Uniones Civiles - Comunidad Homosexual Argentina

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Uniones Civiles
Sr. Presidente (Caram).- Corresponde considerar el Despacho 2604, de ley, referente a uniones civiles. Expediente 1216-D-00.
(Aplausos).
DESPACHO 2604
DESPACHO EN MINORÍA
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Visto:
El Proyecto de Ley presentado en el Expediente Nº 4061-P-2001 por Cigliuti, César y Rapisardi, Flavio y tomada
como propia esta iniciativa por el Diputado Bellomo, Roque y el Expediente 1216-D-2002 presentado por el Diputado Rodríguez,
Enrique sobre el tema de Uniones Civiles; y;
Considerando:
Que formar una sociedad tolerante fundada en la dignidad de todas las personas cualquiera sea su identidad
sexual debe ser uno de los pilares de la política del estado.
Que para construir una democracia es imprescindible que exista una auténtica igualdad de oportunidades,
sustentada en el ejercicio pleno y efectivo de los derechos humanos y civiles de todos/as los habitantes.
Que la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires establece en su artículo 11 que “Todas las personas tienen
idéntica dignidad y son iguales ante la ley. Se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no admitiéndose discriminaciones
que tiendan a la segregación por razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, ideología,
opinión, nacionalidad, caracteres físicos, condición psicofísica, social, económica o cualquier circunstancia que implique distinción,
exclusión, restricción o menoscabo. La Ciudad promueve la remoción de los obstáculos de cualquier orden que, limitando de
hecho la igualdad y la libertad, impidan el pleno desarrollo de la persona y la efectiva participación en la vida política, económica
o social de la comunidad”.
Que casi todas las obras sociales reconocen el beneficio a las parejas sean de diferente o del mismo sexo. Basta
con presentar una certificación de convivencia de un juzgado civil. La creciente visibilidad social de las personas homosexuales
desde 1983, y por ende de sus parejas, logró a partir de 1997 que la sociedad comenzase a extenderles protección como medio
de incluirlas en el pacto social. El Comité de Afiliación de la Obra Social Para La Actividad Docente efectuó una lectura inclusiva
del artículo noveno, inciso b) de la Ley 23.660 admitiendo a una persona homosexual como “persona que recibe ostensible trato
familiar” de su afiliado titular. Esta locución es un eufemismo con que tal ley designa los concubinatos heterosexuales. Tal
ejemplo fue seguido por la Obra Social para Empleados de Comercio, OSECAC, la Obra Social de Aeronavegantes, la Obra Social
de Artistas, y también organizaciones empresariales (AEROLINEAS PLUS, TRAVELPASS) de la sociedad civil.
Que conforme lo prescripto por la Constitución de la Ciudad y el principio de igualdad ante la ley, la Ciudad debe
ofrecer a todo ciudadano la opción de inscribir su unión, y que tal inscripción genere derechos.
Que el Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 1 y sobre todo en su artículo 24, dice “Todas las personas
son iguales ante la ley. En consecuencia tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley”. El mismo Pacto, en su
artículo 2, compromete a todos los Estados Partes “a adoptar (...) las medidas legislativas o de otro carácter que fuesen
necesarias para garantizar tales derechos y libertades”. Esta Ley es la medida legislativa requerida.
Que así mismo, el derecho de las personas de inscribir sus relaciones afectivas, “a fin de evitar toda
discriminación”, no debe reconocerse solo a las parejas homosexuales, debiendo gozar de tal derecho todas las personas “sin
distinción de su orientación sexual”.
Por lo expuesto, estas Comisiones de Derechos Humanos, Garantías y Antidiscriminación, Asuntos
Constitucionales, Legislación General y del Trabajo y Presupuesto, Hacienda, Administración Financiera y Política Tributaria, en los
términos del Artículo Nº 145 del Reglamento Interno aconsejan la sanción de la siguiente
LEY 1004
Artículo 1°.- Unión Civil: A los efectos de esta ley, se entiende por Unión Civil
a) A la unión conformada libremente por dos personas con independencia de su sexo u orientación
sexual.
b) Que hayan convivido en una relación de afectividad estable y pública por un período mínimo de
dos años, salvo que entre los integrantes haya descendencia en común.
c) Los integrantes deben tener domicilio legal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inscripto con
por lo menos dos años de anterioridad a la fecha en la que solicita la inscripción
d) Inscribir la unión en el Registro Público de Uniones Civiles.
Art. 2º.- Registro Público de Uniones Civiles: Créase el Registro Público de Uniones Civiles, con las siguientes funciones:
a) Inscribir la unión civil a solicitud de ambos integrantes, previa verificación del cumplimiento de los
requisitos dispuestos en la presente ley.
b) Inscribir, en su caso, la disolución de la unión civil.
c) Expedir constancias de inscripción o disolución a solicitud de cualquiera de los integrantes de la
unión civil.
Art. 3º.- Prueba: El cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 1º, a los efectos de proceder a la inscripción de la
unión civil, se prueba por testigos en un mínimo de dos (2) y un máximo de cinco (5), excepto que entre las partes haya
descendencia en común., la que se acreditará fehacientemente
Art. 4º.- Derechos: Para el ejercicio de los derechos, obligaciones y beneficios que emanan de toda la normativa dictada por la
Ciudad, los integrantes de la unión civil tendrán un tratamiento similar al de los cónyuges.
ART. 5º.- Impedimentos: No pueden constituir una unión civil:
a) Los menores de edad.
b) Los parientes por consanguinidad ascendiente y descendiente sin limitación y los hermanos o
medio hermanos .
c) Los parientes por adopción plena, en los mismos casos de los incisos b y e. Los parientes por
adopción simple, entre adoptante y adoptado, adoptante y descendiente o cónyuge del adoptado,
adoptado y cónyuge del adoptante, hijos adoptivos de una misma persona, entre sí y adoptado e
hijo del adoptante. Los impedimentos derivados de la adopción simple subsistirán mientras ésta
no sea anulada o revocada.
d) Los parientes por afinidad en línea recta en todos los grados.
e) Los que se encuentren unidos en matrimonio, mientras subsista.
f) Los que constituyeron una unión civil anterior mientras subsista.
g) Los declarados incapaces.
Art. 6º.- Disolución: La unión civil queda disuelta por:
a)
b)
c)
d)
Mutuo acuerdo.
Voluntad unilateral de uno de los miembros de la unión civil.
Matrimonio posterior de uno de los miembros de la unión civil.
Muerte de uno de los integrantes de la unión civil.
En el caso del inciso b, la disolución de la unión civil opera a partir de la denuncia efectuada ante el Registro Público de Uniones
Civiles por cualquiera de sus integrantes. En ese acto, el denunciante debe acreditar que ha notificado fehacientemente su
voluntad de disolverla al otro integrante de la unión civil,.
Art. 7.- El Poder Ejecutivo dictará las disposiciones reglamentarias para la aplicación de lo establecido en la presente ley en un
plazo de 120 días corridos desde su promulgación.
Art. 8 .- Comuníquese, etc.
Sala de las Comisiones: 3 de diciembre de 2002
PIERINI, Alicia; GERCH, Irma; CORTINA, Roy; GARCIA CONDE, Luis y MENDEZ, Lía.
COSTANZO, Héctor; MOSCARIELLO, Oscar; PUY, Raúl; RODRIGUEZ, Enrique y BELLOMO, Roque.
ALTAMIRA, Jorge; COSTANZO, Héctor y RODRIGUEZ, Enrique.
COSTANZO, Héctor y MOSCARIELLO, Oscar.
DESPACHO EN MINORÍA
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Visto:
El Proyecto de Ley presentado en el Expediente Nº 4061-P-2001 por Cigliuti, César y Rapisardi, Flavio y tomada
como propia esta iniciativa por el Diputado Bellomo, Roque y el Expediente 1216-D-2002 presentado por el Diputado Rodríguez,
Enrique sobre el tema de Uniones Civiles; y;
Considerando:
Que la unión civil creada en el ámbito de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiende a proteger como bien
jurídico la voluntad de unión de las personas en unidades de convivencia afectiva y estable.
Que en esta perspectiva, la Ley de Matrimonio Civil protege a las personas de distintos sexo y la Ordenanza
Nro. 40.464 protege las uniones de hecho de personas de distinto sexo en el ámbito de la Ciudad.
Que esto evidencia que se deja en desprotección únicamente a las personas del mismo sexo.
Que por tanto, las personas cuya voluntad es unirse civilmente a personas del propio sexo son una categoría
desprotegida, que debe equipararse a los demás en la normativa vigente.
Que en cuanto al art. 3º del despacho de mayoría, éste resulta innecesario y contradictorio con la normativa
vigente, ya que lo que se desea es tutelar la voluntad de los contrayentes de formar una unión civil.
Que la unión de hecho se constituye por voluntad y debe transformarse en unión civil del mismo modo;
además, aquellos contrayentes que desean acogerse a los beneficios de la Ley de Matrimonio Civil no tienen impedimentos por la
falta de convivencia previa, por lo que exigírselos a otras personas en diferentes situaciones de vida implicaría crear una categoría
de ciudadanos con derechos condicionados a la prueba, lo que no se exigiría a la totalidad, con lo que se violaría el principio
genérico de la igualdad ante la Ley.
Que asimismo, el periodo de dos años de convivencia previa implica contradicción con la normativa vigente, ya
que de aprobarse el proyecto en la versión tratada se entraría en flagrante oposición con normativas dentro del mismo ámbito de
la Ciudad, ya que la Ordenanza 40.464 exige un período de tres anos, en tanto que la proyectada Ley de Uniones Civiles exige un
plazo de dos años.
Que por las mismas razones genéricas de igualdad ante la ley, disentimos con el artículo 6º de mayoría por
cuanto inplica para los ciudadanos un tratamiento diferencial al que se les pide a los integrantes de una unión matrimonial y a los
convivientes, por lo que el plazo requerido para la disolución de la unión civil debe ser igual al requerido para el divorcio vincular.
Por ello las comisiones de Derechos Humanos, Asuntos Constitucionales, Legislación General y Presupuesto
aconsejan la aprobación de la siguiente:
LEY
Artículo 1º.- UNIÓN CIVIL: a los efectos de esta ley, son requisitos para que exista unión civil:
a) Que dos personas del mismo sexo hayan decidido libremente conformar una unión de convivencia
caracterizada por la afectividad estable y pública.
b) Que tengan domicilio legal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
c) Que la unión se inscriba en el Registro Público de Uniones Civiles.
Art. 2º.- Registro Público de Uniones Civiles: Créase el Registro Público de Uniones Civiles.
Art. 3º.-
Funciones del Registro Público de Uniones Civiles:
a) Inscribir la unión civil a solicitud de ambos integrantes, previa verificación del cumplimiento de los
requisitos dispuestos en la presente ley.
b) Expedir constancias de inscripción a solicitud de cualquiera de los integrantes de la unión civil.
c) Inscribir, en su caso, la disolución de la unión civil.
Art. 4º.- Derechos y Obligaciones: Para el ejercicio de los derechos, obligaciones y beneficios que emanan de toda la
normativa dictada por la Ciudad, los integrantes de la unión civil tendrán un tratamiento similar al de los convivientes.
Art. 5º.-
Impedimentos: No pueden constituir una unión civil:
a) Los menores de edad.
b) Los parientes por consanguinidad ascendientes y descendientes sin limitación, los colaterales hasta
el segundo grado y los hermanos de distinto padres.
c) Los parientes por adopción plena, en los mismos casos de los incisos b y e. Los parientes por
adopción simple, entre adoptante y adoptado, adoptante y descendiente o cónyuge del adoptado,
adoptado y cónyuge del adoptante, hijos adoptivos de una misma persona, entre sí y adoptado e
hijos del adoptante. Los impedimentos derivados de la adopción simple subsistirán mientras ésta
no sea anulada o revocada.
d) Los parientes por afinidad en línea recta en todos los grados.
e) Los que se encuentran unidos en matrimonio, mientras subsista.
f) Los que constituyeron una unión civil anterior mientras subsista
g) Los incapaces.
Art. 6.- Disolución: La unión civil queda disuelta por:
a) Mutuo acuerdo
b) Voluntad unilateral de uno de los miembros de la unión civil
c) Matrimonio posterior de uno de los miembros de la unión civil
d) Muerte de uno de los miembros de la unión civil
En el caso de los incisos a) y b), la disolución podrá registrarse después del mismo período establecido por la legislación de fondo
para el divorcio vincular.
En el caso del inciso b), la disolución de la unión civil opera a partir de la denuncia efectuada ante el Registro Público de Uniones
Civiles por cualquiera de sus integrantes. En ese acto, el denunciante debe acreditar que ha notificado fehacientemente su
voluntad de disolverla al otro integrante de la unión civil.
Art. 7.- El Poder Ejecutivo dictará las disposiciones reglamentaria para la aplicación de lo establecido en la presente ley en un
plazo de 120 días corridos desde su promulgación.
Art. 8 .- Comuníquese, etc.
Sala de las Comisiones: 3 de diciembre de 2002
MARINO, Juliana.
DESPACHO EN MINORÍA
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Visto:
Las Consideraciones de Particulares presentadas en el Expediente Nº 4061-P-2001 por Cigliuti, César y
Rapisardi, Flavio y tomada como propia esta iniciativa por el Diputado Bellomo, Roque y el Expediente 1216-D-2002 presentado
por el Diputado Rodríguez, Enrique sobre el tema de Uniones Civiles; y;
Considerando:
Que el proyecto de ley de uniones civiles contenido en los expedientes arriba mencionados es cuestionable
desde distintos puntos de vista.
Que, en primer lugar, no parece ser éste el momento más oportuno para su consideración.
Que, en medio del incendio en que se encuentra el país, sin crédito, virtualmente sin moneda, con una
depresión económica y una tasa de desocupación que no registran precedentes en nuestra historia, con el hambre como una
realidad tangible en la tierra de la carne y de las mieses, con su institucionalidad precaria, hay quienes viven en una torre de
marfil y se lanzan a importar productos sofisticados de las naciones nórdicas, en las que la completa satisfacción de las
necesidades más elementales impulsa a gastar las energías cívicas en sutilezas poco compatibles con realidades remotas,
signadas por familias enteras que salen a carnear vacas vivas que encuentran en las rutas.
Que los argentinos necesitamos encontrar, más que nunca, nuestros grandes denominadores comunes,
postergando los aspectos más particulares de las ideas de cada uno a fin de no fomentar divisiones –legítimas, en tiempos
normales- que hoy serían nefastas.
Que, por otra parte –y esta consideración previa torna ociosa toda discusión sobre las bondades o los defectos
de la iniciativa- hay que aclarar que el tema es ajeno al poder legislativo local.
Que, en efecto, toda vez que se procura regular relaciones análogas a las matrimoniales, como surge de los
artículos primero y segundo del proyecto, nos encontramos en el ámbito del derecho de familia, que es propio del Código Civil y
sus leyes complementarias. Estos cuerpos normativos integran lo que se denomina el derecho común, que corresponde de
manera privativa al Congreso Nacional en virtud del artículo 75, inciso 22 de la Constitución Nacional.
Que resulta necesario tomar en consideración la preocupación de la Asamblea Episcopal de América celebrada
en la ciudad de Santo Domingo para tratar del tema «Situación y perspectivas de la familia y la vida en América».
Que el Encuentro fue convocado por el Consejo Pontificio para la Familia, por la Comisión Pontificia para
América Latina y por el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM).
Que los participantes aprobaron por unanimidad un documento al respecto y decidieron hacerlo público el 12 de
octubre en los siguientes términos: “.......7. Nos aflige profundamente la pretensión de dar un reconocimiento legal, con los
efectos jurídicos que la tradición de los pueblos sólo reconocía al matrimonio, un bien eminentemente público, a las llamadas
«uniones de hecho», en sus diversas versiones y etapas. Es aún mayor nuestra inquietud cuando tal pretensión se refiere a
personas del mismo sexo. Es inadmisible que se quiera hacer pasar como una unión legítima e incluso como «matrimonio» las
uniones de homosexuales y lesbianas, hasta con el pretendido derecho de adoptar niños. Implícita e incluso explícitamente se
presentan como alternativa a la familia. Reconocer este otro tipo de uniones y equipararlas a la familia es discriminarla y atentar
contra ella........”.
Que el argumento según el cual el proyecto sólo trata aspectos de índole local –como beneficios laborales, por
ejemplo- es insustancial, a poco que se repare en que ellos derivarían de una situación de familia cuyo reconocimiento jurídico
atañe exclusivamente al poder legislativo federal.
Que así lo ha entendido uno de nuestros más destacados constitucionalistas, el doctor Daniel Sabsay, cuya
constante prédica a favor de los derechos humanos lo ubica a buen resguardo de quienes esgrimen que el tema de la
competencia es una maniobra dilatoria de aquellos que se oponen al proyecto.
Que, finalmente, no se puede legislar sobre esta cuestión sin un amplio y generalizado debate en la sociedad.
Adviértase que se propicia un cambio de una profundidad tal que importa la modificación de instituciones jurídicas consolidadas a
lo largo de siglos.
una mujer.
Que la humanidad siempre entendió al matrimonio como lo que aparece naturalmente: la unión de un hombre y
Que en ese sentido, como bien lo expresara en un lúcido editorial La Nación, tanto la Convención Americana
sobre Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos sólo reconocen derecho al hombre y a la
mujer para casarse y fundar una familia.
Que las normas reconocieron un dato de la realidad, no lo crearon.
Que no es necesario adscribirse a religión alguna para comprobar que el orden natural no admite un matrimonio
que no sea el de un hombre y una mujer.
natura.
Que la iniciativa en tratamiento constituye a todas luces un primer paso para alcanzar ese objetivo contra
Que esto no significa alentar ninguna forma de discriminación basada en la orientación sexual, porque el plan de
vida de cada uno está protegido por el artículo 19 de la Constitución Nacional y por los tratados internacionales de derechos
humanos.
Que una cosa es respetar una preferencia, un modo de vida, y otra es asignarle determinadas consecuencias
jurídicas que fueron elaboradas a lo largo de infinidad de generaciones para otro tipo de relaciones.
Que como lo expresara el mencionado editorial de La Nación, no se debe igualar lo que es esencialmente
diferente: “El matrimonio y la familia son realidades muy valiosas, que las comunidades sociales se han preocupado
históricamente por fortalecer y fomentar”.
Que debo añadir, incidentalmente, que como convencional constituyente porteño me opuse a la inclusión en el
artículo 11 de la Constitución local de la “orientación sexual” como impedimento para establecer discriminaciones, precisamente
para evitar interpretaciones antojadizas como las que ahora se ensayan, y no para cercenar el derecho a la privacidad, que la
Corte Suprema ha ido perfilando con gran nitidez desde el leading case “Ponzetti de Balbín”.
Que debe tenerse presente, además, que el artículo 19 protege las acciones privadas que no ofendan el orden,
la moral pública ni perjudiquen a un tercero.
Que el fin del proyecto de uniones civiles es contrario, sin duda alguna, a la moral pública, sea esta entendida
como de raíz cristiana, a tenor del carácter preferente que nuestra Constitución le asigna a la religión católica, apostólica y
romana en su artículo 2 (conf. Bidart Campos, entre otros), o como la moral media de la sociedad en cada momento histórico.
Que aún desde esta última perspectiva, no es dudoso que en la Argentina actual la enorme mayoría de la gente
no admitiría el carácter matrimonial de una unión homosexual.
Que de ese reconocimiento se pasaría, seguramente, a la posibilidad de adopción de menores por parte de
parejas del mismo sexo.
Que en este caso, más allá de toda consideración moral o histórica, ya el padre de la psicología moderna,
Sigmund Freud, determinó la necesidad de que los niños se formen en un ambiente en el que los atributos parentales
complementen las condiciones femenina y masculina.
Que en conclusión, el proyecto es inoportuno, inconstitucional, inconveniente y ajeno por completo a nuestra
tradición jurídica, a nuestra conformación cultural e histórica y a los sentimientos y valores de la gran mayoría de la población, a
la que se sorprende con creaciones de laboratorio sobre las que nadie la consulta.
Que, por otra parte, y yendo a lo expresamente enunciado en la parte dispositiva del Despacho En Minoría,
según surge de su Artículo 1° inciso b), la convivencia debe ser por una relación de “afectividad pública y estable por un período
mínimo de dos años”, pero en el mismo se omite la condición de inmediatez anterior al momento de la inscripción, de manera tal
que se encontrarían habilitadas para inscribirse personas que no tengan una relación estable y permanente en los dos años
anteriores inmediatos a la inscripción, desvirtuando, de tal forma, el requisito necesario para acreditar la relación concubinaria,
contemplado en toda la jurisprudencia con respecto al tema de las uniones de hecho.
Que, según surge del Artículo 1° inciso c) del Despacho En Minoría ambas personas deben tener domicilio legal
en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, pero se omite la condición necesaria que se ha contemplado en diversos fallos judiciales
para acreditar el concubinato, como lo es el domicilio común, de manera tal que los integrantes de la Unión Civil podrían tener
domicilios distintos, siendo el único requisito el que ambos lo tengan asentado en la Ciudad de Buenos Aires.
Que según surge del Artículo 2° del Despacho En Minoría se crea el Registro Público de Uniones Civiles, no
indicándose la dependencia jerárquica - funcional.
Que, según surge del Artículo 6° del Despacho En Minoría, la Unión Civil queda disuelta por:
a)
b)
c)
d)
mutuo acuerdo;
voluntad unilateral de uno de los miembros de la unión civil;
matrimonio posterior de uno de los miembros de la unión civil;
muerte de uno de los integrantes de la unión civil.
En tanto que, el citado artículo, solamente manda en el supuesto del inciso b), la obligatoriedad de la denuncia
que debe ser efectuada ante el Registro Público de Uniones Civiles por cualquiera de sus integrantes, quedando una profunda
laguna en cuanto a si se debe o no efectuar la denuncia ante el citado Registro en los casos enunciados en los incisos a), c) y d),
puesto que, como adelantáramos, la propia voluntad en los incisos a) y c) sin expresarlo en el Registro, parecería ser causa
suficiente para la disolución, en tanto que el solo hecho de la muerte, sin requerir la inscripción, también disolvería la unión.
Que, por lo anteriormente expuesto, solicito al Cuerpo apruebe la siguiente
RESOLUCIÓN
Art. 1°: Archívense los expedientes Nº 4061-P-2001, Consideraciones de Particulares presentadas por Cigliuti,
César y Rapisardi, Flavio y tomada como propia esta iniciativa por el Diputado Bellomo, Roque y 1216-D-2002 de autoría del
Diputado Rodríguez, Enrique, sobre el tema de Uniones Civiles.
Art. 2º: Comuníquese, etc.
Sala de las Comisiones: 3 de diciembre de 2002
ENRIQUEZ, Jorge.
DESPACHO EN MINORÍA
Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires
Visto:
Que el expediente 4061-P-01, presentado a este Cuerpo por un particular, por el cual se solicita la Creación de
un Registro Público de Uniones Civiles; y,
Considerando:
Que la garantía prescripta en el artículo 1° del proyecto ya encuentra eco suficiente en el artículo 11 de la
Constitución de la Ciudad, cuando se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente , no admitiéndose discriminaciones que
tiendan a la segregación por razones o con pretexto de orientación sexual.
Que el proyecto original y el elaborado en las comisiones respectivas hablan como condición para que exista
unión civil a “la unión conformada... con independencia de su sexo”. Siendo que las personas de distinto sexo ya tienen reguladas
su unión por la Ley 23.515 de matrimonio civil, cuando las partes se presentan al Estado para adquirir una serie de derechos y
obligaciones que surgen a partir de la sociedad conyugal, y que las parejas que no se casan y viven en concubinato, tienen
reconocidas sus derechos, a partir de las actas de convivencia, que la doctrina y jurisprudencia nacional han avalado, me lleva a
concluir que esta unión civil para personas de distinto sexo no les otorgaría ningún derecho distinto que hoy no tengan
reconocidos.
Que este proyecto de ley tiene su origen en la presentación y el impulso que ha desarrollado la Comunidad
Homosexual Argentina para obtener un reconocimiento legal de su situación particular. Por ello la redacción original y la final de
las comisiones tratantes se dan de bruces con lo arriba indicado sobre las relaciones de personas de distinto sexo.
Que el artículo 75 inciso 12 de la Constitución Nacional dice que corresponde al Congreso Nacional legislar sobre
los códigos civiles. Si la ley de matrimonio civil se incluye a este código y allí se establecieron las pautas que regulan la relación
entre dos personas al unirse en matrimonio, otorgando un marco legal a esta unión; cuando se habla de la unión de dos personas
ya fuese del mismo o distinto sexo, se estaría creando una nueva figura civil.
Que no hay forma de reglamentar o dictar una ley desde la Ciudad que modifique lo que dice el Código Civil.
Aquí rige lo indicado en el artículo 126 de la Constitución Nacional “las provincias no ejercen el poder delegado a la Nación. No
pueden... ni dictar los códigos civil...”. Siendo el tratamiento una cuestión de derecho de fondo, no rige lo indicado en el artículo
129, las facultades propias de legislación de la ciudad no se incluyen en este caso.
Que al hablar que entre los integrantes haya descendencia en común, se vuelve al tema de la independencia de
sexo. Si dos personas tienen descendencia en común, ya tendrían garantizados sus derechos en forma reciproca. Ejemplo, para la
patria potestad compartida, alimentos, sucesión y todos los derechos que emanan de la legislación de fondo.
Que el inscribir la Unión Civil en un Registro Público, la creación del mismo y sus funciones, es similar a lo ya
preceptuado por el capítulo VI de la ley 23515 respecto de la celebración del matrimonio. En este caso, una ley local estaría
facultando a un organismo el reconocimiento implícito de una situación, que para las uniones heterosexuales, le otorga la ley
nacional.
Que la Unión Civil tiene su sustento y validez a partir de la inscripción en un registro, al igual que el
matrimonio. La unión que declara el matrimonio surge a partir de la celebración en el Registro Civil, tal como lo indica la ley
nacional. Siendo que las Uniones Civiles tienen efectos a partir de sus inscripciones, estas deberían ser normadas también por ley
de la Nación.
Que la prueba que se exige para su inscripción guarda similitud con lo indicado por el artículo 188 de la ley
23515, en tanto en ambos casos la prueba se realiza por testigos.
Que los derechos, obligaciones y beneficios que se pretenden resguardar no están taxativamente indicados
como correspondería, con el agravante que el proyecto original habla de los que se le otorguen a parientes, matrimonios, esposos
y/o cónyuges.
Que el proyecto elaborado conjuntamente en las comisiones dice que los integrantes de la Unión Civil tendrán,
en cuanto a los derechos que le asisten, un tratamiento similar al de los cónyuges. Ambas redacciones pecan del mismo error. No
se puede otorgar igual trato a quienes no gozan de las mismas condiciones o status juridico. Y estas condiciones o status juridico,
para que se vean equiparadas deben surgir de la legislación nacional. A su vez crea un interrogante que el proyecto original ni el
elaborado en conjunto contestan. Frente al reclamo de un pariente por un derecho que sostiene un integrante de una Unión Civil,
quien tendría preeminencia o mejor derecho.
Que los impedimentos indicados guardan una similitud conceptual asombrosa respecto del artículo 166 de la ley
23515, lo que reafirma la idea de creación de una nueva figura civil, que este Cuerpo no puede sancionar, con el agravante de
que al hablar de los incapaces, ni siquiera se hace la distinción entre absolutos, relativos, de hecho o de derecho.
Que con respecto a lo indicado en el artículo de disolución, el problema principal es que no se establecen los
efectos de la disolución, o sea no indica en que condiciones quedan los derechos de cada uno luego de disuelta la Unión Civil.
Cada uno de los incisos guarda similitud con lo indicado en la ley 23515, con la diferencia que en esta si se indican los efectos.
Respecto del texto del proyecto elaborado, el inciso a) es similar a los artículos 205 y 215. El inciso b) es similar a los artículos
204 y 214 y el inciso d) es similar al artículo 213 inciso a). El pretender disolver la Unión Civil de la misma forma que el
matrimonio, muestra la relación intrínseca que hay entre una y otra, y que en definitiva se busca legislar sobre una cuestión de
fondo.
Por lo expuesto, estas Comisiones de Derechos Humanos, Asuntos Constitucionales, Legislación General y del
Trabajo y de Presupuesto, Hacienda, Administración Financiera y Políticas Tributarias aconsejan la sanción de la siguiente
RESOLUCIÓN
Artículo 1°.- Archívese el expediente 4061-P-01.
Art.2°.- Comuníquese, etc.
Sala de la Comisión :3. de Diciembre de 2002
CAEIRO, Fernando.
Visto
OBSERVACION AL DESPACHO 2604
El despacho Nº 2604 que refiere al Proyecto de Ley presentado en el Expte. 4061-P-2001 presentado por César
Cigliuti y Flavio Rapisardi tomada por el diputado Roque Bellomo y el Expte 1216-D-2002 del diputado Enríque Rodríguez sobre el
tema de Uniones Civiles presento la siguiente observación.
FUNDAMENTO
Apoyo en todos sus términos el despacho de mayoría Nº 2604 que ateniéndose del Artículo Nº 145 fue
despachado en minoría por las comisiones de Derechos Humanos, Garantías y Antidiscriminación, Asuntos Constitucionales,
Legislación General y del Trabajo y Presupuesto; mi observación es para el despacho de minoría presentado por el Diputado Jorge
Enríquez
El despacho al que aludo es peligrosamente discriminador. Mucho se ha hablado del mismo, ha sido motivo de
análisis mediático y de repudio de cantidad de gente que entiende que debe existir igualdad de oportunidades, garantías y justicia
para todos. No es cierto que “la enorme mayoría de la gente no admitiría el carácter matrimonial de una unión homosexual”.
El despacho trata a la presente ley como inoportuna cuando sabemos que es necesaria. Se dice que no tiene
que ver con el incendio que vive nuestra Argentina. Quienes ponen voces de alarma son aquellos que la incendiaron: los militares
y los políticos que hablan por ellos junto a la Iglesia cómplice. Los mismos que asesinaban por revolucionarios también
asesinaban por “diferentes” y discriminaban a cuanto homosexual se pusiera a su frente. Hoy los métodos son otros, pero la
discriminación sigue estando a la orden del día. Las lesbianas y homosexuales siguen relegados, guardados en el “placard”. Desde
esta Legislatura tenemos que posibilitar que todos los ciudadanos reciban los beneficios, obligaciones y derechos de aquellos que
figuran en la cuestionada ley.
No estamos hablando de un proyecto sofisticado e idealista, no se trata de “postergar los aspectos más
particulares de las ideas de cada uno a fin de no fomentar divisiones”. Nos referimos a un proyecto absolutamente material: hay
ciudadanos que están fuera del sistema sólo por su orientación sexual. Y, afortunadamente, tal como está formulada la presente
ley no “es ajena al poder legislativo local”.
Yo considero “nefasto” apelar a la Asamblea Episcopal de América que obviamente “encuentra inadmisible que
se quiera hacer pasar como una unión legítima e incluso como 'matrimonio' las uniones homosexuales y lesbianas.
Y, para información de quien suscribe dicho proyecto, “la humaniddad no siempre entendió al matrimonio como
lo que aparece naturalmente”: la unión de un hombre y una mujer. No hay nada natural en ello. Hay cuestiones culturales, no
hay cuestiones “contra natura”.
Es inadmisible decir que este proyecto “es inoportuno, inconstitucional, inconveniente y ajeno por completo a
nuestra tradición jurídica, a nuestra conformación cultural e histórica y a los sentimientos y valores de la gran mayoría de la
población, a la que se sorprende con creaciones de laboratorio sobre las que nadie consulta”.
Se han hecho las consultas pertinentes, no quepa duda de ello. Pero de algo debe quedar menos duda: no hay
“nuestra conformación cultural e histórica”, eso también es una construcción arbitraria. Como aquella de que los argentinos
“somos derechos y humanos”. Para serlo debemos demostrarlo. Esta ley va en ese sentido.
