja naturaleza de las emociones y cómo nos relacionamos con ellas. No podemos dejar de lado que la obra, como muchas grandes tragedias literarias, tiene un sentido de representación de la realidad cotidiana. Así, lejos de promover las conductas agresivas o los 155 Otelo int.indd 155 9/13/13 10:47 AM impulsos destructivos, la obra debe hacernos reflexionar sobre lo que podemos cambiar. Esperamos que estos ejercicios faciliten tu análisis y promuevan nuevas ideas para disfrutar de una convivencia más armónica. Para aproximarnos al texto Primer paso: ¿puedes reconocer qué situaciones te plantea el texto, y cuál es el problema de cada personaje? Antes de dar una opinión, identificar es clave para la comprensión global del texto; implica también entender el significado de las palabras, el sentido de las oraciones o diálogos en la obra. Otelo: el moro de Venecia ha sido adaptado para que sea más fácil la comprensión de algunos contextos sobre la violencia de género, los prejuicios y las relaciones humanas. Hay muchas versiones de esta obra. En la que aquí te presentamos encontrarás un lenguaje más adecuado a la época actual, pero se ha respetado el espíritu de las situaciones dramáticas. Segundo paso: pregúntate si el texto te gustó o no. El gusto es una expresión de nuestra forma de ver el mundo, por eso es indispensable cultivarlo. No a todos nos gusta lo mismo, debemos respetar los gustos de los demás. Decir lo que te gusta es ya una apropiación del texto. Tercer paso: si ya dijiste que el texto te gusta o no te gusta, ahora lo importante es que sepas decir por qué. Para ello, debes encontrar en el texto situaciones, personajes y expresiones que puedan confirmar o apoyar tu valoración. Por ejemplo: “La reacción de Yago ante 156 Otelo int.indd 156 9/13/13 10:47 AM su frustrado ascenso me gustó porque Yago dice cosas como ‘Sé lo que valgo y creo que no merezco menos’”. Si expresas tu gusto o disgusto por una parte del texto, estás fundamentando tu opinión. Cuarto paso: repite el proceso de buscar partes, palabras u oraciones en el texto que confirman nuestra opinión sobre la obra, pero además determina cuáles de todos esos fragmentos son los más importantes para fundamentar tu opinión. Aquí podrás ver que no todos coincidiremos en los mismos fragmentos ni en la misma opinión; o incluso, tendremos una opinión semejante pero basada en partes distintas. Esto se debe a que cuando leemos nos fijamos más en aquello que nos interesa, lo que significa más para cada uno. De alguna forma, nuestra manera de ver el mundo nos guía para leer un texto de una u otra forma. Casi todas las lecturas serán válidas si están debidamente fundamentadas en el texto. Es muy importante que tu opinión esté basada en el texto, en lo que aparece en él. Puede repetir esta selección varias veces a lo largo de tu lectura. Por eso decimos que cada vez que se lee un texto encontramos cosas nuevas, porque que cada lectura previa nos va ayudando a saber más para una nueva. Si ya conocías la obra o si habías oído hablar de Otelo, este conocimiento te permitirá leer ahora mejor. Quinto paso: expresa qué has aprendido al leer esta obra, qué conocimientos sobre las personas, la forma como se relacionan, lo que desean, sus anhelos, etcétera, se ha integrado a tu conocimiento. En este paso, nos preguntamos qué es lo que la obra nos puede enseñar para nuestra vida en sociedad. Esta es 157 Otelo int.indd 157 9/13/13 10:47 AM la parte que más nos interesa, pues el objetivo de esta adaptación es hacerte reflexionar sobre los contextos en los que la violencia puede surgir. Los celos nos son derivados del amor solamente; la envidia, las comparaciones, la intolerancia a lo diferente está en muchos de los conflictos con los que tenemos que lidiar todos los días. Creemos que leer Otelo te ayudará a mejorar tus relaciones interpersonales. El texto y sus ideas Una tragedia tan famosa como Otelo, el moro de Venecia se remonta a un pasado imaginado en el Renacimiento inglés, pero la maestría de su elaboración nos permite vivir con gran emoción lo que en ella sucede. Estas situaciones se pueden dar en cualquier parte del mundo, en cualquier momento de la vida de las sociedades. Hoy, mientras lees esto, alguien está sintiendo celos provocados por su imaginación, y si no sabe cotejar la realidad con las suposiciones que la mente nos deja hacer, puede cometer actos terribles como los representados en la obra. Todo texto literario expresa ideas sobre la realidad y nos permite reflexionar sobre nuestras maneras de pensar sobre el mundo. Toda obra de ficción nos remite a un sistema de creencias por el cual un grupo de personas organiza sus comportamientos alrededor de dicho conjunto. A esto se le llama ideología. La ideología nos permite valorar los hechos como buenos o malos, correctos o incorrectos; tiene un carácter compartido, 158 Otelo int.indd 158 9/13/13 10:47 AM colectivo y es histórica. Este sistema de creencias cambia a lo largo de la historia, no es estático. Por ello es muy importante leer un texto de una época o autor preciso para saber como “piensa” acerca de la realidad, de los individuos, de sus anhelos y preocupaciones. Las palabras y las formas