300 81 .-Segmentos de círculo microlíticos. 82.-Microlíticos diversos. 83.-Laminillas truncadas. 83 bis.-Laminillas bitruncadas. 84.-Laminillas con dorso apuntadas (o sus fragmentos). 85.-Laminillas con dorso. 86.-Fragmentos de pequeñas piezas con dorso, indeterminadas. 87.-Laminillas con dorso truncadas. 87 bis.-Laminillas con dorso bitruncadas. 88.-Laminillas con dorso denticuladas. 89.-Dardos. 90.-Laminillas denticuladas. 91 .-Laminillas con escotadura. 92.-Laminillas de Font-Yves. 92 bis.-Para Font-Yves (KREMS, El Ouad, etcétera). 93.-Laminillas Dufour. 94.-Laminillas con retoque fino directo. 95.-Laminillas con retoque fino inverso. 96.-Puntas azilienses ordinarias. 96 bis.-Grandes segmentos de círculo. 96 ter.-Puntas de Malaurie. 97.-Puntasde Laugerie-Basse. 98.-Puntas de Teyjat. 99.-Puntas con muesca magdalenienses. 100.-Puntas de Hamburgo. 100 bis.-Puntas de Ahrensburgo. 101 .-Láminas apuntadas. 102.-Puntas arenienses. 103.-Láminas magdalenienses apuntadas en uno o sus dos extremos. 104.-Láminas magdalenienses con talón escotado. 105.-Diversos. 105 a,-Escotaduras bajo fracturas. 105 b.-Piezas con retoque inverso. Como se ve por los tipos nuevos que adopta, pretende subsanar los defectos de la anterior, aunque siguen persistiendo los puntos y criterios vagos (típicos y atípicos, puntas azilienses ordinarias, etc., que exigirían unas definiciones exactas y la fijación de unos límites más estrechos). Es de notar que el 104 recoge a las antes denominadas láminas truncadas, nº. 94, con mayor precisión, pues sus truncaduras son cóncavas, al menos en el Magdaleniense, en una inmensa mayoría de útiles. La urgencia con que hemos tenido que recoger esta lista, estando ya en imprenta este manual, nos impide una crítica más profunda. No obstante, pensamos que mejora ostensiblemente a la primera Lista, aunque no soslaya todos sus defectos. SEXTA PARTE El problema de las laminillas y puntas con dorso fragmentadas Se trata de un problema aún no resuelto satisfactoriamente y en que no existe unanimidad de criterios. Ni el anotar todos los fragmentos para hacer el recuento, como hacemos con los útiles enteros, ni prescindir de ellos, parece buena solución. Pero a la hora de la construcción de las gráficas y de los recuentos se deben tener en cuenta dada la gran abundancia con que aparecen, que impide una sobrecarga excesiva o por el contrario una gran devaluación según el criterio que se emplee. En mi estudio tipológico de Ekain, y ya posteriormente en otros yacimientos, la búsqueda cuidadosa de los fragmentos muestra claramente que existe una cantidad despreciable que pueden reconstruirse con mejor o peor fortuna y buena fe, pero que la mayoría de los fragmentos no son asociables, bien porque la fractura sucedió fuera del yacimiento y a él sólo llegaron trozos aislados, bien porque si se fracturaron en él, cosa más que dudosa, los fragmentos pudieron arrojarse fuera de su terreno de habitat. Nuestro criterio es que la fractura de tales piezas se realizó durante trabajos en lugares alejados del yacimiento, y que posteriormente, el probable útil compuesto de varias laminillas, una vez deteriorado por fractura de algunas de ellas, era llevado a la cueva-habitat para su reparación, en la cual se sustituían las rotas por otras nuevas y los fragmentos eran abandonados sobre el suelo del taller. Por ello creo necesario hacer un recuento de todos los fragmentos que no puedan ser asociados, incluso los mediales y no sólo los distales y proximales, y si el dorso es recto sumarlos con las laminillas con dorso. Las piezas rotas con dorso curvo se repartirán proporcionalmente al número de puntas y laminillas enteras o fácilmente discernibles que hayamos separado anteriormente. A mi juicio nos acercamos más a la realidad así, aunque plenamente conscientes de que nuestras gráficas aparecen falseadas, no sólamente por el efecto de estos fragmentos sino, ya en principio, porque en ellas aparecen junto a útiles líticos puros o completos otros que en realidad son piezas de montaje en serie para construir útiles mixtos y 301 compuestos, sin que corrijamos el error que aportan estos últimos, al considerar como útiles aislados a cada parte de una serie de montaje. Creemos que el hecho del reconocimiento consciente de la heterogeneidad de las series tipológicas elimina el error de supervalorar las gráficas deformadas por exceso de laminillas con dorso o sus fragmentos. Otros autores presentan soluciones distintas. Así ROZOY separa los fragmentos apuntados que estima pertenecen a puntas fusiformes e indica que el resto puede pertenecer a cualquier otra clase. Propone, para corregir el error, sumar a cada fragmento con punta otro sin punta, como si se tratase de una reconstrucción del útil. El resto de fragmentos se unen en parejas (distal más proximal) para reconstruir laminillas con dorso sin tomar en cuenta para nada los fragmentos mediales que rechaza en el recuento. GUERRESCHI propone un recuento selectivo de los fragmentos. Los distingue en proximales (si esa extremidad no ha sido modificada); distales cuya extremidad puede no haberlo sido (láminas), o sí (puntas); marginales, y profundos, según su retoque. Propone, para calcular el número total de abruptos diferenciados, añadir al número de útiles enteros o fragmentados bien identificables, el número de fragmentos proximales o distales. Los mediales se rechazan en el cálculo. Una vez determinado el número total de abruptos diferenciados, para calcular la estructura interna en ellos, se toman en consideración los fragmentos distales, que se suman a los útiles enteros (LD, LDT, PD, PDT) con lo que se equilibra el estudio, ya que estos tipos son los que con mayor facilidad se fragmentan, aunque según el autor tienen todos "la misma probabilidad de hacerlo" idea que no comparto, pues estimo que la máxima probabilidad se da en puntas largas y laminillas (precisamente por su fragilidad que entraña su gran índice de alargamiento), mientras es menor en LDT y PDT, que generalmente presentan menor índice. Estudio de las marcas de trabajo en los útiles Desde los comienzos de la Prehistoria se conocían ciertas marcas de utilización. Ya RUTOT y CAPITAN intentaron una clasificación de los instrumentos prehistóricos según sus