Por todas estas razones solicito la aprobación del despacho de mayoría de los expedientes en cuestión, con el
consiguiente archivo de los despachos de minoría.
LATENDORF, Abel
OBSERVACIÓN AL DESPACHO 2604
CONSIDERANDO
Que el presente proyecto de ley, despachado por la Comisión de Derechos Humanos, persigue por objeto
reconocer u otorgar entidad jurídica a la relación estable entre dos personas con independencia de su sexo u orientación sexual.
Que el presente proyecto bajo análisis, está fundado o se sustenta en el ejercicio pleno y efectivo de los
derechos humanos y civiles de todos los habitantes (confirma el artículo 11 del Estatuto Organizativo de la Ciudad Autónoma de
Buenos Aires)
Que también está lo que se dice en el Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 24º “Todas las personas
son iguales ante la ley, en consecuencia tienen derecho, sin discriminación, a igual protección de la ley” y más adelante se
menciona que todos los Estados partes se comprometen a adoptar medidas legislativas o las que fueren necesarias para
garantizar los derechos y garantías consagrados en el pacto.
Que además, se establece el derecho de las personas de inscribir sus relaciones afectivas, a fin de evitar
discriminaciones, extendiendo ese derecho no solo a las parejas de homosexuales, sino que también a todas las personas “sin
distinción de su orientación sexual”
A todo ello se contesta que los derechos establecidos por la Constitución Nacional y las Convenciones
Internacionales no son absolutos, en consecuencia se encuentran limitados por las leyes que reglamenten su ejercicio, así lo
confirma el artículo 14 de nuestra Constitución Nacional y el Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 30: “Las restricciones
permitidas, de acuerdo con esta Convención, al goce y ejercicio de los derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden
ser aplicadas sino conforme a leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito para el cual han sido
establecidos.”
En consecuencia, reconocemos que todas las personas son iguales ante la ley, pero no es menos cierto que
existe una desigualdad real entre ellas, ya sean físicas, ideológicas, etc, la ley debe contemplar éstas situaciones, pero también
debe determinar cuáles, dentro de éstas desigualdades son las que se deben ponderar para establecer una política estatal
determinada.
El proyecto que se plantea rompe con todos los esquemas del Código Civil en materia de familia, nuestra
legislación en ésta materia establece una protección especial. En toda ésta materia rige la protección del orden público, se trata
de una institución, la familia, protegida por el Estado, en consecuencia ninguna disposición de carácter local podría conculcar o
dañar de algún modo a ésta institución fundamental del derecho argentino.
En efecto, el Código Civil establece que es “indispensable para la existencia del matrimonio el pleno y libre
consentimiento expresado personalmente por hombre y mujer ante la autoridad competente para celebrarlo. El acto que careciere
de alguno de estos requisitos no producirá efectos civiles aunque las partes hubieren obrado de buena fe...” Por lo tanto, el
presente proyecto plantea una categoría jurídica nueva para el derecho argentino como lo es la unión civil, con independencia de
su sexo u orientación sexual. que conculca el régimen del matrimonio civil.
Para mayor abundamiento, la Constitución Nacional en su artículo 75 inciso 12 establece que es una facultad
exclusiva y excluyente del Congreso de la Nación, dictar entre otros códigos el Civil y dentro de éste una de sus materias es el
régimen matrimonial, protegido por la ley argentina.
Además, según el diccionario de la Real Academia Española edición 2001, se entiende por matrimonio a la unión
de hombre y mujer concertada mediante determinados ritos o formalidades legales, además conceptualiza a la familia como un
grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas, es decir, que debe entenderse por familia aquel grupo de personas
unidos por un vínculo, ya sea por consanguinidad o afinidad. Nuestro régimen legal protege al matrimonio y a la familia entendida
como tales, por lo tanto no sería conveniente que ésta Legislatura se expida en ésta materia dado que ello generaría una
inseguridad jurídica tal que afectaría a la familia, institución que debe ser protegida por el Estado en virtud de lo establecido en el
mismo Pacto de San José de Costa Rica en su artículo 17º.
En función de lo expuesto estamos diciendo que para consagrar los derechos y deberes de las personas
debemos entender al régimen jurídico vigente en su conjunto, ponderando el principio de legalidad y la pirámide jurídica
impuesta por el artículo 31 de la Constitución Nacional.
Por lo tanto, se propone:
El archivo del expediente Nº 4091-D-01
BUSACCA, Ricardo.
OBSERVACIÓN AL DESPACHO N° 2604
DE LAS COMISIONES DE DERECHOS HUMANOS, ASUNTOS CONSTITUCIONALES, LEGISLACIÓN GENERAL Y PRESUPUESTO
CONSIDERANDO
Que el proyecto de “Ley de Uniones Civiles” tiene dos ejes, que se mantienen en el despacho de comisión: uno
es crear en el ámbito de la Ciudad un “Registro Público de Uniones Civiles” donde se podrán inscribir parejas, del mismo o
diferente sexo, que tengan una “relación de afectividad estable y pública” (arts. 1 y 3 del dictamen de Comisión, arts. 2 y 8 del
proyecto). El otro, que a las uniones registradas con dicho carácter se les otorgarán “los beneficios que emanan de toda la
normativa dictada por la ciudad” en forma similar a los “familiares o cónyuges” (art. 4 del dictamen de Comisión, que sintetiza el
art. 3 del proyecto).
Que en sus fundamentos se acentuó el principio de la Constitución de la Ciudad de “garantizar iguales derechos
y oportunidades para todas las personas, con independencia de su orientación sexual”, y fue difundido inicialmente en la
Legislatura por la asociación “Comunidad Homosexual Argentina”.
Que para estas observaciones, se tomará en cuenta el despacho de comisión de mayoría que sigue en sus
líneas básicas al proyecto original, si bien lo simplifica y adapta en diversos aspectos a su carácter local.
Que el objeto del proyecto no es “legalizar” ni “igualar” sino otorgar promoción social y apoyo presupuestario a
vínculos que se hallan en el ámbito de lo privado.El primer núcleo de confusión es invocar como referencia la “igualdad de
derechos y oportunidades” cuando en realidad apunta a dar un status superior al común (en términos de beneficios sociales) a las
personas que se registren como “unión civil”. Al tratarse de un régimen de promoción social, o de otorgamiento de beneficios
sociales, el punto de discusión debería ser la razón para hacer una “discriminación positiva” a favor de las personas comprendidas
en el proyecto.
Que el derecho, frente a las conductas humanas y a la realidad social, puede tener respuestas tutelares,
permisivas o prohibitivas. Las primeras se expresan en normas de protección o promoción social, e implican una valoración
positiva que justifica ese apoyo de la sociedad, como ocurre respecto de la familia, del matrimonio (formalizado y, en algunos
casos, también el aparente o de hecho), y de la paternidad y maternidad.
Que, en cambio, lo que llamamos el tratamiento “permisivo” o de abstención jurídica, comprende el vasto
campo reservado a la privacidad personal, contemplado en el art. 19 de la Constitución Nacional: “Las acciones privadas de los
hombres que de ningún modo ofendan al orden y a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios, y
exentas de la autoridad de los magistrados. Ningún habitante de la Nación será obligado a hacer lo que no manda la ley, ni
privado de lo que ella no prohibe”.El tratamiento jurídico prohibitivo, por último, implica una desvalorización de la conducta y se
expresa en normas de punición o sanción que existen en las diversas ramas del derecho.
Que en el derecho argentino vigente (al igual que en los demás países de América Latina y en la mayor parte de
los Estados Unidos) la “orientación sexual” de las personas entra en el campo de la privacidad personal, amparado por el art. 19
de la Constitución Nacional, y la posibilidad para las personas de formar pareja con otra del mismo sexo es lícita en tanto forma
parte de elegir sus opciones de vida.
Que es inexacto entonces decir que el proyecto “legaliza” a las parejas del mismo sexo, pues éstas son lícitas y
nada impide que, por vía convencional –como cualquier persona capaz, y dentro de los límites de la ley- establezcan acuerdos
respecto de sus relaciones patrimoniales o de ocupación de vivienda, o que cualquiera de ellos disponga sus derechos sucesorios
a favor del otro mediante testamento.
Que el proyecto, en realidad, pretende ir más allá y pasar a las personas que se encuentran en dicha situación,
del campo de la “privacidad jurídica”, al de la promoción social. Y ésa es la cuestión.
Que la legislación nacional e internacional protege y promueve la familia, a partir de la unión del hombre y
mujer, la paternidad y maternidad.La Constitución Nacional y las convenciones internacionales incorporadas a la misma protegen
y promueven la familia y el matrimonio, considerando que su núcleo es la unión del hombre y la mujer. Así lo indican
expresamente el art. 16 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la O.N.U., y el art. 17 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica.
Que la legislación en los países de América Latina coincide en la protección de la familia, con diversos alcances
según sea matrimonial o no matrimonial, pero siempre concebida a partir de la unión de hombre y mujer. Así, por ejemplo, se
expresa en los fundamentos del Código de la Familia de Cuba: “la familia constituye una entidad en que están presentes e
íntimamente entrelazados el interés social y el interés personal, puesto que, en tanto célula elemental de la sociedad, contribuye
a su desarrollo y cumple importantes funciones en la formación de las nuevas generaciones y, en cuanto centro de relaciones de
la vida en común de mujer y hombre entre éstos y sus hijos y de todos con sus parientes, satisface hondos intereses humanos,
afectivos y sociales, de la persona”.
Que a partir de ello, la legislación nacional y también la local, otorga múltiples beneficios sociales para la
protección de la familia, el matrimonio, la paternidad y la maternidad, incluyendo también bajo ciertas condiciones a las uniones
de hecho. Los beneficios son económicos y administrativos: asignaciones familiares, licencias especiales, pensiones, derechos
preferenciales en planes de vivienda y habilitaciones administrativas, etc.).
Que no se advierte cuál sería el fundamento para incluir dentro de dichos regímenes especiales de promoción a
vínculos que no son de familia, parentesco, matrimonio formal ni unión de hecho en aparente matrimonio. No hay normas en la
Constitución Nacional ni en los tratados internacionales incorporados a la misma, que den sustento para un tratamiento
preferencial a las personas que viven en pareja con otro/a del mismo sexo, asimilándolos a los vínculos matrimoniales o de
familia, otorgándoles beneficios especiales de tipo económico o administrativo.
Que dado que, desde su origen, el proyecto está directamente vinculado a dar un tratamiento especial a las
parejas de personas del mismo sexo, su resultado involuntario es discriminar en perjuicio de otras personas que conviven y
comparten un esfuerzo común (sin relación sexual), y a quienes no se les da la posibilidad de los beneficios del registro de la
“unión civil”.¿Por qué dos mujeres mayores, hermanas, primas o amigas, que conviven como modo de compartir su vida, su
techo y asistirse en sus gastos, quedarían excluidas del régimen? ¿Por qué dos estudiantes del mismo sexo, venidos del interior,
que viven y estudian juntos, con espíritu solidario, quedarían fuera de los beneficios de la ley, salvo que se declaren pareja?
Que los ejemplos podrían seguir, extendiéndolos a grupos no sólo de dos personas sino de tres o de cuatro.
Estas observaciones apuntan, desde luego, no a que el régimen de beneficios sociales, económicos y administrativos del Estado
se amplíe a todo grupo de personas que conviva y se registre, sino por el contrario a limitar aquél a su sentido originario, la
“protección integral de la familia”, contemplada en el art. 14 bis de la Constitución Nacional y en las convenciones internacionales
ya citadas.
Que los antecedentes de la creación de un registro público de uniones civiles, que comprenda a parejas del
mismo o de diferente sexo, se encuentran en leyes dictadas en algunos países europeos en la última década, en particular la ley
francesa sobre el “Pacto Civil de Solidaridad” de 1999. Sin embargo, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea (fallo del
17.feb.1998), y el Tribunal Constitucional (1993) y la Corte Suprema alemana (1997), entendieron que no había razón
constitucional para la extensión de los beneficios sociales de los concubinos a las parejas del mismo sexo.
Que las legislaciones que lo admiten (Suecia, Dinamarca, Noruega, Holanda, Francia) tienen carácter
substancial (es decir, son de derecho civil) y su resultado es que en la mayoría de los países donde rigen existan tres niveles
jurídicos en las relaciones de pareja: el régimen matrimonial, la pareja registrada (con un régimen de alcance personal y
patrimonial más limitado), y el concubinato o unión de hecho, que en principio produce efectos jurídicos restringido sólo a algunas
cuestiones específicas.
Que la “pareja registrada”, en esas legislaciones, se convierte así en una especie de “matrimonio de segunda”,
limitado en sus efectos y de más fácil disolución. En Francia se ha acuñado un verbo equivalente a “se marier” (casarse) para
quienes inscriben una unión de ese tipo, que es “se pacser” (de las iniciales de “Pacto Civil de Solidaridad”).
Que el proyecto de ley que intenta trasladar esa experiencia de derecho substancial a la Ciudad de Buenos
Aires excede las competencias locales (art. 75, inciso 12, de la Constitución Nacional) y deviene inconstitucional. La organización
local de un “Registro Público de Uniones Civiles”, paralelo al Registro del Estado Civil y Capacidad de las Personas, cuyo marco
legal es el decreto ley 8204/63 desborda las facultades de la Legislatura de la Ciudad, que aparece creando, para la Ciudad de
Buenos Aires, un cuasi estado civil, con formas particulares de constitución y de disolución.
Que si la Legislatura entendiera (en contra de la opinión que hemos expresado en los puntos precedentes) que
existen fundamentos para otorgar a las parejas del mismo sexo los beneficios sociales, económicos, administrativos o
previsionales que las leyes locales dan a los cónyuges y a quienes conviven en aparente matrimonio, la vía técnicamente
adecuada para hacerlo sería modificar, en particular, cada una de las normas que instituyen esos beneficios, para extenderlos a
los convivientes de hecho, sean del mismo o de diferente sexo, que reúnan las condiciones legalmente requeridas. Pero nunca
convertir esa unión en una imitación del estado civil, con registro incluido, materia que pertenece a la regulación nacional.
Que en diversas (y dispersas) normas la legislación local otorga beneficios al (o a la) cónyuge y a veces al (o a
la) conviviente, que comprenden cuestiones tan variadas como la licencia administrativa o el subsidio con motivo del matrimonio
del empleado/a, la sucesión en las habilitaciones para taxis, o el otorgamiento de pensiones.
Que el proyecto intenta implantar, por encima de todo ello, el beneficio a quienes han contraído una “unión
registrada”, quienes “tendrán un tratamiento análogo al de familiares o cónyuges” (art. 5 del dictamen de Comisión).
Que no se entiende, por una parte, que significa la asimilación de quienes integran la “unión registrada” a los
“familiares” ¿tendrían un derecho a pensión, o a suceder en alguna habilitación, en forma análoga a los hijos del causante?
Mencionamos a los hijos sólo como ilustración, porque el concepto de “familiares” es impreciso, lo cual a su vez hace confusa la
referencia del proyecto. Y, por lo demás, no son los mismos los derechos de los “familiares” que los del o la “cónyuge”, lo cual
aumenta, si cabe, la confusión.
Que dado que, en variadas normas legales o reglamentarias vigentes se reconocen ciertos derechos o beneficios
a quienes conviven en “aparente matrimonio”, bajo determinadas condiciones de estabilidad y antigüedad en la relación, tampoco
queda claro si la nueva institución, con sus propios tiempos y condiciones, sustituye al régimen anterior, o si obliga al registro de
la relación de convivencia para su reconocimiento. Esto es sólo una referencia de muestra, pues los ejemplos se podrían
multiplicar.
PROPUESTA
tratamiento.
Por todo lo expuesto se propone la vuelta a Comisión de los despachos de referencia para la continuación de su
COLOMBO, María Lucila.
Sr. Presidente (Caram).- El despacho 2604 tiene un despacho de mayoría y tres de minoría, y tres observaciones de los
diputados Colombo, Busacca y Latendorf.
En consideración en general la ley. En virtud de que hay muchos anotados y de que es un despacho que tiene
dictámenes de distintas comisiones, vamos a cumplir el Reglamento con relación al orden de prelación de los diputados que hacen
uso de la palabra.
Teniendo en cuenta esta situación tiene la palabra la diputada Pierini.
Sra. Pierini.- Señor presidente: este despacho que ponemos a consideración entró a esta Legislatura por la puerta de la
Comisión de Derechos Humanos y Garantías, que presido. Quizás, podemos decir que en rigor podría haber ingresado
directamente por la Comisión de Asuntos Constitucionales o por la Comisión de Legislación General, habida cuenta que en su
esencia, desde el punto de vista jurídico, se trata de la creación de un registro cuya naturaleza jurídica consiste en anotar una
relación privada de convivencia entre personas, anotación que habrá que habrá de producir efectos de orden público.
Sin embargo, más allá de esa naturaleza jurídica, debemos reconocer la naturaleza social de esta innovación. Bidart
Campos diría: “el origen sociológico de esta norma que estamos tratando”. En ese sentido, excede su repercusión social el marco
de la definición jurídica.
La conversión de un vínculo privado en el doble carácter de privado y público conlleva la aceptación desde lo público la
dignidad de tales vínculos privados, y por eso los incluye en su propio campo. Este es el nudo por el cual ingresó por la Comisión
de Derechos Humanos: las palabras que estoy utilizando son dignidad, aceptación e inclusión. Estas son las claves para este
debate, a nuestro juicio; y también son las llaves con las que hemos abierto nuestro razonamiento para esta creación legislativa.
Por principio constitucional, las acciones privadas que no afecten el orden público ni perjudiquen a terceros, están
reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados.
Hay un vasto caudal de parejas, hombre-mujer o de igual sexo, que conviven en relación de afecto y de permanencia,
sin casarse.
La jurisprudencia fue creando con el tiempo una paridad en cuanto a los efectos jurídicos entre concubinato y
matrimonio. Esa paridad fue tomando estado jurídico pero a partir de que la sociedad lo había aceptado como vínculo en dignidad
y derechos.
Utilizo las palabras “dignidad y derechos” porque son las que utiliza el Artículo 1° de la Declaración Universal de
los Derechos Humanos.
Muchas otras personas pueden convivir también en relación de afecto y de permanencia. Sin embargo, por ser del
mismo sexo aún reciben discriminación social. Cabe preguntarse, desde el punto de vista de los derechos humanos, por qué no es
tan aceptable en dignidad y derechos una convivencia estable y afectiva entre dos personas sean o no de igual o de distinto sexo.
Y la respuesta aparece simple: es que hay una historia humana que ha tendido a discriminar al diferente entendiendo a aquel que
no se ajusta al modelo establecido por las mayorías. Y es que las mayorías necesitan mucho nivel de conciencia para aceptar la
inclusión de las minorías.
Por eso, en esta ley hemos querido que no sea la decisión jurídica de la norma sólo para beneficiar a una parte de la
sociedad, sino que sea inclusiva y que ofrezca una opción más de vínculo a las parejas heterosexuales que por distintas razones
personales, les sea más conveniente registrar su unión que la simple convivencia en concubinato o la compleja trama del
matrimonio civil. Es decir: pensamos en una norma de inclusión porque incluir es la manera de dar dignidad, así como exlcluir es
echar al margen.
Es entonces ésta una norma en el marco de las política de no discriminación.
Nuestra Constitución contiene un sólido
plexo antidiscriminatorio. Lo ponemos en juego cada vez que hablamos del cupo femenino, no por ser minoría atento a que no lo
somos en la ciudad demográficamente hablando, sino por historia.
Lo mismo podemos decir respecto de las personas con necesidades diferentes o de los jóvenes o de los viejos o de los
pobres.
Varias son las políticas contradiscriminatorias que tiene nuestra ciudad. Sin embargo, la letra constitucional ni la letra de
la norma alcanza para cambiar la historia; sólo ayuda. Pero para cambiar la historia hace falta además voluntad, estrategias y
sensatez. Porque para excluir basta con menos, basta con el argumento de autoridad de ser mayoría. Pero para incluir hace falta,
además, una pedagogía social de la dignidad humana, hasta que se destierren, incluso, todos los significantes del lenguaje que
tienen connotaciones peyorativas o disvaliosas.
El proyecto que ponemos a consideración firmado por la mayoría de la Comisión de Derechos Humanos fue
cuidadosamente analizado, palabra por palabra, idea por idea, precisamente porque sabíamos que estábamos arando en un
campo donde cada palabra remueve siglos de historia humana. Nuestro marco conceptual desde la Comisión de Derechos
Humanos, el Pacto de San José de Costa Rica, en su Artículo 1° y, sobre todo, el Artículo 24 que dice: “Todas las personas son
iguales ante la ley.
En consecuencia, tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley. Y compromete en su
Artículo 2° a los estados partes a adoptar las medidas legislativas o de otro carácter que fuese necesario para garantizar tales
derechos y libertades.
Esta ley es la medida legislativa en el marco del Pacto de Derechos Humanos de San José de Costa Rica. Con esta ley,
entendemos, que no estamos ni siquiera rozando la Ley de Matrimonio Civil; tampoco podríamos hacerlo, porque no tendríamos
atribuciones para hacer tal cosa.
Este registro de uniones civiles que se propone es local y sus efectos jurídicos operarán sólo en nuestra ciudad. Los
requisitos para inscribirse son la muestra cabal de que se pretende darle efectos jurídicos de orden público a la unión estable con
vocación de futuro en común; no a cualquier vínculo circunstancial. Ello explica también las inhabilidades que se consignan en el
artículo respectivo.
Finalmente, desde la práctica, este proyecto resolverá innumerables cuestiones prácticas, hasta hoy trabadas para
muchas personas, por la falta de reconocimiento desde lo legal del vínculo social entre personas del mismo o de distinto sexo.
Como presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, Garantías y Antidiscriminación, creo haber interpretado, desde
la óptica de nuestra materia específica, el pensamiento de todos los integrantes de la comisión. Pero me voy a dar un lapso, luego
de haber expresado estos argumentos que fundamentaron el dictamen de mayoría, que yo también firmo, para hacer algunas
consideraciones en cuanto a la fundamentación de mi voto individual, desde lo personal.
Antes, quiero agradecer particularmente el esfuerzo de los asesores de la comisión, de su directora, de los organismos
no gubernamentales que participaron en el debate, el aporte jurídico de la doctora Medina, de la Universidad de Palermo, de la
Universidad de Buenos Aires y del Colegio Público de Abogados.
- Aplausos en la barra.
Sra. Pierini.- En cuanto a mi postura individual, como abogada y como militante en el campo de los derechos humanos,
comparto todos los fundamentos que he dado con anterioridad. Pero también voy a ser sincera y voy a decir que hubo un
conflicto en mi conciencia porque soy de un cuadro político de origen cristiano, y porque este proyecto ha traído conflicto.
En lo político se me planteaban contradicciones. Mi convicción es que el derecho debe ser creador de conciencia; hay
momentos en que los cuadros políticos –si somos cuadros, y no meros opinadores mediáticos– tenemos que poner coraje para
cambiar el curso de los acontecimientos. Si no, todo habrá de quedar igual y dejaremos que una indignidad perdure simplemente
porque contradecirla tiene costos políticos.
Como cristiana me guío por la luz del Evangelio, por el ejemplo de Cristo. El Evangelio me enseña que Dios es amor y
que no condiciona al amor, mientras sea tal. el Evangelio me enseña a amar al prójimo sin imponerle condiciones a ese prójimo.
Es más, el buen samaritano detuvo su marcha ante el otro y lo hizo su prójimo, a partir de que lo incorpora a su amor.
Cristo me enseña a incluir, incluyéndose él mismo en el mundo humano. Se incluyó entre los pobres, al nacer en un pesebre. Se
incluyó entre los prófugos y los emigrantes; entre los rebeldes al poder terreno. Murió torturado y preso entre ladrones. Cristo me
enseña a incluir en el amor a los enfermos, a los débiles, a los huérfanos. Cristo enseña que amar es incluir.
En mi conciencia puse, en uno de los dos platillos de la balanza, a la enseñanza de la doctrina de la Iglesia, que es mi
Iglesia, a la que pertenezco, que sé que está en contra de este proyecto explícitamente, y en otro platillo puse mi propia fe.
Decidí correr los riesgos de la fe, porque creo que ésa es una conducta cristiana.
En el Evangelio encuentro la
Verdad trascendente y el amor de Cristo, mientras que en la historia de mi propia Iglesia he visto muchas veces el error humano.
Entonces, por razonamiento jurídico, por convicción progresista, y también desde mi fe, mi voto individual es afirmativo,
y como presidenta de la comisión, dejo a consideración de todos este proyecto. (Aplausos prolongados).
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Costanzo.
Sr. Costanzo.- Señor presidente: realmente, hablar y fundamentar un proyecto después de las palabras que acaba de expresar
la diputada Pierini, va a ser muy difícil. Y digo que va a ser muy difícil, porque evidentemente ella ha realizado una pieza oratoria,
que no me gustaría calificar por temor a equivocarme.
Este proyecto se debatió en la Legislatura a lo largo de más de un año, tanto en la comisión que preside la diputada
Pierini como en seminarios, en los que hubo profundos debates que se afrontaron en forma conjunta. Sin embargo, en algunas
oportunidades, quizás porque el diablo metió la cola, se intentó desvirtuar la génesis de este proyecto.
Algunos colegas y ciertos medios de difusión plantearon que aprobar esta norma era como abrir la puerta al futuro
casamiento de los homosexuales. Desde ese punto de vista, quienes teníamos la intención de tratar este proyecto y de votarlo
favorablemente, aparecíamos como los diablos. Pero, en realidad, no es así.
Como dijo la diputada Pierini, luego de un año de discusiones, se produjo una modificación profunda del proyecto
original, cuidando cada palabra y cada frase, para no afectar leyes nacionales, y para no tomar facultades que la Legislatura no
tenía.
Así se parió este proyecto: con un trabajo muy creativo, y muy pero muy desgastante, que llevó muchas horas.
Aprovecho esta oportunidad para saludar a todos los asesores de las Comisiones de Derechos Humanos, Asuntos
Constitucionales, de Legislación General y de la propia Comisión de Presupuesto, que se incorporó al final del tratamiento de este
proyecto, porque durante muchas horas discutieron, debatieron y buscaron la manera para que esta norma llegase a buen
puerto.
La verdad, señor presidente, es que cuando discutíamos este proyecto, me hacían acordar a la década del ‘80 cuando,
salvando las distancias, yo escuchaba cuando se planteaba que el tratamiento de la Ley de Divorcio iba a afectar al matrimonio y
a la familia. Han pasado ya casi más de diez años desde que fue sancionada la Ley de Divorcio y de los fantasmas que se tiraron
sobre esa norma, ninguno se cumplió; parece que los fantasmas huyeron. Y me parece, sin ser un mago, que los fantasmas que
se tiraron sobre esta futura ley también se van a escapar.
¿Qué estamos haciendo? Simplemente, estamos reconociendo algo que existe, porque las uniones de hecho entre
personas del mismo sexo existen. No reconocerlo sería hipócrita de nuestra parte. Estamos tratando de no tapar el sol con las
manos; estamos tratando de que se cumpla con la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires y, como bien dijera la diputada
Pierini, con el pacto de San José de Costa Rica.
Esta ciudad, que tiene una sociedad progresista –es decir que su pensamiento va evolucionando con el tiempo–, va a ser
la primera ciudad de la Argentina y de Latinoamérica que reconocerá, por primera vez en la historia, unos pocos derechos de las
personas que tienen el mismo sexo y que conviven.
Nos dicen que existen otras prioridades y que hay hambre en la Argentina. En todas las sesiones, en todas las reuniones
de comisiones y en todos los encuentros donde hay más de dos diputados se debate y se discute acerca de la situación
socioeconómica que hay en nuestro país. ¿Quién no va a reconocer que este país tiene el 50 por ciento de su población debajo de
la línea de pobreza? ¿Quién no quisiera tener la posibilidad de resolver esa situación? Entonces, no es que existen otras
prioridades que nosotros estemos dejando de lado para tratar este proyecto. La verdad es que para nosotros la prioridad son los
derechos humanos, dentro de los cuales está combatir la pobreza y el hambre, pero también darle los derechos que requieren las
minorías.
Estamos construyendo el primer paraguas jurídico para personas distintas, que tienen una sexualidad distinta y que
cotidianamente son discriminadas con gestos y con palabras. Sin ir más lejos, la gente que integra la Comunidad Homosexual
Argentina –que pasó muchas horas aquí– fue discriminada de palabra por algunos otros visitantes de esta Legislatura. ¿Con qué
sentido? ¿Con qué objetivo?
Quiere decir que esta ley está produciendo cambios muy profundos en el pensamiento de esta sociedad, lo cual me
alegra. Me alegra que seamos los primeros en poner sobre la mesa el debate sobre algo que nos ha inspirado y que,
seguramente, va a servir para que se comience un debate mucho más profundo a lo largo de todo el país. Esto es lo que
debemos rescatar.
La verdad es que hoy comenzamos un camino, el camino de empezar a formar una sociedad más tolerante, fundada en
la dignidad de todas las personas, cualquiera sea su identidad sexual. Debe ser un pilar de la política de Estado, no solamente de
esta Ciudad, sino también de todo el país, construir una democracia mejor, luego de veinte años de democracia y de tener
irresueltas muchas cuestiones sociales que deberíamos haber resuelto hace mucho tiempo.
Entonces, es imprescindible que exista una auténtica igualdad; no una igualdad de la boca para afuera, sino una que
permita la unión de gente del mismo sexo, y que sea reconocida por el Estado. Ésta es la primera vez que un Estado hace un
reconocimiento de estos derechos.
Por eso, señor presiente, este proyecto de ley está sustentado en el ejercicio pleno y efectivo de los derechos humanos y
civiles de todos los habitantes de la Ciudad de Buenos Aires.
Por lo expuesto, propongo al cuerpo que votemos favorablemente el proyecto adelantando, desde ya, que también
cuenta con mi voto favorable.
-Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Enríquez.- Pido la palabra.
Señor presidente: voy a iniciar mi discurso tomando en cuenta algo que dijo el diputado Costanzo.
En primer lugar, me parece inoportuno el tratamiento de este proyecto, porque en este momento en que los argentinos
y, en particular, los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, tenemos que buscar comunes denominadores para salir de una
situación gravísima desde todo punto de vista, desde distintas voces del pensamiento local surge que estamos en una sociedad al
borde de la disolución nacional.
Por un lado, los argentinos debiéramos buscar grandes denominadores comunes, y no divisiones y, por el otro, considero
que este tema tendría que haber merecido un debate mucho más intenso y más abierto a la comunidad.
Digo esto, porque en estos días, conocida mi posición por distintos medios de comunicación, ha llegado una cantidad
importante de correos electrónicos apoyando mi posición y la de otros diputados. Y ésta no es, como se dijo, la voz de la Iglesia
Católica; no vengo a hablar ni desde el Evangelio, ni desde ninguna posición religiosa en particular, sino que lo hago, en primer
término, por el vallado constitucional que tenemos para legislar acerca de esta cuestión.
Vamos a abordar un tema que es inherente al derecho de familia, porque estamos procurando regular relaciones que,
supuestamente, son análogas a las matrimoniales y, como surge perfectamente de los artículos 1° y 2° del proyecto, “análogo”
no es “idéntico”. En consecuencia, nos encontramos en el ámbito del derecho de familia, del derecho común, del derecho privado
y, conforme al Artículo 75, inciso 12) de la Constitución Nacional, su tratamiento corresponde al Congreso federal.
Aquí advertimos la primera valla que puede llegar a producir que se incoen o se promuevan acciones de
inconstitucionalidad. No empece lo expuesto, el argumento de que el proyecto sólo trata cuestiones de índole local, como los
beneficios laborales sobre los cuales se ha hablado tan profusamente, porque ese argumento es insustancial, a poco que se
repare que ellos derivarían de una situación de familia, cuyo reconocimiento atañe exclusivamente al Poder Legislativo federal.