como se expresan los personajes en un texto deben leerse con atención para descubrir las ideas que implican. En Otelo, el mundo público de los hombres de Estado y los militares se enfrenta al mundo íntimo y femenino; o bien los prejuicios de propios contra extranjeros, o entre personas aparentemente amigas que entran en conflicto por no tener la capacidad para comunicarse propositivamente. El autor puede tener muchas intenciones al escribir una obra, pero es el lector quien decide por cuál de esas propuestas hacer su lectura. El lenguaje y sus marcas El texto de una obra de teatro se comprende íntegramente cuando se estudian sus diferentes dimensiones: la escénica, la actoral, la musical, sus efectos o sus diálogos. En esta serie de ejercicios, nos aproximaremos a una lectura del texto como representación de las ideas sobre la realidad que aparecen en la historia del desventurado Otelo, quien se ha casado con un joven a la que enamoró con sus historias. La ficción nos ayuda comprender que los seres humanos muchas veces actuamos movidos por la emoción y la pasión. Esto nos hace vulnerables a las malas decisiones; y alguien se 159 Otelo int.indd 159 9/13/13 10:47 AM puede aprovechar de esta debilidad. Así, Otelo: el moro de Venecia es un espléndido retrato de las complejas y fascinantes relaciones humanas. El diálogo, junto con los ademanes y los trazos, hacen que el personaje de una obra cobre vida. Intentaremos una lectura del texto desde la perspectiva de género, de las actitudes tanto femeninas como masculinas que se relacionan con abusos de poder, tratos desiguales, generalizaciones y prejuicios. Por ejemplo, los hombres, aunque guapos y galantes, tratan mal a las mujeres a las que seducen; las mujeres no tienen posibilidad de defenderse porque su educación y la cultura en la que viven, les impide valorarse como seres plenos y dignos. Los celos no están relacionados con el nivel amor, como ya hemos dicho, sino con la inseguridad que proyectamos en la persona que los propicia. Desdémona es la representación de un problema desafortunadamente actual y apremiante: las mujeres son víctimas de ataques o violencia que puede conducir a la muerte. Y en muchas ocasiones, el agresor es alguien conocido o cercano a la víctima. Un discurso nos permite comunicar pensamientos, ideas precisas, tiempos y emociones. Sobre todo, nos acerca con una forma de ver el mundo. En el texto dramático, por ejemplo, las estructuras de narración, descripción o argumentación se combinan en el diálogo. Pocas palabras deben decir mucho al espectador, quien al percibirlas junto con otros estímulos, como la escenografía, la voz del actor, sus desarrollos en la escena, etc., las comprende mucho más fácilmente que 160 Otelo int.indd 160 9/13/13 10:47 AM si estuvieran aisladas o mudas en un pedazo de papel. El teatro es acción y así queremos que se entienda; por eso, más allá de sólo leer las palabras del diálogo, la intención de estos ejercicios es que se represente la obra en una versión que le dé vida y demuestre la vigencia de sus contenidos. El análisis que proponemos consiste en localizar palabras, expresiones, frases o situaciones en las que se manifiestan formas de pensar particulares. A esta palabras o expresiones se les conoce como marcas. Algunas de éstas serán más evidentes como actitudes violentas o abusivas entre los personajes de la obra. En la teoría del análisis del discurso, una marca se define como la huella en el lenguaje que deja una idea o actitud de sus hablantes. Una marca es una muestra de una forma de pensar y de representar el mundo. Todo texto representa y traduce una realidad a través de varias estructuras y un orden temporal y espacial del lenguaje. El lenguaje es una memoria y un archivo de marcas con las que el lector identifica conocimientos previos de su cultura. A partir del reconocimiento de ciertas marcas, el lector puede hacer una predicción de los sentidos del texto. Por ejemplo, los hombres repiten adjetivos insultantes para las mujeres a quienes denominan sin contemplaciones ni conocerlas. La obra tiene un marcado ambiente masculino que deber ser analizado en sus señas. ¿Cuáles son los atributos de un hombre íntegro y cuáles son los atributos de una mujer íntegra? No deberían verse muy diferentes. A partir de la lectura de un texto por sus marcas, podremos establecer dos momentos de la comprensión 161 Otelo int.indd 161 9/13/13 10:47 AM de la realidad representada en él: en un primer momento, una lectura a nivel microcosmos, veremos las acciones de un alférez que, despechado por no obtener el puesto de teniente, provoca una serie de muertes trágicas; en un segundo momento, otro nivel de lectura, que denominamos el nivel macrocosmos, permitirá leer el drama de Otelo y sus sospechas, y de Desdémona y su ingenuidad, como la representación de toda una sociedad que, desde siempre, no considera igual a los mujeres y los hombres, que marca diferencias por color de piel o la procedencia, por las características físicas de alguien o simplemente porque se deja llevar por los consejos interesados de alguien con más poder. Podremos leer la obra como una crítica de situaciones de abuso sobre las que debemos reflexionar para luego cambiarlas. La obra no hace un elogio a la violencia, sino que nos ofrece una posibilidad de reflexionar para cambia la violencia por el diálogo. La lectura con marcas Lo primero que el lector debe hacer es leer enteramente el texto de la obra de teatro. Debe buscar los significados de las palabras que desconozca, al menos en su sentido literal o denotativo, echando mano de algún diccionario. También debe echar mano de sentido común, de su experiencia previa como usuario del lenguaje, como miembro de una sociedad en relación con otros. Es así indispensable que recurra a sus experiencias previas para que incremente su comprensión. 