hipotéticas funciones : raer, punzar, etc. Lo mismo hizo MORTILLET que distinguía útiles cortantes (divididos a su vez en cortantes por presión, por choque, o por frotamiento), raspadores (por presión y frotamiento), útiles para romper y aplastar (por choque, por presión y frotamiento), y útiles para perforar (por choque, por presión y por frotamiento). Estas clasificaciones partían de supuestos teóricos o de los datos de una observación superficial de las zonas activas de los instrumentos, pero no se habían llevado a cabo estudios especiales sobre ellas. Las primeras observaciones profundas sobre el tema se deben a Henri MARTIN, que describe las diferencias que aparecen en el filo de instrumentos utilizados en percusión linear, longitudinal perpendicular apoyada, tal como ocurre en los llamados cuchillos, y las que se presentan en los bordes activos que trabajan por percusión linear longitudinal o transversal oblicua apoyada, como las raederas. En los cuchillos aparecen "finos descamados que apenas alcanzan un milímetro: interesan las dos caras que limitan el borde, su forma es semicircular, y las pequeñas cubetas medianeras están separadas por una cresta que produce en el borde libre una denticulación. El serrado de la madera o el hueso pueden producir sobre una lasca virgen parecidas marcas a condición de que la lasca sea sostenida en el sentido del movimiento". En los filos de utensilios que trabajan en el sentido de las raederas observa "un descamamiento marginal que se produce sobre el borde de la cara opuesta a la dirección del trabajo del útil. Las escamas que saltan son finas, semilunares, y no llegan a alcanzar un milímetro de diámetro. Su acercamiento y frecuencia dependen de la regularidad del corte". Insiste en que a veces las señales de uso pueden ser mayores de un milímetro y entonces tienden a ser rectangulares, con el lado opuesto al filo dibujando una curva abierta con concavidad dirigida hacia afuera. Sobre el corte aparece una fina denticulación que sierra el filo. También desde hace tiempo se conoce el llamado "lustre de cereales" sobre el corte de las láminas neolíticas utilizadas en serie formando hoces compuestas. Igualmente eran conocidas ciertas marcas de uso y reavivado, ya analizadas antes, sobre los diedros de buril y los frentes de raspador. Pero es a partir de los estudios de SEMENOV cuando se conocen con mayor precisión estas señales. Estas marcas únicamente aparecen claramente sobre sílex de grano muy fino y siempre que no haya habido fenómenos de desplazamiento (solifluxión, crioturbación, pisado, acarreamiento por el agua, etc) que produzcan rayados o estriados que borren las marcas de uso. La pátina casi no cambia el microrrelieve de las superficies y así no afecta a las marcas de utilización. Se debe desconfiar del pulido de la superficie por erosión debida al agua de lluvia o río, por los granos de arena que arrastra, así como también de las arenas de arrastre eólico, pero la confusión no será fácil porque estos pulidos son muy extensos y abarcan filos y caras del útil casi por igual, mientras los pulidos por uso son muy limitados a ciertas partes bien definidas. Cuando se estudian los sílex con lupa binocular aparecen líneas con profundo relieve que tampoco 302 se deben a utilización sino que son debidas a grietas de fractura durante el tallado. Pueden ser difíciles de distinguir de las primeras. La preparación de los útiles produce ciertas señales que conviene conocer. Así, pequeños hoyos o depresiones y grietas por golpeo del percutor (no olvidemos que para separar una lasca del núcleo es necesario insistir muchas veces en la percusión, lo que se demuestra por la serie de desconchados que aparecen en los talones de lascas y láminas y en las plataformas de percusión de los núcleos). En estas plataformas también aparecen, por la misma causa, y por el apoyo de compresores, estriaciones y rayados, y lo mismo en talones de lascas y láminas. Estas marcas señalan la dirección del movimiento que las causó, y las características del material del percutor. El carácter del desgaste de un útil depende en parte de la calidad de su materia, así como de su mayor o menor grado de resistencia: la obsidiana se desgasta antes que el sílex. Un sílex de grano grueso antes que otro de grano fino por ello se empleaba éste para las piedras de fúsil y no el primero. El sílex de Cher, de grano fino, era preferido para su fabricación pues resistía mucho al uso, mientras el de Pressigny era despreciado por su fácil destrucción. También influye el ángulo de ataque de los útiles (a menor ángulo mayor desgaste, por mayor penetración), y la fuerza humana empleada, la velocidad de trabajo y la posición en que actúa el instrumento (ángulo de corte o de percusión). En el proceso de desgaste (mínimo, si ocurre cuando el sílex actúa sobre superficies limpias), influyen agentes físicos y químicos como el polvo, el sudor, la grasa, la arena o la humedad, que actúan como abrasivos. SEMENOV distingue dos tipos de marcas de uso: unas groseras macrodeformaciones: desconchaduras, astillados, decoloración, indentación, formación de escotaduras, grietas y pérdidas de sustancia, observables con la lupa corriente o a simple vista. Otras, que llama microdeformaciones, ocasionadas por frotamientos ligeros y que se muestran en forma de desgaste, finos rayados, surcos y estrellados minúsculos. La fricción produce tres tipos de desgaste que califica "de pulido" (pequeñas presiones con dispersión de menudas partículas y alteraciones microplásticas de sus superficies), pulverización (debida a mayores presiones, con desprendimiento de mayores partículas), y raspado (amplias presiones con destrucciones macroscópicas de la superficie). En resumen, todos los aspectos de desgaste se pueden reducir a dos: cambios de morfología y reducción de volúmenes. Estas alteraciones predominan en las partes activas de los útiles y también en las zonas de prensión. El lustre de las superficies de prensión se distingue de los lustres por frotamiento en que aquél es de límites poco definidos, vago y débil. El brillo se extiende no sólo sobre las superficies proyectadas hacia afuera sino que penetra algo en los surcos y honduras en que se debilita. Además nunca tiene una proyección