Cambio de paradigmas y gestión de la diversidad étnica, un reto desde las políticas públicas Alejandra Faúndez1 Voy a hablar desde mi especialidad que son las políticas públicas inclusivas y en torno a dos cuestiones: ¿qué caracteriza el momento actual? Y ¿cuáles son los restos que tenemos hacia adelante? Como tengo el privilegio de hablar al final, sobre lo primero no me voy a detener sino más bien voy a reforzar lo planteado por parte de mis colegas en la Mesa, resaltando -a modo de titulares- algunos elementos de la reflexión: 1. Constatar la fuerza de la evidencia A estas alturas del desarrollo de nuestras sociedades no podemos sino reconocer la diversidad cultural como parte de nuestras raíces históricas y sociales y de nuestra realidad actual, tanto por la magnitud de nuestra población indígena como por la relevancia del tema respecto de la equidad social, la inclusión y el respeto a los derechos humanos y a la diversidad. 2. El ocaso de los promedios Durante muchas décadas nuestros países formularon, implementaron, evaluaron -e incluso mejoraron- políticas públicas diseñadas sobre la lógica de los promedios y estándares de la cultura dominante. Esto no sólo ocasionó una larga historia de discriminación y de fenómenos relacionados (subordinación, la desigualdad, la inequidad, dependencia y exclusión) para grandes grupos “minorizados” al interior de nuestros países, sino que también organizó a las estructuras del Estado para gestionar las políticas públicas sobre una figura estereotipada de ciudadanos que dejaba fuera la diferencia. El ciudadano promedio del estereotipo es: blanco, hombre, educado o alfabetizado, que habla la lengua oficial, que se viste con la ropa y atuendos “normales”, y que observa las obligaciones establecidas en las leyes y reglamentos del país respectivo, así como su religión oficial. (Ejemplos: 1 Ponencia presentada en la XXX Mesa Redonda de Políticas de la OEA “La Inclusión y la Democracia en las Américas”. Lunes 23 de mayo de 2011. 1 señalética de los servicios públicos en lengua dominante, feriados legales solo para los católicos, asistir a actos oficiales en “tenida formal”, etc. etc.). Por suerte, esta situación comenzó a cambiar hace algunas décadas y hemos tenido la posibilidad de acercarnos a conocer realmente ¿Quiénes somos? ¿Dónde estamos? Tanto la Academia como los Institutos de estadísticas han jugado un rol fundamental en este punto. Lo que no se visibiliza no existe y, por ello, mejorar las mediciones sobre población indígena ha sido muy relevante para el re-diseño de políticas públicas inclusivas (Ejemplo de México: desde el criterio lingüístico hacia la autoadscripción2). 3. El mito del Estado neutro Muchas políticas públicas sino todas ellas, fueron justificadas en el pasado con el denominado enfoque del “Estado neutro”. Bajo este enfoque se reprodujeron situaciones de desigualdad de manera explícita o bien por omisión, lo que por cierto, ha sido largamente reclamado y documentado por los pueblos indígenas de toda la región desde hace muchas décadas. Esta situación a través del tiempo fue generando diferentes tipos de ejercicio de la ciudadanía -no podemos decir que esta situación era explícita, sin embargo, todos los presentes sabemos a qué me refiero-. Una cosa es lo que aparece bajo el discurso de la “ciudadanía formal” que se expresa en nuestros marcos jurídicos actuales, y otra es la ciudadanía que se ejerce en el día a día en nuestros países….lo mismo ocurre en los asuntos de género (“somos todos iguales, pero hay algunos más iguales que otros”). Lo que ha ocurrido en la práctica es que todos los países han desarrollado políticas públicas no neutrales….algunas abiertamente dominantes, asimilantes y excluyentes….otras más sensibles a la diversidad cultural, hasta otras que se autodefinen como interculturales (veremos algunos ejemplos más adelante). 2 Esto es la propia conciencia de la identidad de los/as sujetos, mediante la cual se definen a sí mismos como indígenas. En este sentido ver los antecedentes de la Ronda de CENSOS 2000 y los debates de la Reunión regional de la CEPAL el 2009 de cara a la ronda 2010. 