La hojita - Editorial San Pablo

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Ladehojita
los niños
Año XIX • nº 1.288 • 6 de marzo de 2016
¡La buena noticia para todos! • Domingo 4º de Cuaresma
Mensaje de
La Palabra de Dios
para esta semana
Cada domingo de Cuaresma reflexionaremos
un paso del camino de
la misericordia:
1.- El primer paso es:
“mirarse para adentro”.
2.- El segundo paso
es: “salir de uno mismo”.
3.- El tercer paso es:
“ver”.
4.- El cuarto paso es:
“amar”.
HOJIGRILLA
Completar la grilla de la izquierda según las definiciones, y, luego, colocar cada letra en el cuadro de la derecha en el lugar que
le corresponde. 1.- Pico montañoso más alto del mundo. 2.- Ovillo, rollo. 3.- Tejado 4.- Castigo, pena. 5.-Desplazaba de un lugar
a otro. 6.- Parte de la pierna hasta la rodilla. 7.- Carne asada a
la plancha. 8.- Quinto mes del año. 9.- Sucesora. 10.- Nombre
de la carta que aparece en el dibujo. 11.- Primera persona del
presente indicativo del verbo ser.
En la grilla de la derecha se podrá leer una frase del
evangelio de hoy.
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B4 G1 D6 E8 G3 C4
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D8 B7 A1 D1 A6
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C3 H5 D2 H3
Podemos hacer las co- 6
sas porque alguien nos
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está controlando, o 7
porque esperamos un
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premio o tememos un 8
castigo. Sin embargo,
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la propuesta de Jesús 9
es que actuemos porF6
que reconocemos que 10
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todas las personas so11
mos hermanas.
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La Biblia, el libro de la Palabra de Dios
Las lecturas de la misa del domingo
H
Segunda
lectura:
2 Corintios 5, 17-21
er­ma­nos, el que vi­ve en Cris­to es una nue­va cria­tu­ra: lo an­ti­guo ha
de­sa­pa­re­ci­do, un ser nue­vo se ha he­cho pre­sen­te. Y to­do es­to pro­ce­de
de Dios, que nos re­con­ci­lió con él por in­ter­me­dio de Cris­to y nos con­fió el mi­nis­
te­rio de la re­con­ci­lia­ción. Por­que es Dios el que es­ta­ba en Cris­to, re­con­ci­lian­do al
mun­do con­si­go, no te­nien­do en cuen­ta los pe­ca­dos de los hom­bres, y con­fián­do­nos
la pa­la­bra de la re­con­ci­lia­ción. No­so­tros so­mos, en­ton­ces, em­ba­ja­do­res de Cris­to, y es Dios el que
ex­hor­ta a los hom­bres por in­ter­me­dio nues­tro. Por eso, les su­pli­ca­mos en nom­bre de Cris­to: dé­jen­
se re­con­ci­liar con Dios. A aquél que no co­no­ció el pe­ca­do, Dios lo iden­ti­fic­ ó con el pe­ca­do en fa­vor
nues­tro, a fin de que no­so­tros sea­mos jus­ti­fi­ca­dos por él.
T
Evangelio: Lucas 15, 1-3. 11-32
odos los pu­bli­ca­nos y pe­ca­do­res se acer­ca­ban a Je­sús pa­ra es­cu­char­lo.
Pe­ro los fa­ri­seos y los es­cri­bas mur­mu­ra­ban, di­cien­do: «es­te hom­bre re­
ci­be a los pe­ca­do­res y co­me con ellos».
Je­sús les di­jo en­ton­ces és­ta pa­rá­bo­la: «Un hom­bre te­nía dos hi­jos. El me­nor de
ellos di­jo a su pa­dre: Pa­dre, da­me la par­te de la he­ren­cia que me co­r res­pon­de. Y el pa­dre les re­
par­tió sus bie­nes. Po­cos días des­pués, el hi­jo me­nor re­co­g ió to­do lo que te­nía y se fue a un país
le­ja­no, don­de mal­gas­tó sus bie­nes en una vi­da in­mo­ral. Ya ha­bía gas­ta­do to­do, cuan­do so­bre­vi­no
mu­cha mi­se­ria en aquel país, y co­men­zó a su­frir pri­va­cio­nes. En­ton­ces, se pu­so al ser­vi­cio de uno
de los ha­bi­tan­tes de esa re­g ión, que lo en­vió a su cam­po pa­ra cui­dar cer­dos. Él hu­bie­ra de­sea­do
cal­mar su ham­bre con las be­llo­tas que co­mían los cer­dos, pe­ro na­die se las da­ba.
