Oración a Fernandina Besalduch Ballester 13 de agosto (Adornamos la capilla con una tela roja y una vela en medio, símbolos de la sangre derramada y de la luz que es Cristo y una cruz) En el año de la Misericordia recordamos hoy 13 de agosto, el martirio de nuestra Hermana de la Consolación Fernandina… El martirio es un don que Dios ha dado a su Iglesia a través del tiempo, Esteban el primero que entregó su vida como testigo de lo que le había apasionado de la persona de Jesús. El martirio es un don y Fernandina quizás nunca imaginó que su deseo de consagrar su vida al Señor la llevaría a la entrega total de esa vida que desde hacía mucho le pertenecía solo a Él... El amor de Jesucristo le llega “fuerte como la muerte”, irrompible como la eternidad, Fernandina siguió escuchando esa voz y oyó con toda nitidez: “Consolad, consolad a mi pueblo: hablad al corazón del hombre”. Canto.: Consolad a mi pueblo Fernandina desde joven se sintió atraída por la persona de Jesús, le da cita para entregarse a Él con toda la energía de su juventud, un 6 de marzo de 1919, tomando el nombre de Sor Fernandina. Fernandina ha trazado una línea de existencia Cimentada en la fe, la esperanza y el amor. Mujer de recia vida teologal hará de la oración su arma y su entrega. “La historia de la Iglesia, la verdadera historia de la Iglesia, es la historia de los santos y de los mártires: ellos sufren, ellos dan la vida y nosotros recibimos la bendición de Dios por su testimonio”, nos lo dice el Papa Francisco. Nuestra hermana Fernandina fue una de las inscritas en esta gran lista de elegidos, testigos y testimonios de caridad heroica, de los que dan la vida por los demás, porque la han dado y la dan por Cristo, son un camino y un surco abierto para que ese amor prenda entre nosotros. Canto breve para acoger la Palabra. Lectura Sabiduría 3, 1-9 “La vida de los justos está en manos de Dios, y no los tocara el tormento. La gente insensata pensaba que morían, consideraba su tránsito como una desgracia, y su partida de entre nosotros como una destrucción; pero ellos están en paz. La gente pensaba que cumplían una pena, pero ellos esperaban de lleno la inmortalidad; sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí; los probó como oro en crisol, los recibió como sacrificio de holocausto; a la hora de la cuenta resplandecerán como chispas que prenden por un cañaveral; gobernarán naciones, someterán pueblos, y el Señor reinará sobre ellos eternamente. Los que confían en él comprenderán la verdad, los fieles a su amor seguirán a su lado; porque quiere a sus devotos, se apiada de ellos y mira por sus elegidos.” Palabra de Dios. (Hacemos resonancia de la palabra) A madre Fernandina la detienen por ser religiosa, ella responde con fortaleza a quienes le preguntan si es religiosa, “Si, soy religiosa” respuesta que nace de la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia. Se la llevaron para matarla y en ese momento terrible y sublime de su muerte ofrecía al Señor su vida en la plenitud de sus capacidades, pero iba a compartirla con su Señor, porque como hija muy amada de Dios, hizo de su vida el mayor don. Era el 13 de agosto de 1936, a los 44 años de edad…“Mártires escondidos”. “Esos hombres y mujeres que, como Fernandina, fueron fieles a la voz del Espíritu, haciendo camino, buscando caminos nuevos para ayudar a los hermanos y amar mejor a Dios.” (Silencio) Demos gracias a Dios por la vida de nuestra hermana Fernandina y uniéndonos todos a una voz recitemos o cantamos el salmo 125 por el cual reconocemos y anunciamos que no hay mayor perfección en el amor que poner toda su confianza en el Señor. Salmo responsorial Sal 125, 1-2ab. 2cd-3. 4-5. 6 “Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares. Cuando el Señor cambió la suerte de Sión, nos parecía soñar, La boca se nos llenaba de risas, la lengua de cantares. Hasta los gentiles decían: El Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres. Fiesta de un mártir Que el Señor cambie nuestra suerte, como los torrentes del Negueb. Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares Al ir, iba llorando, llevando la semilla; al volver, vuelve cantando, trayendo sus gavillas.” - La cruz (Contemplamos la cruz) nos recuerda el primer martirio y todos los martirios sucesivos. Fundados en la muerte de Jesús, en su sacrificio supremo de amor, consumado en la cruz a fin de que pudiéramos tener la vida «El que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí. El que encuentre su vida, la perderá; y el que pierda su vida por mí, la encontrará». Es la lógica del grano de trigo que muere para germinar y dar vida. Jesús mismo «es el grano de trigo venido de Dios, el grano de trigo divino, que se deja caer en tierra, que se deja partir, romper en la muerte y, precisamente de esta forma, se abre y puede dar fruto » Canto a la Cruz. Abraza a Jesús crucificado / hermanas Clarisas. Reflexión final: Probablemente nosotros no estamos llamados al martirio, pero ninguno de nosotros queda excluido de la llamada divina a la santidad, a vivir en medida alta la existencia cristiana, y esto conlleva tomar sobre sí la cruz cada día. Todos, sobre todo en nuestro tiempo, en el que parece que prevalecen el egoísmo y el individualismo, debemos asumir como primer y fundamental compromiso crecer día a día en un amor mayor a Dios y a los hermanos para transformar nuestra vida y transformar así también nuestro mundo. (Papa Benedicto XVI) Canto Final.