TEMA 1 MODELOS DE ACCION SOCIAL A TRAVES DE LA HISTORIA POBREZA Y CARIDAD EN LOS ORIGENES DE LA ASISTENCIA SOCIAL Concepto de pobreza Las ideas de falta, necesidad y carencia se encuentran siempre como fundamento de la noción de pobreza. Santo Domingo de Guzmán: el pobre es el hombre al que la debilidad de recursos coloca siempre a merced de todos en la sociedad. M. Mollat: el pobre aquel que de manera permanente o temporal, se encuentra en una situación de debilidad, de dependencia, de humillación, caracterizada por estar privado de los medios, variables según las épocas y las sociedades, de potencia y de consideración social: dinero, relaciones, influencia, poder, ciencia, calificación técnica, honorabilidad del nacimiento, vigor físico, capacidad intelectual, libertad y dignidad personales. Viviendo al día no tiene ninguna posibilidad de levantarse sin ayuda ajena. Este incluye a los marginados, de ninguna época ni geografía particular incluye a todos aquellos que practicaron la pobreza de forma voluntaria de acuerdo a un ideal ascético. Maza Zorrilla: frente a la idea relativa de carencia que expresa la pobreza, la indigencia equivale al estado en el cual las necesidades esenciales, de forma intermitente, no pueden ser satisfechas, y la miseria es la indigencia permanente. Cuando la miseria afecta a un conjunto de individuos, hablamos de pauperismo. Pobreza y caridad: la Edad Media Pobreza estructural o estática puede ser agravada, por situaciones coyunturales como los ascensos demográficos, las guerras con sus secuelas de muertes, enfermedades, viudeces y un sinfín de carencias debidas a los grandes esfuerzos económicos dirigidos a mantener los ejércitos. Dentro de los factores coyunturales que agravaron la pobreza estructural, las crisis agrícolas ocasionadas por las malas cosechas, consecuencia de fenómenos naturales adversas como sequias, etc. trajeron la reducción del grano tanto para la alimentación como para las posteriores siembras, y la consecuente subida de precios, elemento que se añadía a la escasez permanente de los sectores sociales inferiores, a los grupos pauperizables: enfermos, viejos, huérfanos, viudas. Geremek, analiza al igual que Mollat el fenómeno en el s. XVI, atribuye a las crisis agrícolas una especial significación puesto que considera que sus secuelas constituyeron el principal estímulo para la comprensión y discernimiento del pauperismo como problema de toda Europa; afirma que, a partir de esta situación, se llega a una toma de conciencia de los problemas sociales de dimensiones nuevas. Las raíces profundas del pauperismo se encuentran en el campo, aunque sus dramas espectaculares se desarrollan en las ciudades. Las crisis alimenticias coinciden con una desmesurada aparición de mendigos en las ciudades más ricas y en las rutas que conducen a ellas, seguidas de una inacabable secuela de enfermedades ya que el umbral biológico y el de la miseria interfieren estimulándose mutuamente. La cuestión de la pobreza se plantea con urgencia en el s. XVI, ésta como otras realidades históricas en la Edad Moderna es una herencia de la Edad Media. La pobreza fue un componente del orden feudal, un resultado fe la estructura social. La doctrina de la caridad que aceptada, discutida o rechazada, perdurara a lo largo de la historia. En el mundo europeo medieval, predomina el tradicional sentido cristiano de la pobreza, el pobre representaba a Cristo necesitado en la tierra. El pobre cumplía una doble función que legitimaba su presencia en aquella sociedad; por un lado, representante de Cristo en la tierra, era un pecador elegido para expiar sus culpas y acceder a la salvación eterna. También procuraba la del rico, quien podía salvarse ejerciendo el acto de la limosna. Riqueza y pobreza son en la Edad Media, situaciones complementarias que cobran sentido en un contexto ideológico que hace percibir el orden existente natural e inmutable. Limosna, cumple una función espiritual, la salvación del rico y, también una función social, una forma primaria de asistencia social derivada de un acto personal, individual. Limosna, es un acto individual y espiritual adquirió, una dimensión social. La Iglesia, como receptora de las donaciones, se convirtió en gestora y redistribuidora de la riqueza de los cristianos y, en representante de los intereses de los pobres. Realizo, la tarea de redistribución