bien definida. Los trazos marcados por el trabajo reflejan regularmente la cinemática de la mano que lleva el útil. La fricción del útil sobre la materia a trabajar forma estrías que aparecen al cortar, desgajar, serrar, tajar, horadar, taladrar, hacer surcos, o pulir. Estas se llaman marcas de primer orden. Las marcas producidas por percusión (hachas pulidas, mazas, percutores) o presión (compresores), cuando el útil no penetra en el objeto, se llaman de segundo orden (astillado, hoyos, asperezas, dientes). La disposición de las trazas de primer orden es siempre regular no las de segundo orden. Para el examen de tales marcas se utiliza primero la visión directa, simple o con lupa, sin limpiar los útiles. Luego se deben desengrasar con bencina y lavar con agua y jabón. Para modificar la translucidez se pueden frotar con polvos de óxido de magnesio o metalizarlos con nitrato de plata. Otras veces se tiñen con violeta de metilo o tinta china. Se examinarán con lupa binocular modificando la dirección de iluminación según el caso, y utilizando de 30 a 100 aumentos. Según la dirección del trabajo, las marcas corren rectas y paralelas en una y otra dirección, otras veces curvas. Diagonales, a lo ancho o a lo largo del útil, en una u otra cara. Incluso a veces se entrelazan y cruzan entre sí, o forman claros zig-zag, como en ciertas láminas utilizadas para serrar. La simple punción por presión vertical deja marcas rectas, paralelas al eje del útil. Si existe ligero movimiento giratorio las líneas serán espiroideas. Además existirá pulido de la punta y en el borde de las superficies salientes. El taladrado por rotación deja líneas circulares en ángulo recto en relación con el eje de la pieza. Generalmente en zig- zag, por utilizarse en movimiento de rotación en vaivén. Casi nunca son por ello líneas paralelas. Si el taladrado se hacía con arco (culturas Neolíticas) los perforadores muestran marcas paralelas, circulares. El serrado deja un rayado recto en las superficies marginales del útil, paralelamente al filo activo. Si la superficie de la sierra trabaja en ángulo recto las estriaciones aparecen uniformes en las dos caras. Si la lámina es dentada, las marcas aparecen en una de las vertientes de los dientes si actuó en una sola dirección, y en ambas si en dos direcciones. Los útiles utilizados para segar muestran trazas de pulido paralelas al eje de la lámina y en ambas ca- 303 ras, pero las marcas no cubren totalmente la cara del útil, sino que forman un triángulo, uno de cuyos lados es el filo, mientras que el extremo enmangado no se afecta. Los buriles, como antes vimos, muestran marcas en sus facetas de buril, pero el mayor desgaste aparece en la arista, que se pule y embota. Las marcas son paralelas a la arista y más anchas en el borde que enfrenta el movimiento del útil, estrechándose en el opuesto. Los cuchillos para desbastar pieles, se utilizaban en una sola dirección: hacia el operario. Unicamente al enmangarse se emplearon en la opuesta, según SEMENOV. Las trazas de uso aparecen en las dos superficies ventral y dorsal, pero en ángulos que varían de 45º a 90º según la inclinación en el uso, que dependía estrechamente de su forma. Los cuchillos utilizados para cortar maderas, se desgastan solamente por una lado. Trabajan en ángulo de unos 25º a 35º y solamente sufre la cara que hace frente a la madera, mientras la opuesta sólo sufre el roce de las virutas. Las estriaciones aparecen en ángulo recto al corte, y en el paleolítico afectan sobre todo a su cara ventral. Los cuchillos utilizados para cortar carne muestran pulido en ambas caras, y también en los huecos y facetas. Rara vez muestran estriaciones, salvo si sirvieron durante mucho tiempo, y en este caso cubren las caras pulidas, casi paralelas al filo en ambos lados, y especialmente aparecen en los extremos y cerca de la punta. No insistiremos en otras marcas de uso, en raspadores, etc., ya analizadas ligeramente en anteriorespáginas. Pero es de resaltar aquí la variedad de usos que una simple lámina de sílex poseía para los paleolíticos, y la dificultad de desarrollar una tipología que sea a la vez morfotécnica y funcional. El estudio de las marcas de uso en percutores y núcleos ha servido a SEMENOV para modificar muchas de nuestras opiniones sobre la técnica de fabricación del utillaje. Ya BADEN POWEL, que ha trabajado mucho en la fabricación de piezas de sílex, rechazaba la idea de BORDES y otros, del empleo de percutores de madera en las técnicas de talla, y opina que los mejores resultados se obtienen con pequeños percutores de cuarcita o cantos rodados de sílex de forma ovoidea de 5 a 7 cm. de largo. SEMENOV también rechaza la llamada "Stick Technique" como poco probable, por la fácil desintegración de los percutores de madera. Unicamente la acepta para el retoque previa preparación a la piedra y utilizada sobre el filo del sílex. El trabajo inicial del riñón es casi imposible hacerlo con percutor de madera. Desde el principio al fin de la Edad de Piedra se debió hacer con percutores Iíticos. Generalmente se trataba de guijarros de río, alargados y planos. Se reconocen por la presencia de astillados de forma estrellada en su superficie, junto con profundos desconchados. También se utilizaron como percutores núcleos de sílex ya agotados. Suelen tener formas globulosas, tendentes a la esferoidal, y corrientemente aparecen llenos de señales de golpeo, presión y fricción. Esto demuestra que se utilizaron sin intermediarios, pues tales señales no pueden haberse producido si golpearon intermediarios como la madera o el hueso, de menor dureza. Insiste en que la manufactura de bifaces, tanto Abbevillienses como Acheulenses, se hizo exclusivamente a la piedra. Probablemente el riñón era costenido con la mano izquierda, aunque no puede negarse que pudiera estar apoyado sobre el suelo blando, en madera o hueso. Esto sin duda ocurría en la preparación de pequeños útiles, como las raederas Musterienses, que parece que siempre se retocaban apoyadas sobre yunques de hueso. En las técnicas de lascas, parece ser (así lo cree BADEN POWELL) que se comenzaba por hendir el guijarro en dos partes casi iguales. La cara de sección serviría de plataforma de percusión, y de ella partirían series de