162 Otelo int.indd 162 9/13/13 10:47 AM Luego, debe localizar las marcas de contextos precisos con lo que deseamos que se familiarice. Puede ser que una expresión, un adjetivo, un empleo o giro de lenguaje que no sea muy evidente fuera del contexto, por ello deber analizarse con más cuidado. 163 Otelo int.indd 163 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 164 9/13/13 10:47 AM Notas para el análisis de algunos personajes de de William Shakespeare Y Otelo int.indd 165 POR BEATRIZ ÁNGELES RICAÑO ROBERTO DOMÍNGUEZ CÁCERES 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 166 9/13/13 10:47 AM Antes de llevar a cabo el análisis de algunas situaciones violentas en la obra, te aconsejamos saber más de cada uno de los siguientes personajes. Para ello, lee las siguientes notas. Yago es el motor de la obra, su envidia y su venganza se desatan porque no recibió el ascenso que cree merecer más que otro, el florentino Miguel Cassio. Yago se mueve por el oscuro deseo de venganza. Es un personaje que todo lo razona, con una serie de argumentos falsos y perversos, pero dichos con tal tino y en el momento preciso, que logran convencer a otros para actuar en su favor. Yago no estima a nadie, usa a todos para llevar a cabo su complicada venganza. Piensa que las mujeres son seres inferiores, inclinadas a la infidelidad, tal como lo pueden probar todo lo que dice con respecto a los personajes femeninos de la obra: su mujer, la esposa de su amo o la amiga de su enemigo, comparten la misma naturaleza que es moralmente bueno destruir. Otelo se da valor por lo que los demás piensan y dicen de él. Su esfuerzo desde niño por ascender el mundo militar, lo instruye para ser solamente un persona pública. Su ámbito ideal es la batalla o las situaciones de 167 Otelo int.indd 167 9/13/13 10:47 AM peligro, pero no lo íntimo ni lo cotidiano. Se sabe poco de él, y todo lo que sabemos de él es porque él mismo lo dice. Su discurso es grandilocuente, lleno de figuras pesadas e imágenes marciales. No sabe conducirse de otra manera. Ha sido contratado por sus méritos para defender a una sociedad en la que es discriminado por sus características físicas y por ser extranjero. A pesar de eso, Otelo tiene un gran orgullo con el que se defiende de tales insultos, pero ese mismo orgullo le impide razonar cuando alguien atenta contra su honorabilidad, aunque sólo sea por una suposición. Así, cuando Yago le incuba las ideas sobre la infidelidad de su mujer, Otelo no tiene forma ni capacidad para contrarrestar esas imágenes con juicios basados en hechos. Defiende la justicia, el derecho, la autoridad y el deber, pero en lo personal sólo se maneja porlas emociones, en especial las destructivas: la sospecha, el temor y los celos. Como muchos hombres que son agredidos física o verbalmente, Otelo se defiende usando su autoridad y la violencia. En la obra, la imagen que los demás tengan de él es tan importante como la que él mismo pueda considerar. Yago tiene más credibilidad ante él que su mujer, posiblemente porque es hombre y militar o porque le propone resarcir su honor, luego de la supuesta ofensa de Desdémona. Lo que dirían los demás de lo que le pasa pesa más que su amor por su esposa. El contraste entre la ternura con la que ve dormir a Desdémona justo antes de matarla puede ser un indicio de que no sabe estar a solas consigo mismo ni con ella. La gloriosa guerra lo incapacita para lo doméstico; no sólo es un negro en un mundo de blancos, sino también es un 168 Otelo int.indd 168 9/13/13 10:47 AM solitario que desde muy joven ha conocido solamente la guerra, sus campamentos, su lenguaje, sus modales, sus aventuras, en un incesante movimiento de ascenso como soldado profesional. No tiene amigos íntimos, no tiene charlas informales con nadie; siempre habla con grandilocuencia para aplacar una revuelta en su contra, ordenar a los vigilantes o para mantener su mando y su autoridad; esto es, incluso, lo que le hace que Desdémona se enamore de él: la narración de sus glorias guerreras. Cassio representa todos los atributos y cualidades de las que carecen tanto Otelo como Yago. Él es antagonista involuntario de ambos, pues está en el sitio equivocado en el momento equivocado. Todos los atributos que lo definen lo hacen enemigo de los demás: es una víctima de las frustraciones de Yago, a quien le ganó el puesto de teniente, y de Otelo, porque es más sutil y más cercano al estereotipo del hombre atractivo en la sociedad en la que viven. Sus modales son de seductor, pero desafortunadamente