de bienes sin alterar el orden social ni las condiciones que generaron la dependencia y la exclusión. Fue una estrategia de salvación y una justificación de la riqueza en lo personal y, un medio de preservar la estabilidad del orden social corrigiendo las desigualdades sociales aunque sin suprimirlas. La limosna verdadera es, por naturaleza, libre, desinteresada, habitual. En todas las épocas existió el donativo obligatorio o de acuerdo a las costumbres sociales del momento como la colecta parroquial, la ofrenda en Cuaresma, la limosna con motivo de un matrimonio o la impuesta por el confesor. En muchos casos fue acompañada de ostentación y teatralidad por parte del rico quien llego a tener sus pobres que actuarían, según las creencias religiosas, como sus intercesores a la hora de su salvación. Cavillac: lejos de aparecer como una lacra social, la pobreza era una gracia divina, permitía que el rico se salvara merced al poder purificador de la limosna. En la práctica tan necesaria venían a ser los indigentes como los poderosos. A largo de los siglos medievales, pobreza y riqueza no son nociones antagónicas, sino complementarias. La caridad asume una función reguladora ya que gracias a ella se subliman las tensiones del cuerpo de la república. El pobre y rico, socialmente, conservadora y moralmente, tranquilizadora para las clases acomodadas, domina toda la literatura cristiana de los Padres de la Iglesia (San Cipriano, San Ambrosio, San Juan Crisóstomo y San Agustín) El punto de referencia en la conformidad de actitudes será la Sagrada Escritura, el mensaje social del Evangelio, donde se originaran no solo las ideas acerca de la pobreza y las conductas de ella derivadas sino las acciones misericordiosas dirigidas a ser solución al problema. Los conceptos medievales de pobreza y misericordia se enraizaron, en la Biblia. Se dio la paradoja de considerar al pobre como el verdadero rico ya que, supuestamente, gozaba de las riquezas espirituales. La elaboración doctrinal alrededor de la pobreza incluye un elemento complementario que es el elogio de la misericordia considerada como un deber general que debían cumplir los ricos, la limosna. La sentencia, atribuida a San Eligio, Dios debiera haber dado la riqueza a todos los hombres, pero ha querido que haya pobres para que los ricos tuvieran la ocasión de redimir sus pecados. Los pobres ejercitaron la teatralidad. Los mendigos inventaron técnicas para despertar los sentimientos de los posibles donantes; el cuerpo, jugo un papel fundamental. Para suscitar piedad expusieron enfermedades, los achaques, las deformaciones físicas a veces exagerados o inventados, simularon ceguera o cojera, gimieron mostrando llagas o exhibieron una criatura medio desnuda alquilada a otro mendigo. Estos fraudes a la caridad pasaron al refranero y la literatura. El engaño o la sospecha de engaño acompañaron la profesión de mendicante. Esa construcción ideológica lleva a mantener el orden social, se sucedieron estallidos de violencia en que los pobres reclamaron alimentos, vestidos, cobijo. Estas rebeliones se intensificaron hacia el final de la Edad Media. Como consecuencia, el sentimiento de compasión comienza a transformarse en temor y la actitud de acogida en rechazo. Organización de la limosna La Iglesia asumió el papel de mediadora entre los pobres y los ricos. De dos formas: destinaba una parte de las rentas eclesiásticas a los pobres gestionaba la caridad de los laicos que se realizaba, en forma de donaciones a los monasterios. Con estas donaciones se crearon las instituciones más importantes de la Edad Media para la asistencia de los pobres, los hospitales. Pobres de solemnidad: los desamparados en razón de edad: los viejos, los niños; en razón de sexo: las mujeres, sobre todos las viudas; en razón de salud: los enfermos y los leprosos La enfermedad se podía convertir en drama tanto para el campesino cuya cosecha dependía en exclusiva de su trabajo, como para el asalariado. Pobres vergonzantes: eran aquellos que habiendo poseído bienes lo habían perdido. Avergonzados de su nueva condición tratan de ocultarla bajo apariencia de honorabilidad. Estos se esconden, disimulan. Solo es pobre por su precariedad económica, su mentalidad, en cambio, y sus costumbres formadas en otra situación social le alejan del mundo de los pobres. Este sector fue uno de los más