lascas, primero con parte de córtex y después sin él. El ángulo que debe hacer la plataforma para su percusión es de unos 45º sobre la horizontal, y el golpe variará entre 80º y 140º. Las técnicas de desbastado laminar son las más difíciles de conocer y de ensayar en laboratorio, como lo prueba el hecho de que casi ningún arqueólogo las ha conseguido dominar trabajando con sílex. Siempre se ha reconocido que se hacía no por golpe, sino por presión. Aún hoy, insiste SEMENOV, no se acaba de comprender cómo de un material isotrópico con fractura conchoidal se pueden obtener láminas largas con pequeña curvatura. Trabajando sobre vidrio se advierte claramente la diferencia de las lascas obtenidas por percusión y por presión, éstas más largas, planas y de perfil más recto. Pero la presión exige fuerzas mayores que la percusión, porque el poder del golpe se amplifica por la conversión de potencial en energía cinética. Es claro que la idea de EFIMENKO de que se pueden obtener láminas por percusión, es errónea. La forma de los restos de la plataforma de percusión en la lámina es pequeña, a veces invisible, sin trazas de golpe. Tampoco aparecen señales de percusión en la plataforma de los núcleos a simple vista, pero se advierte claramente el gran cuidado con que se preparó esta zona antes de la separación de la lámina. Primero se aprecia generalmente el fino retoque para eliminar el saliente de la cornisa. Luego se debe preparar la plataforma para que no resbale el compresor, que debe actuar lo más cerca posible del filo. Si la plataforma no ofrece buen 304 apoyo, se elimina una lasca horizontal por presión o por percusión, más o menos pequeña, y que puede llegar a recortar totalmente el núcleo formando una tableta de avivado. Es muy probable, además, que se astillase la plataforma con percusión a la piedra, para hacerla más rugosa y que no resbalase el compresor. Otras veces se procuraba retener córtex en la zona que hace de plataforma. Pero núcleos con plataforma de córtex, o con preparación por astillado, son raros. Lo más corriente es el previo y pequeño lascado a la piedra, que al producir plataformas ligeramente cóncavas permite un buen apoyo de la punta del compresor. El estudio microscópico de núcleos, verificado por SEMENOV con materiales provenientes de los yacimientos de Kostienki I, Timonovka y ShanKoba, muestra interesantes marcas de trabajo. Consisten en pequeñas depresiones u hoyitos, así como rayas y grietas siempre agrupados alrededor de los bordes de plataformas y sólo rara vez en sus centros. Insiste en que los hoyos siempre aparecen combinados con grandes rayas y grietas, pero estas últimas nunca aparecen aisladas. Esto indica que los hoyos son señales dejadas por la punta del compresor, que evidentemente no pudo ser de madera o hueso, sino de un material tan duro o más que el propio sílex. Las grietas son en arco, semicirculares, a veces círculos irregulares concéntricos. Cree que se producen si la presión del compresor fue insuficiente para desprender la lámina o si el punto de presión fué mal elegido. En cuanto a los rayados, aislados a veces, pero generalmente agrupados, pueden deberse a resbalamiento de la punta del compresor. Generalmente varias rayas salen desde cada hoyo, en dirección hacia el borde de la cornisa, lo que indica los múltiples intentos que exigía cada extracción. El estudio de las plataformas de las láminas muestra cuatro tipos de señales: hoyos, surcos, rayas, y aplastado del reborde. Las rayas cruzan la plataforma diagonalmente, de derecha a izquierda, y comienzan siendo anchas para estrecharse después, señalando así la dirección del movimiento del compresor sobre la plataforma. Su profundidad insiste, como ya antes indicó SEMENOV, en la necesidad del empleo de puntas de compresor muy duras (dientes, cuarzos, sílex, etc.), así como la gran fuerza empleada en la extracción. Su dirección diagonal, según estima, indicaba que el operario trabajaba con una sola mano y no con el compresor apoyado en el pecho. Posteriormente a los trabajos de SEMENOV, otros autores estudian ya sistemáticamente las marcas de uso, cuyo valor arqueológico aumenta aunque no tanto como deseásemos, y es posible que pronto compita con el resto de los criterios aceptados por las tipologías actuales. En otras secciones de esta obra hemos recogido información sobre cuantos datos han aportado diversos autores al estudio micros- cópico sobre útiles que parecen más especializados en su trabajo, como los buriles y los raspadores. Revisaremos ahora nuevas aportaciones en este campo y su repercusión en las nuevas ideas que utilizamos para aislar los que llamamos "tipos". Entre los criterios tipológicos clásicos veremos que el retoque intencional de los bordes tiene una importancia quizá excesiva a la hora de establecer el concepto de los "tipos" y así, los útiles se identifican y clasifican según la extensión, delineación, profundidad y modo con que se nos muestran tales retoques. Esto es más sensible en la Tipología Analítica, pero también ha influído grandemente en la ListaTipo, y en general en toda la descripción tipológica antigua. Así se ha llegado a excluir de las tipologías, salvo en casos contados, a los artefactos que no muestran retoques, como las láminas, por largas y finas que fuesen, y aunque muestren retoques de utilización. Pero, es evidente que al lado de este tipo de retoques intencionales, destinados a conformar un útil, o a modificar algunos de sus elementos o eliminar zonas molestas para su utilización, existe otro tipo de retoques producidos por su utilización y por lo tanto involuntarios, que no conforman, sino que deforman los útiles, y que siempre aparecen sobre los bordes o zonas activas de ellos. Además aparecen otros retoques de uso sobre útiles no tallados, que los han hecho ser calificados como "lascas utilizadas". Por ello, KANTMAN indica que "haría falta crear un concepto de tipo, que intente penetrar en la esencia de los objetos, y que aporte una explicación sobre su razón para exstir por la comprensión de su función". Pone como ejemplo el caso de dos núcleos levallois, uno simple y otro que muestra marcas de uso posteriores a la extirpación de láminas, indicando que nunca deberían aparecer juntos en la clasificación