COLEGIATA DE TORO - Hemeroteca Digital

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Acompañamos á este número
una fototipia de la Torre Nueva
de Zaragoza, como complemento
del informe dado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando sobre su estado de solidez,
y que en estas columnas se viene
reproduciendo. Aunque muy conocida de
todos esta Torre, por si desgraciadamente
para el arte hubiera de desaparecer, hemos
creído conveniente forme parte de la colección de grabados del RESUMEN DE ARQUITECTURA.
De lamentar es que la vista no esté tomada desde un punto en que hubiese podido
apreciarse más la inclinación. Para que ésta
pueda conocerse bien, en uno de los próximos números publicaremos los planos que
al informe de la Academia se acompañan,
en los cuales se ve con toda claridad el considerable desplome de la Torre.
COLEGIATA DE TORO
Informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Femando sobre si
procede declararla monumento nacional.
LMo. Sr.: Evacuando el informe pedido por esa Dirección general de
su digno cargo, acerca de si la Co-
legiata de Toro, en la provincia de Zamora,
tiene suficiente mérito artístico para que sea
declarada monumento nacional, según pretende el Rdo. Obispo de aquella Diócesis,
esta Real Academia no puede menos de asociarse con todo encarecimiento á la solicitud del celoso y docto Prelado.
La Colegiata de Toro es una de las tres
iglesias bizantinas del siglo xii que se conservan en Castilla más dignas de admiración y estudio, y no menos digna por cierto
que sus hermanas gemelas las Catedrales
de Zamora y vieja de Salamanca, de que el
Estado la ampare y atienda á su conservación.
Destello en su disposición arquitectónica,
como aquellas otras dos, del arte bizantino
aquitano que erigió en las orillas del Isla la
Catedral de Saint-Front de Perigueux, copia fiel de San Marcos de Venecia, su coetánea, y otras muchas iglesias cupulares en
la región que limitan el Loira y el Carona,—
pero sólo en ella, — reclama eon toda justicia el templo objeto de este informe una
obra de reintegración que por sí sola bastaría á ilustrar al Gobierno que la emprendiera.
Necesita la Academia explicar este concepto, y va á hacerlo brevemente. Las tres
iglesias referidas vienen á ser idénticas en
su traza primitiva, y la de Toro ostenta,
como Saint-Front y San Marcos, su crucero
de planta cuadrada coronado con cúpulas
sobre pechinas.
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En la Catedral de Salamanca, la cúpula
descuella en toda su majestad sobre un tambor perforado por dos órdenes de ventanas
de arcos peraltados de archivoltas concéntricas , circuscripto este tambor por cuatro
torrecillas cilindricas de dos cuerpos, coronadas de chapiteles cónicos, las cuales cargan sobre los ángulos del cuadrado de la
planta. La cúpula ostenta al exterior una
coronación casi piramidal, dividida en
secciones planas, cuya cubierta de lajas de
piedra, cortadas en escamas á la manera
oriental, con hileras de volutas ó hélices en
las aristas, es del más bello efecto. Los cuatro espacios que quedan libres entre las
torrecillas flanqueantes están decorados
con sendos cuerpos salientes coronados por
frontoncillos triangulares, siendo de por sí
cada uno de estos cuerpos un ejemplar precioso de decoración puramente bizantina.
En la Catedral de Zamora, el tambor ó cuerpo de luces sobre que se levanta la cúpula
lleva un solo orden de ventanas; pero al
exterior, así el domo como las cupulillas de
los cilindros flanqueantes son semiesféricos,
y no cónicos, marcando más el origen de
tal arquitectura, si bien su elegante y gallarda fisonomía oriental aparece hoy deslustrada por la abominable capa de cal que
cubre la graciosa imbricación de escamas
que llevó en un principio.
