Universidad de Buenos Aires – CBC Semiología – Cátedra Arnoux Sede Montes de Oca MODELO DE ANÁLISIS LA VIOLENCIA VOLVIÓ A DESMERECER AL FÚTBOL Editorial del diario La Nación del 5 de septiembre de 1992. Un centenar de aficionados al fútbol en su mayoría, se presume, simpatizantes de Boca Juniors fue detenido por la policía tras el cotejo, en Boca, entre el equipo local y el de Vélez Sarsfield. La violencia desmereció el espectáculo deportivo y trasuntó un encono preocupante. Terminado el encuentro, los hinchas del perdedor, Vélez, se encaminaron a la autopista 25 de Mayo. En el acceso los esperaba la barra brava boquense, que los agredió desde dos colectivos, inclusive con disparos de armas de fuego. La intervención policial terminó con el arresto en masa de los exaltados, mayores y menores de edad. Sus cabecillas son viejos protagonistas de estos incidentes, que disfrutan de una misteriosa impunidad. Los medios de información han señalado de manera reiterada la existencia de estas organizaciones que cuentan con jefaturas, tropa, grupos de apoyo, movilidad y recursos para proveerse del material utilizado para festejar y para agredir. Bandas que no podrían concretar sus andanzas si no gozaran de ciertos respaldos, vista la tranquilidad de que hacen gala en la reiteración de sus correrías. Es preocupante -aunque no imprevisto ni nuevo- el empleo de armas de fuego. Demuestra una cuota extra de responsabilidad y de riesgo que alcanza no sólo a los agredidos sino también a quienes son totalmente ajenos a la cuestión. Las tropelías de estos individuos no son propias, en modo alguno, de una sociedad civilizada. No obstante, las grescas y las agresiones se reiteran una y otra vez, sin que las medidas adoptadas hasta el momento hayan sido eficaces para ponerles fin. Un partido de fútbol en que, por cierto, no se produjeron dentro de la cancha otras alternativas que las propias de una confrontación deportiva y en el cual no se definía título alguno, finalizó a los balazos. ¿Cuál será entonces, el desenlace probable de cotejos más trascendentes en los cuales –es natural- la tensión aumenta? El fútbol, entretenimiento y pasión de muchos, no merece que un puñado de descontrolados, mentalmente en estado de salvajismo, lo desvirtúe; así se ha ahuyentado a muchos de los que iban a las canchas para disfrutar de un momento de esparcimiento. ANALISIS DE LA NOTA EDITORIAL “LA VIOLENCIA VOLVIÓ A DESMERECER AL FÚTBOL” (*) En el análisis que proponemos se aplican las categorías propias de la teoría de la enunciación y polifonía, a la vez que se tiene en cuenta que se trata de un texto argumentativo. Las conclusiones del análisis, entonces, serán pertinentes para establecer la tesis y las estrategias discursivas desarrolladas para sostenerla. Dado que este texto es particularmente rico en cuanto a los apelativos y subjetivemas, comenzaremos el análisis a partir de estas categorías. Apelativos como “aficionados al fútbol”, “simpatizantes de Boca” (párrafo 1), “brava barra boquense” (párrafo 2), “exaltados, mayores y menores de edad”, “cabecillas” (párrafo 3), “estas organizaciones”, “bandas” (párrafo 4), “estos individuos” (párrafo 6), “un puñado de descontrolados, mentalmente en estado de salvajismo” (párrafo 8), designan un mismo Universidad de Buenos Aires – CBC Semiología – Cátedra Arnoux Sede Montes de Oca sujeto del enunciado, los agentes de la violencia. Evidentemente, muchos de estos apelativos son también subjetivemas, por lo cual es conveniente agruparlos en campos semánticos para extraer lo efectos de sentido correspondientes. Encontramos, así, dos campos semánticos que se podrían denominar, tentativamente “crimen organizado/mafia”, por un lado, y “barbarie/malón”, por el otro. Los que integran el primero son “cabecillas”, “organizaciones” y “bandas”, que, junto con los subjetivemas (no apelativos) “jefatura”, “tropa”, “grupos de apoyo”, “movilidad”, “recursos” y “material” (párrafo 4), caracterizan al sujeto como un grupo de personas cuyas acciones son planificadas y deliberadas, y que responden a una estructura jerárquica compleja asimilable a la militar (y, por extensión, a la mafia). En este sentido, se anula la idea de que los hechos puedan ser considerados como aislados, fruto del azar, o consecuencia de la voluntad de un individuo. Otros subjetivemas que refuerzan esta idea son “viejos protagonistas” (párrafo 3), “ciertos respaldos”, “reiteración” (párrafo 4), “misteriosa impunidad” (párrafo 3) -también en el título “…volvió a”-, al destacar el grado de influencia, conexiones y larga trayectoria del grupo (características también asociadas al crimen organizado/mafia). (1) El campo semántico de la barbarie está integrado por los delocutivos “cabecillas” (que está funcionando para ambos campo, ya que en el primer caso refiere a la estructura jerárquica y en éste, a la idea de caudillo), “exaltados”, “estos individuos”, “un puñado de descontrolados, mentalmente…” y por los subjetivemas “violencia” (párrafo 1), “agredió/ agredir/agresiones”, “andanzas”, “correrías” (párrafo 