del utillaje. El autor hace un estudio sobre sus primeros resultados de ensayo experimental de los bordes de lascas y láminas, y de la obtención de retoques de utilización. Así indica que los bordes de piezas de sílex muestran, después de trabajar tallando hueso durante 25 minutos en acción de sierra, un lustre marginal, marrón claro, que profundiza 3 a 5 mm. y ataca a las dos caras del útil, siendo debido normalmente a la fricción, y no a la presencia de partículas de polvo o sílice. Señala la presencia de estriaciones longitudinales causadas por el movimiento de serrado, sobre todo en la cara inferior, que pueden verse a pequeño aumento. Los bordes de sílex, trabajando sobre madera durante 15 minutos, también con acción de serrado, muestran una banda marrón de 1 a 2 mm. en los bor- 305 des (más clara en la cara inferior), sin alteración del borde. Las estrías que aparecen son distintas en ambas caras. Tallando hueso durante 30 mm., utilizando el borde abrupto, con córtex conservado y en acción de raspar, el córtex aparece ligeramente aplastado, pero no aparecen falsos retoques sobre el borde. Si el borde utilizado no tiene córtex se presenta un fino retoque de raído irregular. Aparecen algunas estriaciones perpendiculares al borde, visibles a simple vista. Tallando la madera durante 30 minutos de la misma forma, sólo un fino retoque de raído. Si el sílex talla madera en 30 minutos, pero con pequeños golpes en un ángulo de 40º a 45º, como si fuese un cuchillete, aparece un retoque de utilización duro e irregular en las dos caras del corte. Las estriaciones concentradas, perpendiculares al borde, aparecen sólo sobre la cara plana, y se modifica el borde sobre todo en su cara ventral que es la que más sufre. Si se utiliza el sílex para pulir el hueso durante tres minutos aparece un retoque de raído, muy fino, regular y neto sobre la cara superior y sólo ligeras estriaciones muy marginales. Si se utiliza del mismo modo sobre madera, se invierte el tipo de movimiento de la pieza, que es hacia la cara dorsal esta vez, y por ello aparece un retoque fino pero irregular sobre la cara plana. La ausencia de regularidad y de continuidad se debe a que la madera es menos resistente que el hueso. Si se talla el hueso a partir de una escotadura natural de una lasca, durante 30 minutos (acción de raer), las estrías, menos claras en la cara dorsal y más concentradas en la ventral que es la que sufre mayor resistencia, se ven a simple vista. Más tarde estudia marcas de uso sobre obsidiana, que para nosotros tienen menos valor práctico. En cualquier forma supone un acercamiento al conocimiento de las marcas de utilización, pero no llega a distinguir el retoque involuntario, de gran profundidad, del verdadero. CLARCK y LEAKEY actualmente se hallan haciendo estudios de desgaste de útiles, fabricando modelos que después se emplean sobre diversos materiales: cortando madera, carne, desollando animales, raspando pieles, extrayendo raíces y examinando después el daño realizado en sus bordes por medio del microscopio. Para CLARCK, los pequeños desconchados indicarían que los útiles se utilizaron para excavar. La excavación también produce un señalado pulido en los diedros de los "hachereaux". Las esquirlas profundas aparecen más frecuentemente en los bordes que han cortado madera o hueso. TRINGHAM, COOPER y otros, han realizado experiencias similares en Londres y Harvard. Estudian acciones longitudinales como el cortar y el serrar. Otras transversales, como raer, rasear y cepillar. Y por fin, circulares, como perforar. Experimentan sobre materiales duros, como la cuerna de ciervo y el hueso; medios, como diversas maderas, o blandos, como piel, carne y pescado. El material utilizado es el sílex traslúcido. Los autores constatan que los signos de "abrasión" como el pulido y las estriaciones se forman muy lentamente aun añadiendo tierra o arena, y que para su estudio se exige una óptica de unos 100 aumentos, así como una preparación especial de la superficie estudiada. Estos signos aparecen por ello raramente practicables al hacer estudios de microdesgaste en conjuntos que disponen de muchas piezas líticas. Por estas razones han llevado su esfuerzo al estudio de microlascados y grietecillas, que SEMENOV no había estudiado bastante a causa de la dificultad de distinguir entre estas cicatrices y el retoque intencional. Cada experiencia se ha hecho después de haber realizado mil golpes, mediante examen y microfotografía a 50, 150, 300, 500, 750 y 1000 aumentos con microscopio estereoscópico. Sus resultados fueron que las marcas dejadas por el uso son idénticas a las del retoque, pero miniaturizadas. Creen que es posible distinguir, por una parte el "modo de acción", y por otra "el material trabajado". El modo de acción está indicado por la forma de distribución de los negativos de microlascas sobre las dos superficies de la pieza y a lo largo de su borde. La naturaleza del material por las características morfológicas de las huellas producidas al saltar las microlascas. Del examen de su obra se puede deducir que las explicaciones no son claras y necesitan mayor precisión. Más tarde los autores estudian las diferencias entre las marcas de golpeado de piezas o de pisado que consideran claras. Ya antes se había determinado que el pisado produce falsos retoques generalmente denticulados, irregulares e irregularmente dispuestos pero unidireccionales, mientras que el golpeado los produce multidireccionales y generalmente más amplios. Estudiando la sucesión de marcas por diferentes trabajos realizados con el mismo borde, indican que el uso más duro borra los signos de desgaste de los trabajos precedentes. Personalmente al estudiar las marcas de uso sobre las puntas con dorso de nuestros yacimientos, mediante examen microscópico y preparación previa o a la lupa, habíamos observado en primer lugar que las fracturas que muestran no parecen ser debidas a su utilización como proyectiles, ya que las fracturas aparentan ser debidas a fuerzas que actúan en dirección normal al plano de lascado, por lo que deducimos que han sido producidas, bien por percusión sobre sus caras, por pisado o por flexión voluntaria. Las 306 marcas de uso no aparecen en los ápices o vértices sino a lo