En la Colegiata de Toro se advierte una
particularidad rnuy digna de fijar la atención: por el interior, la cúpula, erguida
sobre un cuerpo de luces de doble orden de
ventanas, como en Salamanca, se eleva
sobre el crucero con igual galanura y majestad; pero en lo exterior, esta noble terminación bizantina no existe, no porque faltara en la construcción primitiva, sino porque en época relativamente moderna quedó
mutilada y enmascarada. En el arranque
mismo del domo levantaron un muro vertical á modo de parapeto ó antepecho, y
sobre él pusieron el caballete de un tejado;
desmocharon las torrecillas flanqueantes,
quitándoles sus cupulinos, y los vándalos
que esto ejecutaron convirtieron en desván
gatero, propio de cualquier granja rural, la
suntuosa y bella coron'^ción de la Basílica
de Toro.
Estas tres iglesias gemelas, á pesar de sus
variantes de decoración y ornato, puramente accidentales, constituyen en la cuenca
del Tormes y del Duero un precioso grupo
de construcciones verdaderamente bizantinas , muy singular y nunca estudiado hasta
estos últimos años; construcciones esencialmente distintas de las románicas que pululan en todas las comarcas donde la repoblación de los siglos XI y xn, con tan prodigiosa
celeridad llevada á cabo, tuvo su glorioso
y vasto teatro: por lo cual, desde el punto de vista de la historia de nuestra arquitectura, son de excepcional y capital interés.
La procedencia aquitano-bizantina de estos curiosísimos ejemplares de un arte que
en el tracto de medio siglo, y después de un
hermoso florecimiento, vino á quedar atrofiado por la exuberante expansión del arte
románico francés, su contemporáneo afortunado, tiene una curiosa historia que la
Academia narraría detenidamente si no temiera traspasar los linderos de su competencia. Algo, sin embargo, tiene que decir
en esta materia, para justificar la clasificación que acaba de hacer del estilo de estos
monumentos tan excepcionales.
La repoblación de Salamanca, comenzada
en el año 1102, se inaugura con una memorable donación que el Conde Raimundo de
Borgoña y la Infanta Urraca, su mujer, imitando el ejemplo de su padre Alfonso VI,
hacen al Prelado D. Jerónimo, su maestro,
de todas las iglesias y clérigos de aquella
diócesis y de la de Zamora, ambas eventualmente reunidas bajo su autoridad, incluyendo en este acto de liberalidad el Campo de
Toro. Este venerable sacerdote francés, natural del Perigord, á quien vulgarmente llaman D. Jerónimo Visquió por errónea lectura de alguna antigua memoria, compañero del primer Arzobispo de Toledo, Don
Bernardo, también francés, había seguido
á su grande amigo Rodrigo Díaz de Vivar,
de quien era además confesor, lo mismo
que de su mujer Jimena, en la famosa expe-
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dición de Valencia: allí estableció su Silla,
como dice Quadrado, "á la sombra de los
laureles del vencedor, que con su muerte
se secaron;,, y perdida en aquel mismo
año 1102 la conquista del héroe castellano,
halló desde luego su pastoral solicitud vasto
empleo en las restauradas Sillas de Salamanca y Zamora. Al terminar este piadoso
Obispo su larga carrera en 1120, sus restos
mortales fueron sepultados al abrigo de la
naciente Basílica salmantina, no como él
dispuso en su testamento, en San Pedro de
Cárdena, al lado de los del Cid, y á su amada Catedral legó el crucifijo que lleva el
nombre tradicional de Cristo de las Ha
tallas.
