la venida del iman oculto

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Conferencia pronunciada el 18 de mayo de 2011 en la jornada conmemorativa del XIII centenario
(711 – 2011) de la invasión y conquista de la Península Ibérica por los musulmanes organizada
por la Asociación Española de farmacéuticos de Letras y Artes (AEFLA)
INVASIÓN Y CONQUISTA DEL
REÍNO VISIGODO DE
TOLEDO POR LOS
MUSULMANES
(FATH AL-ÁNDALUS)
Juan Pedro Iturralde
.
In nomine Domini, non Deus nisi deus solus.
Non Deus alius.
En el nombre del Señor, no hay más dios que Dios solo.
No hay otro Dios.
(Leyenda de las primeras monedas andalusíes, 94H/712-713)
En los tiempos en los que la mayor parte de los territorios de Hispania o Spania formaban
parte del dar al-Islam o morada de la sumisión, gustaban los alfaquíes y ulemas referir en
las mezquitas del país el siguiente hadiz que la cadena de tradicionalistas ponía en boca
del ilustre sahaba, compañero del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la
paz), Abu Ayyub al-Ansarí:
Muhammad recibe la revelación del ángel Yibril
(Gabriel)
Cuando el Enviado de Dios - ¡Dios le
bendiga y salve! - estaba parado, he aquí
que de pronto se dirigió hacia Poniente
(al-Magrib), saludó e hizo señas con la
mano. Yo, Abu Ayyub, le pregunté: ¿A
quién saludas? ¡oh Profeta de Dios! Y él
me contestó: A unos hombres de mi
comunidad que estarán en este
Occidente (al-Magrib), en una isla
llamada al-Ándalus. En ella, el que esté
con vida será un defensor de la fe
(murabit) y el muerto será un mártir
(sahid). A todos ellos los ha distinguido o
exceptuado Dios en su Libro:
Serán fulminados los que estén en los cielos y los que estén en la tierra excepto aquéllos
que Dios quiera.
En otra de las versiones de este hadiz, el sabio Abd al-Malik ibn Habib, famoso
tradicionalista e historiador de al-Ándalus, puso en boca del Profeta (salla Allah alehi wa salam
- que Dios le bendiga y le dé la paz):
Después de mí será conquistada en Occidente (al-Magrib) una isla llamada al-Ándalus.
Los que vivan en ella serán felices y los muertos serán mártires. Cada día tendrán con el
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enemigo batallas y algaras, pues la poblarán a pesar del enemigo y aunque sean muy
pocos y estén aislados. Delante de ellos hay un mar que causa la muerte y detrás
enemigos innumerables, pues éstos son muchos y están junto a sus países.
En al-Ándalus no se ve sino al que vela por las cosas de Dios, al combatiente por la fe o
al vecino del enemigo y obediente de Dios.
Y en otra tradición del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) éste
pronunció:
Me comunicó Yibril, el arcángel Gabriel, sobre él sea la paz, que en los confines de
Occidente (al-Magrib) hay una isla llamada al-Ándalus (Yazirat al-Ándalus). Mi comunidad
la conquistará después de mí y en ella los hombres que mueran serán mártires y los
vivos serán combatientes felices. Las nubes los llevarán al lugar de la reunión el día del
Juicio.
Como hubiera algunos espíritus escépticos que dudaran de estas visiones premonitorias,
el gran geógrafo andalusí al-Zuhrí comentaría el hadiz del Profeta (salla Allah alehi wa salam que Dios le bendiga y le dé la paz) con estas palabras.
Y si este hadiz es auténtico, ya tiene al-Ándalus motivo suficiente para enorgullecerse.
Pero, si no se puede confirmar su autenticidad, al menos está conforme con el Libro de
Dios y su ley.
La historia de la invasión y conquista del Regnum Gothorum y su incorporación a la
comunidad universal musulmana o umma se desarrolló así.
En el año 708 de la era de Isa ibn Maryam, Jesús hijo de
María, 97 de la Hégira o Emigración del Profeta (salla Allah
alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) a Medina, un
yemení oriundo de Makka al-Mukarrama (La Meca),
llamado Musa ibn Nusayr al-Lajmí o al-Bakrí, es
desginado walí de Ifriqiya y el Magrib, territorios,
particularmente el Magrib, todavía no sometidos o mal
sometidos a los árabes. El nombramiento de este veterano
tabi’í, llamado así porque había alcanzado a conocer a
alguno de los sahaba o compañeros directos del Profeta
(salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz), es
otorgado por el Comendador de los Creyentes al-Walid I
ibn Abd al-Malik (705-715/86-96H) que separa así la
jurisdicción de Ifriqiya y el Magrib de la de Misr (Egipto).
La actuación preliminar de Musa consiste en consolidar la
Tariq ibn Ziyad - Miniatura
conquista árabe de Ifriqiya (702-705/83-86H). La siguiente
Año 710
fase de actuación (706-708/87-89H) es la propiamente
dicha magrebí. Musa se lanza pues sobre el Magrib acompañado de unos 10.000-15.000
árabes y un número igual o mayor de beréberes sometidos que constituyen la vanguardia
del ejército musulmán a las órdenes de un destacado jefe beréber, posiblemente Nafza,
cliente, liberto o mawla de Musa, llamado Tariq ibn Ziyad al-Layti.
En 708/97H prácticamente todo el Magrib ha sido conquistado. Las tribus de las
confederaciones Butr y Baranis, Awraba, Garawa, Kutama, Hawwara, Zanata y Masmuda
se han sometido y aceptado el Islam. Los jeques tribales, vencidos o capitulados, son
confirmados y continúan en sus cargos y aunque parece que nada ha cambiado, el
antiguo marco político ifriqí, bajo dominio Rum (Bizancio), o magrebí, de independencia
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tribal ha desaparecido El poder árabo-islámico centralizado, dependiente de Dimasq
(Damasco) se ha impuesto.
En cuanto a la ciudad de Septem (Ceuta) y su territorio
colindante gobernados por el enigmático comes Iulianus,
Julian o Yulyan al-Gumarí, Urban o Ulbano para otras
fuentes, de raza visigoda y religión cristiana, jeque de los
cristianizados beréberes Gumara, señor de ambas
orillas del Estrecho, vinculado naturalmente a la
monarquía visigoda, ante la imposibilidad de someterlo
por la fuerte resistencia presentada, se establecen
pactos de sumisión y amistad sellados por la entrega de
rehenes y pago de tributos a los musulmanes por parte
de Julián.