atendidos. Pobres laboriosos: aunque trabajan, su trabajo no les permitía asegurar la subsistencia; la debilidad de sin recursos o la dependencia frente a un empleador los colocaba a merced de un accidente personal, la enfermedad o coyuntural, la catástrofe atmosférica, que los podía situar en los umbrales de la indigencia o en el inicio de una vida de pobreza. Grupo de los marginados: no aceptados, constituyen el objeto fundamental del rechazo de la sociedad. Pequeños robos para cubrir las necesidades solían ser el comienzo de la marginalidad, del vivir fuera de la ley. Los hospitales: fueron las instituciones de asistencia social más importante que se crearon en la Edad Media y tuvieron una destacada presencia de los siglos posteriores. Fueron los destinatarios por excelencia de la caridad aunque los hubo de iniciativa laica. Los pobres fueron casi los únicos clientes e estas instituciones durante muchos siglos. Estas instituciones ofrecían a los pobres la acogida por la noche o una hospitalización temporal o duradera. En sus inicios fuero casas de acogidas as que de asistencia sanitaria, con el transcurso del tiempo comienza a esbozarse una asistencia médica propiamente dicha. LA POBREZA COMO PROBLEMA EN LA SOCIEDAD MODERNA. LOS COMIENZOS DE LA INTERVENCION DE LOS PODERES PUBLICOS EN LA ASISTENCIA DE LOS POBRES Los inicios de la Edad Moderna, están marcados por un fuerte incremento de gentes sin hogar, de pobres y mendigos que se echan a los caminos en busca de la subsistencia. La naturaleza estructural de la economía actuó como condicionante fundamental en la composición de los grupos de pobres. Determinadas situaciones coyunturales agravaron la situación de la población económicamente más débil. Wolf: señala los años de crisis que provocaron una devastadora carestía. B. Geremek: les atribuye, una especial importancia en la toma de conciencia del problema de la pobreza. Dentro de este periodo hay que considerar, el aumento demográfico que genera una dramática incompatibilidad con los recursos alimenticios disponibles. Entre el desarrollo demográfico y el económico se produjo un corte, de manera tal que la dinámica del ascenso del primero esta e contradicción con el estancamiento del segundo. Consecuencia primera: el aumento de los precios y el descenso rápido del nivel de vida que afecta a la población pauperizable. Consecuencia inmediata: el incremento inusitado de la mendicidad. El mendigo: figura omnipresente en las ciudades y pueblos europeos. La doctrina cristiana: por sí sola, con su justificación ideológica de riqueza y pobreza, no podía mantener a los desheredados al margen de los estallidos de violencia. Las revueltas ocasionadas por los pobres y su presencia cuantitativamente cada vez mayor, estimularon un cambio en aquella visión reverencial de la pobreza. La pobreza: fue aceptada como camino que conduce a la salvación, la aceptación no era unánime. El conocimiento de las minorías puede quedar obstaculizado por las que se manifiestan mayoritariamente. En el s. XII la doctrina de la caridad cristiana introduce en la reflexión teológica una distinción entre dos tipos de pobreza, puede considerarse la raíz de futuras meditaciones y la base de cambios de actitud que se producirían con la claridad a partir del s. XVI. Se trata de una reflexión que se detiene especialmente en la pobreza no elegida, involuntaria. Se distingue entre dos pauperes cum Lázaro (pobres involuntarios) y los pauperes cum Pedro (pobres voluntarios). Se produce en sectores minoritarios, una toma de conciencia sobre la pobreza como fenómeno social, asimismo, el pobre no es solamente el instrumento de salvación del rico. Se plantea, la oposición entre la pobreza idealizada y que corresponde al ámbito del espíritu y la pobreza material situada en el ámbito de la vida social cuyos aspectos degradantes eran cada vez más visibles. En la Edad Media la percepción de la pobreza está fundamentada en las concepciones de los Padres de la Iglesia, no significa que los sentimientos que los despertaran fueran siempre favorables. La pobreza como camino de salvación, esta actitud, aunque mayoritaria, no excluye sentimientos de rechazo. s. XIV, la peste, sus víctimas mayoritariamente entre los pobres, no resolvió el problema demográfico y el pauperismo siguió en aumento y, la disconformidad, el enojo, se hicieron presentes en los estallidos