Consta, pues, que un Prelado perigoidino
presidió en Salamanca á la erección de la
Catedral que llamamos vieja. Nada más nos
dice la historia; pero la ciencia arqueológica
suple el silencio de los pergaminos respecto
del arte á que debemos tan peregrina joya,
y claramente nos revela que aquel venerable Prelado se propuso realizar con ella un
vivo recuerdo de la arquitectura religiosa
de su país natal, el Perigord; así como del
Santo titular á quien estaba consagrada la
Basílica aquitana quiso dejarnos indeleble
memoria en el arrabal de San Frontis, que
levantó enfrente de Zamora, en la orilla
opuesta del Duero. De la Catedral zamorana sábese que fué erigida algo más tarde,
hacia el 1151, por el Obispo Esteban, sucesor de Bernardo, Prelado benedictino francés, que la dejó trazada en 1149; y ésta es
todavía más fiel, si cabe, al tipo bizantinoaquitano, porque la silueta de su domo es
casi semiesférica, y en una de sus fachadas—la que llaman del Obispo — el recuerdo
del clásico bastardo del Bajo Imperio es mucho más marcado. El consorcio de los dos
estilos aquitano-bizantino y románico-borgoñón, aquél en la disposición arquitectónica, éste en el ornato, personificados, digámoslo así, en el Obispo D. Jerónimo y el
Conde Raimundo, que penetraban en Castilla juntos al experimentar nuestro suelo la
invasión de las ideas francesas, es en esta
portada tan notorio, que puede desde luego
señalarse lo que á cada uno de ellos pertenece.
De la Colegiata de Toro, de cuya edificación se ignora la fecha cierta, puede decirse
otro tanto; si bien por la maj'^or distancia
que debió mediar entre su construcción,
atribuida fundadamente por la tradición á
Alfonso VII, y el pensamiento primitivo, su
ornato participa más del estilo románico
que el de las otras dos iglesias.
La arquitectura románica, en efecto, iba
ya tomando por aquel tiempo un inmenso
vuelo en todas las poblaciones restauradas
por los dos Condes borgoñones, maridos de
Doña Urraca y Doña Teresa, y por sus inmediatos sucesores, y presentíase el fin de
la bizantina aquitana, que sólo dio vida á
las tres soberbias Basílicas salmantina, zamorana y toresana.
Los arcos apuntados (que hoy con cierta
impropiedad llamamos ojivos) de estas tres
iglesias tan singulares, han inducido en
error á muchos experimentados arqueólogos respecto de la edad en que fueron terminados. Esto depende de la falsa idea, tan
generalizada en todos los países, de que el
arco apuntado ú ojival no fué introducido
en Europa sino en el siglo xui. Debe desecharse semejante preocupación: San Frontis de Perigueux es una construcción de
principios del xi, y todos los arcos torales
que sostienen sus cinco cúpulas son perfectamente ojivales. Ojivales son asimismo los
arcos del pórtico de San Marcos de Venecia, edificio coetáneo de San Frontis. La
ojiva ha existido, puede decirse, en todos
tiempos, aunque su empleo no se generalizara sino en la introducción del sistema de
contrarresto de empujes laterales hacia fines
del siglo xn, y los más eminentes arqueólogos modernos así lo reconocen. Si se hubieran tenido presentes estos ejemplos y el de
la primera nave lateral de las que corren de
Oriente á Poniente en la prolongación de
la mezquita de Córdoba, obra del hagib Almanzor, no hubieran supuesto críticos tan
eminentes como Jorge Edmundo Street y
D. José María Quadrado que la Catedral de
Salamanca debe sus arcos apuntados á una
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36
edad posterior á su verdadera fecha, que es
la de los primeros años del siglo xii. No:
esta Catedral, lo mismo que la de Zamora
y la Colegiata de Toro, es obra íntegra de
la influencia de los Prelados aquitanos en
la repoblación comenzada por los yernos de
Alfonso VI, los Condes Raimundo y Enrique de Borgoña; y las tres construcciones,
no se cansará la Academia de repetirlo, dan
infalible testimonio del poderoso impulso
que imprimió á la arquitectura religiosa de
su tiempo aquel D. Jerónimo Visquió que
acompañó al Cid en la conquista de la perla
del Turia, que luego llevó el cadáver del
héroe castellano á Cárdena, que vivió en
este célebre Monasterio,, de donde salió
cuando el Conde Raimundo y su esposa
Doña Urraca le promovieron á las Sillas de
Zamora y Salamanca, y que, á pesar de su
larga residencia en España,, se mantuvo,
por lo visto, muy apegado siernpre á la arquitectura de su país natal, el Perigord.