2 4. La triada: Exclusión, Discriminación y Pobreza En ciertos países, la población indígena constituye no sólo la mayoría sino además los grupos más pobres y excluidos de la sociedad. Ejemplos: - Más del 80% de la población afro-colombiana se encuentra en la actualidad en condiciones de pobreza y su ingreso per cápita es aproximadamente un tercio del ingreso per cápita nacional (PNUD, 2005). - En Brasil, Perú, Bolivia y Guatemala, los grupos indígenas y afrodescendientes son la mayoría de la población y el 60% de los pobres (PNUD, 2005). Prácticamente todos los organismos multilaterales reconocen que el fenómeno de la exclusión social afecta principalmente a los grupos indígenas, a los grupos de ascendencia africana, a las mujeres, a las personas con discapacidad y/o a las personas VIH positivas (Lo que varía es el orden en el ranking según el contexto, el tipo de exclusión y el país). Es importante considerar además que -durante muchos años- la pobreza y marginalidad han sido definidas desde su dimensión solamente económica y que recién, en los últimos años, se ha estado reconociendo el significado y alcance de la multidimensionalidad de la pobreza y la exclusión, en donde los aspectos culturales han comenzado a tener protagonismo. En síntesis, nuestros países viven cotidianamente con el fenómeno de la diversidad cultural y la mayoría de las veces bajo los signos de la exclusión y la pobreza, lo que no significa que los indígenas sean siempre –ni deban serconsiderados pobres o vulnerables por ser indígenas. Existe una opinión muy generalizada según la cual los indígenas son pobres y vulnerables per sé, lo que conlleva un enfoque de política pública y de programas con esa visión de “carenciados” bajo lo cual, se parte de la necesidad de “resolver” los problemas o carencias bajo una lógica asistencialista y paternalista. Pareciera que la sola declaración de Programas “para indígenas” genera una suerte de sobreentendidos respecto de la población objetivo diluyendo todo un universo de diferencias entre identidades étnicas. Es preciso, por lo tanto, considerar una serie de características (tiempos, geografías, prácticas, concepciones, capital cultural, económico y productivo, ritmos culturales, 3 etc.) diferentes según cada pueblo indígena en el diseño de instrumentos de distinto tipo. 5. El renacimiento de las identidades étnicas Hoy en día se ha estado posicionando un discurso positivo respecto de la diversidad cultural: el rescate de lo identitario para la región de las Américas como una especie de renacimiento y valoración de las identidades étnicas. Todavía no sabemos qué implicancias concretas tendrá este fenómeno en la región en el largo plazo, esperamos que no sea una “folklorización” de los valores de la etnicidad sino una contribución al comercio justo, al ejercicio de la ciudadanía y a la profundización democrática3. Del mismo modo, este discurso positivo está asociado a otros fenómenos emergentes en la política pública que se expresan en un conjunto de temas de notoria actualidad: la equidad de género, la inclusión social, la sustentabilidad medioambiental, la territorialidad, la ecología social, el patrimonio cultural, la participación popular, la paridad lingüística, etc. Y esto ha estado tensionado tanto a los organismos internacionales como a los gobiernos a dar respuestas más efectivas e integrales a un conjunto de dimensiones del desarrollo hasta ahora olvidadas o rezagadas. Esta situación ha resultado particularmente sorprendente por cuanto ocurre a contrapelo de los vaticinios que traían los procesos de globalización desde el siglo pasado acerca de una disminución gradual de la diversidad local y étnica y la preponderancia de los patrones socioculturales considerados “universales” y homogenizantes. Sin embargo, asistimos a una intensificación de los procesos y movimientos locales donde la dimensión étnica se ha reposicionado. El espacio local, en este nuevo contexto, constituye un espacio privilegiado para la interacción. Es allí donde se encuentran las comunidades, los grupos y las personas concretas, donde se vive la diversidad. La focalización territorial por tanto, facilita la coordinación multisectorial del aparato público e incrementa la probabilidad de llegar a los sectores excluidos con la provisión 3 Están suficientemente documentados los beneficios de promover políticas de inclusión social, por ejemplo: un estudio contratado por el BID el 2001 estimó las ganancias en el Producto Interno Bruto (PIB) si se eliminaran las discriminaciones de indígenas y afrodescendientes en los mercados laborales. Los resultados fueron los siguientes: la economía de Bolivia podría crecer un 36,7%; la de Brasil, un 12,8%; la economía de Guatemala un 13,6%; y la de Perú, un 4,2%. Esto sin considerar que además hay otros beneficios como las mejoras en términos de cohesión social, integración comunitaria, desarrollo educativo, entre otras, que también resultan de una mayor inclusión (BID, 2005). 4 de servicios, recogiendo eficazmente las necesidades y abriendo paso a la generación de iniciativas más incluyentes y cercanas a las personas de la comunidad. Esto nos sitúa frente al desafío del reconocimiento de la diversidad como un valor y un aporte al desarrollo y no como un escenario a ser intervenido para lograr mayor estandarización y homogeneidad ni como un escenario en permanente conflicto. 