de violencia que sucedieron en Europa. El pobre: comienza a dejar de ser el representante de Cristo en la tierra y se va transformando a los ojos de la sociedad en un potencial peligro, transmisor de enfermedades y epidemias. El surgimiento del primer capitalismo que trae consigo una exigencia de mano de obra desconocida hasta entonces, influirá para potenciar el cambio en la percepción del pobre y la pobreza. En esta sociedad la imagen del pobre se aleja cada vez, as de la del Lázaro del Evangelio para transformarse en un “no trabajador”. En los inicios de la modernidad, se produce el auge de la estimación de la riqueza y el envilecimiento de la pobreza y la repulsa de la condición del pobre. La pobreza: no es una estricta cuestión moral, se produce poco a poco una desacralización del pobre, del pordiosero, que comienza a ser percibido, dentro del ámbito de la configuración de los valores burgueses, como un ser dañino para el bien público, con una presencia molesta. Se percibe como el fenómeno de la pobreza. Se seguirá utilizando el valor de la pobreza y la exigencia de la limosna como uno de los medios de lograr la vida eterna, la miseria real de los pobres y su considerable aumento vinieron a demostrar la ineficiencia del sistema medieval de la limosna y de la asistencia hospitalaria. Las reformas de la caridad La reorganización de las acciones sociales con respecto a los pobres, se toman en el segundo decenio del s. XVI, se produjeron varias crisis agrícolas con sus secuelas alimentarias. En esta nueva política social está la clasificación de los pobres verdaderos y los falsos, clasificación que corresponde a la transformación del concepto de pobreza, al de antes. Verdaderos pobres: permanecen en la posibilidad de atención a través de la limosna Falsos pobres: la obligación de trabajar y el castigo en caso de resistencia. Esta extraña mezcla de represión y ayuda caracterizara toda la política social de la modernidad. Norte de Europa, las formas del primer capitalismo estaban más desarrolladas, surgieron las reformas más decididas con respecto al tratamiento de la pobreza y de los pobres. Consistía en la clasificación de los pordioseros, para obligar a trabajar a los falsos, restringiendo además la liberta de limosnear de la que habían gozado los pobres hasta entonces. Las disposiciones legislativas contienen la prohibición de mendigar en público, la represión de los vagabundos y la asistencia organizada para los verdaderos pobres. Famoso ordenamiento de Ipres de 1525. Dicha legislación, surgida en el ámbito económico y social de esta segunda década, puede considerarse punto de partida de la nueva política social mediante la cual se reorganiza la asistencia al pobre. En muchas ciudades quedó a cargo del municipio. A cargo de los poderes públicos. La propuesta de J. L. Vives El humanista español (1492-1540) formulo la necesidad de la secularización de la asistencia a los menesterosos en su obra SE SUBVENTION PAUPERUM publicada en 1526 y dedicada al cónsul de la ciudad de brujas en la que residió la mayor parte de su vida. Esta obra está dividida en dos libros: El primero: delibera acerca de la indígena material, espiritual y moral como una característica del hombre que atribuye al desorden introducido por el pecado original. Se dirige a los ricos, a quienes reprocha el hecho de abstenerse de procurar beneficios a los menesterosos ya que entiende que la vida en sociedad exige la ayuda mutua, buena para todos porque conduce a la cohesión social. No existe exclusivamente en la sola distribución de dinero, como piensa el vulgo, sino en toda obra con que se alivia la insuficiencia humana. Amonesta también a los pobres y les exhorta a conformarse con la pobreza porque han de considerar que la pobreza se la envía Dios justísimo por un oculto juicio. Y les indica el deber de dedicarse al trabajo, los que puedan trabajar no estén ociosos, que eso lo prohíbe San Pablo Discípulo de Cristo. El segundo: expone una propuesta de acción social como solución al problema de la pobreza que supone una reforma con respecto a las acciones anteriormente llevadas a cabo. Defiende la intervención de los poderes municipales en la cuestión de la asistencia a los menesterosos de manera que, Vives responsabiliza a los poderes públicos del arreglo de este problema. La clave de sistemas e reforma estaba en el trabajo