Otros muchos t/tulos, sin salir de la esfera
artística, puede ostentar la Colegiata toresana para que sea declarada-monumento
nacional. Las dos puertas que dan acceso al
interior del templo, que son las del Norte y
Mediodía, ofrecen una gran riqueza de ornato la primera, y la segunda una galanura
incomparableensu elegante sencillez. Aquélla abunda en estatuillas que rnerecen particular estudio por su indumentaria, y son
además para la historia de los instrumentos
musicales de la Edad Media un copioso arsenal de datos curiosísimos.
La gala escultórica de la puerta, de.Mediodía es toda geométrica, sin figuras; pero
en sus grecas de cintas, cuajadas de pedrería, se advierte la procedencia de la profusa
ornamentación que cubrió como espléndida
vestidura de boda las portadas de los templos románicos de todo el Occidente. Los
elementos de esta ornamentación, casi es
ocioso recordarlo, en las provincias francesas, donde no quedaban reliquias de la escultura galo-romana, eran imitaciones, ó
sea recuerdos de los collares, cintos, talabartes, ricas estofas y demás preseas gemadas traídas de Siria, Bagdad, Egipto, el
Asia Menor, Constantinopla y Sicila, que
las relaciones de la Europa central con el
Levante y la España musulmana sugerían á
los escultores y entalladores de los monasterios benedictinos, mediante el comercio
sostenido por las factorías venecianas de
Marsella y de Limoges, y el movimiento de
acción y reacción de las Cruzadas y de las
peregrinaciones entre Europa y Asia.
La primitiva portada principal, ó sea del
hastial del templo, era de una riqueza incomparable. Se conserva íntegra, no ya'
como puerta, sino como retablo de la capilla que en época incierta se edificó sobre el
área d.el vestíbulo de la Basílica. De su magnificencia, baste decir que hay pocos hastiales de aquella edad que la igualen.
Por todas las razones expuestas, la Academia entiende que no sólo debe ser declarada monumento nacional la Colegiata de
Toro, sino que este precioso templo, hermano de los de Salamanca y Zamora, pero más
abandonado que aquéllos, merece ser restaurado con particular esmero, para que
recobre la gallarda coronación bizantina
que primitivamente le hermoseó.
Lo que, por acuerdo de la Academia, tengo el honor de elevar á conocimiento de
V. L, cuya vida guarde Dios muchos años.
Madrid 1.° dé Diciembre de 1891. —El Secretario general, Simeón Avalos.
--im
INFORMB
DE LA REAL ACADEMIA DE BELLAS ARTES DE SA.\
FERNANDO SOBRE EL ESTADO DE SOLIDEZ DE
LA TORRE NUEVA DE ZARAGOZA. •
(ContinuaciSn).
Dicho escrito comienza así: "En el año
de 1504, reinando en Aragón el católico
Rey D. Fernando, siendo Arzobispo Don
Alonso de Aragón, su hijo, y Jurados de Zaragoza Don Ramón Cerdán, Micer Tristán
de Laportamayor, Pedro Pérez Escamilla,
Juan Román, Mateo de Soria y Valmedina
y D. Ramón de Torrellas, á 22 de Agosto
se propuso en el Capítulo y Concejo que en
la ciudad se necesitaba de un reloj para el
gobierno de los tribunales, enfermos y vecinos, que fuese hecho con la perfección posible, respecto de que por los relojes que había no se podía regir, porque no corrían con
el concierto y seguridad que se necesitaba;
que siendo esta ciudad cabeza y metrópoli,
no solamente del Reino, sino también de la
Corona, parecía desestimación de ella no
tener un reloj de toda seguridad para su régimen , y que por los mismos motivos debía
fabricarse una Torre en medio de la ciudad,
mu}^ alta y suntuosa, donde se fijase el reloj,
con una campana muy grande que se oyese
de toda ella, y que así la dicha Torre como
el reloj excediesen en la grandeza, adorno y perfección al de todas las demás ciudades.