Así lo entendió uno de los más destacados constitucionalistas argentinos, Daniel Sabsay, cuya prédica constante a favor de los
derechos humanos lo pone a cualquier resguardo de ser tildado de reaccionario o que este tema del vallado constitucional, en el
que estoy poniendo énfasis, pueda ser interpretado como una maniobra dilatoria para oponernos a este asunto.
Resultaría también absolutamente contradictorio que el principio contenido en el Artículo 14 bis de la Constitución
Nacional, que consagra la protección integral de la familia por parte del Estado, pudiera ser desvirtuado por legislaturas locales.
- Manifestaciones en la barra.
Sr. Enríquez.- Les pido por favor que aprendamos el numen de la democracia que es saber convivir, respetarnos y tolerarnos
recíprocamente. De esta manera, vamos a dar acabado cumplimiento a lo que prescribe el Artículo 11° de la Constitución local.
En cuanto a la posibilidad de que el proyecto pudiera beneficiar uniones de tipo heterosexual no formalizadas en
matrimonio, quiero decirles que estas situaciones de hecho tampoco necesitarían una regulación especial, ya que la tienen en
múltiples campos, como por ejemplo, en materia previsional.
Recién el diputado Costanzo hacía alusión a la Ley de Divorcio Vincular. Creo que las situaciones son distintas. La Ley de
Divorcio Vincular evoca necesariamente una unión estable entre un hombre y una mujer al hablar de su disolución, más allá de
que se pueda compartirlo o no desde el punto de vista religioso de cada uno. Estas situaciones que se dan en las uniones
heterosexuales están protegidas en nuestro derecho por el matrimonio civil, por el divorcio vincular –que conlleva la posibilidad
de contraer un nuevo matrimonio– y, sobre todo por el concubinato. Primero la jurisprudencia y, después la legislación, le fueron
dando a la figura del concubinato determinadas consecuencias que otorgaban beneficios para la concubina o el concubino en el
caso de que quedaran viudos.
Se ha dicho que desde hace más de cuarenta años, precisamente en 1961, en la Ciudad de Buenos Aires, a través de la
Ordenanza 18.447, se otorgaron derechos sociales a las parejas de hecho, extendiéndose a la concubina del trabajador comunal
fallecido los beneficios correspondientes a la viuda, pero esto nada tiene que ver con las uniones civiles que ahora se propician.
Hecha esta primera salvedad de orden constitucional y yendo ya al contenido del proyecto, advertimos que el mismo
constituye un desconocimiento de las leyes naturales que han organizado la célula fundamental de la sociedad sobre la base de la
unión estable del varón y la mujer.
La humanidad siempre entendió el matrimonio como lo que aparece naturalmente: la unión de un hombre y una mujer.
Las normas reconocieron un dato de la realidad, y no lo crearon.
Se ha mencionado el Pacto de San José de Costa Rica y la Convención Americana de Derechos Humanos. Recuerdo que
tanto en la Convención Americana sobre Derechos Humanos como el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en sus
artículos 17.2 y 23.1, sólo reconocen derecho al hombre y a la mujer, es decir, no prevén uniones entre personas del mismo sexo
para casarse o fundar una familia.
Resulta obvio, entonces, que los únicos destinatarios de esta propuesta normativa
–no lo disfracemos diciendo que es para los heterosexuales– son las personas homosexuales, a las que desde ya quiero dejar
perfectamente aclarado que en ningún momento existe en mí un propósito de generar algún tipo de discriminación. Muchos de
ellos lo saben perfectamente. En algunos casos lo saben porque somos compañeros de trabajo en esta Casa, más allá de que
escuche algunas voces que expresen lo contrario.
Existiendo entonces el divorcio vincular en nuestro país, resultaría absurdo proponer una figura jurídica superpuesta con
el matrimonio civil que, a mi juicio, podría abrir el cauce peligroso para facilitar ciertas situaciones bajo el ropaje de elementos
tan subjetivos y azarosos como probar relación afectiva y estable de dos personas. Creo que la dificultad probatoria surge a todas
luces. Y podría darse el caso de constitución de uniones fraguadas para conculcar o desbaratar legítimos derechos inherentes a
las relaciones de familia o de terceros u obtener sus integrantes de derecho que quizás legítimamente no le corresponde.
Pero,
en este punto, no quiero ahondar en detalles, porque sé que otros diputados van a abordar la cuestión con mucha más enjundia y
más profundidad que lo que vengo señalando.
Por lo tanto, quiero ser muy preciso en este tema y puntualizar que no existe en la normativa hoy vigente, más allá de lo
que han señalados algunos diputados preopinantes, alguna desprotección para las uniones de personas del mismo o de distinto
sexo, porque en el caso de personas de distinto sexo ya lo he aclarado con bastante detenimiento; y, en el caso de personas del
mismo sexo, nuestro Derecho prevé las sociedades, distintos tipos societarios y hasta las sociedades de hecho, los condominios,
los seguros de vida, de retiro, de pensión y hasta las normas inherentes al derecho sucesorio en cuanto a la facultad de otorgar
testamento, sea ológrafo o público. En este sentido, por supuesto, sin afectar la legitimidad de los derechos que corresponden a
los herederos forzosos, por lo cual entendemos que este proyecto no busca equiparar a las parejas homosexuales con aquellas
que no lo son, sino exactamente privilegiarlas.
Y, en esta dirección, quiero manifestar que de ningún modo –y vuelvo a insistir sobre el tema– lo expuesto significa
alentar ninguna forma discriminatoria basada en la orientación sexual, porque el plan de vida de cada uno y los aspectos
reservados a la esfera de la intimidad de las personas, está protegida –como bien lo señalaba la diputada Pierini– por el Artículo
19 de la Constitución Nacional, cuando refiere que “Las acciones privadas de los hombres que de ningún modo ofendan al orden y
a la moral pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la autoridad de los magistrados”.
Pero una cosa es respetar una preferencia, un modo de vida, y a esa preferencia o a ese modo de vida asignarles
determinadas consecuencias jurídicas que fueron elaboradas a lo largo de infinidad de generaciones para otro tipo de relaciones.
Creo que con este instituto que se está aprobando, se va a producir la desnaturalización de una institución que nuestra
cultura sólo entiende que está basada en el vínculo entre un hombre y una mujer. Insisto que tal restricción no es, en modo
alguno, una discriminación arbitraria, ni pretende interferir en los planes de vida de cada persona que, como ya lo dije
anteriormente, se encuentran protegidos por el Artículo 19 de la Constitución Federal.
Quiero terminar ni alocución señalando que aquí se ha hablado –no pensaba hacerlo– de la religión, porque creo que
para comprender las verdades que según mi entender he señalado, no hace falta adscribir a religión alguna. Pero como se habló
de la fe cristiana y de la Iglesia Católica, en ese sentido, quiero señalar que la Iglesia no ha hecho lobby –y hoy más de un
diputado lo comentaba– en ningún sentido. Pero quiero señalar porque me parece oportuno recordar que el Consejo Pontificio
para la Familia y la Comisión Pontificia para América Latina expresó, en un documento emitido recientemente –el 12 de octubre
de 2002–, su preocupación frente a las uniones de hecho en términos elocuentes al señalar:...
Sr. Presidente (Caram).- Diputado Enríquez: le restan dos minutos a su tiempo.
Sr. Enríquez.- “Nos aflige profundamente la pretensión de dar un reconocimiento legal con los efectos jurídicos que la tradición
de los pueblos sólo reconocía al matrimonio, un bien eminentemente público, a las llamadas uniones de hecho en sus diversas
versiones y etapas. Es aún mayor nuestra inquietud cuando tal pretensión se refiere a personas del mismo sexo. Es inadmisible
que se quiera hacer pasar como una unión legítima, e incluso como matrimonio, a las uniones de homosexuales y lesbianas hasta
con el pretendido derecho de adoptar niños; implícita e explícitamente se presentan como alternativas a la familia. Reconocer
otro tipo de uniones y equipararlas a la familia es discriminarla y atentar contra ella”. Evidentemente, si discriminamos atentamos
contra la familia y estaríamos violando el Artículo 14 bis de la Constitución Nacional.
Por tanto, el afán de equiparar lo que es esencialmente diferente, lleva a contradicciones difíciles de sustentar. El
proyecto establece que una de las formas propuestas para disolver esta novedosa unión civil es el matrimonio, con lo cual la
institución que es célula y base de la sociedad, concebida como la estructura natural que posibilita la perpetuación de la especie,
es equiparada a modalidades de convivencia que de ninguna manera le son asimilables.
Por estas consideraciones, señor presidente, y porque además estoy absolutamente persuadido con que el fin de este
proyecto es sin duda contrario a la moral pública –no entendida desde el punto de vista religioso, sino como la moral media de la
sociedad en cada momento histórico–, voy a solicitar el archivo de este expediente, conforme lo expresado en mi despacho en
minoría.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el diputado Caeiro.
Sr. Caeiro.- Señor presidente: vengo a fundamentar el despacho de minoría que presenté por entender que tanto el proyecto
original, como el despacho firmado por cuatro comisiones, adolecen del mismo vicio: todos pretenden que este Cuerpo apruebe
una norma en la cual no tenemos competencia.
El proyecto original determinaba en su Artículo 1°, que a partir de la sanción de esta ley se garantizaba la igualdad de
derechos y de oportunidades para todas las personas sin distinción de su orientación sexual. Esta garantía ya encuentra eco
suficiente en el Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad, donde se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no
admitiéndose discriminaciones por razones o con pretexto de orientación sexual.
Tanto en el proyecto original como en el despacho elaborado, se indica que la unión civil estará conformada por dos
personas de igual o distinto sexo. Las personas de distinto sexo ya tienen regulada su situación; para el caso del matrimonio, a
partir de la Ley 23.515 incorporada al Código Civil, y en cuanto a las parejas que no se casan y viven en concubinato, la doctrina
y jurisprudencia nacional les reconoció sus derechos, que se encuentran avalados por actas de convivencia emitidas por
funcionarios públicos. Además, la Ley de Contratos de Trabajo le otorga derechos por su situación no formalizada en matrimonio.
Por eso, para personas de distinto sexo, esta ley no les reconoce ningún derecho que hoy ya no tengan.
El proyecto fue presentado e impulsado por un sector de la sociedad que busca un reconocimiento a su situación
particular. Por ello, hablar de relaciones de dos personas de distinto sexo, es por lo pronto una tibieza que no comprendo ni
comparto.
Esta ley pretende reconocer la unión de dos personas ya fuesen del mismo o de distinto sexo. Está creando una nueva
figura civil, otorgando a las relaciones entre dos personas que conviven en forma estable y afectiva y que celebran su unión
inscribiéndose en un registro. Lo que se está sancionando es un estatus jurídico diferente que hoy la ley nacional no contempla.
Este Cuerpo no se encuentra facultado para dictar una ley creando un estatus jurídico distinto al que contempla la ley nacional.
Así lo establece el Artículo 75, inciso 12) de la Constitución Nacional: “El Congreso Nacional dicta el Código Civil”. Y el Artículo
126 de dicha norma establece: “Las provincias no ejercen el poder delegado de la Nación”. Y no pueden dictar el Código Civil. De
la lectura de todo el despacho que se pretende sancionar, encontramos una similitud con la Ley de Matrimonio Civil, lo que me
lleva a concluir que lo que se busca es crear una figura jurídica nueva. Y repito, esto es algo para lo cual no tenemos
competencia.
La ley dice que sus integrantes tendrán, en cuanto a sus derechos, un tratamiento similar al de los cónyuges. No se
puede otorgar igual trato a quienes no gozan de las mismas condiciones o status jurídico. Nos encontraremos frente a una
sucesión interminable de conflictos de derechos: frente al reclamo de un pariente por un derecho que sostiene un integrante de la
unión civil, ¿quien tendría mejor derecho? Por otra parte, entiendo que la sanción desde esta Legislatura, estaría generando en
muchas personas una expectativa en cuanto a derechos, que esta ley no les otorga.
Por todo lo expuesto, entiendo que lo correcto para la solución de esta problemática sería que esta noche votásemos una
declaración solicitando al Poder Ejecutivo que interceda ante el Congreso de la Nación, para que este estudie la factibilidad de
sancionar una ley referida a la temática de las uniones civiles.
Por lo aquí expuesto, adelanto mi voto negativo a este proyecto de mayoría.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Latendorf.- Pido la palabra.
Señor presidente: después de más de dos años de estar en esta Legislatura, me parece que esta noche es la mejor de
mi vida parlamentaria, porque me siento profundamente emocionado por la circunstancia de que nos vamos a colocar al frente de
toda Latinoamérica en una actitud de comprensión humana y de reconocimiento de las diferencias y también de la construcción
de un instrumento que merecían homosexuales y lesbianas en la Ciudad de Buenos Aires.
Yo me he propuesto que las discusiones sean producto de una actitud respetuosa. No voy a agregar factores que creen
tensión y me alegra que el diputado preopinante haya recurrido a lo que nos está prohibido a muchos diputados, es decir a traer
nuestra barra propia. Nos está prohibido porque se han tomado una serie de determinaciones para el uso de una tarjeta que nos
permite, a cada diputado, traer a un solo invitado. Sin embargo, creo que aquí está toda la segunda sección completa, lo que
significa que ha entrado más que un invitado por diputado.
He planteado una observación que se refiere, fundamentalmente, a los dos despachos de minoría. Es decir, efectúo una
crítica a esos dos despachos de minoría. Me refiero a los despachos de los diputados Enríquez y Caeiro, que acaba de hablar.
En los fundamentos de mi observación digo que apoyo en todos sus términos el despacho de mayoría 2604, que
ateniéndose al Artículo 145 fue despachado en minoría por las comisiones de Derechos Humanos, Garantías y Antidiscriminación,
de Asuntos Constitucionales, de Legislación General y del Trabajo y de Presupuesto.
Mi observación se refiere al despacho en minoría presentado por el diputado Enríquez. El despacho a que aludo es
peligrosamente discriminador. Mucho se ha hablado del mismo, ha sido motivo de análisis mediático y de repudio de cantidad de
gente que entiende que debe existir igualdad de oportunidades, garantías y justicia para todos. No es cierto que la enorme
mayoría de la gente no admitiría el carácter matrimonial de una unión homosexual.
El despacho trata a la presente ley como inoportuna cuando sabemos que es necesaria. Se dice que no tiene que ver con
el incendio que vive nuestra Argentina. Quienes ponen voces de alarma son aquellos que la incendiaron: los militares y los
políticos que hablan por ellos, junto a la Iglesia cómplice. Los mismos que asesinaban por revolucionarios y también asesinaban
por diferentes, y discriminaban a cuanto homosexual se pusiera a su frente.
Hoy, los métodos son otros, pero la discriminación sigue estando a la orden del día. Las lesbianas y homosexuales viven
relegados, guardados en el placard. Desde esta Legislatura tenemos que posibilitar que todos los ciudadanos reciban los
beneficios, obligaciones y derechos de aquellos que figuran en la cuestionada ley.
Y no me basta con que alguien me diga “yo tengo un amigo homosexual”, porque me hace recordar a aquellos
antisemitas que dicen “yo tengo un amigo judío, y hasta le doy la mano de cuando en cuando”.
No estamos hablando de un proyecto sofisticado e idealista. No se trata de “postergar los aspectos más particulares de
las ideas de cada uno a fin de no fomentar divisiones”. Nos referimos a un proyecto absolutamente material: hay ciudadanos y
ciudadanas que están fuera del sistema sólo por su orientación sexual.
Considero nefasto apelar a la Asamblea Episcopal de América que, obviamente, “encuentra inadmisible que se quiera
hacer pasar como una unión legítima, e incluso como matrimonio, las uniones de homosexuales y lesbianas”. Y para información
de quien suscribe dicho proyecto, “la humanidad no siempre entendió al matrimonio como lo que aparece naturalmente: la unión
de un hombre y una mujer”. No hay nada natural en ello; hay cuestiones culturales; no hay cuestiones contra natura.
Es inadmisible decir que este proyecto “es inoportuno, inconstitucional, inconveniente y ajeno por completo a nuestra
tradición jurídica, a nuestra conformación cultural e histórica y a los sentimientos y valores de la gran mayoría de la población, a
la que se sorprende con creaciones de laboratorio”.
Se han hecho las consultas pertinentes. No quepa duda de eso. Pero de algo debe quedar menos duda: no existe nuestra
conformación cultural histórica; eso también es una construcción arbitraria, como aquella de que los argentinos “somos derechos
y humanos”. Para serlo, debemos demostrarlo. Esta ley va en ese sentido.
Finalmente, estamos viviendo un momento histórico en la historia de esta Legislatura, que debemos construir de aquí
hacia adelante. Personalmente, tengo más ideas de las que desarrolla este proyecto y que, por supuesto, están referidas al orden
nacional.
Espero que del mismo modo que somos pioneros en América Latina con respecto a lo que estamos tratando en el día de
hoy, lo seamos el día de mañana en el orden nacional, que permita la adopción por estas parejas del mismo sexo, que incluya el
matrimonio entre personas del mismo sexo y que nos coloquemos a la par de la marcha de la humanidad.
Queridos integrantes de las distintas organizaciones de homosexuales y lesbianas: sean bienvenidos a la legalidad y los
saludo con amor a todos ustedes. (Aplausos y manifestaciones en la sala).
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Bellomo.
Sr. Bellomo.- Señor presidente: hace más un año, los señores Cigliuti y Rapisardi presentaron un proyecto, que es el que está
en tratamiento con algunas modificaciones, que tuve el honor de hacer propio junto con otros diputados a fin de darle estado
parlamentario, para que fuera tratado como lo hacemos en este momento.
Quiero manifestar también que hablo en nombre personal y en representación del bloque de Frente Grande, que fija su
posición concretamente a favor del proyecto en tratamiento.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Bellomo.Luego de más de un año de debate en las cuatro comisiones por las que ha pasado este proyecto, ahora, se
halla en este recinto para ser sin duda aprobado el despacho que proporcionará un marco de reconocimiento legal a las uniones
de hecho.
Dicho de esta manera, parecería ser que la presente ley no daría lugar a ningún tipo de controversia ni discusiones
respecto del fondo de la cuestión. Pero sucede que en este caso, dicho reconocimiento se hace extensivo a las parejas
homosexuales.
Es imposible negar que algunos sectores de nuestra sociedad se caracterizan por actitudes discriminatorias y por su
intolerancia.
Este dispositivo discriminatorio no hace más que negar una realidad existente, que puede agradar o no, pero que a esta
altura de la historia de la humanidad es imposible mantener oculta y a su vez resulta una injusticia hacerlo.
Mucho se ha repetido que esta ley privilegia a los homosexuales. Recién lo acabamos de escuchar. Evidentemente,
aquellos que sostienen este argumento no conocen hacia dónde apunta, ya que incluye en sus beneficios a las parejas de hecho
heterosexuales; pues si así no fuere, estaríamos discriminando a la inversa.
Considero necesario recordar que en nuestra Ciudad el derecho a la no discriminación por orientación sexual se
encuentra contemplado en el Artículo 11 de la Constitución; y muchos constituyentes ocupan bancas en este pleno, por lo cual
con esta norma sólo estamos efectivizando aquello que la Carta Magna reconoce.
No hacer efectivos los derechos de nuestros ciudadanos constituye una omisión legislativa, una negación a los preceptos
programáticos por los cuales juramos al asumir como legisladores.
En el ámbito nacional, leyes como la 23.514, de no discriminación, en el segundo párrafo de su Artículo 1° versa: “Se
consideran particularmente los actos u omisiones discriminatorios determinados por motivos tales como raza, religión,
nacionalidad, ideología, opinión política o gremial, sexo, posición económica, condición social o caracteres físicos”.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, a la cual nuestro país adhiere, en la Ley 23.054, Pacto San José de
Costa Rica, en su Artículo 24 dice: “Todas las personas son iguales ante la ley. En consecuencia, tienen el derecho, sin
discriminación, a igual protección de la ley”. Y en su Artículo 2° compromete a todos los estados parte a adoptar las medidas
legislativas o de otro carácter que fueran necesarias para garantizar tales derechos y libertades.
Con relación a otras provincias de nuestro país, existe un antecedente en la provincia de Río Negro: la Ley 3.055, de
Derechos y Garantías, en su Articulo 1° reza: “Reconócese a la orientación sexual como derecho innato de las personas implícito
en la constitución provincial, cada vez que la misma garantiza la igualdad de derechos de la mujer y del varón”.
Este reconocimiento de derechos y beneficios también cuenta con antecedentes en el ámbito internacional, ya que
numerosos países han legislado con la finalidad de proteger a las minorías sexuales contra la discriminación en puestos de
empleo, vivienda y acceso a la salud.
Con todos estos antecedentes, y siendo nuestra propia constitución pionera en garantizar el derecho de las personas, no
admitiendo discriminación por razones de orientación sexual, resulta una hipocresía intentar poner palos a una rueda que, por
más que se intente frenarla, seguirá rodando, más allá de estas hipocresías.
Esta sencilla ley propone que quienes quieran constituir una unión civil deberán cumplir con algunos requisitos y, una
vez aceptados, otorgará derechos tales como el acceso a los beneficios acordados para todos los empleados del Gobierno de la
Ciudad de Buenos Aires, pero sólo de ella.
No escapa a nuestro conocimiento que esta Legislatura no puede ni debe hacer propias competencias que le pertenecen
a la órbita nacional. Acá se ha sostenido que la norma que estamos por aprobar es de carácter inconstitucional porque invade
competencias delegadas a la Nación. Se ha dicho que trata de modificar el estatuto matrimonial; el derecho de familia.
En ese sentido, puedo alegar que hay pronunciamientos muy claros del Colegio Público de Abogados, no sobre la
aprobación o rechazo de la ley, sino sobre su constitucionalidad, lo mismo que de la Universidad de Buenos Aires, a través de la
Facultad de Derecho y, lo mismo de la Universidad de Palermo, que claramente han manifestado que con respeto esta ley, se
puede estar a favor o en contra pero que, bajo ningún concepto, afecta la constitucionalidad.
Modestamente, puedo aportar, con mis 40 años de ejercicio de la profesión de abogado, dedicado al derecho de familia,
que esta ley en absoluto tiende a modificar la situación del matrimonio legislado por nuestro Código Civil, más las reformas
posteriores que se han implementado
Quiere decir que existe absoluta constitucionalidad por parte de esta Legislatura para sancionar esta ley, y que las
argumentaciones en tal sentido obedecen casualmente a quienes se anteponen –o, mejor dicho, se oponen– al carácter de unión
de los sectores homosexuales.
Entonces, el argumento que se ha privilegiado para esta oposición es tildar de inconstitucional la ley que estamos
tratando en este momento. Yo creo que realmente habría que buscar –si se puede, y si quieren– mejores argumentaciones,
porque éstas realmente no son las más efectivas, y no son reales.
Con relación al falso argumento de inconstitucionalidad –repito–, se han pronunciado ya diversas instituciones muy
prestigiosas del país. Por mi parte, tengo la certeza absoluta de que del articulado de la ley no surge en ningún momento colisión
con las normas que regulan el matrimonio civil.
Además, en el debate hemos discutido –y es voluntad de los legisladores– la posibilidad de abordar temas que se
encuentran claramente instituidos en el Código Civil. Surge en forma palmaria que los que se intentan reglar son temas
ambiciosos de tipo social en el ámbito de la ciudad.
Señor presidente: para concluir, sólo me resta decir que, como en otros tantos temas que hoy se han discutido, es hora
de sincerarnos y de llamar a las cosas por su nombre. Es hora de terminar de ampararnos en argumentos carentes de
fundamentos.
A su vez, quiero concluir esta exposición repitiendo el primer párrafo de los considerandos del dictamen en tratamiento,
al cual adhiero en forma total y absoluta: “Formar una sociedad tolerante, fundada en la dignidad de todas las personas,
cualquiera sea su identidad sexual, debe ser uno de los pilares de la política del Estado.”. (Aplausos).
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Rodríguez.
Sr. Rodríguez.- Señor presidente: “Todas las personas tienen idéntica dignidad y son iguales ante la ley.
“Se reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no admitiéndose discriminaciones que tiendan a la segregación por
razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación sexual, edad, religión, ideología, opinión, nacionalidad, caracteres
físicos, condición psicofísica, social, económica o cualquier circunstancia que implique distinción, exclusión, restricción o
menoscabo.” Acabo de leer la magnífica redacción del Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad de Buenos Aires.
Sobre la base de ese artículo, la iniciativa de la Comunidad Homosexual Argentina –tal como dijo el diputado Bellomo–
fue tomada por un conjunto de diputados, que ahora estamos discutiendo esta ley.
El debate disparado reconoció efectos a las uniones homosexuales, y abrió dos caminos de impugnaciones a la iniciativa:
la existencia de competencia constitucional de la Legislatura para regular sobre estos aspectos, por un lado, y la legitimidad de
equiparar los derechos de las parejas homosexuales con los de las heterosexuales, por el otro.
En la fundamentación de los derechos humanos, comparto absolutamente el discurso de Alicia Pierini. No voy a ser
reiterativo: tomo como propios los discursos de los diputados Costanzo, Latendorf y Bellomo.
Sin embargo, tengo que reconocer que tardíamente llegaron argumentos a esta Legislatura; llegaron a mi despacho, y
tengo la obligación de discutirlos.
Dice un dictamen que se autotitula científico de la Universidad Católica Argentina que la homosexualidad es un problema
que debe ser tratado desde el punto de vista médico, como una enfermedad. Este informe emite opinión respecto de que existen
preferencias sexuales que se apartan del orden natural. El orden natural está planteado entre comillas.
Es científicamente equivocada una conceptualización en este sentido, ya que desde la ciencia psiquiátrica, la psicológica
y la médica se ha planteado una conclusión indubitable: la heterosexualidad parece ser una condición mayoritaria de la
sexualidad y la homosexualidad parece ser una cuestión minoritaria, pero ambas son condiciones de la sexualidad que se deben
ejercer en libertad.
Si estamos discutiendo cómo y de qué manera ejercer la sexualidad, que como derecho debe ser garantizada, ¿cómo
podríamos no fijar caminos para establecer esos derechos como reglamentación legal, dentro de lo que estamos discutiendo?
Se sostuvo, por ejemplo, que la Ley de Matrimonio Civil o que el matrimonio es una institución de siglos. En la Argentina
no; es una institución que lleva poco más de un siglo.
¿Qué es el derecho? El reconocimiento de las conductas humanas. ¿Cuáles son las conductas humanas que se deben
regular? Cuando esas conductas interfieren, llega el derecho para regular. ¿Por qué se debe regular esto? Por el tema esencial de
que hay una discriminación. De la misma manera que la sociedad discrimina por la distribución del ingreso y por el color de piel,
también se discrimina por la orientación sexual. Y éste es un dato que no debe ser omitido.
No es irrelevante regular derechos para quienes tienen una convivencia de hecho, sean del sexo que fueran, puntualiza
la doctora Graciela Medina en un reportaje que figura en Página/12. La mitad de un juicio por concubinato –con todo lo que
significa en dinero, tiempo y desgaste– implica demostrar el concubinato.
Con este registro para las parejas, sean heterosexuales u homosexuales, estamos facilitando la concreción de una
prueba que genera derechos, y genera los pobres y específicos derechos que se otorgan en la Ciudad de Buenos Aires; pero
también implica un camino de apertura para plantear, sin prejuicios, transformar la realidad. Creo que éste es un dato muy
importante.
Comenzamos por un pequeño paso de reconocimiento de derechos, para luego seguir avanzando. La Legislatura no
puede establecer obligaciones en el derecho de familia, pero la familia está regulada por el Código Civil, que establece derechos y
obligaciones. Nosotros, como Legislatura, también estamos regulando una familia; una familia que no es la del matrimonio civil,
que es la de una pareja estable homosexual o heterosexual, a la que se le da los derechos que la ciudad otorga a los concubinos.
Esto es muy importante para aquellos que son concubinos, porque al inscribir su relación no tendrán que probarla con
posterioridad y plantearse el tema que repetí como ejemplo: un extraordinario amigo vivió 30 años con una pareja homosexual,
su pareja estaba internada con SIDA en el hospital Fernández y fue a pedir información a la sala de terapia intensiva cuando se
moría. Le negaron información. Si una ley valiera tan sólo para que personas en igual situación tuvieran ese derecho a la
información, la ley valdría por lo que estamos votando. (Aplausos)
No quiero plantear el llamado de algún cuestionamiento a aquellos que quieren elegir el camino jurídico que estimen
conveniente. Lo que estamos haciendo como legisladores –por eso no concuerdo con el despacho de minoría– es establecer
derechos para el conjunto. Me refiero al despacho de mi amiga Juliana Marino, que está muy bien trabajado, como todos los que
se plantearon acá. Pero creo que al estar referido sólo a los derechos de parejas homosexuales, hay una discriminación respecto
de lo que establece la Constitución. Esto lo digo con todo respeto; es mi opinión. Además, respeto absolutamente a quienes
plantearon otras opiniones.
En última instancia, qué malo sería que leyes como ésta tuvieran la unanimidad de la hipocresía. Prefiero la diferencia de
la defensa de planteos.
No quiero extenderme más. Le solicito que parte de mi discurso sea insertado en la versión taquigráfica y les digo que si
toman Francia, van a encontrar caminos; si toman España, van a encontrar caminos de derecho local; si toman jurisprudencia,
igualmente van a encontrar caminos.
Finalmente, quiero decir lo siguiente: para tratar el tema de las uniones civiles, me pregunto si no es urgente resolver
esta cuestión para todas aquellas personas que viven humilladas y discriminadas sin poder expresar su identidad y sin ningún
reconocimiento jurídico. (Aplausos)
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Busacca.
Sr. Busacca.- Señor presidente: creo que por dos semanas consecutivas, y no porque antes no lo haya hecho, la brillante pluma
de la diputada Pierini ha producido este despacho que me parece que es mucho mejor que aquel proyecto original que, por Mesa
de Entradas, elevó la CHA.
No creo que esta cuestión tan específica pueda limitarse a un simple análisis de cuestiones de puro derecho, y como si
nada hubiera que decir acerca de las personas involucradas en esta problemática.
Desde hace varias décadas estos prójimos nuestros, estos prójimos míos, vienen siendo discriminados. No soy erudito ni
tengo los informes que algunos diputados tienen respecto de este tema, pero aún así me parece, y me animo a expresar, que hay
quienes por determinadas anormalidades de la naturaleza física –no espiritual– nacieron sin la dotación orgánica correspondiente
a un solo sexo definido. Además, quiero decir que hasta ahora, a pesar del avance de la ciencia, no se ha podido subsanar este
déficit en materia general. Existen también agresiones inferidas, ya no por obra de la naturaleza sino por otros individuos, casi
siempre del mismo grupo familiar, de amigos o profesionales.
La verdad es que esta suma de argumentos sólo parciales, afirmativos o positivos, lo único que ha hecho es expulsar a
este grupo a un rincón de la sociedad.
Frente a ello, creo que debo y debemos hacer algo. En primer término, debemos entender el problema. En segundo
lugar, debemos promover su comprensión. En tercer lugar, debemos auxiliar e integrar a la sociedad a este grupo de gente.
También debemos reconocer que cuando hablamos de una víctima siempre existe un victimario.
Creo que el tema es mucho más profundo y me parece, como decía un diputado, que si nos hubiéramos tomado un poco
más de tiempo para debatirlo deberíamos haber invitado a más instituciones. Sé que se han hecho consultas a muchas y
prestigiosas instituciones, pero creo que nos faltó el debate. Creo que al sacar un despacho en el apresuramiento de fin de año va
a quedar mucho material en el camino que, esté a favor o en contra, es valioso.