obligatorio para todo aquel que pudiera trabajar. Estas estrategias debían de ir precedidas de un control que permitiera distinguir entre pobres verdaderos y falsos. Vigilar las costumbres de los pobres, habría que actuar orientando a los pobres si trabajo. La mayoría de los artesanos se quejan de la escasez de los oficiales. No habría lugar a la limosna que, dejaría de ser lícita ya que los que no pudiesen trabajar recibirían una ayuda municipal. Las propuestas, que cada uno como su pan adquirido con su trabajo y que entre los pobres no hayan ociosos, constituyen los ejes fundamentales de esta reforma, suponía una ordenación racional de la beneficencia que estaría a cargo de las autoridades municipales y en la que la caridad indiscreta, libre, estaría sustituida por el trabajo obligatorio o la ayuda municipal en los casos extremos. Vives aspiraba, a moralizar las costumbres de una sociedad obsesionada por el dinero, pero traducía, el espíritu puritano y laboriosa de una burguesía mercantil, cuyas empresas no podían desarrollarse sin mano de obra. Cavillac: Vives fue” el primer tratadista que enjuicio la pobreza en términos sociólogos poniendo al descubierto los límites de la concepción medieval de la caridad” en la asistencia de los necesitados. Los historiadores: hacen hincapié en que el pensamiento de Vives se expresa una convivencia de la concepción tradicional medieval del pobre, y una mentalidad moderna que le lleva a plantear la cuestión de la pobreza en termino muy diferentes a los acostumbrados hasta el momento. Fue atacado y alabado. Esta obra tuvo gran influencia e inspiro las reformas de la asistencia social en toda Europa, no solo por sus argumentaciones teóricas sino por el diseño de estrategias de tratamiento y control de los mendicantes. En la primera modernidad la pobreza se desvincula del ámbito de lo sagrado; ya no es virtud sino defecto que hay que corregir inculcando nuevos hábitos, fundamentalmente lo del trabajo. Una terapia laboral que transformara al mendigo en pieza importante de una nueva forma económica, el capitalismo. Originando en las reformas en la legislación contra el vagabundismo y la haraganería, se produjo en toda Europa un movimiento generalizando de internamiento de pobres en instituciones creadas para ese fin. M. Foucault denomino: el gran encierro, El encierro de pobres conformo el punto culminante de la secularización que caracterizo la nueva política de la asistencia social, medidas iniciadas en las primeras décadas del s. XVI. Origino instituciones diversas en las diferentes regiones europeas, tienen todos unos fundamentos comunes que permiten señalar esta política como de ámbito continental. El recogimiento de los pobres se vio como la mejor medida para solucionar los problemas que planteaba la indigencia porque proporcionaba los mínimos necesarios de subsistencia para los necesitados, lo aislaba evitando el contagio de enfermedades y, al obligar a trabajar, las instituciones de encierro aparecían como un instrumento de corrección de la vida libertina y ociosa de los vagabundos. A través del trabajo, los pobres, adquiriendo nuevos hábitos, podían no solo reeducarse en los valores morales sino reintegrarse en la sociedad. El trabajo se convirtió en una forma de socialización. En toda Europa se crearon instituciones de estas caracterisitcas aunque con las diferencias provenientes del ámbito geográfico, ecográfico e ideológico y con diversos nombres. Geremek: realiza un análisis de estas situaciones bajo el título de prisiones para lo pobres. D. Melossi y M. Pavarini; ponen de manifiesto el vínculo entre las instituciones de encierro y la estructura económica. El encierro, como la penalidad, es algo más que una forma de castigar al delincuente, constituyen una manera de habituar a los pobres a la disciplina de producción. Los grupos humanos generados por el mismo desarrollo capitalista, serán encerrados y puestos a trabajar. Este trabajo se encamina a transformar a personas devenidas por las fluctuaciones económicas en vagabundos, en clase obrera. De estas casas de correcciones derivaría la cárcel moderna. La política de encierro y represión no siempre fue aceptada unánimemente, el sentimiento de compasión ante la pobreza rompió la conformidad. El problema de la pobreza en España La primera mitad del siglo XVI es una época de optimismo. P. Vilar dice: