Lección 11 para el 10 de septiembre de 2016 Después de establecer vínculos con las personas, Jesús les hacía el llamamiento: «sígueme». Nosotros estamos llamados también a dar este importante llamamiento, invitando a las personas a seguir a Jesús y encontrar así la salvación. Conocer al pastor. Buscar al perdido. Crear puentes. Dar testimonio. Los pasos a seguir hasta llegar a este punto son los siguientes: Hacer el llamado. «Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen» (Juan 10:14) Las ovejas conocen la voz de su pastor y le siguen. ¿Cómo puedo yo escuchar la voz de Jesús y distinguirla de la voz del enemigo? Por el contacto con la naturaleza. Por circunstancias y hechos providenciales. Por la influencia del Espíritu Santo. Cuando, con la ayuda de Dios, seamos capaces de distinguir y seguir la voz de Jesús, estaremos preparados para guiar a otros a Él. Por las palabras y obras de personas piadosas. Por su Palabra. Al imitar a Jesús, participar de su abnegación y tener una disposición sincera al servicio, otros nos conocerán y querrán seguirnos. Es el momento de guiarles al gran Pastor, enseñarles a distinguir Su voz, y a seguirle. «¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?» (Lucas 15:4) Aunque Dios es poderoso para atraer a las personas hasta donde nosotros estamos, no es ése el método que nos enseñó. Él nos pide que, siguiendo su ejemplo, vayamos a buscar al perdido (Lucas 19:10). Ir a buscar a adventistas extraviados. Ir a buscar a miembros de otras confesiones cristianas. Ir a buscar a personas ajenas al cristianismo (mahometanos, budistas, agnósticos, ateos, …). Aunque nos pueda resultar más fácil ir a buscar a un grupo concreto, no debemos olvidar que todos estos grupos necesitan ser buscados, rescatados y llevados al redil. «Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa» (Lucas 19:5) Un puente sirve para llegar a un lugar inaccesible. Zaqueo, a causa de su estatura, no podía llegar a Jesús. Pero Jesús le tendió un «puente», en forma de auto invitación, para poder relacionarse personalmente con él. Necesitamos visión espiritual para poder tender puentes entre Jesús y la multitud que no puede verle. Pero, ¿qué puentes podemos tender? Nosotros somos el puente. Cristianos que aman genuinamente a Dios y están ansiosos de alimentar amistades duraderas. Si estamos profundamente persuadidos del amor y la gracia de Dios hacia los pecadores, apasionadamente buscaríamos en la multitud a los que son bajos en estatura espiritual, y con amor e interés los guiaríamos a Cristo. «Y esto os será ocasión para dar testimonio» (Lucas 21:13) Hacer amistades; preocuparnos por sus necesidades; satisfacerlas en la medida de nuestras posibilidades; orar por ellos; ganar su confianza… Todo esto está incluido en el plan de Dios para relacionarnos con las personas. Pero quedarnos aquí sería no realizar nuestro trabajo. Debemos ganarlas para Cristo. Presentar a Jesús es el punto principal. Mientras ministramos por las personas y ganamos su confianza debemos introducir a Jesús en sus vidas. La forma más efectiva para hacerlo es el testimonio personal: contar cómo ha cambiado Jesús mi vida. «He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20) Aunque no sean conscientes de ello, todos son llamados por el Espíritu Santo. Es el toque de Jesús llamando a la puerta del corazón. Cuando alguien entreabre tímidamente su puerta para ver quién llama, Jesús se presenta ante ellos en la persona de sus hijos piadosos. Como no sabemos quién está preparado para recibir el llamado, ni el momento oportuno para hacerlo, debemos permanecer en constante trabajo y en comunión con Dios. Él nos ayudará a realizar el llamado en el momento oportuno. Este llamado no puede dilatarse indefinidamente, y sin él no aceptarán a Jesús. ¿Estaremos a la puerta cuando las personas abran su corazón para poder presentarles a Jesús? «Cristo impartirá a sus mensajeros el mismo anhelante amor que tiene él para buscar a los perdidos. No hemos de decir meramente: “Ven”. Hay quienes oyen el llamado, pero tienen oídos demasiado embotados para comprender su significado. Sus ojos están demasiado cegados para ver cualquier cosa buena provista para ellos. Muchos comprenden su gran degradación. Dicen: no soy digno de ser ayudado, dejadme solo. Pero los obreros no deben desistir. Sostened con ternura y piadoso amor a los desalentados e impotentes. Infundidles vuestro valor, vuestra esperanza, vuestra fuerza… Si los siervos de Dios quieren caminar con él por la fe, él impartirá poder al mensaje que den. Serán así capacitados para presentar su amor y el peligro de rechazar la gracia de Dios, para que los hombres sean constreñidos a aceptar el Evangelio» E.G.W. (Palabras de vida del Gran Maestro, pg. 187)