Julián, comes de Septem (Ceuta) y
Iulia Traducta (Algeciras) (Año 710)
Concluida pues la conquista del Magrib, Musa puede
retornar ahora con sus árabes a Qayrawán y dejar la
fuerza beréber aliada acuartelada en Tingi, la Mauritania Tingitana bajo las órdenes de su
mawla Tariq. Desde Qayrawán, Musa informa por escrito a su califa sobre el alcance de
los objetivos de la campaña. En el parte de la victoria, kitab al-fath, señala lacónicamente
“De Musa ibn Nusayr a al-Walid ibn Abd al-Malik, Príncipe de los Creyentes, saludos y
después. Con la ayuda de Dios, misión cumplida…El Islam ha sido reconocido por todas
las autoridades regionales…”. Musa se consagraba así como el último de los grandes
militares africanistas árabes. Le había correspondido la gloria de cerrar el ciclo de
conquistas en el norte del continente africano y había respondido con eficacia y solvencia
a la confianza en él depositada por el Príncipe de los Creyentes.
Para Musa se abría ahora un compás de espera tras el éxito conseguido con sus tropas
vencedoras, ociosas, acantonadas en Tingi (beréberes) y Qayrawán (árabes). Sin
embargo, aunque debería pensar en alguna empresa guerrera que le permitiera
entretener sus belicosas fuerzas y obtener botín, ganima, para el mantenimiento de sus
guerreros, la perspectiva de avanzar hacia el sur del Magrib, hacia los empobrecidos
yermos saharianos no le parecía suficientemente sugestiva al veterano general. A pesar
de todo es casi seguro que por entonces la conquista de Hispania o Spania, del Regnum
Gothorum, no formaba parte de sus planes inmediatos.
Entre tanto en la Península, mientras Musa concluía la conquista del Magrib, se producía
un cambio político trascendente. En 709 había muerto en circunstancias históricas
confusas el rey Witiza. El estado visigodo, epígono de la antigua provincia romana de
Hispania, se debatía en una serie de contradicciones internas derivadas de la necesidad
de conciliar el poder real central de una monarquía electiva con los intereses de las
clases sociales altas que empujaban las estructuras del
país hacia una feudalización progresiva, en medio de una
serie de enfrentamientos entre grupos aristocráticos de
intereses encontrados. Un estado en el que por otro lado
numerosos grupos sociales quedaban marginados,
excluidos del mismo, lo que conducía a que la gran masa
de la población se desinteresara de la cuestión pública. Un
estado empobrecido a la postre, azotado para colmo por
las grandes hambrunas del 708 y 709.
Roderik, último rey visigodo
710 – 711
El reino visigodo se encontraba así fuertemente debilitado,
incapaz, en su desunión interna, de hacer frente a
cualquier poder externo cohesionado y organizado que
pudiera retar su continuidad. Es en estas circunstancias de
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fractura social en el que un grupo de notables alzan a comienzos de 710 como rey a su
candidato Roderik o Rodericus, dux de la Bética, vinculado al clan gentilicio de
Chindasvinto-Recesvinto, militar prestigioso por otro lado.
Inmediatamente, la fracción nobiliaria contraria, encabezada por los familiares más
próximos de Witiza, del clan rival Wamba-Égica, tacha de usurpador a Roderik, se
declara en oposición e inicia actividades conspiradoras buscando el medio de derrocar al
recién electo monarca. Dentro de esta facción sobresalen Sisberto y Oppas, este último
metropolitano de Hispalis (Sevilla), hermanos del difunto rey Witiza, y el conde Julián,
señor de Septem, que en alguna forma había firmado pactos de amistad y sumisión con
los jefes musulmanes del Magrib, Tariq y Musa y al que se le comisiona para que solicite
la intervención militar de estos a favor de su causa.
Ahora la figura del comes Iulianus, Yulyan para los musulmanes, se torna clave en el
proceso que habría de perder Hispania. Controla política, militar y económicamente el
paso del estrecho, pues es señor de Septem (Ceuta) en la costa africana y de Iulia
Traducta (hoy Algeciras) en la costa sur de la península. Además, como se ha dicho,
tiene contactos establecidos con los jefes militares musulmanes, Musa y Tariq.
Julián se dirige pues a Musa como máxima autoridad a través de Tariq, su contacto más
próximo, y le invita a venir a la península a la que describe como lugar donde obtener
botín, promete ayuda de los naturales disconformes con Ludriq (Roderik) y ofrece su
ayuda personal para que las fuerzas musulmanas que solicita puedan vadear el llamado
Bahr al-Zuqaq o Mar del Estrecho. Musa se siente tentado y escribe a su califa al-Walid
pidiendo permiso para ejecutar la empresa que se le proponía. La respuesta del
Comendador de los Creyentes es una recomendación de prudencia, máxime con un mar
por medio y le indica que se limite a explorar con escuadrones el territorio que se le
ofrece.
Así pues, Musa cursa instrucciones a Tariq quien destaca a la península para tal misión a
su hombre de confianza, Abu Zara Tarif ibn Mallik, beréber Bargawata quien en ramadán
91, julio 710, cruzó el estrecho en cuatro barcos mercantes proporcionados por Julián,
quien para demostrar su lealtad posiblemente participara también en la escaramuza, al
frente de un contingente de 400 hombres de infantería, principalmente Bargawata, y 100
jinetes de diversas tribus beréberes. El lugar de desembarco, la antigua Mellaria, fue
posteriormente denominado como Tarifa, primer topónimo beréber peninsular.
Tarif algazuó el territorio entre
Mellaria y Iulia Traducta
tomando cuantioso botín y
prisioneros,
en
especial
hermosas
mujeres
que
deslumbraron a sus captores.
Después volvió a su base de
partida con valiosa información
estratégica sobre el estado de
las defensas visigodas
del
territorio saqueado y las
riquezas obtenidas. El éxito de
su misión decidió a Musa
emprender una acción de mayor
Llegada de los primeros árabes a España (Año 710)
envergadura que encomendó a
Cuadro de F. Mota
su mawla Tariq a quien envía a
la península con instrucciones de crear un asentamiento estable junto al litoral, al otro
lado del estrecho.