Y habiendo deliberado los dichos^Jurados
y Concejo, por los motivos referidos, que se
hiciera la Torre y reloj, se consultó con todos los maestros albañiles de la ciud-ad, así
cristianos como moros, sobre el sitio y punto
para ello más conveniente; y en el día 31 del
mismo Agosto se resolvió se fabricase la
Torre enfrente la iglesia de San Felipe, y se
pasó á nombrar Diputados y Comisarios
para la dirección de la fábrica de dicha Torre y reloj, su remate y conclusión. De esta
resolución dieron parte al Arzobispo Don
Alonso de Aragón, que se hallaba de Lugarteniente general, y le suplicaron se sirviese
asistir con los Jurados y ciudadanos á ver
el sitio adonde aconsejaban los artífices se
fabricase la Torre; y habiendo asistido dicho Arzobispo personalmente con los Jurados, Comisiones y ciudadanos, pareció bien
y que era conveniente el sitio y la Torre
que intentaban construir conforme al diseño
que harían ocho artífices, estimando y apreciando las casas que se derribasen para fundarla. Y de todas estas deliberaciones dieron cuenta al Rey Católico, que se sirvió,
en 23 de Septiembre del mismo año, responder á la .ciudad loando y aprobando todo
lo resuelto en orden á la construcción y fábrica de la Torre y reloj, y aun dispensando
37 las ordenaciones del Arzobispo como Lugarteniente general.
Hizo también loación y aprobación, así de
lo resuelto por la ciudad sobre la fábrica de
la Torre y reloj, como de la consignación que
hizo del producto de las sisas de los tres
años del arrendamiento de Micer Lorenzo
Molón, nombrando por Tesorero á D. Juan
Pérez de Olivan, que al presente se hallaba
Mayordomo de la ciudad, las cuales sisas
por entonces se exigían á otros fines, en
atención á la urgencia y necesidad que había de dicho reloj, provecho y utilidad que
se seguía á la república. Los maestros albañiles que asistieron para delinear y fabricar la Torre fueron Gabriel Gombao y Juan
Sariñena, cristianos; Ince de Gali, maestro
hebreo; Gumel Vallabar y maestre Monferriz, moros; quedando nombrado por el artífice principal y director de dicha fábrica
dicho Gabriel Gombao, con quien se hizo
capitulación para el remate de dicha Torre;
y para el reloj con el maestre Jaime Ferrer,
vecino de Lérida; cuyo reloj había de tener
dos campanas, una para señalar las horas y
otra los cuartos, y darlo corriente por el
precio de 100 florines de oro, que correspondían á 80 libras jaquesas. „
Por consecuencia de esto, se desprende
que debió empezarse la construcción de la
Torre en el año 1505; y si bien en el mencionado escrito se hace la indicación de que se
fabricó en quince meses, lo que no es creíble, atendida la gran cantidad de fábrica que
representan la cimentación de la Torre y la
elevación de ésta y también su esmerado
trabajo artístico, es, sin embargo, indudable
que la construcción se llevó á cabo con mucha rapidez, pues consta que en 19 de Noviembre de 1508 se había ya colocado el reloj y sus campanas, y que la mayor de éstas
resultó defectuosa, resolviéndose fundirla
de nuevo, como así se verificó, entrando en
ella 250 quintales de metal, que costaron
1.535 libras jaquesas, y su fundición 250.