No creo que hoy la comunidad homosexual necesite entrar a esta batalla con estandartes ideológicos y debatir esta
cuestión frente a otros que opinan distinto en los medios de comunicación. Creo que ésa fue la peor estrategia.
Sin embargo, los que estamos aquí sentados tenemos la obligación no de abordar un problema –como dice el diputado
Latendorf– de homosexuales y lesbianas, sino un despacho que nos presenta la creación de un registro de uniones civiles. Se
trata de un despacho que, según sus fundamentos, pasó por las comisiones de Presupuesto, de Derechos Humanos, de Asuntos
Constitucionales y de Legislación General, pero que observo –si bien la diputada Pierini dice que así consta en el despacho que la
mayoría de la Comisión de Derechos Humanos expidió sobre el particular– que no es así respecto de las otras comisiones.
Señor presidente: hay muchos argumentos, o por lo menos desde mi punto de vista, tengo muchos argumentos en
contra de este proyecto propuesto por la mayoría. Voy a tratar de sintetizar diciendo que con este proyecto se intenta legalizar
las uniones civiles de hecho cuando, en realidad, el Código Civil no legaliza más que los matrimonios. Se pretende legislar sobre
una cuestión que es competencia nacional sin tener en cuenta que la Constitución Nacional, en el Artículo 75 inciso 12, legisla
sobre esta materia y que ni esta Legislatura ni las demás legislaturas locales han reservado para sí la facultad de legislar en
materia de fondo. También quiero decirle que este proyecto está avasallando lo que sostiene el Artículo 953 del Código Civil, el
Artículo 19 de la Constitución Nacional y también se hace referencia al Pacto de San José de Costa Rica. Entonces, me voy a
permitir leer, no una parte del artículo, sino el Artículo 16 de manera completa, porque los abogados tenemos la deformación
profesional de que siempre tomamos la parte que más nos conviene.
Pero fíjese, señor presidente, que en el inciso tercero dice: “Lo dispuesto en este artículo no impide la imposición de
restricciones legales, y aún la privación del ejercicio del derecho de asociación a los miembros de la policía”. Y, en el inciso
segundo dice: “En el ejercicio de tal derecho, sólo puede estar sujeto a las restricciones previstas por la ley que sean necesarias
en una sociedad democrática, en interés de la seguridad nacional, de la seguridad o del orden público...” y continúa el artículo.
Señor presidente: quiero decir que me parece que acá debemos aportar algunas soluciones en el marco de la ley. Me
hubiera gustado que esta ley, como señalaba el diputado Caeiro, se hubiera convertido en una declaración. No creo que la ley
goce del prestigio de constitucional. Y, en primer lugar, respecto que los considerandos que se hacen sobre la homosexualidad,
quiero decir que si queremos realmente trabajar en pos de que esta discriminación no siga, de que esta gente no siga
discriminada, creo que habría que sacar estos términos que invaden la intimidad de las personas, como lo establece el ante
último considerando. Y también me produjo bastante asombro el título del libro de la doctora Graciela Medina, el libro que me
prestó hace unos minutos el diputado Caulier, que dice lo siguiente: “Los homosexuales y el derecho a contraer matrimonio”.
Creo que estos títulos y estos motes lo único que están haciendo es poner un rótulo descalificante. Entonces, me parece
si queremos empezar a trabajar para este tipo de grupo, lo que no podemos hacer es, desde estos mismos grupos, promover
esos rótulos descalificantes.
Observo que en el Artículo 1°, se habla de la “unión conformada libremente por dos personas con independencia de su
orientación, de su sexo u orientación sexual”. Acá estamos hablando, en el inciso b) de personas que hayan convivido en una
relación de afectividad. Quiero decir que, en este punto, estamos hablando sobre la convivencia domiciliaria, y esta convivencia
domiciliaria implica el libre ejercicio de un derecho natural de personas capaces, emparentadas o no y que, al margen de los
núcleos familiares propios, optan por un mutuo acompañamiento, con domicilio y gastos compartidos o no. Y, en esta
clasificación, que estoy dando sobre “convivencia domiciliaria”, caben los homosexuales, pero también podemos hacer referencia
a otro grupo de varones y mujeres que, sencillamente acuerdan convivir. En tales convivientes hay solteros, viudos, casados y
hasta separados. No veo un obstáculo legal para establecer entre sus miembros ciertos beneficios jurídicos, como el condominio
sobre inmuebles, el condominio sobre automotores, u otra clase de bienes; como tampoco para otorgarse entre sí, con
intervención notarial, beneficios testamentarios, dejando a salvo eventuales derechos de terceros.
Tampoco debe haber tal obstáculo para habilitarse recíprocamente para percibir haberes, retirar correspondencia y otros
trámites de similar jerarquía.
Señor presidente: creo que cuando se habla de la palabra “discriminación”, no se le da el real sentido, porque si
discriminar significa “juzgar odiosamente al prójimo”, quiero decirle que yo no comparto esa definición y no comparto ese
espíritu. Ahora bien: si en cambio discriminar equivale a distinguir entre situaciones de por sí muy diferentes, por ende promover
alcances legales distintos, entonces, cabe decir que la definición correcta de discriminación tiene esta segunda acepción y no la
primera. No estamos de acuerdo con la elaboración de esta ley. Es más, no entendemos por qué algunos sectores del oficialismo
van a poner al Jefe de Gobierno en el brete de tener que vetar esta ley porque, a nuestro criterio, se trata de una norma
inconstitucional cuyo efecto local no le permite estar por encima de una ley nacional.
Y lo que más me llama la atención es que acá no se diga que esta ley solamente tiene un efecto parcial, precisamente,
porque una ley local nunca puede modificar una ley nacional, como dije anteriormente. Y entonces, no va a tener aplicación la Ley
23.660, de Obras Sociales; no va a tener aplicación, Registro a los efectos jubilatorios, la Ley 24.241.
Señor presidente: creo que esta ley es violatoria del derecho interno y discriminatoria. No quiero que se sancione esta
ley, porque lo que menos podemos darle a este grupo es una ley que los diferencie del resto; son tan iguales como nosotros,
entonces tendríamos que encuadrarlo en una norma general y no en una parcial.
Lamento que los diputados que tienen legisladores en el Congreso de la Nación, en la Cámara de Diputados y de
Senadores, no hayan previsto presentar esta norma, porque ése es el lugar en donde tiene que ser debatida e impulsada.
Aparentemente parecería que a la actual conformación de la Legislatura le resulta más fácil aprobar rápidamente esta
norma. Pero le quiero decir, para ir terminando, por su intermedio, señor presidente, al diputado Costanzo, que no me gusta
tapar con la mano el sol. Pero me parece que es más grave si con esas manos se tapa el texto de la Constitución.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra el diputado Busacca. Le informo que le quedan dos minutos.
Sr. Busacca.- Señor presidente: si le parece bien, como sé que hay más de veinte diputados anotados, voy a incorporar a la
Versión Taquigráfica los fundamentos jurídicos específicos del voto, que adelanto que va a ser negativo. Se trata de fundamentos
jurídicos nacionales e internacionales. A su vez, tengo en mi poder una carpeta con documentación que demuestra lo que
acontece no solamente en algunos países de Europa, sino también de Latinoamérica –creo que esto puede enriquecer si leen las
versiones taquigráficas– y también, quiero incorporar la jurisprudencia.
Señor presidente: antes de terminar, quiero decir que voy a votar en general en forma negativa esta ley. Y en particular
voy a proponer algunas reformas, porque entiendo que la norma propuesta no es del todo acertada y cuando llegue el momento
de la votación, señor presidente, voy a pedir que se haga en forma nominal. (Aplausos).
- Manifestaciones en la sala.
Sr. Cortina.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero decir que cuando esta iniciativa fue acercada y presentada a esta Legislatura por la Comunidad
Homosexual Argentina, fue levantada y tomada rápidamente como suya por el diputado Bellomo y desde un primer momento, los
cuatro integrantes del bloque del Partido Socialista acompañamos esta iniciativa.
Por eso es que voy a tratar de ser lo más sintético posible, señor presidente.
Estamos convencidos de que la unión civil se constituye en un mecanismo eficaz y reparador respecto de la actual
discriminación legal y sexual que sufren las parejas que tienen el mismo sexo. En otras palabras, además de la discriminación
cultural a la que muchas veces se los somete, tienen la imposibilidad de resguardar sus vínculos materiales y afectivos bajo la
tutela del estado, y eso los convierte, sin lugar a dudas, en ciudadanos de segunda categoría.
En los últimos años, señor presidente, la homosexualidad ha alcanzado estatuto pleno de visibilidad social. Sin embargo,
penden sobre aquellos que construyen vínculos por mutua elección sexual y afectiva con personas del mismo sexo, injusticias
manifiestas.
Excluir, señor presidente, a los homosexuales en sus relaciones de pareja de los beneficios de que gozan ciudadanos
heterosexuales es, sin duda, un acto flagrante de discriminación.
La noción de familia y la de vínculo amoroso se ha ido transformando con el paso del tiempo. Por eso, desde nuestra
perspectiva, alentamos la sanción de la unión civil porque entendemos que lo que debe predominar a la hora de discutir este tipo
de temas es el deseo de la unión, es el deseo del amor entre las partes y el anhelo por construir un vínculo afectivo, duradero y
estable.
Estoy convencido que, así como un hombre y una mujer forman una familia, dos hombres, o bien, dos mujeres que
traban, en su adultez –plenamente concientes de sus actos– vínculos amorosos, vínculos unitivos y permanentes, también son
una familia. (Aplausos).
Los socialistas apostamos a una profunda ampliación del actual modelo de relaciones afectivas y sexuales entre las
personas que están basadas en la concepción tradicional de la familia y que excluyen a aquellas opciones sexuales diferentes a
las heterosexuales. No sólo se trata este asunto que estamos tratando hoy aquí, en esta Legislatura, de un asunto políticamente
correcto, sino que se trata de legislar sobre la realidad y de dar un marco legal que, respetando la diversidad, posibilite y asegure
beneficios sociales y patrimoniales a quienes conforman parejas homosexuales.
Rechazar unión civil es sin dudas un acto de discriminación y de homofobia. Hay muchos miles de parejas lésbico-gays
que han estado juntas durante años, que se cuidan mutuamente, que se apoyan, que se aman, que viven igual que cualquier otra
familia y, sin embargo, la ley, el Estado, no las reconoce como parejas, no las reconoce como familias, ya sea mientras vivan
juntos o bien cuando alguno muere, como el ejemplo que daba el diputado Rodríguez.
Por lo tanto, señor presidente, no se puede ni se debe sostener por más tiempo el hecho anacrónico de discriminar a dos
hombres o a dos mujeres por algo que es tan loable, por algo que es tan fabulosamente humano, como es el amarse el uno al
otro. (Aplausos).
Si dos personas se aman, señor presidente, y son felices, entonces están honrando la vida. ¿Desde qué absurda moral se
condena a la homosexualidad y por consiguiente se obstaculiza este tipo de leyes? Le voy a decir una cosa: lo inmoral no es ser
gay o lesbiana; lo inmoral es negarle a los gays y lesbianas la plenitud de derechos y la posibilidad efectiva de amar sin ser
condenados a una ciudadanía de segunda. (Aplausos).
Por eso, señor presidente, sepamos vivir democráticamente, no imponiendo nuestro marco ideológico valorativo a los
demás, y refundemos una ciudad, refundemos un país en donde nadie sea criticado, en donde nadie sea estigmatizado, en donde
nadie sea rechazado por afirmar su identidad.
De este modo, y en nombre del bloque del Partido Socialista, adelante el voto favorable a esta ley que estamos tratando.
(Aplausos).
Sr. De Estrada.- Pido la palabra.
Señor presidente: evidentemente, no voy a hablar para el aplauso, porque a pesar de la queja del diputado Latendorf,
me da la impresión que la mayoría del público está muy definido en un sentido. Es conocida, porque la he hecho pública, mi
posición absolutamente contraria a este proyecto. (Aplausos).
En primer lugar, quiero decir que esta Legislatura incursiona una vez más en temas que no son los problemas de su
competencia. Alguna vez he repetido aquí, y la vuelvo a decir ahora, una frase que dijo Domingo Faustino Sarmiento cuando era
concejal –porque también fue concejal además de presidente, de ministro y de senador– y estaba cansado de oír a sus colegas
que querían arreglar el país y el mundo, y los llamó a la realidad: “Señores, nuestros problemas son los problemas concretos de
la ciudad; los problemas de la calle, los problemas de la limpieza, los problemas del alumbrado y tantos otros”.
En una ciudad que hoy se cae a pedazos, lo vemos todos los días, creo que nuestros problemas son esos y no
incursionar en temas que no son los nuestros.
Este proyecto de ley que seguramente se va a votar hoy es un proyecto de ley que dice una cosa y se vende de otro
modo. Si leemos el texto del proyecto de ley, veremos que prácticamente no dice nada, es muy poco. En cambio, la venta de la
ley y lo que va a salir mañana en los titulares de los diarios o pasado mañana si es que no hay tiempo para hacerlo hoy, es que la
Ciudad de Buenos Aires es la primera ciudad de América que ha reconocido la unión homosexual. (Aplausos y manifestaciones).
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra el diputado De Estrada.
Sr. De Estrada.- Pero, reitero, lo que reconoce la ley es prácticamente nada. Después volveré sobre eso.
Ahora, quiero decir que mi oposición a la ley se basa en mis convicciones más profundas. Tengo una concepción cristiana
del hombre y de la sociedad. Mi convicción cristiana del hombre me lleva a reconocer la dignidad absoluta de todo hombre, sin
ningún tipo de discriminación. Todos los hombres, todas las mujeres, son dignos por igual. Procuro aplicar eso, por supuesto, en
toda mi vida.
Diferente es cuando se trata de la concepción de la sociedad. La concepción cristiana de la sociedad se basa en la familia
y se basa en la familia heterosexual. (Aplausos y manifestaciones).
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra el diputado De Estrada.
Sr. De Estrada.- Ésa es la concepción cristiana que ha construido esta sociedad en la que vivimos. A partir de esa concepción,
nuestra sociedad ha tenido un avance fundándose justamente en la familia.
Por supuesto, comprendo que otras personas no piensen lo mismo. Respeto el derecho de otros o de todos los que
quieran a discrepar, pero ésa es mi convicción profunda y la voy a defender.
Ya no como cristiano sino como político coincido con la misma concepción de lo que debe ser la organización social, y eso
también lo voy a defender.
Esta ley que, insisto, no dice nada, da pie para luchar contra esa concepción porque a partir de ese título del diario que
va a aparecer mañana o pasado va a venir un segundo avance que es la presión sobre el Congreso Nacional, que es el que tiene
competencia para legislar en este aspecto, para avanzar hacia la modificación de lo que es la familia; y tampoco estoy de acuerdo
con esto.
Si analizamos este proyecto de ley, ¿qué beneficios concretos da?
El único beneficio concreto que da está en un capítulo que habla de los derechos que dice: “Para el ejercicio de los
derechos, obligaciones y beneficios que emanan de toda la normativa dictada por la ciudad, los integrantes de la Unión Civil
tendrán un tratamiento similar al de los cónyuges”. ¿Qué derechos da la ciudad a los cónyuges? La Ley Nacional, a través del
Código Civil, le da derechos a los cónyuges. No se los da la ciudad, salvo para su propios empleados, para sus trabajadores.
Y, aún así, eso es muy relativo porque, si habláramos de salario familiar, por ejemplo, sería un derecho concreto; esto se
regula por la legislación nacional. Si habláramos del derecho de pensión, se regula por la legislación nacional. Sí se puede hablar
del derecho a determinadas licencias, o a alguna otra cosa muy menor en relación a lo que son normalmente los derechos de los
cónyuges. Y para otorgar esos derechos, desde ya que no hace falta una ley, con todo esto que la rodea, sino que bastaría con
una resolución del Gobierno de la Ciudad.
Por lo tanto, insisto: esta ley es engañosa. Hace creer que a partir de ahora hay derechos que no van a existir. Creo que
esto debemos tenerlo muy en claro porque esos derechos, insisto, serán inexistentes.
Señor presidente: aquí se han utilizado muchos argumentos para defender la ley. No los voy a refutar uno por uno;
discrepo con la mayoría. Coincido, en general, con todos los argumentos que se han expuesto en contra de la ley. Pero lo que
quiero señalar es que me parece que la ciudad de Buenos Aires, por un pretendido progresismo, por un pretendido modernismo –
que no es tal– está incursionando en un tema que realmente afecta a los cimientos de nuestra sociedad.
Con eso no estoy de acuerdo, y con eso voy a discrepar siempre. Por eso, me opongo a esta ley, que es engañosa, que
es tramposa y, sobre la base de estos dos calificativos, digo también que es una ley hipócrita. Hace creer una cosa y dice otra.
Esta ley se va a vender de una manera que no coincide con su texto. Pero esa venta va a permitir que quienes han
propiciado esta ley logren su verdadero objetivo, que es ir por más, en algo que va a afectar a la familia.
Esta ley, de por sí, no afecta a la familia. Prácticamente, no dice nada. Podría eliminar el “prácticamente”; no dice nada.
Pero, a partir de esta ley se va a hacer una campaña basada en la forma en que se ha vendido esta ley, para afectar los derechos
de la familia, y con eso no estoy de acuerdo.
Por esto, señalo, desde ya, que voy a votar en contra de esta ley.
- Manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el diputado Echegaray.
Sr. Echegaray.- Señor presidente: en nombre del bloque de Izquierda Unida queremos expresar nuestra convicción de que
vivimos una noche trascendente. Queremos empezar agradeciendo a César Cigluitti, Flavio Rapisardi y a la doctora Graciela
Medina, que fueron los que dieron el primer gesto de vanguardia, trayendo la ley aquí.
Quiero saludar la acción de la Comisión de Derechos Humanos, de la Comisión de Derechos Constitucionales y de todos
los que trabajaron. Quiero saludar las intervenciones de los que vienen apoyando el despacho de la mayoría, y expresar nuestra
convicción de que nunca hubo un debate más oportuno.
Estamos en contra del argumento de la inoportunidad. El neoliberalismo no sólo ha producido crisis económica. También
ha producido hambre, miseria, degradación económica y social. El neoliberalismo es una concepción de dominación integral y ha
producido, por lo tanto, una profunda degradación cultural y un profundo retroceso democrático. Ha incrementado, no sólo la
explotación, sino también la desigualdad, la injusticia y la discriminación. Ha envilecido esta sociedad, y nos ha envilecido a
todos.
Por lo tanto, para luchar contra este flagelo, para reconstruir y transformar nuestra sociedad, para generar un nuevo
proyecto de país, con un nuevo tipo de gobierno, con un nuevo tipo de poder, para producir los cambios revolucionarios que no se
pueden seguir ignorando en un país, donde no fracasa el neoliberalismo, sino toda su historia de capitalismo, es necesario
producir rupturas culturales. ¡Es necesario dignificarse! (Aplausos)
Y esta norma es una ley de ruptura cultural, es una ley de rectificación, y no de dignificación, porque estamos
dignificando a los compañeros gays y lesbianas, no porque estemos concediendo la dignificación de reconocer la existencia legal
de estas parejas, sino porque, compañeras y compañeros, diputadas y diputados, nos estamos dignificando nosotros, al salir de la
profunda inmoralidad que significa desconocer la existencia de tamaña realidad. (Aplausos)
Me asusta y tengo miedo cuando hablan de la posibilidad de agredir vallas constitucionales, y me ponen la espada de
Damocles de la declaración de inconstitucionalidad de la ley por encima del debate. En realidad, hoy estamos en
inconstitucionalidad. Hace unos instantes se leyó aquí el Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad, y lo que hace esta ley es
ayudarnos a salir de esa situación de inconstitucionalidad. (Aplausos)
Se ha hablado de que ésta es una ley que genera divisiones, y no consensos. Estoy en profundo desacuerdo, y hay datos
reales para refutar esa opinión. Se han hecho encuestas y estadísticas.
Fíjense que una encuesta importante, realizada en el año 2002 por una empresa autorizada –Mori–, la unión civil cuenta
en la Ciudad de Buenos Aires con un apoyo del 48 por ciento, contra un rechazo de sólo 30 por ciento; y en las franjas etareas de
la juventud, esta visión positiva crece hasta el 53 por ciento.
Y esto no sólo pasa en Buenos Aires: sucede también en Córdoba, Santa Fe, e
compañero Manuel Liberal, diputado socialista, una ley que apuntaba al reconocimiento de las parejas de hecho, que son
muchísimas.
Vale decir que el tema que estamos abordando hoy no incluye sólo a parejas homosexuales, sino que estamos
atendiendo el caso de muchísimas parejas de hecho, de los pobres compañeras y compañeros que no pueden acceder a las
protecciones legales que están dispersas en distintas cuestiones. Esto se dio en distintos ámbitos de la legislación argentina, en el
plano nacional y provincial.
Creo que ésta es una ley general que, además, tiene un gran mérito, dado el gran aporte que hace a la sociedad. Y nos
enorgullecemos de haber sido una pequeña parte de todo esto, desde Izquierda Unida, y por eso la vamos a apoyar y la vamos a
respaldar. (Aplausos)
Coincido con el diputado De Estrada en su sabiduría. El hambre viene comiendo, compañeras y compañeros, y
seguramente iremos al Congreso Nacional y buscaremos más reconocimiento. (Aplausos)
No me detengo en el análisis de si estamos agrediendo o invadiendo jurisdicción de leyes nacionales. Juristas muy
prestigiosos aquí dijeron que no lo hacemos porque no queremos y, como dijo la diputada Pierini, porque no podemos. Se trata
de un tema superfluo; es casi una chicana decir eso.
Sí quiero referirme al tema de la familia, pero no desde el punto de vista jurídico, defendiendo que los que apoyamos
esta ley no queremos agredir el marco legal que tutela a la familia, que está en el plano nacional. No. Me quiero referir a una
cuestión que se ha pretendido presentar, a la concepción predominante en la actualidad, por la cual se considera a la familia
como una concepción eterna. Señoras diputadas y señores diputados, señoras y señores del público: el concepto de familia es
histórico y está en cambio; hubo una familia patriarcal y una familia matriarcal. Ahora hay una familia capitalista y
progresivamente habrá cambios hacia distintas formas de reconocimiento de la familia, sobre la base de contratos, donde no
pese, fundamentalmente, la asociación económica, sino donde pese, como dijeron algunos diputados, la comprensión, el amor y
la voluntad de construir en común la convivencia.
Por eso creo que se debe dar respuesta a un tema fundamental, a la cuestión de lo que es saludable o no saludable, y a
la cuestión de lo que es natural y no natural.
Evidentemente, creo que esta ley, entre otras cosas, tiene el gran mérito de hacernos crecer moralmente, de hacernos
crecer en dignidad y también de hacernos crecer un poco intelectualmente; porque esto de pretender considerar que las
relaciones homosexuales y las parejas homosexuales constituyen relaciones contranatura implica, realmente, una cuestión
ofensiva desde el punto de vista no sólo democrático y de la discriminación, sino que, además, hiere el nivel de inteligencia de las
diputadas, de los diputados y del público aquí presente. (Aplausos)
Se dice que el matrimonio es una institución con raíces echadas en la naturaleza, pero yo quiero decir que no podemos
diferenciar moralmente a las relaciones heterosexuales de las homosexuales; para nada nos basamos en una naturalidad de las
primeras. La “naturalidad” –entre comillas– de las uniones heterosexuales y el supuesto carácter contranatural de las
homosexuales, a partir de enfoques teológicos y no científicos, es hora de que, finalmente, sea rebatida. No se puede seguir
ignorando o falsificando descubrimientos de la humanidad, como el psicoanálisis. A Freud lo deberíamos conocer casi todos; si no
queremos reconocer a Freud, reconozcamos, por lo menos, que en los Estados Unidos –según la ideología de muchos diputados y
de mucha gente, debiera ser el rol de sociedad en la cual nos inspiramos– ya en 1970 se asumió que era imposible calificar a la
homosexualidad como una enfermedad.
La homosexualidad es, como también se dijo acá, parte de la sexualidad. Y si no queremos acceder a esto por nivel
científico, accedamos a través del arte .
Recuerdo en este momento las hermosas páginas de Flaubert en Salambó cuando relata la situación de los ejércitos
mercenarios de Aníbal cercado por las tropas de Cartago en el que aparece claramente que la estructura básica de esos ejércitos,
como la de los espartanos, era la relación homosexual y las familias homosexuales constituidas entre las parejas de
combatientes.
Si queremos un libro más moderno, leamos Alejandro, de Valerio Máximo Manfredi, en el que aparece explicado el
famoso crimen de Filipo, el padre de Alejandro, que quizás es el que define toda la trayectoria de Alejandro Magno. Filipo muere
producto de una situación planteada a raíz de una pareja homosexual.
Es decir, que desde el comienzo de los tiempos, existe la homosexualidad, porque es parte de la condición humana. Lo
que estamos haciendo hoy es salir de esta situación infrahumana de no reconocer y de no proteger legalmente a estas personas.
Estamos accediendo a la condición humana de protegerlos y reconocerlos, al menos en parte, y de generar este concepto en la
sociedad de Buenos Aires, y creo que va a trascender a la sociedad argentina –y, en buena hora, como se dijo aquí, a la sociedad
latinoamericana. Esto se está haciendo desde una Argentina castigada en el avance del progreso, del humanismo, de la dignidad
y de la democracia, reconociendo esta realidad de la existencia de la homosexualidad, del transexualismo, de la diferencia de
géneros. La idea es legalizar las uniones de amor y convivencia entre ellos y protegerlos, aunque sea poco, pero protegerlos
sobre la base de la ley.
Ahora será poco, pero estoy seguro de que será todo lo que necesiten en un futuro cercano a partir de
ahora.
Por lo expuesto, vamos a apoyar con entusiasmo y convicción este proyecto de ley que se presenta. (Aplausos)
Sr. Presidente (Busacca).- Tiene la palabra la diputada Talotti.
Sra. Talotti.- Señor presidente: como punto de partida quiero resaltar que no voy a acompañar el presente proyecto de ley. Esta
circunstancia no debe ser interpretada como una forma de intolerancia o incomprensión de los derechos de las minorías.
Como bien lo establece la Constitución de la ciudad en su Artículo 11, todas las personas tienen idéntica dignidad y son
iguales ante la ley, no admitiéndose discriminación que tienda a la segregación por razones, entre otras, de orientación sexual.
Lo expuesto tiene lógica concordancia con lo establecido en los artículos 16, 19 y 75, inciso 22) de la Constitución
Nacional. Las disposiciones encuentran sus fundamentos en la aceptación de nuestra sociedad desde su constitución como tal, de
una concepción democrática y republicana, donde el reconocimiento de la dignidad del ser humano constituye el centro del
sistema político.
Creo, con sincera convicción, que dichas normas, en tanto hacen a la esencia del sistema político argentino no están aquí
en cuestión, por lo que no es por allí por donde debe pasar el análisis del tema.
Dejando de lado la cuestión ya reseñada, y reconociendo el derecho de las personas a decidir el destino de su vida,
entiendo que la creación de la denominada unión civil, en tanto unión conformada libremente por dos personas con independencia
de su sexo y orientación sexual, que tendrá un tratamiento similar al de los cónyuges, conforme resulta expresamente en su
texto, constituye una materia que no es propia de esta Legislatura y, por ende, su sanción es inconstitucional.
En lo sustancial, comparto la opinión de aquellos que sostienen que la ley, en tanto intenta regular relaciones
equiparables al matrimonio, incurre en un exceso jurisdiccional que no debiéramos permitir.
La creación y regulación de la unión civil importa la conformación de una nueva institución análoga al matrimonio y, en
tal sentido, una modificación trascendente al régimen legal del matrimonio, por lo que su tratamiento debiera ser efectuado a
través de los órganos con competencia para ello: en nuestro país, el Congreso Nacional, conforme el Artículo 75, inciso 12 de la
Constitución Nacional.
Sin perjuicio de considerar que lo ya expuesto autoriza a su rechazo, la creación de tal institución requeriría, por lo
menos, un amplio y extenso debate de la sociedad en su conjunto que a la fecha no ha sido efectuado, por lo que a ello
debiéramos abocarnos.
Estoy convencida de que a través de esta ley se pretende crear una institución nueva que, en tanto está vinculada a las
relaciones de familia, no puede ser objeto de tratamiento en este recinto.
Por ello, con el convencimiento de que estamos asumiendo roles que no nos competen, y exclusivamente por las razones
expuestas en el presente, es que no voy a acompañar el proyecto de ley presentado.
- Aplausos en la barra.
- La barra grita: ¡Igualdad! ¡Igualdad!
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el diputado Campolongo.
Sr. Campolongo.- Señor presidente: verdaderamente me hubiese gustado que todos, más descansados, pudiésemos estructurar
nuestras posiciones en un tema de mucha complejidad e importancia, como lo han resaltado muchas voces en este recinto.
Este tema, si lo abordamos desde la coartada de lo jurídico, inevitablemente e indudablemente, se mete con una de las
zonas más complejas del hombre, de la historia, de la evolución y de la cultura: la sexualidad. Hay ensayistas que han podido dar
cuenta de la evolución de la cultura contando la historia de la sexualidad y de las segregaciones como lo hicieron a través de la
locura. Es decir, contaron la historia de la cultura a través de las segregaciones y de las discriminaciones. Y este tema, nos guste
o no, toca la sexualidad.
Como a otros diputados, también a mi me sucedió tener que enfrentarme con la encrucijada, que alguna vez
mencionamos en el recinto, que existe entre la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Y, seguramente, no
podemos vaciar una de las dos éticas para pronunciarnos. Pero de ninguna manera me animaría a decir que solamente puedo
venir a exponer desde las convicciones más profundas de lo personal porque la misión del legislador no es imponer convicciones
personales sino ser capaz de mirar el conjunto, y aún de legislar y otorgar justicia a una realidad que se muestra evidente
El tema de la homosexualidad y del lesbianismo es una realidad, y me parece justo que reglemos esa situación; que
abramos una puerta a esa situación.
Por supuesto, tuve dilemas frente a estas dos posiciones. Pero les confieso que hubo un hecho afectivo que me impacto
cuando me vinieron a ver miembros de la comunidad para explicarme el espíritu del proyecto. Y uno de ellos me dijo: “¿Sabés lo
que pasa? Se muere un compañero nuestro y no podemos asistir al velatorio”. Allí es como que encontré la luz que iluminó mi
decisión: más allá de lo jurídico, más allá del debate constitucional, está el afecto. Y les diría, queridos colegas que ni siquiera me
satisface la palabra “afecto”, ya que me gustaría que pudiéramos utilizar la palabra “amor” y no “afecto” (Aplausos).
El afecto es una ficción y, por ese motivo, no me gusta la posición de los que creen que el modelo de familia responde a
distintos contratos, sino que, por el contrario, me sorprende quien lo dijo, porque el contrato es una creación de la burguesía y
antes que eso hubo familias en las cuales el vínculo era la solidaridad y no el contrato.
Entonces, me parece que hay que recuperar en primer lugar, el amor y, en segundo lugar, el amor vinculado con esa
solidaridad. Por allí pasa –me parece a mí y en lo que pude comprender de las personas que me vinieron a ver– la esencia de
este proyecto, y considero que hay que afrontarlo sin hipocresías.
Recuerdo vivamente cuando en la época en la que se discutía el divorcio en la Argentina, con conocidos personajes de la
farándula, quienes sabían de su situación real, iban y se trepaban a las escalinatas de la Catedral y querían dar sermones de
moralidad. Eso era una hipocresía y había un sistema que lo avalaba, y un sistema y una prensa que lo transformaba en una
situación para ver si se podía de alguna manera manufacturar algún tipo de opinión pública.