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Tariq organiza pues una fuerza de desembarco de unos 7.000 hombres a partir de las
tropas acantonadas en Tingitania, prácticamente en su totalidad beréberes,
principalmente Zanata y Masmuda, pero también un número importante de Lawata,
Awraba, Kutama, Madyuna, Magila, Miknasa, Hawwara, Nafza y Sinahaya y por
supuesto los Gumara de Julián quien accede a transportar la escogida tropa invasora
desde Septem a la península en las cuatro naves mercantes de su propiedad.
La operación de traslado del
ejército beréber ocupa bastante
tiempo pues la capacidad de
los barcos es reducida. Se
estima que en total se
precisaron unos 30 a 40 días
entre el 5 de rayab 92/28 de
abril 711 y sabán, mayo-junio
del mismo año. Al llegar los
pasajeros del primer viaje al
lugar previsto de la costa
peninsular se observa cierta
vigilancia costera por parte de
patrullas visigodas, alertadas
sin duda como consecuencia
de la algara de Tarif del año
Tariq ordena la quema de naves (Año 711)
anterior, por lo que se debe
cambiar de itinerario hasta
llegar a un alto promontorio costero conocido por los rum como Mons Calpe, Peñón o
Monte de Calpe y desde entonces como Yabal Tariq, la Montaña de Tariq o Gibraltar,
segundo topónimo árabo-beréber en el territorio hispano.
Tariq llega con el contingente del último viaje acompañado de su hombre de confianza
Tarif y de Julián. Sorprende que a pesar de las patrullas visigodas observadas a la
llegada del primer grupo de tropas se pudiera realizar tan prolongada operación de
desembarco de una forma tan tranquila. Cabría preguntarse si las influencias de Julián en
este lado del estrecho no tendrían algo que ver.
Tropas bereberes de Tariq
Año 711
Reunido su cuerpo de ejército de 7.000 beréberes Tariq
despliega inmediatamente la operación militar de
consolidación de la llegada y establecimiento de una
cabeza de puente que permitiera un transvase cómodo
de futuras tropas de refresco procedentes
del
acuartelamiento de la Tingitania. Tarif manda la
vanguardia y toma Carteia o Torre de Cartagena, cuyo
nombre se arabiza como Qartayanna, la cual le es
adjudicada a modo de feudo, como iqta. Después se
pasa a controlar militarmente toda la amplia bahía
costera y asentar la retaguardia, bajo el control efectivo
de Julián, en Iulia Traducta que pasa a arabizarse con
el nombre de al-Yazirat al-Jadra, la Isla Verde, hoy
Algeciras, primer topónimo puramente árabe. Desde
esta base estable Tariq lanza ya algaras abiertas contra
las regiones circundantes. En el curso de una de ellas
se consigue derrotar a Teodomiro, comes de la vecina
Carthaginense, quien se percata de la gravedad que la
presencia de esta fuerza extraña supone.
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Mientras la precoz incursión beréber en el sur empezaba a tomar carta de naturaleza,
Roderik al frente de sus tiufadías se enfrentaba en el norte al enésimo levantamiento
vascón. La Vasconia recóndita nunca había acabado de estar sometida a la monarquía
visigoda y los reyes de Toletum (Toledo) generalmente habían estrenado sus mandatos
sofocando alguna rebelión vascona de mayor o menor relieve. El ager vasconum
quedaba en la zona de influencia visigoda bajo el gobierno de los sucesivos comes
designados por Toletum, pero el saltus vasconum permanecía hostil e irredento,
dedicado, desde sus inaccesibles bases en el Auñamendi (Pirineo Occidental) a la
práctica de incursiones guerreras depredatorias contra territorio visigodo o franco.
Pero la rebelión vascona del 711 revestía un particular serio cariz porque los intrépidos
montañeses del saltus habían conseguido arrebatar a los visigodos la vieja Civitas de
Pompaelo, Pamplona, la Iruñea vascona, y defendían el sitio enconadamente. Apretaba
Roderik el cerco contra la ciudad cuando recibió un correo de Teodomiro, comes de la
Carthaginense en la que le advertía que dirigiera con su ejército al sur porque “han caído
por nuestro país unas gentes que no sé si bajaron del cielo o si salieron de la tierra”.
Recibido consejo de sus tiufados y
gardingos, Roderik se dirige a
marchas forzadas al encuentro con
los beréberes. Posiblemente no tenga
conciencia clara con quien va a tener
que pelear en el campo de batalla
pero intuye que se va a enfrentar a
una invasión y no a una mera
incursión para conseguir botín. Debe
avanzar a marchas forzadas para
cubrir los aproximadamente 1.000
kilómetros que le separan de Tariq y
debe reforzar su ejército sobre la
marcha.
Batalla de Wadi Lakko (Año 711)
Cuadro de F. Mota
En el camino al sur, Roderik hace
parada en Corduba, Córdoba. Allí reagrupa sus fatigadas tropas de confianza traídas del
norte con otras de refresco. En total reúne una fuerza entre 24 a 30.000 hombres, la
mayoría esclavos de las mesnadas particulares de los aristócratas, de escaso espíritu
militar. La teórica superioridad de su ejército sobre el beréber es por tanto numérica,
además de contar con unidades de élite de caballería de combate. En su afán de
reconciliar toda la aristocracia visigoda ante el crítico momento histórico, ingenuamente
quiere dar una oportunidad a los
witizianos y concede el mando de las
alas izquierda y derecha a Oppas y
Sisberto, los hermanos del anterior rey
Witiza.
Consciente Tariq de la superioridad
numérica del ejército que el rey de
Spania traía contra él, solicita refuerzos.
Además carece de caballería y teme el
enfrentamiento de su infantería en
campo abierto contra una fuerza tan
formidable. Pide socorros al África, sin
duda a su jefe natural Musa. Pero Musa
está lejos en Qayrawán y el tiempo
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apremia por lo que parece más probable que sin esperar respuesta de Musa enviara a su
aliado Julián a Septem para que regresara con un refuerzo adicional de 5.000 beréberes,
probablemente de mayoría Gumara, muchos de ellos jinetes. El contingente total de
beréberes dispuestos a entrar en combate era pues ya de 12.000 hombres. Con ellos
venía también un pequeño grupo entre 12 y 17 árabes, hasta 300 según otras fuentes,
cuya misión era el adoctrinamiento islámico y la instrucción en el sagrado Corán de los
recientemente convertidos beréberes.