"Las campanas, dice el Sr. Lana, se habían
colocado en 19 de Noviembre de 1508, cuyo
sonido se halló que el tenor de la grande llegaba á 14 puntos, y la contra á 11; y hablen-
38 do notado que la campana mayor no había
salido con la perfección conveniente, así
porque le faltaban las asas, como porque no
era tan sonora como convenía, se resolvió
fundirla de nuevo, como en efecto se fundió,
la que se colocó en el año 1510, y entraron
250 quintales de metal, que costaron 1.535 libras jaquesas, y su fundición 250 libras, de
que se deduce tendría el mismo coste la pri
mera fundición. „ Esta nueva campana se
colocó en el año 1510; y á causa de algunos
desperfectos de la fábrica y de varios adornos que se tuvieron por precisos, duró la
construcción hasta el año 1512. Por las noticias de las cuentas y libramientos hallados
en los registros para los gastos de la fábrica de la Torre, reloj y campanas, que debió
tener á la vista el expresado Sr. D. Bernardo Lana, "se hace juicio—dice--de que los
gastos de la fábrica de la Torre, reloj y campanas vinieron á importar 4.068 libras jaquesas y 12 sueldos, „ cantidad que parece
muy pequeña, si bien hay que tener en cuenta, como advierte el Sr. Lana, que, cuando
él escribía su informe, valia una arroba de
metal más que un quintal del mismo en el
tiempo que se hizo la Torre; y añadía que,
en conformidad al diseño que en 1758 se hallaba aún en el archivo de la ciudad, la Torre debía tener de altura, desde el pavimento hasta la cruz, 273 pies (76,67 metros),
y quedar la profundidad del cimiento en
56 pies (15,60 metros).
(Continuará.)
-^mm-'^
m?^
PAVIMENTOS ROMANOS
DESCUBIERTOS
EN BÜBADIL
joNociDo es ya el aparecimiento de
esta preciada reliquia de la época
romana, de la cual se ha dado
cuenta en la sesión del día 14 de Julio próximo pasado celebrada por la Comisión
provincial de Monumentos, y como objeto
de importancia artística é histórica, exhu-
mado en los límites de esta provincia, y según la geografía hispano-romana dentro
de la antigua Bética, sobre la que Córdoba
ejerció tan alta hegemonía, y creyendo en
este hallazgo interesados á todos los cordobeses amantes de su historia, al no ser dado
exhibirlo á la contemplación y estudio de
éstos, varaos á tratar de dar una ligera idea
de aquella obra de acabada taracea, no para
satisfacer tan sólo su legítimo deseo, cuanto
para demostrar por éste, como está demostrado por otros muchos restos de las pasadas edades que se hallan con frecuencia en
este hermoso suelo, que no son exagerados
los relatos ;de los antiguos analistas al encomiar la cultura y la grandeza que alcanzó en mejores días nuestra muy amada
patria.
Mide dicho pavimento 5,35 m. de longitud
por 4,10 m. de latitud, determinando una
figura rectangular, orientada á los puntos
cardinales y extendiendo su eje longitudinal
de N. á S. Limítalo por el frente y los costados E. y O. un muro de piedra franca de
0,80 m. de espesor, faltando este muro en el
lado N., lo cual comprueba que por esta
parte debió ser el ingreso á la Celia ó Cámara á que exornó tan peregrina solería.
Hállase ésta formada con muy ñnas tesscllas de colores brillantes y suma transparencia, entre los cuales alternan el azul turquí , el ultramar claro, el verde, el rojo, el
amarillo indio, el melado y el blanco, que
hábilmente concertados con las líneas y empleando sus tonos con ingenio para dar el
claroscuro, van formando á maravilla delicadas lacerías, trenzas, lazos y figuras variadas, cuyo carácter recuerdan los ornatos
ninivitas, asirlos y caldeos que ostentan las
ruinas de los célebres palacios de Nimrud,
de Kuyundjik y Khorsabad, y cuyo gusto,
extendido por Egipto, Persia y por la India,
alterado por los propios ideales, fué luego
transmitido por herencia á Grecia y Roma
y á las razas visigoda y muslemita, que dominaron á España.
Divídese el ornato en sentido logitudinal,
ó sea de N. á S., en dos compartimientos: el
primero, que mide 1,5 m., está á la entrada
- 3 9 y aparece cual vestíbulo ó narthex, al cual
decora una linda tracería de geométricos
enlaces, cuyo generador es un cuadrado, y
de sus ángulos salientes parten dos cintas
pareadas, que se apartan en opuesta dirección y luego suben paralelas y en un término dado se dirigen con perfecta simetría
á tocar los ángulos externos de un cuadrado
en sentido vertical y horizontal, octógonos,
cuadrados, y entre éstos figuras regulares
de seis lados y de forma romboidal, á cuya
exornación, sencilla y elegante por extremo, dan bello matiz el azul obscuro, el amarillo y el ultramar claro.