no sabe beber y esto provoca que sea presa fácil de las maquinaciones de Yago. Miguel Cassio no es veneciano sino florentino, rasgo que del que se sirve Yago para justificar su supuesta inmoralidad. Desdémona es una joven que proviene de una familia adinerada y que vive al cuidado de su padre; como muchas jóvenes de entonces y ahora, pasa del cuidado de una familia, padre o madre, al de un esposo, y nunca tiene la oportunidad de valerse por sí misma, por lo 169 Otelo int.indd 169 9/13/13 10:47 AM que ocasiona que su autoestima disminuye. Desdémona se enamora de la imagen que Otelo construye de sí mismo: valiente, osado, sobreviviente, etcétera. No hay evidencias de que hayan tenido un trato —o noviazgo— más allá de estas conversaciones, no se conocen como personas en lo cotidiano. Ella es emotiva, bien educada, tierna y extraordinariamente ingenua, pues no considera que algo pueda tener consecuencias negativas o que se pueda malinterpretar. En una escena clave, ella dice debió respeto a su padre y ahora lo debe a su esposo; en ese momento, ella pasa de un dueño a otro. El padre la considera un objeto de intercambio, con el que se pudo haber negociado un mejor matrimonio, con alguien de su misma condición o apariencia. Ella misma se considera valiosa por lo que le puede ofrecer a su esposo: fidelidad y obediencia irrestricta. Incluso ante las terribles acusaciones de su marido, ella se siente culpable, no reacciona ni se defiende, solamente se da por ofendida. No intenta nunca un diálogo. Su perseverancia linda con la testarudez, pues aunque sabe que la defensa de Cassio puede acarrearle problemas, o que sus ruegos son inoportunos, insiste en defenderlo. Desdémona no es prudente, es emocional y apasionada. Es la representación más famosa de la injusticia a manos de los celos. Su belleza, inocencia y el estar educada solamente para obedecer, apresuran su trágico fin. Emilia es la representación de lo práctico; su sabiduría la toma de las experiencias cotidianas, y su condición de gente al servicio de su ama le permite ser confidente y mensajera, pero también es una contraparte del espíritu 170 Otelo int.indd 170 9/13/13 10:47 AM de Desdémona, que parece no saber del mundo y sus criaturas. Habla con figuras muy claras: los hombres son estómagos que devoran a las mujeres, que son como el alimento. Emilia confía hasta la muerte en la virtud y en el honor de su dueña. Es víctima del atrevimiento a decir la verdad del caso. Muere a manos del marido, porque éste ve amenazado su secreto. Su discurso está lleno de sentencias populares, que constituyen el conocimiento de la gente por las costumbres. Su único acto de valentía es hablar sin el permiso de su esposo; en este rasgo podemos notar la condición de violencia psicológica contra la mujer, a quien el esposo usa para conseguir sus fines. Como Desdémona, es víctima de los engaños y prejuicios masculinos. Brabancio es un senador de la República, y como Yago y Rodrigo, no quiere a Otelo porque pertenece a una etnia que se asume como inferior en calidad moral, y más proclive a la lascivia, la bravura y la brutalidad. Todas las veces que habla de Otelo se refiere a él con desprecio, por medio de adjetivos peyorativos. El anhelo de todo padre es casar “bien” a su hija, con alguien que corresponda a la construcción que su clase ha determinado como la mejor. No puede comprender que su hija se fije en alguien tan distinto a ellos como Otelo. En ningún momento se muestra dispuesto a dialogar ni con Desdémona, ni con Otelo. Cuando se entera que fue por propia voluntad, y no con hechizos, que su hija accedió a casarse con Otelo, él la da por muerta. Él mismo muere sin haberse reconciliado con ellos. El orgullo arruina su vida, la hace desgraciada. La desconfianza y prejuicio hacia lo diferente marcan el destino de este personaje. 171 Otelo int.indd 171 9/13/13 10:47 AM Algunas situaciones violentas Antes de abordar estas situaciones, diremos que de todos los grupos sociales representados en la obra, las mujeres son las que sufren mayor grado de lo que hoy se considera como ansiedad: se les exige a ellas más que a los hombres. Dentro de la obra, Desdémona debe ser la joven perfecta que no cuenta con ningún derecho, una vez que los ha cedido a su esposo, de tener una amistad legítima con otro hombre. Esto, que actualmente consideramos absolutamente normal, en la obra nos debe hacer reflexionar sobre los muchos aspectos que se exigen a la mujer sólo por serlo. Así como Emilia debe ser obediente, conseguir todo lo que el esposo quiera y nunca hablar en público; o bien que Blanca no pueda tener un amigo con el que se entienda sin ser acusada de todos los males, mientras nadie repara en que Cassio tiene también responsabilidad en su hacer, por ejemplo. Hoy en día, los medios masivos de comunicación construyen y perpetuan estereotipos sociales, de edad, de género y de ocupación: por ejemplo, a las mujeres se les exige ser jóvenes, estar en forma, ser exitosas y no envejecer para aparecer en programas de televisión, y existe un doble estándar sobre el envejecimiento entre hombres y mujeres; o se plantea que el ser madre se opone al hecho de tener una carrera o trabajo bien remunerado, y que la mujer no debe decidir su propio bienestar sni antes considerar el de los demás, incluso si con ello pone en peligro su integridad. De manera semejante, en la obra que estudiamos los papeles de género, masculino y femenino, lo que cada uno debe ser, y esto nos permitirá una reflexión más amplia 172 Otelo int.indd 172 9/13/13 10:47 AM sobre cómo evitar las conductas violentas, toda vez que seamos capaces de rastrear sus posibles causas en el contexto. Por eso ofrecemos aquí algunos pares de personajes para estudiar sus interacciones y proponer alternativas. Ejercicios Una vez que leas cada pareja, piensa cómo podría ser distinta la relación, y qué acciones concretas podrían llevar a cabo para que fuera más equitativa. 