Los ejércitos contendientes se encuentran por fin frente a frente. Por el lado visigodo
24.000 a 30.000 hombres. Por el lado beréber unos 12.000. El combate se desarrolla
entre los domingos 28 ramadán y 5 sawwal 92/19-26 de julio de 711 presumiblemente en
los aledaños de la laguna de la Janda o río Barbate a unos 30-70 km de al-Yazirat alJadra. La superioridad numérica visigoda y su mejor caballería parece que podría decidir
la pelea, pero la deserción de Sisberto y Oppas al comienzo del combate, desequilibra la
contienda a favor de los beréberes que cargando con brío, deshacen la haces enemigas
y masacran el centro rodriguista en una encarnizada batalla.
Y Dios todopoderoso (alabado sea su
nombre) decretó la victoria de los
musulmanes y aniquiló al prepotente
tirano Ludrik (Roderik). Había sido la
batalla de Wadi Lakko (Río del Lago), una
de las más trascendentales de la historia
peninsular. El ejército visigodo derrotado
se declaró en abierta desbandada.
Roderik quiso escapar también pero
desapareció para siempre. Solo se
encontró su magnífico caballo, ricamente
Huida del rey Roderik tras la batalla de Wadi
enjaezado, y uno de sus botines junto a
Lakko (Año 711)
los turbios lodos del Guadalentín, el Wadi
al-Lentin (Río de Fango). Posiblemente el
monarca visigodo pudiera haber perecido ahogado en los mismos.
Tariq era pues amo y dueño de la situación. Reserva el quinto del botín, jums, para el
estado y reparte el resto entre los hombres libres de su ejército. Es ahora cuando es
consciente que el triunfo le ha sido caro. Nada menos que en torno a 3.000 de sus
beréberes han muerto o desaparecido en el combate y un número cuando menos similar
había resultado herido. Pero el eco de la
gran victoria de Wadi Lakko resuena en los
aduares del Magrib y miles de combatientes
cruzan el estrecho como voluntarios, para
unirse a Tariq, ávidos de riqueza y ansiosos
por entrar en combate. Pronto Tariq se ve
en condiciones de reorganizar su fuerzas,
enriquecidas con los pertrechos y caballería
tomados al enemigo en Wadi Lakko, e
iniciar el avance hacia Toletum.
A partir de aquí Tariq obra por iniciativa
propia, con apoyo del valioso consejo de
Julián, al margen de la autoridad de Musa
de quien decide prescindir. El Regnum
Visigothorum está herido de muerte, su
ejército vencido y dispersado, su rey muerto
o desaparecido y el estado en ruina total
Muerte del rey Roderik en la batalla de Wadi
Lakko (Año 711)
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incapaz de reorganizar su defensa. Es el momento oportuno. No hay tiempo pues que
perder. El señuelo del tesoro real de Toletum es demasiado atractivo.
En la marcha hacia Toletum Tariq cuenta con unos 17.000–20.000 combatientes
voluntarios, muchos de ellos plazas montadas en la caballería tomada en Wadi Lakko. La
segunda prueba del ejército beréber tendría lugar en Astigi (Ëcija), luego llamada
Istichcha, donde los escapados del ejército rodriguista se habían refugiado. Tras una
dura resistencia de casi un mes y pese a sufrir muchas bajas, Dios otorgó de nuevo la
victoria a los musulmanes, pues su decreto era que habían de conquistar Spania. El
corazón de los godos se llenó ahora de pavor. No era a una incursión de saqueo a la que
se enfrentaban, sino a una invasión en toda la regla a la que no estaban en condiciones
de responder.
El siguiente paso fue la toma de
Corduba, capital de la Bética,
ahora abandonada por sus
dirigentes. Una columna de
caballería compuesta por 700
jinetes a las órdenes de Mugit alRumí, posiblemente un beréber
Gumara cuyo sobrenombre o nisba
al-Rumí (romano) denota un
antiguo origen cristiano, mawla del
califa al-Walid, se encargaría de
reducir la resistencia de la
guarnición visigoda, tras tres
meses de asedio.
Los musulmanes se apoderan de Córdoba - Año 712
Cuadro de J.G.Mencia
Y por fin la deseada Toletum, que con su población huida, entre ellos la nobleza y su
obispo metropolitano Sinderedo que había escapado a Roma, se entregó a los
musulmanes sin resistencia. Aquí Tariq, al parecer acompañado por el obispo Oppas,
hermano del fallecido Witiza, pudo recoger importante botín a base de preseas y oro en
alguna cantidad, aunque se consideró que los fugados, aristócratas de la fracción
rodriguista, podrían haber llevado consigo cuando huyeron la mayor parte de sus
pertenencias de valor.
Parecía para los hijos de Égica que una vez llegados a la capital visigoda les sería
restituida por los musulmanes la soberanía que estimaban les correspondía y que en
África habían pactado con Musa. Sin embargo, los acontecimientos se estaban
produciendo en forma diferente a lo que aguardaban. La esperanza de los witizianos de
que los beréberes ahítos de botín regresaran al África dejándoles encumbrados en el
trono de Toletum se vio frustrada cuando el comandante expedicionario Tariq proclamó
solemnemente, un 11 de noviembre de 711, día de San Martín, en la antigua Urbs Regia
capital de los reyes cristianos, ya Madinat Tulaytula, la soberanía del Comendador de los
Creyentes, Sucesor del Enviado de Dios, califa al-Walid ibn Abd al-Malik. La Spania
conquistada, el Bilad al-Ándalus, formaba ya parte de los territorios del dar al-Islam (la
morada del Islam o de la sumisión). Sicque regnum Gothorum in Spania finitur,
sentenciaba el anónimo autor de la llamada Crónica de Moissac.
Consumado el acto de ratificación de la conquista, los beréberes se lanzaron en
persecución de los huidos a los que se da alcance en la fortificada ciudad de Amaya, en
el ducado de Cantabria. Cántabros y visigodos se oponen juntos al invasor pero la falta
de víveres les obliga a capitular en 712/93H y los africanos consiguen así más botín.
Posiblemente hubiera después alguna algara adicional por la región de Asturica (Astorga)
para que finalmente, el ejército beréber, fatigado y enriquecido con los despojos
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obtenidos en la campaña, regresara a Madinat Tulaytula. Allí Tariq recibiría las primeras
noticias de que su superior Musa se encontraba fuertemente irritado contra él.
Efectivamente, cuando el emir Musa recibió en Qayrawán las noticias de los éxitos de su
mawla experimentó sensaciones de envidia y celos hacia su subordinado al mismo
tiempo que de enojo e ira por lo que consideraba desobediencia e insubordinación de
Tariq. Entendía que el tema de Spania se le estaba yendo de las manos y que
necesitaba ya de una pronta intervención personal para controlar la situación y asumir el
protagonismo que estimaba le correspondía.