4), “irresponsabilidad y riesgo” (párrafo 5), “tropelías”, “grescas” (párrafo 6), y “a los balazos” (párrafo 7). El efecto de sentido creado es el de personas que carecen de raciocinio y, por lo tanto, de control sobre sus actos. Se los caracteriza como personas que actúan solamente a partir de instintos, y que entonces aparecen como violentas por naturaleza, del mismo modo en que podrían serlo los animales. Es importante observar que a partir de esta caracterización, la causa de sus actos es su misma naturaleza violenta (y no, por ejemplo, las condiciones sociales o económicas). El texto instaura así una explicación circular del tipo “son violentos porque nacieron violentos” y no por ejemplo “son violentos porque tienen hambre, ganan salarios indignos, viven en la marginalidad, etc.”. Cabe señalar la gran cantidad y variedad de delocutivos utilizados para nombrar a este grupo en particular. En términos de argumentación, este procedimiento refuerza la tesis del artículo, que ya puede verse en forma implícita en la selección de apelativos y subjetivemas: la única causa de la violencia en el fútbol es la existencia de inadaptados que por su naturaleza no pueden ni deben ser considerados parte de la sociedad. También conviene tener en cuenta la progresión (en cuanto a descalificación) que se lleva a cabo a lo largo del texto: el primer apelativo que se registra es “aficionados al fútbol” (párrafo 1) y el último es “un puñado de descontrolados, mentalmente en estado de salvajismo”. Este crescendo produce un efecto dramático de refuerzo de tesis, de tal modo que estimula enfáticamente a adherir a la conclusión hacia el final del texto. Con respecto a los otros participantes, los sujetos afectados por la violencia, son designados como “los hinchas del perdedor” (párrafo 2); “los agredidos” (párrafo 5). Se predica de ellos que son meramente víctimas, con el objeto de resaltar que el grado de violencia no responde a una provocación. Este efecto de sentido se ve reforzado por la presencia del verbo subjetivema “se encaminaron” (párrafo 2) como contrapuesto a “los esperaba… los agredió” (párrafo 2), que produce la idea de emboscada. Hay un tercer grupo de participantes: “quienes son totalmente ajenos a la cuestión” (párrafo 5), “muchos” (párrafo 8) y “muchos de los que iban a las canchas Universidad de Buenos Aires – CBC Semiología – Cátedra Arnoux Sede Montes de Oca para disfrutar de un momento de esparcimiento” (párrafo 8). Esta caracterización se corresponde con el efecto de sentido creado por los subjetivemas “espectáculo deportivo” (párrafo 1), “confrontación deportiva”, “entretenimiento y pasión de muchos”, “disfrutar” y “momento de esparcimiento” (párrafo 8). Es decir, el texto define al fútbol como un evento meramente recreativo, que carece de función social y que no se relaciona en ningún punto con la coyuntura. La violencia surge entonces, una vez más, como un fenómeno gratuito, desvinculado de las condiciones sociales y producto exclusivo de la naturaleza violenta de los agresores. Esta idea se condensa de modo evidente en el subjetivema “sociedad civilizada” (párrafo 6); de hecho, el texto excluye explícitamente de la sociedad civilizada a los agentes de la violencia, quienes son, además, la excepción a la reglas: son “un puñado de descontrolados” frente a los “muchos” que sólo buscan entretenimiento y diversión. Desde el punto de vista de la modalidad, hay un predominio de la modalidad de enunciación declarativa (efecto de objetividad, información neutra, etc.), que se quiebra con la interrogación del párrafo 7. Dado que se trata de una pregunta retórica, actúa como refuerzo de la aserción. Hay un énfasis en la gratuidad de la violencia, ya que tratándose de un partido poco trascendente, no puede haber justificación en términos de “gran tensión” o “pasiones exacerbadas”. En cuanto a la modalidad de enunciado, predomina la lógica asertiva, que se ve reforzada a partir del párrafo 6: “por cierto”, como la pregunta retórica ya mencionada, enfatiza precisamente el hecho de que no se trata de un partido de fútbol muy relevante. El otro refuerzo de aserción (“en modo alguno”, párrafo 6) se utiliza precisamente cuando el texto formula de forma explícita la tesis, esto es, que “estos individuos” no son parte de una “sociedad civilizada”. Es interesante observar cómo este procedimiento de refuerzo de la aserción se da justamente con la utilización de un apelativo con una fuerte carga negativa (párrafo 8) hacia el final del artículo; de este modo, desde el punto de vista de las estrategias argumentativas, se condensan los recursos de refuerzo de la tesis para lograr la adhesión del lector. En el primer párrafo, hay un suspensión de la aserción (“se presume”), pero no se refiere a cuál fue el grupo agresor, sino a quiénes fueron detenidos por la policía como resultado de los hechos de violencia. Por lo tanto, el hecho de que se suspenda la aserción no afecta al carácter asertivo en que se formula la tesis. Por último, puede