6. Los esfuerzos de institucionalización y reconocimiento rinden frutos Tras largos debates y luchas político-filosóficas y éticas, diversas organizaciones multilaterales y gobiernos han realizado algunos esfuerzos por materializar acuerdos en el plano normativo respecto de la diversidad cultural, no ha sido fácil ni rápido, pero ya contamos con algunos ejemplos4: - Convenio 169 (OIT, 1969) - Salvaguarda del Patrimonio cultural inmaterial (Unesco, 2003) - Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (ONU, 2007)5 - Está pendiente…la Declaración del Foro político interamericano….la Declaración de la OEA. 4 Reformas constitucionales en México el 2001 que buscaron incorporar los Acuerdos de San Andrés de 1996 “La conciencia de su identidad deberá ser criterio fundamental para determinar a quiénes se aplican las disposiciones sobre pueblos indígenas”; Recientemente, el 8 de marzo de 2011 se aprobó asimismo cambiar el epígrafe del primer capítulo del título primero de la Constitución. Dejará de llamarse De las Garantías Individuales para pasar a denominarse De los Derechos Humanos y sus Garantías. Otras Reformas constitucionales como en Ecuador y Bolivia (2008). 5 Aquí el reconocimiento de “PUEBLOS” tienen repercusiones político-jurídicas importantes en el derecho internacional y en el ámbito interno de los Estado-nación, dado que los dos pactos de derechos humanos (DESC y DCP) indican que “todos” los pueblos tienen derecho a la libre determinación. 5 Frente a esto, una segunda cuestión ¿Qué más podemos hacer? ¿Cuáles son los retos que tenemos hacia adelante? Estamos frente a nuevos y complejos desafíos. La consideración de la identidad étnica y la inclusión en el marco de la democratización de nuestras sociedades y la promoción del Desarrollo con Identidad son de reciente data. Esto ha obligado a los gobiernos a considerar –en mayor o menor medidatanto los marcos institucionales de los pueblos indígenas, como sus concepciones de desarrollo, su capital social, sus tecnologías y sus prácticas culturales en las políticas públicas de nuevo signo. En esta relación recíproca todos aprendemos. La generación de nuevos puentes y diálogos culturales pone en entredicho muchas de las formas que tenemos de hacer las cosas en el mundo de lo público los no indígenas y también muchas de las maneras de gestionar que tradicionalmente ocupamos. Estamos en un momento histórico en que nuestras sociedades se vuelven cada vez más dinámicas y la relación entre ambos mundos es inevitable e irreversible. Por ello, los temas de fondo son ¿de qué manera el mundo público puede ser más sensible, respetuoso y pertinente frente a la diversidad? y también ¿de qué manera los pueblos indígenas se incluyen e involucran en los procesos de formación y gestión de políticas públicas que los atañen directamente y desde su identidad cultural? Resolviendo esta ecuación lo más armoniosamente posible avanzaremos hacia sociedades más interculturales e inclusivas. Muchos de los elementos constitutivos de la llamada Reforma Gerencial, nos refieren a la profesionalización de la alta burocracia pública, al establecimiento de nuevos mecanismos de gestión, a la orientación por resultados, a la calidad de la gestión y rendición de cuentas, a la descentralización administrativa, y a programas cercanos a los intereses de la ciudadanía. Muchos de estos elementos han impactado profundamente a nuestros sistemas de gestión de las políticas públicas en todos sus niveles. Sin embargo, es cada vez más evidente la tensión que existe entre la estandarización creciente de estos mecanismos modernizadores y la diversidad –también creciente- de respuestas públicas posibles frente a problemas complejos de la diversidad cultural. 6 En esta línea se ha estado avanzando y se han realizado esfuerzos en la región por diseñar e implementar innovaciones en la acción pública desde la dimensión sociocultural, ya sea políticas específicas, como también a través de nuevos programas sociales, o incluso un conjunto innumerable de mecanismos, procedimientos y metodologías innovadoras, etc. (sería interesante poder compilar comparativamente entre países el acervo conceptual y metodológico en este tema en los últimos años) Con este marco, podemos señalar que laspolíticas públicas inclusivas en torno a la diversidad cultural pueden actuar o generar cambios en torno a: 1. Los estereotipos y la valoración de la diversidad de culturas en un sentido amplio 2. Las normas, o el marco jurídico imperante 3. Los procedimientos, prácticas o rutina administrativas 4. Los recursos (bienes, servicios y capacidades) disponibles para los ciudadanos/as 5. Los