Vengo aquí sin ningún tipo de culpa a apoyar este proyecto; vengo con la absoluta convicción de que en la
homosexualidad hay amor, hay una amor que, probablemente por ahora –y quizá para siempre– no sea el de la expresión
mayoritaria de los pueblos, pero es una realidad desde el principio de la cultura. Y es una realidad desde el principio de la cultura
porque, en primer lugar, la sexualidad no fue siempre de la mano con el amor, que es algo mucho más importante. La sexualidad
en muchas etapas de la cultura estaba relacionada exclusivamente con la procreación y el sentimentalismo; el afecto y el amor
iban por otro lugar y permitían organizaciones sociales y sistemas de parentesco que naturalmente no responden al módulo de
familia que hoy conocemos; de esto no hace mucho tiempo; por el contrario, el modelo nuclear de familia es muy reciente.
En ese sentido, quisiera señalar tres o cuatro cosas que me parecen importantes. En primer lugar, como ya dijimos está
en juego la sexualidad, está en juego el amor, y está en juego lo que podríamos denominar las “reglas de parentesco”. Y las
“reglas de parentesco”, de ninguna manera y en ninguna circunstancia, pertenecen a un orden natural. El orden natural es un
orden construido. Podríamos decir que aún en ausencia de toda organización social que no haya desarrollado formas de actividad,
siempre son parte integrante de la cultura y, repito, no existe tal orden natural, sino que todo es una construcción social de
acuerdo con los tiempos.
Sostener que la sexualidad humana es un fenómeno social total es nuestra afirmación. Y quiero seguir adelante con esta
idea.
Lo sexual y lo corporal son producidos socialmente y en esto algún diputado hizo una ligazón con ciertas ideologías
dominantes. Tiene razón: hoy por hoy, para el mercado, el cuerpo es un negocio, y eso es una producción social. Tan producción
social, que ese neoliberalismo que se mencionó aquí solamente reconocía la faz de la humanidad en el ciclo productivo de una
persona y no en su niñez, o en su ancianidad, como se mencionó en otro proyecto que acabamos de debatir. Entonces, para el
mercado, el cuerpo es un negocio, como para cierto dogma religioso es un pecado. Y no es solamente la religión católica o el
cristianismo la que lo alentó, aunque hubo corrientes que lo hicieron desde el freudianismo en adelante y que aceptaron la
dualidad cuerpo y alma y dividieron, escindieron y clivaron a la persona. Pero esto no fue así a lo largo de todas las culturas. Y
diría que aquí se han mencionado concepciones del Siglo XIX. Un diputado lombrosiano dijo que la homosexualidad tiene
características de enfermedad genética y eso no lo acepta ninguna ciencia actual. Gracias a Dios, como se mencionó aquí, el
psicoanálisis ha planteado nuevas concepciones de subjetividad en el campo ontológico, filosófico y en el pensamiento
contemporáneo.
Algunos reivindican al psicoanálisis freudiano, pero quiero recordar que en la Unión Soviética los psicoanalistas eran
perseguidos, no se los dejaba trabajar. Creo que hay que ser fiel a la historia.
En este sentido, algunos de los despachos de minoría mencionan a Freud, de acuerdo con mi humilde criterio, muy
equivocadamente cuando se refiere a las figuras paternas, o sea, a la madre y al padre, y realmente confunden. No voy a entrar
ahora en el desarrollo de esto, pero lo importante no es la realidad del padre o de la madre, sino la función paterna, cosa
totalmente distinta.
Hubo culturas en que la función paterna no la cumplía el padre biológico. Esto es lo que sorprende a un antropólogo
como Marinovsky a quien Freud le contestó: “No estoy hablando del padre real”. Freud había realizado la arquitectura del
inconsciente que venía a barrer con todo el sistema cartesiano racionalista que era comandado por la razón. Entonces, le
contestó: “No importa, la función paterna la cumplía un tío”. Es decir, se habla de funciones de parentesco que no tienen nada
que ver con el orden biológico. En el parentesco lo biológico debe ceder ante lo social.
Quiero decir tres o cuatro cosas más. No quiero dejar pasar por alto la idea de cuerpo que trabajó el psicoanálisis,
porque bajo la idea de cuerpo y sexualidad
–acordémonos que Freud empezó a producir en plena época victoriana y los libros de anatomía saltaban del ombligo a la rodilla y
se olvidaban de los genitales– Freud establecía claramente que los tipos humanos contenían características hetero y
homosexuales, le pese a quien le pese, y que cada sujeto tiene partes homosexuales, así como opciones de heterosexuales.
Sr. Presidente (Busacca).- Diputado Campolongo: le quedan dos minutos.
Sr. Campos.- Voy a tratar de terminar en ese tiempo.
Entonces, también me parece que el psicoanálisis ha traído una concepción totalmente distinta de la sexualidad.
Y así avanza el que hoy nos permite pensar la sexualidad de una manera distinta.
Finalmente y para cerrar con el concepto central con el cual había comenzado, quiero
terminar citando a uno de los
más grandes pensadores filosóficos contemporáneos. En algún momento se lo acusó de nazi y él se arrepintió; se llamaba Martín
Heidegger. Él basaba su análisis existencial en el concepto de los cuidados, en el derecho a cuidar y a ser cuidado.
Éste es el núcleo central de lo que estamos discutiendo; éste es el cambio cultural y de solidaridad que tenemos que
encontrar; no anatemisando ni demonizando las cuestiones.
No se define el ser por hechos aislados sino por la constitución en el tiempo del cuidado; es esto lo que está ausente en
esta sociedad. Por eso, concluyo parafraseando al poeta uruguayo Mario Benedetti cuando expresaba: “dice algún dogma
eclesiástico que el cuerpo es un pecado; dice el mercado que el cuerpo es un negocio, dice el cuerpo, yo soy una fiesta”.
(Aplausos).
Sr. Caulier.- Pido la palabra.
Señor presidente: la verdad es que lamento que sea tan tarde para tratar este tema tan importante. Y se hace aún más
difícil poder hablar y argumentar a favor de este proyecto después de haber escuchado a la diputada Pierini.
Esta noche, la diputada Pierini ha dicho, exactamente, lo que yo hubiera querido decir en los dos años que llevo aquí
como diputado. Ha encontrado la síntesis perfecta de la argumentación política y jurídica y de la visión del cristianismo que
comparto con ella, porque mi Dios es un Dios de amor y Jesús, para mí es el Jesús de Magdalena y el de los ladrones.
En esto, me encuentro absolutamente identificado con la diputada Pierini. Así que trataré de ser breve, en honor a los
méritos de la diputada.
Estamos aquí, señor presidente, esencialmente, para dar cumplimiento a la Constitución de la Ciudad y no para violarla.
Cuando juré como diputado, juré cumplirla
–no violarla– y llevar a cabo, plasmar y desarrollar el principio de no discriminación que establece el Artículo 11º de la
Constitución de la Ciudad, que para mí es cumplirla y no violarla.
Soy abogado y me ha dolido mucho ver cómo desde muchos medios de difusión se ha confundido, intencionalmente,
esta situación que hoy debatimos. Esta Legislatura, a mi modesto entender, tiene absoluta competencia territorial porque
legislamos para el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, y material, porque no nos estamos inmiscuyendo en la legislación de
fondo.
No estamos creando un matrimonio; esto es un registro donde se pueden inscribir parejas conformadas por personas del
mismo o de diferente sexo. Entonces, nada tiene de inconstitucional lo que estamos haciendo. Al contrario, estamos dando
cumplimiento a la manda constitucional.
Estamos dándole categoría de derechos humanos a una situación que requería una solución inmediata. Por supuesto,
hay temas urgentes en la ciudad: los problemas edilicios son importantes, pero los problemas humanos son importantísimos. Y
este es un problema esencialmente humano. A esto nos estamos abocando hoy: al tratamiento de esta situación.
Se dice que la Ciudad de Buenos Aires va a ser pionera en América Latina; bienvenido sea. Quiere decir que en el medio
de la desgracia en la que vive este país todavía tenemos restos de lucidez para poder ser el país que fuimos y darnos cuenta que
es a través de la inclusión y no de la exclusión que vamos a poder encontrar el camino de salida de esta situación. (Aplausos).
Los ejemplos en el derecho internacional son vastos. Con la elección de Lula en Brasil ha recobrado una fuerza inusitada
el Mercosur. Recomiendo que leamos atentamente lo decidido por el parlamento europeo el 18 de febrero de 1994 con respecto a
este tema, que no es otra cosa que el parlamento de la Comunidad Económica Europea.
Concretamente, se nos dice y aconseja lo siguiente: se pide que se ponga fin al trato desigual de las personas con
orientación homosexual en las disposiciones jurídicas y administrativas de la seguridad social en las prestaciones sociales,
etcétera. Pide a los estados miembros que supriman todas las disposiciones jurídicas que discriminen las relaciones sexuales
entre las personas del mismo sexo. Pero, fundamentalmente, señor presidente, señala que deberían considerarse
discriminatorias, entre otras, las siguientes conductas: la denegación a parejas homosexuales de instituciones jurídicas
sustitutivas de matrimonio, o la exclusión de las parejas homosexuales de los regímenes jurídicos para las parejas no casadas.
Señor presidente: esto es el parlamento europeo. De más está decir que citar los casos de Dinamarca, Suecia, Francia,
Holanda o España abundarían a favor de la posición que hoy apoyamos.
Y se plantea una cuestión muy importante con respecto a lo que resolvió el tribunal de asuntos constitucionales francés
cuando se le preguntó si este tipo de vinculaciones atentaba contra la familia. El tribunal francés respondió categóricamente que
no. Porque si la preocupación principal es la patrimonial, el tribunal francés recordó que la familia está protegida por la legítima
institución de la herencia.
Argumentos para estar a favor, con respecto a la competencia, con respecto a la preservación de la familia, hay.
Señor presidente: hay un argumento que en su picardía política usted supo utilizar, al pedirme prestado el libro de la
doctora Medina. Usted leyó el título pero no el contenido. La doctora Medina expresamente dice que de ninguna manera se puede
equiparar esto que estamos reglamentando hoy a un matrimonio, puesto que esto está exclusivamente reservado al Congreso de
la Nación.
Señor presidente: voy a culminar mi exposición. Pero no lo veo a mi amigo, el diputado Echegaray, sin embargo, le
quiero decir que en este momento estoy hablando en nombre personal y como un liberal. Estoy hablando como un liberal que
cree fundamentalmente en los principios de la revolución francesa: libertad, igualdad y fraternidad. Estos dos últimos principios
no llegaron a consolidarse: ni la igualdad ni la fraternidad. Con esta ley estamos dando ese paso en esta ciudad.
Dijo Maximiliano Roberspierre la noche antes que lo mataran en la asamblea francesa, en 1791: “yo estoy aquí para
combatir el crimen y no para gobernarlo”. Señor presidente: discriminar es un crimen. Yo estoy aquí para hacer cumplir la
Constitución y no para violarla. (Aplausos).
- Manifestaciones en la sala.
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra la diputada Bisutti.
Sra. Bisutti.- Señor presidente: antes de comenzar con mi alocución, solicito el cierre de debate con lista de oradores.
Pido que, por Secretaría, se lean los diputados y diputadas anotados.
Sr. Presidente (Busacca).- Por Secretaría, se leerán los diputadas y diputados anotados.
Sr. Secretario (Alemany).- Se encuentran anotados los diputados y diputadas: Bisutti, Alimena, Marino, Crespo Campos,
Moscariello, Peduto Pardo, Méndez, Caram, Ponsa Gandulfo, Gerch, Ripoll, Colombo, López de Castro y Bravo.
Sr. Finvarb.- Señor presidente: tengo pedido el uso de la palabra desde hace rato, y le pido que verifique porque yo estaba en
un orden anterior.
Sr. Presidente (Busacca).- Así se hará, señor diputado.
Sra. Bisutti.- Señor presidente: como usted va a volver a leer la lista de oradores, si no entendí mal, creo que se encuentra
anotado el diputado Crespo Campos.
Sr. Presidente (Busacca).- Así es, señora diputada.
Sra. Bisutti.- Explíqueme cómo.
Sr. Bravo.- ¡Si no viene, no viene! ¡Siga para adelante!
Sra. Bisutti.- Yo voy a seguir para adelante como me dice el diputado Bravo. Pero es la segunda vez que nos ocurre esto.
Mocioné el cierre de debate con lista de oradores y no voy a hacer problemas sobre esto, pero me parece que
legislativamente no podemos volver a cometer el error de que un diputado que no está presente se encuentre anotado en la lista
de oradores.
Por eso, pido que se vuelva a leer la lista de oradores anotados y que han estado presente durante la sesión, y con ese
listado se pase a votar la moción que acabo de formular.
Sr. Secretario (Alemany).- Se encuentran anotados los diputados y diputadas: Bisutti, Alimena, Marino, Crespo Campos,
Moscariello, Finvarb, Peduto Pardo, Méndez, Caram, Ponsa Gandulfo, Gerch, Ripoll, Colombo, López de Castro y Bravo.
Sr. Presidente (Busacca).- De todas maneras, antes de que continúe en el uso de la palabra la diputada Bisutti, y habiendo
formulado una moción de orden, corresponde someterla a votación.
Conforme al Artículo 67 del Reglamento, no habiendo quórum para votar, se va a hacer sonar la chicharra por diez
minutos.
Sra. Bisutti.- Pido la palabra.
Señor presidente: creo que la moción es válida pero si no hay quórum en este momento, voy a pedir que la tome otro
diputado en el momento en que haya quórum suficiente como para que podamos votar.
En este momento, retiro la moción.
Sr. Presidente (Busacca).- Continúa en el uso de la palabra.
Sra. Bisutti.- Señor presidente: en realidad, voy a tratar de ser lo más breve posible.
Como integrante de la Comisión de Legislación General...
- Murmullos en la sala.
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra la diputada Bisutti.
Sra. Bisutti.- ...fui partícipe del debate de este tema y como no consta mi firma en el despacho, porque en el momento en que
se terminó el debate y había que presentar el despacho en la Secretaría Parlamentaria yo no me encontraba presente; por eso,
solicito que se incorpore mi firma al despacho de la mayoría.
En segundo término, en nombre y de los diputados que integramos el bloque del ARI –dos de nosotros firmamos el
despacho por ser parte integrante de la Comisión–, adelanto el voto afirmativo para este proyecto. (Aplausos).
En principio, debo decir desde hace mucho tiempo esta Legislatura no sesionaba a estas horas de la noche. Pero, dado
que es la última sesión ordinaria y en función de la cantidad de temas pendientes, hoy estamos trabajando este tema en este
horario. Creo que el debate es profundo, interesante e importante, como hacía bastante tiempo no había en esta Legislatura.
En segundo término, debo decir que este debate se da en el marco de la democracia, de la tolerancia, del respeto a las
ideas y al pensamiento diferente. También es importante que hoy tengamos dos barras entre el público, acompañando las dos
posturas que también se reflejan en el discurso de los diputados.
Mi primera reflexión tiene que ver en el marco de la Constitución de la ciudad de Buenos Aires. Ya muchos diputados han
mencionado su Artículo 11. No voy a referirme a la parte a que ya se refirieron otros diputados, sino que voy a referirme al último
párrafo, cuando habla del respeto a ser diferente, diciendo: “La ciudad promueve la remoción de los obstáculos de cualquier
orden que, limitando de hecho la igualdad y la libertad, impidan el pleno desarrollo de la persona y la efectiva participación en la
vida política, económica, o social de la comunidad”.
El último párrafo de este artículo está relacionado, precisamente, con el rol que tiene el Estado, con la garantía del
mantenimiento de la dignidad y de la igualdad ante la ley.
También quiero tomar un párrafo de las notas que nos hicieron llegar desde la Universidad de Palermo, precisamente, en
el marco del rol del Estado, que dice: “El Estado, al crear instrumentos legales que expanden la libertad de los individuos, no
puede generarlos de forma tal que discrimine arbitrariamente. En particular, la Constitución de la Ciudad es elocuente al insistir
que los bienes públicos que ella crea, no pueden ser disfrutados sólo por cierto grupo de personas y no por otro”.
“La relevancia del proyecto que se está analizando radica en el impacto que tienen las regulaciones de la conformación
de la vida afectiva sobre los planes de vida de las personas. En efecto, este aspecto de las relaciones humanas constituye parte
esencial de la autonomía personal. Y, por lo tanto, la intervención del Estado en su regulación, debe ser extremadamente
cuidadosa”.
Estos párrafos, repito, pertenecen a la nota enviada por la Universidad de Palermo. Quiero retomar esto de que en esta
Legislatura fuimos muy cuidadosos en el tratamiento de esta ley. Fuimos muy respetuosos en el marco de las comisiones que la
trataron, precisamente, por el tema sobre el que estamos legislando, y hubo gran compromiso y responsabilidad por lo que
estamos haciendo.
Algunos diputados de los que apoyan este proyecto también plantearon si podemos o no avanzar sobre determinados
temas. Voy a tomar una parte muy corta del discurso del diputado De Estrada. Él siempre plantea los asuntos con mucha
objetividad –aunque, a veces, uno pueda no coincidir con su planteo– y con mucha inteligencia. Pero cuando él planteó hoy de
qué nos tenemos que ocupar en esta legislatura, y se refería a que nuestra preocupación fundamental deben ser los temas de la
ciudad –las calles, los baches–, se olvidó de que también es nuestra responsabilidad legislar a favor de la problemática de nuestra
gente. Aquí hoy nosotros estamos legislando para parte de nuestra población. (Aplausos).
Tomo un párrafo, que también nos hicieron llegar desde la Comunidad Homosexual Argentina, haciéndome eco de que
esta Legislatura está avanzando en una ley que, seguramente, no sale sólo del pensamiento, o de juntarse entre cuatro paredes y
armar un proyecto. Es una ley que nace de una realidad contundente, de algo que existe en nuestra sociedad, y lo que estamos
haciendo es recoger esa realidad, sobre la cual estamos generando una normativa que permita darles los derechos y la igualdad a
este sector de la sociedad que los está requiriendo.
Es importante generar pautas que nos permitan seguir avanzando, porque –como decía el diputado Echegaray– hay
momentos de ruptura necesarios para avanzar.
Hace un tiempo, cuando yo era parte de la conducción de la CTERA, y al frente de OSPLAD estaba el compañero Gerardo
Acosta, esta obra social determinó, sobre la base de un requerimiento individual, tomando en cuenta el Artículo 9° de la Ley
23.660, la admisión de una persona homosexual, como persona que recibe ostensible trato familiar. A partir de allí, le reconocía
el derecho a la incorporación a la obra social a quien era su pareja, su concubina. A su vez, otras obras sociales pudieron caminar
en el mismo sentido.
Se sentaron precedentes que permitieron avanzar y permitieron –como se dice desde lo legal– empezar a generar
jurisprudencia.
Por eso, esta ley también avanza en ese sentido: en la posibilidad de romper estructuras o criterios cerrados. Se trata de
una ley que, seguramente, va a permitir otros avances. No tengo miedo de que –como plantearon otros diputados–, a lo mejor
ésta sea la puerta para que después se llegue a otras normas en el mismo sentido. Seguramente, después vendrán otras leyes,
aquí o en la Nación; pero vendrán si hay consenso, porque sin consenso, no van a llegar.
Esta Legislatura también avanzó cuando votamos la Ley de Salud Reproductiva. Fue un debate intensivo, que atravesó a
todos los bloques, y no había posiciones cerradas “emblocadas” por partidos políticos, porque este tipo de discusiones atraviesan
transversalmente a todas las fuerzas.
Esa ley también tuvo posiciones como las que hoy están manifestando muchos diputados: en contra. También dio lugar
a posiciones que marcaron que era una ley posible de ser vetada –no lo fue, como tampoco lo va a ser ésta–; igualmente, se
basaron en que era inconstitucional, y que se iba a recurrir a la Justicia –cosa que sí se hizo, y hoy se está diciendo con respecto
a ésta, y sabemos que también se va a hacer–; pero eso no nos amedrenta para que avancemos en la votación de esta ley,
porque esto nos está enmarcando no sólo la convicción personal, sino también social, política y legislativa de que estamos en el
camino correcto.
Seguramente, esto va a llegar a la Justicia, y tendrá idas y vueltas. También estamos seguros de que, de ninguna
manera, tiene alguna posibilidad de ser declarada inconstitucional. De todas formas, cada uno de los sectores tiene los caminos
abiertos para, a partir de lo que hoy aprobemos, generar desde sus posiciones los caminos que crea convenientes, y recurrir a
ellos si hiciera falta.
Sr. Presidente (Busacca).- Diputada Bisutti: le quedan dos minutos de su tiempo.
Sra. Bisutti.- Gracias, señor presidente.
Voy terminando. También se ha planteado aquí si esta ley vulnera el Código Civil. Ha quedado claro que de ninguna
manera vulnera ni leyes nacionales, ni el Código Civil, ni avanza sobre ninguna legislación de fondo.
Solamente se está avanzando y garantizando la posibilidad –como marca el artículo de esta ley– de permitir la unión civil
entre personas del mismo o distinto sexo, y creo que esto nos va a permitir a todos sacarnos algunos miedos.
Y yo les voy a decir, señor presidente y señores diputados: no soy de las diputadas que fácilmente pudo aceptar la
situación sobre la cual hoy estamos legislando. Lo que uno va aprendiendo en la vida y compartiendo, le hace modificar su visión
sobre la realidad y su posibilidad de avanzar en estas leyes.
No sé cuál hubiera sido mi postura hace diez o quince años atrás, pero la realidad, el compartir y el avanzar en lo que
ocurre en nuestra sociedad, nos lleva a ir comprendiendo distintos criterios. Avanzar en la no discriminación a nadie, no me
genera ningún tipo de culpa; tampoco me genera culpa el hecho de avanzar en una ley que puede ser tomada por algún sector de
la sociedad como algo que esta Legislatura está haciendo, y no debería hacerlo.
Estoy convencida de que esta Legislatura, el día de hoy, así como cuando –repito– tratamos la Ley de Salud
Reproductiva o cuando votamos otras leyes, está haciendo lo correcto. Estamos haciendo lo que nos asiste el Derecho y lo que un
sector de la sociedad necesita. Nosotros, como diputados, con la mayor responsabilidad y compromiso, estamos acompañando
este camino que, seguramente, va a permitir a estos sectores avanzar en el cumplimiento de lo que señalé al comienzo. Un
artículo de nuestra Constitución, dice claramente que acá no debe haber ningún tipo de discriminación y que somos todos iguales
ante la ley. Con la aprobación de esta ley, no hacemos más que ratificar el Artículo 11 de la Constitución, permitiendo la unión
civil entre personas de igual o distinto sexo.
Por eso, señor presidente, dejo clara la posición –como dije al comienzo– del voto favorable en general y en particular al
proyecto de ley que estamos tratando. (Aplausos)
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el diputado Alimena.
Sr. Alimena.- Señor presidente: en primer lugar, quiero hacer un reconocimiento. Sé que suelo ser crítico con la labor
parlamentaria, pero hoy debo reconocer que este Cuerpo legislativo ha demostrado el nivel que realmente tiene; ha demostrado
el respeto con que se puede legislar y tratar un tema tan sensible como éste. También debo reconocer el comportamiento del
público, la madurez con que se ha presentado este asunto y con que
–insisto– se está tratando.
De alguna manera, me voy a permitir poner en cabeza de ese reconocimiento a la diputada Alicia Pierini. Como se lo
expresé cuando finalizó su exposición, realmente me conmovió; fue muy clara, sólida y sensible.
Señor presidente: en lo personal, entiendo que esta temática tiene dos blancos esenciales: uno, es el planteo ético y
social; y otro, es el planteo jurídico.
Desde el punto de vista del planteo ético y social, quizás podríamos dar un debate mucho más largo del que estamos
realizando. Creo que algunos de los diputados que me precedieron en el uso de la palabra han sido muy claros en su posición y
también han exteriorizado visiones muy objetivas al respecto, las que seguramente podrán compartirse o no; pero,
evidentemente, deben ser tomadas con todo respeto y analizadas en la magnitud en que han sido planteadas.
En virtud de lo que estoy exponiendo, me voy a limitar a plantear lo que interpreto desde el punto de vista jurídico, que
debe ser conveniente tener en cuenta
En los considerandos del mismo despacho se habla de proteger como bien jurídico la voluntad de la unión de las
personas. Algunos de los expositores habían hablado del efecto jurídico de orden público a tener en cuenta. También se había
hablado del paraguas jurídico que esto marcaba.
Entonces, precisamente, en este ámbito jurídico y en la competencia que hace a la cuestión, discrepo en cierta forma
con el presente despacho.
La Ciudad de Buenos Aires cuenta con una autonomía que ciertamente fue buscada con mucho criterio. En muchos
aspectos, soy uno de los más enfervorizados –no digo principales– defensores de esta autonomía de la Ciudad de Buenos Aires.
Realmente, debemos reconocer que esa autonomía tiene ciertas restricciones o cierta tutela, porque evidentemente en
determinado momento prevalecen, sobre todo en el ámbito jurídico –y seguramente no soy el más indicado, porque no soy
profesional en materia del Derecho para explicarlo, pero sabrán comprenderlo quienes sí lo son– las instancias de orden superior.
En el campo jurídico al que me refiero en este caso en particular, y ya lo han mencionado antes, el Código Civil y la
Constitución Nacional tienen prioridad para la consideración de ciertas normas.
Si realmente esta norma en particular que estamos tratando quiere tener esa profunda dimensión de ley y la fuerza
necesaria para respaldar lo que aquí se ha expresado con muy buen criterio –insisto, compartiendo o no la postura, pero
respetando las voluntades–, este Cuerpo no tiene la competencia legislativa. Considero que sí la tiene el Congreso de la Nación.
Como varios diputados han expresado, queda claramente definido por el Artículo 75 de la Constitución Nacional, en el que se
define que todo el campo legislativo referente al Código Civil corresponde al Congreso de la Nación.
Aquí se puede discutir si esto queda enmarcado dentro de ese contexto o si realmente puede quedar limitado y definido
dentro del ámbito de la ciudad.
Creo, señor presidente, que cuando uno trata de interpretar este despacho –o, como entiendo, la voluntad de este
despacho–, no queda en un simple registro. Entiéndase, y lo digo con todo respeto, la diferencia entre las dos cuestiones que voy
a plantear. Repito: creo que no queda en un simple registro, como tratamos hace unos días, como el Registro de
Administradores. Me parece que se pretende ir más allá, porque la voluntad es realmente sentar precedentes y defender una
posición.
Entonces, cuando uno ve, por ejemplo, el Artículo 6° en el que se habla de la disolución, y se especifican los casos en
que queda disuelta la unión civil describiendo sus razones, uno se encuentra con que esto tiene una gran coincidencia con la
disolución del matrimonio, cuestión que está prevista en el marco del Código Civil.
Me pregunto: ¿es éste el ámbito para dar respuesta al pedido que se está efectuando?. Insisto en esto: comparte o no
se comparte la posición. Pero obteniendo su aprobación esta ley en este ámbito, no les va a poder dar respuesta porque,
justamente, no va a ser el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires, sino la Justicia en el orden nacional la que va a tener que dar
respuesta o satisfacer estos requerimientos.
Entonces, señor presidente, entiendo que, quedando fuera de la órbita y de la competencia de esta Legislatura, en lo
personal y como representante del Partido Demócrata, así como hemos hablado de responsabilidades, debo asumir la
responsabilidad de no acompañar la aprobación de este despacho.
Así como entiendo y respeto la posición de los que han presentado esta iniciativa, también quiero que se entienda mi
posición: no comparto el hecho de que jurídicamente este tema sea considerado como ley porque, como dijo el diputado De
Estrada cuando hizo su exposición, esto no va a cubrir ninguna instancia de las expectativas que realmente se tienen.
Seguramente, con el afán de defender la posibilidad de resolver un conflicto social que hoy existe, se va a estar dando
una respuesta equivocada, que no va a resolver ese conflicto y va a crear una serie de incertidumbres y cuestionamientos que
pueden tender a agravar la situación, más aún, habiendo un canal que sí puede debatirlo y dar esa respuesta, que es el Congreso
de la Nación.
Por lo tanto, señor presidente, voy a votar negativamente la aprobación del presente despacho.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
- La barra grita: ¡Igualdad! ¡Igualdad!
Sr. Presidente (Bravo).- Tiene la palabra la diputada Marino.
Sra. Marino.- Señor presidente: me voy a referir al despacho que he presentado en minoría. Por supuesto adelanto que no ha
sido formalizado con la intención de obstaculizar este asunto por lo que, ya mismo, declaro que en la medida en que este
despacho obstaculice o reste votos al objetivo final de la norma, inmediatamente, voy a renunciar a él para acompañar el de la
mayoría. (Aplausos)
Señor presidente: eso no quiere decir que no voy a intentar explicar las razones del despacho y que no lo siga
sosteniendo, por el momento hasta que ver que la mayoría de los votos se inclinan por el despacho de la mayoría.
En primer término, debo decir que este proyecto de ley se viene tratando desde hace alrededor de un año. A algunos les
parece mucho, pero tenemos, por ejemplo, el proyecto identificación de recién nacidos, que lleva cuatro años de discusión. El
proyecto de salud reproductiva llevó mucho más tiempo.
Un despacho de esta envergadura, que atraviesa creencias y posiciones políticas, idelógicas y religiosas encontró éxito, a
mi juicio, en breve tiempo y en este sentido felicito a los presidentes de las comisiones.
Por lo tanto, de alguna manera puedo decir que faltó un poco la profundización del debate.
Estuve en las reuniones que se realizaron y ya allí adelanté mi posición. Quiero decir que algún diputado –no recuerdo si
fue el diputado Rodríguez u otro– planteó el tema constitucional con relación a que todas las personas son iguales ante la ley.
Creo que esto es así, pero también considero que muchas veces son las leyes de discriminación positiva las que igualan ante la
ley.
Durante esta semana, he leído en los diarios reproches a la posición de mi despacho por minoría, en el sentido de que
iba a establecer un “registro rosa”. Tampoco me gustó la calificación que se colocó en los diarios, porque ésa no ha sido mi
intención. A pesar de que todo el mundo ha planteado el tema de la discriminación –este despacho de mayoría que hoy tenemos
está referido a todas las personas: homosexuales o heterosexuales, y, además, esto significa igualdad ante la ley e igualdad de
trato–, todos los discursos de las personas que están a favor argumentaron con relación a los homosexuales, y ningún discurso
argumentó con referencia a las uniones de hecho de las parejas heterosexuales, que la doctora Minyersky en su momento sí
fundamentó, planteando como una tendencia importante que el Derecho tenía que receptar.
Entonces, verdaderamente, yo no he sentido ni siento la necesidad de dar ninguna explicación ni justificación acerca de
por qué estoy apoyando este proyecto o por qué, si fuera diputada nacional, apoyaría la iniciativa –o llevaría adelante una– con
relación a una legislación que permita el matrimonio de las parejas homosexuales.
No siento la necesidad de explicarme desde la religión, desde la filosofía y ni siquiera desde la política, porque creo que
en una sociedad y en la historia de la humanidad, en donde hubo civilizaciones y en donde la homosexualidad era la opción
sexual de las elites, de las conducciones de esa ciudad y las mujeres estábamos sólo destinadas a la procreación –por ejemplo,
hablemos de Grecia hasta la actualidad–, bien podríamos decir que la mayoría de las personas –éste no es un término que me
guste utilizar–, o una porción importante son heterosexuales y la homosexualidad es una forma de sexualidad que tiene la misma
legitimidad que la heterosexualidad. Como parto desde allí, no he tenido ningún inconveniente en llevar adelante este despacho.
Según un asesor que no estaba de acuerdo con que yo lo hiciera –y tampoco tienen que ver con mi propia decisión
ninguno de los otros asesores, ni abogados en otros temas, como el de educación sexual, profesor Freda–, respecto de la unión
civil de las parejas heterosexuales, dijo que no está mal sobrelegislar.