también observarse la presencia de la modalidad apreciativa en el párrafo 5 (“es preocupante... el empleo de armas de fuego”) y en el 7 (“es natural”). En el primer caso, se explica la evaluación negativa del grupo agresor en tanto organización criminal peligrosa (realizada en forma implícita mediante los apelativos y subjetivemas analizados). En el otro caso, lo que el enunciador evalúa como “natural” es el hecho de que se produzcan tensiones en “cotejos más trascendentes”, no en este partido de fútbol. De este modo, por contraste, se insiste sobre la ausencia de motivación justificada para la violencia. Hay varias formas mediante las cuales el enunciador incluye otras voces en el texto. Una de ellas es mediante el uso de comillas de distancia. (2) En el párrafo 2, la bastardilla en “barra brava” es índice de que se utiliza con reservas este sintagma, puesto que su uso no está sancionado institucionalmente, considerándolo como una suerte de neologismo. A pesar de esto, el enunciador recurre al sintagma porque le permite argumentar, dando la violencia implicada en el término como un hecho (cf. Análisis de apelativos, pág. 1). En el párrafo 3, la bastardilla señala una ironía: se utiliza el término “misteriosa” con la intención de que el destinatario decodifique lo contrario; esto es, se sugiere que el origen de la impunidad es conocido, sin acusar a nadie en particular. El caso de “organizaciones”, en el párrafo 4, es un ejemplo de uso de Universidad de Buenos Aires – CBC Semiología – Cátedra Arnoux Sede Montes de Oca comillas para marcar la inseguridad respecto del uso de un término. Por lo general, la palabra “organización” denomina a un grupo legítimamente constituido como tal, por la cual, en este caso, el término no sería enteramente adecuado. En el mismo párrafo, el uso de bastardilla en “material” es irónico. Se trata de un eufemismo, una forma más “suave” de designar armas de fuego, bengalas, etc., puesto que habitualmente el término remite a los elementos necesarios para llevar a cabo una actividad. Lo que se sugiere es que el material de trabajo de esta “organización” son las armas de fuego. Otra forma de polifonía es el caso del discurso indirecto (marcado por el verbo introductorio “han señalado”) en el párrafo 4, que introduce la voz de los medios de información. Presentar lo enunciado como asignable, a todos los medios, y no sólo al enunciador La Nación, es un recurso argumentativo para legitimar y validar el argumento que se afirma, esto es, lo que distingue a la tesis de La Nación de las de los otros medios de información es la idea de que los agentes de la violencia son, además de criminales organizados; bárbaros. En efecto, en los últimos párrafos se condensan una serie de estrategias argumentativas (uso de apelativos y subjetivemas, refuerzos de la aserción, enunciados polifónicos) tendientes a poner de relieve esta idea. Es en este sentido que debe interpretarse el enunciado concesivo “aunque no imprevisto ni nuevo” (párrafo 5). La voz que La Nación está citando en forma implícita es la de los medios de información en general, que sostienen que los hechos de violencia son asignables a grupos que actúan regularmente como criminales (de ahí “no imprevistos ni nuevos”). El enunciador La Nación se distingue de esta voz para enfatizar que, además, el modo de actuar de los “criminales” (“el empleo de las armas de fuego”) es irresponsables y riesgoso para toda la comunidad, por lo tanto, irracional. Con respecto a los enunciados negativos, nos limitaremos a señalar aquellos donde es evidente cuál es la voz señalada. (3) En el párrafo 4, lo que se refuta en “Bandas que no podrían... correrías” es la posible afirmación de que se trata de personas que actúan de modo individual o independiente. En el mismo sentido opera la negación del párrafo 5 (“no imprevisto ni nuevo”), que niega la idea de que sea un hecho aislado y sin antecedentes. La voz antagonista podría ser, por ejemplo, la de los dirigentes de las instituciones futbolísticas, que suelen argumentar en esta dirección. (1) Es importante destacar que esta descripción de los sujetos agresores está contenida dentro del discurso referido (“Los medios de información han señalado…”). Así, los juicios de valor implícitos en la selección de apelativos y subjetivemas aparecen como compartidos por todos los medios de información, de los cuales el enunciador La Nación se hace eco. El segundo campo semántico observable, en cambio, ocurre dentro de la esfera de una sola voz, la del enunciador, cuya originalidad (es decir, cuya identidad) consiste en enfatizar la calidad de los sujetos agresores en tanto bárbaros. (2) En el texto analizado, deberá interpretarse al uso de la bastardilla como si se tratara de comillas. (3) El análisis de la totalidad de los abundantes casos de negación presentes en este texto implicaría tomar en cuenta nociones teóricas no estudiadas en este curso. (*) Este análisis ha sido elaborado por los siguientes docentes de la cátedra Semiología: A.R., G.R., S.I. y V.B.