vendiendo en mayor cantidad de las q2uie compraba fuera, acumulaba realmente. Después vino una época de toma de conciencia en la que empezaron a resaltar los peligros de un parasitismo colonial, de las alzas irreversibles de los precio, de las importaciones en constante aumento; son los decenios que rodean la quiebra de 1557. Afectada también por las crisis agrícolas la proliferación de mendigos cobro caracteres alarmantes. Suceden varias disposiciones legislativas que tienen finalidad En un primer momento, de limitar el limosneo a un área geográfica predeterminada impidiendo así el desplazamiento de los mendigos entre unas ciudades y otras. Estas disposiciones introducen una clasificación de los pobres en verdaderos y falsos pero respetando el derecho de limosnear, según la tradicional concepción cristiana católica, sin llegar a establecer, una represión clara de los falsos. Las medidas más firmes iban dirigidas a limitar el limosneo al área geográfica propia del mendigo denominado “su naturaleza” y a proporcionar una certificación que permitiese mendigar dentro de un territorio acotado. En 1540 dado el incumplimiento de las disposiciones anteriores, se tomara una medida más drástica contra la mendicidad según una normativa de Carlos V que, por primera vez en España, establece la prohibición del limosneo por cuenta propia obligando a trabajar a los que se encuentren en condiciones para ello. Esta norma estimulo la manifestación de dos formas de encarar el problema de la pobreza y la mendicidad. Fray Domingo de Soto: teólogo del s. XVI. En su obra deliberación en la causa de los pobres de 1545 critica la política de control y castigo que se desprende de la normativa de 1540 desde la consideración de que la libertad del mendigo es un derecho, suprimirlo suponía no solo privar de desentenderse de los problemas de los pobres. Critica especialemente la limitación que establece la norma al prohibir la mendicidad fuera de la naturaleza del mendigo que traía como consecuencia su expulsión. Establece la protección del pobre desde la defensa de la libertad para pedir limosna como derecho sagrado. Los argumentos defendidos por Robles: a favor de una distinción entre pobres verdaderos y falsos y en la defensa del valor del trabajo de manera que el mendigo sano, no sería merecedor de asistencia. Por una política secularizadora de la asistencia, justifica la suspensión de algunas libertades en las ordenanzas sobre este tema, en la necesidad de un Estado de mirar por el bien público. En su obra se percibe una clara distinción, casi una separación, entre las esferas de la vida religiosa y de la vida civil. Su argumentación constituye un intento de racionalización de la limosna. En España predomina la concepción tradicional de la caridad fundamentada en los argumentos de Domingo de Soto. El concilio de Trento, en el que este teólogo tuvo una actuación destacada, afirmara esta línea del contexto de la reafirmación de los dogmas católicos frente a las novedades del protestantismo. En consecuencia, la normativa que suscito la controversia fue cayendo en desuso. El pauperismo siguió en aumento a pesar de empeños caritativos de gran importancia como los de Juna de Dios o Antón Martin. La cuestión de la mendicidad se transforma en tema de preocupación reiteradamente expresado en las Cortes de Castilla. Varios proyectos dirigidos a enmendar la situación. Miguel Giginta: presento a las Cortes de 1576 un Memorial en el que se proponían estrategia para remediar la pobreza. Poco tiempo después integro este escrito en su tratado de remedio de pobres publicado en 1576. Allí proponía una reforma en la que el trabajo formaba parte básica del tratamiento asistencial al pobre y de la solución del problema de la mendicidad. Núcleo fundamental de la reforma eran las casas de Misericordia destinadas a recoger los mendigos y a reeducarlos mediante una reforma de carácter profesional. La idea de inculcar hábitos de trabajo es, justamente, uno de los pilares de la reforma, toda la reorganización de la caridad debe subordinarse al trabajo productivo y los pobres integran una fuerza de trabajo que hay que aprovechar para el bien común. De ahí que acepte tambien la clasificación de los pobres verdaderos y los falsos. El proyecto de Cristóbal Pérez de Herrera: como protomédico de las galeras de España recogió una importante experiencia en el