El segundo compartimiento, eliminada de
la longitud total la medida que dimos al primero, queda de forma cuadrada, y en éste,
como lugar preferente de la cámara á que
hubo de pertenecer el pavimento, se hace la
exornación mucho más bella y espléndida.
Constituyen ésta, aparte de una amplia
franja que á manera de moldura ciñe en su
conjunto á los dos compartimientos, y que
después describiremos, cuatro lindas cenefas, separadas por filetes ó cintas de color
azul obscuro y blanco, y cuyas cenefas avanzan hacia el centro, dejando en éste un espacio cuadrado y paralelo al exterior; mas
este espacio se halla destruido, apenas conservando hacia sus ángulos sobre fondo
blanco, patinado por el tiempo, algunas tessell/'tas, de líneas incoherentes, por las
cuales no es posible formar ni vaga idea de
las figuras ó exornes que pudieron decorarlo.
La primera cenefa ú orla que sigue en
dirección al centro, después de la amplia
franja que indicamos, se halla separada de
ésta por un filete de color azul obscuro, y
simula una serie de arcos semicirculares que
al entrecortarse por sus centros respectivos
van harmónicamente describiendo doble serie de arquillos apuntandos, y en sus intermedios pechinas figuradas, y en su borde superior ligera crestería de dientes de sierra,
cuyas líneas y figuras vense coloridas con
rojo, azul obscuro y claro y con el melado y
blanco, ofreciendo en su conjunto un delicioso efecto.
Limita á esta cenefa otra cinta ó filete de
color azul obscuro más estrecho que el anterior, el cual la abona á la par que presta á
la siguiente orla más realce, y ésta, de mayor latitud que la primera ya descripta, figura una cadena de eslabones liriformes, unidos entre sí por un pequeño eje horizontal á
manera de bisagra, en los que alternan obteniendo agradable claroscuro el azul turquí, el melado, el amarillo y rojo.
Ciñe á ésta otro filete de ancho y tono
iguales á los del anterior, y que á su vez
avalora á la cenefa siguiente, la cual ostenta una elegante lacería compuesta de dos
cintas perfiladas con colores, que se enlazan
y se mueven con perfecta simetría, describiendo muy gallarda orla de enlaces circulares en forma de funículo, y en la cual brillan, diestramente combinados, el azul obscuro, el claro, el amarillo y el blanco.
Después de ésta avanza un filete que, con
otro paralelo é igual al mismo y á los ya
descriptos, dejan al promedio espacio para
desarrollar la cuarta y última cenefa, la cual
está formada de pequeños losanges, simulando, con el claroscuro de los tonos que
ingeniosamente la coloran y sombrean, una
superficie convexa, á la que exorna, á trechos graduados, una faja diagonal de color
de ultramar claro, y en el resto se conciertan con las líneas el azul obscuro, el rojo, el
amarillo y blanco, dando término en el cenI ro á las cenefas ya descriptas y las que con
íui bella conjunción deleitan á la vista y la
recrean con su vario y peregrino ornato; y
por último, constituyen la rica exornación
de la gran franja que ciñe como un marco á
los dos compartimientos, otra serie de adornos figurados por dos aspas curvilíneas de
remates agudos y en forma de volutas, dispuestos en sentido horizontal y vertical y
exornados en sus centros con haces de estrechas cintas que se abren describiendo
lindos brazos cruciformes, resaltando en
este decorado el azul obscuro como sombra, el rojo y el amarillo como media tinta, y como luz para obtener realce el tono
blanco.