Era el sagrado mes de ramadán 93/junio 712, Musa ibn Nusayr al-Lajmí, emir de Ifriqiya y
el Magrib, un año después de la llegada a la Península de su mawla o cliente Tariq ibn
Ziyad, cruzaba el estrecho acompañado de un contingente de aproximadamente 18.000
árabes, entre qaysíes, kalbíes y yemeníes de tan señaladas tribus como los Quraysh,
Dhubyan, Kilab, Qusayr, Lajm, Hadramawth, Yahsub, Tuchib, Maafir, Rabia, Sahm, Azd,
Hudayl, Aws, Hazrag, Ghassan, etc. También venían mawlas de los Omeyas y mawlas
beréberes propios. Algunas fuentes elevan la cifra hasta entre 22.000 y 25.000 hombres.
En Qayrawán dejaba al frente del gobierno de Ifriqiya y el Magrib a su hijo Abd Allah
mientras que en su viaje a Spania se hizo acompañar de su otro hijo Abd al-Aziz.
Parece que los yemeníes eran mayoría porque así lo eran entre los árabes de Ifriqiya.
Esta tali’a incluía también un número significativo de descendientes de los antiguos
ansares, musulmanes procedentes de Medina que acogieron al Profeta (salla Allah alehi wa
salam - que Dios le bendiga y le dé la paz) tras su huída de La Meca, que también eran
yemeníes. Escapados de la represión omeya tras el saqueo de su ciudad por las tropas
sirias después de la batalla de Harra (26 de agosto de 683) se habían alistado en el
ejército del norte de África y con él habían llegado a Spania. Además, el ejército de Musa
era honrado por la presencia de varios notables qurayshíes y algunos tabi’íes, sucesores
de los compañeros (sahaba) del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la
paz), entre los que destacaba el propio Musa.
Llegado el contingente árabe a al-Yazirat al-Jadra se celebró de inmediato consejo en el
lugar que sería la Mezquita de las Banderas (Masyid al-Rayat), primer lugar de
posternación en la Península. Allí se preparó el itinerario del ejército de Musa que en
modo alguno debería coincidir con el de Tariq pues los señores nunca van detrás de sus
siervos. Los árabes se ocuparían pues del suroeste peninsular.
La marcha del ejército de Musa, señalada por guías cristianos, se inicia con la toma de
Asidona (Medina Sidonia) y Carmone (Carmona) por las armas. Los nombres de estas
ciudades se convierten, respectivamente en Siduna y Qarmuna. Hispalis (Sevilla), capital
de la Bética es también ocupada para pasar a denominarse Madinat Isbiliya. Después se
alcanza
Emérita
Agusta
(Mérida),
arabizada como Marida, que presenta
tenaz resistencia durante casi un año y
sólo se entrega el 30 de junio de 713,
cuando
los
conquistadores
árabes
conceden respetar las vidas, posesiones y
organización de sus ciudadanos. La
rendición de la ciudad tuvo lugar el día de
la festividad de la Pascua de la Limosna o
id al-Fitr, 30 de junio de 713.
Entrevista de Musa y Tariq - Año 713
Cuadro de J.G.Mencia
Mientras se asediaba Emérita Augusta se
produjo un levantamiento de los cristianos
(rumíes) de Hispalis apoyados por tropas
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de Elepla (Niebla) y Beja (la antigua Pax Iulia). En respuesta Musa envió a su hijo Abd alAziz con un cuerpo de ejército para sofocar la revuelta y hacerse cargo de la situación.
Tras someter la región del al-Garb (sudoeste peninsular), el Algarve, Abd al-Aziz mueve a
continuación sus tropas hacia el este para dominar los territorios de Malaca (Málaga), en
árabe Malaqa, en la futura cora de Rayya, Iliberis, en árabe Ilbira, donde existía un hisn o
fortaleza de Garnata (Granada) y Murtia (Murcia), en árabe Mursiya en la futura cora de
Tudmir.
El ejército árabe toma ahora la dirección de Madinat Tulaytula para reunirse con el
ejército beréber de Tariq. El lugar del encuentro más probable fue el paraje donde el río
Tiétar se reúne con el Tajo. Tariq descabalgó su montura en señal de respeto y se
acercó sumiso a su señor. Musa le recriminó airadamente su desobediencia y el haber
puesto en peligro a los musulmanes con su osadía. Llevado de la cólera llegó a golpear
al beréber con su fusta. El orgulloso vencedor de Wadi Lakko aguantó la humillación que
su superior le infería delante de los dos ejércitos musulmanes y sólo acertó a balbucir “Yo
no soy más que uno de tus mawlas y de tus qaid, todo lo que he conquistado te
pertenece y toda la gloria es sólo tuya”. Tariq se sometió, no era más que un simple
beréber, pero en lo más recóndito de su corazón juraría vengarse de la afrenta recibida.
De este modo, la llegada de Musa a la Península hizo sentar el principio de autoridad
árabe sobre el beréber y la conquista beréber de Spania se arabizó. Y a partir de aquí los
dos ejércitos, el beréber y el musulmán, marcharían juntos bajo dirección e iniciativa
árabes. De momento se retornaría a la capital, Madinat Tulaytula, para que el emir se
hiciera cargo de todo el botín recogido y despachara mensajes al Comendador de los
Creyentes informando de la conquista. Los emisarios elegidos para tan honroso
menester fueron Mugit al-Rumí, mawla del califa con quien se había criado, y el tabi’í Alí
ibn Rabah al-Lajmí.
La campaña de los ejércitos musulmanes, árabe y beréber, fue pronto reiniciada. Como
era costumbre, los beréberes marchaban a la cabeza protegiendo las columnas árabes
de las posibles primeras embestidas del enemigo. Al frente de los magrebíes de nuevo
Tariq, pues a pesar de la enemiga de Musa éste no dejaba de reconocer la valía de su
mawla como militar y estratega. En el camino hacia la frontera superior, tagr al-aqsà, no
se encuentra resistencia significativa y de este modo se llega hasta la ciudad y alfoces de
Caesar Augusta (Zaragoza), renombrada como Madinat Saracostha, que son ocupados
sin oposición notable que quedara registrada.