He creído importante resaltar lo que considero como mujer sobre la institución del matrimonio, el divorcio vincular y la
figura del concubinato. En términos generales, quiero decir que aquí se ha hablado de derechos, y he aprendido cuando vinieron
los expertos a una de las reuniones que organizó, antes de enfermarse el diputado Roque Bellomo, y se señaló que las normas
que garantizan los derechos también funcionan como control social y plantean obligaciones. Y si bien la institución matrimonio no
ha sido un contrato igual durante la historia de su existencia, podría decir que después de la mitad del Siglo XX, por lo menos en
la Argentina, dejó de ser, en parte para nosotras, las mujeres, una institución del patriarcado que lo único que hacía era
cristalizar nuestra dominación y no nos daba ninguna ventaja, para pasar a ser –inclusive hubo un primer intento con la ley
divorcio que incluyó el general Perón en aquella ley ómnibus de 1954- una institución que comenzó a funcionar como una ventaja
para las mujeres.
Recuerdo que cuando se discutió el tema del divorcio en la Argentina, la mayoría de las mujeres del Partido Justicialista
de la Ciudad de Buenos Aires nos reunimos en una solicitada –mujeres de todas las tendencias políticas–, nos manifestamos en
contra de la posición de nuestro partido y apoyamos el divorcio vincular, en la creencia de que para el peronismo, la
institucionalización del matrimonio garantizaba a las mujeres y a nuestros hijos una situación mucho mejor en una sociedad
desigual, donde en general teníamos y tenemos las de perder, dado que está a nuestro cargo la organización familiar, entre
tantas otras cosas.
Desde ese punto de vista y sin querer hacer maternalismo con el resto de las mujeres de los sectores populares –
porque no tengo ningún derecho– sé que muchas veces las mujeres de los sectores medios y profesionales tienen mejores
condiciones para defenderse que las de sectores populares. Donde inclusive el concubinato –que merecería una larga
conversación de nuestra parte, tal vez no haya espacio hoy pero de esto quería hablar Y por eso formalicé el despacho de
minoría– y las relaciones de parejas heterosexuales tienen garantizado el matrimonio, el divorcio vincular y cuando quieren llevar
adelante uniones de hecho y luego gozar de algunos beneficios, EL CONCUBINATO.
Lo que queremos es igualar en los derechos a las personas homosexuales que no tienen acceso a ninguna de estas
instituciones y, por lo tanto, estamos regulando en la forma de discriminación positiva a una población que aquí se ha juzgado
como “privilegiada”, en boca de algunos diputados. Nosotros decimos que no es un privilegio estar excluido. Por lo tanto, no es un
privilegio tener una ley especial para ser incluido.
Entiendo el planteo, porque hablé largamente con un dirigente de la comunidad homosexual acerca de la
estigmatización. Pero me pareció mejor que en la Ciudad de Buenos Aires reguláramos a la población que carece de todos los
derechos vinculados con la tutela del Estado en relación con sus vínculos de afecto en situación de pareja. En ese sentido,
formalicé este despacho.
Creo tener razón, porque en los distintos discursos me pareció que se apelaba exageradamente a la defensa de la
homosexualidad, como si necesitara ser defendida. No creo que la oposición ni los despachos de minoría planteados en esta
Legislatura que aluden a la homosexualidad como una enfermedad, o como producto de abusos infantiles tuvieran merecida ni
siquiera una contestación a la altura de este siglo. Eso es lo que considero.
Sr. Presidente (Busacca).- Diputada Marino: le quedan dos minutos.
Sra. Marino.- Entonces, señor presidente, como no me pareció que esto mereciera espacio y sí me pareció que estuvo faltando
en las personas que apoyan esta ley una definición frente al matrimonio homosexual en la Argentina. Repito: esto es lo que faltó.
Creo que se habla de la discriminación, se señala la discriminación y se sigue discriminando. Y tal vez, un despacho que
parece discriminatorio como el mío, en realidad, no lo sea; es discutible. De todas maneras, en su momento, cuando la mayor
cantidad de votos sean del otro despacho, voy a intentar plantear algunas cosas del mío que pueden ayudar en relación con el
registro.
Yo sé que la comunidad homosexual y la propia C.H.A. llevan adelante una ideología que los lleva a considerarse como
una vanguardia social. Despliegan una política y, además, han escogido una estrategia que yo respeto muchísimo. Lo que pasa es
que, como legisladora, quiero legislar para el conjunto de la sociedad. Y, en ese sentido, creí poder decir que prefiero que las
parejas heterosexuales y las mujeres heterosexuales, en relación con el comportamiento de buena parte de los varones
heterosexuales machistas de la Argentina escogen el matrimonio y el divorcio –cuantas veces quieran– o, si no, el concubinato.
Pero vuelvo a decir que tampoco ha sido mi intención hacer paternalismo en ese sentido. Además, no debatimos lo
suficiente como para hacer funcionar a este registro de unión civil, en relación con la Ordenanza 40.464, que establece la pensión
para las personas convivientes. Es una ordenanza de 1985, que tiene vigencia en la Ciudad de Buenos Aires.
A lo mejor, la propia ley que vamos a votar puede referirse a esta ley para extender este beneficio de pensión del
concubinato de parejas heterosexuales, a las parejas homosexuales que hoy vamos a proteger. Eso me hubiera parecido más
concreto.
Por último, señor presidente, hablando de discriminación, me pareció discriminatorio que en el proyecto de ley
exigiéramos –como ya dije– dos años de convivencia para la inscripción en el registro. No tengo temor respecto de lo que se ha
planteado y lo homologo a un matrimonio en el sentido de algunos de sus beneficios. Me parece que las parejas heterosexuales
pueden casarse de inmediato y las parejas homosexuales deberían poder incluirse en ese registro, también inmediatamente
aunque, como para el divorcio vincular, deberían esperar los dos años para obtener la disolución de la pareja.
Quería decir algunas cosas más pero, en honor a la brevedad, he querido plantear que a nosotros nos correspondía
tratar este tema. No entro en la discusión –no tiene sentido– sobre si tenemos o no atribución para tratar las leyes de fondo. No
la tenemos.
Sabemos lo que tardó el tratamiento de la Ley de Salud Reproductiva; ¿cuánto puede tardar en la Argentina otorgar
derechos civiles de fondo a parejas homosexuales? Por lo tanto, estratégicamente, todo lo que se pueda avanzar localmente para
garantizar algunos beneficios sociales, va a contar con mi apoyo. Y, desde ese punto de vista, entiendo el espíritu de esta ley.
Para terminar, señor presidente, simplemente, he lamentado, también algún manejo de los medios de comunicación,
que vincularon el despacho que plantea un registro para parejas homosexuales, vinculado con las pretensiones de la Iglesia. Si se
aludía a mi despacho, por supuesto, no ha sido mi intención. Y lo demostraré trabajando por esta ley en el mejor sentido, hasta
que hoy se puedan ganar todos los votos que logren poder extender algunos beneficios y reconocer, legitimar y darle legalidad a
las parejas homosexuales. Y, si fuera posible, extender este beneficio que tenemos por ordenanza en la Ciudad de Buenos Aires al
conjunto de las parejas homosexuales de este registro. (Aplausos).
Sr. Presidente (Busacca).- Tiene la palabra el diputado Crespo Campos.
Sr. Crespo Campos.- Señor presidente: la verdad es que hasta hace pocos minutos seguía discutiendo con mis asesores este
tema. Tengo que reconocer que estoy prácticamente por mitades en cuanto a apoyar este proyecto o rechazarlo.
He tomado la decisión después de analizar lo más que pude la parte legal del proyecto. Es decir que no lo tomo por
ninguna forma de rechazo ni ninguna forma de pensar diferente, ni desde lo religioso, ni desde ningún tipo de discriminación, sino
que no entiendo la parte legal de los proyectos.
Y como estoy totalmente convencido de que esta Legislatura no puede y no tiene atribuciones para votar este proyecto,
estoy también absolutamente convencido de algo que me enseñó la diputada Ripoll: por más que uno no tenga el derecho, sí
tiene la posibilidad de poder avanzar paso a paso en una norma. Desde ese lugar, yo, que estaba muy cerrado en cuanto a que
esta Legislatura no podía votar ciertas cosas, no sé si estoy más abierto, pero digamos que lo veo de otra manera. Y, por más
que voy a votar rechazando este proyecto, entiendo que la aprobación que se va a hacer marca un camino importante hacia
algún lado que hoy, la verdad, no puedo ver.
Le decía hace un rato a la diputada Ripoll todo lo que yo había sufrido cuando mi madre se divorció, cuanto yo tenía un
año; de esto hace cincuenta y dos años. Mi madre en ese momento tenía veinte años, y la verdad es que sufrió un escarnio
fuertísimo por parte de la sociedad y de los grupos sociales a los que yo pertenezco.
Mi madre quiso formar pareja nuevamente, y tuvo que irse a Méjico, después al Uruguay, y después llegó la época de
Perón en la que pudo formalizar su unión civil. Esto me marcó a mí, a mi hermano, que en ese momento tenía unos pocos meses,
y después a mis hermanastros, producto de la nueva unión. Prácticamente, nos marcó toda la vida.
No sé lo que va a pasar dentro de 30 años, ni dentro de 20 años. Es posible que todo lo que hoy digamos no tenga
sentido, como no tendría sentido hoy discutir si alguien se puede o no divorciar.
Con esto quiero decir que voy a tratar de fundamentar mi voto de rechazo estrictamente desde el derecho, haciendo
notar la crítica constitucional que puede tener esto. Y no voy a abundar en estos detalles a esta hora de la noche. Voy a pedir que
se inserten directamente. *
Hubiera querido explicar lo que entiendo como el principio general de libertad y privacidad respecto de las conductas
sexuales humanas lícitas. No creo que desde el derecho estos aspectos de supuestas uniones civiles se puedan equiparar con el
matrimonio.
Pero también lo reconozco: de esto, una persona homosexual, el señor Edgardo Fernández, me hizo notar muy
cordialmente, en una carta que me enviara y que voy a adjuntar a la versión taquigráfica, acerca del sufrimiento que tuvo en un
hospital de la ciudad donde su pareja, víctima del síndrome de Guiller Barré, estuvo postrado durante mucho tiempo. Esta pareja
de hecho fue totalmente discriminada en el hospital, sin tener ninguna forma de poder acercarse y de participar del dolor de su
pareja.
Estas son las cosas que, por más que estoy convencido de que las uniones civiles no tienen nada que ver con el
matrimonio, me abre una parte de mí para preguntarme cómo puede alguien que da mucho de su vida por su pareja, no estar a
su lado cuando está muriendo en un hospital.
No voy a fundamentar tampoco lo que es la institución matrimonial, ya que voy a pedir su inserción en la versión
taquigráfica, y me voy a basar en la parte psicológica y sociológica en Maurice Porot y sus libros de la experiencia familiar.
También me voy a oponer a este proyecto desde la neutralidad que se debe tener ante las uniones sexuales libres,
entendiendo que de ninguna manera estas uniones sexuales libres pueden establecer deberes y derechos recíprocos propios del
derecho familiar.
No pretendo tampoco fundamentar desde acá todo lo que es la caracterización de la supuesta unión civil según los
proyectos que están en tratamiento en este momento, ya que voy a pedir la inserción en la versión taquigráfica.
Entiendo que los proyectos –y coincido con las diputadas Ripoll, Marino y Bisutti– marcan un antes y un después dentro
de la sociedad.
En esta sociedad, todavía tengo cosas que las hago, las comparto y mire usted, señor presidente, a veces, no las
entiendo. Hablo de cosas simples: soy socio de toda la vida del Jockey Club de la Ciudad de Buenos Aires –mis abuelos y mis
tartarabuelos lo fundaron– pero ridículamente, mis hijas no pueden entrar. Es algo tan lógico pero que en realidad no entiendo. Y
me digo: “Tengo hijos varones e hijas mujeres; pertenezco a un club a donde me encanta ir y, sin embargo, mis hijas mujeres no
pueden entrar”. Y me quedo pensando en que hay algo ridículo todavía acerca de la formación que tengo en algunos aspectos de
mi vida. Reconozco que me cuesta poder avanzar hacia algún lado.
Por suerte, hemos podido cambiar algunos de estos reglamentos para que las cosas sean diferentes, pero
lamentablemente, reconozco que tengo una formación difícil, complicada, diferente, en la que me cuesta establecer algunas
pautas.
Me llama la atención que en ninguno de los proyectos se hable del contenido sexual de la relación conviviente. Se habla
solamente del contenido afectivo: una efectividad estable y pública.
No estoy de acuerdo con los requisitos que llevan a la convivencia bienal o procreante que se acredita fehacientemente,
según el Artículo 3°.
Tampoco estoy de acuerdo con que haya que fijar el domicilio legal en la ciudad.
Me llama la atención que se incluyan los supuestos en los que se señala que si no se cumplen los dos años de
convivencia de domicilio registrado, se puede generar planteos por parte de los interesados.
No entiendo el acto jurídico bilateral: creo que si hubiesen tenido la oportunidad de conversar más este proyecto,
hubiera sido mejor hacia el universo de personas que se pretende atender.
Creo que este proyecto, tal como está, va a plantear problemas entre los interesados, va a plantear problemas de actos
jurídicos bilaterales, va a plantear problemas en la solicitud de inscripción en el Registro Público de Uniones Civiles. El proyecto no
aclara los recaudos formales ni los sustanciales de este acto jurídico. Es decir, cómo y respecto de qué contenido se van a
expresar las declaraciones de voluntad de las partes.
No entiendo cómo se va a admitir o rechazar la prueba, quién va a establecer los valores probatorios de las pruebas, ni
tampoco cómo van a ser los recaudos de las resoluciones ni sobre los recursos que estas declaraciones puedan generar.
Estos impedimentos y prohibiciones que pueden estar explicitadas, excluyen una cantidad de supuestos y, para mí
hieren sustancialmente la libertad de toda unión de hecho.
No se establecen las sanciones de las uniones civiles inscriptas, aún en el caso de que existan impedimentos donde ellas
se establezcan. Es decir que creo que hay todo un campo vinculado a la extinción de la unión civil que se menciona, la rescisión
bilateral, que se da en el caso de los mutuos acuerdos del artículo 6°, y la voluntad unilateral de cada uno de los miembros,
también contemplada en el inciso b) de este artículo.
Creo que el recaudo de notificación fehaciente que tiene este proyecto puede ser de cumplimento imposible, ya que creo
que no se tiene en cuenta que, en estas uniones civiles, uno de los integrantes de la pareja puede estar de viaje en el exterior y
no se le puede comunicar fehacientemente la voluntad del otro de rescindir este tipo de unión.
Dentro de los dos minutos y medio que me quedan para exponer, voy a tratar de expresar solamente que no puedo
encontrar cómo harán para acogerse a los beneficios de seguridad social, a los beneficios de la asistencia social, a los regímenes
laborales y administrativos. No queda claro en esta ley cómo van a surgir sus derechos individuales, o, por lo menos, yo no lo
veo. No veo cómo van a ser regulados, aunque el Poder Ejecutivo local los quiera regular.
No veo que estén explicitadas las consecuencias jurídicas de la frustración de la relación por culpa de uno de los
integrantes, que puede implicar la extinción de los derechos subjetivos patrimoniales. Esto me lleva a las acciones judiciales
tendientes a tener por objeto, por ejemplo, la indemnización por daños y perjuicios por la frustración de esos mismos derechos
patrimoniales.
En las uniones de hecho, no se establece suficiente protección patrimonial a través de derecho civil vigente. La tienen,
desde ya, en los casos de donaciones, legados, instituciones hereditarias por testamento. Pero este proyecto no agrega, desde el
derecho civil, nada que no tengan ya.
*
Ver Apéndice VI.
Voy a agregar todo lo que entiendo que está dentro del matrimonio como el estatus matrimonial amparado en el derecho
civil argentino, y , lo que entiendo son los requisitos que hacen a la existencia del matrimonio, que son diferentes a los de la
unión civil.
La verdad, para cerrar, señor presidente, debo decir que no encuentro tampoco cuáles son los impedimentos dirimentes
en estos proyectos, es decir, las relaciones de parentesco que van a tener, de ligamen –consistente en la existencia de un
matrimonio anterior–, los impedimentos impidentes –hasta a mí me cuesta leer lo que quiero fundamentar–, que son las
carencias, sentimientos y representantes legales, en el caso de los menores.
Con esto quiero decir que voy a votar en contra, convencido de que, desde el derecho, esto no va a funcionar. Desde ese
lado, les deseo la mejor de las suertes.
No tomen mi voto como algo negativo hacia ustedes, sino como la defensa de la sociedad y de la familia, en la cual yo
me crié y me eduqué. (Aplausos)
- Manifestaciones en la barra. (“¡Igualdad! ¡Igualdad!”)
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio por favor.
Tiene la palabra el diputado Moscariello.
Sr. Moscariello.- Señor presidente: evidentemente, por las expresiones de la barra, el mismo grito significa dos cosas
diferentes.
Cuando tomamos contacto con este proyecto, la primera pregunta que me hice fue si esta norma era constitucional, o
no. Es la primera duda que –creo–nos surgió a todos nosotros.
Entiendo que la Constitución de la Ciudad es muy precisa cuando reconoce y garantiza el derecho a ser diferente, no
admitiendo discriminación alguna por razones o con pretexto de raza, etnia, género, orientación sexual, etcétera.
La segunda pregunta que cabe hacerse es si la Ciudad de Buenos Aires puede legislar sobre esta materia sin colisionar
con las normas de fondo de la Nación. Y pensé: ¿cuál es el ámbito al que beneficia esta norma? Esta norma se aplica sólo a lo que
es competencia exclusiva de la Ciudad de Buenos Aires. Esta limitación determina, por lo tanto, que esta ley no invade esferas de
competencia de la Nación. Por eso, la norma es clara cuando, en su Artículo 5°, dice que “La presente ley regula el ejercicio de los
derechos, obligaciones y beneficios que emanan de toda normativa dictada por la ciudad.”
Por todo lo antes analizado, considero que este proyecto debe ser aprobado (Aplausos) , dado que su finalidad es
proteger a aquellas personas que comparten una vida, colocándolas en un pie de igualdad con otras parejas que eligieron al
matrimonio como institución. Quiere decir que esta ley permitirá que gocen de los mismos derechos y beneficios que aquellos que
eligieron otra forma de unión, ya sea porque no optan por el casamiento, o por imposibilidad, como ocurre en el caso de las
parejas homosexuales.
En otras palabras, el presente proyecto regula el precepto constitucional de respeto al diferente, concretando la manga
de una norma operativa, que efectiviza –como bien decía el diputado Bellomo– el ejercicio de los derechos constitucionales que
están establecidos en el Artículo 11.
¿Cuál es la pretensión de esta ley? La conclusión es inmediata: eliminar las discriminaciones como consecuencia de la
condición o circunstancia personal o social de los componentes de la familia, entendida en la multiplicidad. Esas multiplicidades
son admitidas culturalmente en nuestro entorno social, y además perfeccionan el desarrollo normativo del principio constitucional
de protección de la familia. Pero también es necesario adecuar la normativa a la realidad de una sociedad, en un momento
histórico.
En ese sentido, podemos recorrer lo que sucede en otros países, como bien se mencionó aquí por muchos de los
diputados preopinantes. Por ejemplo, encontré la recomendación de la Asamblea Parlamentaria del Consejo Europeo, a los
Consejos de Ministros de los Estados Miembros sobre no Discriminación a los Homosexuales. El pleno del Parlamento Europeo el 8
de febrero de 1994 adoptó una resolución sobre la igualdad de derechos de los homosexuales y de lesbianas en la Comunidad
Europea, con la convicción de que todos los ciudadanos y ciudadanas tienen derecho a un trato idéntico, con independencia de su
orientación sexual.
Por lo tanto, pide a los estados de la Comunidad que supriman todas las disposiciones jurídicas que criminalicen o
discriminen las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo. Es decir, en otros países están marcando un rumbo. Mediante
esta ley pretendemos la equiparación al cónyuge de las personas que convivan en análoga relación de afectividad, con
independencia de su orientación sexual, considerándose a la unión de hecho, a la unión libre, pública y notoria de dos personas,
independientemente de su orientación sexual, mientras sean mayores de edad.
La convivencia estable en pareja se ha ido normalizando en diversos textos legislativos del mundo –como decía recién–,
como consecuencia de la realidad sociológica que representa, y la aceptación social generalizada en un sistema político, social y
democrático. El libre desarrollo de las personas reconocida en la misma Carta, conforman datos de suficiente entidad para
sostener que el derecho a contraer matrimonio y el contenido del mismo a que se refiere la Constitución, en la actualidad, no
suponen la única forma legítima de familia, y tampoco la única vía legítima de ejercicio de la sexualidad.
A partir de este punto de referencia constitucional, debemos avanzar en la necesidad de equiparar las uniones de hecho
con el matrimonio, en el sentido de extenderle las normas y las soluciones legales aplicables que afecten especialmente lo relativo
a las cuestiones que adquieren una dimensión pública, en cuanto son de interés supraindividual y objeto de un derecho necesario
en una serie de aspectos –paternidad, maternidad, contención de los hijos, derechos de sucesión–; y, asimismo, concederle a los
integrantes de esas uniones de hecho los mismos efectos. Me refiero a los efectos jurídicos en el acceso a la protección social, los
derechos y permisos laborales y funcionariales, el tratamiento fiscal o la situación procesal.
La presente ley no pretende institucionalizar las uniones libres de pareja –porque eso supondría desnaturalizar las
mismas–, sino otorgarles analógicamente la misma igualdad jurídica –ante determinado fenómeno– que las uniones
matrimoniales, evitando la continuidad de una discriminación que se sustenta en dogmatismos éticos, religiosos y jurídicos, y que
están siendo superados por la realidad social. Este sendero de equiparación jurídica ya ha sido iniciado en el mundo,
aprovechando el vigor con que se embisten los aires de libertad.
Hoy, la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires puede iniciar ese camino, sancionando esta norma, que yo respaldo con
mi voto favorable, en la convicción de mi espíritu liberal, que guía todos mis actos.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Finvarb.
Sr. Finvarb.- Señor presidente: la posición de mi bloque la ha fijado brillantemente su presidente, diputado Roy Cortina.
Realmente, no era mi intención hablar en este debate, pero algunas cosas que se dicen ofician como disparadores.
Se habló de la oportunidad. Y lo primero que nos viene a la memoria es que para ganar la guerra contra el oscurantismo,
primero hay que ganar la batalla. Y ésta es una de las batallas.
Me viene a la memoria que en la Legislatura anterior hemos votado una ley para realizar una campaña contra el abuso
sexual infantil. Después de un debate muy arduo, que nos llevó muchísimo tiempo, el Ejecutivo no la puso en práctica, una vez
que nosotros la votamos. ¿Sabe qué, señor presidente? Hoy, cada día que nos levantamos, nos anoticiamos de decenas de
violaciones a niños. ¿Y sabe qué, señor presidente? Los violadores son padres o docentes heterosexuales (Aplausos) y,
lamentablemente, también eclesiásticos presuntamente asexuados.
-Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Finvarb.Es probable, señor presidente, que nos estemos adelantando al tiempo de nuestra sociedad, pero le puedo
asegurar que es mucho mejor que llegar tarde.
También se habló de que hay situaciones particulares y de que estamos tratando de ver situaciones particulares. Nada
más erróneo. Acá hay un interés general, que es la convivencia; es el respeto por lo que piensan y sienten de una forma que
algunos no son capaces de entender porque, evidentemente, tienen sobre ellos una educación retrógrada y dogmática que no les
permite tener esa apertura mental y de sentimientos.
Otros, aparecen como que son avasallados sus intereses difusos y, realmente, creo que son intereses confusos lo que
tienen.
Vamos a destacar lo importante.
Sr. Presidente (Busacca).- Diputado: le quedan dos minutos de exposición.
Sr. Finvarb.- Espero no llegar a usarlos.
Se trata de una situación en la que algunos bloques, por convicción, tenemos uniformidad de criterios, y otros tienen una
transversalidad que, realmente, debemos destacar.
Sé que en lo jurídico, existe mitad de una biblioteca de un lado, y mitad del otro, pero no lo veo ni desde lo humano, ni
desde la convicción, ni desde la confesión. Particularmente, como agnóstico, vivo permanente con crisis de fe. Tengo que
reconocer que hoy la diputada Pierini ganó una batalla respecto de mí problema de fe, porque ella pudo superar sus cosas con la
racionalidad que nos debe caracterizar siempre.
-Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Finvarb.También se dijo que hay privilegios. No observo ningún tipo de privilegio. Pero si en este caso los hubiera, señor
presidente, después de tanta discriminación, bienvenido sea algún privilegio.
-Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Finvarb.Se ha hecho un debate con altura, con lucidez, con piezas oratorias realmente más que importantes. Y quiero
hacer un reconocimiento, señor presidente, a usted, a los diputados Enríquez, De Estrada, Caeiro, Talotti, Alimena y Crespo
Campos, porque prefiero esto: que estén sentados acá, que vengan, que discutan y den su parecer y no a los fugados y a los
topos, señor presidente.
Quiero terminar diciendo que soy un crítico de la marcha de esta Legislatura –y ustedes lo saben–, pero hoy siento
orgullo. Realmente creo que hemos protagonizado uno de los debates más importantes desde aquella primera Legislatura.
Pido a los compañeros y a las compañeras homosexuales que nos perdonen por la demora en poner este tema sobre el
tapete.
Para terminar, y pasando a otro tema, pido a las autoridades de la Casa que, visto el horario en que estamos
sesionando, traten de reprogramar la reunión de presupuesto prevista para dentro de unas horas.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Bravo).- Tiene la palabra el diputado Peduto Pardo.
Sr. Peduto Pardo.- Señor presidente: a esta hora, y luego de tantos discursos, nos cuesta mucho encontrar alguna línea de
trabajo o alguna línea de pensamiento original. Pero, fundamentalmente, quiero hacer un múltiple reconocimiento. En primera
instancia, va dirigido a los inspiradores del proyecto, a los diputados Bellomo y Rodríguez, que lo tomaron y lo llevaron adelante.
Por otro lado, a Alicia Pierini, no solamente por el contenido de su discurso, sino también porque su tono –que, a lo mejor, estaba
en su voluntad, pero si no lo estaba, bienvenido igual– pudo ponerle el clima a este debate. Eso creo que contribuyó
notablemente.
En realidad, entre todo lo que hemos venido debatiendo hasta este momento, me parece que uno de los aspectos que no
se ha abordado es que, al manejarnos en una suerte de esquema ambivalente o de principio binario, jugando con instituciónfamilia sí o insitución-familia no, matrimonio, sí o matrimonio no, hemos eludido una de las principales articulaciones que esta ley
expresa. Acá se ha dicho con razón que, en definitiva, los vínculos son configuraciones históricas y, por lo tanto, son
configuraciones culturales. Podríamos citar innumerable bibliografía al respecto que, desde el fondo de la historia, nos muestra la
diversidad que estas configuraciones han alcanzado, no sólo a lo largo de las distintas etapas de la historia, sino también desde
distintas civilizaciones.
Desde esa perspectiva, en realidad, hoy estamos tratando nuevas y distintas modalidades de configuraciones vinculares.
Y estas configuraciones vinculares, entre otras, explican las uniones de hecho. Estas uniones de hecho, que son mucho más
numerosas de lo que se supone en esta ciudad y que tienen múltiples caracteres, debemos encuadrarlas o, a mi juicio,
deberíamos incluirlas en lo que es la ampliación de la noción de ciudadanía. Son una forma más de ampliación de la noción de
democratización de la sociedad de la Ciudad de Buenos Aires.
Es fundamental, creo, hacer esta distinción, escapar de esta polémica dual e inscribirla en un pensamiento más
complejo. Es más: aquí se ha dicho que no podíamos aprobar esto porque era análogo a la familia, sin explicar el sentido de la
palabra “analogía” que, en realidad, sólo expresa la relación de semejanza entre cosas distintas.
Si queremos señalar algún dato histórico de características urbanas e inmediatas situado en nuestra ciudad, podemos
decir que se citó una famosa ordenanza de hace más de treinta años; pero lo que no se dijo es que esa ordenanza sufrió los
embates de procesos judiciales, que fue tachada de inconstitucionalidad, y que ya hace más de treinta años, la Corte Suprema de
la Nación estableció con absoluta precisión que esa ordenanza era absolutamente constitucional, ya que regulaba situaciones
independientes del régimen matrimonial y ajena a las situaciones de familia, disponiendo sobre una materia propia de la ciudad y
que para nada se inmiscuía en el tema del Código Civil. Esto es aplicable tanto a la unión de hecho de heterosexuales como de
homosexuales y es independiente de valoraciones o apreciaciones. Es más: para rematar el concepto, diría que se ha señalado
reiteradamente que esto se inscribe en el Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad. Pero si la memoria no me falla, se puso el
énfasis en el segundo aspecto del Artículo que trata sobre la negación de la discriminación, es decir, la prohibición de la
discriminación. Pero no se ha señalado el primer aspecto de este artículo que, realmente, es el que da lugar a la negación de la
discriminación, y es aquel en que la Ciudad de Buenos Aires reconoce y garantiza el derecho a ser diferente. Esta ley reconoce y
garantiza el derecho a ser diferente.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Busacca).- Tiene la palabra la diputada Méndez.
Sra. Méndez.- Señor presidente: nuestro voto, el voto del bloque Humanista, no responde a ninguna presión sectorial ni
coyuntural, y de esto hay antecedentes.
La no discriminación y la opción como única forma de ejercicio efectivo de la libertad, están expresamente consagradas
en la declaración de principios y en las bases de acción política del Partido Humanista desde su fundación, en el año 1984. Y no
sólo eso: en el año 1985, nuestro partido invitó a integrar la lista de candidatos a diputados a un miembro de la comunidad
homosexual y, por ese motivo, fuimos degradados por todo el espectro político y buena parte de la sociedad; es obvio, que no lo
hacíamos por demagogia. Y no digo que sufrimos degradación, porque la coherencia y la unidad no generan sufrimiento.
Nuestro voto positivo corresponde a una concepción ideológica muy sólida, de la que necesito expresar unas pocas ideas
para que se comprenda la posición que asumimos.
Para los humanistas el ser humano no es un ser natural; es un ser histórico, capaz de transformarse y transformar al
mundo, un mundo que tampoco es natural, sino primordialmente social y en permanente cambio. Esta aclaración es para
nosotros importante porque explica nuestro rechazo a toda concepción que pretenda afirmar un derecho natural, una propiedad
natural o instituciones naturales que se puedan sostener inevitablemente instaladas e inamovibles.
Afirmamos que el progreso de la humanidad en lento ascenso necesita transformar a la naturaleza y a la sociedad
eliminando la violenta apropiación animal de unos seres humanos por otros. Cuando esto ocurra, se pasará de la prehistoria a
una plena historia humana. Entre tanto, no se puede partir de otro valor central que el del ser humano pleno en sus realizaciones
y en su libertad. Por ello, los humanistas proclamamos: “nada por encima del ser humano y ningún ser humano debajo de otro, si
se pone como valor central a Dios, al Estado al dinero o a cualquier otra entidad, se subordina al ser humano creando condiciones
para su ulterior control o sacrificio”.
Para terminar esta introducción, diré que nosotros, los humanistas, no aspiramos a un mundo uniforme, sino múltiple en
ideas, en creencias, en costumbres y en el cual el gobierno del propio cuerpo sea un derecho pleno y no como hasta hoy una
simple aspiración. Aspiramos a la diversidad en franca oposición, a cualquier reglamentación que pretenda imponerse y
afirmamos también que el avasallamiento de la diversidad llevará a las estructuras rígidas a su inevitable explosión y no como
algunos creen, a garantizar su permanencia.