1. Empieza por reconocer semejanzas entre las parejas de la obra y otras que tú conozcas. 2. Investiga el contexto contemporáneo que puede ejercer presión para que sean así. 3. Determina qué sería más fácil de cambiar. 4. Piensa qué debió haberse hecho distinto o qué se debió evitar, y propón una alternativa. 5. Según lo que has leído en la obra, determina cómo es la relación que llevan, en qué se parecen y cuáles son sus rasgos de carácter más distintivos. ¿Quieren lo mismo? ¿Quién te parece que actúa con más ventaja sobre el otro? ¿Por qué? Algunos elementos para comprender a los personajes y sus interacciones. Otelo – Desdémona. La pareja amorosa principal de la obra. Para su comprensión, te recomendamos responder estas preguntas: 173 Otelo int.indd 173 9/13/13 10:47 AM 6. ¿Cómo explicarías su relación? ¿Por qué se enamoraron uno del otro? 7. ¿Qué sabe cada uno del otro? ¿Qué se los impide o permite? 8. ¿Se conocen en todos los aspectos en los que debe haber un entendimiento? 9. ¿Cómo son sus conversaciones? ¿Cuándo suceden? 10. ¿Qué provoca que uno pierda la confianza en el otro? 11. ¿En quién confía más cada uno? ¿Por qué? 12. Procura también anotar cuáles son las conductas que se pueden evitar y hacer posible un desenlace más feliz. 13. Para saber más de las causas de esta relación, lee las relaciones siguientes. Seguramente, a lo largo del análisis podrás agregar elementos al análisis de cada pareja. Otelo - Yago Es el par más distinto de la obra. Son las representaciones más artísticas de los aspectos del espíritu humano. Otelo está educado de una manera marcial, no demuestra sus sentimientos íntimos y no dialoga con los demás; ordena, exige y demanda; su condición de jefe lo obliga a tener ciertas actitudes. Pero en lo íntimo, su visión de los demás depende de lo que lo que ve y no de lo que razona. Es más reactivo. Yago es más calculador y se aprovecha de él. Yago es un ser extraordinariamente malvado, pues no mira el bien de nadie que no sea él. No tiene compasión ni empatía. Todo en él es apariencia. 174 Otelo int.indd 174 9/13/13 10:47 AM Desdémona – Emilia. Esta pareja en la obra aparece en una primera lectura como de opuestos. Desdémona es joven, bien educada, bella, gentil y de familia solvente; Emilia, en cambio, aparece como una mujer mayor, burda en su educación, tosca al hablar porque ha tenido menos fortuna; no se la describe físicamente. Pero en una mirada más detenida, veremos que entre sus inquietantes semejanzas figura el que las dos tienen una desventaja por ser mujeres, así sin más explicación son tratadas por sus respectivos maridos con apenas algo de consideración a cambio de una indiscutible obediencia. Esta diferencia está sustentada en el prejuicio de la inferioridad de las mujeres en cuestiones que no sean las domésticas, las propias de un servicio o la de una cierta correspondencia a sus parejas. Es necesario entonces analizar los rasgos semejantes de las dos mujeres con aquellas de la situación contemporánea que se puedan observar. Algunos aspectos pueden ser: la relación de solidaridad entre las dos, ya que una defiende a la otra; la común desventaja frente a sus maridos, la obediencia entendida como ceder y no basada en el entendimiento; la agresión de que son víctimas por parte de sus esposos. Blanca. Es la más desvalida de todas las representaciones femeninas de la obra, pues al no tener un medio de sustento que no sea el de conseguir favores de Cassio, es tachada de mujer pública y, por lo tanto, indigna de cualquier buen trato. No se definen más detalles de ella, ni de sus emociones ni sus deseos, sólo sabemos que Cassio y ella se entienden bien, y que no está dispuesta a acceder a copiar el famoso pañuelo si él no le aclara 175 Otelo int.indd 175 9/13/13 10:47 AM cuáles son sus propósitos. Blanca sufre el desprecio de todos los hombres, incluso el de Miguel y, aún más los insultos de Emilia, quien aunque podría considerarse más cercana a la empatía, la acusa de desvergonzada y de haber atraído todos los males con su actitud amistosa con Cassio. En resumen, la obra plantea un complejo sistema de relaciones emocionales entre las personas. Veamos ahora algunas precisiones al respecto: Cuadro para aproximarse a las emociones de la obra: Personaje BRABANCIO Otelo int.indd 176 Emociones que expresa Fragmento de la obra Tristeza ¡Esto es una desgracia! Ella huyó; y lo que me quede de vida, será muy amarga. Acto primero, escena primera. Desprecio ¿Cómo se explica que una joven virgen, bella y feliz, (…) se haya expuesto al escándalo, escapado de la casa de su padre para quedarse con alguien tan renegrido como tú? Acto primero, escena primera. Anticipación Vigílala, moro, si tienes ojos para ver. Ha engañado a su padre y puede engañarte a ti. Acto primero, escena tercera. Preguntas y actividades para reflexionar ¿Qué crees que fue lo que realmente molestó a Brabancio: el matrimonio de su hija con Otelo o la manera como se efectuó el matrimonio? ¿Estás de acuerdo con la postura que tomó Brabancio? 