mundo de la marginación di de la delincuencia. Esta experiencia conforma el punto de partida de sus reflexiones sobre la pobreza, que expondrá en su obra Amparo de pobres publicada en 1598. Éste se aleja de los planteamientos escatológicos medievales y da cumplido detalle de los males y peligros que suponen los pobres para el cuerpo de la república, la pobreza no es virtud sino peligro. Se vincula a las prerrogativas del Estado moderno. Pieza fundamental de la reforma es la creación del albergue (institución destinada al recogimiento nocturno de pobres, durante el día estaban autorizados a pedir limosna. No se prohibía la mendicidad pero quedaba controlada. Los pobres falsos estaban obligados a trabajar. El proyecto de los hospicios para pobres, instituciones principales de prestación de socorros se establecía una administración dependiente del ámbito estatal. La problemática de la asistencia social, queda vinculada, al Estado. La intervención del estado empieza a dejar de considerarse como una herejía. LA INTERVENCION ESTATAL: DE LA CARIDAD A LA BENEFICIENCIA PÚBLICA En la segunda mitad del siglo XVI y comienzos del XVII empieza a producirse un cambio en que respecta a las acciones dirigidas a los pobres. A partir del s. XVII esta tendencia secularizadora de ira acentuando, en la segunda mitad de este siglo se constata una gran diversidad de reflexiones sobre la pobreza y aunque los medios para remediarla sigue siendo objeto de inquietud, pasara a primer plano la preocupación por comprender el pauperismo como fenómeno de masas señalar sus causas. La razón critica enfrentada con la razón dogmática, impulsara la búsqueda de causas; el ejercicio de la racionalidad pondrá en entre dicho el acatamiento a la tradición y a la aceptación de la autoridad. No es raro que se produzca una disminución de las motivaciones religiosas tanto en las acciones como en el pensamiento. Los ilustrados cuestionaron las funciones asistenciales de la Iglesia y teorizaron sobre la intervención del Estado en esta materia. La consideración del trabajo como terapia contra la pobreza se hace presente ahora y con más fuerza ya que para estos pensadores la etiología de la indigencia estaría fuertemente vinculada a la holgazanería, por la limosna dada de forma indiscriminada a los verdaderos indigentes y a aquellos que, por sus condiciones físicas, podían trabajar. La primera y mejor solución que los tratadistas del s. XVIII determinaron para acabar con el problema del pauperismo fuel el trabajo. La idea del trabajo como regenerador moral es tema recurrente en la literatura del s. XVIII. Las casas de trabajo llegaron a convertirse en instrumentos de intimidación para los pobres dada la dureza de las condiciones de la vida en esos internados. Estos cambios conceptuales se reflejan, en una disminución de las acciones sociales provenientes de las obras individuales, fundamentadas en la ética o en la religión, lo que vino a constituir un estímulo más para que las acciones de ayuda pasaran al ámbito de la responsabilidad estatal. La consideración acerca de la importancia del trabajo como método de lucha contra la relajación social llevó a considerarlo como una forma de asistencia social. La obligación del trabajo aparece en las estrategias de política social en relación con la pobreza, tanto en el s. XVIII como en el s. XIX, como la forma principal de intervención del Estado en las acciones de socorro a los pobres. La educación forma parte también de los planes contra la pobreza, se la considero como una forma de prevenir la miseria y de contribuir al progreso social. También comienza a encargarse el Estado sobre todo a partir de la Revolución Francesa. El movimiento de la filantropía basado en el sentimiento de amor al prójimo pero sin motivaciones religiosas, desde una posición laica (actitud de protección) Las instituciones filantrópicas tuvieron una influencia positiva, ofreciendo un apoyo real a los necesitados, este apoyo logro la escasos logros en el contexto del deterioro económico de los s. XVIII y s. XIX. Su carácter paternalista les llevo a realizar una estrecha vigilancia de sus protegidos y acompañaron sus acciones de asistencia de una excesiva vigilancia de los pobres, de su forma de visa y de sus comportamientos, lo que despertó la desconfianza de los destinatarios de ayuda. HACIA LA JUSTICIA SOCIAL Las ideas y