Con Saracostha como base de
operaciones
los
musulmanes
penetraron la cuenca de los ríos Cinca y
Segre. Mientras, Tariq con un
destacamento beréber alcanza y toma
Tarraco (Tarragona), ahora ya Madinat
Tarrakuna, el extremo más lejano en
dirección este al que llegan los
invasores musulmanes.
Estaba ocupado Musa en Madinat
Saracostha, con la preparación de la
campaña contra Gallaecia (Galicia),
cuando ha de recibir a sus emisarios
Mugit al-Rumí y Alí al-Lajmí, regresados
de Madinat Dimasq (Damasco) con instrucciones tajantes del califa de que acudiera a su
presencia.
10
A pesar de las órdenes de al-Walid, Musa pudo convencer en algún modo a Mugit de
demorar el regreso, posiblemente con la tentadora promesa de hacerle participar en el
botín, y así pudo comenzar una nueva campaña penetrando con tropas árabes en
Vasconia ahora en compañía de Mugit. En el camino hacia Pompaelo (Pamplona),
llamada por los árabes Banbaluna, consigue la sumisión del comes Casius, visigodo,
señor de los territorios de la cuenca media del Hiberus Flumen, el Ebro, ya Wadi Ibro, y
pronto alcanza y obtiene la capitulación de la ciudad del Arga.
Después, en un paseo militar en el que no se encontró resistencia alguna sino solo
sumisiones, Musa alcanzó Lucus Augusti (Lugo) a la que procede a conquistar para
desde este hisn Lukk o fortaleza de Lugo, disponerse, como el águila cuando se arroja
sobre su presa, a lanzarse triunfalmente sobre Gallaecia a la que ya los árabes
nombraban como Gilliqiya. Estaba pues el emir Musa triunfante, en el apogeo de su
probada capacidad conquistadora, cuando es alcanzado por otro enviado del califa alWalid. Se trata de un árabe del que solo se conoce su kunya Abu Nasr que le trasmite
severos reproches del Príncipe de los Creyentes por haber desobedecido la orden de
regreso inicial enviada con Mugit y Alí al-Lajmí y le exigía inexcusablemente que se
presentara en Madinat Dimasq lo antes posible para dar cuenta de sus actuaciones en la
conquista de al-Ándalus.
La campaña de Gilliqiya queda así abortada. Cabría preguntarse en este punto como
hubiera discurrido la Reconquista o incluso si hubiera habido Reconquista si la inoportuna
orden de regreso del califa no hubiera existido y Musa hubiera podido incorporar la
Gallaecia o Gilliqiya al Bilad al-Ándalus que acababa de empezar a instaurar. Pero los
arcanos de la historia no nos permiten conocer que hubiera podido ocurrir si no hubiera
ocurrido lo que realmente ocurrió.
Así pues, un afligido Musa que presiente concluida su carrera militar, prepara el retorno a
Oriente. Tendría unos 73 años. Muyahid de pura cepa, había envejecido bajo sus
vestimentas militares en el ejercicio permanente del yihad donde sus éxitos habían sido
enormes. Ya no podía poner más reparos a las órdenes del califa. El gesto de Abu Nasr
cogiendo su montura del ronzal y sacándole de la ciudad había sido más que expresivo.
Musa emprende ahora el camino de vuelta a Madinat Tulaytula en compañía de Mugit
bajo la estrecha vigilancia de Abu Nasr. En el camino de retorno se les incorporaría Tariq
que venía de la frontera superior o tagr al-aqsà. Después Madinat Qurtuba y Madinat
Isbiliya, donde nombra como walí de al-Ándalus a su hijo Abd al-Aziz, posiblemente ya
casado con Egilona, la viuda del desaparecido rey Roderik, cuyo nombre mudara a Umm
Asim.
En verano 714/95H, Musa se hizo a la mar en el puerto de Yazirat al-Jadra. En su retorno
a Dimasq le acompañaban Tariq y Mugit, fuertemente enemistados con él por las
diferencias habidas durante la conquista, Abu Nasr, el emisario del califa, los tabi’un y
varios notables del país conquistado, cautivos o sometidos a pacto. Entre estos últimos
venía el comes Casius que islamizaría ante el califa al-Walid para convertirse en su
mawla y cambiaría su nombre a Qasi, origen de la legendaria dinastía muladí de los
Banu Qasi del Wadi Ibro. La cáfila venida con Musa comprendía numerosos prisioneros,
entre ellos mujeres, niños, esclavos y abundante botín. Le acompañan en su salida unos
dos tercios de los árabes de la conquista. Musa se sentía profundamente
apesadumbrado al pensar en el yihad que aún le había quedado por hacer. No volvería
ya más al escenario de sus últimos triunfos como tampoco lo haría Tariq.
Musa y su cortejo llegaron a Dimasq en diciembre 714, quizás enero 715, es decir finales
de rabi al-ajir o comienzo de djumada al-ula del 96H. La recepción del ya muy enfermo y
achacoso califa al-Walid I fue bastante fría pues pesaba sobre su ánimo la incomodidad
de sus padecimientos propios y la desobediencia de Musa a volver a su presencia
11
cuando fue reclamado en su momento. En el curso de la audiencia Tariq y Mugit, que
habían acumulado profundo rencor contra Musa, hicieron protesta de la conducta del
emir al pretenderse atribuir éste toda la gloria de la conquista.
Pero al-Wallid I murió el 25 de febrero de 715 y el trono de Dimasq fue ocupado por su
hermano Sulaymán I ibn Abd al-Malik (715-717) quien profesaba gran animadversión
hacia Musa por que éste se había negado a su petición de que retrasara su llegada a
Dimasq a fin de que diera lugar a que llegara la muerte de su hermano y pudiera ser él
quien se hiciera cargo de la recepción del fruto del botín de la conquista.
Sulaymán hizo llamar a Musa y lo maltrató verbalmente llamándole “viejo mentiroso” para
a continuación amenazarle con despojarle de todo. Después dio oído a las acusaciones
de Tariq y Mugit de deslealtad y de apropiación indebida del botín conquistado. Verdad
era que Musa había quinteado para el fisco el botín inmueble (fay), recogido en Spania
para repartir el resto entre la tropa y ello fue considerado delito, pues según el califa la
totalidad de ese botín pertenecía al fisco estatal y no solo el quinto (jums). Por esto
apartó a Musa de sus cargos y le puso tan fuerte multa que arruinó al anciano y ya
antiguo emir hasta tal punto que para satisfacer la tremenda penalización económica
debió recurrir a sus contríbulos lajmíes y a sus mawlas. Su carrera política y militar había
terminado.