9/13/13 10:47 AM Orgullo Confianza Se los suplico, vayan por ella al Sagitario y que hable de mí delante de su padre. Si me encuentran culpable, no sólo me quiten la confianza o mi cargo, quítenme también la vida. Acto primero, escena tercera. Curiosidad No, en eso hay aún más. Dime qué piensas; dilo claro. Acto tercero, escena tercera. Anticipación Si descubro que ella es como un halcón, la dejaría libre a merced del viento, para que busque su presa al azar. Quizá porque soy negro o porque no soy un gran conversador; o quizá porque ya no soy tan joven. Acto tercero, escena tercera. Desprecio ¿Cómo crees que se sienta Otelo ante la discriminación por sus características físicas y su origen? ¿Por qué Otelo valoró más las palabras de Yago que las de Desdémona y Emilia? ¿Qué provoca que Otelo vea como desventaja las cualidades de Desdémona? Angustia Por el Cielo, creo que mi esposa es honrada y creo que no lo es. ¡Quiero una prueba!… ¡Quiero quedar totalmente convencido! Acto tercero, escena tercera. Decepción ¡Oh! ¿Por qué no ha de tener el miserable Cassio cuarenta mil vidas? ¡Una sola no bastará para vengarme con ella!¡Ahora ve que es verdad!… Mira aquí, Yago… ¡Todo mi amor se esfuma así al cielo! ¡Voló!… Acto tercero, escena tercera. Enojo ¡Como las corrientes marinas del Ponto que siempre corren hacia el Norte, así mis pensamientos sanguinarios suben al odio y no darán marcha atrás al amor, hasta que no sean engullidos en una inmensa venganza del tamaño de la ofensa…! Acto tercero, escena tercera. ¿Cuál fue el principal error de Otelo? Ira ¡Que se vaya al infierno esa ramera! ¡Que se pudra! Vamos, quiero encontrar una forma de muerte rápida para esa belleza endemoniada. Acto tercero, escena tercera. ¿De qué manera no perjudicial hubiera podido Otelo expresar su enojo? Ira Ahora le cuenta cómo la llevó a mi alcoba. ¡Oh! ¡Veo tu nariz maldito, pero no el perro al que se la arrojaré! Acto cuarto, escena primera. Ira ¡Consígueme un veneno, Yago! Esta noche… No quiero darle ni pedirle explicaciones a ella, […] Tiene que ser esta noche, Yago. Acto cuarto, escena primera. Remordimiento (Refiriéndose a Desdémona ya muerta)¡Oh, mujer nacida bajo una mala estrella! ¡Pálida como tu camisa! ¡Cuando nos encontremos en el juicio de Dios, tu aspecto bastará para precipitar mi alma fuera del cielo, y los demonios se apoderarán de ella! Acto quinto, escena segunda. OTELO Otelo int.indd 177 Que haga lo que quiera. Mis servicios a Venecia callarán sus quejas. Acto primero, escena segunda. ¿Crees que Otelo, al pensar que Desdémona lo engañaba, dejó de sentir amor por ella? Identifica el momento en que Otelo pierde el control de sus emociones ¿Crees que sentir amor puede generar violencia? Identifica las emociones que pueden desencadenar actos violentos contra otra persona o hacia ti mismo ¿Crees que este tipo de situaciones pasen en una pareja actualmente? ¿Qué relación encuentras entre el oficio de Otelo y el desenlace de la historia? 9/13/13 10:47 AM Ira ¡Un bribón!… ¡que se atreve a enseñarme mi deber! ¡Voy a aplastar al maldito hasta meterlo en una canasta! Acto segundo, escena tercera. ¡Ay, esa pobre infeliz! ¡Ay, pobre buscona! Creo, en verdad, que me quiere. CASSIO Desprecio ¡Casarme con ella!… ¿Cómo? ¡Con una mujer tan corrida! Por favor, más respeto a mis talentos. No me creas tan loco. ¡Ja, ja, ja! ¿Qué fue lo que logró que Yago embriagara a Cassio? ¿El alcohol puede alterar nuestras emociones? ¿El menosprecio de Cassio a Blanca ayudó a agravar el conflicto? Acto cuarto, escena primera. Desprecio Envidia Sus conocimientos militares son pura charlatanería y nada de práctica. Pero él, mi señor, es el elegido, y yo, debo soportar el barco y esperar… Acto primero, escena primera. Disgusto En fin, ¡qué remedio! Así es este servicio. Un ascenso se obtiene por recomendación o afecto, no como antes que el segundo heredaba la plaza del primero. Acto primero, escena primera. Anticipación Desdémona no estará enamorada del moro mucho tiempo, echa dinero en tu bolsa, ni él de ella. Acto primero, escena tercera. Desprecio No sería sabio si gastara mi tiempo con un idiota tal, si no es para mí provecho y mi diversión. Acto primero, escena tercera. Desprecio El moro es de carácter franco y libre, que juzga honradas a las gentes que lo parezcan y se dejará jalar por la nariz dócil como los asnos… Acto primero, escena tercera. Recelo Vamos, vamos, las mujeres fuera de casa son retratos mudos… haraganas en los quehaceres de la casa pero hacendosas en la cama. Acto segundo, escena primera. YAGO Dominación Desprecio Cinismo Eres una buena