realizaciones surgidas del pensamiento ilustrado caracterizaron también la mayor parte de la política seguida con respecto a la pobreza y a los pobres en el s. XIX. La concentración de los medios de producción en pocas manos, trajo la indefensión de un importante sector de los trabajadores, los obreros, sin más posibilidades que vender su fuerza de trabajo en un desigual intercambio contractual con los empresarios. La explotación sistemática, el deterioro de las condiciones de vida hasta extremos alarmantes de los trabajadores, fue la consecuencia inmediata. En permanente inseguridad, siempre amenazados por el paro, los accidentes del trabajo y la vejez no es raro que las palabras pobre y obrero se hayan identificado en este periodo. La vida de estos pobres estaba sometida al desempleo, la desocupación se extendió como una sombra en la vida de los trabajadores del s. XIX. Este problema se denominó la cuestión social, hacía evidente más dificultases de un Estado que se abstiene de intervenir en la actividad económica y sus derivaciones sociales. Los planteamientos reivindicativos de la función social del Estado se abren paso como una estrategia para solucionar los problemas derivados, especialmente, de la industrialización. Esta corriente de pensamiento se afirma hacia la segunda mitad del s. XIX con la aparición de estudios de carácter sociológico que conducen a la toma de conciencia de que la pobreza es un fenómeno raíces socioeconómicas y las iniciativas particulares son insuficientes. Se debate acerca de si el individuo es responsable o no de su propia situación, lo que supone debatir sobre la responsabilidad de la sociedad. La idea de que la pobreza no puede afrontarse con medidas asistenciales o represoras, medidas preventivas que van desde el ahorro y las mutualidades hasta la previsión organizada que culminara en el segundo social. Del a incertidumbre del trabajador al seguro social hay un gran paso que expresa un cambio de concepto fundamental y que supone un avance cualitativo sin precedentes. El Estado del Bienestar en las sociedades del capitalismo avanzado La idea de la necesidad de la intervención estatal en los asuntos sociales se reafirmó en las primeras décadas del s. XX con motivo de la crisis económica de 1929. La fe en el mercado como instrumento regulador de la economía quedo debilitada. Se hizo evidente la necesidad de políticas intervencionistas. Tas la Segunda Guerra Mundial las economías occidentales vivieron una expansión sin precedentes lo que permitió el desarrollo de nuevas políticas sociales estatales que conformaron una nueva manera de intervención que se denominó Estado del Bienestar (EB) El E.B., supone la responsabilidad estatal mantenimiento de un nivel de vida que se define por la provisión pública de servicios sociales universales para cubrir las necesidades humanas básicas de los ciudadanos como la educación, la asistencia sanitaria, las pensiones, las ayudas familiares y la vivienda. Este nivel de vida es entendido del E.B. como un derecho social. La crisis del petróleo de 1973 redujo el fuerte crecimiento económico que caracterizo la posguerra y comenzó una marcha en lo que respecta a los logros alcanzados por el E.B. apoyada en una fuerte crítica a la intervención estatal por parte de las ideologías neoliberales que responsabilizan al Estado interventor, de la crisis. La reducción de las políticas sociales estatales como una forma de hacer prevalecer los intereses de las clases altas sobre los intereses general porque, opinan, las políticas de estos partidos no implican una reducción de la intervención estatal sino que esta se sigue produciendo pero a favor del beneficio privado. Este modelo de acción social ha suscitado, controversias. Es notoria la preocupación de un número cada vez mayor de ciudadanos y organizaciones, política o no, ante las desigualdades entre el norte rico y el sur pobre o entre sectores sociales de las mismas naciones ricas, desigualdades que invalidan todas las declaraciones de derechos. De ahí que coexistan con la reducción de las políticas sociales estatales las reclamaciones para frenar, al menos la pobreza extrema. La cumbre de la Alimentación (2002) y de la Monterrey 2002 pone en evidencia la gravedad del problema y coinciden en la necesidad de movilizar los fondos necesarios para alcanzar el objetivo de reducir la pobreza extrema.