largo de los bordes naturales, en forma de embotamiento del filo o pérdida del brillo, pequeños estriados o descamaciones minúsculas irregulares, u otras mayores pero más aisladas. De ello deducimos que no han servido como armaduras de flechas o instrumentos de proyección, sino como cuchillitos de mano, aislados o montados en serie junto a laminillas con dorso con las que formarían cuchillos compuestos adaptados por medio de resinas a ranuras sobre mangos de madera. Esta opinión corrobora la que otros autores, entre ellos BORDES, han expuesto sobre este útil. La simetría y la asimetría en los útiles Ya hace más de 10 años intentamos estudiar la simetría y asimetría en ciertos tipos de útiles, a lo largo de la Prehistoria, y analizándolos estadísticamente conocer su posible relación con el fenómeno de predominancia del hemisferio cerebral izquierdo. Desgraciadamente, la falta de tiempo y la imposibilidad de manejar las masas de materiales necesarias para llegar a conclusiones estadísticamente válidas, ha dejado nuestro proyecto reducido a un número de experiencias muy limitadas y que sólo nos aporta un valor aproximativo o de presunción. El problema surgió para mí al observar los frentes de raspador en extremo de lámina, y las deformidades en su curvatura ocasionadas por el uso prolongado. La proporción de útiles que muestran aplanamiento de la curva en sus dos tercios izquierdos (con el útil en posición normal de trabajo, es decir, yaciendo sobre su cara ventral y con su frente hacia abajo), mantiene una proporción sobre los útiles que muestran su desgaste en el segmento opuesto de su frente. Ello coincide con las cifras que de la predominancia de los hemisferios cerebrales nos ofrece la fisiología humana. Datos semejantes obteníamos al estudiar el reparto de los frentes retocados de las raederas opuestas al talón, e incluso de la orientación de los dorsos retocados en puntas y laminillas con borde abatido, y de la orientación de las muescas en puntas solutrenses. Esta proporción no se alcanza, o al menos yo no he podido comprobarla, en la asimetría de los bifaces y piezas cronológicamente anteriores. De ello podría deducirse provisionalmente un predominio de la simetría axial en los útiles hasta el Paleolítico Medio que quizá estuviera en relación con la incompleta realización de la predominancia cerebral izquierda, y que se pierde a partir del Musteriense hasta llegar al Paleolítico Superior en que las proporciones parecen concordar con los datos de la fisiología del hombre actual. Debemos insistir, no obstante, que en los primates actuales, aunque no tan señaladamente como en el hombre, existe también una predominancia cerebral izquierda. El centro fonatorio de los simios está localizado en el cerebro izquierdo, como en el hombre, aunque el predominio motor no parece estar tan lateralizado como en el ser humano. Sería interesante el desarrollo de investigaciones sistemáticas sobre este tema, especialmente en las culturas del Paleolítico Inferior, pues quizá aportasen alguna luz sobre el proceso evolutivo hacia la hominización. Sobre el estilo y la tecnología lítica LENOIR recuerda que las definiciones del estilo son numerosos y difieren según la materia a que se aplican. Nuestro diccionario de la Lengua lo define como "Carácter propio que da a sus obras el artista, por virtud de sus facultades" definición que me parece más correcta que la que ofrece el "Grand Larousse", BAILLY y QUILLET, y que refiere el autor. BORDES y SONNEVILLE-BORDES han indicado las dificultades que presenta la caracterización del estilo en Tipología por la dificultad de expresar criterios objetivos que traduzcan una impresión a veces inconsciente. LENOIR reproduce sus palabras : "..las diferencias culturales se manifiestan a menudo por diferencias estilísticas. Es una noción difícil de utilizar, pues es difícil hallar criterios estilísticos objetivos. No obstante lo cual, todo prehistoriador experimentado utiliza, a veces inconscientemente, la noción de estilo. "Es una cuestión de experiencia subjetiva, y la tarea difícil, si no es imposible, de definir estas diferencias sutiles, sentidas pero difícilmente explicables, queda por realizar". Otros autores como SACKETT lo han manifestado de manera semejante, e incluso BINFORD (cit. LENOIR) propone la creación de una Tipología Estilística: "una tipología basada sobre atributos estilísticos (siendo los modos de retoque el resultado de diferentes hábitos motores...)". LENOIR intenta precisar el concepto de estilo en cuanto concierne al utillaje lítico y reunir algunos criterios que puedan contribuir a su puesta en evidencia y caracterización. Resumiendo sus ideas, el autor supone que el artesano que fabrica un objeto le imprimirá voluntariamente o inconscientemente un sello particular relacionado con su manera de trabajar, su experiencia práctica, su habilidad y sus gustos. Lo mismo ocurrirá en un grupo de individuos que comportan tradiciones determinadas y que han adquirido hábitos técnicos y estéticos precisos. Mientras el estilo en el primer caso corresponde a un proceso individual (estilo idiosincrásico), en el segundo caso representa una manifestación directa de una cultura que puede ejercer fuerte influencia sobre cada uno de los individuos que la soportan, puesto que cada uno de ellos pertenece al grupo: interviniendo el individuo sobre el grupo, y el grupo sobre el individuo. El individuo aumen- 307 tará su experiencia personal más o menos independientemente del resto de miembros de su grupo y podrá manifestar modificaciones de su propio estilo. Por otra parte, el grupo sufrirá, por la aportación individual, una evolución susceptible de traducirse en variaciones estilísticas, así como el contacto con grupos próximos le aportará nuevos cambios, lo que llevará a la aparición de un estilo más general, que unido al resto de costumbres, modos de vida, economía, etcétera, permitirá definir una cultura. El estilo de una cultura se hará tanto más particular cuanto más aislada permanezca ésta, y se hará más general al correr los tiempos y aparecer aportaciones exteriores que la contaminen. No obstante, es evidente, como dice PIGGOTT (cit. LENOIR) que "a medida que el tiempo transcurre, se crean tradiciones locales, que traen