chica; dámelo. (Arrebatándole el pañuelo.) ¡Nada! ¿Qué te importa? Acto tercero escena tercera Estar desnuda en el lecho con su amigo una hora o más, no supone malicia alguna. Acto cuarto, escena primera. ¡Cómo! ¿Estás loca? ¡Te lo ordeno; regresa a casa! Enojo Furia Dominación ¡Por Dios Santo! ¡Que te calles! ¿Cómo crees que se sienta Yago ante el nombramiento de Cassio como teniente? ¿Consideras que Yago expresaba y manejaba correctamente sus emociones? ¿Qué crees que lleva a Yago a tomar medidas tan extremas para lograr su propósito? ¿Cómo podrías identificar a las personas como Yago? ¿Qué debilidad notó Yago en Otelo que le permitió manipularlo? ¿Qué sentimiento le faltó cultivar a Yago para evitar su deseo de venganza? ¿Por qué Yago no logró su objetivo? Si tú fueras Yago, ¿cómo resolverías el problema? ¡Infame traidora! ¡Mientes, basura! Acto quinto, escena segunda. Otelo int.indd 178 9/13/13 10:47 AM RODRIGO Disgusto Disgusto Pesar Angustia Me duele en el alma que tú, Yago, que te has aprovechado mi dinero como si fuera tuyo, supieras del asunto… Acto primero, escena primera. Estoy decidido, en verdad, a no aguantarlo más tiempo. Ni tengo ya humor para rumiar lo que he soportado como un tonto. Acto cuarto, escena segunda. ¿Por qué Yago pudo manipular tan fácilmente a Rodrigo? ¿Qué emoción llevó a Rodrigo a confiar en Yago? Créeme, hubiera preferido perder mi bolsa llena de monedas de oro, porque si mi marido no fuera noble como es, incapaz de tener celos, esto sería motivo suficiente para que los tuviera. Acto tercero, escena cuarta. Asombro Jamás lo había visto tan enojado. De seguro que hay algo extraordinario en ese pañuelo. Qué desgracia haberlo perdido de vista. Acto tercero, escena cuarta. Sumisión (Hablando con Otelo.) Si mi presencia te ofende, me voy. Acto cuarto, escena primera. ¿Por qué, aunque Otelo insultó y agredió a Desdémona, ella le obedecía? (Hablando con Otelo.) ¡Ay! ¡Qué terrible día!… ¿Por qué lloras? ¿Por mí, mi señor? Acto cuarto, escena segunda. ¿Por qué Desdémona se siente culpable al ser ofendida por Otelo? ¿Crees que Desdémona interpretó correctamente los sentimientos de Otelo? Tristeza DESDÉMONA Angustia Culpa Otelo int.indd 179 Desesperación ¡Oh Dios mío! ¡Apiádate de nosotros! Acto cuarto, escena segunda. Pesar (Cantando.) La pobre alma sentose suspirando al pie de un sicomoro, cantad todo al sauce verde; (…) sus lágrimas amargas caían y ablandaban las piedras (…) He llamado a mi amor, amor perjuro; pero ¿qué dijo entonces? Cantad: sauce, sauce, sauce, si cortejo a otras mujeres, dormiréis con otros hombres. Acto cuarto, escena tercera. ¿Quién podría ayudar a Desdémona? ¿Para qué canta Desdémona? 9/13/13 10:47 AM Sumisión Desprecio Disgusto Enojo EMILIA Ira Indignación Enojo Tristeza Mi terco marido me rogó cien veces para que lo robara (…) Sólo el cielo sabe qué pretende hacer con ella, no yo; yo no sé nada, sino obedecer sus ocurrencias. Acto tercero, escena tercera. Los hombres son sólo un estómago, y nosotras somos su alimento. Nos devoran glotonamente, y cuando están hartos, nos vomitan. Mira, aquí llega Cassio y mi glotón marido. Acto tercero, escena cuarta. ¡Que me ahorquen si no fue algún maldito, un mentiroso que sembró esta idea en su cabeza! ¡Que me ahorquen si no es cierto! Acto cuarto, escena segunda. Enojo BLANCA Curiosidad Ira Desconfianza Otelo int.indd 180 ¿Cómo consideras que es la autoestima de Emilia? ¡Qué vergüenza, desvergonzada, puta! Acto quinto, escena primera. Explica la expresión “Los hombres son sólo un estómago, y nosotras somos su alimento” ¡Oh, mi señora! ¡La vileza ha burlado el amor! ¿Ha dicho mi marido que ella era infiel? ¡Si ha dicho eso, que se pudra su alma maligna lentamente! ¿Cómo afectó la sumisión de Emilia al desenlace de la historia? ¡Miente desde lo más negro de su corazón! ¡Estaba mi señora muy enamorada de su inmundo esposo! Acto quinto, escena segunda. Enojo Desprecio ¿Consideras que las emociones pueden afectar la autoestima? ¡Oh, necio! ¡Oh, imbécil! ¡Tan ignorante como el fango! Has cometido una falta ¡No le temo a tu espada! ¡Te denunciaré, así pierda veinte veces la vida! Acto quinto, escena segunda. ¡Oh, Cassio! ¿De dónde sacaste esto? Algún obsequio de una nueva amiga. ¡Ahora comprendo la causa de tu ausencia! ¿A esto hemos venido a parar? Bien, bien. Acto tercero, escena cuarta. ¡Que el diablo y su mujer te persigan! ¿Qué quieres lograr tú con este pañuelo que me diste hace un instante? ¡Qué tonta he sido en recibirlo! Este es el regalo de una moza. ¿Y quieres que te copie el dibujo? Toma… Dáselo a tu juguete. Que venga de donde venga, no lo copiaré. Acto cuarto, escena primera. ¿En qué te hace pensar la relación de Emilia con su marido? ¿Por qué crees que al final Emilia desenmascaró a Yago? ¿Son justificados los celos de Blanca? ¿Crees la manera de actuar de Blanca afectó el desenlace de la historia? 9/13/13 10:47 AM 14. Podrás completar esta información si investigas más sobre las emociones y sus causas. No podemos reducir lo que provoca una emoción a un solo factor. Recuerda, son procesos complejos; su reconocimiento y control requieren paciencia. 