Se han dicho aquí muchas cosas, para fundamentar la oposición a este proyecto respecto de la violación de principios
constitucionales. Se han tratado de minimizar los derechos que esta ley reconoce. Sin duda es distinta la dimensión que le dan a
los derechos quienes tienen la fortuna de poder ejercerlos, de la dimensión que le dan aquellos a quienes se les niega el ejercicio
de un derecho humano que le corresponde por ser persona.
También he escuchado una advertencia para descalificar el proyecto ante la posibilidad de que pudieran surgir uniones
fraguadas. Como si no las hubiera en matrimonios por conveniencia , entre otras cosas. Ese planteo me parece verdaderamente
hipócrita. Creo que la Constitución habilita absolutamente a llevar adelante este proyecto. No he tenido problemas de conciencia
a la hora de pensar cómo iba a votar. Por un lado, porque ya he expresado cuál es la posición humanista y por otro lado porque
esta posición era conocida por todos los que nos pusieron el voto. Así que tampoco, al votar este proyecto, estamos traicionando
el mandato popular. (Aplausos).
Algunos diputados han fundado su posición en contra de este proyecto aludiendo a sus convicciones, a sus creencias
religiosas.
Mi maestro, un humanista contemporáneo ha dicho que no es valiente dejar de proclamar la propia certeza, pero es
indigno tratar de imponer la verdadera solidaridad.
Por todo lo anterior, defendemos la aprobación de esta ley, en el contexto de nuestra lucha por la plena vigencia de los
derechos humanos. (Aplausos).
- Manifestaciones en la sala.
Sr. Caram.- Pido la palabra.
Señor presidente: en primer lugar, quiero hacer una mención que me parece justa. A los incrédulos, a los desconfiados,
a los que sospechaban el motivo por la forma en que se había hecho el Plan de Labor y porque no se había alterado el orden del
día les digo que son las cinco de la mañana y la Legislatura está funcionando con la cantidad de diputados necesarios, el tema se
está debatiendo y se va a votar. (Aplausos).
Desde el inicio de esta presentación de este proyecto la denominada Unión Civil ha generado encendidas opiniones tanto
a favor como en contra. Quienes defienden el proyecto sostienen que las personas de igual sexo que desean constituirt una
pareja tienen derecho a no ser discriminadas por el estado, y a ser titulares, por lo tanto, de los mismos derechos y obligaciones
que los cónyuges.
Algunos de los que se oponen al proyecto, sostienen en su gran mayoría, que la constitución de parejas de personas del
mismo sexo es antinatural, y que su reconocimiento afecta la moral pública.
Esta última postura me parece absolutamente opuesta al principio establecido en el Artículo 19 de la Constitución
Nacional. Este artículo establece que “las acciones privadas de los hombres, que de ningún modo ofendan al orden y a la moral
pública, ni perjudiquen a un tercero, están sólo reservadas a Dios y exentas de la voluntad de los magistrados”.
La interpretación de este artículo ha dado lugar a interminables discusiones, y que la autonomía individual reconoce un
triple límite: el orden público, la moral pública y la preservación de los derechos de terceros. De estos tres límites, el más
conflictivo es el relativo a la moral pública, ya que existen diversas concepciones relativas a cómo debe definirse.
Así, una postura equipara la moral pública con la moral católica. Esta definición es inaceptable –lo digo desde mi
condición de católico practicante– ya que impone a todos los habitantes de la Nación la obligación de seguir en su vida privada los
dictados de una religión determinada, violando así el principio de libertad de cultos establecido en el Artículo 20 de la Constitución
Nacional, y constituyendo a nuestra República en un Estado casi confesional.
Una segunda interpretación equipara la moral pública con la moral de la mayoría de los habitantes. Esta interpretación
también es inaceptable ya que desvirtúa el sentido de la protección establecida por el principio de autonomía. El artículo 19 de la
Constitución funciona como un límite a la injerencia del Estado en la vida de los individuos. En nuestro sistema democrático, el
Estado representa la mayoría de los ciudadanos y, por lo tanto, la garantía que tienen los individuos frente a la acción del Estado
es al mismo tiempo una garantía que tienen las minorías frente a las decisiones de las mayorías.
De esto se desprende que la definición de moral pública no puede atarse al principio mayoritario. Creo que la definición
más adecuada de la moral pública es la elaborada por el eminente jurista Carlos Nino, quien separó el campo de la moral en dos
ámbitos: la moral privada y la moral pública. La diferencia entre los dos campos está dada por la afectación de derechos de
terceros. Así, las acciones de los hombres que afectan potencialmente los derechos de otros individuos pertenecen a la moral
pública, en tanto que aquéllos que no los afectan están protegidos dentro del área de reserva de la moral individual. Esa división,
que no afecta los derechos de las minorías ni impone visiones confesionales del Estado, nos permite distinguir claramente qué
acciones pueden ser juzgadas y reglamentadas por el Estado, y cuáles no.
La orientación sexual de cada persona, y la elección que cada individuo realiza a la hora de constituir sus relaciones
afectivas, se encuentra claramente comprendida dentro de las acciones que no afectan derechos de terceros, y por lo tanto, no
puede ser juzgada ni por el Estado ni por el resto de los habitantes de la Nación. Por lo tanto, el Estado no puede adoptar un
juicio de valor respecto a la bondad o maldad de determinadas elecciones, y convertir ese juicio en el fundamento de una norma.
En lugar de esto, el Estado debe adoptar una postura imparcial frente a las diversas elecciones que realizan los individuos en
ejercicio de su libertad, y garantizar a todos, sea cual fuere esta elección, el mismo trato, y los mismos derechos y beneficios.
Esta es la discusión que subyace al tratamiento de esta ley: si el Estado debe reconocer a todos los hombres y mujeres,
los mismos derechos, sean cuales sean las elecciones personales que realizan en el ámbito de su vida privada o, por el contrario,
si debe fomentar determinada concepción moral de la vida, y reconocer derechos sólo a quienes comparten esa concepción. Como
ya dije, creo que en una república democrática y no confesional el Estado debe ser neutral respecto a las diversas concepciones y
elecciones de los individuos, y debe garantizar a todos la igualdad ante la ley. (Aplausos).
El proyecto que hoy debatimos tiene por objeto convertir en realidad esta aspiración, ya que expresa la firme voluntad
del Estado de la Ciudad en otorgar el mismo trato, en lo que se refiere a los derechos y beneficios que la ciudad reconocer y
otorga, a las personas que viven en una relación pública y estable de afectividad, sin importar su orientación sexual o su estado
civil.
Hay quienes sostienen, y debo confesar que hasta hace algún tiempo mis propias dudas personales existieron al
respecto, que la ley excede las competencias de la Ciudad ya que la reglamentación de la unión civil formaría parte del derecho
civil de fondo, y correspondería, por lo tanto, al Congreso de la Nación. Sin embargo, este análisis se basa en un examen
demasiado superficial del tema que hoy debatimos.
Para determinar si la unión civil debe ser reglamentada en la legislación civil de fondo o puede ser materia de la
legislación local, lo que debemos analizar son los efectos jurídicos que se generan a partir de la existencia de esta figura. La
ciudad no podría emitir una ley mediante la cual equiparase la unión civil al matrimonio en cuanto a los derechos hereditarios, los
beneficios laborales en el ámbito privado, la adopción de hijos, u otras materias reguladas por la legislación de fondo. Para esto,
efectivamente, carece de competencia.
Pero esta ley no pretende hacer nada de esto, ya que el único efecto jurídico que se desprende de la inscripción de la
Unión Civil se refiere a los derechos y a los beneficios que la ciudad por sí, y en el ejercicio de su competencia, reconoce y otorga
a sus habitantes.
Por lo tanto, los derechos y los beneficios que adquieren los inscriptos no están regulados por la legislación nacional, sino
por la legislación local. Por esto, la ley no viola la competencia que tiene la ciudad para definir el trato que da a sus habitantes.
Durante estos días, escuché a quienes sostenían que esta norma es una escala de las organizaciones sociales que la
están impulsado y la están considerando en el marco de una carrera más larga.
Particularmente, quisiera decir algo que bien podría evitar decir si uno optara por tener un comportamiento más
demagógico. Yo no lo considero una escala. Personalmente, si esta discusión se desarrollara en el Congreso Nacional y yo fuera
diputada nacional y lo que allí se estuviera debatiendo fuera la habilitación para el matrimonio homosexual o para la adopción de
hijos por parte del matrimonio homosexual, estaría votando en el sentido contrario del que voy a votar, que es por la afirmativa.
(Aplausos).
Esta ley es lo que la ley dice que es. La ley se refiere a lo que la ley está estableciendo en sus expresiones y en su letra.
Puede que alguno esté, en el marco de su militancia absolutamente legítima, desarrollando esta iniciativa como una batalla de
una escala. Sin embargo, no es la parte en la que me siento colaborando.
Creo también que la ley que tratamos se inscribe plenamente dentro de las facultades de legislación que la Constitución
nos otorga y dentro de la división de competencias que define la Constitución Nacional.
Finalmente, al analizar este proyecto de ley, debemos hacer un esfuerzo, primero, por hablar de lo que estamos
hablando; segundo, por dejar de lado nuestros prejuicios, nuestras propias percepciones personales acerca de la vida, ya que
esas concepciones son propias en tanto individuos particulares pero no en tanto legisladores.
Y, finalmente, como creadores de leyes debemos abstenernos de nuestras diferencias personales y adoptar una postura
imparcial solamente guiada por la convicción de preservar la igualdad ante la ley de los ciudadanos que son afectados por las
normas que sancionamos.
Por todo lo expuesto, adelanto mi voto favorable al despacho de mayoría.
- Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Busacca).- Silencio, por favor.
Tiene la palabra el diputado Ponsa Gandulfo, a quien le solicita una interrupción el diputado Finvarb. ¿Se la concede?
Sr. Ponsa Gandulfo.- Por supuesto, señor presidente.
Sr. Presidente (Busacca).- Para una interrupción, tiene la palabra el diputado Finvarb.
Sr. Finvarb.- Señor presidente: por su intermedio, le agradezco al diputado Ponsa Gandulfo.
Quiero señalar tres pequeñas cuestiones.
Hice un reconocimiento público a los diputados que se habían quedado a hacer el debate. Espero que al momento de la
votación no tenga que arrepentirme porque no veo a algunos de ellos. Quiero pensar que la salida del recinto ha sido temporaria.
La segunda cuestión es: le pido, señor presidente, que por favor vigile el quórum porque evidentemente estamos con
quórum estricto.
Finalmente, quiero consultarle si es que realmente se ha votado el cierre de debate con lista de oradores. De no ser así,
le pediría al diputado Ponsa Gandulfo que está en uso de la palabra si puede tomar la iniciativa y hacer la moción al respecto.
Sr. Presidente (Busacca).- Continúa en uso de la palabra el diputado Ponsa Gandulfo.
Sr. Ponsa Gandulfo.- Lamentablemente, no voy a acompañar la moción del diputado Finvarb. Adelanto mi voto negativo. Creo
que el grueso de los colegas, diputados y peticionantes también sabían que mi voto iba a ser negativo. Pero no creo que haya que
cercenar el uso de la palabra.
Si estamos aquí a esta hora todavía los que votamos por el no, sabiendo que había una mayoría que votaba por el sí, es
al solo efecto de que conste en la versión taquigráfica. Pero no para que queden los discursos. Sino porque si el día de mañana se
entiende que esta norma es inconstitucional, eventualmente, los jueces van a tomar como referencia la versión taquigráfica de
esta sesión para ilustrarse e informarse acerca de cuáles fueron las posiciones.
Como todos los aquí presentes, tenía un discurso preparado, pero lo voy a dejar de lado, para no repetir lo dicho por
otros diputados que alegaron, bogaron o fundamentaron por el no al proyecto en tratamiento.
Sí voy a repetir uno solo de los argumentos que, creo, es el esencial, por más que aquí se lo quiera disimular, opacar,
minimizar o disfrazar. Como alegaron muchos diputados que se manifestaron por el no, estamos legislando invadiendo una
jurisdicción que no es la nuestra. Aquí se mencionó el artículo 75, inciso 2 de la Constitución. Esto es legislación de fondo y no les
corresponde a los distritos legislar sobre nuevas categorías en el derecho de familia.
No voy a entrar en ningún tipo de valoración moral, religiosa, confesional o personal. Quiero plantear estrictamente si
estamos o no en condiciones de tratar lo que estamos tratando.
Mucho se ha dicho en la Comisión de Asuntos Constitucionales y en otras que intervinieron en el tratamiento para llegar
al despacho de mayoría. Creo que fue más rico el debate en esas comisiones que el que tuvimos hoy. Digo esto con todo el
respeto que tengo por mis colegas. Allí no había veladas intenciones, por lo menos, de los peticionantes.
En todo caso, los peticionantes fueron más sinceros. Ellos tienen un objetivo que lograr y, más allá del asesoramiento
jurídico que tengan para lograr ese objetivo –del cual me reservo la opinión, porque respeto a todos los colegas abogados, no
diputados, que han asesorado a los peticionantes– allí quedó develado cuál es el objetivo: hay que llegar el matrimonio
homosexual de cualquier modo.
Esto sí es una escala. Lamento disentir con quien está en este momento en ejercicio de la Presidencia, quien decía que
no lo consideraba una escala. Lamentablemente lo es, pero no porque lo diga este diputado. Lo dijeron los peticionantes en la
Comisión de Asuntos Constitucionales. Tampoco lo dijeron otros diputados en sus alocuciones. Ese es el objetivo que se han
planteado. Y puede ser deseable aunque, repito, no entro en valoraciones.
Tal como yo lo veo, queda claro que esta no es la herramienta para lograr el objetivo que persiguen los peticionantes.
Quería decir esto a modo de introducción.
Respecto del proyecto en sí mismo, en el argot político se diría que, más allá de lo que piensen los grupos que hoy están
presentes en el recinto, al grueso de la comunidad homosexual, se le está vendiendo pescado podrido.
¿Por qué? No sólo por el poco contenido que tiene el proyecto de ley en términos de derechos concretos a ser ejercidos
por los peticionantes, sino porque, además –ya que tanto se habló de la discriminación en el día de hoy– se genera la
discriminación de la discriminación.
Para explicarme, voy a decir que hay dos categorías en la ciudad de Buenos Aires: los que dependen del Estado y los que
no. Los primeros, eventualmente, conseguirán algunos logros, que considero importantes, tal como se ha dicho, como la visita a
la pareja enferma –ya que si no existe otro vínculo no se le permitiría asistir de visita a un hospital público en un caso de extrema
urgencia o necesidad– y otros que también se han mencionado. Pero esto será así, en tanto y en cuanto sean dependientes del
Estado local. En caso contrario no podrán acceder a esos beneficios.
Desde ya quiero decir, ya lo dije en algún medio, que tranquilamente esto se podría haber hecho desde el Ejecutivo. Se
podría haber decretado lo que acabo de indicar: que se autorizara a que, en los hospitales locales, que dependen del Gobierno de
la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, su pudiera visitar al familiar enfermo.
Sr. Presidente (Caram).- Le resta un minuto, señor diputado.
Sr. Ponsa Gandulfo.- Voy a apurarme todo lo que pueda, señor presidente.
Con esto digo que no era necesaria una ley. Y todo este debate que se dio, si le hubiéramos cambiado el rótulo, y le
hubiésemos llamado declaración, y no proyecto de ley, hubiera prosperado perfectamente. Se hubiera dado exactamente el
mismo debate, sólo que la herramienta que estamos utilizando hubiera sido más idónea que la que estamos aplicando en el día
de hoy.
Por lo demás, le guste o no a quien lo quiera escuchar: se está creando una categoría de derecho de familia. Sin entrar
en honduras ni valoraciones, morales o religiosas, esto es derecho de fondo, y estamos creando una categoría –para quien quiera
verlo– entre el concubino y la ley de Matrimonio Civil.
De más está decir que al concubino le costó años y años, primero con fallos jurisprudenciales, y después, con la
legislación nacional, que se le reconozcan esos derechos: a la pensión y a la obra social.
Nosotros lo hacemos de la nada, porque esta Legislatura puede casi todo
–entendemos en relaciones exteriores y en materias federales de las más amplias, porque hace cinco años que estamos en esta
Legislatura y hemos escuchado proyectos de todos los colores, que exceden largamente las competencias de la Legislatura para
legislar–; por eso, no me extraña que, de la nada, creemos una categoría nueva, inserta entre el concubinato y la ley de
Matrimonio Civil. Eso es lo que estamos haciendo en la noche de hoy, señor presidente.
Si yo me quedé hasta esta hora –vuelvo a decir– es porque espero que, si esta cuestión termina siendo debatida en sede
judicial, los jueces puedan ilustrarse de la mejor manera posible sobre las dos opiniones que existían entre los legisladores de
esta Casa al momento de votar esta ley.
Por lo demás, creo que es un enorme negocio político, no tanto para los peticionantes, que tienen sus objetivos y su
carrera –con los cuales uno puede disentir, o no–, sino para algunos de los colegas a quienes, en términos políticos, les ha
convenido sacar esto a las 5 y 20 de la mañana de la última sesión ordinaria del ejercicio 2002.
No quiero abundar en más argumentos. Creo que la posición queda clara, y espero que mañana el resto de la
Comunidad Homosexual que hoy no está presente en este recinto, sepa que los derechos que tal vez creyeron que ganaron esta
noche, en realidad no los ganaron. Mañana se puede llamar a confusión, por mejor comunicación que hagan las organizaciones
que impulsaron esta medida.
Reconozco que son miles –es la realidad, y nadie la está negando–; pero que no seamos nosotros los que tengamos que
darles esta herramienta; creo que queda claro.
Por lo demás, agradezco a las posiciones por el sí y por el no, ya que se han preocupado por esto. Lo único que espero
es que algunas posiciones por el sí, por los discursos que he escuchado, no hagan mera especulación política de lo que hoy se
está tratando aquí. (Aplausos)
- Manifestaciones en la barra. (¡Igualdad! ¡Igualdad!)
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra la diputada Gerch.
Sra. Gerch.- Gracias, señor presidente.
Como integrante de la Comisión de Derechos Humanos, no voy a explayarme sobre los aspectos normativos del
proyecto, porque en ese plano coincido plenamente con los diputados que se han expresado a su favor.
Sí me voy a referir a las razones personales que me llevan a apoyar este proyecto. En primer lugar, porque estoy
realmente convencida de que resuelve una situación de inequidad, conocida por todos, y sufrida por pocos. Y, como diputada,
tengo la obligación de escuchar la voz de la mayoría, pero también la voz de las distintas minorías.
En segundo lugar, apoyo este proyecto porque entiendo que en la Argentina tenemos que dejar de hablar de los
derechos humanos, y empezar a cumplir con los derechos humanos. Y ésta es una forma de hacerlo. Es una oportunidad más
para probar la responsabilidad de la clase política de hacer cumplir la ley, y en este caso, justamente, con lo que dice la
Constitución de la Ciudad en su Artículo 11.
Seguramente, hay otras materias pendientes por resolver, pero ésta es una demanda concreta frente a la cual hay que
asumir las posiciones que correspondan –a favor o en contra–, pero asumirlas al fin.
En tercer lugar, apoyo este proyecto, porque pertenezco a un partido –la Unión Cívica Radical– que históricamente se ha
caracterizado por asumir posiciones progresistas.
Por lo tanto, los dirigentes debemos asumir la responsabilidad de decidir y evitar tirar la pelota para adelante, para que
alguien algún día se haga cargo. En la parte que me toca, intento asumir la cuota que me corresponde, y estimo que la misma
pasa por apoyar esta iniciativa en el ámbito del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Para terminar, teniendo en consideración la hora, quiero hacer una pequeña reflexión acerca de lo expresado por un
diputado hace, aproximadamente, media hora, sobre algo así como “progresismo modernizante”.
No sé bien qué quiso decir, pero sí sé lo que significa ser conservador y lo que significa ser progresista. Ser conservador
es asumir, apoyar o estar de acuerdo con todas aquellas decisiones que enfatizan lo que hacen a los hombres diferentes entre sí.
Por ejemplo, estar a favor de aquellas políticas que acentúan la diferencia entre ricos y pobres, entre los heterosexuales y los
homosexuales, entre la raza blanca y la raza negra, entre cultos y no cultos, etcétera.
Ser progresista es asumir, apoyar o estar de acuerdo con todas aquellas decisiones que enfatizan lo que hace a los
hombres iguales entre sí, más allá de las lógicas y necesarias diferencias, y modos de pensar; es decir, respetando las
diferencias. Por ejemplo, estar a favor de los derechos humanos, de igualdad entre los pobres y los ricos, de la igualdad de los
blancos y los negros, de los de derecha o de izquierda, estar a favor del voto universal, de la educación laica, gratuita y
obligatoria para todos. Se trata de posiciones que, más allá de las distinciones típicas, intentan jerarquizar el género humano.
No hace falta agregar –porque ya lo he expuesto– que apoyo firmemente la Ley de Unión Civil. (Aplausos)
Solicito, señor presidente, el cierre de debate con lista de oradores.
Sr. Presidente (Caram).- Se pone a consideración la moción formulada por la diputada Gerch de cierre de debate con
lista de oradores.
Están anotados los diputados Ripoll, Colombo, López de Castro, Bravo y Valdés.
Se va a votar la moción.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- La moción solicitada por la diputada Gerch ha sido aprobada.
Tiene la palabra la diputada Ripoll.
Sra. Ripoll.- Señor presidente: voy a ser breve. Quiero plantear tres puntos, que no fueron planteados.
En primer lugar, quiero responderle a los diputados De Estrada y Ponsa Gandulfo, ya que ellos plantearon –en realidad,
lo dijo uno de ellos– que esto es pescado podrido, que es negocio de unos pocos y que, en realidad, se va a poder utilizar poco y
nada. Creo los derechos se pelean, y que esta noche empieza la pelea por imponer los derechos de esta ley.
Los compañeros que impulsaron esta ley, son los que más experiencia tienen en pelearla, porque sin ley, sin
reconocimiento y en la clandestinidad absoluta, tuvieron la audacia de venir a pelear a esta Legislatura con la fe de que iban a
conseguir, aunque sea a las 5 de la mañana, en la última sesión, un instrumento –porque esta ley es eso: un instrumento– para
poder seguir dando pelea por los mínimos derechos que esta ley contiene para ellos, y para los heterosexuales que están viviendo
en concubinato. Considero que, como es un instrumento, la pelea por imponer esto recién empieza.
Les quería comentar que hoy una diputada dijo que nadie había hablado de lo que significaba esta ley para las parejas
heterosexuales. Yo soy concubina; también me afecta esta ley. Como quizás tengo el privilegio –o no– de haber venido, hace
poco, de trabajar en un sector privado, en el que no se tienen los derechos que tienen los trabajadores municipales, quiero
decirles que es mentira que la Ley de Concubinato facilita las cosas a los concubinos. Tan mentira es, que yo nunca, siendo
delegada general del hospital, pude inscribir a mi concubino en la obra social. Nunca lo inscribieron. (Aplausos) También les
quiero decir que me tocó salir de testigo de muchísimos trabajadores, junto a otros delegados, para ir a mentir a los distintos
juzgados los cinco años de antigüedad, cuando una mucama se había quedado con su concubino sin trabajo, porque a las
concubinas se nos reconoce como un instrumento. Entonces, al varón se le da la obra social para la mujer, pero a la inversa, no.
Lo nuevo es que en esta sociedad los varones se quedaron sin trabajo, y las mucamas, al igual que las enfermeras,
terminaron siendo el sostén de familias enteras. Por lo tanto, había que ir a mentir a los distintos juzgados acerca de los cinco
años de concubinato y enseñarles a decir que había cinco años de antigüedad porque, si no, no había obra social. Ésta es la
verdadera historia.
El que dice que es fácil, realmente no lo sabe. Por ejemplo, yo nunca pude pedir un día de licencia por enfermedad de mi
concubino para quedarme a acompañarlo en la casa. Tuve que decir “ausente con aviso”, y faltar. Ésa no era mi situación. Yo era
delegada general; lo podría haber hecho.
Ésta es la situación general de los trabajadores, porque si uno tiene que ir a “sacar” un derecho como concubina en un
trabajo privado, tiene que ir al juzgado y demostrar que es para una tarea determinada: para la obra social, para llevar los chicos
a la escuela cuando se hace la capacitación en los primeros meses, etcétera.
Si una es mujer, los hijos de su concubino tienen que ir a sacar el permiso al juzgado y presentarlo en el lugar de
trabajo. ¿Ustedes saben lo que significa para una familia que tiene como mantén de su casa el sueldo de 400 pesos de una
mucama el hecho de tener que ir al juzgado con dos testigos cada vez que tiene hacer un trámite para que le den el derecho de
un concubino?
Todos los que dicen que es fácil, es porque nunca tuvieron que pasar por esto. (Aplausos)
Sr. Presidente (Caram).- Diputada: le queda un minuto de exposición. Además, le solicita una interrupción la diputada Talotti.
¿Se la concede?
Sra. Ripoll.- No, termino con mi exposición y luego se la concedo.
Sr. Presidente (Caram).- Entonces, continúe en el uso de la palabra, diputada.
Sra. Ripoll.-Esto lo quería decir porque me tocó vivirlo. Si ésa fue una situación que me pasó a mí, con 18 años de antigüedad
en un lugar privado, con una pareja heterosexual que la podía mostrar a todo el mundo, imagínense lo que era para los
trabajadores homosexuales de mi hospital. Era absolutamente imposible que tuvieran derecho a algo.
Presencié las situaciones de enfermedad, tanto de parejas heterosexuales como de las otras. Me tocó vivirlas, y me tocó
sentir lo que se siente.
Con esta ley no quiere decir que mañana vayamos a conseguir que sea así. No lo llamo “pescado podrido”, pero sí quiero
alertar que es una pelea que se inicia. Tener en las manos un instrumento que dice que uno está habilitado es mucho más
sencillo que tener que ir a poner la cara y decir “soy homosexual, no existo”. (Aplausos)
Los que dijeron que el problema central era que no podían probar el afecto y la relación estable, opinan que va a ir una
pareja heterosexual u homosexual a anotarse en el Registro mintiendo una relación de afecto. Una relación de estabilidad es una
pelea. En todas las parejas, del sexo que sea, el afecto se construye; la estabilidad se pelea.
Por lo tanto, considero que, independientemente del sexo que tenga los que vayan a anotarse en un registro, lo hacen
por absoluta voluntad y decisión. En el caso de los homosexuales, lo hacen por valentía. Esa inscripción refleja voluntad.
Entonces, nadie en este mundo tiene el derecho de ir a probar el afecto, cualquiera sea el sexo que tenga, si ha elegido ir a
anotarse para dejar establecido que tiene una relación de afecto y que va a pelear porque sea estable. (Aplausos)
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra la diputada Colombo.
Sra. Colombo.- Señor presidente: en primer lugar…
Sr. Presidente (Caram).- Diputada Colombo: le solicitan interrupciones la diputada Talotti y el diputado Enríquez. ¿Las va a
conceder?
Sra. Colombo.- No sé cuánto tiempo me corresponde por haber hecho una observación al despacho.
Sr. Presidente (Caram).- Le corresponden 15 minutos, señora diputada.
Sra. Colombo.- Entonces, voy a conceder las interrupciones.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra la diputada Talotti.
Sra. Talotti.- Gracias, señor presidente.
Si no escuché mal a la diputada Ripoll, ella dijo que ciertas personas iban a un juzgado y mentían para conseguir obra
social. O sea que se cometió falso testimonio.
- Manifestaciones en la barra.
Sra. Talotti.- O sea que no se obró dentro de la ley. Eso es muy grave, diputada Ripoll y usted está reconociendo públicamente
que se ha cometido falso testimonio. Esto lo voy a denunciar, señor presidente.
- Manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra el diputado Enríquez.
Sr. Enríquez.- Por su intermedio, señor presidente, le doy las gracias a la diputada Colombo.
Los dichos de la diputada Ripoll avalan lo expresado por el diputado Ponsa Gandulfo respecto de la expresión que, en el
argot político, se refiere al pescado podrido. Quiero señalarle a la diputada Ripoll que esta ley no va a resolver el problema en el
sector privado porque va a estar orientada exclusivamente al sector público.
Por la larga experiencia que tengo como abogado, créame que nunca me han venido a ver por cuestiones de estas
características ya que la adaptación de los chicos en los colegios en los que he actuado se la daban al concubino o a la concubina
sin que perdiera el día de trabajo.
Sr. Presidente (Caram).- Continúa en el uso de la palabra la diputada Colombo.
Sra. Colombo.- Señor presidente: en primer lugar, voy a empezar por ratificar lo que he planteado en mi observación. Entiendo
que este expediente debe volver a comisión. En especial, debe volver a la Comisión de Legislación General, donde debería
trabajarse con todas aquellas ordenanzas, leyes o disposiciones que en la Ciudad de Buenos Aires constituyan obstáculo para que
las personas que tienen parejas de su mismo sexo que hoy son discriminadas puedan remover esos obstáculos.
Me parece que si la Legislatura trabajara en esa dirección estaríamos usando al máximo nuestra potencialidad para que
las normas y las tareas que desarrollamos aquí sean útiles para la gente.
En cinco años de estar en esta Legislatura, innumerables veces tuve que decir lo mismo y lo aprendí de las enfermeras
de la Escuela Grierson: res non verba. “Hechos, no palabras”. Entonces, vamos a hablar de aquellas cuestiones concretas y
objetivas
–pequeños y grandes hechos de la vida cotidiana– que es posible remover en la administración de la Ciudad de Buenos Aires con
sólo tener la voluntad política, la dedicación y el compromiso de hacerlo. Como bien se ha dicho aquí lo que figura en los papeles
no necesariamente va a garantizar que cambie en los hechos.
Entonces, como primer punto, es fundamental lo que pienso con relación a lo que deberíamos hacer con esta temática
que estoy planteando. En segundo término quiero decir, señor presidente, que la semana pasada he estado reunida con los
compañeros de la CHA
–ellos, a su vez han acercado su inquietud y su propuesta en el sentido de que yo acompañara el proyecto que tenía despacho;
no sé si finalmente es el mayoritario, pero es el que venía con mayor aceptación de las comisiones– y discutimos sobre si esta ley
estaba generando alguna transformación concreta y objetiva de la realidad cotidiana en el ámbito de la ciudad de acuerdo con las
competencias que tiene la Legislatura. Yo planteé mi punto de vista en el sentido de que era posible trabajar sobre esta cuestión,
como lo planteé ahora, pero que la ley no lo estaba haciendo. Planteé, en aquel momento y casi como una reflexión en voz alta,
que a mí me preocupaba que la aprobación de una ley de este tipo –que fuera inservible desde el punto de vista práctico–,
tuviera un componente ideológico del que yo no soy partícipe y, por lo tanto, no estaba dispuesta a acompañar.
Cuando planteé esa inquietud, los compañeros de la C.H.A, me manifestaron que ellos no eran partidarios del
matrimonio homosexual ni estaban planteando una modificación de la legislación de fondo; que de ninguna manera ésta era la
voluntad y que ésta no era una ley de matrimonio homosexual para la Ciudad de Buenos Aires, más allá de que ésta, obviamente,
no puede ser una ley de matrimonio homosexual ni es una ley de matrimonio más liviana para parejas heterosexuales en la
Ciudad de Buenos Aires.
Desde ya que la Ciudad de Buenos Aires no es una isla; desde ya que, felizmente, desde hace dos siglos, la Ciudad de
Buenos Aires ha aceptado ser parte de la Nación Argentina, y compartir con los hermanos de las restantes provincias la decisión
de cuál es la organización de la Nación.
Pero, a su vez, comprendo que las exposiciones que se han vertido aquí por parte de los señores diputados revelan que,
efectivamente, aquí hay algunos diputados que están acompañando esta ley, porque piensan que es una herramienta más para
batallar en el orden nacional por una ley que homologue el matrimonio homosexual, y hay otros diputados que piensan que esta
ley puede ser interesante para conseguir que en la Ciudad de Buenos Aires se remuevan obstáculos o se combata la
discriminación que padecen las parejas homosexuales.