No acabarían aquí las desgracias del
conquistador de Spania. El 29 de febrero
de 716/sábado primero de radjab de 97H
su hijo Abd al-Aziz que había quedado
como walí de la Península había sido
asesinado, posiblemente por orden de
Sulaymán I, en la mezquita Rubina
contigua a la antigua iglesia de Santa
Rufina, residencia oficial del walí y su
esposa (dar al-imara) en Madinat Isbiliya,
Sevilla. Su cabeza fue enviada al califa
quien cruelmente no tuvo piedad alguna
en mostrársela a su padre. “¿Lo
conoces?” preguntó el califa a Musa. El ya
Muerte de Abdelaziz - Año 716
antiguo emir cogió con manos trémulas la
Cuadro de F.Blanch
cabeza de su hijo. “Lo conozco, feliz sea
en su martirio. Por Dios que habéis asesinado a un verdadero creyente, firme cumplidor
del ayuno y la oración nocturna”. Y tras depositar en cuidadosamente el despojo de su
hijo en la estera donde venía, salió de las dependencias califales totalmente
descompuesto, con el manto por los suelos, los ojos arrasados en lágrimas y el corazón
colmado de amargura y sentimientos de venganza.
Pero si para Musa todo había acabado, tampoco para Tariq las cosas fueron mejor. El
negro agujero del injusto olvido histórico engulló a ambos caudillos de la conquista. Musa
sería asesinado en una mezquita de Dimasq hacia el 716 o 718. De Tariq no se supo
nada más. Falleció hacia 720. En cuanto a Mugit al-Rumí moriría luchando bravamente
contra los rebeldes beréberes del Magrib al frente de las tropas leales africanas de Ifriqiya
aliadas de los árabes, en septiembre-octubre de 741 en Baqdura, junto al Wadi Sebu
(Río Sebú). Desaparecía el último de los más significados conquistadores de Spania.
El único de los conquistadores musulmanes señalados que logró prosperar fue el beréber
Tarif ibn Mallik, primer muslim que hollara suelo hispano en 710. Vuelto al África del Norte
se unió a la rebelión beréber antiárabe del 740 dirigida por Maysara al-Magdarí, antiguo
aguador de Qayrawán, justo en el bando opuesto de su anterior compañero Mugit al-
12
Rumí que peleaba en el lado de los árabes. Pero Maysara fue muerto por sus propios
hombres y el movimiento sedicioso beréber de inspiración jarichí, tras algunos éxitos
militares sobre los sucesivos ejércitos árabes enviados desde Dimasq, es aplastado
finalmente en 742 cerca de Qayrawán. Poco después, hacia 744, Tarif, al frente de un
heterogéneo ejército beréber procedente de diversas tribus se retiró hacia el oeste para
instalarse en la costa atlántica, entre Salé y Azemmur y fundar allí el reino independiente
de los Bargawata, de corte más confederal que emiral, con capitalidad en Tamasna. Tarif
fue sucedido hacia 760 por su hijo Salih ibn Tarif, llamado al-Barbatí, pues era nacido en
Barbate. Salih se autoproclamó Profeta, instauró en el nuevo estado una religión nueva
de carácter herético, inspirada a su vez en la heterodoxia jarichí, mezcla de Islam y
prácticas religiosas locales pre-islámicas y proclamó un nuevo corán apócrifo en beréber
y un nuevo código de conducta para sus súbditos. El Reino Bargawata de los Banu Tarif
se mantuvo independiente durante tres siglos, para caer bajo dominio almorávide hacia
1059 y desaparecer definitivamente con los almohades.
Los años que siguen a estos acontecimientos suponen la consolidación del dominio de
los árabes en al-Ándalus, en medio de profundas perturbaciones políticas y sociales en
las que se desataron discordias o fitnas, entre árabes y beréberes y entres las diferentes
fracciones árabes venidas a la península, Mudar-Qays (árabes del norte) frente a KalbYamán (árabes del sur), a las que se superpone el conflicto creado entre los antiguos ahl
al-fath o al-fatihin (conquistadores), ahora ahl al-balad o baladíes (autóctonos), y los
chundíes sirios, ahl al-Sam, que entraron en la Península en 741 y eran despectivamente
considerados como inmigrados, ahl al-dajile o dajilun, por los árabes de la primera hora.
El Bilad al-Ándalus, se había convertido pues en una provincia más del poderoso
centralizado imperio del Cuarto Creciente. La
población autóctona hispanorromanovisigoda,
y la antigua minoría hispanojudaica, debieron
empezar a convivir con los nuevos recién
llegados árabes y beréberes, con los
consiguientes cambios de cohesión étnica y
social y con las alteraciones estructurales que
aquella
exótica
invasión
de
gentes
Caligrafía cúfica de al-Ándalus
procedentes de ignotas tierras trajo consigo.
La antigua Lex Visighitorum o Forum Iudicum fue desplazada por la Sharia, aunque esta
no se aplicara directamente a los indígenas conquistados. La religión islámica fue, en
paralelo con la arabización, lenta y progresivamente adoptada por la población autóctona
(muladíes o aslamíes) a expensas del cristianismo cuya práctica quedó reducida a una
importante minoría perseverante (mozárabes) que junto con la de los judíos conformaron
la ahl al-dimma, gentes protegidas o dimmis, aceptados indulgentemente como creyentes
errados y sometidos a un régimen tributario especial discriminatorio, el census capitis,
capitación o jizya. El árabe se convirtió en
el idioma oficial del nuevo estado en
detrimento del latín romanceado de los
conquistados y los dialectos beréberes de
los magrebíes que precedieron a los
árabes en la conquista.
Llegada de Abd al-Rahmán a España - Año 755
Cuadro de J.Cuchy
Los cambios así introducidos en el país por
los conquistadores fueron de tal magnitud
que en unas pocas generaciones el
pasado visigodo de 314 años quedó
prácticamente borrado de la memoria
colectiva de los indígenas del territorio
13
ocupado del antiguo reino de los godos occidentales. La sociedad del Bilad al-Andalus
de la alta Edad Media se había convertido en una mezcla heterogénea, multiétnica,
multirreligiosa y plurilingüística en la que la casta dominante y dirigente, la aristocracia o
jassa, estaba constituida por los árabes, el pueblo receptor y depositario de la revelación
coránica llamado a extender el mensaje del Islam.