En­ton­ces re­ca­pa­ci­tó y di­jo: ¡Cuán­tos jor­na­le­ros de mi pa­dre tie­nen pan en abun­dan­cia, y yo es­toy
aqui mu­rién­do­me de ham­bre! Aho­ra mis­mo iré a la ca­sa de mi pa­dre y le di­ré: Pa­dre, pe­qué con­tra
el cie­lo y con­tra tí; ya no me­rez­co ser lla­ma­do hi­jo tu­yo, trá­ta­me co­mo a uno de tus jor­na­le­ros.
En­ton­ces par­tió y vol­vió a la ca­sa de su pa­dre. Cuan­do to­da­vía es­ta­ba le­jos, su pa­dre lo vió y se
con­mo­vió pro­fun­da­men­te, co­r rió a su en­cuen­tro, lo abra­zó y lo be­só. El jo­ven le di­jo: Pa­dre, pe­qué
con­tra el cie­lo y con­tra tí; no me­rez­co ser lla­ma­do hi­jo tu­yo. Pe­ro el pa­dre di­jo a sus ser­vi­do­res:
Trai­gan en­se­gui­da la me­jor ro­pa y vís­tan­lo, pón­gan­le un ani­llo en el de­do y san­da­lias en los pies.
Trái­gan el ter­ne­ro en­gor­da­do y má­ten­lo. Co­ma­mos y fes­te­je­mos, por­que mi hi­jo es­ta­ba muer­to y ha
vuel­to a la vi­da, es­ta­ba per­di­do y fue en­con­tra­do. Y co­men­zó la fies­ta.
El hi­jo ma­yor es­ta­ba en el cam­po. Al vol­ver, ya cer­ca de la ca­sa, oyó la mú­si­ca y los co­ros que acom­
pa­ña­ban la dan­za. Lla­mó a uno de los sir­vien­tes y le pre­gun­tó que sig­ni­fic­ a­ba eso. Él le res­pon­dió:
Tu her­ma­no ha re­gre­sa­do, y tu pa­dre hi­zo ma­tar el ter­ne­ro en­gor­da­do, por­que lo ha re­co­bra­do sa­no
y sal­vo. Él se eno­jó y no qui­so en­trar. Su pa­dre sa­lió pa­ra ro­gar­le que en­tra­ra, pe­ro él res­pon­dió:
Ha­ce tan­tos años que te sir­vo sin ha­ber de­so­be­de­ci­do ja­más ni una so­la de tus ór­de­nes, y nun­ca me
dis­te un ca­bri­to pa­ra ha­cer una fies­ta con mis ami­gos. ¡Y aho­ra que ese hi­jo tu­yo ha vuel­to, des­pués
de ha­ber gas­ta­do tus bie­nes con mu­je­res, ha­ces ma­tar pa­ra él el ter­ne­ro en­gor­da­do!
Pe­ro el pa­dre le di­jo: Hi­jo mío tú es­tás siem­pre con­mi­go, y to­do lo mío es tu­yo. Es jus­to que ha­ya
fies­ta y ale­gría, por­que es­te her­ma­no tu­yo es­ta­ba muer­to y ha vuel­to a la vi­da, es­ta­ba per­di­do y
ha si­do en­con­tra­do».
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Cuentos de vida
Cuento de viento
de
María Inés Casalá - Dibujo
de
Hania Kollenberger
La abuela fue a visitar a sus nietos y nietas que vivían en la montaña. Todas las noches, antes de
dormir, les contaba un cuento. “Un cuento de la cabeza”, decía la nieta menor, es decir un cuento
inventado. La abuela estaba convencida de que los relatos salían de la vida, pero le resultaba
muy interesante el decir de su nieta. Puedes pedir todos los relatos a: [email protected]
El día que la abuela llegó, el Zonda circulaba
con gran fuerza. Ráfagas que levantaban techos, hacían caer árboles y dificultaban el caminar. Las familias permanecían dentro de las
casas y los niños se ponían pesaditos, según
los adultos, que también
se sentían mal por ese
aire que los aplastaba. La
abuela había estudiado
este viento en los manuales de la escuela, pero
nunca imaginó que fuera
así. Su experiencia era
la de un viento que hace
volar las cosas, pero este,
a pesar de su fuerza, además de arrastrar, aplastaba.
Esa tarde, hubo mate, chipá con mermelada casera de membrillo, queso
de cabra y llanto de niños.
Por la noche, ya en la cama, el reclamo fue unánime.
—Un cuento de viento, cuenta uno del Zonda.
—Hace muchos, muchos años, mucho antes
de que mis abuelos nacieran, el aire viajaba
tranquilamente de un lado a otro del planeta.
Todavía no era viento, era apenas, una simple
brisa.