Observo que se encuentran esos dos puntos de vista, pero lo cierto es que me guío por lo que objetivamente esta ley va
a producir. Mi sensación es que, objetivamente, lo único que esta ley va a producir es lo que ha descripto el diputado De Estrada:
una comunicación señalando que lo que se aprobó esta noche en la Ciudad de Buenos Aires –en una sesión de no sé cuántas
horas– una ley que permite el matrimonio entre parejas del mismo sexo cuando, en realidad, todos los que estamos aquí en el
recinto –como diputados, como asesores, como funcionarios, en barras con distintas posiciones o tal vez pensando qué es lo
mejor– sabemos que esto no es una ley de matrimonio civil, no es una ley que le está generando derechos a las parejas de la
Ciudad de Buenos Aires, sino que no está garantizando absolutamente nada, excepto que está sirviendo como una herramienta
para un debate que no se da franca ni abiertamente y que tampoco se da en el lugar que se tiene que dar.
Por ese motivo, señor presidente, no puedo ni podría acompañar la redacción de una ley que, en su Artículo 1° crea un
Registro de Uniones Civiles y, en el artículo 3° ó 4° –no recuerdo muy bien– establece que todas aquellas personas inscriptas
tengan tratamiento de cónyuge. Es decir que estaría votando aquello que permite comunicar lo que no es y ser parte de una
especie de confusión general que la verdad no comparto. Prefiero que discutamos en el lugar que corresponde respecto de si
nosotros pensamos que es preferible que la Argentina continúe con una tradición jurídica en donde este tema –como bien han
señalado varios señores diputados– está incluido en la consideración constitucional, como que las acciones privadas de las
personas le pertenecen a su privacidad y no son objeto de la acción de los jueces. Y, a diferencia de otros países que han tenido
actitudes prohibicionistas o de otros países que han tenido actitudes de promoción y que han considerado, para la organización de
su institucionalidad, que da lo mismo conformar matrimonios de parejas heterosexuales que parejas homosexuales.
Este es un gran debate nacional que puede darse; que no se está dirimiendo acá, que no se está dirimiendo con una ley
que llegó a tratarse en esta sesión, señor presidente. Solamente porque se aprovechó una ocasión que no fue acordada en la
Comisión de Labor Parlamentaria, que no fue trabajada en el marco del respeto que tenemos que tener unos y otros por el
trabajo de los demás diputados; fue sacada una preferencia que no tenía el acuerdo ni el consenso de los diputados en una
comisión que dictaminó sin contgar con la presencia mayoritaria de diputados y eso, señor presidente, es un hecho político. Como
también percibo que es un hecho político que aquí haya treinta y un diputados que quieren votar esta ley favorablemente. Por eso
me quedo porque, si no, no estaría acá sentada discutiendo. Considero que este tema merece mucho más trabajo en comisión,
porque no creo que esté maduro el debate en la sociedad para ser abordado, porque creo que todo esto se ha constituido –como
muchas otras veces– en un mero hecho mediático y me parece injusto para la gente que espera de nosotros velemos por sus
derechos, tal como lo ha dicho mi compañero de bancada el diputado Lucio Ponsa Gandulfo.
Hay compañeros, personas que esperan y creen que con esta ley habrán adquirido nuevos derechos cuando, en
realidad, señor presidente, lo que deberíamos estar haciendo es ver, es velar porque efectivamente no haya discriminación o
incumplimiento de leyes y ordenanzas que ya existen y que sin embargo, si no hay voluntad política, decisión ni interés, por
supuesto, no se cumplen. Entonces, se terminan votando textos que sirven para que algunos dirigentes, sean políticos o sociales,
hagan una campaña o tengan un discurso –lo cual me parece legítimo–, pero creo que es mucho más legítimo cuando ese
discurso se llena de realidad y de contenido.
Por eso, señor presidente, voy a ratificar mi posición en el sentido de que este debate volver a la comisión a fin de
trabajar en serio para velar por los derechos de las personas.
Sr. Presidente (Caram).- Diputada Colombo: le solicita una interrupción el diputado Echegaray. ¿Se la concede?
Sra. Colombo.- Sí, señor presidente.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra el diputado Echegaray.
Sr. Echegaray.- Señor presidente: por su intermedio le agradezco a la diputada Colombo.
Simplemente, quiero preguntar si esto es tan insuficiente y el bloque y la diputada tienen tanta claridad ¿por qué no
presentaron algo más avanzado? Lo estaríamos votando seguramente con muchísimo gusto.
Sr. Presidente (Caram).- Continúa en el uso de la palabra la diputada Colombo. Le informo que le quedan dos minutos.
Diputada Colombo: le solicita una interrupción el diputado Ponsa Gandulfo. ¿Se la concede?
Sra. Colombo.- Sí, señor presidente, le concedo treinta segundos.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra el diputado Ponsa Gandulfo.
Sr. Ponsa Gandulfo.- Señor presidente: si bien el amigo y colega el diputado Echegaray se refirió a la diputada Colombo, me
permito la libertad de responderle.
Tal vez, no se ha presentado otro tipo de iniciativa, porque los peticionantes ya la presentaron en el Congreso Nacional y
está durmiendo el sueño de los justos. Tienen derecho a hacer ese reclamo, pero lo que no se pudo conseguir a allá, lo quieren
conseguir por esta vía. Lo dijeron en la Comisión de Asuntos Constitucionales: desarrollar una maniobra envolvente de las
provincias hacia el Congreso Nacional. Presión, presión, presión para que los diputados discutan lo que tienen que discutir.
- Manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra la diputada Colombo.
Sra. Colombo.- Señor presidente: en primer lugar, estoy hablando como lo han hecho todos los compañeros de mi bloque, en mi
nombre; estoy diciendo lo que pienso. Nuestro bloque ha tenido absoluta libertad de conciencia y de posición para abordar este
debate y la verdad es que ni al diputado Echegaray ni a nadie le voy a permitir que objete mi manera de trabajar o mi selección
de temas para ser abordados en esta Legislatura. Entre otras cosas, porque el día que la Comisión de Labor Parlamentaria decidió
que no iba a haber preferencias para esta sesión, cinco minutos antes, en esa comisión, habíamos acordado darle preferencia a
una ley que permite que en esta ciudad se conozca en cuánto contribuye el trabajo de las mujeres que no es remunerado y que
ha hecho que tengamos que sufrir discriminación no sólo en el hogar, sino en el trabajo externo, en la política, en lo gremial. Sin
embargo, respeté el acuerdo de retirarlo, porque convinimos elaborar una agenda de consenso para las últimas sesiones del año,
lo cual no fue respetado por el diputado Costanzo quien planteó esta preferencia. Además, no estamos quedándonos hasta las 6
de la mañana para discutir los derechos de las amas de casa. Espero que muchas veces podamos quedarnos hasta la hora que
sea porque estaríamos hablando de una minoría, como dijo mi compañera Pierini en su brillante alocución cuando empezamos a
discutir el tema, sino de una mayoría enormemente discriminada y enormemente silenciada. (Aplausos).
- Manifestaciones en la sala.
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra la diputada López de Castro.
Diputada: le solicita una interrupción el diputado Costanzo. ¿Se la concede?
Sra. López de Castro.- Sí, señor presidente.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra el diputado Costanzo.
Sr. Costanzo.- Señor presidente: por su intermedio quiero decirle a la diputada Colombo que cuando la Comisión de Legislación
General resolvió solicitar un pedido de preferencia, estuvo su presidente, que es miembro del bloque que ella preside. No fue una
decisión unilateral de quien habla ni tampoco una decisión unilateral de una comisión que preside un miembro del Partido
Justicialista.
Sr. Presidente (Caram).- Continúa en el uso de la palabra la diputada López de Castro.
Sra. López de Castro.- Señor presidente: no me quiero quedar sin tiempo.
El Artículo 11 de la Constitución de la Ciudad concede el derecho a ser diferente por orientación sexual. El proyecto de
ley de uniones civiles pretendía regular aspectos de esta norma contenida en nuestra Carta Magna.
Me pregunto si tenemos datos estadísticos para encarar un análisis sociológico. Otros países, como Bélgica, Dinamarca,
Francia o Suecia incluyen a estas uniones civiles dentro de sus códigos.
También me pregunto si con esta ley no estamos planteando, asimismo, una discriminación, en tanto tendría aplicación
en el ámbito restringido de la Ciudad de Buenos Aires. ¿Qué sucedería en el resto del país?
Partiendo de la garantía de igualdad ante la ley, cierto es que no se puede afirmar en el caso en cuestión, que sean
iguales las circunstancias de quienes se hallan unidos en matrimonio, uno de cuyos fines naturales es la procreación y quienes,
por ser de un mismo sexo, no pueden procrear.
Estamos invadiendo la esfera del Derecho Civil al crear una serie de derechos que no pueden ser legislados por una
Legislatura como la de Buenos Aires.
El Artículo 4º del proyecto de ley referido a los derechos, establece: “...para el ejercicio de los derechos, obligaciones y
beneficios que emanan de toda la normativa dictada en la ciudad, los integrantes de la unión civil tendrán un tratamiento similar
al de los cónyuges”.
Todas las personas son iguales ante la ley; pero para quienes están en las mismas condiciones. Esta igualdad, conforme
preceptos constitucionales, no genera distinción entre los hijos nacidos dentro o fuera del matrimonio, ni los casos de adopción,
salvo en los distintos tipos de adopción.
Afirmar sin reparar en el grupo familiar del que forman parte es decir que la unión de dosp ersonas es un grupo familiar,
ello es contrario a la naturaleza y a las leyes vigentes. Aquí no está en juego sólo las pretensiones de regularizar las uniones de
hecho de personas homosexuales, sino algo que tal vez sea más importante y que tiene repercusión en la sociedad, y que debería
alertarnos: es la calidad de vida y la salud mental de los niños. Con lo que digo no quisiera con lo que digo que se interprete que
hay una incapacidad. No. La homosexualidad no incapacita al ciudadano para desempeñarse en la vida como cualquier otro
ciudadano; pero sí excepto para pretender formar una unión civil legal semejante al matrimonio normal entre personas de
distintos sexos, cuya función principal es la transmisión de la vida.
La jurisprudencia de la Corte Suprema en reiteradas oportunidades ha sentado una serie de principios para determinar el
alcance de la igualdad según la Constitución Nacional. Igualdad en igualdad de circunstancias. La igualdad ante la ley reclama
iguales derechos frente a hechos semejantes o igual trato, siempre que las personas se encuentren en idénticas circunstancias y
condiciones.
Por lo tanto, no puede afirmarse que existe discriminación en el tratamiento que el Estado dispensa al matrimonio y la
familia, y la no regulación del concubinato y, en su caso, con las uniones de homosexuales podrían mezclarse cuestiones entre la
tolerancia y la plena aceptación social.
Sería excesivo considerar como grupo familiar a la unión de dos personas de igual sexo, que por serlo no pueden estar
casadas entre sí, ni tienen relación alguna de parentesco que las guíe. Una calificación de esa naturaleza además constituye una
cuestión que solo puede ser reglada por el Código Civil, como ya he expresado, y cuya normativa corresponde entonces al
Congreso Nacional para todo el país, Artículo 75, inciso 12...
Sr. Presidente (Caram).- Diputada: le queda un minuto para hacer uso de la palabra.
Sra. López de Castro.- ... por lo que escapa a la posibilidad de ser incluida en una norma de carácter local, como son las
dictadas por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires.
Reitero, la Ciudad de Buenos Aires no puede legislar sobre materia de los códigos de fondo ni establecer excepciones en
su territorio sobre la mayor o menor extensión de los derechos acordados por las leyes civiles.
Entonces, frente a este debate en donde los integrantes de la unión civil tendrán un tratamiento análogo al de familiares
o cónyuges, me pregunto: los deberes alimentarios entre cónyuges, ¿se extenderían por vía de unión civil? ¿Y los derechos
hereditarios, inclusive la porción prevista en el Artículo 3576 bis del Código Civil?
El hecho de que dos personas decidan vivir juntas no constituiría de por sí un interés público. ¿Hay un interés público en
que dos personas decidan vivir juntas?
La familia es la célula básica de la sociedad. Así lo ha sido siempre y lo es también hoy en las diferentes culturas, tanto
en las primitivas y simples como en las más desarrolladas. La familia está constituida por la unión estable y permanente de dos
personas de sexo diferente -o de un varón con varias mujeres en las culturas poligámicas-, más los hijos que puedan nacer en
esa unión.
En nombre del derecho a ser diferente se vulnera el derecho a la diferencia, en una institución esencial como es la
familia. Discriminar no es perverso si se trata de modo distinto lo que en sustancia es distinto.
Las personas con orientación sexual hacia el mismo sexo deben ser tratadas con respeto y consideración, pero sin que
ello signifique aprobar la exteriorización de la problemática mediante un ordenamiento jurídico que conduce a errores
conceptuales, filosóficos, biológicos, legales y sociales, y que por lo tanto conduce a sentimientos encontrados en relación con la
sana crítica que considera a la familia como la institución básica de la sociedad.
El Artículo 14 bis de la Constitución Nacional, cuando decide proteger a la familia, une el interés social del Estado en la
unión de un hombre y una mujer, pero los homosexuales los deja, en todo caso, reservados a la esfera del Artículo 19 de la
Constitución Nacional, en la medida que no ofendan el orden y la moral pública.
El Artículo 20 de la Constitución Nacional, cuando se refiere a los extranjeros que puedan testar y casarse...
- Murmullos en la sala.
Sra. López de Castro.- Señor presidente: yo voy a votar en contra de este proyecto, pero, pido respeto. Porque si no me van a
dejar terminar de hablar, después de haber estado desde las 12 del mediodía y haber escuchado y no haberme movido de esta
banca en toda la noche y en toda la madrugada, realmente lo que voy a sentir es que me discriminan porque pienso diferente.
(Aplausos).
Sr. Presidente (Caram).- Diputada: esta Presidencia le va a pedir que redondee en virtud del tiempo.
Sra. López de Castro.- Señor presidente: yo he concedido interrupciones.
El Artículo 20 de la Constitución Nacional, cuando se refiere a los extranjeros que puedan testar y casarse conforme a las
leyes, lo hace en el sentido natural y de acuerdo con las normas de orden público.
El Artículo 75, inciso 22, de la Constitución Nacional ha aprobado y otorgado jerarquía constitucional a diez
declaraciones, pactos y tratados internacionales, en muchos de los cuales figura la necesidad de proteger a la familia, que
consideran “elemento fundamental de la sociedad”, como expresa en su Artículo 6° la Declaración Americana de los Derechos y
Deberes del Hombre.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos es más explícita en su Artículo 16, cuando manifiesta que los
hombres y las mujeres tienen derecho a casarse y fundar una familia, y en el Artículo 20 se lee que toda persona tiene derecho a
un nivel de vida adecuado, que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar.
En la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José de Costa Rica, el Artículo 17 se refiere a la
protección que debe recibir la familia. Y en inciso 2) dice: “ Se reconoce el derecho del hombre y la mujer a contraer matrimonio
y a fundar su familia”.
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, en su Artículo 10, inciso 1) dice: “Se debe
conceder a la familia, que es el elemento natural y fundamental, la más amplia protección”.
El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, en su Artículo 23, inciso 1) expresa: “La familia es el elemento
natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y el Estado”.
Finalmente, la Convención de los Derechos del Niño, a lo largo de sus artículos, se refiere al interés superior del niño y a
la necesidad de contar con el cuidado y protección de los padres y al mantenimiento de la relaciones familiares. Ni la convivencia
ni la efectividad son las que determinan la tutela legal que tiene la familia, sino la unión matrimonial y la relación emanada de la
filiación de sangre o legal.
El Código Civil en el Artículo 166 se refiere explícitamente al sexo de los cónyuges cuando expresa que es un
impedimento para el matrimonio “tener la mujer menos de 16 años y el hombre menos de 18 años”.
El afecto no es algo que al Estado le interese tutelar regulando o protegiendo. ¿Cuál es el sentido de registrar relaciones
afectivas y cuál sería la utilidad de medir o mostrar si son análogas a las familiares? Para que haya familia, tiene que haber
matrimonio...
Sr. Presidente (Caram).- Diputada López de Castro: ¿le puedo hacer una consulta?
Sra. López de Castro.- Sí, señor presidente.
Sr. Presidente (Caram).- Usted está excedida en el tiempo en más allá de lo previsto. Esta Presidencia puede evaluar que usted
estaría por terminar su intervención.
Sra. López de Castro.- Estoy terminado, señor presidente. Me falta apenas algunos párrafos.
Sr. Presidente (Caram).- Muy bien. Entonces, concluya, señora diputada.
Sra. López de Castro.- Preguntaba: ¿cuál es el sentido de registrar relaciones afectivas y cuál sería la utilidad de medir o
mostrar si son análogas a las familiares? Para que haya familia, tiene que haber matrimonio, según el Artículo 178 del Código
Civil...
- Manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Silencio, por favor.
Continúa en el uso de la palabra.
Sra. López De Castro.- ...o filiación. Esto agravia la institución matrimonial y es irritativo para quienes creemos en el
matrimonio como vínculo indisoluble en el orden natural y religioso.
El sistema previsto de causales de disolución también es criticable, porque el régimen es de orden público e indisponible
y no pueden crearse causales de disolución no previstas.
La unión civil tendría su sustento a partir de la inscripción en un registro público, que además le otorga validez, y ello
debería ser normado por leyes nacionales. No hay forma de reglamentar o dictar una ley desde la ciudad que modifique lo que
dice el Código Civil.
Para finalizar, y en base a los argumentos esgrimidos, ratifico que no son la convivencia ni la afectividad las que
determinan la tutela legal que tiene la familia argentina. Al Estado no le interesa si el afecto dura un mes, un año, u otro tiempo.
El afecto no es algo que al Estado socialmente tutelar, regular o proteger. Mucho menos, hacerlo público mediante un registro. La
razonabilidad tiene por finalidad preservar el valor justicia. Y el derecho al reconocimiento de diferencias personales debe ser
observado en orden al derecho a ser tratado en mérito a diferencias razonables.
Es por todo lo expuesto que voy a votar negativamente al proyecto en debate.
-Aplausos y manifestaciones en la barra.
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el diputado Bravo.
Sr. Bravo.- Señor presidente: lamento tener que hablar dado lo avanzado del día, todos los que nos quedamos en la sesión
teníamos ganas de decir algo y, en lo particular, tengo ganas de decir algo.
Quiero fundamentar mi voto tratando de ser lo más breve posible y no extenderme más de lo debido.
Estamos en un estado que es laico y los derechos están garantizados por la Constitución de la Ciudad.
Esta ley, a pesar de las posiciones sustentadas en favor o en contra y en términos absolutamente personales va en la
dirección de incluir. No me voy a referir a mayorías o minorías porque creo que no está comprobado si la homosexualidad es una
minoría hoy, en el marco de la sociedad argentina.
Hablo de incluir a un sector que estaba absolutamente discriminado en el marco de esta sociedad en la que nos toca
vivir. La legislación tiene que ser incluyente, no excluyente. Por eso está esta ley.
Los argumentos jurídicos los han dado la diputada Pierini y el diputado Costanzo con mucha solidez, para los que vamos
a votar a favor de esta ley. (Aplausos). Y voy a pedir que se incluya mi firma en el despacho correspondiente, por ser miembro de
la Comisión de Presupuesto.
Voy a contar algunas cosas que tienen que ver con la experiencia de vida que tiene uno. Por lo menos la que me toca
vivir a mí, por ser miembro de la Comisión de Educación de esta Legislatura, y por haber transitado durante muchos años el
sistema educativo de la ciudad de Buenos Aires.
He visto y comprobado cómo parejas homosexuales, hombres o mujeres, se empeñan en cuidar a los chicos en el marco
del sistema educativo de la ciudad, o cómo han adoptado sin cuestiones legales a alumnos del sistema educativo de la ciudad de
Buenos Aires. Esos chicos han progresado en la vida, producto del amor y del afecto que les tienen.
He comprobado cómo familias excelentemente constituidas, en el marco de la legalidad y del Código Civil, violan y
abusan de menores, habiendo relaciones heterosexuales entre sus padres. Uno comprueba esto a diario. En los últimos años se
han visto reflejadas estas situaciones mucho más que antes, porque hay menos ocultamiento de la situación sexual de las
personas en la ciudad de Buenos Aires y en el resto del país.
En el transcurso del debate de esta ley se ha planteado que se afecta a la moral pública y al orden natural. Me
preguntaba, ¿cuál moral pública? Si tenemos una sociedad con alto grado de corrupción, y en la que se permiten cosas que,
realmente, nos aterran.
¿De qué moral pública me hablan cuando hay chicos que se mueren de hambre en Tucumán, hay desnutridos en la
Provincia de Buenos Aires y, lo que nosotros estamos haciendo, es consagrar una primera etapa de una lucha mucho más
importante, que tiene que ver con permitir el matrimonio civil entre homosexuales? (Aplausos).
Ésta será otra batalla que habrá que librar. Y si esto sirve para conseguir que se debata en el Congreso, bienvenido sea.
(Aplausos).
Sr. Presidente (Caram).- Le queda un minuto, señor diputado.
Sr. Bravo.- Ya termino, señor presidente. Le voy a agradecer que me permita continuar si me extiendo más del minuto. No me
corte el uso de la palabra, como ha hecho con otro diputado.
También se planteó que era inoportuno este debate, pero es absolutamente oportuno. Porque lo que va a hacer es
cambiar la cultura de esta sociedad. Va a haber un antes y un después de este debate. ¡Y bienvenido sea!
Y no nos tenemos que asustar, porque hay que terminar con la hipocresía y la doble oral de los que alientan en contra de
esta ley, que no tiene ningún prejuicio en levantar el rating de un programa de televisión donde hay un famoso travesti, o para
utilizar burdeles o cabarets para mantener intacta la institución de la familia. (Aplausos) Entonces, terminemos con esto.
Esta ley viene a reafirmar la igualdad, y éste debe ser el resultado del debate de esta noche. La legislación incluyente
iguala a la ciudadanía. Como dije antes, espero que éste sea el primer paso para objetivos más grandes, para los cuales habrá
que dar batalla en el Congreso de la Nación.
Ante todos, digo que incorporen mi firma al despacho de mayoría, y que voy a votar favorablemente el despacho de esta
ley. (Aplausos prolongados)
Sr. Presidente (Caram).- Tiene la palabra el último orador anotado, que es el diputado Valdés, pero antes de que comience le
solicita una interrupción la diputada Colombo. ¿Se la concede?
Sr. Valdés.- Sí, cómo no.
Sr. Presidente (Caram).- Para una interrupción, tiene la palabra la diputada Colombo.
Sra. Colombo.- Gracias, señor presidente.
Seré muy breve, para expresar sólo dos cuestiones.
En primer lugar, voy a pedir –porque lo olvidé– que se inserten los fundamentos de mi observación en el acta de la
sesión.*
En segundo lugar, deseo hacer un comentario a la diputada Ripoll. Ella ha señalado que es necesario dar una batalla. Sin
embargo, con esta ley no nos estamos fortaleciendo para darla, aunque debemos hacerlo.
En todos los casos, en la lucha para que fuera equiparado lo que en el matrimonio está equiparado entre varón y mujer,
nosotras tenemos más dificultades para que se reconozca cuando nuestros maridos o compañeros están a nuestro cargo.
De modo que esa batalla, por supuesto, está pendiente, y también sobre ésa tenemos que trabajar propuestas.
Sr. Presidente (Caram).- Continúa en uso de la palabra el diputado Valdés.
Sr. Valdés.- Señor presidente: simplemente, en nombre del diputado Oliveri y en el mío propio, pido que se incorporen nuestras
firmas en los despachos de la Comisión de Presupuesto.
*
Ver pág. 405.
Por otra parte, dado lo avanzado de la hora, quiero hacer mías las palabras de la diputada Alicia Pierini, y pedirle permiso
a usted, señor presidente, para insertar el discurso del diputado Oliveri en la versión taquigráfica. ** (Aplausos)
Sr. Presidente (Caram).- Si no hay objeciones del Cuerpo, así se hará.
Dado que se ha agotado la lista de oradores, se va a proceder a votar en general la Ley de Uniones Civiles. Tal como ha
sido solicitado, será en forma nominal, y se tomará por Secretaría.
- Votan por la afirmativa las
Campolongo, Campos, Caram,
Finvarb, García Conde, Gerch,
Palmiotti, Peduto Pardo, Pierini,
Yelicic.
diputadas y diputados: Baltroc, Bellomo, Bravo,
Casabé, Caulier, Cortina, Costanzo, Echegaray,
Latendorf, Marino, Méndez, Moscariello, Oliveri,
Puy, Ripoll, Rodríguez, Serio, Valdés, Vensentini y
- Votan por la negativa las diputadas y diputados: Alimena, Busacca, Caeiro,
Colombo, De Estrada, Enríquez, Larrosa, López de Castro, Ponsa Gandulfo y Talotti.
Sr. Presidente (Caram).- El resultado de la votación es el siguiente: 29 votos por la afirmativa y 10 por la negativa.
En consecuencia, queda sancionada la ley. (Aplausos prolongados)
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quería saber si, por Secretaría, se dio cuenta de mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- No, quedará constancia en este momento.
Sr. Crespo Campos.- Quiero dejar constancia de mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- Muy bien, diputado.
En consideración en particular.
Sra. Pierini.- Pido la palabra.
Señor presidente: prácticamente, a lo largo de estas últimas horas, se han expresado todos los pensamientos posibles.
Por otro lado, este proyecto que tenemos en consideración en particular, ya ha pasado por las cuatro comisiones; y el
texto que tenemos en consideración, ha tenido las modificaciones pertinentes de las cuatro comisiones. Esto quiere decir que no
vamos a poder tocar ni una palabra, ni un punto, ni una coma, porque sería interminable.
Por esa razón, quiero dejar la moción de que se voten todos los artículos en particular sin lista de oradores.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar la moción solicitada por la diputada Pierini en cada artículo.
En consideración, la moción de cierre de debate sin lista de oradores para el Artículo 1°.
Se va a votar.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Queda aprobada la moción.
En consideración en particular el Artículo 1°.
Se va a votar.
- Se vota y aprueba.
Sr. Presidente (Caram).- Queda aprobado el Artículo 1°.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sra. Marino.- Pido la palabra.
Señor presidente: para dejar asentado mi voto negativo, por cuanto estoy en desacuerdo con el período de dos años.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular, el Artículo 2°.
En primer lugar, se va a votar la moción de cierre de debate sin lista de oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 2°.
En primer lugar, se va a votar la moción de cierre de debate sin lista de oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 2°.
- Se vota y aprueba.
**
Ver Apéndice VII.
Sr. Presidente (Caram).- Queda aprobado el Artículo 2°.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 3°. Antes, se va a votar el cierre de debate sin lista de
oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar en particular el Artículo 3°.
- Sin observación, se vota y aprueba.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 4°. Antes, se va a votar el cierre de debate sin lista de
oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar en particular el Artículo 4°.
-Sin observación, se vota y aprueba.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 5°. Antes, se va a votar el cierre de debate sin lista de
oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar en particular el Artículo 5°.
- Sin observación, se vota y aprueba.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 6°. Antes, se va a votar el cierre de debate sin lista de
oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar en particular el Artículo 6°.
- Sin observación, se vota y aprueba.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- En consideración en particular el Artículo 7°. Antes, se va a votar el cierre de debate sin lista de
oradores.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Se va a votar en particular el Artículo 7°.
- Sin observación, se vota y aprueba.
Sr. Crespo Campos.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero dejar asentado mi voto negativo.
Sr. Presidente (Caram).- Como el Artículo 8° es de forma, ha quedado sancionada la ley.
LEY 1004
Artículo 1°.- Unión Civil: A los efectos de esta ley, se entiende por Unión Civil
e) A la unión conformada libremente por dos personas con independencia de su sexo u orientación
sexual.
f) Que hayan convivido en una relación de afectividad estable y pública por un período mínimo de
dos años, salvo que entre los integrantes haya descendencia en común.
g) Los integrantes deben tener domicilio legal en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, inscripto con
por lo menos dos años de anterioridad a la fecha en la que solicita la inscripción
h) Inscribir la unión en el Registro Público de Uniones Civiles.
Art. 2º.- Registro Público de Uniones Civiles: Créase el Registro Público de Uniones Civiles, con las siguientes funciones:
a) Inscribir la unión civil a solicitud de ambos integrantes, previa verificación del cumplimiento de los
requisitos dispuestos en la presente ley.
b) Inscribir, en su caso, la disolución de la unión civil.
c) Expedir constancias de inscripción o disolución a solicitud de cualquiera de los integrantes de la
unión civil.
Art. 3º.- Prueba: El cumplimiento de los requisitos establecidos en el artículo 1º, a los efectos de proceder a la inscripción de la
unión civil, se prueba por testigos en un mínimo de dos (2) y un máximo de cinco (5), excepto que entre las partes haya
descendencia en común., la que se acreditará fehacientemente
Art. 4º.- Derechos: Para el ejercicio de los derechos, obligaciones y beneficios que emanan de toda la normativa dictada por la
Ciudad, los integrantes de la unión civil tendrán un tratamiento similar al de los cónyuges.
Art. 5º.- Impedimentos: No pueden constituir una unión civil:
h) Los menores de edad.
i) Los parientes por consanguinidad ascendiente y descendiente sin limitación y los hermanos o
medio hermanos .
j) Los parientes por adopción plena, en los mismos casos de los incisos b y e. Los parientes por
adopción simple, entre adoptante y adoptado, adoptante y descendiente o cónyuge del adoptado,
adoptado y cónyuge del adoptante, hijos adoptivos de una misma persona, entre sí y adoptado e
hijo del adoptante. Los impedimentos derivados de la adopción simple subsistirán mientras ésta
no sea anulada o revocada.
k) Los parientes por afinidad en línea recta en todos los grados.
l) Los que se encuentren unidos en matrimonio, mientras subsista.
m) Los que constituyeron una unión civil anterior mientras subsista.
n) Los declarados incapaces.
Art. 6º.- Disolución: La unión civil queda disuelta por:
e)
f)
g)
h)
Mutuo acuerdo.
Voluntad unilateral de uno de los miembros de la unión civil.
Matrimonio posterior de uno de los miembros de la unión civil.
Muerte de uno de los integrantes de la unión civil.
En el caso del inciso b, la disolución de la unión civil opera a partir de la denuncia efectuada ante el Registro Público de Uniones
Civiles por cualquiera de sus integrantes. En ese acto, el denunciante debe acreditar que ha notificado fehacientemente su
voluntad de disolverla al otro integrante de la unión civil,.
Art. 7.- El Poder Ejecutivo dictará las disposiciones reglamentarias para la aplicación de lo establecido en la presente ley en un
plazo de 120 días corridos desde su promulgación.
Art. 8 .- Comuníquese, etc.
- Aplausos prolongados y manifestaciones en la barra.
Sr. Vensentini.- Pido la palabra.
Señor presidente: quiero plantear dos cuestiones.
En primer lugar, atento el esfuerzo que hemos venido haciendo para rearmar el cronograma de las reuniones de
Presupuesto, quiero notificar el cambio de horario para mañana. En lugar de comenzar a las 10, comenzará a las 15 horas.
En segundo lugar, solicito el levantamiento de la sesión.
FINALIZACIÓN DE LA SESIÓN
Sr. Presidente (Caram).- Informados de la reunión de Presupuesto, se va a votar la moción de levantamiento de la sesión.
- Se vota y resulta afirmativa.
Sr. Presidente (Caram).- Queda levantada la sesión.
- Es la hora 6 y 22.
Alberto R. Barcia
Director General de Taquígrafos.
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