Evangelio del Domingo 18 de Septiembre 2016 (Lucas 16, 10-13) 10 El que es fiel en lo mínimo, lo es también en lo mucho; y el que es injusto en lo mínimo, también lo es en lo mucho. 11 Si, pues, no fuisteis fieles en el Dinero injusto, ¿quién os confiará lo verdadero? 12 Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro? 13 "Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al Dinero." Comentario En el evangelio con la parábola del administrador sagaz, destaca que los hijos de la luz deben imitar la agudeza, astucia y previsión que en sus negocios ponen los hijos de este mundo. No es la falta de honradez y la corrupción lo que se pone de modelo solo es la sagacidad. El Reino de Dios ha llegado con Jesús; hay que tener vivezas para proveerse de él. Esto va seguido de una serie de textos sobre el uso del dinero en donde se describe a los hombres como administradores de los bienes temporales. No se puede servir a Dios y al dinero. Jesús advierte del peligro del materialismo, que es una idolatría. En cambio si tenemos en cuenta las exigencias evangélicas, seremos dignos de recibir el verdadero bien cuando nos encontremos definitivamente con el Señor resucitado en la morada eterna. ¿Porque el Señor Jesús cuenta esta narración ejemplar? El amo no alaba las injusticias de su administrador. Precisamente lo despide por ello, pero destaca su sagacidad para asegurar el futuro: ¿Porque propuso esto el Señor? Para hacerse como los hombres de este mundo son sagaces para resolver problemas que les afectan. La conducta sagaz y decidida de este hombre frente a la catástrofe que lo amenazaba debe ser un modelo para los oyentes de Jesús. Jesús insta así a los no convertidos, a los irresolutos, a los indecisos. Ha llegado el Hijo de Dios, hay que escucharlo, revisar la vida y cambiar, hay que oír la llamada: ¡La crisis está a las puertas!. Se trata ahora de obrar valiente, sagaz, decididamente de arriesgar todo por el don de la salvación, que Dios ofrece y no puede dejar escapar. Nosotros debemos revisar constantemente nuestra vida ante Dios, la forma en que administramos las cosas que se refieren a Dios, pues sabemos que por nuestra negligencia y descuido podemos quedar definitivamente descalificados de la salvación. 1 di 2 Es frecuente ver que como cristianos no ponemos tanto empeño en la vida espiritual, como el que puso el administrador infiel, en resolver su precaria situación. A esto se refiere Jesús cuando concluye diciendo que los hijos de este mundo son más astutos en sus negocios que los hijos de la luz en los asuntos de la salvación. Pero yo no hago nada malo, se suele escuchar de la boca de los creyentes. Pero no tenemos tiempo para Dios, para la evangelización, para la caridad con Cristo en los pobres no hay disposición, sin tiempo ni recursos económicos. ¿Qué hacemos para vivir la Santidad? ¿Cumplimos la voluntad de Dios en nuestra vida? ¿Qué compromiso pastoral tenemos con la iglesia de Cristo, como auténticos discípulos misioneros ministeriales? Tengamos muy en cuenta que el mismo Señor eucarístico, que se hace presente perdonando y salvando, un día nos saldrá al encuentro para pedirnos el balance de nuestra gestión. Seamos pues más astutos y prudentes. Seamos buenos administradores de los bienes de la salvación. Seamos cristianos con viveza espiritual. 2 di 2