como consecuencia variaciones regionales y de los estilos". Nosotros ya hace tiempo veníamos interrogándonos acerca de la influencia racial de los estilos. Haciendo comparaciones entre diversos útiles trabajados con retoque en peladura, de procedencia relativamente moderna (puntas y armaduras de la Edad del Bronce) y hallados en yacimientos europeos, norteafricanos y de Arabia Saudí, comprobábamos un estilo bien diferenciado y no definible fácilmente entre todos ellos. El retoque africano nos parecía como más estrecho, plano, de un "ritmo más rápido" si se pudiese expresar así, que el europeo y el de Arabia. Suponemos que en él influye extraordinariamente el ritmo vital distinto que estas razas han desarrollado, y que se manifiesta, desde en el modo de caminar, hasta en los ritmos musicales y en las artes plásticas y la caligrafía. Este componente biológico nos parece de gran importancia en la aparición de los diversos estilos. Como pronto veremos, ADAMSON HOEBEL sugiere en su obra "Man in the Primitive World" que el "ritmo produce una gran satisfacción al hombre. El hombre vive inmerso en ritmos ambientales y escuchando sus ritmos internos (latidos cardiacos y respiratorios) y percibe sus variaciones durante sus momentos de placer, terror y emoción. Estos ritmos influyen inconscientemente en su trabajo, y a veces conscientemente, tanto en la producción de ritmos temporales, como plásticos o espaciales y mixtos. Recuérdense los ritmos del canto de los labradores que marcan las etapas de su trabajo del continente Africano y las labores de los esclavos negros americanos. Los ritmos de marcha de los caminantes que dirigen su paso y que son el precedente de las actuales marchas militares; el ritmo de las cantinelas marineras a cuyo compás se realizaba el trabajo de a bordo. Es claro que los ritmos de trabajo se diferencian según lo hacen las diversas culturas, interviniendo factores biológicos específicos, con lo que adquieren caracteres sumamente particulares, claramente discernibles en la música, baile y plástica popular. El ritmo de golpeo en la tarea de debitado de la piedra, e incluso el ritmo del retoque, no pueden escapar a estas características culturales, por lo que deben mostrar diferencias estilísticas más o menos claras que deberían estudiarse no sólo desde un punto de vista matemático que recoja los diversos parámetros mensurables, como longitud, anchura, profundidad, paralelismo de las esquirlas, relación mutua entre las descamaciones y entre éstas y el eje de la pieza; formas de los útiles, simetría o asimetría dominantes; elementos diversos que pueden ser objeto del análisis multifactorial, sino también de otros elementos que necesitarían un análisis estético quizá también manejable matemáticamente (aplicación de la sección aúrea en sus elementos morfológicos, etc.) o que escapase a esta ciencia, valorando aquellos elementos añadidos a los funcionales y no ligados a la función propiamente dicha, que caracterizan al útil. Esto aparece muy claro al estudiar las armaduras de flecha de culturas cercanas en el tiempo (compárense las armaduras del Sur de España, con las Saharianas en las que la inventiva formal y el barroquismo son extraordinarios, con las arábigas más sobrias; con las Amerindias generalmente toscas y sólidas, y las vascas netamente funcionales y en que parece contar más la eficacia que la estética, y las formas se empobrecen en siluetas). Es claro que hay culturas, en todos los tiempos, en que parece que los elementos estéticos parecen dominar a los meramente utilitarios, mientras en otras preside la eficacia sobre todo otro concepto y parece que los elementos estéticos se desplazan a otros campos industriales o ideológicos, o incluso quedan reducidos a valores muy secundarios. El estudio de estos caracteres estéticos obligaría a introducir en el campo de las ciencias auxiliares de la Tipología a la Estética aplicada y al Diseño Industrial, que deberían proponer nuevos criterios de estudio dirigidos por especialistas en estas materias, lo que enriquecería nuestro conocimiento y en este caso con el máximo interés, pues la entrada en escena de las modernas tipologías y de las ciencias estadísticas, tiene el grave peligro de hacernos caer en la trampa de perder de vista al hombre al examinar sus instrumentos, que no deben dejar de ser para nosotros un medio de acceso al conocimiento de aquel, en lugar de acabar siendo el objetivo principal de nuestro estudio. LENOIR continúa su estudio intentando caracterizar el modo de talla, en que considera que el "estilo" será muy sensible. Aporta como ejemplos las diferencias entre el debitado Musteriense (Levallois o 308 no), y el del Paleolítico Superior, ambos considerados sobre un conjunto de piezas; en el interior del debitado laminar, la mayor robustez de las láminas pertenece al Auriñaciense, si se le compara con el Perigordiense o el Magdaleniense. Esto puede ser expresado gráficamente y por tanto matemáticamente, y aparece claramente si se estudia un gran número de piezas, aunque dos láminas Auriñacienses de un mismo conjunto puedan en realidad diferir más entre sí que un conjunto Auriñaciense difiere de otro Perigordiense, por ejemplo. Otro tanto ocurrirá si se comparan dos series Auriñacienses de facies distintas: puede existir entre ellas una diferencia significativa. Refiere LENOIR otro ejemplo que aporta de BORDES, relacionado con la llamada técnica de debitado "en rajas de salchichón", de la que ya hemos estudiado sus caracteres en el capítulo dedicado a las técnicas de talla. Esta técnica, aparece ligada a la producción de cierto tipo de raederas convexas transversales, lo que indica que un estilo de debitado (yo no le calificaría como estilo, sino como técnica), está en relación con determinado tipo de retoque al cual favorece. Como características del estilo de debitado, propone las siguientes variables: - Espesor y anchura de los talones. - Espesor, longitud y anchura de los productos de debitado. - Angulo formado por el talón y la cara de lascado del útil. - Modo de preparación del plano de percusión. Indica que estos criterios dependen directamente de las técnicas de debitado empleadas, pero "el estilo y la técnica están íntimamente ligados en la medida en que