dispositivos organizativos (instituciones, entidades, o unidades al interior de las instituciones públicas) 6. Los enfoques y marcos de referencia de funcionarios/as públicas Los cambios que se requieren son tanto hacía el interior del Estado como hacia afuera, hacia la sociedad en su conjunto. Y todo esto se puede traducir en diferentes TIPOS de políticas públicas inclusivas: Políticas de Reconocimiento (vinculadas a la visibilidad y caracterización de su población indígena) Políticas de Igualdad de Trato (Incluye acciones afirmativas en el campo de la lengua particularmente) Políticas de Igualdad de Oportunidades (también incluyen acciones afirmativas como puntajes especiales o sistema de cuotas en becas por ejemplo) Políticas de Igualdad Formal (de Jure) Busca garantizar la igualdad en el plano jurídico bajo el reconocimiento de garantías y derechos explícitos. Políticas Interculturales integrales (a menudo incluyen acciones de reparación por injusticias y violaciones a los derechos humanos, y la inclusión de indígenas en el propio aparato público a nivel decisional) 7 Cada tipo de política pública inclusiva busca promover cambios. La configuración y mixtura de esos cambios está dada por las condiciones y características de los contextos en que se desarrollan. De esta manera, nos encontramos que en la región de las Américas habitan distintas fórmulas posibles (incluso al interior de un mismo país). Conviven paralelamente diferentes maneras de acercarse al tema de la interculturalidad, las cuales podemos caracterizar en 5 tipos: 1. Negativas a la interculturalidad Son aquellas en que las desigualdades entre indígenas y no indígenas son reforzadas. Utilizan normas, procedimientos, estándares y estereotipos que refuerzan patrones de desigualdad, subordinación, discriminación y exclusión de los indígenas (Ejemplo: Expropiación de tierras indígenas sin consulta ni consentimiento de los pueblos). 2. Neutras a la interculturalidad Son aquellas que consideran irrelevante la interculturalidad. Parten bajo el supuesto de que la situación actual no se ve empeorada ni mejorada con un enfoque inclusivo, son “ciegas a la diferencia”. Actúa bajo una lógica de omisión, que finalmente reproduce la desigualdad y discriminación. (Ejemplo: a) El otorgar créditos a microempresarios sin considerar si éstos tienen acceso al crédito porque poseen “cédula de identidad” lo que se ve mermado es el acceso al crédito por parte de comuneros indígenas sin documento de identidad, que en el caso de las mujeres es muy alto). 3. Sensibles a la interculturalidad Aquí la interculturalidad es un medio para mejorar el desarrollo y un ejercicio democrático. Considera la necesidad de introducir algunos cambios en el plano (fundamental pero no únicamente) de la gestión de servicios. (Ejemplo: a) Señalética bilingüe en edificios públicos en zonas indígenas, b) esfuerzos de capacitación y diálogos interculturales). 8 4. Políticas Públicas interculturales El reconocimiento y la valoración de la diversidad cultural son centrales. Los cambios en diferentes ámbitos del quehacer público son indispensables para una mejor sociedad y se incluyen y norman procedimientos en las prácticas formales de la institucionalidad (Ejemplo: a) Normas técnicas para la atención apropiada del parto en hospitales de zonas indígenas; b) traductores en el sistema judicial para inculpados/as monolingües.) 5. Políticas Públicas transformadoras y culturalmente pertinentes La interculturalidad es central y las transformaciones se pueden proponer simultánea o progresivamente en todas las esferas del desarrollo y de lo público, incluyendo el poder político (Ejemplo: Cuotas para participación indígena en el Parlamento, paridad en el poder ejecutivo, consejos consultivos, mesas de diálogo, etc.). En definitiva, cada una de las respuestas que se están dando desde lo público en este campo no son unívocas ni estandarizadas ni generalizadas, ni tampoco recetas transferibles automáticamente de país en país. Estamos en un momento histórico de señales positivas, con un imperativo ético de generar capacidades profesionales e institucionales para dar respuestas cada vez más pertinentes si en nuestro horizonte está alcanzar sociedades más justas, más justas y más democráticas. “La eliminación de toda forma de discriminación, especialmente la discriminación de género, étnica y racial, y de las diversas formas de intolerancia, así como la promoción y protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas y los migrantes y el respeto a la diversidad étnica, cultural y religiosa en las Américas, contribuyen al fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana”. (Carta Democrática de la OEA, 11 de septiembre de 2001). 9