En 750 el califato Omeya de los Banu Marwán es derrocado por los abbasidas. Marwán
II, llamado “al-Himar” (el asno) por su testarudez, último califa de la extinta dinastía es
asesinado. El califato es ahora ocupado por Abu al-Abbás Abd Allah ibn Muhammad alSaffah "El Derramador de Sangre" o "El Sanguinario", descendiente de al-Abbás ibn Abd
al-Mutalib, tío del Profeta (salla Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le dé la paz).
En
el
curso
de
tan
graves
acontecimientos
un
legendario
superviviente
de
la
matanza
indiscriminada de omníadas escapa del
fatal destino al que sus enemigos de los
estandartes negros (musawwida) le
destinaban. El príncipe Abu al-Mutarrif
Abd al-Rahmán ibn Moawia ibn Hisham
logra salvarse del exterminio decretado
contra su familia y tras echarse a nado al
Wadi al-Furat, el Eúfrates, para evitar ser
capturado
por
un
destacamento
abbasida, cruza el norte de África hasta
Entrada de Abd al-Rahmán en Mérida - Año 755
encontrar refugio entre los beréberes
Cuadro de J.G.Mencia
Nafza de donde procedía su madre, una
esclava berberisca llamada Reha o Radeha. Después, el asalto a al-Ándalus, donde
apoyado por sus familiares y mawlas, rebeldes yemeníes y beréberes, Nafza y Magila
principalmente, se enfrenta victoriosamente a los qaysíes Yusuf al-Firhí y al-Sumayl en la
decisiva batalla de al-Musara, cerca de Madinat Qurtuba. Era el jueves 13 de mayo, día
de la fiesta de Arafa, de 756. Con Abd al-Rahmán I como emir quedaba inaugurada la
era Omeya marwaní que gobernaría el Bilad alÁndalus, con total independencia del califato
abbasida, hasta 1031/422H.
Mihrab de la Mezquita aljama de
Madinat Qurtuba
La llegada de la dinastía Omeya a al-Ándalus
trajo como consecuencia una progresiva
arabización u orientalización del país, sobre
todo a partir del cuarto emir omeya Abu alMutarrif Abd al-Rahmán II ibn al-Hakam (822852/206-235H). Y terminada prácticamente la
llegada de los árabes a final del siglo VIII, la
cultura árabe dominante evolucionó hasta
convertirse en algo propio,
andalusí,
hispanoárabe o hispanomusulmán si se quiere.
En algún modo hay cierto paralelismo con la dominación de Hispania por Roma. Primero
hubo invasión y conquista y luego romanización y transformación del espacio peninsular
en provincia romana. Pero al-Ándalus desde la proclamación como emir del primer
omeya, no es ya un estado conquistado por una potencia externa, una provincia o waliato
más del recientemente inaugurado califato abbasida. Al-Ándalus es ya un estado
soberano independiente, de confesionalidad mayoritaria islámica, multirracial, cuyo
idioma dominante y oficial es el árabe andalusí. Ya no hay dominación alienígena, sino
una sociedad profundamente transformada en sus estructuras y en su compleja
14
composición étnica, que desde
luego nunca será admitida
dentro del espacio peninsular
por los reyes cristianos de la
Hispania restaurada del norte,
considerados
así
mismos
legítimos depositarios de la
herencia de la monarquía
visigótica
usurpada
por
invasores extranjeros y que solo
a ellos debía ser devuelta.
En este sentido el concepto de
reconquista es un término cuya
aplicación a partir del siglo VIII
Lienzo Batalla del Salado
debería ser cuando menos en
Galería del claustro mudéjar del Real Monasterio
parte revisado. Cierto que hubo
de Santa Mª de Guadalupe (Cáceres)
invasión y conquista pero
también revolución islámica, lenta y gradual, a la sombra de los alfanjes de los nuevos
amos de origen árabe a los que se siguió, imitó, admiró y combatió.
Todavía en el dorado siglo XI de los primeros reinos de taifas (muluk al-tawaif) muchos
dirigentes se vinculaban como signo de alcurnia y de superioridad social a tal o cual tribu
de la lejana Arabia, pese a ser de origen
hispano o beréber.
Y es en el siglo XI con la llegada de los
ejércitos almorávides, beréberes Sinhaya,
cuando los reinos de taifa pierden su
independencia en un proceso de conquista
que se prolonga entre 1090 y 1110. El alÁndalus reunificado pasaría a ser una
provincia del imperio almorávide magrebí y
posteriormente desde 1148 hasta 1228 del
imperio almohade magrebí de los beréberes
Masmuda.
Torres de la Alhambra
Cuadro de Manolo López
Después volvería la independencia, pero al-Ándalus ya era solo el frágil sultanato nasrí,
nazarí, de Garnata, Granada. Durante este período la política granadina basculó entre
sus propios intereses y la presión de los castellanos y los beréberes Zanata del último
gran movimiento magrebí, los Banu Marin, benimerines o merínidas cuya presencia en la
península desapareció tras la gran victoria castellano-portuguesa del río Salado
celebrada el lunes 30 de octubre de 1340
sobre la coalición de merínidas y
granadinos.
La rendición de Granada (2-enero-1492)
Francisco Padilla y Ortiz (1882)
A partir de entonces el último reino
musulmán
en
Hispania,
solo
y
abandonado a sus propias fuerzas,
refugiado en una introvertida estética
áulica, primoroso legado para las
generaciones venideras, continuó una
precaria existencia hasta su conquista
definitiva el 2 de enero de 1492 por los
Reyes Católicos, fecha en la que el poder
15
político del Islam en la Península se da ya por concluido. Finalmente, con las expulsiones
de los mudéjares por la pragmática de 12 de febrero de 1502 de los Reyes Católicos, y la
de los moriscos por la pragmática de 9 de abril de 1609 en tiempos de Felipe III “El
Piadoso”, el Islam se erradicó por
completo de los reinos hispanos.
Y así se cumplió lo que el hadiz pone
en boca del Enviado de Dios (salla
Allah alehi wa salam - que Dios le bendiga y le
dé la paz):
Tras de mi muerte se conquistará
una isla que dicen al-Ándalus: será lo
último hasta donde se propague el
Islam y lo primero de donde
desaparezca. Constituirá el límite
occidental del Islam y será una de las
puertas del Paraíso…”
Embarque de moriscos en el Grao de Valencia
Pere Oromig
16
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17
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