la utilización de ciertas técnicas para la fabricación de objetos contribuye a dotarlos de caracteres estilísticos bien determinados". Según mi criterio, no creo que el problema pueda resolverse tan fácilmente. Dentro de cada técnica existen estilos diversos. Incluso en la Levallois, los núcleos difieren en forma, tamaños, amplitud de extirpaciones previas a la extracción, etc. según los lugares, y ello independientemente de la materia empleada. La técnica no crea estilo. El estilo sí puede apoyarse en la técnica, pero la supera siempre. No creemos que las citadas medidas y caracteres puedan conducir al reconocimiento de un estilo, ni siquiera indirectamente. El estilo está más ligado a formas de siluetas, ritmos de retoque, simetría o asimetría, etc. Estudiando el estilo de los retoques, LENOIR indica que éste interviene directamente en la función de un útil (tampoco estamos de acuerdo con el autor: muchos retoques muestran el desgaste de un útil, no su conformación voluntaria. Recordemos la meta- morfosis de los "kandi", "burren" y "tulas" Australianas, que nos muestran claramente el valor de la "intencionalidad" del retoque), aunque indica que a veces puede representar un carácter secundario, no indispensable, como los retoques para facilitar la inserción en un mango, y los retoques ornamentales. Existen diferentes "estilos" de retoques que contribuirán a dar a los objetos un carácter o "estilo general'', característico de una tradición, cultura o período. "El estilo del retoque constituye en ciertos casos un carácter que interviene en la definición de un tipo: lámina con retoque Auriñaciense, raspador sobre lámina Auriñaciense, laminilla con retoque Ouchtata, pero en la mayoría de los casos representa un atributo suplementario muy importante para caracterizar al objeto, pero que no entra en su definición como tipo". .. "Ciertos estilos particulares de retoque: retoque abrupto de las "raclettes" del Magdaleniense Inferior, retoque invasor de las piezas con retoque bifacial del Solutrenses, no afectan solamente a los "fósiles directores" de las industrias que contribuyen a caracterizar, sino también al utillaje común (D. de SONNEVILLE-BORDES). Esto es lo que permite a menudo a un prehistoriador experimentado ofrecer con el examen de algunas piezas banales o muy fragmentadas la determinación de una industria"... "En tipos muy elaborados (piezas con retoque bifacial del Solutrense, puntas de proyección de las industrias Paleoindias), la disposición de los retoques, su profundidad, la preparación de los planos de percusión, podrán en casos favorables permitir la caracterización de estilos individuales, en la medida en que la elaboración de este tipo de piezas necesita cierto grado de especialización". Ofrece como caracteres del estilo del retoque: - La morfología de las extirpaciones, su excavación (sobre todo en la zona de partida), y su anchura. - La longitud media de las extirpaciones y la extensión del retoque. - La orientación, disposición y ajuste de las extirpaciones. - La inclinación de las mismas con relación al plano ventral de la pieza soporte. - El modo de regularización y preparación de los bordes. Al estudiar el estilo morfológico, LENOIR reconoce que también en la morfología y el acabado de los útiles se manifiesta el estilo. Esto le parece evidente en cierto tipo de buriles sobre truncadura retocada del Perigordiense Superior, que se distinguen por la elección de la pieza-soporte, por la morfología de la truncadura, y la forma y la disposición de las extirpaciones de golpe de buril. 309 Sigue diciendo que el estilo morfológico depende también de tendencias individuales, sobre todo en útiles muy elaborados, y de tendencias más generales (en relación con factores culturales). LENOIR dice que se manifiesta especialmente por la búsqueda de la simetría, de la regularidad, de la finura o de la delgadez de un objeto y que puede corresponder a un deseo estético. Yo añadiría que no se trata de la búsqueda de la simetría, sino del hallazgo de ciertas formas particulares, a veces asimétricas, como ocurre dentro del Solutrense en las puntas de Monthaut, las puntas con muesca Cantábricas (de muesca más corta que las típicas francesas), y las famosas del Parpalló. Estas series sí constituyen ejemplos de estilos propios de facies particulares dentro de la gran cultura Solutrense, y lo mismo podríamos decir de las llamativas puntas de Volgu. El autor prosigue llamando la atención sobre las "habilidades" que se descubren sobre las piezas rotas en el curso de su fabricación o sobre piezas terminadas. "Existen distintas maneras de proceder para la realización de un detalle técnico" ... y "dos experimentadores utilizarán a veces técnicas diferentes para realizar el mismo detalle, y cada uno de ellos dará así al objeto una "marca de fábrica". El estilo, para el autor, "aparece directamente ligado al hecho de que la fabricación de un útil corres- ponde a un modo de actividad artesana, pero que no es incompatible con la repetición en serie de cierto número de técnicas adquiridas una vez para siempre, y reproducidas sobre un gran número de ejemplares". Esta reproducción "puede llevar a una forma de producción en serie, como ocurre en ciertas puntas de lanza o ciertos cuchillos predinásticos egipcios" . De todo ello infiere que se puede deducir como definición de "estilo" a "un conjunto de caracteres que confieren a un objeto particularidades que pueden repetirse sobre otros objetos. Estas características no entran obligatoriamente en la definición de los tipos de útiles, pero su presencia puede ser significativa de una facies, una tradición o un período". "El estilo representa un sello, una marca de fábrica, un factor de originalidad, que puede ser la expresión de un individuo (estilo idiosincrásico) o de una cultura. Estilo y cultura están íntimamente ligados y el estilo representa un factor cultural, que no siendo despreciable, ha sido frecuentemente olvidado en los estudios prehistóricos, en razón a la dificultad de ponerlo en evidencia". Creemos que es éste un tema que merecería mayor investigación y que justamente ha sido iniciado. Esperemos se siga avanzando en su estudio, que aportará datos importante a nivel de subculturas y facies locales.