Ahora bien; la pureza de estas líneas, la
-
40
disposición de los colores y la brillante materia de que está formada dicha solería musácea, parece como que extienden la filiación genética de esta, hacióndola remontar
al siglo de Constantino Magno, período histórico en el cual, tanto en Roma como en
sus dominios, obtenía aún altos medros este
linaje de pintura musivaria; las menudas
piezas (sectüia ó segmenta) que la forman,
de vivos y claros colores, no son pequeñas
partes de mármoles ni jaspes; antes bien
parecen ser de una concreción artificial silícea, no exenta de ingerencia vitrea, por
sus tonos transparentes, y la que, á nuestro
entender, procede de Bizancio, y la creemos
además generadora del brillante Foseifesa,
con el que los artistas bizantinos, alcanzando ya esta industria mayor vuelo, seis siglos
más tarde decoraban la soberbia cúpula y
el frontis del mihrab de nuestra célebre
mezquita.
Es lástima, en verdad, que la rara circunstancia de estar sólo destruido el centro del
compartimiento principal nos prive de la
luz que pudieran suministrarnos las huellas
permanentes de haber habido allí, ó algún
pequeño simulacro de dioses ó de fiestas populares, algún emblema mítico, ó un ara,
símbolo ó estatua, y de alguna de las cuales
deducir el destino que hubo de tener esta
lujosa cámara, así como podemos precisar
que no fué pieza accesoria, por la riqueza y
primor que en su decoración ostenta.
Hanse exhumado, entre otros varios restos del arte y de la industria romanos, mediante excavaciones practicadas en torno de
aquel paraje por orden de su ilustre poseedor, tégulas, fragmentos de ánforas, trozos
de revestimiento de muros (marmoratum)
que conservan persistentes los colores de
pintura al fresco, el rostro de un sacerdote
romano esculpido en mármol blanco y de
natural tamaño, y sobre el mismo pavimento trozos de madera, granos de trigo calcinados y en derredor huellas de fuego.
(Continuaríi.)
—J-a^^f^^T'-.
ARQUITECTOS ESPAÑOLES NOTABLES
(Continuación.)
MUÑOZ (Salvador), Escultor y Arquitecto
del siglo xvii. Tradujo del toscano y comentó las Reglas de perspectiva práctica, de
Giacomo Barroci de Vignola.
O (Juan de Nuestra Señora de la). Religioso Recoleto de San Agustín y distinguido Arquitecto; nació en la Mata y murió en
Toledo en 1647, á los 80 años de edad. La
Iglesia de Recoletos de Madrid y la del
convento de la Nava del Rey.
O (Lorenzo de San Nicolás de la). Religioso lego de la Orden de San Agustín y
notable Arquitecto; nació en la Mata (Toledo) y murió en Madrid en 1679, á los 94 años
de edad. Principios de Arquitectura.
ORDÓÑEZ (Gaspar), excelente Arquitecto
de Madrid en el siglo xvi; diseñó y construyó la Iglesia de San Martín y parte de la
del convento y claustro de la Santísima Trinidad.
ORTEGA (Juan de). Arquitecto del siglo xi.
Puente en Logroño sobre el Ebro, y otro en
Ages (Burgos).
OVIEDO (Juan de). Escultor, Arquitecto y
Matemático, maestro mayor de las provincias de León y de Sevilla, y Jurado de esta
última, que le debe muchas obras de gran
importancia, así como Andalucía, cuya costa puso en estado de defensa, acabando
40 torres que estaban comenzadas hacía
treinta años, por lo cual se le hizo merced,
en 1817, del hábito de Montesa; asistió á la
conquista del Brasil como Ingeniero mayor,
donde una bala le llevó la pierna derecha
desde el nacimiento del muslo, y fué la causa de su muerte: nació en Sevilla en 1565.
PASCUAL Y COLOMER (Narciso), distinguido Arquitecto y director de la Escuela superior de Arquitectura, entre cuyas obras
figura, en primer término, el palacio del
Congreso de los Diputados: murió en Lisboa en 1870.
(Continuará.)
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