Avatares de la vida [y pequeñas catástrofes]

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Avatares de la vida [y pequeñas catástrofes]
Andrés Brück en Athenée, 20.12.12.
–POR GABY CEPEDA
Hay tensión en el pequeño cuarto rodeado de dibujos y banderas creados por Andrés Brück. Los
primeros desfilan en el perímetro de la habitación a la altura de la vista, y en ellos se dejan ver
algunos de los trazos que estaban presentes en sus muestras anteriores, dónde sus ilustraciones –
entonces hand-made– se llenaban de personajes y símbolos provenientes de un caldo primordial de
referencias muy personales. Combinaciones gráficas de glandes, larvas, criaturas, plantas amorfas y
emoticons emergían en aquellos dibujos a tinta recargados de referencias a la vez familiares y
difíciles de situar.
En su última muestra, sigue presente este caldo de referencias muy-Brück, pero la tensión se genera
en las pequeñas catástrofes por las que han atravesado. Catástrofe en el sentido matemático
explicado por Manuel de Landa como "cualquier cambio abrupto de forma o de modo dinámico de
actuar que ocurre en un punto crítico de intensidad": pequeñas cuando el agua en un punto crítico se
vuelve hielo, y gigantes cuando el océano genera una Era Glaciar. Entonces las ilustraciones previas
de Brück, hechas a trazos rápidos de tinta china, cambiaron como agua en hielo para convertirse en
imágenes digitales. Las otrora fluidas líneas, son ahora forzadas hasta convertirse en esas líneas
irregulares con forma de 'serruchito' –como lo denomina el propio Andrés. El pixel explotado y y las
referencias a la vida digital que antes se diluían en la mitología personal de Brück, ahora están casi
intactas como injertos agregados al glosario para su interpretación en #2K13. Las pequeñas
imágenes repletas de líneas esmeriladas digitalmente y retratos licuados hasta que casi dejan de
serlo, aún retienen esa cualidad de chiste-local, léxico hyper-personalizado que las anteriores
encarnaciones articulaban con mística y primitivismo.
Las pequeñas catástrofes continúan en la sala. Mientras que en las imágenes distinguíamos algo de
emoticons y caritas felices; éstas atraviesan otro punto crítico, otra alteración de intensidad y terminan
cuajando en dos banderas que de no ser tangibles, serían perfectamente digitales. Emoticons
claramente pasados por iconografía asiática, vertidos en colores pastel y gradientes de azul-marcaribeño, se enfrentan plasmados en banderas a ambos lados de la sala, como enmarcadas en un
plano evolutivo superior al de las pequeñas imágenes que las rodean. Siendo banderas, son concisas
y derraman sólo la cantidad de información necesaria del lenguaje-Brück y en eso denotan el
parentesco con sus antecesores evolutivos.
Finalmente, en un último cambio morfogenético, Brück presenta un iPad recargado modestamente
sobre un radiador en el que se reproduce un loop de un rostro perfilado en 3D. La extraña cabeza se
balancea mirando de un lado a otro mientras flota sobre un fondo de jungla verde, cuando
inesperadamente clava su mirada incómoda sobre el espectador dirigiéndole un guiño torpe y una
sonrisa deforme. La animación podría encontrarse en la Wikipedia como claro ejemplo del Uncanny
Valley, la hipótesis del experto en robótica Masahiro Mori que sostiene que mientras más se acercan
a la realidad humana, las animaciones 3D y los robots tienden a tener imperfecciones que los hacen
repulsivos a los seres humanos. El guiño y la sonrisa que la cabeza flotante de Brück le regala al
espectador definitivamente tiene ese efecto desagradable, y con ese gesto se engancha a la
genealogía de las pequeñas imágenes que lo preceden, con sus gestos provocativos y burlones.
Las transiciones entre soportes que se dan en toda la muestra, reflejan una transformación en la
actividad artística de su creador, quien plantea aún desde su propio lenguaje –lleno de referencias
masculinas enlazadas con drogas, léxico callejero e inspiraciones asiáticas– nuevas encarnaciones
de aquéllas figuras en tinta que fuesen las primeras criaturas de emerger del caldo primario de su
producción. Ahora homogeneizadas, digitalizadas y en modesto blanco y negro, se convierten en una
especie de glosario gráfico para resolver el enigma presentado por sus nuevas obras.
Tensión, pequeñas catástrofes y transiciones codif icadas en distintos soportes, se presentan como la
forma en que Andrés Brück lidia con su evolución artística, haciéndose cargo de un bagaje visual
intenso que es críptico al mismo tiempo que raya en la vulgaridad adolescente; que se amiga con la
tecnología sin dejar de asumirse un poco primitivo.
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