15. Ponte de acuerdo con otros compañeros, en parejas o triadas, para detectar más rasgos en los personajes. Formula más preguntas. 16. Una vez que las tengas, formula con ellas una alternativa menos violenta para solucionar los conflictos de la obra —obtener un ascenso en el trabajo, ganarte el afecto de alguien, etcétera—, y luego, por extensión, aquellos en los que podríamos vernos implicados por la convivencia cotidiana. 167. Dale un final distinto a la historia de una pareja que se parezca a la de Otelo y Desdémona. ¿Qué les pedirías que hicieran distinto? ¿Cómo podrías ayudarlos a tener una mejor relación? Las relaciones no son cosa de dos, implican muchos más aspectos. 18. Haz una lista de las emociones que te cuestan más trabajo controlar y las situaciones que las desencadenan. 19. De la lista que anteriormente formaste, agrega la forma en que sueles reaccionar y que sabes que no es la adecuada. 20. Luego, haz una propuesta de una mejor manera de reaccionar, esto te ayudará a encontrar otras maneras de solucionar tus conflictos. Recuerda que el diálogo es la mejor herramienta para evitar el enfrentamiento y la violencia. 181 Otelo int.indd 181 9/13/13 10:47 AM Para saber un poco más sobre las emociones ¡Cuidado! La felicidad puede generar violencia Un problema muy común en México es cómo festejan los aficionados al futbol; a pesar de que es alegría lo que sienten, la acompañan con insultos y ofensas para el equipo contrario, lo que provoca violencia en los estadios. ¿Cuál sería la manera adecuada de festejar? Autocontrol Tanto las artes como los deportes pueden ayudarnos al autocontrol emocional; si sientes que tienes un carácter violento practicar karate, futbol pintar o bailar te ayudarán a mejorar tu carácter. Consejo A veces hablar con nuestros padres nos resulta imposible. Cuando discutas con ellos, no permitas que el enojo te domine, si no puedes controlarte, aléjate; así evitarás hacer o decir algo que dañe tu relación. Intenta hablar con ellos cuando estés más tranquilo. Si esto no funciona, escríbeles un mensaje que exprese lo que exactamente quieres decir y cómo te sientes. Lo más importante es que te comuniques con ellos sin agredirlos. 182 Otelo int.indd 182 9/13/13 10:47 AM ¿Qué son las emociones? Son los estados anímicos que reflejan cómo nos afecta los acontecimientos y las personas dentro de nuestro entorno; tales estados varían tanto en intensidad como en duración. ¿Cuáles emociones son buenas y malas? Al contrario de lo que muchos puedan pensar no existen emociones malas, ya que emociones como el miedo, la desconfianza y la tristeza pueden ayudarnos a evitar peligros o a conseguir apoyo, no obstante si no sabemos controlar la intensidad y las acciones que acompañan a nuestras emociones, podemos lastimarnos y lastimar a los que nos rodean. ¿Cómo puedo abordar mejor mis emociones y relacionarme adecuadamente con las emociones de los demás? UÑ ViÑÓÞÈÑ°Å °>ÈÑi V iÈ\ÑiÈÑÞçÑ° ÅÓ>ÓiÑ que reconozcas tus propios sentimientos justo en el momento en que aparecen; esto te ayudará a actuar prudentemente. U ÓÅ >Ñ ÓÞÈÑ i V iÈ\Ñ ÓiiÅÑ >Ñ V>°>V`>`Ñ `iÑ dominar nuestros sentimientos y adecuarlos al momento en que estamos viviendo nos ayudará a relacionarnos mejor. 183 Otelo int.indd 183 9/13/13 10:47 AM U-jÑi°?ÓV \Ñ>Ñi°>Ó>ÑiÈÑiÑÅiV ViÓ Ñ`iÑ las emociones ajenas. El que tú estés consciente del estado de ánimo del otro, te servirá para comprender cómo actúan los demás y lo que necesitan. Observa a tus amigos, maestros y familiares; nota aquellos gestos y movimientos que hacen cuando están tristes, enojados o inseguros. Si notas que su conducta no es normal o parecida a la de otros días, pregunta cómo se sienten. UÑ ÓÅ >ÑÓÞÈÑÅi>V iȵÑÈÑ° ÅÓ>ÓiѺÞiÑÈi°>ÈÑ cómo relacionar sanamente tus emociones y con las emociones ajenas. Reflexiona cómo a veces la mala combinación de las emociones puede perjudicarnos seriamente. Si un amigo tuyo está enojado porque le ganaste en un juego, y tú también te enojas, lo más probable es que pierdas su amistad; pero sí en cambio actúas con amabilidad y le dices que jugó muy bien y que te diviertes a su lado, su enojo puede que desaparezca casi de inmediato. No olvides que lo que los demás sienten también es importante. Ejemplo de una propuesta para una mejor manera de reaccionar 184 Otelo int.indd 184 9/13/13 10:47 AM Otelo int.indd 185 9/13/13 10:47 AM Empatía Confianza Alegría Tristeza Miedo Completa el cuadro Enojo Siento ¿En qué momento te sientes así? Recuerda cómo reaccionas en ese momento odio y lloro dejan salir con mis amigos Les grito que los ¿Cómo reacciono? papás no me Cuando mis ¿Cuándo? de reaccionar mejor… Propón algunas maneras llamaré; estableceré un contrato verbal con ellos. les prometeré que les muchas ganas de ir y Les diré por qué tengo ¿Cómo debo reaccionar? Otelo int.indd 186 9/13/13 10:47 AM Fuentes consultadas Alberti R. y Emmons M. (1999). Viviendo con autoestima: Cómo fortalecer con asertividad lo mejor de tu persona. México: Editorial Pax. Arnaut, A. (2002). DSM IV Manual de diagnóstico y estado de los trastornos mentales. México: Editorial Masson. Goleman, D. (2007). La Inteligencia Emocional: por qué es más importante que el cociente intelectual. 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