Nada se interponía a su paso, ni sobre la tierra,
ni sobre el agua. Sólo algunos árboles o pequeños animales disfrutaban su pasar sobre sus
cuerpos. La tierra, todavía muy joven, estaba
en plena ebullición y las fuerzas en su interior, agazapadas, se preparaban para estallar.
Surgieron así las grandes montañas que se in01 • 06 de marzo de 2016.indd 3
terpusieron en su camino. El aire chocó contra
las altas paredes y revotó con gran fuerza, convertido en viento. En ese choque perdió gran
cantidad de humedad que trasladaba de un
océano a otro. Sin embargo, su deseo desmesurado de cruzar hacia el
otro lado, lo motivó para
intentarlo nuevamente.
Tomó carrera, y con toda
su energía volvió a arremeter contra la ladera de
la montaña. Tanta potencia le permitió llegar a la
cima y, desde allí, desde
la altura, divisar el otro
océano, inmenso. Respiró profundo y se deslizó
en su búsqueda. durante
la caída, su velocidad aumentaba, arremetiendo con todo lo que encontraba a su paso. Se zambulló en el agua,
se refrescó y se humedeció nuevamente. Recuperó la fuerza que había perdido en el viaje, y retomó el camino. Otra vez chocó con la
montaña, se secó, tomó carrera y… pasó al otro
lado. Así, comenzó a llegar a estas tierras, seco,
pesado, aplastante…
Los niños interrumpieron el relato diciendo
que en la escuela aprendieron sobre los centros de baja y alta presión, pero que su historia
era mucho más interesante.
La abuela les recordó que ella estaba inventando un cuento que tenía relación con la realidad, pero fruto de la imaginación.
—El viento se cansó rápidamente de este juego de ir y venir y pensó qué más podía hacer.
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Mientras él se la pasaba jugando, nadando
en todas las aguas que encontraba, veía que
el resto del planeta se transformaba. Comenzaban a surgir nuevas plantas y animales, el
aire se llenaba de oxígeno, los rayos del sol
que hacía unos años llegaban con todas sus
fuerzas a la tierra ahora se encontraban con
una barrera que limitaba su paso… ¿Qué actividad podía realizar, cómo ser parte de lo
que estaba sucediendo? Los vientos se juntaron dentro de una gran cueva y discutieron
bastante; los silbidos se escucharon en toda
tierra. Uno de los vientos, el más pequeñito
de todos, se aburrió de la discusión de los mayores y salió a pasear. Fue a acariciar curioso,
las primeras flores que asomaban sobre la
tierra y las escuchó conversar. Estaban esperando al viento para poder viajar, moverse;
lo necesitaban para volar de un lado a otro y
desparramar las semillas. El pequeño volvió
a la cueva y tuvo que hacer un gran esfuerzo
para que los mayores lo escucharan. Cuando
lo hicieron, salieron disparados hacia el norte
algunos, otros al este, o al oeste, al sur… y la
tierra floreció.
Voy por un caminito, voy por el otro y mañana… te cuento otro.
El Bebéhojita
y sus amigos
por Gladys y Margarita Pérez
Las Melli
Para pensar y
conversar después
de leer el relato
¿Cómo actúas cuando algo se interpone en tu camino?
¿Te comprometés con lo que pasa a tu
alrededor?
Perdonar
ó
al que nos ofenci
z.
pa
nos colma de
La hojita de los niños. Semanario religioso infantil de uso litúrgico. No reemplaza el uso de los leccionarios.
Nihil Obstat: Conferencia Episcopal Argentina. Imprimatur: Arquidiócesis de Buenos Aires. Edita: Sociedad de San Pablo.
Propietario Sociedad de San Pablo (Paulinos). Registro Nacional de la Propiedad Intelectual: nº 5.233.004 del 29/5/2014
Dirección: P. Aderico Dolzani. Redactora: Inés Casalá.
Dibujos: Hania Kollenberger (cuento). Gladys y Margarita «Las Melli» Pérez.
www.sanpablo.com.ar Dirección y administración: Riobamba 230 C1025ABF Bs. As., Argentina.
Horario: Lunes a viernes de 9.00 a 18.00
Teléfono (011) 5555-2424 / Fax: (011) 5555-2425 / E-mail: [email protected] / Impreso en G.S.Gráfica s.r.l.
Charlone 958 - B1868DZF Piñeyro, Avellaneda, Bs. As. Correo Argentino Suc. 2 (B): Franqueo a pagar cuenta 14.471.
En Uruguay: SAN PABLO, Colonia 1591 (11200) MONTEVIDEO.
Tel.:24018332, cels.:09494307/095728681, Mail: [email protected]
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